domingo, 16 de junio de 2024

17 de junio de 1951: Juan Silveti confirma su alternativa en Madrid

Con la oreja de Pavito
Madrid 17 de junio de 1951
Foto: Martín Santos Yubero
Juan Silveti Reynoso era hijo de torero. Su padre, quien llevaba el mismo nombre y entre otros apodos, el de El Tigre de Guanajuato, fue una destacada figura en el primer cuarto del siglo XX en los ruedos de España y de México y había recibido primero una alternativa en enero de 1916 en El Toreo, misma que debió revalidar en Barcelona el 18 de junio de ese mismo año y después confirmarla en la Plaza de la Carretera de Aragón el 8 de abril de 1917, apadrinándole Rafael Gómez El Gallo y fungiendo como testigos Castor Jaureguibeitia Cocherito de Bilbao y Pacomio Peribáñez - curiosamente asesor artístico de la presidencia esta señalada tarde -, siéndole cedido el toro Zarcillo de Salvador García de la Lama.

En este mismo sitio he expuesto algo de la vida, obra y hazañas del también llamado Juan sin Miedo, así que hoy intentaré recordar el hecho de que su hijo, siguiendo sus pasos, confirmó también su doctorado en la capital española, ahora en la Plaza de Toros de Las Ventas, aprovechando que, después de cuatro años, las relaciones taurinas entre México y España se reanudaron el 25 de febrero anterior, con la celebración de tres Corridas de la Concordia en Madrid, Barcelona y México. Precisamente Juan Silveti se presentó en cosos hispanos actuando en la capital catalana ese día. A propósito de su actuación en ese festejo, entre otras cosas, escribió Eduardo Palacio, cronista del diario La Vanguardia al relatar la corrida:

Y ahora, mi viejo y querido amigo, Juan Silveti «Tigre de Guanajuato», llamado así por tu gran valor y haber nacido en ese pueblo hace cincuenta y ocho años, o, mejor dicho, va a hacerlos el mes próximo, voy a decirte lo que fue la presentación de tu querido «cachorro». Desde luego, no tiene tu valor, bien acreditado por tus treinta cornadas, pero torea mucho mejor, es más fino con la capa y se ha apropiado este estilo de hoy que, por lo que tiene de plasticidad, gusta sobremanera a la afición de hogaño... Mi opinión sincera es que en cuanto se familiarice con el ganado de aquí, tan diferente del vuestro como tú bien sabes, honrará el apellido que paseaste con tanta bizarría por los ruedos españoles...

Esa actuación le atrajo las miradas de las empresas y pudo presentarse en Sevilla, volver a Barcelona y actuar en La Línea de la Concepción antes del día de la confirmación de su alternativa, que se daría en uno de los primeros festejos a celebrarse después de terminada la Feria de San Isidro.

La tarde de su confirmación

El festejo del domingo 17 de junio de 1951 se anunció con un encierro salmantino de Manuel Sánchez Cobaleda, encaste Vega – Villar, para Antonio Bienvenida, Manolo dos Santos y Juan Silveti, quien confirmaría la alternativa que había recibido en la Plaza México el 15 de enero de 1950, de manos de Fermín Rivera y curiosamente, fungiendo como testigo, también el Lobo Portugués.

Juan Silveti estrenó un terno que de acuerdo con la mayoría de las crónicas era de color azul turquesa y oro, aunque alguna de ellas hablan simplemente de un vestido azul y oro y se enfrentó en primer término a Pavito, número 178. De su actuación ante este toro, escribió don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, en la Hoja Oficial del Lunes del día siguiente al del festejo:

A Silveti, que confirmaba su alternativa, se le aplaudió, con creciente estrépito, de principio a fin de la lidia del primer toro de los de Sánchez Cobaleda. Apenas había pisado la arena "Pavito" – reseñémoslo para la historia: número 178, negro, listón, jirón, calcetero, lucero, bien armado – y ya el mejicano sacaba a relucir su arte en unas verónicas ejecutadas como los cánones mandan: parando, templando, cargando la suerte para mandar y recoger bien, que es como se debe torear. Eso es: torear. Con toreo más perfecto aún en el primer quite a la misma suerte. Después, con la muleta, otra exhibición de toreo clásico, a base de naturales y de pecho, con ambas manos, y sin que la sobriedad y justeza de la faena la perturbasen más que el mínimo adorno de alguna tocadura de pitón o algún ligero desplante, sin perder... ¿cómo diríamos?, sin perder la formalidad. Muy bien. Y sin alargar más de lo preciso – como es corriente y moliente – aquella faena de toreo largo en su ejecución, artístico en su estilo, inteligente en su concepción, pues el cornúpeta estaba ya muy quedado, una estocada casi entera, que lo derrumbó sin puntilla. Huelga decir que hubo concesión de oreja, vuelta al ruedo y ovación de las de verdad. Silveti quedaba admitido en Madrid con todos los honores... Y Silveti, finalmente, aunque muy voluntarioso, tampoco pudo sacar partido del mansurrón y también incierto sexto toro, del que se deshizo de media estocada. Se ovacionó cariñosamente al espada mejicano...

El cronista, aunque con brevedad, advirtió prontamente las buenas maneras y el fino hacer de Juan Silveti, quien pronto caló en el ánimo de la afición madrileña y terminaría siendo uno de los toreros predilectos de esa plaza.

Por su parte, Antonio Bellón, encargado de la crónica en el diario Pueblo, reflexiona lo siguiente:

La faena es justa, sobria y seria. Los naturales, los redondos y la espera, cruzado y cruzado con el toro, para los pases de pecho, arranca ovaciones y rodean la esbelta figura del torero el oro del triunfo. ¡Torero! ¡Torero!, es el run – run admirativo del público ante la faena cada vez más pausada, más torera, rematada con un acariciar de pitones para llevar al toro, agotado en los últimos muletazos tan rítmicos como los primeros, ritmo que Silveti ha impuesto a su faena, a su gran faena, porque han ido de la mano compenetrados su valor y el arte de torear. Faena tan trabada tiene rúbrica de volapié corto. El volapié sólo es posible cuando el toro no ve nada más que el cuajarón de sangre de la muleta sin prisa ni pausa que lo encela, eleva y burla. Toro bien toreado, a volapié muere. Con muerte espectacular de calambrearse las patas y rodar levantadas hacia el cielo, de donde parece bajar un tormentón de ovaciones cuando los pañuelos blancos se guardan porque la oreja, en tan noble lid ganada va a manos de Silveti – que ordena cortar la cabeza de “Pavito” –, que da la vuelta al ruedo, recoge prendas, saluda y deja un hondo rejazo en la admiración del público de Madrid…

El relator de Pueblo, repara en algunos hechos que tienen interés, como en las reacciones que el hacer de Silveti generaba en los tendidos o en el hecho de que el torero haya pedido la cabeza del toro de su confirmación para llevarla al taxidermista.

Por su parte, Manuel Sánchez del Arco Giraldillo, en la edición del ABC madrileño del martes 19 de junio, reflexiona:

Juan Silveti ha entrado con buen pie en nuestra primera plaza. Es un torero completo, seguro, con arte. No es estilista, pero tiene estilo. Creo que, por ver a Silveti, pueden darse por bien empleados todos los trabajos hechos para arreglar el pleito. Hay que contar con él; hay que verle y considerarle muy en serio. No es efectista – eso queríamos decir cuando aludíamos al estilismo – sino un torero cabal; lidiador, sobre todo. Con la capa, perfecto; con la muleta, extraordinario. Con ambas manos tiene un perfecto dominio. La posición que adoptó para el toreo al natural es de la mejor escuela. A un toro muy soso, como era aquel con el que Bienvenida le confirmó la alternativa, le sacó el máximo partido y lo mató de un gran volapié... El sexto toro, que era receloso y se vencía mucho, ratificó las posibilidades de Silveti ante la res difícil... Fie despedido con una ovación...

En un breve párrafo condensa, sin recurrir a la descripción de la actuación del diestro, la impresión que como torero dejó en esa señalada tarde.

Otras cuestiones de esa misma tarde

El propio Giraldillo hace notar la brillante actuación de Humberto San Vicente, picador mexicano de la cuadrilla de Juan Silveti, del que escribió:

No terminaremos sin recoger una nota seria: la manera de picar del mejicano San Vicente, bueno entre los mejores que hoy montan a caballo...

Y habrá que señalar que Antonio Bienvenida, el padrino de la tarde, tuvo que matar cuatro toros, los dos de su lote y los que sorteó Manolo dos Santos, herido al empezar a pasar de muleta al primero suyo, tercero de la corrida. Así era el reglamento de entonces. Saludó una larga ovación tras de dar lidia completa al segundo de la tarde.

Y Manolo dos Santos, arrimándose como desesperado, se llevó una cornada de gravedad, según el parte rendido por el doctor Jiménez Guinea:

Manolo dos Santos sufre una herida en el tercio medio e inferior, cara interna, de la pierna izquierda, de veinte centímetros de extensión, que produce destrozos en la piel y más extensos en aponeurosis y, sobre todo, en los músculos gemelo y soleo, con una trayectoria hacia afuera, que atraviesa totalmente la pierna hasta su cura externa. Pronóstico gravísimo. – Doctor Jiménez Guinea.

Así fue como concluyó la corrida en la que se presentó en Madrid Juan Silveti, un torero que, al paso del tiempo, veríamos que se convirtió en uno de los preferidos de la afición de la Villa y Corte.

Aviso parroquial: Los resaltados en los extractos de las crónicas de Eduardo Palacio, Antonio BellónLuis Uriarte y Giraldillo son imputables únicamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 9 de junio de 2024

4 de junio de 1931: La alternativa de Carmelo Pérez en Toledo

Carmelo Pérez
Toledo 04/06/1931
Carmelo Pérez había recibido una alternativa el 13 de enero de 1929, en Puebla, apadrinado por Joaquín Rodríguez Cagancho y con el testimonio de Heriberto García, ante toros de San Nicolás Peralta. Sin embargo, el torero mexiquense ejercería poco tiempo ese doctorado, porque regresaría a las filas de la novillería el 5 de mayo siguiente, en El Toreo, alternando con Jesús Solórzano y Alberto Balderas.

Carmelo Pérez, Esteban García y Jesús Solórzano terminarían siendo los triunfadores de esa temporada novilleril de 1929. El texcocano ganó, en una tercia de festejos mano a mano con Esteban García celebrados los días 18 de julio, 18 de agosto y 1º de septiembre de ese año, un anillo de oro con un gran brillante y por su parte el futuro Rey del Temple se llevaría a casa la Oreja de Plata disputada el 15 de septiembre en un cartel de cuatro toreros y ocho toros.

La obtención del anillo de oro hizo pensar, ahora en este caso, a la empresa de El Toreo, que era el momento de que Carmelo Pérez se convirtiera en matador de toros de nueva cuenta. Rafael Solana Verduguillo, en su obra Tres Décadas de Toreo en México, cuenta lo siguiente a este propósito:

Al correrse la voz de que Carmelo iba a doctorarse y a tomar parte en la temporada grande, muchos viejos aficionados, amigos del diestro, nos pusimos en movimiento tratando de evitar que el torero de Texcoco cometiera semejante disparate… Yo hablé con Carmelo con toda claridad: Mira Carmelo, tú todavía no estás preparado para la alternativa, te cogen mucho los novillos… Cuando vengan las corridas gordas y graneadas, va a ser diferente el caso, vas a tener que sortear y si te toca un toro fuerte, te puede lastimar de verdad…

Al llegar a tratar con la empresa, encabezada por Rodolfo Gaona y Benjamín El Chato Padilla, Carmelo Pérez intentó evadir el compromiso, señalando precisamente la apreciación de Verduguillo, en el sentido de su verdor. El Califa de León insistió en hablar con su apoderado, Carmelo de la Rosa, quien era el encargado del zarzo de banderillas de la plaza y le empujó a firmar un contrato para una alternativa prematura y que como la historia lo demuestra, tuvo un final trágico.

En esas condiciones, Cagancho volvió a hacer matador de toros a Carmelo Pérez, en esta ocasión en El Toreo de la Condesa, el 3 de noviembre de ese 1929, con el testimonio otra vez de Heriberto García, con toros de San Diego de los Padres. El toro de la ceremonia se llamó Granado, y como lo vaticinó Rafael Solana, en la faena de muleta le dio una dura paliza. Tres domingos después, otro sandieguino, éste llamado Michín, marcaría el inicio del fin para los días del torero texcocano.

Después de Michín

Los médicos Javier Ibarra, José Rojo de la Vega y Carlos Herrera Garduño salvaron la vida de Carmelo, pero en una situación en la que la medicina carecía de los avances que hoy tiene, la ausencia de equipos de diagnóstico y de antibióticos, convirtieron en un verdadero vía crucis la recuperación del torero de Texcoco. A ese propósito, cuenta Guillermo H. Cantú:

Al despertar de la anestesia, Carmelo constató una cosa: el infierno no habían sido las cornadas tremendas de “Michín”, sino la penosísima, lenta e incompleta recuperación que en esos instantes se iniciaba… En 1929 aún no existía la penicilina ni otros antibióticos, la fístula de la espalda hubo de ser controlada con métodos prolongados como dolorosos. Una a una, las costillas del costado derecho de Carmelo fueron extirpadas… No fue únicamente tener que respirar con un solo pulmón, ni cargar el resto de su ya corta vida apósitos de algodón para dar volumen a aquél medio torso disimulado y supurante… sino además “un sufrimiento todavía mayor y para el que Carmelo necesitó echar mano de toda su hombría y de toda su fuerza de voluntad: desacostumbrarse a la droga, a la morfina, a base de la cual había vivido medio año”. ¡Y también lo logró! …

Los médicos que le atendían, advirtieron a Carmelo que era necesario guardar reposo absoluto para completar su recuperación y permitir en un futuro la reparación de la fístula que se generó a causa de la cirugía a la que se le sometió para reparar las heridas de la cornada. Pero el torero tenía otros planes al parecer, y en cuanto sintió las fuerzas suficientes se puso a prepararse para reaparecer, haciendo ejercicio para recuperar la condición física y haciendo toreo de salón.

Reapareció el 4 de enero de 1931 en El Toreo, alternando con Luis Freg y Manolo Bienvenida en la lidia de toros de La Laguna y volvería a la gran plaza los domingos 11 y 18 de ese mismo mes. Justamente en la corrida del día 11, alternando con Chicuelo y David Liceaga que recibía la alternativa, le cortó el rabo al toro Viñero de Zacatepec. El 15 de febrero en Guadalajara, realizó otra gran faena a otro toro número 66 de don Daniel Muñoz y terminó su campaña en México el 22 de febrero en El Toreo alternando con Francisco Tamarit Chaves y Pepe Ortiz en la Corrida de Covadonga.

España y Toledo

Terminada su campaña en México, Carmelo cultivó la idea de confirmar su alternativa en Madrid y hacer una campaña en forma por aquellas plazas, consiguiendo que le apoderara don Domingo González Mateos Dominguín.

Las alternativas recibidas en México no fueron reconocidas en España durante muchos años, así que los toreros mexicanos y en general, quienes las recibían aquí, tenían que volver a hacerlo en una plaza de allá para poder actuar como matadores de toros. La de Carmelo Pérez se programó para el 4 de junio de ese 1931, en Toledo. Era la tradicional Corrida del Corpus. Originalmente estaba puesto como su padrino Gitanillo de Triana, pero el 31 de mayo anterior Fandanguero de Graciliano Pérez Tabernero acabó a plazo con su vida en Madrid y se contrató para sustituirle a Manuel Jiménez Chicuelo. El testigo sería un torero de la tierra recién alternativado llamado Domingo Ortega. Los toros serían del Conde de Antillón antes de Ildefonso Sánchez Rico, de origen Contreras. Al final solamente se lidiaron cinco de los toros anunciados, pues el primero de la tarde fue de Terrones, llamado Presidente, sustituto de uno que fue muerto en los corrales.

Escribió Recorte para el diario madrileño La Libertad del día siguiente al del festejo:

El alternativado Carmelo Pérez no estuvo muy afortunado en el reparto, y de aquí que el resultado de su actuación no respondiese a lo que nos habían prometido sus mentores y nuestros compañeros del país de Moctezuma. Quizá la diferencia de temperamento en el ganado, unido al desentrenamiento que motivó una convalecencia de cerca de un año, a consecuencia de una gravísima cornada que recibió, y por añadidura el desconocimiento del carácter de nuestro público. Influyese en cierto apocamiento, azoramiento o preocupación que observamos en el nuevo matador… Sin embargo, le vimos ceñirse extraordinariamente con el capote y templar, ejecutando algo así como aquel lance que se denominó el «puente trágico», y en esto fue ovacionado… Luego, con la muleta, estuvo demasiado breve en el toro de la alternativa; dos muletazos tan solo, porque vio el mejicano que el enemigo no estaba para adornos. Al sexto, que ofrecía peligro por el lado derecho, le dio tres soberbios muletazos de pecho por el lado izquierdo, «haciendo la estatua». Matando estuvo muy breve también… Como fue tan sucinta la labor de Carmelo Pérez no nos atrevemos a formular juicio respecto a su porvenir en la carrera taurina, y hemos de conformarnos con hacer constar que la Empresa de El Toreo, de Méjico, ganó con Carmelo una buena cantidad de miles de pesos…

Por su parte, Corinto y Oro, en el ejemplar de La Voz, salido la noche misma del festejo, elaboró el siguiente análisis:

Carmelo Pérez recibe la alternativa de manos de Chicuelo y pasa a entendérselas con el toro, que está difícil y nada en su favor para debutar en España. El bicho está cada vez más bronco y tirando infinidad de cornadas por minuto. El mejicano le hace una faena brevísima y lo tumba de un sartenazo... Sexto. – Negro. De lámina, una preciosidad. Veremos de lo otro. Pues de lo otro, que se lleva muy poco con los anteriores; es decir, que es manso, sin redención posible. Salta al callejón por el 1. Carmelo Pérez veroniquea parando mucho y echando la mano abajo, como los toreros buenos, y lo mismo hace en el primer quite. Este torero, al toro que te le arranque franco le hará cosas de mucha emoción; con el difícil le falta prestancia y soltura. El bicho es tardo en varas y retrocede siempre ante los toreros de a pie… El mejicano insiste en pararse con el enemigo en dos ocasiones, pero le falta adversario claro… Carmelo Pérez quiere pararse con el toro en el pase de la muerte; pero el adversario le dice que nones; es decir, que no se le arranca. Un poco precipitado y algo inconsciente de lo que el toro necesita, que es machetearlo sobre las piernas para apoderarse de él, lo busca porfiadamente, queriendo hacer la estatua y sacarle la muleta por el rabo; pero no lo consigue, porque el bicho retrocede siempre. Y tras una faena breve, con dos pinchazos, sin estar el toro perfectamente igualado, y media estocada, lo entrega a las mulillas…

El mal juego de los toros redituó en una tarde en la que reinó el aburrimiento, conclusión unánime de los dos cronistas ya citados, así como de Gregorio Corrochano en el ABC madrileño, Rehilete en el diario La Tierra o Francisco Martínez Corbalán F. Asturias en el diario Ahora.

Después de la corrida de Toledo, Carmelo Pérez decidió ponerse en las manos del renombrado cirujano Jacinto Segovia para intentar librarse de la fístula torácica que tanto le molestaba. Ello a pesar de que ya desde antes de salir de México los doctores Ibarra, Rojo de la Vega y Herrera Garduño le habían advertido que era una cirugía de muy alto riesgo y que no merecía el riesgo intentarla. Sin embargo, la intentó y el resultado final ya lo conocemos y está contado en estas mismas páginas virtuales (aquí).

domingo, 2 de junio de 2024

3 de junio de 1984: Valente Arellano recibe la alternativa en Monterrey

Era el verano de 1975, fui invitado a una tienta en Chichimeco por Miguel Espinosa Armillita, quien había sido mi compañero en la escuela desde la primaria y quien se preparaba para presentarse en las plazas como novillero en el siguiente calendario. Era también época de vendimia, pues en esa época todavía en Aguascalientes se cultivaban vides con fines de vinificación y las tierras de su familia no eran excepción. Allí sus hermanos Manolo y Fermín, matadores de toros ambos y el Maestro Armillita dirigían las labores de selección de hembras, lo que presenciaba yo desde la gradería de la placita de tientas.

Me llamó la atención sobremanera que un chiquillo de alrededor de una docena de años, al que todos llamaban Valente, salía a tomar las tres de casi todas las becerras que eran tentadas y que con bastante gracia y, sobre todo, con conocimiento, les pegaba algunas series de muletazos. Pero, además, escuchaba las instrucciones que tanto el Maestro Fermín desde las alturas o sus hijos desde los burladeros le daban y las llevaba a la práctica.

Terminadas las faenas de tienta, al pasar a la mesa para comer, Miguel me contó que el chiquillo era hijo del enólogo que veía las cosas de la producción de mostos y vinos para su padre y para Manolo su hermano, que venía de Torreón, quien además era aficionado práctico, recordándome que había toreado en los festivales que se dieron en Aguascalientes a finales de 1972, en una convención internacional que se dio en la plaza San Marcos.

Tiempo después supe que el nombre completo de padre e hijo era Valente Arellano. Y años después, México entero conocería ese nombre, porque sería un torero que vendría a revolucionar un ambiente y sistema taurinos que estaban adormilados, en la espera de un diestro que vinera a llamar a las plazas a la afición de siempre y a crear nuevos interesados en conocer y seguir lo que esta fiesta es y representa.

El ser y el estar del torero

Valente Arellano no se preocupó solamente por aprender a esquivar artísticamente las embestidas de los toros. También, cuentan sus biógrafos, tuvo la preocupación de conocer la historia de la fiesta, la de los hombres que la han ido construyendo y, a entender que más que saber torear, hay que saber ser torero:

Del Maestro Fermín, más que aprender a torear, aprendí a ser torero, a sentir como torero, a vivir como torero, a entender por qué un torero es una persona distinta a los demás, un ser diferente... Ver al Maestro Fermín vivir para la fiesta, hablar con la devoción con que él lo hacía sobre los toros, tener tanta afición como él, aún después de retirado no perderse corrida... Ese andar como torero, vestirse como torero, oírlo platicar sobre la entrega que uno debe tener para con el toro... Por eso digo que el Maestro Armillita, más que enseñarme a torear, me enseñó a ser torero... (Valente Arellano. Una promesa. – Valente Arellano Flores. – Págs. 55 – 57)

La cercanía con el Maestro Armillita le permitió comprender desde una edad temprana que el hecho de ser torero no consiste solamente en salir al ruedo y trastear al toro, sino que implica entregarse al toro y a los públicos que van a ver actuar al torero. Por esa razón, entendería el joven diestro, el torero no puede ser monótono, debe ser variado, de manera tal que pueda ofrecer esa torería a la afición:

... he hecho estos quites: “El Ojalá”, “La Valentina”, “La Gaonera”, “La Saltillera”, “La Tafallera”. He toreado por “Tijerillas”, “A lo Chatre”, por “Fregolinas” y por “Vizcaínas”. De los quites de Pepe Ortiz he hecho “El Quite de Oro”, “El Quite por las Afueras”, “Tapatías”, “Orticinas” y “Guadalupanas”, también he quitado con “La Mariposa”, “La Crinolina”, “La Caleserina”, también con “Chicuelinas”, “Chicuelinas Antiguas”, “Chicuelinas Andantes” y todas las combinaciones que me han salido con ellas... (Valente Arellano Flores, op. cit. – Pág. 13)

Con ese bagaje y con alrededor de ciento y medio de novilladas toreadas, llegaría el chiquillo que había visto yo pegándole muletazos a las becerras en Chichimeco algo menos de una década antes, a recibir la alternativa de matador de toros.

La tarde de su alternativa

La corrida de su doctorado se anunció para el domingo 3 de junio de 1984 en la plaza de toros Monumental Monterrey. Se lidiarían seis toros de San Miguel de Mimiahuápam para Eloy Cavazos, Miguel Espinosa Armillita Chico y Valente Arellano.

Antonio Córdova, cronista del diario regiomontano El Porvenir, narró de esta manera la faena de la alternativa de Valente:

Brillantemente tomó ayer la alternativa en esta ciudad Valente Arellano, con el toro “Solitario” Nº 177 de 476 kilos que le cedió Eloy Cavazos, su padrino de alternativa. Con el coso monumental lleno en su totalidad, donde no cabía un alma, Valente recibe al toro de su doctorado con lances a la verónica cargando la suerte para después hacer una faena extraordinaria con la que ingresó al escalafón de matadores de toros con toda la grandeza y la expectación que ha rodeado su carrera... Una faena que brindó a sus padres Sonia y Valente, iniciada toreramente de rodillas para luego situar en el centro de la plaza, un pase de trinchera y una serie de derechazos extraordinarios que remató con el forzado de pecho. Vino luego una tanda de naturales llevando muy bien embebido al toro en los vuelos del engaño para volver luego al toreo derechista y rematar rodilla en tierra, en tanto la banda de música entonaba “De Torreón a Lerdo” ... Valente, entregado al público, toreó vertical a pies juntos poniéndose muy cerca de los pitones, jugándose la vida en verdad. Hizo un desplante ante el clamor del público, se llevó el toro a la zona de toriles, para pinchar en el primer intento con el alfanje y dejar luego media estocada que hizo doblar al toro, entregándosele una oreja que el torero de La Laguna lució en una vuelta al ruedo llorando de emoción...

Así iniciaba lo que sería una muy breve andadura por el escalafón mayor pues después de esta tarde actuó el 10 de junio en Texcoco; el 18, en San Juan del Río; el 24 en Celaya; el primero de julio en Ciudad Juárez; el 8, en Tijuana; el 15, en San Buenaventura; el 22 nuevamente en Tijuana y el 29 de julio se vestiría de luces por última vez en Matamoros, porque el 5 de agosto siguiente, su vida terminaría abruptamente.

Lo que pudo haber sido

El techo de Valente Arellano daba la impresión de ser altísimo. Su juventud y su voluntad de superar cualquier obstáculo que se le pusiera delante, daban la impresión de que el camino que pudo haber recorrido era muy extenso y la altura que podría haber alcanzado también era complicada de estimar. Esto reflexiona su padre:

Para andar por el mundo hay que caminar con los ojos puestos en algo, con un objetivo en la mira. Con el deseo de alcanzar algo. En ese permanente querer, en ese desear algo, en luchar por alcanzarlo está la clave de una vida con éxito. Cuando se descansa porque ya se alcanzó lo deseado, el hombre empieza a morir un poco... Torear en un festival... Matar un becerro... Ir a una tienta... Ser figura del toreo... Ser el mejor de aquí... Torear en Sudamérica, ser el mejor de allá... Debutar en Sevilla... Confirmar en Madrid... Ser el número uno allá también... En la vida de todo aquel que ha soñado con ser torero, en la vida de los que han sido toreros, en la vida de los que han sido figuras, en la vida de todos ellos, esta serie de metas, como finales de etapa en la azarosa carrera que es la vida del torero han sido siempre objetivos a alcanzar, sueños irrealizables para algunos, conquistas logradas para unos pocos, cumbres no escaladas, deseos irrefrenables... ¿Cuántas metas se quedaron esperándote Valente? ¿Hasta dónde hubieras llegado? (Valente Arellano Flores. Op. cit., Págs. 155 - 156)

El par de preguntas que deja al final son de esas que no tienen respuesta. El único que hubiera podido responderlas era el propio Valente, pero ya no está en posibilidad de hacerlo. Lo que nos deja, es la impronta de que con el deseo de hacer las cosas y con la voluntad de apartarse en buena medida de los convencionalismos y límites que a veces nos presenta el sistema que nos rodea, es posible destacar, salir adelante y poner las cosas en un nuevo ritmo de funcionamiento.

Lo importante es tener la voluntad de aceptar las incomodidades que representa al inicio, el enfrentar a lo establecido, la personalidad necesaria para atraer la atención de la afición y el valor y el oficio para imponerse a las condiciones de los toros. Esos activos se reúnen en una sola persona muy de cuando en cuando, y en esos casos hablamos de toreros de época.

Valente Arellano estaba llamado a ser uno de esos toreros de época. Por eso le recuerdo en este cuadragésimo aniversario de su alternativa.

domingo, 26 de mayo de 2024

26 de mayo de 1968: Gastón Santos lidia en solitario seis toros en Tampico

Gastón Santos aumentó su afición a los caballos durante su estancia en una academia militar en los Estados Unidos donde cursó estudios de secundaria y bachillerato y ya de regreso en México continuó tomando clases de monta a la alta escuela. Como parte de esas clases, se incluían ejercicios relacionados con suertes del rejoneo, mismas que ligadas a su afición por la fiesta de los toros le llevaron a procurarse un mayor y mejor conocimiento del llamado Arte de Marialva.

Para ello se traslada a Portugal y consigue que Joâo Branco Nuncio, una de las piedras angulares del rejoneo lusitano moderno, a su vez discípulo de Antonio Luis Lopes y de Antonio Cañero le admita en su finca y le transmita sus conocimientos. Para el año de 1954, el maestro Nuncio considerará que su discípulo mexicano está listo para la siguiente etapa y le programa la alternativa en el coso de Campo Pequeno para el día 2 de septiembre, en un cartel en el que actuarán él mismo, el rejoneador Francisco Sepúlveda – también discípulo suyo – y los matadores de toros portugueses Diamantino Vizeu y Paco Mendes ante toros de Faustino da Gama.

En esa tarde tuvo una lucida actuación y así se Gastón Santos se convertía así en el primer rejoneador mexicano en ser alternativado en la primera plaza del mundo para el toreo a caballo, para de allí arrancar una carrera que terminaría alrededor de un cuarto de siglo después, presentándose en las principales plazas de México, España y Sudamérica. 

Toreó catorce tardes en la Plaza México, siendo la primera el 6 de marzo de 1955, precediendo a Luis Briones, Emilio Ortuño Jumillano y Juan Posada que confirmaba su alternativa en la lidia de 4 toros de Ernesto Cuevas – uno para rejones – y 3 de Tequisquiapan. El toro de su presentación se llamó Antequerano.

En 1963 haría una primera campaña europea, actuando nueve tardes en ruedos de España. Se presentó en Sevilla el 12 de mayo, tarde en la que cortó una oreja y la tarde final de esa gira la firmó en Madrid, el 23 junio, en una corrida de toros en la que alternaron Antoñete, Joaquín Bernadó y Rafael Chacarte, quienes enfrentaron un encierro portugués de Infante da Cámara. Por su parte, Gastón Santos lidió uno de Dolores de Juana de Cervantes.

Su segunda campaña en ruedos hispanos se dio en 1969 y constó de siete tardes. En esta oportunidad se presentó el día de Santiago en Barcelona, y en Madrid lo haría en dos ocasiones, el 27 julio, para enfrentar un toro de El Pizarral de Casatejada en una corrida en la que Vicente Punzón, Aurelio García Higares, José Falcón, quien confirmaba su alternativa, lidiaron una corrida de Murteira Grave y volvería el 7 de septiembre, en la corrida en la que actuaron de nuevo Antoñete José Falcón con Florencio Casado El Hencho ante toros de José María Moreno Yagüe. El toro que enfrentó el ya llamado Centauro Potosino fue de El Jaral de la Mira.

Seis toros en solitario

El que un torero a caballo enfrente seis toros en solitario es un hecho infrecuente en la historia del toreo. De la información que pude recabar para redactar estos apuntes, solamente pude encontrar breves referencias a lo que traigo a estas páginas virtuales el día de hoy, porque incluso, en su día, la prensa mexicana poco o casi nada se ocupó del hecho.

Para del domingo 26 de mayo de 1968 se anunció en la plaza de toros Rodolfo Gaona de Tampico, que Gastón Santos enfrentaría en solitario una corrida de San José de Buenavista, ganadería guanajuatense con importantes antecedentes vazqueños.

Pude localizar solamente una breve gacetilla en el periódico El Informador de Guadalajara, de la agencia Informex, que reseña lo sucedido en esa corrida y que es de la guisa siguiente:

Tampico, Tamps., mayo 26. - Buena entrada. El rejoneador Gastón Santos se encerró con éxito con seis toros, caso que se produce por primera vez en la historia del toreo... La corrida tuvo en pie un promedio de 460 kilogramos... Gastón cumplió en su primero; cortó una oreja a su segundo; las dos orejas al tercero. Realizó a pie toda la lidia del cuarto, dando una vuelta más, y volvió a cabalgar para lidiar a la jineta al quinto y al sexto, dando en ellos sendas vueltas al ruedo...

Llama la atención lo que se relata acerca de que Gastón Santos se bajó del caballo para lidiar a pie al cuarto de la tarde. No tengo duda de su capacidad y calidad como estoqueador, porque en varias tardes en las que le vi actuar en los ruedos, al no ser efectivos los rejones de muerte, preparaba con eficacia la suerte de matar a pie y se tiraba tras de la espada con decisión, dejando buenas estocadas, pero el hecho de hacerse cargo de la lidia completa de un toro a pie, es algo que no me imaginaba que pudiera haber hecho.

La capacidad y calidad como estoqueador de Gastón Santos queda patente si recordamos que en el año de 1979, se le otorgó el Trofeo Domecq a la estocada de la temporada en la Plaza México por la que le dio al toro Lisboeta de Zotoluca, en la corrida a la portuguesa que allí se dio el domingo 4 de febrero de ese año, misma que fue de extraordinaria ejecución y colocación.

En suma, la tarde del 26 de mayo de 1968 en Tampico, resultó ser para Gastón Santos una de esas que resultan ser auténticamente redondas para un torero, porque pudo probarse a sí mismo y a quienes se reunieron en la plaza a verle actuar, que tenía la capacidad artística y técnica para resolver los enigmas que le representaron los seis toros que enfrentó en esa oportunidad.

La continuación de su carrera

Gastón Santos fue un torero que mantuvo firme el bastión del toreo a caballo en nuestro país durante un cuarto de siglo. Toreó en ese lapso alrededor de 1,350 corridas de toros y se preocupó por que el rejoneo tuviera presencia en las principales plazas y ferias de la República, consiguiendo, el 22 de abril de 1974, que se incluyera por primera vez en una feria, la de San Marcos, una corrida del arte del rejoneo. 

También se dedicó a la crianza del caballo lusitano y del toro de lidia, esto último a partir del año de 1966, llevando líneas de origen Saltillo con simiente de Campo Alegre y Mariano Ramírez y de Parladé, con simiente de Palomeque, formada con vacas y sementales españoles de Gamero Cívico.

Torea su última corrida en la Plaza México el 2 de marzo de 1980, conmemorando el vigésimo quinto aniversario de su alternativa, cuando abrió la tarde en la que actuaron Gabriel de la Casa, Marcos Ortega y Cruz Flores ante toros de Santoyo. El último toro que enfrentó se nombró Don Cosme, de la ganadería tlaxcalteca de Zotoluca.

Vendrá a Aguascalientes por vez final el 5 de mayo de 1982, para actuar en una corrida nocturna en honor al Cuerpo Diplomático acreditado en México, junto con Gerardo Trueba y los matadores a pie Mariano Ramos y Marcos Ortega, con un variopinto encierro de San José de Buenavista.

La tarde final de su dilatada carrera la torearía el 2 de abril de 1983, en Tantoyuca, Veracruz, cuando formó cartel con Manolo Espinosa Armillita, Jesús Solórzano y Ernesto Sanromán El Queretano, para lidiar toros de su propia ganadería, anunciada como Palma Cerrada.

A partir de esa fecha, el nombre de Gastón Santos seguiría apareciendo en los carteles, pero ya en el renglón correspondiente al ganadero. Siguió también dedicado a la cría de los caballos lusitanos, actividad de la que fue el pionero en México.

Gastón Santos falleció en su rancho de San Luis Potosí, a los 92 años de edad, el 17 de enero de este 2024, siendo el decano de los rejoneadores. Esta es una pequeña estampa de su historia en los ruedos, de la que queda mucho por contar todavía.

domingo, 19 de mayo de 2024

19 de mayo de 1895: Guerrita torea tres corridas en un día


Torear tres festejos un mismo día en estos tiempos que corren quizás no nos parezca una hazaña singular. El avance de los tiempos y el de las vías y medios de comunicación nos ha quitado nuestra capacidad de asombro. Hoy es posible que en poco más de 24 horas se pueda torear dos corridas en dos continentes distintos, pero en las postrimerías del siglo XIX eso era materialmente impensable. Por esa razón y por las naturales limitaciones de la logística en esos tiempos, diría el maestro Aquiles Elorduy, conseguirlo sería una verdadera tarea de romanos.

Rafael Guerra y Bejarano Guerrita, había decidido a poco tiempo de la muerte de El Espartero, en mayo de 1894, apartarse de la plaza de Madrid, donde un grupo influyente de la afición no le profesaba mucha estima. Tras de cumplir su compromiso en el abono de ese calendario, el diario El Liberal anunció que en Salamanca, El Guerra anunció que se iba de los ruedos y le atribuyó una expresión que ha trascendido: en Madrid, que toree San Isidro… A este propósito, escribe Antonio Peña y Goñi en su libro Guerrita:

Así las cosas, y cuando el verano actual había sido para Guerrita una sucesión de triunfos realmente inverosímil, llevólo su mala estrella a Salamanca y le deparó allí, en forma de corresponsal de diario madrileño, a un apreciable caballero, ávido sin duda de notoriedad… El cual caballero apreciable, haciendo gala de una discreción y de un tacto superiores a todo encomio, telegrafió á El Liberal que Guerrita había manifestado ante varias personas su resolución de no volver a torear en la plaza de la corte, añadiendo estas memorables palabras: “¡En Madrid, que toree San Isidro!... La política veraniega daba poco de sí y Guerrita interesaba más que Sagasta; por lo cual gimieron las prensas, estremeciéronse los chivaletes y los cajistas temblaron... Aquello era un inesperado oasis en el árido desierto de los triunfos de Guerrita, y en él se refugiaban apresuradamente sus sempiternos enemigos para presentarlo como niño sin entrañas que desprecia e insulta a su  madre… Guerra contestó al famoso corresponsal salmantino negando en redondo la veracidad de sus asertos, pero aquél replicó e insistió en lo dicho. ¡Pues, hombre, no faltaba más! …Sí, señor; el cordobés había pronunciado las históricas palabras en el café Suizo de Salamanca, y cuantos respetabilísimos salmantinos escuchaban al diestro juraban y perjuraban haberle oído decir: “¡En Madrid, que toree San Isidro!”…

Al final de cuentas, Guerrita se desdijo de lo de la retirada y permaneció en activo un lustro más. Pero sí mantuvo su idea de mantenerse alejado de Madrid, cuando menos por ese año de 1895, prueba de ello es que, en la parte central del abono de la capital española, se anunció para torear tres festejos el domingo 19 de mayo de ese calendario. Lo haría en las plazas andaluzas de San Fernando, Jerez de la Frontera y Sevilla, ciudades todas ellas conectadas por ferrocarril y que, aunque de acuerdo a los trazados de las vías actuales, apenas representan una distancia de 137 kilómetros, en esa época, representaban por otros medios, un día de camino.

Los carteles confeccionados para la ocasión serían: en San Fernando, toros del Marqués del Saltillo para Guerrita y Pepete; en Jerez, toros de José Manuel de la Cámara, para Guerrita y Fabrilo y en Sevilla, toros de Murube para Guerrita y Antonio Fuentes. Se dispusieron trenes especiales para los aficionados que quisieran asistir a las tres corridas y también otro, especial para el torero de Córdoba y su cuadrilla. La razón de esos trenes especiales era que harían el trayecto sin escalas en las estaciones intermedias, como lo haría otro de línea regular.

San Fernando, siete de la mañana

Apenas amanecía cuando comenzó la jornada de lo que los diarios de la época llamaron el récord de Guerrita. La relación más prolija de los sucesos es la que apareció publicada en la primera plana de El Imparcial de Madrid, firmada por José de la Serna Aficiones, cronista taurino del diario en la época y que se subió a los trenes para seguir al que sería después el segundo Califa del Toreo de Córdoba. Escribió en la previa:

Comenzamos el desayuno taurino a las siete de la mañana. El cielo estaba cubierto y “chispea”... en ambos sentidos de la palabra: acuático y vinícola… No han acudido muchos forasteros: de éstos hay algunos aficionados de Madrid. La plaza, cuyo redondel allá se irá con el de la de Vallecas que llena hace seis mil entradas, está mediada de público. Noto con vivo dolor la ausencia del bello sexo. Es una corrida solo para hombres…

Los toros de Saltillo fueron, digamos, cómodos. Solamente el quinto, de acuerdo con las distintas relaciones de prensa, se distinguió por su buena presencia, y con él, Guerrita tuvo su mejor momento en esa primera corrida de las tres de la señalada fecha. Relató Aficiones:

El quinto era buen mozo, cárdeno bragao, bien puesto y de arrobas. El único de los lidiados que tenía “tipo“… Con mucho poder sufrió siete puyazos, matando un caballo… En los quites Guerrita se adornó como él sabe y puede, y Pepete también… El público entusiasmado pidió que los matadores banderilleasen. Se negaron éstos, y entre protestas y silbidos Almendro y Mojino salieron del paso… Guerrita, cerca y parando, toreó de muleta y metió un volapié neto, una gran estocada hasta la mano. Sacó el estoque y descabelló al primer intento… Ovación…

Pepete salió del paso en los dos que mató, porque el sexto de la corrida, al salir del segundo puyazo cayó al suelo y ya no pudo ser levantado, por lo que se le apuntilló allí mismo y así concluyó la corrida.

Jerez de la Frontera, once y media de la mañana

Escribió Zaldúa, corresponsal del diario madrileño El Liberal, quien cubrió las dos primeras etapas de la gesta de Guerrita:

El trayecto a la estación ha sido Un nuevo triunfo para el Guerra. Medio San Fernando en las calles, los balcones llenos de gente, los vítores y aplausos atronando el espacio. El gentío acompaña al Guerra hasta la estación. En ésta hay preparado un tren especial dispuesto por la empresa de la plaza de toros. El tren no es bastante para cuantos quieren ir en él. Muchos se disponen a hacer el camino subidos en los estribos. Arranca el tren y el público hace a Guerra la ovación de despedida. Las estaciones del tránsito están llenas de curiosos En la de Jerez recíbenos un gentío inmenso y bandas de música. Las calles están animadísimas. En los balcones hay muchas mujeres guapas…

El mismo corresponsal agregó que Guerrita hizo el viaje vestido de torero, con el terno verde y oro con el que toreó en San Fernando y a falta de referencia de que haya cambiado de ropa de torear, asumo que actuó con la misma indumentaria en Jerez, plaza en la que ahora fue el tercero de la tarde, un hidalgobarquero nombrado Canito, el del triunfo de Guerrita:

“Canito” consumió el turno tercero. Fue retinto albardao y muy voluntario… Nueve varas de castigo pusieron Beao y Pegote, perdiendo una jaca… Almendro y Mojino cumplieron en el segundo tercio, y Guerrita hizo una faena superiorísima con la muleta. Pases de pecho, adornados, molinetes... de todo hubo, para rematar con un volapié soberbio hasta la bola, que hizo polvo a Canito… Gran ovación. Esta ha sido la mejor faena del récord...

Guerrita y Fabrilo banderillearon al quinto de la tarde, con más voluntad que lucimiento. El diestro valenciano fue aplaudido tras la lidia del sexto. La plaza de Jerez no se llenó y la corrida de José Manuel de la Cámara fue más pareja y mejor presentada que la matinal.

Sevilla, cinco y media de la tarde

La corrida que cerraba el ciclo tenía también el cartel más redondo. Guerrita y Antonio Fuentes ante toros de Murube – las informaciones de la época ponen Muruve – y se estableció que daría inicio a la hora anunciada, aunque El Guerra se retrasara en llegar desde Jerez. Escribe Del Río, corresponsal de El Liberal:

Hay una animación extraordinaria; verdaderamente extraordinaria, aquí donde tan acostumbrados estamos a los espectáculos taurinos… Todo el mundo anda preguntando qué se sabe de las corridas de San Fernando y de Jerez… En las esquinas de la calle de las Sierpes se fijan boletines dando cuenta de las corridas… El día está nublado. El tren en que viene Guerrita llegará a las cuatro y cuarenta… La corrida empezará a las cinco y media. Si se retrasase el tren comenzará la lidia matando Fuentes el primero…

Pero eso no fue necesario. Guerrita llegó a Sevilla a las cuatro de la tarde y eso le permitió estar puntual a su cita en la Maestranza. Para cerrar el ciclo, de nueva cuenta sería el quinto de la tarde el toro de su triunfo. Escribió Aficiones:

Barquerito, grande, bien puesto, de mucha cabeza… Procura varios tumbos de mayor cuantía, do los que salieron lastimados el Beao y el Chano… Salieron al ruedo los matadores con los palos. Fuentes entró bien y dejó un par desigual… Guerra, después de dos salidas falsas, colgó medio par. Fuentes, al repetir, puso un magnífico par al sesgo… Y Guerra dio fin al poema, a la trilogía, a la odisea y al récord con seis buenos pases y una estocada monumental hasta el pomo… (Ovación extraordinaria, “delirium tremens” al Ercilla, Wagner, Virgilio y Zimmerman, todo en una pieza) …

Antonio Fuentes, por su parte, tuvo una actuación muy lucida ante el segundo, Regalado, al que propinó la estocada de la tarde. La entrada fue calificada por los cronistas de buena.

Reflexiones a posteriori

En el Suplemento a El Enano aparecido el 22 de mayo siguiente, se hace una prolija relación y crítica de los hechos ocurridos el 19 anterior. Aparece firmada por Carlos L. Olmedo, quien para el diario hispalense Noticiero Sevillano, firmaba sus colaboraciones como Farolillo. Entre otras cosas dijo en su día:

Tres de tres, para uno, único y solo que se ha llevado la luz, dejando a la Empresa con mucho sol; pero deslumbrada y sin moscas. (Léase dinero)... con toa la esplendidez digna únicamente de un guardia municipá agradecido, tomó los apuntes verídicos, de cómo Guerra con Pepete en la Isla, con becerros de Saltillo, y en Jerez con Fabrilo y novillos de Cámara, ejecutó las dos primeras partes del acontecimiento «cómico – bufo – taurino», que le pone a mayor altura en que se colocaron Pedro Romero y Manuel Domínguez, cuando mataban ocho toros de á siete años cumplidos, todos en la suerte de recibir… Éste también recibe... nueve mil duros libres de toda indigestión de pitones... Por datos que tenemos a la vista de las tres corridas, solo una, la de Sevilla, ha producido verdaderos resultados prácticos. En cambio, en San Fernando y Jerez, solo se ha conseguido llenar media plaza respectivamente… Con lo cual el único que no ha perdido, ha sido el beneficiado, esto es, Rafael Guerra, que esta vez puede decir, si buenas palmas me han tocado, buenos dineros les cuesta…

También se ocupa, de manera casi telegráfica, de exponer los sucesos ocurridos en el ruedo, pero la crítica al hecho de que Guerrita haya percibido sus cuartos por torear tres veces ese día y que las plazas, al menos las de San Fernando y Jerez, no se hayan llenado, son la médula de su argumentación. 

Por otra parte, está la aportación que hace Jerónimo – Antonio Peña y Goñi – en La Lidia, el 27 de mayo, en un número especial dedicado principalmente a recordar el primer aniversario de la muerte de Espartero. Allí reflexiona:

Con éxito superior a las más halagüeñas esperanzas, ha realizado Guerrita, el 19 del actual, fecha que pasará a la historia, la hazaña nunca vista hasta ahora, de torear tres corridas en un solo día, en tres plazas diferentes: a las siete de la mañana, en San Fernando; a las once, en Jerez, y a las cinco de la tarde, en Sevilla... Ovaciones en San Fernando, ovaciones en Jerez, ovaciones en Sevilla; las tres corridas han sido para Guerra una serie ininterrumpida de vítores; una verdadera marcha triunfal, homenaje merecidísimo a la maravillosa maestría del torero, a la resistencia fenomenal del hombre... Si las tres famosas corridas de Rafael hubieran traído aparejada una derrota, ¡sólo Dios sabe los denuestos de todo linaje que los antiguerristas que pululan en la prensa mucho más que en el público, hubiesen lanzado contra el gran cordobés!... El tiempo, que es gran maestro de verdades, me dará la razón; y Rafael Guerra, separado momentáneamente de nosotros, por las iras incalificables de una minoría exigua, volverá a Madrid, donde le esperan impacientes cuantos posponen las pequeñas miserias al porvenir del arte, y ven en el gran maestro de Córdoba la única áncora de salvación…

Esta es la otra cara de la moneda, la del guerrista, que intenta encontrar el atisbo de grandeza en lo realizado por el torero, despojando su actuación de las externalidades que pudieran ensombrecerla. Y sí, en lo taurino y en lo histórico, sin duda, estas tres corridas en un mismo día, quedaron como una marca, como una meta a alcanzar para todos los que se visten de torero por muchos, muchos años, independientemente de lo que hayan o no producido en otros aspectos no taurinos.

En conclusión

Guerrita viajó apenas 137 kilómetros en trenes de vapor. No tuvo a su disposición, como Arruza y Dos Santos en 1951 aquí en México, un avión como el de Rico Pani; o como Efrén Adame, Antonio Canales y Felipe Zambrano en 1965, quienes contaron con el de este último, empresario y rejoneador, para torear tres festejos en un mismo día y poderse desplazar sin sobresaltos de un sitio a otro con rapidez. Hoy eso puede hacerse con una asombrosa facilidad, hace 129 años, nada más lograrlo, era una auténtica proeza.

domingo, 12 de mayo de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (y, XII)

A manera de balance de la Feria del 74

Durante 78 años la Plaza de Toros San Marcos fue el escenario de los festejos taurinos de la Feria de San Marcos. Hace 50 años se celebró en su ruedo la última feria completa y como hemos visto en estos últimos días, no estuvo exenta de complicaciones y trastornos. Al final en los dos festejos finales del tramo originalmente anunciado, la nave se enderezó y pudo concluir, en su tramo continuo, en un aire triunfal.

Don Guillermo González Muñoz organizó al final nueve corridas de toros, una de ellas de rejones, a partir de diez matadores de toros: Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera y Mariano Ramos, a cuatro tardes cada uno; Antonio Lomelín, con tres fechas; José Manuel Montes, con dos corridas y Jesús Delgadillo El Estudiante, Alfonso Ramírez Calesero Chico, Ernesto Sanromán El Queretano y Rafael Gil Rafaelillo, con una sola fecha. Los toreros a caballo fueron Gastón Santos, Pedro Louceiro, Jorge Hernández Andrés, que vinieron a una corrida y Felipe Zambrano, quien al final actuó en dos fechas.

La ganadería triunfadora del ciclo pasado, la del ingeniero Mariano Ramírez salvó sus lauros únicamente con un toro, el quinto de la primera corrida del serial, Carcelero, aprovechado debidamente por Antonio Lomelín, pero las crónicas refieren que el resto del conjunto acusó falta de raza y de fuerza. Y fuera de las cabezas del escalafón, el autor de una de las faenas que sin duda pasarán a la historia del coso de la calle de la Democracia, Rafaelillo, mostró la otra cara de la moneda y simplemente se concretó a presentarse sin estar. Total, que no siempre las vísperas anuncian al santo.

En el renglón ganadero, la queja pertinaz de los relatores de los festejos fue la poca presencia de los toros jugados en cinco de los primeros seis festejos – excluido el de rejones – y, además, el escaso juego que dieron en muchos casos. También, fue motivo de un gran escándalo la notoria invalidez de los toros de Piedras Negras anunciados para el día del santo patrono. No se pudo jugar más que la mitad de la corrida y se habló de manipulaciones y sabotajes. Al final, unos incompletos exámenes post – mortem no revelarían anomalías, por lo que ya no podremos saber qué fue lo que exactamente pasó, porque un par de días después, dos de los toros devueltos, se comportaron de manera muy distinta cuando fueron lidiados a puerta cerrada.

La parte social de lo taurino

Se afirma que en 1974 había en Aguascalientes alrededor de 10 mil hectáreas plantadas de vid y alrededor de 28 empresas vinícolas en la entidad, mismas que elaboraban algunos vinos de mesa, pero la mayor parte de la uva que se producía terminaba en las plantas destiladoras que la convertían en aguardiente y en brandy.

Eso desataba en tiempos feriales una gran competencia por presentar, en los stands de la exposición industrial, que por esos años se instalaba en la calle Venustiano Carranza, personajes destacados de todos los ámbitos, y, por supuesto, la fiesta de los toros no escapaba a esa intención. Así, el día 24 de abril, después de la corrida, una de esas empresas, ofreció a José Manuel Montes, una cena – homenaje:

Antonio Fernández y Cía., elaboradora de los productos Bobadilla 103, vinos de mesa Santa María y vinos de mesa Reserva de Productores ofrecieron una cena al nuevo doctor en tauromaquia José Manuel Montes, la misma noche en que recibió la borla de matador de toros del diestro Manolo Martínez, obteniendo un triunfo arrollador, situándose al lado de las figuras de la torería mexicana... El nuevo doctor en tauromaquia, antes de concluir el festejo agradeció con sencillas, pero muy emotivas palabras, las atenciones que le fueron brindadas, la confianza que en él depositaron sus simpatizadores, a los taurinos en general y a sus amigos, a los que consideró no haber defraudado... Entre los concurrentes al festejo se encontraban don Francisco Lazo, cronista taurino del diario ESTO, Alejandro Hernández, Francisco Gamboa, Gildardo Rosales, el matador de toros Fernando Brand, Felipe Ávila Martínez y muchísimos aficionados y seguidores del nuevo matador de toros...

No es infrecuente que se organicen reuniones para celebrar fastos taurinos, pero, por lo regular, estos tienen un cierto aire de intimidad. En estos días que me ocupan, se hacían inserciones periodísticas con profusión de imágenes, para dejar patente, primero, la presencia de la empresa en la entidad, y segundo, creo, la cantidad y la calidad de los visitantes al puesto de exposición.

Dos días después, se develó en los muros de la Plaza de Toros San Marcos una placa en honor del empresario Guillermo González Muñoz, cortesía de otra compañía vinícola, con su posterior condumio:

Don Francisco Mateos, presidente de “Pedrages y Compañía”, fue el encargado de develar en el Coso San Marcos, la placa que perpetúa el homenaje de “Brandy Gran Reserva San Marcos” a la labor que ha hecho en favor de la fiesta brava el empresario de Aguascalientes, don Guillermo González. La familia taurina se reunió en el centenario albero, para atestiguar este acto que no tiene precedente. La inscripción de la plaza descubierta ayer en la tarde reza en el siguiente tenor: “Brandy Gran Reserva San Marcos se une a la afición taurina de México, para rendir homenaje al señor Guillermo González Muñoz, empresario de esta plaza, por su extraordinaria labor en pro de la ciudad de Aguascalientes, así como por la importancia y gran proyección que a través de la fiesta de los toros ha sabido darle a la Feria de San Marcos” ... Además de la placa colocada ayer en el coso taurino, Brandy Gran Reserva San Marcos otorgó una preciosa charola de plata pura a don Guillermo González, y fue puesta a la vista de los asistentes al acto de reconocimiento al popular “Cabezón” que se llevó a cabo en la planta baja del Club de Leones... En dicho acto estuvo presente María del Carmen I, Reina de la Asociación de Charros de Aguascalientes, quien fue, acompañada de Jesús Ferrer “El Teniente” la encargada de hacer entrega de la preciosa charola al empresario homenajeado...

La placa de bronce se conserva en los muros del pasillo de acceso al tendido de sombra de la plaza y es la que refleja la imagen que ilustra este texto.

Por su parte, la Casa Pedro Domecq ofreció espacios de convivencia a Mariano Ramos y a José Antonio Picazo El Zotoluco después de que ganaron respectivamente el Escapulario de Oro y el Cristo Negro del Encino, aunque con menos difusión periodística que los dos eventos anteriores y que en ferias pasadas. 

El anuncio de una nueva plaza de toros

En el mes de marzo de 1974, el gobernador Francisco Guel Jiménez anunció la realización de una serie de grandes obras para culminar su administración. Entre ellas, se encontraba la edificación de una plaza de toros que se levantaría aprovechando la estructura de una plaza portátil que el empresario hidrocálido Víctor de los Reyes El Embajador, había cedido al Gobierno del Estado, en unos terrenos que la Federación había donado al Estado, tras del entubamiento del Arroyo del Cedazo y en los cuales durante muchos años se tuvo un relleno sanitario, por el rumbo de la colonia Las Flores.

Al efecto, el proyecto de adaptación de la portátil a plaza fija se encomendó a los arquitectos Jorge Medina Rodríguez y Cecilia Vega Ponce, en tanto la obra civil la llevarían a cabo el ingeniero Javier Macías Peña Arellano y don Jesús Urzúa, con la supervisión del arquitecto Enrique Pimentel Serrano. La plaza se terminaría en un plazo relativamente corto, de ocho meses, pues sería inaugurada en el mes de noviembre.

Así quedaba claro que la suerte estaba ya echada para la plaza San Marcos como escenario principal de los festejos taurinos en Aguascalientes. El éxito del modelo de feria implantado por don Guillermo González fue tal, que apenas en cuatro años, fue necesario tener un escenario de mayor capacidad para atender la demanda de todos aquellos que deseaban asistir a sus festejos.

Así, la historia de la Feria de San Marcos en el coso de la calle de la Democracia entraría en una pausa. Esporádicamente se darían festejos, fuera de feria en su ruedo y pasarían dieciséis años para que fuera remodelada y reacondicionada para dejarla en su actual condición. Hasta el año de 1996 volvería a su ruedo una corrida ferial y posteriormente se advertiría que puede albergar en abril las novilladas en ese ciclo, pero hace 50 años, todavía fue el centro neurálgico de la tauromaquia en América.

Aviso parroquial: Quiero agradecer a mis amigos, la Maestra Dolores García – Pimentel y al Maestro Joaquín Chávez Pérez, dedicados funcionarios del Archivo Histórico del Estado, sus gentiles atenciones durante el proceso de recolección de la información que me sirvió para preparar estos pergeños.

domingo, 5 de mayo de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (XI)

En la novillada del cierre de feria, El Zotoluco se lleva otra vez el Cristo Negro del Encino

El año anterior la novillada de triunfadores se había celebrado una semana antes del arranque formal de la feria y fue un cartel originalmente de seis toreros, aumentado al final con un séptimo fuera de concurso. Para este ciclo de hace medio siglo, se acomodó el festejo para dar cierre a la parte taurina de la verbena sanmarqueña y fue con una tercia, integrada por Alfredo Gómez El Brillante – algunas reseñas le llamaban todavía El Brillantito como cuando era niño torero –, Rafael Íñiguez El Rivereño – quien fue el séptimo del cartel del año anterior – y José Antonio Picazo El Zotoluco, repetidor también del festejo del 73 y ganador ese año del trofeo en disputa.

Para la ocasión, se dispuso de un encierro de la ganadería acalitana de Garabato, entonces dirigida por don Celestino El Tato Rangel, quien envió un encierro de buena presencia, según relata en su crónica don Jesús Gómez Medina:

Los novillos de Garabato, de mejor trapío y con más respeto del que tuvieron varios encierros lidiados por matadores de toros, fueron, en cuanto a su lidia, desiguales: a ratos boyantes y claros, en ocasiones defendiéndose; ora recargando ante los montados y derribando con fuerza cuando no huyendo francamente. De todas maneras, hubo tres que, a cambio de que los muchachos les pisaran el terreno y los aguantaran, permitieron que aquellos lucieran…

Don Jesús vuelve a poner el dedo en la llaga. Reitera que durante los festejos mayores no fueron casos aislados aquellos en los que las reses que saltaron al ruedo carecieron de la presencia mínima necesaria para ser jugados en una corrida de toros, y que, en cambio, en un festejo de noveles, el ganado presentado superó lo que, en buen número, las figuras enfrentaron.

El Zotoluco asegunda

El año anterior José Antonio Picazo se había llevado el Cristo Negro en disputa, se asentó en las crónicas, más que por hacer bien el toreo, por el carisma que lo conectaba con los tendidos. En aquella oportunidad se le vio decididamente verde, aunque con voluntad de hacer las cosas. Un año después, habiendo toreado ya varias novilladas en distintos lugares de la república, el propio cronista de El Sol del Centro le describe de otra manera:

José Antonio Picazo mejora a ojos vistos. Porque ayer toreó de verdad. Con el capote y con la muleta. Con esta última, en sus dos turnos, a fuerza de aguantar, y de correr la mano y de mandar, consiguió redondear series de derechazos y naturales meritísimas. Adornos, desplantes y valor de continuo. El valor que debe ser virtud primara en un novillero. Vuelta al ruedo en el tercero. Y una oreja, nueva vuelta triunfal y el Cristo Negro, que, por segunda ocasión, hizo suyo, fue la cosecha de José Antonio Picazo. ¡Enhorabuena! …

También Alejandro Hernández, en su tribuna del Heraldo de Aguascalientes, hace apreciación en similar sentido:

José Antonio Picazo “El Zotoluco” nos mostró muchos adelantos, toreando con verdad, aguantando las embestidas fuertes, peleándole siempre, siempre en la cara, sin dar muestras de estar en ese lugar, sin presiones, sin angustias, al contrario, con gusto y sintiendo lo que hace, y lo que es más importante, empleando la cabeza, tratando de entender a sus enemigos, y darles la lidia adecuada, ese es el camino a seguir, por ahí se puede llegar a conquistar un buen sitio…

Esa entonada actuación le sirvió al torero de Aguascalientes para obtener, por segundo año consecutivo, ese prestigiado trofeo.

La actuación de El Brillante

Alfredo Gómez El Brillante es nieto del legendario puntillero Atanasio Velázquez Talín, esa es la razón que desde su infancia tuviera cercanía con el mundo de los toros y que prácticamente desde los 8 o 9 años de edad, comenzara a presentarse como becerrista, anunciándose entonces como El Brillantito. En la fecha de esta remembranza, tenía casi un par de años de haberse presentado en Acapulco con los del castoreño. Los de Garabato que le tocaron en suerte no se prestaron a florituras. Cuenta Alejandro Hernández:

Alfredo Gómez “El Brillantito”, ha tenido una actuación discreta en su primero, por la mansedumbre del novillo y las embestidas con genio que daba, terminándolo con pinchazo y media en buen sitio… En su segundo, que llegó con mucha fuerza al tercio final, acusó estar muy toreado, al defenderse con buenos modales, desgraciadamente nada se le pudo ver al muchacho en esta actuación…

Por su parte, don Jesús Gómez Medina hace notar:

El lote más difícil correspondió al jovencito Alfredo Gómez, quien, no obstante, lejos de afligirse, se mostró decidido, valeroso y, en ocasiones, cuando hubo lugar a ello, toreó de capa con excelentes modos; la mano abajo y cargando la suerte con primor…

Evidentemente, El Brillante era de los tres espadas del cartel el que más sitio tenía y debe ser por esa razón que con el lote complicado no se afligió y solventó el compromiso con dignidad y por instantes hasta con lucimiento.

El Rivereño

El año anterior a Rafael Íñiguez no le rodaron bien las cosas, y aunque en este festejo tampoco tuvo el santo totalmente de frente, pudo, por momentos, exhibir algunos detalles de torería. Refiere don Jesús Gómez Medina:

Rafael Íñiguez, en su primero, logró un magnífico quite por gaoneras. Banderilleó sin fortuna en la colocación; y con la izquierda, naturales aceptables; derechazos comprometidos, para concluir de pinchazo, media y descabello. Palmas. Al quinto lo recibió con un farol de hinojos. Y una faena muleteril en la que hubo derechazos bien ejecutados, entreverados con achuchones y desarmes sin que menguase la valentía de “El Rivereño”, quien, al concluir con media, dio la vuelta al ruedo entre palmoteo general…

Dice Alejandro Hernández en su crónica que lo apreció desentrenado y sin sitio. Es probable que eso haya sido la causa de los achuchones y desarmes a los que hace referencia don Jesús. Es la eterna paradoja del novillero que pretende subir peldaños en la escalera profesional, si no torea, anda sin sitio, pero para coger éste, necesita torear. 

La entrega del trofeo

Independientemente de los trofeos que alguno de los alternantes haya podido obtener en la tarde, la concesión del Cristo Negro quedaba a consideración de la concurrencia, que hacía las veces de gran jurado, que en esta oportunidad falló a favor de José Antonio Picazo. En esas condiciones, los señores Flavio Conde y Juan Ramírez, representantes de la Casa Pedro Domecq, patrocinadora del trofeo en disputa, salieron al ruedo a entregar al triunfador el medallón con la efigie del Cristo Negro del Encino que ganó en buena lid.

Con ese último acto, concluyó la última feria taurina celebrada en la Plaza de Toros San Marcos, un domingo como hoy, pero de hace 50 años. A partir del año de 1975, los festejos se darían en un nuevo escenario, mismo cuya obra constructiva había iniciado unas semanas antes y que implicaría el inicio de una nueva historia en las cosas de los toros en Aguascalientes.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (X)

Novena corrida de feria: Corrida extraordinaria que no correspondió a lo esperado

La memoria a veces lo traiciona a uno. Tenía presente la celebración de la corrida del 1º de mayo de hace 50 años, porque asistí a ella y daba por hecho de que había sido anunciada con el conjunto de la feria, pero al revisar la prensa de la época para elaborar estos apuntes, me sorprendí con el hecho de que tuvo el carácter de extraordinaria, por haber sido anunciada hasta el 29 de abril, un par de días antes de su celebración, y además, por etapas, según podemos deducir de esta nota aparecida en El Sol del Centro de esa fecha:

Fue hasta ayer cuando se dio a conocer el cartel con el que el día primero se dará el cerrojazo a las corridas de toros de la Feria Nacional de San Marcos. Lo integran Ernesto Sanromán “El Queretano”, Alfonso Ramírez “Calesero Chico” y Rafael Gil “Rafaelillo” quienes despacharán un encierro de la ganadería de don Guadalupe Medina…

Resulta al menos curioso, que Rafaelillo entrara casi con calzador a uno de los festejos feriales, cuando el año anterior había firmado una de las grandes faenas de la feria y sostengo, de la historia de la plaza. Se hablaba insistentemente en esos días, que se preparaba para hacer campaña en ruedos europeos, cuestión que efectivamente llevó a cabo, presentándose el 23 de junio siguiente en Palma de Mallorca. Quizás su temporada allá se comenzó a dilatar y no podía hacer compromisos aquí sin la posibilidad de incumplirlos.

Al día siguiente del anuncio de la celebración de la corrida, se anunció que entraba a la combinación el caballista Felipe Zambrano, quien el día 22 anterior había tenido una destacada actuación en la corrida del arte del rejoneo y que, a pesar de sus fallas con el rejón de muerte, fue galardonado con las orejas del toro de El Rocío que lidió en solitario. Eso añadía interés a la combinación y la posibilidad de que hubiera una gran afluencia de público a la corrida:

El rejoneador Felipe Zambrano, que tan lucida actuación tuviera en la corrida del pasado día 22, ha sido incluido en el cartel del primero de mayo, en donde también actuarán Ernesto Sanromán “El Queretano”, Alfonso Ramírez “Calesero Chico” y Rafael Gil “Rafaelillo”, con toros de la ganadería de don Guadalupe Medina… La noticia la dio ayer la empresa de la Plaza de Toros San Marcos, e indudablemente que causará el consabido beneplácito entre los aficionados, ya que Zambrano dejó una muy buena impresión tras de actuar en aquella atractiva corrida de rejoneadores, segunda de feria…

Así pues, la empresa intentaba aprovechar la inercia generada por la semana anterior, en la que los llenos se sucedieron prácticamente a diario, durante los ocho festejos consecutivos que se ofrecieron en el grueso de la feria en su arista taurina.

La corrida del primero de mayo

Al final de cuentas la corrida no fue una de esas que hayan de recordarse por los triunfos logrados en ella. La entrada a la plaza fue bastante floja, sin el ambiente que se había vivido en las fechas anteriores. De gris la califica don Jesús Gómez Medina en su crónica aparecida el día 3 de mayo siguiente, en El Sol del Centro:

La corrida – epílogo a los ocho festejos anteriores, de los que los dos últimos habían resultado singularmente brillantes tanto por la actuación de los toreros actuantes en una y otra tarde, como por las excelentes condiciones de los bureles, fue la contrapartida de ambas: una corrida gris, carente casi por completo de relieve, en la que, si lo censurable no abundó, tampoco hubo acopio de cosas plausibles… Una corrida más... y basta. Y el público, mostrando su buen olfato, optó por hacer mutis y, por vez primera en la agonizante feria, los tendidos mostraron vacíos desconsoladores…

A veces, aunque lo que abunda no daña, tampoco hace beneficio alguno, y esto parece ser lo que sucedió ese primer día del mes de mayo del año 74. Fue una corrida que se ofreció para aprovechar el día inhábil a mitad de semana, a impulso de la afición del empresario, nada más, porque ni siquiera la presencia de uno de los triunfadores del ciclo anterior, pudo llevar gente a los tendidos.

El encierro de don Guadalupe Medina

Quizás un atractivo no debidamente explotado, era la presentación en un festejo mayor en la Plaza San Marcos de la ganadería aguascalentense de don Guadalupe Medina, ubicada en la zona serrana de San José de Gracia y que seguramente probaba en ese festejo, los productos de los agregados de origen Jesús Cabrera que había añadido en el año de 1970, pero nada de eso trascendió, por la premura con la que se organizó la corrida. Hoy esa ganadería lidia a nombre de don Benito Cortés Blancas. Acerca de ese encierro, escribió don Jesús Gómez Medina:

A todo esto, el encierro de don Guadalupe Medina, tirando más bien a terciado, aunque de buen tipo, resultó sumamente escaso de fuerza, a tal grado que sus frecuentes caídas dieron pie a un grito de actualidad: “¡¿También a estos les echaron amoniaco?!” ... Lástima de lo anterior, pues los toros tenían buen estilo; un buen estilo que no lució debidamente por la razón señalada…

Así pues, terciada, sin fuerza, pero con buen estilo fue la corrida de la ganadería debutante.

La tarde de Calesero Chico

Alfonso Ramírez Ibarra tuvo en sus días de novillero, casi una década antes, una serie de tardes muy brillantes en el coso de la calle de la Democracia. Una de las tardes más recordadas de la historia de esa plaza es aquella que se dio en llamar la de los tres cachorros, cuando alternando con Jesús Solórzano y Manolo Espinosa Armillita, llenaron la plaza el 16 de agosto de 1964 y colgaron un auténtico no hay billetes. Ese día, a pesar de la debilidad de los novillos que le tocaron en suerte, dio cuatro vueltas al ruedo tras de su actuación.

Después, tras de su alternativa, los toros a contraestilo le empezaron a salir uno tras de otro. Esta tarde que aquí me ocupa, intentaba relanzar su carrera, pero la flojedad de los toros que le tocaron en suerte, no se prestaron para muchas florituras. Dijo don Jesús:

“Calesero Chico”, en sus dos débiles adversarios apuntó, en ocasiones con rotundez, las excelencias de un arte y de un bien hacer que pudo encaminarlo hacia la cumbre. Dio una vuelta al ruedo…

Recuerdo que tras de pasaportar a su segundo, él, don Guillermo González y Héctor de Granada entraron a los toriles a ver los toros de reserva, seguramente con la intención de ofrecer alguno de ellos como regalo, pero al final de cuentas, no se produjo. Seguramente no advirtió en ellos el torero la oportunidad de remontar la tarde. Esta fue su última actuación en una corrida de feria en Aguascalientes.

El Queretano

Ernesto Sanromán El Queretano tenía ya un nombre como torero y hombre de empresa, porque para mantenerse activo, él organizaba festejos en los lugares menos imaginados como en la parte no fronteriza de Sonora, en Chiapas, en lugares como Tapachula, Tuxtla Gutiérrez, Huixtla o San Cristóbal de las Casas o en Veracruz, abriendo territorios como Misantla, Martínez de la Torre o Gutiérrez Zamora para la fiesta de los toros. En todas las informaciones de festejos celebrados cada semana, aparecía una actuación suya. Esta corrida fue su presentación en nuestra feria. Refiere el anónimo cronista de el Heraldo de Aguascalientes:

Ernesto Sanromán “El Queretano”, en el toro con el que hacía su presentación ante la afición local no tuvo gran suerte, pues llegó muy aplomado el astado al tercio final, por lo que su faena no fue muy ligada, pero se mostró muy valiente, lo que le valió salir al tercio a petición del respetable…

El quinto de la lidia ordinaria le infirió una cornada en la axila derecha, la que no impidió que liquidara al toro. Este es el parte médico:

El matador de toros Ernesto Sanromán presenta, herida por asta de toro como de 15 centímetros de extensión, situada en la región axilar derecha, perforando el eje de la misma región, que principia en su borde anterior y termina en el posterior. Interesa piel, tejido celular y descubrió paquete vásculo nervioso, conteniendo colgajo en piel interior. Lavado amplio, la herida no pone en peligro la vida, tardará en sanar menos de quince días, de no presentarse complicaciones…

La información anexa al parte facultativo agregaba que el torero perdía por lo pronto, tres fechas que ya tenía comprometidas, sin precisarlas. También esta corrida fue la única y la última que El Queretano toreó en nuestra feria de abril.

Rafaelillo

A pesar de que un año justo antes, Rafaelillo había dejado una importante carta de presentación en nuestra feria, en esta oportunidad conocimos la otra cara de la moneda. Toreo zaragatero, complaciente con la galería y aprovechando cualquier oportunidad para obtener las palmas, a como diera lugar. Escribió don Jesús Gómez Medina:

“Rafaelillo” tiene arte, y arte del bueno. ¿Para qué pues, el apelar con demasiada frecuencia a recursos de muy discutible calidad, si toreando tiene de sobra para triunfar en grande? De sus trabucos se arrancó dando dos vueltas al ruedo tras la muerte de su primero y con el último, hábilmente capitalizó el formidable descabello a la ballestilla de Jesús Gutiérrez “El Callos”, adjudicándose una ovación, que, en rigor, era para el puntillero y una oreja que nadie solicitó y, en consecuencia, tampoco fue otorgada…

Con la idea de que todo vale, el de Tijuana se dio vueltas al ruedo por su cuenta; luego se adjudicó ovaciones que no eran para él y al final, hasta una oreja se procuró, misma que no le fue concedida por la autoridad. A Rafaelillo seguiríamos viéndole por aquí en años siguientes.

Lo que sí es de hacerse notar, es el hecho de que don Jesús Gutiérrez El Callos, puntillero de las plazas de esta ciudad durante muchísimos años, ejecutó la suerte de la ballestilla para apuntillar al sexto de la tarde y le resultó bien y a la primera oportunidad. De allí que se le haya ovacionado. Cada vez que un toro se prestaba, don Jesús lo intentaba, con la anuencia del matador en turno.

Felipe Zambrano

La única oreja digamos, legítima, se la llevó Felipe Zambrano, quien enfrentó un toro del ingeniero Mariano Ramírez y con el que, según el Heraldo de Aguascalientes, realizó:

En primer lugar actuó Felipe Zambrano, quien lidió un astado procedente de la ganadería del Ing. Mariano Ramírez, resultando este soso y que terminó aquerenciado en la zona de chiqueros, teniendo momentos muy lucidos con los rejones de castigo, escuchando música. Mató desde el caballo con un rejón un tanto caído, para cortar una oreja y dar con ella la vuelta al ruedo…

El cierre

Esta fue la última corrida de feria celebrada en la Plaza de Toros San Marcos. La siguiente se daría hasta el 24 de abril de 1996, cuando se ofreció una para conmemorar el centenario del coso. En esas fechas, hace 50 años, se rumoraba que la plaza sería derribada, pero casi de inmediato su entonces propietario, don Guillermo González Muñoz aclaró que eso no sería así, que la dejaría en pie, aunque fuera nada más para que sus nietos quebraran allí sus piñatas. Afortunadamente fue remozada y sigue en uso hasta estos días, primordialmente en lo que su vocación original le ha señalado: para dar festejos taurinos.

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