Programa de mano de la corrida de despedida |
En la Plaza México, la despedida de Martínez… México, D.F., enero 29 (AFP). – La despedida del matador de toros mexicano Manolo Martínez, la inclusión de varios valores nuevos de la torería nacional, la presentación del rejoneador portugués Joao Moura y la ausencia de Curro Rivera y Eloy Cavazos, son los matices más interesantes que presenta la temporada que arrancará el domingo próximo en la Plaza México… Las despedidas de los toreros siempre tienen un tono sentimental para aquellos que por una causa u otra están ligados a la fiesta taurómaca… Por otra parte, la no inclusión de Curro Rivera y de Eloy Cavazos, considerados como dos máximas figuras del toreo mexicano, ha sido lamentada por los aficionados capitalinos que esperaban contar con ellos, no solo por sus méritos frente a los astados, sino por el carisma que poseen y el realce que podrían darle a los carteles en que fueran incluidos…
Como puede verse, al menos en el anuncio, se intentó poner como hecho central del ciclo de corridas la despedida del llamado Milagro de Monterrey, pero también resaltó el hecho de que Curro Rivera y Eloy Cavazos no llegaron a un arreglo con el doctor Gaona y estarían ausentes del mismo. Ese fue el inicio de lo que, en teoría, sería la última temporada del mandón en la gran plaza.
Al final de cuentas, los números reflejan que el peso de la temporada descansó precisamente en Manolo Martínez, Mariano Ramos, Jorge Gutiérrez y Nimeño II, quienes torearon cinco tardes cada uno de los dos primeros y el de Tula y el francés, tres cada uno. La del 82, tuvo algunos hechos notables, como la confirmación de José Cubero Yiyo el 28 de febrero, o la faena de Mariano Ramos a Timbalero de Piedras Negras el 21 de marzo. O en el renglón ganadero, el hecho de que Ernesto Cuevas haya lidiado un encierro completo – sin haber sido anunciado en el elenco – o la fiereza de los toros de Corlomé corridos en el serial.
El camino hacia el adiós
Decía que Manolo Martínez actuó en cinco tardes esa temporada. Fueron las corridas 3ª, 5ª, 10ª, 14ª y 15ª. Inició su participación el 14 de febrero dándole la alternativa a José Alonso, triunfador de la anterior temporada de novilladas y en la segunda de esas corridas – la confirmación de Yiyo – sufrió una cornada de dos trayectorias que lo detuvo un par de semanas y cerraría su participación antes de la despedida, haciendo matador de toros a Antonio Urrutia el 18 de abril.
Celebró corridas de despedida en varias plazas emblemáticas para él, como Querétaro, donde el 6 de febrero mató seis toros él solo, Aguascalientes, donde actuó el 24 de abril y el 1º de mayo, fecha en la que alternativó a Ricardo Sánchez, Monterrey, por supuesto y teóricamente concluiría su camino en esa 15ª y última corrida de la temporada de 1982.
La tarde de la despedida
La corrida de la despedida se anunció para el domingo 30 de mayo de 1982. Se anunció igualmente que el festejo sería transmitido por televisión abierta a todo el país, pues se preveía que la Plaza México tendría un lleno absoluto – se afirma que ese día se registró el último gran lleno del coso – y para el hecho, se correrían tres toros de San Martín, ganadería propiedad de Marcelino Miaja y José Chafik, apoderado del torero este último y tres de San Miguel de Mimiahuápam, de don Alberto Baillères, el empresario que controlaba varias de las plazas significativas en la República.
Los toros seleccionados fueron por su orden, Mi Amigo de San Martín, Adiós de Mimiahuápam, Negrito de San Martín, Artista de Mimiahuápam, Inolvidable y Toda una Época de San Martín. Enrique Guarner, en su crónica aparecida en el diario Novedades del día siguiente al de la corrida, los describió así:
Los seis animales eran de fina lámina, cortos y recogidos de cuello, de no gran corpulencia y dotados de pitones sin exageración. Fue un encierro apropiado en todo a la fiesta de que se trataba… Cuatro fueron negros zainos, dos de ellos bragados, el cuarto era cárdeno entrepelado y de perfecta estampa… El sexto granizado de los cuartos traseros y lucero, aunque anunciaba mayor peso que los otros cinco, resultó terciadillo y compacto… A mi juicio, de los seis bureles hubo tres excelentes y otros tres que cumplieron. El primero de San Martín salió cojeando de la pata derecha trasera y en el tercio final se cayó con frecuencia. El segundo de Mimiahuápam, fue magnífico y permitió cuantos pases quiso su torero…
Salieron como sobresalientes los matadores de toros Rogelio Leduc y Ricardo Balderas, quienes no tuvieron intervención y en su cuadrilla llevó a toreros como Venustiano Pacheco, Alejandro Martínez de la Flor, Alejandro Contreras o Julio Sánchez entre los de a caballo y a Jesús Morales, Juan Vázquez, Ramón Negrete – quien tuvo una gran tarde –, José García Huerta o Ángel Luna – que saldó su actuación con una cornada del sexto – entre las infanterías. Manolo Martínez vistió un terno burdeos y oro.
Entre detalles y muchos desaciertos con el estoque, al momento de anunciarse la salida del sexto, Toda una Época, de San Martín, Manolo Martínez apenas había cortado una oreja al cuarto de la tarde, Artista de Mimiahuápam. La voluntad de la concurrencia de despedir adecuadamente al torero evitó que se le reclamara mucho, pero todo hacía pensar que la tarde no cerraría en ese olor de apoteosis que se calculaba tras del anuncio. Pero Manolo tuvo suerte y con ese toro de su apoderado, que teóricamente era el último de su vida, trocó en cañas las lanzas. Escriben Luis Soleares y Juan Rafael para el diario El Siglo de Torreón:
...con la emoción a flor de piel. Manolo Martínez cuajó su última gran faena, una de las mejores de su vida. Ni una sola duda, ni un tropiezo. Todo es impecable, exacto, perfecto, y esos remates por abajo y los pases del desdén valían por toda una carrera en los ruedos. Pero, Manolo es mucho más que eso: en él conjugaron las glorias de los maestros del ayer para establecer un ejemplo de poder y maestría, como nadie había podido lograr en su tarde de despedida. Esto es lo más grande de Manolo; en su adiós pudo más su grandeza y su carácter que su emoción pasajera. Y, aunadas en una sola faena, emoción y temperamento, pudo lograr el portento: una faena perfecta. Nunca los adjetivos estuvieron mejor justificados. La faena derechista fue consumada, mientras miles de personas lloraban en los tendidos, con una estocada entera, ligeramente desprendida, que valió para que “Toda una Época” se entregara, terminando así una de las épocas más brillantes en el toreo…
Enrique Guarner es menos prosopopéyico y lo cuenta de la siguiente manera:
El último de la vida de Manolo Martínez fue «Toda una época» con el 50, y 492 kilos. Lo recibió con magníficos lances y un precioso recorte. Con un sólo picotazo cambió de tercio y aquí vino algo grande cuando Ramón Negrete le brinda un par que fue extraordinario, dándose las ventajas al burel y cuadrando en todo lo alto. Sucedió después la lamentable cogida de Angel Luna… Manolo brindó el astado a su apoderado Pepe Chafik y empezó la faena con soberbias tandas de redondos con la derecha, en los que además mantenían la posición adecuada citando como debe de ser… Siguió un estupendo desdén y otra tanda buena como la anterior… Parecía que íbamos a ver un faenón, pero Martínez no quiere probar a «Toda una época» con la izquierda, tal vez porque a lo largo de su tiempo toreó mucho con la punta y se tira a matar. Se produce una buena estocada en lo alto y viene la apoteosis consiguiente con orejas y rabo, un público que grita entusiasmado y un grupo de «montoneros» que sin ton ni son lo rodean y no se separan de él…
Al final, surgió el gran triunfo que esperaban los seguidores del regiomontano. Se pudo ir en aroma de multitudes, que lo invitaron a dar la vuelta al ruedo en cinco ocasiones y de la que las imágenes de televisión mostraron a un joven de larga melena, camisa de cowboy y pantalón de mezclilla tirando mandobles a quienes intentaban alzarlo en hombros. Ese joven sería años después el que llevara los destinos de la Plaza México. Su nombre, Rafael Herrerías.
Manolo Martínez brindó sus seis toros. Todos esos brindis, vistos en retrospectiva, tuvieron algún sentido: el primero lo dedicó al público y al empresario, doctor Alfonso Gaona; el segundo a Antonio García Castillo Jarameño, encargado de la sección taurina del diario Ovaciones; el tercero, al inefable Francisco Lazo del diario Esto; el cuarto, a José Alameda de El Heraldo de México; el quinto a don Alberto Baillères empresario y ganadero de Mimiahuápam y el sexto – last but not least – a su apoderado José Chafik.
Lo que después vendría
Poco menos de un lustro después de esta tarde, Manolo Martínez reaparecería vestido de luces en Querétaro, fue el 26 de marzo de 1987 y alternó con Jorge Gutiérrez y Miguel Espinosa Armillita Chico en la lidia de toros de don Javier Garfias. Torearía su última corrida el 4 de marzo de 1990 en la Plaza México en un mano a mano con Jorge Gutiérrez lidiando toros de La Gloria.
Horacio Reiba Alcalino, en su columna semanaria del diario La Jornada de Oriente, reflexionaba así en el vigésimo quinto aniversario del fallecimiento del torero:
…1) Como torero, su sentido del temple y del ritmo, así como la capacidad para dotar de unidad argumentativa y creativa a su toreo lo sitúan entre los más grandes de la historia de la tauromaquia universal. En México, esto significa compartir la dimensión de los Rodolfo Gaona, Fermín Espinosa “Armillita”, Lorenzo Garza, Silverio Pérez y Carlos Arruza. Y nadie más… 2) Sobre su papel como obstructor de nuevas generaciones de toreros ya está dicho cómo operó. Habría que agregar que, pese a todo, Manolo fue coetáneo de una generación rica en diversificados valores taurinos que, en todo caso, tendrían que compartir con él la responsabilidad de acaparar plazas y ferias mayores y menores en detrimento de valores emergentes, pues lógicamente no podía prescindir de alternantes, que toreaban y aprovechaban el mismo ganado que Martínez… 3) Donde cobra un sentido realmente trágico la influencia de este enorme torero es en la reducción del toro, que se ha seguido profundizando hasta derivar en su subproducto actual, el post – toro de lidia mexicano –como lo he llamado—, un factor que pone en jaque el futuro de la fiesta en sus valores artísticos y éticos más auténticos, sin los cuales, el toreo es un muerto en pie… Manuel Martínez Ancira murió a los 50 años de edad el 16 de agosto de 1996 en La Jolla, Estados Unidos, donde se encontraba hospitalizado en espera de un trasplante de hígado…
Esa ha sido, para bien y para mal, la herencia de la última gran figura que ha dado la tauromaquia mexicana.
Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.
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