jueves, 5 de febrero de 2009

La México, 63 años después (anexo gráfico)



La temporada 1945 - 46 en El Toreo se inició con las protestas de los aficionados por la elevación de los costos de las entradas y del derecho de apartado.




Reza la manta: En todo hay precio tope. Pero vaya tope que le dan a la afición con los precios del derecho de apartado de la nueva plaza judía.




El ambiente hacia la plaza que se inauguraría era también hostil. Aficionado: No te dejes robar, en la plaza del judío son peores que Algara y su reventa. No compres apartado.




Una vista de la Ladrillera Guadalupe y de los primeros movimientos de tierra para la edificación de la Plaza México.




Otra vista de la obra de edificación de los tendidos y de la plaza ya concluida.




El proyecto original de la zona en la que está la Plaza México comprendía una Arena, campos de Tenis, Cine y otras instalaciones para el ocio, además del Estadio y el Coso Taurino.




Aún con la opinión contraria de algunos sectores de la afición, la puerta de cuadrillas se abrió el 5 de febrero de 1946.




El programa de mano del primer festejo.




Dos vistas aéreas de la Plaza México y de su entorno.




Una entrada del festejo del cincuentenario.




Hace 30 años. La única aparición de Manolo Martínez.

La México, 63 años después

La Plaza de Toros México fue inaugurada el 5 de febrero de 1946. La corrida inaugural se anunció con seis toros de San Mateo para Luis Castro El Soldado, Manuel Rodríguez Manolete y Luis Procuna, siendo estos dos últimos quienes a la postre, resultarían los triunfadores de la tarde de la efeméride, cortando una oreja cada uno.

Al preparar este post, recordé que hace algún tiempo leí una versión en el sentido de que la Plaza México fue construida al influjo de la aparición del Monstruo de Córdoba en el planeta de los toros. Intenté recordar de quien era la afirmación, pero la memoria se ponía esquiva. Así que me puse a releer algunos textos en en su busca y me encontré de nuevo con la cita, que es de don Filiberto Mira, quien al realizar una magnífica biografía del hijo de doña Angustias, afirma lo siguiente:

La afición española saboreó poco a poco la transfiguración que al arte de torear le imprimió el carácter propio de Manolete. La mexicana se lo encontró de pronto, y tal fue la colosalidad del impacto, que habiéndolo visto – y solo en un toro, pues su segundo lo hirió al abrirse de capa – por primera vez el 9 de diciembre de 1945, la conmoción hizo que se hiciera – para él, con él y por él – la mayor plaza de toros que en el mundo existe. Esta se inauguró el 5 de febrero de 1946. Es la de México, Monumental con monumento a Manolete. ¿Qué otro torero ha provocado que en tan corto tiempo – menos de dos meses – se haya construido un coso tan descomunal como el de Insurgentes, con cabida para 50.000 espectadores? (Mira, Filiberto. Manolete. Vida y Tragedia. Ed. Aplausos – Salvador Pascual Benet, Valencia, 1984, Págs. 204 y 206).


Aunque a veces hoy no lo parezca, la Plaza México no es una plaza de talanqueras que pueda levantarse en dos meses. Por los antecedentes apuntados arriba, fue meramente circunstancial el hecho de que estuviera lista para ser inaugurada a los pocos días de la llegada de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez a suelo patrio. Las obras de construcción de la plaza se iniciaron en 1944 y duraron dieciséis meses más de los referidos por mi admirado don Filiberto, quien seguramente al socaire de su veneración por Manolete, incurrió en ese gazapo histórico.

Al final de cuentas, lo que vale es que la Ciudad de México tiene para sí la plaza de toros con mayor capacidad en el mundo, escenario que hoy cumple 63 años y que en buena medida, es el punto focal – por este día – de la atención de los aficionados a la Fiesta en el mundo, aunque a veces, por lo que allí se presenta, no lo merezca.

Espero en los próximos días, agregar algunos comentarios sobre los inicios de esta plaza de toros y sobre alguna otra cosa sucedida en un día como hoy.

domingo, 1 de febrero de 2009

El Tío Carlos


Un buen amigo me ha hecho llegar una obra titulada Crónicas Taurinas (Colección Autores de Querétaro, número 20, selección de Carlos Jiménez Esquivel, Gobierno del Estado de Querétaro, 1991), una recopilación de crónicas escritas por el abogado, político y periodista queretano, don Carlos Septién García (1915 – 1953), mayoritariamente conocido por su alias periodístico que titula este post, pero que también firmó en lo taurino como Don Pedro y El Quinto.

El Tío Carlos cubre con su narrativa de los acontecimientos taurinos una etapa que resulta importante para la comprensión del devenir actual de la Fiesta en México, pues entre 1941 y el año de su defunción, tuvo la ocasión de presentar a la afición mexicana una visión más o menos ecuánime – su preferencia por Silverio y por Arruza trascienden a su obra – y absolutamente desinteresada de lo que sucedía en las plazas de toros de la Ciudad de México, las principales de esta República.

En sus propias palabras:

…la valorización simplemente técnica de las corridas – tan útil y necesaria a la pureza de la tauromaquia – no podía constituir por sí misma el atractivo principal de una reseña para esas grandes multitudes que llenan las plazas con más sed de emoción plástica o dramática que de perfección de procedimientos… el olvido de la pureza técnica podía desviar al toreo por las sendas del barroquismo sin sustancia, del esteticismo decadente o del drama sin dignidad… consideró por todo eso que si alguna misión habría de cumplir como cronista de toros ella sería la de servir el inagotable buen gusto del público mexicano ayudando tanto a definir los valores estéticos que cada torero representa, como a darles una jerarquía justa y fundada…


Esta cita la hago del prólogo que hace al primer libro que sobre el tema publicó, titulado Crónicas de Toros, que vio una primera edición en 1948 y una segunda 30 años después, en la que recopila en una primera sección las crónicas que escribió bajo el seudónimo de El Quinto en el semanario La Nación, del cual fue fundador y en la otra, las que como El Tío Carlos alumbró en el diario El Universal de la Ciudad de México, dándose el caso, de que de algunos festejos, seleccionó las dos para integrar la publicación.

La mayoría de los historiadores de la prensa taurina en México le ubican como cronista solamente entre 1941 y 1948, pero la obra que motiva este comentario nos deja en claro que siguió adelante prácticamente hasta su muerte, cubriendo entonces la cúspide de la Edad de Oro del toreo en México y su transición hacia la Edad de Plata, dejándonos en sus crónicas una imagen escrita con la pluma sobre el papel, que nos permite conocer con bastante fidelidad lo que representó en su momento cada uno de los ganaderos y diestros a los que se refiere en sus relaciones.

Horacio Reiba Alcalino, evocando a Ryszard Kapucinski comenta que varias de las virtudes del periodismo taurino se han perdido hoy en día y hace especial énfasis en dos: la cultura general del escribidor y la falta de estilo personal, lo que no permite ni identificar, ni disfrutar el contenido del relato de los sucesos acaecidos en los festejos, pues o como decía El Tío Carlos, se cae en una sesuda descripción técnica que tiene como característica principal su ininteligibilidad o en una serie de barroquismos hueros que dicen menos que nada. Por eso, considera el cronista de la Puebla mexicana, Carlos Septién García pertenece a una aristocracia que está prácticamente extinta.


Los textos contenidos en Crónicas Taurinas hacen una transición casi silenciosa del primer libro de Septién. Si bien se repiten algunos textos que son obligados, como aquél de El Castaño Expiatorio, los relativos a la muerte de Manolete y el entierro de Joselillo, extraídos de lo que el autor titulara como el Martirologio de 1947, el relativo a la tarde de Garza con Amapolo y El Monstruo con Murciano o el de la faena de Armillita a Nacarillo de Piedras Negras, el resto constituyen un interesante panóptico del desarrollo de la Fiesta mexicana en el lapso de tiempo que cubre su actividad como cronista, en el que podemos ver la consolidación de toreros como Rafael Rodríguez El Volcán de Aguascalientes, Manuel Capetillo y Jesús Córdoba, o conocer, prácticamente de primera mano, el transcurso del hacer de Manolo González, José María Martorell o Julio Aparicio en la cumbre de sus carreras por los ruedos de México.

Concluyo con otra reflexión de Carlos Septién García, que a mi juicio resulta enriquecedora:

…los toros son más que una simple “fiesta” sujeta a tales o cuales costumbres… tenemos en ella una de las mejores expresiones populares del genio de nuestra raza y de muchos de sus más nobles impulsos. Gracia, valor, autenticidad, liturgia, capacidad de hazaña, sentido del sacrificio, religiosidad, belleza, generosidad, entrega… Todo esto y más forma la sustancia humana de las corridas de toros, caudal de temperamento, de tradición y de anhelos que fluye en los toros con poderío y libertad incomparables… Es la misma sustancia de que está hecha la Patria; la misma de que están amasadas las grandes creaciones de nuestra estirpe en cualquier otro campo del espíritu. Resulta entonces no sólo legítimo sino aun en cierta forma debido el dar a los toros el rango de magnífica creación popular de nuestra cultura…


En suma, estamos ante una obra que aparte de servir de referencia, nos lleva por los caminos de un conocimiento culto de lo que fue en su día, la Fiesta de los Toros en México.

sábado, 31 de enero de 2009

A 66 años de Tanguito y Clarinero de Pastejé


Hoy se cumplen 66 años de que la ganadería de Pastejé se presentara ante el público de la Ciudad de México en El Toreo de la Condesa. El cartel que se confeccionó para la ocasión fue la alternativa del valentísimo torero leonés Antonio Velázquez, que sería apadrinado por Fermín Espinosa Armillita, ante el testimonio del Faraón Silverio Pérez.

La fecha tiene su significación porque en su resultado se conjugaron tres grandes triunfadores, Armillita con su faena ante Clarinero, Silverio escribió quizás su obra más grande ante los ojos de su afición con Tanguito y la ganadería que se estrenaba en el máximo escenario taurino de esta República saldría como la triunfadora de la temporada y con el reconocimiento al toro más bravo de la temporada, que fue Andaluz, el de la alternativa de Velázquez, que en esa oportunidad fue claramente superado por la maestría de sus alternantes y que en una muestra de lo que fuera su carácter, años después se alzara como una gran figura del toreo.

La ganadería de Pastejé surge de una asociación entre Antonio Algara – a la sazón, empresario de El Toreo y ganadero de Jalpa – y Lorenzo El Chato Elizaga, que era el propietario de la Ex – Hacienda de la que tomó su nombre la ganadería, en el año de 1936. El pie de simiente de la nueva ganadería se formó con ganado encastado en Saltillo de San Diego de los Padres y una parte muy selecta del hato de Jalpa, que como ya apuntaba en un post anterior, fundamentalmente se constituyó con ganados vazqueños de San Nicolás Peralta, mismos que dejarán su impronta allí, pues al decir de don Paco Madrazo, la frecuencia de toros berrendos en Pastejé – como aquellos que inmortalizara en El Toreo de Cuatro Caminos el camero Paco Camino – era por la presencia de esas vacas nicolaítas, muy vazqueñas.

La asociación entre Elizaga y Algara dura alrededor de un año y El Chato le vende su parte a don Eduardo N. Iturbide, junto con la finca y es en 1938 que entre don Daniel Muñoz de Zacatepec y él importan 9 erales con el hierro de Murube, cinco de los cuales quedarían en Pastejé y fueron Observador; número 28; Perfumado, número 42; Barquillero, número 54; Holgazán, número 74 y Tanganito, número 65.

No resulta difícil deducir que el encierro lidiado el 31 de enero de 1943 resulta ser la primera camada de la cruza entre el ganado existente en Pastejé con los sementales hispanos, entre los que cobraron pronto primacía Tanganito y Holgazán por su ascendencia y por el juego que dieron en la tienta ya en suelo mexicano.

El superior juego de esta corrida colocó a Pastejé en un sitio de privilegio ante la afición y la torería. Su presentación en la Plaza México fue también de éxito. El 11 de noviembre de 1946, – ya siendo propiedad exclusiva de don Eduardo N. Iturbide – se acartelaron Lorenzo Garza, Manolete y Leopoldo Ramos El Ahijado del Matadero, que recibiría la alternativa, para enfrentar a otro encierro de esta ganadería y se recuerdan de esta tarde cuatro grandes faenas, las de Amapolo y Buen Mozo por El Ave de las Tempestades y las de Manzanito y Murciano por el Monstruo.

Don Eduardo N. Iturbide, quien había agregado un semental de Luis Vallejo AlbaCachorro, número 50 – y a Tizonero, número 74 de Antonio Urquijo – que antes había padreado en Rancho Seco – enajenó la ganadería de Pastejé en 1949 a don Guillermo Barroso Corici, quien la cedió a su hijo Luis Javier Barroso Chávez y éste a su vez la vendió a Carlos Arruza en 1953. A partir de esa fecha, cambió de manos con frecuencia y con la disparidad de criterios en su manejo, como por la falta de una línea pura de sangre de Murube, dado que no se importaron vacas, comenzó a decrecer su cartel.

Uno de sus propietarios fue don Francisco Madrazo Solórzano, quien pensó que con los ganados puros originarios de Parladé, Gamero Cívico y Conde de la Corte que poseía en La Punta, podría corregir el rumbo de los acontecimientos en Pastejé, dado que el origen de los punteños era ParladéTamarónMora Figueroa, que se originan en una partición de la ganadería original de la ganadería de la familia Murube.

Al final, don Paco no pudo lograr lo que él siempre llamó su capricho y Pastejé, sin dejar de tener instantes de grandeza, no mantuvo la constancia de lo que mostró en sus primeros años dentro de los ruedos mexicanos. No obstante, su aparición en las plazas, el hecho de que su encaste predominante sea distinto al del común de la ganadería en México y las efemérides a las que viene asociada, me impulsan a hacer estas remembranzas.

miércoles, 28 de enero de 2009

José Alameda


Hoy se cumplen 19 años de la desaparición física de Luis Carlos Fernández y López Valdemoro, universalmente José o Pepe Alameda, quien llegara a México en 1939, exiliado como muchos de sus compatriotas, por causa de sus ideas o de las ideas de alguno de los suyos, en este caso su padre, don Luis Fernández Clérigo, quien fuera Diputado a las Cortes Españolas durante la República y Subsecretario del Consejo de Ministros.


El olvido de su título de abogado en París le llevó primero a emplearse en la operación de una tienda de regalos ubicada en la Avenida Juárez de la Ciudad de México, frente a la Alameda Central y de allí a iniciar correrías con diversos grupos de intelectuales, entre ellos Xavier Villaurrutia, director de la revista El Hijo Pródigo, en la que publicó un ensayo titulado Disposición a la Muerte, en el año de 1944, flanqueado por escritores como Luis Cernuda, José Bergamín, Octavio Paz, José Gaos y Alfonso Reyes. Es precisamente en este ensayo donde propone por primera vez lo que sería su rúbrica personal en los asuntos de la fiesta: El toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega.


Llega a la crónica taurina por casualidad, pues comenzó a suplir al titular de la sección en la emisora XEBZ por 1941, pero su estilo fluido en el hablar y la pureza del lenguaje que utilizaba le consiguieron pronto la titularidad del espacio y la posibilidad de escribir sobre el tema en algunos diarios de la Ciudad de México.


No obstante, la verdadera vocación de Alameda estuvo siempre en la poesía, en lo puramente literario. La actividad que le procuraba la existencia le alejaba de esos círculos, no obstante que su actividad decreció notablemente cuando las cámaras de televisión fueron echadas de las plazas. Intentó entonces reintegrarse a la enseñanza del Derecho, a la poesía, pero su contrato de exclusividad con Televisa se lo impedía y eso le causaba gran frustración.


Sus Ensayos sobre Estética, de contenido puramente filosófico, en su día subvirtieron los ambientes académicos de la capital mexicana, dado que se consideró una real herejía científica el que quien considerado un cronista de toro, se metiera a hablar de temas tan especializados y es que su actividad en torno de la fiesta, fue siempre como una máscara que no dejó ver al real José Alameda, que tuvo precisamente como otra de sus frustraciones, el ser reconocido solamente en esta arista de su existencia.


Cuenta don Julio Téllez:


Ricardo Garibay, intrigado por el silencio de las mafias literarias, decide visitarle en su casa. A la media hora de platicar y comentar su obra, le dice: ‘¡Oiga Pepe, usted, es un gran escritor!’; yo lo sé, respondió Pepe. Pero además, ¡usted también es un gran poeta!, replicó Garibay, también lo sé, respondió Pepe; y nosotros ¿por qué no lo sabemos?, inquirió Garibay. No me lo explico, respondió Pepe, agregando, yo lo sé desde hace mucho, y perdone la inmodestia, pero sí soy un gran poeta.

No cabe duda que hoy en día, necesitamos al menos otro Pepe Alameda que nos enseñe a entender los intrincados vericuetos de lo que en esta fiesta sucede.
Décima a Conchita Cintrón

Por el ruedo del ensueño
te sueño toda de oro
y todo de negro el toro
fundidos en un empeño
casi verdad, casi sueño.
Y me pregunto por qué,
ni siquiera en sueños sé
como juntas, amazona
la elegancia de Gaona,
con la llama de José.

Su bibliografía: En verso publicó Sonetos y Parasonetos, Seis Poemas al Valle de México, Oda a España, Perro que nunca vuelve, Ejercicios decimales y el libro – disco José Alameda. El Poeta. En prosa llevó a la imprenta Disposición a la Muerte, Ensayos sobre Estética, El Toreo, Arte Católico, Los Arquitectos del Toreo Moderno, La Pantorrilla de Florinda y el Origen Bélico del Toreo, Los Heterodoxos del Toreo, Crónica de Sangre, Retrato Inconcluso que son sus memorias, Historia Verdadera de la Evolución del Toreo y El Hilo del Toreo.




Homenaje a Manuel Machado

Sabio poeta Manuel
lidiador sin pretensiones
que juega a pares o nones
su literario cartel.
Con la gracia de un Luzbel
defenestrado en Sevilla
mientras más baja, más brilla,
cae al ruedo, cita al toro
y clava el dardo sonoro
de su inmortal banderilla.

lunes, 26 de enero de 2009

Sobre una antigua actualidad


Hoy nos hemos percatado de la presencia en la blogosfera de Toreros Antiguos, la bitácora taurina de Carlos González Ximénez, propietario del Archivo Ragel. Javier, Bastonito, Manón y Pablo G. Mancha ya han dado las albricias de esta gratificante compañía entre quienes nos hacemos presentes por estas veredas. No soy un experto en esta materia, pero creo que vale repasar los orígenes de este arte y por ende, del sitio que me invita a hacer esta reflexión.

Sobre la fotografía, entiendo que es Louis Daguerre quien logra la primera impresión fotográfica definitiva en 1837, aunque la fotografía como hoy la concebimos se considera inventada en 1839, cuando las emulsiones químicas que fijan las imágenes se logran estabilizar sobre papel y las impresiones se pueden trasladar con cierta ligereza de un lugar a otro sin los cuidados que exigían las placas de vidrio en las que se imprimían los originales daguerrotipos.

Así es como se empiezan a plasmar de una manera realista, con una menor filtración de la imaginación del realizador, las escenas del diario vivir y aunque,

…durante el Siglo XIX se ejecutaba un toreo rápido, casi a la carrera. La fotografía por el contrario, era lenta, lo que no permitía captar imágenes en excesivo movimiento. El hecho se debía a que el obturador de las cámaras no contaba con el mecanismo para abrir y cerrar en mínimas fracciones de segundo… (Manuel Durán Blázquez y Juan Miguel Sánchez Vigil. – Historia de la Fotografía Taurina, Espasa Calpe, Colección La Tauromaquia, Vol. 40, 1ª edición, Madrid, 1991)


No obstante las limitaciones técnicas la fotografía se liga con los toros pues en 1852 la Sociedad de Bibliófilos Españoles encarga la perpetuación fotográfica de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Sevilla y por otro lado, Jean Laurent, francés afincado en Madrid, realiza una serie de álbumes taurinos con fotografías de estudio de los Primeras Espadas de la época, como Cúchares, Chiclanero, Paquiro, Pepete y Cayetano Sanz (¿pertenecerá a esos álbumes la que se encuentra en el Archivo Ragel?).

Antes de la fotografía brillan con luz propia la litografía, en la que resulta ser un histórico exponente Daniel Perea en la revista española La Lidia, llamada por Luis Nieto Manjón modelo de periodismo y el grabado en metal o en madera, especialidad en la que nuestro José Guadalupe Posada trascendió los límites de su tiempo.

Posteriormente la fotografía se aprovechó para a partir de ella, dibujar la realidad y de allí, realizar un grabado en metal que podría ser utilizado en la imprenta, (como lo hacían en La Ilustración Española y Americana), pasando ya a finales del Siglo XIX a ser prácticamente como la conocemos ahora.

Me congratulo de la presencia de Toreros Antiguos en la blogosfera y espero que nos mantenga la visión de un tiempo que no por ido, deja de ser añorado. ¡Enhorabuena!

domingo, 25 de enero de 2009

Hoy hace medio siglo (II): Antonio del Olivar confirma en México


La segunda corrida de la temporada 1959 de la Plaza México fue también una confirmación de alternativa. Esa tarde, Manuel Capetillo le cedió a Antonio del Olivar los trastos para dar muerte a Viajero de Pastejé, en la presencia de Curro Ortega. La corrida se saldó con el triunfo del confirmante, que se llevó la oreja de Aragonés, el toro que cerró plaza.

Celayense por adopción, Antonio Oliver López nació en la Mérida mexicana el 20 de octubre de 1935 y se convierte en Antonio del Olivar cuando don Francisco Madrazo y García Granados, el señor de La Punta le nombra así al comenzar a apoyar en su carrera en los ruedos, convencido de que las estéticas maneras del diestro le llevarían a caminar largo en las arenas de los redondeles.


Antonio del Olivar se distinguió por calidad al hacer el toreo y así se recuerdan de él faenas como la de su presentación como novillero en El Progreso de Guadalajara, o como la de su debut en la Plaza México, cuando cortó la oreja de Faisán de Santo Domingo. Este triunfo en particular le valió para torear en 8 de las 30 novilladas de esa temporada, llevándose la Oreja de Plata y en 7 el año siguiente dentro del serial del ruedo capitalino.


Marcha a España y se presenta en Las Ventas el 19 de junio de 1955, tarde en la que da una vuelta al ruedo. Salda la temporada con seis festejos menores (2 en Madrid, 2 en Sevilla y 2 en Barcelona) y la corrida de su alternativa, el 12 de octubre, precisamente en el ruedo venteño, recibiendo los trastos de manos de Luis Parra Parrita para pasaportar a Empalagoso, número 14, de don Tomás Prieto de la Cal. Fungió como testigo de la ceremonia Alfonso Merino y el toricantano se llevó la oreja del sexto de la tarde.


Entre la tarde de su alternativa y el fin de la temporada española de 1957, suma 31 corridas de toros, destacando la del 28 de abril de 1957 en Las Ventas, cuando da la vuelta al ruedo tras la lidia del tercero de la tarde, que pasa a la historia por ser aquella en la que un entonces ignorado Manuel Benítez Pérez, años después célebre como El Cordobés, se tira de espontáneo. Entre el 4 y 18 de agosto de ese año actúa tres tardes seguidas en Barcelona. La primera implicó el estoquear una corrida de Miura que según las crónicas promedió 670 kilos y en la tercera, Antonio corta el rabo de Zurdito de don Felipe Bartolomé.


En México queda memoria de su faena a un toro de La Punta en El Progreso tapatío, malograda con la espada el 19 de enero de 1958; la que realizó a Andaluz de Coaxamaluca el 15 de febrero de 1959 en la Plaza México, la de Barquillero de Pastejé, la tarde de la confirmación de Paco Camino en México, la de Soy de Seda de Piedras Negras, en la que su actuación con el capote fue calificada como una apología de la verónica o la del toro Calé, de Arroyo Hondo, el día de la inauguración de la Monumental de las Playas en Tijuana.

El 4 de marzo de 1962, cuando actuaba en el Toreo de Cuatro Caminos con Juan Silveti y Fermín Murillo, recibe una cornada muy grande en la región perineal del toro Gavilán de El Rocío. La herida tuvo tres trayectorias y una de ellas de 30 centímetros de extensión, recibida al intentar un pase de pecho.


Recuperado de la cornada, Antonio del Olivar no deja de ser parte de carteles importantes, como las confirmaciones de El Viti, Joaquín Bernadó o El Cordobés, aquél que se le tirara de espontáneo algunos años antes y tiene una tarde memorable el 16 de febrero de 1964, cuando actuando con Diego Puerta y Abel Flores El Papelero, corta las dos orejas de Cantaclaro de Santa Marta, toro de regalo.


Antonio del Olivar fue Secretario General de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos en México, de 1969 a 1975, año en el que concluyó su gestión por haberse despedido de los ruedos el 24 de diciembre de 1974, en la plaza Rodolfo Gaona de su tierra adoptiva, en una corrida en la que alternaron con él Manolo Martínez y Curro Leal en la lidia de toros del Doctor Castro.

Este es mi recuerdo de Antonio del Olivar, un fino torero mexicano, en el cincuentenario de su confirmación de alternativa y que es el primer torero de estas tierras que recibiera la alternativa en la madrileña plaza de Las Ventas.

Post - scriptum: Agradezco a Callao la aportación de algunas de las imágenes que ilustran este texto.

sábado, 24 de enero de 2009

Se impuso la cordura

Contra los argumentos que son viscerales, un momento de profunda reflexión puede ser suficiente para volver las aguas a su cauce. En el caso de Michelito Lagravere, al parecer las autoridades emeritenses admitieron su ausencia de argumentos para impedirle actuar esta tarde en solitario ante seis erales y el festejo se dará.

Me congratulo de que no haya resultado la treta empleada por los responsables del bienestar de la niñez de aquella ciudad para encubrir sus evidentes ineficiencias, lo que espero redunde en bien de los niños y en bien de la Fiesta.

viernes, 23 de enero de 2009

¿Corrección política? (II)


Se anunció con bombo y platillo que el Ayuntamiento de la Mérida mexicana suspendía la actuación del niño torero Michelito Lagravere, programada en solitario para este 24 de enero, ante seis erales en la plaza de toros de aquella capital, a pedido de la Procuraduría de la Defensa del Menor y de la Familia de aquella entidad y de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos.

Resulta interesante observar que se invoca entre otras cuestiones, la inaplicación o violación de una Convención Internacional para la Protección de los Derechos de los Infantes o algo así (no me voy a poner a investigar el despropósito) en perjuicio del niño torero.

Pero más interesante resulta aún, el observar que la referida Procuraduría de la Defensa del Menor es el objeto principal de la primera recomendación del organismo protector de los Derechos Humanos en Yucatán, en este 2009 por no desarrollar eficazmente sus atribuciones en la protección de la niñez y la infancia realmente desvalida.

Así pues, de nuevo es la Fiesta el blanco de aquellos que, para disimular su ineficiencia o su falta de sensibilidad ante las necesidades y los valores de la comunidad a la que deben servir (incluidos los culturales), necesitan de algo o de alguien con quién tratar de paliar sus culpas.

Seguramente piensan que atacar a las cosas de los toros es políticamente correcto, pero yo no lo creo así, sería más redituable que se pusieran a cumplir con sus deberes legales y que dejen a la Fiesta discurrir por sus cauces, que ya con sus problemas propios tiene bastante.

jueves, 22 de enero de 2009

22/I/1888, Nace en León de los Aldamas, Rodolfo Gaona



Afirma José Alameda que es Rodolfo Gaona el que hace universal el toreo. Sustenta su afirmación en el hecho de que es el primer diestro no español que se convierte en figura indiscutida de los ruedos, porque aunque antes que él tomara la alternativa en Madrid Ponciano Díaz, el que trasciende de ambos lados del Atlántico es precisamente El Petronio.

Hoy, a ciento veintiún años de su natalicio y aunque ya me había parado por aquí, creo que vale recordarle, como un torero efectivamente universal, capaz de absorber la atención de toda la afición de su tiempo y que fuera parte, de la etapa histórica en la que el toreo adquirió los caracteres que la han conducido por los derroteros que hoy discurre.

Es el propio Alameda, quien nos presenta el ser de las cosas en esos días, en su soneto Estampa de Gaona con Gallito publicado originalmente en su libro Seguro Azar del Toreo y en el que nos muestra que la rivalidad de ambos en realidad pudo ser admiración:



Estampa de Gaona con Gallito

Huraño, cenceño, altivo,
quieto en la estampa te veo
como cuando estabas vivo
en la summa del toreo.

Te da los palos José
- las banderillas, tu suerte -.
Él lo sabe - y yo lo sé -
no por competir, por verte.

Por ver en tiempo y espacio
el milagro de ajustar
los pies al verso de Horacio.

Y salir como al entrar,
andando, abriendo despacio
tu gloria, de par en par.


Aldeanos