domingo, 23 de marzo de 2025

24 de marzo de 1935: Luis Castro “El Soldado” recibe la alternativa en Castellón

Puerta de Cuadrillas, Castellón 24 de marzo 1935
Foto: Vidal

Luis Castro El Soldado dijo haber tenido su primer contacto con la fiesta en el rastro o matadero de Mixcoac, al llegaba desecho de las ganaderías de lidia y ganado de media casta, por lo que los toreros y los aspirantes a serlo acudían a entrenar con ellos antes de su última hora. Allí, El Soldado conoció a Carmelo Pérez, quien fue el que le inició en el arte del toreo. Así se lo contó al periodista José Pagés Rebollar:

…Como ya te imaginarás, el ambiente donde crecí era un poco taurino y yo saliendo de la “chamba”, me iba pa’los terrenos donde lidiaban los matadores, nomás pa’ver, hasta que un día, ya muy entrada la tarde, Carmelo Pérez (a quien le decían " El Loco" aunque realmente se llamaba Armando) me aventó la capa y me gritó: “Ándale, chavo, dale unos capotazos a este zaino. ¿O tienes miedo?”. El miedo me lo tragué de golpe. Cogí el trapo y parado frente al toro supe instintivamente que tenía cualidades para ser torero, para llegar a matador de toros y así me ganó de golpe la afición por el arte...

Así, dejó el empleo que tenía en el rastro y comenzó a recorrer la legua, hasta que, en 1931, logró que El Amo, don Próspero Montes de Oca se fijara en él y lo pusiera en su plaza Merced Gómez de Mixcoac, y al calendario siguiente logró llegar al Toreo de la Condesa, donde El Soldado toreó 16 de las 31 novilladas que se dieron allí ese año. Allí comenzó a fraguar una seria rivalidad con un novillero de Monterrey llamado Lorenzo Garza y con quien escribiría importantes páginas de su historia.

Para entonces El Soldado ya se había revelado como un diestro que toreaba a la verónica con clase y gusto; que cuando era adecuado y conveniente tomaba las banderillas y pareaba con elegante exposición y con la muleta, le podía a los toros. Eso le anima para en 1933 hacer campaña en ruedos de Europa, toreando 17 novilladas en España, presentándose en Madrid el 20 de julio y regresando a México al final de la temporada para recibir una alternativa en el Toreo de la Condesa el 5 de marzo de ese año, de manos de Joaquín Rodríguez Cagancho, quien le cedió los trastos para dar muerte al toro Fundador de Coaxamalucan, en presencia de David Liceaga. Torearía una corrida más, en el mismo coso de la colonia Condesa, al siguiente domingo, para emprender otra vez el viaje a España, e intentar obtener una alternativa válida allá.

Junto con Garza, el amo de Madrid

El año de 1934 le reportó a El Soldado 33 novilladas en España y 4 en Portugal, pero la cumbre de esa temporada novilleril tuvo su verificativo entre el 24 de julio y el 23 de agosto de ese 1934, cuando en la plaza de la Carretera de Aragón, en Madrid, junto con Lorenzo Garza, se volvió el amo de la torería de aquellos días. Fueron tres novilladas en las que ambos pusieron de acuerdo a todo el mundo, donde no hubo reproche a sus actuaciones y que hoy, a algo menos de un siglo de distancia, se siguen aplicando como ejemplo de lo que debe ser la entregada actuación de un novillero.

Desde la primera de esas tardes, cuando una inoportuna cornada envió a la enfermería a Cecilio Barral tras pasaportar al primero del festejo, y que los mexicanos se quedaron con casi todo el encierro, la prensa de la época pedía el mano a mano entre ellos, pero la empresa se resistió, aun cuando para la segunda tarde – también tercia – algunas entradas, dijera más de un cronista, fueron tan caras como las de la Beneficencia...

Fue hasta la tercera fecha en la que pudieron enfrentarse los dos toreros mexicanos, con novillos de Coquilla, convirtiéndose, al decir de Eduardo Palacio, el cronista del ABC madrileño, en el fuerte revulsivo que requería la fiesta de toros... Así estaba el patio en aquellos días.

La corrida de la Feria de Castellón del año 35

En aquellos días la primera feria de categoría que se daba en ruedos hispanos era la de La Magdalena en Castellón de la Plana. Hace 90 años era una feria que constaba de una corrida de toros y de un festejo cómico - taurino. El cartel para la ocasión se compuso con Rafael Gómez El Gallo, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado, quien recibiría la alternativa. Los toros para la ocasión serían de doña Carmen de Federico, anunciados todavía como de Murube, que era su origen.

El comentario previo al festejo, aparecido en el diario Heraldo de Castellón del 20 de marzo, firmado por Pedro Sala, entre otras cosas refiere:

Toros de la vacada de Murube, esos toros nobles, lidiables, de mucho empuje... Toros que obedecen al percal como cuando los lidiadores quieren lucirse, arrimarse, enfrentarse con ellos. Y esos toros serán toreados nada menos que por el pinturero Rafael. Allí veremos salsa esencial torera. Gracia a raudales, arte, filigrana, conocimiento maestro en el arte de Cúchares... Se nos presenta en nuestra plaza el joven Lorenzo Garza, de ruidosos triunfos en cuantas plazas ha toreado. Estilista, dominador, algo belmontista. Además, la furia triunfal de "El Soldado", que como veloz cometa ha conquistado uno de los primeros puestos en los cosos taurinos por su elegancia y valor... Lorenzo Garza y "El Soldado" embelesarán al público con sus faenas limpias, claras, de tonación puramente artística...

La prensa local destacaba los detalles importantes de la corrida de feria y reparaba en los aspectos más importantes de la tauromaquia de cada uno de los artistas que actuarían en el festejo, haciendo notar, como se aprecia, que, en el papel, el cartel era redondo.

La alternativa de El Soldado

El primer toro de la corrida, se ha podido saber que se llamó Perlito y la crónica consigna que El Soldado vistió de ceniza y plata. Lo que cuenta quien firmó como Suspiros para el citado diario Heraldo de Castellón acerca de su actuación es lo siguiente:

El primer toro de la corrida de ayer señala una nueva efeméride en la historia de nuestra plaza, la de la alternativa de El Soldado. Padrino Rafael “El Gallo” y testigo Lorenzo Garza. “El Soldado” luce lucido traje ceniza y plata. Encuentra al toro soso y quedadote. No embiste. Lo desafía valeroso y no consigue la arrancada franca. Varios trallazos por la cara para fijarlo. Un pinchazo sin soltar y media estocada ladeada, no ha habido lucimiento por la soberbia del torero. En el último triunfó El Soldado rotundamente. Mucho valor durante la faena, muletazos soberbios, tocaduras de pitón, música, ovaciones, entusiasmo, y para colofón, un soberbio volapié, saliendo el toro muerto de los vuelos de la muleta, rodando a los pies del mejicano, con las cuatro patas al aire. El Soldado salió triunfador en la tarde de su alternativa.

Por su parte, el enviado del diario madrileño El Liberal, escribió acerca de su actuación ante el sexto de la corrida, que fue el del triunfo:

El Soldado torea a la verónica entre aclamaciones. Alternan en quites los dos mejicanos. Las ovaciones son atronadoras. El Soldado coge las banderillas y clava tres excelentes pares, uno de ellos por dentro en un metro de terreno. Brinda al Sr. Pagés y. solo con el enemigo, el Soldado hace una faena pletórica de arte y de valor. Hay algunos muletazos de gran torero. Se arrodilla, da las espaldas al toro y se encoge de hombros como para evidenciar que esto tiene poca importancia. La faena, superior a toda ponderación, pone al rojo blanco el entusiasmo de los espectadores. Luis mata bien y por unanimidad se le conceden las orejas y el rabo del toro...

Hay algo más de detalle en esta relación, que entre la del cronista local, que, desde el inicio de su relación, confiesa que es gallista y dedica casi todo su espacio a recordar la manera en la que se afilió al partido del genial Rafael en el año de 1900 y la desazón que le produjo ver, que los años no perdonan, en un imaginario diálogo con un sobrino suyo:

Al salir de la plaza respiré tranquilo. Rafael no había fracasado.

- ¿Has visto que bien torea el Gallo? - decía mi sobrino. ¿Has visto qué pases y qué cosas más bonitas ha hecho?

- El Gallo - le contesté tristemente - no ha toreado hoy. ¡Con los años no puede nadie!

Por su parte, Lorenzo Garza también le cortó el rabo al segundo de su lote, quinto de la tarde, pero ese hecho no terminó por convencer al cronista de Castellón, quien resume así su juicio sobre el hacer de los dos toreros mexicanos que actuaron esa tarde:

El valor en el toreo, si bien es la base fundamental para llegar a ser figura, debe ir acompañado de otras cualidades y aptitudes, de las que ayer solo vimos destellos fugaces. Y decimos esto, porque si el valor bastara para ser torero, es indudable que Garza y "El Soldado" serían las figuras mexicanas del toreo pasado, presente y futuro. ¡Qué alardes temerarios los que ayer prodigaron los dos mejicanos en sus faenas de muleta! Ahora que a nosotros no nos convencieron esos desplantes que a nada práctico conducen y que no encierran más finalidad que hacer patente un desprecio total de la vida. Queremos el valor frío, sereno y consciente, pero no la valentía alocada...

El juicio es de una gran dureza y prematuro, porque Garza y El Soldado apenas iniciaban su andadura como matadores de toros y conforme iban asentándose en esa categoría, iban presentando a la afición el verdadero rostro de su hacer ante los toros. Uno como un excelente intérprete del pase natural y el otro, como uno de los más destacados realizadores del toreo a la verónica que la historia de la fiesta ha conocido.

Es así como recuerdo el día de la alternativa de una de las figuras más importantes de la Edad de Oro del Toreo en México, quien además se distinguió por tener una personalidad arrolladora fuera de los redondeles, lo que le hizo ser uno de los personajes más admirados en el llamado planeta de los toros.

domingo, 16 de marzo de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (III)

Rodolfo Gaona y Brillantino de Piedras Negras

La temporada 1924 – 25 en el Toreo de la Condesa constó de 25 corridas de toros, ofrecidas entre el 12 de octubre de 1924 y el 29 de marzo de 1925. Rodolfo Gaona fue indudablemente el eje y el soporte de ese ciclo, porque tomó parte en 15 de esos festejos, formados con un elenco de toreros integrado aparte de Gaona, por los diestros nacionales Arcadio Ramírez Reverte Mexicano; Luis Freg, Joselito Flores, José Ramírez Gaonita y Juan Espinosa Armillita quien recibiría la alternativa en esa temporada; por los hispanos vendrían José Roger Valencia I, Victoriano Roger Valencia II, Antonio Márquez, Manuel Jiménez Chicuelo, Mariano Montes, José García Alcalareño, Antonio Sánchez, y Gregorio Garrido.

En el renglón ganadero, los festejos se formaron con encierros de Piedras Negras, Atenco, Zotoluca, San Diego de los Padres, La Laguna, Coaxamalucan, San Mateo, Ajuluapan, Santín, San Nicolás Peralta y lotes hispanos de Justo Puente, antes herederos de Vicente Martínez y del Duque de Veragua.

Esos fueron los mimbres con los que el Dr. Jesús Luna y don Ignacio Soto arreglaron la temporada en la que el Califa de León se retiraría - definitivamente - de los ruedos.

La sexta corrida de la temporada 24 – 25

La presentación de Rodolfo Gaona en esa temporada de su adiós se preparó para el sexto festejo del ciclo, programado para el domingo 16 de noviembre de 1924, fecha en la que se le anunció para actuar mano a mano con José Roger Valencia I en la lidia de un encierro de Piedras Negras, ganadería tlaxcalteca dirigida en esas fechas por don Lubín González.

El hecho del anuncio de la primera actuación de Gaona en El Toreo durante ese ciclo, provocó una entrada superior en todas sus localidades. Así lo cuenta Miguel Necoechea Latiguillo, en su crónica del festejo para el diario El Demócrata de la capital mexicana fechado al día siguiente del festejo:

La presentación de Gaona ha tenido esta vez, como siempre, en la temporada de toros, el prestigio de brillante acontecimiento... La plaza de “El Toreo” llena de bote en bote lo atestigua; lo prueban, con la argumentación de costales de argentíferos y áureos tejos las taquillas; lo gritaba la “reventa” para la que ayer no existía el desalentador “¡barreras de primera fila al precio!”, sustituido por el denunciador de llenos: “¡compro el boleto que sobre!”... ¡Qué iban a sobrar! Persona hubo que el viernes ya pagara el ansiado papelillo a precio crecidísimo y que el sábado lo hiciera a valor de fábula; para el domingo no había una sola barrera, aunque se ofreciera por ella un ojo de la cara... La afición andaba loca...

Los síntomas eran de un gran acontecimiento, de esos que quedan, al menos por su arista económica, para la historia. Luego, lo que suceda en el ruedo, que no tiene visos de previsibilidad, tendrá que esperar a que los hechos programados, sucedan.

A la reaparición de Gaona se sumó otro acontecimiento, pues sin anuncio previo, se presentaron en la plaza los generales Álvaro Obregón, Presidente Constitucional de la República y Plutarco Elías Calles, Presidente Electo, quien entraría en funciones el 1o de diciembre siguiente. Escribe Gonzalo Espinosa Don Verdades para el diario capitalino Excélsior:

Poco antes de que diera comienzo la fiesta, llegaron a la plaza los señores generales de división Álvaro Obregón Presidente de la República y Plutarco Elías Calles, futuro Primer Mandatario. La muchedumbre, al darse cuenta de los dos Presidentes, los ovacionó cariñosamente...

La presentación de Rodolfo Gaona en la temporada no era indiferente ni a la clase política de la época, que se hizo presente en la plaza de toros para acompañar a quien en esos días y para la historia, es y ha sido, uno de los más grandes diestros que este país ha dado.

Rodolfo Gaona y Brillantino

El quinto toro de la tarde, último del lote sorteado por Rodolfo Gaona fue Turronero, un colorado, ojo de perdiz, bragado, que prácticamente desde la salida exhibió muestras de debilidad, por lo que después del primer encuentro con los montados, al perder las manos, fue devuelto por el Regidor en funciones de Juez de Plaza, el señor Petricioli, quien una semana antes, cuenta Don Verdades en su crónica, sostuvo a un toro de semejantes condiciones en el ruedo, siendo desastrosa la lidia del mismo. Agrega Gonzalo Espinosa:

Si nos hubiéramos resignado a que se lidiara este toro, según lo aconseja "Monosabio", ¡cuánto nos hubiéramos arrepentido! … Indudablemente que no hubiéramos presenciado la monumental labor que Rodolfo Gaona ejecutó con el sustituto y tal vez la bronca hubiera tomado las proporciones de un escándalo...

Y es que, afirmaba Don Verdades, el citado Monosabio, defendió hasta el extremo, la permanencia del toro de La Laguna que fue extremadamente débil el domingo 9 de noviembre anterior, no obstante que la prudencia aconsejaba su sustitución.

El toro que sustituyó a Turronero se llamó Brillantino, y fue de pelo negro, entrepelado y bragado. Este toro, contó Rodolfo Gaona en su libro autobiográfico Mis Veinte Años de Torero, fue el más manejable de su temporada postrera:

El toro más manejable que me han echado esta temporada, indudablemente fue “Brillantino”, de Piedras Negras... Le hice una buena faena, pero, como el toro puso lo suyo, el mérito nos lo repartimos entre los dos...

La faena de Gaona con Brillantino, fue calificada por Don Verdades, como superior a la que realizó el Califa a Revenido de Piedras Negras el 17 de febrero anterior y por su parte, Latiguillo va más allá, porque señala que supera no solamente a la de Revenido, sino también a las de Curtidor y Bordador. Esa fue la impronta que dejó esa tarde.

La versión de Rafael Solana Verduguillo para El Universal Taurino de lo sucedido esa tarde es la siguiente:

Comienza con el “pase de la muerte”, corriendo la mano con suavidad extraordinaria. Sigue un natural con la diestra y luego uno de pecho enorme. Mr. Smith se pone de pie y ya tiene el sombrero en la mano para arrojarlo a los pies del espada... Luego se lía Rodolfo a dar naturales; pero éstos tres muletazos que da con la zurda, constituyen el lunar en la artística faena. Ni para, ni manda, ni corre la mano, y, en cambio, deja que el toro le gane terreno y lo descomponga... Pero ya está Rodolfo con la muleta en la diestra nuevamente; ahora ejecuta tres pases de los llamados del “Centenario”; viene un molinete un tanto despegado, uno forzado de pecho, dos cambiándose de mano la franela, otro molinete ceñidísimo, y otro de pecho. Se arrodilla el diestro y, tomando al toro por la cepa del pitón, lo hace pasar en dos ocasiones; se pone de pie, vuelve la espalda al morucho, se hinca nuevamente, y en esa forma sigue toreando, hasta que, agotado, permanece un rato largo, de rodillas, ante el toro, terminando por volverle la espalda, para después pararse parsimoniosamente, y salir andando con lentitud de tortuga... Un pinchazo bueno y una honda tendenciosa, descabellando al segundo golpe… ¡Apoteosis! Sesenta dianas, mil sombreros en el ruedo, siete vueltas al ídem, catorce salidas a los medios... y la plaza convertida en un manicomio. Todos estamos locos...

Por su parte Miguel Necoechea Latiguillo en el diario El Demócrata, describe lo siguiente:

Quizá no lo entendieran quienes no lo vieron, y quizá no lo creyeran los que, ayunos de ese sentimiento de espiritualidad que nos empuja a la exaltación mística, que nos enmudece y que nos pasma a los que vamos a los toros por el arte mismo de la fiesta y divorciados de toda simpatía vulgar, pero todos quedamos convencidos, firmemente convencidos, después de verlo ayer frente a "Brillantino", de que Rodolfo significa, no durante una época, sino en todas las edades, el punto diamantinamente concéntrico del arte del toreo... Y es que en este artista magnífico, la persistente evolución del toreo puede luchar cambiando de procedimientos, pero a ellos ha adoptado fácil y gallardamente, los detalles de su arte peligroso, sin cambiar los valores fundamentales del principio que él mantiene, ÚNICO dentro de su integridad artística y en el límite preciso del clasicismo...

De la versión publicada en Excélsior por Don Verdades, extraigo:

“Revenido” ha pasado a la historia. El nombre de aquel famoso toro con que Rodolfo Gaona hizo una faena de muleta que hasta hoy no se olvida, va a ser reemplazado por el de "Brillantino", el sustituto del quinto animal de ayer, con el que el torero mexicano ejecutó una de las más admirables faenas de su vida torera y que en mucho sobrepasó la ejecutada con “Revenido”... La faena de “Brillantino” fue de esas faenas que jamás se olvidarán y que en una de las páginas de la historia de 20 años de la historia de un torero, que un colega prepara, debe quedar grabado con caracteres de oro y de diamantes, para que las generaciones futuras se recreen y sepan lo que los gladiadores taurinos de nuestra época sabían hacer... Gaona cortó la oreja de “Brillantino” que por unánime petición de millares y millares de espectadores fue concedida por su señoría el edil que presidía la fiesta. El apéndice auricular de “Brillantino” estuvo bien ganado por el torero de León y nadie, absolutamente nadie se opuso a que se le concediera...

Por su parte, Valencia I tuvo una actuación muy destacada ante el primero de su lote, segundo de la tarde Platanero, al que, de acuerdo con las crónicas, pudo cortarle también la oreja, de haber estado fino con la espada.

Los tiempos que ya no serán

El lleno en la reaparición de un torero en su campaña de despedida con la presencia del titular del Poder Ejecutivo en la plaza para acompañarlo es algo que ya no será posible ver en el país que hoy vivimos. Es altamente probable que solamente nos queden estos recuerdos de una fiesta que tiene por divisa la grandeza y que un puñado de intolerantes, que enarbolan intereses que no merecen ser confesados, pretenden erradicar por decreto. Pero no la quitarán de nuestra conciencia ni de nuestra memoria y en lo que esté en nuestra mano, seguiremos difundiendo su trayectoria, para que quede claro que es parte de la cultura y la historia de México.

domingo, 9 de marzo de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (II)

Gaona y la política

Los tiempos de Rodolfo Gaona en los ruedos fueron aquellos en los que los políticos no se ruborizaban por reconocer su afición a los toros y por ello, asistían a las plazas para ver las hazañas de los diestros en los ruedos, pero también, para que su pueblo conviviera con ellos en un ambiente en el que, disfrutando una afición común, por un rato, todos estaban en un plano de absoluta igualdad.

Ciertos eventos taurinos eran de asistencia casi obligada para los titulares de los poderes del Estado, porque en ellos se hacía patente la relación tradicional de la fiesta de los toros con los pueblos a los que gobernaban. En el caso de México, los presidentes de la República concurrían en esos días a el Toreo de la Condesa en numerosas oportunidades a presenciar las corridas de temporada, así, veremos en esta oportunidad, algunos casos en los que el eje de la historia fue precisamente el Indio Grande, don Rodolfo Gaona.

Antigua Plaza México, 1o de noviembre de 1908

Ante un lleno de no hay localidades, se celebró la corrida del beneficio de Rodolfo Gaona, en la que ante toros de Venadero, actuó el diestro leonés mano a mano con el bilbaíno Rufino San Vicente Chiquito de Begoña

A invitación del beneficiado, asistió a la plaza el presidente de la República, general Porfirio Díaz, quien, de acuerdo con las crónicas del festejo, fue recibido con gran entusiasmo por la concurrencia.

Rodolfo Gaona brindó el primero de su lote al presidente Díaz, quien correspondió la cortesía, dicen las crónicas, con una hermosa billetera con un hermoso monograma y adornos áureos... A propósito del obsequio, relata Guillermo Ernesto Padilla, que dicha billetera llevaba dentro un billete de alta denominación, que Gaona manifestó al general Díaz que nunca gastaría en su vida, hecho que cumplió hasta el último de sus días.

El Toreo de la Condesa, 28 de enero de 1912

De esta tarde han circulado profusamente fotografías, de cuando el presidente Francisco I. Madero mandó llamar al palco que ocupaba a Rodolfo Gaona para agradecerle el brindis que le hizo en una tarde en la que se anunció que despacharía en solitario toros de San Diego de los Padres y Piedras Negras. Al final, solamente daría cuenta de cinco de ellos, porque unos inoportunos calambres le impidieron terminar la lidia del sexto, que fue estoqueado por el sobresaliente Francisco Bonal Bonarillo.

Una cuestión interesante es que el presidente Madero no tuvo empacho en asistir a la corrida correspondiendo a la invitación de Gaona y de obsequiarle en correspondencia a su brindis, a pesar de que poco tiempo antes había tenido igual gentileza con quien pudiera considerarse que fue su adversario político.

El Toreo de la Condesa 23 de noviembre de 1913

La presentación de Gaona en la temporada 1913 - 14 de nueva cuenta produjo para la empresa el ansiado anuncio de agotadas las localidades. Se le acarteló con Luis Freg, mano a mano y con toros de Zotoluca, anunciada como antes Tepeyahualco

A este festejo, acudió, aparentemente sin mediar invitación alguna, el general Victoriano Huerta, en esos días titular del Poder Ejecutivo Federal, según escribe Jacobo L. Prantl Pata Larga para el periódico capitalino El Diario:

Quién se había de imaginar que el señor general de división don Victoriano Huerta, actual Presidente interino de la República, había de asistir como un simple espectador a la corrida en la que hacía su reaparición el pontífice de la tauromaquia, el gran Gaona, nuestro compatriota... sin que nadie se lo esperara, el primer magistrado de la nación se presentó durante el segundo tercio del primer toro, en el tendido de sombra, yendo a ocupar una barrera de primera fila, siendo recibido con estruendosos aplausos... permaneció en la plaza hasta terminar la lidia del quinto toro...

Huerta, de acuerdo con las crónicas, recibió los brindis tanto de Gaona como de Luis Freg. Parecería que esos brindis tendrían solamente su vertiente de la mera cortesía, pero en el caso de Gaona, al parecer tuvo consecuencias que fueron más allá.

El general Huerta ofreció a los diestros que le brindaron una comida en una finca en Huipulco, y de ese evento circuló con profusión una fotografía en la que aparece Rodolfo Gaona, acompañado del Presidente de la República y del Inspector General de Policía, Francisco Chávez. Esa imagen, se dice, causaría graves daños al torero y a la fiesta en la capital de la República.

El decreto del 11 de octubre de 1916

Defenestrado Huerta, el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo Federal, se encargó de restaurar el orden constitucional en el país y también de ajustar cuentas con aquellos que consideró apoyaron el movimiento huertista. Dentro de esa última categoría cayó, en la óptica de Carranza, nada menos que Rodolfo Gaona, a quien le fueron incautados sus bienes, entre ellos su casa de las calles de Puebla en la colonia Roma. Esa etiqueta le fue adherida por haber departido con Victoriano Huerta tras de esa corrida de tres años antes.

Pero también, sibilinamente, urdió la prohibición de la fiesta de los toros, al menos en la Ciudad de México y en los territorios federales que existían en la época. Para ello urdió una campaña mediática, anticipando la emisión de un decreto, que se aseguraba, prohibiría los festejos taurinos en toda la República. Así se anunciaba en la primera plana del diario La Defensa de la capital mexicana del 9 de octubre de ese 1916:

Se suprimirán las corridas de toros. Un colega de la mañana anuncia en su primera plana que las corridas de toros van a ser suprimidas en toda la República y que no será el Gobernador del Distrito, sino el C. Primer Jefe quien expedirá el decreto respectivo... La noticia fue inspirada en fuentes oficiales dignas de todo crédito, habiéndose asegurado que el C. Primer Jefe firmará probablemente en el curso de la semana, el moralizador decreto que suprime la fiesta brava. El Gobierno Constitucionalista completa así su labor reformadora y contribuye al enaltecimiento de la civilización mexicana...

Moralizador decreto..., es interesante advertir a más de un siglo de distancia, que la cortedad de miras de aquellos que pretenden imponer su línea de pensamiento es exactamente la misma que la de los de hoy, como también se observa que cuando a los encargados del poder les interesa hacer público algo que no será del agrado de la mayoría, lo liberan al conocimiento público mediante una filtración. O témpora, o mores!

Decía que Carranza actuó de manera sibilina y es que el periódico El Demócrata. Diario Constitucionalista, fechado el martes 10 de octubre de 1916, publicó en su primera plana el decreto de marras, bajo el siguiente encabezado:

Quedan prohibidas en toda la República las corridas de toros. El Gobierno tiene el deber de contrariar y extirpar los hábitos y tendencias que son un obstáculo para la cultura. El Demócrata obtiene un señalado triunfo

Nada tendría de singular esta publicación si la misma ya hubiera sido realizada en el Diario Oficial, pero... resulta ser que el decreto fue publicado en dicho medio de publicidad oficial hasta el día siguiente. Y se publicó escondido, en la segunda página y la versión oficial carece del señalamiento de las antefirmas de quienes lo expidieron, cuestión que, desde el punto de vista de mera legalidad, lo hace cuestionable.

No obstante, el decreto no era aplicable en toda la República como señalaban los palmeros de Carranza, sino solamente en el Distrito y Territorios federales y estuvo vigente hasta el día 2 de mayo de 1920, cuando la Cámara de Senadores derogó el absurdo y por qué no decirlo, vengativo decreto de Venustiano Carranza, a quien el tiempo y la historia del toreo le pagaron con una gran figura del toreo dentro de su árbol familiar.

Los festejos del Centenario en 1921

Todos recordamos la corrida del 20 de septiembre de 1921 como aquella en la que Gaona presentó en México el llamado Pase del Centenario. Sin embargo, esa tarde también tuvo como testigo de honor de sus hazañas al Presidente de la República en turno, al general Álvaro Obregón, quien a su vez, era acompañado por el escritor español Ramón María del Valle Inclán, dándose, al decir de Ignacio Solares, que ambos aplaudieran en collera, pues al ser mancos de distinto brazo, podían hacerlo de esa manera:

Buen humor el de don Ramón. En una foto que siempre conservó Obregón estaban los dos en la Plaza de Toros de la Condesa, aplaudiendo juntos, cada uno con la mano que le quedaba, ya que Valle – Inclán era manco del brazo izquierdo y Obregón del derecho.

Esa señalada tarde, Gaona le brindó a Obregón el segundo toro de su lote, el del Pase del Centenario y es de hacerse notar, que no hubo tampoco reclamo alguno, ni mediático, ni político, por sus amistades peligrosas de tiempos pretéritos.

Coda con dos nombres de mujer

El 5 de diciembre de 1909 se encontró muerta, por su propia mano, en su domicilio a la señorita María Luisa Noecker. Entre sus pertenencias llevaba un medallón con en retrato de Rodolfo Gaona y la víspera había asistido a un festejo que se organizó por amigos del torero al que asistieron entre otros cercanos a Gaona, Algeteño y Enrique el hermano del torero. Allí alguno de ellos o de los otros invitados abusó de la dama y eso la orilló a tomar la fatal determinación.

La misma fecha en la que se encontró el cadáver, Rodolfo Gaona fue detenido y varios periódicos de la capital, encabezados por El Imparcial y su director Rafael Reyes Spíndola, y secundado por El Heraldo y El País, desataron una implacable persecución en contra del Califa de León, misma que fue apoyada por el fiscal José de la Garza, y el Juez Quinto de Instrucción Gabriel Cuervo, quienes determinaron la prisión provisional del torero.

Tres semanas permaneció en la cárcel de Belén Rodolfo Gaona, quien fue liberado por falta de méritos y quien sufrió esa prisión sin pruebas, pero a causa de la fuerza del llamado cuarto poder, que pretendió resolver en su persona, sus desencuentros económicos con la empresa de El Toreo.

El segundo nombre femenino corresponde a Carmen Ruiz Moragas, quien fuera en su día hija de un ex gobernador civil de Granada y con la que Gaona contrajera matrimonio en primeras nupcias. 

Conocida de todos es la historia del brevísimo final de esa unión matrimonial y de las razones que causaron su ruptura. Aquí, fue el poder político del titular de una casa real lo que le afectó la existencia y vino a determinar en importante medida el final de su paso por los ruedos de España.

Así pues, podemos ver que la política interviene a veces para bien y a veces para mal en las cosas de los toros y que los daños que puede causar a los actores de ella, pudieran llegar a ser en algún momento, irreparables.

domingo, 23 de febrero de 2025

24 de febrero de 1963: En la confirmación de Curro Romero, el triunfo es para Joselito Huerta


Curro Romero es un torero que tiene una legión de seguidores, aún cuando ya hace casi un cuarto de siglo que, sin anunciarlo previamente, toreó su último festejo un 22 de octubre en la plaza de La Algaba. Cuando vino a México por primera vez, hace sesenta y dos años, su hacer en los ruedos ya tenía visos de leyenda, fuera porque los aficionados mexicanos que viajaban a presenciar las ferias españolas traían versiones en tal sentido o por las escenas de su arte que se podían contemplar esporádicamente en los noticieros cinematográficos. La realidad es que cuando se le anunció como parte del elenco que se presentaría en aquella singular temporada que se daría a plaza partida, tanto en la Plaza México, como en el Toreo de Cuatro Caminos en el invierno que mediaría entre 1962 y 1963, había interés por conocerle.

Curro Romero actuó por primera vez en plazas mexicanas el domingo 17 de febrero de ese 1963, en El Progreso de Guadalajara, alternando con Luis Procuna y Joselito Huerta en la lidia de toros de Torrecilla. La crónica que del festejo escribió Enrique Aceves Latiguillo para el diario El Informador, refleja lo siguiente:

Este diestro español todo lo que tiene de buena clase, lo tiene de pésimo estoqueador. Ayer nos demostró que sabe torear estupendamente con el percal y que maneja la pañosa con temple y mando; pero también nos demostró que a la hora de la verdad “se va de este mundo”, voltea la cara horrorosamente y tira la puñalada sin saber a ciencia cierta hacia dónde va dirigida, siendo esta la razón por la cual perdió la oreja de su segundo enemigo y hasta escuchó un bocinazo de la autoridad...

Como se puede ver, pese a sus fallas con la espada, causó una buena impresión al público tapatío, que llenó los tendidos de la plaza aledaña al Hospicio Cabañas y aguantó a pie firme una tarde que pudo ser histórica si el viento no hubiera impedido mejores hazañas a los diestros alternantes.

La 12ª corrida de la temporada 1962 – 63

El derecho de apartado de la Plaza México concluía el 24 de febrero de 1963 y con ese festejo, también se ponía fin a la actividad en ese escenario, para continuar posteriormente en el Toreo de Cuatro Caminos. Ese festejo final se ofrecía precisamente con la confirmación de Curro Romero, apadrinado por el linarense Humberto Moro y con el testimonio de Joselito Huerta, enfrentando la terna un encierro tlaxcalteca de La Laguna. La plaza registró una muy buena entrada, afirmando don Alfonso de Icaza Ojo, que era tan buena como en los domingos anteriores y preguntándose qué sucedería en Cuatro Caminos con esas concurrencias, si apenas aforaba la mitad que la México.

El primer toro de la corrida se llamó Tablajero, fue negro, y la tablilla le anunció 446 kilos, aunque el cronista de El Redondel le señalaba que era algo sacudido de carnes. Ese fue el toro de la confirmación. La actuación de Curro Romero esa tarde es resumida por quien firma como Juan de Dios, corresponsal del semanario madrileño El Ruedo, en el ejemplar salido el 7 de marzo siguiente, de esta manera:

Lo vimos nervioso – cosa natural – en el toro de la confirmación de alternativa… En su segundo, Curro engarza varias verónicas extraordinarias. Con la máxima expectación se esperaba al último tercio. Empezó bien Curro, con unos muletazos que llevaban el sello de la casa, pero entre un derrote feo que hizo el lagunero, que se quedó sin fuerzas, como sus hermanitos, y que se levantó un aire del diablo, Curro optó por abreviar, y lo consiguió con un estoconazo algo caído, pero de efectos rápidos…

La versión contenida en El Redondel va más en el sentido de que en el primero de su lote la cosa terminó en una bronca de medianas proporciones y su hacer ante el sexto de la corrida, terminó entre división de opiniones, porque al final, coincidiendo con el corresponsal de El Ruedo en que fue apenas un ramillete de lances fundamentales los que aprobaron los parroquianos congregados en esa señalada corrida de toros.

Joselito Huerta, un león en el quinto de la corrida

Uno de los toreros mexicanos que más se han distinguido por defender el sitio que han conquistado delante de los toros y por su entrega, garra y tesón, es precisamente el llamado León de Tetela, Joselito Huerta. El encierro de La Laguna se había distinguido por su sosería, lo que dejaba a los diestros que lo enfrentaron el poner el resto para generar la emoción que hace estremecer a los tendidos. Así lo entendió José, y lo llevó a la práctica en el segundo de su lote, Tecolote, quinto de la tarde, ante el cual, fue visto así por Ojo, cronista del semanario El Redondel:

Joselito Huerta, después de un pase inicial, liga tres buenos derechazos que le valen calurosas palmas. Establece un intermedio en su faena que reanuda corriendo bien la mano y rematando sus pases por abajo con un forzado de pecho… El toro ha tomado bien la muleta y José sigue toreando a gusto haciendo que los aplausos y los olés alegren su meritorio trasteo. Nuevo intermedio y después de un ligero tropiezo motivado por el aire, viene un buen pase, seguido de un achuchón. Cambia de mano el espada y manda bien con la zurda, sin ceñirse mayormente. Hay un pase completísimo que remata con un molinete… Solo, en medio del anillo, sigue muleteando Joselito Huerta con tanta confianza como dominio y cuando quiere entrar a herir, el público se opone. Más naturales, cites a corta distancia, un abaniqueo por delante, un doblón y la cogida, sin más consecuencias que la voltereta. Toreo por alto, molinetes y por final de cuentas una estocada desprendida hasta el puño, que hace doblar. Ovación clamorosa, millares de pañuelos pidiendo la oreja y concesión de un apéndice con que el diestro poblano, que como quiera que sea ha salvado la corrida, da la vuelta al ruedo devolviendo sombreros y prendas de vestir…

La cabeza de la primera plana de El Redondel señala que es Joselito Huerta el salvador de la corrida de ese domingo; igual encabezado lleva la crónica que Don Neto hizo para la AFP. La realidad es que cuando los toros no provocan la emoción en el ruedo, es complicado que los toreros, por sí mismos generen esa sensación sin la colaboración de los astados.

Lo que sí es de resaltarse, es el hecho de que, como aficionados, tenemos que aceptar que cuando el torero considera que debe montar la espada, por mucho que deseemos seguirle viendo torear, debemos respetar esa decisión. En la relación de Alfonso de Icaza se advierte que Huerta, por hacer caso a un sector del público, desistió de su idea de ir tras la espada y por ello, se llevó un achuchón, para concluir con una estocada defectuosa. Quizás, si hubiera concluido en el momento que él había determinado, de otra cosa estuviéramos comentando.

Humberto Moro y un toro de regalo

Humberto Moro se vio en la necesidad de regalar un toro, Sevillano de Coaxamalucan, ante el cual tuvo una actuación de altibajos y con la que pudo saldar medianamente una tarde que se apuntaba como un fracaso. Escribió el cronista de El Redondel:

Moro inicia su faena con un doblón y a renglón seguido liga cuatro derechazos en los que corre la mano con primor. Le estorba una banderilla, pero otra vez corre la mano en pases a todas luces meritorios. Muchas palmas. Con la zurda no se luce tanto porque el toro va perdiendo gas y cuando estaba a punto de ser desarmado lo evita agarrando casi en el aire la muleta. Nuevos derechazos meritorios, uno de ellos de dos vueltas y un desarme efectivo. Dos pases excelentes; otro espectacular citando a distancia y después de cambiarse la muleta de mano al estilo de Gaona, remata con un pase de pecho. Siguen los derechazos y ya con la gente a su favor Humberto Moro vuelve a ser el de antes, pero, como en su primera corrida, prolonga demasiado su faena, a la que pone fin de un pinchazo sin soltar y una estocada casi entera en buen sitio, perdiendo el engaño en el embroque…

Así fue como terminó una corrida de toros que, en el papel parecía que podía ser histórica y al final quedó como una mera efeméride, porque las cosas se acomodaron de tal manera, que los grandes hechos no se pudieron producir.

Curro Romero en México

Decía al inicio que en México hay una importante legión de curristas, y, sin embargo, Curro Romero actuó en nuestras plazas apenas siete tardes esparcidas en tres décadas distintas. En el año de 1963, ya señalaba que se presentó en Guadalajara el 17 de febrero y que confirmó en la Plaza México el día que hoy me ocupa en este espacio. Reaparecería hasta el 17 de marzo, en Monterrey, alternando con Joselito Huerta y Felipe Rosas, en la lidia de toros, otra vez de La Laguna y terminaría ese ciclo el 24 de marzo en el Toreo de Cuatro Caminos, completando el cartel Manuel Capetillo, Santiago Martín El Viti y Víctor Huerta, enfrentando la cuarteta toros de Tequisquiapan, de don Fernando de la Mora Madaleno.

Joselito Huerta, Dr. Raúl Gómez Alanís, Curro Romero, Felipe Rosas
Monterrey, 17 de marzo de 1963
© Archivo Manolo Saucedo - Cortesía: Francisco Tijerina Elguezabal

Retornaría una segunda oportunidad hasta el año de 1981, para presentarse en la plaza de Pachuca, el 20 de noviembre, alternando en la lidia de toros de don Javier Garfias con Antonio Chenel Antoñete, Manolo Espinosa Armillita y Jesús Solórzano, en corrida que fue televisada a nivel nacional y el día 22 siguiente, se presentaría en San Luis Potosí, para compartir cartel con Jesús Solórzano y Miguel Espinosa Armillita Chico, siendo los toros también de don Javier Garfias. Su actuación final en nuestras tierras tendría lugar el 5 de diciembre de 1992 en Querétaro, plaza en la que le otorgó la alternativa a Rodrigo Galguera, en presencia de Miguel Espinosa Armillita Chico, con toros de Lebrija. 

Esa ha sido la brevísima trayectoria en México, de un torero que, sin lugar a dudas, ha construido en los ruedos y fuera de ellos, una de las leyendas más sólidas que se reconocen en el llamado planeta de los toros.

domingo, 16 de febrero de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (I)

Al prepararse la temporada 1924 - 25 de El Toreo de la Condesa, flotaba ya en el ambiente la idea de que sería la última en la que el eje de ese serial sería la figura de Rodolfo Gaona. Rafael Solana Verduguillo, relata que al prepararse la contratación de los toreros foráneos que en ella actuarían, el doctor Jesús Luna, gerente de la empresa, viajó a España en la primavera del 24 con esa idea:

Llegó el Dr. Luna a Madrid dispuesto a ver corridas antes de hablar con ningún apoderado. Asistió a casi todas las ferias importantes, comenzando por la de Valencia y acabando por la de San Sebastián... El primero que contrató fue “Chicuelo”... En Madrid, el más aplaudido era un torero paisano... Se llamaba Antonio Márquez. También lo contrató el doctor Luna... otro madrileño, un muchacho chaparrón, regordete, con la nariz respingadilla, cuyo nombre era Victoriano Roger y lo apodaban “Valencia II” o bien el “Chato Valencia”... Su hermano José ya estaba contratado y así consideró el doctor que, con los Valencias, Márquez y “Chicuelo”, ya tendría Gaona para divertirse...

Por su parte, el propio Califa de León meditó en voz alta delante de Monosabio para su libro Mis Veinte Años de Torero, lo siguiente:

El año pasado pensé quitarme de los toros; en principio resistí, pero, al fin me dejé convencer de los míos u acepté, sobre todo ante la actitud intransigente de un grupo de aficionados que no quisieron ver, ni el mérito, ni la exposición de muchas de mis faenas, ni la calidad de los toros que me tocaron en las primeras corridas de la temporada. Y no me fue porque consideré que en esas condiciones no debía irme de los toros... Hoy las condiciones son distintas, he probado que puedo y que estoy como nunca estuve... Juzgo que mi misión ha quedado cumplida...

Y los resultados que refleja la historia corroboran la apreciación del torero de León. Esa temporada 1924 - 25, constó de 25 corridas que se ofrecieron entre el 12 de octubre de 1924 y el 29 de marzo de 1925 y Rodolfo Gaona actuó en quince de esos festejos, es decir, el peso de la temporada descansó sobre sus hombros y él lo llevó adelante, para cerrar su carrera en los ruedos el 12 de abril de ese 1925.

Los fastos de la última temporada del Califa

La temporada final de Rodolfo Gaona en la plaza de la colonia Condesa estuvo señalada por un número importante de obras imperecederas. Las tardes de gloria se recuerdan todavía por sus faenas a los toros Brillantino y Jorobado de Piedras Negras; Faisán y Cornetín de Atenco; Pavo y Revenido II de Zotoluca; Cantarero de CoaxamalucanTurronero II de La Laguna; Azote de San Diego de los Padres; y, Hortelano del Duque de Veragua.

El torero tuvo bien formada su opinión sobre algunas de estas faenas. Así lo contó a Carlos Quirós Monosabio:

El toro más manejable que me han echado esta temporada, indudablemente fue “Brillantino”, de Piedras Negras... Le hice una buena faena, pero, como el toro puso lo suyo, el mérito nos lo repartimos entre los dos... Cuando salió el “Faisán”, de Atenco - mi ganadería favorita -, no lo pude torear de capa ni en quites... Reparé que “Faisán” dos, tres veces que lo mandé correr para las tablas, no llegaba... Hice que lo llevaran otra vez, y una tercera, y, efectivamente; no llegaba a los tableros... entonces se me ocurrió sentarme en el estribo y le metí cuatro muletazos a un toro que ninguno creía que podía toreársele de esa manera... Con “Revenido II”, de Zotoluca, creo haber hecho mi mejor trabajo de muleta esta última temporada... Mi mejor par de banderillas fue el de “Pavo” de Zotoluca... Esta temporada he clavado muchos buenos pares de banderillas, que dejo allí para que los borren. Pero en ninguno expuse tanto como con “Pavo”: se me arrancó como para dejarme en el sitio. Si me falsea un pie, allí quedo...

El análisis a posteriori del torero, prácticamente en la víspera de la última tarde, no es contradictorio con lo que los cronistas dejaron escrito acerca de esas extraordinarias tardes que rememora el diestro.

El porqué del adiós

Gaona afirma retirarse de los ruedos por petición de su familia, cuando aún se encuentra pleno de facultades. Pero también en alguna forma reflexiona sobre la dureza de su paso por los ruedos durante casi dos décadas:

Sin alardes de ninguna especie, estoy convencido de que mi carrera ha sido de las más difíciles, porque fue una pelea sin tregua. Aquí y en España siempre me han echado un contrincante con quien disputar las palmas. No se ha querido que descanse... Esa situación no es posible mantenerla siempre. Toda fuerza tiene su límite... los públicos piden más y más todos los días, con injusticia, según mi criterio, porque creo que, cuando se tiene historia y antecedentes, también debe haber consideraciones... La resolución de quitarme de los toros ha sido un trance muy duro para mí... Cedí a instancias de mis hijos; a la consideración del tiempo que ha pasado; a las exigencias de los públicos...

Don Arturo Muñoz La Chicha, torero de plata de esta tierra, con quien tuve amistad y conviví varios años, decía que la despedida de los ruedos más inteligente que había visto fue precisamente la de Rodolfo Gaona, porque la decidió y llevó a cabo, afirmaba cuando todavía le podía a los toros y no andaba dando lástimas... De la exposición de motivos que el llamado Petronio le hizo a Monosabio para Mis Veinte Años de Torero, se advierte claramente que esa era su intención, irse dejando tras de sí, una estela de grandeza.

Gaona y la elegancia

Una de las señas de identidad que se han presentado para distinguir a Rodolfo Gaona es la de su elegancia. Muchas vueltas al mundo ha dado una imagen suya, captada en el Toreo de la Condesa, donde da una vuelta al ruedo junto con Antonio Fuentes, donde dan la impresión de ser dos cariátides recorriendo la circunferencia del ruedo, por la apostura y, precisamente la elegancia con la que se conducían en el momento en el que la cámara fotográfica les captó.

Escenas como esa le generaron al Califa una etiqueta de torero elegante y sobrenombres como el de Petronio del toreo. Escribe José Alameda al respecto:

Le dijeron en México “El Petronio del toreo” y con ello no le hicieron favor alguno, pues con eso se recalca lo más externo de su arte, la ya dicha y redicha elegancia, que pudo resultarle "comercial", pero que distrae de sus valores más auténticos... Llamarle a Gaona “Petronio del toreo” no es lo más, es lo menos que puede decirse de él... La consideración preferente de los valores espaciales, de postura o de plasticidad, es una trampa en la que ha caído la crítica y la historiografía taurina en ciertas épocas... Los valores de tiempo son esenciales en el toreo... Gaona les andaba a los toros, pero no sólo en banderillas... también en la muleta. No sólo para ir al toro o para citarlo, sino dentro del desarrollo de la faena, para mantener la reunión entre suerte y suerte, en el enlace de ellas... Esta cualidad de “andarle al toro” la lleva a su cumbre Domingo Ortega... Y, sin el poder de Ortega, pero con mayor finura, Antonio Ordóñez... Pero el primero en la cronología del toreo moderno, es Rodolfo Gaona...

Como se ve, la tan traída y llevada elegancia de Rodolfo Gaona, es apenas una mera tarjeta de presentación, pero que no refleja en forma alguna la esencia del ser y del hacer del torero.

Pero también existe otra arista de la noción de la elegancia, que expone Ortega y Gasset:

Los latinos llamaban al hecho de elegir, escoger, seleccionar, “eligere” y al que así lo hacía, “eligens” o “elegans”. El “elegans” o elegante no es más que el que elige y elige bien. Así pues, el hombre tiene de antemano una determinación elegante, tiene que ser elegante… El latino advirtió… que después de un cierto tiempo la palabra “elegans” y el hecho del “elegante” – la “elegantia” – se habían desvaído algo, por ello era necesario agudizar la cuestión y se empezó a decir “intellegans”, “intellegantia”, inteligente… Así pues, el hombre es inteligente, en las cosas que lo es, porque necesita elegir…

Entonces, la elegancia, como sinónimo de la inteligencia, idea que no desarrolla José Alameda, puede ser también admisible como atributo del torero de León, Guanajuato, aunque la apreciación por la cual se le calificó así, no haya sido precisamente esa.

Así pues, a partir de esta fecha y en las siguientes semanas, trataré de ir recordando algunos fastos de la última temporada capitalina de Rodolfo Gaona, hasta llegar a la fecha de su despedida de los ruedos.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 9 de febrero de 2025

10 de febrero de 1980: Aciago final de la única campaña mexicana de Rafael de Paula


Cuenta Andrés Luque Gago en sus memorias toreras que para la temporada invernal 1979 – 80, José Ignacio Sánchez Mejías y Manolo Chopera, apoderados de Rafael de Paula, le arreglaron una gira por plazas americanas:

Podría decirse que Rafael de Paula fue un premio final a mi larga trayectoria, un lujo para cualquier banderillero... Lo apoderaban Manolo Chopera y José Ignacio Sánchez Mejías, de lo que podría deducirse que fue éste quien propició la llamada de su hermano Pepe a principios de 1979. Me aseguró que tenían previstas unas cincuenta corridas en España y unas diez en América y que iría a aquel continente con él... No estaba seguro de que pudiese torear tantas corridas, el año anterior se había lesionado la rodilla, afectada de un problema congénito, en la plaza de toros de Bayona... (Andrés Luque Gago en Recuerdos de un torero, 2011)

Dadas las circunstancias, podía suponerse válidamente que las fechas americanas a las que hace referencia don Andrés tendrían verificativo en las plazas que sus apoderados controlaban ya en aquellos días al Sur del Ecuador. Pero al menos para quienes en esos días residíamos en la capital mexicana, el miércoles 24 o el jueves 25 de enero de 1980, el doctor Alfonso Gaona, al presentar el cartel de la séptima corrida de la temporada 1979 – 80 de la Plaza México, sorprendió a todos anunciando la confirmación de alternativa de Rafael de Paula para el domingo 27 siguiente, quien no estaba anunciado en el elenco del derecho de apartado.

La tarde de la confirmación de Rafael de Paula queda así, como una fecha señalada en la historia del toreo, pero sin ningún hecho artístico resaltable para contar. Por cuestiones del convenio, el torero jerezano tenía que actuar al menos en tres corridas aquí en México, así que el siguiente domingo 3 de febrero, en Acapulco, toreó mano a mano con Miguel Espinosa Armillita Chico, lidiando dos toros de Villa Carmela y otros dos de Peñuelas y las cosas quedaron listas para que terminara su paso por nuestros ruedos el 10 de febrero, nuevamente en la Plaza México.

La novena corrida de la temporada 1979 – 80 

Para ese domingo 10 de febrero de 1980, el doctor Gaona anunció un encierro de Rancho Seco, que festejaba el cincuentenario de su presentación en la capital de México, para Rafael de Paula, Curro Rivera y Miguel Espinosa Armillita Chico. No debo dejar de decir que quienes estuvimos en posibilidad de asistir a esa corrida esperábamos que el torero gitano nos retribuyera lo que había dejado pendiente dos semanas antes, pero en los hechos, la realidad fue bien distinta.

Escribe Carlos Loret de Mola Médiz, firmando como Luis Soleares, en el diario tapatío El Informador del día siguiente al de la corrida:

Rafael de Paula naufragó ante sus dos enemigos y escuchó una bronca de órdago después de cada uno de ellos, con multitudinario coro de “¡ratero, ratero!”. El juez, además, lo multó con cinco mil pesos por su desaprensiva actuación con el primero, y con diez mil por su segundo fraude al público, con el cuarto. Un verdadero desastre. Su segundo adversario era burriciego; pero el primero pasaba bien, y Paula lo eludió y mató rápidamente… ¿Qué de bueno podría decir de Rafael de Paula? Ni siquiera el terno: un vino obscuro con adornos negros, como si estuviera de luto por su actuación. Ni una sonrisa, ni un lance, ni un pase. Lo que se llama nada. Al primero debió torearlo. Era imperativo categórico de dignidad hacerlo, porque se trataba de un ejemplar de respeto y calidad. Sólo le espantó las moscas huyendo de él, y le sepultó la espada desprendida para una muerte fulminante y cruenta. Bronca grave y multa de cinco mil pesos. El cuarto era burriciego, pero “El Gitano” huyó de su embestida igual que había hecho con el anterior. Le metió una estocada trasera y luego otra delantera. Con los dos estoques puestos, el toro se entregó, mientras el ruedo se cubría de cojines, envases de cerveza e injurias. Paula es, o era un diestro fino con el capote. Desigual y miedoso, tenía sin embargo actuaciones artísticas. En la Feria de San Isidro en Madrid – mayo de 1979 –, probablemente perdió el sitio al ser peligrosamente cogido en su segunda actuación, tras una tarde de éxito para él. Lo de ahora denota que no ha recuperado el aplomo. Ojalá tenga un mañana, lo que, por lo que a México se refiere, parece imposible…

Loret de Mola no es ni comedido ni piadoso con su narración de lo sucedido esa tarde. Estuve presente en la plaza y creo que es una de las broncas más grandes que he tenido oportunidad de ver en casi seis décadas de ver toros. Y es que el torero simplemente salió a despachar a sus toros sin mayor trámite. Entiendo que, como dice don Daniel Medina de la Serna, eran en principio a contraestilo, pero apenas entró en probaturas antes de montar la espada.

Otra cuestión que aborda Luis Soleares es la de la probable falta de sitio a causa de las crónicas y recurrentes lesiones de rodillas que padecía el torero de etnia gitana. Cita en particular un percance sufrido el 26 de mayo de 1979, en la Feria de San Isidro de Madrid, en una corrida en la que Rafael de Paula se había quedado con tres toros de la corrida y en un alarde de torería, realizó un quite a un toro con peligro, yéndose él también a la enfermería, y quedando trunco el festejo. En esa oportunidad, en principio, se le diagnosticó una conmoción cerebral, aunque posteriormente se le detectó esa lesión articular.

Por su parte, don Andrés Luque Gago, quien decíamos, venía como peón de confianza del torero, cita también la cuestión de la lesión articular en sus memorias toreras, pero ya decíamos que fija el origen de la misma en un festejo celebrado en la plaza francesa de Bayona y de estos festejos en la Plaza México, recuerda:

Como estaba previsto, viajamos a América, a Colombia y a Méjico, donde cumplí un viejo sueño, torear en la Plaza Monumental... La ruptura de los convenios había impedido que hubiese toreado allí antes... Creí que ya no lo haría nunca... Toreamos dos corridas en la Monumental de Méjico y los toros no ayudaron, salieron con poco recorrido, escaso juego, e incluso con peligro sordo. Llevé el peso de la lidia en los cuatro, y les pude... Me proclamaron banderillero triunfador de la temporada y me concedieron el trofeo correspondiente...

Efectivamente, Andrés Luque Gago fue el ganador del Trofeo Domecq al mejor peón de brega de esa temporada y en ese par de tardes si alguien brilló fue precisamente este gran torero de plata, quien derrochó torería a raudales.

Los ecos de una tarde desdichada

Los sucesos de esta corrida de toros no se quedaron para consumo local. El diario ABC de Madrid les dedicó un espacio en su sección La Fiesta Nacional en su edición del 13 de febrero de 1980, en el siguiente tenor:

México, 12 (EFE). – Casi toda la crítica mexicana coincide en calificar pésimamente la labor del torero Rafael de Paula en su última actuación en el coso de la capital azteca… «Por favor, no más arte gitano». «¡Qué malo es!». «Gran bronca armó De Paula en la México». «El gitano De Paula, bandido tramposo de siete suelas», son algunos de los titulares que hoy comentan el fracaso del torero jerezano… En cuanto a la multa por 15,000 pesos (unas 45,000 pesetas) que el presidente de la corrida, Jesús Dávila impuso ayer al diestro «calé», se dividen las opiniones, pues una mayoría opina que, de acuerdo con el Reglamento, la sanción, e inclusiva el arresto, solamente caben cuando el torero falta al respeto al público o a la autoridad… Dávila explicó que: «a su juicio no sólo se falta al respeto al público cuando el torero se encara con él, sino cuando no pone de su parte ni un mínimo esfuerzo para cumplir con decoro»…

No debo dejar de aclarar que el jefe de la información taurina del ABC madrileño era en esos días Vicente Zabala Portolés y que, en esos tiempos, Rafael de Paula no era precisamente, uno de los toreros de su estimación. Tanto así que el día aquel de la faena del toro de Martínez Benavides en Madrid, escribía que la plaza de Las Ventas había sido rebajada a ser un inmenso tablao flamenco… Entonces, tenía árbol caído para hacer leña.

Una reflexión final del torero

En una interesantísima entrevista realizada por José Antonio Ayuste, Rafael de Paula se autodefine en la siguiente forma:

Yo podré haber sido mejor o peor torero, pero de lo que estoy seguro es de que el torero de más mérito en la historia del Toreo he sido yo. He sufrido mucho con mis rodillas. Operaciones, problemas..., y por culpa de mis maltrechas rodillas siempre he estado a merced de los toros. Muchas veces me he dicho delante del toro que sea lo que Dios quiera. Estoy convencido de que yo podría haber sido un torero de historia. Con mis condiciones de torero estoy convencido de que podría haber entrado en la historia del Toreo. Un torero inválido, como he sido yo, ha matado siete corridas de seis toros. Respecto a si me he dejado algo en el tintero, he de decirte que por supuesto que sí. Los toreros se retiran sin haber hecho su faena soñada. Sin haberse realizado completamente. Los toreros se mueren sin entender completamente el misterio del toreo. Ni siquiera aquellos que han pasado a la historia por haber sido los más listos e inteligentes. El toreo es un misterio que nadie ha logrado entender jamás…

Así ha sido el paso de uno de los grandes genios del toreo que han pisado el ruedo de la plaza de toros más grande del mundo, hace 45 años.

domingo, 2 de febrero de 2025

Sobre la involución del concepto de bravura y la permanencia de la fiesta


Vivimos en estos tiempos, como aficionados a la tauromaquia, tiempos complicados por la prevalencia y la imposición de las ideas que, derivadas de las creencias generadas por el culto woke que preside la vida cultural, académica y política que nos rodea, ha provocado una serie de acciones y actitudes buenistas hacia las cosas y hacia los animales que nos rodean, elevándolos a categorías que terminan equiparándolos a los seres humanos, adjudicándoles derechos por la vía legislativa – sin entender que éstos son siempre anteriores a las personas – y creando situaciones que afectan a la vida y a la cultura de los pueblos.

En el caso de la fiesta de los toros, el meollo del asunto se ubica en una cuestión principalmente semántica, pero que en el discurso es utilísima para aquellos que se oponen – casi siempre desde la ceguera que produce el desconocimiento – a la tauromaquia, porque la diferencia entre lo que es cruel y lo que es cruento no es de mero grado, sino de auténtico fondo. La fiesta de los toros es cruenta porque en ella se vierte sangre, de los toros, pero también de los toreros. Jamás será cruel, porque no se infringe daño alguno, por el mero placer de hacerlo. La cirugía es cruenta, pero no es cruel; en cambio, la guerra es cruenta y cruel al mismo tiempo. Así, el mero uso inapropiado de un término, permite a quienes ignorantemente vociferan en contra de la fiesta, captar audiencias y convencerlas de algo que carece de sustento alguno.

La fiesta sin sangre o los toros del velcro

Hace un par de semanas leía una entrevista que hacía Leonardo Páez en su tribuna del diario capitalino La Jornada a Francisco Terán, cronista taurino de muchos años y entre otras cuestiones, afirmó:

Creo que al quitar la sangre del toro en el ruedo – morirá como sea y donde sea, pero no a la vista –, no se está quitando la esencia del toreo sino una de sus esencias; hoy, el arte del toreo es algo más que dar muerte a los toros a estoque. Las generaciones futuras de aficionados no van a querer la sangre del toro en el ruedo, sino eventualmente la del torero. Entonces, no hay que pensar sólo en lo que hoy nos gusta, sino en las preferencias del público futuro, siempre y cuando, claro, se efectúe una eficaz capacitación mediática que abone en el retorno de la ortodoxia…  (La Fiesta en Paz, 19 de enero de 2025)

Me preocupa sobremanera lo que afirma Paco Terán. La sangre que vierten los toros producto de las suertes de varas y del segundo tercio, no es una de las esencias del toreo, sino en el caso de la lucha del toro ante los picadores, es prácticamente la esencia de la tauromaquia. Parece olvidarse el entrevistado, que la fiesta es de toros, que tiene por objeto el valorar la bravura del que sale al ruedo y que esa valoración, esencialmente, es justamente en la suerte de varas.

La justipreciación de la bravura

Afirmaba con firmeza hace unos cuantos días el ganadero Francisco Javier Araúz de Robles, en una tertulia con la Asociación El Toro de Madrid, que la bravura del toro de lidia se mide en la suerte de varas. Esa reiteración que hace el ganadero, la explicó así en su día Domingo Ortega, en su célebre conferencia La Bravura del Toro, pronunciada en 1960 ante la peña Los de José y Juan:

En la suerte de varas está el problema de la bravura del toro. Si no fuese por esta razón, Portugal, donde no se matan los toros en la plaza, tendría los más bravos del mundo porque pueden emplearlos como sementales después de ver el resultado de su lidia. Pero como tampoco se pican, se quedan sin saber cuál es el auténticamente bravo, lo único que pueden ver es cuál es el más cómodo para el torero, pero eso no es la auténtica bravura... Es en la suerte de picar cuando el toro la demuestra, lo que pasa es que después de esa suerte el noventa por ciento de los toros empieza a defenderse con menos peligro porque les queda menos fuerza. Pero cuando sale el toro bravo sigue embistiendo con la misma intención, que es la de atacar, no la de defenderse...

La lidia girará siempre alrededor de la bravura del toro, porque dependiendo de sus condiciones el diestro tendrá que plantear su hacer delante de él, y la única manera de conocer esa manera de establecer su estrategia, será conociendo si su adversario es o no bravo. 

Por su parte, Carlos Urquijo, quien encabezara una de las ganaderías más emblemáticas de España durante muchos años, refiere lo siguiente acerca de la suerte que es el fiel de la bravura del toro:

Lógicamente el toro debe adaptarse, conservando su pujanza fundamentada en el tronco de su procedencia, pudiéndolo reconocer en la plaza, aunque careciera de hierro y divisa… Se ha pedido respeto para el toro grande, en detrimento del respeto al toro bravo… Ennoblezcamos el arte de picar. Ese tercio debe reformarse, es factible y conveniente. El toro que por su condición de bravo humille ante ese muro pierde toda posibilidad de embestir. No lo convirtamos en un títere. Si así fuese, cada vez surgirán más argumentos agnósticos que negaran la justificación de su existencia… (El País, Madrid, 5 de abril de 2024)

Entonces, la suerte de varas, además de ser el medio de calibrar la bravura del toro, resulta ser un medio por el cual, ejecutada conforme lo señalan los cánones, se le demuestra respeto al toro, permitiéndole exhibir su fuerza, su pujanza y sus verdaderas condiciones de lidia. La reforma que menciona Urquijo, debería consistir, entiendo, en la utilización de caballos más ligeros y de petos menos tiesos y voluminosos que permitan al toro una pelea más equitativa, para así evitar la descarada simulación que hoy se hace, convirtiendo la suerte de varas en un mero trámite.

El toro del futuro

La pasada semana se celebró en las Islas Azores el IV Fórum Mundial de la Cultura Taurina. Entre las varias cuestiones que allí se trataron, una que me llamó la atención y que fue la que me llevó a garabatear estas notas, fue la relativa al toro del futuro. Entre otras cuestiones, en su participación el ganadero portugués Joaquim Grave afirmó al respecto:

El toro del futuro ya está en el campo, y coincido con mis compañeros de mesa y reconozco la gran labor llevada a cabo por todos los ganaderos en las dos últimas décadas, que han diseñado un toro más completo y bravo que nunca. Considero que la bravura es una total entrega ante los engaños que se ha conseguido con muy concretas mejoras genéticas en cuanto al físico y al comportamiento del animal…

La bravura concebida como una total entrega ante los engaños, prescinde de los conceptos clásicos y tradicionales de lo que la bravura es. En consecuencia, parece que ya al ganadero del futuro ya no le preocupa calibrar de esa manera si sus toros son bravos, sino saber únicamente si pueden engullirse muchos muletazos. Escribió don Luis Fernández Salcedo:

Mira Ramón: nada de varas, caídas, etc., porque todo esto ha pasado a la historia. Dinos en el telegrama qué tal han resultado los toros; pero, sobre todo, cómo han quedado los toreros, que, al fin y al cabo, esto es lo que se refleja en el libro de Caja, y aquello en el historial, libro muy pesado ya de manejar en nuestros días y en el cual, te aseguro, que muchas veces no sé qué poner… (Relatividad de la bravura, o mañana será otro día, en Tres ensayos sobre la relatividad taurina, 1948)

La bravura, en su recto sentido, hoy ha pasado a segundo término. Lo que como tal se conceptúa, es la capacidad del toro para repetir embestidas en el último tercio. Así lo predecía José Alameda hace 40 años:

...ese toreo exigirá otro tipo de toros. Y los tendrá. Los ganaderos se los darán. Y el toreo de muleta acabará por comerse a la suerte de varas, que quedará relegada al papel de simple tramoya, a su servicio... (Historia Verdadera de la Evolución del Toreo, 1985, Pág. 29)

El llamado toro del futuro parece estar predeterminado para las llamadas corridas incruentas o del velcro. La noción justa y clásica de la bravura ha involucionado a eso y va a quedar archivada en las crónicas de prensa y en los libros, pero al paso que llevan las cosas y con la evidente aquiescencia de las fuerzas vivas del toreo, todo apunta a que ese es el destino y probablemente el final de una tradición cultural de todos los pueblos hispanos. 

Coda: la muerte del toro ha de ser en el ruedo

Ya apuntaba Paco Terán que el toro, en una fiesta con sangre o sin ella, habrá de morir. Y también anotaba el Padre Cué en alguno de sus ejercicios poéticos, que el toreo es un juego de tres: del toro, el torero… y la muerte, a veces la del torero, a veces la del toro. Hogaño, pareciera que para dar un lavado de cara al toreo, se promueve el indultismo, con la finalidad de demostrar a los que no gustan de esta fiesta, que el toro también tiene oportunidad.

Esa no es una vía más que para propiciar el descastamiento del toro. Vuelvo a citar a Carlos Urquijo en algo interesantísimo que declaró a Alfonso Navalón:

...muchos toros indultados en la plaza por bravos, después de tomar tres puyazos superiores, son luego malos sementales en el campo... Por eso soy partidario de la tienta de machos. Por eso te dije hace cinco años que la mayor vergüenza de un ganadero es que le indulten un toro en la plaza, porque es señal que no lo ha sabido ver en el campo... Porque cuando se manda un toro a la plaza es porque no sirve para semental... (En Viaje a los toros del sol, 2005)

Así pues, no se trata de convencer a nadie de que los aficionados y profesionales de la tauromaquia somos buenas personas. Con conservar su esencia en puridad, creo que basta. No hay que quedar bien con los de fuera, primero habrá que limpiar la casa. Lo demás, llegará por añadidura. Y agrego para terminar, esto último será una auténtica tarea de romanos.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable únicamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 26 de enero de 2025

27 de enero de 1965: Se presentan y triunfan en Manizales El Cordobés y Gabino Aguilar

Gabino Aguilar
Foto: Martín Santos Yubero
Archivo Comunidad de Madrid
Manizales es una ciudad ubicada en la región centro – occidental de Colombia, capital del departamento de Caldas y que tiene una importante tradición taurina. Fundada en 1847, tuvo varias plazas de toros fijas o semifijas hasta que, en el año de 1945, se constituyó la sociedad Plaza de Toros de Manizales, misma que tuvo por objeto la edificación del actual coso de la capital caldense, que fue inaugurado el 23 de diciembre de 1951, con una corrida de toros en la que actuaron Antonio Bienvenida, Manolo González y Alfredo Jiménez ante toros de Mondoñedo.

La feria taurina de Manizales se instauró en el año de 1954, por lo que, para el año de 1965, se celebraba su undécima (XI) edición, apoyada en un elenco encabezado por Santiago Martín El Viti, uno de los triunfadores del ciclo anterior, Paco Corpas, Curro Girón, Pepe Cáceres y como novedades El Cordobés, quien se quedara sin actuar en 1964, debido a una lesión que sufrió en una mano en Torreón, la antevíspera de su presentación allí y nuestro paisano Gabino Aguilar. Todos ellos a dos tardes cada uno, aunque al final, Pepe Cáceres solamente intervendría en una de las contratadas por haber sido herido en su primera tarde, siendo sustituido en la segunda, por Pedro Martínez Pedrés.

El ganado a lidiarse sería colombiano, así se anunciaron toros de Abraham Domínguez, Clara Sierra, Félix Rodríguez, Ernesto Gutiérrez y Rocha Domínguez, corriéndose encierros completos únicamente de las dos primeras y en el resto de los festejos, combinaciones de todas, a excepción de Clara Sierra. La feria corrió del 27 al 31 de enero.

El ambiente previo de la feria

La presentación de El Cordobés en Manizales era más que esperada, sobre todo, después de que se pospuso un año tras del corte en una mano que sufrió en Torreón el 28 de enero de 1964, antevíspera de su presentación en esa plaza. El fenómeno de Palma del Río tenía revolucionados los ambientes taurinos a lo largo del mundo y en ese tenor, Manizales no sería excepción. Se relata en el diario El Tiempo de Bogotá, fechado el 22 de enero de 1965:

No puede ser más halagador el ambiente que respira la ciudad, seis días antes de iniciar su tradicional certamen y doce antes de que suenen timbales y clarines para dar comienzo a la temporada taurina. Pudiera decirse que Manizales vive un jocundo periodo de afanosos preparativos, a efecto de que todo se halle debidamente dispuesto al caer del almanaque la hoja correspondiente al 24 de enero en curso. Las gentes no hablan sino de los eventos consignados en la programación general, pero sobre todo de las corridas de toros. Se tejen comentarios de todo género, se hacen cábalas y hasta se encienden las anticipadas e infaltables discusiones. Que si “El Cordobés”, que si “El Viti”, que si los toros, en fin, esto comienza a arder ya por los cuatro costados… En el lapso que lleva Manizales haciendo sus ferias y esta de ahora es la XI, no se conocía nada parecido. Esta ciudad conoce de los grandes llenos en temporadas anteriores; sin embargo y de acuerdo con las enfáticas manifestaciones hechas por el taquillero mayor de la empresa, no se había dado antes el caso que se está contemplando en los actuales momentos. De día y de noche, es aquello un denso enjambre en busca de localidades, pagando abonos, haciendo apartados y, en general, dándole a estas dependencias un inconfundible aspecto de cosa grande, bulliciosa y movida. Se calcula, con base en lo vendido y separado, que durante las cinco tardes consecutivas los llenos van a ser algo más que completos, congestionados…

Como se puede apreciar, el interés era muy grande y la adquisición de entradas sueltas y abonos era constante, augurando la ocupación total de las 17,000 localidades que en esa fecha ya aforaba el coso manizaleño.

El día de la corrida inaugural

La prensa colombiana señalaba que las localidades estaban agotadas y anunciaban la presencia de aficionados procedentes de Venezuela, Ecuador y Panamá, además de un gran despliegue informativo para cubrir la feria organizada por el empresario colombiano Roberto Cardona Arias:

Todos los más importantes diarios y radioperiódicos han acreditado sus corresponsales en Manizales que han llegado a la capital de Caldas para cubrir los sensacionales eventos. “El Tiempo” estará representado por el doctor Hernando Santos, por el fotógrafo especializado “Manuelhache” y por nuestro cronista taurino Manuel Piquero “Picas”, quien también lleva la representación de la UPI, del “Dígame” de Madrid y de “El Redondel” de México… El prestigioso locutor de Castilla (España), don Pepe Bermejo, transmitirá las corridas por la Voz de Caldas; también están autorizados los comentaristas señores Orlando Pión y Hernando Espinosa, siempre veraces y bien orientados…

El lujo de la feria exigía un despliegue informativo de esa extensión y naturaleza. Hoy, aun con los medios que tenemos a nuestro alcance, es complicado a veces enterarnos con extensión de lo que sucede en las ferias que se celebran al Sur del Ecuador.

Lo sucedido en el festejo

Los toros de Abraham Domínguez, anunciados indistintamente como Fuentelapeña, eran de origen Parladé, parte de la ganadería que originalmente fundara el diestro retirado Félix Rodríguez Antón quien se anunciaba como Félix Rodríguez II y tuvo simiente de Pinto Barreiros, Conde de la Corte y Samuel Flores, que era en esos días la línea imperante en los toros que criaba. Del encierro lidiado esa tarde, escribió Picas en su crónica para El Tiempo de Bogotá:

Muy buenos fueron los tres primeros toros de don Abraham Domínguez, toros con mucha raza y mucha clase. También fue bueno el sexto. El cuarto y el quinto, totalmente mansos…

El Viti le cortó una oreja al que abrió plaza. La crónica del enviado de la agencia EFE al festejo, aparecida en el semanario madrileño El Ruedo fechado el 2 de febrero de 1965, dice del conjunto de su actuación:

Santiago Martín “El Viti” dibujó unas verónicas estupendas en el primer toro y realizó una faena completa en medio de ovaciones y música. Mató de un volapié extraordinario. Oreja y dos vueltas al ruedo, en medio del delirio de los espectadores… En su segundo no pudo conseguir faena porque el toro no se mostraba propicio, terminando con media y puntilla…

Manuel Benítez El Cordobés fue el que se llevó el gato al agua esa tarde. Con su personalísima tauromaquia cautivó a los tendidos de la plaza de Manizales y le confirmó a quienes los ocupaban que valió la espera de todo un año para verle. Escribió Manuel Piquero en El Tiempo:

Manuel Benítez “El Cordobés”, justificó ante la afición de Manizales todo lo que esperaba de él. Su cartel ha quedado en el más alto sitio y a estas horas en que transmitimos la crónica, la gente grita por las calles: ¡“Cordobés” … “Cordobés”! …Esa decisión con que toreó; sus maravillosos reflejos, la intuición, la forma tan quieta con que ejecuta todo, lo colocan en verdad en un sitio aparte. La gente contempló fascinada su bella faena con el capote y la impresionante sucesión de pases de muleta en que no hubo un solo momento negativo. Cuando el toro dobló de certera estocada, 17,000 pañuelos pidieron las dos orejas. La presidencia, más exigente que en Madrid o que en Moscú solo dio una, pero para la historia fueron dos orejas las que Manuel Benítez se llevó en su triunfal debut en Manizales…

La negativa de la segunda oreja a Manuel Benítez causó un gran revuelo en el ambiente taurino colombiano. Esa cuestión junto con otras irregularidades, causó que el presidente del festejo, que actuaba en Manizales y en otras plazas tanto de Colombia como de Venezuela, Eduardo de Vengoechea, fuera destituido. Escribe Germán Castro Caycedo, en El Ruedo del 23 de febrero de 1965:

Ante la desorganización de la Empresa manizaleña, que en víspera de comenzar la temporada no había puesto a disposición toros sobreros para algunas corridas, los cuales hubieron de ser "sacados" por obra y gracia del trabajo de algún apoderado en vista del problema que esto significaba, al término de la segunda tarde surgió una polémica entre el Presidente, doctor Eduardo de Vengoechea, y “El Cordobés”, que acaparó los titulares a ocho columnas de todos los diarios colombianos y terminó con el retiro de la autoridad máxima en la plaza, por el resto de la temporada…

Por su parte, Gabino Aguilar se presentaba en ruedos de Colombia como matador de toros apenas 10 días después de haber confirmado su alternativa en la Plaza México. Venía de hacer una interesante campaña española en la que se presentó en las principales plazas de aquel país, en carteles de gran importancia. Tuvo una actuación importante en su primero, emborronada por sus fallas con la espada y cortó una oreja al segundo de su lote. Relata el cronista de El Tiempo:

El mexicano Gabino Aguilar sorprendió ayer al público por su gran clase, su valor y el sitio que tiene en la plaza. Está el torero mexicano en un momento de su carrera que debe aprovechar pues a ese paso lo veremos a la cabeza de los aztecas en la temporada de 1965… Perdió las orejas por fallar con la espada en su primero. Pero realmente su faena con capa y muleta fueron de la más alta calidad. A los acordes de la música ligó muy buenos pases con la derecha y la izquierda, viéndosele siempre dominador y artista. En el difícil sexto toro también rayó a gran altura y cuando dobló, el público pidió la oreja, entusiasmado…

Así se dieron las cosas en la corrida inaugural de la feria de Manizales de hace seis décadas, en una Colombia en la que la fiesta de los toros ocupaba un lugar preponderante. La prensa de la época anunciaba giras por su territorio de los espectáculos cómico – taurinos de El Bombero Torero y de El Empastre, que en su llamada parte seria, daban oportunidad a muchos aspirantes a ser toreros y el domingo 31 de enero, se anunciaba también una novillada en la Plaza Santamaría de Bogotá, con la rejoneadora Amina Assís, Manolo Cuevas y Pedro Domingo, quienes lidiarían novillos de Clara Sierra.

Hoy en día, la fiesta está en entredicho en Colombia, y en las manos de un individuo que cree que su voluntad debe imponerse encima de la de todos. Los tiempos han cambiado, sin duda.

Aldeanos