domingo, 13 de junio de 2010

Detrás de un cartel (II)

Algunos antecedentes

En junio de 1993 participé en un congreso en la ciudad de Toluca, lugar en el que la primavera y el verano son verdaderas entelequias. De regreso a Aguascalientes, paré un momento en la Calle de Moras, en la Colonia del Valle, para saludar a mi hermano Ricardo y pedirle que me llevara al aeropuerto, para así completar el regreso a casa. Después de la comida, llegó la hora de la salida y al pasar por la Plaza de Tlacoquemecatl - por cierto, lugar de reunión de muchos aguascalentenses radicados en el D.F. -, Ricardo me dijo que en una papelería vendían unos carteles de la época de Joselito. Considerando que íbamos apretados de tiempo y que por asuntos de trabajo estaría viajando constantemente a la Capital, le dije que esperaría otra oportunidad para verlos, pero mi hermano insistió y antes de que pudiera pensarlo, ya estábamos estacionados frente al establecimiento. Se notaba a leguas que la papelería vivió mejores tiempos, pues mercancía de su giro casi no se veía, pero destacaba una máquina para vender boletos de lotería deportiva. En un aparador se encontraba solitario un cartel de toros. La dueña del establecimiento - una señora española, mayor y muy agradable -, me dijo que era el último que le quedaba. Dudé un momento y al ver la fecha del cartel, decidí comprárselo. Pagué el precio que me pidió y envuelto en una bolsa de papel lo metí en mi portafolio.

No quise sacar el cartel de su envoltura durante el vuelo y al llegar a casa advertí que anunciaba una corrida celebrada en la Plaza de Barcelona el 30 de abril de 1916, en la que habrían de lidiarse 4 toros de los herederos de Esteban Hernández y otros 4 del Conde de Santa Coloma, por los diestros Manuel Torres Bombita Chico, Agustín García Malla, Isidoro Martí Flores y Francisco Madrid. Agregaba el cartel que era la función número diez y que el festejo iniciaría a las cuatro menos cuarto de esa tarde.

Me imaginé de pronto que debió ser una tarde triunfal, pues alguien tuvo el empeño de cruzar el Atlántico con el cartel y después, colocarlo en un marco para engalanar un rincón con sabor taurino. De otra forma no me explicaría la presencia de ese cartel en mis manos sesenta y siete años después. Aparte, tanto Manolo Bomba como Paco Madrid fueron gente en el planeta de los toros y aunque de momento no reconocí los nombres de Malla y Flores, alguien habrán sido también.

Por otra parte, me asaltó la duda de la plaza en la que se celebró el festejo, pues en la primera década de este siglo funcionaban dos plazas de toros en la Ciudad Condal y suponía que la llamada Monumental aún no tomaba esa denominación, por lo que tenía la impresión de que se llevó a cabo en Las Arenas. Esto me motivó a tratar de reconstruir los sucesos en torno a esa tarde de toros.

Posteriormente, en el año de 1995 mi hermana Rosa María tuvo la oportunidad de vivir en la Capital de Cataluña y aprovechando su estancia por esas tierras, le pedí que me buscara en alguna hemeroteca una crónica o reseña del festejo, recibiendo al cabo de un tiempo, unas copias del periódico La Tribuna de esa Ciudad, fechado el propio día de la corrida. Ya en estos días, el acceso a otras fuentes digitalizadas, como el semanario La Lidia o varios de los diarios madrileños – evidentemente La Vanguardia de Barcelona no refiere información sobre el festejo –, me permite ampliar la perspectiva y con esta información comparto con Ustedes lo averiguado sobre el particular.

La Monumental de Barcelona

Entre 1914 y 1923 Barcelona tuvo 3 plazas de toros funcionales. La llamada Barceloneta o Plaza Antigua, que funcionó de 1824 a 1923; después se construyó la de Las Arenas, ubicada en el centro de esa Ciudad y que fue escenario taurino de 1900 a 1977 y a cuya defunción taurina me he referido en otro espacio de esta misma Aldea y el 12 de abril de 1914 se inauguró la plaza original llamada del Sport con una corrida de toros del Duque de Veragua para Vicente Pastor, Bienvenida, Vázquez II y Torquito. Dos años después de su apertura se amplía la capacidad de la Plaza del Sport y se le agregan doce mil localidades, para dejarla con un aforo de veinte mil espectadores y el 27 de febrero de 1916 se reinaugura, nombrada ya como Plaza Monumental con el cartel formado por Joselito, Francisco Posada y Saleri II, quienes lidiaron a muerte una corrida de Pablo Benjumea.

Revisados estos datos, me enteré de que el cartel que tenía en mis manos, era de una de las primeras corridas de la primera temporada de toros que se dio en la Plaza Monumental de Barcelona, lo que a mi juicio, le daba ya un valor especial.

Los toros

De los toros a lidiarse en el festejo anunciado, me llama la atención el anuncio de los de Esteban Hernández, en esos días ya a cargo de sus herederos. Producto entonces su ganadería de un interesante cruce de reses de Mazpule, Trespalacios, Conde de la Patilla y Saltillo, destacaron siempre por su impecable presencia. Tanto, que Antonio Díaz Cañabate escribió sobre esta los toros de esta ganadería:


Una de las ganaderías de más prestigio que han pastado en la Tierra de los Toros fue la de Esteban Hernández y Martínez, con antigüedad de 1891… La lámina de estos toros es solo comparable en mi estima a la de los de Don Felipe de Pablo – Romero… Como es natural, entre los toros de Don Esteban había de todo. Bravo y manso. A mí no me importaba si salían de una forma o de otra, a mí lo que realmente me importaba era como salían del chiquero. Y en esto no fallaba ni uno: parecía que se iban a comer el mundo de la torería.
El Conde de Santa Coloma tiene en su haber el logro de amalgamar en una importante medida a dos de las más notables ramas que surgieron de lo que fuera la ganadería del Conde de Vistahermosa. En el año de 1905 adquiere de Manuel Fernández Peña la mitad de lo que fuera la ganadería de Eduardo Ybarra, quien a su vez adquirió de doña Dolores Monge Viuda de Murube la mitad de la vacada que esta señora poseía, así pues, en Santa Coloma se quedó la cuarta parte de lo que fue de Murube, formada a su vez con reses de Vistahermosa, procedentes del Barbero de Utrera y Arias de Saavedra. Más o menos al mismo tiempo, el Conde adquiere una importante porción de la ganadería del Marqués del Saltillo, también de origen Vistahermosa, pero vía Salvador Varea y Picavea de Lesaca.

Se presenta como ganadero en Madrid el 17 de mayo de 1908 con divisa celeste y encarnada y hasta el año de 1932 mantuvo un gran cartel, siendo preferidos sus toros por diestros de la talla de Joselito y Belmonte. En este último año, pasa la propiedad de la ganadería, hierro y divisa a la sociedad formada por don Joaquín Buendía Peña y don Felipe Bartolomé Sanz, lidiándose los toros a nombre del primero.

Como podemos ver, los toros anunciados eran de inmejorable origen y de reconocido prestigio, tal y como corresponde a una plaza del fuste de la recién inaugurada Monumental de Barcelona.

Los toreros

El primer espada del cartel fue Manuel Torres Reina, Bombita Chico, hermano de Emilio y de Ricardo, que en su andadura por los ruedos, utilizaron el mismo alias taurino. Manolo Bomba era originario de Tomares, Sevilla, lugar en el que nació el 13 de marzo de 1884. Se presentó como becerrista en Sanlúcar de Barrameda el 9 de septiembre de 1898 y el 26 de junio de 1904, en la despedida de su hermano Emilio, se le permite matar el último toro de la corrida.

El 15 de septiembre de 1907 su hermano Ricardo le otorga la alternativa y se la confirmará siete días después en Madrid, con el testimonio de Regaterín, cediéndole el toro Vizcoleto, que como todos los lidiados esa tarde, fueron de las dehesas de Pablo Benjumea.

Su temporada más destacada es la del año de 1913, aquél en el que la Feria de Sevilla fue la de los dos Gallos y los dos Bombas y en ella, su labor no desmereció ante lo desarrollado por sus alternantes. A partir de aquí inicia una carrera de altibajos y sin la protección de su hermano Ricardo, decide retirarse de los ruedos el año de 1917. Muere en Valencia el 10 de octubre de 1936.

Como segundo espada de la corrida iba Agustín García – Malla Díaz, natural de Vallecas, Madrid, donde vio la luz primera el 28 de agosto de 1886. Torero de sino trágico, se presenta como novillero en su pueblo el 17 de septiembre de 1907, ya con veintiún años largos. Esta tarde recibe su bautizo de sangre, al sufrir una cornada en la boca.

El 28 de agosto de 1909 se presenta como novillero en Madrid y el valor es la nota de su actuación, lo que le vale torear otras cuatro novilladas seguidas, lidiando bichos de Miura, Aleas, Trespalacios y Surga. Vuelve a derrochar redaños y en premio, se le pone como sobresaliente en el mano a mano que sostuvieron Rodolfo Gaona y Algabeño en Madrid, lidiando toros de Vicente Martínez. Se luce en quites y se le permite matar el sobrero de la corrida.

Un desacuerdo con Indalecio Mosquera, a la sazón empresario de Madrid, le aleja de la plaza grande y por ello se ve obligado a recibir la alternativa en Carabanchel, el 27 de marzo de 1910, de manos de Lagartijillo Chico, quien le cedió el toro Mirondo, de Aleas. En esta corrida fue corneado de consideración por el segundo de su lote. Será hasta el 25 de mayo de 1911 cuando confirme su alternativa en Madrid de manos de Vicente Pastor y con el testimonio de Rafael El Gallo, dando cuenta la terna de toros de Miura.

Marcha a América en 1912 y es herido en las tres oportunidades en las que actúa en Lima. De regreso a España, vuelve a ser corneado de gravedad por un toro de Ángel Sánchez, en la plaza de Torrijos, Toledo. A causa de sus frecuentes cornadas reduce el número de sus actuaciones y se ve forzado a hacer campaña en Venezuela el año de 1919. En 1920 regresa a su patria y el 4 de julio de ese año se presenta en la plaza francesa de Lunel, para lidiar junto a José Gárate Limeño, una corrida francesa de Agustín Lescot. El quinto de la tarde, negro zaino, tomó cuatro varas y mató dos caballos. Al iniciar la faena de muleta, Malla intentó un pase por alto y el toro le prendió por el pecho, atravesándole el corazón. Llegó muerto a la enfermería.

Cossío le juzga así:


Ni fino, ni elegante, toreaba con soltura de capa; estaba oportuno en los quites; con la muleta no hacía más que defenderse y atender a cuadrar al toro para estoquearlo. Le costaba mucho igualar a los toros y con el estoque se mostraba certero y con estilo. Tenía muchas pretensiones y poco conocimiento de las reses. Su prestigio de gran estoqueador sostuvo su cartel, pero por poco tiempo, pues su mérito no fue para tanto.
En tercer lugar actuaría Isidoro Martí Flores – Ferrando, natural de Altarrasí, Valencia desde el 12 de mayo de 1884. Sus padres emigraron a Francia, lugar en el que estudió comercio antes de dedicarse a los toros.

El 6 de febrero de 1900, actúa como banderillero a las órdenes de Anastasio Escobar Juanerito en Valencia y el 12 de octubre de ese año cambia la plata por el oro, para actuar como novillero en la propia Valencia.

Madrid le recibe de luces el 15 de julio de 1906 y en ese momento se inicia una carrera ascendente que le llevará a encabezar el escalafón menor hasta el año de 1910, recibiendo el 28 de septiembre la alternativa en Sevilla, de manos de Quinito y llevando como testigo a Rafael El Gallo. El toro de la ceremonia fue Obispero, de las dehesas de don Anastasio Martín.

Los años de 1911 y 1912 hace campaña en México y al final de la temporada española de este último calendario, el 15 de septiembre, confirma su alternativa en Madrid, de manos de Rafael El Gallo. Entre 1913 y 1915 actúa poco, pero a partir de 1916 entra en la esfera de protección de Joselito y mejora el número de contratos, que vuelven a descender a la muerte del torero de Gelves.

El 26 de junio de 1921, actuará en la plaza francesa de Beziers, para lidiar toros de Alipio Pérez Tabernero. Uno de los de su lote, le infiere una cornada penetrante de tórax que le perforó un pulmón. No sana completamente de la herida, pero hace campaña americana, teniendo triunfos en Perú, Colombia y Venezuela, en cuya capital Caracas, muere el 6 de diciembre de ese año, a consecuencia de la cornada de Beziers.

José María de Cossío emite este juicio sobre Flores:


…fue un excelente torero y un estoqueador seguro, a quien no se dio la importancia que en realidad tenía. Era valiente y pundonoroso, por lo que jamás hizo un mal papel en la plaza. Modesto y serio por naturaleza, no sabía ponerse en efusivo contacto con los públicos, que atienden fríamente al final a quien no les miente una sonrisa y un valor del que a veces se carece…
El malagueño Francisco Madrid y Villatoro completa el cartel. Nació el 4 de octubre de 1889 y antes de ser torero, fue tornero y fogonero de los Ferrocarriles Andaluces.

Se viste de seda y oro por primera vez el 12 de mayo de 1911, en Guareña, Sevilla, llevando de alternante nada menos que a quien sería después El Pasmo de Triana, para lidiar novillos de Manuel Albarrán. Poco menos de un año después, el 17 de marzo de 1912, se presenta como novillero en Madrid y el 26 de mayo hará lo propio en Sevilla, para el 8 de septiembre despedirse de la afición como novillero, pues al día siguiente El Gallo, con el testimonio de Isidoro Martí Flores, le haría matador de toros al cederle el primero de los toros de Pablo Benjumea que se lidiarían esa tarde.

A partir de su alternativa y el año de 1921, promedia unas veinte corridas al año, siempre con toreros de categoría. En 1922 baja considerablemente el número de festejos en los que actúa y sintiéndose mermado de facultades, deja de torear el año siguiente y reaparecerá en los ruedos hasta el año de 1935, año en el que lidiará siete festejos, en 1936 se viste de luces solo una vez y en 1937 torea su última corrida, alternando con Cayetano Ordóñez y Vicente Barrera previo preludio ecuestre de Juan Belmonte, dando cuenta la terna de toros de Villamarta. Muere en su tierra el 29 de octubre de 1957.

Esta es la opinión que le mereció a Cossío este torero:
Paco Madrid fue un diestro venido en mala hora a los ruedos… con los bríos y la ambición de la juventud, cubrió su puesto brillantemente en los comienzos de su carrera, llegando a considerársele un nuevo Mazzantini. La comparación no era, quizá, muy descaminada, aunque si excesiva, ya que el malagueño tuvo unos comienzos rápidos y gloriosos como el guipuzcoano, y su concepto del toreo, menos inteligente y amplio, probablemente, que el de Mazzantini, tiene bastantes puntos de contacto con el de éste. De todos modos Paco Madrid merece una benévola mención en la historia del toreo, por su valentía a la hora de la verdad y por la resolución y contundencia con la que manejaba el estoque, que fue el arma con la que conquistó sus mayores triunfos.
La corrida

El periódico La Tribuna de Barcelona del propio 30 de abril de 1916, contiene la reseña de lo sucedido en los siete primeros toros. Nos indica al iniciar lo siguiente:

Que conste, antes de empezar; ocho toros son muchos toros en una sola sesión y si bien es verdad que lo que abunda no daña, puede cansar y si no es temiéndolo, me encamino hacia la plaza, donde Dios nos la depare buena.

Como la tarde es larga, el lector me dispensará de preliminares y dándole por enterado de los consabidos y sin decir más que la entrada es regular al comenzar la fiesta, he aquí como se ha ido esta desarrollando…
Y en verdad le resultaron muchos toros, pues la hora del cierre de la edición le ganó al anónimo cronista de La Tribuna y la crónica solamente alcanza a cubrir siete toros. El festejo fue accidentado. Malla y Paco Madrid pasaron por la enfermería. El primero en brazos de las asistencias y el segundo iría por su propio pie. También el banderillero Rafael sufrió una contusión que ameritó su tratamiento médico en la misma plaza. La lesión de Agustín García le fue inferida por Zagalo de Esteban Hernández, segundo de la tarde y le impidió continuar la lidia, razón por la cual, Bombita III tuvo que estoquear 4 toros esa tarde. El Heraldo de Madrid, en su edición nocturna de la misma fecha del festejo, describe así el percance:

Emocionante cogida de Malla

Segundo. - De Hernández, grande, mansote. Malla da el quiebro de rodillas con gran limpieza y ciñéndose brutalmente (Ovación.) Lancea luego con gran valentía. Alternan en los quites Malla y Flores. El primer quite Malla lo hace muy bien y lo remata ciñéndose mucho. El bicho se revuelve, cogiéndole a la altura de la faja, volteándole, metiéndole la cabeza. El diestro queda tendido en el suelo sin conocimiento. Pasa a la enfermería en brazos de las asistencias. (Emoción grande.) Los banderilleros cumplen; Bombita encuentra al toro difícil. Lo muletea con brevedad, y en cuanto iguala le da una estocada corta y baja; El toro dobla. (División.)  En la enfermería dicen que Malla sufre varetazos en la ingle y en el vientre y conmoción cerebral.
El recuento que hace Don Severo, en el número de La Lidia publicado el 8 de mayo siguiente implica el siguiente sumario:

El aburrimiento con vistas al hule.
¡Ocho toros en cada Plaza. y la mar y de sosería y mala pata!
Un estupendo cambio de rodillas de Agustín García Malla, al segundo toro lidiado en la Monumental, - un cambio de rodillas ceñido, preciso, excelente — un quite superiorísimo en una caída peligrosa al descubierto ocasionada por el quinto toro, y la forma inmejorable, de entrar a matar, cinco veces, de Paco Madrid; una faenita de Manolo Belmonte en las Arenas: el muleteo y la estocada de Blanquito al tercer novillo, en la misma Plaza; una estocada de Chanito, unos muletazos de Salvador Freg; y las faenas notables y oportunísimas de Alfredo Freg, en la brega; he aquí lo que se registró digno de anotarse en las corridas del domingo.
Lo demás...
Bueno. Yo no creo que merezca los honores de un detenido comentario, las muchas cosas regulares, medianas y malas que hicieron Manolo Bombita, Flores, Chanito, Freg. Belmonte II, Blanquito, y los numerosos picadores y peones que constituyen sus respectivas cuadrillas.
Bombita no parece de la familia. Está apático y prudente con los toros. No los domina, no los manda, un los torea. Con el primero - que era tonto de remate — y con el sexto del domingo podía haber armado una revolución. Podía haber honrado la dinastía taurina a que pertenece. Y sin embargo...
Flores es un torerito muy apañado, elegante y valiente. A Flores le he visto muy bien con los toros y he visto como se las entendía, con conocimiento y a conciencia, con toros grandes y con muchos pitones y con huesos.
Sí. Todo eso está muy bien, pero el Flores a que yo me refiero, no pareció el domingo por ninguna parte. Ni con el capote, la muleta y el estoque, vimos al bravo matador de toros Isidoro Martí Flores. ¿Que será de él?
Paco Madrid sin estar tan mal como sus compañeros, tampoco estuvo muy bien. Algo embarullado con el capote y no muy fácil con la muleta. Hay que hacer algo más amigo; que no sólo de la estocada vive el hombre. Y aun esta no siempre la da usted.
El ganado estuvo bien presentado, lo mismo el de don Esteban Hernández que el del Conde de Santa Coloma. Gordos, grandes, finos... pero con relativa bravura.
El séptimo, de Santa Coloma, fue el primero que se ha fogueado en la Plaza Monumental. Un 'honor' para el ganadero...

Como podemos ver, el festejo que anuncia el cartel no pasó de ser, discutiblemente, una medianía.

La historia tras del cartel

Esta es la historia detrás del cartel, una historia que nos muestra la grandeza de la fiesta y la tragedia que reviste. Dos de los alternantes de esta corrida fueron víctimas de los toros (Malla y Flores), lo que de alguna manera nos recuerda las palabras del Padre Cué: …el toreo es juego de tres…

También al penetrar en la información en torno al festejo, nos enteramos de que ese particular domingo, en Barcelona se dieron dos festejos y que en ambos se completó más de la mitad del aforo de las plazas. La Lidia señala que en Las Arenas, en un festejo mixto en el que se lidiaron 4 erales de Solís para Blanquito y Manolo Belmonte y 4 novillos del Duque de Tovar para Chanito y Salvador Freg se llenó el tendido de Sol y fue buena la entrada en sombra, en tanto que en la Monumental, la entrada fue mediana, lo que nos demuestra la afición, el arraigo y el interés que desde siempre hay por estas cosas en Barcelona, pese a lo que se quiera decir hoy.

También el cartel retiene una efeméride que no se quisiera recordar por algunos, la del festejo en que se fogueó el primer toro por manso en ese ruedo y fue Cabrillo, del Conde de Santa Coloma, séptimo del festejo y que correspondió a Isidoro Martí Flores.

Agradezco a mis hermanos Ricardo y Rosa María el haberme acercado a la oportunidad de repasar los hechos que dieron vida a esta tarde de toros, mismo que hoy podemos conocer, gracias al interés que han mostrado por ayudarnos a conocerla

viernes, 11 de junio de 2010

Aquí la fiesta sigue


Hoy inicia el paripé ese de la pelotita y los pies. Aquí nada más se hablará de toros. De lo otro, nada. Lo aclaro por aquello de las dudas.

La imagen que ilustra esta entrada, la tomo prestada de la bitácora boliviana La Calle.

Edito: Gracias a la generosa (como siempre) aportación de Armando Moncada, encargado del expendio de neutle La Virtud, recompongo la expresión gráfica de mi idea inicial.

lunes, 7 de junio de 2010

¡De regreso!

Hoy he recibido un correo electrónico de Carlos González Ximénez, en el que me comunica que está de nuevo en esta blogosfera taurina, tras de reacomodar sus cosas después del ataque y posterior inutilización que su anterior bitácora, Toreros Antiguos, sufriera a manos de los intolerantes que se oponen a la fiesta de los toros.

La nueva tribuna de Carlos lleva por denominación Tauropedia y allí, con seguridad, seguirá compartiendo con los aficionados a los toros y a la fotografía el gran tesoro del que es depositario, el Archivo Ragel, motivo de importantes exposiciones en fechas recientes y en el que aparte de la obra de su abuelo, Diego González Ragel, se encuentra la de Manuel Vaquero y la de Aurelio Rodero, entre otros.

¡Enhorabuena Carlos!, y gracias por compartir con nosotros el importante acervo que guardas.

domingo, 6 de junio de 2010

Efrén Adame, El Cordomex

Siempre que surge un revolucionario en el mundo de los toros, surgen al socaire del movimiento que encabeza, diversas expresiones que pretenden capitalizar la efervescencia creada. En España, acompañan a Manuel Benítez quienes toman la arista más heterodoxa de su tauromaquia, como El Platanito o incluso, quien aprovechando su relativo parecido físico con la figura – el jiennense José Sáez –, se anuncia simple y llanamente como El Otro.

México no se había de sustraer a la fiebre del momento y en plena campaña cordobesista, surge un torero que toma las maneras del fenómeno del momento y que inicia su camino por los ruedos tirándosele de espontáneo precisamente a El Cordobés, el 24 de enero de 1964 en Aguascalientes, su tierra. Me refiero a Efrén Adame (Aguascalientes, 5 de enero de 1940), quien entonces era linotipista en el diario más antiguo de su tierra y antes, había sido tahonero como toda su familia, en nuestro Barrio de Triana.

Afirma Efrén que desde 1958 inició sus pasos por los ruedos, pero es hasta ese año de 1964, que se ve que sus maneras acordobesadas pueden ser atractivo de taquilla – siempre el sino de los sucedáneos –, que comienza a ligar contratas, una de ellas, que resultaría ser un hito trascendental en la historia reciente del toreo en México, pues fue alternante de Manolo Martínez en la segunda novillada con picadores de su carrera en la plaza La Aurora, en las cercanías de la Ciudad de México.

La empatía que logra con los tendidos hace que en la temporada novilleril de 1965, actúa en siete ocasiones en la Plaza México, con saldo de una oreja cortada y dos ingresos a la enfermería, uno por haberse clavado una banderilla en un muslo y la otra, por la severa paliza que le dio uno de sus novillos.

El nuevo fenómeno es precipitado a la alternativa, misma que le es otorgada en San Luis Potosí por Manuel Capetillo, ante Jaime Rangel el 21 de noviembre de 1965, mediante la cesión del toro Tramillero de Javier Garfias. A partir de este momento, su entonces apoderado, Rafael Báez, comienza a conformarle una interesante campaña, misma que le permitiría encontrar una expresión propia como torero, lo que le daría la ocasión de permanecer una vez acabada la euforia de ese momento.

Más su sino no era permanecer al lado y con la dirección de Báez y sus actuaciones comienzan a descender a partir del año de 1968, por lo que en 1973 renuncia a la alternativa y hace una breve campaña novilleril con la idea de y volver a recibir la alternativa, misma que le otorga en Ciudad Juárez su paisano Fabián Ruiz, en presencia de Ricardo Castro, cediéndole un toro de Santa Marta, el 29 de septiembre de 1974.

Poco toreó ya Efrén con esa alternativa, recordándosele una tarde triunfal en Apatzingán, en la que mano a mano con Curro Rivera, le cortó el rabo a un toro de El Romeral o la última tarde en Aguascalientes, su tierra, cuando después de una huelga de hambre, se le programó para el 1º de mayo de 1976 y se dejó vivo uno de los de Matancillas que le tocaron en suerte.

A partir de este momento se dedicó a cultivar otra vertiente artística, la declamación de versos de García Lorca, Benítez Carrasco y Agustín Rivero, actividad que compaginó tiempo después con la formación taurina de sus hijos Efrén y Teo, que fueron novilleros con picadores con relativa fortuna y la de su sobrino, Joselito Adame, que hoy resulta a cuatro décadas de distancia, ser una de las cabezas de una interesante revolución en la torería de México. Tras de su óbito los hermanos Jorge y Gerardo Adame que también despiertan esperanza en la afición, resultan ser continuadores de esta saga familiar y sobrinos suyos.

Efrén Adame El Cordomex, falleció en Aguascalientes el 30 de enero de 2004, tras de una breve, pero dolorosa enfermedad.

domingo, 30 de mayo de 2010

Miguel Ángel

El tema de hoy no se refiere al artista del Renacimiento que es uno de los más altos referentes de la cultura universal. La única coincidencia está en el nombre y es uno de los casos que nos recuerdan que el drama de la fiesta no está sujeto a un guión escrito previamente, ni que las lesiones que sufren los diestros en el redondel son de las que se curan sin secuelas. Esta historia de un valentísimo y carismático torero mexicano del mediodía del pasado siglo, nos deja claro que los toros pueden dar dinero, posición y fama, pero también – y de eso tenemos algunos ejemplos recientes – dan graves cornadas que en determinadas circunstancias pueden terminar con la vida de quienes las reciben.

Miguel Ángel García Medrano

Fue originario de Apan, Hidalgo, donde nació el 29 de octubre de 1929. Su presentación como novillero en la Plaza México ocurre el 30 de julio de 1950 y entre ese domingo y el 22 de julio de 1951, Miguel Ángel – así se anunciaba en los carteles – entraría definitivamente en el ánimo de la afición de la capital mexicana. En esta última fecha alternaba con Julio Pérez Vito y Fernando de los Reyes El Callao y aunque la tarde fue del tlaxcalteca de la mirada triste con Cuadrillero de San Mateo, en su turno al quite con este toro, el Güero - en México llamamos güero a los rubios - realizó uno por gaoneras que terminó por definirle ante la afición de la capital mexicana. En palabras del bibliófilo Daniel Medina de la Serna:


El Güero Miguel Ángel era un desesperado en busca de gloria… o tal vez de la muerte; la aguja de su brújula no sabía marcar otro derrotero que el del ‘arrimón’ ahora sí y mañana también y a la menor oportunidad o provocación, clavaba los pies en la arena y pegaba, sin darle ninguna importancia a los pitones, sus gaoneras tremebundas. Nunca fue un torero de arte, ni de clase, pero sí un torero con emoción de alto voltaje…
Se mantuvo en el interés de la afición, aunque con pronunciados altibajos hasta el año de 1953, cuando marcha a España a hacer campaña como novillero, de la mano del Coronel Escalante, que lo puso a cargo de Domingo González Dominguín, para que lo apoderara en la península, presentándose en Las Ventas el 4 de octubre de ese calendario.

Bajo el signo de la sustitución

Algunas de las fechas señaladas de la carrera de Miguel Ángel García estarían marcadas por el signo de la sustitución. Su presentación en la Feria de Abril sevillana, el 2 de mayo de 1954 se dio por ese medio, cuando Jaime Ostos, por motivos relacionados con su servicio militar, no estuvo en posibilidad de actuar junto al lusitano Paco Mendes y Pepe Ordóñez para despachar un encierro de don Felipe Bartolomé. Así fue que Domingo González le consiguió al Güero la oportunidad de actuar en la Maestranza y de iniciar temprano y en una feria de importancia su temporada de ese año.

El primer novillo de la tarde le correspondió a Miguel Ángel y lo sucedido lo describió así Gómez Bajuelo, cronista del diario ABC de Sevilla en su edición del 4 de mayo siguiente:




El signo dramático de la Feria...

La Feria de este año ha tenido un signo dramático. Con él, más acusado aún, se cerró la novillada del domingo. Toreros de todas las categorías – matadores, banderilleros, picadores y hasta "espontáneos" – quedaron prendidos de las astas de las reses y pasaron triste y obligada visita a la enfermería. ¿Desentrenamiento, impericia, pujanza del toro en abril? Tal vez haya habido de todo un poco. Lo cierto es que el balance ha sido doloroso. Y no más en sus consecuencias, porque en Sevilla, la intervención facultativa es firme vehículo de la misericordia divina…

…Un espontáneo, en varios pases, descabaló la pureza inicial del arranque del novillo. Esto hubiera sido suficiente para que Miguel Ángel, rehusando el propósito preconcebido, se hubiera atenido a las circunstancias. Pudo más su afán valeroso. Y en terrenos del 2, sin esa soledad que fija más la atención del bicho, intentó el cambio de rodillas. Este alcanzó al espada que, entre la emoción del público, con mueca de dolor en el rostro, caminó hacia la enfermería en los diligentes brazos de las asistencias...
La cornada que recibió Miguel Ángel fue gravísima, el primer parte facultativo rendido por el doctor Leal Castaño fue el siguiente:


Fue asistido durante la lidia del primer toro, el mejicano Miguel Ángel, de una herida que le interesa la bóveda del palatino, alcanzando el peñasco, con fractura del mismo; parálisis del nervio facial y otorragia. Pronóstico: gravísimo.
Una vez que el torero fue trasladado a la clínica de Nuestra Señora de los Reyes, con el equipo adecuado, se practicaron nuevos estudios y se rindió un parte complementario, mismo que ya refleja otras lesiones que no se apreciaron en las primeras curaciones practicadas en la enfermería:


El diestro mejicano Miguel Ángel García, sufre una herida por asta de toro que interesa paladar interior y posterior y que atravesando la fosa tiroidea derecha alcanza el peñasco, fracturando la base del cráneo con parálisis del nervio facial. Gran otorragia. Pronóstico gravísimo. Durante la cura se le hizo una transfusión de sangre de 200 centímetros cúbicos.
La evolución de la recuperación del torero fue objeto de seguimiento por los diarios españoles de la época, que reproducían los partes que periódicamente remitía el equipo médico encargado de su atención. Se vio la conveniencia de hacer llegar a la madre de Miguel Ángel a acompañarle y facilitarle su restablecimiento, de lo que el semanario madrileño El Ruedo publicó un amplio reportaje gráfico y que está a la vista en la bitácora del Aula Taurina de Granada que con acierto y afición administra el buen amigo Paco Abad.

El torero se recuperó y logró tomar la alternativa al final de la temporada. Fue en Palma de Mallorca, el 26 de septiembre, cuando José María Martorell ante el testigo Victoriano Posada, le cedió a Miguel Ángel García el toro Barreto de Ramos Matías Hermanos. Ya como matador de toros, el valiente torero de Apan regresó a México. También les reenvió al reportaje gráfico de El Ruedo que obra en el Aula Taurina de Granada.

La debacle

Miguel Ángel confirmó su alternativa en la Plaza México el 16 de enero de 1955. Lo apadrinó Ricardo Balderas que le cedió al toro Trueno Verde de Torrecilla delante del cordobés José María Martorell, pero la crisis estallaría al domingo siguiente, en la confirmación de Jumillano y así lo contó en su día Pocapena en el diario Esto:


Miguel Ángel dio la vuelta al ruedo, salió a los medios a saludar y se fue a la enfermería donde los médicos que lo asistieron diagnosticaron que no estaba en condiciones físicas para seguir toreando. Al torero no le convenció la opinión de los facultativos y volvió al callejón, donde su apoderado, amigos y compañeros pudieron apreciar, por incoherencias manifiestas en su conversación, que era un disparate salir a despachar al segundo suyo, último de la corrida y el de más peso, pues dio en la romana 540 kilos…
José Octavio Cano, en el mismo diario, le dirige estas sentidas reflexiones:


Con una nerviosidad terrible he seguido las incidencias trágicas de tu negativa a dejarte sacar de la plaza porque los médicos ordenaban que tu no estabas en condiciones de poder lidiar al sexto. Y sin embargo lo hiciste…

Te impusiste al fin de cuentas sobre los gendarmes, sobre los médicos, sobre la multitud que acabó pidiendo que te fueras. Pero sigo creyendo que a pesar de todo, ni los médicos, ni la autoridad, ni nadie, debieron haberte dejado continuar. Los ruedos de las plazas de toros no deben convertirse nunca en piedra de sacrificios humanos…

Lo que me parece necesario y urgente, por razones puramente buenas, es que por este año al menos, es que te retires de los toros, Miguel Ángel. Tú necesitas rehacerte física y moralmente. Y digo moralmente, porque los pitos que has escuchado en tus dos tardes te han herido… Creo que te han hecho muy mal en traerte en estas condiciones y sobre todo en haberte lanzado a los ruedos a una lucha desigual con los hombres y con los toros.
Y es que, cuenta también Daniel Medina de la Serna, al mediar el festejo, Miguel Ángel comenzó a insistir a gritos que estaba en Sevilla y que en su siguiente toro iba a pegar un repaso a todos esos gachupines. Eso motivó que el Juez de Callejón pidiera que los médicos lo examinaran y tras hacerlo, ellos determinaron que no estaba en aptitud de continuar en la lidia. El hecho trascendió y de nuevo es el semanario de Madrid, El Ruedo, el que publica un amplio reportaje gráfico sobre el asunto, el que también pueden ver en la casa de Paco Abad.

Aún tendría arrestos para ir de nuevo a España, confirmar en Madrid el 19 de mayo de ese 1955, curiosamente entrando al cartel de nuevo por la vía de la sustitución, en este caso - paradójicamente - de Pepe Ordóñez. Esa tarde, Manolo Vázquez – que también sustituía a Antonio Ordóñez – le cedió al toro Ratonero, de Carlos Núñez, en presencia de Jumillano. Esa campaña española le redituaría un total de 6 corridas de toros.

Su tristísimo final

Miguel Ángel se mantuvo en activo hasta 1959, cuando toreó su último festejo en la Plaza México. Fue un festival a beneficio de la Unión Mexicana de Matadores, en el que alternó con los rejoneadores hermanos Ruiz Loredo, Andrés Blando, Ricardo Balderas, Pepe Luis Vázquez - mexicano - y El Callao. Los altibajos de su estado mental ya no le permitían mantener una actividad constante en los ruedos y por eso mismo, las empresas no hacían el intento de contar con él. Tras del festejo, manifestó lo siguiente al semanario capitalino Claridades:


He acostumbrado a las empresas a que me la juego cada vez que salgo y no me perdonan que alguna tarde no corte orejas… últimamente me regatean los centavos en forma que me hace pensar que ya está bien de lucha inútil y que mejor será que me retire…

Miguel Ángel García fue encontrado sin vida en una banca del Paseo de la Reforma de la Ciudad de México en septiembre de 1974. Su cadáver ingresó a la morgue como desconocido y cuando ya los estudiantes de medicina lo utilizaban para prácticas anatómicas, uno de los médicos forenses advirtió las cicatrices de las cornadas en sus muslos y le comentó a Pepe Alameda el hallazgo, quien acudió a identificarlo y permitió así que sus familiares pudieran darle la debida sepultura.

domingo, 23 de mayo de 2010

Juan Espinosa Armillita

Hoy se cumplen 46 años del fallecimiento de Juan Espinosa Armillita, el primero que como matador de toros llevara a los ruedos del mundo el sobrenombre que llenaría muchas páginas importantes de la historia del toreo. En esta fecha quiero recordarle en una tarde poco común de su paso por los ruedos, misma que paso a contarles a continuación.

Una tarde singular

La segunda corrida de la feria de Bilbao de 1933, a celebrarse el 21 de agosto de ese año, se anunció con Domingo Ortega, Maravilla y Victoriano de La Serna, para dar cuenta de un encierro de doña Carmen de Federico. Maravilla fue herido de consideración por un Pablo Romero el día anterior; La Serna mandó un certificado médico y no compareció. Armillita fue llamado a sustituir a Antonio García y se anunció al trianero Cagancho para sustituir a Victoriano, pero a la hora anunciada, Joaquín Rodríguez no llegó y el festejo se tuvo que dar como mano a mano.

La costumbre y la reglamentación exigen la presencia de un sobresaliente o espada sustituto en los festejos en los que se anuncian menos de tres espadas, para que en caso de algún percance de los diestros actuantes, éste pueda dar fin a la corrida. Ante la indisponibilidad de toreros de alternativa en la capital vizcaína en ese momento, se recurrió a Juan Espinosa, que aunque integrado a la cuadrilla de su hermano, era matador de toros, para cubrir esa vacante. Federico Morena, del diario El Heraldo de Madrid, en su edición nocturna de esa misma fecha, lo contó de esta manera:


Mal empieza la feria. En la segunda corrida de abono hay dos sustituciones; la de Maravilla, herido ayer tarde por un toro de Pablo Romero, y la de La Serna, que a última hora ha enviado un certificado facultativo. Sustituye al primero Armillita Chico y debía sustituir al segundo Cagancho; pero el gitanísimo matador estaba ayer en Almería y minutos antes de la hora anunciada para la corrida no se ha presentado. Y como dan las cuatro y media se hace el desfile, capitaneando las cuadrillas Armillita Chico y Ortega. De sobresaliente actúa Juan Espinosa, el que fue bravo matador de toros y hermano de Fermín...
En el diario madrileño Luz del día siguiente al festejo el corresponsal Cayetano lo narra así:


Cagancho, Armillita y Ortega; toros de Carmen de Federico (antes Murube). La fatalidad ha trasformado en absoluto el cartel de hoy, del que desaparece el gran aliciente del torero universitario doctor Victoriano de la Serna. Armillita sustituye a los diestros heridos, y el cartel no deja de tener interés por el mano a mano. Cagancho, que estaba anunciado, no torea, pues ha pedido la plaza de Las Arenas y un coche (¡qué exagerado!). Hoy ha amanecido lloviendo, pero cesó la lluvia y la tarde está tibia y con un deseo ligero de continuar sus humedades anteriores. En la plaza hay un lleno regular, y en el paseo se oyen aplausos a los dos matadores y al sobresaliente, el peón Armillita...
Juan y Fermín banderillearon al tercero de la tarde, luciendo Juan, según las crónicas en dos pares extraordinarios y siendo largamente ovacionado.

Así fue como por una última ocasión, Juan Espinosa Armillita, volvió a salir al ruedo con la dignidad de matador de toros. El azar del toreo (lo único seguro que hay en él, Alameda dixit), le colocó en la disyuntiva de volver a colocarse en una posición en la que dadas las circunstancias, quedaría al mando de las cuadrillas. No obstante, esta última tarde no fue así, solamente pudo parear con lucimiento y disputando las palmas a su hermano Fermín, sin tener que guardar la discreción y la eficacia de ordinario.

Algo de su vida

Nació en Saltillo, Coahuila el 26 de junio de 1905 y al influjo del ejercicio de su padre como banderillero, se inicia como novillero en 1922, logrando ser el más destacado de la promoción de 1924 en la capital mexicana.

Le cabe el honor de ser el último torero al que Rodolfo Gaona le otorga la alternativa, lo que ocurre en el viejo Toreo de la Ciudad de México, el día 30 de noviembre de 1924 ante el testimonio de Antonio Márquez. El toro de la ceremonia se llamó Costurero y fue el primero de los de Zotoluca lidiados esa tarde.

Marcha a España para hacer campaña en 1925 y recibe su alternativa española en Talavera de la Reina el 16 de mayo, de manos de Marcial Lalanda, con toros de Justo Puente, en tarde que también actuó el rejoneador Alfonso Reyes. Este doctorado lo confirmaría en Madrid el 29 de septiembre de manos de Torquito y llevando como testigo a Valencia I, mediante la cesión del toro Rebozado de José Bueno. Sumó esa campaña 8 corridas.

El ejemplar de La Lidia del 4 de enero de 1925 adelantaba el siguiente juicio sobre este torero:

…es un torero fácil y elegante con el capote, que torea y para y empapa con un temple y una suavidad maravillosos. Bravo y fuerte, se asoma al balcón con las banderillas en la mano, sabiendo componer la figura y ejecutando la muerte con un acierto lleno de facilidad y de gracia. Con la muleta domina y templa, corre la mano en los naturales, pasándose todo el toro por la cintura y ligándolos con el de pecho, y en conjunto, domina y manda hasta el supremo instante, en que entra por derecho, pincha arriba y sale limpio de la suerte…

Entre 1925 y 1932 Juan Espinosa Armillita sumó en plazas de España 93 corridas de toros, siendo los años más fructíferos los de 1926, 27 y 28, cuando sumo respectivamente 22, 22 y 16. En 1930 solamente toreó 7 y en 1932 nada más 2, por lo que en 1933 decide integrarse a la cuadrilla de su hermano Fermín, en calidad de primero, cambiando el oro por la plata y sería, junto con Zenaido su hermano, integrante de una de las mancuernas históricas en la brega y en el segundo tercio, como Blanquet y Cantimplas o Magritas y Valencia, pues como bien lo señala Mariano Alberto Rodríguez, biógrafo del Maestro Fermín:

...Juan tenía el toreo en la cabeza y fue un eficaz peón de brega. Con los toros difíciles el capote de Juan fue látigo y tralla para domeñarlos, quitarles resabios, toreando sin enseñarles malas ideas. Solía cambiar los toros de tercio con el capote a dos manos, moviéndolo rítmicamente mientras se movía hacia atrás. En el sitio en que lo quería su matador entraba el capote de Zenaido y cortaba el viaje del toro. La colocación de aquella pareja de Juan – Zenaido fue única…

Epílogo

Juan Espinosa Saucedo fue primera figura en las filas de los toreros de plata entre 1933 y 1952. Hasta 1949 militó en la cuadrilla de Fermín el Sabio y entre 1950 y 51 lo hizo en la de Silverio Pérez. El 21 de diciembre de 1952 salió a la Plaza México con Luis Miguel Dominguín y en esa tarde el toro Cañí de Rancho Seco le hirió gravemente. Esa fue la última tarde en la que Juan Armillita se vistió de luces. Así le recuerda José María de Cossío:

…toreaba muy bien con el capote y la muleta, que en sus manos era eficaz; era seguro con el estoque. Con las banderillas era notabilísimo… Entre los recuerdos salientes están muchos de los pares vistos clavar por Armillita.



Por su finura, por su elegancia, por su arte, por su exquisito gusto en los jugueteos, un tanto sobrios en la preparación; por su ejecución perfectísima, puede parangonarse con los mejores banderilleros que en el mundo han sido. No se me olvide la impresión producida en Madrid cuando por primera vez tomó los palos.

Apenas empezó a ejecutar, el público en pie, como electrizado y emocionado, le tributó una formidable ovación, que no cesó hasta la muerte del toro, sugestionado el público por la magna manera de parear y recuerdo que pidió la concurrencia que pusiera algún par más…

Es un gran peón y como banderillero de vez en cuando, sin querer, podríamos decir que contra su voluntad, muestra aquel arte inmenso, innato en él, pero claro es, ordinariamente no filigranea y el aficionado puede apenarse de esto, ya que estas galanuras las ejerce por derecho propio el matador.

Hace unos días mi amigo Martín Ruiz Gárate recordaba en su Taurofilia una sobremesa venteña con Antonio Corbacho y citaba al hoy apoderado que decía que él nunca había sido sub nada… Pues bien, aquí tienen otro ejemplo de un torero, que a pesar de haber vestido durante muchos años la plata, Juan Espinosa, Armillita tampoco fue sub de nada, ni de nadie.



viernes, 21 de mayo de 2010

¿Cuándo vuelvo a torear?

La corrida de hoy en la Plaza de Las Ventas nos presentó uno de los hechos dramáticos de la fiesta. Julio Aparicio hijo se llevó una gravísima cornada en la cara, que por su localización, de inmediato me trajo a la memoria otra, ocurrida de este lado del mar, hace algo más de medio siglo. Aquí la sufrió un torero de corte totalmente distinto al de la víctima del percance de hoy, Antonio Velázquez Corazón de León, quien a partir de un valor indómito y muchos, muchos redaños, dejó las filas de los de plata y se volvió, por derecho propio, una refulgente figura de los de oro. A riesgo de que el amigo Gustavo de Alba me acuse de memorioso, les presento lo que a Velázquez le sucedió y el paralelismo con los sucesos madrileños de este día.

La tarde del 30 de marzo de 1958, en el hoy difunto Toreo de Cuatro Caminos, se anunció una corrida de toros de Zacatepec para Antonio Velázquez, Humberto Moro y José Ramón Tirado. El toro escogido para salir al ruedo en cuarto lugar fue bautizado por don Daniel Muñoz como Escultor. Pepe Alameda recuerda de la faena a ese toro, un quite por fregolinas, al que calificó de espeluznante, porque el toro quedó crudo después de su encuentro con los montados. Yo recuerdo una escena de ese quite, reproducida en un cuadro de Pancho Flores que perpetúa el momento del cite y nos muestra a Velázquez citando con el capote plegado a la espalda y el toro arrancado hacia él, en una composición que refleja en mucho el drama de ese momento y que puede darnos una muy cercana idea de lo que sucedía en Cuatro Caminos ese Domingo de Ramos de 1958.

La necesidad del triunfo era evidente y para obtenerlo, Antonio ya conocía el medio: Había que salir a morirse, como en la corrida de la Oreja de Oro de trece años atrás, pues la historia al parecer se estaba repitiendo para él y sabedor el torero de lo que causa el estar sin torear, no quería volver a vivir las consecuencias de esa inactividad. Así pues, intenta la faena por naturales, pero al tratar de rematar uno de ellos, Escultor se le cuela y le tira un derrote seco, homicida y el pitón le penetra por el lado derecho del cuello, produciéndole a Antonio una de las cornadas más impactantes que se recuerdan. Este es el parte facultativo expedido por los Médicos de Plaza y que nos dan a conocer Ignacio Solares y Jaime Rojas Palacios:


Herida por cuerno de toro, de dos centímetros de extensión, por dieciocho de profundidad, con trayectoria ascendente en la región submaxilar derecha, que interesó planos blandos, rompiéndolos; fracturó la masa horizontal derecha del maxilar inferior derecho; perforó el piso de la boca; desgarró totalmente la lengua en tres porciones de cinco, cuatro y tres centímetros; fracturó el paladar óseo, el maxilar superior sobre la línea media del hueso etmoides, llegando al piso anterior del cráneo en su base. Esta herida es de las que ponen en peligro la vida.


Pero Antonio Velázquez no se arredró nunca ante las adversidades y cuentan sus familiares que en cuanto recuperó la conciencia tras la cirugía que le fue practicada para arrancarlo de las garras de la muerte, lo primero que preguntó por escrito fue: ¿Cuándo vuelvo a torear?

A un bravo de los ruedos, que el 22 de mayo de 1952, cautivó con sus maneras y con su valor al público de la Maestranza sevillana, cortándole las orejas a un toro de Curro Chica, en tarde que alternó con Manuel Álvarez, Andaluz y Chaves Flores; o que el 22 de junio de ese mismo año, en Las Ventas, alternando con Rafael Llorente y Juan Silveti, le cortara la oreja a uno de los toros de Juan Pedro Domecq que le tocaron en suerte, no es de los que se les sale el valor por los agujeros de las cornadas, más bien hacen el efecto del mazo sobre el hierro candente, a cada golpe se va templando… templando… templando…

Casi seis meses después volvería Velázquez a los ruedos. Reaparece en Ciudad Juárez, el 17 de agosto de 1958, alternando con quien fuera su matador en los tiempos de plata, El Soldado y El Ranchero Aguilar, para lidiar la terna toros de La Punta y en prueba del temple adquirido, les corta las orejas y el rabo a los dos toros que mató esa tarde.

Después de lo de Escultor dejará de presentarse un tiempo en la Capital mexicana, reapareciendo hasta el 10 de abril de 1960 – también Domingo de Ramos – en Cuatro Caminos, cortando una oreja en cartel que compartió con Carlos Arruza a caballo y Alfredo Leal para lidiar toros de Tequisquiapan y Santacilia, demostrando que los fantasmas de la herida estaban superados.

Antonio Velázquez, el torero que recibió la alternativa la tarde en la que Armillita escribió la obra de Clarinero y Silverio la de Tanguito, duraría en activo nueve años más. Su última presentación en la Plaza México sería para confirmarle a El Cordobés su alternativa y el 1º de mayo de 1969, en la Plaza Fermín Rivera de San Luis Potosí sería la última vez que matara un toro vestido de luces.

El 15 de octubre de ese 1969, mostraba a sus amistades la casa que logró arrancar de los morrillos de los toros – como los brillantes de El Tato – y como la obra estaba en proceso, tropezó con una varilla y cayó al vacío, logrando el piso de la calle lo que los toros no pudieron: Terminar con su vida.

Ya lo decía antes, las cornadas no se curan solas. Los Médicos y su ciencia son fundamentales en el proceso de recuperación, pero también lo es la decisión del torero. Que se recupere primero Julio Aparicio el hombre, que logrado eso, el torero volverá, seguramente.

lunes, 17 de mayo de 2010

Talavera de la Reina. La prensa regional toledana 90 años después (II/II)

Continúo con lo dejado pendiente ayer, y presento la conclusión de la revisión periodística sobre la muerte de Joselito.


En el Eco Toledano

Verde y Oro era la firma taurina de El Eco Toledano. Diario defensor de los intereses morales y materiales de Toledo y su provincia, dirigido por su propietario Antonio Garijo. Su versión de los hechos es menos prolija y más compuesta en un sentido literario. En algunos pasajes da la impresión de haber recibido la versión de algún asistente de confianza y después haber compuesto la crónica para no dejar a su diario sin la información del momento, sobre todo, cuando invoca el lugar común de la herida en la femoral como causa de la muerte del diestro de Gelves y cuando complementa su nota con datos de otros sitios, como vemos enseguida:



Muerte de Joselito, en Talavera

El lidiador más sabio y alegre que conocieron los tiempos, ha perdido ayer tarde la vida en una plaza de toros de "quinto orden", pues de otra categoría no podemos calificar la de Talavera de la Reina de nuestra provincia.

¡Pobre "Gallito"! Nos parece un sueño que haya matado un toro al que desde el año 1912, puso con su querido compañero Juan Belmonte, la Fiesta Nacional a un nivel no conocido en ninguno de los anales de la tauromaquia.


Un morlaco de la ganadería no asociado de la Sra. Viuda de don Venancio Ortega, tiró al maestro, uno de esos cornalones que llamamos "de caballo", seccionándole la femoral y produciéndole enorme destrozo en la región de los intestinos, falleciendo el gran torero, apenas llegó a la enfermería, en brazos de las asistencias.

La tragedia ocurrió cuando se hallaba pasando de muleta al quinto toro de la citada ganadería, que era gordo, astifino y largo de cuello. Parece ser que a José no le gustó el bicho desde que salió de los chiqueros y le tomó justificadas precauciones, que fueron en aumento; y al disponerse a prepararle con un pase para abrirle más de tablas y estando el espada casi materialmente metido entre los pitones con el fin de que el toro se confiara y no se le fuera, no tuvo éste más que largar el pescuezo, pegar el hachazo y quedarse con el muchacho, al que volvió a recoger del suelo.

El momento fue de inmensa emoción en el público y las cuadrillas, que con Sánchez Mejías al frente, continuaron la lidia bajo la impresión que es de suponer.

Después... ¡el horrible cuadro de dolor para todos! Joselito ya sabéis lo querido que era para los suyos y por todos los aficionados y no aficionados.

La ciencia no pudo salvar al que ya salió casi muerto del asta del toro.


En Talavera, en Toledo, en Madrid, en... toda España ha producido la fatal noticia una honda pena. ¡Un diestro de esa categoría, en sus veinticuatro años de edad; millonario e ir a morir a una plaza de un pueblo, como quien dice!

A José lo acompañaba desde a el año pasado cuando la cogida que tuvo en Madrid con aquél Benjumea, una mala estrella, hasta el punto que anteayer mismo en esta misma plaza, el último día que pisó en ella un sarraceno que le "despidió para siempre con un almohadillazo que le alcanzó la cara"... ¡Quién diría a Joselito que aquello era el fin de su historial en el ruedo de su más afecto, el de Madrid!

No acierto a escribir, queridos lectores, una sensación nerviosa me embarga desde ayer, porque para mí en la fiesta de los toros me arrastraban desde hace ocho años nada más José y Juan. Sin ellos no sabía ir a la plaza.

Ese gran carro con las "dos poderosas ruedas" que transportaba a la afición y formaba los dos bandos en que la tenía dividida, queda desecho.


La fiesta ha perdido el ciento por ciento de su entusiasmo e interés.

A las empresas les ha llegado un golpe inaguantable y los toreros han perdido al maestro de maestros.

Talavera de la Reina, nombre que ha de quedar grabado en los fastos del toreo, se ve invadida de aficionados y gentes de todas clases, altas, medias y bajas categorías que han ido a rendir el último adiós a Joselito.


Más de doscientos automóviles llegaron de Madrid. ¡De toreros no digamos nada! Su inseparable Belmonte fue presa de un fuerte síncope al saber la triste noticia y está abatidísimo.

¡Y Rafael! ¡Pobre Rafael! ¡No quería ver el cadáver cuando llegó!


"Bombita", Gaona, "Fortuna", La Rosa... ¡todos los diestros, ex diestros y admiradores que ayer estaban en Madrid, están en Talavera desde anoche.

El cuerpo de Joselito será embalsamado y transportado por ferrocarril a Sevilla, donde recibirá sepultura en el suntuoso panteón de familia, del Cementerio de San Fernando.

Descanse en Paz el torero más grande que conoció el revistero y amigo imparcial, que vierte lágrimas por su muerte.

Me llama la atención en la prolija crónica de El Castellano, que se pronuncie el nombre completo de la titular de la ganadería que lidió los toros del festejo, es decir, el de doña María Josefa Corrochano Viuda de Ortega, dejando claro su parentesco (algo que siempre escuché, pero de lo que tuve real certeza) con Gregorio Corrochano y que por la corrección política que exigió en su día el respeto al cronista más influyente de su tiempo, se dejó pasar a la historia como el de la Señora Viuda de Ortega, ocultando sus demás señas, para no avergonzar o dejar en entredicho al venerable don Gregorio.

Igualmente me llama la atención el origen de Bailaor, pues resulta ser lo que hoy conocemos como los patasblancas o encaste Vega Villar, producto de un cruce entre Veragua y Santa Coloma, aunque en sus inicios. ¿Sería que Corrochano aconsejaba a sus parientes como llevar la ganadería? ¿O sería que seguían los pasos de Pepe Vega y esta tragedia les cortó el camino? Además, leo una información que no recuerdo haber leído en ningún otro lado, el parte facultativo de la herida que le costó la vida a Joselito. Aunque lo que les presento se trata de prensa regional, contiene información que al paso del tiempo se vuelve invaluable, como podemos ver.

El reporte de la necropsia practicada al día siguiente por los médicos José Fernández Sanguino, Antonio Fernández Sanguino y Fermín Muñoz Urra, refiere lo siguiente:


En la inspección exterior, una herida de forma circular, de siete centímetros de diámetro, en la región hipogástrica derecha. En la cavidad abdominal, perforación de peritoneo y rotura de tres asas intestinales. Desgarro de la aorta descendente a nivel del cuerpo de la segunda vértebra lumbar. Hemorragia interna, producida por la herida arterial, mortal en pocos minutos y sin posibilidad de ninguna intervención científica.

De manera tal que queda confirmado el parte facultativo que se contiene en la relación de El Castellano y la necesaria mortalidad de la cornada que Bailaor infirió al considerado el más poderoso de los toreros.




Los infaltables

En la edición de El Castellano del día 18 de mayo de 1920, en su primera plana (la noticia de la muerte de José en Talavera se dejó para la tercera), quien firmó como Estebanillo González alza su voz y a partir de la reciente muerte de Joselito en Talavera, encuentra una razón para pedir la abolición de la fiesta de los toros. Su arenga de ocasión es la siguiente:



No incurriremos en la vulgaridad de hablar contra las corridas de toros en nombre de la civilización, ni menos vituperaremos a nuestra patria por no haber sabido "europeizarse", como por ahí dicen algunos ignorantes.

Entre el repugnante boxeo que tanto interés despierta entre ingleses y yanquis y las corridas de toros, preferimos éstas cincuenta veces, por ser menos crueles, por haber en ellas más arte y sobre todo, por ser algo nacional.

Pero aún llevando hasta el extremo nuestra benevolencia, tampoco podemos admitir que las corridas de toros sean precisamente una escuela de ahorro y de cultura. De esto se ha dicho ya tanto, que sería superfluo añadir nuevas consideraciones.

También en nombre de la Agricultura nacional y en nombre de la Sociología se ha pedido la supresión de las corridas de toros, pues grandes dehesas que ahora se dedican a la cría de reses de lidia podrían ser cultivadas provechosamente y dar empleo y sustento a centenares de familias; razón que no deja de tener peso en la actual crisis de subsistencias.

Valgan lo que valiesen estas razones, decimos que nunca se presentará ocasión más propicia para prohibir las corridas de toros.

Ha perdido la vida un torero que por su habilidad, por su juventud y por sus cualidades personales gozaba en toda España de las simpatías aún de aquellos que no son aficionados a las corridas de toros.

La prohibición de las corridas sería un funeral espléndido a la memoria de Joselito. Después de él, nadie.

Nosotros propondríamos que por suscripción nacional se erigiese un gran monumento al gran torero muerto en Talavera. Podría ser un monumento alegórico a esa que ha dado en llamarse fiesta nacional y para el cual sobrarían motivos ornamentales en la historia de la tauromaquia. En ese monumento podrían inmortalizarse las grandes eminencias en el arte de Cúchares.

Y cuando estuviese erigido el monumento, propondríamos también que las cortes publicasen una ley con estos dos únicos artículos:

1o Para satisfacción y consuelo de los aficionados, se permite celebrar una última corrida en cada plaza.

2o Una vez celebrada esta corrida "de consolación", se derribarán todas las plazas que no puedan aplicarse para otros usos y quedarán prohibidas para siempre las corridas de toros.

Más difícil que esto era la prohibición de las bebidas alcohólicas y ha bastado la voluntad de Wilson para lograrlo.

España debería gratitud al hombre público que lo intentase.

Concluyendo

Así es como se vio en la cercanía del tiempo y del espacio la muerte de Joselito. No son los renombrados escritores, ni las tribunas de importancia las que transmiten la información, pero como decía al inicio, tiene el valor agregado de que se publicó de inmediato, fijándola para la posteridad y dejando claros algunos datos que la historia oficial a veces oculta o pasa por alto.

Espero que estos puntos de vista, poco leídos, estudiados y dados a conocer, les hayan resultado de interés.

Aldeanos