sábado, 18 de abril de 2009
Hoy comienza la Feria de San Marcos
Dentro de unas horas se inician los actos protocolarios que darán inicio formal a la Feria Nacional de San Marcos en su edición número 181, correspondiente al año 2009.
En su aspecto taurino inicia mañana, domingo 19 de abril con una novillada en la ante un encierro de Malpaso, de origen Llaguno (San Mateo vía Torrecilla – Valparaíso), actuarán el potosino Fernando Labastida, el local Jorge Adame y el colombiano Fernando Alzate, quienes obtuvieron el derecho a ello en la temporada celebrada en la Plaza San Marcos entre febrero y el principio de este mismo mes.
El grueso de la feria se concentrará entre los días 30 de abril y 5 de mayo, fechas en las que se darán 6 de los 11 festejos programados para el serial y en los que además, se concentra la presencia de los toreros ultramarinos como El Juli, Antonio Barrera y Sebastián Castella y los mexicanos que vienen del otro lado del mar, como Joselito Adame y El Payo.
Solo queda esperar que los encierros anunciados, algunos de procedencias que reiteradamente incurren en presentarse con ganado falto de trapío y falto de edad (Fernando de la Mora) o que es de reiterado mal juego por su manifiesto descastamiento o debilidad (Carranco, Bernaldo de Quirós, Herederos de Teófilo Gómez), aunque se espera también que los de Medina Ibarra y Corlomé, este último mayoritariamente de encaste Parladé – Campos Varela, representen la diferencia en cuanto al juego de los toros.
Ya habíamos comentado que los carteles poco auguran en el papel. Esperemos que en los hechos, ofrezcan una realidad diferente.
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sábado, 11 de abril de 2009
Peñuelas. Una ganadería de Aguascalientes (Anexo gráfico)
Esta es la casa grande de la Hacienda de Peñuelas, asiento de la ganadería que lleva el mismo nombre.
De acuerdo con don Francisco Madrazo Solórzano, esta imagen corresponde al toro Terciopelo, de los herederos de don Vicente Martínez
Los toros de Peñuelas fueron parte de carteles históricos en la Plaza de San Marcos.
Gallareto, uno de los sementales que llegaron de San Nicolás Peralta en 1928
La mitad del Siglo XX fue también una cita importante para los toros de Peñuelas
El 5 de febrero de 1947 fue quizás la cumbre de la historia ganadera de Peñuelas, sin estar anunciada siquiera.
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Peñuelas. Una ganadería de Aguascalientes
Introducción
Es interesante acudir a fuentes no taurinas cuando se trata de reconstruir la historia de la fiesta, porque en esas fuentes cuya consulta casi siempre desdeñamos por no referirse expresamente a cosas del toro, nos encontramos con claves que pueden ilustrarnos en forma muy clara el por qué de ciertos hechos de la tauromaquia.
Tal es el caso de la obra de nuestra coterránea Beatriz Rojas Nieto - obviamente gente de toro y gallo como diría Juan Castaingts - intitulada La Destrucción de la Hacienda en Aguascalientes misma en la que con base en las evidencias documentales, desarrolla un interesante estudio sobre ese fenómeno en nuestro Estado y nos muestra, quizá sin pretenderlo, la propensión de nuestra gente hacia la fiesta de toros, pues en la obra que se menciona, nos ubica en el tiempo y en el espacio haciendas como las de El Pabellón, Cieneguilla, La Cantera, Venadero, Garabato, Chichimeco, Santa María de Gallardo y por supuesto Peñuelas.
Todos estos nombres se han visto colgados alguna vez de los carteles de las plazas de toros, especialmente de la de San Marcos identificando la crianza y el origen de los toros lidiados allí.
Los Orígenes
Es sabido que los Condes de Valenciana y también de la Casa Rul fueron los originales propietarios de la Hacienda de Cieneguilla, lugar en el que desde finales del siglo XVIII los jesuitas criaban ganado, entre el que había bastante que era apto para la lidia.
Posteriormente ya iniciado el siglo XIX, se pasó ese ganado bravo a la finca de Venadero, obteniendo renombre ambas heredades por la bravura de sus toros. Al morir don Miguel Rul, Conde de Valenciana, heredarían la propiedad sus nietos Miguel, José y Salvador, ellos apellidados Dosamantes Rul y por ser menores de edad, la administración de dichas fincas recaería en manos de su padre, don José María Dosamantes quien se dio a la tarea de mejorar el ganado allí criado, introduciendo simiente española.
José María Dosamantes fue además el constructor y primer empresario de la Plaza de Toros San Marcos misma que construyó en brevísimo tiempo a efecto de poder dar los festejos de abril de 1896. Cabe señalar que los toros lidiados en la nueva plaza, el 24 de abril de ese año, fueron del hierro de Venadero, con divisa azul y oro.
Al llegar a la mayoría de edad los hermanos Dosamantes Rul, es Miguel quien adquiere de sus hermanos la titularidad del hierro, divisa y ganado de Venadero, mismo que pacía en sus potreros desde el año de 1888, fecha en la que se le trasladó de los potreros de Cieneguilla y en 1925, el ganado pasaría a la Hacienda de Peñuelas, misma que era propiedad de la señora doña María Guadalupe Nieto y Belaunzarán, primera esposa de don Miguel.
Dos años después será la fecha en la que se lidie ganado a nombre de Peñuelas, precisamente en la San Marcos, ya que el 13 de enero de 1927, se lidiarían seis novillos de esta ganadería para el infortunado Esteban García y el valentísimo queretano Paco Gorráez. Aquí nace pues la historia de esta ganadería de Aguascalientes.
El encaste
Al trasladarse el ganado de Cieneguilla a Venadero, don Miguel Rul adquirió dos toros españoles para mejorar su sangre, siendo uno del hierro de Miura y el otro de Pérez de la Concha, es decir, uno de casta Gallardo – Cabrera y el otro Vistahermosa, pues el hierro de Pérez de la Concha es al igual en origen que el de Saltillo, derivados ambos de la porción que Pedro José Picavea de Lesaca adquirió de la sucesión del Conde de Vistahermosa.
Posteriormente ya entrado el pasado siglo, don José María Dosamantes agregó por consejo de su amigo Diego Prieto Cuatrodedos, vacas y sementales de Tepeyahualco, mismas en las que predominaba la sangre de Saltillo y agregó nueva simiente hispana con sementales de Concha y Sierra de puro origen vazqueño y nuevamente de Miura, lo que explica las historias acerca del variopinto pelaje de los originales Peñuelas, pues los agregados tlaxcaltecas también llevaban en sus venas sangre de hierros derivados, tanto del que fuera del utrerano Vicente José Vázquez, como del otrora sombrerero hispalense.
Esta es la base ganadera que adquiere don Miguel Dosamantes Rul en 1924 y con la que inicia su andar como titular del hierro de Peñuelas, iniciando igualmente sus trabajos por mejorar el ganado allí criado y así veremos que una de las primeras actividades a las que se lanza es la de hacer nuevos agregados de simiente española y así adquiere un semental del hierro de Arcadio Albarrán, de nombre Paletas, número 5, de pelo negro zaino, otro del histórico hierro de don Vicente Martínez, ganadero colmenareño que inició un encaste propio al cruzar toros del Colmenar con un semental de Eduardo Ibarra llamado Diano y un tercer padre con el hierro del Marqués del Saltillo. El toro de Martínez se llamó Terciopelo, número 27, de pelo negro mulato. El toro de Albarrán era de origen Campos Varela, es decir, Murube – Ybarra – Parladé.
Por otra parte, en 1927, se agregarían cinco toros con el hierro de Campos Varela, adquiridos originalmente por los señores don Francisco y don José Madrazo y García Granados, ganaderos de La Punta para la mejora de su vacada, dichos toros los obtuvo a cambio de la propiedad de la Plaza de Toros San Marcos, que había heredado de su padre y se dio el hecho de que la retienta de los sementales la hizo Marcial Lalanda, llamado el mas grande. Posteriormente don Miguel agregaría toros de Matancillas y La Punta a sus dehesas, estos de puro origen Parladé vía Domingo Ortega y Campos Varela.
Hasta aquí podemos observar que en alguna forma se intentó mantener un equilibrio entre las sangres de Vistahermosa (Parladé, Campos Varela, Saltillo, Ibarra, etc.) y las que no son de ese origen (Vázquez, Gallardo – Cabrera, Martínez y otras), pero de nueva cuenta se hace una agregación que yo llamaría explosiva en 1928 cuando se adquiere de doña Amada Díaz Viuda de de la Torre la vacada de San Nicolás Peralta, misma que tenía orígenes de Anastasio Martín (Vistahermosa), Concha y Sierra (Vázquez), Veragua (Vázquez) y Arribas Hermanos (Colmenar). Estos ganados serían retentados en su totalidad, refiriéndose que era tal la bravura o el nervio de alguna de las vacas, que morían acalambradas al pelear con los caballos en el tentadero de la ganadería.
Con esas raíces seguiría Miguel Dosamantes Rul su andadura como ganadero de bravo durante veinte años más, pues en 1948 agregó dos toros españoles de Luis Vallejo Alba encastados en Murube y en 1950 otro semental de Ernesto Cuevas de origen Coquilla.
Estas bases ganaderas darían a Peñuelas la oportunidad de presentarse en El Toreo de la Colonia Condesa el 26 de junio de 1932, con seis novillos para José María Calderón, Liborio Ruiz y Luis Castro El Soldado, destacando en la lidia el sexto, de nombre Opalito, de pelo jabonero sucio, pero al tiempo el segundo un negro de nombre Fogoso, fue devuelto al corral por manso. Curiosamente el toro que abrió plaza, aunque anunciado a nombre de Peñuelas, llevó el hierro de Cieneguilla y fue un cárdeno bragado de nombre Niño.
De este polifacético encaste salieron toros muy bravos, recordándose la lidia que dieron Rubito, jabonero barroso, Anacleto, cárdeno bragado, Capullito de Alhelí, salinero, Pegajoso, berrendo en albahío, Calzonudo, negro, Rayito, negro, desorejado en la México por Curro Ortega y Pinturero, desorejado por Calesero en Cuatro Caminos.
También hay toros que pasan a la historia por algún otro hecho, no siempre glorioso, como el llamado Barqueño, que el 26 de abril de 1959 causó la muerte a Paco Pavón, hijo del ganadero de Rancho Seco, don Carlos Hernández, quien iba de sobresaliente en la corrida que mano a mano torearon Alfonso el de Triana y Luis Procuna en el coso Cuatrocaminero.
También cupo el honor a don Miguel Dosamantes Rul de ser el ganadero que lidiara sus toros el 5 de febrero de 1947, fecha en la que Manuel Rodríguez, Manolete, se presentó en la Plaza San Marcos alternando con Manuel Jiménez Chicuelín y Luis Procuna, en la penúltima tarde en la que actuara en México.
Los toros originalmente anunciados eran de Pastejé, pero por el problema de la fiebre aftosa, estos no pudieron pasar a Aguascalientes y así se vio salir de los toriles a Lucerillo, que correspondió a Procuna y se fue sin el rabo al destazadero, Pajarito, que perdió igualmente su apéndice caudal para Chicuelín y Espadachín, toro con el que el Monstruo de Córdoba la armó en el ruedo sanmarqueño perdiendo las orejas por fallar con la espada.
Será en 1974, que don Miguel Dosamantes Rul decida variar el rumbo de su vacada y así agrega dos sementales de Jesús Cabrera, puro San Mateo y será su viuda, la siempre recordada doña Raquel González quien agregue a la ganadería otros toros de Javier Garfias en 1979 y Valparaíso, en 1980. Después se ha continuado con los añadidos, principalmente de la familia Garfias en sus distintas denominaciones, pero se conservan algunas líneas de sangre puras de lo original de la ganadería.
Una corrida que marcó la transición en esta ganadería, ha sido la lidiada en la Plaza Monumental Aguascalientes en el año de 1977, una corrida bien comida, de hermosa presencia que fue lidiada por Fabián Ruiz, Guillermo Montero y Armando Mora, destacando el sexto, que se llamó Rubio, premiado con la vuelta al ruedo y que permitió al trianero Mora lucirse aún evidenciando falta de sitio.
A guisa de conclusión
La historia de Peñuelas está ligada a la de nuestra Ciudad y de su Plaza de Toros San Marcos pues sus orígenes convergen en el mismo punto de partida que es la afición que tuvieron los señores Condes de Valenciana y don José María Dosamantes, constituyéndose pues en los iniciadores de una tradición que a mucha honra, es de Aguascalientes y de su gente, lo que nos debe llenar de orgullo, pues como nuestra Ciudad, en lo taurino, muy pocas.
Es interesante acudir a fuentes no taurinas cuando se trata de reconstruir la historia de la fiesta, porque en esas fuentes cuya consulta casi siempre desdeñamos por no referirse expresamente a cosas del toro, nos encontramos con claves que pueden ilustrarnos en forma muy clara el por qué de ciertos hechos de la tauromaquia.
Tal es el caso de la obra de nuestra coterránea Beatriz Rojas Nieto - obviamente gente de toro y gallo como diría Juan Castaingts - intitulada La Destrucción de la Hacienda en Aguascalientes misma en la que con base en las evidencias documentales, desarrolla un interesante estudio sobre ese fenómeno en nuestro Estado y nos muestra, quizá sin pretenderlo, la propensión de nuestra gente hacia la fiesta de toros, pues en la obra que se menciona, nos ubica en el tiempo y en el espacio haciendas como las de El Pabellón, Cieneguilla, La Cantera, Venadero, Garabato, Chichimeco, Santa María de Gallardo y por supuesto Peñuelas.
Todos estos nombres se han visto colgados alguna vez de los carteles de las plazas de toros, especialmente de la de San Marcos identificando la crianza y el origen de los toros lidiados allí.
Los Orígenes
Es sabido que los Condes de Valenciana y también de la Casa Rul fueron los originales propietarios de la Hacienda de Cieneguilla, lugar en el que desde finales del siglo XVIII los jesuitas criaban ganado, entre el que había bastante que era apto para la lidia.
Posteriormente ya iniciado el siglo XIX, se pasó ese ganado bravo a la finca de Venadero, obteniendo renombre ambas heredades por la bravura de sus toros. Al morir don Miguel Rul, Conde de Valenciana, heredarían la propiedad sus nietos Miguel, José y Salvador, ellos apellidados Dosamantes Rul y por ser menores de edad, la administración de dichas fincas recaería en manos de su padre, don José María Dosamantes quien se dio a la tarea de mejorar el ganado allí criado, introduciendo simiente española.
José María Dosamantes fue además el constructor y primer empresario de la Plaza de Toros San Marcos misma que construyó en brevísimo tiempo a efecto de poder dar los festejos de abril de 1896. Cabe señalar que los toros lidiados en la nueva plaza, el 24 de abril de ese año, fueron del hierro de Venadero, con divisa azul y oro.
Al llegar a la mayoría de edad los hermanos Dosamantes Rul, es Miguel quien adquiere de sus hermanos la titularidad del hierro, divisa y ganado de Venadero, mismo que pacía en sus potreros desde el año de 1888, fecha en la que se le trasladó de los potreros de Cieneguilla y en 1925, el ganado pasaría a la Hacienda de Peñuelas, misma que era propiedad de la señora doña María Guadalupe Nieto y Belaunzarán, primera esposa de don Miguel.
Dos años después será la fecha en la que se lidie ganado a nombre de Peñuelas, precisamente en la San Marcos, ya que el 13 de enero de 1927, se lidiarían seis novillos de esta ganadería para el infortunado Esteban García y el valentísimo queretano Paco Gorráez. Aquí nace pues la historia de esta ganadería de Aguascalientes.
El encaste
Al trasladarse el ganado de Cieneguilla a Venadero, don Miguel Rul adquirió dos toros españoles para mejorar su sangre, siendo uno del hierro de Miura y el otro de Pérez de la Concha, es decir, uno de casta Gallardo – Cabrera y el otro Vistahermosa, pues el hierro de Pérez de la Concha es al igual en origen que el de Saltillo, derivados ambos de la porción que Pedro José Picavea de Lesaca adquirió de la sucesión del Conde de Vistahermosa.
Posteriormente ya entrado el pasado siglo, don José María Dosamantes agregó por consejo de su amigo Diego Prieto Cuatrodedos, vacas y sementales de Tepeyahualco, mismas en las que predominaba la sangre de Saltillo y agregó nueva simiente hispana con sementales de Concha y Sierra de puro origen vazqueño y nuevamente de Miura, lo que explica las historias acerca del variopinto pelaje de los originales Peñuelas, pues los agregados tlaxcaltecas también llevaban en sus venas sangre de hierros derivados, tanto del que fuera del utrerano Vicente José Vázquez, como del otrora sombrerero hispalense.
Esta es la base ganadera que adquiere don Miguel Dosamantes Rul en 1924 y con la que inicia su andar como titular del hierro de Peñuelas, iniciando igualmente sus trabajos por mejorar el ganado allí criado y así veremos que una de las primeras actividades a las que se lanza es la de hacer nuevos agregados de simiente española y así adquiere un semental del hierro de Arcadio Albarrán, de nombre Paletas, número 5, de pelo negro zaino, otro del histórico hierro de don Vicente Martínez, ganadero colmenareño que inició un encaste propio al cruzar toros del Colmenar con un semental de Eduardo Ibarra llamado Diano y un tercer padre con el hierro del Marqués del Saltillo. El toro de Martínez se llamó Terciopelo, número 27, de pelo negro mulato. El toro de Albarrán era de origen Campos Varela, es decir, Murube – Ybarra – Parladé.
Por otra parte, en 1927, se agregarían cinco toros con el hierro de Campos Varela, adquiridos originalmente por los señores don Francisco y don José Madrazo y García Granados, ganaderos de La Punta para la mejora de su vacada, dichos toros los obtuvo a cambio de la propiedad de la Plaza de Toros San Marcos, que había heredado de su padre y se dio el hecho de que la retienta de los sementales la hizo Marcial Lalanda, llamado el mas grande. Posteriormente don Miguel agregaría toros de Matancillas y La Punta a sus dehesas, estos de puro origen Parladé vía Domingo Ortega y Campos Varela.
Hasta aquí podemos observar que en alguna forma se intentó mantener un equilibrio entre las sangres de Vistahermosa (Parladé, Campos Varela, Saltillo, Ibarra, etc.) y las que no son de ese origen (Vázquez, Gallardo – Cabrera, Martínez y otras), pero de nueva cuenta se hace una agregación que yo llamaría explosiva en 1928 cuando se adquiere de doña Amada Díaz Viuda de de la Torre la vacada de San Nicolás Peralta, misma que tenía orígenes de Anastasio Martín (Vistahermosa), Concha y Sierra (Vázquez), Veragua (Vázquez) y Arribas Hermanos (Colmenar). Estos ganados serían retentados en su totalidad, refiriéndose que era tal la bravura o el nervio de alguna de las vacas, que morían acalambradas al pelear con los caballos en el tentadero de la ganadería.
Con esas raíces seguiría Miguel Dosamantes Rul su andadura como ganadero de bravo durante veinte años más, pues en 1948 agregó dos toros españoles de Luis Vallejo Alba encastados en Murube y en 1950 otro semental de Ernesto Cuevas de origen Coquilla.
Estas bases ganaderas darían a Peñuelas la oportunidad de presentarse en El Toreo de la Colonia Condesa el 26 de junio de 1932, con seis novillos para José María Calderón, Liborio Ruiz y Luis Castro El Soldado, destacando en la lidia el sexto, de nombre Opalito, de pelo jabonero sucio, pero al tiempo el segundo un negro de nombre Fogoso, fue devuelto al corral por manso. Curiosamente el toro que abrió plaza, aunque anunciado a nombre de Peñuelas, llevó el hierro de Cieneguilla y fue un cárdeno bragado de nombre Niño.
De este polifacético encaste salieron toros muy bravos, recordándose la lidia que dieron Rubito, jabonero barroso, Anacleto, cárdeno bragado, Capullito de Alhelí, salinero, Pegajoso, berrendo en albahío, Calzonudo, negro, Rayito, negro, desorejado en la México por Curro Ortega y Pinturero, desorejado por Calesero en Cuatro Caminos.
También hay toros que pasan a la historia por algún otro hecho, no siempre glorioso, como el llamado Barqueño, que el 26 de abril de 1959 causó la muerte a Paco Pavón, hijo del ganadero de Rancho Seco, don Carlos Hernández, quien iba de sobresaliente en la corrida que mano a mano torearon Alfonso el de Triana y Luis Procuna en el coso Cuatrocaminero.
También cupo el honor a don Miguel Dosamantes Rul de ser el ganadero que lidiara sus toros el 5 de febrero de 1947, fecha en la que Manuel Rodríguez, Manolete, se presentó en la Plaza San Marcos alternando con Manuel Jiménez Chicuelín y Luis Procuna, en la penúltima tarde en la que actuara en México.
Los toros originalmente anunciados eran de Pastejé, pero por el problema de la fiebre aftosa, estos no pudieron pasar a Aguascalientes y así se vio salir de los toriles a Lucerillo, que correspondió a Procuna y se fue sin el rabo al destazadero, Pajarito, que perdió igualmente su apéndice caudal para Chicuelín y Espadachín, toro con el que el Monstruo de Córdoba la armó en el ruedo sanmarqueño perdiendo las orejas por fallar con la espada.
Será en 1974, que don Miguel Dosamantes Rul decida variar el rumbo de su vacada y así agrega dos sementales de Jesús Cabrera, puro San Mateo y será su viuda, la siempre recordada doña Raquel González quien agregue a la ganadería otros toros de Javier Garfias en 1979 y Valparaíso, en 1980. Después se ha continuado con los añadidos, principalmente de la familia Garfias en sus distintas denominaciones, pero se conservan algunas líneas de sangre puras de lo original de la ganadería.
Una corrida que marcó la transición en esta ganadería, ha sido la lidiada en la Plaza Monumental Aguascalientes en el año de 1977, una corrida bien comida, de hermosa presencia que fue lidiada por Fabián Ruiz, Guillermo Montero y Armando Mora, destacando el sexto, que se llamó Rubio, premiado con la vuelta al ruedo y que permitió al trianero Mora lucirse aún evidenciando falta de sitio.
A guisa de conclusión
La historia de Peñuelas está ligada a la de nuestra Ciudad y de su Plaza de Toros San Marcos pues sus orígenes convergen en el mismo punto de partida que es la afición que tuvieron los señores Condes de Valenciana y don José María Dosamantes, constituyéndose pues en los iniciadores de una tradición que a mucha honra, es de Aguascalientes y de su gente, lo que nos debe llenar de orgullo, pues como nuestra Ciudad, en lo taurino, muy pocas.
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domingo, 5 de abril de 2009
Hace seis décadas: La Feria de San Marcos sin toros (y II)
En la anterior entrada, les ofrecí presentar la visión de la época, escrita por don Luis de la Torre, El-hombre-que-no-cree-en-nada, acerca de lo que fue una Feria de San Marcos sin toros. Pues aquí pongo a su consideración el artículo aparecido en el número 231, correspondiente al 9 de mayo de 1947, del semanario La Lidia de México, en el que este extraordinario periodista taurino, hace sus reflexiones acerca de las causas y de los efectos de la ausencia de la fiesta en la que hoy es llamada La Feria de América:
Feria sin toros
El-hombre-que-no-cree-en-nada
A mi estimadísimo amigo Alberto Chequi, enamorado de la tierra y de la fiesta.
Tradicional, sin punto de comparación, ha sido en la ciudad de Aguascalientes la Feria de San Marcos o Fiestas de Primavera, con sus vendimias y apetitosos platillos regionales, sus incomparables paseos matutinos y vespertinos reuniones de sabor netamente provinciano; sus peleas de gallos, partidas y ruletas, centros de reunión ampliamente animados con el contingente de enorme cantidad de visitantes de todos los rincones de la República. Pero a todos estos atractivos, como acontece en los lugares en los que ha tenido asiento la fiesta, les eran indispensables las corridas de toros, para las que siempre se tuvo cuidado especial en la confección de los carteles, con ganaderías escogidas y lidiadores postineros.
Aguascalientes, todavía hasta no hace muchos años, debido precisamente a sus corridas de feria, estuvo constituida en la ciudad más taurina de este país heredero directo de lo que hasta hace muy poco había sido la más hermosa, varonil y gallarda de todas las fiestas. Por su pequeño coso, en donde hubo épocas de celebración anual de más de medio centenar de festejos taurinos, han desfilado todas nuestras grandes figuras y muchas de las más destacadas españolas que nos han visitado en muchos años.
De entre el considerable número de aficionados prácticos que ha producido esta Sevilla mexicana, algunos se hicieron profesionales, seguramente sin gran relieve; pero en la actualidad, desgraciadamente en esta época de decadencia y desencanto, nacido allí, en su popular Barrio de Triana, uno de los cuatro tan sabrosamente cantados por el poeta Reyes Ruiz, contamos con un torero de verdad, Alfonso Ramírez Calesero, que si por circunstancias nada propias de relatar en este caso, no ocupa el sitio por sus cualidades de artista merecido, tampoco por ello deja de ser en el momento uno de los toreros que justificadamente dan gloria y brillo a nuestra historia taurina.
Pues bien, en este año de gracia de 1947, tomándose infantil pretexto la decantada fiebre aftosa, las autoridades, haciéndose cómplices en el decaimiento del espectáculo, tuvieron a bien no autorizar las corridas de toros durante la feria que acaba de celebrarse. En cambio, no tuvieron empacho en dejar libertad absoluta a las peleas de gallos, partida de ruleta, con beneplácito de viciosos y tahúres, no obstante la prohibición legal existente para tales manejos.
No ignoran tampoco la afición aguascalentense ni los numerosos asistentes a la feria, las exigencias monetarias de elevadísimo monto puestas en juego para la concesión de la licencia, así como tampoco lo improcedente de tal determinación, contándose, como se cuenta, en las cercanías de la población del pequeñísimo Estado, con ganaderías bravas de una de las cuales, recientísimamente se trajeron toros para ser lidiados en la Plaza México, sin la más insignificante traba, sin tomar en cuenta los peligros de la fiebre aftosa. Sábese además, que en los propios corrales de la plaza descansaba plácidamente un encierro completo, no habiéndose permitido su lidia ni siquiera para seguir la tradición en la fecha central de tan renombradas fiestas primaverales.
Feria de San Marcos sin toros. ¡Vaya atrocidad! Este fue el clamor general de habitantes y visitantes al saberse la absurda medida de las autoridades, las que sin embargo, no hubieran cometido el desacato si se atiende a sus peticiones, como no tuvieron inconveniente de pasar sobre una prohibición legal que, si bien es cierto ha sido siempre factor principal en el esplendor y alegría de la feria, no por ella deja de ser una inmoralidad legalmente penada, lo que no acontece con la fiesta taurina, en forma también legalmente autorizada en todo el país y propiedad actual en el Distrito y Territorios, de una Secretaría de Estado.
El acopio de visitantes a la ciudad de Aguascalientes, con motivo de su feria, representa una fuente segura para el comercio, y las corridas de toros un fuerte atractivo para la población flotante, base del auge comercial durante los festejos primaverales. Pero esto no importó a las autoridades, nada les significó para sostener su capricho, mientras permitían el desplumadero en beneficio único de los tahúres, seguros apostadores de personales ambiciones.
No cabe duda que todos los elementos se han puesto en contra de la fiesta, Aquí, allá y acullá, todos, absolutamente todos se han propuesto apuntillarla, acabando con una tradición, dando al traste con una herencia racial que parecía imposible que pudiera desaparecer de nuestro medio. Pero en todo ello no existe más que una razón: el mercantilismo desenfrenado, origen fundamental de la incomprensión de las tendencias de un pueblo, al que hay que exprimir a todo trance sin concederle la más mínima satisfacción, sabiendo, como saben, que a todo responde, que siempre está dispuesto al sacrificio. Sin embargo, hay que temer a sus reacciones, no hay que confiar mucho en sus bondades. No debemos olvidar que en esta Capital, ante el abuso continuado, primero se amotinó, con tendencias de destrucción del nuevo coso, para después abandonarlo casi en definitiva, dando con ello una lección a sus insaciables explotadores.
Si ahora las autoridades han quitado un factor de lucimiento a las tradicionales fiestas de Aguascalientes, quién sabe si más tarde sean ellas las perjudicadas al ver abandonada una fuente de ingresos bien segura. De todas maneras, a través de los años, es el primero que se priva a una feria tradicional de uno de sus mayores atractivos, porque Aguascalientes fue intensamente taurina, sigue conservando su afición y se ha visto lastimada en algo que ama con pasión.
Como podemos apreciar, algunas explicaciones para lo que en el fondo no tiene razón alguna, no varían en el tiempo. Se siguen externando como moneda al uso, pensando que quienes las recibimos carecemos de la capacidad neuronal adecuada para entender que a veces, la realidad de las cosas es que quienes tienen la capacidad de decidir, simplemente no quieren hacer las cosas. Ojalá que este texto de tiempos idos, haya resultado de su interés.
Todos los derechos reservados ©. Escrito por
Xavier González Fisher
a la/s
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sábado, 4 de abril de 2009
Hace seis décadas: La Feria de San Marcos sin toros (I)
En realidad hace un poco más de las 6 décadas. Fue en el año de 1947 cuando nuestra feria abrileña transcurrió sin uno de sus ejes, es decir, sin corridas de toros no obstante que en el febrero anterior, se podría haber barruntado un serial de gran tronío, pues se había presentado en la Plaza de San Marcos el Monstruo de Córdoba, que aún sin salir con los apéndices en la espuerta, dejó constancia ante la afición hidrocálida de su trascendencia en el mundo del toreo.
La razón de la ausencia de la fiesta de los toros en la feria, se atribuyó al combate a una epizootia de fiebre aftosa que se había reconocido por un decreto presidencial publicado en diciembre de 1946, en el que se declaró de interés público el combate a esa enfermedad del ganado, principalmente vacuno.
La realidad es que las primeras referencias del mal ya fuera de control se produjeron en el mes de octubre de 1946, cuando veterinarios oficiales del estado de Veracruz reportaron la incidencia de la enfermedad en esa zona de México, aparentemente diseminada por la extracción de una estación cuarentenaria establecida en la Isla de Sacrificios, de ganado cebú importado de Brasil, antes de que se cumpliera el plazo de su estancia en ese lugar.
Las primeras entidades afectadas fueron la propia Veracruz, Tlaxcala, Puebla y el Distrito Federal y el avance del mal amenazó con quedar fuera de control. Lo anterior motivó la alerta de las autoridades sanitarias de los Estados Unidos, país con el que compartimos 3,000 kilómetros de frontera, que a toda costa pretendía evitar el ingreso del mal a su territorio.
Lo anterior motivó la creación de una comisión binacional encargada del combate y erradicación de la fiebre aftosa y la aplicación de una serie de medidas zoosanitarias que incluían la vacunación de la cabaña ganadera existente, la zonificación del país de acuerdo con la incidencia del mal y la utilización del llamado rifle sanitario para exterminar a todo el ganado enfermo o sospechoso de estarlo. La utilización del citado rifle era casi siempre por técnicos norteamericanos, pues en ese entonces, solamente había una escuela de Veterinaria en México, la de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La última circunstancia mencionada, motivó un grave disgusto en la población, pues muchos tenían por todo activo unas cuantas cabezas de ganado. Así, en un estado laico, en el que apenas se cerraban las heridas de la Guerra Cristera, fue necesario que el Arzobispo Primado de México, don Luis María Martínez, en concordancia con la posición estatal, entrara al quite y dejara patente a la feligresía católica – la mayoría de la población mexicana – que la utilización del temido rifle sanitario era indispensable en esas circunstancias y aún en esas condiciones se relatan casos en los cuales los tenedores de ganados en esas condiciones ejercieron actos de violencia contra los que pretendían sacrificar sus animales - aún mediando indemnización -, hablándose de más de algún linchamiento.
Entre el final de 1946 y 1952, que fue el lapso en el cual se llevó esa campaña de erradicación de la fiebre aftosa, se sacrificaron más de un millón de cabezas de ganado de un hato total que rondaba los 14 millones. La zona infestada, fue el Sur de México, que aproximadamente llegaba hasta la ciudad de México; la zona de seguridad que era el Centro del País, llegaba hasta la ciudad de San Luis Potosí y la zona libre, que abarcaba el Norte de la República hasta los Estados Unidos era objeto de rígidos controles y aduanas, con los llamados vados de la aftosa, en los que las personas y vehículos al cruzar de una a otra, debían desinfectar su calzado y rodamientos pasando por tapetes y vados desinfectantes. En cada puesto había una guarnición militar que obligaba a los renuentes a hacerlo, para evitar una mayor propagación del mal.
Quién haya llegado hasta este punto de la entrada, podrá preguntarse: ¿y esto qué tiene que ver con los toros? Pues mucho. En su obra La Fiesta Brava en México y España, 1519 – 1969, Heriberto Lanfranchi dedica un breve párrafo a este problema, mencionando que muchos ganaderos de lidia sufrieron los estragos del rifle sanitario, aunque no se conoce una estadística confiable del número de toros de lidia que hayan sido sacrificados por enfermos o sospechosos de padecer la glosopeda.
Las 10 ganaderías que más toros lidiaron (encierros o toros sueltos) en las plazas de la capital del país en ese tiempo (México y El Toreo), fueron por su orden La Laguna (17 veces), Pastejé (16 veces), Coaxamaluca (15 veces), Piedras Negras (13 veces), San Mateo (13 veces), Torrecilla (11 veces), Zotoluca (10 veces), La Punta (9 veces), Xajay (8 veces) y Tequisquiapan (6 veces), veremos que la mitad de ellas están fuera de la zona infestada, pero dentro de la de seguridad y en el caso de las de San Mateo y Torrecilla, habrá que considerar si los toros que jugaron no estaban aclimatándose en los potreros que tenían en el Estado de México, pues entonces, su situación cambiaría radicalmente, pues aunque nacidos en la zona libre, se desarrollaron en la infestada.
La fiebre aftosa pues impedía el libre movimiento de ganado vacuno, motivó la reducción y hasta la supresión del uso de bueyes en las labores agrícolas y su sustitución por acémilas, la suspensión de la exportación de carne, la disminución en la producción de lana, pieles, lácteos y por supuesto el trasiego de los toros de lidia necesarios para los festejos que ese daban en las plazas de la República. Ya planteaba en una entrada anterior, que para la presentación de Manolete en nuestra tierra, se le anunció con toros de Pastejé, pero la restricción de la aftosa motivó que tuviera que lidiar toros locales de Peñuelas.
Pues bien, ese estado de cosas motivó que en abril de 1947 se anunciara que no habría corridas de toros en la Feria de San Marcos y que el desaguisado se atribuyera a la fiebre aftosa. En la continuación de este asunto, pondré a la consideración de Ustedes la visión de don Luis de la Torre, El-hombre-que-no-cree-en-nada, a quién ya les había presentado, sobre este particular asunto.
Sobre el problema de la fiebre aftosa en México, les recomiendo la lectura de este número especial de la revista Imagen Veterinaria, de la UNAM.
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sábado, 28 de marzo de 2009
Apostillas a un par de entrevistas o la paja en el ojo ajeno
Entre los días 11 y 15 de este mes de marzo, por separado el periodista y apoderado de toreros Carlos Yarza para el portal Televisa Deportes y la reportera Vania Ravelo para el diario Récord de la Ciudad de México, publicaron entrevistas al empresario de la Plaza México, Rafael Herrerías.
La primera de ellas, dada a conocer en tres partes y la segunda a dos páginas completas del tabloide deportivo referido, tienen puntos que admiten más de algún comentario. En esta oportunidad haré mención a las que en lo personal me llaman la atención y al final señalaré las ligas en las que se pueden consultar en su integridad las entrevistas, para que cada quien se forme su propia opinión sobre el particular.
Sobre la designación de las Autoridades de Plaza, dijo a Carlos Yarza:
“…nadie me ha sabido explicar los métodos de selección para el presidente de la Comisión Taurina, para sus miembros y para los nombramientos de Jueces de Plaza y Jueces de Callejón, todavía nadie me lo ha podido decir… no creo que haya más gente que quiera que esto esté bien que nosotros mismos, porque si la plaza está llena el torero cobrará más, el ganadero también a la empresa le irá bien, toda la economía que genera este espectáculo estaría más contento… ojalá algún día algún jefe de gobierno nos tome en cuenta y decir, dentro de las normalidades legales que existen para abrir un centro de espectáculos hagan lo mejor posible y verán que no nos equivocamos… la Ley de Espectáculos Públicos para el futbol tiene cuatro artículos, la taurina tiene cincuenta y tantos, nomás así te la dejo, lo que digan los dueños, que se pongan de acuerdo los equipos, ¿tú has sabido de algún pleito como los que hay en un partido de futbol, en la Plaza México? No. ¿Por qué en los demás mandan los dueños, en la lucha libre, en el teatro, en el cine, en los espectáculos? Aquí hacemos muchos espectáculos, no tenemos ningún problema, no te llegan a decir el tiempo de la canción de fulanito no puede pasar de cuatro minutos, no puede haber más de catorce canciones y no puede haber más de ocho músicos, es decir, es lo que la gente quiere ver, y aquí todas son restricciones para la gente, a ti te amarran las manos y luego te critican, eso si los impuestos los cobran bien puntuales”.
Como se puede observar, el desprecio del empresario por la Autoridad sigue siendo la constante de su conducta, no deja de insistir en sus pretensiones autorregulatorias, de manera en poder hacer una fiesta a su manera, sin importarle la historia y las tradiciones en las que se sustenta, con tal de dar el chou que la mayoría quiere, como ya lo había apuntado en alguna entrada anterior.
También se olvida Herrerías de que en esta fiesta hay demasiadas variables que están fuera del control de quienes pagamos – para decirlo en términos de marketing somos los consumidores finales – el espectáculo y que por esa razón, no es sana la autorregulación que abandera y agregaría yo, mucho menos, cuando alguien como él es el líder del movimiento.
Sobre el mismo particular le declaró a Vania Ravelo:
“¿Qué petición concreta les hará? (a las autoridades)
Que la comisión taurina esté integrada por un representante del gobierno que le informe a su jefe y otro más de cada agrupación, nadie más. Buscar un método de selección para los jueces de plaza, no funciona la Comisión Taurina, no cumplen con los artículos que les competen del Reglamento Taurino”.
El remate resulta interesante. Promueve que la dirección legal de la fiesta esté en manos de las fuerzas vivas de ella, con exclusión de nuevo, de los que le dan viabilidad económica, de los que pasamos por las taquillas y con nuestro dinero, nuestra opinión y nuestra presencia en los tendidos hacemos posible en buena medida que esto siga adelante. En pocas palabras, quiere una fiesta a modo, para hacer y deshacer a su antojo, sin importar lo que los aficionados podamos pensar, creer o sentir respecto de ella.
Una obviedad en el ambiente mexicano es que hay dos círculos aparentemente inexpugnables en torno a las cosas del toreo. Uno, el que regenta el propio Herrerías y que tiene como epicentro la Plaza México y el otro, el que se concentra en Espectáculos Taurinos de México (ETM), empresa que controla plazas en Aguascalientes, León, Irapuato, Ciudad Juárez, Acapulco, Monterrey y Guadalajara y que además han iniciado hace algunos años, el apoderamiento de algunos toreros que promueven principalmente en sus plazas.
Es del dominio público el enfrentamiento entre Herrerías y Alfredo Sahagún, encargado de la plaza de Guadalajara y en general con la gente de ETM y con Juan Arturo Torres Landa, propietario de la plaza de Juriquilla y también apoderado o protector de algunos diestros. Eso ha motivado que los toreros que manejan esas empresas, se vean con dificultades o definitivamente vetados para actuar en la Plaza México. Hay en ambas entrevistas datos interesantes sobre estas cuestiones:
A Carlos Yarza le manifestó:
“…hay plazas que los empresarios son trabajadores que van a un sueldo, no ven por la responsabilidad de las plazas, es decir quisiéramos que hubiera empresarios, también hay muchos empresarios nuevos, empresarios taurinos nuevos, que no tienen ningún antecedente… es un negocio sui géneris, no estamos de acuerdo pero de pronto llega gente y hace cosas que denigran a la fiesta… se puede hablar, ¿no quieren hablar conmigo?, ahí está Juan, yo no hablaría con Sahagún, por ejemplo, no le creo nada, ni con El Pollo, no les creo nada, pero hay gente con las que puede hablar… cuando te interesa te arreglas con el que sea y cuando al otro le interesa también se arregla, entonces aquí el problema es que desconozco las situaciones por las que actúan de esa manera yo las desconozco”.
Herrerías siempre se ha caracterizado por querer imponer sus criterios por sobre de todas las cosas. Así, si no se quiere hablar con él, o es él el que no quiere hablar con determinada persona, tiene sus alfiles para hacer llegar sus determinaciones, pero no deja mucho espacio para la solución negociada de los conflictos ni para la resolución concertada de las dificultades que al final del día, afectan no a las cabezas involucradas, sino al colectivo de la fiesta.
Parece que después de casi dos décadas de andar en esto, piensa que es lo mismo andar repartiendo mandobles a los que pretenden cargar en hombros a su torero cuando éste no lo desea, que tratar de conciliar toda una gama de intereses contradictorios.
A Vania Ravelo le abundó lo siguiente acerca de este mismo tema:
“…si Sahagún tuviera su plaza llena siempre yo lo admiraría, le preguntaría ‘cómo le haces’, pero hay que ver Guadalajara. No hay a quién voltear a ver. Ricardo Sánchez en Aguascalientes, es buen muchacho, pero lo están ensuciando, el gobierno subsidia Aguascalientes, la feria es la empresa más rica del país, ¿por qué me hacen la guerra?
En cuanto a la plaza vacía, creo que Herrerías no tiene mucho que señalar, pues hace años que la que él tiene arrendada no se ve colmada hasta arriba, así que poco hay que agregar a este respecto. En cuanto a los subsidios oficiales, es su propia actitud hacia todo lo que signifique autoridad, lo que ha ahuyentado cualquier tipo de apoyo de ésta a su actividad.
En Aguascalientes, tanto el pueblo como su Gobierno ven a la fiesta como parte de sus tradiciones y de su cultura, razón por la cual se apoya de muchas maneras, entre ellas la económica, su promoción y desarrollo y en cuanto a que se le hace la guerra, creo que el que se la hace, de todo lo transcrito, se desprende que es él mismo y su incapacidad de ver la viga en el ojo propio y sí la paja en el ajeno.
Aquí dejo las ligas a las entrevistas completas, para que puedan obtener las conclusiones personales que consideren prudentes, al margen de la apreciación personal que les presento en este caso. Ojalá que esto haya resultado de su interés.
Primera parte de la entrevista de Carlos Yarza.
Segunda parte de la entrevista de Carlos Yarza.
Tercera parte de la entrevista de Carlos Yarza.
N.B. La entrevista de Vania Ravelo para Récord fue reproducida en formato *.jpg, así que redirijo al sitio donde están las cuatro fracciones de la imagen del diario en que se publicó.
Primera parte.
Segunda parte.
Tercera parte.
Cuarta parte.
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sábado, 21 de marzo de 2009
José Chafik y el retorno de los Coquillas a México
Necesaria aclaración previa: He planteado ya en este espacio algunos aspectos del origen de la ganadería de lidia en México. En esta oportunidad y en torno a un homenaje que en España se ha rendido recientemente al personaje central de esta entrada, me parece que vale la pena el retomar un artículo escrito hace ya una década y media (es de 1994, publicado originalmente en el diario Hidrocálido). Además de lo anterior, tiene de reprochable su extensión, pero aún así, espero que resulte de su interés.
A finales de 1993, en una forma un tanto discreta, José Chafic y Marcelino Miaja, propietarios de los hierros de San Martín, La Gloria y El Olivo, anunciaron la adquisición de la ganadería española de Sánchez Fabrés Hermanos. El móvil de la compra lo expresa así el primero de los ganaderos mencionados: …la unica explicación por lo que a mi se refiere, es que le tengo un gran cariño a la Fiesta de los Toros, un gran cariño al encaste de Saltillo; que en España se va perdiendo poco a poco…
Las palabras de José Chafic son en parte ciertas, porque como ya lo he expuesto alguna otra oportunidad, la generalidad de las grandes ganaderías españolas se inclinaron por la linea de sangre del Conde de Vistahermosa que vía José Arias de Saavedra se derivó en las ganaderías de Murube, Ybarra y Parladé, encaste que en México pervive testimonialmente en las ganaderías de Matancillas, Pastejé y Las Huertas, pues hoy en ellas predomina la línea del Marques del Saltillo, traída principalmente a México en 1908 por don Antonio Llaguno y que igualmente deriva del tronco vistahermoseño.
La critica que puedo hacer a la exposición de motivos de Chafic es, que el origen de la ganadería de Sánchez Fabrés Hermanos, no es Saltillo en pureza, pues si bien comparte el común origen Vistahermosa, con lo de Coquilla, lleva mezclados otras derivaciones del encaste generado por esa casa condal.
Fernando Freire, vecino de Alcalá del Río, en Sevilla, ad¬quiere en 1823 ganados aptos para la lidia de la testamentaria del Conde de Vistahermosa. Filiberto Mira señala que fueron 5 sementales y más de cien vacas. Los Freire eran ganaderos de antiguo, pues ya en 1784, adquirieron doscientas cabezas de ganado bravo a los frailes de la Cartuja de Jerez, reses que por su origen andaluz tendrían características genéticas similares a las de Vistahermosa y demás de esa región y con las que mezclaron lo recién adquirido.
Los Freire enajenan sus toros a Justo Hernández en 1846 y en 1883 las adquiere el romántico Faustino Udaeta, quien cruzó sus nuevos toros con cuatro sementales de Miura, mismos que se dice le ligaron admirablemente. La aventura ganadera de Udaeta termina el 13 de mayo de 1894, cuando una corrida suya despachada por Espartero, Guerrita y Reverte sale mansa de solemnidad. Refiere Fernández Salcedo que esa tarde don Faustino ordenó mandar toda su ganadería al matadero, dado el papelón que jugaron sus toros ante la Infanta doña Isabel de Borbón.
Antes de que Udaeta acabara con su ganadería, vendió simiente a Juan Rico, quien a su vez la transfirió a don Andrés Sánchez Rodríguez, propietario de la finca salmantina de Coquilla, en el año de 1905 y después agregará sementales de Veragua y de Carreros. Con este encaste, hereda la ganadería Francisco Sánchez, hijo de don Andrés, mismo que será universalmente conocido como Paco Coquilla y que vendrá a definir los caracteres de esta ganadería y del encaste que propiamente representa.
Paco Coquilla adquirirá en 1916 ganado tanto del Conde de Santa Coloma como del Marqués de Albaserrada. No encontré referencias de que en Coquilla se haya desechado lo originario, que por cierto, es del mismo origen que lo recién adquirido. Con esas bases, en Coquilla se desarrolló un toro fino, recortado de tipo, bravo y noble, preferido por toreros como Manuel Jiménez Chicuelo.
En 1934 por vicisitudes económicas Paco Coquilla enajena su ganadería en varios lotes, quedando el hierro original en manos de Daniel Ruiz Yagüe y el resto del ganado en poder de Justo Sánchez Tabernero, José Maria López Cobos y el Marqués de Villagodio.
Justo Sánchez Tabernero inscribe su parte de Coquilla a nombre de sus hijos, los señores Sánchez Fabrés, para que en 1951 se vendiera la mitad de la ganadería a José Matías Bernardos y la otra mitad se anunciaría como Herederos de Sánchez Fabrés.
Muere en 1972 Alfonso Sánchez Fabrés y la ganadería se anuncia a nombre de sus herederos, que son representados por Juan Sánchez Fabrés. La ganadería había dejado los primeros planos ya que con la rectificación en la presencia y el tipo del toro en la época posterior a El Cordobés, se alejó de las plazas de importancia y por ello, al final de la década de 1980, Juan Sánchez Fabrés echó a sus vacas un toro de los hermanos Martinez Elizondo, intentando dar más cara y alzada a sus productos.
Por su parte, Pablo Martinez Elizondo en 1946 adquiere la ganadería de Demetrio Fraile, creada con reses de Santa Coloma, Albaserrada y Graciliano Pérez Tabernero. En 1967 se agrega un toro padre de Urquijo, puro Murube y en 1964 un lote de vacas y sementales de Joaquín Buendía, que no es mas que la original ganadería del Conde de Santa Coloma.
Como podemos ver, el encaste predominante en la ganadería de Sánchez Fabrés Hermanos es pues el de Santa Coloma – Albaserrada, que en 1905 fuera fundada con reses de Eduardo Ybarra y añadido en 1912 con reses del Marqués del Saltillo. Es menester señalar que la original ganadería del Marqués de Albaserrada, hoy de Victorino Martín, surge de la de Santa Coloma en 1913. La de Santa Coloma es vendida en 1935 a la sociedad formada por don Joaquín Buendía Peña y don Felipe Bartolomé Sanz, misma que al terminar, dejó el hierro de Santa Coloma en manos de don Joaquín y don Felipe lidiaría en lo sucesivo con el antiguo de Surga.
La conclusión hasta aquí es que si bien el hierro de los Sánchez Fabrés tiene predominantemente sangre de Saltillo, su encaste real es santacolomeño, que en principio es una mezcla de Saltillo y Murube, conjugando características de ambos orígenes, con un sello y personalidad propios.
De lo expuesto puedo deducir que los motivos de Chafic y Miaja no son precisamente los de preservar en España el encaste de Saltillo, sino que como lo veremos enseguida, es dar un nuevo giro a la ganadería brava en México, que de resultar, será muy interesante.
José Chafic y Marcelino Miaja compraron en 1966 al varilarguero Juan Aguirre Conejo Chico quien anunciaba a su nombre la ganadería, que se presentó en El Toreo en 1937. La vacada fue formada con ganado de San Mateo y Zacatepec, de origen saltillero puro de la primera y la segunda fundada con ganados de San Mateo, Piedras Negras y Carmen de Federico. En 1958 se agregan toros de Mimiahuápam de origen San Mateo y Pastejé, este predominantemente murubeño. En 1968 se agregan toros y vacas de San Mateo, José Julián Llaguno y Valparaíso, acentuando el aspecto saltillero de la ganadería.
En 1988, Chafic y Miaja en sociedad con el rejoneador Ramón Serrano adquieren la ganadería de Tequisquiapan, fundada en 1942 por don Fernando de la Mora Madaleno y don Carlos Cuevas Lascuráin con ganados de este último, originarios de Zacatepec, San Mateo, vacas de Coquilla y un toro de Graciliano Pérez Tabernero. Como dato curioso, señalaré que esta ganadería nació en los terrenos de la Hacienda de Los Morales, hoy elegante zona residencial de la capital de la Republica.
En 1990 se rompe la sociedad Chafic – Miaja – Serrano y se hacen una serie de intercambios de ganados de tres hierros involucrados en la transacción (San Martín, La Gloria y Tequisquiapan) y así nace el de El Olivo, que permitiría a Chafic y Miaja el refrescar sus ganados con los de Tequisquiapan, hierro que quedó en manos de Ramón Serrano, refrescado con ganado de San Martín y La Gloria. Agustín Linares señala que la ganadería de Tequisquiapan se formo con cien vacas y cinco sementales de Carlos Cuevas, de puro origen Coquilla, como se dejo sentado con anterioridad.
En la declaración invocada al principio, Chafic señala lo siguiente: ... a nosotros nos beneficiara porque se abrirá la consanguinidad y eso en los ámbitos humanos y genéticos es importante. De esta manera se evitan la consanguinidad, las posibles mutaciones y los problemas de poca fuerza...
Entonces, parece resultar que en el fondo, la finalidad de Chafic y Miaja no es la de salvar en España la sangre de Saltillo, predominante en México, sino la de abrir una nueva linea en sus ganaderías que a la fecha, son únicas en México, dado el origen singular de la sangre Coquilla que hay en ellas; lo que sin duda, dará un nuevo matiz a la crianza del toro bravo en México, que ojala sea para bien.
Si a lo anterior sumamos que se adquirió también para San Martín, El Olivo y La Gloria, simiente de Victorino Martín y que se planea enviar simiente mexicana a España tanto a Victorino como a Sánchez Fabrés (que se anunciará ya como San Martín allá en España), veremos que aunque sin confesión, lo que se pretende en realidad es el ampliar el horizonte genético de la ganadería de lidia de aquí y de allá.
Post – Scriptum: A quince años de distancia, lo que barruntaba entonces parece que se confirmó, aunque con algún cariz distinto. Chafic y Miaja han cedido la mayor parte de su participación en la San Martín hispana a Ignacio Huelva. En México, El Olivo hoy lidia como Julián Hamdam y parece que es donde se ven los frutos de los esfuerzos del que fuera en su día apoderado de Manolo Martínez, pues San Martín, por razones que tienen cierta comprensibilidad, se ve relegada a lidiar en plazas de poco fuste y además, la importación de ganado español se amplió a otras procedencias, lo que nos ha dejado ver, aunque sea a cuentagotas, ejemplares con sangre de encastes como Domecq y Atanasio Fernández, lo que a pausas, ha dado algo de variedad al ganado que se lidia en este país.
No obstante, los que deciden en esto no terminan por aceptar el ganado que trae el renuevo importado a instancias de José Chafic. Las sinrazones que se ponen para ello son múltiples, pero sinrazones al fin. Ojalá que pronto alguien se decida a dejarnos ver lidiar con más frecuencia algo distinto a lo habitual en nuestras plazas.
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sábado, 14 de marzo de 2009
Más de lo mismo...
El jueves 12 por la mañana se anunciaron los carteles de la Feria de San Marcos que se iniciará el venidero 19 de abril, con el anuncio se confirmaron los diversos rumores que se vinieron generando a través de los distintos medios acerca de la conformación de esas combinaciones, por lo que la sorpresa, al menos en ese sentido, no fue la protagonista del anuncio en esta oportunidad, aunque sí lo fuera en algún otro, como en el renglón de las ausencias y de las presencias aparentemente forzadas de otros diestros.
Llama la atención el hecho de que los triunfadores sean desplazados a un segundo y tercer plano y que quienes no han hecho mérito alguno para ocupar un sitio en el serial, lo tengan. Tales son los casos de la ganadería de Medina Ibarra, que fue con mucho la triunfadora del ciclo 2008, despreciada por las figuras y relegada a un cartel de poco fuste, siendo que merece estar en una de las fechas estelares y encuadrada con los nombres más destacados de la torería.
Igualmente atrae el hecho de que Israel Téllez, que el pasado abril salió como uno de los triunfadores numéricos del serial – en estos días que el orejímetro es lo que manda – quede relegado a torear, casi de limosna, en la corrida de la Oreja de Oro, a beneficio de la asociación sindical de los toreros, como también resulta llamativo el hecho de que diestros como Fernando Ochoa, José María Luévano y varios de los diestros de poco rodaje que sacaron la casta en la temporada de la Plaza México, se hayan visto excluidos de un serial como el nuestro, en el que en cambio, se le dan dos tardes al torero sevillano Antonio Barrera, que poco o nada nos dice por estos pagos.
Sobre todas estas ausencias e injustas colocaciones, como la de Víctor Mora, que es relegado también a pesar de ser uno de los triunfadores netos de la temporada capitalina, cabría recordar la reflexión del ecijano Pepe Luis Vargas, aunque expresada en una dolorosísima circunstancia distinta: tanto pa’ ná…
Y aunque se anuncia como atractivo central de la feria la presencia de José Tomás, El Juli y Sebastián Castella – éste contratado a 3 tardes – el equilibrio con sus contrapartes mexicanas es precario. Zotoluco y Rafael Ortega son el teórico contrapeso de esas figuras ultramarinas, pero la realidad es que aunque encabezan el escalafón nacional – Pepe Caro dixit – no hacen el mismo efecto en las taquillas, pues nadie se interesa ya en verlos y en la situación de Ortega, en mi particular caso, cuando le he visto, antes de salir de la plaza, me cuesta trabajo recordar lo que hizo, sin que obste el número de orejas y rabos que haya cortado.
Para organizar una feria como la nuestra se requiere imaginación, sagacidad y voluntad de presentar un programa adecuado a la afición del lugar en el que se presentará y no recurrir siempre al manido argumento de que era lo que había a mano, que parece que se ha vuelto costumbre en la Inmobiliaria que tiene a su cargo los destinos de la fiesta en Aguascalientes.
En el renglón de lo ganadero, es también más de lo mismo y da pena ver que los importantes del escalafón se anuncian con hierros de dudosa aptitud para la lidia, sea por su ausencia de casta, sea porque acostumbran presentar en las plazas ejemplares sin la edad debida o por ambas circunstancias juntas y aquí sí que no se puede invocar ya aquello de que es lo que hay, pues en los últimos años han saltado a la palestra muchas ganaderías de nuevo cuño que lidian encierros con casta y trapío inusuales, a los que lógicamente, los de arriba no quieren ver.
En fin, que ya me tengo que poner a pensar a cuáles festejos asistiré, porque lo que es seguro, es que a todos, de ninguna manera.
Carteles de la Feria de San Marcos 2009
Domingo 19 de abril: Novillos de Malpaso para los triunfadores de la temporada de la Plaza San Marcos.
Viernes 24 de abril: Toros de Medina Ibarra para Rafael Ortega, Antonio Barrera, Fabián Barba y Juan Antonio Adame.
Sábado 25 de abril: Toros de Herederos de Teófilo Gómez para Zotoluco, José Tomás y Arturo Macías.
Domingo 26 de abril: Un toro de El Vergel para rejones y seis de Carranco para Rodrigo Santos, Antonio Barrera, Ignacio Garibay y Víctor Mora.
Jueves 30 de abril: Toros de San Miguel de Mimiahuápam para Zotoluco, El Juli y Arturo Macías.
Viernes 1 de mayo: Toros de Begoña para Sebastián Castella y Arturo Macías, mano a mano.
Sábado 2 de mayo: Toros de Fernando de la Mora para Zotoluco, Sebastián Castella y Joselito Adame.
Domingo 3 de mayo: Toros de Xajay para Ignacio Garibay, Sebastián Castella y El Payo.
Lunes 4 de mayo: Toros de Bernaldo de Quirós para Rafael Ortega, El Juli y Joselito Adame.
Martes 5 de mayo: Corrida de la Oreja de Oro. Toros de Corlomé para Óscar Sanromán, Israel Téllez, Juan Antonio Adame, Guillermo Martínez, Aldo Orozco y Víctor Mora.
Domingo 10 de mayo: Novillos de La Punta para los triunfadores de la temporada de la Plaza San Marcos.
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jueves, 5 de marzo de 2009
Cañitas
Cañitas (27 de septiembre de 1920), es el torero mexicano que más veces ha actuado en la historia de la plaza de Las Ventas. El interés hacia su figura deviene de que en los algo más de tres cuartos de siglo del ruedo venteño, han hollado su arena las zapatillas de diestros que son atesorados con mayor renombre en la memoria colectiva, pero la historia de Carlos Vera Muñoz es una que merece ser contada.
El caso de Cañitas es el que se genera a partir de la precocidad, pues antes de cumplir nueve años de edad, el 16 de septiembre de 1929, se presentó en El Toreo de la ciudad de México, lidiando un eral de Malpaso. Ese sería el preámbulo de una campaña novilleril que iniciaría una década después, en el mismo ruedo de la colonia Condesa y que estaría marcada por dos hechos notables, el valor que derrochaba ante los toros y la facilidad con la que cubría el segundo tercio.
Carlos Vera recibe la alternativa en Ciudad Juárez el 26 de octubre de 1941 de manos de Lorenzo Garza, con el testimonio de Manuel Gutiérrez Espartero, con toros de El Cortijo, confirmándola en El Toreo el 9 de noviembre siguiente, de manos de Armillita y ante el hidalguense Ricardo Torres, siéndole cedido el toro Robalero de Piedras Negras. El sexto le envió a la enfermería con una cornada grave, lo que marcaría el inicio del sino de este menudito torero.
Las campañas siguientes, junto con David Liceaga se enseñorea de la parte llamada económica de la temporada mayor, obteniendo sonados triunfos en la capital mexicana como los logrados con Serranito de don Carlos Cuevas o el de la despedida del Meco Juan Silveti, culminados ambos con el corte de un rabo.
Al destrabarse uno de los conflictos entre las torerías de España y México, cruza el Atlántico y confirma su alternativa en Madrid el 10 de septiembre de 1944, de manos de Paquito Casado y con el testimonio de Rafael Albaicín y su paisano Arturo Álvarez Vizcaíno con toros de Concha y Sierra, iniciando un idilio con la afición madrileña que terminaría hasta 1951.
Su facilidad con los palos logró que se le emparejara con uno de los principales ases del segundo tercio de su tiempo, Morenito de Talavera, con quien alternó en seis de las catorce tardes que pisó el ruedo de Las Ventas, dos de ellas mano a mano. La hora dorada de su paso por esta plaza la tuvo el 10 de junio de 1945, cuando alternando con Domingo Dominguín y Angelete en la lidia de toros de Juan Pedro Domecq, abrió la puerta grande después de tener que matar tres toros por herida de Dominguín.
El año de 1946, fue el diestro mexicano que más veces se vistió de luces en España con 26 actuaciones y mantuvo un discreto cartel en los años siguientes, hasta el año de 1951, cuando cerró su paso por las plazas españolas.
El 21 de agosto de 1960, actuando en El Toreo, por entonces en su nueva ubicación de Cuatro Caminos y llevando como alternantes a Luis Briones y Juan Estrada, el cuarto de la tarde, Buen Mozo de Ayala, le infiere una grave cornada en la pierna derecha. Cinco días después las infecciones y la gangrena hacen necesaria la amputación poniendo fin a la carrera de un torero que sin duda fue un dechado de valor.
El 16 de septiembre de ese mismo año, sus compañeros organizaron una corrida en su beneficio, llenando la Plaza México, festejo en el que Carlos Arruza se presentó como rejoneador y Calesero, Luis Procuna, Rafael Rodríguez, Jorge El Ranchero Aguilar y Joselillo de Colombia, enfrentaron toros de don Jesús Cabrera, logrando aliviar al menos en lo económico la aflicción del valentísimo Cañitas, quien falleció en la Ciudad de México el 19 de febrero de 1985, a causa de un infarto de miocardio.
Poco se comentó en México después de la muerte de este valentísimo torero, pero en Madrid se le recordó en esa triste oportunidad, pues es sin duda uno de los hacedores de la historia y la leyenda de la Plaza de Las Ventas.
Edito: Una interesante versión del pasodoble dedicado por Segundo Galarza al diestro mexicano, interpretado por el tenor venezolano Alfredo Sadel y la orquesta de Pedro Mesías, la pueden escuchar en esta localización del Cancionero Torero.
Re - Edito: Igualmente el paso de Cañitas por la plaza de Las Ventas, lo pueden consultar en esta localización.
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Carlos Arruza,
El Toreo de Cuatro Caminos,
El Toreo de la Condesa,
Lorenzo Garza
viernes, 27 de febrero de 2009
Instantes
Para ser alguien a quien – según confesión propia – la comunicación por medio de la pluma no se le da, Heriberto Murrieta ha logrado labrar un buen sendero en esta arista de su quehacer taurino, si vemos que entre su obra se cuentan El Toreo-Verdad (1992), Tauromaquia Mexicana. Imagen y Pensamiento (1994, con reedición por la UNAM en 2004), Cien Jueves Taurinos (1995),Silverio Pérez (1999), Los Cronistas (1999, aunque no de tema exclusivamente taurino, tiene tres capítulos dedicados al tema en las personas de Alonso Sordo Noriega, Pepe Alameda y Paco Malgesto) y Vertientes del Toreo Mexicano (2008), obra esta última, presentada en Aguascalientes apenas en mayo pasado.
Hoy por la mañana, en el segundo patio de lo que fuera la casa vincular del Mayorazgo Rincón Gallardo y que hoy es la sede del Poder Ejecutivo del Estado, acompañado por el Gobernador del Estado, el Ingeniero Luis Armando Reynoso Femat y el Director Técnico de la Escuela de las Artes y la Tauromaquia, el matador de toros en el retiro César Pastor, Heriberto presentó la obra que realizó conjuntamente con el joven fotógrafo Pablo Esparza titulada Instantes, compuesta de 137 imágenes, en las que se recoge en una secuencia que lleva solución de continuidad, todo el tránsito del toreo, desde el origen del toro en el campo, hasta su arrastre en la plaza de toros.
La vinculación de Heriberto Murrieta con Pablo Esparza viene a partir de que formaran equipo para cubrir los festejos celebrados en la Plaza México para los diversos medios informativos en los que colabora el escritor, de esa manera, han ido formando una colección fotográfica que revela la variedad, el colorido y la riqueza de la fiesta, misma que consideraron válida para ponerla a disposición de quienes tienen afición tanto a los toros, como a la fotografía como expresión artística.
Para el artista de la cámara, la publicación resulta ser un compendio de la búsqueda de la magia que hay en lo taurino, representa un recorrido cronológico desde que el toro está en su hábitat natural, hasta que llega a la plaza y allí comienza su interacción con el hombre, principalmente con el que está vestido de luces en el ruedo y que unidos, transmiten a los que ocupan los tendidos una serie de sensaciones que marcan el rumbo y el destino de los festejos que se celebran.
Las imágenes captadas por la lente de Pablo Esparza, pretenden precisamente, dejar una impronta de esos impactos emocionales, algunos gratos, otros dolorosos, como un gran panóptico de las luces y de las sombras de lo que es la esencia del juego de vida y muerte que es la fiesta de los toros.
El libro precisamente como lo describe el título de la obra, capta en esos 137 instantes, lo que constituye la esencia de la fiesta de los toros y desde mi punto de vista, resulta un interesante medio para difundir los valores de la fiesta y también para defenderlos, sobre todo hoy en día que son objeto de tanto descrédito por aquellos que no los comprenden y que acercándose a obras como esta, podrían captar mejor su sentido.
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César Pastor,
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