viernes, 24 de julio de 2009

Gaona y Armillita. Seis toros en Madrid

Matar seis toros

Anunciarse para matar seis toros en una jornada se ha considerado siempre una gesta. Y es de difícil realización, porque el torero que se decide a enfrentar él solo un encierro, debe tener algo que decir, debe estar en aptitud de decirlo y además tener los medios para comunicarse. Es decir, al menos en teoría, este tipo de corridas son para los toreros llamados largos, de gran repertorio y recursos, que puedan dar variedad a seis lidias distintas y puedan resolver los problemas que les presenten los toros que vayan saliendo al ruedo.

En estos días aún sigue de moda hablar de este tipo de actuaciones, dada la que tuvo en este sentido José Tomás el pasado día 5 en Barcelona y en la cual, como eje de una parte importante de las discusiones que se generan en este ambiente, ha conseguido dividir las opiniones en torno suyo y de su actuación en ese festejo, que pese al ambiente triunfal en el que se envolvió, se mantiene un estado de cuestionamiento de la mayoría en cuanto al resultado final que tuvo. No vi la corrida y los vídeos que están a disposición, no me dejan mucho espacio para formarme una opinión publicable.

Yo he sido testigo aquí en México de varias corridas de esa naturaleza y la verdad es que, aún con la aureola de figura que un torero pueda llevar, si no tiene los recursos y la variedad para convencer al personal, al final del festejo el balance le puede salir con números rojos. En esas corridas, he visto a grandes figuras salir con su crédito a la baja y alguno hubo – Manolo Martínez – que repitió el hecho varias veces, aún cuando no le salían redondas las cuentas. El valor de esto no consiste solamente en salirle a seis toros en una misma tarde, sino que implica necesariamente también, el hacerlo con algo más que decoro.

Dos toreros mexicanos, Rodolfo Gaona en 1912 y Fermín Espinosa Armillita en 1932 enfrentaron solos una corrida en Madrid. En estos casos, tengo la impresión, por lo leído, de que intentaron acreditar ante la afición madrileña su posibilidad ante prácticamente cualquier clase de toro y por otra parte, buscaban también el mantener una posición como figuras principales de su tiempo, razón por la cual, teniendo poco que ganar y mucho para perder, aceptaron el reto que significó comparecer en esas condiciones ante la afición de la principal plaza del mundo.

14 de julio de 1912, Rodolfo Gaona con toros de Trespalacios y Benjumea

En una corrida que de acuerdo con las crónicas, prácticamente se improvisó para poder cumplir con el primer abono de esa temporada – al parecer hay cosas que no cambian – el Califa de León enfrentó en solitario cinco toros de Trespalacios y uno de Benjumea. Las dos vacadas eran de origen vazqueño. La primera, por estar formada con vacas de Veragua y un semental de Murube desde el año de 1883 y la otra, por adquisición que hiciera directamente don José María Benjumea a la Testamentaría de Vicente José Vázquez en 1832.

Monterito, Saltador, Garabito (este de Benjumea), Granizo, Azafranero y Churrero fueron saltando al ruedo en una tarde ventosa, que impedía realmente el lucimiento de los toreros y sí a esto sumamos el hecho de que los seis toros, de acuerdo con X.X. en su crónica publicada en El Imparcial del día siguiente, eran en realidad una parada de cabestros, el resultado para el discípulo de Ojitos no fue halagüeño en lo absoluto, pues el de Benjumea se le fue vivo tras los tres avisos y el sexto le dejó una paliza, que obligó a que por orden de la presidencia del festejo, lo terminara el sobresaliente Carlos Lombardini.

Al final de cuentas, las crónicas reparan en lo imposible del clima y las dificultades de los toros y coinciden esencialmente en el hecho de que esa corrida no le quitó, pero tampoco le hubiera dado al gran Rodolfo. Cito primero la opinión del nombrado X.X. en El Imparcial sobre el particular:

…No debe maldecir Gaona la hora que tuvo la inspiración de matar los seis toros. Los elementos que el azar ha juntado contra él son más que suficientes para que siempre, sobre el éxito poco feliz que ha logrado en su empresa, subsista el mérito de su brioso impulso y quede el prestigio de la buena fama de ese gran torero cuya defensa irrebatible se hace con decir que esta tarde, entre un ciclón y una parada de cabestros —que eran cinco de los seis bichos lidiados— ni una vez siquiera «pudo» tirar a gusto el capotillo de sus inimitables filigranas…


Y enseguida con lo que Don Modesto remató su crónica en El Liberal, también del 15 de julio de 1912:

...A mi juicio, carece de importancia para la historia de este torero el mal paso que dio ayer tarde. Hoy no es más ni menos que era ayer antes de empezar la corrida.

Si hubiese visto sus esfuerzos coronados por la victoria, sería lo mismo...

...Y no pretenda Gaona imitar al coronel del cuento, Que esperaba destruir con un segundo cañonazo lo que no había conseguido alcanzar con el primero.

Hay que aproximar más la batería para meter el objeto en el radio de acción.

Todo lo que no sea esto, será gastar pólvora en salvas, con el peligro de quedarse sordo al ruido de los estampidos.

¡Una y no más, Santo Tomás!


Como se ve, las circunstancias permitieron observar que El Petronio tenía nada que ganar y mucho que perder, pero también, la crítica entendió y dio a conocer las condiciones adversas en la que el festejo se desenvolvió, se consideró que solventó la papeleta con dignidad, que es el último e indeseado recurso de aquél que se pone en una aventura de este calibre.

Hace unos días se cumplieron 97 años de su gesta, recuerdo esta hazaña, que al paso del tiempo resulta ser una de las bases importantes sobre la que se construyó la historia y la leyenda del Indio Grande, Rodolfo Gaona.



24 de julio de 1932, Armillita con seis de Marcial Lalanda

Las condiciones de Armillita en España en esos días eran similares a las de Gaona en 1912. Estaba en su cuarto año de alternativa y tras de una serie de destacadas actuaciones – apenas un mes y medio antes había realizado su gran faena a Centello de AleasDominguín, su apoderado siente la necesidad de demostrar que su torero está para mayores empresas, sobre todo, cuando se empieza a notar que a pesar de la gran tarde madrileña, los contratos no llegan. El torero, pleno de facultades y de confianza en sí mismo, acepta el reto que ello implica.

El encierro elegido para la ocasión, fue uno de la ganadería de Marcial Lalanda, torero en activo y que con esa corrida tomaba antigüedad en Madrid. La vacada del más grande - según su pasodoble - era la que en su día fue de Antonio Flores Tassara y que éste adquiriera de Patricio Medina Garvey, formada inicialmente por el canónigo Hidalgo Barquero principalmente a través del cruce de reses de Vistahermosa (Giráldez) y de la testamentaría de Vicente José Vázquez y que después pasó por manos como las de Adolfo Gutiérrez Agüera y Carlos Otaolarruchi.

Aunque en ese mismo 1932 agrega toros padres del Conde de la Corte y después, en 1935, Marcial Lalanda varió la base genética de su ganadería, al adquirir de los hermanos Martín Alonso la ganadería que en su día fuera de Florentino Sotomayor encastada en Parladé y Miura, los toros que mató Armillita esta tarde necesariamente fueron del primer encaste mencionado, famoso por su suavidad, pero también por su escasa fuerza.

Entonces, aquí el reto fue doble de nueva cuenta, enfrentar toros que tuvieron su buen día, pero que en esa fecha eran una real interrogante, ya que no fueron criados por el ganadero que los presentaba en la ocasión y que por lo mismo, no representaban garantía alguna ni para el torero que los iba a enfrentar, ni para el criador que los iba presentando.

Las relaciones aquí me resultan contradictorias. Varias hablan de un encierro bien comido, con buen trapío y sin decirlo, bajito de casta, pues unos toros gazapearon – dicen – y otros se quedaron. La contradicción reside en que por otra parte, se señala que Armillita se vio apático, toreando con la muleta …por medios pases, machetazos y ayudados, distanciado y movidísimo…, lo que me sugiere que el encierro fue de esos para lidiar y matar, sin posibilidad de lucimiento en ello, tal y como lo describe el cronista del diario La Época, de Madrid, del 25 de julio de 1932:

...Armillita Chico despachó ayer en la plaza de Madrid seis toros de Marcial Lalanda. Esto basta para dar una idea de lo que fue la corrida. El diestro mejicano se limitó a matarlos, lo que hizo con brevedad, que es lo único que se le puede elogiar. Con la muleta, únicamente en el quinto dio unos pocos pases buenos; lo demás, todo fue machetazos y medios pases con movimiento y desde lejos. Empleó para matar dos pinchazos y media estocada; una entera; media atravesada; dos pinchazos y media con travesía; un metisaca y un pinchazo y un bajonazo.

Los toros fueron grandes, pero faltos de bravura, llegando al final acabados...


La versión de don Gregorio Corrochano en el ABC del 26 de julio, resulta más extensa e ilustrativa y de ella extraigo lo siguiente:

...Los toros cumplieron, con esa desigualdad corriente en las ganaderías. El primero tuvo poca casta. El segundo cumplió bien, y como tenía mucha querencia hacia adentro, a muchos les pareció bravísimo, y hasta quisieron darle la vuelta al ruedo. Fue una falsa visión de los que no ven ¡as querencias. El tercero fue alegre en varas, apagándose en las dos últimas, que después de tomarlas se quedaba indiferente, abandonando el caballo, pero sin irse. El cuarto, manso. Los más completos, los mejores, el quinto y sexto, porque, si éste no salió bien, se creció... Sólo se vio que no eran, toros de esos difíciles y peligrosos, como tampoco lucidos, de los que se torean solos... Los toros, un poco aplomados, necesitaban un toreo de acometividad, un torero de genio que pelease con ellos... No era el toro suave, a propósito para el estilismo. Había que obligarles, que pisarles un terreno que no le pisaron, y, naturalmente, no embistieron bien. Había que aguantarlos con la muleta, y no les aguantaron. En resumen, que había que lidiarles y no los lidiaron...

…En esta corrida los toros dudaron mucho y Armillita dudó más, y anduvo como borrado, casi invisible, toda la tarde. Y yo lo sentí mucho. Hubiera deseado una tarde decidida, que fuese una lección a los toreros españoles que no quisieron la corrida de Marcial, incluyendo el propio ganadero. Porque ¿para cuándo se deja la ocasión de ser torero? Al ver don Marcial que no querían sus toros, debió decirle a Marcial: toréalos tú.

Es una pena que por líos de censura y cuestiones de corte político El Imparcial y El Liberal estuvieran fuera de circulación por esas fechas, pues de haberlo estado, nos hubieran dado una visión algo más extensa del asunto. Lo que sí se percibe, es un benevolente trato a Marcial como ganadero, cuando de la relación más extensa de Corrochano, se observa que el encierro fue en definitiva, manso, aunque diríamos en la jerigonza que en esto se usa hoy, sin peligro aparente, lo que le permitió tratar de culpar al espada de no haberse empleado para salvar la tarde, en beneficio de su amigo Marcial, que en realidad, insisto, no fue el que crió los toros que se lidiaron – compró la ganadería un año antes –, motivo por el cual, no tenía mucho de qué avergonzarse.

Total, que el esfuerzo de Fermín el Sabio parece ser que fue subvalorado en beneficio del torero – ganadero que se presentaba en la capital española y que curiosamente, decidió no enfrentar él mismo sus toros, esperando quizás el fracaso del saltillense ante ellos, porque unos años después, sería Lalanda uno de los que encabezarían lo que Belmonte llamó el boicot del miedo, que con El Maestro a la cabeza, terminó con la deportación de todos los toreros mexicanos de España, pero en este caso y para las temporadas siguientes, Armillita fue de los que encabezaron el escalafón de su categoría, demostrando no haber perdido terreno en esta oportunidad.

Aunque en esta víspera de Santiago sea únicamente el aniversario – 77º – de esta corrida en solitario de Armillita, creo que vale recordar al tiempo, a los únicos dos toreros mexicanos que han cumplido esta real hazaña en la Plaza de Madrid.

martes, 21 de julio de 2009

21 de julio de 1929: Se lidian toros mexicanos por primera vez en España

Corresponde a la ganadería de Piedras Negras el honor de ser la primera vacada mexicana en cruzar el Atlántico con sus toros y presentar en una plaza española los productos del esfuerzo hecho en el campo bravo de Tlaxcala a partir primero, de una variopinta base genética y ya en la fecha de la presentación, con un par de décadas de trabajo con ganados del Marqués del Saltillo. Pero del origen de Piedras Negras he hablado en otra parte de este mismo espacio, por lo que en todo caso, les invito a que se dirijan allí, para cualquier precisión sobre ese particular.

El ganadero de Piedras Negras en la fecha era don Wiliulfo González, quien prácticamente acababa de obtener la titularidad de esta vacada fundacional, pues su tío Lubín había fallecido apenas en noviembre del año anterior. Así pues, los toros que fueron a España, con mayor precisión a San Sebastián, para ser lidiados en su histórico ruedo de El Chofre.

El diario madrileño El Siglo Futuro, del día 13 de junio de 1929 publica lo siguiente:

LAS CORRIDAS DE SAN SEBASTIÁN

Se ha ultimado la combinación de las corridas de San Sebastián. El señor Pagés ha facilitado la siguiente lista:

21 de julio. Corrida hispanoamericana; cuatro toros de Piedras Negras y cuatro de Clairac para Marcial Lalanda, Gitanillo de Triana, Manolo Bienvenida y Heriberto García.

11 de agosto. Ocho de Graciliano Pérez Tabernero para Chicuelo, Valencia II, Félix Rodríguez y Barrera.

15 de agosto. Ocho de los herederos del duque de Tovar para Márquez, Félix Rodríguez, Niño de la Palma y Barrera.

Día 18. Seis de Concha y Sierra para Manolo Bienvenida y dos diestros no designados.

Día 25. Concurso de ganaderías para Márquez y dos diestros no designados
.


Como podemos ver, no se lidió un encierro completo, lo que me sugiere – a falta de referencias directas sobre el tema - que los toros enviados por Wiliulfo González no soportaron el viaje por barco y los que salieron a la plaza, no tuvieron tampoco el tiempo necesario para reponerse de éste, dadas las crónicas que relatan el juego que dieron, porque de lo que no me cabe duda, es que el ganadero envió a España lo mejor de sus dehesas.

El cartel hispanoamericano anunciado se complementó con dos incentivos más, que la corrida se ofreció en beneficio de la Asociación de la Prensa Donostiarra y que al final del festejo, el novillero estadounidense Sidney Franklin mató un novillo de Flores.

La primera relación concreta que conocí sobre este asunto es la que deriva de la conversación entre la señora Susana González y González - hija de don Wiliulfo - y la bibliófila Gabriela García Padilla, recabada en el libro Piedras Negras. Bravura con abolengo. En la página 53 de la obra se dice lo siguiente:

El 21 de julio de 1929 se lidiaron por primera vez toros mexicanos en un ruedo español; fue en San Sebastián donde cuatro Piedras Negras y cuatro de Clairac fueron estoqueados por Marcial Lalanda, Cagancho, Manolo Mejías Bienvenida y Heriberto García. Los astados de Piedras Negras "se comportaron bien y fueron de excelente presentación", según el conocido comentarista español Tomás Orts, en su anuario Toros y Toreros de 1929.


Más adelante, en un apéndice escrito en el mismo libro por Luis Ramón Carazo (página 107), se habla de que los toros destacaron por su acometividad y trapío sin citar fuente alguna.

Como podemos ver, en principio, la versión de Uno al Sesgo deja pensar que los primeros toros mexicanos que se lidiaron en España pusieron en alto el listón ganadero de este País, pero al revisar la prensa que relató el festejo en el que participaron los toros de Piedras, me encontré con otra realidad.

Aunque con contradicciones de grado, las crónicas reflejan que el resultado del festejo no fue, para el ganadero mexicano, lo que hubiera apetecido. Sus toros no funcionaron como se dice en el lenguaje de uso corriente hoy en día y los de Clairac que completaron la función al parecer, si cumplieron. En lo que coinciden las relaciones, es que los toreros – Marcial Lalanda, Cagancho, Manolo Bienvenida y Heriberto García – se vieron, desganados unos y embarullados otros, cumpliendo apenas.

La reseña contenida en el diario El Siglo Futuro de Madrid, del 23 de julio, es del tenor siguiente:

…Con gran entusiasmo se celebró la corrida a beneficio de la Asociación de la Prensa. La plaza, adornada con tapices de la Real fábrica, ofrecía magnífico aspecto. Ocuparon la presidencia señoritas de la aristocracia y de la colonia americana, asesoradas por el duque de Hornachuelos.

Entre los concurrentes se encontraban el ministro de Economía, el doctor Asuero, comandante Franco y representaciones numerosas de las colonias americanas.

Los toros mejicanos, de Piedras Negras, mansos y burriciegos; los de Clairac, cumplieron, dejándose torear bien…


Por su parte, el diario ABC, en su edición madrileña de la misma fecha refiere lo siguiente:

…Se celebró ayer la anunciada corrida hispanoamericana a beneficio de la Asociación de la Prensa, de San Sebastián.

La plaza, profusamente adornada con banderas de las Repúblicas americanas y de España y numerosos y elegantes tapices de la Real fábrica.

Entrada, casi un lleno.

Presidieron diez bellas y aristocráticas señoritas, asesoradas por el duque de Hornachuelos.

Se lidiaron, cuatro toros mejicanos de Piedras Negras, que, en general, resultaron sosos, y después otros cuatro de Clairac, bravos y muy finos, por los diestros Marcial Lalanda, Cagancho, Heriberto García y Manolo Bienvenida, y, finalmente, uno de Flores por Sidney Franklin...

Como podemos ver, en tanto que la versión de El Siglo Futuro habla de toros mansos y burriciegos, el ABC solo se refiere a la sosería de los piedrenegrinos, aunque en la comparación con los de Clairac el primero de los diarios solamente los tiene por cumplidores en tanto que el ABC los llama finos y bravos, lo que me sugiere que los de Piedras no se habían recuperado del viaje por barco a la fecha de su lidia y en general, estas dos versiones, en nada coinciden con la que publicó al final del año Uno al Sesgo y la que sin mencionar fuente, cita Luis Ramón Carazo.

Con disgusto, porque quisiera recordar una tarde de triunfo de los toros mexicanos en España, pero también en honor a lo que parece ser la verdad, transcribo lo que me parece esencial de la descripción de los toros y su comportamiento en la crónica del festejo publicada por quien firma como Juanito Sincero, en el diario El País Vasco, de San Sebastián, el día 23 de julio de 1929, misma en la que lapidariamente dice lo siguiente:



No teníamos esperanzas de que los toros de Piedras Negras, traídos de Méjico para la corrida de anteayer fuesen buenos. No creemos en los toros de Méjico, como apenas hemos podido creer en los toreros mejicanos, salvo un caso. Además, ¿traer toros de Méjico a la tierra de los toros bravos, a la tierra de dónde los llevan a Méjico?...

…Nadie, entre los siquiera medianos entusiastas de la fiesta taurina, ignora que a estos toros les llaman los toreros “toros de esparto”, es decir, ordinarios, sin codicia, blandos, carentes de temperamento de fiera brava para la lidia… Y, por añadidura, dos de ellos resultaron casi ciegos...

…El público no tuvo tragaderas como para tolerar – ¡este buen público donostiarra que jamás protesta a los toros! – que de los cuatro bichos, tres resultaran blandos y sobre todo, mansos. Y a los tres los silbó furiosamente al ser arrastrados.


Digo que cito esto con pena, porque no obstante todo el esfuerzo que desde 1874 realizaban los señores González de Tlaxcala -y don Wiliulfo especialmente en ese momento- en la crianza del toro de lidia y particularmente en los 20 años anteriores con la base genética de Saltillo, los esfuerzos no se vieron coronados, ni con la posibilidad de lidiar un encierro completo, ni con la fortuna de que los toros jugados, dieran lustre a la divisa que en México, es legendaria por los grandes triunfos que ha permitido tanto a sus criadores, como a los toreros que se han puesto delante de sus toros.

Casi 60 años después, en Madrid, sucedería algo similar, con la presentación de la otra ganadería prócer en México, San Mateo, que tampoco pudo lidiar completo su encierro en la tarde de la confirmación madrileña de la alternativa de David Silveti y tampoco pudo tener una tarde de grandes triunfos en la principal plaza del mundo, aunque meses antes su divisa luciera principalmente por la movilidad de los toros en Huelva.

Así es la historia, aunque no nos guste su sentido, pero el hecho que la hace y la hace interesante, es que hoy se cumplen 80 años de que por primera vez, se lidiaron toros mexicanos en España.

miércoles, 15 de julio de 2009

15 de julio de 1908: Se inaugura la Plaza de Toros de Vista Alegre en Carabanchel

Hoy hace ciento un años que se abrió al público la Plaza de Toros de Vista Alegre, un sitio en el que se escribieron muchas historias interesantes de esta fiesta y que en los tiempos más recientes, resultó ser el lugar del que varios toreros, aprovechando los certámenes de oportunidad allí organizados, salieron del anonimato para convertirse en figuras del toreo. Quizás los más conspicuos de ese pasado reciente lo sean Palomo Linares, Ángel Teruel y Curro Vázquez.

Las cuestiones previas a la inauguración no estuvieron exentas de vicisitudes, según parece resultar de la crónica de Corinto y Oro publicada en El Globo y que abre con la siguiente reflexión:

Y como en este mundo, «pícaro y sinvergonzón» todo tiene su arreglo «menos la muerte», AL FIN tras de tantos cabildeos, desazones, dolores de cabeza, esperanzas, amarguras, conferencias, órdenes gubernativas, reconocimientos periciales, sonrisas hipócritas, recaditos al oído y otras zarandajas y bagatelas por el estilo, la inauguración del «calvariento» circo taurino de Carabanchel, tuvo en la tarde de ayer solemne y cumplido efecto. ¡Y nada menos que con la «Corrida de la Prensa»!...


Esa versión es confirmada por la crónica de Paco Media Luna, en El Toreo que reseña:

…La plaza de Vista Alegre, ó de Larga Espera, ó de las Vicisitudes, que de todos estos modos pudiera llamarse, abrió ayer sus puertas para celebrar la corrida á beneficio de la Asociación de la Prensa, con seis toros de la Marquesa Viuda de los Castellones, que habían de ser lidiados por Bombita, Machaquito y Gaona…


Estas dos versiones del festejo de apertura, quedan confirmados por una información previa, publicada también en el diario El Globo, el 27 de junio de ese año, en el que se dice lo siguiente:

NUEVO CIRCO TAURINO. Anoche, á última hora, nos fue comunicada la noticia de haberse concedido a D. Francisco Romero permiso para inaugurar la nueva plaza de toros de Vista Alegre, de Carabanchel.

Hoy, pues, se fijarán seguramente los carteles anunciando la corrida inaugural que se verificará mañana, lidiándose seis toros de Castellones, que estoquearan Minuto, Conejito y otro que se dice será Gallito, pero sin asegurarlo por completo.


Por lo que se ve, la nueva Plaza de Toros, que sustituía a una que anteriormente funcionó en Carabanchel, pasó por múltiples trabas antes de poder abrir sus puertas al público. De la crónica de Corinto y Oro, se puede inferir que Indalecio Mosquera no tenía mucho interés en que empezara a funcionar.

Así pues, el festejo de apertura se ofreció tal como estaba anunciado, con los toros de la Marquesa Viuda de los Castellones, para Ricardo Torres Bombita, Rafael González Machaquito y el en ese entonces recién alternativado, Rodolfo Gaona. Desde la fecha se manejó información en el sentido o de que era la alternativa del Califa de León o de que era la confirmación de aquella. Ninguno de los dos casos es correcto, pues Gaona había recibido el grado de matador de toros el 31 de mayo de ese año en Tetúan de las Victorias, de manos de Manuel Lara Jerezano y había ya confirmado en la Plaza de Toros de Madrid – que dicho sea de paso, era el único sitio en España en el que se podía hacer eso – el 7 de junio anterior, de manos de Saleri II y llevando a Mazzantinito de testigo, con toros de González Nandín.

La confusión deviene del hecho de que Bombita le cedió el primer toro de la tarde a Gaona. Paco Media Luna explica en El Toreo del día siguiente de la corrida la cesión de la siguiente manera, aunque sin dejar de incurrir en la errata de la confirmación:

…Bombita, que lucía precioso terno violeta y oro, confirmó la alternativa a Gaona ¡échese usted alternativas!, y el muchacho, que lucía terno morado y oro, empezó á torear tan parado y tan quieto, como sabe hacerlo, dando algunos pases de lujo, y después de tres cambiados, dos de pecho, uno alto y tres naturales, entró á matar sobre corto y recto, soltando una estocada entera, algo ladeada, que tumbó al toro.

Palmas. Tiempo, cuatro minutos.

Esto de ceder el primer toro, á la antigua usanza, cuando se torea con un torero nuevo por primera vez, nos parece bien y nada tendríamos que argüir si los mismos toreros no hubieran abolido la costumbre…


Para la estadística, ese toro se llamó Sentimiento, que fue negro mulato bragado según el cronista de El Imparcial; según N.N. de El País fue negro mulato, sin las bragas; para Corinto y Oro de El Globo era negro albardado; negro para B en La Correspondencia y castaño oscuro bragado según Paco Media Luna en El Toreo. Todas las crónicas le califican de buen mozo.



En cuanto al inmueble, quienes lo conocieron, afirman que tenía sabor y eso es importante para una Plaza de Toros. De la inauguración, Maximiliano Clavo Corinto y Oro, en el diario El Globo, de Madrid, describe lo siguiente:

…Empezaré por decir que la plaza (que hasta ahora no había visto) es en cuanto al conjunto, un bonito edificio; que la distribución de localidades es perfectísima y sus condiciones para la lidia inmejorables; sigamos manifestando que el tiempo es de verdadero día do toros, predominando la fuerza irresistible de Febo; que la entrada, en consonancia con el cartel y la categoría de la corrida, es completa; y terminemos haciendo constar que las cuadrillas inauguradoras, precedidas de cuatro alguacilillos, son saludadas con aplauso al hacer el paseo…


Originalmente tuvo 8 mil localidades y en la década de los veinte se le agregó otro millar. Durante la Guerra Civil Española sufrió daños que motivaron su reparación entre 1944 y 1947, siendo adquirida por la familia González Lucas (Dominguín) a finales de la década de los cuarenta, manteniéndola en su dominio hasta cerca de 1980.

En 1995 fue demolida, para dar lugar a la edificación de un centro polivalente, cubierto, en el que no están excluidos los espectáculos taurinos, pero en el que son minoritarios, denominado Palacio Vistalegre, con una capacidad cercana al doble de la original Chata, pues es de 15,000 espectadores y que en lo taurino fue inaugurado en abril del año 2000.



Así pues, ha sido un torero mexicano, Rodolfo Gaona, el que mató el primer toro en ese redondel, hoy sustituido por otro escenario, pero que conserva, en buena medida, la esencia y el recuerdo de lo que para la fiesta ha representado la tradicional Chata de Carabanchel.


Para ampliar detalles, recomiendo visitar El Rincón de Ordóñez, en el que Juanpasmo tiene una interesante reseña histórica de este hoy escenario multiusos.

domingo, 12 de julio de 2009

12 de julio de 1914: Muere Miguel Freg en la Plaza de Madrid

Dados los sucesos del pasado viernes en Pamplona, supongo que el sentido de algunas apreciaciones que expresaré aquí tendrán que cambiar y es qué con frecuencia – no mucha por fortuna – suceden hechos que nos recuerdan que existe otra muerte en el ruedo, esa que no esperamos, que no consideramos, que no queremos que esté allí, pero que es parte del juego de luces y sombras que es la fiesta de los toros.

Hoy como ayer, nihil novum sub sole

Quienes además de no ser partidarios de la fiesta, eran en ese día abiertamente opositores a ella, encontraron una ocasión – como la tienen hoy – para expresarse y tratar de denostarla. Así, veríamos en El País (13-Jul.-1912) en su primera plana, una columna sin firma – imputable en consecuencia a su entonces director Roberto Castrovido – titulada Los Toros Decaen, en la que se califica a los toreros como zafios, ignorantes, brutales y como seres que ordinariamente carecen de valor estético, moral o intelectual. Páginas adentro, junto a la crónica del festejo, publican una nota proveniente de Barcelona, en donde un señor Lerroux, con el apoyo de la sociedad protectora de animales intenta organizar, dentro del Partido Radical, la presentación de una petición al Consistorio, para obtener en la Ciudad Condal, la abolición de las corridas de toros.

Por otra parte en El Siglo Futuro, diario declaradamente conservador, publica contra la toreromanía, esto en alusión a la muerte de un aficionado de nombre Antonio Herencia, en el tendido de la Plaza de la Carretera de Aragón la mañana de ese mismo día, cuando un estoque saltó al fallar Regaterín un intento de descabello durante una becerrada a beneficio del gremio de zapateros.

Hoy seguramente, por la muerte de Daniel Jimeno Romero durante el encierro de Pamplona el pasado viernes, se volverán a alzar voces en contra de las distintas tauromaquias que se ejercitan en este planeta nuestro. Ya vemos que no es novedad, ni que sucedan tragedias, ni que esta fiesta sea objeto de ataques, casi siempre injustificados, de gente sin quehacer. Afortunadamente, su grandeza le ha permitido subsistir y si se ha de acabar, seguramente será por causa de quienes tienen, como dijera Ortega – no el de Bórox, sino el otro – sus entresijos en las manos y eso, creo que también la experiencia nos lo está enseñando.

Al toro…

Miguel Freg Castro fue el tercero de cuatro toreros de su familia. Luis El Rey del Acero o Don Valor, matador de toros; Alfredo, subalterno y fundador de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, asociación sindical de la que orgullosamente portó el carnet número uno y Salvador, matador de toros también. En el año de 1914 generó su efímera fama y entró a la inmortalidad por la angosta puerta del sepulcro, pues fue prácticamente en el decurso de cuatro festejos en ese calendario, donde su suerte quedó echada.

El Toreo de la Capital de México le vio salir en hombros de una entusiasmada multitud la mañana del 15 de febrero de ese año, después de torear a la verónica como lo hacía Juan Belmonte en tarde que actuó con Llaverito, Chanito y Samuel Solís para lidiar novillos de San Nicolás Peralta. Eso le motivó a acompañar a su hermanos Luis y Alfredo que harían campaña en España, para tratar de conseguir la alternativa en ruedos peninsulares.

De esa manera actúa el 12 de abril en Bilbao y el 14 de junio en la Barceloneta, para presentarse en Madrid el 5 de julio – Jueves de Corpus –, en un cartel integrado con toros de Graciliano y Argimiro Pérez Tabernero y llevando como alternantes a Saleri II y Valencia. Esa tarde lidió a los toros Moñudo número 9, negro bragado y cornipaso y a Floro, número 35, ensabanado y mogón del izquierdo. La novillada fue muy difícil y solamente permitió a los alternantes exhibir su valor.

La actuación de Miguel Freg fue lo suficientemente convincente para que se le programara para el jueves siguiente. Los novillos serían de don Juan Contreras, de Badajoz y sus alternantes, Francisco Sánchez Hipólito y el propio Valencia.

El primer toro de su lote fue Saltador, negro, terciado según la mayoría de las crónicas, aunque contradictoriamente en el diario madrileño El País se afirma que era un toro que se había quedado de la temporada anterior, por chico y que se usó para completar la novillada debido a que uno de los ejemplares que envió el ganadero, no fue aprobado por ser cornicorto. Este fue el último toro que lidió en su vida Miguel Freg.

La espeluznante y mortal cornada

José de la Loma, Don Modesto, lo contó en El Liberal del día siguiente al de la trunca novillada, de la siguiente manera:

… ¿Impericia? ¿Ignorancia? ¿Torpeza? ¿Exceso de pundonor?

De todo hubo un poco y la cansa primordial de la catástrofe la mala, la pésima lidia que se dio al toro autor de ella…

…El bicho tomó cuatro ó cinco puyazos, en el último un picador, de cuyo nombre no quiero acordarme, le rajó ignominiosamente en un costillar. No lo censuro. En estas novilladas montan a caballo aspirantes a picadores, ayunos en absoluto de las reglas más precisas para el caso. Harto hacen con salir incólumes del compromiso. Cuando se les arranca la fiera tiran el palo y éste cae donde cae. La cuestión es evitar que el batacazo sea muy gordo. ¡Pobrecillos! Son dignos de lástima.

El novillo, con el rajón, se dolió excesivamente y se puso a la defensiva, creyendo que todo bulto que se le acercaba iba a producirle otro mayor daño. Y abrigado en las tablas, escarbando, incierto y avivadillo, le encontró Miguel Freg cuando cambió el segundo tercio.

El valiente muchacho quiso El valiente muchacho quiso hacerse con el bruto y le llegó hasta la misma cara, llevando el engaño en la izquierda. Una brusca acometida, buscando el toro mejor abrigo, hizo comprender al mejicano que la cosa se ponía fea, o mejor dicho, que ya se había puesto muy fea.

Con la derecha el bicho no se arrancaba, retrocedía escarbando, muy dolido del rajón del piquero.

Con la izquierda, acometía atropellando, huyendo. No era posible, no poseyendo grandísimos recursos, el apoderarse del animal. En todos los pases por la izquierda – por el otro lado no acudía el novillo –, vióse apuradillo el espada. Se desconfió. Y el caso no era para menos.

¿Cómo herir a un bicho de estas condiciones?

Para otro espada, curtido en estos lances de grave compromiso, la solución sino fácil, hubiera sido factible. Un sartenazo al revuelo de un capote o a paso de banderillas «tirando la espada».

A maestros de muchas campanillas, a Pastor y a Joselito, hemos aplaudido estocadas estocadas de recurso. Y para estos casos se inventaron.

Freg entró a matar a querencia del bicho ello. Arrancó. El toro se le metió por debajo. Le atropello. Y le prendió del cuello, volteándole. Y arrojándole en la arena, salió de estampía. Como el criminal que, al huir, hiere con la navaja al que le corta el paso.

El infeliz Freg se puso en pie. Quiso recoger la muleta. Pero no pudo. So llevó las dos manos al cuello, y la sangre saltando con violencia por entre los dedos, le resbalaba por la pechera de la camisa…

…El pitón le degolló. Ahí tienen ustedes el parte facultativo. Yo no lo entiendo; pero me parece que dice que a poquito más que hubiera cabeceado el bruto, hubiese quedado sin cabeza el cuerpo del desventurado novillero.





Las relaciones de los demás medios escritos coinciden en las condiciones y circunstancias del hecho y coinciden también en que la cornada se debió a la poca experiencia de Miguel Freg. Felipe Sassone, en La Lidia del día 28 de julio lo expresa así:

…Insistimos en que de Miguel Freg nos es imposible emitir juicio, pero insistimos también en que halló la muerte aquella tarde, porque se equivocó, porque lidió al revés á su enemigo. ¿Cuántas veces ocurre lo mismo— aunque sin consecuencias fatales por suerte—en las novilladas? Siempre. Antiguamente los toreros cumplían un largo aprendizaje; antes de coger la espada y la muleta, iban de banderilleros con un espada inteligente, y así adquirían el conocimiento que da la práctica y que ningún tratado, ninguna experiencia de las llamadas de salón, pueden enseñar. Los toreros de hoy se improvisan, aprenden ante un espejo a estirarse, a ponerse bonitos, a girar sobre los talones y á doblar la muleta; se preocupan del adorno, de lo accesorio, y olvidan lo esencial, ya que el farolillo, la trincherilla y el molinete no son todo el toreo y no castigan, ni mandan, ni corrigen, y sólo pueden hacerse con los toros claros, póstumos, que pasan buenamente, y que —por desdicha— salen de higos á brevas…



El parte facultativo

En los diarios de Madrid existen varias versiones, obtenidas en diversos momentos posteriores a su expiración. El más completo es el que presenta El Liberal y la descripción de la actividad en la enfermería, la de El Imparcial y que son respectivamente como sigue:

El espada Miguel Freg ha ingresado en esta enfermería padeciendo una herida contusa en la región infra hioidea derecha de 12 centímetros de extensión, con rotura del esterno-cleido-mastoideo, llegando hasta las apófisis transversas cervicales, dejando al descubierto el paquete vásculo-nervioso del cuello, lesión que le impide continuar la lidia. Doctor Mateo Milano.

…En la enfermería prestaba el servicio de guardia el doctor D. Mateo Milano a quien inmediatamente de de ocurrir la desgracia, acudieron a ayudar en su tarea profesional sus compañeros del Hospital provincial Sres. Hinojosa, Vigueras y Taboada que estaban presenciando la corrida.

Con esta valiosa cooperación, tan pronta como solícita, procedió el doctor Milano a separar los bordes de la herida de Freg, cuyo cuerpo había sido colocado en el «hule». El diestro, apenas ingresado a la enfermería, fue presa de un síncope. El cuerno había entrado al torero por la parte inferior delantera del cuello y la herida era muy profunda. En su fondo quedaría al descubierto el nervio neumo-gástrico; se veían disecados todos los grandes vasos; ninguno de ellos había sido roto; a pesar del enorme destrozo causado por el asta, la lesión parecía lo que los toreros suelen llamar una cornada «de suerte».

Sólo existía, gravísimo, el peligro de que el infeliz novillero no reaccionase del colapso cardiaco en que había caído por la gran contusión del nervio neumo-gástrico, golpe parecidísimo al que los boxeadores denominan «golpe a la carótida», mortal a veces, porque determina la paralización del corazón.

Los médicos cohibieron la pequeña hemorragia venosa, taponaron la herida y se dedicaron, por todos los medios, a hacerle salir del colapso en que estuvo durante todo el tiempo que duró la cura…

…Las repetidas inyecciones de suero y cafeína, los cuidados verdaderamente admirables de todo el personal facultativo para hacerle reaccionar, fueron inútiles.

A los treinta y cinco minutos de su ingreso en la enfermería falleció Freg, como se temía y se esperaba, a consecuencia de la tremenda contusión recibida y no a consecuencia de la herida misma, que habría cicatrizado pronto, como generalmente cicatrizan las del cuello y de lo que el mexicano estaría tal vez curado dentro de quince o veinte días…



Como se ve, la apreciación inicial de Don Modesto y de los demás cronistas de que el toro prácticamente descabezó al pobre de Miguel Freg, no resulta ditirámbica, se convertía en el sexto torero muerto en ese ruedo tras de el banderillero valenciano Yust, Nicolás Ardura Pollo, Manuel García Espartero, Lagartijilla y Dominguín.

Corolario

Los hechos de hoy y de ayer nos enseñan que nuestra fiesta está construida a partir de ilusiones, pero principalmente de realidades y estas son a veces tristes y dolorosas, como la que intento – sin respeto a la brevedad – relatarles aquí.

Es por eso que seguimos – diría El Volcán de Aguascalientes – siendo compradores de esas ilusiones, pues cada vez que adquirimos una entrada para asistir a la plaza, lo hacemos con eso, con la ilusión de que veremos algo inusitado, de que viviremos lo que soñamos.


miércoles, 8 de julio de 2009

8 de julio de 1915: Nace la leyenda del Par de Pamplona


La segunda corrida de la Feria de Pamplona del año de 1915 se formaba con toros de Concha y Sierra para Serafín Vigiola Torquito, Rodolfo Gaona y Joselito. Fue una buena tarde, en la que Torquito resultó ovacionado y Gaona y el menor de los Gallos cortaron una oreja.

La trascendencia de la tarde surge al paso de los años, por una magnífica fotografía de Aurelio Rodero – seguramente realizada para Toros y Toreros –, que recoge el instante del segundo par de banderillas a Cigarrito, el primer toro de su lote – el de la oreja – que de acuerdo a los recuentos, fue de dentro a afuera. La fotografía en cuestión, misma que enseguida podemos ver, fue motivo de cuestionamientos, incluso por el propio Rodolfo Gaona, quien cerca del ocaso de su existencia, manifestó lo siguiente respecto de la misma y del par que perpetúa:

…todo el mérito corresponde al fotógrafo Rodero, por la oportunidad y ángulo de la gráfica. Como ese, puse 300 o 400 pares iguales o mejores. Y es que… el ángulo en que se tomó la foto miente. Así como se ve en el retrato y en la escultura miente. Es un par imposible. Porque ese par lo puse sobre el pitón de salida y no entre los cuernos… (Eduardo Barceló, Rodolfo Gaona. El Indio Grande. México 1975)



En la biografía que confió a Carlos Quirós Monosabio (Mis 20 Años de Torero, 1925), Rodolfo Gaona dijo lo siguiente acerca de su paso por la Feria de Pamplona de 1915:

…Alcancé triunfos en todas partes y muy especialmente en Pamplona, con toros del Duque. Toreaba con Posada y Saleri II… En la corrida anterior clavé un par de banderillas extraordinario. De ese par aquí hay fotografías y los aficionados lo conocen por ‘El Par de Pamplona’…


Las reseñas de la corrida nos dicen lo siguiente:

En La Correspondencia de España del 9 de julio de 1915, el corresponsal señala lo siguiente:

PAMPLONA. (Jueves, tarde.) Celébrase la segunda corrida de feria. La tarde está fresca. Preside el concejal D. José Martínez. La entrada es superior. Hay en los palcos deslumbrante mujerío. Lidiánse seis de Concha y Sierra. Son los matadores Gaona, Torquito y Joselito.
PRIMERO «Cigarrito», negro, bravo, de poder. Toma cinco puyazos por dos caídas. Hay buenos quites de los maestros. Un piquero pasa conmocionado a la enfermería. Gaona banderillea á los acordes de la música. Cuelga un buen par de frente. Uno superior y otro de dentro a fuera, bueno. Palmas. Gaona, de gris y oro, da pases por alto, dos por bajo, de trinchera, uno de rodillas, sufriendo un achuchón del que se libra con valentía. Clava una estocada delantera y luego mete á volapié una gran estocada un poco caída. Descabella. Ovación y oreja...

Por su parte, en El Imparcial de la misma fecha resalta:

...Con mejor entrada que la que hubo ayer, se ha celebrado la segunda corrida de feria. Gaona, Torquito y Joselito el Gallo han lidiado seis toros de Concha y Sierra, que resultaron bravos.

Gaona ejecutó con el primero una faena animadísima y valerosa, en que hubo varios admirables pases de rodillas y otros agarrándose a los pitones. La preciosa labor fue coronada con media estocada desprendida, una entera en lo alto, entrando desde cerca y derechísimo, y un descabello. (Gran ovación, una oreja y vuelta al redondel.)

...Con el capote no cesaron de oír palmas los tres espadas, y banderilleando pusieron cátedra, como de costumbre, Gaona y Joselito...

Y unos días después, en La Lidia, el 12 de julio, se describe lo que sigue:

...Se lidian toros de Concha y Sierra por Gaona. Torquito y Gallito.

Primero, Cigarrito, negro. Gaona se muestra artístico en varios lances superiorísimos con que saluda al de Concha y Sierra. El diestro es objeto de una ovación.

El bicho toma cinco varas por dos tumbos. Farnesio es aplaudido en un gran puyazo.

En quites, vuelve Gaona a escuchar palmas. Toma los palitroques y coloca un buen par de frente. Repite con otro de la misma marca, y termina con otro de dentro a fuera magistral.

El mejicano viste torno gris perla y oro. Con la muleta, derrocha arte, valentía y elegancia.

Su faena es magistral, sobresaliendo varios pases rodilla en tierra y otros cogiendo los pitones.

El público le premia varias veces con oles y palmas.

Arranca a matar y deja una buena estocada, algo delanterilla. Repite con un volapié inmenso y descabella al primer golpe. (Ovación, oreja y vuelta al ruedo.)...




Hay, como se puede deducir, imprecisión acerca de si el par de dentro a fuera fue el segundo o el tercero. Unas relaciones lo ponen en segundo lugar y otras en el tercero. La fotografía del hecho, sin duda nos deja ver que fue el segundo par. Lo interesante del hecho, es la elegancia y la calidad en la ejecución, la oportuna colocación de Aurelio Rodero para obtener esa arista de la suerte y la difusión de la gráfica que permitió a la misma circular y seguir dando la vuelta al mundo, como el ejemplo de la manera en la que se debe colocar un par de banderillas.

Ya vemos el testimonio de su autor en el ruedo. Afirma que la fotografía miente, pero aunque fuera así, nunca pudo negar que esa gran obra de Rodero, que inmortalizó otra grande suya, contribuyó a forjar su historia y sobre todo, su leyenda.

martes, 7 de julio de 2009

5 de junio de 1932, Plaza de Toros de Madrid: Armillita y Centello de Aleas (y II)

Antes de seguir adelante con el tema, considero importante hacer algún apuntamiento acerca de lo que eran algunos de los personajes de la prensa taurina mexicana en aquellos días.

Cuando comencé a recabar los datos necesarios para armar esta entrada, conocía básicamente la de Federico Morena, de El Heraldo de Madrid, que coincidía en lo sustancial con la tradición oral acerca del gran triunfo del Maestro de Saltillo, pero al encontrarme con la de Federico M. Alcázar, en El Imparcial, también diario de la Capital de España, me volví a enfrentar con el hecho de que ayer como hoy, los escritores tienen sus filias y sus fobias y también sus intereses, a veces muy bien definidos en estas cuestiones de los toros.

La crónica de Alcázar está escrita en forma epistolar y va dirigida a Carlos Quirós Monosabio, en esa fecha ya cronista taurino del diario La Afición, mismo que fundara junto con Alejandro Aguilar Fray Nano en el año de 1930, a su salida de Toros y Deportes – sucedáneo de El Universal Taurino –, la que según Enrique Guarner, se debió a una denuncia que hizo Antonio Márquez a Miguel Lanz – Duret, en esos días Director General de El Universal, acerca de las desmedidas pretensiones económicas de Quirós para moderar sus posiciones en las crónicas que escribía. La versión de Guarner sobre este asunto es la siguiente:

“…En 1924 – 1925 el madrileño Antonio Márquez viene a México para torear la última temporada de Rodolfo Gaona y no obstante haber toreado 8 corridas cobrando 8 mil pesos por cada una, tiene que pedir prestado para regresar a España. Vuelve en 1930 y ya no visita a “Monosabio”, por lo que éste emprende una campaña contra él. La rebelión era peligrosísima, porque podía cundir el mal ejemplo. Márquez busca en una cena al director de El Universal, le pone las cartas boca arriba y el cronista es despedido, pero poco tiempo después “Monosabio” encuentra una nueva tribuna en “La Afición”, desde donde continúa con sus sobornos…” (En: Crónicas de Carlos León, Editorial Diana, México, 1987, Pág. 16)



Lo que es evidente, es que Monosabio se movía profesionalmente según sus intereses, que además, era el pontifex maximus del gaonismo en México y era un hecho también, que Rodolfo Gaona no toleraba ni digería los logros en los ruedos de Fermín Espinosa, Armillita. Le veía con gran recelo. Las palabras de Leonardo Páez acerca de la tarde de la alternativa mexicana del Maestro:

…Hace apenas dos años y medio que el maestro leonés se despidió de los ruedos y satisfecho asiste a la corrida, convencido de que nadie puede llenar el hueco taurino y artístico que ha dejado.

Sin embargo, El Indio Grande observa incrédulo cómo aquel chamaco flacucho y espigado da la vuelta al ruedo en el toro de su doctorado, Maromero, y algo de contrariedad experimenta cuando Fermín emocionado le brinda la muerte de su segundo, Coludo. La gran ovación que recibe Gaona pronto se apaga con los fuertes olés que provocan los sensacionales muletazos de aquel niño maestro, quien además de dominar con desahogo al sandieguino le corta las orejas y el rabo y es llevado en hombros hasta El Universal Taurino...

Carlos Quirós había llevado a Federico M. Alcázar a El Universal Taurino como corresponsal en Madrid a la muerte de Ángel Caamaño El Barquero, lo que me sugiere que compartían maneras de ver la fiesta y de lo que he leído de la obra periodística de Alcázar, también compartían entendimiento de la misma. No puedo afirmar, porque carezco absolutamente de medios o versiones para hacerlo, que también participaran de los mismos métodos para someter a los toreros a sus mandatos, como el caso que Guarner narra respecto del Belmonte Rubio, pero sí distingo muchas coincidencias en su proceder.

El padre de Armillita se acogió a los buenos oficios de Rafael Solana Verduguillo - director de El Universal Taurino - para difundir los logros de sus hijos toreros. Por supuesto, eso no le encantó a Monosabio, que por su labor periodística diversa a la taurina, se había constituido en una especie de oráculo táurico en los círculos del poder.

Si sumamos a eso la celosa inquietud que produjo en quien hasta poco tiempo antes era el número uno, es decir Rodolfo Gaona, la resultante será que la opinión de Carlos Quirós será siempre la de buscar el prietito en el arroz, la de resaltar los desaciertos en lugar de proclamar las virtudes y a fe mía, que después de leer la crónica de Alcázar, ese sentimiento es el que le transmitió su amigo.

En esos antecedentes, paso a transcribir íntegra la crónica aparecida en El Imparcial de Madrid, del día 7 de junio de 1932 y como ya lo he señalado firmada por Federico M. Alcázar:

La octava corrida de abono

Historia de un recurso
Una gran faena de Armillita
Reaparición de Fuentes Bejarano

Carta Abierta

Para "Monosabio" crítico taurino de Méjico

Amigo Quirós: Perdone si algún retraso lleva ésta completamente involuntario. Me ha sobrado deseo y gusto, pero me ha faltado tiempo.

Recibí la suya en la que me pedía confidencialmente una impresión de la temporada en España. Hasta hoy no he podido hacerlo. Tampoco encontré oportunidad.

Ahora lo hago aprovechando las últimas corridas, que son las más interesantes. Como lo que voy a decirle me interesa que lo conozca el público, se lo mando por conducto de EL IMPARCIAL, que es el periódico a que está usted suscrito.

La temporada, amigo Quirós, va siendo deficiente, tirando a mala. Como casi todas las temporadas. Por los toros, peor que por los toreros. Han salido media docena de reses notables. Pero el término medio ha sido manso, ese tipo de manso con el que no es posible el lucimiento.

Lo más interesante de la temporada ha sido una corrida celebrada recientemente, en la que Bienvenida y Ortega han dado una gran tarde de toros. Ha sido un clásico y brillante mano a mano, con sabor de época y salsa de competencia. Dos toreros jóvenes de opuestos estilos y escuelas.

Creo que si en la repetición tienen suerte formarán partido. Ambiente ya tienen. También debo hablarle de Barrera, a quien usted conoce sobradamente.


Barrera ha vuelto de Méjico que «jumea», y está saliendo a éxito por corrida. Y como detalles reveladores, no como cosa plena y lograda, debo apuntarle los nombres de La Serna y Solórzano, que nos han servido el mejor toreo de capa de la temporada.

Pero lo más interesante y ruidoso por los comentarios apasionados que está suscitando, es un recurso que está empleando Ortega con los toros quedados y que, a juzgar por los síntomas, van a seguirlo los demás toreros con todos los toros. Pero no es esto lo malo. Lo peor es que el público, a juzgar también por los síntomas, lo va a aplaudir sin reparar si el recurso es adecuado al toro. Esto es lo interesante y lo que da valor al recurso. Pero como hoy la gente ha perdido, no sólo la afición, sino la simple curiosidad y va a los toros como a otro espectáculo cualquiera, cada día sabe menos de estas cosas y juzga las corridas por impresión, aplicando a toros y toreros un criterio simplista. Antes se dejaban orientar por la crítica; pero ahora creen que saben más que críticos y toreros. Y esto es lo grave, porque cada día les sorprende una cosa que ellos creen una novedad y luego resulta que tiene en el toreo un antecedente histórico de treinta años.

El recurso a que me refiero es éste: cuando un toro está muy quedado y no embiste al cite natural se le sesga al pitón contrario, adelantándole las «bambas» de la muleta al hocico y enganchándolo. De esta forma se le hace parar. A esto, como usted sabe, se le llama en términos taurinos «jalar del toro». Recurso para los toros que no vienen, que no se arrancan al cite natural. Este recurso, empleado con los toros prontos, a los que basta pisarles el terreno para que se arranquen, es una pamplina innecesaria y hasta una ventaja porque al toro bravo hay que dejarlo llegar, parar y aguantarle, que este es el valor supremo. Todo el mérito que tiene en los toros quedados de corta arrancada lo pierde con los bravos de arrancada larga y franca.

Pero este recurso tiene una historia que usted seguramente recordará.


Fuentes fue el primero que empleó este recurso con la mano derecha Fuentes, que era la quinta esencia de la elegancia, le llegaba a los toros muy cerca con la muleta en la mano derecha. Hacía el cite natural meciéndola un poco. Si el toro no acudía, la retiraba y entonces su figura adquiría aquélla pose majestuosa y elegante, mezcla de señor y de gitano. Volvía de nuevo a citar: ¡Ja! Y al no acudir por segunda vez adelantaba un paso y le echaba la muleta al hocico, enganchando al toro y haciéndole pasar hasta donde le daba de sí brazo y muleta, mientras la figura permanecía quieta y erguida. Eso lo hacía con los toros quedados. A los que, colocado en su terreno, embestían pronto no había necesidad.

Pasó el tiempo, y un día Gallardo, el apoderado de Vicente Pastor, hablando de Fuentes, le dijo a Vicente:

— «Oiga usted, Vicente, ¿por qué usted, que tiene tanta facilidad para torear con la mano izquierda, no prueba a hacer lo que hace Fuentes a los toros quedados con la derecha?»

— «No sé si resultará —respondió Pastor—, Lo probaré, porque es un recurso lucido y eficaz».

Y lo probó. Ya recordará usted cómo tomaba los toros Pastor. Les salía andando lejos - así decían que lo hacía Frascuelo, que, a pesar de su fama, no creo que aventajara como torero a Vicente — para irlos fijando. Se paraba dos o tres veces y cuando les llegaba desplegaba la muleta. Si el toro acudía al cite natural, consumaba el pase; pero si no embestía, le andaba un paso más y le adelantaba la muleta al hocico, enganchándolo y haciéndolo pasar. El pase lo remataba siempre por alto.

Después, lo hizo Belmonte. Yo recuerdo habérselo visto hacer a varis toros, entre ellos a uno de Albaserrada. Y últimamente el malogrado Gitanillo de Triana se lo hizo con el capote varias veces a un toro de Murube, en Sevilla. Apelo al testimonio de don Clemente de Oro, que lo presenció conmigo. De este recurso, como de otras muchas cosas del toreo, hablamos diariamente una peña de aficionados, Y uno de ellos, que es tocayo mío, estando con Ortega en Salamanca, después de verle torear magistralmente una vaca, cuando el animal había quedado agotado y no podía con el rabo, le dijo: «Déjala que se refresque y échale la muleta al hocico, verás cómo todavía la puedes torear». Y la toreó como Ortega torea. Y a partir de ese momento no tropieza con toro quedado que no le eche las bambas, el enganche y provoque el entusiasmo.

Lo que hace Ortega con los toros quedados, lo que debe hacerse cuando se tiene valor para ello, quieren hacerlo los demás toreros a los toros que no lo necesitan y este es el error. Error que no debe compartir el público. Lo malo de estos recursos es que andando el tiempo la fuerza de la costumbre los convierta en usos, y esto es deplorable, Es deplorable porque del uso al abuso no hay más que un paso, recurso para la suerte de recibir fue el volapié. Luego surgió otro recurso: el paso atrás. Después otro: perfilarse fuera del pitón, que engendró el cuarteo. Y así, de concesión en concesión, hasta el paso de banderillas, Total que la suerte de recibir se perdió y el volapié también, pues ahora es cuando verdaderamente vuelan los pies. Ya veremos si los de ese mozo de Chiclana que se llama Gallardo se están quietos. Hay que tener mucho cuidado no se repita el caso lamentable que acabo de apuntar. Que por abusar de un recurso se pierda una de las tres cosas matrices y puras del toreo: el pase natural. Por eso doy la voz de alarma en América por conducto del crítico más autorizado.

El domingo empleó este recurso Armillita innecesariamente, pues era un toro bravísimo de los llamados de bandera para los toreros, que cuando le pisaban un poco el terreno se arrancaba veloz. Y, naturalmente, el público se entusiasmó más por este detalle que por los pases naturales en sí. La gente no reparó que el toro no necesitaba de este recurso para torearle reposadamente al natural. Y esto no es por restarle mérito a los cuatro pases naturales, que fueron colosales. Los muletazos con la mano derecha me gustaron menos. Pases sueltos, por alto y en redondo de los llamados estatuarios, pero perdiendo la muleta tres veces. Una faena monumental, que desbordó el entusiasmo, pero un poco sosota, desangelá, de ave fría; un guiso suculento, pero sin sal. Ya conoce usted a Armillita. Pinchó cuatro veces y le dieron la oreja. En el sexto, que se lidió bajo un aguacero no hizo nada. Le mató de un sablazo. Banderilleó en toro de la oreja con facilidad y finura.

En esta corrida reapareció Fuentes Bejarano, No había figurado en el primer abono y volvió en el segundo. También conoce usted a Bejarano, Torero valiente y dominador. Pertenece a ese grupo de toreros machos que ostentan una divisa, la divisa que fue siempre la más limpia ejecutoria del toreo: la hombría. Le tocaron dos buenos mozos. El primero se declaró manso. Después de lancearlo por verónicas ceñidísimas que se jalearon, le trasteó cerca y valeroso, para un pinchazo y una soberbia estocada en las tablas, jugándose la cornada. Gesto pundonoroso y bravo, que le valió una ovación con vuelta al ruedo. También se ajustó con el capote en el quinto, que era un hermoso ejemplar con dos pitones que daban miedo. La faena fue breve y emocionante. Seis pases altos y de pecho valerosísimos, seguidos de un macheteo entre los pitones para una estocada desprendida. Otra ovación con vuelta al ruedo v petición de oreja.

Fortuna, borroso y gris toda la tarde. Unos lances al primero, algunos muletazos por bajo y una estocada en el cuarto hábilmente colocada. Poca cosa. Y nada más. Como nota final le diré que los toros fueron de la viuda de Pepe Aleas. Una corrida admirablemente presentada, en la que se lidió un toro bravísimo, ideal para el torero: el de Armillita. Un toro un poco blando para los caballos, pero para el torero excepcional. Los restantes cumplieron, haciendo una pelea desigual.

Un abrazo.

Federico M. Alcázar




Como podrán ver, con una gran soberbia - niega cualquier conocimiento al aficionado - Alcázar se empeña en desacreditar una faena histórica, haciendo un alarde de erudición, tratando de establecer – y creo que muy claro lo deja – que lo que Armillita hizo esa tarde, ninguna novedad era y que de haber dado otra lidia al toro, quizás – olvidando que el hubiera no existe – estaría comentando una obra más grande que la vista. Total, que no quedó contento don Federico ese día.

Sin embargo, me parece que así como con clarividencia unos años antes, vio el toreo que estaba por venir, cuando describió la faena de Chicuelo a Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero en ese mismo ruedo y en las mismas páginas de El Imparcial, ahora, sus ya invocadas filias y fobias no le permitieron ver quizás, un golpe de timón que un torero mexicano daba a la forma de hacer el toreo y que implicaba ya no el esperar la arrancada del toro, sino provocarla y obligarla a ir en una determinada dirección. Es decir, era la pieza del puzzle que faltaba, para completar lo que el torero nacido en Triana en la calle Betis, pero criado en Sevilla en la Alameda de Hércules había iniciado un lustro antes.

Y si no, léase nuevamente la crónica de Federico Morena, en la que describe con claridad la manera en la que hoy se torea de muleta:

…Echó el artista la muleta atrás y adelantó el cuerpo arrogantemente. Pisaba el terreno de los valientes. Entonces la muleta avanzó despaciosa, sin dudas ni vacilaciones, hasta dar suavemente con los vuelillos en el hocico de la res. Y vino la arrancada: una arrancada templadísima. El espada tiró del toro, y se lo llevó al costado, y dobló la cintura sobre el pitón, y obligóle a trazar con el espinazo una curva considerable…


El círculo se había cerrado, lo que inició Joselito con el toro de Martínez aquél de la encerrona madrileña, lo prosiguió Chicuelo con Dentista y Lapicero en México y Corchaíto en Madrid y lo remató debidamente Fermín el Sabio con Centello. Ese es, desde mi punto de vista, el real fondo de la faena y el real fondo de la aparente ceguera de taller de Alcázar, que influido por su amigo Monosabio, no supo, no quiso o no pudo ver lo que ante sus ojos se estaba culminando.

Grandes son los males que las visiones interesadas pueden causar a la memoria histórica de las cosas.

Ojalá que a pesar de su extensión, esta aportación les haya resultado de interés.

domingo, 5 de julio de 2009

5 de junio de 1932, Plaza de Toros de Madrid: Armillita y Centello de Aleas (I)

La página 3 del diario La Época de Madrid, en su edición del sábado 4 de junio de 1932, contenía el siguiente anuncio:

DIVERSIONES PÚBLICAS: Plaza de Toros de Madrid. – Mañana domingo, se celebrará la octava corrida de abono, lidiando toros de Aleas las cuadrillas de los aplaudidos diestros «Fortuna», Fuentes Bejarano y «Armillita Chico». La corrida empezará a las cinco.


Ese anuncio me permite traer a la mesa de los recuerdos – y quizás de las discusiones – una faena que se considera como una de las más importantes que se han realizado en las plazas de Madrid. Era la octava corrida del abono y se anunció una corrida de la Viuda de Aleas para Diego Mazquiarán Fortuna, Luis Fuentes Bejarano y Fermín Espinosa Armillita, en tarde entoldada y que terminó con un fuerte aguacero.

Armillita tuvo padre y hermanos mayores toreros. Se le califica de superdotado, intuitivo y como torero largo, por el extenso repertorio de suertes y recursos que desplegaba en la lidia, amén del conocimiento que rápido adquiría de las condiciones de los toros en el ruedo. Era un eficaz estoqueador y cuenta en su haber el honor de que nunca se le fue vivo un toro en su carrera. Se le parangonó con José Gómez Ortega, Joselito o Gallito por su precocidad torera y su excepcional sabiduría. Al final, se le reconocería como El Maestro de Maestros.

El jovencísimo diestro mexicano – tenía apenas veintiún años – se encontraba en la línea de ascenso en su carrera ya en el cuarto o quinto año de alternativa, según se contara el tiempo a partir de la que Antonio Posada le diera en El Toreo de la Ciudad de México o de la que su hermano Juan le diera en Barcelona. La realidad era, independientemente del aspecto cronológico, que se en Fermín se gestaba un torero que sería un modelo para su tiempo y el que estaba por venir y que en las tres temporadas siguientes, sería la cabeza de su escalafón en España y en México.


La corrida de Aleas salió con complicaciones. De los seis toros, dieron posibilidad de lucimiento el quinto, al que cortó una oreja Fuentes Bejarano y el sexto, Centello, al que Armillita cortó, según la mayoría de las crónicas, una oreja, aunque alguna le adjudica el otorgamiento de dos trofeos auriculares. El eje de esta faena fue el toreo al natural. Tan lo fue, que la crónica de Federico Morena en El Heraldo de Madrid se titula El ilustre naturalista azteca y en su médula expresa lo siguiente:

...Ya teníamos a Fermín armado de muleta y estoque. Un pase de tanteo con la derecha. ‘Centello’ tomó el engaño rectamente. Y la muleta pasó airosamente a la mano zurda. No era el noble bruto pronto a la arrancada. Y el torero supo aprovechar esta circunstancia para imprimir a la faena más relieve, mayor brillantez. Echó el artista la muleta atrás y adelantó el cuerpo arrogantemente. Pisaba el terreno de los valientes. Entonces la muleta avanzó despaciosa, sin dudas ni vacilaciones, hasta dar suavemente con los vuelillos en el hocico de la res. Y vino la arrancada: una arrancada templadísima. El espada tiró del toro, y se lo llevó al costado, y dobló la cintura sobre el pitón, y obligóle a trazar con el espinazo una curva considerable… ¿Es así como se torea al natural? La plaza crujió en un alarido de asombro. Y otra vez la muleta avanzaba, y prendía al bicho, y tiraba de él, dominadora, triunfante. ¡Y así hasta cinco veces! Cinco naturales perfectos. ¡Lástima grande que cortara la faena! Toro y torero seguían guardando el mismo ritmo, y la faena por naturales pudo haberse prolongado indefinidamente. ‘Centello’ era toro de quince o veinte naturales…

Pero la muleta pasó a la otra mano. Conste que no censuro. Lamento únicamente. El artista quiso, sin duda, dar variedad a la faena. Propósito muy laudable. Sin embargo, desmereció un poco esta segunda parte. No ciertamente por culpa del torero. Es que por este lado no entraba el toro en el engaño con tanta suavidad, y más de una vez se llevó la muleta en los pitones. Hubo, empero, excelentes pases por alto y en redondo, sin perder el espada un solo instante la más perfecta naturalidad en la ejecución.

Aún volvió unos instantes la muleta a la izquierda para esculpir – buril prodigioso – varios naturales, tan acabados, tan meritísimos como los de la primera serie…

Y cuando, al final, buscaba el adorno, al dar un pase afarolado le atropelló el toro y le derribó, la muleta, a la que tan sumiso estaba ‘Centello’, distrajo al noble astado y evitó milagrosamente un percance…

La faena se había prolongado un poco más de lo conveniente, y cuando se acordó Fermín de que tenía que matar encontrándose con la desagradable sorpresa de que el bicho, agotado, echaba la cara al suelo. Y pinchó cuatro veces, bien que todas ellas mirando al morrillo y con deseos evidentes de matar bien.

La faena, o, si lo prefieren los exigentes, la parte de ella destinada al toreo por naturales, produjo tan excelentísima impresión en el público, desató de tal modo sus entusiasmos, que apenas dobló el toro no hubo pañuelo que no saliese agitadamente del bolsillo para pedir el supremo galardón para el supremo artista. Y el presidente se apresuró a concederlo. Participaba, sin duda, de los mismos entusiasmos…


La breve relación de la faena en el diario La Época, del día 6 de junio, dice al respecto:

…Armillita Chico hizo en el sexto toro una de las faenas mejores que se hayan hecho en el ruedo madrileño, dando toda clase de pases. El toro estaba ya agotado, y a la hora de matar no permitió el lucimiento, pues era difícil buscarle la igualada. Con el capote había intervenido Armillita siempre bien. Cortó dos orejas y fue sacado en hombros…

Por su parte, en El Siglo Futuro, también de Madrid, se consigna esto:

…Al último toro, el único bueno, Armillita Chico lo toreó lucidamente de capa. Le banderilleó muy bien, e hizo con la muleta una magnifica faena con pases naturales y altos tan extraordinarios que a pesar de haber pinchado cuatro veces, se le concedió la oreja y se le paseó a hombros por el ruedo…


Cierro esta parte de los recuerdos con la apreciación de F. Asturias, que en la sección Sangre y Arena del semanario madrileño semanario Estampa del 11 de junio de ese año, relata:

…Como "Armillita" toreó el sexto toro es muy difícil mejorarlo. A imitación de Ortega, echó la muleta atrás, teniendo avanzada la pierna contraria, y luego, lento, solemne, la hizo avanzar hasta dar con ella en el hocico del toro y prenderle en la muleta para tirar suavemente del embebido animal. Fue una serie de seis o siete naturales perfectos. Pasó la muletilla a la derecha y, erguido y ajustado, hizo otros tres o cuatro irreprochables. Luego, siguió por altos, volvió a los naturales ligados con el de pecho, a los molinetes y afarolados, a los de la pierna... ¡Qué sabemos cuántas y cuan admirables cosas hizo! Un éxito, una consagración de artista.

Pinchó tres veces y terminó con una, llevándose el acero. Pues bien; cómo habría toreado que le dieron la oreja y lo sacaron en hombros.

Un triunfo definitivo en Madrid...

Como podemos darnos cuenta, la totalidad de los relatos transcritos refieren lo extraordinario del toreo al natural de Armillita, lo establecen como el eje de la faena y como el medio para despertar el entusiasmo de la concurrencia a la Plaza de la Carretera de Aragón.


El Maestro Armillita, me consta, porque se lo escuché en persona, recordaba esta faena, junto con la de un toro Clavelito en Barcelona en 1934, como una de las más acabadas de las que realizó en su carrera, aunque lo contaba siempre con un dejo de desilusión, porque decía que aunque se le reconocía haber hecho algo que no tenía antecedente, a su apoderado Domingo González Dominguín, solo le fue posible ajustarle 22 contratos esa temporada, aunque también con justificado orgullo señalaba que entre 1933 y 1935, fue él matador de toros que más toreó en España y en México, un caso que difícilmente podrá ser igualado.

Decía arriba que también narró el festejo para El Imparcial su cronista titular Federico M. Alcázar, quiero presentar a Ustedes esa crónica también, pero por su contenido, extensión y otras implicaciones que creo que presenta, pienso que conviene hacerlo por separado.

martes, 30 de junio de 2009

Heriberto García



El Estado de Hidalgo ha sido pródigo en dar personajes a la historia de la tauromaquia. De la risueña Singuilucan es nativo Heriberto García Espejel (10 de marzo 1907), quien logró sobresalir principalmente como muletero y estoqueador en una época en la que la fiesta mexicana fue dominada por el poderío y la sabiduría de Armillita y un estilo de torear en el que nuestros toreros se distinguieron principalmente por ser unos barrocos y elegantes creadores de quites con la capa y también fáciles y pirotécnicos ejecutores de las diversas suertes que se desarrollan en el segundo tercio.

La personalidad de Heriberto se afinca en el gusto de la afición en las temporadas novilleriles del Toreo capitalino en los años 27 y 28 del pasado siglo, después de que el hidalguense renunciara a una alternativa que obtuviera en Aguascalientes el 2 de febrero del mencionado 1927, de manos de Joselito Flores, lidiando toros de Garabato.

Su ascensión como matador de toros inicia el 28 de octubre de 1928, cuando en el coso de la colonia Condesa, Juan Espinosa, Armillita le otorga una nueva alternativa en presencia de Pepe Ortiz, al cederle el toro Cartero de la tlaxcalteca vacada de Zotoluca, en cartel que también integró el padre del rejoneo español, Antonio Cañero.

Una nueva alternativa en Barcelona, el 31 de marzo de 1929, esta vez de manos de Valencia II, misma que se confirma en Madrid el 30 de mayo de ese año, fungiendo como padrino Fortuna y como testigo Luis Fuentes Bejarano, siendo el toro de la ceremonia Viñadero de Miura.


Tras de una regular campaña española, el 8 de diciembre de 1929, en El Toreo, Heriberto García escribirá la primera página inmortal de su historia, al llevarse en la espuerta el rabo del toro Vigía de La Laguna, en una corrida mano a mano con Joaquín Rodríguez, Cagancho, faena que culminó con una estocada recibiendo, misma que sería una de las rúbricas personalísimas de su quehacer en los ruedos.

En su regreso a España en 1930, inicia una interesante campaña, inaugurando la temporada madrileña el día 20 de abril, acartelado con Mariano Rodríguez, Exquisito y Maera II que confirmaba alternativa. Esa tarde tiene un importante éxito ante un toro de Bernaldo de Quirós – anunciado como 'antes del Duque de Tovar' –, aunque lo hirió seriamente. El recuento de los hechos es el siguiente:

Jerezano, en la sección Sangre y Arena del semanario La Estampa, correspondiente al 22 de abril de ese año dice:

...Lo bueno dura poco. Y bueno fue lo que hizo Heriberto García, lanceando parado, tranquilo y torero, al quinto, que le hirió, Toreó por gaoneras en dos quites, que ruidosamente fueron aplaudidos. Clavó dos buenos pares —uno por dentro, emocionante— y practicó una faena de muleta sencillamente superior. Muy cerca, metiéndose en el terreno del toro, valiente y mandón ligó una serie de muletazos magistrales, sobresaliendo dos de pecho ceñidísimos y espeluznantes. Quieto, confiado, 'sin mover los pies', templando y 'toreando', remató artísticamente unos ayudados por bajo, de factura carísima. La ovación escuchada por su valor y arte, merecidísima.

Tejero junta las manos casi en los medios y el mejicano cita, metiendo el pie pero no acude el bicho. Insiste nuevamente el matador, dejando llegar al de los pitones, con la pierna izquierda adelantada y muerta'..., pero Tejero, que arrancó muy fuerte por su querencia a los chiqueros, que era la salida que se le marcaba, no obedeció al engaño..., y mientras Heriberto metía medio estoque por las alturas del morrillo, era cogido de lleno, zarandeado y tirado a tierra... Con el muslo derecho 'calado', chorreando sangre y sonriente, entre clamorosa ovación, el 'testigo' de la alternativa era llevado a la enfermería. ¡De lo bueno, poco!...


Por su parte, la opinión de Federico M. Alcázar en diario El Imparcial, de Madrid, de la misma fecha es:

...salió el quinto y vino la revelación. Ya le habían ovacionado en un quite admirable por gaoneras, en unas verónicas suaves y templadas y en dos pares de banderillas superiores. Todos esperábamos una buena faena, pues el toro era bravo, pero nadie creía que iba a surgir el artista extraordinario. Después del ayudado, ligó el natural y el de pecho con la zurda magníficos. Se cambió la muleta a la derecha y dio una serie de pases altos, redondos, de la firma y de pecho maravillosos. Cada pase provocaba una ovación. Tan cerca estaba, tanto arte ponía en la ejecución, tan suave y lenta corría la mano, que hubo momentos de una belleza arrebatadora. La hermosa faena quiso coronarla dignamente sin advertir que el toro estaba un poco quedado para recibirlo. El gesto fue bello pero la equivocación dolorosa. Citó a recibir y no acudió el toro; volvió a meter el pie y salió cogido y corneado. Fue una lástima, pues aquella faena merecía las orejas, el rabo y hasta las pezuñas. Se lo llevaron a la enfermería en medio de una clamorosa ovación…


El parte facultativo extendido por el doctor Jacinto Segovia dice lo siguiente:

El diestro Heriberto García, en el quinto toro fue cogido, resultando con una herida de asta de toro situada en la cara anterior del muslo derecho, tercio superior, con un trayecto ascendente hasta la cresta iliaca, y otro hasta el arco crural; otra transversal, que, bordeando el trocánter mayor, pasa a la región glútea, y otra ascendente, a lo largo de los vasos femorales, con rotura de la fascia lata y cuádriceps femoral. Pronóstico grave.


El mismo Federico M. Alcázar, en el propio Imparcial comenta sobre la lesión del torero:

…Después de curado en la enfermería el valiente torero mejicano, que tan excelente impresión causó ayer en Madrid, fue llevado al Sanatorio de los Doctores Crespo y González, establecido en la calle de Goya, Núm. 122.

Ayer mañana nos enteramos de su estado. Pasó la noche sin poder conciliar el sueño y con continuos dolores. A mediodía el doctor Segovia procedió a hacerle una nueva cura, quedando el diestro más tranquilo. Aunque la herida es grave, pues tiene cuatro trayectorias y ha habido necesidad de bridarla mucho para curar bien, el doctor Segovia cree que ti notable torero podrá reanudar sus tareas antes de un mes…



Lo importante de la tarde es que la faena del torero hidalguense había sido completa y se distinguió por el poderoso trasteo de muleta y el honrado fin que pretendió darle – la suerte de recibir – que fue uno de sus sellos distintivos. El diestro contaba que las orejas y el rabo de Tejero – que así se llamó su heridor – le fueron llevados a la enfermería, donde se luchaba por su vida.

Sin recuperarse totalmente de esa herida, la carrera de Heriberto comenzó a sufrir altibajos, así como le cortaba el rabo al colorado Lamparillo de Miura en El Toreo el 1 de febrero de 1931, el 29 de enero de 1933, un toro de Piedras Negras le infirió una cornada en la axila derecha, que penetró el tórax, también en la Capital mexicana.

Su presencia en los ruedos se fue volviendo intermitente y a partir de 1949 se dedicó mejor a formar toreros. Dos de los más destacados son el León de Tetela, Joselito Huerta y el aún activo Humberto Flores, quien le acompañaba en el accidente de automóvil que le costó la vida el 29 de agosto de 1982.

Rafael Solana, Verduguillo resume así su paso por los ruedos:

Una estocada recibiendo, en México, marcó la llegada de Heriberto a la cumbre; otra recibiendo, en Madrid, iba a marcar el final de su carrera; después de una faena que en Madrid se recuerda al lado de muy pocas más, Heriberto citó a recibir y recibió la cornada que iba a quitarlo de torero...


Post - data: Blanca, tu petición hecha en El Rincón de Ordóñez la he atendido hoy. Por lo que alcanzo a calcular, la corrida de Segovia a la que aludes en tu entrada de esta misma fecha, es seguramente la reaparición del torero después de la lesión sufrida en la Plaza de la Carretera de Aragón.

domingo, 28 de junio de 2009

28 de junio de 1908. La epifanía de Rodolfo Gaona al matar 4 toros en solitario en la Plaza de Tetuán


El año de 1908 fue el elegido por Saturnino Frutos Ojitos para que el discípulo más adelantado de la Cuadrilla Juvenil que iniciara en México, Rodolfo Gaona, tomara la alternativa en España. El que en su día fuera banderillero en la cuadrilla de Frascuelo, creyó que sus relaciones en Madrid con los taurinos de su época y su buen juicio, le abrirían paso a su torero, pero nada de eso le valió, pues Indalecio Mosquera, el empresario de entonces, le ignoró olímpicamente.

No les sirvió una prueba tampoco en la plaza de la Puerta de Hierro y tuvieron que organizar ellos mismos la alternativa en Tetuán de las Victorias, lugar en el que unos domingos después y ante la persistente actitud de don Indalecio de que Gaona no existía, Saturnino Frutos dio un segundo festejo en la Plaza de Tetuán, en la que su torero mataría cuatro toros de don Basilio Peñalver.


Acerca de este festejo en sus memorias dictadas en 1925 a Carlos Quirós, Monosabio, Gaona dijo lo siguiente:

…Pude torear y estuve bien con el estoque. Y los aficionados salieron haciéndose lenguas. Y aquella noche en los cafés solo se habló de Gaona… Al lunes siguiente, vinieron las proposiciones de la empresa madrileña. Mosquera me ofrecía seis mil reales porque confirmara la alternativa con Saleri y Mazzantinito y toros de don Juan González Nandín. Seis mil reales es algo menos que quinientos pesos. Los aceptó “Ojitos”. Y por supuesto que, si en vez de ofrecer seis mil, ofrece dos reales, toreo también, porque, lo que yo quería era salir en la plaza de Madrid…


Es pues esta corrida, la epifanía de Rodolfo Gaona para la afición de Madrid y para el mundo. La crónica de Camacho, en el diario La Correspondencia de Madrid del 29 de junio de 1908, es la siguiente:

Muchísima gente -y entre ella, distinguidos aficionados- acudió ayer tarde a Tetuán, llenando por completo todas las localidades de la plaza.

El caso no era para menos, puesto que en Madrid había sustitución y encima de ello, el niño de Tomares toreaba a disgusto, el público se decidió por Tetuán y no estuvo desacertado en la elección.

Se lidiaron cuatro toros de D. Basilio Peñalver por el novel espada mejicano Rodolfo Gaona.

Los bichos en general fueron bravos en todos los tercios; pero dos de ellos no pasaban de novillos.

El espada se portó como un maestro toreando de capa y muleta, en lo que oyó muchísimos y justos aplausos. Dio el quiebro de rodillas con limpieza y en los quites se mostró muy adornado y haciéndonos recordar las alegrías y elegancia del Bomba.


En la muerte de los cuatro toros estuvo valiente de verdad, tirándose de cerca y recto, por lo que gustó mucho.

Las estocadas no fueron del todo buenas que él hubiera querido. Se deshizo del primero de media buena, un pinchazo y una entera algo caída. Del segundo, de una poco baja. Del tercero de una hasta la mano, tendenciosa y al último, lo tumbó de estocada algo tendida.

Trabajó mucho bregando y compartió los quites con Gaona el sobresaliente de espada Algeteño.

Jeromo también bregó bien y banderilleó brevemente.

Picando aplaudimos mucho al 'abuelo' Agujetas, a Cerrajas y a Pajero.

Todos los demás, con muy buenos deseos, pero nada más.



La afición de Madrid se había enterado muy pronto de que en el que después sería llamado El Petronio del Toreo o El Califa de León había un gran torero, pues aún toreando Bombita en la Plaza de Madrid, acudieron a llenar la de Tetuán.

Este es mi recuerdo hoy que se cumplen 101 años de esa manifestación pública de un fenómeno que universalizó la fiesta de los toros.

Aldeanos