sábado, 16 de mayo de 2009

La Edad de Plata del Toreo en México, 6 décadas después


El reciente fallecimiento de Manuel Capetillo ha vuelto a traer a la mesa de la discusión el lugar de este torero y sus compañeros de época, Los Tres Mosqueteros, dentro de la Historia del Toreo en México. Hace un par de días escuché al Maestro Jesús Córdoba – el último Mosquetero que sobrevive y que sea por muchos años – afirmar en una entrevista, que ellos fueron la etapa final de la Edad de Oro del toreo mexicano.

Respeto el punto de vista del Joven Maestro, pero creo que Los Tres Mosqueteros representan por derecho una etapa propia, con un significado distinto al de quienes hace una miajita más que seis décadas, les entregaron la estafeta de las cosas de los toros en este País, una edad nueva, con brillo propio, la que a mi juicio, bien puede considerarse, la Edad de Plata del Toreo en México.

Algunos antecedentes

El mediodía del siglo veinte nos alcanza en lo que pudiéramos llamar el epílogo de la Edad de Oro. Es el tiempo en el que lucen Armillita con Clarinero, Silverio con Tanguito, El Soldado con Rayito y Arruza con Cordobés; cuando Gregorio derrocha su natural elegancia, Fermín el de San Luis su pundonor, Calesero su poesía y vive un esplendoroso ocaso El Rey del Temple.

Toman la alternativa Luis Procuna, Luciano Contreras, Luis Briones y Antonio Velázquez y tiene su hora dorada Rafael Osorno. La otra muerte del ruedo se encuentra con Alberto Balderas, Félix Guzmán, Eduardo Liceaga y Carnicerito de México y también vio el final de sus días de albergar a los hombres vestidos de dioses, El Toreo de la Condesa, cediendo su lugar a la Plaza México, publicitada desde entonces como la más grande y cómoda del mundo.

En cuanto terminó la serie de corridas con las que se celebraron los fastos de la apertura de la Plaza México, se comenzó con la organización de festejos menores y entre el 26 de mayo y el 3 de noviembre de 1946, se dieron cuarenta novilladas, mismas en las que con luz propia, brillaron dos toreros de estilo contrastante y que anunciaron la buena nueva que representaría para la afición el inicio de una nueva era para la fiesta en nuestro país.

El primero en aparecer fue un diestro de maneras exquisitas, de aroma profundo y penetrante, que motivó que José Alameda lo motejara como El Torero de Canela. Fernando López Vázquez se presentó en el mayor coso del planeta el 30 de agosto del año de la inauguración, dejando constancia de que su toreo es tesoro caro. El otro torero que preconizó lo que estaba por venir fue uno de sino trágico. Laurentino José López Rodríguez Joselillo llega a la plaza México el 25 de agosto de 1946 y muere el 14 de octubre de 1947, apenas dieciséis días después de haber recibido en el mismo ruedo, la cornada de Ovaciones de Santín.

Estos dos toreros, Joselillo y El de Canela, representan los albores de una nueva era. No cuajaron en las figuras que prometían ser, pero demostraron en primer término, que aún sin Manolete, la Plaza México podía ser llenada y en segundo lugar, que habrían de llegar los diestros que ocuparan el sitio que ocupaban desde hacía algunas décadas, las figuras de la Edad de Oro.

La Edad de Plata del Toreo en México

Tras de las vísperas que representaron Joselillo y Fernando López, la temporada novilleril de 1948 significa el momento en el cual se fragua el relevo generacional de la fiesta en México.

En primer lugar, la generación del 48 nos da a Los Tres Mosqueteros en las figuras de Rafael Rodríguez, Manuel Capetillo y Jesús Córdoba, tres toreros que trascendieron a su tiempo y que aún en este nuevo siglo, continúan siendo el marco de referencia para calibrar la importancia del paso de un torero en ascenso.

La historia nos enseña que estos tres toreros demostraron la viabilidad del proyecto monumental que representaba la Plaza México y también la posibilidad de llevar en sus nombres la responsabilidad de una fiesta que con brillantez construyeron Armillita, Garza, Silverio, El Soldado y otros grandes constructores de la fiesta en México posterior a 1936.

Los Tres Mosqueteros, antes de finalizar el calendario correspondiente a ese 1948, el año de su aparición en el firmamento taurino, recibieron la alternativa. Fue simbólica la manera en la que se doctoraron El Volcán de Aguascalientes, que recibió los trastos el 19 de diciembre de ese año en la Plaza México de manos de Silverio Pérez; El Mejor Muletero del Mundo en Querétaro, la víspera de la Navidad, llevando a Luis Procuna como padrino y El Joven Maestro, en Celaya al día siguiente mano a mano con Armillita, los padrinos fueron tres de los bastiones de la Edad de Oro, que con los trastos de matar, entregaron también el testigo a quienes habrían de sucederles en la parte estelar de la fiesta mexicana.

Contaba Rafael Rodríguez que cuando el momento de la alternativa llegó, el doctor Alfonso Gaona le preguntó a él y a cada uno de los Mosqueteros de quién esperaría recibir los trastos y cuando recibió las respuestas, no se manifestó sorprendido, pues cada uno de los padrinos, en alguna medida se vería continuado en su ahijado, el sentimiento silverista y su empatía con los tendidos continuaría con El Volcán; el toreo heterodoxo de Procuna sería quintaesenciado por Capetillo y Jesús Córdoba sería el torero que podría con todos los toros, como Fermín, dejando una solución de continuidad entre los toreros de la generación anterior y la nueva.

Con su consolidación como figuras de los ruedos y de su conjugación artística, cualquiera pensaría que esa tríada de figuras del toreo conformaría un grupo homogéneo, que funcionaría a la manera de lo que en los noventa hicieron en España los llamados Tres Tenores, pero la realidad fue diferente. Rafael Rodríguez, Manuel Capetillo y Jesús Córdoba, ya como matadores de alternativa, actuaron juntos solo cinco veces, encabezando cada uno por separado distintos carteles, junto con los toreros de la Edad de Oro que permanecían en activo o con sus compañeros de promoción que también destacaron, dando un aire nuevo y atractivo a la fiesta en México.

Esa es la trascendencia real de Los Tres Mosqueteros y la verdadera producción de la Edad de Plata, la inyección de novedad que dieron a la fiesta mexicana, permitiendo que esta siguiera engrandeciéndose e impulsando otros nombres que a la postre serían históricos, pues al amparo de estos toreros se gesta toda una nueva generación de diestros y se define también un importante cambio en la manera de seleccionar el toro que llegará a las plazas en lo sucesivo.

Para terminar

El cenit del siglo veinte en las cosas de los toros fue luminoso no obstante que en sus albores, la tragedia ensombreciera el panorama taurino en las plazas de Linares, San Roque, Vila Viciosa y en la misma capital mexicana.

La luz en los ruedos surge cuando en 1948 se inicia la transición de la Edad de Oro hacia la de Plata, en la que refulgieron con luz propia aquellos que habrían de suceder a quienes en su momento, escalaron la cúspide de la torería mundial. Esta última afirmación no es arbitraria, tiene su explicación en el boicot declarado por los toreros españoles a los mexicanos, boicot que separó durante casi diez años los caminos de la fiesta en España y México y que permitió que de este lado del Atlántico, se afianzara una concepción del arte de torear, que sin apartarse del canon, apela más al ser interno del espectador que a su capacidad intelectual, es decir, busca la fibra sensible, aquella que se conmueve aún cuando no se comprenda a las claras lo que está sucediendo en el ruedo.

La Edad de Plata del toreo en México es sin duda una de las etapas históricas que merece ser analizada, porque sin su exacta comprensión, no se puede entender lo que sucede ahora, ya iniciado el siglo veintiuno, que es consecuencia lógica e inmediata de lo ocurrido en esa etapa histórica.

domingo, 10 de mayo de 2009

Tal día como hoy: El Quitos se alza con el triunfo en el cierre de la Feria del 92.

NECESARIA ACLARACIÓN: Hoy debiera celebrarse la segunda novillada y último festejo de la Feria de San Marcos. Por las razones que han sido profusamente difundidas, esta corrida y las que siguen, no se llevarán a cabo. La razón de seguir publicando estos recuerdos, es que el trabajo ya lo tengo hecho y me parece algo ocioso dejarlo añejar un calendario completo, así que siguiendo las fechas del cartel original de los festejos concluyo con la publicación de estas ideas, ya que Ustedes no mostraron objeción a ellas durante los días que las puse a su consideración aquí.

Cuando la Feria de San Marcos comienza a adentrarse en el mes de mayo, igualmente surge la dificultad de encontrar recuerdos para hacer y por ende, para presentar. Son pocas los años en los que la feria llega en su vertiente taurina hasta la celebración Día de la Madre y el cartel ofrecido en este 1992 por Guillermo González Martínez, en su último año de gestión al frente de la Monumental lo formaron el utrerano Curro Durán, Roberto Fernández El Quitos y Alejandro Silveti, quienes enfrentarían un encierro de la ganadería que en su día fuera propiedad del Ingeniero Mariano Ramírez y que seguía anunciándose a su nombre.

Sobre el encierro de Mariano Ramírez, una ganadería de origen Saltillo, pero de la rama afincada en Tlaxcala - originalmente es la mitad de la ganadería de Zotoluca - que estaba en proceso de recuperación, las crónicas refieren que no estuvo muy sobrado, ni de respeto, ni de fortaleza… aunque con claridad de estilo, pero todos fueron sosos.

Y en cuanto a los toreros, señalan que Curro Durán mostró madurez y recursos; que Roberto Fernández El Quitos fue el más aplaudido de la tarde, cortó la oreja al segundo y brindó el quinto a José Manuel Espinosa ya por ese entonces, apoderado de Miguel Espinosa Armillita Chico y en cuanto a Alejandro Silveti refieren que tuvo como norma primordial hacerse tocar las palmas a todo trance y si no lo consiguió en la medida en que se lo propuso, se debió en buena parte a las condiciones de sus adversarios. Y todo ello ante una entrada flojísima.

Es decir, fue un festejo en el que poco fue lo que trascendió y que demuestra la necesidad de concentrar más los festejos en las fechas cercanas al día 25 de abril y no optar únicamente por tener toros los fines de semana, pero para ello, se requiere organizar una feria con carteles verdaderamente sólidos en todo su trayecto y no solo en lo que la empresa considera fechas clave, pues el resumen es que esta fue una corrida de relleno anunciada solo para cerrar la feria con toros, pero sin voluntad de que hubiera real espectáculo.

Con esta aportación concluyo esta serie de recuerdos por este año. Espero encontrar otras páginas de nuestra historia que puedan resultarles interesantes para la Feria del año 2010. Hasta entonces en lo que a esto se refiere.

El festejo que debió de darse hoy: Novillos de La Punta para Roberto Galán, Manuel González Montoyita y Alain de Mora.

martes, 5 de mayo de 2009

Manuel Capetillo en la Monumental Aguascalientes (In memoriam)


Hace no mucho rato comenzó a circular la noticia de que a las diez de la mañana de este día 5 de mayo del año 2009, falleció el torero mexicano al que el periodista don Alfonso de Icaza Ojo, llamara El Mejor Muletero del Mundo, es decir, el torero tapatío Manuel Capetillo, a la edad de 83 años.

En los alrededores de la pasada Navidad comenté aquí mismo el sexagésimo aniversario de su alternativa y hoy, en una circunstancia distinta y atípica, trataré de recordar su paso por la Plaza Monumental Aguascalientes, escenario que en sus inicios, tuvo como uno de sus actores al único de Los Tres Mosqueteros que alcanzó a pisar su redondel vestido de luces.

La Feria de San Marcos de 1976 era apenas la segunda que se daba en el nuevo escenario que doblaba – en ese entonces – al vetusto Coso San Marcos y uno de los toreros atractivos que funcionaban en el ambiente, no obstante que Enrique Guarner, evidentemente uno de sus malquerientes, afirmara lapidariamente en esos días que un torero que frisaba ya el medio siglo de existencia, no interesaba a nadie.

Manuel Capetillo toreó en la Monumental las noches de los días martes 20 y miércoles 21 de abril de ese año. La primera corrida alternó con Curro Rivera y Humberto Moro en la lidia de toros del Ingeniero Mariano Ramírez y en la segunda, con Manolo Martínez y Eloy Cavazos, en la lidia de toros de Valparaíso, ganadería propiedad de su gran amigo Valentín Rivero Azcárraga y que estaba íntimamente ligada a los grandes triunfos del torero de Guadalajara.

El resultado del festejo fue de esos que no dejan gran cosa para la memoria. Por esas fechas existía en los periódicos un gran debate acerca de la eficacia de la luz artificial para la celebración de festejos taurinos y de los efectos nocivos de ésta sobre el juego de los toros. Aparte, la nueva plaza aún estaba con muchos detalles constructivos sin concluir, lo que la hacía algo inhóspita en la nocturnidad.

Este recuerdo tiene lugar porque entre las cosas que conservo, encontré esta fotografía que tomé la noche del 21 de abril de 1976 desde mi sitio en el tendido. Tiene mala resolución, pero presenta un grupo interesante: Capetillo recargado en el burladero de matadores, a su izquierda, Porfirio Bobadilla El Maestrito, mozo de estoques de Manolo Martínez, enseguida, recargado en las tablas, Pepe Chafik, apoderado de Manolo Martínez y ganadero de San Martín, a la izquierda de Chafik, Rafael Báez, apoderado de Eloy Cavazos y en el ruedo, Manolo Martínez, seguramente cuidando la lidia del toro durante el segundo tercio.

Si observan la mano izquierda de Manolo Martínez, se darán cuenta que luce un abultado vendaje. Es la consecuencia de una voltereta que sufrió la noche del lunes 19, cuando un toro de Suárez del Real lo prendió en festejo en el que alternaba con Jesús Solórzano y Fermín Espinosa Armillita, lesión que en principio se pensó que le impediría continuar con sus compromisos en esta feria de hace 33 años.

Pero en este caso, el tema central es recordar que en este año de la influenza, en el que materialmente nos quedamos sin toros, se nos ha ido por delante el que fuera llamado El Mejor Muletero del Mundo y que es él, Manuel Capetillo Villaseñor, uno de los personajes que han hecho la historia de nuestra Plaza de Toros Monumental y de nuestra Feria de San Marcos. ¡Que encuentre un pacífico reposo!

Tal día como hoy: 5 de mayo de 1972. Se lidia la corrida más grande de la Historia del Toreo en México.


NECESARIA ACLARACIÓN: Hoy debiera celebrarse la novena corrida de la Feria de San Marcos. Por las razones que han sido profusamente difundidas, esta corrida y las que siguen, no se llevarán a cabo. La razón de seguir publicando estos recuerdos, es que el trabajo ya lo tengo hecho y me parece algo ocioso dejarlo “añejar” un calendario completo, así que seguiré las fechas del cartel original de los festejos y por ello, publicando estas ideas, ya que Ustedes hasta ahora, no han expresado objeción.

La corrida con la que se cerró la feria del año de 1972 pasaría al capitulado de los grandes acontecimientos de la historia de la Plaza de Toros San Marcos y de nuestra feria abrileña, por haberse lidiado en ella lo que en presencia, tipo y en el ineludible baremo de la báscula, resulta ser la corrida de toros más grande que se haya jugado en la Historia del Toreo en México.

Para la fecha se anunció la presencia del torero de Santa Coloma de Gramanet, Joaquín Bernadó que durante varios años de la década anterior había tenido triunfos significados en el serial sanmarqueño, como en el de 1964, en la que se alzó como triunfador máximo. Jesús Solórzano hijo, quien en estricto sentido realizaría una gesta al enfrentar este encierro, pues su cuerda como torero era la del arte y no precisamente la del poderío, aunque conociera a profundidad la técnica del toreo y tuviera los argumentos para resolver solventemente una contrata como esta y la reaparición de un torero de la tierra que tenía por divisa el valor a toda prueba, Fabián Ruiz, quien después de una gravísima cornada penetrante de tórax sufrida en Tijuana, luchaba por retomar el paso y ser una figura de los redondeles.

El encierro provenía de La Punta y era producto del reordenamiento que don Francisco Madrazo Solórzano daba a su ganadería, diezmada por la persistente sequía y por las mermas que le causó la Reforma Agraria, por lo que los toros a lidiarse venían del cruce de sus vacas de origen Parladé – Campos Varela, con toros provenientes de San Miguel de Mimiahuápam, los números 80, el 110 de nombre Vencido y 193 de nombre Ventanito, de origen Llaguno con goterones de sangre del Conde de la Corte, según lo explicaba en la remembranza del pasado 26 de abril.

Los punteños lidiados esta histórica tarde fueron: Sombrerero, número 61 con 580 kilos; Lagrimoso, número 40, con 635 kilos; Recobito, número 75, con 630 kilos; Carretero, número 20, con 640 kilos; Enanito, número 25, con 672 kilos y Candilejo, número 49, con 730 kilos. El promedio de peso del encierro fue de 647.833 kilogramos exactos. Los nombres de los toros corresponden a los de las familias que se formaron con los toros y vacas que en 1925 llegaron de España para la formación definitiva de la vacada de los señores Madrazo.

La crónica del festejo realizada por Everardo Brand Partida para El Sol del Centro del 6 de mayo de 1972 nos presenta el siguiente juicio:

‘La Corrida del Toro’, esa fue innegablemente, la que ayer se dio en el Coso San Marcos, porque en el ruedo estuvieron, - únicamente ellos – los seis cromos seleccionados especialmente por don Francisco Madrazo, para el colofón de la Feria Taurina de 1972. Seis torazos con edad y presencia, que promediaron en la romana 650 kilogramos y que derrocharon bravura y nobleza al transcurso de la lidia de cada uno de ellos, en forma especial los corridos en primero y quinto lugares, ya que este último ‘Enanito’, marcado con el número 325, mereció los honores del arrastre lento.

Es precisamente ellos, de los toros, de quien debe hablarse, porque el encierro de ayer, lidiado en el Coso de la calle Democracia es, hasta la fecha, es hasta la fecha, el más grande y parejo de los que se han lidiado en plazas mexicanas, porque dieron un juego extraordinario para la lidia tras de pelear bravamente con las cabalgaduras y haciendo honor a su divisa, evidenciaron un magnífico estilo de bravura y poder, que no fue descifrado por los espadas actuantes, que se conformaron – cabe así asentarlo – con pararse enfrente de los punteños.

Contrariamente a lo que suponía el grueso de los aficionados tomando en consideración el peso de los astados, éstos no salieron parándose ni a la defensiva. Llegaron al tercio mortal plenos de facultades, esto es, con poder, embistiendo ‘de aquí hasta allá’, francamente, con estilo definido, con son y solo necesitaban que un torero se les parara, los templara y los mandara para que hubieran pasado a formar parte de un capítulo memorable de la historia taurina mexicana y hubieran cubierto de gloria a su divisa y a su criador, el pundonoroso ganadero don Francisco Madrazo.

El encierro de ‘La Punta’, bonito en verdad, demostró que los toros no llegan al último tercio con media embestida, semi – parados o completamente a la defensiva exclusivamente por su peso. No, los punteños fueron graneados – no cebados o engordados prematuramente para cumplir con el requisito del peso –, se les apreció fibra y poder y su sangre brava les hizo embestir en todo momento. Si acaso solo un detalle fue apreciado con desagrado por los aficionados, que hicieron un entradón en la Plaza, y es que los seis toros estaban astillados de los pitones. Que uno o dos lo estén, tiene una explicación lógica, pero que los seis torazos lidiados en el ruedo del Coso San Marcos salgan astillados de los pitones, eso es ya otra cosa…

A Joaquín Bernadó le tocaron en suerte Carretero y Lagrimoso; a Jesús Solórzano Recobito y Enanito, el que fue premiado con el arrastre lento y a Fabián Ruiz le correspondieron Candilejo y Sombrerero. La única oreja del festejo la cortó Fabián precisamente a Candilejo, al que liquidó de una estocada y cuatro golpes de descabello.

Asistí a ese festejo y realmente recuerdo solamente el entradón, la expectación que causó cada uno de los toros en el ruedo y el hecho de que al final de la tarde, el único que haya cortado una oreja haya sido Fabián Ruiz, precisamente a Candilejo, el toro más grande y pesado de la corrida, aunque la realidad es que ese encierro y ese festejo es uno de los grandes hitos de los ya ciento trece años de historia de la Plaza de Toros San Marcos, tanto que hoy hay en sus muros tres placas que recuerdan o refieren el evento, una dedicada al Encierro, otra a Fabián Ruiz y una tercera al paso de Jesús Solórzano por ese ruedo, en la que se incluye su actuación en esta memorable tarde.

El cartel que estaba anunciado para hoy: Corrida de la Oreja de Oro. Toros de Corlomé para Óscar Sanromán, Israel Téllez, Juan Antonio Adame, Guillermo Martínez, Aldo Orozco y Víctor Mora.

lunes, 4 de mayo de 2009

Tal día como hoy: 4 de mayo de 1995. Primera corrida de rejones durante una Feria de San Marcos en la Plaza Monumental Aguascalientes

NECESARIA ACLARACIÓN: Hoy debiera celebrarse la octava corrida de la Feria de San Marcos. Por las razones que han sido profusamente difundidas, esta corrida y las que siguen, no se llevarán a cabo. La razón de seguir publicando estos recuerdos, es que el trabajo ya lo tengo hecho y me parece algo ocioso dejarlo añejar un calendario completo, así que seguiré las fechas del cartel original de los festejos y continuaré publicando estas ideas, si Ustedes no tienen objeción.

Durante las temporadas 93 – 94 y 94 – 95, bajo el patrocinio de Bancrecer – Banoro (una entidad financiera), se dieron más de 100 corridas de rejones en México, anunciadas como La Gira del Arte del Rejoneo Bancrecer – Banoro. La base de los carteles fueron los rejoneadores Enrique Fraga, Rodrigo Santos, José Antonio Hernández Andrés, Gerardo Trueba, Joaquim Bastinhas, Giovanni Aloi y también participó en ellos Rubén Acosta, quien era funcionario de la Entidad Financiera y practicaba el llamado Arte de Marialva. Tuvo también una decisiva influencia en esa forma de promover la fiesta y particularmente el toreo a caballo, el Dr. Carlos Escalante, que también ocupaba puesto de dirección en la entidad bancaria y que en una etapa de su vida también fuera rejoneador con relativa fortuna en los ruedos.

Los esfuerzos de la gira no se vieron reflejados en la aceptación plena del toreo ecuestre por la afición mexicana, aunque hoy en día, el Instituto Mexicano del Rejoneo, que dirige la señora Laura Peralta Quintero, recogió la estafeta que dejara la Gira, dedicándose a formar e impulsar toreros a caballo para lograr la permanencia de esta particular tauromaquia en México.

La corrida del 4 de mayo de 1995, se dio con algo más de la mitad del aforo cubierto, en una plaza que alberga quince mil localidades y con la circunstancia añadida de que el acceso no tuvo costo, lo que refleja un exceso de confianza o una falta de difusión de los encargados de la Gira del Arte del Rejoneo Bancrecer – Banoro encargados de la gestión y promoción de esta serie de festejos.

El cartel para esta oportunidad lo integraron Gerardo Trueba, Rodrigo Santos, Enrique Fraga y José Antonio Hernández Andrés quienes lidiaron 6 toros tlaxcaltecas de La Soledad que dieron buen juego, concediéndose el arrastre lento a Hidrocálido, el 5º de la tarde, que fue lidiado en collera por Enrique Fraga y Gerardo Trueba, en tanto que Rodrigo Santos y José Antonio Hernández Andrés hicieron lo propio en el sexto y último de la tarde.

El resultado numérico de la corrida fue que Rodrigo Santos cortó 2 orejas; Enrique Fraga, otras 2 orejas; José Antonio Hernández Andrés, una y Gerardo Trueba saldó su presentación con una vuelta al ruedo. Por otra parte, las crónicas destacan el toreo de muleta de Hernández Andrés al 4º, cuando se bajó del caballo a terminar con él pie a tierra tras fallar con el rejón de muerte.

El antecedente inmediato

Las corridas de rejones no son frecuentes en México y en nuestra Feria de San Marcos mucho menos. La que se había ofrecido antes de la que es objeto de este recuento, data del 22 de abril de 1974, celebrada en la Plaza de Toros San Marcos, un lunes por la noche, con algo más de media entrada (en una plaza de cuatro mil localidades) y actuaron en ella Gastón Santos, Pedro Louceiro, Felipe Zambrano y Jorge Hernández Andrés que se enfrentaron a 5 toros de origen murubeño de las ganaderías de El Rocío y uno de Las Huertas, aunque habrá que hacer la aclaración de que en esos días, ambos hierros eran propiedad de don Luis Javier Barroso Chávez.


La idea de este festejo de rejones era el de intentar ofrecer a la afición un espectáculo atractivo dentro de un serial que, transplantado a nuestra tierra por don Guillermo González Muñoz, el inolvidable Cabezón, ofrecía festejos en días consecutivos y para ello, se instaló alumbrado en el hoy centenario Coso de la calle de la Democracia y se buscaron alternativas que hicieran atractivo el tener más que las tradicionales corridas del 25 de abril y del 1º de mayo y sus fechas circundantes.

El resultado de este festejo, expresado en trofeos fue el siguiente: Gastón Santos obtuvo una oreja, Pedro Louceiro, dos; Felipe Zambrano, otras 2 y Jorge Hernández Andrés también una oreja. En colleras actuaron Gastón y Louceiro ante el 5º y Zambrano y Hernández Andrés frente al que cerró plaza, de Las Huertas.


La nota trágica de la corrida surgió en el primero de la noche, que hirió gravemente al veterano caballo Triunfador, lusitano de la cuadra de Gastón Santos, que toreaba su última corrida y que tras de ser intervenido por los veterinarios del rejoneador potosino, fue trasladado a la finca de éste, para su recuperación.

Posteriormente se ha celebrado algún otro festejo de rejones, pero no han cobrado carta de naturalidad en nuestro medio, tanto así, que cuando hace campaña en estas tierras el navarro Pablo Hermoso de Mendoza, en lugar de alternar con los toreros de a caballo mexicanos, lo hace con toreros de a pie, dada la poca comprensión que tenemos en México, de esta especial tauromaquia.

El cartel que estaba anunciado para hoy: Toros de Bernaldo de Quirós para Rafael Ortega, El Juli y Joselito Adame.

domingo, 3 de mayo de 2009

Tal día como hoy: 3 de mayo de 2003. Luis Fernando Sánchez se despide triunfalmente de los ruedos

NECESARIA ACLARACIÓN: Hoy debiera celebrarse la séptima corrida de la Feria de San Marcos. Por las razones que han sido profusamente difundidas, esta corrida y las que siguen, no se llevarán a cabo. La razón de seguir publicando estos recuerdos, es que el trabajo ya lo tengo hecho y me parece algo ocioso dejarlo “añejar” un calendario completo, así que seguiré las fechas del cartel original de los festejos y publicando estas ideas, si Ustedes no tienen objeción.

No obstante que desde su alternativa, cada feria de abril Luis Fernando Sánchez salía con las orejas en las manos, cada año que pasaba era menor su presencia. Ya no se tenían en cuenta los grandes triunfos que tuvo con los toros de Santo Domingo, mano a mano con Armillita Chico en 1984 o con los toros de Vistahermosa también un 3 de mayo de 1985. Por una parte, ya venía una nueva generación de toreros empujando fuerte detrás de él y por la otra, da la impresión de que en este País lo que sucede en un circuito empresarial, es inexistente en el otro y eso, al final de cuentas, acaba con la carrera de cualquier torero.

Es por eso que Luis Fernando Sánchez, a quien se llamara en su día El Torero de la Onza, decidió aceptar la oferta de torear la corrida de la despedida, llevando por delante al rejoneador José Antonio Hernández Andrés y alternando con Zotoluco y José María Luévano en la lidia de toros de De Santiago, en uno de los carteles mejor rematados de esa feria abrileña.

Sobre esa tarde del adiós escribí lo siguiente:

Afortunadamente, Luis Fernando Sánchez pudo disfrutar de una gran tarde de toros en la que sería la última en la que vistiera el terno de luces y mayor fortuna tuvo, por ser uno de los principales protagonistas de la efeméride, al cortar dos merecidas orejas del toro que representó el final de su ya dilatada carrera como matador de alternativa.

No cabe duda de que las despedidas de los toreros dejan un sabor agridulce en el paladar de quienes las presencian y las viven, y ese gusto se acentúa cuando el torero que se va, lo hace estando pleno de facultades y con una madurez profesional que deja en el aire la duda. ¿Por qué se va? Será que como decía el querido don Arturo Muñoz La Chicha, banderillero de esta tierra, hoy en la gloria eterna, los toreros deben irse cuando aún les pueden a los toros. Será por eso que veinte años después de su alternativa Luis Fernando decidió que la hora del punto y final, había llegado.

La postrera vuelta al ruedo fue de apoteosis y se preguntaba mi compañero de tendido sobre los pensamientos que circulan en la mente del que se encuentra en esa situación. Sin temor a equivocarme, creo que Luis Fernando revivía tardes de gloria, como aquella del 5 de mayo de 1984, en la que vistiendo un terno palo de rosa con pasamanería blanca, cortó el rabo a un toro de Santo Domingo, en su primer triunfo grande de esta plaza, que le abrió las plazas de importancia y que le llevó a una trayectoria que le colocó en una posición de importancia durante las dos décadas en las que ejerció su ministerio…

Posteriormente, al reflexionar sobre la feria de ese año, comentaba al respecto de la trayectoria de Luis Fernando:

…También tengo que tratar aparte el caso de Luis Fernando Sánchez, quien ante el desprecio de las empresas, de una manera digna, pero injusta por la forma en que se le impuso, dijo adiós a los ruedos la tarde del 3 de mayo.

No es comprensible que un torero que obtiene el premio a la mejor faena del ciclo ferial anterior tenga que guardar en el armario los ternos de seda y oro por casi doce meses, porque la empresa para la cual triunfó y que maneja las plazas de esta ciudad y otras importantes en el País, se niega a ponerlo en los demás festejos que organiza.

Resulta paradójico que hoy, cuando lo que falta son toreros con experiencia y solvencia taurinas, los dueños del negocio se permitan el cuestionable lujo de 'invitar' a un diestro como Luis Fernando a terminar su carrera taurina.

El Torero de la Onza se quitó el simbólico añadido dentro del mismo ambiente triunfal que siempre le propició la Monumental, aunque en esta tarde, el mayoritario público feriante no entendiera la trascendencia del acontecimiento que atestiguaba. Su postrera faena se premió con las dos orejas. Yo pido el rabo para una trayectoria que se vistió de triunfos durante dos décadas exactas.

Este es el fasto a recordar el día de hoy. Mañana traeré a la memoria otra página de la historia taurina de la Feria de San Marcos, que tiene en su haber muchas cosas que tienen que ser contadas, pues en ellas se conserva la grandeza de nuestra Feria y de nuestra Fiesta.

El cartel que estaba anunciado para hoy: Toros de Xajay para Ignacio Garibay, Sebastián Castella y Octavio García El Payo.

sábado, 2 de mayo de 2009

Hace un año...

Estaba gracias a la aficionada generosidad de dos grandes amigos, en Las Ventas, en una grada alta del 6. Lo mejor de la tarde creo que se quedó en estas imágenes que capté desde allí. Espero las encuentren visibles.




La gran entrada



Otra vista del entradón



Este remate de Uceda Leal al primero de la tarde



Y por sobre todo...



...este gran par de Curro Molina al sexto, que le valió la única salida al tercio de la tarde y la mejor ovación de ella.

De antes de la era del vídeo


Hace un rato, Carlos Lorenzo Hinzpeter, otro buen amigo, que en la actual circunstancia que pasamos, adquiere ya la calidad de buen samaritano, me comunicó la ubicación de un sitio, en el que se guardan tres breves cortes de película, de principios de los años sesenta, cuando Paco Camino vino por primera vez a México, a El Toreo de Cuatro Caminos.


Lo interesante del caso, es que se trata de la conversión a algún tipo de formato digital de filmaciones hechas originalmente en cine de 8mm, pero, con la particularidad de que dos de ellas, fueron tomadas ¡de la pantalla del televisor por quién las captó!


Hace unas semanas Francisco Camino Gaona - Abogado, empresario taurino, hijo del Maestro y nieto del Doctor Alfonso Gaona -, puso a la venta un DVD con algunas de esas faenas que tienen una calidad de imagen infinitamente superior y el valor agregado del sonido y la narración de Pepe Alameda, pero el intento de perpetuar lo que se vivió en aquél momento, motivo de este comentario, con la tecnología que había a disposición es digno de ser visto y disfrutado en este tiempo.

Tal día como hoy: 2 de mayo de 2004. Jorge Gutiérrez y José María Luévano sacan la casta y se imponen a los elementos.

NECESARIA ACLARACIÓN: Hoy debiera celebrarse la sexta corrida de la Feria de San Marcos. Por las razones que han sido profusamente difundidas, esta corrida y las que siguen, no se llevarán a cabo. La razón de seguir publicando estos recuerdos, es que el trabajo ya lo tengo hecho y me parece algo ocioso dejarlo añejar un calendario completo, así que seguiré las fechas del cartel original de los festejos y continuaré publicando estas ideas, si Ustedes no tienen objeción.
Para el 8º festejo del serial 2004 se anunciaron toros de José Garfias para Jorge Gutiérrez, Eulalio López Zotoluco y José María Luévano.

Uno de los discursos recurrentes de los ecologistas es el del cambio climático. Pues una muestra de que el tiempo ya no es como solía ser, se vio esta tarde del 2 de mayo de 2004, en el que al principio de la 8ª corrida de feria, se soltó un viento casi huracanado, que hacía si no imposible, si muy complicada la lidia y después, al final del mismo, cayó un chaparrón de regulares proporciones, que de no ser por la disposición de Jorge y Luévano en especial, no hubiera tenido un final para ser recordado.

Sobre este festejo escribió Juan Antonio de Labra:

…Desde un par de horas antes del comienzo del festejo se desató un viento huracanado. Las ramas de los árboles se mecían con ímpetu y todo apuntaba iba a ser casi imposible torear. La lidia de los dos primeros toros de la tarde fue un vaivén de desconfianza porque los toreros no podían mantener planchados los engaños en ningún momento.

El toro que abrió plaza no se empleaba nada y Jorge Gutiérrez se vio obligado a abreviar con el lógico temor de ser cogido debido al amargo trago que significaba el vendaval…

…Y de pronto ocurrió lo que nunca antes había presenciado en mi vida de aficionado: la autoridad anunció a través del sonido local que el festejo se iba a interrumpir durante diez minutos para ver si amainaba el temporal. ¿Habrá algún día un artículo en los reglamentos taurinos que permita suspender un festejo por viento? Sería un tema a poner sobre la mesa, pues cuando sopla con tal violencia el espectáculo se arruina.

Tras la pausa el viento siguió molestando. Entonces, se plantó en la arena José María Luévano, un torero que venía dispuesto a jugárselo y hacer válida la importancia que supone sobreponerse a la adversidad; en este caso, al precio que fuera.

El tercer toro de la tarde era un ejemplar de armonioso trapío, muy en el tipo de la casa, que galopó con alegría desde su salida y embistió con codicia al caballo, donde fue duramente castigado en varas. A la muleta llegó un tanto parado, pero esto no fue impedimento para que José María se pusiera a torear no obstante la tremenda fuerza del viento que le flameaba la muleta. De uno en uno, consiguió muletazos de garra y la gente agradeció el esfuerzo desplegado por este temperamental torero hidrocálido, que nunca se desmoronó anímicamente y se jugó la piel con valentía. El pinchazo previo a la estocada quizá fue la mácula que ocasionó la protesta de la concesión de una oreja, una actitud injusta por parte del público ya que lo hecho Luévano, delante de ese toro y con ese viento, era digno de la más respetuosa alabanza.

Como José María había puesto el ejemplo a sus compañeros de cartel, a Jorge Gutiérrez no le quedó más remedio que echar p’adelante y coger el capote con varios pliegues, para contrarrestar los embates del viento, y llevarlo muy abajo para recetarle unas enjundiosas verónicas al preciosos cuarto, un toro bajito y noble que embistió con calidad de principio a fin.

La sonrisa se reflejó en el rostro de Gutiérrez y fue sinónimo de que estaba a gusto delante de 'Naranjero', así que poco a poco hilvanó una faena de acusada suavidad y temple, ya cuando el viento había dado una tregua, que fue coreada con entusiasmo por el público. Jorge tuvo la sapiencia de dar pausas al toro, pero sin perder nunca la comunicación con éste, hasta que sobrevino el acoplamiento entre ambos y cuajó muletazos deletreados. Consciente de la trascendencia del triunfo que tenía en la punta de su espada, se echó encima del morillo y cobró una estocada tan despaciosa como habían sido cada unos de los muletazos y el juez de plaza no dudó en concederle dos orejas que sirvieron para dejar en alto su jerarquía de figura del toreo.

Visto lo visto, a Zotoluco no le quedó más remedio que salir a morirse en el quinto, su último toro de una feria mal planteada de la que no salió bien parado, pues en nueve toros estoqueados solamente cortó tres orejas. Toreó bien a la verónica porque jugó los brazos con soltura y más tarde se entonó en los primeros compases de una faena intermitente, porque el toro de Pepe Garfias se rajó cuando se sintió podido.

El deslucido sexto volvió a sumir el festejo en el tedio y Luévano se concretó a estar dispuesto y breve.

Gutiérrez disfrutó enormemente la salida a hombros, después de dos actuaciones maduras y toreras por la edición sanmarqueña correspondiente a 2004.


Al final de cuentas, lo que pudo ser un desastre se saldó de una manera que amerita ser recordada, gracias al tesón de dos toreros que hoy son ausencias notorias en nuestro serial, Jorge Gutiérrez por haberse cortado la coleta y José María Luévano, por esos misterios que tendrían que decirse, pero no se dicen…

El cartel que estaba anunciado para hoy: Toros de Fernando de la Mora para Zotoluco, Sebastián Castella y Joselito Adame.

viernes, 1 de mayo de 2009

Un buen amigo y un buen libro…


Ayer por la mañana recibí una llamada telefónica del buen amigo don Gustavo de Alba, que me notificaba que en una librería del centro de Aguascalientes estaba en oferta un libro sobre la obra del pintor valenciano Roberto Domingo.

Ante el encierro casi forzado al que nos vemos compelidos por estos días, hay que encontrar algo que hacer y en estos casos, la lectura es un buen paliativo para evitar los efectos nocivos de la falta de actividad.

Quizás a muchos no les represente novedad, pero la obra en cuestión se titula Roberto Domingo. Arte y Trapío y es de la autoría de María Dolores Agustí Guerrero, madrileña de origen valenciano, quien de acuerdo con la solapa del libro, cuenta con carnet de Investigadora del Ministerio de Cultura Español y es además filósofa, gemóloga y perito judicial en materia de Bellas Artes.

El prólogo de Ángel Luis Bienvenida nos refiere una visita que en el otoño de 1944 realizaron él y el Papa Negro al estudio del artista, para pedirle que le pintara un óleo en el que aparecieran sus hijos Pepe, Antonio y el propio Ángel Luis jugando con banderillas en la Real Maestranza de Sevilla. El objeto del cuadro era corresponder a Antonio un brindis hecho a Ángel Luis en una corrida que habían toreado juntos ese año.

El lienzo que llevaba don Manuel Mejías era descomunal y eso disgustó a Roberto Domingo, que pidió uno más pequeño. Refiere el torero que se fueron a Sevilla y a la semana siguiente volvieron al estudio del pintor con dos sacos de albero, los que esparció en el piso de madera del lugar diciendo: ¡Aquí lo tiene para que lo pueda hacer más exactamente!.

Al año siguiente el cuadro estaba listo, Antonio, de grana y oro, iba en la cara del toro; Pepe de azul y oro estaba en un segundo plano y Ángel Luis, de verde y oro quedó al fondo. Antonio no aceptó el cuadro, argumentando que tenía muchos de don Roberto, por ello, Ángel Luis remata su prólogo agradeciéndose la oportunidad de poder admirar todos los días por haberlo conservado, tan grande obra, de tan grande y olvidado pintor taurino.

El libro contiene una prolija biografía de quién, de acuerdo con la declaración de intenciones de su autora, refleja luminosa y sincera, la vida misma con todo su aroma y todo su dramatismo, reconociendo que en alguna medida su trabajo no hubiera sido posible sin una obra de 1957, publicada por Valeriano Salas y escrita por J. Peñasco.

La obra contiene, como dice su contraportada, extensa documentación gráfica, cerca de ochocientas fotografías y documentos que dan una idea completa de tan insigne pintor, devolviéndole la actualidad y el lugar preeminente que le corresponde en el mundo del arte, con especial referencia a su genial interpretación de la fiesta taurina.

Pero lo que más me llamó la atención, es este pequeño epílogo, que tiene mucho de verdad y que creo que explica, en unas cuantas palabras, el verdadero sentido de la obra:

He aquí una modesta aproximación a la vida y obra del insigne pintor Roberto Domingo. Sirva como llamada de atención sobre su injusto olvido y llegue algún momento, que deseamos esté próximo, a ocupar el lugar destacado que por derecho le corresponde en la historia de la pintura contemporánea.

Ya les contaré el resultado de la lectura completa.

Referencia bibliográfica: Agustí Guerrero, María Dolores. – Roberto Domingo. Arte y Trapío. – Editorial Limusa S.A. de C.V. – Grupo Noriega Editores, 1ª edición, México, 1998. La edición española es de Agualarga Editores S.L.

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