domingo, 27 de julio de 2025

21 de julio de 1929: Se inaugura en Palma de Mallorca el Coliseo Balear


En el transcurso de la pasada semana una de las notas destacadas de la información taurina fue aquella en la que una empresa ofrecía a la familia Balañá el adquirir las plazas de Jerez de la Frontera y el Coliseo Balear de Palma de Mallorca. Cuando recababa datos acerca del asunto de los toros de Piedras Negras en San Sebastián, leía que en la misma fecha de 1929 que se corrieron por Donosti, esa singular plaza mallorquina fue inaugurada. Esa es la razón de las líneas que le dedico el día de hoy.

También lo es el hecho de dejar en claro que la fiesta no es una cuestión relativa al boom del turismo extranjero en las Baleares, o una cuestión imputable, como todo lo que no gusta al progresismo hispano actual, a la dictadura. La fiesta en Mallorca y en todo ese territorio insular tiene una raigambre histórica y cualquier intento de prohibirla o mutilarla es un atentado contra sus propias tradiciones.

La realización de un proyecto

Entrado el siglo XX, Palma de Mallorca tenía una plaza decimonónica, de madera como casi todas las de esa época, que pasaba las vicisitudes de todas las edificaciones de esa naturaleza. Cuenta Lorenzo Miró en su blog Fotos Antiguas de Mallorca:

La voluntad de sustituir la viaja plaza de toros palmesana que ya había visto derrumbarse dos veces las andanadas de madera y que desde 1865 estaba ubicada en lo que hoy es la plaza Obispo Berenguer y Palou, fue únicamente obra de José Tous Ferrer... El inicio en 1914 de la guerra mundial, en la que España fue neutral, aparcó por unos años la idea de erigir una nueva y mayor plaza de toros para Palma, y en el periodo de entreguerras, iniciada la dictadura de Primo de Rivera, José Tous vuelve a la carga con su proyecto. Si bien contaba con ciertos e importantes apoyos, incomprensiblemente, como en anteriores ocasiones, el proyecto fue frenado desde el mismo Ayuntamiento...

Como se puede ver, el proyecto de dotar a Palma de Mallorca de una plaza de toros nueva y en condiciones no era una novedad en su día, sino que ya tenía raigambre entre el sector empresarial de la isla.

Así, no se dejó en el cajón del olvido el proyecto de construir una nueva plaza de toros para Mallorca y se encargó el proyecto al arquitecto Gaspar de Bennássar o Bennazar, iniciándose las obras de edificación a mediados del año 1928. Señala el propio Miró, que la obra se concluyó en apenas 212 días, es decir, alrededor de 9 meses. Los constructores responsables de la obra fueron Antonio Balaguer y Sebastián Crespí.

El Coliseo Balear está levantado sobre un predio que tiene una superficie de 11,000 metros cuadrados, cuenta con un ruedo de 47 metros de diámetro y su aforo se determinó en 14,414 localidades. 

La corrida inaugural

Para el estreno de la nueva plaza, la empresa dirigida por el señor Gabriel Taronjí, anunció una corrida de toros en la que actuarían el rejoneador Antonio Cañero y los diestros Nicanor Villalta, Antonio Márquez y Félix Rodríguez, enfrentando, el torero de a caballo dos toros de la ganadería madrileña de don Leopoldo Abente y seis andaluces de los hijos de Pablo Romero para la lidia ordinaria, fijándose la fecha del festejo para el domingo 21 de julio de 1929.

Las vicisitudes de un primer festejo

Aunque las obras de construcción se concluían de acuerdo al calendario programado, se comenzaron a presentar algunos imprevistos que debieron ser resueltos sobre la marcha. Refiere el diario mallorquín La Almudaina fechado el 16 de julio de ese 1929:

Al hacerse la suelta de los toros de Pablo Romero llegados ayer para la corrida de inauguración de la nueva plaza de Toros, el soltado en tercer lugar, hizo un gran estrépito al arremeter contra el cajón. Los otros dos esperáronle recelosos el tiempo que cruzaba un callejón que conduce de las cajas a los corrales embistiéndole uno de pelo cárdeno marcado con el No. 25... Del encontronazo cayeron los dos exánimes al suelo. Poco después se levantó el cárdeno corneando al caído hasta matarlo... Los toros que han quedado en los corrales son verdaderamente unos ejemplares bonitos y con muchas arrobas sobre los lomos. El que está más enmorrillado es un berrendo en colorado y lucero; hay dos berrendos más y uno negro. El cárdeno antes citado también es de bonito trapío, está apartado y se resentía mucho del golpe sufrido...

Antes del sorteo ya se había perdido uno de los ejemplares a lidiarse la tarde inaugural y otro quedaba en duda. Pero, por otra parte, podemos apreciar que los toros de los herederos de Pablo Romero eran, por su tipo, de los de antes del giro que se dio a lograr los cárdenos “guapos” que fueron la enseña de la ganadería durante varias décadas.

Ante la premura de la situación, el señor Taronjí, empresario, intentó obtener de la misma casa ganadera toros sustitutos, pero habiendo telegrafiado a los ganaderos a Sevilla, estos le respondieron que, dada la brevedad del tiempo, no era posible hacerlos llegar con la debida oportunidad a Mallorca. Entonces, se dirigió a Barcelona para adquirir de don Pedro Balañá el toro faltante y para el día 18 siguiente, regresó con dos toros salmantinos de Gabriel González. Se publicó lo siguiente en el Diario de Mallorca fechado el 19 de julio siguiente:

Fue ayer portador el vapor “Rey Jaime II”, de Barcelona, de dos toros de don Gabriel González, antes Buenabarba, acreditada ganadería de Salamanca, toros que vienen, uno de ellos, a sustituir al que murió el día del desencajonamiento corneado por otro, y el segundo a disposición de la empresa, por si hiciese falta para la lidia... Ayer al mediodía fue desencajonado el primero, de buena lámina, presentación y tipo... También y en el vapor “Rey Jaime II” llegó el empresario de la plaza, señor Taronjí, quien había marchado a la ciudad condal para gestionar – difícil cometido dada la premura de tiempo disponible – la adquisición de los dos toros...

Es de señalarse también que, desde los días anteriores, se daba a conocer en ambos diarios de Mallorca que, por errores en la numeración de las localidades, algunos boletos de entrada tenían que ser sustituidos, por lo que se convocaba a sus tenedores a ocurrir a las oficinas de la empresa para canjearlas.

Aspecto actual del Coliseo Balear

Los prolegómenos del festejo

El sábado 20 de julio se bendijo el inmueble, en acto solemne presidido por el Cura Párroco del Sagrado Corazón de Jesús, don Antonio Ferrari, asistido por los señores Gamundi y Mestres. Refiere el Diario de Mallorca:

En la Capilla de la plaza, empezó dicho acto, bendiciéndose en primer término el oratorio y cuadro de Nuestra Señora de la Salud bajo cuya advocación ha sido colocado nuestro nuevo Coliseo... Bendecida la Capilla el Rdo. don Antonio Ferrari, subió al palco presidencial y desde allí bendijo el nuevo edificio echando el agua bendita hacia los cuatro puntos cardinales... terminada la ceremonia se sirvió un “lunch” a los invitados...

Cumplidos los deberes religiosos, estaba todo dispuesto para la celebración de la corrida de toros al siguiente día.

La corrida inaugural

La primera corrida de toros fue presidida por el Comisario Jefe de Policía don Tomás Flórez y ocuparon un palco especial el Gobernador Civil Llosas, el Alcalde Agulló y otras personalidades. Sigue relatando el Diario de Mallorca:

Momentos antes de comenzar la corrida se acomodó en un palco el Excmo. Sr. D. Valeriano Weyler, Duque de El Rubí, siendo su presencia acogida con una gran ovación, tocándose la marcha real que el público en masa escuchó de pie y sin sombrero. repitiéndose luego la ovación de la que participó don José Tous y Ferrer...

A las cinco de la tarde con quince minutos se abrió la puerta de cuadrillas y por ella salieron, a caballo y vistiendo un elegante traje campero andaluz, don Antonio Cañero, en tanto que, a pie, iban Nicanor Villalta, vestido de grana con bordados en oro; Antonio Márquez, quien llevaba un terno color perla con bordados en azabache; y, Félix Rodríguez quien llevaba un vestido tabaco y oro.

La corrida no fue propiamente triunfal y es que el ganado que en ella se jugó no fue propicio para ello. Quien firmó como J.O.R. la crónica para el Diario de Mallorca, hace este juicio acerca de los toros lidiados esta histórica tarde:

Los hijos de don Felipe Pablo Romero, ganadería de las de postín de Andalucía, nos dieron el camelo. Buenos mozos, sí lo eran; pero mansos también, el menos manso fue el último; al cuarto, gracias a que “Hiena” le acosó no lo caperuzaron. Todos embistieron bien, no demostrando ninguna mala intención... Si se propuso el señor Pablo Romero asombrarnos por la carne de sus reses, tenga la seguridad que lo ha logrado; pero de bravura anduvieron muy escasos. Los dos sustitutos de González, tampoco acusaron mucha bravura...

Cuando los toros no están para fiestas, la fiesta no reluce. Afirma el cronista que los toros embistieron bien, pero sin mala intención, es decir, pasaban, pero sin transmitir sensación de peligro, sin generar emoción en los tendidos.

Escribió Alegrías corresponsal del semanario valenciano La Reclam Taurina fechado el 27 de julio siguiente:

Los de Abente, bravos y dieron ocasión a Cañero para lucirse. Su primero murió al segundo rejón de muerte, superiormente colocado. En su segundo echó pie a tierra y lo toreó de muleta muy valiente, matando muy bien. Recibió una gran ovación... De los matadores, Rodríguez es el único que logró hacerse aplaudir a ratos por su voluntad y en un precioso quite con una navarra y rematando con una finísima rebolera. Con la muleta, valiente y artista, fue el que escuchó las únicas ovaciones de la tarde. Vería con gusto su repetición con ganado a modo... Tanto Márquez como Villalta solo lograron indignar al respetable, por lo que escucharon lo suyo en sus toros. No se les vio ni un quite, ni un lance perfecto, nada con la muleta y matando muy mal. Solo Villalta pegó una buena estocada en su segundo... Nada, que el público salió aburrido de su actuación y solo recordando el éxito de Cañero y la actuación pasajera de Félix. No se merecía tal resultado la inauguración de una plaza tan bella y artística...

Al final de cuentas solamente se lidiaron cuatro de los de Pablo Romero, porque el que murió en los corrales, evidentemente fue sustituido por uno de los de Gabriel González y el tercero de la lidia ordinaria, primero de Félix Rodríguez, fue devuelto a los corrales por manifiesta debilidad y sustituido por el otro de González llevado como reserva.

El Mundo de los Toros

Decía al inicio que la fiesta está arraigada en Mallorca y en las Baleares. Al ir redactando estas líneas, recordé que entre los años 70 y 90, tuve frecuente acceso al semanario El Mundo de los Toros, fundado por don Juan Bosch Iglesias y su esposa doña Esperanza Piña Fontanet, siendo dirigido sucesivamente por ellos dos. El Mundo de los Toros fue una publicación que duró casi cuatro décadas informando semana a semana de todo lo que sucedía en el llamado planeta de los toros y se redactaba y publicaba en Palma de Mallorca. 

El Mundo de los Toros convivió y compitió con El Ruedo y el Dígame en cuanto a la periodicidad y la oportunidad en la difusión de la información taurina y los sobrevivió a ambos. Recuerdo con afecto a su corresponsal en estas tierras, don Isidoro Cárdenas Carranza, quien me puso en conocimiento del semanario y me permitió enterarme de lo que sucedía más allá del horizonte.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.


domingo, 20 de julio de 2025

21 de julio de 1929: Se lidian toros mexicanos de Piedras Negras en San Sebastián

El anuncio de la Corrida de la Asociación de Prensa de San Sebastián del año 1929, a celebrarse el día 21 de julio de ese año tenía una serie de alicientes. En primer término, se proponía como una corrida hispano - americana y además, los toros a lidiarse serían cuatro salmantinos de don Leopoldo Lamamié de Clairac y otros cuatro de la ganadería mexicana de Piedras Negras. El cartel de toreros además era interesante, porque lo formaban Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez Cagancho, el mexicano Heriberto García y Manolo Bienvenida. Además, se agregaba al anuncio que el novillero norteamericano Sidney Franklin lidiaría al final un novillo, también de la ganadería mexicana.

Ese reclamo provocó el interés de la afición y provocó comentarios en distintos sentidos de los aficionados donostiarras, según se puede apreciar de lo publicado por el redactor del diario El Pueblo Vasco el 19 de julio de 1929:

Desde que salieron los toros de Méjico, había quien, sin verlos ni conocer referencia alguna, propalaba el embuste de que venían cinco toros muy pequeños. Quienes no saben que en Méjico se lidia ganado bastante más grande que en España, llegaron a creer la falsa versión, jugando, también por las fotografías que se enviaron de aquella república cuando se adquirió el ganado, hace aproximadamente un año. Pero el miércoles llegaron los toros a San Sebastián; y la impresión causada ha sido inmejorable. De los cajones fueron saliendo cuatro toros de gran tamaño, bien armados e inmejorablemente criados; cuatro toros con cinco años, 36 arrobas, como ya no se ve en España, porque ni los ganaderos los crían, ni los toreros los quieren...

De lo escrito se desprende que los toros de Piedras Negras llegaron a España con discreción y fueron acomodados en una finca, que refiere Vicente Sánchez López, en su obra El Toro de Charro. Orgullo de Salamanca", fue El Villar de los Álamos para su recuperación y aclimatación:

...ese cambio comenzó en agosto de 1929, cuando una corrida del hierro mexicano de Piedras Negras es embarcada para ser lidiada en San Sebastián después de haber estado un tiempo en «El Villar de los Álamos» aclimatándose después del viaje transoceánico... tras las gestiones que realizaron don Manuel Arranz y don Antonio Pérez con el empresario Eduardo Pagés...

El Villar de los Álamos era el centro neurálgico de las actividades de la familia Pérez Tabernero. En ese sitio se encontraba el embarcadero de donde salían a las plazas las corridas con los hierros de don Graciliano, de don Antonio y de don Alipio a todas las plazas. Y seguramente allí también se embarcaron los toros de Piedras Negras que partieron hacia San Sebastián una vez recuperados del viaje trasatlántico.

En cuanto al novillo que lidiaría Sidney Franklin, todavía el día del festejo, la distinta prensa española refería que se enfrentaría a un Piedras Negras, como se publicó en el diario La Voz de Córdoba:

San Sebastián. – (Corrida hispano – americana). – Cuatro toros de L. Clairac, de Salamanca y cuatro de Piedras Negras, de Méjico. – Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez (Cagancho), Heriberto García y Manuel Mejías (Bienvenida). Como final de fiesta y en noveno lugar, se lidiará un novillo de Piedras Negras, que estoqueará el espada norteamericano Sidney Franklin...

Ya veremos más adelante que eso no ocurrió precisamente así, que lo que le salió por los toriles, fue un novillo de Antonio Flores, antes Braganza.

Los toros de Piedras Negras

Según la crónica que se lea, la corrida fue buena, regular o mala. De la lectura de los cuatro diarios que refieren el festejo, cada relator tiene su punto de vista, y éstos recorren casi todo el espectro de opinión posible, desde el que considera que el valor de los toros de Piedras Negras para la lidia es nulo, hasta el que señala que el mejor toro de la corrida fue uno de ellos. Veamos esas opiniones.

En el diario El País Vasco, aparecido el martes 23 de julio siguiente, firmada por Juanito Sincero, dice:

No teníamos esperanzas de que los toros de Piedras Negras, traídos de Méjico para la corrida de anteayer, fuesen buenos. No creemos en los toros de Méjico, como apenas hemos podido creer en los toreros mejicanos, salvo un caso. Además ¿traer toros de Méjico a la tierra de toros bravos, a la tierra de dónde los llevan a Méjico? Es tanto como llevar vino de la Mancha a las bodegas de Jerez, o chacolí a las bodegas de la Champagne. ¿Curiosidad? No admitimos la curiosidad por conocer lo que seguramente es muy inferior a lo conocido... Nadie, entre los siquiera modestos entusiastas de la fiesta taurina, ignora que a esos toros se les llama «toros de esparto», es decir, ordinarios, sin codicia, blandos, carentes de temperamento de fiera brava para la lidia. Pues han sido traídos toros de Piedras Negras y han costado según nos dicen quienes se consideran enterados, cuarenta y cinco mil pesetas. El resultado de tales «toros de esparto» ha sido el esperado. Y, por añadidura, dos de ellos resultaron casi ciegos. ¡Un regalo de amigo! ¡El ganadero habrá quedado muy contento al deshacerse de tales bicharracos, haber cobrado muchos miles de pesetas, y «postinear» de que los han traído a España, donde se dan los más bravos toros de lidia!...

Este cronista afirma que los piedrenegrinos fueron blandos, carentes de temperamento y de codicie y además, que un par de ellos fueron ciegos y que por eso los pitaron en el arrastre. La realidad es que en todo el transcurso de su relación se advierte que nada del festejo le agradó, pues hizo cera y pabilo de la actuación de los toreros también, pero esa fue su opinión. 

En el diario La Voz de Guipúzcoa de la misma fecha, el que firmó como Un Puntillero, escribió:

Colocado en su palco, un plantel de bellísimas presidentas aparecieron numerosas fuerzas de a pie y de a caballo, capitaneadas por Marcial Lalanda, “Cagancho”, Heriberto García, Manolito Bienvenida y en segundo término Sidney Franklin, los tres últimos, nuevos en esta plaza. La aparición fue saludada y pititos para el hijo de Faraón, porque con los demás no había por qué meterse todavía. También eran nuevos en esta, como en todas las plazas españolas, los toros de Piedras Negras, “los toros de paja”, como les llaman en Méjico y que justificaron plenamente el remoquete... No hicieron ascos a los caballos, pero en cuanto sentían el hierro se iban sueltos, sin ganas de pelea y sin estilo de toro bravo. Para los capotes y la muleta fueron unos toros tardos, sosos, sin codicia, de los que dan tiempo a los toreros a “reponerse” y a colocarse para que los retraten. Toritos de paja... En honor a la verdad, el público no quedó contento de estos toros y en el arrastre, unos más y otros menos, “oyeron” – por lo menos oirían los mayorales – bastantes silbidos...

Uno escribió sobre toros de esparto y éste, sobre toros de paja. Pareciera que había un concierto previo para desacreditar a los toros de Piedras Negras, pero hay cosas que no se pueden negar y es que fueron a los caballos y se les podía torear sin muchas complicaciones.

Por su parte, el enviado del Heraldo Alavés de Vitoria, firmando como Un Reserva, apreció:

En el aspecto puramente taurino, la importancia del espectáculo estaba en los cuatro hermosos toros de Piedras Negras, traídos de Traxcala (sic) (México) y cuyos gastos han importado un sentido... Este ganado estaba bien presentado y es natural que el ganadero se esmerase al escogerlo. El mayor de todos ha sido el que ha tocado en suerte a Heriberto García, siguiéndoles en tamaño los lidiados en segundo, cuarto y primer lugar... La pelea de los Piedras Negras ha respondido al concepto que de ellos teníamos en España. Toros alegres y prontos en el primer tercio; suaves, de menos poder que los españoles y peligro para el torero...

Me da la impresión de que este escribano pretende conducirse con mayor objetividad y de exponer, sin incurrir en algún partidarismo irracional, lo que apreció en el ruedo esa señalada tarde.

Dejo para el final la impresión que sin firma apareció en el diario El Pueblo Vasco, también de San Sebastián:

El interés principal de la corrida del domingo estaba, para muchos aficionados, en la lidia que habían de dar los toros mejicanos de Piedras Negras; y el aficionado esperaba impaciente su resultado. Entre la concurrencia se vio a muchos ganaderos españoles que deseaban ser testigos de la pelea del toro mejicano.... Y no salieron desengañados, pues los Piedras Negras, con un viaje sobre sus costillas, largo, penoso y descanso casi nulo, realizaron en su conjunto una excelente pelea; no se dolieron al castigo, entrando a los caballos con bravura, y para los de a pie fueron inmejorables, excepción del tercero que llegó a la muerte receloso y cortando terreno al matador. Más o menos, en todos ellos se notó el cansancio producido por la larga travesía y los continuos encajonamientos y desencajonamientos; pero todos proporcionaron a los picadores violentas caídas, recargando siempre con bravura y bastante poder...

El tono de esta relación se va totalmente al extremo de las dos primeras que he citado, pero relata con más precisión el juego que dio cada uno de los toros con posterioridad a su encuentro con los de a caballo. Y es de señalarse también, confunde en alguna medida los hechos, al tratar de dar a entender, que prácticamente bajaron del barco hacia la plaza, cuando ya se ha dejado sentado que llegaron a tierras hispanas con la anticipación suficiente, para recuperarse en Salamanca de la travesía trasatlántica.

Otra cuestión destacada en esta crónica es que destaca que el mejor toro de la corrida fue el corrido en cuarto lugar, llamado Dulcero, marcado con el número 15 y que tocó en suerte a Manolo Bienvenida:

Merece párrafo aparte el toro lidiado en cuarto lugar, de nombre «Dulcero» y señalado con el número 15. Este toro entró a los caballos cinco veces; la quinta vara, protestada por algunos «inteligentes», sirvió para acabar de templar al bravo toro, que de este modo llegó al final suavísimo. Este fue, sin duda alguna, el mejor toro de la corrida; dígalo si no, Manolo Bienvenida...

Así pues, uno de los de Piedras Negras, para uno de los cronistas, resultó ser el mejor toro de la tarde. Un toro que tomó cinco varas y que llegó suave a la muleta, permitiendo el lucimiento de una figura histórica del toreo en ciernes.

Volumétricamente, los toros de Piedras Negras fueron superiores a los de Clairac, pese a que estos últimos por su origen Parladé, debieran ser de mayor caja, siendo superados en el peso de sus canales, según refiere el cronista del diario “La Voz de Guipúzcoa”:

Pequeños, pero gordos y bien armados, dieron en la romana, los siguientes pesos: Primero, 244 kilogramos; segundo 233; tercero, 289 y cuarto, 267, con un total de 1,073 kilos y un promedio de 268 kilos... Los toros de Clairac pesaron menos que los mejicanos: primero 243 kilogramos; segundo, 224; tercero, 226; y cuarto, 218. En total, 941 kilos, con un promedio de 235. De edad, tenían cumplidos cuatro años...

El cálculo del peso en vivo es algo complicado, por no tener una noción de la proporción de rendimiento del vivo a la canal en esos casos.

Uno de los toros de Piedras Negras
Diario El Pueblo Vasco - Foto: Marín

El toro Cerillero

Uno de los toros que envió a España don Wiliulfo González no se lidió. Fue el Cerillero, número 63. Terminada la corrida se devolvió a Salamanca, a la finca de don Alicio Cobaleda Marcos, Los Campos de Buenamadre, donde este criador se lo echó a sus vacas. Nos sigue relatando Vicente Sánchez López:

Tras retentar sus vacas durante el mes de abril de 1930 en su finca de «Los Campos de Buenamadre» don Alicio Cobaleda les echa el toro "Cerillero - 63", que así se llamaba el toro de Piedras Negras, y durante unos años consiguió con ese cruce resultados más que satisfactorios hasta que decide comprar la vacada de José María de la Puerta y de la Cruz Ulloa, que anunciaba con su título nobiliario de marqués de Valenzuela...

Así entonces, y derivado de la consulta de los libros de esa casa ganadera, tenemos que el primer toro mexicano que padreó en España y dejó descendencia, fue ese Cerillero de Piedras Negras.

No está demás apuntar que de la ganadería de don Alicio Cobaleda tras su fallecimiento, se desprendieron hierros para su esposa y sus hijos, de los que resultan los actuales de El Pilar (Eusebia Cobaleda Gajate), Reta de Casta Navarra (María Gajate), José Ignacio Sánchez Tabernero Charro (Luciano Cobaleda Gajate), y San Martín (Ignacio Cobaleda Gajate), entre otros.

Otras cuestiones del festejo

La plaza de El Chofre fue adornada con banderas de las distintas repúblicas del continente americano y fueron presidentas de honor distinguidas damas de la sociedad donostiarra, asesoradas por el Duque de Hornachuelos y don Gregorio Corrochano.

Marcial Lalanda cerró su tarde con ovación en su primero y pitos en su segundo; Cagancho escuchó palmas tras terminar al segundo de la tarde y fue abroncado al concluir el sexto; Heriberto García fue silenciado en su primero y terminó su tarde con vuelta al ruedo tras petición y Manolo Bienvenida dio vuelta al ruedo tras petición en sus dos toros. Por su parte, Sidney Franklin, quien enfrentó en noveno lugar un novillo de Antonio Flores, antes Braganza, fue ovacionado y al final, unos capitalistas se lo llevaron en hombros.

Aviso parroquial primero: Hace 16 años publiqué por aquí una primera versión de este asunto. Había a disposición de menos material de consulta para averiguar lo sucedido en esa tarde de toros. Hoy gracias a la digitalización de los diarios de San Sebastián de aquella época, podemos tener una idea más acercada de esos sucesos. Esa primera versión se puede leer aquí.

Aviso parroquial segundo: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, por no obrar así en sus respectivos originales.


domingo, 13 de julio de 2025

13 de julio de 1952: El Ranchero Aguilar confirma su alternativa en Madrid

Jorge Aguilar González, El Ranchero, había iniciado sus pasos como novillero en el año de 1945. Se presentó en la Plaza México en 1947, esa temporada en la que brilló por sobre todos con luz propia el infortunado Joselillo. Todavía volvería como novillero a la gran plaza el año 48, el de los Tres Mosqueteros, lo que le valdría para recibir en la plaza de Tlaxcala, su tierra, una alternativa el 13 de marzo de 1949, de manos del portugués Diamantino Vizeu. Pocos contratos y una enfermedad gástrica lo van a mantener fuera de la circulación hasta bien entrado el año de 1950.

En la temporada chica de la Plaza México de ese último calendario, regresaría, renunciando al doctorado recibido en su tierra, a intentar reandar el camino. Y lo consiguió. En dos novilladas consecutivas corta tres rabos. El 5 de noviembre, le corta el rabo a Pistachero de La Laguna y el 19 siguiente se lleva los de Tragaldabas y Raspinegro, estos de Piedras Negras y no hago cuenta de que una semana antes, se había llevado otras dos orejas de Varillero, también de los toros de la divisa roja y negra. Así en su retorno, cerró su temporada cortando ocho orejas, tres rabos y se ganó la alternativa definitiva con todos los honores.

Ese nuevo doctorado lo recibió en la misma Plaza México, el 21 de enero de 1951. Le apadrinó Manolo dos Santos y fue testigo Jesús Córdoba. Los toros fueron cinco de La Laguna y uno de Piedras Negras, el toro de la ceremonia se llamó Cartonero y fue de La Laguna.

La primera campaña española del Ranchero

El Ranchero Aguilar se fue a España a buscar la confirmación de su alternativa en 1952. Inició su temporada en aquellas tierras el 4 de mayo en la plaza de Las Arenas de Barcelona, alternando con Rafael Llorente y Antonio Caro en la lidia de toros de Joaquín Natera, saldando su tarde con una vuelta al ruedo tras despachar al primero de su lote.

Su siguiente actuación sería la tarde del 13 de julio en la plaza de Las Ventas, en Madrid, para confirmar allí su alternativa. El cartel que se anunció para esa fecha fue uno de ocho toros, integrado por Luis Briones, el albaceteño Manolo Navarro, El Ranchero Aguilar y el sevillano de La Algaba, Jaime Malaver, quienes enfrentarían un encierro colmenareño de Manuel García Aleas, herrados con el 9, el hierro de más antigüedad de los de la hoy Real Unión de Criadores de Toros de Lidia.

A propósito de antigüedades

Ya comentamos por aquí, que El Ranchero Aguilar recibió la alternativa con la que realizó su carrera como matador de toros el día 21 de enero de 1951 en la Plaza México. El otro confirmante de la tarde de autos, Jaime Malaver, acababa de ser doctorado apenas el 15 de abril de ese 1952 en Sevilla. Creo que no hay duda de la antigüedad entre los dos diestros.

En la revisión de las crónicas del festejo, me encontré con que Malaver había sido confirmado con el primero de la tarde por Luis Briones, y que El Ranchero, con el segundo, por Manolo Navarro. No hay ninguna explicación para ello, solamente esto que dejó en su crónica para el diario Pueblo, de Madrid, Antonio Bellón:

Madrid, 13 julio 1952, Corrida de toros. Calorazo. Entrada floja. Siete toros de Aleas, bien presentados, con poca arrancada, que no corneaban por los lados y sí al alto... Irónicamente flojeó el sol, casi desierto, cuando, cruel, quemaba como fuego. Hubo por la mañana extensa organización del protocolo de las dos confirmaciones de alternativas, y se convino que la recibiese antes el más reciente matador y luego cada uno lidiase con arreglo a su antigüedad. Así sucedió...

Quizás la intención era evitar que Luis Briones, también torero mexicano y primer espada de la corrida, confirmara a un paisano suyo. En fin... Al final esa fue la decisión que tomaron las autoridades, seguramente con el concierto de los toreros, porque en esos días, y en una corrida del verano madrileño, no era frecuente que un torero, y menos un confirmante, se negara a salir por delante

Entonces, a pesar de ser la cuestión de las antigüedades cuestión de tradición y además, regla escrita – Derecho Positivo, pues – las cosas se hicieron de la manera descrita.

La confirmación del Ranchero Aguilar

El segundo toro de la tarde se llamó Caramelo, llevaba el número 13 y era de pelo negro. Fue un toro muy voluminoso según las crónicas y terminó acusando esa condición al final de su lidia. Escribió en su día don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, para la Hoja del Lunes de Madrid, aparecida al día siguiente de la corrida:

Los siete toros de Manolo Aleas – ¡qué bien suena ese denominativo! – y el de Sánchez de Valverde – jugado en quinto lugar – estuvieron admirablemente bien de presentación; ocho toros de tamaño, de trapío y de edad... como debían ser todos los toros que se lidiasen en corridas de tales, y no en corridas de toreros, que son las que ahora se estilan... El toro con que confirmó se le confirmó la alternativa al mejicano Jorge Aguilar («El Ranchero») – «Caramelo», 13, negro estrellado –, salió abanto, como los clásicos colmenareños; pero mejoró en el transcurso de la lidia, a cuyo final llegó ahogado por exceso de carne. «El Ranchero» lo muleteó muy cerca, muy tranquilo, y lo despachó de una estocada, por lo que dio la vuelta al ruedo...

La opinión de Antonio Bellón, en Pueblo, también aparecido al día siguiente del festejo, fue en el siguiente sentido:

Para la cesión de trastos al mejicano Jorge Aguilar salló un búfalo – el segundo – huidizo y poderoso, lanceado entre palmas por este “Ranchero”... Al toro de Aleas no le hicieron ni pu – mitad de pupa – los lanceros, porque esos arroja botellas de campo de futbol - nada tienen que ver con los aficionados al deporte que ahora van a los toros - se compadecían tiernamente de que el toro tuviese poderío e ideícas a boca cerrada. Manolo Navarro le cede el toro al Ranchero Aguilar, un mocetón con vista al doblar sobre sus fornidas piernas y luego tranquilo y estirado al muletear al quedado animal, uno tontón con ganas de vivir en paz pastando fresca hierba. Valentísimo Aguilar, al parársele el toro frente al pecho arreaba cachetes cariñosos al morlaco, acariciándole despectivamente la leña antes de, con guapeza, hundir hasta la vestidura el alfanje. Hubo petición, ovaciones y vuelta al ruedo...

Y lo que relató Manuel Sánchez del Arco, Giraldillo para el ABC madrileño, salido el martes 15 siguiente, fue en este sentido:

Y vamos ahora con la otra confirmación, con la de Jorge Aguilar «El Ranchero», doctorado en Tlaxcala el 13 de marzo de 1949. Se confirmó en Madrid con el toro «Caramelo», número 13. Manolo Navarro le entregó el instrumental. Era un toro con morrillo de bisonte, que hacía extraños. «El Ranchero» lo hizo tomar la capa y lo lidió muy bien. Luego, pases en redondo, tranquilo, y naturales cerca y aguantando. El toro, tan quedado, que para hacerlo entrar a la muleta el espada le hurgaba con la mano en el morrillo. Mató de una gran estocada, y hubo ovación, vuelta al ruedo y saludos...

Como se puede ver, hay cierta unanimidad en el sentido de que Jorge Aguilar se impuso al hecho de que el toro no se movía adecuadamente, para sacarle muletazos meritorios y estuvo entregado y certero con la espada, para de esa manera, dar una aclamada vuelta al ruedo.

El toro del triunfo

El Ranchero Aguilar le cortaría la oreja al segundo de su lote, el séptimo de la corrida, un toro que, según a quien se lea, fue de pelo colorado, castaño aldinegro o retinto. En lo que hay coincidencia, es en el hecho de que rememoraba a aquellos antiguos toros de la tierra que fueron la simiente original de la ganadería de Aleas y que, al paso de los tiempos, se fue modificando con agregados santacolomeños.

La versión de la actuación del torero de Tlaxcala ante este toro, llamado Arriero y que diera en el destazadero 470 kilos de peso en bruto, expresada por Antonio Bellón es la siguiente:

El penúltimo es un típico Aleas, castaño aldinegro, coletero. Falla un espontáneo, larguirucho, capturado entre barreras, y el de capa jarameña va sin ganas al varilarguero mano negra la enguantada del palo... Un alagartado peón pasa apuros al coloquillear. Tira Aguilar del toro en redondos y en airosas vueltecillas que agradan al respetable, desbordadillo su entusiasmo en molinetes, arrucinas y rodillazos... Jorge Aguilar, en chiqueros, clavaba todo el estoque; rodó el noble toro y para el mejicano fueron, merecidamente, oreja, ovaciones, vuelta y saludo... Al público no le agrada que lleven a hombros al Ranchero...

Destaco de la relación de Bellón, el hecho que consigne que se llevaron en hombros al Ranchero, cuestión que no consignan ninguna de las demás que pude consultar para armar estos apuntes.

Por su parte, El de Tanda, refiere lo siguiente:

Al séptimo empezó a muletearlo muy bien sobre la derecha, por redondos, y ya encelado empalmó un afarolado con una arriesgada arrucina y un molinete, que se acogieron con manifiestas pruebas de aprobación; cerró la faena con unos pases por alto rodilla en tierra y girando sin levantarse, como en las manoletinas, y no habíase acallado todavía el eco de la ovación con que se acogía su valiente y brillante hacer, cuando una definitiva estocada le puso en las manos el premio de la oreja, con la que dio la vuelta al ruedo entre la consiguiente ovación...

Y concluyo este apartado con lo que expresó en el ABC de Madrid Giraldillo:

Fue el séptimo un toro retinto de mejor presencia que condición. «El Ranchero» expuso mucho en un quite, y la faena la sacó a pulso. Toreó con mucha gallardía, dominando. Aguilar sabe por dónde anda. Después de hacer bien las cosas en el centro, cuando la res se fue a tablas, después de unos adornos, tiró por la línea de los efectos temerarios e hincándose dio unos pases por alto con aire de manoletinas, luego otros girando de espaldas a la salida. Macheteo y caricias a la cara. Se perfila, y una estocada superior, que mata sin puntilla. A «El Ranchero» le dieron la oreja del retinto y hubo vuelta triunfal y saludos. La impresión y juicio: que se trata de un buen torero...

Quizás la parte más importante de lo que refiere Manuel Sánchez del Arco reside en su apostilla final, en el sentido de que reconoce de que el confirmante, Jorge Aguilar, era un buen torero. Ese juicio llevaba una carga muy importante para su futuro dentro de los ruedos de España.

Antes de terminar, un apunte que pudiera parecer insustancial. La crónica de Antonio Bellón señala que El Ranchero vestía de verdegay y oro, en tanto que el resumen anual de El Ruedo, aparecido en diciembre de ese año, señala que el vestido de la tarde de su confirmación era azul celeste y oro. A saber...

El resto de la corrida

Jaime Malaver, el otro confirmante, le cortó una oreja al toro de su confirmación, primero de la tarde, Altozano de nombre. Por su parte, Luis Briones y Manolo Navarro escucharon palmas tras de pasaportar a los toros que les tocaron en suerte, aclarando que, en quinto lugar, el segundo toro de Navarro, se corrió un toro de Juan Sánchez de Valverde en sustitución de uno de los de Aleas, rechazado en el reconocimiento.

El resto de la campaña de 1952 para el Ranchero Aguilar

Jorge Aguilar terminaría esa temporada española con 8 corridas y un festival. Actuaría en plazas como Barcelona, Alfaro, Vichy, Tánger y una triunfal tarde en Pamplona, el 28 de septiembre al lado de Jaime Marco El Choni y el peruano Rafael Santa Cruz.

Ese limitado número de actuaciones le dejaría preparado el camino para la campaña siguiente, en la que ocuparía un lugar privilegiado a la cabeza del escalafón.

domingo, 6 de julio de 2025

6 de julio de 1944: Manolete y Ratón de Pinto Barreiros

Madrid 6 de julio de 1944 - Foto: Agencia Cifra
Alrededor de cinco años antes del fasto que hoy recuerdo, Manolete recibió la alternativa en una Corrida de la Prensa, en esa ocasión, de la Asociación de Sevilla y coincidentemente, como veremos más adelante también en ese señalado festejo, un toro importante del lote de quien después sería llamado el Monstruo de Córdoba, sería reseñado en el campo con un nombre y saldría al ruedo con otro. Pero en ambos casos, las fechas quedarían señalada indeleblemente en la historia del torero y en el recuerdo de la afición a los toros.

La Asociación de Prensa de Madrid se fundó como una mutualista o asociación de socorro mutuo en 1895, y ya para 1900 organizaba la primera Corrida de la Prensa con Luis Mazzantini, Antonio Fuentes, José García Algabeño y Ricardo Torres Bombita, la que continuó celebrándose, cada año, hasta convertirse en una de las fechas señaladas de la temporada taurina de Madrid.

Para 1944, la fecha elegida para la corrida de la Asociación de Prensa fue el 6 de julio y se adquirió un encierro salmantino de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón, que enfrentarían Luis Gómez Estudiante, Juan Belmonte Campoy y Manuel Rodríguez Manolete. César Jalón Clarito, en sus Memorias, cuenta a propósito de los prolegómenos de la organización de ese festejo:

...el 5 de julio se juega la de la Prensa. De la Asociación de la Prensa que por azar – aunque no lo mencione en su Memoria – me toca organizarla, por cierto, con anticipación y facilidad inalcanzables en mis tiempos de secretario… Virtualmente, la corrida había quedado diseñada y resuelta cierto día de marzo o, cuando más, de abril. José María Alfaro, nuevo presidente de la Asociación, bien orientado, quiso consultar con tiempo a los críticos taurinos. Creyéndome suficientemente cumplido y bataneado más de lo suficiente en este menester, resigné en el segundo de a bordo la representación de “Informaciones”… Más a quien Alfaro y Casares querían era a mí. A “Manolete” a través de mí. Suspendieron el cónclave y apelaron a los buenos oficios de Víctor de la Serna, vicepresidente de la entidad y director mío, en cuyo obsequio fui a cargar con el baúl. Lo depositaron en seguida sobre mis hombros, disimulándolo con la ayuda de otro compañero que, al tanto de su designación formularia, limitó su compañía a despedirse de mí en la puerta de la calle. No lo volví a ver… «Como si esperándome estaría» – que me dijo un vascote a quien indiqué el punto de partida de la maquinilla para la Ciudad Lineal –, me encontré a “Camará” en el “Café Riesgo”… Y allí estaba también, que ni esperándonos, el ganadero Alipio Pérez. Don Alipio Pérez T. Sanchón en los carteles, por respeto al Pérez Tabernero de la razón ganadera de su hermano Graciliano… ¡Alipio!, le llama Camará… ¿Toros para la corrida de la Prensa del primer jueves de julio? …Sí… Pues hecho. Manda los contratos a la Asociación, o a éste, encargado de organizar la corrida… Y a mí: Tienes a “Manolete”; tienes toros; tienes la corrida con menos quehacer y mayor anticipación que nunca… La noche del 1 de julio se fija el cartel oficial: seis de don Alipio para “El Estudiante”, Juanito Belmonte y “Manolete”...

César Jalón, quizás escribiendo de memoria, confunde la fecha del festejo con la víspera del mismo, pero en esencia, señala la manera en la que se gestó la conformación de la corrida que pasaría a la historia y la intervención que tuvo para que el cartel de la misma se conformara.

La corrida de Alipio y dos sobreros portugueses

Los toros enviados por Alipio Pérez Tabernero para la Corrida de la Prensa del 44 fueron Ratonero, Perdigón, Carbonero, Rabón, Costurero y Naviero, todos de pelo negro, que procedían de la simiente que en 1922 adquirió de su hermano Graciliano, puro Santa Coloma de la línea ibarreña. Iban de sobreros dos toros portugueses de Pinto Barreiros, encastados en Parladé, vía Gamero Cívico y Conde de la Corte. De entre esos dos sobreros, destacaba uno, llamado Ratón por el mayoral de la plaza, a la que había llegado de utrero, pero que salió de la finca con el nombre de Centelha o Centella, según cuentan los descendientes del que fuera su criador.

La razón del cambio del nombre del toro, reside en que habiendo salido de sobrero en varias corridas sin tener que ser lidiado, Centelha o Centella se hizo el amo y señor de los corrales de Las Ventas durante  ese período de tiempo, llegando incluso a comerse el pienso destinado para los otros toros, decían los que los cuidaban, colándose como un ratón, para birlarles el alimento. Esa es la razón del nuevo apelativo.

Sigue contando Clarito:

...el 4 asisto con Camará al reconocimiento previo de los toros. Uno, terciado, adolece de una contrarrotura – un bulto que podrá sajarse – y pasa provisionalmente... A mediodía del 5 – apartado y sorteo – se aprueba al operado que toca en suerte a “El Estudiante”, diestro de menor responsabilidad y que, además, lo destina a romper plaza, sin término de comparación para el público. De dos sobreros del criador portugués Pinto Barreiro, los veterinarios señalan uno. “Camará” me toma del brazo: Mira: uno de los toros que le han tocado a Manolo es chico. No han visto que es más flaco que el discutido de “El Estudiante”. Seguro que a Manolo se lo protestan en la plaza. Y resulta que a mí me gusta el sobrero que han dejado los veterinarios. Es preciso convencerles del cambio, sin aludir para nada al temor por el toro de la corrida... Hablo a los veterinarios y nos asomamos con ellos al corral en donde están todavía juntos los sobreros: Pero, “Camará”… ¡Si el que ustedes… No importa; ¡me gusta más! ... Y se hace el trueque...

Si hemos de seguir lo que relata Clarito, el apoderado de Manolete fue el primero en advertir la importancia del toro de Pinto Barreiros, tanto por su catadura, que supliría la escasez de presencia del que le tocaría enfrentar en segundo término a su torero, como por ese algo que a veces determina el curso de una tarde de toros y también del rumbo de la historia. Ese día don José Flores Camará, vio en Ratón unas cualidades que estaban fuera del alcance de la visión de cualquier otro mortal. Así entonces, la suerte estaba echada…

Manolete y Ratón de Pinto Barreiros

Clarito en sus Memorias dice que la tarde había caído en declive en su segunda mitad. El sexto de los de Alipio, nombrado Naviero, que se había advertido desde el apartado y sorteo que iba a ser objeto de repulsión por la concurrencia a la plaza que completó un lleno de no hay billetes, fue devuelto a los corrales por flaco y feo, por cojo, o simplemente porque no gustó a la concurrencia, según a quien se lea. El hecho es que se devolvió a los corrales y se cumplió la premonición de Camará, y fue sustituido por Ratón o Centella, según se quiera, de Pinto Barreiros.

Ante ese toro, Manolete realizó lo que la crónica de su tiempo y los analistas de la historia del toreo consideran que fue su mejor faena en la plaza de Las Ventas. Escribió Antonio Bellón para el diario Pueblo salido al día siguiente de la corrida:

Es la asombrosa verdad del toreo, resuelta tan fácilmente que arrincona toda idea de peligro. Es el absoluto dominio de la inteligencia sobre la fuerza bruta del toro. Se mide el terreno a golpe de muñeca. No hace falta ni mirar por dónde vienen los pitones, y así el rostro de Manuel Rodríguez contempla sereno el oleaje clamoroso y triunfal de los tendidos que flamean en pañuelos mientras el toro pasa en círculos matemáticos... Torear sin mirar al toro. No desprecio por la res, sino seguridad de que va mandada, ciega, empapada por el engaño metido en los pitones... Luego la muleta picotea en recto viaje el morro del toro, al que parte la cruz el estoque de Manolete. Trepida la plaza. Hay lágrimas y sienés en estallido. Se brinca, se manotea; cada espectador descarga su rayo de entusiasmo. Ovaciones, aclamaciones. Manolete en hombros, orejas, la puerta grande qué se abre al paso del torero. La multitud que se apretuja en la calle. Apoteosis del más pundonoroso torero que pisó los ruedos en plaza donde tanto su labor se aquilata...

Es un intento de describir lo que en su momento resultó casi indescriptible. Una manera de relatar algo que, al menos en el ruedo de Las Ventas, aún no se había visto. 

Por su parte, Celestino Espinosa Capdevila, en su tribuna del diario Arriba, quien un par de semanas antes, en su crónica de la corrida del Montepío de Policía, había señalado que a Manolete debía declarársele Monumento Nacional, reflexiona:

“Manolete” sí estaba caldeando hace tiempo el clima de los toros. Sin embargo, no ha sido hasta esta temporada el tiempo de su cenit, y tampoco hasta ahora se ha visto con decisiva claridad la distancia larguísima, incalculable casi, a la que el cordobés se ha puesto de todos los demás diestros de su promoción para acá. Esta distancia, ya sí cabe decirlo, es acaso mayor que la que nunca haya separado de sus demás contemporáneos a las grandes figuras del toreo... Ese paso de este año ha sido y está siendo de enorme magnitud, a no dudarlo, el motor principal de que ya se haya concretado en “Manolete” y en su arte la atención del parnaso español. Las dos anteriores tardes de “Manolete” en Madrid, los habituales de las plazas habíamos podido observar la presencia en los toros de muchos escritores y de muchos poetas, escasamente asiduos o declaradamente ausentes del tendido. Y en la tarde de hoy, al retumbo, sin duda, de los anteriores éxitos, la concurrencia de ellos ha llegado al máximo. Los poetas han vuelto a los toros. Los he estado viendo durante el transcurso de la tarde, en la barrera, en los tendidos, en los palcos...

Capdevila advierte que los espectadores de Manolete ya no son simples aficionados, sino artistas, escritores, poetas y personas que buscan en su hacer ante los toros inspiración para su propio arte. Es decir, que su tauromaquia trasciende lo taurino, para universalizarse. Tanto, que reflexiona Clarito:

La epopeya desdobla, como láminas de un álbum, ante la presencia de un tolo la crestomatía de sus grandes faenas a toros menores. De la que hizo época en Aranjuez. De la de su triunfo y percance en Madrid aquel mismo septiembre del cuarenta y dos; aquel día que un intelectual definía: «Así es el verdadero artista: un transmisor de emoción y conocimiento.» Y Alfredo Marquerie: «Me gustaría ser el “Manolete” de la literatura.»

Importante es lo que escribió Federico M. Alcázar, titular de la información taurina en el diario Madrid, y quien en 1928, a propósito de la faena de Chicuelo a Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero, afirmara que esa faena era la obra de arte más grandiosa, más excelsa y más genial que se hubiera realizado en una plaza de toros, que no recordaba haber visto nada semejante y que no creía que fuera posible ver otra obra así. Pues a propósito del encuentro de Manolete y Ratón ese 6 de julio del 44, entre otras cosas, escribió:

¿Qué había pasado para desbordar el entusiasmo de la muchedumbre hasta el límite del fanatismo? Pues había pasado que Manolete acababa de torear en el último toro de la tarde como nunca se ha toreado... Alarde inaudito de arte, valor y dominio que produce pasmo, arrobo y embeleso. La plaza es un clamor espantoso, todo el mundo grita, gesticula, se enardece y salta en los tendidos como atacados de un vértigo de locura. Y D. Ramón, el gran Ramón patriarca del manoletismo, se lleva las manos a la cabeza como si quisiera ir a contárselo a Lagartijo...

Los historiadores del toreo establecen el hilo de éste de Gallito a Chicuelo y del torero de la Alameda de Hércules a Manolete. Pues bien, Federico M. Alcázar, por lo visto, tuvo la fortuna de ver dos puntos de inflexión en la evolución del toreo, primero, la consolidación de la faena moderna, la tarde de Corchaíto y algo más de tres lustros después, con el torero que fue anunciado por Belmonte, ese que le haría faena a todos los toros, el ejemplo definitivo de cómo sería ese hacer ante los toros ya definidos para el tiempo que corría en esos días.

Así de grande fue la tarde de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez en esa corrida de la Asociación de Prensa de Madrid del año 1944.

Lo que no se cuenta de esa tarde

Toda la historia relatada de esa tarde se concentra a los sucesos ocurridos en torno al sexto de la tarde, Ratón de Pinto Barreiros, pero otra faceta de Manolete, la del torero poderoso y dominador, muchas veces cuestionada, apareció en el tercero de la tarde, Carbonero, con el que estuvo a una gran altura también. Dice Antonio Bellón:

...a la hora del recordar lo que pareció sueño pensamos en lo que aún nos queda por ver de Manolete, que se adivina en esa faena a su primero, al “Carbonero” de Alipio. Ventisca la res, viento que anula la eficacia del engaño y Manolete, dueño del toro en tres pases a muleta muerta, por bajo, para quebrar el cuello de la res. Y los naturales donde no hay natural embestida. Sin presunciones de exquisitez, por mi parte, fue esta faena de mayores dimensiones, más intensamente torera que la apoteósica del sexto. Todo lo hizo el torero. Dominio, imponer el muleteo a riesgo de su cuerpo. Y el volapié, y como resumen del triunfo ese chambergo emplumerado qué el alguacilillo velazqueño, el de 1a varita autoritaria, arrojó a los pies de Manolete...

Por su parte, Clarito, en sus Memorias, nos recuerda:

... Jamás, jamás, jamás, si no es a él – decimos viendo en tierra al nervioso tercer toro –; si no es el “Manolete” colosal se ha visto después de tan impresionante faena montar la espada y caer sobre la fiera con el fuego y la inexorabilidad de una centella de los dioses. Cuatro veces – luego del corte de oreja y vuelta al ruedo – se destoca su alta figura en el tercio. Y un alguacil le arroja su birrete de plumas: «¿le pide acaso la llave del toreo?»...

¡Hasta el sombrero emplumado del alguacilillo! ¿Necesitamos más para reconocer una tarde redonda? No es tan difícil rebuscar en la historia del toreo. Esta es una de ellas. Dos faenas de distinto corte, una de dominio ante un toro complicado y la otra de arte y lucimiento ante un toro que así lo permitió. Para la historia, definitivamente.

Algunas otras cuestiones

Una extraordinaria labor de Luis Gómez Estudiante, ante el primero de la tarde, se perdió entre la vorágine del esplendor del lucimiento de Manolete. Aunque impuso a un toro bravo al que había que poderle y al que le cortó la oreja, su labor quedó oscurecida. Sin embargo, creo de justicia recordarla. 

Y por otra parte, los toros lidiados, tras el arrastre, apenas promediaron 441 kilos de peso, el que menos dio en la báscula fueron 410 y el que más, 470 kilos. Eso nos demuestra que el anuncio del peso de los toros en la tablilla es ilusorio, que lo que realmente importa es el trapío de lo sale al ruedo y que lo que rindan para los carniceros es secundario. Aficionados, exijamos más trapío, que implica remate, que se adquiere con la edad y no peso, que se puede inducir artificialmente.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no aparecen así en sus respectivos originales.

Hasta la próxima semana.

Aldeanos