sábado, 4 de mayo de 2013

Tal día como hoy: 1986. Ricardo Sánchez se impone al tedio de la tarde


La Feria de San Marcos de 1986 es la más extensa, en cuanto a número de festejos, que se ha ofrecido a la afición en el último medio siglo. Constó de dieciocho corridas de toros y es quizás también en la que tuvimos una mayor variedad de diestros extranjeros para integrar los carteles, pues por el orden de su presentación, estuvieron en ellos Christian Montcouquiol Nimeño II, Curro Vázquez, José Antonio Campuzano, José Mari Manzanares, Víctor Mendes y Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, quienes alternarían con los principales toreros mexicanos.

La decimoséptima corrida de ese serial se formó con un encierro potosino del Doctor Labastida que lidiarían Curro Vázquez, en su tercera aparición en la Feria; Javier Bernaldo, entonces un torero de reciente alternativa, que completaba su segunda actuación del ciclo y Ricardo Sánchez, que era uno de los ejes sobre los que gravitaba el serial y cumplía su cuarta corrida contratada.

Muchas veces se ha comentado que la extensión de las ferias debe ser la correcta y no excederse en el número de festejos que puede tolerar una afición y en general todo el sistema taurino, como tampoco debe reducirse a una expresión mínima el número de éstos, restándole toda su categoría. Creo que en 1986 el número de corridas fue demasiado largo, según se puede apreciar de la crónica de don Jesús Gómez Medina, de la que destaco lo que sigue:

Un festejo bañado de mediocridad. Solo Ricardo Sánchez escuchó aplausos. Se lidió ganado disparejo y mansurrón. Afirma un viejo refrán que “lo bueno, si es breve, es doblemente bueno”. Pues bien: como la corrida de ayer, penúltima del dilatado ferial resultó ayuna de brillantez, falta del calor del triunfo, sin otro periodo de especial mención que la faena de Ricardo Sánchez al tercero, se hace necesario poner en práctica el axioma de referencia; pues si para relatar lo que tuvo calidad y valía debemos ser breves, ¿cómo no insistir en la brevedad cuando el festejo que se reseña ha sido rotundamente mediocre, por no decir que definitivamente malo?... Que tal es el caso de la corrida de ayer... Ricardo Sánchez. El hidrocálido resultó el mejor librado, el único que se hizo tocar las palmas durante la tediosa sesión. Ocurrió esto durante la faena muleteril al tercero, el pequeño “Gladiador” que, a cambio de su medrada presencia resultó alegre, noble, con clarísima embestida. ¡Y qué bien aprovechó Ricardo estas apreciadas características!... Luego de algunos muletacillos para fijar, para centrar a “Gladiador”, se dio a correr la mano en el toreo por derechazos, con quietud, con un temple que en ocasiones rayó en lo exquisito; ligando los pases y estructurando las series, aprovechando cumplidamente las singulares condiciones del burel. En ocasiones la dimensión del pase se acrecentaba merced al mando del torero y a la codicia del astado, ante el entusiasmo de los parroquianos. Aliñó luego buscando la igualada; pero en el trance supremo estropeó lo hecho anteriormente: cuatro pinchazos por salirse de la recta vía y media estocada mortal...

No obstante el pesimista tono del cronista, al final hubo algo rescatable del festejo y quizás quedó la lección a quienes hicieron empresa en lo sucesivo, de que todo está sujeto a una medida, hasta la Feria de San Marcos.

El festejo de hoy: Seis de Fernando de la Mora para Morante de la Puebla - que sustituye a El Juli - Octavio García El Payo y Arturo Saldívar.

viernes, 3 de mayo de 2013

Tal día como hoy: 1985. Luis Fernando Sánchez corta cuatro orejas y dos rabos


El cartel anunciador de la
Feria sin el festejo del 3 de mayo
Lo que resultó ser al final la decimocuarta corrida de la Feria de San Marcos de 1985, fue un festejo extraordinario, porque no se anunció originalmente con el conjunto de los carteles del serial, sino que la confrontación entre cuatro toreros que durante el curso de las corridas que se fueron celebrando en su transcurso.

José Mari Manzanares, Miguel Espinosa Armillita, Ricardo Sánchez y Luis Fernando Sánchez habían tenido distintas tardes triunfales y en las que habían coincidido, se establecieron algunas rivalidades interesantes, sobre todo entre los tres diestros de Aguascalientes, que tenían en los tendidos un importante número de seguidores. De allí que la empresa decidiera reunir a los cuatro toreros en un cartel, que como decía, fue extraordinario por haberse anunciado ya con la Feria en curso y además, por el resultado que el mismo tuvo. Los toros que se lidiaron fueron de Torrecilla y Jorge BarbachanoVistahermosa – en lotes de cuatro de cada hierro, dada la premura con la que se tuvo que conseguir para organizar la corrida.

Luis Fernando Sánchez tuvo este día una de las tardes importantes en su historia. Se convirtió en el segundo torero en cortar las orejas y el rabo de los dos toros de su lote – Nimeño II lo había hecho unos años antes – y dejó sentado su interés de situarse como una de los toreros más importantes de México, apenas a dos años de su alternativa. De la crónica de don Jesús Gómez Medina extraigo lo siguiente:

Tarde triunfal de Luis Fernando. Cortó las orejas y el rabo de sus dos enemigos... El éxito singular de Luis Fernando se inició durante la faena muleteril de “Mexicano”, con el hierro de Barbachano y negro, listón, sin mucho respeto, con el que su matador empleó el capote más en funciones de brega que en búsqueda de lucimiento... Un puyazo en buen sitio y recargando aceptó “Mexicano”, que terminó sus días embistiendo con gran suavidad. Luis Fernando, molestado por el viento que intermitentemente barría la arena haciendo flamear el engaño, se fue al bicho y, previos dos o tres muletacillos de exploración, desafió a “Mexicano”, lo aguantó a pie firme y, acompañando con el rítmico movimiento del brazo la templada embestida del burel, trazó el derechazo, lo enlazó con los siguientes y remató la tanda entre el júbilo de los parroquianos... Luis Fernando puso término con una estocada delantera, completa, de efectos fulminantes. Ovación; las orejas y el rabo que se apresura a otorgar la autoridad... Y con el octavo “Buen Mozo”... que al final estaba reservón y a la defensiva, en tablas. Hasta allí fue Luis Fernando que inició su tarea con suaves doblones para estirarse a continuación en el toreo sobre la mano derecha, tirando del burel y obligándolo a seguir el dilatado trazo que marcaba la muleta. Y cuando el bicho se paró definitivamente; cuando se rehusó a embestir, Luis Fernando le puso el cuerpo entre los pitones a manera de acicate para obligarlo de esta manera a acometer, cuajando, así, muletazos extraordinarios... por último, entrando con enorme determinación, la estocada desprendida, mortal. Ovación, afloran los pañuelos en demanda de apéndices que se otorgan por entero, las dos orejas y el rabo más la vuelta al ruedo a paso lento...

En lo que refiere al resto de la corrida, Manzanares dio vuelta al ruedo tras la lidia del quinto y tuvo que matar el séptimo por imposibilidad de Ricardo Sánchez; Miguel Armillita fue silenciado en ambos toros de su lote. Por su parte, Ricardo Sánchez solo mató al tercero y tras de ello, dice la crónica que pasó a la enfermería por un malestar inespecífico y allí se quedó.

El festejo de hoy: Ganado de Teófilo Gómez para Eulalio López Zotoluco, Sebastián Castella y Diego Silveti.

jueves, 2 de mayo de 2013

Tal día como hoy: 1981. Fermín Armillita se impone a toros y viento


La sexta corrida de la Feria de San Marcos de 1981 era promisoria en el papel. Toros de Xajay, una de las ganaderías principales de este país para Manolo Martínez, Antonio Lomelín y Fermín Espinosa Armillita. El seguro azar del toreo proclamado por José Alameda se hizo presente en la Plaza Monumental Aguascalientes y cuando todo estaba dispuesto para que la afición local y nuestros visitantes disfrutaran de una gran tarde de toros, resultaría que esta se volvió inolvidable, más no por las proezas de los hombres vestidos de seda y alamares, sino por todo lo contrario.

Se atribuye a don Antonio Llaguno la expresión aquella de que los toros no tienen palabra de honor, para dejar claro que independientemente de todo el cuidado y empeño que haya puesto el ganadero en su crianza y selección, a la hora de saltar al ruedo, serán los toros quienes determinen su circunstancia y no el proceso anterior a su aparición en el ruedo. En función de ese seguro azar, la corrida enviada por el Arquitecto Juan Sordo Madaleno para la ocasión fue de aquellas que el criador prefiere olvidar y los toreros desean no haber contratado. Y si a todo esto sumamos el ventarrón que se soltó toda la tarde, al final todo estaba dispuesto para el fracaso.

Así nos lo cuenta don Jesús Gómez Medina:

Los toros (¿) de Xajay frustraron la corrida. Tan solo Fermín Espinosa se hizo aplaudir; Manolo, apático. Intempestivamente Eolo abandonó su palacio de broncíneas murallas, donde la existencia, para él, transcurre plácidamente entre banquetes, músicas y diversiones mil, en la dulce compañía de su amada esposa Enareta, madre venturosa de seis hijos y de otras tantas hermosísimas hijas; y alejándose de las islas eolias, su morada desde hace milenios, encaminó sus alados pasos hacia Aguascalientes... ¡Y los paganos de tal ocurrencia, fuimos los aficionados!... Pues en efecto, las constantes y agresivas manifestaciones de la presencia de Eolo se convirtieron en la causa primera del fracaso de la corrida. A ella sumóse luego la inaudita mansedumbre de los bureles de Xajay y la desaprensión de impotencia de los espadas; todo lo cual desembocó en una tarde de toros – ¿de toros? – que será histórica por lo accidentada, por lo absurda, por lo catastrófico de su desarrollo y desenlace... ¿Cómo es concebible que en una plaza considerada como de primera entre las de provincia y en una feria reputada como la número uno entre todas las de México, no se cuente con una pareja de cabestros y se destine a toro de reserva un burel cuyo tipo parecía sacado de las pinturas rupestres de Altamira o de los dibujos de Antonio Carnicero, pero que ni de lejos, aunque lo haya sido, tenía el aspecto de ser toro de casta? Sin contar con que además ese bicho ya tenía largos meses en los corrales... En fin: toda esa serie de causas desembocó y produjo la que ha sido, indudablemente, la peor corrida de feria de muchísimos años a esta parte, dejando en los millares de espectadores que de nueva cuenta atiborraron el graderío, un sabor de frustración y desencanto, sí no, un dejo de profunda irritación...

Como lo señala don Jesús al principio de su recuento, solamente Fermín Armillita logró ser ovacionado por su actuación, retirándose entre sendas broncas tanto Manolo Martínez como Antonio Lomelín.

Al final del festejo, los toreros declararían lo siguiente a Everardo Brand Partida, del mismo diario El Sol del Centro:

Manolo Martínez: “Quisiera que las cosas hubieran rodado de otra manera, ya te había comentado en mi tarde anterior que hoy venía por el triunfo grande. Pero, ¿cómo se puede triunfar con estas reses y este aire? Desgraciadamente los dos toros llegaron parados, con media embestida y desarrollando un sentido bárbaro, que difícilmente podría confiarse en ellos, y el resultado ya lo ves, al traste con la corrida. Puedes señalar en tu columna y en forma directa a este público tan bueno de Aguascalientes, que me siendo endeudado con él... ¡y pronto saldaré esa cuenta!” Antonio Lomelín: “Con una bueyada como ésta nada se puede hacer y extrañamente el público no vio los toros, su sosería y su mansedumbre, nunca reparó en el esfuerzo del torero, que hicimos, y digo yo, a nombre de Manolo y Fermín, todo lo posible por salvar la tarde en la que yo quería reafirmar el triunfo que estuvo conmigo en la primera de la feria. Desgraciadamente tengo que irme rápido, ya que mañana toreo en Chiapas... pero pronto estaremos de nuevo aquí, y ojalá nos vaya mejor”. Fermín Espinosa: “Resulta increíble que don Juan Sordo Madaleno, propietario de Xajay mande reses como éstas a una feria de tanta importancia como es la de San Marcos. Todo desgraciadamente, me ha caminado a la inversa en este año, porque deseos de armarla los tengo especialmente aquí, pero contra tantas circunstancias adversas, no se puede luchar

Creo que no hace falta más explicación.

El festejo de hoy: Reses de Fernando de la Mora para Uriel Moreno El Zapata, Arturo Macías y Joselito Adame.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Tal día como hoy. 1964: Destacan Juan Silveti y Humberto Moro


Los toreros de la Edad de Plata mexicana seguían siendo la base de las ferias importantes del país, aunque dentro de las filas de los novilleros ya aparecían algunos nombres que pronto pasarían al escalafón superior y pronto iniciarían el asalto a la cumbre. Tanto Juan Silveti hijo, como Humberto Moro eran integrantes de esa generación de toreros mexicanos y eran quienes llevaban el peso de la corrida del Día del Trabajo, que se completaba con la presencia del utrerano Juan Gálvez y una corrida de toros de Peñuelas.

El encierro enviado a la Plaza de Toros San Marcos por don Miguel Dosamantes Rul fue uno que se distinguió por su bravura y por su fiereza, destacando el juego que dio en varas. Quizás en estos días sería calificada como una corrida dura que dificultó el triunfo de los toreros. Del juego de los toros, don Jesús Gómez Medina escribió para su tribuna de El Sol del Centro lo que sigue:

Peñuelas envió un bravo y bien presentado encierro, el viernes. Por obra de los astados de Peñuelas volvimos a presenciar la suerte de varas con todo lo que encierra de emoción y dramatismo; de gallardía y de espectacularidad. Por obra de los toros de Peñuelas, los picadores, mal de su grado, visitaron varias veces la inhóspita arena – ¡los primeros tumbos de la Feria! –; y también en dos o tres ocasiones, el poderío de los bureles aunado a su fiereza, lanzó estrepitosamente a jinete y cabalgadura contra los tableros, para reproducir una escena que arrancada, al parecer, de las añejas estampas de Daniel Perea, conserva aún su abigarrado patetismo. Fueron los de Peñuelas en suma, fieramente bravos, con la bravura que emociona y entusiasma; con esa bravura, con esa fiereza que son y serán siempre las cualidades esenciales del toro de lidia...

Destaco aquí el hecho de que el cronista haga especial énfasis en el hecho de que es la bravura del toro la que produce emoción y entusiasmo en los tendidos y agregaría yo, lo que incrementa el valor de lo que los toreros hacen delante de ellos. Aquí don Jesús toca un punto sensible de todo esto, en el sentido de que el toro es la esencia y el eje de la fiesta y que si el toro no está presente, no hay fiesta posible.

Respecto de la actuación de los toreros, la relación que traigo aquí nos deja ver que Juan Gálvez no tuvo suerte; que Juan Silveti fue aplaudido en sus intervenciones, dando la vuelta al ruedo en el que abrió la tarde y jugándosela en serio con el cuarto, que le dio tanto a él como a su banderillero Francisco Lora Pericás un serio achuchón. El triunfo fue del muletero de Linares, Humberto Moro al cortar una oreja al segundo de la tarde. La crónica de don Jesús Gómez Medina relata así la actuación de los toreros:

Una oreja para Moro. La obtuvo en su primero, un hermoso ejemplar cárdeno oscuro, corto de pitones y con más kilos que un monopolista... Humberto lo había lanceado sin gran éxito hasta que sufrió una voltereta. El incidente le hizo brotar la casta: se ciñó entonces en un quite por chicuelinas y continuó arrimándose al librar con el lance final... Tras unos muletacillos de exploración, Humberto conduce al astado a los medios. Allí con la facilidad y buen estilo que tanto realzan su toreo, cuajó dos tandas de magníficos naturales, en los que corrió la mano y mandó en el bicho en gran forma. Y naturalmente, lo aplaudimos... Posteriormente el trasteo se convirtió en “derechista”. También con la llamada mano de cobrar Humberto mostró las excelencias de su estilo, con el entusiasta beneplácito de los paganos... Y en la primera oportunidad y metiéndose con decisión, clavó el acero delantero, pero con resultados definitivos. Ovación, oreja y dos vueltas al ruedo...

Así se resume lo más destacado de este pedazo de historia de nuestra Feria.

El festejo de hoy: Seis de Montecristo para Rodolfo Rodríguez El Pana, Morante de la Puebla y Juan Pablo Sánchez.

martes, 30 de abril de 2013

Tal día como hoy: 1961. Antonio Velázquez reaparece triunfalmente en Aguascalientes


La historia de Antonio Velázquez en los ruedos es la de un torero que, a despecho de los obstáculos que la vida y los toros le pusieron en el camino, a partir de una templanza acerada y una voluntad a prueba de cualquier reto, logró escalar las más altas cumbres de la tauromaquia. Comenzó como banderillero en las principales cuadrillas mexicanas y de allí, como antes, dejó de vestir de plata para iniciar su camino como jefe de la suya propia, distinguiéndose siempre por su valor, su honradez y por su entrega en todas las plazas.

Para la cuarta y última corrida de la Feria de San Marcos de 1961 se anunció precisamente para encabezar el cartel a Antonio Corazón de León, quien después de varios abriles de ausencia, regresaba al coso de la calle de la Democracia. Formaron terna con él el mazatleco José Ramón Tirado y el hidrocálido y trianero Rubén Salazar, quien reaparecía también un día antes de cumplirse el primer aniversario de su alternativa en el mismo escenario. Les precedería en la lidia de un toro el rejoneador Gastón Santos. El encierro anunciado era de la ganadería aguascalentense de Peñuelas.

La corrida tuvo como protagonista al toro y del encierro destacó uno llamado por su criador Pajarito, que vino a hacer efectivo el dicho aquél de que no hay quinto malo. Don Jesús Gómez Medina narra así los sucesos del festejo:

Profusión de apéndices en la 4a corrida de Feria. Bravo encierro de Peñuelas, destacando “Pajarito”, el mejor burel de la Feria. Vaya por delante la enhorabuena más cordial y entusiasta para la afición hidrocálida... Ayer su intuición y su perspicacia quedaron puestas de relieve cuando, a despecho de lo espectacular de la actuación de Ramón Tirado con su segundo y pese a la miopía de la Autoridad, fue el público de sol el que impuso su recto parecer a toda la plaza, cuando, a voz en coro, rindió pleitesía a las excepcionales dotes de dicho astado. ¡A la extraordinaria nobleza, alegría y docilidad de “Pajarito”, de Peñuelas! ¡El toro de la Feria, sin lugar a dudas!... Aquellas primeras aclamaciones – ¡Toooro!... ¡Tooro! –, obligaron al resto de la concurrencia a parar mientes en lo que en el ruedo ocurría, ¡Teníamos ante nuestros ojos, un auténtico ejemplar de bandera: bravo, sí, pero, a la vez, dueño de una sedeña y templada embestida! ¡Y tan noble, como diez generaciones de reyes!... Ante un adversario de tan estupendas características, Tirado realizaba monerías de toda especie. Pero pasárselo una y otra vez por el pecho, y ligar los muletazos mandando y pudiendo con el burel, toreando en suma, ¡eso, muy pocas veces!... Aquél primer estallido de admiración quedó prolongado en la triunfal vuelta que los aficionados – ¡los aficionados, conste, no la autoridad! – hicieron obligatoria para los despojos de “Pajarito”... ¡Enhorabuena afición de Aguascalientes!... Lucida reaparición de Velázquez. En su reaparición, Antonio Velázquez mostró el valor constante, sereno de antaño, aunado al aplomo y a la seguridad fruto de sus muchos años de bregar con los toros... Ayer, mediante su derroche de agallas, el leonés hízose aclamar desde el primer momento. Y si en su primero, luego de un valiente y lucido trasteo, coronado con media en lo alto, recibió las dos orejas – galardón excesivo, a nuestro ver –, con el aditamento de la vuelta al ruedo, que acabó difícil y con un lado izquierdo francamente intocable, Velázquez hizo derroche de agallas y expuso y se pasó al pajarraco por la pechera, llevándose inclusive un achuchón con rotura de la taleguilla. Estocada, oreja y dos vueltas, una a hombros de unos intrusos capitalistas. A este su segundo adversario, Velázquez le dio la bienvenida lanceándolo en forma torera y brillante...

Al final el resultado fue superior en apéndices cortados para Antonio Velázquez, además de que su actuación fue más acorde a las condiciones de los toros que le cupieron en suerte. José Ramón Tirado obtuvo las dos orejas de Pajarito, pero con los asegunes que el cronista pone en su relación. Por su parte, tanto el caballista Gastón Santos, como Rubén Salazar saludaron ovaciones en el tercio.

De nuevo, el toro resultó ser uno de los grandes protagonistas de este festejo que quedó para la historia.

El festejo de hoy: Corrida de la Oreja de Oro. Seis de Rosas Viejas - sustituyen a los rechazados de Suárez del Real - para César Delgadillo, Juan Luis Silis, Jorge Delijorge, Antonio García El Chihuahua, Gerardo Adame y Luis Conrado.

lunes, 29 de abril de 2013

Tal día como hoy: 1978. Molinero, un gran toro de Tequisquiapan


Para la antepenúltima corrida de la Feria, Mariano Ramos encabezaba un cartel que presentaba como atractivo adicional el hecho de que en el ruedo de la Plaza Monumental Aguascalientes se concedería una alternativa. El toricantano sería el capitalino Jesús Salazar, un torero que como su padrino de alternativa, era practicante del llamado deporte nacional, la charrería y durante la temporada novilleril anterior en la Plaza México, había mostrado un estilo sobrio y de poderío hacia los toros. La terna era completada por un diestro colombiano anunciado como as, Juan Gómez, desconocido para nuestra afición y que representaba una verdadera incógnita para todos. 

Pero la atención la cautivó desde el inicio el bien presentado encierro que envió para la ocasión don Fernando de la Mora Madaleno, que llenaba los corrales de la Monumental por su trapío. Entre todos, destacaba el número 378, negro de pinta y llamado Molinero por su criador. Varias fotografías del toro se publicaron en los diarios de los días anteriores de ese toro y de otros varios que formaron el lote, pasando a ser así el encierro de Tequisquiapan el mayor atractivo de la tarde.

La crónica de don Jesús Gómez Medina destaca entre otras cosas lo siguiente:

Molinero, ¡Qué gran toro de Tequisquiapan!... La séptima corrida de feria hubiera carecido de relieve y se habría señalado por su intrascendencia, si no se hubiese lidiado en ella ese tercer toro de Tequisquiapan... Se llamó “Molinero”, estuvo marcado con el número 378; un bicho negro, largo, enmorrillado, bien puesto de defensas. ¡Un toro – porque eso fue – de lucida presencia!... Y particularmente resultó bravo, embistiendo de principio a fin; aceptó dos puyazos fuertes, recargando; nobilísimo, de exquisito estilo – no llegó a tirar una cornada –; con un son, con un temple delicioso en su acometida. Era, en suma, un toro para una faena de consagración... Infortunadamente correspondió al debutante Juan Gómez, torero colombiano de raquítico arte y que, al parecer se encuentra fuera de forma; el cual con todo su valor y toda su voluntad en juego, de todas formas rayó muy por abajo de las condiciones singulares de “Molinero”. Tan solo de forma intermitente logró Gómez acoplar el ritmo de su toreo a la diáfana y sedeña embestida del de Tequisquiapan: producíase entonces un pase de mejores características que el reducido cónclave coreaba con entusiasmo; mas tornaban a continuación los desaciertos y flaquezas y la faena se frustraba. Y como “Molinero”, mientras tanto, proseguía embistiendo deliciosamente, surgieron los gritos de ¡toro!... ¡toro!, el colombiano requirió de dos pinchazos y una honda delantera para despenarlo y vino entonces el gran momento para don Fernando de la Mora; paseo lento en torno a la gran barrera para los despojos de “Molinero” y vuelta triunfal también para el escrupuloso ganadero queretano...

Respecto de la alternativa de Jesús Salazar y el juego en conjunto de los toros agrega:

Ha sido la de Jesús Salazar una alternativa más, la enésima de las que a últimas fechas se vienen otorgando. Y tan injustificada, tan inmerecida como todas ellas. Porque una alternativa no se da: se gana... De la actuación del flamante doctor tan solo cabría destacar un quite por ceñidas tapatías en el primero. Mariano Ramos hizo la cesión simbólica de trastos, acto que, sin embargo, no tuvo virtud suficiente para hacer de Salazar un verdadero matador de toros, pues lució muy poco al pasar de muleta a este enemigo y al sexto. Además, al de la alternativa lo pinchó repetidas veces... Nota final... El encierro de Tequisquiapan, mejor presentado y con más respeto que varios de los lidiados en anteriores festejos. Y un toro estupendo: "Molinero"; y otro también bueno el berrendo de Mariano Ramos. Además, todos pelearon con bravura con los montados...

Así fue el desenlace de una tarde en la que el protagonismo corrió totalmente a cuenta de los toros lidiados. 

El festejo de hoy: Reses de Begoña para Juan Pablo Sánchez, Arturo Saldívar y Diego Silveti.

domingo, 28 de abril de 2013

Tal día como hoy: 1973. Tormentoso prólogo, triunfalista epílogo


El festejo del 28 de abril de 1973 era el estelar de la Feria. En él se reunían por primera vez en la Plaza de San Marcos, en un mismo cartel los nombres de Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Curro Rivera. Los toros anunciados para esa tarde fueron de la ganadería de Torrecilla, que por esos días estaba en el mejor de sus momentos y sus toros eran de los que las figuras nacionales y extranjeras exigían para tener una mejor posibilidad de éxito.

Recuerdo que desde la hora del sorteo las cosas no iban bien. El encierro que llegó a los corrales de la plaza carecía del mínimo respeto y de las condiciones para ser lidiado en una corrida de toros, por lo que desde unos días antes se estuvieron trayendo y llevando reses para intentar mejorar lo presentado por el ganadero José Antonio Llaguno Ibargüengoitia. Al final, el Juez de Plaza, don Jesús Gómez Medina indicó que suspendería el festejo por la impropiedad del ganado y por alguna razón urdida en los entretelones de la fiesta y de la administración, la corrida terminó celebrándose, a condición de que el ganadero sería multado y la sanción comunicada a la afición antes de iniciar la corrida.

Don Jesús Gómez Medina, que combinaba el ejercicio de la presidencia de los festejos con la crónica en el diario El Sol del Centro, refleja en su recuento el tenso ambiente previo y el vivido en la corrida. De su relación cito lo que sigue:

Preámbulo tormentoso y epílogo triunfal de la corrida. Gran faena de Curro Rivera al sexto con orejas y rabo y apéndice a Manolo y Eloy... Apología “pro domo sua”. Pues, a partir de 1948, desde que en forma casi ininterrumpida, he venido haciendo las crónicas de toros en este periódico, desafío a toreros, a ganaderos y empresarios a que demuestren que en alguna ocasión, o en cualquier fecha o lugar, quien esto escribe haya demandado de alguno de ellos alguna dádiva, alguna retribución, algún servicio a cambio de un elogio, de un panegírico, del comentario más simple... Y esto, que en el planeta de los toros pudiera sonar como insólito, no lo comprenden quienes viven por y para los toreros; quienes han hecho un oficio de alterar la verdad en provecho de no importa qué intereses... si me equivoqué al sancionar un encierro que no reunía el trapío y el peso requeridos para una corrida de toros – de lo que no tan sólo yo, sino cuatro mil y más espectadores fueron testigos – acepto plenamente mi responsabilidad y la culpa consiguiente... Y si el procurar la defensa de los intereses de los aficionados es razón y motivo para que se me destituya, ¡enhorabuena! Ya en líneas anteriores lo dije explícitamente: no estoy casado con el puesto; lo acepté con todos sus inconvenientes, en atención al amigo, mas estoy dispuesto a dejarlo si ello es necesario... Tan sólo una cosa pediría antes de esto: hacer exigible, a despecho del Reglamento, la instalación de una báscula en el Coso San Marcos, para que no continúen dándonos coba con los pesos de los bureles... Curro Rivera, el triunfador. Pese a la hostilidad pública, Curro, con el tercero, estuvo torero y acertado. Buenos muletazos, sin emoción, por la falta de respeto del adversario, al que pinchó dos veces antes de dejarlo en manos de los mulilleros... Y con el sexto, “Serenito”, bravo y alegre – el único bravo del encierro – Curro triunfó cabalmente, rotundamente. Buenos lances con el percal; y en el último tercio, un trasteo pleno de torerismo, de temple, de quietud y de mando; imprimiendo a los muletazos dimensión y hondura, sacudiendo vivamente la sensibilidad colectiva, pues el público terminó entregado a su arte y a la plasticidad de su bien torear, en el que se aúnan con admirable síntesis el clasicismo con lo moderno. Media estocada en todo lo alto; las orejas y el rabo y doble vuelta al ruedo, en pleno triunfo...

Lo que nos transmite don Jesús es, creo, claro, conciso y suficiente para expresar los sucesos ocurridos en esa fecha. Sin embargo, me parece que no tiene desperdicio lo publicado al margen de la crónica por el periodista Agustín Morales Padilla, en el mismo diario y de lo que extraigo lo que sigue:

Un fraude más… La multa que la autoridad aplicó al propietario de “Torrecilla” fue benigna. Lo correcto hubiera sido impedir que los novillitos fueran lidiados, ya que no tenían la edad, ni el peso, ni el trapío reglamentario. Ahora bien, pudo haber sucedido que era el único encierro disponible y ante los riesgos que habría supuesto la cancelación de la corrida, se decidió darla... ¿Podría establecerse el origen de todo ese estado de cosas que privó en el coliseo taurino? Desde luego que sí. Dicho sin mayor preámbulo, habría que señalar en primer término, la compra, por la empresa de un encierro de mini toros para la corrida estelar de la Feria... Los diestros, particularmente Manolo y Eloy, tampoco son ajenos, pues se sabe que este último, sobre todo, pugnó por el cambio de toros y logró sustituir Valparaíso por Torrecilla... Tan existe culpabilidad de ellos, que, una vez anunciada por el sonido local la multa aplicada al ganadero, ambos se solidarizaron – y cómo no iban a hacerlo – con Antonio Llaguno y se negaban a hacer el paseíllo, desoyendo y burlándose de la reiterada orden para el despeje...

La multa anunciada por la megafonía fue de cinco mil pesos – en esos días equivalentes a unos cuatrocientos dólares – y la corrida, celebrada al fin, pasó a formar parte de la historia de nuestra Feria.

El festejo de hoy: Dos reses de Bernaldo de Quirós para rejones y cuatro de El Junco para Pablo Hermoso de Mendoza, Octavio García El Payo y Sergio Flores.

sábado, 27 de abril de 2013

Tal día como hoy: 1958. En la reaparición de Lorenzo Garza, triunfa El Ranchero Aguilar


La corrida que daba término a esta Feria tenía un extraordinario atractivo, que era la reaparición de Lorenzo Garza en la Plaza de Toros San Marcos, después de muchos años de estar ausente tanto de su redondel como de nuestro serial sanmarqueño. Se sumaba al interés el hecho de que lidiaría toros de la ganadería que él fundara, ya para estas fechas en la propiedad de don Jesús Cabrera y que alternarían con él Jorge El Ranchero Aguilar, quien apenas el mes de febrero anterior había realizado en El Toreo de Cuatro Caminos su faena al toro Bogoteño de La Laguna, la que resultaría ser una de las más grandes de su historia en los ruedos. Cerraba la combinación el linarense Humberto Moro, quien venía a refrendar su calidad de triunfador de esta plaza y esta feria.

No obstante lo bien rematado que estaba el cartel, la reaparición de El Ave de las Tempestades representaba quizás el mayor atractivo del mismo. La nota previa a la corrida refleja entre otras cosas lo siguiente:

Hoy la tercera corrida de Feria: ¡Reaparición de Lorenzo Garza!... Pues bien, este gran señor de los ruedos, esta auténtica primerísima figura de la torería, este Lorenzo Garza, cuyas hazañas crearon toda una época en el toreo mexicano, efectúa hoy su reaparición en el Coso San Marcos... ¡Bienvenido sea Lorenzo el Magnífico, el genial muletero de Monterrey!... Y que hoy, a la vera del reinero, Moro y El Ranchero Aguilar escalen también la cima del triunfo para hacer de esta última corrida de Feria una fecha de excepcional valer...

En ese ambiente se celebró el festejo y al final el gran triunfador fue el tlaxcalteca Jorge Aguilar. Don Jesús Gómez Medina nos cuenta lo siguiente:

El Ranchero Aguilar fue ayer el triunfador. Garza se vio inseguro, aunque topó con el peor lote del encierro. Moro, tuvo detalles. Lleno a reventar en la plaza. Cabrera mandó desigual encierro... Diríase que, de súbito, el reloj del tiempo había retrocedido veinte años... ¡Sí!... Cuando en la puerta de cuadrillas se perfiló la torera silueta de Lorenzo Garza, enfundado en principesco terno blanco y oro, pareció que volvía aquella tarde del 25 de abril de 1937, cuando el Magnífico, en el zenit de su fama, debutó en Aguascalientes... Tan solo el alternante no era el mismo, Y sin embargo, muy cerca estaba quien lo fue entonces: “Armillita”. También ahora, la apoteótica ovación de bienvenida obligó a Lorenzo a saludar, descubierto y emocionado, desde los medios de la plaza. Mas, ¡ay!, aquí concluyó el símil: lo que vino más tarde, el resto de la actuación del Califa de Monterrey, no tuvo, ciertamente, la brillantez de lo realizado en aquella jornada ya lejana y, sin embargo, todavía presente en el recuerdo de cuantos lo presenciaron... En esta tercera y última corrida de Feria, el triunfo grande, estruendoso, fue para el Ranchero Jorge Aguilar... Frente al segundo, un bravo, noble y alegre burel, el de Tlaxcala llevó a cabo una faena impregnada de mando, de temple y de quietud; una faena brillante y torera, en la que El Ranchero dio al toreo por abajo toda la longitud y la hondura de las grandes ocasiones... Especialmente con la derecha, Jorge Aguilar ha toreado en forma extraordinaria, por la forma en la que tiró del bicho, templó su embestida y lo enlazó con el siguiente. Todo a pie firme, con quietud y con ritmo; todo ello a la distancia justa para provocar la emoción sin detrimento de la limpieza, todo ello debidamente eslabonado, para redondear las tandas y darle unidad y solidez a la faena... Transcurrida ésta entre continuas ovaciones, a su conclusión, cuando el Ranchero dejó media estocada en la yema, para tirar patas arriba y sin puntilla al dócil y bravo burel, las dos orejas del bicho y una doble vuelta triunfal a la arena, constituyeron el testimonio del gran triunfo del diestro tlaxcalteca...

La faena de El Ranchero Aguilar al final fue considerada por un jurado integrado por Fermín Espinosa Armillita, Diego Moreno, el doctor Alfonso Pérez Romo y los periodistas Jesús Gómez Medina y Ramón Morales Padilla como la mejor de ese serial de 1958, en tanto que otros galardones fueron otorgados a Luis Procuna, por la actuación más completa. Los premios al mejor encierro y al mejor toro fueron para la ganadería de Peñuelas y para el toro Manzanero de ese mismo hierro, corrido en quinto lugar en la del día del santo patrono; como mejor banderillero se designó a Rafael Osorno y como mejor picador al Güero Guadalupe Rodríguez y se le concedió un premio especial a Calesero por su forma de parear al toro premiado como el mejor de la Feria.

El festejo de hoy: Reses de San Miguel de Mimiahuápam para Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y Diego Silveti.

viernes, 26 de abril de 2013

Tal día como hoy. 1959: Carlos Arruza estoquea desde el caballo y se alza con el triunfo


La tercera corrida de la Feria de 1959, en el papel, prometía ser la continuadora de una serie de importantes éxitos que se habían producido en los dos festejos anteriores, nada menos, en la víspera, Rafael Rodríguez había realizado su inmortal trasteo al toro Poeta de San Mateo, mismo que le valdría la colocación de la primera placa en la historia de los muros del coso de la calle de la Democracia y que representaría el culmen de una tarde de esas que pueden ser calificadas de redondas.

La presencia de una indiscutible figura del toreo como Carlos Arruza en el festejo que por esos años cerraba la Feria, indudablemente que representaba un atisbo de garantía de que la estela triunfal seguiría adelante, sobre todo, si se considera que sus alternantes eran dos jóvenes espadas que tenían por divisa el ejercitar una tauromaquia refinada. Los toros serían hidrocálidos, de Peñuelas, una ganadería que en los seriales anteriores había obtenido triunfos resonantes.

Los titulares de la crónica que don Jesús Gómez Medina publicó en el diario El Sol del Centro del día siguiente al festejo, en principio parecen relatar una tarde de esas que no pasarán a la historia, pues rezan: Las corridas de feria, tuvieron ayer un desairado epílogo. Los toros de Peñuelas inferiores a los de las corridas del 24 y 25…, pero al penetrar al texto de su relación, encuentra uno que quizás cabeceó su recuento con cierta desazón porque no se mantuvo el hilo triunfal de los dos días anteriores. De lo escrito por don Jesús, entresaco lo siguiente:

Arruza y Moro lograron cortar apéndices... luego de los dos bravos encierros enviados por los ganaderos de La Punta y San Mateo, la corrida de Peñuelas vino a poner un desairado epílogo a la primera entre las Ferias de México... Ayer, cuando los de Peñuelas, además de mansedumbre, sacaron genio en exceso, realizando un tipo de lidia difícil en extremo, por la forma descompuesta en la que acometían y por los continuos cambios de estilo o de tendencias, tan solo Carlos Arruza, en el segundo de los suyos y Humberto Moro, merced a un riñonudo y meritísimo trasteo consiguieron la anhelada obtención de apéndices... La hazaña de Arruza. Bien había estado Carlos con su primero, un bicho con temperamento, que empujaba mucho para las tablas y que, inclusive, lo achuchó de mala manera cuando trataba de colocarlo en suerte para clavar un rejón... Sin embargo, mejor estuvo Arruza cuando, pie en tierra, con unos cuantos muletazos de tremenda eficacia se adueñó del bicho para propinarle una estocada honda... Con el cuarto, Carlos se superó toreando a caballo: lo mismo en su forma de encelar al bicho, manejando a la jaca con alarde de mando y seguridad, que clavando rejones y banderillas con una y con las dos manos, el Ciclón hízose aplaudir rotundamente... Y para concluir, acometió una hazaña sin precedente hasta la fecha, según nuestro leal saber y entender: la de estoquear desde el caballo. Acero en la diestra, echóse Arruza sobre el morrillo del morlaco y le dejó un estoconazo hasta la bola... Estalló naturalmente una ovación de las gordas. Dos orejas, el rabo del burel y una vuelta al ruedo en triunfo: tal fue el premio a la proeza del Ciclón. El triunfo de Moro. Triunfó, sí, el de Linares en la faena a su primero. Y triunfó, por sobre el toro y a pesar del toro, lo que reviste su éxito de un relieve muy especial, pues el bicho, mansurrón y con genio rehusaba además la embestida... exponiendo y toreando de verdad, logró Moro pasarlo por derechazos de excelente factura, tirando del manso en forma superior. Vinieron más tarde adornos, mostrándose siempre valeroso y con afán de palmas y por último la estocada que hizo doblar... Oreja y vuelta al ruedo entre el cerrado aplauso de los aficionados...

Una vez leído lo que nos cuenta el cronista, podemos ver que la tarde, en el renglón ganadero quizás no transcurrió como las de la víspera y la antevíspera, pero al final, el tesón de los alternantes y el poder que ejercieron sobre los toros, lograron superar las complicaciones del ganado.

El festejo de hoy: Ganado de Los Encinos para Eulalio López Zotoluco, Alejandro Talavante - que sustituye a El Juli - y Juan Pablo Sánchez.

jueves, 25 de abril de 2013

Tal día como hoy: 1956. Luis Miguel Dominguín, triunfador de la feria


La Plaza de Toros San Marcos fue escenario de las corridas de nuestra feria desde su inauguración, un 24 de abril de 1896. En su ruedo han actuado casi todos los toreros que la historia reconoce como las principales figuras de la tauromaquia, así entre los diestros hispanos, nombres como los de Antonio Montes, Luis Mazzantini, Ricardo Torres Bombita, el genial Rafael Gómez El Gallo, Ignacio Sánchez Mejías, Marcial Lalanda o Manolete en alguna fecha fueron parte del reclamo para que la afición se congregara en el coso de la calle de la Democracia.

El nombre de Luis Miguel Dominguín se suma a esa lista de ilustres, cuando es anunciado para lidiar mano a mano con Alfonso Ramírez Calesero, un encierro de don Ramiro González. Evidentemente el anuncio de esa corrida, segunda de la feria, produjo gran expectación, porque la presencia de una figura de la importancia del madrileño en nuestra plaza no era cosa común en aquellos años. La información previa a la corrida resalta lo siguiente:

Hoy es el día grande de Aguascalientes, y en la arena del coso San Marcos va a tener realización el tan ansiado y esperado mano a mano de Luis Miguel Dominguín y Alfonso Ramírez "Calesero"... No sería hiperbólico afirmar que en esta tarde, el centro de gravedad taurina del mundo estará situado en el coso San Marcos; sobre sus arenas se fijarán, plenas de expectación, las miradas de los aficionados de uno y otro lado del charco, dispuestas a dar fe de las hazañas de los dos ases del toreo... Incidentalmente, resulta adecuadísimo para festejar el sexagésimo aniversario de la inauguración del coso San Marcos, suceso que tuvo lugar la tarde del ya lejano 24 de abril de 1896... El lleno puede darse por descontado: la solemnidad de la fecha, la categoría y el indiscutible atractivo de los matadores y el ya sólido prestigio de la vacada de don Ramiro González, han despertado entre los aficionados de todos los puntos del país un interés y entusiasmo desusados por asistir al festejo... Todo se ha conjuntado para hacer de la de esta tarde una corrida excepcional, una fecha de relieve extraordinario, un festejo de los de pronóstico...

Ese era el ambiente previo a la corrida que resultó triunfal para Luis Miguel, según lo cuenta la crónica publicada en El Sol del Centro del 26 de abril de 1956, firmada en esa oportunidad por El Reserva y que en lo medular dice:

Triunfo rotundo de Luis Miguel. Cuajó dos faenas plenas de calidad, mando y torerismo. Chispazos de arte de Calesero; los de Ramiro González, nobles y fáciles. En tanto que Alfonso Ramírez fue de nueva cuenta el orfebre de los fugaces lances de calidad excelsa... Luis Miguel Dominguín cuajó una actuación pletórica de solidez y torerismo y, tras de haber sido recibido hostilmente, concluyó convenciendo a todos y llevándose consigo la admiración de forasteros e indígenas... No es la suya una de esas personalidades que, por lo brillantes o simpáticas se adentran luego en el corazón de los públicos, ni tiene su toreo la caleidoscópica luminosidad o la intensidad dramática que singulariza el arte de otros coletudos; por el contrario, su porte adusto, casi altanero, repele mejor que atrae, y su toreo que, por lo seco en ocasiones antójase desangelado, logra a la postre conquistar la admiración del pópulo por la ardua vía del convencimiento... El toreo es el arte de dominar las reses bravas; y esto, señorío absoluto sobre el astado, dominio de las suertes y de las variables situaciones de la lidia; la eficacia aunada al bienhacer, la destreza en feliz conjunción con el arte, tal fue, en síntesis, la actuación de Dominguín... Tan brillante como meritoria resultó su labor con el cuarto "Corsetero", un burel que como sus hermanos, fue noble y manejable, aunque no anduvo sobrado de alegría. Luis Miguel lo lidió con acierto, lo "metió" en el engaño y, midiendo con singular precisión el ritmo de cada embestida, tirando del bicho con mando inexorable, fueron brotando las tandas de derechazos, las repetidas series de pases naturales. Producíase luego, con oportunidad y gallardía el remate de la tanda, y a los pies del diestro rodaba la ovación. Porque el público, que principió jaleando débilmente los primeros muletazos, acabó por entregarse al madrileño y rendirle su admiración. Vinieron los adornos y, tras los adornos, la estocada en sitio desprendido, ejecutando la suerte con clasicismo. Y al rodar "Corsetero", albearon los tendidos y, con ambas orejas y el rabo del bicho en las manos, Luis Miguel recorrió el ruedo por partida doble... Tan lucido paréntesis tendría más tarde una prolongación durante la faena del sexto, "Canastero"... También entonces el dominio del diestro hizo factible la realización de un trasteo de tanta calidad y brillantez, como mérito, porque "Canastero", mansurrón y sin enjundia, acabó por rendirse al poderío de la muleta del madrileño que, como en su turno anterior, dedicóse a trazar reiteradamente la semiparábola del toreo verdad, con asentamiento, temple y mando singulares... Dos pinchazos rematados con una estocada honda en el sitio debido, dieron término a la vida de "Canastero". Y entre ovaciones y música y a hombros de los capitalistas, Luis Miguel Dominguín recorrió por última vez el ruedo sanmarqueño...

Como podemos ver, aún en esos tiempos se seguía reprochando a Luis Miguel Dominguín su participación en la corrida de Linares en la que perdiera la vida Manolete. A ello se agregaba el hecho de que su relación profesional y personal con Carlos Arruza no era de lo mejor, lo que trascendió a los medios de la época y por eso se le hostilizaba al aparecer por la puerta de cuadrillas. Eso aumentaba el grado de dificultad en sus actuaciones y el valor de los triunfos que obtenía, a partir de poder con los toros… y con los públicos.

El festejo de hoy: Corrida llamada Ponciana. Dos reses de Los Encinos para rejones y cuatro de San Isidro para Pablo Hermoso de Mendoza, Fermín Spínola y Joselito Adame.

Aldeanos