domingo, 29 de junio de 2025

29 de junio de 1965: Presentación de Jesús Solórzano en ruedos de España

La muy taurina Cádiz es hoy en día una ciudad sin plaza de toros. Está por cumplirse medio siglo de que el último coso que tuviera fuera derribado y casi seis décadas de que en él se diera la última corrida de toros. Sin embargo, desde el siglo XVIII existen evidencias históricas, como nos lo describen escritores gaditanos como Guillermo Boto Arnau o Francisco Javier Orgambides Gómez, de la existencia y funcionamiento de plazas de toros en las que se presentaron las principales figuras del toreo de sus respectivas épocas. 

La última, que, por cierto, fue la única de obra, tuvo una vida relativamente corta, porque operó entre 1929 y 1967, siendo cerrada por una serie de problemas estructurales y por la renuencia del ayuntamiento de la antigua Gades a invertir en su reparación, como nos lo refiere el nombrado Francisco Javier Orgambides:

Pero la plaza murió joven. Al finalizar el festejo del 17 de julio de 1967, el arquitecto municipal Sánchez Esteve – que también era técnico municipal cuando se construyó el coso – informó al alcalde – el hijo de quien tan decididamente había impulsado el edificio – del estado ruinoso de una parte de la plaza y del peligro que corrían los espectadores. Había ruina estructural en uno de los cascos de la plaza próximos al mar... Se acordó el cierre del coso nombrándose una comisión en la que además de Sánchez Esteve se integraron el ingeniero Moreno Torres y dos arquitectos designados por su colegio profesional, para estudiar el problema. En el estudio se concluyó que la plaza debía permanecer cerrada hasta su reparación, que proyectaron y presupuestaron en 12.572.000 pesetas...

A partir de esa fecha la plaza de toros de Cádiz permaneció cerrada y fue aprobada su demolición en agosto de 1976, iniciándose casi de inmediato las obras, para terminarse a finales de octubre de ese mismo año. Ese fue el final de una plaza de toros histórica.

Los Solórzano en la plaza de Cádiz

Los hermanos Jesús y Eduardo Solórzano, en la década de los treinta del pasado siglo, consiguieron tejer una profunda amistad con la familia Domecq que estaba afincada en Jerez de la Frontera. Eso les permitió en algunos años, hacer el invierno en sus fincas de aquellos lares, pero también acomodarse en los carteles de las plazas del llamado Rincón del Sur, sobre todo cuando ellos iniciaban por aquellas tierras su andar por los ruedos. 

Así, quien después sería conocido como El Rey del Temple, en 1930, la campaña que cerraría con su alternativa en la sevillana Feria de San Miguel, se presentó allí en tres ocasiones, los días 01 de junio, 05 de julio y 10 de agosto, alternando en el segundo de esos festejos, con Alberto Balderas, el futuro Torero de México y en el tercero con Carnicerito de México en el cartel.

Por su parte, en 1934, su hermano Eduardo tendría una actuación destacada en el coso gaditano al presentarse allí el día primero de junio, cuatro años justos después de la primera actuación allí de su hermano mayor. Así pues, los Solórzano toreros, tenían historia escrita en Cádiz.

Jesús Solórzano hijo

El hijo de El Rey del Temple se había presentado como novillero en Nogales en 1962, debutó en la Plaza México en 1963, con el hijo mayor de Armillita se presentó en Lima en 1964 y el 18 de octubre de ese mismo año, le cortó en la propia Plaza México el rabo al novillo Bellotero de Santo Domingo, en festejo televisado a nivel nacional.

A inicios de 1965, Jesús Solórzano hijo anunció su interés de hacer campaña en ruedos hispanos, trasladándose a la península para hacer tentaderos y adaptarse al toro de aquellas tierras. Al tardarse su presentación, la prensa de estos lares comenzó a elucubrar sobre esa dilación y a achacarla al incumplimiento del convenio. Se publicó entre otras cosas, lo siguiente en el ejemplar de El Ruedo fechado el 8 de junio de 1965:

Lean la versión que da un conocido cronista – Juan de Marchena – del caso de Solórzano; «Jesús Solórzano, Jr., ha decidido regresar de España. Auténtico novillero puntero, autor de la mejor faena de Ja temporada veraniega del año pasado, una faena, además, de las mejores que se han visto, en verano o en invierno, en la plaza capitalina. Durante tres meses Solórzano ha esperado que se le abrieran las puertas de alguna plaza española. Tiene derecho a una plaza de cierta categoría, por lo menos, para empezar, o a integrar un cartel adecuado y de importancia. Después de tres meses de inactividad, se le ofrece, de golpe y porrazo, y para darle un golpe y porrazo a su carrera, una novillada desesperada, alternando con dos desconocidos, en la plaza de Madrid y con novillos, seguramente, difíciles, traídos de Portugal. Un tropiezo en Madrid sería gravísimo y, tal vez, definitivo en la vida torera de Solórzano, que es acreedor, por su comprobado torerismo, a un trato decente y justo, que sería una expresión de reciprocidad, perfectamente lógica, correspondiente al trato que aquí reciben, por igual, figuras, segundones, maletas y maletillas que vienen de Ultramar. Pero en cambio, ya se rumorea que vamos a ver en los carteles de la plaza de Insurgentes los nombres de novilleros hispanos. Sé muy bien que otra vez, la enésima, voy a ser culpado de antiespañol. Pero nada más irritante, nada más indignante que la injusticia con que se trata a nuestros toreros en tierras de España...»

Sin evidencias o bases que sustenten las afirmaciones, se intentó justificar una inactividad que, por una parte, estaba por terminar y por la otra, quizás estaba planificada.

La inauguración de la temporada del 65 en Cádiz

La temporada de toros de 1965 en Cádiz llevaría dos fastos en su inauguración. El arranque de los festejos taurinos de ese calendario y la puesta en funcionamiento de un nuevo sistema de alumbrado de la plaza de toros, la que, a partir de esa fecha, sería anunciada como la Plaza mejor iluminada del mundo. Para la oportunidad, a celebrarse el 29 de junio de ese año, se anunció una novillada en la que actuarían el palentino Amado Ordóñez, el madrileñísimo José Teruel El Pepe y Jesús Solórzano, todos nuevos en esa plaza, ante un encierro de origen Hidalgo Barquero, vía Benítez Cubero de don Diego Romero Gallego

Gracias al encargado de la información taurina del Diario de Cádiz, Francisco Javier Orgambides Gómez, he obtenido la crónica del festejo publicada en ese medio, escrita por Francisco Gómez Carrasco, firmando FRANGOCA, misma que describe la actuación de Solórzano de la siguiente guisa:

El mejicano recibió al tercero de la serie con un arriesgado lance con ambas rodillas en tierra y otros en los que el novillo se le quedó. Colocó un gran par de banderillas, levantando muy bien los brazos y luego medio de superior ejecución. Brindó al público y empezó con dos muletazos rodillas en tierra siguiendo con redondos, dos naturales y una tanda de otros cuatro ligados con el de pecho. Un molinete arrodillado y dos manoletinas. Mató de media estocada sin puntilla. (Ovación, oreja y vuelta)… En el último, el mejicano puso a prueba su valor y su inteligencia ante un novillo peligroso que sólo buscaba el bulto. Lo lanceó con valor, clavó tres soberbios pares de banderillas y con la muleta toreó por redondos, naturales ceñidos y otros pases salvando con vista los derrotes de la res, que empitonó al torero al dar un pase por alto, derribándolo sin consecuencias. Entró sin igualar y dejó una entera atravesada, asomando la punta del acero y a renglón seguido, media que no necesita el puntillero. (Ovación y saludos)…

Como se puede ver, la actuación de Jesús fue casi redonda, pues por la precipitación al entrar a matar a su segundo, perdió seguramente el apéndice que le hubiera abierto la puerta grande. Destaca también la calidad que demostró con las banderillas y lo destacado de su toreo al natural.

No debo dejar de mencionar que Amado Ordóñez y El Pepe también cortaron una oreja cada uno al primero de su lote y que, en el segundo de este último, se tiró un espontáneo que se enfrentó con violencia a los agentes del orden que intentaron detenerlo.

El resto de la temporada de Jesús Solórzano

Al igual que su padre y que su tío, logró una breve pero intensa campaña apoyado por la familia Domecq y en ese calendario suma siete festejos, casi todos en el llamado Rincón del Sur, pues actuó posteriormente en las plazas de Sanlúcar de Barrameda (2 tardes), La Línea de la Concepción, Ayamonte, Jerez de la Frontera y Valencia. En ese ciclo actuaron allá otros novilleros mexicanos, como Manolo Espinosa Armillita, Raúl Contreras Finito, Joel Téllez El Silverio, Juan de Dios Salazar, Mario de la Borbolla y Juan Anguiano.

Ya volvería al año siguiente para presentarse en plazas de mayor responsabilidad y recibir la alternativa en Barcelona al final de la temporada, la que le serviría para escribir una serie de páginas importantes en la historia del toreo en México.

Aviso parroquial: Agradezco a mi amigo Francisco Javier Orgambides Gómez el haberme facilitado la crónica aparecida en el Diario de Cádiz que se cita en este texto y los apuntes hechos acerca de la plaza de toros de Cádiz, por su gran utilidad para lo que hoy les presento aquí.

domingo, 22 de junio de 2025

10 de junio de 1971: Reaparece en los ruedos Luis Miguel Dominguín

El 31 de mayo de 1970 se produjo un catastrófico sismo en el Perú, que pasó a la historia como el Sismo de Ancash, que causó el fallecimiento de 70 u 80 mil personas, la desaparición de unas 20 mil y alrededor de 400 mil lesionados. Fue, indudablemente una tragedia de extraordinarias proporciones que produjo la movilización de todas las diferentes agrupaciones de personas y de instituciones para intentar remediar, en lo posible, las carencias que generó ese fenómeno de la naturaleza.

El toreo, siempre solidario

Para el final de la temporada madrileña de ese año de 1970, se anunció la celebración de un festival taurino a beneficio de las obras de reconstrucción de los daños causados por el sismo en el Perú. Inicialmente se manejó que el cartel de toreros sería una terna formada por Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín y Manuel Benítez El Cordobés. El anuncio final se produjo con la fecha del sábado 10 de octubre de ese mismo año, con un mano a mano entre Antonio Bienvenida y Luis Miguel Dominguín, quienes enfrentarían seis novillos de Juan Mari Pérez Tabernero Montalvo. Creo interesante resaltar lo siguiente de ese festejo:

Al gesto de torear en Madrid unieron los dos diestros la honradez de hacerlo ante novillos – toros (ligeramente despuntados), que tuvieron más de toros que de novillos. Peso, edad, genio... En fin, nada de becerras festivaleras. Toros de pareja lámina y desigual comportamiento, lo que permitió a Antonio y a Luis Miguel lucir sus largas facultades de lidiadores, buscando en cada uno de ellos, los lances más oportunos, las suertes de más feliz ejecución...

Nada de becerras festivaleras..., señaló Andrés Travesí en su crónica del ABC madrileño, resaltando de la actuación de los maestros en el retiro – todavía – la eficacia con la que se condujeron y que motivó que, aunque el festejo fue largo – dice la crónica que duró dos horas y cuarto – que se los llevaran en hombros por la calle de Alcalá.

Ese ganado que ellos seguramente escogieron para el festival de Madrid me sugiere que, como se cuenta en las varias biografías que se han publicado ambos toreros se preparaban ese año 70 para reaparecer el siguiente calendario, pero ya vestidos de luces, en las plazas de España. Escribe don Carlos Abella en su libro Luis Miguel Dominguín a corazón abierto:

Luis Miguel decidió volver a los toros en 1970, y fiel a su trayectoria, se encerró durante el invierno para perder los kilos ganados en las «farras» y en los saraos de los últimos diez años, aunque durante ellos había procurado torear en el campo becerros y toros de su propia ganadería, comprada en 1960 a Dª Piedad Figueroa, y a los que ha marcado con un hierro que hace honor a su personalidad: los toros de Luis Miguel lucirán en el brazuelo el Nº 1.

Así pues, el festival de Madrid y el que torearían tanto don Antonio Bienvenida, como Dominguín en Huelva el lunes siguiente, a beneficio de la Hermandad del Rocío, con Litri, Chamaco, Diego Puerta y Paco Camino ante novillos del Marqués de Albayda, eran parte de una preparación, a esas alturas del calendario, intensiva, para romper a torear en la siguiente temporada.

La reaparición en Palma de Gran Canaria

Antonio Bienvenida había reaparecido en Madrid, en la Feria de San Isidro el día 30 de mayo de 1971, mientras que Luis Miguel Dominguín postergó la suya para cuando la temporada estuviera algo más avanzada y en una plaza de menor responsabilidad. Así, arregló con Octavio Martínez Nacional, diestro retirado y empresario de la Palma de Gran Canaria, volver a los ruedos en ese escenario de veraneo. El cartel que se formó para la ocasión, a celebrarse el jueves 10 de junio de ese año – Jueves de Corpus – fue con Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín y Miguel Márquez, quienes lidiarían un encierro de Samuel Flores, del que al final, solamente se corrieron cinco toros, pues el sexto fue sustituido por un sobrero de Soto de la Fuente. La tarde fue ventosa y eso condicionó el resultado de la corrida. Escribió Jerónimo Aguilar, corresponsal del semanario madrileño El Ruedo:

El fuerte viento reinante ha roto las ilusiones de cuantos acudimos a ver la reaparición de Luis Miguel «Dominguín»... Con lluvia se puede torear, con frío y calor, también; con viento, no. Es el mayor enemigo de la Fiesta nacional... Esto es lo que ha ocurrido esta tarde en la que tan sólo el joven diestro Miguel Márquez, por sus especiales condiciones físicas – su poca estatura le permite torear con el capote muy recogido o con muleta pequeña –, ha podido triunfar rotundamente... Si la tarde hubiera sido apacible, tenemos la seguridad de que el festejo habría hecho historia... Y no es que Luis Miguel nos haya defraudado, ni mucho menos; pero no le hemos podido ver en todo su esplendor... Ahora bien, sí que hemos podido ver a un Luis Miguel seguro, tranquilo, dominador, con esas mismas características que un día le situaron a la cabeza de la torería... No hemos asistido a un éxito de clamor de Luis Miguel «Dominguín», por causa del viento, como hemos repetido, pero sí a la efeméride de su reaparición y a poder comprobar que el maestro está en plenitud de facultades y podrá dar grandes tardes de toros. Y Dios quiera que sea por mucho tiempo...

Recibió una oreja del primer toro de su lote y saludó desde el tercio en su segundo. Pero su presencia y sobre todo, el vestido de luces que estrenaba, era parte del atractivo de la tarde. Sigue escribiendo el corresponsal de El Ruedo:

¡Ah! El terno de Luis Miguel. Mucho se ha hablado de que iba a constituir una innovación grande. Desde el tendido nos ha parecido un traje precioso, liviano en las hombreras y, especialmente, en los bajos de la taleguilla, donde se aprietan los machos. Si es cierto que resulta mucho más cómodo para el torero que se han venido usando hasta ahora no hay pero que podamos oponerle, pues no rompe la ortodoxia de los trajes de luces...

Eran los vestidos de diseño picassiano que tenían la particularidad de ser más livianos que los convencionales. Se habla también que, en esa fecha, partió plaza con un capote de paseo que llevaba motivos dibujados por el poeta Rafael Alberti, pero eso, la prensa no lo refleja por razones comprensibles.

Antonio Bienvenida, quien también reaparecía en el coso de la Palma, cortó una oreja al toro que abrió la corrida y Miguel Márquez le cortó el rabo al tercero del encierro. La entrada apenas alcanzó, señalan los cronistas, la mitad del aforo del coso.  Así pues, sin ser una tarde de grandes triunfos, quedó señalada en la historia, como aquella que representó el último regreso a los ruedos de Luis Miguel Dominguín.

El devenir de ese retorno

La temporada de 1971 le representó a Luis Miguel 40 corridas de toros, en plazas de mediana responsabilidad, pues a excepción de las de Barcelona y San Sebastián, los demás cosos en los que actuó fueron de menor compromiso. En ese ciclo le dio la alternativa a José Mari Manzanares y al francés Roberto Piles

También regresó a México, donde toreó cuatro tardes entre el 10 y el 17 de octubre, en Monterrey, Guadalajara (2) y Tijuana, quedándose contratado para reaparecer en la Plaza México el 16 de enero de 1972, pero una fractura sufrida en una mano en Lima, lo mantuvo en el dique seco hasta después de las Fallas de Valencia, por lo que esa reaparición ya no se produjo.

Al año siguiente torearía 34 en España y 4 en Francia, pero ampliaría su presencia en plazas de importancia al acudir a las ferias de Bilbao y Santander y reaparecería en Madrid – Carabanchel – el 9 de julio de ese año, alternando con Curro Romero y Eloy Cavazos.

Y terminaría su andar por los ruedos en 1973 con 45 corridas en España, iría a las ferias de Valencia y de Sevilla y reaparecería en la plaza de Las Ventas el 9 de junio, nada menos que en la Corrida de la Beneficencia, alternando con El Viti y José Antonio Campuzano, quien confirmaba la alternativa, enfrentando la terna toros de Manuel Arranz.

El 23 de septiembre de ese 1973, en la apertura de la Feria de la Merced de Barcelona, toreó vestido de luces por última vez en su vida. Alternó con Francisco Ruiz Miguel y Julio Robles en la lidia de toros de Sepúlveda. Fue una tarde lluviosa, en la que el público no se mostró agradado con lo que le realizó a sus toros. 

Así es como se cerró la carrera en los ruedos de uno de los toreros más carismáticos que la historia reciente del toreo ha conocido.

domingo, 8 de junio de 2025

8 de junio de 1933: Armillita corta un rabo en Madrid en el homenaje a Martín Agüero

Foto de Baldomero aparecida en el diario La Nación
Madrid 9 de junio de 1933

El quinto toro de la sexta corrida del abono madrileño de 1928, celebrada el domingo 20 de mayo, llamado Aceitero, marcado con el número 6, de los herederos de Esteban Hernández, ganadería conocida en sus mejores días como los pablorromeros de Madrid, le infirió una cornada al diestro bilbaíno Martín Agüero.

El parte facultativo que rindió el doctor Jacinto Segovia acerca del percance sufrido fue el siguiente, según se publicó en el diario La Libertad:

«Durante la lidia del quinto toro ha ingresado en esta enfermería el espada Martin Agüero con una herida por asta de toro en la cara posterior, tercio superior, del muslo izquierdo, que interesa piel, aponeurosis, músculos abductores, y tiene dos trayectorias: una hacia la tuberosidad isquiática y otra hacia fuera. Pronóstico menos grave. – El profesor Segovia.» 

En una primera impresión parecía un percance menor que permitiría a Agüero regresar a los ruedos en unas cuantas semanas, pero de la descripción de las lesiones, no se advierte un puntazo corrido en el pie izquierdo y que quizás, junto con el compromiso circulatorio en el miembro herido, impidió que la herida le cicatrizara debidamente. Pudo reaparecer el 29 de junio siguiente, y el 9 de agosto vuelve a ser herido en Bayona. Después de ese percance suma cinco tardes más en el calendario, advirtiéndose que tenía serias dificultades para caminar y reponerse delante de los toros.

Con esas limitaciones físicas, seguirá en los ruedos las campañas de 1929 y 1930 y en 1931, se le somete a una intervención quirúrgica para amputarle los dedos del pie izquierdo, anunciándose por la prensa taurina de la época por el mes de julio, que había quedado imposibilitado para torear. Martín Agüero tenía apenas 28 años de edad.

En 1933, hizo pública su retirada de los ruedos, porque después de probarse con vacas en tentaderos, se percató de que no estaba ya apto para enfrentar a los toros en los ruedos y así lo comunicó epistolarmente a la prensa española de la época. Publicó el diario madrileño La Libertad el 3 de febrero de ese año:

Martin Agüero se retira. El que fue excelente estoqueador de toros, Martin Agüero, nos escribe una carta en la que nos comunica que el intentar entrenarse para reanudar su profesión y convencerse de que no está en condiciones paira ello, ha decidido retirarse del toreo... Las esperanzas que abrigaban el matador bilbaíno, sus amigos y los aficionados a la fiesta taurina no se han confirmado, y Martin, inútil a consecuencia de la operación que tuvo que sufrir en el pie derecho, no volverá a vestir el traje de luces... Sinceramente lo lamentamos, porque toreros del temple de Martín Agüero, toreros de tan acrisolada honradez profesional, toreros que se «vayan detrás de la espada» y den con el pecho en el morrillo de los toros, van quedando tan pocos que no es fácil resignarse con la desaparición de uno de los más caracterizados cultivadores de la escuela. Y, además, cuando el torero se retira porque ha logrado alcanzar la meta de sus aspiraciones... pero en este caso de Martín Agüero, cuando en plena juventud y lleno de afición se anhela el triunfo y se ve rota la carrera, desvanecidas las ilusiones y truncado el porvenir, sólo puede producir amargura y tristeza...

Tras de hacer pública su necesaria decisión, los estamentos de la fiesta se pusieron en movimiento para intentar auxiliar al compañero caído, como enseguida lo veremos.

La solidaridad del toreo

Anunciado el retiro de Martín Agüero y las causas del mismo, prontamente se movilizaron los distintos estamentos de la fiesta para auxiliar al torero de Bilbao. No fue precisamente un camino de rosas el llegar a la corrida que en este momento me ocupa y una posterior celebrada en su tierra natal, como lo narra Alfonso, cronista del diario El Liberal, en su edición del 9 de junio de 1933:

Bombita tuvo el rasgo, de todos conocido y alabado, de crear el Montepío. Ha habido necesidad de llegar a estos tiempos para que la benéfica institución haya dejado de ser un culto para los toreros... Bombita, Vicente Pastor, Marcial Lalanda y Domingo Ortega han hecho verdaderos sacrificios para el sostenimiento de la misma. Hay que pintar el cuadro con toda dureza para que no se repita el caso de que un hombre como Martín Agüero, cuando se hallaba en el apogeo de su arte y de su fama, por un desgraciado accidente tuvo que abandonar la profesión, y se ha visto en la imprescindible necesidad de organizar este beneficio. Pues bien; cuando esto sucede hay diestros... que se niegan a torear la corrida del Montepío, o piden cifras tan fantásticas, que de antemano sabe cuál ha de ser la contestación... Hay que hacer un escarmiento serio para terminar con estas cosas. Medios legales existen para que los hombres de corazón – en la plaza y en la calle – se nieguen a actuar con los que anteponen su conveniencia particular al interés general de los compañeros desvalidos. Aislarlos es un beneficio...

Y, sin embargo, la corrida se pudo organizar, contando con Nicanor Villalta, Fermín Espinosa Armillita, Domingo Ortega y Fernando Domínguez, quienes enfrentarían en el inicio, un encierro de Julián Fernández, antes Vicente Martínez, del que al final, solamente se aprobaron cuatro toros, completándose el lote, con otros cuatro salmantinos de Clairac.

La corrida contó, además, con la presidencia honoraria de Vicente Pastor, diestro madrileño en el retiro, quien, en su día, también fuera presidente del Montepío de Toreros.

Los triunfos de Armillita y Ortega

Las crónicas de casi todos los diarios de Madrid se ocuparon de señalar primordialmente la faena de Domingo Ortega al toro Tesorero, número 32, corrido en tercer lugar, ante el que el torero toledano recuperó, en el sentido colectivo de los cronistas, el sitio que parecía tener perdido. Le cortó las dos orejas y se llevó una de las grandes ovaciones de la tarde.

Por su parte, Armillita tuvo una labor breve ante el primero de su lote, de Julián Fernández, el que casi al abrirse de capa lo volteó y le destrozó la taleguilla, dejando para la posteridad una imagen suya poco frecuente, pues tuvo que terminar la corrida con un pantalón de arenero, pues los destrozos a su vestido de luces, eran irreparables.

Armillita visto por Roberto Domingo
Diario La Libertad, Madrid 9 de junio 1933

Ante el sexto de la tarde, Saltillo, negro bragado y escurrido de carnes, de Clairac, realizó una de las grandes faenas de su historia en los ruedos hispanos. Escribió Rafael Hernández y Ramírez de Alda, firmando como Rafael para el diario La Libertad:

Su segundo toro fue bravo y lo aprovechó Armillita para hacer una faena grande y completa, una faena de maestro y de artista. Empezó toreando de capa con mucho temple y mucha quietud y siguió en quites derrochando arte y valentía. El toro, bravo y noble, se arrancó bien a los caballos… Tomó Armillita los palos, y después de citar insistentemente para quebrar clavó un gran par al cuarteo. Volvió a citar al quiebro, y a fuerza de aguantar obligó al toro a que se arrancara; pero tan de cerca que no había sitio para ejecutar la suerte, y así resultó el par desigual y Armillita atropellado. Sin embargo, fue tan grande el valor con que aguantó al toro, que se le ovacionó con entusiasmo. Cerró el tercio con otro par al cuarteo muy bueno y se reprodujeron las ovaciones… Brindó la muerte del toro desde el centro del ruedo e inició la faena con un pase por alto superior, y seguidamente, con la muleta en la izquierda, dio seis naturales admirables de temple, de mando y de valor, y luego, ligado con ellos, uno de pecho soberbio, corriendo bien la mano y pasándose todo el toro por delante. Estalló la ovación en honor del gran torero y ya siguió durante toda la faena, en la que hubo pases de todas marcas y adornos de todo género, incluso un molinete de rodillas, realizado todo con una elegancia, un arte y una maestría imponderables. Entrando bien dio una estocada que mató sin puntilla, y a petición unánime del público se le concedió una oreja, luego la otra y el rabo (que Armillita tiró con muy buen acuerdo) y dio la vuelta al ruedo entre aclamaciones y tuvo que salir a los medios y aun se le ovacionaba durante la lidia del otro toro. Un éxito, en suma, tan grande como merecido...

La tarde triunfal del homenaje y beneficio a Martín Agüero quedó redonda, con esta importante faena del Maestro de Saltillo.

Nicanor Villalta y Fernando Domínguez terminaron por enfrentarse a los huesos del encierro y terminaron por demostrar su voluntad de agradar y de auxiliar a su compañero caído ante las astas de los toros.

El homenaje a Martín Agüero

Tras despachar al tercero de la tarde, Domingo Ortega sacó a Martín Agüero al ruedo y le invitó a dar la vuelta al ruedo junto con los demás diestros actuantes en el festejo. Escribió Eduardo Palacio en su crónica aparecida en el diario ABC de Madrid:

Martín Agüero salió al ruedo de la mano de Ortega en el toro en que triunfó plenamente el de Bórox, y ambos y los otros tres espadas escucharon muchos aplausos... Ver a Martín Agüero cojeando sobre la arena donde tantas tardes triunfara su gallardía, en ese coso que fue el de sus éxitos y del que salió en hombros infinidad de veces, producía una tristeza infinita. No obstante, el inválido, correspondiendo a los aplausos que se le tributaban, sonreía satisfecho, reconociendo que aquella prueba de cariño era el epílogo de la historia brillante de un pundonoroso matador de toros. Y así era, en efecto...

Era un reconocimiento justo, aunque la plaza no se haya llenado. Quizás si se hubiera dado en domingo, la entrada pudo ser otra. En fin...

Termino estos apuntes con una reflexión que hizo en su día el citado Eduardo Palacio, en el introito de la crónica de esta corrida histórica:

El 31 de agosto de 1924 tomó en Málaga la alternativa de manos de Chicuelo, que le cedió el toro de Pablo Romero, “Sotillo”, chorreao en verdugo, el diestro bilbaíno Martín Agüero, que contaba a la sazón veintidós años de edad… llegó a sumar cincuenta y dos corridas el año 27, y eso que perdió algunas por diversos percances, marchando luego a Méjico ventajosamente contratado, y realizando allí una brillante campaña. Regresó a su patria, y la temporada de 1928 se le presentaba espléndida, teniendo ya en su haber las orejas de oro de la Asociación de la Prensa de los años 26 y 27, cuando en la corrida del domingo 20 de mayo, alternando con Fuentes Bejarano y Mendoza, un toro de los lidiados, su segundo, de D. Esteban Hernández, le infirió una cornada en un muslo y un puntazo en el pie derecho, determinando esta última lesión, tras dos años de lucha y sufrimientos, el tener que abandonar el arte a que había consagrado sus desvelos, por encontrarse cojo. Su última actuación fue en Logroño, el 24 de septiembre del 30, matando un toro de Murube, tan admirablemente, que cortó la oreja del bicho…. Tristezas, ingratitudes, decepciones del pobre inválido, y una lucha homérica para llegar al día de ayer, en la que se verificó, ¡al fin!, una corrida en su beneficio. Antes de hablar de ella quiero en estas líneas enviar a Martín Agüero un fuerte abrazo, compendio de la sincera admiración que le profesé siempre, como artista y como hombre. Primero supo luchar con los toros; después ha sabido luchar denodadamente con otra fiera más temible: la adversidad. Y ni con aquéllos ni con ésta trató de defenderse con ningún truco. A los primeros dio su valor sin par y su arte, y a esta ha hecho frente con una sonrisa de desdén y la firmísima voluntad de consagrarse al trabajo. Por eso deseo al valiente inválido que, como fin de su jornada, encuentre convertidas en rosas las espinas que bordearon el camino de su triunfo. Todo lo merece por bueno y por hombre...

Martín Agüero, quien nos dejó para la posteridad la muestra de la manera de matar correctamente a los toros y que también ha sido el inspirador de uno de los más hermosos pasodobles que la música del toreo conoce, falleció en el año de 1977, perseguido por las secuelas de la cornada de Aceitero. Que haya encontrado el merecido reposo.

domingo, 1 de junio de 2025

25 de mayo de 1975: El sobresaliente Julián de Mata, paga su cuota de sangre en Las Ventas

Ya había planteado, al comentar la confirmación de alternativa de Manolo Arruza, que el San Isidro de 1975 se caracterizó por la gran cantidad de encierros rechazados en todo o en parte. El 24 de mayo, la corrida de José Luis Osborne que debieron enfrentar Miguelín, Paquirri y Paco Alcalde fue echada para atrás y la solución que dio la empresa, fue tomar el encierro de Alonso Moreno de la Cova anunciado para el día siguiente, que, en teoría, enfrentarían Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán mano a mano.

Al final de cuentas, el encierro sería sustituido por otro de la misma procedencia, pero de menos presencia que el que se apropiaron las figuras para poder cumplir su compromiso la víspera. Y es que no estaba rematado todavía. Le contó José María Recondo, apoderado de Antonio José Galán a Manuel Molés, en esos días, redactor del diario madrileño Pueblo:

La empresa tuvo un problema y se llevó nuestra corrida. Podían haber lidiado la de Palha. ¿A que no se atreven a quitársela a Camino...?» «Naturalmente», contesta Recondo, mientras atiende a su torero. Galán no le ha dado importancia al toro, ha metido el pico y ha toreado con la muleta muy retrasada. «Ese – contesta Recondo – es un vicio de casi todos los toreros...» … La corrida es una de las más chicas de la feria. Resulta que Alonso Moreno no la tenía prevista para Madrid. Es más, esta corrida iba a lidiarse en Valencia en el mes de julio...

Como es de costumbre, quienes tienen una posición preponderante en los estamentos taurinos, disponen de las cosas a favor de su interés. Y a veces, el resultado final, se tuerce.

La decimoséptima del San Isidro del 75

El festejo del domingo 25 de mayo se celebró en un ambiente bastante caldeado. Ya se había apuntado por aquí, que uno de los signos de esta feria fue el del constante baile de corrales que motivó la sustitución de los toros anunciados originalmente por otros que no estaban originalmente contemplados en el programa del serial y por el reacomodo de otros encierros en detrimento del interés de los espadas anunciados con ellos.

En el caso del mano a mano entre Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán, al menos inicialmente, en el papel, no parecía haber cambio alguno, pero en el fondo, el encierro reseñado por la empresa y por sus apoderados para la fecha, el 25 de mayo de 1975, no era el que habían aceptado, pues como se planteó líneas arriba, se había lidiado la fecha anterior para suplir a otro distinto que había sido rechazado y lo que teóricamente saldría por toriles, era otra corrida que estaba siendo preparada para ir a Valencia el mes siguiente.

Y al final de cuentas, lo que aprobaron las autoridades madrileñas ni siquiera fueron los seis toros, porque se sortearon solamente cinco de los de Alonso Moreno y uno de El Jaral de la Mira. Y de los titulares, el abreplaza sería aceptado por la concurrencia hasta el primero tris.

Ante un lleno de no hay billetes, Ruiz Miguel y Galán tuvieron que enfrentarse a un encierro complicado. Las crónicas del festejo no cuentan mucho acerca de sus actuaciones, porque el difícil juego de los urcolas de don Alonso, los mandó a ambos a la enfermería. El primero en caer allí fue Ruiz Miguel, quien tras la lidia del tercero ingresó, emitiéndose el siguiente parte médico por el doctor Máximo García Padrós:

El diestro Francisco Ruiz Miguel ingresó en la enfermería tras la lidia del tercer toro de la tarde, presentando heridas en la región superciliar y malar izquierda; puntazo corrido en la cara posterior del muslo izquierdo. Conmoción cerebral. Pronóstico reservado...

Durante la lidia del quinto de la tarde también fue lesionado Antonio José Galán. El parte médico emitido es el siguiente:

Contusiones y erosiones múltiples. Conmoción cerebral. A descartar fractura de fémur. Pronóstico reservado...

Esa última lesión y el dictamen facultativo, dejaron las cosas dispuestas para que la tragedia que merodeaba la plaza de Las Ventas, se consumara.

Julián de Mata, sobresaliente de espadas

Heridos los diestros anunciados en el cartel, el sobresaliente de espadas tenía que terminar el festejo. Ese 25 de mayo del 75 se había anunciado en el cartel a Julián de Mata – civilmente Julián de la Mata González – nativo de Cehegín, Murcia, de donde salió para Madrid, para tratar de hacerse torero, pero terminó de taxista y siguió pagándose el carnet, para poder seguir vistiendo el terno de luces y al menos poder salir de sobresaliente. Escribió Juan Teba de Montes, en el número de El Ruedo fechado el 10 de junio de ese 1975:

Y se hizo taxista. Y de aquí para allá, transportando seres humanos que le hablaban de extrañas historias que no comprendía. Y mire usted por dónde se le brinda la oportunidad de torear dos novilladas... Y al final, lo de siempre. Sobresaliente. Ni banderillero, ni corredor. Nada. Bueno, sobresaliente. Y con la misión propia del cargo, a contemplar los rostros crispados de los maestros y los chanchullos de los «hombres de confianza». Sí, el pago: cuatro migajas...

La oportunidad que terminó en tragedia se le presentó a los cuarenta y dos años de edad, en un momento en el que muchos toreros ya empiezan a pensar en dejar de vestir el terno de luces. Pero Julián de Mata tenía todavía la ilusión de demostrar que podía ser alguien en el planeta de los toros. Le tocó aprender el toreo junto a la vía del tren de Arganda con Alfonso Merino, Luis Parra Parrita, y Martín Sánchez Pinto, entre otros.

Pero el oficiar como sobresaliente no era una manera muy sencilla de exhibir sus aptitudes. Desde el inicio de la década de los 70, era un fijo en los festejos que organizaba la casa Chopera y que requerían sobresaliente. Le pude localizar al menos tres presentaciones en tal calidad en Las Ventas, una, el 4 de octubre de 1970, cuando el torero canario Pepe Mata despachó en solitario una corrida del Conde de la Maza, resultando herido; el 28 de mayo de 1972, en el mano a mano que torearon don Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez con toros de Victorino Martín y el 20 de junio de 1974, con un cartel de toreros igual al de la fecha que nos ocupa, pero con toros de Martínez Benavides, con motivo de la Corrida de la Prensa de ese calendario.

Como todo sobresaliente, entonces y en la actualidad, su actividad es espaciada, limitada y el sitio que tienen delante de los toros es evidentemente escaso.

El hacer de Julián de Mata quien estrenaba esa tarde un vestido grana y oro, estuvo marcado entre el escándalo en los tendidos y la tragedia. Cuando se llevaron a Antonio José Galán a la enfermería, Jaime Ostos desde su localidad, le hacía saber al presidente García Valiño que debía suspender la corrida, porque el sobresaliente no estaba en capacidad de terminar con el festejo. Posteriormente, Bartolomé Sánchez Simón también matador de toros, se tiró al ruedo ofreciéndose a despachar al quinto y al sexto, recibiendo por respuesta la orden presidencial de ser detenido y remitido a la comisaría. Escribió Alfonso Navalón en la edición de Pueblo ya citada:

Aquí, señor presidente, en el instante justo que se llevaban a la enfermería al segundo matador, era el momento justo de suspender la corrida. Así lo pedía el público y ésta sería la solución lógica, habida cuenta que Julián de Mata es un hombre que no podía afrontar semejante prueba. En todo caso, cabía acceder al ruego de un matador de toros para matar el sexto. Porque esto ha pasado ya muchas veces en casos semejantes. “Simón” bajó a pedir permiso y fue detenido. Con todos mis respetos, considero que no era la decisión adecuada. “Simón” no era un espontáneo, puesto que, al no haber ningún toro en la plaza, mal pudo interrumpir la lidia. Cabía, aceptar o denegar su ruego. Nada más...

Posteriormente, García Valiño esgrimiría los argumentos de que el reglamento no lo permitía y también el de que no había precedente. Este último es el favorito de la autoridad cuando no quiere actuar en determinado sentido, pero cuando menos, encontré uno en la hemeroteca, cuando el domingo 23 de agosto de 1953, el matador Octavio Martínez Nacional, bajó del tendido para despachar un novillo devuelto que no quería regresar al corral, con el permiso de la presidencia de ese día. En conclusión, el precedente existe.

Y salió el sexto de El Jaral de la Mira. La intervención del sobresaliente fue brevísima, sigue contando Navalón:

Luego llegó el horror de la cornada a Julián de Mata. Como era previsible, nada más abrirse de capa quedó a merced del toro, y todos volvimos la cara con horror, cuando, cosido en la mazorca del pitón, llevaba un pedazo del chaleco del pobre sobresaliente, víctima absurda de una situación todavía más absurda. Porque aquí no cabe invocar el reglamento. Estábamos ante un caso de conciencia. Estaba en juego la vida de un hombre...

Y es que, García Valiño, policía de formación y ocupación, al fin y al cabo, se escudó siempre en la interpretación literal del texto legal, según se lo declaró a Pilar Trenas en la edición del ABC madrileño del día 27 siguiente:

Mientras haya un sobresaliente vestido de torero, la corrida debe continuar, según el reglamento... Lamento el percance, pero el reglamento lo dice así...

El parte médico de Julián de Mata

Después de ser intervenido en la enfermería de la plaza, el doctor Máximo García Padrós, extendió el siguiente parte facultativo:

Herida por asta de toro en la cara posterior del hemitórax derecho, entre la novena y décima costillas, penetrando en la cavidad torácica con grandes destrozos en los lóbulos inferiores y medio del pulmón derecho, contusionando el pericardio. «Shock» traumático intenso que precisó transfusión de 1200 centímetros cúbicos de sangre. Pronóstico muy grave...

Le declaró el doctor García Padrós a Manuel F. Molés:

¡Chico qué cornalón!... Un cornalón. Pero tengo esperanza de que se recupere; claro, que luego hay que contar con las complicaciones. Pero ha sido algo muy gordo. Fíjate que tenía tres cornadas en el pulmón: pero tres boquetes así de grandes. Ya veremos...

Tras de concluir la intervención se dudaba si trasladar al torero herido al Sanatorio de Toreros o a otra unidad hospitalaria de alta especialidad para continuar su tratamiento, al final de cuentas, se decidió llevarle al Francisco Franco, para que un especialista en cirugía de tórax continuara con su tratamiento.

En su cama del hospital, atendió a Manuel F. Molés, quien en la edición de Pueblo del 29 de mayo siguiente, publicó lo siguiente:

Me duele más el no haber estado bien que la cornada.

- Pero, Julián, si no podías estar bien.

- ¿Por qué?

- Porque no estabas preparado.

- Sí lo estaba. Toreo mucho de salón.

- Pero el toro es otra cosa. Torear de salón es torear al aire. Imaginar un sueño. Hace falta el toro, la práctica. ¿Desde cuándo no te has puesto delante de un toro?

- El año pasado.

- ¿Te das cuenta de que era imposible estar bien, de que lo más seguro era la cornada?

- No. Lo que pasa es que en la voltereta que me dio el quinto me dislocó la mano derecha y no pude mandar debidamente al sexto con el capote. Si no es por la mano estropeada a estas horas hubiera cambiado mi futuro.

- Ya. ¿Cuánto te han pagado, Julián?

- Todavía no he cobrado. Lo estipulado son ocho mil, y vienen a quedar seis mil y pico limpias... Pero la empresa es muy buena conmigo.

- ¿A cuánto asciende esa bondad?

- El año pasado me dieron doce mil...

- En la taquilla habría seis o siete millones ¿Te parece suficiente ese sueldo tuyo?

- No lo sé...

Insisto: es increíble, pero real. Charlando con él me duele hacer preguntas necesariamente duras. Nadie puede convencer a Julián de Mata que era una barbaridad dejarlo salir. Nadie puede convencerle que no le bastaba un carnet si no tenía una preparación. Nadie puede convencerle que le contrataron como comparsa precisamente porque no tenía nada que hacer. El sueña un sueño imposible, temerario, bárbaro, y al fin y al cabo comprensible.

- Molés, yo tengo que ser matador de toros...”

Julián de Mata no perdía, ni en la cama del hospital, la intención de recibir la alternativa de matador de toros algún día.

En un apunte de interés meramente económico, a un tipo de cambio directo, las ocho mil pesetas de 1975, equivalen a 48.08 euros de estos tiempos y deflactados, serían aproximadamente 2000 euros contantes y sonantes. Es decir, casi nada.

El día después

La tragedia de Julián de Mata movió a los estamentos de la fiesta. La posición y función del sobresaliente se cuestionó y se pidió opinión a personas destacadas dentro del medio. Entre otras, destaca la opinión de Antonio Bienvenida, quien dijo al respecto:

Debería ser un novillero con experiencia, que conociera el oficio. También un matador de toros, aunque siempre o casi siempre hayan sido novilleros. Yo exigiría que estuviesen en activo y que hubiesen toreado un mínimo de corridas, porque en caso contrario se exponen a una catástrofe...

Por su parte, Paco Camino también comentó su parecer sobre ese particular:

La culpa la tienen las empresas. Hay gente joven capaz de resolver un problema con rapidez. Yo exigiría que fuese capaz, un número de actuaciones por año con caballos y que tengan también ilusión, que es algo muy importante. Lo que sucede es que si son novilleros piden que les den alguna compensación, y las empresas no quieren complicaciones de ese estilo...

Ambas opiniones me hacen pensar que los dos toreros ven al sobresaliente como una especie de convidado de piedra que no se luzca, que sea eficiente nada más, que se mantenga en la sombra y evite destacar en toda medida.

Julián de Mata se tuvo que quitar de torero a causa de esta cornada, aunque en el lecho del dolor le insistiera a Molés que tenía que llegar a matador de toros. En 2016 varios toreros que don Máximo García Padrós curó de sus cornadas se reunieron con él con motivo del cincuentenario de su actividad como cirujano en la plaza de Las Ventas. Sobre esa reunión escribió Ana María Ortiz para el diario El Mundo, de Madrid y entre otras cosas dijo:

En representación de la década de los 70, la primera de García Padrós en el servicio médico de Las Ventas, Julián González de Mata. Traje chaqueta azul marino, 82 años bien llevados, aunque pierda el resuello cuando circulamos arriba y abajo por el graderío. «Julián, ahora te ponemos un poco de oxígeno cuando bajemos a la enfermería», bromea el doctor. Aquel 25 de mayo de 1975 Julián de Mata – ese era su nombre artístico – era sobresaliente – suplente, coloquialmente hablando – pero los dos titulares en el cartel sufrieron sendas cogidas y tuvo que salir. «Me metió el pitón en la cintura, me levantó en el aire y me llegó el pitón a dos centímetros del corazón. Me quedé con seis pulsaciones, pensé que me moría», rememora. Tras el envite no pudo ya retomar la carrera taurina y se hizo taxista, profesión que también tuvo que abandonar por las secuelas. «Gracias a la bondad de señora Cuqui Fierro (famosa aristócrata madrileña) que me ayuda desde entonces», pide que se recoja en estas líneas...

Las cornadas de los toros tienen secuelas que se arrastran, a veces, por toda la vida. Esta de Julián de Mata es una prueba de ello.

domingo, 25 de mayo de 2025

A 55 años de la confirmación de Manolo Martínez en Madrid

Manolo Martínez realizó su primera campaña europea entre el 5 de junio y el 29 de septiembre de 1969, toreando 48 corridas entre España y Francia en ese lapso de tiempo. El cierre de esa temporada quedó marcado por los tres percances que sufrió en un lapso de menos de dos meses en Bilbao, Murcia y Cáceres, que, si bien no le mermaron el ánimo, el último, por una intervención defectuosa, le tuvo fuera de los ruedos casi un mes, precipitando el final de esa su primera participación en los ruedos de Europa. 

Su actitud ante los toros y la atracción que generaba en la afición y los públicos dentro y fuera de las plazas, motivó que pronto se le publicitara como El Mejicano de Oro, remoquete que le fue adjudicado por Gonzalo Carvajal, titular de la crónica taurina en el diario madrileño Pueblo, quien era afortunado para adjudicar esa clase de sobrenombres, pues de su autoría fueron, entre otros, los de El Niño Sabio de Camas, para Paco Camino; el de Diego Valor para Diego Puerta o el de El Faraón de Camas para Curro Romero, y todos ellos han trascendido a la historia de la fiesta.

De acuerdo con los biógrafos de Manolo Martínez, principalmente el tándem Cantú – Páez, esa primera temporada la preparó con anticipación, se metió al campo, mató toros a puerta cerrada y se familiarizó con el ambiente de allá, siendo el motivo que arrancara hasta el Corpus de Toledo.

La temporada 1970

Manolo Martínez arrancó su temporada europea del año 70 en Barcelona, el 17 de mayo, alternando con Adolfo Ávila Paquiro y Manolo Cortés en la lidia de toros de Antonio Pérez de San Fernando. Esa tarde de acuerdo con la crónica escrita por Rafael Manzano para la Hoja del Lunes de la capital catalana, Manolo hilvanó, pero no cosió prenda alguna... Es decir, únicamente dejó reflejos de lo que había apuntado el año anterior.

Con ese bagaje es como llegó a la Feria de San Isidro, en la que tenía tres tardes contratadas, la del 22 de mayo que es la que me ocupa en este momento, la del lunes 25 en la que formaría cartel con Ángel Teruel y Miguel Márquez para dar cuenta de un encierro de Antonio Pérez de San Fernando y cerraría su feria el viernes 29 siguiente, cuando se preveía la presentación en Madrid de los toros mexicanos de Mimiahuápam y en la que alternaría de nuevo con Ángel Teruel y José Luis Parada.

Al final de cuentas, su isidrada se cerró solamente con las dos primeras actuaciones, porque los toros mexicanos, a causa de un caótico viaje náutico, no estuvieron en condiciones de ser lidiados. Al final, tampoco el encierro propuesto para sustituirlos pasó el fielato del reconocimiento y la corrida terminó por ser suspendida causando una gran molestia en la afición madrileña.

Algunas notas previas al festejo

El cartel de la corrida de la confirmación de Manolo Martínez era uno de los señeros de la Feria de San Isidro de 1970, pues alternaría con Santiago Martín El Viti y Sebastián Palomo Linares en la lidia de toros de don Baltasar Ibán Valdés. El solo anuncio de la corrida atrajo personalidades de todos los medios, entre ellos a la significada actriz María Félix, quien fue entrevistada por Manuel F. Molés para el diario madrileño Pueblo del día de la corrida, a quien entre otras cosas dijo:

Manolo es un gran amigo. La verdad es que, aparte de ver Madrid, lo que me trae acá es la alternativa de mi paisano... Puedo decirle que es uno de los toreros más sinceros y decentes que existen. Siente el toreo como pocos. Se van a chupar los dedos como tenga suerte...

También se encontraba Eloy Cavazos entre quienes asistirían al festejo, y quien comentó a uno de los redactores del propio diario:

¿Qué le desea para mañana - hoy para el lector - a su paisano Manolo Martínez? – Él es mi amigo. Ojalá tenga la mejor de las suertes... yo soy más joven que él, y que ambos nos hacemos la guerra, pero solo en el ruedo. Yo también insisto que en la vida particular somos buenos amigos...

Por otra parte, se anunciaba que el festejo sería televisado y que por primera ocasión se transmitiría un festejo desde España para México. Que la transmisión a estas tierras se haría a través de una cadena de reciente creación, Televisión Independiente de México (TIM), que operaba en quince ciudades y que se esperaba una gran audiencia en México.

La confirmación de Manolo Martínez

Manolo Martínez, contra la costumbre, salió vestido a trascendental tarde en su carrera, vestido de negro y oro. Un vestido de estreno. En ello reparó don Antonio Abad Ojuel, encargado de la crónica en el semanario El Ruedo, quien en el número fechado el 26 de mayo siguiente, escribió:

Para la ceremonia viene el mejicano vestido con el traje de torear más fastuoso de, la actualidad: un terno negro y oro – dando a esta palabra el peso que tiene en los mercados de metales preciosos – a, que pone lujo y tronío en la tarde. ¡Qué contraste con esos pálidos trajes de primera comunión, o los más horrendos, de pastilla de café y leche que este San Isidro han puesto de moda los niños! Manolo Martínez – como El Viti con el temo grana y oro de hace unos días –, da una lección de cómo se viste un torero de torero.

- Pero temo negro, ¿por qué?

- Porque el alternativado viene a la plaza como novio. Y en España y Méjico, que son dos países importantes y con raza, los novios se visten de negro; que las nupcias con la mujer o con la muerte son cosa seria.

- Pues los más frecuentes son los trajes blancos...

- De blanco se visten las novias.

Cualquier día vamos a ver en los carteles de alternativa una nota que diga: «El diestro lucirá un ‘vestido de atoreá’ diseñado por Elio Berhanyer, en gros grain de seda beige con pasamanerías y caireles de tul ilusión». ¡Que ya está bien de cursilería, señores sastres!

¡Gracias Manolo Martínez, por haberte vestido como se visten en España y en el Méjico lindo y querido los hombres serios, los toreros buenos, los matadores de rumbo! …

Ese fue el impacto que nuestro paisano causó a uno de los cronistas más serios del momento, en cuanto a su manera de presentarse. Aunque a algo más de medio siglo de distancia, he de señalar que don Antonio fue profético en la parte final de su comentario...

Ante el primer toro de la tarde, llamado Santanero, marcado con el número 92, y anunciado con un peso de 518 kilos, su hacer fue visto así por el nombrado Gonzalo Carvajal de Pueblo:

Pero por algo Manolo Martínez es figura del toreo, aunque esta su tarde de confirmación no se resuma en un éxito claro, sino en un sí para la faena de «Santanero» y con un no para la muy breve que cuajó con «Panadero», quinto de la jornada, cariavacado, encastado, y que por su raza y por su falta de fuerzas llegó con viaje corto y áspero al tercio postrero... ¿El porqué del sí para Manolo Martínez? El mejicano se ganó la oreja, con la aquiescencia del «profundo 9», que dice mi compañero y amigo Raúl del Pozo, porque dio los pases precisos en su número y en su ejecución, y porque mató muy bien de media en lo alto, para ganar la oreja. ¿El porqué del no para Manolo Martínez? Porque debió hacer algo más que limitarse a probar a «Panadero», el del viaje de cercanías. para convencerse que no iba, machetear y volver a matar bien de media. Por lo que no hizo M.M. escuchó pitos. Por lo que si hizo cortó una oreja, con las protestas de esos espectadores que no admiten los triunfos más que en aquellos toreros que «vuelven del frío» ...

Es decir, lo que vio Carvajal fue que su actuación ante el toro de la confirmación fue justa para asegurar la oreja que le fue concedida y ante el quinto, dio la impresión de que le faltó esforzarse un poco más. Quizás pensaba ya el torero en la tarde siguiente.

La crónica de Abad Ojuel en El Ruedo, aparte de lo referido acerca del vestido del confirmante, refiere:

La faena fue torera y adornada con destellos originales. Muy buenos los pases para doblar y quebrantar al toro y los tres naturales primeros ligados al de pecho. Un poco más despegadillo en la serie con la derecha y vuelve al buen terreno en espléndidos naturales con remate de trincherilla y el de pecho. Redondos con un original giro a la inversa - no conozco el nombre del adorno en la lexicografía azteca -, pase alto con cambio, para uno garboso de pecho y refrendo final de media estocada de buena calidad. Dobla el toro en tablas y Manolo corta la oreja del toro de su alternativa. Hay para él una gran ovación cuando, con elegante parsimonia, la exhibe en la vuelta al ruedo... A «Panadero» no nos le dejó ver...

Hace mención don Antonio a un original giro a la inversa que es lo que Alameda en alguna crónica bautizara como el martinete. Esta relación, más reposada en su redacción, es un poco más elaborada que la común de los diarios, que tienen que cerrar sus contenidos el mismo día de la corrida.

Sigue el turno de don Antonio Díaz – Cañabate, de quien he señalado ya por aquí su escaso gusto por lo que llegó a ver venido de estas tierras. Pues Manolo Martínez no se escapó de su cáustica opinión:

El primero era muy bueno. Manuel Martínez lo toreó a placer. Es posible que él lo sintiera. Toreaba bien, correctamente; la gente aplaudía como aplaude ahora, con mecanismo, como si estuviera cumpliendo un deber. Una vez cumplido se quedan tan tranquilos. El toreo de Martínez no es que fuera frío, pero si que dejaba helado, por lo menos a mí. Es su faena, una más de las infinitas del montón de las faenas. Media estocada y la indispensable oreja, que es recibida con pitos... En el quinto Martínez no lo quiere ver, él sabrá por qué. Media estocada...

No se desdijo en esta ocasión tampoco a quien sus allegados llamaban El Cañas, pero en honor a la justicia, he de decir que en esta crónica también pone de corinto y oro a los otros dos alternantes del cartel. Mejor nos contó la mejor selección del anecdotario del gran Larita. Así que, por hoy, quedamos en paz.

Y concluyo con las apreciaciones de la prensa de la época, con lo que en su día expresó a sus oyentes de la Radio Intercontinental en su programa España Taurina, Gonzalo Ángel Luque del Pino, Curro Fetén:

Confirmaba la alternativa el mejicano Manolo Martínez, el cual se hizo ovacionar en su intervención con el percal y en una faena plena de arrogancia en la que hubo temple y mando indudable en series de pases sobre la diestra, en los que dejaba la impronta de su arte. Tenía el toro temperamento, pero el mejicano le aguantó y a fuerza de templarle y llevarle toreadísimo, le cuajó una excelente faena que, al ser rematada certeramente con media estocada, le valió la oreja del toro de su confirmación como matador. El quinto llegó con peor estilo a la muleta, rebrincado y con media acometida, sin pasar, por lo que tras breve muletear lo pasaporta de media estocada, no gustando el capítulo. En resumen, la presentación en Madrid como matador de toros de Manolo Martínez, le ha abierto un buen crédito que, sin duda, deberá refrendar en otras actuaciones...

Como se puede ver, hay opiniones para todos los pareceres. En lo que sí parece haber consenso, es en el hecho de que la tarde de Manolo Martínez, a pesar de la oreja cortada, dejó el regusto de que pudo haber conseguido algo más resonante.

Arrematando

En las mismas páginas de las crónicas de la época, se hablaba de que aquí en México vieron la corrida por televisión 15 millones de personas. Creo que la cuenta es muy alegre. La realidad es que la cadena de televisión (TIM) tenía una cobertura limitada, no nacional, lo que hace poco creíble la consecución de esa cifra.

Por otra parte, en lo personal, tengo la impresión, a pesar de lo que los biógrafos de Manolo Martínez puedan sostener, de que el torero apostó su resto para esa campaña europea a la corrida que le preparó don Luis Barroso Barona. Por eso no se preparó previamente en el campo allá antes de ir a confirmar, por lo que, cuando la corrida no llegó en condiciones de ser lidiada, se limitó a cumplir con los compromisos que ya tenía firmados allá y a planear su regreso a México para retomar su campaña en las plazas de aquí.

No creo que haya habido conspiraciones en su contra, ni cuestiones por el estilo, simplemente fue un mal cálculo que no permitió construir una temporada a partir de una sola carta. 

Todas estas reflexiones no implican que yo abjure de mi martinismo. Es el mejor torero mexicano que he visto con uso de razón. Pero lo que aquí escribo me impone el deber de conducirme con objetividad y es lo que aquí he intentado. Hasta la próxima semana.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 18 de mayo de 2025

20 de mayo de 1975: Manolo Arruza confirma su alternativa en Madrid

Manolo Arruza inició su andar por los ruedos vestido de luces en ruedos de España. Se presentó como novillero en San Roque el 12 de agosto de 1972 y el siguiente año realizó ya una campaña en forma en aquellas tierras, en la que toreó 33 novilladas, a pesar de iniciar su actividad a partir del mes de julio por haberse fracturado una mano en los tentaderos del invierno, terminando la temporada como uno de los toreros del llamado escalafón menor más interesantes del ciclo, junto a Paco Alcalde y Carlos Escolar Frascuelo.

Regresaría a México para recibir la alternativa en Guadalajara, el 24 de octubre de ese 1973, de manos de Eloy Cavazos y con el testimonio de Curro Leal, con toros de Jesús Cabrera. Cerraría esa temporada aquí en México con 16 corridas toreadas.

El año de 1974 fue de una gran actividad para el hijo del Ciclón Mexicano, porque logró completar 42 tardes en ruedos de España, en una temporada en la que actuaron allá también los matadores mexicanos Mariano Ramos, Rafael Gil Rafaelillo y Manolo Martínez y los novilleros Marcos Ortega, Fermín Espinosa Armillita y Arturo Magaña. A esos festejos toreados en ruedos hispanos habrá que sumar los 14 que sumó aquí en México, incluida su confirmación de alternativa en la Plaza México el 22 de diciembre, de manos nuevamente de Eloy Cavazos y llevando como testigo a Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, con toros de Javier Garfias. En total ese 1974, sumó 56 corridas de toros entre España y México.

Un constante baile de corrales

La Feria de San Isidro del año 75 corrió del día 8 de mayo al 1o de junio de ese año, constó de dos novilladas y veintiuna corridas de toros. En las que observo con cierto asombro que Paco Camino y Rafael de Paula fueron anunciados con los toros de Palha, y el Niño de la Capea con los de Pablo Romero, ganaderías en estos días etiquetadas como duras, que tienen sus especialistas, y a las que las figuras se les enfrentan, si acaso, una vez en la vida, en medio de un preparado anuncio de una gesta extraordinaria.

La realidad es que de los encierros que se anunciaron a la afición y al público, muchos se quedaron en el papel, porque a pesar de que ya estaba en funciones el toro del guarismo, los problemas en la interpretación de lo que es el trapío y así, el encierro del 13 de mayo, de Amelia Pérez Tabernero fue rechazado desde el primer reconocimiento. Eso hizo que Eloy Cavazos se saliera de la combinación y su lugar lo ocupara Rafael Gil Rafaelillo, quien así cumplió su segunda tarde en el ciclo.

Igual, las corridas de Atanasio Fernández (día 23), José Luis Osborne (día 24) y Juan Pedro Domecq (día 31) fueron rechazadas en el reconocimiento y sustituidas por ensaladillas de sobreros de otras ganaderías. El criterio de las autoridades y de la afición madrileña iba cambiando y también, el de los veedores de don Livinio Stuyck, ya en su antepenúltima feria, estaba decadente, porque otros encierros fueron también rechazados en parte y remendados con sobreros de diversas procedencias afines a la empresa Nueva Plaza de Toros de Madrid, S.A.

El encierro para el 20 de mayo del 75

Omití deliberadamente en el apartado anterior mencionar que los toros anunciados para la décimo segunda corrida de ese ciclo isidril tampoco pudieron pasar el fielato del reconocimiento. El cartel originalmente presentado era con toros de los herederos de Carlos Núñez, propiedad de don Manuel González, para Palomo Linares, Francisco Rivera Paquirri y Manolo Arruza, quien confirmaría la alternativa.

El ganadero Manuel González era nada menos que el diestro sevillano retirado Manolo González, quien apenas el año anterior había adquirido de los hijos de don Carlos Núñez, el hierro, divisa y ganado que anunciaban como Churriana, encastado en lo de su casa y en donde mantenían reses marcadas con el hierro matriz y con el propio. Así, el encierro que escogió para presentarse en la capital española, era con seis ejemplares que llevaban en el anca la R circulada, razón por la cual se hizo ese extraño anuncio de su debut ganadero.

Pero la ocasión se frustró, porque el encierro no fue aprobado. Así lo contaba Manuel F. Molés en el diario madrileño Pueblo el día de la corrida:

Ayer ya lo contaba, empezó el baile de los rechazos. De los ocho toros de Martín Berrocal quedaron cinco y se les añadió un Murteira. Primer aviso para la «semana comercial» que estamos viviendo ya. Y eso que los Núñez del presidente del Huelva eran de lo más digno que hemos visto en muchos años dentro de esta ganadería. Pero la «debacle», lógica, cantada y supuesta, había de llegar con los otros Núñez de don Manuel González. Una corrida mínima de trapío, que no se ha prestado siquiera a la discusión. Por eso los veterinarios, de buenas a primeras, han dicho que no había nada que hacer y la han rechazado de plano. Los toritos del señor González van a ir por donde han venido, por atreverse a acudir a donde nunca debieron. Así pues, la danza, anunciada ayer desde esta sección, acelera su ritmo y todavía queda baile. Todavía, hasta que toreros, empresa y ganaderos se enteren, de una vez y para siempre, de que el medio toro ya no tiene acomodo en Madrid...

La corrida fue sustituida por una de Benítez Cubero, que según a quien se lea, tuvo o no tuvo trapío. La reseña del encierro a la vista del sorteo, refiere que eran los siguientes:

En la tarde de hoy se lidiarán toros de Benítez Cubero, por el siguiente orden: «Loco», número 18, 561 kilos. «Conductor», 14, 538. «Cistrado», 33, 549. «Lanero», 56, 532. «Difamado», 17, 529. Y «Peluso», 37, 537. Como sobrero va el toro 131, «Merleto», de 567 kilos en vivo, de la ganadería de Higuero...

Con esos mimbres se daría la confirmación de alternativa de Manolo Arruza.


Una confirmación envuelta en un denso aire de nostalgia

Las relaciones de todos los diarios hacían referencia en mayor o menor medida, a que, en la fecha, se cumplían nueve años del fallecimiento de Carlos Arruza, padre del toricantano. Quizás los apuntes más sentidos en ese aspecto, fueron los de Francisco Baruqui, en el diario tapatío El Informador y de Antonio Bellón, al entrevistar a don Andrés Gago, apoderado del confirmante y que lo fuera también de su padre, en Pueblo, de la que recojo:

Andrés Gago estaba en el burladero de apoderados, con la colilla de su puro mantenida por un palillo, quemando tabaco y nervios. Y fue justo al final de la primera faena de Manolito, en el momento en que el chaval recibía la oreja, cuando Andrés no pudo más y rompió a llorar. «Es un momento – decía – muy difícil para mí. Son demasiados recuerdos... Si Carlos pudiera ver a su hijo...» «¿Recuerda mucho Manolo a su padre, don Andrés?» «Sí, se parecen. Pero Carlos era un hombre y Manolo es un chiquillo...» Y no pudo más, Rompió a llorar. Hay que decir que Andrés Gago había dejado de esta profesión de apoderar y que regresa a ella por fidelidad y cariño hacia Carlos...

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en el b madrileño, es más severo y hasta exagerado en su valoración de lo realizado por Manolo en el toro de su confirmación:

Manolo, que había banderilleado con más voluntad que acierto, pues el astado esperaba y desarmaba con sentido, se empleó en un trasteo aseadito con ambas manos. El chico se quedó quieto y sacó los muletazos limpios y ajustados entre el beneplácito general. Manolo Arruza, pese a su apellido, no venía con la vitola de figura. El hombre no se permite improcedentes exigencias. Mató de una estocada baja y se le concedió una oreja que algunos protestaron. El recuerdo de su padre, muy querido en Madrid en una época triste y angustiosa para el país, flotaba en el ambiente. Por la voluntad del muchacho y por las añoranzas de tiempos que, históricamente, no fueron mejores en ningún sentido, se le otorgó el trofeo...

Para él, la oreja que cortó y que resultó ser la única de la tarde, fue más que nada, un reconocimiento a su ascendencia torera y no precisamente un premio a su labor ese día. A veces, los escribidores de toros, por mucho que entiendan, exageran en el rigor de sus apreciaciones como en esa tarde lo hizo don Vicente.

Decía arriba que don Francisco Baruqui también cubrió el festejo, aprovechando su anual asistencia al ciclo isidril. Entre otras cuestiones escribió:

Si Carlos Arruza viviera... Feliz, muy feliz que estaría. Manolo, su hijo torero ha hecho honor en la arena misma que pisara su padre y en la que tantas y tantas huellas dejara, a la casta torera, al profesional orgullo, al amor propio por ser... un Arruza... A nueve años de la muerte de su padre, hoy, en este día, una habitación del hotel Gran Vía, antiguo, incómodo, albergaba como años atrás, a otro Arruza... Ayer a Carlos, hoy a Manolo... Y qué torero ha estado, principescamente vestido con terno champaña y oro, luciendo añejo capote de paseo que de su padre fuera, confirmó su alternativa. Ha cortado oreja. De su capotillo salieron, echándose a la espalda, con gallardía, serie de ceñidas gaoneras que arrancaron los primeros olés. Con los palos, seguro, preciso, certero, haciendo gala de facultades y conocimiento pleno de los terrenos. Ha clavado por ambos lados y al sesgo, al cuarteo. Uno impresionante, citando sobre el estribo de frente al toro y en corto palmo que levantó al público de sus asientos. Con la muleta asentado, tranquilo, centrándose estupendamente con un toro un poco tardo, pero con son y clase que le ha permitido estar a mucha altura... Series medidas de ayudados por bajo con la derecha, naturales espléndidamente rematados. Todo a la distancia justa, ni un paso más, ni un paso menos. Las palmas fuertes le habrán sonado a gloria, ha triunfado. Dejando una entera desprendida se ha hecho merecedor de una oreja. Vuelta entre aplausos... Manolo Arruza cayó de pie...

La descripción de la actuación de Manolo Arruza en esta relación me parece la más completa y quizás la menos sesgada, por una razón que veremos más adelante.

También Alfonso Navalón escribió una interesante crónica del festejo, pero, la dedicó a señalar la falta de trapío de los toros de Benítez Cubero, a tundirle a Palomo Linares por hacer que, con su presencia, lleguen a las plazas los perritoros, y en un alarde de displicencia, le dedica el párrafo final a Paquirri, a quien llama rico de pueblo que va a un baile de disfraces por llevar un vestido bordado en pasamanería. Del confirmante, ni se acordó. 

El fruto de una buena tarde

El mismo día que Manolo Arruza confirmaba en Madrid, Rafael de Paula armó una bronca grande en Barcelona al negarse a matar un toro. Por esa razón, la Dirección General de Seguridad le impuso una suspensión de seis meses – misma que sería revocada unos cuantos días después – por lo que no podría cumplir de inmediato, su compromiso en la corrida del siguiente día 26 en la Feria de San Isidro.

El cartel de ese día 26 de mayo estaba formado originalmente por Rafael de Paula, Paco Camino y Francisco Ruiz Miguel, con toros portugueses de Palha. Ya recompuesto por la suspensión del torero jerezano, quedó con los toros portugueses para Paco Camino, Ruiz Miguel y Manolo Arruza. Allí también hubo baile de corrales, pues solamente se aprobaron tres de los de Palha, completándose el lote con otros tantos de don Joaquín Buendía.

Para terminar, una nota luctuosa

La prensa que refería la confirmación de Manolo Arruza, también daba a conocer que la noche de ese día 20 de mayo de hace 50 años, falleció don Rodolfo Gaona a la edad de 87 años, en la Ciudad de México.

Apenas el 12 de abril se había conmemorado el cincuentenario de su triunfal despedida de los ruedos, pero desde el día 15 de mayo, el Califa de León había dado muestras de deterioro en su salud y fue ingresado en el Sanatorio Español para ser atendido.

Sus hijos Rodolfo y Enrique comentaron en su día a los medios de comunicación que Gaona comenzó a dar muestras de agotamiento físico, pero sin presentar síntomas de alguna enfermedad, porque siempre fue un hombre saludable, por lo que consideraron, junto con los médicos que lo atendieron en este último trance, que su muerte fue por causas naturales.

Sus funerales se llevaron a cabo al día siguiente y fue sepultado en el Panteón de Dolores, con la compañía de su familia y de varios toreros como Jesús Solórzano, Luis Castro El Soldado, Heriberto García, David Liceaga, Andrés Blando, Alfonso Ramírez Calesero, Joselito Huerta, Manuel Gutiérrez Espartero y Joaquín Rodríguez Cagancho.

La oración fúnebre la pronunció Roque Armando Sosa Ferreyro Don Tancredo quien entre otras cosas dijo:

Ayer las campanas de León tocaban a gloria por los éxitos del torero. Hoy, las campanas de México doblan a duelo para decir adiós al grande hombre, quien nos deja un recuerdo inolvidable: sus triunfos en los ruedos y la lección ejemplar de su existencia.

Hasta la próxima semana.

domingo, 11 de mayo de 2025

El Toreo de la Condesa: El triunfo de Larita, la porra, Gaona y los toros de Palha

La temporada 1922 – 23 del Toreo de la Condesa constó de 22 corridas y corrió entre el 22 de octubre y el 1º de abril de este último año. Los diestros mexicanos que integraron el elenco fueron Vicente Segura, Rodolfo Gaona, Luis Freg, Juan Silveti, José Ramírez Gaonita y Salvador Freg, mientras que por el lado de los hispanos estuvieron presentes Rafael Gómez El Gallo, Manuel Mejías Bienvenida, Marcial Lalanda, Manuel García Maera, Julián Sáiz Saleri II, Matías Lara Larita, José García Alcalareño, Rafael Rubio Rodalito, Serafín Vigiola Torquito, Ángel Fernández Angelete y Pedro Carranza Algabeño II.

Los toros que se lidiaron fueron de Piedras Negras, San Diego de los Padres, Atenco, La Laguna, Zotoluca, Coaxamalucan, La Trasquila, Malpaso y Santín por los criadores mexicanos y del Duque de Palmella y Palha por los portugueses y un encierro hispano del Duque de Veragua.

El escalafón lo encabezaron Juan Silveti con 12 tardes, Rodolfo Gaona, con nueve; Marcial Lalanda, con siete; y, Maera. con seis; en tanto que las ganaderías que más toros enviaron a la plaza fueron Piedras Negras, con treinta y cinco; San Diego de los Padres, con veintiuno; y, Atenco, con veinte.

La décimo sexta corrida de la temporada

Para el domingo 4 de febrero de 1923 se anunció una corrida que inicialmente se planteó como el beneficio de Larita, pero que posteriormente se ofreció como un festejo a beneficio de la Cruz Blanca Neutral, que estaba edificando el Hospital del Niño. Para tal efecto se lidiaría un encierro portugués de Palha – anunciado como español en los programas – que Matías Lara había traído con él y le acompañarían en el cartel Rodolfo Gaona y se presentaría en el coso de la colonia Condesa el torero alcarreño Julián Sáiz Saleri II, quien ya era conocido de la capital mexicana, pero actuando en la placita de Chapultepec.

El encierro portugués, se dijo, se recuperaba del viaje trasatlántico en los prados de El Olivar, aunque mermado en uno de sus ejemplares, que pereció durante el trayecto, por lo que el sexteto se completaría con un toro de Atenco, que reglamentariamente saldría en primer término al ruedo y correspondería a Rodolfo Gaona, primer espada de la corrida.

Además, indicaban los programas anunciadores del festejo que al final del mismo, se sortearían entre los concurrentes dos mantones de Manila cortesía de Larita, estando anotado al reverso de los boletos de acceso al coso, el número correspondiente a tal sorteo. Además, se advertía, que por haber una competencia de carreras de automóviles en esa misma fecha, el festejo empezaría a las tres y media de la tarde, en lugar de a las tres, como era acostumbrado, para dar tiempo a los interesados, a asistir a ambos eventos.

El triunfo de Larita

Ya me había ocupado por aquí del pintoresco Matías Lara Larita, a propósito de la tarde en la que cortó un rabo en Madrid. Pues no se iba a ir de México sin un triunfo. No cortó un rabo, pero su desparpajo ante los toros y su absoluto desprecio por la muerte. Además, ya había comentado también su predilección por los toros portugueses de don José Pereira Palha Blanco, aquellos toros del ¡horror, terror y furor! y de los que Belmonte decía que cuando Larita se encerraba con ellos, parecía que lo hacía con gallinas. Entonces, el espacio, al menos para él, era el adecuado para triunfar.

Ante Lindero, quinto de la tarde, Larita fue visto así por Verduguillo en su crónica publicada en el Universal Taurino:

Es berrendo en jabonero, capirote, botinero, alto de agujas, y muy bien armado. Está marcado con el número 28... Don Matías provoca repetidas veces al morucho, pero, apenas si en tres ocasiones se hace tomar el percal, resultando deslucida la suerte por los largos intervalos que hay entre un lance y el otro... Guadalupe Rodríguez agarra un buen puyazo, saliendo su jaca desbocada, y sin que haya un monosabio que logre detenerla. El caballo herido da dos, tres vueltas al redondel y en una de tantas, se encuentra con Navarro, que está bregando inteligentemente para poner al toro en suerte, derriba al peón y le deja tendido en la arena; el toro hace por él, lo empitona por la parte posterior, y lo romanea aparatosamente. Todos creemos que Navarro ha recibido una cornada mortal... Cuando el herido es conducido a la enfermería, se acalla la pita... ¡Ya podían seguir chillando! … Del mismo Guadalupe y de Frontana, recibe el berrendo dos puyazos más, y pasamos a otra cosa... El Sordo clava un buen par; Rafael López un palo, y cierra Pablo Baos con un par de mucha exposición saliendo comprometido... Larita brinda a otro particular, y después hace una faena como la primera: valiente y emocionante, pero escasa de finura, Seis muletazos por alto, dos de pecho y un molinete; preceder: a un pinchazo en que el diestro se ha quedado en la cara, saliendo perseguido. Después del susto, se estrecha nuevamente con su enemigo en dos muletazos más, y perfilándose en el centro, y entrando derecho, mete toda la espada por las agujas, rodando el toro sin puntilla... Ovación grande, música, lluvia de sombreros y bastones, la oreja y regalo del particular. Olé los matadores con agallas...

Como se puede leer, Larita convenció a los asistentes con su particular tauromaquia. Quizás el toro por su comportamiento no recordara la leyenda de los Palha, aunque su pelo delatara desde lejos su origen.

La porra y Gaona

Decía antes que Gaona desde el anuncio del festejo enfrentaría para abrir la tarde un toro de Atenco, ganadería que, por confesión suya, era su favorita. Y en su segundo turno, tenía reseñado al toro número 40, curiosamente nombrado Saltillo, del hierro portugués, pero estaba escrito que esa tarde el Califa enfrentaría dos toros nacionales, porque Saltillo fue devuelto a los corrales por manso, no obstante que reglamentariamente debió ser fogueado y fue sustituido por otro de La Laguna. Ese hecho desató una tremenda bronca en los tendidos de El Toreo, pues se exigía que el sustituto fuera del hierro titular de la tarde, no obstante, el anuncio de que solamente había cinco toros de Palha disponibles ese día. Sigue contando Verduguillo:

El público quiere que la reserva sea nada menos que de Palha. ¡Pero hombre, por Dios!, si estamos viendo que el primer toro fue de Atenco precisamente, porque sólo había cinco de Palha, ¿cómo va a haber reservas de Palha? … El substituto es de La Laguna, o como si fuera, de Palha mexicano. En medio de morrocotuda bronca, Rodolfo se abre de capa y da cinco verónicas buenas. Aumenta la pitería…

Gaona había batallado con el de Atenco, que fue manso y bronco y el de La Laguna comenzó siendo suave y fácil, pero llegó al final escaso de fuerzas, lo que sumado a la indignación popular por no ser de Palha, ocasionó que se abroncara a su matador.

La crónica que escribió Gonzalo Espinosa Don Verdades para el diario Excélsior, señala como responsables de la bronca al sector de la afición conocido como la porra:

Sabemos todos que Rodolfo Gaona es y sigue siendo nuestro torero favorito, no tanto por partidarismo ni por ridícula patriotería, sino porque el leonés se ha encumbrado después de jugarse la vida tarde a tarde, durante quince años y por haber sostenido una ruda competencia con tres generaciones de toreros... Hay que recordar la tarde en que reapareció Rodolfo, después de haber estado ausente de la patria por siete años. La ovación que se le tributó esa tarde fue unánime, al igual que las que se le siguieron tributando en las grandes tardes que tuvo... Por desgracia de la afición nació la “Porra” y un grupo de incondicionales a los que yo no puedo calificar como buenos amigos de Gaona, principiaron a sembrar las disensiones entre el público, pretendiendo opacar a cuanto torero al lado del leonés. ¡Y qué torpe proceder siguieron! ¡Cómo si Rodolfo necesitara de esto, cuando todos sabemos el torero que ha sido, es y seguirá siendo! … El resultado de esta labor lo está sufriendo hoy Rodolfo... ¿Y quiénes son los responsables de ello? ¡Hay que decirlo claro! ¡La Porra y sus directores! Este grupo, queriendo incensar a nuestro gran torero, solo le ha causado perjuicios y se los seguirá causando... Un torero de la talla de este diestro no necesita de “claque”, él solo se impone y sabe conquistar a los públicos... El día que la Porra desaparezca, todo el público volverá a hacer justicia a Gaona y a aclamarlo como siempre lo ha aclamado por sus justos merecimientos...

Y es que la porra, de ser un grupo de aficionados independiente, que se dedicaba a exigir a los toreros sin importar su nombre, se fue convirtiendo, en un grupo decididamente de filiación gaonista. De su origen y resurrección a partir de 1908, escribió Verduguillo:

Por primera vez volvió a palparse la presencia de la Porra cuya acción se había amortiguado desde la muerte de Montes. Volvieron a escucharse los gritos de aliento para el “Indio” y las manifestaciones hostiles para los que con él alternaban. Actuaban los porristas por su propia cuenta pues ninguno de ellos recibía órdenes ni favores del “Califa”, le servían porque servían a la causa taurina que consideraban justa. Si alguna vez “Chano”, el apoderado de Gaona, pretendió obsequiar un boleto a algún porrita, éste lo rechazó indignado: “Dígale usted a Gaona que no necesitamos de él para nada”... Había en la porra médicos, abogados, estudiantes, empleados de comercio, burócratas, ferrocarrileros, propietarios de fincas, etc...

El germen del gaonismo estaba allí, pero al decir de Rafael Solana, se respiraba cierta libertad. Comparando lo escrito por Don Verdades tres lustros después, da la apariencia de que esa diversidad de criterios ya había desaparecido y se había unificado en uno solo.

El encierro de Palha

La corrida de Palha tuvo una calificación de ser mediana, ni buena ni mala, dijo Latiguillo en su crónica de El Demócrata, pero el segundo de la tarde fue un toro sobresaliente según el mismo cronista:

Tomó siete varas a ley, es decir, arrancándose desde largo, sin rehusar un solo momento la pelea y ¡qué pelea! la que hacen los astados de bandera... los toros que por tener verdadera sangre brava debajo del pelambre, no se duelen al castigo sino más bien, con él se crecen, como se creció el primoroso cárdeno cuya pelea llena de arrogancia y nobleza, quedará como un recuerdo en la memoria de la afición que ayer, haciendo justicia a “Lancero” – que así se llamaba este animal – cuando era arrastrado por las mulillas, le dispensó suntuosos funerales y le tributó honores de capitán general... y pidió que a semejante dechado de bravura y poderío lo acompañara al destazadero, no la marcha fúnebre de Chopin, sino la alegre diana, la autóctona fanfarria con que demostramos nuestra jocundia y premiamos a los que han merecido bien nuestra admiración; lo mismo a Fleta – ¡hum! – tenor de la época... que a un toro de Palha, si el tal toro, como el de ayer, da en la pelea el sonoro do de pecho de su nobleza y pujanza... Sí, este toro fue indudablemente el más bravo y el más toro que hemos visto correr en nuestra plaza desde tiempo inmemorial, igual puede ser que alguno haya salido, pero mejor que éste, ninguno...

Así pues, de la cuarteta de toros portugueses, este Lancero vino a salvar el buen nombre de su criador, quedándose, en la opinión del importante escritor de aquellos días, entre los mejores toros de la entonces reciente historia de la principal plaza de toros del país.

Para terminar

La entrada al festejo no fue muy buena. Ya decía antes que el mismo día de la corrida hubo carreras de automóviles, pero también en esa misma fecha se estrenaba en la capital la película Sangre y Arena con la actuación estelar de Rodolfo Valentino; en el teatro Arbeu se despedía la compañía de Lupe Rivas Cacho, que se iba de gira por Sudamérica y también hacía temporada María Conesa. Es decir, sin importar la presencia de Gaona en la plaza, había mucha oferta de espectáculos ese domingo. Nihil novum sub sole.

Tres días después, también en El Demócrata, Rodolfo Gaona anunciaba en una extensa entrevista que se iba a España para torear y despedirse de los públicos a partir de abril y hasta el mes de septiembre. Ya he contado por aquí las vicisitudes de esa última campaña, y los hechos de su tarde final.

Hasta el próximo domingo.

Aldeanos