La tercera corrida de la Feria de 1959, en el papel, prometía ser la continuadora de una serie de importantes éxitos que se habían producido en los dos festejos anteriores, nada menos, en la víspera, Rafael Rodríguez había realizado su inmortal trasteo al toro Poeta de San Mateo, mismo que le valdría la colocación de la primera placa en la historia de los muros del coso de la calle de la Democracia y que representaría el culmen de una tarde de esas que pueden ser calificadas de redondas.
La presencia de una indiscutible figura del toreo como Carlos Arruza en el festejo que por esos años cerraba la Feria, indudablemente que representaba un atisbo de garantía de que la estela triunfal seguiría adelante, sobre todo, si se considera que sus alternantes eran dos jóvenes espadas que tenían por divisa el ejercitar una tauromaquia refinada. Los toros serían hidrocálidos, de Peñuelas, una ganadería que en los seriales anteriores había obtenido triunfos resonantes.
Los titulares de la crónica que don Jesús Gómez Medina publicó en el diario El Sol del Centro del día siguiente al festejo, en principio parecen relatar una tarde de esas que no pasarán a la historia, pues rezan: Las corridas de feria, tuvieron ayer un desairado epílogo. Los toros de Peñuelas inferiores a los de las corridas del 24 y 25…, pero al penetrar al texto de su relación, encuentra uno que quizás cabeceó su recuento con cierta desazón porque no se mantuvo el hilo triunfal de los dos días anteriores. De lo escrito por don Jesús, entresaco lo siguiente:
Arruza y Moro lograron cortar apéndices... luego de los dos bravos encierros enviados por los ganaderos de La Punta y San Mateo, la corrida de Peñuelas vino a poner un desairado epílogo a la primera entre las Ferias de México... Ayer, cuando los de Peñuelas, además de mansedumbre, sacaron genio en exceso, realizando un tipo de lidia difícil en extremo, por la forma descompuesta en la que acometían y por los continuos cambios de estilo o de tendencias, tan solo Carlos Arruza, en el segundo de los suyos y Humberto Moro, merced a un riñonudo y meritísimo trasteo consiguieron la anhelada obtención de apéndices... La hazaña de Arruza. Bien había estado Carlos con su primero, un bicho con temperamento, que empujaba mucho para las tablas y que, inclusive, lo achuchó de mala manera cuando trataba de colocarlo en suerte para clavar un rejón... Sin embargo, mejor estuvo Arruza cuando, pie en tierra, con unos cuantos muletazos de tremenda eficacia se adueñó del bicho para propinarle una estocada honda... Con el cuarto, Carlos se superó toreando a caballo: lo mismo en su forma de encelar al bicho, manejando a la jaca con alarde de mando y seguridad, que clavando rejones y banderillas con una y con las dos manos, el Ciclón hízose aplaudir rotundamente... Y para concluir, acometió una hazaña sin precedente hasta la fecha, según nuestro leal saber y entender: la de estoquear desde el caballo. Acero en la diestra, echóse Arruza sobre el morrillo del morlaco y le dejó un estoconazo hasta la bola... Estalló naturalmente una ovación de las gordas. Dos orejas, el rabo del burel y una vuelta al ruedo en triunfo: tal fue el premio a la proeza del Ciclón. El triunfo de Moro. Triunfó, sí, el de Linares en la faena a su primero. Y triunfó, por sobre el toro y a pesar del toro, lo que reviste su éxito de un relieve muy especial, pues el bicho, mansurrón y con genio rehusaba además la embestida... exponiendo y toreando de verdad, logró Moro pasarlo por derechazos de excelente factura, tirando del manso en forma superior. Vinieron más tarde adornos, mostrándose siempre valeroso y con afán de palmas y por último la estocada que hizo doblar... Oreja y vuelta al ruedo entre el cerrado aplauso de los aficionados...
Una vez leído lo que nos cuenta el cronista, podemos ver que la tarde, en el renglón ganadero quizás no transcurrió como las de la víspera y la antevíspera, pero al final, el tesón de los alternantes y el poder que ejercieron sobre los toros, lograron superar las complicaciones del ganado.
El festejo de hoy: Ganado de Los Encinos para Eulalio López Zotoluco, Alejandro Talavante - que sustituye a El Juli - y Juan Pablo Sánchez.