En "Los Toros" Madrid, 1910 |
Posteriormente, en ese mismo año, pero en la publicación madrileña Respetable Público, se consignaba que Eduardo Margeli, Enrique Merino El Sordo y Manuel Martínez Feria presentarían en España a esa cuadrilla juvenil, integrada por: Carlos Lombardini y Pedro López como matadores; Ramón Frontana, Cenobio Esparza, Arturo Frontana Portugués Chico y Luis Martínez, picadores; y, Manuel Rodríguez, Luis Frontana, José Ávila y nuestro personaje, Refugio Pérez, como banderilleros. El anuncio era de la siguiente guisa:
¡¡Gran novedad taurina!! ‘Tournée’ por España durante 1909 de la notabilísima cuadrilla juvenil mexicana. Espadas: Carlos Lombardini y Pedro López. Esta superior cuadrilla, organizada en 1906 por los señores M. Martínez y E. Margeli y compuesta por dos matadores, un sobresaliente, cuatro picadores y seis banderilleros, ‘todos mexicanos’, llegará a España en marzo, pudiendo las empresas que deseen contratarla dirigirse desde luego a su representante Mariano Armengol, Plaza de toros de Barcelona, o a su agente en Madrid, Juan Manuel Rodríguez, Ave María 29.
Refugio Pérez siguió toreando como hombre de plata y con ese nombre a las órdenes de diversos toreros durante algún tiempo más.
Nace Refulgente Álvarez
En diversas notas del año 1911, se hace mención a la temporada que hacía en España Luis Freg. La primera de ellas, contenida en el semanario Arte Taurino de Madrid, fechado el 20 de septiembre de 1911, se consigna un festejo celebrado en Almería el día 3 anterior, mismo en el que Luis Freg fue herido por Puntillo, número 78, berrendo en negro, último de la tarde, de una cornada en la región perineal de 15 centímetros de profundidad y señala que un banderillero llamado Refulgente Álvarez era parte de su cuadrilla.
En otra, también aparecida en el mismo Arte Taurino, éste, del 5 de noviembre, se cuenta que el 23 de octubre anterior, el Rey del Acero regresó a México después de una corta campaña europea iniciada el anterior mes de septiembre y que regresaba acompañado de su banderillero Refulgente Álvarez y que el matador haría su presentación en El Toreo el segundo domingo de ese penúltimo mes del año.
Así pues, podemos ver que, en algún momento entre julio de 1909, cuando se anunció la actuación de la Cuadrilla Juvenil en España y la llegada de Freg a esas tierras en 1911, Refugio Pérez decidió cambiar su nombre artístico y, por lo visto, separarse también de la cuadrilla juvenil para andar por su cuenta. Lo que no pude encontrar en los textos, fue la razón de esa modificación de nombre artístico.
Refulgente, pero por su valor
Para el año de 1915 ya no iba en las infanterías de otro jefe de cuadrilla, sino que capitaneaba la propia. El 26 de diciembre de ese año se presenta en El Toreo en un festejo organizado a beneficio de la Navidad de los militares. Alternó con Julio Martínez Templaíto, Vicente García Mellaíto, Ricardo Ortiz y Luis León ante toros de San Diego de los Padres, Santín, San Nicolás Peralta, Piedras Negras y La Laguna. Templaíto mató dos esa tarde, pues Eligio Hernández El Serio, anunciado para abrir el festejo, no alcanzó a llegar a tiempo al mismo. Así contó su actuación Volapié en el diario El Pueblo de la capital mexicana, del día siguiente al del festejo:
Tercero. – De San Nicolás Peralta, negro, bragado y coliblanco. Refulgente Álvarez da un cambio de rodillas y ocho verónicas ceñidas. “Berrendo”, Conejo y Luis Martínez, que están de tanda, castigan al astado. Refulgente toma las banderillas y cambia, dejando un buen par... Después de un viaje en falso, deja medio par, y, por último, otro medio igualmente bueno. Después se arma y hace una faena inteligente, que le es aplaudida, pero a la hora de herir sale trompicado, sin consecuencias, por no vaciar. Da otros tres pinchazos, y deja una honda, delantera y contraria. Pitos y palmas...
Nicanor Villalta, en la serie de entrevistas que concedió a Tomás Orts Ramos Uno al Sesgo para conformar el opúsculo dedicado a su carrera dentro de la serie Los Ases del Toreo, publicado en febrero de 1924, cuenta que el 22 de junio de 1918, toreó una novillada en Querétaro, alternando con Rafael Ortega Cuco y Refulgente Álvarez en la lidia de novillos de la Hacienda del Espejo. Agrega Villalta que esa tarde la toreó allí, porque no encontró facilidades para presentarse en la capital mexicana.
En el Consultor indicador taurino universal editado por Ángel Carmona Camisero, en Madrid el año de 1923, con prólogo de Alejandro Pérez Lugín Don Pío, se consignaba como domicilio para localizar a Refulgente Álvarez, el de: Segunda del Buen Tono 33, México D.F. (Pág. 19).
Viajará posteriormente a España y tendrá la fortuna de ser apoderado por Eduardo Pagés a partir del año de 1924, que es cuando tiene algo más de actividad. En abril torea en Valladolid, alternando con Rubichi y Cándido Velasco en la lidia de novillos de Manuel Santos; en mayo lo hará en Tarragona, con Torquito y Bogotá con novillos de Palha; en julio será en Tomelloso, con ganado de Herreros Majón y Alpargaterito; en agosto volverá a Tarragona con el rejoneador Gaspar Esquerdo, José Belmonte y reses de Murube.
La divisa de su actuación siempre sería el valor a toda prueba. Eso marcaría a muchos de los que lo vieron. El jueves 19 de marzo 1925 Refulgente Álvarez debutó en la plaza de Carabanchel, alternando con el rejoneador Alfonso Reyes y Raimundo Tato en la lidia de novillos de Zaballos. El sexto de la tarde hirió gravemente a Refulgente. Treinta años después, en un artículo dentro de su sección El planeta de los toros, titulado Frascuelo y el valor suicida, aparecido en el semanario madrileño El Ruedo del 29 de diciembre de 1955, Antonio Díaz – Cañabate, recuerda:
...Recuerdo una, por mí presenciada hace treinta años, que aún no se 'ha borrado de mi memoria ni se esfumará mientras viva. Fue en la Plaza de Vista Alegre. Lo que sí se me ha olvidado es el cartel de la corrida. No importa. Uno de los espadas era el mejicano Refulgente Álvarez, que toreó en España de banderillero en la cuadrilla de Rodolfo Gaona, y que después se hizo novillero. Buen banderillero, no mal peón, con la espada y la muleta no se hallaba a gusto. Además, no le acompañaba la presencia física – bajo y rechoncho – ni el arte. Pero poseía un valor suicida… Aquella tarde, en Vista Alegre, estuvo bastante aceptable en su primero. En el otro tomó las banderillas, y a la salida dé un par el toro no le dejó irse, le enganchó y le infirió una cornada en un muslo, de la que manaba sangre en tal abundancia que la seda azul de la banda de la taleguilla se convirtió en granate… Los compañeros, las asistencias, rodearon a Refulgente Álvarez y quisieron transportarlo a la enfermería… ¡Sí, sí, a la enfermería! Refulgente empezó a manotazos, apartó a todos, se dirigió a la barrera, requirió la espada y la muleta y se fue al toro. La hemorragia iba en aumento. No exagero si digo que corría muslo abajo con fluir constante. En los tendidos estábamos mudos por la emoción, ganados por la presencia de ánimo de aquel hombre que, sin darle importancia a la herida, toreaba con el auténtico e inconmensurable y hermosamente trágico valor suicida. Toreaba no sabíamos si bien o mal; pero a unos milímetros de los pitones, con una rabia y un coraje como jamás he vuelto a ver, en un ruedo. No se entienda este coraje y esta rabia por atropellamiento y desorden. No. En manera alguna. Refulgente Álvarez toreaba con pausada arrogancia, con ímpetu y decisión y, al mismo tiempo, con paradójica calma y serenidad. Aquel hombre sentía la sangre correrle hasta el talón de la zapatilla, e imperturbable toreaba, y cuando al cabo de unos minutos, larguísimos para todos, menos, por lo visto, para él, se cuadró el, toro, le mató de una estocada sin puntilla… Infinitos son los toreros heridos que han continuado en el ruedo hasta matar al toro, pero de les muchos que vi culminar la proeza, ninguno como Refulgente Álvarez, ninguno aquejado de tan intensa hemorragia, ninguno poseído de su coraje sereno. La herida fue muy grave por sí y por la pérdida de sangre, y largo tiempo le retuvo en el lecho…
El parte médico rendido por el doctor Jacinto Segovia y aparecido en el diario El Heraldo de Madrid al día siguiente de la novillada decía:
Levantado hoy el apósito por el doctor Segovia, ha apreciado que la herida tiene tres trayectorias, ascendente, descendente y posterior, de unos quince centímetros de profundidad en cada sentido, con desgarros musculares que llegan al fémur y lo descarnan, y contusión en el nervio ciático. El calificativo es de gravedad, creyendo el afamado cirujano que Refulgente tardará mucho tiempo en curarse. Por lo pronto pierde una corrida en Barcelona y otra en Valladolid...
Declararía al final Refulgente Álvarez a la prensa a propósito de esa lesión: Los toreros desentrenados no podemos ofrecer otra cosa que voluntad…
Y sin embargo en el número de El Toreo de Madrid, fechado el 18 de mayo de 1925, seguía apareciendo la siguiente gacetilla: Refulgente Álvarez. – Apoderado, D. Eduardo Pagés, Andrés Borrego, 15. Madrid.
Refulgente Álvarez ya no toreó más ese calendario en España y regresó a México a finales del mismo.
En virtud de la extensión que van tomando estos apuntes, los concluiré el día de mañana.
Aviso parroquial primero: Los resaltados en los textos transcritos son obra atribuible exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.