domingo, 7 de noviembre de 2010

7 de noviembre de 1965: Manolo Martínez recibe la alternativa de manos de Lorenzo Garza

Hoy hace 45 años

Imagen cortesía de Toreros Mexicanos
La corrida que da motivo a esta entrada representa el arranque del prólogo de una época de la Fiesta en México. En la entonces Plaza Monumental Monterrey – hoy lleva también el nombre del padrino de la alternativa motivo de este comentario – el último representante intermitentemente activo de la Edad de Oro Mexicana, Lorenzo Garza, cedería el testigo con el toro Traficante, número 52, de don Luis Barroso Barona, a otro torero de su tierra, quien durante prácticamente las dos décadas siguientes, asumiría el mando absoluto – para bien y también para mal – de las cosas de los toros en este país.

Manuel Martínez Ancira llegaba a la categoría de matador de toros después de haber toreado mucho en el campo y tras de una campaña novilleril que duró un año justo, con 34 festejos toreados entre el 1º de noviembre de 1964 y el 31 de octubre de 1965. No obstante, su presentación en público data desde el año de 1959, aunque la dedicación profesional abarca el periodo primeramente indicado.

Don Ángel Giacomán, por muchos años el titular de la información taurina en el diario regiomontano El Norte, realizó la siguiente crónica, aparecida el lunes 8 de noviembre de 1965, misma que transcribo en su integridad, pese a su extensión, pues deja ver, a mi juicio, la magnitud del acontecimiento y lo que significaría para el futuro del toreo mexicano. El mismo diario en la fecha daba cuenta también de los triunfos de El Cordobés y El Viti en Lima y de Víctor Quesada en Jaén.

Garza es el eje de la apoteosis en la Monterrey

Don Lorenzo, Moro y M. M., el nuevo doctor, cortan orejas

Por Ángel Giacomán

Tarde de apoteosis en la Monumental Monterrey, en la que don Lorenzo Garza cortó una oreja y dio dos vueltas al ruedo. Manolo Martínez tomó la alternativa con gran categoría cortando la oreja y fue cornado por el sexto, el testigo Humberto Moro cumplió con su lote y regaló un séptimo al que cortó un apéndice. Lástima que el coso no se llenara, como correspondía a un cartel de esa magnitud.

Decir Lorenzo es decir categoría

Desde el paseíllo hasta el final del festejo, el coso de la Monumental Monterrey se invadió de la grandiosa personalidad de don Lorenzo Garza llenando el ambiente con su categoría, que crece sin límites cuando parte plaza con la montera en la mano como lo hacen las figuras cuando se presentan en una temporada.

Maravilloso espectáculo fue ver a don Lorenzo dentro del ruedo, con paso firme pisando la arena, la cabeza levantada y la vista al frente, sin mirar abajo, como quien sabe que ha de tropezarse, porque lleva el corazón bien puesto.

Todo en don Lorenzo es categoría y con ella dio la alternativa a Manolo Martínez en el primer toro, cediéndole el lugar de honor y en una acostumbrada ceremonia en la que estuvo presente Humberto Moro como testigo, con palabras sencillas, pero dichas con la sabiduría de quien tiene andado el camino, escalando hacia la cima, le otorgó la borla de Matador de Toros.

Más don Lorenzo Garza no fue lo que muchos suponían, la figura decorativa de una ceremonia de alternativa, sino el alternante que aprieta con su sola presencia y abolengo, que ante sus toros arrancó el alarido con sus verónicas clásicas, hasta darse el lujo de dar un lance con rodilla en tierra y luego una media verónica de gran postín.

Don Lorenzo dibujó los derechazos y los naturales con esa extremura que le da la experiencia y que arrancó el olé sentido y emocionado, ligados al mismo ritmo que los muletazos, dados con maestría pero con el sello tan personal del grandioso torero.

Don Lorenzo arrolló con su grandiosa personalidad y con su torerismo dio triunfal vuelta al ruedo después de matar al segundo de la tarde y cortó una oreja del cuarto, para dar otra vuelta más y hasta en esto da cátedra, porque hacerlo como una gran figura del toreo, hace falta primero serlo, luego tener personalidad y finalmente saber andar en el ruedo.

Triunfo y cornada de Manolo Martínez

Qué agradable sorpresa nos dio Manolo Martínez al tomar la alternativa con la categoría de una figura del toreo, pesando sobre él toda la personalidad de su padrino, don Lorenzo Garza y con Humberto Moro como testigo también dotado de una gran calidad y con un sitio de torero consumado.

Desde los primeros lances para recoger al primero de la tarde, se vio seguro, sin complejos y responsable de su actuación ante el público para luego seguir con verónicas señoriales cargando la suerte, para rematar en los medios con media verónica que fue una estampa, agregando otra media rodilla en tierra y finalmente una revolera espléndida y majestuosa.

El único momento de nerviosismo de Manolo fue el de la alternativa. Al verse frente a esa institución del toreo regiomontano don Lorenzo Garza y de Humberto Moro para luego pedir la venia a la Autoridad, armar la muleta e ir a paso firme a confirmar que ya es un matador de toros.

Con ayudados por alto y uno de pecho arrancó el jaleo que perduró durante la faena, repitiéndose en cada muletazo con la derecha o la izquierda, en la que no hubo falla alguna, toda fue perfecta, ligada y señorial.

El derechazo inmenso surgía uno a uno con la solidez del que tiene el don del temple, para cuajar una de las faenas más puras que se hayan hecho en muchos años por su limpieza, por lo bien estructurada y la verticalidad de Manolo Martínez. Un pinchazo y una estocada honda que fueron suficientes para que en los tendidos flamearan los pañuelos en demanda de apéndices.

Se concede una oreja a Manolo Martínez, lo que puede traducirse en poco estimulante, puesto que a ley se ganó dos orejas, perdiendo el rabo por haber pinchado, pero la estructura de la faena y la pureza de procedimientos que merecen mucho más y cabe aclarar que no por pecar de demasiado exigentes, lindemos con la ignorancia.

El triunfo que parecía venir inminentemente redondo cuando Manolo toreaba al sexto con la muleta en maravillosos firmazos ligados con los trincherazos, doblegando la bravura inmensa del Mimiahuápam, para continuar de inmediato en derechazos de los que dos fueron estupendos, quedando mal situado para el tercero, atravesado y con riesgo de ser corneado, sin enmendarse, en un alarde de torerismo, fue cogido en forma impresionante, resultando con una cornada grande.

Don Lorenzo mata al bravísimo sexto toro, al no permitírsele a Manolo regresar al ruedo, recibiendo otra gran ovación.

Moro triunfa con un séptimo

Donde más deseos de triunfar tiene Humberto Moro, la suerte no le favorece y así, ayer se llevó el lote malo, como sí los dos únicos malos toros hubieran sido escogidos y metidos en un solo lote.

Regala un séptimo toro y con él, Humberto hace faena estupenda, jaleada, con la que corta una oreja y fue levantado en hombros.

Rinden parte médico de Manolo Martínez

Herida producida por cuerno de toro, con orificio de entrada en su cara posterior, tercio medio, muslo izquierdo, de forma multiforme, en piel que presentó a la exploración una trayectoria hacia arriba y adentro de treinta centímetros de profundidad, produciendo desgarros musculares y contusión del paquete vásculo – nervioso de la región, descubriendo el fémur. Bajo anestesia general se practicó limpieza, resección de tejidos contundidos y exploración, dejando canalizaciones. Dr. Rafael Olmos Morton.

Recapitulando

Decía que Lorenzo Garza era el último representante de nuestra Edad de Oro y que actuaba con intermitencia. Y es que entre 1958 y esta fecha de 1965 se vistió de luces 21 ocasiones, pero entre 1961 y 1965 no había actuado en festejos formales. Reapareció en Nuevo Laredo el 30 de mayo de 1965 y volvió a actuar el día de la alternativa de Manolo Martínez.

Ya solamente le quedarían dos corridas más, la del 20 de enero siguiente en León, Guanajuato, alternando con Joselito Huerta, el linarense José Fuentes y su ahijado Manolo Martínez y la de su despedida definitiva – varias veces toreó despedidas – el 20 de febrero en su tierra, alternando con Paco Pallarés y Raúl Contreras, Finito. Sus contemporáneos Armillita, Silverio, El Soldado, David Liceaga e incluso Fermín Rivera ya habían concluido sus carreras y aunque por esos días Carlos Arruza seguía en activo, lo hacía como rejoneador, ya no vestido de luces.

Alfredo Leal, Manolo Martínez, Eloy Cavazos
Julio 1968, El Toreo de Cuatro Caminos
Humberto Moro era el representante de la Edad de Plata del Toreo en México. Fue un fino torero nativo de la Linares mexicana y afincado en Aguascalientes. Por esas fechas vivía ya el tramo final de una carrera que fincó sobre la excelencia de su toreo al natural. Toreó su última tarde en la Plaza México el 31 de enero de 1971, plaza en la que recibió la alternativa veinte años antes. Joselito Huerta y Curro Rivera serían sus alternantes para dar cuenta del encierro que su amigo José Julián Llaguno le preparó para su despedida. El último toro que mató El de la Izquierda de Oro fue Durangueño y tras su muerte dio la última vuelta al ruedo vestido de seda y alamares.

El análisis de la carrera de Manolo Martínez seguirá siendo tema recurrente en esta y en otras muchas bitácoras, el espacio este día, es solo para recordar el arranque de lo que resultaría ser el inicio de una época trascendente del toreo mexicano.

3 comentarios:

  1. Como siempre. Un gran artículo. Manolo Martínez, no cabe duda de que fue un mandón. Creo que en España le perjudicó, su condición de figura. No vin aquí a pelear por el cetro del toreo. Por ello en cuanto que algo no le salió bien, volvió a su reinado. Eran tiempos complicados en España pues Benítez hacía y deshacía a su antojo (y no por sus cualidades artísticas). Justo faltó un "gallo" que hubiese estado dispuesto a pelear. Ni Camino, ni Viti, tuvieron la ambicion de borrarlo del mapa.
    Un abrazo.

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  2. Recibido por correo electrónico:

    Mi estimado Javier,


    Entré, como siempre, con mucho gusto a leerte y luego traté de publicar un comentario, pero no lo logré.
    Me sale esto:
    Lo sentimos, pero no hemos podido llevar a cabo tu petición.
    Al notificar este error al servicio de asistencia de Blogger o al grupo de ayuda de Blogger:

    Por eso me permito pasártelo por mail en caso de que te parezca adecuado para agregarlo al artículo sobre Manolo.

    Es éste:

    En cuanto a Manolo no hay que olvidar nunca que tuvo dos épocas, dos facetas, dos personalidades. La de blanco y negro y la de color, y la de antes de la cornada de "Borrachón" y la de después. Me refiero a que pasó de ser un torero más menos variado y honrado a ser el Mr. Hyde que tantas puñaladas le dio a la Fiesta en México.
    A saber: Vetar a las ganaderías de Tlaxcala; negarse a alternar con toreros como Lomelín o El Pana, por mencionar sólo a dos; darle poder y permitirle medrar a Chafick y a Herrerías, y preconizar lo almibarado y el poco ajuste de la "escuela mexicana del toreo", cuyo mejor intérprete es, paradójicamente, un valenciano, Enrique Ponce.

    Gracias y un abrazo,

    Gastón Ramírez Cuevas

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  3. Xavier:
    Ya conoces de sobra mis carencias respecto a la tauromaquia mexicana, pero Manolo Martínez es una de mis mayores frustraciones. Como dice Fabad, cuando vino a España no consiguió triunfar como se le esperaba y quizás por eso decidió volverse para allá y seguro que diría: ahí os quedáis. Pero leyendo lo que se decía de él en vuestro país, siempre me queda el sinsabor de haberme perdido algo grande que no podré ver más. Le recuerdo sobre todo en la tele en blanco y negro, cuando yo era niño. AFortunadamente tú nos descubres a vuiestras figuras, como Silverio,del que me quedé enamorado y al que he usado como modelo en más de un dibujo.
    Un saludo

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