domingo, 3 de agosto de 2025

3 de agosto de 1975: Marcos Ortega recibe la alternativa en Barcelona

Marcos Ortega nació en Morelia, Michoacán y se crio en la Ciudad de México, en la colonia La Joya, y de este último sitio se asentaba su origen en los programas de la gran plaza, en la que se presentó el 21 de mayo de 1972, cortando una oreja al sexto de la corrida, que tuvo que matar por herida de su alternante Joselito Herrera, llamado Presidente, de Santa Rosa de Lima. Ese ciclo del 72, actuaría en siete festejos más y pasaría el invierno en Sudamérica, actuando principalmente en plazas de Venezuela.

Al siguiente calendario volvería a la Plaza México, para presentarse en cinco festejos más cortando una oreja el día de su presentación, a Bicicleto de Santa Marta y teniendo resultados discretos el resto de sus participaciones.

Es en esas fechas que el apoderado español Rafael González Chabola, a quien seguramente conoció en la temporada que realizó al Sur del Ecuador, lo invita a ir a España y a intentar torear novilladas allá para recibir posteriormente la alternativa. Marcos Ortega hace suya la idea y no se le verá por nuestros ruedos sino hasta cerca del final del año de 1975.

Marcos Ortega en España 1974 – 75

Chabola le encuentra a su nuevo poderdante mexicano actividad casi desde el inicio del año. En esos días, en Arnedo, La Rioja, el Festival del Zapato de Oro, organizado por el Club Taurino Arnedano era un festejo informal que tenía finalidades de beneficencia. Para 1974, se programó en horario matinal con los rejoneadores Álvaro Domecq Romero y Manuel Vidrié, el matador de toros Andrés Hernando y Marcos Ortega como novillero, con cuatro novillos de Torrestrella. Los entonces presidente y secretario de dicho Club Taurino Arnedano, Santiago Gutiérrez Milla y Marino Gil de Muro, explicaban al redactor de la revista madrileña El Ruedo, en marzo de 1974, al anunciar el festival, lo siguiente:

El trofeo «Zapato de Oro», que tiene un gran valor intrínseco... está patrocinado por la prestigiosa industria zapatera de la importante ciudad riojana... Queremos que ese día sea de auténtica fiesta para Arnedo. La solemnidad se iniciará con una misa matinal celebrada en el ruedo de la plaza, seguida de un festival, cuyos beneficios, si los hay, se destinarán a la lucha contra el cáncer... También gestionamos que los actos sean presididos por una alta personalidad riojana...

El festival fue triunfal para todos los actuantes, pues Álvaro DomecqAndrés Hernando y Marcos Ortega se alzaron con dos orejas cada uno, en tanto que Manuel Vidrié cortó las dos orejas y el rabo del novillo que le tocó en suerte.

Para el siguiente calendario, ese festival se convertiría en una de las ferias de novilladas más importantes del llamado planeta de los toros, vigente hasta la fecha.

Ese triunfo le abriría a Marcos Ortega las puertas de plazas como Jumilla, Logroño, Vitoria, Calasparra, Algemesí o Azpeitia en España y las francesas de Born de Parentis, Ceret, Saint Cyprien, Saint Sever y Aire sur Adour, sumando en ese calendario 31 novilladas cortando 58 orejas, 9 rabos, y sumando 14 salidas en hombros.

El año siguiente lo planteó para acercarse a Madrid y se anunció en varias ocasiones en San Sebastián de los Reyes, logrando llamar la atención de los veedores de la casa Balañá, quienes lo llevaron a Barcelona, donde toreó seis tardes, cuatro novilladas y dos corridas mixtas. De las novilladas, en tres formó cartel con el salmantino Pepín Peña y el alicantino Luis Francisco Esplá. También se presentó en la plaza mallorquina de Inca y en el coliseo francés de Arles. Cerró su etapa de novillero ese año con 18 festejos toreados. 

En este punto creo importante resaltar que en las plazas de Balañá, a partir de su tercera actuación, la del 1º de junio, se le colocó un remoquete que tres décadas antes Ricardo García K - Hito había acuñado para describir el arrollador paso de Carlos Arruza por los ruedos hispanos. Así entonces, los publicistas de Barcelona, Palma y otras plazas anunciaban a Marcos Ortega como El ciclón mexicano.

El anuncio de la alternativa

La empresa de don Pedro Balañá Espinos le ofreció la alternativa a Marcos Ortega y con ella, cinco corridas de toros adicionales, cuatro en Barcelona y otra en Palma de Mallorca. Se planteó inicialmente que ese festejo se diera a finales de julio, pero algunos ajustes de calendario motivaron un cambio de fecha, según se hizo saber en el semanario El Ruedo fechado el día 22 de julio de 1975:

Debido a un ajuste de última hora en los carteles de la Ciudad Condal, la alternativa del mejicano Marcos Ortega, prevista en un principio para el 31 de julio, tendrá lugar el domingo 3 de agosto. Será padrino de la ceremonia el madrileño Ángel Teruel, y testigo el diestro albaceteño Dámaso González. Queda pendiente tan solo la divisa de los toros a lidiar ese día en la Monumental de Barcelona...

Así pues, quedó ya firme la fecha del doctorado del torero mexicano, estando solamente pendiente la procedencia del ganado que completaría el cartel.+

La tarde de la alternativa, tarde de efemérides

Arreglado ya el cartel de toreros y definida la fecha, se definió que los toros serían de Juan Mari Pérez Tabernero, de Salamanca - actual Montalvo - los que enfrentaría la terna ese domingo de hace 50 años. La actuación de Marcos Ortega esa tarde tuvo diversos matices, cortando la oreja al segundo de su lote. La crónica de Rafael Manzano, en la Hoja del Lunes aparecida al día siguiente del festejo, refiere:

...Recibió los trastos de mano de Ángel Teruel... Inició su faena con un pase sentado en el estribo. A nuestro juicio equivocó su trabajo, ya que se empeñó en realizar una labor vibrante y cálida con un toro que se había desinflado en las varas y aparecía derrengado de los cuartos traseros. Mató mal, alargando el brazo, de tres pinchazos y una honda. Se le aplaudió con afecto. Digamos para la historia que el toro de la alternativa se llamaba «Calamar» y que el maestro vestía de azul y oro... Al que cerró plaza, Marcos Ortega lo veroniqueó con arte. Y se llevó al bicho al castigo por chicuelinas corraleras. Llegó la res con cierto son al último tercio. El azteca comenzó su faena con tres pases, ambas rodillas en la arena. Y siguió sobre la mano derecha con un toreo vistoso, aunque falto de temple. Entró a herir en su rectitud, agarrando una gran estocada que fulminó a su enemigo. Flamearon los pañuelos y le concedieron una oreja. Marcos Ortega banderilleó a sus dos toros, con su acostumbrada brillantez y eficacia...

Como dato adicional, agregaré que Manzano abre su relato recordando que el festejo se celebró en el 483 aniversario del inicio de la primera expedición de Cristóbal Colón.

Otra versión de los hechos es la signada por Juan de Salamanca en el Diario de Barcelona fechado el 5 de agosto siguiente:

Teruel, como padrino y en presencia de González, entregó al mejicano los trastos de matar, – no sin su discursito de circunstancias –. «Calamar» llegó con escasa fuerza al último tercio, y «el ciclón mejicano» perdió intensidad y no precisamente por su culpa, si no por la de su enemigo. Y entre los deseos justificados de agradar con pases de distintas marcas, al son de la música – el pasodoble dedicado a Domingo Ortega – trató de rematar su labor, pero los dioses le negaron el éxito, ya que estuvo desafortunado con el estoque. Solamente y al retirarse al callejón escuchó palmas de cortesía. Más «el ciclón mejicano» resurgió levemente en el último de la tarde. Brindó la faena a su padre, desplazado desde Méjico para tan propicia ocasión, y con «Banquero» realizó un trasteo muy meritorio con derroche de valor y en algunos instantes con claros atisbos de arte. Al cobrar una buena estocada cortó la oreja. Ilusiones cumplidas en un día histórico para su carrera taurina...

De Salamanca hace mención al entradón que produjo el cartel anunciado y respecto de la fecha, refiere que, por ser día de lidia de toros, no debe olvidarse que es día de santa Lidia de Tiatira

Por su parte, Julio Ichaso, en La Vanguardia, es más pragmático, va directamente a los hechos ocurridos, sin hacer referencias históricas de tipo alguno a lo sucedido y refiere:

Primero, número 35, «Calamar». El mejicano se arrodilla para recibir al toro de su doctorado y sufre una tremenda colada. No se aflige y ya en pie torea con los pies juntos sacando Unos lucidos lances. Pone banderillas el mejicano y es aplaudido. Con la muleta apenas puede aprovechar la escasa fuerza de su enemigo, pero, con todo, la voluntad de Ortega permite al público que veamos buenas maneras y, sobre todo. valor y ganas de triunfo. Acaba en la cuarta entrada y es aplaudido... Sexto, número 53, «Banquero». Un precioso ejemplar al que Ortega saluda con garbosas verónicas. Con un picotazo hondo pide el mejicano el cambio y de nuevo vuelve a sonar la música en su trabajo muleteril iniciado de hinojos. Toree Ortega con lentitud y saca a relucir bastante temple en sus naturales que quizá carecen de remate. Sin embargo, el público reconoce la extraordinaria voluntad del novel doctor, lo ovacione. Y cuando acaba de una entera, solicita y obtiene de la presidencia una oreja como premio a este matador mejicano que va a actuar en tres ocasiones consecutivas a nuestra Monumental...

Así fue como vio la principal prensa barcelonesa a Marcos Ortega la tarde de su alternativa, en la que, cada uno de los escribas tuvo sus motivos para conmemorar determinadas efemérides o santificar las fiestas.

Lo que vendría enseguida 

La línea final que escribió el cronista de La Vanguardia habla de que actuaría en tres tardes consecutivas en la Monumental. Y es que casi al salir de la plaza, ya estaba anunciado para el siguiente jueves, para alternar con César Morales y Paco Alcalde en la lidia de toros del Conde de Mayalde y el domingo 10 de agosto, acartelado con el rejoneador Álvaro Domecq Romero, Rafael Torres y Paco Bautista, para lidiar toros de Salvador Guardiola.

Y es que efectivamente, don Pedro Balañá le cumplía lo ofrecido al firmarle la alternativa. Y todavía volvería allí el 31 de agosto con Paquirri y Pepín Peña. Seguiría después en Palma de Mallorca, Oviedo, Ayamonte, Gerona y Figueras.

Y seguramente el incombustible Chabola le buscaba acomodo en las ferias del final de calendario, como Zaragoza, Jaén y alguna otra de tronío, con la finalidad de traerlo de regreso a México con su cartel bien cimentado.

La suspensión del convenio

Para el último día de septiembre del 75, Marcos Ortega sumaba ya 10 corridas toreadas en ruedos hispanos y apuntaba a sumar varias fechas más. Pero en vísperas de esa fecha, acontecimientos políticos generados entre el gobierno de México y el de España, motivaron la suspensión prácticamente de todo contacto entre ambos países y por consecuencia, la fiesta no iba a ser excepción. Señala una nota aparecida en El Ruedo del 7 de octubre de ese año:

El Convenio Taurino Hispano – Mejicano ha sido suspendido de manera provisional, ante la actitud mostrada por el Gobierno mejicano hacia España, en relación con los últimos acontecimientos de la política española. Este acuerdo fue tomado el viernes día 3 por la Junta Nacional Sindical Taurina... La Junta Nacional Sindical Taurina... ha examinado la situación que los recientes acontecimientos y la actitud del presidente de Méjico hacia España han planteado hacia el Convenio Taurino Hispano - Mejicano y las actuaciones previstas de toreros mejicanos en plazas españolas y viceversa. Por unanimidad, se acordó suspender el Convenio con Méjico, hasta en tanto no se modifiquen las circunstancias actuales...

Así pues, la temporada que tenía todavía por delante un mes, terminó para los toreros nuestros que hacían campaña por aquellas tierras. Una información contigua señalaba que un par de días antes, Eloy Cavazos y Arturo Ruiz Loredo ya habían emprendido el viaje de regreso y que en los días siguientes lo harían Manolo Arruza, el personaje de estas líneas y el novillero José Alfredo Betancourt El Chaval.

Marcos Ortega reaparecería en la Plaza México el 28 de diciembre de ese mismo año 75 para confirmar su alternativa barcelonesa, de manos de Curro Rivera y atestiguando Manolo Arruza, cediéndosele el toro Silao de San Miguel de Mimiahuápam.

Un remate estadístico

Marcos Ortega es el décimo noveno torero mexicano que recibe la alternativa en una plaza de Barcelona; el decimosexto en la Plaza Monumental; y, el último en obtenerla allí al día de hoy. Agregaré que el último matador de toros mexicano en actuar en esa plaza, es Arturo Macías, quien se presentó allí el 15 de agosto de 2010 y el último novillero en hacerlo fue Sergio Flores, quien actuó en la Monumental el 19 de junio de 2011. 

Edito: En la misma fecha de esta entrada, a las 12:30 horas del tiempo del lugar de donde la publico, me avisa el amigo Guillermo Leal que el torero Marcos Ortega ha fallecido, justo medio siglo después de haber recibido la alternativa. Que encuentre el eterno descanso.

domingo, 27 de julio de 2025

21 de julio de 1929: Se inaugura en Palma de Mallorca el Coliseo Balear


En el transcurso de la pasada semana una de las notas destacadas de la información taurina fue aquella en la que una empresa ofrecía a la familia Balañá el adquirir las plazas de Jerez de la Frontera y el Coliseo Balear de Palma de Mallorca. Cuando recababa datos acerca del asunto de los toros de Piedras Negras en San Sebastián, leía que en la misma fecha de 1929 que se corrieron por Donosti, esa singular plaza mallorquina fue inaugurada. Esa es la razón de las líneas que le dedico el día de hoy.

También lo es el hecho de dejar en claro que la fiesta no es una cuestión relativa al boom del turismo extranjero en las Baleares, o una cuestión imputable, como todo lo que no gusta al progresismo hispano actual, a la dictadura. La fiesta en Mallorca y en todo ese territorio insular tiene una raigambre histórica y cualquier intento de prohibirla o mutilarla es un atentado contra sus propias tradiciones.

La realización de un proyecto

Entrado el siglo XX, Palma de Mallorca tenía una plaza decimonónica, de madera como casi todas las de esa época, que pasaba las vicisitudes de todas las edificaciones de esa naturaleza. Cuenta Lorenzo Miró en su blog Fotos Antiguas de Mallorca:

La voluntad de sustituir la viaja plaza de toros palmesana que ya había visto derrumbarse dos veces las andanadas de madera y que desde 1865 estaba ubicada en lo que hoy es la plaza Obispo Berenguer y Palou, fue únicamente obra de José Tous Ferrer... El inicio en 1914 de la guerra mundial, en la que España fue neutral, aparcó por unos años la idea de erigir una nueva y mayor plaza de toros para Palma, y en el periodo de entreguerras, iniciada la dictadura de Primo de Rivera, José Tous vuelve a la carga con su proyecto. Si bien contaba con ciertos e importantes apoyos, incomprensiblemente, como en anteriores ocasiones, el proyecto fue frenado desde el mismo Ayuntamiento...

Como se puede ver, el proyecto de dotar a Palma de Mallorca de una plaza de toros nueva y en condiciones no era una novedad en su día, sino que ya tenía raigambre entre el sector empresarial de la isla.

Así, no se dejó en el cajón del olvido el proyecto de construir una nueva plaza de toros para Mallorca y se encargó el proyecto al arquitecto Gaspar de Bennássar o Bennazar, iniciándose las obras de edificación a mediados del año 1928. Señala el propio Miró, que la obra se concluyó en apenas 212 días, es decir, alrededor de 9 meses. Los constructores responsables de la obra fueron Antonio Balaguer y Sebastián Crespí.

El Coliseo Balear está levantado sobre un predio que tiene una superficie de 11,000 metros cuadrados, cuenta con un ruedo de 47 metros de diámetro y su aforo se determinó en 14,414 localidades. 

La corrida inaugural

Para el estreno de la nueva plaza, la empresa dirigida por el señor Gabriel Taronjí, anunció una corrida de toros en la que actuarían el rejoneador Antonio Cañero y los diestros Nicanor Villalta, Antonio Márquez y Félix Rodríguez, enfrentando, el torero de a caballo dos toros de la ganadería madrileña de don Leopoldo Abente y seis andaluces de los hijos de Pablo Romero para la lidia ordinaria, fijándose la fecha del festejo para el domingo 21 de julio de 1929.

Las vicisitudes de un primer festejo

Aunque las obras de construcción se concluían de acuerdo al calendario programado, se comenzaron a presentar algunos imprevistos que debieron ser resueltos sobre la marcha. Refiere el diario mallorquín La Almudaina fechado el 16 de julio de ese 1929:

Al hacerse la suelta de los toros de Pablo Romero llegados ayer para la corrida de inauguración de la nueva plaza de Toros, el soltado en tercer lugar, hizo un gran estrépito al arremeter contra el cajón. Los otros dos esperáronle recelosos el tiempo que cruzaba un callejón que conduce de las cajas a los corrales embistiéndole uno de pelo cárdeno marcado con el No. 25... Del encontronazo cayeron los dos exánimes al suelo. Poco después se levantó el cárdeno corneando al caído hasta matarlo... Los toros que han quedado en los corrales son verdaderamente unos ejemplares bonitos y con muchas arrobas sobre los lomos. El que está más enmorrillado es un berrendo en colorado y lucero; hay dos berrendos más y uno negro. El cárdeno antes citado también es de bonito trapío, está apartado y se resentía mucho del golpe sufrido...

Antes del sorteo ya se había perdido uno de los ejemplares a lidiarse la tarde inaugural y otro quedaba en duda. Pero, por otra parte, podemos apreciar que los toros de los herederos de Pablo Romero eran, por su tipo, de los de antes del giro que se dio a lograr los cárdenos “guapos” que fueron la enseña de la ganadería durante varias décadas.

Ante la premura de la situación, el señor Taronjí, empresario, intentó obtener de la misma casa ganadera toros sustitutos, pero habiendo telegrafiado a los ganaderos a Sevilla, estos le respondieron que, dada la brevedad del tiempo, no era posible hacerlos llegar con la debida oportunidad a Mallorca. Entonces, se dirigió a Barcelona para adquirir de don Pedro Balañá el toro faltante y para el día 18 siguiente, regresó con dos toros salmantinos de Gabriel González. Se publicó lo siguiente en el Diario de Mallorca fechado el 19 de julio siguiente:

Fue ayer portador el vapor “Rey Jaime II”, de Barcelona, de dos toros de don Gabriel González, antes Buenabarba, acreditada ganadería de Salamanca, toros que vienen, uno de ellos, a sustituir al que murió el día del desencajonamiento corneado por otro, y el segundo a disposición de la empresa, por si hiciese falta para la lidia... Ayer al mediodía fue desencajonado el primero, de buena lámina, presentación y tipo... También y en el vapor “Rey Jaime II” llegó el empresario de la plaza, señor Taronjí, quien había marchado a la ciudad condal para gestionar – difícil cometido dada la premura de tiempo disponible – la adquisición de los dos toros...

Es de señalarse también que, desde los días anteriores, se daba a conocer en ambos diarios de Mallorca que, por errores en la numeración de las localidades, algunos boletos de entrada tenían que ser sustituidos, por lo que se convocaba a sus tenedores a ocurrir a las oficinas de la empresa para canjearlas.

Aspecto actual del Coliseo Balear

Los prolegómenos del festejo

El sábado 20 de julio se bendijo el inmueble, en acto solemne presidido por el Cura Párroco del Sagrado Corazón de Jesús, don Antonio Ferrari, asistido por los señores Gamundi y Mestres. Refiere el Diario de Mallorca:

En la Capilla de la plaza, empezó dicho acto, bendiciéndose en primer término el oratorio y cuadro de Nuestra Señora de la Salud bajo cuya advocación ha sido colocado nuestro nuevo Coliseo... Bendecida la Capilla el Rdo. don Antonio Ferrari, subió al palco presidencial y desde allí bendijo el nuevo edificio echando el agua bendita hacia los cuatro puntos cardinales... terminada la ceremonia se sirvió un “lunch” a los invitados...

Cumplidos los deberes religiosos, estaba todo dispuesto para la celebración de la corrida de toros al siguiente día.

La corrida inaugural

La primera corrida de toros fue presidida por el Comisario Jefe de Policía don Tomás Flórez y ocuparon un palco especial el Gobernador Civil Llosas, el Alcalde Agulló y otras personalidades. Sigue relatando el Diario de Mallorca:

Momentos antes de comenzar la corrida se acomodó en un palco el Excmo. Sr. D. Valeriano Weyler, Duque de El Rubí, siendo su presencia acogida con una gran ovación, tocándose la marcha real que el público en masa escuchó de pie y sin sombrero. repitiéndose luego la ovación de la que participó don José Tous y Ferrer...

A las cinco de la tarde con quince minutos se abrió la puerta de cuadrillas y por ella salieron, a caballo y vistiendo un elegante traje campero andaluz, don Antonio Cañero, en tanto que, a pie, iban Nicanor Villalta, vestido de grana con bordados en oro; Antonio Márquez, quien llevaba un terno color perla con bordados en azabache; y, Félix Rodríguez quien llevaba un vestido tabaco y oro.

La corrida no fue propiamente triunfal y es que el ganado que en ella se jugó no fue propicio para ello. Quien firmó como J.O.R. la crónica para el Diario de Mallorca, hace este juicio acerca de los toros lidiados esta histórica tarde:

Los hijos de don Felipe Pablo Romero, ganadería de las de postín de Andalucía, nos dieron el camelo. Buenos mozos, sí lo eran; pero mansos también, el menos manso fue el último; al cuarto, gracias a que “Hiena” le acosó no lo caperuzaron. Todos embistieron bien, no demostrando ninguna mala intención... Si se propuso el señor Pablo Romero asombrarnos por la carne de sus reses, tenga la seguridad que lo ha logrado; pero de bravura anduvieron muy escasos. Los dos sustitutos de González, tampoco acusaron mucha bravura...

Cuando los toros no están para fiestas, la fiesta no reluce. Afirma el cronista que los toros embistieron bien, pero sin mala intención, es decir, pasaban, pero sin transmitir sensación de peligro, sin generar emoción en los tendidos.

Escribió Alegrías corresponsal del semanario valenciano La Reclam Taurina fechado el 27 de julio siguiente:

Los de Abente, bravos y dieron ocasión a Cañero para lucirse. Su primero murió al segundo rejón de muerte, superiormente colocado. En su segundo echó pie a tierra y lo toreó de muleta muy valiente, matando muy bien. Recibió una gran ovación... De los matadores, Rodríguez es el único que logró hacerse aplaudir a ratos por su voluntad y en un precioso quite con una navarra y rematando con una finísima rebolera. Con la muleta, valiente y artista, fue el que escuchó las únicas ovaciones de la tarde. Vería con gusto su repetición con ganado a modo... Tanto Márquez como Villalta solo lograron indignar al respetable, por lo que escucharon lo suyo en sus toros. No se les vio ni un quite, ni un lance perfecto, nada con la muleta y matando muy mal. Solo Villalta pegó una buena estocada en su segundo... Nada, que el público salió aburrido de su actuación y solo recordando el éxito de Cañero y la actuación pasajera de Félix. No se merecía tal resultado la inauguración de una plaza tan bella y artística...

Al final de cuentas solamente se lidiaron cuatro de los de Pablo Romero, porque el que murió en los corrales, evidentemente fue sustituido por uno de los de Gabriel González y el tercero de la lidia ordinaria, primero de Félix Rodríguez, fue devuelto a los corrales por manifiesta debilidad y sustituido por el otro de González llevado como reserva.

El Mundo de los Toros

Decía al inicio que la fiesta está arraigada en Mallorca y en las Baleares. Al ir redactando estas líneas, recordé que entre los años 70 y 90, tuve frecuente acceso al semanario El Mundo de los Toros, fundado por don Juan Bosch Iglesias y su esposa doña Esperanza Piña Fontanet, siendo dirigido sucesivamente por ellos dos. El Mundo de los Toros fue una publicación que duró casi cuatro décadas informando semana a semana de todo lo que sucedía en el llamado planeta de los toros y se redactaba y publicaba en Palma de Mallorca. 

El Mundo de los Toros convivió y compitió con El Ruedo y el Dígame en cuanto a la periodicidad y la oportunidad en la difusión de la información taurina y los sobrevivió a ambos. Recuerdo con afecto a su corresponsal en estas tierras, don Isidoro Cárdenas Carranza, quien me puso en conocimiento del semanario y me permitió enterarme de lo que sucedía más allá del horizonte.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.


domingo, 20 de julio de 2025

21 de julio de 1929: Se lidian toros mexicanos de Piedras Negras en San Sebastián

El anuncio de la Corrida de la Asociación de Prensa de San Sebastián del año 1929, a celebrarse el día 21 de julio de ese año tenía una serie de alicientes. En primer término, se proponía como una corrida hispano - americana y además, los toros a lidiarse serían cuatro salmantinos de don Leopoldo Lamamié de Clairac y otros cuatro de la ganadería mexicana de Piedras Negras. El cartel de toreros además era interesante, porque lo formaban Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez Cagancho, el mexicano Heriberto García y Manolo Bienvenida. Además, se agregaba al anuncio que el novillero norteamericano Sidney Franklin lidiaría al final un novillo, también de la ganadería mexicana.

Ese reclamo provocó el interés de la afición y provocó comentarios en distintos sentidos de los aficionados donostiarras, según se puede apreciar de lo publicado por el redactor del diario El Pueblo Vasco el 19 de julio de 1929:

Desde que salieron los toros de Méjico, había quien, sin verlos ni conocer referencia alguna, propalaba el embuste de que venían cinco toros muy pequeños. Quienes no saben que en Méjico se lidia ganado bastante más grande que en España, llegaron a creer la falsa versión, jugando, también por las fotografías que se enviaron de aquella república cuando se adquirió el ganado, hace aproximadamente un año. Pero el miércoles llegaron los toros a San Sebastián; y la impresión causada ha sido inmejorable. De los cajones fueron saliendo cuatro toros de gran tamaño, bien armados e inmejorablemente criados; cuatro toros con cinco años, 36 arrobas, como ya no se ve en España, porque ni los ganaderos los crían, ni los toreros los quieren...

De lo escrito se desprende que los toros de Piedras Negras llegaron a España con discreción y fueron acomodados en una finca, que refiere Vicente Sánchez López, en su obra El Toro de Charro. Orgullo de Salamanca", fue El Villar de los Álamos para su recuperación y aclimatación:

...ese cambio comenzó en agosto de 1929, cuando una corrida del hierro mexicano de Piedras Negras es embarcada para ser lidiada en San Sebastián después de haber estado un tiempo en «El Villar de los Álamos» aclimatándose después del viaje transoceánico... tras las gestiones que realizaron don Manuel Arranz y don Antonio Pérez con el empresario Eduardo Pagés...

El Villar de los Álamos era el centro neurálgico de las actividades de la familia Pérez Tabernero. En ese sitio se encontraba el embarcadero de donde salían a las plazas las corridas con los hierros de don Graciliano, de don Antonio y de don Alipio a todas las plazas. Y seguramente allí también se embarcaron los toros de Piedras Negras que partieron hacia San Sebastián una vez recuperados del viaje trasatlántico.

En cuanto al novillo que lidiaría Sidney Franklin, todavía el día del festejo, la distinta prensa española refería que se enfrentaría a un Piedras Negras, como se publicó en el diario La Voz de Córdoba:

San Sebastián. – (Corrida hispano – americana). – Cuatro toros de L. Clairac, de Salamanca y cuatro de Piedras Negras, de Méjico. – Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez (Cagancho), Heriberto García y Manuel Mejías (Bienvenida). Como final de fiesta y en noveno lugar, se lidiará un novillo de Piedras Negras, que estoqueará el espada norteamericano Sidney Franklin...

Ya veremos más adelante que eso no ocurrió precisamente así, que lo que le salió por los toriles, fue un novillo de Antonio Flores, antes Braganza.

Los toros de Piedras Negras

Según la crónica que se lea, la corrida fue buena, regular o mala. De la lectura de los cuatro diarios que refieren el festejo, cada relator tiene su punto de vista, y éstos recorren casi todo el espectro de opinión posible, desde el que considera que el valor de los toros de Piedras Negras para la lidia es nulo, hasta el que señala que el mejor toro de la corrida fue uno de ellos. Veamos esas opiniones.

En el diario El País Vasco, aparecido el martes 23 de julio siguiente, firmada por Juanito Sincero, dice:

No teníamos esperanzas de que los toros de Piedras Negras, traídos de Méjico para la corrida de anteayer, fuesen buenos. No creemos en los toros de Méjico, como apenas hemos podido creer en los toreros mejicanos, salvo un caso. Además ¿traer toros de Méjico a la tierra de toros bravos, a la tierra de dónde los llevan a Méjico? Es tanto como llevar vino de la Mancha a las bodegas de Jerez, o chacolí a las bodegas de la Champagne. ¿Curiosidad? No admitimos la curiosidad por conocer lo que seguramente es muy inferior a lo conocido... Nadie, entre los siquiera modestos entusiastas de la fiesta taurina, ignora que a esos toros se les llama «toros de esparto», es decir, ordinarios, sin codicia, blandos, carentes de temperamento de fiera brava para la lidia. Pues han sido traídos toros de Piedras Negras y han costado según nos dicen quienes se consideran enterados, cuarenta y cinco mil pesetas. El resultado de tales «toros de esparto» ha sido el esperado. Y, por añadidura, dos de ellos resultaron casi ciegos. ¡Un regalo de amigo! ¡El ganadero habrá quedado muy contento al deshacerse de tales bicharracos, haber cobrado muchos miles de pesetas, y «postinear» de que los han traído a España, donde se dan los más bravos toros de lidia!...

Este cronista afirma que los piedrenegrinos fueron blandos, carentes de temperamento y de codicie y además, que un par de ellos fueron ciegos y que por eso los pitaron en el arrastre. La realidad es que en todo el transcurso de su relación se advierte que nada del festejo le agradó, pues hizo cera y pabilo de la actuación de los toreros también, pero esa fue su opinión. 

En el diario La Voz de Guipúzcoa de la misma fecha, el que firmó como Un Puntillero, escribió:

Colocado en su palco, un plantel de bellísimas presidentas aparecieron numerosas fuerzas de a pie y de a caballo, capitaneadas por Marcial Lalanda, “Cagancho”, Heriberto García, Manolito Bienvenida y en segundo término Sidney Franklin, los tres últimos, nuevos en esta plaza. La aparición fue saludada y pititos para el hijo de Faraón, porque con los demás no había por qué meterse todavía. También eran nuevos en esta, como en todas las plazas españolas, los toros de Piedras Negras, “los toros de paja”, como les llaman en Méjico y que justificaron plenamente el remoquete... No hicieron ascos a los caballos, pero en cuanto sentían el hierro se iban sueltos, sin ganas de pelea y sin estilo de toro bravo. Para los capotes y la muleta fueron unos toros tardos, sosos, sin codicia, de los que dan tiempo a los toreros a “reponerse” y a colocarse para que los retraten. Toritos de paja... En honor a la verdad, el público no quedó contento de estos toros y en el arrastre, unos más y otros menos, “oyeron” – por lo menos oirían los mayorales – bastantes silbidos...

Uno escribió sobre toros de esparto y éste, sobre toros de paja. Pareciera que había un concierto previo para desacreditar a los toros de Piedras Negras, pero hay cosas que no se pueden negar y es que fueron a los caballos y se les podía torear sin muchas complicaciones.

Por su parte, el enviado del Heraldo Alavés de Vitoria, firmando como Un Reserva, apreció:

En el aspecto puramente taurino, la importancia del espectáculo estaba en los cuatro hermosos toros de Piedras Negras, traídos de Traxcala (sic) (México) y cuyos gastos han importado un sentido... Este ganado estaba bien presentado y es natural que el ganadero se esmerase al escogerlo. El mayor de todos ha sido el que ha tocado en suerte a Heriberto García, siguiéndoles en tamaño los lidiados en segundo, cuarto y primer lugar... La pelea de los Piedras Negras ha respondido al concepto que de ellos teníamos en España. Toros alegres y prontos en el primer tercio; suaves, de menos poder que los españoles y peligro para el torero...

Me da la impresión de que este escribano pretende conducirse con mayor objetividad y de exponer, sin incurrir en algún partidarismo irracional, lo que apreció en el ruedo esa señalada tarde.

Dejo para el final la impresión que sin firma apareció en el diario El Pueblo Vasco, también de San Sebastián:

El interés principal de la corrida del domingo estaba, para muchos aficionados, en la lidia que habían de dar los toros mejicanos de Piedras Negras; y el aficionado esperaba impaciente su resultado. Entre la concurrencia se vio a muchos ganaderos españoles que deseaban ser testigos de la pelea del toro mejicano.... Y no salieron desengañados, pues los Piedras Negras, con un viaje sobre sus costillas, largo, penoso y descanso casi nulo, realizaron en su conjunto una excelente pelea; no se dolieron al castigo, entrando a los caballos con bravura, y para los de a pie fueron inmejorables, excepción del tercero que llegó a la muerte receloso y cortando terreno al matador. Más o menos, en todos ellos se notó el cansancio producido por la larga travesía y los continuos encajonamientos y desencajonamientos; pero todos proporcionaron a los picadores violentas caídas, recargando siempre con bravura y bastante poder...

El tono de esta relación se va totalmente al extremo de las dos primeras que he citado, pero relata con más precisión el juego que dio cada uno de los toros con posterioridad a su encuentro con los de a caballo. Y es de señalarse también, confunde en alguna medida los hechos, al tratar de dar a entender, que prácticamente bajaron del barco hacia la plaza, cuando ya se ha dejado sentado que llegaron a tierras hispanas con la anticipación suficiente, para recuperarse en Salamanca de la travesía trasatlántica.

Otra cuestión destacada en esta crónica es que destaca que el mejor toro de la corrida fue el corrido en cuarto lugar, llamado Dulcero, marcado con el número 15 y que tocó en suerte a Manolo Bienvenida:

Merece párrafo aparte el toro lidiado en cuarto lugar, de nombre «Dulcero» y señalado con el número 15. Este toro entró a los caballos cinco veces; la quinta vara, protestada por algunos «inteligentes», sirvió para acabar de templar al bravo toro, que de este modo llegó al final suavísimo. Este fue, sin duda alguna, el mejor toro de la corrida; dígalo si no, Manolo Bienvenida...

Así pues, uno de los de Piedras Negras, para uno de los cronistas, resultó ser el mejor toro de la tarde. Un toro que tomó cinco varas y que llegó suave a la muleta, permitiendo el lucimiento de una figura histórica del toreo en ciernes.

Volumétricamente, los toros de Piedras Negras fueron superiores a los de Clairac, pese a que estos últimos por su origen Parladé, debieran ser de mayor caja, siendo superados en el peso de sus canales, según refiere el cronista del diario “La Voz de Guipúzcoa”:

Pequeños, pero gordos y bien armados, dieron en la romana, los siguientes pesos: Primero, 244 kilogramos; segundo 233; tercero, 289 y cuarto, 267, con un total de 1,073 kilos y un promedio de 268 kilos... Los toros de Clairac pesaron menos que los mejicanos: primero 243 kilogramos; segundo, 224; tercero, 226; y cuarto, 218. En total, 941 kilos, con un promedio de 235. De edad, tenían cumplidos cuatro años...

El cálculo del peso en vivo es algo complicado, por no tener una noción de la proporción de rendimiento del vivo a la canal en esos casos.

Uno de los toros de Piedras Negras
Diario El Pueblo Vasco - Foto: Marín

El toro Cerillero

Uno de los toros que envió a España don Wiliulfo González no se lidió. Fue el Cerillero, número 63. Terminada la corrida se devolvió a Salamanca, a la finca de don Alicio Cobaleda Marcos, Los Campos de Buenamadre, donde este criador se lo echó a sus vacas. Nos sigue relatando Vicente Sánchez López:

Tras retentar sus vacas durante el mes de abril de 1930 en su finca de «Los Campos de Buenamadre» don Alicio Cobaleda les echa el toro "Cerillero - 63", que así se llamaba el toro de Piedras Negras, y durante unos años consiguió con ese cruce resultados más que satisfactorios hasta que decide comprar la vacada de José María de la Puerta y de la Cruz Ulloa, que anunciaba con su título nobiliario de marqués de Valenzuela...

Así entonces, y derivado de la consulta de los libros de esa casa ganadera, tenemos que el primer toro mexicano que padreó en España y dejó descendencia, fue ese Cerillero de Piedras Negras.

No está demás apuntar que de la ganadería de don Alicio Cobaleda tras su fallecimiento, se desprendieron hierros para su esposa y sus hijos, de los que resultan los actuales de El Pilar (Eusebia Cobaleda Gajate), Reta de Casta Navarra (María Gajate), José Ignacio Sánchez Tabernero Charro (Luciano Cobaleda Gajate), y San Martín (Ignacio Cobaleda Gajate), entre otros.

Otras cuestiones del festejo

La plaza de El Chofre fue adornada con banderas de las distintas repúblicas del continente americano y fueron presidentas de honor distinguidas damas de la sociedad donostiarra, asesoradas por el Duque de Hornachuelos y don Gregorio Corrochano.

Marcial Lalanda cerró su tarde con ovación en su primero y pitos en su segundo; Cagancho escuchó palmas tras terminar al segundo de la tarde y fue abroncado al concluir el sexto; Heriberto García fue silenciado en su primero y terminó su tarde con vuelta al ruedo tras petición y Manolo Bienvenida dio vuelta al ruedo tras petición en sus dos toros. Por su parte, Sidney Franklin, quien enfrentó en noveno lugar un novillo de Antonio Flores, antes Braganza, fue ovacionado y al final, unos capitalistas se lo llevaron en hombros.

Aviso parroquial primero: Hace 16 años publiqué por aquí una primera versión de este asunto. Había a disposición de menos material de consulta para averiguar lo sucedido en esa tarde de toros. Hoy gracias a la digitalización de los diarios de San Sebastián de aquella época, podemos tener una idea más acercada de esos sucesos. Esa primera versión se puede leer aquí.

Aviso parroquial segundo: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, por no obrar así en sus respectivos originales.


domingo, 13 de julio de 2025

13 de julio de 1952: El Ranchero Aguilar confirma su alternativa en Madrid

Jorge Aguilar González, El Ranchero, había iniciado sus pasos como novillero en el año de 1945. Se presentó en la Plaza México en 1947, esa temporada en la que brilló por sobre todos con luz propia el infortunado Joselillo. Todavía volvería como novillero a la gran plaza el año 48, el de los Tres Mosqueteros, lo que le valdría para recibir en la plaza de Tlaxcala, su tierra, una alternativa el 13 de marzo de 1949, de manos del portugués Diamantino Vizeu. Pocos contratos y una enfermedad gástrica lo van a mantener fuera de la circulación hasta bien entrado el año de 1950.

En la temporada chica de la Plaza México de ese último calendario, regresaría, renunciando al doctorado recibido en su tierra, a intentar reandar el camino. Y lo consiguió. En dos novilladas consecutivas corta tres rabos. El 5 de noviembre, le corta el rabo a Pistachero de La Laguna y el 19 siguiente se lleva los de Tragaldabas y Raspinegro, estos de Piedras Negras y no hago cuenta de que una semana antes, se había llevado otras dos orejas de Varillero, también de los toros de la divisa roja y negra. Así en su retorno, cerró su temporada cortando ocho orejas, tres rabos y se ganó la alternativa definitiva con todos los honores.

Ese nuevo doctorado lo recibió en la misma Plaza México, el 21 de enero de 1951. Le apadrinó Manolo dos Santos y fue testigo Jesús Córdoba. Los toros fueron cinco de La Laguna y uno de Piedras Negras, el toro de la ceremonia se llamó Cartonero y fue de La Laguna.

La primera campaña española del Ranchero

El Ranchero Aguilar se fue a España a buscar la confirmación de su alternativa en 1952. Inició su temporada en aquellas tierras el 4 de mayo en la plaza de Las Arenas de Barcelona, alternando con Rafael Llorente y Antonio Caro en la lidia de toros de Joaquín Natera, saldando su tarde con una vuelta al ruedo tras despachar al primero de su lote.

Su siguiente actuación sería la tarde del 13 de julio en la plaza de Las Ventas, en Madrid, para confirmar allí su alternativa. El cartel que se anunció para esa fecha fue uno de ocho toros, integrado por Luis Briones, el albaceteño Manolo Navarro, El Ranchero Aguilar y el sevillano de La Algaba, Jaime Malaver, quienes enfrentarían un encierro colmenareño de Manuel García Aleas, herrados con el 9, el hierro de más antigüedad de los de la hoy Real Unión de Criadores de Toros de Lidia.

A propósito de antigüedades

Ya comentamos por aquí, que El Ranchero Aguilar recibió la alternativa con la que realizó su carrera como matador de toros el día 21 de enero de 1951 en la Plaza México. El otro confirmante de la tarde de autos, Jaime Malaver, acababa de ser doctorado apenas el 15 de abril de ese 1952 en Sevilla. Creo que no hay duda de la antigüedad entre los dos diestros.

En la revisión de las crónicas del festejo, me encontré con que Malaver había sido confirmado con el primero de la tarde por Luis Briones, y que El Ranchero, con el segundo, por Manolo Navarro. No hay ninguna explicación para ello, solamente esto que dejó en su crónica para el diario Pueblo, de Madrid, Antonio Bellón:

Madrid, 13 julio 1952, Corrida de toros. Calorazo. Entrada floja. Siete toros de Aleas, bien presentados, con poca arrancada, que no corneaban por los lados y sí al alto... Irónicamente flojeó el sol, casi desierto, cuando, cruel, quemaba como fuego. Hubo por la mañana extensa organización del protocolo de las dos confirmaciones de alternativas, y se convino que la recibiese antes el más reciente matador y luego cada uno lidiase con arreglo a su antigüedad. Así sucedió...

Quizás la intención era evitar que Luis Briones, también torero mexicano y primer espada de la corrida, confirmara a un paisano suyo. En fin... Al final esa fue la decisión que tomaron las autoridades, seguramente con el concierto de los toreros, porque en esos días, y en una corrida del verano madrileño, no era frecuente que un torero, y menos un confirmante, se negara a salir por delante

Entonces, a pesar de ser la cuestión de las antigüedades cuestión de tradición y además, regla escrita – Derecho Positivo, pues – las cosas se hicieron de la manera descrita.

La confirmación del Ranchero Aguilar

El segundo toro de la tarde se llamó Caramelo, llevaba el número 13 y era de pelo negro. Fue un toro muy voluminoso según las crónicas y terminó acusando esa condición al final de su lidia. Escribió en su día don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, para la Hoja del Lunes de Madrid, aparecida al día siguiente de la corrida:

Los siete toros de Manolo Aleas – ¡qué bien suena ese denominativo! – y el de Sánchez de Valverde – jugado en quinto lugar – estuvieron admirablemente bien de presentación; ocho toros de tamaño, de trapío y de edad... como debían ser todos los toros que se lidiasen en corridas de tales, y no en corridas de toreros, que son las que ahora se estilan... El toro con que confirmó se le confirmó la alternativa al mejicano Jorge Aguilar («El Ranchero») – «Caramelo», 13, negro estrellado –, salió abanto, como los clásicos colmenareños; pero mejoró en el transcurso de la lidia, a cuyo final llegó ahogado por exceso de carne. «El Ranchero» lo muleteó muy cerca, muy tranquilo, y lo despachó de una estocada, por lo que dio la vuelta al ruedo...

La opinión de Antonio Bellón, en Pueblo, también aparecido al día siguiente del festejo, fue en el siguiente sentido:

Para la cesión de trastos al mejicano Jorge Aguilar salló un búfalo – el segundo – huidizo y poderoso, lanceado entre palmas por este “Ranchero”... Al toro de Aleas no le hicieron ni pu – mitad de pupa – los lanceros, porque esos arroja botellas de campo de futbol - nada tienen que ver con los aficionados al deporte que ahora van a los toros - se compadecían tiernamente de que el toro tuviese poderío e ideícas a boca cerrada. Manolo Navarro le cede el toro al Ranchero Aguilar, un mocetón con vista al doblar sobre sus fornidas piernas y luego tranquilo y estirado al muletear al quedado animal, uno tontón con ganas de vivir en paz pastando fresca hierba. Valentísimo Aguilar, al parársele el toro frente al pecho arreaba cachetes cariñosos al morlaco, acariciándole despectivamente la leña antes de, con guapeza, hundir hasta la vestidura el alfanje. Hubo petición, ovaciones y vuelta al ruedo...

Y lo que relató Manuel Sánchez del Arco, Giraldillo para el ABC madrileño, salido el martes 15 siguiente, fue en este sentido:

Y vamos ahora con la otra confirmación, con la de Jorge Aguilar «El Ranchero», doctorado en Tlaxcala el 13 de marzo de 1949. Se confirmó en Madrid con el toro «Caramelo», número 13. Manolo Navarro le entregó el instrumental. Era un toro con morrillo de bisonte, que hacía extraños. «El Ranchero» lo hizo tomar la capa y lo lidió muy bien. Luego, pases en redondo, tranquilo, y naturales cerca y aguantando. El toro, tan quedado, que para hacerlo entrar a la muleta el espada le hurgaba con la mano en el morrillo. Mató de una gran estocada, y hubo ovación, vuelta al ruedo y saludos...

Como se puede ver, hay cierta unanimidad en el sentido de que Jorge Aguilar se impuso al hecho de que el toro no se movía adecuadamente, para sacarle muletazos meritorios y estuvo entregado y certero con la espada, para de esa manera, dar una aclamada vuelta al ruedo.

El toro del triunfo

El Ranchero Aguilar le cortaría la oreja al segundo de su lote, el séptimo de la corrida, un toro que, según a quien se lea, fue de pelo colorado, castaño aldinegro o retinto. En lo que hay coincidencia, es en el hecho de que rememoraba a aquellos antiguos toros de la tierra que fueron la simiente original de la ganadería de Aleas y que, al paso de los tiempos, se fue modificando con agregados santacolomeños.

La versión de la actuación del torero de Tlaxcala ante este toro, llamado Arriero y que diera en el destazadero 470 kilos de peso en bruto, expresada por Antonio Bellón es la siguiente:

El penúltimo es un típico Aleas, castaño aldinegro, coletero. Falla un espontáneo, larguirucho, capturado entre barreras, y el de capa jarameña va sin ganas al varilarguero mano negra la enguantada del palo... Un alagartado peón pasa apuros al coloquillear. Tira Aguilar del toro en redondos y en airosas vueltecillas que agradan al respetable, desbordadillo su entusiasmo en molinetes, arrucinas y rodillazos... Jorge Aguilar, en chiqueros, clavaba todo el estoque; rodó el noble toro y para el mejicano fueron, merecidamente, oreja, ovaciones, vuelta y saludo... Al público no le agrada que lleven a hombros al Ranchero...

Destaco de la relación de Bellón, el hecho que consigne que se llevaron en hombros al Ranchero, cuestión que no consignan ninguna de las demás que pude consultar para armar estos apuntes.

Por su parte, El de Tanda, refiere lo siguiente:

Al séptimo empezó a muletearlo muy bien sobre la derecha, por redondos, y ya encelado empalmó un afarolado con una arriesgada arrucina y un molinete, que se acogieron con manifiestas pruebas de aprobación; cerró la faena con unos pases por alto rodilla en tierra y girando sin levantarse, como en las manoletinas, y no habíase acallado todavía el eco de la ovación con que se acogía su valiente y brillante hacer, cuando una definitiva estocada le puso en las manos el premio de la oreja, con la que dio la vuelta al ruedo entre la consiguiente ovación...

Y concluyo este apartado con lo que expresó en el ABC de Madrid Giraldillo:

Fue el séptimo un toro retinto de mejor presencia que condición. «El Ranchero» expuso mucho en un quite, y la faena la sacó a pulso. Toreó con mucha gallardía, dominando. Aguilar sabe por dónde anda. Después de hacer bien las cosas en el centro, cuando la res se fue a tablas, después de unos adornos, tiró por la línea de los efectos temerarios e hincándose dio unos pases por alto con aire de manoletinas, luego otros girando de espaldas a la salida. Macheteo y caricias a la cara. Se perfila, y una estocada superior, que mata sin puntilla. A «El Ranchero» le dieron la oreja del retinto y hubo vuelta triunfal y saludos. La impresión y juicio: que se trata de un buen torero...

Quizás la parte más importante de lo que refiere Manuel Sánchez del Arco reside en su apostilla final, en el sentido de que reconoce de que el confirmante, Jorge Aguilar, era un buen torero. Ese juicio llevaba una carga muy importante para su futuro dentro de los ruedos de España.

Antes de terminar, un apunte que pudiera parecer insustancial. La crónica de Antonio Bellón señala que El Ranchero vestía de verdegay y oro, en tanto que el resumen anual de El Ruedo, aparecido en diciembre de ese año, señala que el vestido de la tarde de su confirmación era azul celeste y oro. A saber...

El resto de la corrida

Jaime Malaver, el otro confirmante, le cortó una oreja al toro de su confirmación, primero de la tarde, Altozano de nombre. Por su parte, Luis Briones y Manolo Navarro escucharon palmas tras de pasaportar a los toros que les tocaron en suerte, aclarando que, en quinto lugar, el segundo toro de Navarro, se corrió un toro de Juan Sánchez de Valverde en sustitución de uno de los de Aleas, rechazado en el reconocimiento.

El resto de la campaña de 1952 para el Ranchero Aguilar

Jorge Aguilar terminaría esa temporada española con 8 corridas y un festival. Actuaría en plazas como Barcelona, Alfaro, Vichy, Tánger y una triunfal tarde en Pamplona, el 28 de septiembre al lado de Jaime Marco El Choni y el peruano Rafael Santa Cruz.

Ese limitado número de actuaciones le dejaría preparado el camino para la campaña siguiente, en la que ocuparía un lugar privilegiado a la cabeza del escalafón.

domingo, 6 de julio de 2025

6 de julio de 1944: Manolete y Ratón de Pinto Barreiros

Madrid 6 de julio de 1944 - Foto: Agencia Cifra
Alrededor de cinco años antes del fasto que hoy recuerdo, Manolete recibió la alternativa en una Corrida de la Prensa, en esa ocasión, de la Asociación de Sevilla y coincidentemente, como veremos más adelante también en ese señalado festejo, un toro importante del lote de quien después sería llamado el Monstruo de Córdoba, sería reseñado en el campo con un nombre y saldría al ruedo con otro. Pero en ambos casos, las fechas quedarían señalada indeleblemente en la historia del torero y en el recuerdo de la afición a los toros.

La Asociación de Prensa de Madrid se fundó como una mutualista o asociación de socorro mutuo en 1895, y ya para 1900 organizaba la primera Corrida de la Prensa con Luis Mazzantini, Antonio Fuentes, José García Algabeño y Ricardo Torres Bombita, la que continuó celebrándose, cada año, hasta convertirse en una de las fechas señaladas de la temporada taurina de Madrid.

Para 1944, la fecha elegida para la corrida de la Asociación de Prensa fue el 6 de julio y se adquirió un encierro salmantino de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón, que enfrentarían Luis Gómez Estudiante, Juan Belmonte Campoy y Manuel Rodríguez Manolete. César Jalón Clarito, en sus Memorias, cuenta a propósito de los prolegómenos de la organización de ese festejo:

...el 5 de julio se juega la de la Prensa. De la Asociación de la Prensa que por azar – aunque no lo mencione en su Memoria – me toca organizarla, por cierto, con anticipación y facilidad inalcanzables en mis tiempos de secretario… Virtualmente, la corrida había quedado diseñada y resuelta cierto día de marzo o, cuando más, de abril. José María Alfaro, nuevo presidente de la Asociación, bien orientado, quiso consultar con tiempo a los críticos taurinos. Creyéndome suficientemente cumplido y bataneado más de lo suficiente en este menester, resigné en el segundo de a bordo la representación de “Informaciones”… Más a quien Alfaro y Casares querían era a mí. A “Manolete” a través de mí. Suspendieron el cónclave y apelaron a los buenos oficios de Víctor de la Serna, vicepresidente de la entidad y director mío, en cuyo obsequio fui a cargar con el baúl. Lo depositaron en seguida sobre mis hombros, disimulándolo con la ayuda de otro compañero que, al tanto de su designación formularia, limitó su compañía a despedirse de mí en la puerta de la calle. No lo volví a ver… «Como si esperándome estaría» – que me dijo un vascote a quien indiqué el punto de partida de la maquinilla para la Ciudad Lineal –, me encontré a “Camará” en el “Café Riesgo”… Y allí estaba también, que ni esperándonos, el ganadero Alipio Pérez. Don Alipio Pérez T. Sanchón en los carteles, por respeto al Pérez Tabernero de la razón ganadera de su hermano Graciliano… ¡Alipio!, le llama Camará… ¿Toros para la corrida de la Prensa del primer jueves de julio? …Sí… Pues hecho. Manda los contratos a la Asociación, o a éste, encargado de organizar la corrida… Y a mí: Tienes a “Manolete”; tienes toros; tienes la corrida con menos quehacer y mayor anticipación que nunca… La noche del 1 de julio se fija el cartel oficial: seis de don Alipio para “El Estudiante”, Juanito Belmonte y “Manolete”...

César Jalón, quizás escribiendo de memoria, confunde la fecha del festejo con la víspera del mismo, pero en esencia, señala la manera en la que se gestó la conformación de la corrida que pasaría a la historia y la intervención que tuvo para que el cartel de la misma se conformara.

La corrida de Alipio y dos sobreros portugueses

Los toros enviados por Alipio Pérez Tabernero para la Corrida de la Prensa del 44 fueron Ratonero, Perdigón, Carbonero, Rabón, Costurero y Naviero, todos de pelo negro, que procedían de la simiente que en 1922 adquirió de su hermano Graciliano, puro Santa Coloma de la línea ibarreña. Iban de sobreros dos toros portugueses de Pinto Barreiros, encastados en Parladé, vía Gamero Cívico y Conde de la Corte. De entre esos dos sobreros, destacaba uno, llamado Ratón por el mayoral de la plaza, a la que había llegado de utrero, pero que salió de la finca con el nombre de Centelha o Centella, según cuentan los descendientes del que fuera su criador.

La razón del cambio del nombre del toro, reside en que habiendo salido de sobrero en varias corridas sin tener que ser lidiado, Centelha o Centella se hizo el amo y señor de los corrales de Las Ventas durante  ese período de tiempo, llegando incluso a comerse el pienso destinado para los otros toros, decían los que los cuidaban, colándose como un ratón, para birlarles el alimento. Esa es la razón del nuevo apelativo.

Sigue contando Clarito:

...el 4 asisto con Camará al reconocimiento previo de los toros. Uno, terciado, adolece de una contrarrotura – un bulto que podrá sajarse – y pasa provisionalmente... A mediodía del 5 – apartado y sorteo – se aprueba al operado que toca en suerte a “El Estudiante”, diestro de menor responsabilidad y que, además, lo destina a romper plaza, sin término de comparación para el público. De dos sobreros del criador portugués Pinto Barreiro, los veterinarios señalan uno. “Camará” me toma del brazo: Mira: uno de los toros que le han tocado a Manolo es chico. No han visto que es más flaco que el discutido de “El Estudiante”. Seguro que a Manolo se lo protestan en la plaza. Y resulta que a mí me gusta el sobrero que han dejado los veterinarios. Es preciso convencerles del cambio, sin aludir para nada al temor por el toro de la corrida... Hablo a los veterinarios y nos asomamos con ellos al corral en donde están todavía juntos los sobreros: Pero, “Camará”… ¡Si el que ustedes… No importa; ¡me gusta más! ... Y se hace el trueque...

Si hemos de seguir lo que relata Clarito, el apoderado de Manolete fue el primero en advertir la importancia del toro de Pinto Barreiros, tanto por su catadura, que supliría la escasez de presencia del que le tocaría enfrentar en segundo término a su torero, como por ese algo que a veces determina el curso de una tarde de toros y también del rumbo de la historia. Ese día don José Flores Camará, vio en Ratón unas cualidades que estaban fuera del alcance de la visión de cualquier otro mortal. Así entonces, la suerte estaba echada…

Manolete y Ratón de Pinto Barreiros

Clarito en sus Memorias dice que la tarde había caído en declive en su segunda mitad. El sexto de los de Alipio, nombrado Naviero, que se había advertido desde el apartado y sorteo que iba a ser objeto de repulsión por la concurrencia a la plaza que completó un lleno de no hay billetes, fue devuelto a los corrales por flaco y feo, por cojo, o simplemente porque no gustó a la concurrencia, según a quien se lea. El hecho es que se devolvió a los corrales y se cumplió la premonición de Camará, y fue sustituido por Ratón o Centella, según se quiera, de Pinto Barreiros.

Ante ese toro, Manolete realizó lo que la crónica de su tiempo y los analistas de la historia del toreo consideran que fue su mejor faena en la plaza de Las Ventas. Escribió Antonio Bellón para el diario Pueblo salido al día siguiente de la corrida:

Es la asombrosa verdad del toreo, resuelta tan fácilmente que arrincona toda idea de peligro. Es el absoluto dominio de la inteligencia sobre la fuerza bruta del toro. Se mide el terreno a golpe de muñeca. No hace falta ni mirar por dónde vienen los pitones, y así el rostro de Manuel Rodríguez contempla sereno el oleaje clamoroso y triunfal de los tendidos que flamean en pañuelos mientras el toro pasa en círculos matemáticos... Torear sin mirar al toro. No desprecio por la res, sino seguridad de que va mandada, ciega, empapada por el engaño metido en los pitones... Luego la muleta picotea en recto viaje el morro del toro, al que parte la cruz el estoque de Manolete. Trepida la plaza. Hay lágrimas y sienés en estallido. Se brinca, se manotea; cada espectador descarga su rayo de entusiasmo. Ovaciones, aclamaciones. Manolete en hombros, orejas, la puerta grande qué se abre al paso del torero. La multitud que se apretuja en la calle. Apoteosis del más pundonoroso torero que pisó los ruedos en plaza donde tanto su labor se aquilata...

Es un intento de describir lo que en su momento resultó casi indescriptible. Una manera de relatar algo que, al menos en el ruedo de Las Ventas, aún no se había visto. 

Por su parte, Celestino Espinosa Capdevila, en su tribuna del diario Arriba, quien un par de semanas antes, en su crónica de la corrida del Montepío de Policía, había señalado que a Manolete debía declarársele Monumento Nacional, reflexiona:

“Manolete” sí estaba caldeando hace tiempo el clima de los toros. Sin embargo, no ha sido hasta esta temporada el tiempo de su cenit, y tampoco hasta ahora se ha visto con decisiva claridad la distancia larguísima, incalculable casi, a la que el cordobés se ha puesto de todos los demás diestros de su promoción para acá. Esta distancia, ya sí cabe decirlo, es acaso mayor que la que nunca haya separado de sus demás contemporáneos a las grandes figuras del toreo... Ese paso de este año ha sido y está siendo de enorme magnitud, a no dudarlo, el motor principal de que ya se haya concretado en “Manolete” y en su arte la atención del parnaso español. Las dos anteriores tardes de “Manolete” en Madrid, los habituales de las plazas habíamos podido observar la presencia en los toros de muchos escritores y de muchos poetas, escasamente asiduos o declaradamente ausentes del tendido. Y en la tarde de hoy, al retumbo, sin duda, de los anteriores éxitos, la concurrencia de ellos ha llegado al máximo. Los poetas han vuelto a los toros. Los he estado viendo durante el transcurso de la tarde, en la barrera, en los tendidos, en los palcos...

Capdevila advierte que los espectadores de Manolete ya no son simples aficionados, sino artistas, escritores, poetas y personas que buscan en su hacer ante los toros inspiración para su propio arte. Es decir, que su tauromaquia trasciende lo taurino, para universalizarse. Tanto, que reflexiona Clarito:

La epopeya desdobla, como láminas de un álbum, ante la presencia de un tolo la crestomatía de sus grandes faenas a toros menores. De la que hizo época en Aranjuez. De la de su triunfo y percance en Madrid aquel mismo septiembre del cuarenta y dos; aquel día que un intelectual definía: «Así es el verdadero artista: un transmisor de emoción y conocimiento.» Y Alfredo Marquerie: «Me gustaría ser el “Manolete” de la literatura.»

Importante es lo que escribió Federico M. Alcázar, titular de la información taurina en el diario Madrid, y quien en 1928, a propósito de la faena de Chicuelo a Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero, afirmara que esa faena era la obra de arte más grandiosa, más excelsa y más genial que se hubiera realizado en una plaza de toros, que no recordaba haber visto nada semejante y que no creía que fuera posible ver otra obra así. Pues a propósito del encuentro de Manolete y Ratón ese 6 de julio del 44, entre otras cosas, escribió:

¿Qué había pasado para desbordar el entusiasmo de la muchedumbre hasta el límite del fanatismo? Pues había pasado que Manolete acababa de torear en el último toro de la tarde como nunca se ha toreado... Alarde inaudito de arte, valor y dominio que produce pasmo, arrobo y embeleso. La plaza es un clamor espantoso, todo el mundo grita, gesticula, se enardece y salta en los tendidos como atacados de un vértigo de locura. Y D. Ramón, el gran Ramón patriarca del manoletismo, se lleva las manos a la cabeza como si quisiera ir a contárselo a Lagartijo...

Los historiadores del toreo establecen el hilo de éste de Gallito a Chicuelo y del torero de la Alameda de Hércules a Manolete. Pues bien, Federico M. Alcázar, por lo visto, tuvo la fortuna de ver dos puntos de inflexión en la evolución del toreo, primero, la consolidación de la faena moderna, la tarde de Corchaíto y algo más de tres lustros después, con el torero que fue anunciado por Belmonte, ese que le haría faena a todos los toros, el ejemplo definitivo de cómo sería ese hacer ante los toros ya definidos para el tiempo que corría en esos días.

Así de grande fue la tarde de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez en esa corrida de la Asociación de Prensa de Madrid del año 1944.

Lo que no se cuenta de esa tarde

Toda la historia relatada de esa tarde se concentra a los sucesos ocurridos en torno al sexto de la tarde, Ratón de Pinto Barreiros, pero otra faceta de Manolete, la del torero poderoso y dominador, muchas veces cuestionada, apareció en el tercero de la tarde, Carbonero, con el que estuvo a una gran altura también. Dice Antonio Bellón:

...a la hora del recordar lo que pareció sueño pensamos en lo que aún nos queda por ver de Manolete, que se adivina en esa faena a su primero, al “Carbonero” de Alipio. Ventisca la res, viento que anula la eficacia del engaño y Manolete, dueño del toro en tres pases a muleta muerta, por bajo, para quebrar el cuello de la res. Y los naturales donde no hay natural embestida. Sin presunciones de exquisitez, por mi parte, fue esta faena de mayores dimensiones, más intensamente torera que la apoteósica del sexto. Todo lo hizo el torero. Dominio, imponer el muleteo a riesgo de su cuerpo. Y el volapié, y como resumen del triunfo ese chambergo emplumerado qué el alguacilillo velazqueño, el de 1a varita autoritaria, arrojó a los pies de Manolete...

Por su parte, Clarito, en sus Memorias, nos recuerda:

... Jamás, jamás, jamás, si no es a él – decimos viendo en tierra al nervioso tercer toro –; si no es el “Manolete” colosal se ha visto después de tan impresionante faena montar la espada y caer sobre la fiera con el fuego y la inexorabilidad de una centella de los dioses. Cuatro veces – luego del corte de oreja y vuelta al ruedo – se destoca su alta figura en el tercio. Y un alguacil le arroja su birrete de plumas: «¿le pide acaso la llave del toreo?»...

¡Hasta el sombrero emplumado del alguacilillo! ¿Necesitamos más para reconocer una tarde redonda? No es tan difícil rebuscar en la historia del toreo. Esta es una de ellas. Dos faenas de distinto corte, una de dominio ante un toro complicado y la otra de arte y lucimiento ante un toro que así lo permitió. Para la historia, definitivamente.

Algunas otras cuestiones

Una extraordinaria labor de Luis Gómez Estudiante, ante el primero de la tarde, se perdió entre la vorágine del esplendor del lucimiento de Manolete. Aunque impuso a un toro bravo al que había que poderle y al que le cortó la oreja, su labor quedó oscurecida. Sin embargo, creo de justicia recordarla. 

Y por otra parte, los toros lidiados, tras el arrastre, apenas promediaron 441 kilos de peso, el que menos dio en la báscula fueron 410 y el que más, 470 kilos. Eso nos demuestra que el anuncio del peso de los toros en la tablilla es ilusorio, que lo que realmente importa es el trapío de lo sale al ruedo y que lo que rindan para los carniceros es secundario. Aficionados, exijamos más trapío, que implica remate, que se adquiere con la edad y no peso, que se puede inducir artificialmente.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no aparecen así en sus respectivos originales.

Hasta la próxima semana.

domingo, 29 de junio de 2025

29 de junio de 1965: Presentación de Jesús Solórzano en ruedos de España

La muy taurina Cádiz es hoy en día una ciudad sin plaza de toros. Está por cumplirse medio siglo de que el último coso que tuviera fuera derribado y casi seis décadas de que en él se diera la última corrida de toros. Sin embargo, desde el siglo XVIII existen evidencias históricas, como nos lo describen escritores gaditanos como Guillermo Boto Arnau o Francisco Javier Orgambides Gómez, de la existencia y funcionamiento de plazas de toros en las que se presentaron las principales figuras del toreo de sus respectivas épocas. 

La última, que, por cierto, fue la única de obra, tuvo una vida relativamente corta, porque operó entre 1929 y 1967, siendo cerrada por una serie de problemas estructurales y por la renuencia del ayuntamiento de la antigua Gades a invertir en su reparación, como nos lo refiere el nombrado Francisco Javier Orgambides:

Pero la plaza murió joven. Al finalizar el festejo del 17 de julio de 1967, el arquitecto municipal Sánchez Esteve – que también era técnico municipal cuando se construyó el coso – informó al alcalde – el hijo de quien tan decididamente había impulsado el edificio – del estado ruinoso de una parte de la plaza y del peligro que corrían los espectadores. Había ruina estructural en uno de los cascos de la plaza próximos al mar... Se acordó el cierre del coso nombrándose una comisión en la que además de Sánchez Esteve se integraron el ingeniero Moreno Torres y dos arquitectos designados por su colegio profesional, para estudiar el problema. En el estudio se concluyó que la plaza debía permanecer cerrada hasta su reparación, que proyectaron y presupuestaron en 12.572.000 pesetas...

A partir de esa fecha la plaza de toros de Cádiz permaneció cerrada y fue aprobada su demolición en agosto de 1976, iniciándose casi de inmediato las obras, para terminarse a finales de octubre de ese mismo año. Ese fue el final de una plaza de toros histórica.

Los Solórzano en la plaza de Cádiz

Los hermanos Jesús y Eduardo Solórzano, en la década de los treinta del pasado siglo, consiguieron tejer una profunda amistad con la familia Domecq que estaba afincada en Jerez de la Frontera. Eso les permitió en algunos años, hacer el invierno en sus fincas de aquellos lares, pero también acomodarse en los carteles de las plazas del llamado Rincón del Sur, sobre todo cuando ellos iniciaban por aquellas tierras su andar por los ruedos. 

Así, quien después sería conocido como El Rey del Temple, en 1930, la campaña que cerraría con su alternativa en la sevillana Feria de San Miguel, se presentó allí en tres ocasiones, los días 01 de junio, 05 de julio y 10 de agosto, alternando en el segundo de esos festejos, con Alberto Balderas, el futuro Torero de México y en el tercero con Carnicerito de México en el cartel.

Por su parte, en 1934, su hermano Eduardo tendría una actuación destacada en el coso gaditano al presentarse allí el día primero de junio, cuatro años justos después de la primera actuación allí de su hermano mayor. Así pues, los Solórzano toreros, tenían historia escrita en Cádiz.

Jesús Solórzano hijo

El hijo de El Rey del Temple se había presentado como novillero en Nogales en 1962, debutó en la Plaza México en 1963, con el hijo mayor de Armillita se presentó en Lima en 1964 y el 18 de octubre de ese mismo año, le cortó en la propia Plaza México el rabo al novillo Bellotero de Santo Domingo, en festejo televisado a nivel nacional.

A inicios de 1965, Jesús Solórzano hijo anunció su interés de hacer campaña en ruedos hispanos, trasladándose a la península para hacer tentaderos y adaptarse al toro de aquellas tierras. Al tardarse su presentación, la prensa de estos lares comenzó a elucubrar sobre esa dilación y a achacarla al incumplimiento del convenio. Se publicó entre otras cosas, lo siguiente en el ejemplar de El Ruedo fechado el 8 de junio de 1965:

Lean la versión que da un conocido cronista – Juan de Marchena – del caso de Solórzano; «Jesús Solórzano, Jr., ha decidido regresar de España. Auténtico novillero puntero, autor de la mejor faena de Ja temporada veraniega del año pasado, una faena, además, de las mejores que se han visto, en verano o en invierno, en la plaza capitalina. Durante tres meses Solórzano ha esperado que se le abrieran las puertas de alguna plaza española. Tiene derecho a una plaza de cierta categoría, por lo menos, para empezar, o a integrar un cartel adecuado y de importancia. Después de tres meses de inactividad, se le ofrece, de golpe y porrazo, y para darle un golpe y porrazo a su carrera, una novillada desesperada, alternando con dos desconocidos, en la plaza de Madrid y con novillos, seguramente, difíciles, traídos de Portugal. Un tropiezo en Madrid sería gravísimo y, tal vez, definitivo en la vida torera de Solórzano, que es acreedor, por su comprobado torerismo, a un trato decente y justo, que sería una expresión de reciprocidad, perfectamente lógica, correspondiente al trato que aquí reciben, por igual, figuras, segundones, maletas y maletillas que vienen de Ultramar. Pero en cambio, ya se rumorea que vamos a ver en los carteles de la plaza de Insurgentes los nombres de novilleros hispanos. Sé muy bien que otra vez, la enésima, voy a ser culpado de antiespañol. Pero nada más irritante, nada más indignante que la injusticia con que se trata a nuestros toreros en tierras de España...»

Sin evidencias o bases que sustenten las afirmaciones, se intentó justificar una inactividad que, por una parte, estaba por terminar y por la otra, quizás estaba planificada.

La inauguración de la temporada del 65 en Cádiz

La temporada de toros de 1965 en Cádiz llevaría dos fastos en su inauguración. El arranque de los festejos taurinos de ese calendario y la puesta en funcionamiento de un nuevo sistema de alumbrado de la plaza de toros, la que, a partir de esa fecha, sería anunciada como la Plaza mejor iluminada del mundo. Para la oportunidad, a celebrarse el 29 de junio de ese año, se anunció una novillada en la que actuarían el palentino Amado Ordóñez, el madrileñísimo José Teruel El Pepe y Jesús Solórzano, todos nuevos en esa plaza, ante un encierro de origen Hidalgo Barquero, vía Benítez Cubero de don Diego Romero Gallego

Gracias al encargado de la información taurina del Diario de Cádiz, Francisco Javier Orgambides Gómez, he obtenido la crónica del festejo publicada en ese medio, escrita por Francisco Gómez Carrasco, firmando FRANGOCA, misma que describe la actuación de Solórzano de la siguiente guisa:

El mejicano recibió al tercero de la serie con un arriesgado lance con ambas rodillas en tierra y otros en los que el novillo se le quedó. Colocó un gran par de banderillas, levantando muy bien los brazos y luego medio de superior ejecución. Brindó al público y empezó con dos muletazos rodillas en tierra siguiendo con redondos, dos naturales y una tanda de otros cuatro ligados con el de pecho. Un molinete arrodillado y dos manoletinas. Mató de media estocada sin puntilla. (Ovación, oreja y vuelta)… En el último, el mejicano puso a prueba su valor y su inteligencia ante un novillo peligroso que sólo buscaba el bulto. Lo lanceó con valor, clavó tres soberbios pares de banderillas y con la muleta toreó por redondos, naturales ceñidos y otros pases salvando con vista los derrotes de la res, que empitonó al torero al dar un pase por alto, derribándolo sin consecuencias. Entró sin igualar y dejó una entera atravesada, asomando la punta del acero y a renglón seguido, media que no necesita el puntillero. (Ovación y saludos)…

Como se puede ver, la actuación de Jesús fue casi redonda, pues por la precipitación al entrar a matar a su segundo, perdió seguramente el apéndice que le hubiera abierto la puerta grande. Destaca también la calidad que demostró con las banderillas y lo destacado de su toreo al natural.

No debo dejar de mencionar que Amado Ordóñez y El Pepe también cortaron una oreja cada uno al primero de su lote y que, en el segundo de este último, se tiró un espontáneo que se enfrentó con violencia a los agentes del orden que intentaron detenerlo.

El resto de la temporada de Jesús Solórzano

Al igual que su padre y que su tío, logró una breve pero intensa campaña apoyado por la familia Domecq y en ese calendario suma siete festejos, casi todos en el llamado Rincón del Sur, pues actuó posteriormente en las plazas de Sanlúcar de Barrameda (2 tardes), La Línea de la Concepción, Ayamonte, Jerez de la Frontera y Valencia. En ese ciclo actuaron allá otros novilleros mexicanos, como Manolo Espinosa Armillita, Raúl Contreras Finito, Joel Téllez El Silverio, Juan de Dios Salazar, Mario de la Borbolla y Juan Anguiano.

Ya volvería al año siguiente para presentarse en plazas de mayor responsabilidad y recibir la alternativa en Barcelona al final de la temporada, la que le serviría para escribir una serie de páginas importantes en la historia del toreo en México.

Aviso parroquial: Agradezco a mi amigo Francisco Javier Orgambides Gómez el haberme facilitado la crónica aparecida en el Diario de Cádiz que se cita en este texto y los apuntes hechos acerca de la plaza de toros de Cádiz, por su gran utilidad para lo que hoy les presento aquí.

domingo, 22 de junio de 2025

10 de junio de 1971: Reaparece en los ruedos Luis Miguel Dominguín

El 31 de mayo de 1970 se produjo un catastrófico sismo en el Perú, que pasó a la historia como el Sismo de Ancash, que causó el fallecimiento de 70 u 80 mil personas, la desaparición de unas 20 mil y alrededor de 400 mil lesionados. Fue, indudablemente una tragedia de extraordinarias proporciones que produjo la movilización de todas las diferentes agrupaciones de personas y de instituciones para intentar remediar, en lo posible, las carencias que generó ese fenómeno de la naturaleza.

El toreo, siempre solidario

Para el final de la temporada madrileña de ese año de 1970, se anunció la celebración de un festival taurino a beneficio de las obras de reconstrucción de los daños causados por el sismo en el Perú. Inicialmente se manejó que el cartel de toreros sería una terna formada por Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín y Manuel Benítez El Cordobés. El anuncio final se produjo con la fecha del sábado 10 de octubre de ese mismo año, con un mano a mano entre Antonio Bienvenida y Luis Miguel Dominguín, quienes enfrentarían seis novillos de Juan Mari Pérez Tabernero Montalvo. Creo interesante resaltar lo siguiente de ese festejo:

Al gesto de torear en Madrid unieron los dos diestros la honradez de hacerlo ante novillos – toros (ligeramente despuntados), que tuvieron más de toros que de novillos. Peso, edad, genio... En fin, nada de becerras festivaleras. Toros de pareja lámina y desigual comportamiento, lo que permitió a Antonio y a Luis Miguel lucir sus largas facultades de lidiadores, buscando en cada uno de ellos, los lances más oportunos, las suertes de más feliz ejecución...

Nada de becerras festivaleras..., señaló Andrés Travesí en su crónica del ABC madrileño, resaltando de la actuación de los maestros en el retiro – todavía – la eficacia con la que se condujeron y que motivó que, aunque el festejo fue largo – dice la crónica que duró dos horas y cuarto – que se los llevaran en hombros por la calle de Alcalá.

Ese ganado que ellos seguramente escogieron para el festival de Madrid me sugiere que, como se cuenta en las varias biografías que se han publicado ambos toreros se preparaban ese año 70 para reaparecer el siguiente calendario, pero ya vestidos de luces, en las plazas de España. Escribe don Carlos Abella en su libro Luis Miguel Dominguín a corazón abierto:

Luis Miguel decidió volver a los toros en 1970, y fiel a su trayectoria, se encerró durante el invierno para perder los kilos ganados en las «farras» y en los saraos de los últimos diez años, aunque durante ellos había procurado torear en el campo becerros y toros de su propia ganadería, comprada en 1960 a Dª Piedad Figueroa, y a los que ha marcado con un hierro que hace honor a su personalidad: los toros de Luis Miguel lucirán en el brazuelo el Nº 1.

Así pues, el festival de Madrid y el que torearían tanto don Antonio Bienvenida, como Dominguín en Huelva el lunes siguiente, a beneficio de la Hermandad del Rocío, con Litri, Chamaco, Diego Puerta y Paco Camino ante novillos del Marqués de Albayda, eran parte de una preparación, a esas alturas del calendario, intensiva, para romper a torear en la siguiente temporada.

La reaparición en Palma de Gran Canaria

Antonio Bienvenida había reaparecido en Madrid, en la Feria de San Isidro el día 30 de mayo de 1971, mientras que Luis Miguel Dominguín postergó la suya para cuando la temporada estuviera algo más avanzada y en una plaza de menor responsabilidad. Así, arregló con Octavio Martínez Nacional, diestro retirado y empresario de la Palma de Gran Canaria, volver a los ruedos en ese escenario de veraneo. El cartel que se formó para la ocasión, a celebrarse el jueves 10 de junio de ese año – Jueves de Corpus – fue con Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín y Miguel Márquez, quienes lidiarían un encierro de Samuel Flores, del que al final, solamente se corrieron cinco toros, pues el sexto fue sustituido por un sobrero de Soto de la Fuente. La tarde fue ventosa y eso condicionó el resultado de la corrida. Escribió Jerónimo Aguilar, corresponsal del semanario madrileño El Ruedo:

El fuerte viento reinante ha roto las ilusiones de cuantos acudimos a ver la reaparición de Luis Miguel «Dominguín»... Con lluvia se puede torear, con frío y calor, también; con viento, no. Es el mayor enemigo de la Fiesta nacional... Esto es lo que ha ocurrido esta tarde en la que tan sólo el joven diestro Miguel Márquez, por sus especiales condiciones físicas – su poca estatura le permite torear con el capote muy recogido o con muleta pequeña –, ha podido triunfar rotundamente... Si la tarde hubiera sido apacible, tenemos la seguridad de que el festejo habría hecho historia... Y no es que Luis Miguel nos haya defraudado, ni mucho menos; pero no le hemos podido ver en todo su esplendor... Ahora bien, sí que hemos podido ver a un Luis Miguel seguro, tranquilo, dominador, con esas mismas características que un día le situaron a la cabeza de la torería... No hemos asistido a un éxito de clamor de Luis Miguel «Dominguín», por causa del viento, como hemos repetido, pero sí a la efeméride de su reaparición y a poder comprobar que el maestro está en plenitud de facultades y podrá dar grandes tardes de toros. Y Dios quiera que sea por mucho tiempo...

Recibió una oreja del primer toro de su lote y saludó desde el tercio en su segundo. Pero su presencia y sobre todo, el vestido de luces que estrenaba, era parte del atractivo de la tarde. Sigue escribiendo el corresponsal de El Ruedo:

¡Ah! El terno de Luis Miguel. Mucho se ha hablado de que iba a constituir una innovación grande. Desde el tendido nos ha parecido un traje precioso, liviano en las hombreras y, especialmente, en los bajos de la taleguilla, donde se aprietan los machos. Si es cierto que resulta mucho más cómodo para el torero que se han venido usando hasta ahora no hay pero que podamos oponerle, pues no rompe la ortodoxia de los trajes de luces...

Eran los vestidos de diseño picassiano que tenían la particularidad de ser más livianos que los convencionales. Se habla también que, en esa fecha, partió plaza con un capote de paseo que llevaba motivos dibujados por el poeta Rafael Alberti, pero eso, la prensa no lo refleja por razones comprensibles.

Antonio Bienvenida, quien también reaparecía en el coso de la Palma, cortó una oreja al toro que abrió la corrida y Miguel Márquez le cortó el rabo al tercero del encierro. La entrada apenas alcanzó, señalan los cronistas, la mitad del aforo del coso.  Así pues, sin ser una tarde de grandes triunfos, quedó señalada en la historia, como aquella que representó el último regreso a los ruedos de Luis Miguel Dominguín.

El devenir de ese retorno

La temporada de 1971 le representó a Luis Miguel 40 corridas de toros, en plazas de mediana responsabilidad, pues a excepción de las de Barcelona y San Sebastián, los demás cosos en los que actuó fueron de menor compromiso. En ese ciclo le dio la alternativa a José Mari Manzanares y al francés Roberto Piles

También regresó a México, donde toreó cuatro tardes entre el 10 y el 17 de octubre, en Monterrey, Guadalajara (2) y Tijuana, quedándose contratado para reaparecer en la Plaza México el 16 de enero de 1972, pero una fractura sufrida en una mano en Lima, lo mantuvo en el dique seco hasta después de las Fallas de Valencia, por lo que esa reaparición ya no se produjo.

Al año siguiente torearía 34 en España y 4 en Francia, pero ampliaría su presencia en plazas de importancia al acudir a las ferias de Bilbao y Santander y reaparecería en Madrid – Carabanchel – el 9 de julio de ese año, alternando con Curro Romero y Eloy Cavazos.

Y terminaría su andar por los ruedos en 1973 con 45 corridas en España, iría a las ferias de Valencia y de Sevilla y reaparecería en la plaza de Las Ventas el 9 de junio, nada menos que en la Corrida de la Beneficencia, alternando con El Viti y José Antonio Campuzano, quien confirmaba la alternativa, enfrentando la terna toros de Manuel Arranz.

El 23 de septiembre de ese 1973, en la apertura de la Feria de la Merced de Barcelona, toreó vestido de luces por última vez en su vida. Alternó con Francisco Ruiz Miguel y Julio Robles en la lidia de toros de Sepúlveda. Fue una tarde lluviosa, en la que el público no se mostró agradado con lo que le realizó a sus toros. 

Así es como se cerró la carrera en los ruedos de uno de los toreros más carismáticos que la historia reciente del toreo ha conocido.

Aldeanos