domingo, 16 de enero de 2022

16 de enero de 1972: Manolo Martínez y Jarocho de San Mateo

Manolo Martínez
La temporada 1971 – 72 de la Plaza México constó de 18 festejos, mismos que fueron organizados bajo la dirección de don Javier Garfias, en esos días encargado de la dirección de la tristemente célebre DEMSA. Fue un ciclo en el que comparecieron por los toreros de ultramar Paquirri, Curro Vázquez, José Luis Galloso, Palomo Linares y José Luis Parada y entre los nacionales, Alfredo Leal, Joselito Huerta – que reaparecía después del problema de salud que tuvo el año anterior –, Manolo Martínez, Curro Rivera, Eloy Cavazos, Jesús Solórzano, Jaime Rangel y Adrián Romero. Los hechos se irían alineando de manera tal, que el eje de la temporada sería precisamente el nombrado Manolo Martínez, que terminaría toreando 10 de esos festejos.

En el derecho de apartado de esa temporada se anunció la reaparición de Luis Miguel Dominguín, que volvería a la gran plaza después de que actuara en ella por última vez el el 11 de marzo de 1956, alternando con Calesero y Alfredo Leal, que confirmaba su alternativa sevillana. En ese festejo se lidiaron 3 toros de Jesús Cabrera y 3 de Rancho Seco y resultó muy accidentado por la escasa presencia y fuerza del ganado y por la negativa del Juez de Plaza a aceptar un toro de regalo del Poeta del Toreo, que se le encaró, lo increpó y se fue con una multa al canto. Al final de cuentas, como veremos, el hijo de Domingo González Mateos no volvería a torear en la México, anunciado se quedó.

Manolo Martínez

La sola mención de su nombre es abrir un espacio amplísimo para la discusión. Hay quienes admiran lo que realizó en los ruedos y también en igual o mayor número, quienes consideran que es el padre de todos los males que nuestra fiesta vive en estos tiempos que corren. Todo el mundo lleva la cuenta de los rabos que cortó en la México – 10 en total, uno simbólico y dos a toros de regalo – pero pocos reparan en que realizó diecisiete faenas en las que cortó dos orejas, y que, al menos en cinco de ellas – Halcón de Jesús Cabrera, Clavijero de Torrecilla, Oro Negro de Xajay y Siempre sí de Los Martínez – tuvo petición de rabo que no fue concedido. 

La quinta faena es la que me ocupa en este momento, la de Jarocho de San Mateo, a juicio de muchos entendidos, la mejor que realizó en su paso por el llamado Coso de Insurgentes. Así pues, al final de cuentas, el engrose de la historia del torero de Monterrey tiene aún aristas por examinar que van más allá de lo evidente. Y habrá que revisar también las faenas arruinadas por su proverbial mal manejo de la espada. Y es que no hay que olvidar, que, a esta fecha, es todavía el torero que más festejos ha toreado en la plaza de toros más grande del mundo.

La octava corrida de la temporada 1971 – 72

Expresaba líneas arriba que este ciclo sería el de la reaparición de Luis Miguel Dominguín en la Plaza México. Precisamente estaba destinado este festejo, el octavo, para ese hecho. Sin embargo, el 28 de noviembre, en Lima, se fracturó tres dedos de la mano derecha y en ese momento comenzó a suspender sus actuaciones subsecuentes cancelando las de las ferias de Quito, Bogotá y Mérida en Venezuela. Posteriormente, anunció a la prensa de su país que reaparecería ya en España hasta después de las ferias de Castellón y Valencia. (El Ruedo, 25 de enero de 1972).

En esas condiciones, el cartel de ese octavo festejo se conformó con toros de San Mateo para Manolo Espinosa Armillita, el nombrado Manolo Martínez y Sebastián Palomo Linares, siendo para el primer y tercer espada, su presentación en la temporada. El encierro de San Mateo fue disparejo y de poco volumen, apenas promedió 457 kilos según los cartelillos, pero las crónicas reflejan que los toros tenían cara de adultos y que las complicaciones que sacaron eran las que generalmente van asociadas con la edad.

Jarocho, quinto de la tarde

Manolo Martínez ya había dado una vuelta al ruedo tras despachar a Chaparrón, el primero de su lote y segundo de la tarde. Hoy ver a un torero dar una vuelta al ruedo sin un apéndice en la mano es algo casi inusitado, pero en aquellos tiempos de hace medio siglo, la afición todavía sabía premiar el quehacer de los toreros fuera de consideraciones triunfalistas.

Pero la tarde alcanzaría su punto más alto durante la lidia del quinto, Jarocho, un toro que no se distinguió precisamente por ser bravo, que correteó por todo el ruedo y que en cuanto encontró el refugio de la zona de tablas, allí se puso para que fueran a buscarlo. Y Manolo Martínez fue. Y lo encontró. Y le hizo la faena. Y, siendo, todavía, a estas fechas, el máximo común divisor en las opiniones acerca de las cosas de los toros en este país, puso de acuerdo a todos esa fecha. A los que estaban a su favor, a los que estaban en su contra y a los que no asumían abiertamente una posición.

Parte de la descripción que hizo don Manuel García Santos para su crónica publicada en El Sol de México al día siguiente de la corrida, dice:

Con “Jarocho” vendría el triunfo grande… Abandonó el torero su abulia. Se entregó al placer de torear, y realizó el milagro de convertir a un manso en toro de faena. Y vino la faena… Toda ella fue un dechado de valor, de afición, de dominio y de arte… En uno de los muletazos, “Jarocho” le tiró un gañafón capaz de amilanar al torero más valiente. Martínez no se desconfió. Continuó dibujando los muletazos ante una plaza absorta y la plaza lo ovacionaba… ya el toro iba por donde Martínez lo llevaba… Una estocada caída – causa de la no concesión del rabo –, y una agonía larga del toro dieron fin a la actuación de Martínez, que derrochó entrega, amor propio y arte. Cortó dos orejas y dio dos vueltas al ruedo…

Por su parte, Carlos León, en su tribuna del Novedades, desde la que cada domingo fustigaba, viniera al caso o no, al diestro regiomontano, dijo:

A este “Jarocho”, que ni para La Bamba servía, el reinero acabó por acorralarlo entre el farallón del burladero de matadores y el velamen de carabela colombina de su muleta. Y ya no hubo escapatoria posible… Puesto a elegir el toro entre estrellarse contra los tableros o aceptar tragarse tal cantidad de trapo, en su derrota optó por lo segundo, y reconoció – como no tengo empacho en reconocerlo yo – que la machacona tenacidad del reinero pudo más que la huidiza cobardía del toro… Y esa maestría y ese dominio, ese poderío de lidiador tienen más importancia que las chirimías y los teponaxtles del congestionado toreo “a la xochimilca” … Mató de magnífico estoconazo y le concedieron dos orejas, ganándose una bronca el juez que negó la concesión del rabo… Pero un par de vueltas al ruedo entre unánimes aclamaciones valen más que los apéndices que con tanta frecuencia se regalan…

El licenciado Antonio García Castillo, firmando como Jarameño, en Ovaciones a su vez, opinó:

La de ayer a “Jarocho” podemos bautizarla como “La Faena sin Rabo” … Sí, porque ha habido muchas, muchísimas faenas con orejas y rabo, pero nunca, que sepamos, se ha realizado una faena con la magnitud, la hondura, el torerismo y la calidad de la ejecutada por Manolo Martínez, la cual no se haya premiado con el rabo… Así pues, quien negó ese rabo, puede sentirse profundamente orgulloso de su taurinismo: ¡pasará a la historia por ello! …Y la adamantina luminosidad del natural, y el cabrilleo del derechazo, y la pincelada eufórica del martinete y la severidad solemne del de pecho… ¡Jugar con el toro! ¡Pero amigos, jugar con ese toro al que se ha dominado, con el que se ha hecho lo que se ha querido, porque se ha podido! … Una estocada entera, que tardó en hacer efecto, y la clarinada de entrega absoluta, total. El volcarse con todo entusiasmo ante el arte de excepción – sí de excepción – de Manolo Martínez… ¡Miento! … No fue total la entrega. Había un hombre impasible. Un hombre que presidía la corrida y que displicentemente fumaba un cigarrillo. ¡El hombre que ha permitido que bauticemos esta croniquilla de esta faena histórica como “La Faena sin Rabo”!

Y por supuesto, no puede faltar la visión de José Alameda acerca de este hecho, que en El Heraldo de México, expresó:

…Con mucho sentido, “Jarocho” adelantaba un paso, y sólo se arrancaba cuando creía segura la presa… Pero lo burló el torero una y otra vez… Y cuando se dio cuenta de que el encastado sanmateíno empezaba a destantearse, entonces dio un paso más… Enganchó al enemigo en la muleta y le corrió la mano en los derechazos, para rematar con el de pecho… Luego lo hizo con la izquierda. Y poco a poco, después de haberle cortado el traje a la medida, mientras el toro, áspero por su casta al principio, se iba sometiendo al imperio del torero… Al final, cerca de tablas (donde se refugió el bicho), ya no había dos poderes sino uno solo, el de Manolo, que se recreó al torear con verticalidad absoluta y a cada pase con más temple, mientras el grito de ¡torero! ¡torero! rebotaba por el graderío… Entró a matar por derecho y dejó la estocada. Se amorcilló el toro… Pero el torero y el público esperaron… y la plaza se puso blanca de pañuelos en demanda de los trofeos. Concedió la autoridad dos orejas. Surgió el clamor – ¡Rabo, rabo! –, cada vez más fuerte. Pero el juez no quiso oírlo…  Habrá que defender al pueblo de sus defensores…

Como se puede ver de las opiniones de los cronistas, hay una que destaca un aspecto de la faena de Manolo Martínez a Jarocho que parece explicar la no concesión del rabo al torero y es la de don Manuel García Santos, que expresa con claridad que la estocada fue caída. Las demás hablan de una estocada – unos dicen que fue entera y Carlos León lo llama magnífico estoconazo – aunque hoy a medio siglo de distancia, difícil será conocer el por qué.

Para concluir

El propio Manolo Martínez en alguna ocasión expresó que los apéndices no son más que retazos de toro. Resultados como el de esta tarde de Jarocho parecieran confirmar esa afirmación, porque al final del día, la concesión o no de éstos depende de la voluntad del que ocupa el palco de la autoridad o del ánimo celebrativo de la concurrencia, así pues, el número de apéndices concedidos no coincide precisamente con el valor de la obra del torero ante el toro.

Pero todo esto es, siguiendo a José Alameda, parte del seguro azar del toreo.

Aviso Parroquial: Agradezco a mi amigo Horacio Reiba Alcalino, el haberme puesto sobre la pista de este asunto. Y, por otra parte, siguiendo la costumbre del ya multicitado Fernández y López Valdemoro, brindo estas líneas al amigo Gastón Ramírez Cuevas con motivo de su cumpleaños. Supongo que en su día, disfrutó esta tarde de toros.

domingo, 9 de enero de 2022

1º de enero de 1962. El debut de Paco Camino en México (IV/IV)

El Toreo de Cuatro Caminos

El semanario El Redondel del 24 de diciembre de 1961 recogía en una breve nota que Paco Camino se concentraría en la ganadería de La Punta para prepararse para sus inminentes compromisos, sobre todo, porque llegó a México con la mano derecha enyesada, como resultado de una lesión que sufrió en Lima y de la que manifestó encontrarse ya restablecido. Intuyo aquí la mano del incombustible negociador, don José C. Madrazo, que, honrando la amistad que siempre le unió con el doctor Gaona, le facilitó al eje de su temporada cuatrocaminera el lugar para aclimatarse a la altura y al toro mexicano.

Ya comenté el pasado domingo el resultado poco halagüeño de la corrida de presentación del que al paso de los años sería llamado El Niño Sabio de Camas, pero también apuntaba que el siguiente domingo, el 7 de enero de ese 1962, tendría ocasión de hacer su declaración de intenciones en ruedos de México. El cartel se formaría con toros de Tequisquiapan, propiedad en esos días de don Fernando de la Mora Madaleno, para ser lidiados por Manuel Capetillo, Paco Camino y Felipe Rosas.

Paco Camino y Papelero de Tequisquiapan

Paco Camino fue duramente tratado por la prensa taurina antes y después de su primera actuación en El Toreo. Improvisado fue lo menos que le llamó don Alfonso de Icaza, partiendo del hecho de su juventud y sin reparar en el hecho de que el encierro que se lidió el primer día del año 62 fue malo, tuvo por ratificada su aseveración previa. Por su parte, Carlos León lo calificó de ratonero. Duros juicios que ponían cuesta arriba esta segunda tarde de Camino ante la afición mexicana.

El quinto toro de esa tarde del 7 de enero del 62 se llamó Papelero y formó parte de un lote que, en el balance final de Ojo, junto con el sexto, salvó casi in extremis una tarde que parecía irse al garete. De la actuación de Paco Camino, el citado cronista de El Redondel, en su edición del mismo día de la corrida, escribió lo siguiente:

Paco Camino brinda a los tendidos y después de hacerse de su enemigo da dos trincherazos que le son festejados por el público. El toro acude a donde lo llaman y Camino da un natural sin aguante y tres más positivamente superiores que arrancan la primera ovación de la tarde. Sigue toreando con la izquierda, a ratos con verdadero primor y cuando remata con el de pecho vuelve la gente a entusiasmarse.

Cuatro magníficos derechazos. Ovacionaza, y como el toro es que ni de encargo, y el torero está de vena, vemos una faena completísima en la que tan pronto corre la mano con absoluta limpieza, como se adorna de mil maneras. El público está loco de entusiasmo y ya desde este momento hay quien pida la oreja para el niño sevillano, que trata de entrar a matar, pero desiste de ello, para recurrir a los pases lasernistas. El noble burel echa la cabeza al suelo y ello dificulta que Camino entre a herir. Lo hace a toro humillado y deja media estocada tendida, después de la cual arman los peones un herradero de los mil demonios. El bicho tose, se le llena la boca de sangre, y dobla, al fin y al cabo, escuchando su matador una ovación clamorosa, con petición unánime de oreja, en medio de dianas, vueltas al ruedo y demás manifestaciones. La autoridad concede un solo apéndice, pero hay protestas y se le entregan las dos, prolongándose los aplausos unos minutos durante los cuales Paco Camino recorre varias veces el ruedo.

Tardadito, pero buena paga, que decimos los mexicanos…

Al final, don Alfonso de Icaza acabó por rendir la plaza, a regañadientes quizás, pero reconoció que en Paco Camino había un torero que torea de muleta con calidad, con limpieza y que tiene la gracia para adornarse cuando las circunstancias así lo permiten. Y lo más interesante, no cuestiona las dos orejas que, a petición de la concurrencia, le fueron concedidas para pasear en vueltas triunfales.

Por su parte, el cronista de la Agencia France Presse – presumiblemente Don Neto – en la edición del diario El Informador, de la ciudad de Guadalajara, del día siguiente al de la corrida, resume así lo sucedido:

...Paco Camino fue el triunfador, dejando excelente sabor de boca en los aficionados por la grandiosa faena que realizó con el toro jugado en el lugar de honor. En su primero estuvo empeñoso y valiente, matando de gran estocada, pero a su segundo se lo pasó de muleta y tras de brindar al público, inició una suave faena en el centro del redondel, derechazos y naturales con arte soberano; muletazos de la firma y de trincherilla y pases de pecho, para entrar a matar con el toro humillado, cobrando una estocada ligeramente contraria que fue suficiente, cortando las dos orejas y dando varias vueltas al ruedo...

Días después, el 18 de enero, en el número correspondiente del semanario madrileño El Ruedo, el corresponsal Juan de Dios, escribió:

Pero mientras estamos pensando en todo esto ha salido «Papelero», el quinto de la tarde, y tras unos capotazos de tanteo y. un buen par de «Michelín» nos llama la atención que Paco se vaya al centro del anillo y brinde al entendido público mejicano. ¿Qué ha visto «er niño» en «Papelero» para brindar su muerte a los tendidos? ¡Expectación! ¿Qué va a ocurrir? ¿Será una falsa alarma? ¿O una andanada de falsas alharacas?

Pronto se descifra el enigma cuando Paco cita de lejos a «Papelero» y le da tres trincherazos majestuosos, llenos de gracia, de filigrana, de plasticidad, de armonía, que convierten a los tendidos en un verdadero manicomio. ¡Tres estruendosos olés acompañan los tres pases, y ya con la seguridad de que estamos ante un artista poco común, nos entregamos ante el arte deslumbrador del de Camas y acompañamos con nuestro entusiasmo toda la extraordinaria, maravillosa y torerísima faena que Paco va cuajando en esta fecha memorable del primer domingo del año sesenta y dos!

¡Ese es mi niño! Y Paco, con el rostro serio – por la seriedad que el momento sublime requiere –, se planta en los medios, cita de lejos – ¡con la franela en la izquierda! – cita y llama a su toro – ¡toro, torito bravo! –, y «Papelero», como entendiendo el lenguaje del niño de Camas, se arranca de largo, viene hacia el torero y este lo aguanta con un giro de la muñeca, embebiendo al noble animal en los vuelos de la muleta, avanzando cadenciosamente la tela para que, en un mimo doble, ni el trapo se sienta dañado por los afilados pitones de «Papelero», ni este se sienta defraudado en la distancia justa que el matador debe poner entre la muleta y él...

Con majestad y señorío modela cuatro naturales que son un prodigio de bien torear. Fuerza un pase de pecho y él «respetable» ya no sabe qué hacer. Las gargantas han enronquecido y ¡hay hasta quien llora de emoción! Es ¡el delirio! ¡La locura general! Y Paquito engarza otra serie de naturales, en donde el colorido, la majeza, el sentimiento, el ¡cante hondo por soleares! se conjuntan para crear una faena transparente, luminosa, a cuya luz se ve el embrujo y el duende sevillano.

Continúa Paco toreando, para más tarde adornarse, sin que el público le deje entrar a matar - ¡quiere seguir deleitándose con el arte soberano del andaluz! -. A nuestro juicio, esto le perjudica, pues el toro se pone difícil, baja la cabeza y, cuando Paquito inicia bien el viaje, el toro hace un extraño y el volapié no tiene la apoteosis de la estocada bien señalada. Sin estar mal situada, la encontramos un poco tendida.

Pero el público no quiere saber nada de esto, el toro cae y el blanco de los tendidos obliga al juez de plaza a otorgar las orejas. El juez se nace el remolón y concede una, pero los aficionados vuelven a la carga y hasta que no aparece el pañuelo en señal de concesión de la segunda no cesan los gritos y la cerrada ovación. Otras dos vueltas al ruedo – una de ellas con un sombrero charro – y ahí está el refrendo del público mejicano, de la gran calidad del torero de Camas...

Con estas tres versiones que pude encontrar, puedo afirmar que hay unanimidad en cuanto al triunfo de Paco Camino y al convencimiento de la afición capitalina acerca de sus posibilidades.

El resto del festejo

Manuel Capetillo tuvo una tarde complicada, pues, aunque fue respetuosamente silenciado en el que abrió plaza, en el segundo de su lote se la pasó entre dudas, las que trascendieron al tendido, lo que le concedió una ruidosa rechifla como final de su actuación. Por su parte Felipe Rosas le cortó la oreja al sexto, Bandolero, el otro toro potable del encierro, pero pasó algún momento de apuro al pasarlo de muleta, evitándole un percance mayor el oportuno quite de su banderillero David Siqueiros Tabaquito.


La repercusión de esta tarde

Esta corrida, como todas las de la temporada, eran transmitidas por la televisión abierta, así que a más de los 23,000 espectadores que podían ver el festejo en las localidades de la plaza, había un número más o menos indeterminado que lo apreciaba en la comodidad de su domicilio en la pantalla de la televisión.

Esas retransmisiones replicaron con creces el interés de conocer tanto a Paco Camino como a los demás toreros hispanos que fueron parte del derecho de apartado de esa temporada y de los cuales, algunos, aparte de Camino, llegaron a convertirse en verdaderos ídolos de la afición mexicana.

Los toreros que se importaron para alternar con nuestras figuras no eran conocidos más que por la prensa escrita y quizás por algún noticiero de televisión o cinematográfico. La apuesta de traerlos a México para presentarlos a la afición y hacer que entraran en su gusto era de gran riesgo, pero al final de cuentas redituó, pues se les combinó imaginativamente con los toreros mexicanos de la primera fila y la afición acudió a las taquillas para llenar las plazas y, además, como lo comenté antes, tenía el incentivo de la televisión abierta.

Eran otros modos de hacer las cosas, pero de lo que la historia nos deja como evidencia, parece que funcionaban. ¿Por qué no intentar volver sobre ellos en estos tiempos que corren?

domingo, 2 de enero de 2022

1º de enero de 1962. El debut de Paco Camino en México (III/IV)

Paco Camino


Despejados los asuntos sindicales pendientes, tanto entre los matadores de toros como entre los picadores y banderilleros, la empresa de el Toreo de Cuatro Caminos anunció, casi a porta gayola el derecho de apartado de su temporada. Con ese anuncio, parecía que todo estaba ya encaminado para que el ciclo de corridas de toros de la capital mexicana se diera sin sobresaltos, pero, aunque no tuviera efectos más que en la opinión pública, algunos ánimos no estaban de acuerdo con el estado de las cosas.

El hecho de que el anuncio de la temporada de Cuatro Caminos dejó ver que gravitaría en torno a la figura de Paco Camino, que había toreado 68 corridas en la temporada europea recién terminada, quedando de tercero en el escalafón detrás de Curro Girón y Diego Puerta no le pareció adecuado a más de algún influyente opinador, como es el caso de don Alfonso de Icaza Ojo, quien en su columna semanal Nuestro Comentario, aparecida en El Redondel del 7 de enero de 1962, entre otras cosas, escribió:

Hace tiempo que tenemos la creencia de que, actualmente, son mejores los toreros mexicanos que los españoles.

Y no por el hecho de haber nacido aquí – que el sitio donde se ve la luz primera nada supone en el caso – sino por la distinta manera como se desarrolla la fiesta en uno y otro país.

En México, el toreo es cosa de hombres; en España, de niños.

Aquí, para ser figura del toreo, se requiere, además de poseer cualidades especiales, dominar la profesión, lo que no se consigue, salvo casos excepcionalísimos, sino después de muchos años de práctica.

Así vemos que nuestros ases, “Calesero”, Procuna, Capetillo, Silveti, Leal o Joselito Huerta, para no citar sino a unos cuantos, llevan años y años de lidiar toros, años que les han servido para acumular conocimientos al mismo tiempo que para afinar su arte.

En España, en cambio, se improvisan ídolos a cada momento.

Y tan pronto es “primerísima figura” un jovencito de diecinueve años, como Paco Camino, que uno de veintiuno, como Diego Puerta, u otro improvisado aún, el ya famoso “El Cordobés”, que antes de tomar la alternativa, y nos atrevemos a decir que, sin ser todavía un auténtico torero, tiene ya un capital de quién sabe cuántos millones de pesetas.

Las figuras del toreo no se improvisan.

Aún los diestros especialmente precoces, como Joselito, “Armillita” y Arruza, necesitaron “cuajarse” para ascender a la primera fila.

No se nace sabiendo, ni se puede ser maestro en tauromaquia de buenas a primeras.

El toreo es cosa de hombres, tal y como se entiende en México, y no de criaturas como actualmente se estila en España...

Es decir, a juicio de uno de los principales periodistas taurinos de la época, dos de los toreros que encabezaban el escalafón europeo eran nada menos que unos improvisados, más que nada por su juventud. Y sumaba a esa infame categoría a El Cordobés, pendiente de alternativa, pero que en unos meses más, vendría a poner de cabeza a todo el entramado de la fiesta. ¿Sería que Ojo no se percató del cambio que ya se estaba produciendo o fue simplemente el hecho de no haber visto a los toreros a los que se refería?

Por su parte, Carlos León, en su crónica de la corrida del 1º de enero de hace 60 años, también arremetió contra Paco Camino, pues en su relación epistolar dirigida a Miguel Alemán Velasco, a propósito de un libro conmemorativo de la línea aérea Aeroméxico, deja este párrafo:

El torero se justifica en el ruedo y no con declaraciones a la prensa o promesas frente a los micrófonos, que luego no se cumplen ante los toros. En aquel histórico 8 de agosto de 1908, cuando los hermanos Wright volaron por vez primera sobre suelo europeo – a 10 metros de altura y sólo durante minuto y medio – fueron asediados a preguntas por los periodistas. Venciendo un taciturno silencio, Wilburg Wright se concretó a decir: el loro es el pájaro que más habla y menos vuela…

Así estaba el patio hace seis décadas. No parecía poder darse gusto a nadie.

La corrida del primer día del año 62

Se anunció un encierro de Pastejé para Alfonso Ramírez Calesero, Antonio del Olivar y el debutante Paco Camino. Las cosas se empezaron a torcer desde el inicio, pues los toros de Pastejé nada más no caminaron y dos de ellos fueron devueltos a los corrales, siendo sustituidos por uno de Piedras Negras (2º) y otro de La Laguna (4º). Acerca del encierro, el citado Carlos León, en su tribuna del Novedades, escribió:

Incierta, áspera y huidiza salió la corrida que vino de las dehesas de Ixtlahuaca, seguramente por un error, pues iban con destino al rastro de Ferrería. A mí no me sorprendieron las malas condiciones de lidia del descompuesto ganado, pues desde que Pastejé dejó de ser en cierta ocasión una ganadería de caballeros, como Don Eduardo N. Iturbide y la familia Barroso, obviamente tenía que enviar bichos resabiosos, con malas ideas y peores intenciones. Por supuesto no me equivoqué, y el encierro de hoy fue algo desastroso. De todas maneras, se supone que hay un reglamento taurino y un juez que lo aplique, pero el que también se supone que funge como autoridad, siguió violándolo. Dos toros se fueron al corral, sin haber salido antes los picadores. Seguramente eran mansos los bureles, pero había que demostrarlo y darle seriedad a la plaza de El Toreo, que no porque esté enclavada en un pueblo debe seguir siendo un circo de pachanga. Como quiera que sea, después de haber padecido ese ganado correoso y espantadizo, los toreros confirmaron la frase que ya es de ritual en los mentideros: Pastejé, ni en bisté…

La actuación de Paco Camino

Para don Alfonso de Icaza, su valoración previa pareció haberse cumplido con la actuación del torero de Camas, pues su apreciación de esta tarde, es la siguiente:

La primera impresión que tenemos del niño – torero hispano es que es habilidoso y que está muy puesto con el toro… A su primer enemigo, que huía hasta de su sombra, se empeñó en sujetarlo, y lo sujetó, con aplauso del público, pero a su segundo, que era más toreable, en lugar de pasárselo, optó por dar vueltas a su alrededor, entre pitos de la gente, que no gusta de paseos, sino del buen toreo, definido de tiempo atrás en tres palabras, que parece no conocer Paquito: parar, templar y mandar…

Por su parte, Carlos León, en la misma coloratura, opinó:

Camino se quedó en vereda… Cierto es que la corrida no fue manejable, pero el de Sevilla exageró su prudencia, confirmando las reservas y vacilaciones que ya observaba el crítico de Madrid. En pocas, en rarísimas ocasiones se pasó a los bichos con el percal o con la sarga, más cuando lo hizo fue a una distancia tan prudencial que no conmovió ni a su mozo de estoques. En cambio, colocado a la defensiva mostró una evidente habilidad, lo mismo bregando con la capichuela que al manejar la pañosa. Siempre sobre piernas, sin fijeza en las azogadas zapatillas, encorvado y habilísimo para meterse a los costillares, parece mentira que con tales trucos haya logrado de pronto conmover al público, que le celebró lo que erróneamente tomaron por potencialidad de lidiador, cuando eso tiene otro nombre exacto y preciso: ratonerismo.

Mas, si con el tercero le festejaron su ratonera facilidad para huir de los pitones y refugiarse en los cuartos traseros, con el sexto le chillaron el truquito de jugar al tiovivo y zara-gatear lo más lejos posible de las astas. Como había brindado a César Balsa, tarde se le hacía al sevillano para irse de la plaza y seguir bailando en el Jacaranda. Pero, como es bastante malito con la espada, se le cansó el brazo pinchando hasta que optó por un ignominioso espadazo en el chaleco. Total: que, si Paco es Camino, Del Olivar es carretera. O tal vez, autopista de las que pueden llegar muy lejos…

Como se ve, simplemente, para los dos cronistas citados, Paco Camino no tuvo manera de llegar a un entendimiento con su hacer delante de los toros.

El resto del festejo

Calesero fue abroncado al final de sus actuaciones, pero firmó un gran ramillete de verónicas ante el cuarto de la tarde Perdigón y Antonio del Olivar le realizó una valiente y dramática faena al quinto, Barquillero, recibiendo como premio una oreja, que fue protestada por el espadazo defectuoso con el que despachó al toro, pero fue requerido para dar dos vueltas al ruedo con mucha fuerza.

Lo que venía por delante

Paco Camino regresaría a Cuatro Caminos el día 7 de enero de 1962 y en esa tarde tendría la ocasión de hacer su declaración de intenciones. Pero de eso trataré de ocuparme el próximo domingo, si así lo tienen ustedes a bien.

sábado, 1 de enero de 2022

1º de enero de 1962. El debut de Paco Camino en México (II/IV)

El Toreo de Cuatro Caminos

Las noticias llegadas de España daban a entender que las cosas estaban ya dispuestas para que empezaran los trámites relativos al ofrecimiento de la temporada 1961 – 62 en el Toreo de Cuatro Caminos, pero también en México soplaban vientos de fronda. Los días pasaban y el doctor Gaona no anunciaba ni el arranque de la temporada ni la venta del derecho de apartado. Es, en una de las fechas inicialmente proyectadas para el inicio del serial – 14 de diciembre de 1961 –, que aparece en el semanario El Redondel, la siguiente información:

La Unión de Picadores y Banderilleros Exige Ahora Contratos Colectivos Pudo Presentar sus Demandas a Tiempo, Pero no; Esperó a Ultima Hora, Para Presionar a la Empresa… Decididamente, la fiesta brava, siendo el espectáculo más popular de México, halla a su paso, en nuestro país, los más grandes obstáculos… Dígalo, si no, la actitud de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, que ahora exige contratos colectivos de trabajo, pudiendo haber hecho sus peticiones con tiempo, y no a última hora, cuando trata de presionar a la empresa, que ya tenía todo arreglado para inaugurar la temporada el domingo próximo… Hace tiempo la Junta de Conciliación y Arbitraje falló en contra de la Unión, un pleito en que se discutía quiénes eran los “patrones” de los subalternos; si las empresas o los matadores a cuyas órdenes salen al ruedo y que son, además, quienes los designan… Así las cosas, los picadores y banderilleros siguieron toreando sin protestar, pero en vísperas y a de temporada exigen a la empresa capitalina la firma de contratos colectivos, tal y como si dependieran de ella… Por de pronto, al no haber recibido órdenes de la empresa de que publicáramos sus habituales anuncios, podemos sacar la conclusión de que no habrá corridas, ni el domingo 24, ni el lunes 25, tal y como se proyectaba… ¿Y las del 31 de este mes y el 1º de enero? … Posiblemente tampoco, porque hay que abrir, previamente, el Derecho de Apartado, y llevar a cabo otros varios preparativos que probablemente no seguirán su curso ante lo incierto de la situación…


Efectivamente, en una inserción pagada, en una página diversa del semanario, la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros convocaba a una Asamblea General para el día 20 de diciembre siguiente, a las diez de la mañana, para tratar urgentes asuntos que deben resolverse en asamblea, siendo los asuntos, la cuestión del contrato colectivo al que querían vincular al Toreo de Cuatro Caminos como centro de trabajo y en consecuencia, a las empresas que en ella dieran festejos taurinos.

La asamblea de la UMPYB

La asamblea se celebró y al final se impuso la cordura. Un grupo más radical, encabezado por el inefable Pancho Balderas y al que acompañaban el banderillero Antonio Rangel y los picadores Felipe Bedolla El Hielero y Perete, proponían parar hasta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolviera si había relación de trabajo con la empresa organizadora de los festejos o con el torero que los llevaba en su cuadrilla, asunto que estaba pendiente desde tiempo antes y los más, moderados, viendo que esa resolución podía tomarse quizás algunos años, propusieron y consiguieron que se siguiera adelante con la temporada en las condiciones acostumbradas, pues de ser favorable la resolución de la Corte, podrían exigir después todo lo que les correspondía.

Evidentemente había un trasfondo extrataurino en la actitud de los dirigentes de la Unión, porque cuenta don Alfonso de Icaza en el propio semanario que al recibir la visita de esos directivos, primero negaron conocer el laudo que era objeto de examen en la Suprema Corte, pero después aceptaron que fueron ellos quienes promovieron el juicio de amparo en su contra y posteriormente admitieron que realmente no les interesaba un contrato colectivo con la empresa de Cuatro Caminos, sino solamente con la de la Plaza México. Es decir, manifestaron un sinsentido tras otro para tratar de justificar algo que no tenía explicación alguna. 

El anuncio del inicio de la temporada

En el número de El Redondel aparecido el 24 de diciembre de ese 1961 se hizo por fin público que la temporada 1961 – 62 arrancaría en el Toreo de Cuatro Caminos:

En vista de la loable actitud conciliadora de los subalternos, el domingo próximo se inaugurará la temporada en la plaza “El Toreo”, de Cuatro Caminos, con el siguiente cartel: seis toros de primera clase de la ganadería de La Laguna, para Antonio Velázquez, Juan Silveti y Fermín Murillo, que será el primer diestro hispano que actúe en una plaza capitalina, una vez reanudado el intercambio taurino entre ambos países… Al día siguiente, lunes 1º de enero de 1962, se celebrará la segunda corrida, presentándose el atildado diestro Alfonso Ramírez, “Calesero”, y debutando el sevillano Paco Camino…

También, en la misma nota, se dieron a conocer los elementos del derecho de apartado, que desde ese momento estaba a disposición de los aficionados en las oficinas de la empresa, ubicadas en Edison 91:

La empresa que regentea el doctor Alfonso Gaona ofrece un cartel de primer orden, indiscutiblemente, por más que falten algunos nombres, por la sencilla razón de que no podían figurar todos.

He aquí la lista de matadores contratados: Mexicanos: “El Calesero”, Velázquez, Rodríguez. Capetillo, Juan Silveti, Jorge Aguilar, Alfredo Leal, Antonio del Olivar, J. Ramón Tirado, Jaime Rangel. Felipe Rosas y “El Imposible”. Españoles: Joaquín Bernadó, Luis Segura, Fermín Murillo, Paco Camino, Juan García “Mondeño” y además el rejoneador Angel Peralta…

En cuanto al elemento toro hay comprados suficientes encierros de las ganaderías de Piedras Negras, La Laguna, Coaxamalucan, Xajay, Zacatepec, Rancho Seco, La Punta. Pastejé, Tequisquiapan, Peñuelas y Mariano Ramírez, siendo de esperarse que la lista se complete con nombres tan prestigiados como los de Valparaíso, Torrecilla, J. Julián Llaguno, Las Huertas, Mimiahuápam, y algunas vacadas más…


La misma información agrega que en El Toreo se darían 10 festejos y en la Plaza México 12, para completar la temporada. Al final en Cuatro Caminos se dieron 19 festejos. También agregó acerca de los diestros contratados lo siguiente: 

Los nombres que más falta hacen son, entre los mexicanos, las de Fermín Rivera, que no quiso torear por motivos de delicadeza; Luis Procuna, torero de gran arraigo entre nuestra afición; Joselito Huerta, cuyas posibilidades son muchas; Jesús Córdoba, el otro “Mosquetero”, que tan buenas actuaciones ha tenido últimamente en Colombia, Humberto Moro, al gran muletero norteño; y Jaime Bravo, de valor desconcertante, amén de los de otros diestros que tienen cartel y que prometen, y en cuanto a los españoles se echa de menos a Antonio Ordóñez, que está impedido por lesiones en un pie; Diego Puerta, Curro Romero y “El Viti”, pero repetimos, no era cosa de contratar a todos para esta temporada; ya los conoceremos en la próxima, o antes, si tes circunstancias así lo requieren…

En torno a esta última información, valdría agregar que Luis Castro El Soldado, Raúl Acha Rovira, Joselito Huerta y Pablo Lozano actuaron sin estar anunciados en el apartado cuatrocaminero. También aclarar que, en el caso de Antonio Ordóñez, más que una lesión en un pie, como quedó asentado en la primera parte de esta serie, su ausencia se debió más bien a su inconformidad con los términos del convenio que se pactó entre las torerías de su país y el nuestro.

La corrida inaugural


El triunfador del festejo resultó ser Juan Silveti, quien cortó una oreja al primer toro de su lote, segundo de la tarde. El encierro de La Laguna no se prestó a mayores hazañas y Antonio Velázquez estuvo digno con lo que le salió de toriles, en tanto que Fermín Murillo saldó su tarde con una cornada. Quien firmó como Juan de Dios, corresponsal del semanario madrileño El Ruedo, en el número fechado el 11 de enero de 1962, resume así esta tarde:

Y la gran ovación – primera de la temporada – iba dirigida, más que a los que en ese momento se adelantaban a enfrentarse con las astas ¡del peligro!, a aquellos que habían hecho posible hacer realidad las ansias de la afición entera: ¡el intercambio taurino entre España y Méjico! …

Velázquez, Juanito Silveti y Fermín Murillo, el espigado «mañico» al que cabía el alto honor de romper el luego sagrado en pos de un prestigio que en España tiene raigambre: ¡el prestigio en la fiesta, más bonita y hermosa que existe! ¡En la fiesta heroica de los toros! Y en verdad que el simpático Fermín dejó en muy buen lugar la categoría taurina española. ¡Con su sangre rindió tributo! Y con su dolor – moral, por no conseguir el triunfo ansiado – y dolor físico en sus carnes dejaba patentizado el estoicismo de los hombres que en la vieja Iberia se juegan la vida ante las astas de los toros…

Pero la realidad es que, a pesar de la oreja cortada por Silveti, poco hay que destacar en esta corrida inicial, a no ser la traicionera cornada que dio su primer toro al aragonés Murillo, quien dejó muy buen sabor de boca y al que se le auguran buenos triunfos en Méjico. Vuelve a torear a mediados de mes y ojalá triunfe el bueno de Fermín…

Así fueron vistas las cosas ese último día de 1961, víspera de la presentación de Paco Camino en las plazas de México. Como veremos el día de mañana, los ánimos no estaban muy dispuestos a su favor, lo que a la vista de lo que consiguió a la vuelta de los años, le añade un mérito mayor. Pero sobre eso, hasta mañana.

viernes, 31 de diciembre de 2021

1º de enero de 1962. El debut de Paco Camino en México (I/IV)

Dr. Alfonso Gaona
Foto: Casasola - INAH
Nota previa: Mañana, día primero del año, se cumplen 60 años de la presentación de Paco Camino en ruedos mexicanos. Creo que el repasar únicamente su actuación de esa tarde en el Toreo de Cuatro Caminos se quedaría corto, así que creí interesante analizar el contexto en el que se produjo su llegada a México. Aquí está el resultado.

Un convenio suspendido

En noviembre de 1956 se había negociado un nuevo convenio taurino hispano – mexicano, con la finalidad de revalidar o reformar el signado en 1951. La firma de ese nuevo convenio coincidió con la organización de la Feria Guadalupana en el Toreo de Cuatro Caminos y duraría vigente hasta marzo de 1957, cuando después de la 11ª corrida de la temporada 1956 – 57 en la Plaza México, el doctor Alfonso Gaona se vio forzado a suspender las actividades de la empresa que encabezaba, según dijo en carta abierta que se publicó tanto en el diario Esto de la Ciudad de México, como en el semanario madrileño El Ruedo del 21 de marzo de ese 1957:

… En las corridas, todas, he sufrido pérdidas de consideración; he ofrecido los mejores carteles, y los aficionados deben tener presente que nunca escatimé esfuerzos para presentar los mejores toreros mexicanos y extranjeros, lidiando toros de nuestras más famosas ganaderías. Durante mi gestión ha habido tardes inolvidables, como la reciente y triunfal despedida de Fermín Rivera, corrida en la que, a pesar de haberse llenado la Plaza sufrí una gran pérdida…

… Puedo asegurar que ninguna persona se atreverá a tomar la Plaza México, para la explotación de la fiesta brava en las condiciones en que la tenía yo, a menos que quiera a sabiendas ir al sacrificio. Mi ejemplo será bastante, pues con los presupuestos actuales no hay defensa posible. La única solución sería que el propietario del coso renunciara a sus muchos ingresos por concepto de anuncios, cojines, cervezas y refrescos, radio, televisión, y la mitad del Derecho de Apartado.

Por lo que respecta a mis acreedores, les participo que les pagaré hasta el último centavo, tan pronto como mis circunstancias lo permitan, dándoles las gracias por todas las atenciones que han tenido para mí…

Y es que, además de los impuestos que gravaban a la empresa taurina, como cualquier actividad empresarial, en el Diario Oficial de la Federación del 9 de julio de 1945, se publicó un decreto por el entonces presidente Manuel Ávila Camacho que establecía que la explotación de espectáculos taurinos en el Distrito y Territorios Federales solo podría efectuarse por la Secretaría de Salubridad y Asistencia o por empresas particulares permisionadas por ésta. Y en su artículo segundo fijaba, entre otras cosas que: 

...la Secretaría... podrá autorizar a empresas particulares para la explotación de espectáculos taurinos... en términos del artículo anterior, mediante una participación que en ningún caso será menor del diez por ciento del producto bruto de los ingresos de cada espectáculo: corrida de toros, novillada o festival taurino...

Es decir, la empresa de toros estaba lastrada con una auténtica alcabala, adicional a la fiscalidad que por su naturaleza le correspondía, y considerando que en la época en la que se impuso y en la que después estuvo vigente, existía además control de precios sobre el costo de las localidades de la plaza, por sí sola, esa sobre imposición, era suficiente para hacer incosteable la operación del coso más grande del mundo.

Estimo que por esa razón el doctor Gaona decidió tirar el arpa y mudarse al vecino Estado de México, asiento del Toreo de Cuatro Caminos, donde continuó su actividad. Pero lo tuvo que hacer sin el concurso de los diestros hispanos, que dadas las circunstancias se quedaron sin percibir el importe parcial o total de los honorarios que les correspondían, por lo que dieron por suspendido el convenio signado unos meses antes, hasta que la situación se resolviera.

El nuevo convenio de 1961

La Plaza México fue reabierta en 1958 por una sociedad denominada Diversiones y Espectáculos de México, Sociedad Anónima, cuyo acrónimo DEMSA, es de triste memoria en la historia de esta fiesta. La dirigía entonces el licenciado Ignacio Garciadiego, abogado de la familia Cosío, propietaria de la plaza. Para el año de 1960, el industrial Alejo Peralta se hizo del control corporativo de esa empresa, manteniendo la participación de los dueños del inmueble y agregando dos socios minoritarios que, por su relación con la actividad que en la México se desarrollaba, a juicio de don Alejo, tendrían que participar del riesgo: don Alberto Bailleres como entonces titular de la Cervecería Moctezuma y don Emilio Azcárraga Milmo, titular del entonces Telesistema Mexicano. El primero, porque vendía sus productos dentro de la plaza y el otro porque transmitía por televisión los festejos que allí se daban. Esto cuenta Luis Suárez en su libro Alejo Peralta. Un patrón sin patrones:

En la tarde del miércoles 24 de febrero de 1960 se firmó el contrato de arrendamiento de la Plaza México en las nuevas oficinas de la empresa, ubicadas en Paseo de la Reforma 20. En el consejo de administración, además de Ojeda como presidente, ingresó como secretario otro amigo de Peralta... el ingeniero Federico Padilla... El propietario de la Ciudad de los Deportes... se incorporó por medio de su hijo, Antonio Cosío... y como gerente quedaba el propio Gaona, el experto.... se convocó a los sectores afectados. Acudieron... matadores de toros, representados por Pepe Luis Vázquez y Ricardo Balderas... banderilleros y picadores, por Pedro Ortega (Pedrote), Nacho Carmona y Jesús Merino... así como la difícil prensa del medio... El sábado 5 de marzo, el doctor José Álvarez Amézquita, secretario de Salubridad y Asistencia, ante Ojeda, Gaona y toreros firmó la autorización para reanudar el espectáculo, que derivaría a la asistencia social el 10 por ciento del derecho de apartado y de los ingresos brutos...

Alfonso Gaona manejaría en consecuencia y casi al alimón las dos plazas de la capital mexicana. Para hacerlo, requeriría de cubrir los adeudos que se generaron en la temporada 1956 – 57 a varios toreros como Chamaco, Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín, Angel Peralta, Litri o Dámaso Gómez. Esos adeudos, según afirma Francisco Narbona en colaboración del 26 de octubre de 1961 para El Ruedo de Madrid, para esa fecha estaban debidamente cubiertos o renegociados a satisfacción de ambas partes.

Paralelamente se discutía por los titulares del Sindicato Nacional del Espectáculo de España y la Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos si el convenio se reanudaría como quedó en 1957 o sí se firmaría uno nuevo. Al final de cuentas, se decidió tanto por la parte mexicana, representada por Fermín Rivera y la española encabezada por Mario Salazar, secretario técnico del Grupo Taurino del Sindicato, que habría necesidad de celebrar un nuevo pacto.

El nuevo convenio se concretó el 22 de noviembre de 1961. Se convino entre otras cuestiones, la mayoría de toreros de la nacionalidad del país huésped, la necesidad de tener un mínimo de dos contratos firmados y visados para actuar en el país que se visitaba, tope de actuaciones en el país extranjero, el que solamente se enfrentarían a reses de ganaderías afiliadas a las asociaciones reconocidas y la obligatoriedad de los toreros de afiliarse al sindicato del país que se visitara. Pero no todos estuvieron de acuerdo con esas estipulaciones. Antonio Ordóñez, Antonio Bienvenida y Ángel Luis Bienvenida se retiraron de la reunión en la que se votaba el convenio y se abstuvieron de votarlo:

La primera noticia la dio Antonio Ordoñez. Eran más de las diez de la noche, y a las puertas de la Sala de Juntas número 1 de la quinta planta de la Delegación Nacional de Sindicatos estábamos haciendo la guardia hasta media docena de periodistas. – Pleito resuelto – dijo, sonriente, el joven maestro de Ronda -. Y añadió: «Pero yo he presentado la dimisión de mi cargo de vocal en la Junta Nacional Taurina. Y conmigo, Antonio y Angel Luis Bienvenida.»

Los corresponsales de los periódicos mejicanos – de «Esto», de «Ovaciones» –, los más interesados en la noticia, comenzaron un tiroteo de preguntas.

Pero... ¿por qué?

- No estamos de acuerdo con las bases del convenio. Estimamos que perjudica a los novilleros españoles y, resueltamente, hemos salvado nuestro voto. No hay en tal actitud la menor enemistad para nuestros compañeros de Méjico, pero creemos que, en conciencia, no podíamos hacer otra cosa...” (El Ruedo, 23 de noviembre de 1961)

Independientemente de la reticencia de estos tres importantes diestros, el convenio se sacó adelante y se empezó a hablar ya de contratación de toreros para venir a México, en específico, a la temporada de el Toreo de Cuatro Caminos, que era la que estaba casi en la puerta. Antonio Posadas, representante en España de la empresa, declaraba a El Ruedo a mediados de diciembre:

Antonio Posadas lleva con mucho tacto la contratación de toreros para Méjico. Y como las conferencias con la capital azteca – el teléfono es el principal lazo de unión entre Posadas y el doctor Gaona – sufren con frecuencia retrasos por culpa del mal tiempo, las negociaciones han ido demorándose más de lo previsto. No obstante, a los nombres que ya dimos en nuestro número anterior – Peralta, Murillo, Diego Puerta... – hay que sumar varios más.

Por lo pronto – me ha dicho Posadas – se ha retrasado unos días la inauguración de la temporada. Iba a ser el día 17, pero las corridas no van a empezar hasta el domingo día 24. Ese día se presentará en la Plaza de El Toreo el español Fermín Murillo, que alternará con dos espadas mejicanos. Luego, en domingos sucesivos, irán entrando los demás contratados.

¿Cuáles son?

- Fermín Murillo ha sido contratado para tres tardes; Luis Segura, para dos; Angel Peralta, para cuatro; Diego Puerta, para tres, y Paco Camino, para otras tres. Están a punto de cerrarse los tratos con «El Viti», Jaime Ostos, «Mondeño» y Joaquín Bernadó. Este último tiene otros contratos para las Plazas de los estados, pero quizá vaya también a Méjico, capital…

Efectivamente, la fecha de apertura de la temporada de Cuatro Caminos se retrasaba, pero eso ya no tenía que ver con el convenio o con su falta, sino con asuntos domésticos de la torería mexicana. Ya arreglado el asunto con los españoles, ahora se suscitaba un problema con las infanterías mexicanas.

Pero el convenio se puso en marcha días antes, pues 25 de diciembre, en Celaya, el madrileño Miguel Ortas, alternó con Fernando de los Reyes El Callao y Héctor Obregón en la lidia de toros de Boquilla del Carmen, siendo en consecuencia el primer hispano beneficiado con la puesta en marcha del nuevo pacto signado.

Pero dada la extensión que estas notas van cobrando, el día de mañana continuaré con ellas.

domingo, 26 de diciembre de 2021

25 de diciembre de 1971: Alternativa de Rafaelillo en San Luis Potosí

Ya había apuntado por estas páginas, que, según el dicho de Daniel Medina de la Serna, la temporada de novilladas de 1971 fue corta, pues solamente se dieron en ella 22 festejos. Pero en ese breve número de festejos, aparecieron varios toreros que dejarían su impronta en la historia patria del toreo en diversas capacidades. Mariano Ramos, Rafael Gil Rafaelillo, Curro Leal y José Antonio Gaona fueron los que acapararon actuaciones en el serial, aunque al final de cuentas, serían los primeros dos nombrados, los que terminarían el calendario ya como matadores de toros.

Don Heriberto Lanfranchi le apunta dos tardes de triunfo a Rafaelillo en ese ciclo. Primero está la del 17 de octubre, cuando salió con las dos orejas de Llorón de San Carlos en las manos y después, la del 31 del mismo mes, cuando se llevó otra de Hechicero de La Laguna. En la novillada del Estoque de Plata, celebrada el 30 de noviembre siguiente, fue el que pudo quitárselo de las manos a Mariano Ramos, pero sus fallas con el acero no le asegundaron el triunfo. La temporada se cerró, por supuesto, con un mano a mano entre los dos destacados del festejo anterior, el 7 de diciembre siguiente.

Rafael Gil cerró su paso por las filas de los novilleros con actuaciones en Aguascalientes, Guadalajara y Celaya, donde el 19 de diciembre, llevando por delante al rejoneador Fernando Álvarez, mató en solitario cuatro novillos de Peñuelas, cortándoles tres orejas y quedando listo para recibir la alternativa.

La corrida de Navidad en San Luis Potosí


La temporada 1971 – 72 vio aparecer por nuestros ruedos a varios toreros españoles, entre los más destacados estuvieron Joaquín Bernadó, Paco Pallarés, Palomo Linares, Dámaso González, José Luis Parada o José Luis Galloso. Evidentemente también hacía campaña por nuestros ruedos Francisco Rivera Paquirri, quien en la Plaza México y también en El Progreso de Guadalajara dejó impronta de ser un torero que no se dejaba ganar la pelea de nadie.

Lo anterior viene a cuento, porque la tradicional corrida navideña en la plaza de toros Fermín Rivera de la capital potosina, se conformaría con Manolo Martínez, el nombrado Paquirri y la alternativa de uno de los triunfadores de la temporada novilleril de ese año en la Ciudad de México, Rafael Gil Rafaelillo. Los toros vendrían de San Martín, la ganadería que fuera en su día del varilarguero Juan Aguirre Conejo Chico y que ya en la propiedad de Marcelino Miaja y José Chafik, comenzaba a lidiar los productos conseguidos a partir de la dirección quienes eran sus dueños desde 1966.

La reseña de la Agencia France Presse que apareció en el diario El Informador de Guadalajara, al día siguiente del festejo, entre otras cosas, cuenta:

El matador de toros español Francisco Rivera “Paquirri” y el mexicano Rafael Gil “Rafaelillo”, que recibió la alternativa, fueron los triunfadores en la corrida navideña celebrada el sábado. El también mexicano Manolo Martínez dio una de cal y otra de arena.

Con buena entrada, se lidiaron seis de San Martín, de los cuales cinco resultaron sosos y quedados en su embestida… Martínez escuchó palmas en su primero y pitos en su segundo.

“Paquirri” lanceó superiormente al tercero de la tarde, cuajó tres pares de banderillas en todo lo alto, ejecutó torerísima faena y mató recibiendo, por lo que le otorgaron dos orejas y rabo, dio dos vueltas al anillo y salió finalmente a hombros… “Rafaelillo” tomó la alternativa en el que abrió plaza y cortó una oreja por bonito y vistoso trasteo. En el sexto fue aplaudido…

El toro de la ceremonia se llamó Caltenguero, en recuerdo quizás de aquella ganadería – Caltengo que tuvo don Felipe Mota, en su día, picador de toros, de los buenos y que al igual que don Juan Aguirre, fue tentador de cabecera de don Antonio Llaguno, quien les cedía a ambos varilargueros, vacas puras de sangre saltillo, para sus ganaderías y en las cuales, junto con la de Cerro Gordo, de don Guillermo Rodríguez Caballero, el entonces titular de San Martín, como gambusino, localizó líneas puras de esa sangre, que Chafik supo aprovechar para construir una importante ganadería en México.

El devenir de Rafaelillo

En un caso que no era infrecuente, Rafael Gil confirmó primero su alternativa en Madrid, el 18 de julio de 1974, de manos de Julio Vega Marismeño y atestiguando Raúl Sánchez. El toro cedido fue Tarifa, de Camaligera, ganadería en esos días propiedad de don Eugenio Marín Marcos, con procedencia Clairac y Albaserrada por vía del Duque de Pinohermoso. Actualmente se anuncia como Aldeaquemada.

La confirmación en México se daría el 29 de diciembre de ese mismo calendario. Le apadrinaría Eloy Cavazos, quien sustituyó al originalmente anunciado Paquirri – que no llegó a México a tiempo por conflictos en los vuelos –, en presencia de Jesús Solórzano, siendo Jerezano de José Julián Llaguno, el toro de la ceremonia. Pudo cortarle las orejas al sexto, pero no estuvo acertado con el estoque.

En su trayectoria se pueden anotar varios triunfos destacados, como el que obtuvo en Aguascalientes el 6 de mayo de 1973, al cortarle el rabo al toro Miraflores de Rancho Seco, siendo en el caso, el último rabo que ha cortado un matador de toros en la plaza San Marcos en corrida de feria de abril.

Su vinculación con la casa Balañá resulta evidente cuando se revisan sus actuaciones en ruedos hispanos. En Barcelona tuvo importantes tardes, la del 8 de agosto de 1974, cuando le cortó las dos orejas al toro Caíto de Domingo Ortega y al jueves siguiente, otras tantas a Calamar de Juan Mari Pérez Tabernero

Su actuación en el San Isidro del 75, el 13 de mayo, sustituyendo a Eloy Cavazos que salió del cartel cuando se confirmó que el encierro de Amelia Pérez Tabernero originalmente anunciado no reunía las condiciones para ser lidiado en Madrid, por lo que fue sustituido por uno de Clemente Tassara – al final se lidiaron 5 de estos y uno de Luciano Cobaleda –, resultó en otra notable actuación, descrita así por Vicente Zabala Portolés en el ABC madrileño del día siguiente del festejo: 

...mató con entrega, pero sin vaciar, saliendo con la pechera rota, como cuentan las viejas crónicas que terminaba “Machaquito” tras los volapiés de atragantón. Le ovacionaron muy fuerte y dio la vuelta al ruedo, recogiendo sombreros de los charros de su país que han venido al homenaje a Agustín Lara. Al sexto lo toreó muy bien con el capote... Faena garbosa y aseadita que le valió una ovación de despedida…

Pero también tuvo sus percances graves. Quizás el primero con resonancia por su gravedad fue el del 14 de mayo de 1977 en Mérida, cuando el toro Cariñoso de Santo Domingo le seccionó la femoral profunda, la tarde de la alternativa de Enrique Fraga. También en Madrid, el 7 de agosto de 1988, alternando con Pascual Mezquita y el confirmante Pascual Gómez Jaén – también herido esa tarde –, el primer toro de su lote, de Cortijoliva, le infirió una cornada penetrante de vientre que le contundió la arteria ilíaca.

Rafaelillo hoy

El torero de Tijuana se mantiene en activo, pues no ha anunciado una despedida formal de los ruedos y todavía en julio de este año se veía anunciado en un cartel, a sus casi 71 años de edad. El festejo se suspendió por las cuestiones sanitarias que nos envuelven en estos tiempos, pero por lo que se ve, la afición no se le ha terminado.

Este día de Navidad se cumplieron 50 años de su alternativa. ¡Enhorabuena!

Aviso parroquial: La imagen del cartel anunciador de la corrida de la alternativa de Rafaelillo me ha sido proporcionada por el amigo El Gallo @ElGallo20364232, a quien agradezco su gentileza por permitirme usarla para ilustrar estas líneas.

sábado, 25 de diciembre de 2021

Muy Feliz Navidad...

Portada por Norman Rockwell
Saturday Evening Post, 03/12/1927

El mal del siglo o quizás, del milenio, sigue campando entre nosotros. Sin embargo, dentro de lo que la prudencia aconseja, espero fervientemente:

Antes que nada, que ustedes y quienes los rodean, tengan salud, un activo escasísimo en estos tiempos que corren.

Que puedan estar reunidos en casa con la familia con la que conviven.  

Que en estos tiempos complicados tengan ese otro bien tan escaso que es el trabajo.  

Que su mesa esté servida y que la providencia les haya permitido ayudar a servir la de otro menos afortunado.  

Que su afición a esta fiesta siga adelante y que los anime a seguir haciendo amigos y a conservar los que tienen. 

Y como cada año agrego un deseo más: Si podemos tenderle la mano a alguien que tenga un poco menos de suerte que nosotros, hagámoslo... 

Desde aquí les doy a todos Ustedes un virtual abrazo y espero que, en el tiempo por venir, las cosas les resulten mejor, que como decía una persona muy querida para mí, el sol sale para todos y también decía, cuando llueve, todos nos mojamos…

Y continuando con ese ya acostumbrado apelar a mi alícuota sajona, ilustro esta entrada con otra de las obras del artista estadounidense Norman Rockwell (1894 - 1978), titulada Christmas (Navidad), que fue la portada del entonces semanario Saturday Evening Post del 3 de diciembre de 1927. Ojalá la encuentren evocadora.

Y que en la medida de lo posible, esta Navidad sea feliz para todos Ustedes.

domingo, 19 de diciembre de 2021

19 de diciembre de 1971: Paquirri y Girasol de Jesús Cabrera

Paquirri, triunfante
Paquirri entró pronto en el ánimo de la afición de la Plaza México. Desde la tarde de su confirmación de alternativa se mostró como un torero que no rehuía la pelea y aún a resultas de terminar herido, se jugó la vida para salir con las dos orejas de Caporal, el segundo del lote de José Julián Llaguno que sorteó en las manos, asunto del que ya me he ocupado en esta ubicación. En la tarde de su reaparición, volvió a triunfar con otro Caporal, este ahora del ingeniero Mariano Ramírez, al que también le cortó las orejas, tarde de la que se habló ya aquí.

Eso aseguró que volvería para la siguiente temporada grande, ya no como novedad, sino como figura del toreo y así se le acarteló. Para la cuarta fecha del serial, se anunció un encierro de don Jesús Cabrera y para enfrentarlo, al nombrado Francisco Rivera Paquirri, Eloy Cavazos y Jesús Solórzano. No creo que sea necesario señalar que la Plaza México se llenó hasta el reloj, con la esperanza de los aficionados de ver una importante tarde de toros.

Los toros de don Jesús Cabrera

En los prolegómenos de su prolija crónica, Carlos León, en su tribuna del extinto diario Novedades de la Ciudad de México, acerca de los toros lidiados, en epístola dirigida a don Ernesto Fernández Hurtado, director del Banco de México en esas calendas, escribió:

Pues también habló usted, estimado don Ernesto, de que en las arcas del banco a su cargo hay reservas crecientes. Ello, siendo tranquilizador, no colma las esperanzas de los aficionados, que no solamente queremos que las reservas crezcan – como creció el sustituto del quinto el domingo anterior – sino que también acaben de crecer los toros del lote que se lidia. Y eso que el jefe de espectáculos se apellida “Del Toro”. Que, si se llega a apellidar “Becerril”, estaríamos definitivamente perdidos.

No dudamos que los toros de don Jesús Cabrera tenían edad. Tantas veces habían venido a la México, para ser rechazados y regresar a sus potreros, que ya eran clientes habituales de los corrales y hasta la empresa les obsequiaba calendarios. Pero mire usted: nosotros, los que poco entendemos de asuntos financieros, hemos oído que la onza Troy equivale a 35 granos de oro. Y que un grano equivale a 53 miligramos. Por tanto, si la apariencia del toro como tal se logra a base de granearlo y si don Jesús Cabrera, como hombre rico y espléndido que es, ha de granear a sus reses con áureos granos, ahora nos explicamos por qué a cada uno de sus bureles lo hayan pesado en miligramos y no en kilogramos, como hacen otros ganaderos que no pueden permitirse tan dispendiosos hijos. Y de allí esos dijes que envió hoy. De oro macho, pero dijes…

Paquirri y Girasol

La médula de la tarde llegaría durante la lidia del cuarto toro del festejo, nombrado Girasol por su criador. Carlos León, en la ya mencionada crónica, entre otras cosas, escribió: 

Y el torero, el gran torero, brilló esplendoroso con “Girasol”, el cuarto del encierro. No voy a negar que era terciado. Pero más lo fue, hace muchos ayeres, aquel “Dentista” de San Mateo con el que Manuel Jiménez, el sevillano “Chicuelo”, cuajó aquel faenón inmortal que no se olvidará nunca. Porque cuando se hace el toreo tan estupendamente realizado, lo terciado de un toro no va a empequeñecer por contagio, la grandeza de lo bien logrado.

Ya con las banderillas – para que Mauro Liceaga se quede para siempre encerrado en un clóset y no vuelva ni a mencionar lo que es clavar los palos –, el de Barbate había puesto la plaza de cabeza dando una cátedra emotiva de lo que es la verdad en el segundo tercio. Y con el ambiente a su favor, con un público rendido y entregado ante tanta majeza, el de Cádiz brindó a los que le chillaban, para que de una vez enmudecieran. Y si volvieron a abrir la boca ya fue para gritarle: ¡Torero!

¡Y qué clase de torero! Un faenón con las más caras esencias de la escuela rondeña, citando de frente, templando de verdad y no arrastrando telones, con la elegancia de la verticalidad y sin retorcerse como charamusca, ejemplarizando lo que es el bien torear en medio de la locura colectiva de quienes ya habían olvidado, por adorar falsos ídolos, de lo que es un torero de los pies a la cabeza. Citando siempre en la suerte de recibir, el andaluz pinchó tres veces antes de consumar la estocada recibiendo. Y cortó una oreja y dio dos vueltas al ruedo y aún fue a saludar a los medios en una apoteosis de consagración, después de haber realizado – y lo afirmamos desde ahora – la que será, sin duda, la faena cumbre de la temporada...

En su propia crónica deja claro que Eloy Cavazos triunfó en toda la línea, pues le cortó las dos orejas al primero de su lote y el rabo a Ranchero, quinto del festejo, y que Jesús Solórzano se sacó la espina con un toro de regalo después de verse displicente con su lote ordinario.

La pertinencia de una mención

En el cuerpo de la descripción de la actuación de Paquirri ante Girasol, Carlos León afirma con contundencia: Ya con las banderillas – para que Mauro Liceaga se quede para siempre encerrado en un clóset y no vuelva ni a mencionar lo que es clavar los palos –, el de Barbate había puesto la plaza de cabeza… El contexto de esa afirmación resulta ser harto interesante. 

El domingo 28 de noviembre anterior, Paquirri había alternado con Mauro Liceaga y Manolo Martínez en la lidia de toros de José Julián Llaguno. Las crónicas de agencia que pude encontrar, reflejan lo siguiente acerca de un pasaje de esa corrida:

Mauro Liceaga fue ovacionado en verónicas. Banderilleó entre aplausos, destacando su primer par. El toro llegó con poca fuerza a la muleta y Liceaga hizo faena empeñosa. Pinchazo, estocada. Silencio… Al cuarto lo recibió con un cambio a porta gayola comprometido Invitó a banderillear al español Paquirri y tuvo un detalle censurable, pues cuando el toro iba arrancado para el diestro gaditano, Liceaga se movió cortándole el viaje en forma ventajista que puso en situación comprometida a su compañero. Liceaga banderilleó sin lucimiento. Faena valentona ante un toro de muy corta arrancaba al que se empeñó en citar a recibir, resultando enganchado e ingresando en la enfermería con cornada en el tercio superior del muslo derecho. Manolo Martínez terminó con el toro de una estocada… Cuando iba a dar la vuelta al ruedo (tras la lidia del 3º), Liceaga, en un detalle de poco compañerismo, salió andando hacia la puerta de toriles ante el asombro del diestro español, que se conformó con agradecer desde el tercio...

La presencia de Mauro Liceaga, un torero de dinastía, que no lograba levantar cabeza desde que recibió una grave cornada penetrante de vientre en Monterrey en 1964, llegó a esa corrida con una sola consigna, la de fastidiar al torero de Barbate. Así lo cuenta Guillermo H. Cantú en Manolo Martínez. Un demonio de pasión:

Manolo, el torso desnudo, descansando en la cama días antes de la corrida. Forma habitual de despachar y de dirigir a su “corte”, compuesta además de sus ayudantes formales por cinco o seis corifeos asiduos y uno que otro más fino, a los que interpela abruptamente:

- A ver, ¿cómo está esa onda? ¿Recuerdan lo que sabe hacer “Paquirri”?

- Sí matador, es muy buen banderillero – alguien le contesta. Se luce mucho, tiene facultades, es un as del segundo tercio.

- A ver, compadre – se dirige Manolo a su apoderado –, échate para acá a Maurito (Liceaga), que venga inmediatamente…

- Vas a torear la corrida del próximo domingo – le anuncia Manolo, en pleno ejercicio del mando de la fiesta – pero, Maurito – le advierte preciso – a clavar banderillas por derecho. Me picas al andaluz. Invítalo a banderillear contigo.

- Con mucho gusto, Manolo. Hay que ponerlo en orden, ¿verdad?

- De eso se trata – contesta el de la batuta.

El siguiente domingo en la Monumental Plaza México Mauro Liceaga es un portento. Le da todas las ventajas al toro, pone los palos de poder a poder, deja en todo lo alto los pares, yendo por derecho, impecable, insuperable. Esa es su misión. “Paquirri” se descontrola. El último par que intenta, a invitación de Mauro, lo clava dividido: un garapullo en el lomo del morlaco y otro en la arena. El dardo del amedrentamiento psicológico da en el corazón del torero, que entre otras cosas no puede usar las banderillas que acostumbraba llevar por su cuenta. Pero Francisco Rivera es un gran profesional avezado al combate y no es fácil bajarle su nivel. Hace una faena riñonuda y vibrante en su presentación y, creciéndose al reto, mata de una estocada recibiendo. Gran ovación, con el entusiasmo de la gente al máximo. El regiomontano ofrece a su vez una lección completa de arte y maestría y estoque en mano a la altura de los ojos mata recibiendo ¡a sus dos toros! Nunca más se volvería a saber en la México del aguerrido diestro ojiverde, hasta que un toro le cegó la vida en Pozo Blanco... (Págs. 187 – 188)

Como pueden apreciar, la versión sesgada y chauvinista de Cantú pretende presentar esa tarde como una de un gran triunfo de Mauro Liceaga y Manolo Martínez y la retirada de nuestros ruedos de Paquirri, cuando en realidad, Mauro se fue al hule con una cornada, pues mezcló su servilismo con pundonor y se llevó una cornada, en tanto que el de Monterrey, aunque cortó una protestada oreja, terminó su tarde con música… de viento, en medio de una gran bronca.

La realidad de los hechos es que Manolo Martínez no pudo nunca someter a Paquirri a sus designios o imponerse con amplitud a él dentro del ruedo. Desde la tarde del 9 de agosto de 1970, cuando se encontraron por primera vez en Barcelona, hasta la del 19 de abril de 1978 en Sevilla, cuando se vieron en un ruedo por última vez, el gaditano se le fue por delante en casi todas y cada una de las veinticinco tardes en las que alternaron. Y en este caso, Manolo Martínez tenía muy fresca la herida del 28 de febrero de ese 1971, cuando en El Progreso de Guadalajara, Francisco Rivera le cortó cuatro orejas y dos rabos a toros de San Mateo, en festejo que toreó mano a mano con el regiomontano, quien salió apenas con una oreja protestada en las manos.

Quizás por esas cuestiones nos quedamos sin ver con más frecuencia en México a Paquirri, un torero que, con sus particularidades, resulta ser uno de los principales que ha tenido España en la segunda mitad del siglo XX.

Aviso parroquial: Los resaltados en el texto de la crónica de agencia y en el texto de Guillermo H. Cantú, son imputables en exclusiva a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

lunes, 13 de diciembre de 2021

La Feria Guadalupana de 1956 (II/II)

Rafael Rodríguez, 11 de diciembre de 1956
El Toreo de Cuatro Caminos, toro de Matancillas

Anunciada la feria, el viernes 7 de diciembre se abrieron las puertas del Toreo de Cuatro Caminos para dar inicio a ese inusitado serial de festejos consecutivos e ininterrumpidos en los que participaban las principales figuras del toreo de ambos lados del mar. Ante el tirón de taquilla que se anticipaba, el doctor Alfonso Gaona, inmerso en la temporada 1956 – 57 de la Plaza México, inaugurada apenas el domingo 3 anterior, anunció que pospondría la segunda corrida de su serial semanal para no entorpecer la buena obra que se realizaba en Cuatro Caminos, aunque la historia nos enseña que quizás esa posposición era ya un síntoma de una temporada que nació enferma, pues tras del 11º festejo del apartado, la misma terminó abruptamente y la gran plaza se cerró por la friolera de 473 días, asunto del que ya me he ocupado en este sitio en esta ubicación.

La primera corrida

El resultado del primer festejo en el que alternaron Antonio Ordóñez, Joselito Huerta y José Ramón Tirado ante toros de La Punta no fue halagüeño, ni en los tendidos, ni en el ruedo. Escribe Don Dificultades para El Ruedo de Madrid:

A pesar de que dijeron que se habían agotado los boletos de las localidades generales y casi terminado las numeradas. no hubo sino media entrada. La reventa de boletos sufrió un descalabro, ya que los revendedores se quedaron con bloques enteros de billetes para la corrida...

Los toros de La Punta, de extraordinaria presentación, fueron bravos para los caballos, pero se apagaron en el tercio final y los toreros poco pudieron hacer delante de ellos.

La segunda tarde

El sábado 8 de diciembre estuvo marcado por un alto grado de sensibilidad, pues representó la reaparición de Fermín Rivera quien ante Antonio Borrero Chamaco, haría matador de toros a Fernando de los Reyes El Callao, quien, en la Plaza México, había toreado la friolera de 39 novilladas. Aquí se produjo uno de los primeros cambios en lo anunciado originalmente, porque tres de los toros de Jesús Cabrera no fueron aceptados por la autoridad y tuvieron que se reemplazados por otros tantos de San Mateo

De nuevo, José Jiménez Latapí reseña que la reventa sufrió un nuevo revés pues Contaron que se habían agotado los boletos. A pesar de ello hubo grandes claros en ambos tendidos… De este festejo también me he ocupado por estos pagos en esta ubicación.

El tercer día

Quizás se hizo vigente el refrán aquel de que la tercera es la vencida. Sin hacer menos la faena de Fernando de los Reyes de la víspera, sin premios por el defectuoso manejo del acero, en este 9 de diciembre la Feria Guadalupana alcanzó su clímax taurino y en ella Antonio Ordóñez realizó la que quizás sea la mejor faena que llevó a cabo en ruedos mexicanos. La hizo a Cascabel de San Mateo, en tarde que compartió terna con Litri y Joselito Huerta. Fue también la corrida del primer lleno. Cuenta Don Dificultades:

Cortó al bravísimo y harto difícil de templar «Cascabel», de San Mateo, las dos orejas y el rabo. Nosotros creímos, y así lo gritaba mucha gente, que le habían dado todo el toro, como se hacía en los primitivos tiempos de la Fiesta… No cabe mayor armonía, ni mejor ritmo, que es distinto a rima, que la lograda por Antonio Ordóñez, Arte puro y sobrio, toreo vertical y sereno, todo llevado a cabo en un palmo de terreno en un alarde de mando. Toreo puro: naturales, derechazos, de pecho. ayudados altos, tras haber cuajado una serie de verónicas que pusieron a la Plaza al rojo blanco de entusiasmo, y para rematar, la estocada, recibiendo, refrendada por un volapié.

El público de Méjico, que es artista por excelencia, se le entregó a Ordóñez y era de escucharse a toda la Plaza gritándole ¡torero!, y era de verse cómo más de treinta mil pañuelos se agitaban en demanda de los trofeos…

Por su parte, Carlos León, en su tribuna del extinto diario Novedades de la capital mexicana, escribió:

La epopeya de la época… con demasiada frecuencia y ligereza se habla de verónicas de antología o de faenas de lo mismo, hasta haber hecho de ese encomio una trillada frase de cajón. Pero cuando la antología es el tratado que reúne trozos selectos de lo clásico, sólo algo de un puro clasicismo como esa faena rondeña de Antonio Ordóñez puede pasar a la posteridad como una auténtica lección de preceptiva taurina para tantos aprendices de toreros… Afortunadamente, de vez en cuando surgen en la fiesta esas hazañas imperecederas, que son como una escoba que barre con tanta basura que invade los ruedos. Ante ese ejemplar de lo que es, ha sido y será la pureza, la única verdad limpia y clara de la lidia se establece, por ventura, la enorme diferencia que existe entre el bien hacer, el bien torear y todas esas imperfecciones que han desvirtuado pasajeramente el arte de la lidia…

La del día 10

Los toros de Rancho Seco salieron complicados y no dejaron espacio de maniobra a José Ramón Tirado, Chamaco y El Callao. Escribía Carlos León que lo único soportable de este festejo fue que solamente quedaban unas horas para volver a ver a Antonio Ordóñez.

La quinta de la feria, con aperitivo boxístico

Los toros anunciados eran de Matancillas y se enfrentarían a ellos Rafael Rodríguez, Litri y Antonio Ordóñez. Heriberto Lanfranchi consigna en su Historia que tres de los toros sacaron el hierro de La Punta y que la corrida tuvo una inmejorable presentación.

Antes de iniciar el festejo, celebrado a plaza llena, se produjo en los tendidos de la plaza un bochornoso incidente, pues Carlos Arruza, objeto de las invectivas y pullas del cáustico cronista Carlos León, fue a buscarlo a su localidad y lo agredió. En la edición del diario Novedades, en el que publicaba sus crónicas el periodista, apareció al día siguiente del festejo, la siguiente nota, que entre otras cosas decía:

Alevosa agresión de Arruza a nuestro cronista Carlos León. – Nuestro crítico taurino Carlos León fue objeto, ayer, antes de iniciarse la quinta corrida de la Feria Guadalupana, en la Plaza de El Toreo, de una alevosa agresión por parte del ex torero Carlos Arruza, quien de manera premeditada y ventajosa golpeó al periodista que estaba cumpliendo su misión profesional.

El agresor, por lo visto, siente deseos de verse de nuevo en letras de molde y en hechos sucedidos dentro de un coso taurino, en lugar de comprender, puesto que pasó algunos arios como actor y tuvo tiempo de ello, que no hay nada menos ajustado a lo recto, que emplear el pobre argumento de la fuerza…

La agresión de que ha sido víctima nuestro compañero Carlos León, cronista que no ha vivido ni vive del medio conforme gustaría a muchos, es más censurable, más digna de repulsa, por esa misma razón. La pluma de Carlos León, libre siempre, pues no se ha dejado mediatizar por “cañonazos” de calibre alguno, por ello mismo merece el mayor respeto…

En lo que interesa, Antonio Ordóñez volvió a mostrar su calidad y categoría y cortó una oreja a Canciller, sexto del festejo, actuación que para El Ruedo de Madrid, resumió de esta manera Don Dificultades:

La entrada fué casi un lleno… Antonio Ordóñez... En su segundo, que a todo el mundo le parecía complicado, el torero de Ronda lo miró fácil y le cuajó un faenón de los suyos, pleno de imperial elegancia, templando de maravilla y ligando. Todo ello en un palmo de terreno, en medio de los gritos jubilosos de los aficionados, y coronó aquello con una gran estocada. Cortó oreja, y nosotros salimos admirados de cómo cambió Ordóñez al público, que ya estaba hosco, y lo hizo entusiasmarse basta donde más. Antonio se cortó un dedo del pie derecho con el estoque y pasó a la enfermería…

El fin de fiesta, la Corrida Guadalupana

Para el día de la Virgen de Guadalupe se anunció originalmente a Litri, Antonio Ordóñez, Joselito Huerta, José Ramón Tirado, Chamaco y El Callao con los toros de Las Huertas, anunciados en la publicidad como de Luis Javier Barroso, ganadería casi debutante, pues apenas había lidiado su primera corrida el 10 de agosto anterior en Monterrey en un cartel formado por Alfonso Ramírez Calesero, Luis Procuna y Jesús Córdoba, quien les cortó cuatro orejas y un rabo.

Al final, Antonio Ordóñez no compareció a esta que sería su cuarta actuación del ciclo, a consecuencia de la herida que se produjo con el estoque en la víspera y le sustituyó Rafael Rodríguez, que salió como primer espada de la corrida, en la que se disputaba la Rosa Guadalupana. Los toros de Las Huertas fueron complicados y al final de cuentas, lo único brillante fue el prólogo del festejo, según Don Dificultades:

Un lleno total. Desfile de reinas en lujosos Cadillacs. Paseo de cuadrillas llevando a charros ricamente vestidos y a una charrita empuñando el estandarte guadalupano. Ambiente de día grande. Entusiasmo sin límites...

Los números de la feria

Con tres tardes estuvieron: Antonio Ordóñez quien en la tercera cortó el rabo a Cascabel de San Mateo y en la quinta, una oreja a Canciller de Matancillas; Joselito Huerta quien en la tercera se llevó la oreja de Llaverito de San Mateo; José Ramón Tirado; Antonio Borrero Chamaco, con una oreja en la segunda, la de Abejorro de San Mateo, Fernando de los Reyes El Callao, que sin orejas, hizo una gran faena a Gordito de Jesús Cabrera, el segundo de su lote la tarde de su alternativa y Miguel Báez Litri, que se llevó la oreja de Coplero de San Mateo en la memorable tercera tarde del ciclo. Con dos tardes fue Rafael Rodríguez y con una sola, Fermín Rivera que el día de su reaparición le cortó las dos orejas a Los 21 de Jesús Cabrera.

En el renglón ganadero La Punta y San Mateo lidiaron 9 toros cada una, Rancho Seco y Las Huertas 6 y Jesús Cabrera y Matancillas, 3 de cada ganadería. Aclaro que, en el caso de Matancillas, el único que señala que su encierro venía remendado con tres toros con el hierro de La Punta, es don Heriberto Lanfranchi.

La Rosa Guadalupana

Este trofeo estuvo en disputa en la corrida del 12 de diciembre. Las circunstancias en el ruedo impidieron que fuera adjudicado. En alguna forma, el Patronato pensó en concederlo al triunfador numérico del serial, que en el caso sería el rondeño Antonio Ordóñez, pero en el festejo en el cual se celebró el éxito de la feria, ocurrió el siguiente hecho que quien firmó como Pepe Luis, corresponsal de la agencia United Press, en nota aparecida en el diario El Siglo de Torreón el día 24 de diciembre de 1956, se narra así:

MAGNIFICENCIA. – La Comisión Organizadora de la llamada Feria obsequió con un banquete a ganaderos y toreros. En él ocurrió algo inesperado. Antonio Ordóñez pidió, en nombre de los toreros españoles la “Rosa de Oro”. ¿Para quién? Para un Maestro del Toreo que culminó su larga y gloriosa existencia en una magistral faena en las corridas guadalupanas. Para Fermín Rivera. A nadie se le había ocurrido idea tan sencilla y adecuada. Y en el momento final del banquete se entregó al Maestro de San Luis el trofeo más bello que puede obtener un torero mexicano. Realizó Antonio Ordóñez la más maravillosa faena, en la cual no solo puso la sublimidad del arte, sino algo más: el alma…

Así, quedó, creo, justamente adjudicado un trofeo que después cobraría carta de naturalidad en una corrida que sería fija en el calendario taurino mexicano.

Epílogo

Mi amigo Horacio Reiba refiere que a posteriori hubo rebumbio por las cuestiones dinerarias de la feria. Que las cuentas nada más no le cuadraron a Tono Algara. Pero también se demostró la viabilidad de este tipo de ferias y así en Cuatro Caminos se volvió a programar una en noviembre y diciembre de 1964, de 8 corridas con El Cordobés y Paco Camino como ejes del serial; en 1967, dos de ellas, una en julio de 4 festejos, con Manuel Capetillo, Finito y Manolo Martínez en el centro de ella disputándose el Azteca de Oro y otra en noviembre y diciembre, también de 4 corridas, con Capetillo, Joselito Huerta y Manolo Martínez como atractivos principales y la de 1968, de 9 corridas, de las que nada más se dieron 8 – se canceló la del 12 de diciembre por lesión de Manolo Martínez en Quito –, encabezadas por Diego Puerta, Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera y Palomo Linares y también con un Azteca de Oro en disputa. La última corrida de esta feria, el 29 de diciembre, sería la del cierre del Toreo de Cuatro Caminos para la fiesta de los toros hasta el 15 de octubre de 1994.

Al final, sería en el año de 1971, en Aguascalientes, donde el concepto de feria que se presentó en México en diciembre de 1956, terminara por cobrar carta de naturalidad y pregunto: ¿en detrimento de las plazas de temporada?

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