domingo, 18 de julio de 2021

18 de julio de 1974. Rafaelillo confirma su alternativa en Madrid

Confirmación de Rafaelillo
Foto: El Ruedo
La temporada de novilladas del 71 en la Plaza México, destacaron entre otros Curro Leal, los regiomontanos José García El Charro, David Vito Cavazos y José Ángel Adame, y los toreros de dinastía José Antonio Gaona y Luis Procuna hijo, pero a la cabeza de esa generación iban sin duda Mariano Ramos y Rafael Gil Rafaelillo, quienes recibieron la alternativa al final de ese calendario.

Rafaelillo fue doctorado el día de Navidad de ese 1971, en un cartel de ensueño, pues le apadrinó Manolo Martínez y fungió como testigo Francisco Rivera Paquirri con toros de San Martín. Cortó la oreja a Caltenguero el toro de la ceremonia y dio la vuelta al ruedo en el sexto. 

Suma 35 corridas en 1972 y 24 al año siguiente en plazas mexicanas y para el año de 1974, inicia una campaña europea tardía, pues la comienza el 23 de junio en Palma de Mallorca donde es anunciado con toros de Francisco Galache para alternar con Dámaso González y Carlos Escolar Frascuelo. Sumó en esas plazas, de acuerdo a los escalafones del semanario El Ruedo, 17 festejos, cortando 24 orejas y 4 rabos. Las plazas en las que actuó fueron Barcelona 7 tardes, Palma de Mallorca 3 corridas, Lloret del Mar y Figueras 2 festejos cada una y Madrid, Valencia y Calatayud una tarde en cada una.

La tarde de su confirmación

El 18 de julio del 74 era su segunda tarde en ruedos españoles. Se le anunció en la plaza más importante del mundo junto con el sanluqueño Julio Vega Marismeño y el toledano Raúl Sánchez para enfrentar una muy seria corrida de Camaligera, ganadería madrileña propiedad de los hermanos Marín Molina, antes Duque de Pinohermoso y actualmente anunciada como Aldeaquemada

La fecha tiene significación especial para la fiesta mexicana, pues ese día se cumplían treinta años de la confirmación de alternativa en Madrid de Carlos Arruza. De hecho, don Antonio Abad Ojuel, director en funciones del semanario madrileño El Ruedo firmando como Don Antonio hacía la siguiente remembranza en su crónica del festejo, publicada en el número salido a los puestos el día 23 siguiente:

Entre Carlos Arruza y Rafaelillo, treinta años nos contemplan

A la sombra de los recuerdos

Mala cosa cuando en una corrida los recuerdos ganan la batalla a lo que pasa en el ruedo. Para mí toda la corrida del jueves transcurrió a la sombra de Carlos Arruza, que en esta misma fecha del 18 de julio de 1944 – hace ya treinta años – confirmó su alternativa en Madrid y con ello vino a reanudar las interrumpidas relaciones taurinas entre España y Méjico… ¡Indudablemente eran otros tiempos! La plaza, llena hasta rebosar; aire de fiesta grande en Madrid en la fecha señera, cartel de lujo en el julio madrileño, acontecimiento internacional y hasta diplomático en el ruedo, triunfo clamoroso del torero azteca... Con él estuvieron en el ruedo Antonio «Bienvenida» y Morenito de Talavera en la lidia de toros de Muriel...

Pero ahora quiero olvidar a Carlos Arruza y centrarme en este Rafael Gil «Rafaelillo», también mejicano, que llega a Madrid a confirmar su alternativa en la Fiesta Nacional española, todo un símbolo...

Efectivamente, como dice Don Antonio, los tiempos ya eran otros. En el 44, el verano era la médula de la temporada de Madrid, la empresa tenía que esmerarse en ofrecer a la afición carteles atractivos para que retirara el abono y, además, para mantener el prestigio de la plaza; también las figuras en esos días tenían que pasar revista por el ruedo madrileño, pues no había Feria de San Isidro, donde ya en el 74, como hoy, la empresa de la capital española parece gastar toda su munición del calendario y deja para el resto, lo que vaya apareciendo.

Así se gestaron los veranos terroríficos de Madrid y apenas en el segundo año de la vigencia del guarismo aplicado en el herradero de los toros – se inició en 1969 – el toro del estío en Madrid empezó a crecer de manera descomunal y a crear un grupo de diestros especialistas entre los que destacaría notablemente el segundo espada de la corrida que hoy me ocupa: Raúl Sánchez.

Rafaelillo, vestido de gris perla y plata, se enfrentó en primer término a Tarifa, número 17, cárdeno oscuro y que pesó 549 kilos al llegar a la plaza. Su labor ante el toro de su confirmación la describe así el ya citado Don Antonio:

El mejicano «Rafaelillo» fue recibido con gran simpatía. Tiene buena planta, simpática presencia, parsimonia en sus movimientos, aire ceremonioso. Creo que vino con la idea preconcebida de lo que iba a hacer, y en las cosas en las que no pusieron obstáculo los toros de «Camaligera» tuvo positivos aciertos. Por ejemplo, al capear por faroles y gaoneras; al ceñirse en molinetes y pases de espalda. Parece torero de largo repertorio, pero ensayado con unos toros que tienen poco de común con éstos que encontró el día de su confirmación. Al lado de momentos brillantes menudearon los de peligro ciego. Fue cogido varias veces, y si los toros hubieran tenido tanta casta como tuvieron presencia no hubiera terminado la corrida. Quiero decir que le faltó sentido de dominio, acoplamiento con sus enemigos – a los que no perdió la cara – y ritmo en el modo de hacer el toreo. Pero cayó bien ante el público madrileño, que no le regateó las palmas y le ovacionó con fuerza al dar la vuelta al ruedo en el toro de la confirmación. Me gustaría verle una vez más…

Para ser su segunda tarde en ruedos hispanos, el balance final es bastante bueno. Además, habrá que sumar a su actuar frente a lo que le tocó en el sorteo, un momento de gran torería, narrado así por el cronista ya citado:

Un detalle – un quite suyo a uno de los banderilleros de «Marismeño» que salió con muchas fatigas de un par al cuarto – arrancó un clamor en el tendido. Como detalle técnico – y no polémico, pues junto mis manos en el aplauso general – anotaré que en el momento del quite ya el peligro mayor había pasado, pues el toro había tirado ya el derrote decisivo al peón, fallando por muy poco; entonces es cuando se interpuso el oportuno capote y evitó el barullo final de llegada…

Es decir, supo estar colocado, pendiente de la lidia y de la integridad de sus compañeros en el ruedo, algo que hasta que el percance no es inminente, no se percibe ni se valora.

En resumen

Al ir avanzando la temporada Rafael Gil iría encontrando el ritmo y el paso de los toros españoles. Los días 8 y 15 de agosto tendría dos importantes tardes en Barcelona cortando tres orejas a toros de Bernardino Giménez Indarte y Domingo Ortega la primera y un rabo a uno de Juan Mari Pérez Tabernero la segunda y volvería a la Ciudad Condal a triunfar el 8 de septiembre cortando otro par de orejas a un toro de Ignacio Pérez Tabernero y dos días después en Calatayud otras dos a otro toro de Ernesto Louro Fernández.

Regresó a México en octubre de ese 1974 y todavía alcanzó a cumplir 21 fechas en territorio nacional, entre ellas la confirmación de su alternativa en la Plaza México el 29 de diciembre de manos de Eloy Cavazos y atestiguando Jesús Solórzano, con toros de José Julián Llaguno, siendo Jerezano el toro que abrió plaza.

Regresaría a España en 1975 y a la plaza de Madrid dos tardes en la Feria de San Isidro, pero de eso ya habrá tiempo para hablar.

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