Sin toro no hay fiesta posible (primera parte)
Tras de que la corrida con la que abrió el serial de hace 50 años dejara como signatura una importante tarde de Curro Rivera, se percibía animación en el ambiente. La segunda corrida sería la primera que se verificaría en horario nocturno y tenía como aliciente la presentación de Manolo Martínez, Alfredo Leal y Mariano Ramos en el ciclo. Entre otras cosas, dice la nota previa al festejo, aparecida en El Sol del Centro del día 23 de abril de 1973, día de la corrida:
La plaza de toros San Marcos se engalana nuevamente hoy, para la segunda corrida de la Feria Nacional de San Marcos y primera nocturna de la serie, presentándose un cartel que reúne grandes atractivos, al presentarse el regiomontano Manolo Martínez, alternando con Alfredo Leal y Mariano Ramos, para despachar un magnífico encierro de seis cromos de la acreditada ganadería de Valparaíso, que desde ayer fueron admirados en los corrales de la plaza… Hay animación grande por la corrida de esta noche, pues la afición local y visitante, sabe que los tres ases de la baraja taurina disputarán por igual el aplauso y la ovación que refrenden sus continuos y resonantes triunfos, sobre todo al hacer su presentación en esta extraordinaria feria taurina, elevada ya a una de las más importantes en el mundo... El tradicional y significativo sorteo, se hará a las cinco de la tarde y es de esperarse que haya suerte para todos.
Como se puede leer de la nota de prensa, los toros serían de Valparaíso, ganadería que en la época gozaba de gran predicamento entre la afición y sobre todo, entre los espadas que ocupaban las primeras posiciones en el escalafón. También resultaba atractiva la reaparición aquí de Alfredo Leal, quien era el triunfador efectivo de la feria del año anterior y que si bien, había anunciado que se iba de los ruedos, tras de materialmente bordar a Chamaco de don Jesús Cabrera la noche del 24 de abril en la misma Plaza San Marcos, desistió del intento de despedirse y continuó su andadura por los ruedos. Así pues, la mesa estaba servida para tener una interesante noche de toros.
El gozo al pozo
Los toros de don Valentín Rivero Azcárraga justificaron el aserto de don Antonio Llaguno, en el sentido de que no tuvieron palabra de honor. En la jerigonza periodística de hoy, se diría que no caminaron. La visión crítica de don Jesús Gómez Medina, cronista de El Sol del Centro, es más tajante, dura, entre otras cuestiones, reflexiona lo siguiente acerca del encierro lidiado:
...en los primeros años de este siglo un magnate zacatecano lleno de afición, don Antonio Llaguno, consiguió, merced a los buenos oficios de Ricardo Torres “Bombita”, el mandón del momento, hacerse de la espuma, de la flor de lo que pastaba en las dehesas saltillenses. Nació de esta forma la ganadería de San Mateo... Quiso, sin embargo, el destino – para la fiesta un destino aciago – que, muertos don Antonio y don Julián, quienes les sucedieron en la posesión de las porciones en las que se dividió San Mateo, otorgaran definitiva primacía a la suavidad y a la pastueñez en la embestida, con mengua de la antigua fiereza, de la primitiva bravura que singularizó y dio nombre al toro de lidia… LOS EFECTOS DE UNA TRANSFORMACIÓN… Hoy, a unos años de iniciada dicha transformación, estamos asistiendo a lo que tal vez sean los prolegómenos de la extinción total del espectáculo. Lo que antaño fue codiciosa bravura, es ahora borreguna docilidad; y la fortaleza de aquellos astados que solían poner en evidencia a quienes no poseían auténtico torerismo, se ha convertido en lánguida acometida, tan frágil y perecedera como flor de invernadero… Y si bien asentamos lo anterior por lo acaecido ayer por la noche, con los bureles de Valparaíso, puede afirmarse que, en rigor, la decadencia del ganado de lidia es de alcance general. Pese a los progresos de la genética, o quizás como fruto de un inadecuado empleo de aquella, los toros, día a día, poseen menos bravura, menos fuerza…
Lapidario es el juicio de don Jesús y aunque escrito hace hoy exactamente hace medio siglo, vale en cada idea que expresa para lo que sucede en nuestro tiempo. Lo que don Jesús plantea no se detuvo en su día y no ha cesado en sus efectos, salvo en contadas y muy honrosas excepciones.
La actuación de los diestros
Manolo Martínez se llevó la única oreja de la corrida. Se la cortó a Elector, segundo del festejo, a partir de obligarle a tomar la muleta y a pasar. La visión de Alejandro Hernández – tengo la impresión que esta crónica fue la de su presentación en El Heraldo de Aguascalientes – es la siguiente:
Manolo Martínez en su primero recibió a “Elector” con lances de sello personalista; con la muleta dio cátedra al torear sobre la mano izquierda en series plenas de arte y temple que hicieron levantarse de sus asientos a los aficionados. Con la muleta en la diestra volvió a hacer vibrar la plaza entera, haciendo que la concurrencia arrojara prendas a la arena. Al intentar un molinete resultó trompicado por “Elector”, sin consecuencias, para seguir toreando con arte, temple y poderío. Ejecutó dos veces su creación del desdén… Lamentablemente pinchó a la res para dejar después un espadazo en buen sitio, con el que el toro se entregó a las manos del puntillero. Tras una nutrida petición de oreja, le fue concedida para recorrer el anillo en una ocasión…
De lo relatado, se advierte que Manolo Martínez se tuvo que pegar un verdadero arrimón y que la oreja concedida fue de auténtico peso, habida cuenta que la cortó, aun después de haber pinchado al toro.
Mariano Ramos, de acuerdo con el recuento inicial de don Jesús Gómez Medina, sorteó al toro de mejores condiciones de la corrida, a Gamito, tercero de la corrida. Dice el cronista de El Sol del Centro:
“Gamito”, el tercero, cárdeno, salpicado, coletero y caribello, Mariano Ramos se estiró toreando por verónicas entre una ovación. Gran puyazo del Zotoluco, que dejó al de Valparaíso en condiciones propicias para que Mariano cuajara un trasteo lucido, brillante, en ocasiones emotivo, que logró su punto de culminación en dos pases de pecho admirables por como tiró del toro pausadamente, aguantando a pie quieto la embestida. Mas sus desaciertos con el acero – dos pinchazos, una estocada atravesada y media trasera – limitaron su éxito a la vuelta al ruedo entre aplausos generales.
Quien no tuvo ni suerte y por lo leído, ni voluntad, fue Alfredo Leal, quien en palabras del citado cronista de El Sol del Centro, tuvo una reaparición deslucida:
Aunque en realidad para Alfredo Leal el sorteo le asignó dos mansos de tomo y lomo, también es cierto que Alfredo vióse un tanto frío, indolente, a través de su actuación. Lo que hizo en uno y otro enemigo, no amerita reseñarse; salvo sus desaciertos con la espada en el primero, cuando a punto estuvo de recibir un aviso. A propósito, los impacientes deberían ver el cartel donde se anotala hora exacta en que principia en cada caso el tercio final. Al cuarto, en cambio, lo despachó pronto…”
Como se ve, a pesar de un par de episodios brevemente brillantes, el tedio fue el signo del segundo festejo de la Feria del 73.
Para terminar (por hoy)
Seguía reflexionando don Jesús Gómez Medina:
Nada de extraño, pues, que el espectáculo se torne con frecuencia tan anodino y tedioso como resultó la corrida de anoche, de la que, casi con pinzas, tan solo podemos exceptuar a un astado por haber tenido algo más de acometividad: el tercero. Los cinco restantes fueron otros tantos mansos; y si Manolo Martínez logró redondear un buen trasteo con el segundo y si Mariano Ramos hizo lo propio en el siguiente, todo ello fue fruto, especialmente, del tesón y del torerismo de uno y de otro... Y es que, despojado el toro de lidia de lo que fue su característica primordial y definitiva: la bravura, ¿qué queda de él? ¿Y cómo subsistirá, asimismo, el espectáculo taurino al extinguirse aquella?
La pregunta final de don Jesús es una de esas de difícil respuesta. Medio siglo después, nos la seguimos haciendo y nos seguimos viendo incapaces de responderla.
Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.