jueves, 5 de febrero de 2009

La México, 63 años después

La Plaza de Toros México fue inaugurada el 5 de febrero de 1946. La corrida inaugural se anunció con seis toros de San Mateo para Luis Castro El Soldado, Manuel Rodríguez Manolete y Luis Procuna, siendo estos dos últimos quienes a la postre, resultarían los triunfadores de la tarde de la efeméride, cortando una oreja cada uno.

Al preparar este post, recordé que hace algún tiempo leí una versión en el sentido de que la Plaza México fue construida al influjo de la aparición del Monstruo de Córdoba en el planeta de los toros. Intenté recordar de quien era la afirmación, pero la memoria se ponía esquiva. Así que me puse a releer algunos textos en en su busca y me encontré de nuevo con la cita, que es de don Filiberto Mira, quien al realizar una magnífica biografía del hijo de doña Angustias, afirma lo siguiente:

La afición española saboreó poco a poco la transfiguración que al arte de torear le imprimió el carácter propio de Manolete. La mexicana se lo encontró de pronto, y tal fue la colosalidad del impacto, que habiéndolo visto – y solo en un toro, pues su segundo lo hirió al abrirse de capa – por primera vez el 9 de diciembre de 1945, la conmoción hizo que se hiciera – para él, con él y por él – la mayor plaza de toros que en el mundo existe. Esta se inauguró el 5 de febrero de 1946. Es la de México, Monumental con monumento a Manolete. ¿Qué otro torero ha provocado que en tan corto tiempo – menos de dos meses – se haya construido un coso tan descomunal como el de Insurgentes, con cabida para 50.000 espectadores? (Mira, Filiberto. Manolete. Vida y Tragedia. Ed. Aplausos – Salvador Pascual Benet, Valencia, 1984, Págs. 204 y 206).


Aunque a veces hoy no lo parezca, la Plaza México no es una plaza de talanqueras que pueda levantarse en dos meses. Por los antecedentes apuntados arriba, fue meramente circunstancial el hecho de que estuviera lista para ser inaugurada a los pocos días de la llegada de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez a suelo patrio. Las obras de construcción de la plaza se iniciaron en 1944 y duraron dieciséis meses más de los referidos por mi admirado don Filiberto, quien seguramente al socaire de su veneración por Manolete, incurrió en ese gazapo histórico.

Al final de cuentas, lo que vale es que la Ciudad de México tiene para sí la plaza de toros con mayor capacidad en el mundo, escenario que hoy cumple 63 años y que en buena medida, es el punto focal – por este día – de la atención de los aficionados a la Fiesta en el mundo, aunque a veces, por lo que allí se presenta, no lo merezca.

Espero en los próximos días, agregar algunos comentarios sobre los inicios de esta plaza de toros y sobre alguna otra cosa sucedida en un día como hoy.

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