domingo, 7 de noviembre de 2021

Noviembre de 1971: Joselito Huerta… las cornadas de la existencia

Mario Carrión, Joaquín Bernadó y Joselito Huerta
Madrid, 10 de junio de 1956
Archivo de la Comunidad de Madrid - Fondo Martín Santos Yubero

Una de las ferias tradicionales del calendario mexicano es la de los Fieles Difuntos en Tlaxcala. La de hace 50 años tenía su miga, porque, dejada de lado la idea de dar toros únicamente el día de la celebración religiosa o cívica, se comenzaba aquí a organizar seriales en torno a esas fechas emblemáticas y así, en una de las cunas de nuestro toro de lidia, se ofrecieron tres festejos, los días 2, 6 y 7 de noviembre, en los que el eje torero fue la presencia de Joselito Huerta y en la cuestión ganadera, prácticamente todos los toros que se lidiaron fueron de la tierra, con dos corridas de concurso, los días 2 y 7, que llevaron a la gente a llenar la plaza hoy nombrada en honor de Jorge El Ranchero Aguilar.

La corrida del cierre de la feria, el día 7, era la de la alternativa de Manolo Rangel, que sería apadrinado por El León de Tetela y atestiguaría su hermano Jaime Rangel. Los toros, en concurso, vendrían de los cerrados de Atlanga, La Trasquila, Zacatepec, Coaxamalucan, Las Huertas y Zotoluca. Manolo Rangel fue investido matador de toros con Mil Amores de Atlanga y resultó herido, pasando a la enfermería y ya no salió de ella.

Joselito Huerta saldría a enfrentar en segundo término al toro de La Trasquila. Estuvo a la altura de las circunstancias con él, la relación publicada en el semanario madrileño El Ruedo del día 9 siguiente, dice al respecto:

Joselito Huerta, en su primero, faena empeñosa, pero sin lucimiento. Estocada. Palmas. Cuando caminaba por el callejón sufrió un desmayo. En una ambulancia fue trasladado a la ciudad de Méjico, donde fue internado en el Sanatorio Español y está sometido a examen médico. Huerta tuvo una peligrosa cornada penetrante de vientre que le obligó a permanecer más de un año retirado de los ruedos… Jaime Rangel mató a los tres toros restantes sin mayor lucimiento. Pero poniendo valor y voluntad.

Para la prensa nacional esa súbita pérdida de la conciencia del torero en el callejón de la plaza pasó poco menos que desapercibida. Es hasta un par de días después que se hace eco de una breve entrevista al torero que cuenta su sentir desde una habitación de hospital:

Otra vez vi la muerte de cerca, sentí que todo se había acabado, fue peor que la cornada que sufrí en el vientre hace más de dos años”, expresó hoy el matador de toros Joselito Huerta, que sufrió un dramático desmayo cuando lidiaba un toro en la plaza de Tlaxcala… “Esa sensación tan angustiosa sólo la sentí el primero de diciembre de 1968, segundos antes de sufrir la cornada del toro “Pablito” en el ruedo de Cuatro Caminos”, dijo el diestro, que se recupera en el Sanatorio Español… El parte médico dado a conocer, dice que no es grave su estado, presenta un cuadro de agotamiento general, la presión arterial le bajó a 45. Era lógico y el intenso dolor de cabeza y el desmayo… (El Informador, Guadalajara, 9 de noviembre de 1971)

La impresión diagnóstica hasta ese momento era la de un mero cuadro de agotamiento general. Sin embargo, los signos que externaba el torero ameritaron el examen por otros especialistas que dictaminarían la realidad clínica de Joselito Huerta, que iba más allá de un simple cuadro de stress.

Aneurisma, el asesino silencioso

El médico de cabecera de Joselito Huerta era Hernán Cristerna, internista, quien solicitó la intervención de Jaime Heysser, médico militar, especialista en neurocirugía, para determinar el origen de los dolores de cabeza que se asociaron antes, durante y después de la pérdida de conocimiento del torero en Tlaxcala y fue este último el que tras de los estudios necesarios, pudo determinar que el problema no era mero cansancio acumulado, sino la presencia de un aneurisma de la carótida izquierda en su tramo intracraneal.

Un aneurisma es una dilatación anormal en la pared de una arteria que hace que pueda llegar incluso a formarse una especie de globo y llenarse de sangre. Tratándose de los que están dentro del cráneo, puede ocurrir que la protuberancia que se forma en la arteria antes de la rotura presione un nervio o el tejido del cerebro que lo rodea. Si esto sucede, puede deteriorarse alguna de las funciones cerebrales o producirse, como en este caso, pérdidas súbitas del conocimiento, por el proceso inflamatorio que generan.

Los aneurismas que están dentro del cráneo, por sí solos, no presentan síntomas. Se conocen cuando se rompen y producen hemorragias o como en el caso de Huerta, producen desmayos que motivan la búsqueda de sus causas. En el caso de las hemorragias, en un buen número de casos, los resultados resultan fatales.

Precisado el diagnóstico, se decidió llevar al torero a Zúrich para ser intervenido. La razón la encuentro explicable dado que el doctor Heysser hizo sus estudios de posgrado en Alemania, así que recurrió a la ayuda de un personaje que resulta ser el padre de la neurocirugía moderna en Suiza, el profesor Hugo Krayenbühl:

El médico calificó de “muy grave” el caso, por lo que se tendrá que recurrir a un especialista de fama internacional “no obstante que en México hay magníficos neurocirujanos” … Se eligió al Dr. Krayenbühl, jefe de neurocirugía del Hospital Cantonal de Zúrich, para que opere al diestro de Tetela, muy posiblemente el lunes próximo… Joselito será llevado mañana a las cinco de la tarde por Air France, vía París, en una camilla acondicionada. Irán con él su esposa Martha Chávez de Huerta, la esposa de su apoderado Marisa R. de González y el Dr. Heysser del Sanatorio Español… (El Informador, Guadalajara, 11 de noviembre de 1971)

La intervención se llevó a cabo el lunes 15 de noviembre. El semanario madrileño El Ruedo, en su número del día 23 siguiente, relata:

La intervención fue hecha por el doctor Krayenbühl – jefe del servicio de Neurocirugía del Kantonspital de Zúrich – y el doctor Yazargil, especialista en estas lesiones. Asistieron a la operación los doctores mejicanos Heysser y Magallanes, que acompañaron a Joselito Huerta hasta Suiza en su delicado traslado, para prevenir cualquier grave contingencia. El doctor Heysser ha sido, a partir de la operación, el portavoz sobre el estado del paciente… «De no surgir complicaciones posteriores e imprevistas, Joselito Huerta quedará como si no hubiera pasado nada y podrá volver a los ruedos», declaró el doctor mejicano, comentando el proceso satisfactorio que sigue el diestro azteca tras la intervención quirúrgica… El estado del torero es bueno dentro de los límites posoperatorios, tras la intervención… «Hasta ahora – precisó el doctor mejicano – se puede decir que la operación ha obtenido éxito. Esperamos que todo siga como hasta ahora y Joselito quedará totalmente restablecido.» …

Una semana después, la misma publicación daba cuenta del regreso del torero a Madrid, para continuar su restablecimiento y el ejemplar de El Ruedo de siete días después daba a conocer una entrevista con el torero en la que contaba su idea de regresar a México el 6 de diciembre a terminar su recuperación.

Así fue la manera en la que abruptamente terminó la temporada de 1971 para Joselito Huerta, en la que toreó 53 corridas, cortando 76 orejas y 8 rabos, quedando – creo que por ese parón involuntario – como segundo en el escalafón y me encuentro con que El Ruedo le apunta un festejo en ruedos de España ese año, aunque no pude localizar fecha y plaza.

La reaparición y el tramo final de una gran carrera

Joselito Huerta volvería a los ruedos. Reapareció en la Plaza México el 13 de febrero de 1972, junto a Alfredo Leal y Antonio Lomelín, para lidiar toros de José Julián Llaguno. Al terminar el paseíllo se le hizo dar la vuelta al ruedo, reconociéndole la afición capitalina su valor y su entrega. Esa tarde le cortó la oreja a Pintor, el primero de su lote. Cerró esa campaña con 44 festejos.

El año de 1973 ya sería el del adiós. Inició esa campaña en Puebla, matando en solitario seis toros de Cerro Gordo, a los que cortó tres orejas el primer día del año. El 7 de enero, en Acapulco, corta cuatro orejas a los toros de Ayala que lidió allí. Al siguiente domingo se lleva las orejas de un toro de San Mateo en Monterrey y el 21 de enero, en León, se entretiene en cortarle tres orejas a los toros de Torrecilla que le tocaron en el sorteo.

Terminó sus días vestido de luces el 28 de enero, en corrida televisada en abierto y a nivel nacional, alternando con Manolo Martínez y José Mari Manzanares en la lidia de toros de José Julián Llaguno. El último que mató de luces se llamó Huapango y le cortó el rabo ante una plaza llena y entre la admiración, el respeto y la entrega de la gente.

Y es que Joselito Huerta ya tenía que dejar los ruedos, porque unos días antes había tomado posesión del cargo de Alcalde de Atizapán de Zaragoza, asiento de sus negocios y de su residencia, por el periodo 1973 – 1975, y ya resultaba incompatible el ir y venir de la vida del torero, con la del Presidente Municipal que tiene que atender a sus conciudadanos. Seguía en la actividad pública, en contacto con la gente, pero ya no como el ídolo de la multitud, sino como servidor de ella.

También tendría más tiempo para dedicarse a una actividad que le venía por herencia ancestral, la práctica del llamado deporte nacional, la charrería, a la que impulsó y patrocinó desde su posición política y que le permitió cuantas veces le fue posible, como fin de fiesta, lidiar y matar un novillo para gozo de quienes asistían a ver al equipo en el que participaba.

Las cornadas de la existencia

Necio sería negar que Joselito Huerta fue un torero muy castigado por las astas de los toros. Sin mayor investigación puedo afirmar que no hubo continente del llamado planeta de los toros en el que no haya sido herido a causa de su entrega y pundonor. Y en más de alguna ocasión, el León de Tetela pudo conocer lo que se afirma es la frialdad de la muerte.

En lo que hoy trato de contarles, no fueron las astas de los toros las que lo pusieron al borde de una situación fatal, sino la vida misma, un mal congénito que, visto como lo enfrentó, demuestra que esa manida afirmación de que los toreros están hechos de otra pasta, tiene mucho de verdad. Otra persona, en su situación, quizás se hubiera visto superada por ella.

Al final, las cornadas fueron las que terminaron con la vida de Joselito Huerta, pues falleció, en la Ciudad de México, a causa de las secuelas de una Hepatitis “C”, derivada de alguna o algunas de las transfusiones de sangre recibidas para curarle de alguna de esas 13 heridas por asta de toro que sufrió en su paso por los ruedos, el día 12 de julio del año 2001.

3 comentarios:

  1. Xavier, yo tampoco he encontrado la corrida que El Ruedo otorga a Joselito Huerta en España (o Francia9 en 1971. Un abrazo.

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    1. Paco: Yo revolví la relación de festejos de El Ruedo de ese año del 71 y no lo hallé, pero seguiré buscando a ver si lo encuentro, porque está en la contabilidad final del calendario. Gracias por leerme. Un abrazo.

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