domingo, 21 de diciembre de 2008

21/XII/1908. Llega a Piedras Negras la simiente de Salitllo

Hoy 21 de diciembre se cumple un siglo de que la sangre saltilla se estableciera definitivamente en el campo bravo tlaxcalteca. Si bien desde 1874 los señores González Muñoz y González Pavón se decidieron por la crianza del ganado de lidia, la base genética de la que partieron fue influenciada primeramente por la existencia nacional y así lo demuestra el comienzo con el ganado de Atenco, adquirido a los señores Barbabosa y los posteriores agregados que hicieron de toros padres de Miura, Murube y Pablo Benjumea, siendo predominantes las dos líneas genéticas mencionadas primero, pues entre 1896 y 1906 se agregan 6 toros de procedencia Murube y 3 de Eduardo Ybarra y 6 de Miura.

Aparte de esa simiente predominante, los primos González Muñoz y González Pavón trajeron para sus ganaderías de Tepeyahualco, Piedras Negras y Coaxamaluca, una par de sementales de procedencia lesaqueña, uno de Saltillo y el otro de Pérez de la Concha y que una vez analizado el producto de la cruza con los ganados que ya tenían una bien lograda fama en el ambiente taurino mexicano, quizás comenzó a sembrar en los señores de Piedras Negras y Tepeyahualco la idea de enfocar genéticamente su ganadería hacia lo del Marqués del Saltillo. Considero importante resaltar que este hecho que ocurrió en 1889.

En 1904, José María González Pavón, por conducto del diestro Francisco Bonal Bonarillo y Alberto Parrés, inicia los tratos para traer a México vacas y toros del Marqués del Saltillo, pero ya no vería la llegada de esa simiente que sería el punto de inflexión en la historia de esta casa ganadera, pues es este el año de su fallecimiento.

Sus herederos continuarían con la ganadería hasta 1907 e incluso recibirían las 12 vacas y 4 toros de Saltillo, pero la muerte de Antonio Montes causada por Matajacas, en la antigua Plaza México de la Calzada de la Piedad, el 13 de enero de 1907, les hizo vender la ganadería, víctimas del descrédito social que tal hecho les causó. El nuevo adquirente fue don Manuel Fernández del Castillo y Mier, que pronto la trasladó a la Hacienda de la Concepción en el Estado de México.

Poco duraría en la propiedad de Fernández la vacada, pues en el año de 1908, apremiado por las deudas que le causó su participación en la construcción de la plaza de toros El Toreo se vio en la necesidad de venderla, adquiriéndola los hermanos Carlos, Lubín y Romárico González Muñoz y su cuñado Aurelio Carvajal. Entre el ganado readquirido, venían las diez vacas y los cuatro toros de Saltillo, que se agregarían a los hierros familiares de Piedras Negras, Coaxamaluca, La Laguna y a Zotoluca, que ocuparía el lugar de Tepeyahualco y usaría como hasta la fecha, su hierro.

La historia ganadera de la familia González giró ciento ochenta grados con la recompra de Tepeyahualco, pues es a partir de allí que se define una línea genética en la crianza del ganado de lidia que mantendrá el renombre de la familia en el ámbito ganadero nacional y además, adaptará al toro de Tlaxcala a los cambios que la lidia iba presentando en el devenir de los tiempos.

El centro de gravedad de las cuatro ganaderías sería la finca madre, Piedras Negras, que proveería a las demás de la simiente necesaria para mantener las cotas de calidad necesarias para representar un símbolo de garantía en todas las plazas mexicanas, pero la sangre pura estaría allí, como una fuente de reserva, accesible a todos los hierros familiares.

Lo que llegó de Saltillo

El ganado llegado en 1907 para Tepeyahualco y que resulta ser la base de la actual Piedras Negras fueron cuatro toros de nombres Tinajito número 58, negro entrepelado bragado; Tabaquero número 61, negro lucero; Barrileto, que fue lidiado en El Toreo de la Condesa el mismo año de su llegada y Lucerito, que no aparece en los libros de la ganadería.

Las vacas fueron: Garbosa número 423, cárdena clara; Campanera número 523, cárdena oscura bragada; Conductora número 544, negra entrepelada bragada; Cantarera número 548, chorreada bragada; Carriona número 554, negra entrepelada bragada; Recobera número 564, chorreada bragada; Andaluza número 566, cárdena clara; Fantasía número 583, cárdena clara; Murciana número 586, chorreada bragada y Trianera número 587, cárdena caribella.

Aquí resulta interesante destacar una cuestión, la Recobera número 564, la Andaluza número 566, y la Trianera número 587 son tres nombres que también venían dentro del ganado que importaron don Antonio y don Julián Llaguno para San Mateo, dos con las vacas y uno con un toro semental (el Trianero) que tiene una función aún no esclarecida en la historia de la ganadería zacatecana. La diferencia se dará, en el antecedente de mezcla para extender esa base hispana y en la cantidad de sementales españoles, que en el caso de los González ya vimos que fueron dos, más el Fantasío, engendrado en España, pero nacido en México de la vaca Fantasía y que es, al final de cuentas, el definidor de la ganadería.

Así pues, este 21 de diciembre se cumple un siglo de la llegada de la base saltilla definitiva de la ganadería de lidia en Tlaxcala, que es una de las cuatro columnas fundamentales de la cabaña brava mexicana y que hoy, tras de una gran problemática causada por el manejo de las cosas del campo y de la tenencia de la tierra en estos pagos, parece que vuelve por sus fueros, recuperando el sitio de privilegio que por su origen le corresponde.



sábado, 20 de diciembre de 2008

20/XII/1953. Reaparece Armillita. Se presenta Antoñete


Armillita en su despedida en 1949

El 3 de abril de 1949 Fermín Espinosa Saucedo se despedía de la fiesta como torero activo en la plaza México y el último toro que allí mató entendía por Urraco y fue negro como todos los de La Punta. Después de sufrir una serie de desventuras personales, el Maestro de Saltillo decide volver a los ruedos y lo hace en la Plaza San Marcos de Aguascalientes, lugar en el que está avecindado, escogiendo como fecha para el acontecimiento el 20 de diciembre de 1953.


El acontecimiento para esa tarde era la vuelta a los ruedos de quien, con poco margen para la discusión, es el mejor torero que ha dado México. La otra novedad era la presentación de un joven diestro madrileño, Antonio Chenel Antoñete, al que curiosamente se le anuncia en segundo término, no obstante que apenas en marzo de ese año había tomado la alternativa, dejando al final a quien por antigüedad correspondía ser el segundo espada, a Alfonso Ramírez Calesero. Destaca también a mi juicio, que se anotara en los medios que los toros de Xajay que se lidiarían esa tarde, fueron escogidos por el propio Armillita. En resumen, se invitaba a la afición a un acontecimiento que prometía ser memorable, ofreciéndole dentro de lo posible, todas las garantías de que sería exitoso.

El anuncio de la reaparición de
Armillita y la presentación de Antoñete

Unos días antes, el miércoles 16 de diciembre para ser precisos, Armillita mató un toro en su finca de Chichimeco a manera de preparación. La prensa del momento consignaba que habían transcurrido cuatro años sin que el Maestro de Saltillo hubiera enfrentado un astado y que el Gobernador del Estado asistiría al evento. También señalaba que para la corrida, Fermín estrenaría un vestido color corinto bordado en seda blanca, confeccionado por un sastre mexicano.


Al final, la jornada preparatoria culminó con la tienta de tres machos para sementales y el toro estoqueado por el torero que volvía a los ruedos. La jornada fue todo un acontecimiento social y contó con la participación además de los alternantes del festejo del siguiente domingo – Calesero y Antoñete –, quienes se prepararon también para el compromiso.

Antoñete era nuevo en esta plaza. Había confirmado su alternativa en la Plaza México, cuando Manuel Capetillo le cedió al toro Cómico, de San Mateo, en presencia de Juan Silveti, el 22 de noviembre anterior y dos domingos antes había sido testigo de la confirmación de Calerito, en cartel que conformó con Rafael Rodríguez y Jorge El Ranchero Aguilar en la lidia de toros de Rancho Seco, produciéndose una gran entrada.

Antoñete en la Plaza México en 1953

Sin duda que el interés por ver la reaparición del Maestro Armillita era grande, pero la presentación del joven madrileño y la siempre agradable presencia de uno de los consentidos de la afición local eran atractivos adicionales al cartel, que lo redondearon y aseguraron el lleno.


¿Qué pasó en la corrida? Don Jesús Gómez Medina, decano de la crónica taurina en Aguascalientes y muy posiblemente en México, nos refiere que la corrida fue mansa, que la expectación se convirtió en decepción y que Antoñete al final fue el mejor librado de la tercia. Así lo escribió en El Sol del Centro del 21 de diciembre de 1953:


Un preámbulo impregnado de brillantez y emotividad parecía presagiar un festejo saturado de emociones. Más ¡ay! Que el aficionado propuso y los toros (¿?) de Xajay lo dispusieron de distinta forma; en el transcurso de la corrida, tan solo esporádicamente resurgió el esplendor de aquellos minutos iniciales. Tal es la síntesis de la corrida en la que Armillita efectuaba su reaparición en los ruedos…

Fue Antoñete el mejor librado de la tercia… con la muleta, Antonio Chenel logró arrancar las más cálidas ovaciones de la jornada. El de la villa del Oso y el Madroño, amén de quedarse quieto con sobra de decisión… esplendió el ritmo y la longitud y el mando que el chaval imprimió a sus derechazos y naturales. El de Xajay, ciertamente fue el menos malo del mansurrón encierro enviado por los señores Guerrero; más es también cierto que Antonio Chenel supo extraer de sus relativas bondades el mayor partido posible.Al tercero lo exterminó con media en lo alto que hizo pupa. Ovación, oreja y vuelta al ruedo. Al sexto, con un espadazo contrario ejecutado en buena forma y descabello al tercer golpe. Para él fueron los postreros aplausos de la tarde…



No obstante la buena actuación de Antoñete, nunca le volvimos a ver por Aguascalientes… bueno, queda un hecho que ingresar a los anales de la picaresca de la fiesta. Rafael González, el inefable Chavola, se organizó un festival homenaje – beneficio para el 5 de diciembre de 1998, en el que anunció entre otros a Antoñete y a Enrique Ponce. Al final ni el madrileño ni el valenciano estuvieron por Aguascalientes, con diversas explicaciones que no alcanzaron a entrar en los terrenos de la lógica.


Total, que Antoñete se quedó anunciado para reaparecer 45 años después de su presentación en estas tierras, como lo consigna el cartel alusivo a la ocasión. Yo devolví mi entrada, pero me quedé con el programa… y con las ganas de verle por aquí…

viernes, 19 de diciembre de 2008

El Volcán de Aguascalientes, a 60 años de su alternativa

Hoy se cumplen sesenta años de que recibiera la alternativa Rafael Rodríguez El Volcán de Aguascalientes. Hoy quiero, en recuerdo de este importante sostén de la historia taurina mexicana, presentar una serie de reflexiones que hizo en una conferencia – si los recuerdos no me traicionan, la última que pronunció en Aguascalientes – el 22 de abril de 1992, sobre diversos tópicos de la fiesta que tanto amó, por lo que recurro a las notas tomadas en aquella fecha, mismas que someto a su consideración:

Sobre la afición

El aficionado es un comprador de ilusiones. Esa gran afición que sabe llenar los tendidos representa una responsabilidad, hay que cumplirle en una forma real, verdadera, transparente, no se le puede defraudar ya que ésta es quien da el sí. Esto debemos llevarlo siempre en la mente.


El toro y el ganadero

El hombre de campo se decide a formar una ganadería en la que pone todas sus ilusiones, todo su empeño y el más grande de todos sus deseos para criar una vacada que llegue a ser relevante en la fiesta de los toros y sea capaz de propiciar los éxitos anhelados.

El toro es una de las figuras más hermosas que se pueden encontrar dentro del mundo animal. Es necesario conocerlo con toda su grandeza, pujanza, fuerza y vigor, en el campo como dueño y señor de su hábitat común, celoso de él mismo, buscando siempre la superioridad. Me parece observarlo altivo, ofreciendo el pecho y enfrentándose a cualquier intruso. Pienso: Toro que vas por el campo en la noche de luz blanca, buscando peleas de muerte por la supremacía de tu raza…


El triunfo

El triunfo sí, pero es más hermoso disfrutar de la gloria excelsa donde se van diluyendo todos los sentidos de la plaza de toros. Parece que se viaja a un espacio etéreo donde no existe nada ni nadie. Únicamente toro y torero girando en el centro del arco iris que forman los rizos de papel picado de las banderillas, la sangre del toro y el alma del matador entregado. Por eso se juegan la vida los toreros. Por eso, bien vale la pena si así Dios lo quisiera, perder la vida.


El adiós

Cuando crucé por última vez la puerta de una plaza de toros hacia la calle, era otro totalmente. ¿Dónde iba a quedar mi traje de luceros. ¿Dónde las ilusiones? ¿Quién era yo? ¿Un desempleado? ¿Qué sabía yo hacer? o ¿Qué podía yo hacer? ¿Qué compromisos tenía con la vida y con la sociedad?

Hoy mi vida transcurre lenta y suave como agua que recorre el arroyuelo y de su cristalino recorrer emanan, viven y afloran los recuerdos. Recuerdos de existencia placentera. Recuerdos de gloria y de sonetos. A sus aguas se asoman las estrellas, quiebran su luz hasta llegar al lecho de aquél arroyuelo que retrata la digna majestad del toro negro. Diamantino fulgor sobre sus astas; amplio, severo y arrogante el pecho. Suave su paso sobre la campiña, hondo bramar de su paso lento. ¡Cuán lejos de has ido de mi vida! ¡Cuánto te añoro aún, cuánto te quiero! No importan mis carnes desgarradas, ni mi sangre regada sobre el ruedo, ni tampoco las tardes de desdicha, ni tristeza que hiera mi recuerdo.

¡Cuán lejos te apartas día tras día, mas no se vivir sin ti!... ¡Sé que no puedo!



Mi visión acerca del hombre

Rafael Rodríguez Domínguez contrajo matrimonio con la señora María Teresa Arellano Madrazo y en su unión procrearon a Rafael (+), María Teresa, Nicolás, Lorena y Sara María, quienes como el torero, viven y desarrollan sus actividades en Aguascalientes. Por otra parte, Rafael Rodríguez, al retirarse de los redondeles, se distinguió por su carácter emprendedor y es reconocido como uno de los introductores de nuevas tecnologías y sistemas productivos en la vitivinicultura y en la crianza de ganado Aberdeen Angus de alto registro.

En reconocimiento a sus méritos tanto dentro de los ruedos, como con relación al desarrollo económico de su tierra, una de las calles aledañas a la Plaza de Toros Monumental lleva su nombre desde el año de 1979, nombre que fue impuesto por el Cabildo del H. Ayuntamiento de Aguascalientes y el 25 de abril de 1996, se develó en su honor una monumental escultura en la Expoplaza de la ciudad de Aguascalientes, obra del artista michoacano, otrora novillero, José Luis Padilla Retana El Seminarista.

Más allá de la arista humana, no va de más reiterar que es precisamente Rafael Rodríguez el torero que más rabos ha cortado en la Plaza México con un total de once, los de Panadero de Pastejé, Palomo y Bolchevique de Zotoluca, Chupa Flor de Zacatepec y Toledano de Coaxamaluca cuando novillero y los de Collarín de Coaxamaluca, Visitón de La Punta, Lagartijo y Cordobés de Zotoluca, Churumbelo de Torrecilla y Morcillero de Piedras Negras a partir de su alternativa y que es también el primer torero mexicano que ha cortado una oreja en una feria de San Isidro, la de Guitarrero de don Felipe Bartolomé, el 16 de mayo de 1951, la tarde de su confirmación de alternativa en Las Ventas.

Hoy le recuerdo en una de las importantes efemérides de su historia personal, pero además, en lo que representa en una importante medida también, el nacimiento de la Edad de Plata del Toreo en México, un tema del que espero ocuparme más adelante.

martes, 16 de diciembre de 2008

El toro de Palha de los Llaguno

Ya había publicado en otro tiempo y lugar otra versión de este trabajo, pero no he dejado de seguir buscando datos a propósito del tema y es ahora que me he topado – no puedo describirlo de otra manera – con información que nos lleva hasta el año de 1887, donde en la Plaza de Toros de San Rafael de la capital mexicana (Semanario La Banderilla números 3, 4 y 5 correspondientes a los días 27 de noviembre y 4 y 11 de diciembre de 1887), se lidiaban toros de la Hacienda de San Mateo del Estado de Zacatecas, apenas 17 años después de que la familia Llaguno la adquiriera de los sucesores de el último Conde de San Mateo y Valparaíso, don Juan Nepomuceno Moncada Berrio y de la Campa y Cos. Esa circunstancia hace todavía más interesante la presencia del toro de Palha que Bombita obsequiara a los hermanos Antonio y Julián Llaguno en 1907, como cimiento de la fundación y mejora de la base genética de esta ganadería madre de la cabaña brava mexicana.

El asunto que nos ocupa

En este año en que se cumplió el primer centenario de la llegada a Zacatecas del ganado español de Saltillo y que marca en cierta manera, la revolución de la fiesta de los toros en México – se suma al fasto el centenario también de la alternativa de don Rodolfo Gaona –, quiero apuntar lo que considero una teoría personal sobre un aspecto del origen de San Mateo, hoy por hoy básicamente la ganadería madre de toda la cabaña brava mexicana.

Trataré de explicar de una manera breve y espero que entendible, en lo que consiste esa teoría, que gira alrededor de un toro portugués de Palha, sobrero de una corrida que se lidió en la ciudad de México y obsequiado por Ricardo Torres Bombita, a los hermanos Antonio y Julián Llaguno.

La corrida de la que provino el toro de don José Palha Blanco, se celebró el 17 de febrero de 1907 en la antigua Plaza México y fue la 17ª de esa temporada. Los espadas actuantes fueron Antonio Fuentes y el ya mencionado diestro de Tomares, que enfrentaron a dos toros nacionales de San Diego de los Padres y a cuatro lusitanos del origen que da título a este trabajo.

En la información sobre el festejo, que me ha sido proporcionada gentilmente por don Heriberto Lanfranchi, resulta que sobresalió el quinto de la tarde, un arrogantísimo cárdeno que fue bravo y noble y tomó seis varas recargando, causando cinco tumbos y matando un caballo. Correspondió al elegantísimo Antonio Fuentes, que lo mató bien.

Es un hecho notorio, que los hermanos Llaguno fundaron un encaste particular a partir de una reducida base de ganado comprado al Marqués del Saltillo. En 1908, adquirieron dos machos, el número 10 negro zaino, de nombre Conejo, con nota de tienta superior y el número 59, llamado Trianero, cárdeno oscuro, muy bueno en el tentadero. Cabe señalar que este último toro, aparentemente nunca padreó en San Mateo, pues existen notas de que fue vendido a don Benjamín Gómez Gordoa, ganadero de Malpaso, pero luego, existen otros documentos que lo ubican años después en la posesión de don Antonio y don Julián.

Las vacas fueron la Lebrijana, número 7; la Recobera, número 40; la Vidriera, número 11; la Zapita, número 6; la Gandinguera, número 42 y la Platillera, número 39. La Gandinguera y la Platillera fueron las únicas que tuvieron familias extensas; la Lebrijana y la Recobera se extinguieron casi al llegar a México y la Vidriera aportó uno de los toros padres que hicieron prácticamente la ganadería.

En 1911, don Antonio Llaguno acude personalmente a Sevilla a adquirir una segunda piara de vacas, pues la compra anterior la hizo por intermedio de su amigo Bombita y trajo para sus potreros de Pozo Hondo a la Cominita, número 66; Guantera, número 93; Campanera, número 141; Andaluza, número 148; Pardita, número 150; Remolona, número 154; Zorrilla, número 159; Cumplida, número 161; Vencedora, número 168 y Coquinera, número 172.

Esa base se continuó en mayor medida por parte de la Cumplida y la Vencedora, que fueron las que mayor progenie dejaron, aunque la calidad se decantó por el lado de la Pardita y la Guantera y en las ganaderías que tienen líneas puras de lo de San Mateo aún se encuentran ejemplares que llevan estos nombres.

México se convulsionó con una guerra civil que tuvo principalmente como origen la lucha por la tenencia de la tierra y se desarrolló entre 1910 y 1917 en su etapa armada más cruenta. Concluyó con la promulgación de la Constitución Política que mutatis mutandis sigue vigente en estos días – ha sufrido muchas reformas a la fecha – y con una Reforma Agraria que estableció límites a la propiedad rural. Algunos de los escenarios más cruentos de esa guerra civil fueron precisamente las grandes extensiones en las que se criaba ganado de cualquier tipo, estando en peligro la vida del ganadero y del ganado.

Como todos los conflictos fratricidas, las heridas que se causan tardan mucho tiempo en cerrar y a veces no cierran nunca. Por eso, los señores de San Mateo movieron de sus tierras de Zacatecas a unos cercados que en ese tiempo estaban en las cercanías de la ciudad de México, en los parajes conocidos como Sotelo y Taxqueña, la base de su ganadería. Se han tejido leyendas de que don Antonio protegió su simiente española en las habitaciones de su casa de la colonia Santa María la Ribera, pero su propia familia se ha encargado de desmentir eso. Los toros pastaban en Sotelo y Taxqueña, lugares que después utilizaron durante años para aclimatar las corridas que lidiarían en la Capital de la República, después de la Revolución.

Es sabido también que la base de Saltillo sirvió para fundirla con el ganado nacional que los Llaguno tuvieron seleccionado desde finales del Siglo XIX y a partir de reiteradas cruzas, ir fijando los caracteres que los ganaderos pretendían, eliminando por absorción, los correspondientes al ganado criollo que sirvió nada más como base de expansión.

Es aquí donde comienza el juego del toro de Palha, que fue obsequiado por Ricardo Torres Reina a los hermanos Llaguno en 1907, tras de que el día de Navidad del año anterior, matara la primera corrida anunciada a nombre de San Mateo en la Plaza de Toros San Marcos de Aguascalientes, compuesta por ganado criollo seleccionado para la ocasión. El toro portugués, de indudable procedencia vazqueña, sirvió como raceador en Pozo Hondo. Quizás no daría las características que los ganaderos pretendían, pero agregaría un porcentaje de sangre brava de origen conocido a sus reses, lo que en el inicio, no tenían.

Cuando al año siguiente llegan los primeros ganados de Saltillo, era necesario reproducirlos en pureza, pero también mezclarlos con lo nacional y abrir en cuanto fuera posible, alguna otra línea genética que permitiera opciones a los ganaderos, dada la base de sangre tan limitada con la que contaban. De allí que se conservara al toro de Palha, aún con la nueva adquisición.

En 1912, cuando el conflicto revolucionario cobraba intensidad, los Llaguno trasladan de Zacatecas a Sotelo entre otros haberes, 136 vacas de San Mateo, 108 novillos, el toro de Palha y el toro Trianero de Saltillo, según remisión hecha el 9 de noviembre de 1912 por el administrador de los ganaderos Manuel J. Varela. Me llaman particularmente la atención estos dos últimos toros padres, pues cualquiera pensaría que habiéndose decantado por la base de Saltillo, el toro portugués dejaría de tener utilidad y por el Trianero, si en 1908 se le vendió a don Benjamín Gómez Gordoa, ¿qué hacía en San Mateo?

El toro de Palha me lo explico en el sentido de que tenía que seguir cubriendo vacas mansas para dejar hijas de media casta que pudieran ser cubiertas por los toros de pura sangre saltilla. Y del Trianero, los dos recientes cronistas de la gran obra de don Antonio Llaguno, la de Luis Niño de Rivera y el bibliófilo José Antonio Villanueva Lagar, ninguna mención hacen a su presencia genética en los libros de San Mateo, que tuvieron a la vista para escribir sus obras. ¿Sería su función la misma que la del toro portugués? Seguramente.

Así pues y vistas las evidencias de la historia, considero que el toro de Palha resulta ser un importante gozne en la historia de San Mateo, pues en torno a ellos gira la pervivencia del encaste que le es mayoritario, al aportar – lo asumo, pues no encuentro otra razón lógica para conservarlo en esas condiciones – a las madres que darían lugar a un nuevo encaste que es el mayoritario y singular en la cabaña brava mexicana.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Toros y Toreros, más allá de lo cotidiano

Esta noche se cumple el aniversario número 36 del programa de televisión Toros y Toreros que en el canal de televisión del Instituto Politécnico Nacional (IPN) conduce y dirige don Julio Téllez García, académico, investigador y funcionario de esa Institución de Educación Superior.

Ya en su entrada al octavo lustro, no va de más recordar que la emisión semanal se consolida gracias a la participación de diversos personajes del medio periodístico taurino y cultural, como Luis Carbajo, José Luis Carazo Arenero, Paco Terán, Marysol Fragoso, Luis Ramón Carazo Preciado, Pepe Alameda, Humberto Ávila, Armando Rosales El Saltillense, José Mata y Juan Manuel González Camarena entre los que ahora me llegan a la memoria, que con sus aportaciones, algunas marcadas por temporadas muy definidas y otras más esporádicas, pero no por ello carentes de sustancia, nos han dado lo que hoy resulta ser el programa de televisión dedicado a los toros de mayor antigüedad en este planeta.

Podría pensarse que la finalidad de Toros y Toreros es fundamentalmente noticiosa, pero creo que esta arista de su devenir, sin despreciar su riqueza, sobre todo en lo que a las imágenes se refiere, es quizás la menos trascendente, porque Toros y Toreros ha servido para impulsar la inagotable vertiente cultural del toreo en muchas de sus manifestaciones y es don Julio Téllez quien ha sabido adaptar la inmediatez de lo televisivo, con la permanencia de las demás expresiones que enriquecen a la fiesta.

Creo que vale recordar aquí que es obra de Julio Téllez y logro de Toros y Toreros, por ejemplo, el rescate y restauración (2001) de la única copia existente de la película ¡Viva Madrid, que es mi pueblo!, realizada en 1928 y dirigida por Fernando Delgado, en la que se fijan interesantes escenas captadas en la ganadería de los Sánchez de Terrones y la faena de Marcial Lalanda al toro Pañofino, de María Matea Montalvo en la vieja Plaza de Madrid. Esta copia única la donó a la filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México y promovió su estreno en Madrid, donde al parecer, nunca fue vista. Acerca de esto nos cuenta como llegó a su poder esta cinta:

…un par de señores con sus copas encima – uno de ellos era sobrino del señor Berrinches, un gran picador de toros que estuvo de moda por los años 30 y 40 – me dijeron que me la querían vender, les dije que me la llevaran, me la entregaron de inmediato y voy viendo que era la película ¡Viva Madrid, que es mi pueblo!. Tenía antecedentes de la cinta, ya que platicando con Pepe Alameda – gran amigo mío, ya fallecido – me decía: ‘…busque Usted una película que se llama ¡Viva Madrid, que es mi pueblo!’. La película, con sus rollos intactos, estuvo embodegada desde los años 1928 – 1929, cuando llegó a México. Nunca la abrieron. Estaba en perfectas condiciones. Me la vendieron barata, no se en cuanto, pero supongo que muy barata, porque se las pude pagar…


Otro hito importante es su aportación a la difusión de la obra de diversos artistas.Por ejemplo, conjuntamente con la señora Briguita Anguiano y el IPN logra la publicación del libro Raúl Anguiano. Sentir y ver los toros, en el que gráficamente y con pocos textos, presenta una extraordinaria selección de la obra del universal pintor tapatío, que logró una producción personal dedicada al tema de la fiesta que excede la idea de la alegoría o del cartel, con muchas piezas que reflejan una profunda sensibilidad y afición por la forma en la que los captó.

Otras cuestiones literarias son el libro Alfonso Ramírez El Calesero. El Poeta del Toreo, en el que participó activamente dentro del proyecto de realización junto con un interesante equipo de trabajo y el libro Un documento taurino de 1766. Interpretación histórica y reproducción facsimilar, obra esta última en la que apoyó la labor investigadora de José Francisco Coello Ugalde, para la presentación de un importante antecedente histórico del desarrollo de las cosas de los toros en México.

También vale destacar aquí su impulso a colecciones videográficas como La Pasión por los Toros o los Tesoros de la Filmoteca de la UNAM, obras en las que se involucró en su desarrollo y hasta compartió su extensa filmoteca particular en un afán de difundir la grandeza del toreo.

Así pues, podemos ver que si bien Toros y Toreros nace hace 36 años para darnos a conocer lo que pasó en la corrida del domingo anterior (10 de diciembre de 1972), los logros que ha obtenido trascienden el mero dar a conocer la corrida de ayer, lo que se ha tratado en estas algo más de tres décadas y media, es el resaltar la importante carga cultural y de tradiciones que tiene la fiesta, aunque algunos se preocupen por negarla.

En el año 2002, después de 30 años de emisiones don Julio anunciaba la salida del aire del programa. Afortunadamente él y las autoridades del Canal 11 enmendaron y el programa sigue, espero que haya sido por la comprensión de que la trascendencia de la obra que ha surgido en torno a él y no solamente por el espacio meramente informativo que llena.

¡Enhorabuena Maestro Téllez!

Post – Scriptum: El libro Alfonso Ramírez El Calesero. El Poeta del Toreo, puede ser obtenido en formato PDF a través de la Internet, utilizando la liga inserta en el título.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Alfa y Omega

En México es aún 3 de diciembre y en este año se cumple el 41º aniversario del épico encuentro entre Manuel Capetillo y Manolo Martínez ante toros de San Miguel de Mimiahuápam en El Toreo de Cuatro Caminos, encuentro que vino a señalar el devenir de la fiesta mexicana por las dos décadas siguientes y a marcar el final de una era iniciada precisamente dos décadas antes.

Al vestirse para esa tarde, Manuel Capetillo ignoraba que en ella se definiría su futuro en los ruedos. Ese año había actuado en la Capital de la República dos tardes en julio, otra en noviembre y una más en diciembre. Sus alternantes en esas cuatro tardes fueron Alfredo Leal, Joselito Huerta, Raúl Contreras Finito, Caleserito y el jovencito de Monterrey con el que alternaría en la fecha.

Dos de esas corridas fueron en mano a mano con el regiomontano, la primera el 29 de julio, con toros de don Jesús Cabrera y su defecto común, la espada, les privó a ambos de obtener apéndices. Ese 3 de diciembre se repetía el mano a mano. En los corrales de la plaza estaban listos los seis toros de San Miguel de Mimiahuápam que don Luis Barroso Barona había escogido para la ocasión.

Ya en el ruedo, Manolo Martínez había cortado ya la oreja del segundo, Presidente y Manuel había dejado ir al que abrió plaza, Laíno y al tercero Don Pedro, pero en los corrales se encontraban Toñuco y Arizeño a los que los Manolo y Capeto respectivamente les cortaron el rabo.

El juicio histórico de esa tarde nos lo proporciona Manolo Martínez por la voz de su biógrafo, Guillermo H. Cantú:

...¿Cuándo empezaste a mandar?
A Manolo no le queda más remedio que responder, así que arremangando la frente y subiendo los ojos a la memoria me dice directo:
Como al año y medio de tomar la alternativa.
¿Fue a mediados de 1967, cuando vinieron todos aquellos mano a mano con Joselito Huerta, Manuel Capetillo y Jaime Rangel, o fue el 3 de diciembre del mismo año, en El Toreo, con Capeto y los Mimiahuapam?
Un poco antes. Tal vez esta última fecha se dio cuenta más gente, pero sucedió unos meses antes.
¿Los mano a mano fueron para convencer a los incrédulos?
No, era parte de la organización que se traía; pero quiero decirte que no fueron corridas fáciles. Hablamos de toreros poderosos con mucha clase, con experiencia y valor…
(Guillermo H. Cantú. Manolo Martínez, un demonio de pasión. Ed. Diana, 1ª edición, México, 1990, Pág. 122).


Como se puede ver, el juicio es duro, pero a la vez, implica el reconocimiento de uno de sus pares, de la gran calidad que atesoraba y prodigaba en los ruedos Manuel Capetillo y el conocimiento que tuvo el propio Manolo Martínez del inicio de una era en la que el mando absoluto de la fiesta mexicana quedó en sus manos, para bien... y para mal.

martes, 2 de diciembre de 2008

Agua de borrajas...


La última semana de noviembre se manejó con insistencia, más en la prensa de Sevilla, que en la local, que la XI edición de la Feria Mundial del Toro se verificaría aquí en Aguascalientes.

Incluso, se afirmó en alguna nota del diario ABC de la capital Hispalense que la organización de esa Feria sería una especie de arranque de la campaña del actual Alcalde de la capital hidrocálida para tratar de obtener la candidatura al Gobierno del Estado, misma que estará en disputa a mediados del año 2010.

Hoy ya tenemos noticias más o menos ciertas de que en realidad se trataba de vender una especie de franquicia de la Feria a nuestra municipalidad y de que, con algún retraso, se celebrará en la capital andaluza como ha venido ocurriendo en la última década.

Lo único que me resulta claro de todo esto, es que nuestro Alcalde (que es co – titular de una ganadería de lidia), fue llevado del tercio a los medios por alguien, que lo dejó allí emplazado, sin medir que todo acabaría precisamente en lo que dice el título de este post, porque la XI Feria se dará donde siempre y si no, al tiempo.

La fotografía es de Antonio Martínez tomada el 23 de julio de 2006.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Hoy hace 34 años (y II)

En la segunda corrida de lo que podríamos llamar la feria de la inauguración de la plaza de toros Monumental Aguascalientes, el inolvidable Guillermo Cabezón González confeccionó un cartel de los que después se dio en llamar de banderilleros, en el que actuaron Jesús Solórzano, Antonio Lomelín y Manolo Arruza, para lidiar toros del ingeniero Mariano Ramírez.

El primero de la tarde fue bautizado como Pinocho, seguramente en honor del que fuera subalterno y en ese entonces apoderado de toreros, Manuel González, así apodado, que llevaba gran amistad con el ganadero. El encuentro de Solórzano y Pinocho nos lo recuerda la crónica de don Jesús Gómez Medina, publicada en el diario El Sol del Centro del día 25 de noviembre de aquellas calendas, bajo el título Con el estupendo Pinocho, Solórzano bordó el toreo:

Y en la palestra del nuevo coso se produjo “el milagro de la verónica” como si, al torear de capa, Chucho Solórzano fuese repitiendo el soneto de Xavier Sorondo:

“Los brazos pordioseros, como péndulo doble, arrastran por la arena la comba del percal...”

Un vibrante escalofrío barrió los tendidos, sacudidos por el flamazo de la emoción más noble que pueda depararnos la fiesta brava: La emoción del arte; mientras Solórzano concluía los lances antológicos con un recorte señorial.

¡Admirable conjunción aquella! El toro, prototipo de bravura y buen estilo y el torero, dechado de calidad y de arte. Y si “Pinocho” aportó nuevos lauros a la triunfadora vacada del Ing. Mariano Ramírez, Chucho por su parte, ilustró con nuevas hazañas los blasones de la afamada dinastía moreliana...

A la elegancia, al aplomo y al buen gusto para realizar las suertes añádase la variedad, que no parecía sino que, al torear de muleta, Solórzano tenía por norte el poema de Gerardo Diego “Oda a la Diversidad del Toreo”. En esta forma, en lugar de los trasteos a golpe cantado, asistíamos al gozoso espectáculo de un Solórzano que, sin desviarse de la norma clásica, con los naturales cadenciosos, apretados, de genuina estirpe rondeña; y al lado de los derechazos pausados, ceñidos, la mano baja y la pierna contraria al frente, intercalaba los de trinchera, los firmazos, el afarolado y los molinetes, de los que hubo uno, girando lentamente ante la propia cara del burel, que hubiese firmado Belmonte. Filigranas éstas de la mejor calidad y del gusto más exquisito que, lejos de restarle hondura a la faena – ¡A la gran faena! – le infundieron mayor brillantez a la manera que una rica pedrería embellece una joya forjada con oro de la mejor ley.

A un tiempo, sepultó Chucho todo el acero ligeramente trasero. Rehusábase “Pinocho” a doblar y para conseguirlo, su matador apeló a un recurso de vieja ejecutoria: Extrajo la espada y, corriéndola hasta el cerviguillo, descabelló al segundo intento, a cambio de verse achuchado y sufrir un varetazo. Ovación estruendosa. Las dos orejas y el rabo de “Pinocho”, el nobilísimo ejemplar para cuyos despojos ordenose, con toda justificación, el arrastre lento.

Y con los apéndices y la doble vuelta al ruedo, Chucho Solórzano recibió de nuevo la pleitesía de un público, que una vez más, supo rendirse ante la manifestación de la más noble expresión de la fiesta: La del toreo – arte…

Así pues, con esta actuación del hijo del Rey del Temple, se precisaron dos importantes efemérides de la recién inaugurada plaza Monumental Aguascalientes: las del primer rabo otorgado en su albero y el primer toro premiado con el arrastre lento, el nobilísimo Pinocho del ingeniero Mariano Ramírez.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Hoy hace 34 años

La construcción de la Plaza Monumental Aguascalientes se inició en marzo de 1974, sobre el lecho del Arroyo del Cedazo, quedando lista pues, – más no totalmente terminada – para su estreno en un período de ocho meses. Los materiales utilizados para su edificación, fueron concreto y acero, y su cupo al ser inaugurada era de nueve mil espectadores, repartidos en ocho filas de barreras, trece filas de tendidos generales y palcos de contrabarrera.

El acto protocolario de inauguración se llevó a cabo a las doce horas del 23 de noviembre de 1974, por parte del entonces Gobernador Dr. Francisco Guel Jiménez, quien después de la explicación de las características técnicas del inmueble y de la intervención del Ing. Jorge López Yáñez El Vago, a nombre de la afición local, declaró inaugurada la plaza de toros Monumental Aguascalientes, que ese es su nombre oficial, develando la placa alusiva al fasto.

Una hora después, pues el protocolo político de la época así lo exigía, Monseñor Salvador Quezada Limón, Obispo de la Diócesis de Aguascalientes bendijo las instalaciones y presidió la celebración eucarística en los bajos del tendido de sombra, pues en ese momento la capilla del coso aún no estaba concluida, como tampoco lo estaban muchas otras de sus dependencias.

Ya en lo taurino, decía don Jesús Gómez Medina en su nota publicada en El Sol del Centro de hace treinta y cuatro años:

La afición espera con expectación la alternativa del nuevo espada, a quien por cierto, para estar a tono con la significación de la fecha, le tocará lidiar a Hidrocálido, el toro de Torrecilla, que será el de su doctorado, y que será lidiado en primer término en honor de la ciudad, de su nueva plaza y de Fermincito.

A las cinco de la tarde se abrió la puerta de cuadrillas y partieron plaza Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Fermín Espinosa Armillita, quienes darían cuenta de un encierro de Torrecilla. El primer toro que saltó a la arena fue el ya referido Hidrocálido, número 58, negro bragado y el primer capotazo en la brega lo recibió de Alfredo Prado. Los primeros lances a la verónica y la consiguiente ovación fue para el toricantano Fermín Espinosa. A Isabel Prado le correspondió aplicar la primera vara y fue el propio Fermín quien se encargó de colocar el primer par de banderillas.

Huelga decir que el primer torero alternativado en la plaza fue el hijo del Maestro de Saltillo y es a Manolo Martínez a quien correspondió el cortar la primera oreja que se otorgó en la nueva plaza al toro Doctor, primero de su lote.

El primer rabo otorgado en el nuevo albero, fue para Jesús Solórzano hijo, al día siguiente de la inauguración al toro Pinocho, del Ing. Mariano Ramírez, primero de esa tarde, que resultó ser también el primer toro premiado con el arrastre lento en el nuevo redondel.

Aquí una memoria gráfica de esos acontecimientos:


El programa general de la apertura del nuevo coso


El programa de la ceremonia inaugural


Monseñor Quezada y El Volcán de Aguascalientes en la primera vuelta al ruedo


Una entrada de la tarde inaugural


Se abrió la puerta de cuadrillas


La primera alternativa

jueves, 20 de noviembre de 2008

Sánchez Mejías en Aguascalientes

Pensarán Ustedes que nada original tengo para decir, pues de nueva cuenta recurro a la biblioteca para ocupar un espacio – largo contra los consejos de los amigos – en esta bitácora, pero creo que esta otra anécdota lo vale, sobre todo, partiendo del hecho de que en estos días se reivindica la importancia que para la Historia de la Fiesta ha tenido la figura de Ignacio Sánchez Mejías.

Nuestra Plaza de Toros San Marcos cumplió cien años el 24 de abril de 1996 y en dicho coso han actuado las principales figuras de la torería de su tránsito histórico, salvo los casos en el Siglo XX de Joselito, Domingo Ortega y Antonio Mejías Bienvenida y de los actuales, solamente Enrique Ponce.

Luis Efrén de la Torre Aguilar, El-Hombre-que-no-cree-en-nada, nació en Aguascalientes en 1889 y fue colaborador de las más serias publicaciones que sobre toros se han hecho en México, como El Universal Taurino, Toros y Deportes, La Lidia, El Ruedo, La Fiesta y El Redondel. Su comentario en torno a la presencia de Ignacio Sánchez Mejías en nuestra Ciudad lo publicó su sobrino Jesús Antonio de la Torre Rangel primeramente en el número 91 de la revista Crisol, correspondiente al 21 de abril de 1997 y posteriormente en este año 2008, como parte del libro Aguascalientes 1900: toros y sociedad y otros escritos taurinos (ICA - PACMYC, 2008, Págs. 95 - 116), en un extenso capítulo dedicado precisamente a la obra de este importante escritor taurino, que en su época de estudiante, fuera condiscípulo de Ramón López Velarde, uno de los grandes poetas mexicanos del entresiglos del XIX y el XX.

La anécdota en cuestión es la siguiente:

Ante los triunfos alcanzados en la competencia Gaona - Sánchez Mejías durante la temporada capitalina 1920 - 1921, la empresa encargada de los festejos para la feria primaveral del segundo de los años citados, no vaciló en ajustar a estos dos notables lidiadores, firmando contrato con Sánchez Mejías para tres corridas que deberían verificarse los días 21, 24 y 25 de abril, y con Gaona para las dos últimas. Como un detalle de como se las gastaba nuestro Petronio del toreo, voy a intentar dar una idea de lo acontecido en los fracasados festejos que significaron para la inexperta empresa una pérdida de varios miles de pesos.

Queda dicho ya que Sánchez Mejías debería torear las tres corridas, alternando con Rodolfo en las dos últimas para las que había sido contratado; pero la cándida empresa pasó por alto una cláusula del contrato de Gaona en que se hacía constar que el torearía con quien quisiera. La primera corrida se verificó toreándola Ignacio con Zapaterito, habiendo alcanzado triunfo clamoroso el sevillano, no obstante que la entrada fue tan insignificante por haberse llevado a cabo en día laborable. Tan mala fue la entrada que Mejías, al brindar el primer toro, dirigiéndose a la presidencia (Doctor Rafael de la Torre) y a un grupo de aficionados aguascalentenses que habíamos ido desde esta Capital a presenciar las corridas dijo: “Brindo por usted, por este público que, aunque escaso, es muy selecto”.

Para el segundo festejo se anunció como estaba prevenido, el mano a mano Gaona - Mejías, sorprendiéndose la afición el día de la corrida con la circulación de nuevos programas conteniendo la novedad de un cambio radical en el cartel: Sánchez Mejías sería sustituido por Carlos Lombardini en atención (esto no lo rezaban los programas) a la famosa cláusula de imposición. Mejías alegó insistentemente su compromiso y absoluto derecho para tomar parte en la lidia de esa tarde; Gaona se impuso y hubo de recurrirse a la intervención de las autoridades, inclusive la del señor don Rafael Arellano, Gobernador del Estado, para hacer desistir a Sánchez Mejías de su decisión de presentarse en la plaza vestido de luces a la hora de la corrida, llegándose por fin a hacer uso de la fuerza armada para que impidiera aquella justa determinación, lo que se logró gracias a la intervención de los señores Madrazo, propietarios de la ganadería de La Punta, quienes se llevaron a Ignacio a su finca poco antes de que empezara el festejo.

La corrida resultó un verdadero desastre. Lombardini fue cogido al intentar banderillear a su primer enemigo y Gaona, a quien correspondía cargar con el peso del encierro, hizo una de las suyas, fracasando rotundamente.


Este es el testimonio de El-hombre-que-no-cree-en-nada, que nos revela por un lado la presencia de Ignacio en estas tierras y por el otro, confirma la animadversión que se guardaban Gaona y él, llevada a extremos tales por el Califa de León, que le llevó a modificar un cartel previamente anunciado, con tal de no encontrarse con él.

Respecto de esta tarde, decía don Arturo Muñoz La Chicha, banderillero de esta tierra, que cuando le reclamaban a Gaona su mala actuación ese 24 de abril, respondió a sus interpelantes: si quieren verme bien, vayan a México, allá es dónde…

El cartel que anuncia el documental Ignacio Sánchez Mejías. Más allá del toreo, es obra de Claqueta

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