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domingo, 27 de septiembre de 2020

A 90 años de la alternativa sevillana de El Rey del Temple

Anuncio de la feria
de San Miguel de 1930
El final de la temporada de novilladas de 1929 en El Toreo se centró en cuatro nombres: Carmelo Pérez, Esteban García, José González Carnicerito y Jesús Solórzano. Ellos disputaron la Oreja de Plata en una novillada extraordinaria celebrada el domingo 8 de septiembre de ese año y el que se la llevó fue quien después sería conocido como El Rey del Temple. Es también de hacer notar que los otros tres alternantes morirían al paso del tiempo a consecuencia de las cornadas que dan los toros y que solamente uno de ellos, Esteban García, no recibiría la alternativa antes de su mortal percance en Morelia apenas dos meses después de esa novillada de triunfadores.

El haber obtenido el argentino trofeo le aseguró a Solórzano la alternativa en la temporada de corridas siguiente y así, el domingo 15 de diciembre siguiente, en la novena corrida de la temporada 1929 – 1930, el santanderino Félix Rodríguez, con el testimonio de Heriberto García, le cedió los trastos para matar al toro Cubano de La Laguna. Esa tarde Rodríguez realizó su más grande obra en nuestros ruedos al cuajar al toro Cafetero de Piedras Negras en el máximo escenario taurino de nuestro país.

Alboreando 1930 Jesús Solórzano marcha a España y como en aquellos años las alternativas americanas no eran consideradas válidas allá – eso se vino a resolver hasta el año de 1944 – debió torear por aquellas tierras como novillero, tratando de obtener una alternativa española que le permitiera ingresar con fuerza en las filas de los matadores de toros allá. Se presenta en la Maestranza de Sevilla el 11 de mayo, alternando con Alberto Balderas – debutante también – y Diego Gómez Laine y pierde apéndices por el mal manejo de la espada, regresando a ese escenario los días 18 y 29, alternando de nueva cuenta con Balderas en ambos festejos, el último, mano a mano.

Debuta en Madrid el 21 de julio de ese año, alternando con Rafael Saco Cantimplas y Manuel Zarzo Perete en la lidia de novillos de Juliana Calvo Viuda de Bueno, Duque de Tovar y Galache (se puede ver aquí) y esa tarde tiene un triunfo resonante, pues con el segundo de su lote armó una gran escandalera, cortando, según a quien se lea, un rabo o dando nada más una vuelta al ruedo… El hecho incontrastable y en eso coinciden los seis cronistas que pude consultar sobre el particular, es que la multitud se lo llevó en hombros de la plaza.

La alternativa

En esa línea triunfal llevó su decurso novilleril Jesús Solórzano durante el año de 1930 en España. Tanto así que se le ofreció la alternativa para la Feria de San Miguel de Sevilla de ese mismo año y en un cartel inmejorable. Le apadrinaría Antonio Márquez – quien además llevó siempre una estrecha amistad con Jesús – y sería testigo Marcial Lalanda. Se apartó para la ocasión un encierro de los hermanos Luis y José Pallarés (antes Peñalver).

Antonio Márquez fue herido el jueves 25 en Barcelona y estando anunciado como cabeza de cartel para las dos corridas de feria, la edición de El Correo de Andalucía del sábado 27 anunciaba que sería sustituido el domingo 28 por Cayetano Ordóñez Niño de la Palma y el lunes 29, día de San Miguel, por Joaquín Rodríguez Cagancho, así pues el padrino de la alternativa de Jesús Solórzano sería Marcial Lalanda, diestro de mayor antigüedad.

El toro de la ceremonia se llamó Niquelado y no fue precisamente uno que permitiera el lucimiento, sin embargo el toricantano estuvo esforzado y digno. La crónica de Juan Mª Vázquez, en el ABC de Sevilla, entre otras cosas, cuenta lo siguiente de esta trascendente tarde:

De la campaña que el novillero Solórzano desarrolló entre nosotros – olvidando descensos inevitables –, quedaban, para hacerle merecedor de la categoría máxima, los buenos recuerdos de sus lances de capa, ceñidos, templados y elegantes, y, sobre ello, la emoción de la soberbia faena de muleta con que enardeció a los sevillanos, en la tarde en que se les dio a conocer. Las crónicas y comentarios que inspiró su labor afortunada constituía – aún sin el aditamento de su triunfo en Madrid – documentación suficiente para unir a la solicitud de alternativa, escalada hoy por cualquier audaz exento de valor personal y de méritos artísticos. Ya la tiene Solórzano, y alcanzada en la cuna y la sede de su arte. Que siempre use de ella con pundonor y decoro, mirando a completar su personalidad en el oficio – que es ya distinguida – y evitando a quienes fueron los primeros en aplaudirle por estas tierras el mal sabor de las retractaciones.

En su día solemne, el notable lidiador se produjo con ese pundonor que para lo futuro le pedimos; animoso, lleno de los mejores deseos se esforzó en agradar al concurso, y si no siempre el éxito correspondió al designio, por lo general su labor fue buena y dejó grato sabor. 

Capeó al natural al que abrió plaza de salida y en los quites – adornándose aquí con una vistosa serpentina – estirado, quieto y apretándose. Aunque el toro no tenía buen estilo – la corrida de los Sres. Pallarés en ese respecto, dejó bastante que desear –, quiso sumar al esfuerzo de su arte banderillero, y reuniéndose muy bien puso con gran facilidad dos pares y medio – derrotando el bicho las dos últimas veces – que le fueron – como los lances consignados – aplaudidísimos. En fin: investido por Marcial, libró con un buen ayudado una acometida imprevista y, seguidamente, entre dos naturales aceptables, consumó, sereno y valiente, un gran pase de pecho. Con la derecha, cerquísima de las astas, aunque sufriera más de un derrote, siguió con adornos el estimable trasteo, hasta que, igualada la res, entrando muy ligero, dejó una estocada atravesada. Un descabello a la segunda tumbó al enemigo, y Solórzano, afectuosamente ovacionado, dio la vuelta al dorado círculo…

Por su parte, Enrique Feria Triquitraque, en El Correo de Andalucía, reflexiona lo siguiente:

Marcial Lalanda le entregó los trastos al mejicano, que por cierto y como dato que estimarán los historiadores, vestía flamante traje de seda blanca con adornos de oro. ¡De «durce»! Se abrazaron, etc., etc., y el público, tan propenso a contagiarse de estas escenas, aplaudió a Solórzano con cariño.

Jesús brindó al presidente (don Jesús Mensaque, el simpático edil trianero), y luego a gran aficionado don Agustín García Mier. El muchacho se encaró con el bicho todavía no hemos dicho que el ganado lidiado en esta corrida era de los señores Pallarés, sucesores de Peñalver. El toro, manso, cabeceaba mucho.

Jesús, molesto por el viento, inició su faena con un pase ayudado por alto bueno, a los que siguieron dos naturales, el segundo muy apretado, y uno de pecho muy forzado. El toro no era el toro ideal... Jesús, desde cerca, muy voluntarioso, siguió toreando con la muleta, dando varios pases de tirón y otros ayudados por bajo.

La tranquilidad del espada, su buena voluntad, hizo que esta faena fuera subrayada con la intervención de la banda de música. Siguieron otros pases lucidos, entre ellos uno de la firma bueno, y perfilándose desde cerca y entrando a matar con ganas, dejó una estocada corta y caída, y puso fin a la vida del adversario con un descabello a pulso al segundo intento.

El público ovacionó entusiásticamente al nuevo doctor, al que obligó a dar la vuelta al ruedo.

En el resto de la corrida, Solórzano estuvo decidido y dispuesto e hizo varios quites buenos y principalmente uno EXTRAORDINARIO en el tercero. Había entrado en quites Marcial derrochando alegrías. Siguió el Niño de la Palma en su quite entusiasmando al público con unos lances por gaoneras y media verónica estupenda... y Solórzano se creció e hizo el quite de la corrida ¡el mejor!... Fueron dos lances soberbios, insuperables, y media verónica aún mejor que los lances ¡imposible de mejorar!...

Tercia en estas apreciaciones José María del Rey Caballero Selipe, quien en su tribuna de El Noticiero Sevillano escribió:

...Jesús Solórzano ha llegado a la alternativa con dotes que han de facilitarle el triunfo en su carrera; tiene entusiasmos, valentía, dominio y buenos deseos. Da el paso de novillero a matador conscientemente; cuando ha alcanzado la alternativa y la ha merecido, la toma y de este modo podrá encumbrarse, ascendiendo serenamente por sus únicos méritos.

Solórzano toreó muy bien de capa; en varias ocasiones se apretó de veras con el toro, y siempre por su animado estilo y la mucha emoción que imprimía a la suerte, levantó aplausos nutridísimos. Sobre todo en el repetido primer tercio del tercero, en el que Solórzano intervino modelando unos lances ceñidísimos de irreprochable finura.

Banderilleó a sus dos toros con suma facilidad y gran soltura. La faena del toro de la alternativa fue hecha en terreno del enemigo, aguantando el espada el cabeceo de la res, de la que estuvo siempre bien cerca. Entró ligerito a herir y dejó el estoque atravesado; descabelló al segundo intento.

El público, que apreció la buena voluntad del torero, lo ovacionó y obligó a dar la vuelta al ruedo. 

En el sexto, después de un trasteo discreto y voluntarioso, dejó, entrando con rectitud, una estocada delantera y baja.

El viento que sopló con violencia fue atenuante de la labor de los toreros. La brisa de Eolo molestó con más obstinación a Jesús Solórzano en la faena del primero...

Ese sería el primer paso de una historia que se escribiría con nombres como los de Revistero, de Aleasal que cortó las dos orejas en la plaza vieja de MadridGranatillo, Redactor, Cuatro Letras, Batanero, Brillante, Príncipe Azul, Pies de Plata, Tortolito, Picoso o Pimiento y que lograron construir la historia y la leyenda de El Rey del Temple.

Jesús Solórzano se despidió de los ruedos el 10 de abril de 1949 en la Plaza México, en una corrida de toros en la que alternó con Luis Procuna y Rafael Rodríguez en la lidia de un encierro de Matancillas. El último toro que mató vestido de luces se llamó Campasolo y llevaba en el anca el hierro de La Punta – ganadería hermana de la anunciada – también propiedad de sus cuñados Francisco y José C. Madrazo, al que le cortó una oreja. 

Jesús Solórzano Dávalos falleció en la Ciudad de México el 24 de septiembre de 1983.

Avisos parroquiales: 1. - Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales. 

2. - Y por otra parte, una versión anterior de estas líneas la publiqué en esta misma bitácora hace seis años, la pueden contrastar en esta ubicación.


domingo, 28 de septiembre de 2014

28 de septiembre de 1930: El Rey del Temple recibe la alternativa en Sevilla

San Miguel de 1930
Jesús Solórzano Dávalos fue el triunfador de la temporada de novilladas de 1929 en El Toreo de la Condesa, un serial en el que junto con él descollaron Carmelo Pérez, Esteban García y José González Carnicerito, con quienes completó el cartel de la Oreja de Plata formado por suscripción popular a iniciativa de El Universal Taurino, festejo que se celebró el 8 de septiembre de 1929, con un encierro de Santín. El moreliano fue quien se llevó el trofeo en la espuerta y curiosamente, sus tres alternantes morirían posteriormente a consecuencia de heridas por asta de toro.

La obtención de la Oreja de Plata garantizó a Jesús Solórzano la alternativa en la siguiente temporada de corridas de toros y así, el 15 de diciembre de ese mismo año, el santanderino Félix Rodríguez le cedió al toro Cubano de Piedras Negras en presencia de Heriberto García para investirlo como matador de toros en la capital mexicana.

Marcha a España en 1930 e inicia una campaña como novillero que le lleva a actuar en las principales plazas de la península y es en la Feria de San Miguel de ese calendario que se anuncia su alternativa en un cartel formado originalmente con Antonio Márquez como padrino y Marcial Lalanda como testigo, para enfrentar un encierro de los hermanos Luis y José Pallarés (antes Peñalver). Sin mediar explicación, cayó del cartel el llamado Belmonte Rubio y entró en su lugar Cayetano Ordóñez Niño de la Palma, por lo que el padrino del ya llamado aquí en México El Rey del Temple fue Marcial Lalanda.

Juan Mª Vázquez, en el número del ABC de Sevilla aparecido el 30 de septiembre de 1929, refirió lo siguiente acerca de la corrida de la alternativa de Jesús Solórzano:
El nuevo doctor. – Desde el domingo, la comunidad taurina cuenta con un nuevo doctor: es el mejicano Jesús Solórzano, que allá en la primavera, al presentarse en España ante el público de Sevilla, logró interesar a los aficionados más severos con un arte muy moderno y gallardo que era feliz asimilación y trasunto de la manera de Antonio Márquez, con tanta exactitud reflejada que hasta faltaba en la feliz asimilación el granito de sal de que el bien escogido modelo carecía... De la campaña que el novillero Solórzano desarrolló ante nosotros – olvidando descensos inevitables –, quedaban, para hacerle merecedor de la categoría máxima, los buenos recuerdos de sus lances de capa, ceñidos, templados y elegantes, y, sobre ello, la emoción de la soberbia faena de muleta con que enardeció a los sevillanos, en la tarde en que se les dio a conocer. Las crónicas y comentarios que inspiró su labor afortunada constituía – aún sin el aditamento de su triunfo en Madrid – documentación suficiente para unir a la solicitud de alternativa, escalada hoy por cualquier audaz exento de valor personal y de méritos artísticos. Ya la tiene Solórzano, y alcanzada en la cuna y la sede de su arte. Que siempre use de ella con pundonor y decoro, mirando a completar su personalidad en el oficio – que es ya distinguida – y evitando a quienes fueron los primeros en aplaudirle por estas tierras el mal sabor de las retractaciones... En su día solemne, el notable lidiador se produjo con ese pundonor que para lo futuro le pedimos; animoso, lleno de los mejores deseos se esforzó en agradar al concurso, y si no siempre el éxito correspondió al designio, por lo general su labor fue buena y dejó grato sabor... Capeó al natural al que abrió plaza, de salida y en los quites – adornándose aquí con una vistosa serpentina – estirado, quieto y apretándose. Aunque el toro no tenía buen estilo - la corrida de los Sres. Pallarés, en ese respecto, dejó bastante que desear -, quiso sumar al esfuerzo su arte de banderillero, y reuniéndose muy bien puso con gran facilidad dos pares y medio – derrotando el bicho las dos últimas veces – que le fueron – como los lances consignados – aplaudidísimos. En fin: investido por Marcial, libró con un buen ayudado una acometida imprevista y, seguidamente, entre dos naturales aceptables, consumó, sereno y valiente, un gran pase de pecho. Con la derecha, cerquísima de las astas, aunque sufriera más de un derrote, siguió con adornos el estimable trasteo, hasta que, igualada res, entrando muy ligero, dejó una estocada atravesada. Un descabello a la segunda tumbó al enemigo, y Solórzano, afectuosamente, dio la vuelta al dorado círculo... La lidia del sexto estuvo tocada de la sosera de aquél animal, animándola tan solo el arte del banderillero. Al matar entró bien al pinchar y mal al secundar con una estocada fea... En el resto de la lidia, como capeador, Solórzano ostentó repetidas veces la brillantez de su estilo. Fue magnífica su intervención en el lucidísimo tercio de quites del tercer toro, el único verdaderamente bravo de la primera de Feria... Porque Jesús necesita del toro bravo y codicioso; el que amilana a los astros prudentes. Cuando le veamos ante bichos de esa clase, su figura, entonadamente compuesta el domingo, volverá – en armónica pugna el artizado arrojo y la noble fiereza – a nimbrarse de un claro resplandor... 
Jesús Solórzano, visto por Martínez de León
la tarde de su alternativa (ABC de Sevilla 30/09/30)
Ese sería el primer paso de una historia que se escribiría con nombres como los de Revistero, de Aleas – al que cortó las dos orejas en la plaza vieja de Madrid y de lo que me he ocupado ya en esta AldeaGranatillo, Redactor, Cuatro Letras, Batanero, Brillante, Príncipe Azul, Pies de Plata, Tortolito, Picoso o Pimiento y que lograron construir la historia y la leyenda de El Rey del Temple.

Jesús Solórzano se despidió de los ruedos el 10 de abril de 1949 en la Plaza México, en una corrida de toros en la que alternó con Luis Procuna y Rafael Rodríguez en la lidia de un encierro de Matancillas. El último toro que mató vestido de luces fue Campasolo y llevaba en el anca el hierro de La Punta – ganadería hermana de la anunciada – también propiedad de sus cuñados Francisco y José C. Madrazo, al que le cortó una oreja. 

Jesús Solórzano Dávalos falleció en la Ciudad de México el 24 de septiembre de 1983.

Nota: Los resaltados en la crónica de Juan Mª Vázquez, son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en el original.

domingo, 11 de mayo de 2014

Mexicanos que cortan orejas en la Feria de Abril de Sevilla

En la Feria de Abril sevillana – paradójicamente verificada en mayo – de este año de gracia de 2014, se anunciaron tres toreros mexicanos. Es este un hecho que llama la atención a la afición, sobre todo si consideramos que en los últimos ciento tres años (1911 – 2014), es más el tiempo muerto que el coso del Baratillo ha representado para nuestra torería.

Afirmo lo anterior porque durante los siguientes calendarios no localicé presencia de toreros mexicanos en la temporada sevillana: 1911, 1913, 1915, 1920 – 1929, 1931, 1932, 1934, 1936 – 1944, 1948 – 1953, 1958 – 1962, 1966, 1967, 1970, 1973 – 1976, 1980 – 1982, 1984, 1985, 1987 – 1993, 1995 – 1997, 1999 y 2003 – 2007.

Como lo reflejan las cifras, en ciento tres años, cincuenta y ocho de ellos han visto transcurrir el abono de Sevilla – y por ende su Feria de Abril – sin el concurso de nuestros diestros. De allí que ahora me ocupe de localizar quienes han actuado en ella más de una tarde – y aclaro desde ahora que solo me limito al espacio de tiempo de esa feria abrileña – y a que en ella hayan cortado alguna oreja.

Rodolfo Gaona

Abre esta relación el Califa de León, que el 21 de abril de 1918 cortó una oreja al segundo de su lote, de Concha y Sierra, en tarde en la que alternó con Gallito y con Fortuna. La relación aparecida en el diario El Imparcial de Madrid, al día siguiente del festejo, dice lo que sigue:
En Sevilla, La cuarta de feria. Ganado de Concha y Sierra para Gaona, Joselito y Fortuna. Una oreja a Joselito y otra a Gaona. Sevilla 21 (6:10 tarde). Con el tiempo amenazando lluvia y un lleno completo se celebra la cuarta corrida de feria, en la que se corren toros de Concha y Sierra... Cuarto. - Un aficionado salta al ruedo para torear, cae ante la cara del toro y de milagro no es empitonado... Gaona torea por gaoneras, siendo colosales las tres primeras. (Ovación)… El mejicano empieza la faena de muleta con un pase de rodillas colosal; luego, pases de tirón para llevarse el toro a los medios. Allí hace una gran faena; arregla la muleta de espaldas al toro. Entrando bien, da un volapié inmenso y se sienta en el estribo, mientras el bicho dobla sin puntilla. (Grandísima ovación, oreja y vuelta al ruedo. Al cabo, con la colosal faena, ha redimido en parte el mejicano sus culpas de las anteriores tardes)...
Del mismo Madrid, El Heraldo, la noche misma del festejo, dice lo que sigue:
Cuarto. – «Rutinero», castaño... Un capitalista se arroja al ruedo. Gaona da dos verónicas valientes y una gaonera superior. Después hace un quite muy lucido. Gallito otro bueno y Fortuna otro de valiente... Gaona cuartea en un par muy fino. Repite con otro igual. Termina con otro, al cuarteo, de buena ejecución... Toma los trastos y da el primer pase hincado de rodillas. Sigue cerca, con pases de tirón para llevarse el toro a los medios. Una vez conseguido el objeto, da dos pases de rodillas agarrando el pitón. Un molinete muy lucido. La faena es muy adornada. Entrando de manera colosal, deja una estocada en la cruz. El toro tarda en doblar y Gaona se lo lleva al sol, donde dobla…
La crónica de El Heraldo no consigna el otorgamiento de la oreja, igual que el semanario El Toreo. Habría que aclarar que en el que abrió plaza también se le tiró un espontáneo a El Petronio y que Joselito le cortó una oreja al segundo de la tarde. La oreja obtenida por Gaona resulta ser, según los historiadores de la Maestranza, la tercera que se concedía en la historia de la plaza.

Armillita

La siguiente oreja que cortó un torero mexicano la obtuvo Fermín Espinosa Armillita el 20 de abril de 1933, cuando para lidiar toros de doña Carmen de Federico alternó con Manolo Bienvenida y Domingo Ortega. Es curioso que el Maestro, pese a la excelente impresión que causó en esa plaza, de acuerdo con la crónica publicada en el ABC de Sevilla por Juan Mª Vázquez al día siguiente de la corrida, no terminaría de entrar en ella sino hasta 1945, cuando corta un rabo a un toro de Manuel González en la Corrida de la Prensa. De la relación indicada extraigo lo que sigue:
Ocho toros y un torero… No necesitaron ser muy puros ni absolutamente reposados los cinco naturales que Fermín Armillita engarzó en su corrida de la Feria de septiembre, para que el ágil y gracioso torero de Méjico sobrepujase – aparte la gentileza de sus adornos sevillanos – la impresión producida entonces por las estrellas que le acompañaban en el cartel, de las cuales, porque eran estrellas fugaces, sería inútil preguntarnos ahora los nombres... Únicamente por el esfuerzo de su mano izquierda Armillita ha vuelto a Sevilla, y, gracias a su vuelta, volverá otra vez, como primerísima figura, a figurar en nuestras corridas más solemnes... Adornado, pinturero, valiente, decidido a abrirse paso... él – nadie más que él – alegró el circo de la Maestranza durante la lidia de una corrida que hizo difícil, no la malicia – que no existió –, sino la bravura auténtica y pegajosa de unos bichos en los cuales la traza veragüeña derivaba mejor al estilo pastueño, encarrilado y lento, de los murubes, por el camino sinuoso, de apremiantísimas curvas, de la sangre de Saltillo. Suelto, desahogado, muy torero, el reposo suave de sus verónicas, el floreo multicolor de sus quites y la majeza de sus pares de banderillas – al quiebro y al cuarteo – acusaron al único torero de la tarde, que, si un poco atosigado al muletear, por el nervio de sus enemigos, de ellos dio cumplida cuenta bien pronto, sin que le hubiese abandonado la tranquila sonrisa de quien sabe lo que hace, cómo lo hace y cuál ha de ser el resultado feliz de su esfuerzo... Armillita, frecuentemente ovacionado, cortó la oreja del quinto toro, y fue despedido con una calurosa salva de aplausos...
En el caso de Armillita hago una necesaria y muy honrosa excepción en esta relación de triunfos, porque en 1933, el Maestro actuó una sola tarde.

Carlos Arruza

El Ciclón Mexicano, el 18 de abril de 1945 será el siguiente en obtener un trofeo. Esa tarde los toros fueron de Clemente Tassara y sus alternantes Manolete y Pepe Luis Vázquez. La crónica de Antonio Olmedo Don Fabricio, también en el ABC de Sevilla, refiere lo que sigue:
Dos taleguillas rotas... El tema de los toros ha vuelto al ser habitual en esta nuestra Sevilla, madre del toreo. La expectación, forjada a fuerza de valor y estilo por esas dos figuras señeras de la tauromaquia, que son Manolete y Arruza, se ha justificado ayer plenamente sobre el ruedo de la Real Maestranza... Dos taleguillas rotas, las que ciñen Arruza y Manolete, califican y ponderan el éxito del festejo de ayer; las dos primeras taleguillas de la torería actual, hechas jirones por las astas de los toros de Tassara, son el exponente de una competencia que devuelve a la fiesta su emoción sustancial, sin la cual degeneraría el toreo... Arruza merece la consideración de benemérito de la fiesta nacional... Las faenas a sus dos toros fueron sencillamente inenarrables. La primera breve, pero cerquísima y eficaz, para matar como los cánones mandan. La segunda faena, tan cercana como la otra, más reposada y completa, sobresaliendo los pases por bajo iniciales, los magníficos naturales con la izquierda y dos emocionantísimos y soberbios molinetes de rodillas... La faena había puesto en vilo a los espectadores y como la estocada fue certera, hubo oreja y aún unánimemente se pedía mayor premio para el aclamado espada...
Al día siguiente, 19 de abril, alternando de nueva cuenta con Manolete y completando la terna Pepín Martín Vázquez, Carlos Arruza volvió a cortar otra oreja a uno de los toros de Carlos Núñez que le tocaron en suerte.

Jesús Córdoba

En 1953 Jesús Córdoba le cortó una oreja a un Miura el día 24 de abril y al día siguiente, otra a un sobrero de Benítez Cubero que los maestrantes le obsequiaron para que in extremi” salvara un festejo que se había ido por la borda a causa de la falta de casta y fuerza de los toros de Sánchez Cobaleda y Escudero Calvo corridos en la lidia ordinaria. De ese par de tardes me he ocupado ya en esta ubicación por lo que les remito a ella para recordar las particularidades de esas hazañas del Joven Maestro en el coso del Baratillo.

Joselito Huerta

El León de Tetela es el siguiente torero mexicano que actuó un par de tardes en la Feria de Sevilla y salió al menos con un apéndice en la mano. El 17 de abril de 1957 fue acartelado con toros de Manuel Sánchez Cobaleda y Carlos Núñez (4º, 5º) y con Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez como compañeros de terna. La tarde transcurrió entre el sopor que producen el calor y el mal juego de los toros. La crónica de Gil Gómez Bajuelo en el ABC de Sevilla apunta lo que sigue:
En el segundo festejo Joselito Huerta realizó brillante labor, premiada con un apéndice… Los «cobaledas», gordos, congestivos, quedados al máximo, pero sin malas ideas... La fiesta transcurrió sosa, monótona, apenas sin relieve... El brindis de Joselito Huerta. Cuando juzgamos la labor del mejicano, el Domingo de Resurrección, dijimos que era muy otro del año pasado. Que se había superado... Hubo un momento ayer - ¡hombres de poca fe - en que estuvimos a punto de retractarnos... Y llegó el sexto. Tenía los cuernos en alto, ancha la cuna. Nada con el capote. El caballo repelía al toro. Estaba la atmósfera cargada de pesadez. Los banderilleros acentuaron el clima. Sólo Luis Andaluz pareó con discreción. Y vimos como Joselito Huerta molido por la paliza que le dio su toro anterior, cosido y recosido el traje en el callejón, salió al tercio brindando a la plaza. ¿Brindar de qué? ¿Qué había visto? Hasta el viento se levantó, haciendo el quite al torero, tratando de hacerle desistir. Pero el mejicano no cedió. Empapó de agua la muleta, para vencer al aire primero y vencer después al toro. Surgieron indómitas las reacciones del indio bravo. Le consintió a fuerza de arrimarse. Le hizo embestir, lo dominó y surgió en varias fases una magnífica faena, en la que los redondos fueron el motivo de varias tandas de naturales, soberbios, magistrales, en los que el mejicano tomó de largo al toro y lo llevó con temple, embarcándolo, corriendo la mano superiormente... Estupenda, magnífica faena, valerosa y artística, que culminó con la estocada, que puso al toro patas arriba, en decúbito supino, Aleteó de albura el graderío y el presidente concedió la oreja al mejicano. Quedó justificado el sorprendente brindis y nosotros sentimos el gozo de diferir la íntima retractación…
Curro Rivera

Pasarían 14 años para que otro diestro mexicano obtuviera algún apéndice y es en este orden Curro Rivera quien, alternando con Curro Romero y Victoriano Valencia en la lidia de toros de Fermín Bohórquez logra la hazaña. La tarde del 19 de abril de 1971 corta tres orejas y se convierte en el primero y único torero mexicano entre 1911 y esta fecha en abrir la Puerta del Príncipe en la Feria de Abril de Sevilla. Manuel Olmedo Don Fabricio II, relató en el ABC de Sevilla lo siguiente:
Curro y Currito… La presentación de Currito Rivera en la Maestranza ha sido triunfal y convincente. Lo hemos visto en todo momento muy seguro y muy suelto. Al tercero de la tarde lo lanceó con tanta decisión como prestancia... Luego, dominador y arrogante, con sereno coraje compuso una faena de muleta superior a las condiciones del toro... Excelente fue el trasteo y soberbia fue la estocada con que Currito tumbó a su adversario... difícilmente superable por la guapeza, por el buen estilo y por la precisión con que realizara la suerte el joven diestro, premiado justamente con las dos orejas de su adversario. En el sexto, manso integral... Currito lo persiguió denodadamente y le dio muchos pases, deshilvanados, llenos de majeza... concluyó su esforzada labor con un estoconazo, saliendo trompicado. Hubo eufóricos en número suficiente para que al interesante espada le concedieran una oreja. Halagüeño debut...
Los toros a los que Curro Rivera cortó las orejas fueron Zalamero (3º) y Gavilán (6º).

Joselito Adame

Cierra esta relación el torero de Aguascalientes, quien el 16 de abril de 2012, enfrentando toros del Conde de la Maza, cortó una oreja al segundo de su lote – sexto de la tarde –, en tarde en la que alternó con Luis Bolívar y Salvador Cortés. A esa fecha, habían pasado 41 años entre la tercera oreja de Curro Rivera – también cortada al sexto de aquella corrida – y esta obtenida por Joselito. Fernando Carrasco, cronista del ABC de Sevilla, contó así lo sucedido:
Joselito Adame capea la mansedumbre… Al que cerró plaza le dejó un quite por lopecinas para el recuerdo. Vino con muchas ganas este Adame, que brindó al respetable. Se la jugó sin cuento en unos estatuarios ajustadísimos rematados con un extraordinario pase del desprecio. Muy bien el mexicano, que le dio distancia a su oponente y al natural, le hilvanó una tanda majestuosa. Sin humillar del todo, Adame supo sacarle todo el partido por ambos pitones. Estuvo pinturero y a la par valeroso para tragar en las embestidas con la cara a media altura de «Puritito», que finalmente claudicó. Buena la estocada. Una oreja de ley por cómo planteó y resolvió la situación…
He de aclarar que en la Feria de 2012, esta fue la única tarde a la que Joselito Adame fue contratado.

El pasado viernes – 9 de mayo –, Joselito Adame cortó una oreja, de nuevo al sexto de la corrida de Victoriano del Río, un colorado llamado Despreciado. Sus alternantes fueron Enrique Ponce y Sebastián Castella. De nuevo y para no romper la línea de citación de opinión seguida, recurro a la crónica de Fernando Carrasco publicada en el ABC de Sevilla en la que expresa esto:
A por todas… Joselito Adame ha recibido a sus dos toros a portagayola. Muy bien el inicio de faena a su primero, un toro encastado que ha pedido mando y que le dejasen la muleta en la cara. Así lo ha entendido el mexicano, que ha brillado sobre todo sobre la diestra. Toro importante al que le ha tragado en los últimos compases de faena. Los dos descabellos han dejado todo en una vuelta al ruedo... Otro toro bueno ha sido el sexto, repitiendo y con vibración. Adame, queriendo mucho, lo ha toreado muy bien, primero en estatuarios y luego sobre la diestra en series quizá algo ligeras pero emocionantes. Bajó algo al natural pero subió de tono sobre la diestra, donde recibió una fea voltereta al rematar con un molinete. Se levantó sin mirarse y una postrera serie a diestras encandiló al respetable. Y la gran estocada, que ha necesitado de dos descabellos, le ha puesto la oreja en sus manos…
Dados los tiempos muertos a los que me he referido al inicio y a la gran cantidad de festejos fuera de feria a los que han acudido nuestros toreros, la cosecha de apéndices en los de abril es breve. Pero todos tienen su historia. Aquí tienen lo que yo considero lo más relevante de ella.

domingo, 15 de abril de 2012

19 de abril de 1978: Manolo Martínez hace su presentación en Sevilla


Manolo Martínez y sus campañas españolas

El anuncio de la presentación de Manolo
Martínez
(ABC de Sevilla 19/04/78)
Tras de una exitosa campaña en ruedos europeos durante el año de 1969 en la que se acercó al medio centenar de corridas, Manolo Martínez retornó a ellos al año siguiente con la intención de confirmar su alternativa en Madrid y de actuar con categoría en las principales plazas de España y Francia. De nuevo apoderado por Manolo Chopera, se le arregló una campaña en la que podría alternar actuaciones en ambos lados del Atlántico, pues su presencia en las ferias de México era también medular. Al final de cuentas esa temporada en los ruedos hispanos y franceses no tuvo la intensidad de la anterior. Los factores a los que se atribuyen esos resultados son muchos y variados, de acuerdo con la óptica que se aplique al análisis que se haga de ellos. La versión que Guillermo H. Cantú, en su obra Manolo Martínez, un demonio de pasión expresa sobre el particular es la siguiente:


Manolo toreó en su primer temporada 48 corridas, cortó 60 orejas y 5 rabos y dio 15 vueltas al ruedo, recibiendo a cambio 3 cornadas graves... pero no “arrasó”. Para arrasar hubiera tenido que quedarse a vivir en España y “tragar”, tragar mucho antes de vencer todos los obstáculos, en especial los de fuera del ruedo. A las casas taurinas españolas no les gustan los mandones ni por asomo, ni siquiera los de casa, que son más difíciles de sacudirse porque son de ahí, no tienen a dónde ir y resulta muy complicado correrlos... Tan pronto se dio cuenta de que su famoso apoderado en España, “Chopera”, lo estaba usando para atender sus diferencias con la empresa de Madrid, los demás “detalles” le colmaron el plato y sin más optó por concluir su campaña, cortando orejas y rabo en Ondara y nada en Bilbao, que fue la última actuación...
Desde esa tarde en Bilbao, que fue la del 18 de agosto de 1970 – con 12 tardes en ruedos hispanos y 2 en Francia –, Manolo Martínez no volvería a torear en un ruedo español sino hasta el 20 de octubre de 1974, a Marbella, a actuar en un mano a mano con Paco Camino, matando toros de Carlos Núñez, una corrida celebrada a la media noche para que pudiera ser vista desde este lado del mar por la televisión por la tarde y que al final de cuentas, resultó en un petardo televisivo de una – literal – proporción mundial.

Manolo Martínez y Sevilla

En los años de 1969 y 1970 Manolo Martínez no actuó en la Maestranza sevillana en ninguna de las dos ferias que allí se ofrecen – abril y San Miguel –, así como tampoco en alguna de las otras fechas señaladas en las que allí se ofrecen corridas de toros dentro o fuera del abono de la temporada de esa histórica plaza de toros.

De nuevo es la versión de Guillermo H. Cantú, pero ahora en su libro Visiones y fantasmas del toreo, la que intenta explicar la presentación de Manolo Martínez en ese ruedo y que coincidentemente resulta en su última actuación en plazas españolas:

...algunos años después, cuando Manolo revisó su carnet de actuaciones y descubrió que jamás había pisado el albero de la maestranza de Sevilla, una increíble laguna en su “curriculum”. De inmediato tomó la determinación de “palomear” el famoso templo, Al menos fue de esta manera como lo tomó la prensa española: “El torero millonario de Monterrey, vino a satisfacer un capricho”, publicaron, como si fuera un sacerdote rebelde que en gesto devoto decide celebrar misa en San Pedro y la Curia Romana se apresura a asignarle hora... Paco Camino asistió como aficionado a esa corrida. Bien sabía Paco qué clase de torero estaba pisando esa arena dorada...
El previo de la corrida (ABC de Sevilla 19/04/78)
Ignoro a esta fecha sí bastaría el capricho de Manolo Martínez para presentarse allí, pero sabiendo el modo de ser de don Diodoro Canorea, tengo la fundada sospecha de que no sería así. Algún interés debió revestir el torero para que le llevara en una de las fechas señaladas de esa Feria de Abril sevillana.

La corrida del 19 de abril de 1978

El festejo que se anunció para esa presentación de Manolo Martínez – sexto de feria y noveno del abono – fue con toros de los Herederos de Carlos Núñez para Manolo Martínez, Francisco Rivera Paquirri y José Mari Manzanares. Los toreros vistieron, según las crónicas, respectivamente de azul pavo y oro, azul celeste y oro y grana y oro.

De la crónica de Joaquín Caro Romero, aparecida en el diario ABC de Sevilla el día 20 de abril de 1978, extraigo lo siguiente, que relata el paso del torero de Monterrey por el albero maestrante:

El encierro de Herederos de Carlos Núñez tuvo boyantía y nobleza sobradas. Cuatro toros, como se suele decir, «sirvieron». De moderado trapío y escasa fuerza. El lote de Paquirri fue extraordinario. Indudablemente, el mejor. Los corridos en cuarto y sexto lugares tomaron dos varas. Los otros, una, y ya tuvieron bastante... El mejicano Martínez era «nuevo en esta plaza». Y pasó prácticamente desapercibido. Lo que no pasó desapercibido fue su muleta grande, que no es lo mismo que decir gran muleta. Cuando andaba liado con el cuarto sonó una voz desde la grada que decía al torero: «¡Métele tijera a esa muleta!» Martínez no aprovechó la suavidad de su primero, que metía divinamente la cabeza en el engaño. No obstante, consiguió un par de tandas de naturales y derechazos limpios e irreprochables. Dejó mucho que desear en sus dos oponentes. Tres pinchazos sin soltar y media muy delantera al que abrió plaza y estocada entera al cuarto...
Los toros que enfrentó Manolo Martínez llevaron por nombre «Afectísimo», número 22, mulato chorreado listón, con 500 kilos de peso y «Vilano», número 109, mulato listón, con 533 kilos y este resultó ser el último toro que mató en España el diestro de Monterrey.

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en la edición madrileña del mismo diario ABC, publicó lo siguiente:

El mejicano Manolo Martínez vino a Sevilla a cumplir un capricho: torear en esta plaza. Era una ilusión que, al parecer, Manolo Chopera le ha concedido como un regalo de Reyes. El ídolo de Méjico muleteó vulgar, sin rematar los pases y sin sentimiento a su primero y no se acopló con el otro. Queda muy  poco de aquél torero que en Bilbao se dejó romper las carnes con un toro de Osborne. Ahora ya es mucho más millonario que entonces. La vida del regiomontano está resuelta. Se ha dado un gustazo a costa de quitar un puesto a un torero español o a un mejicano con más entusiasmo. Hay quien se compra un yate. Martínez ha preferido el lujo de matar dos toros de Carlos Núñez en plena feria de Sevilla. Ya puede poner el cartel en su rancho azteca. Parece que se trataba de eso. Pues adiós, manito, ya nos vemos...
Al final del festejo, Paquirri cortó dos orejas protestadas al quinto de la tarde y Manzanares una al tercero de la tarde. El subalterno de la cuadrilla de Manolo Martínez, Chucho Morales, saludó desde el tercio.

Un último comentario al margen

En la crónica del festejo de dos días después, Joaquín Caro Romero relata lo siguiente:

En la corrida de ayer no se alteró, menos mal, el orden de antigüedad de los matadores como en la del pasado miércoles, donde Francisco Rivera «Paquirri», y no Manolo Martínez, era quien debía encabezar la terna.  Pepe Guerra Montilla, nieto del glorioso Rafael Guerra y bibliotecario del Círculo Taurino de Córdoba, me envía un amabilísimo telegrama, del que informo con mucho gusto a los aficionados. En efecto, al espada de Barbate le correspondía, por diferencia de seis meses de antigüedad en el doctorado (tomó la alternativa en Barcelona el 11 de agosto de 1966), haber lidiado el lote del mejicano (que recibió el grado en la Monumental de Méjico el 12 de febrero de 1967). Siento que Pepe Guerra no me haya avisado antes, pues yo no había caído en la cuenta. Y, al parecer, los confeccionadores de dicho cartel y acaso tampoco los propios diestros involucrados tampoco...
Reportaje gráfico de la corrida
ABC de Sevilla (20/04/78)
Craso error el del nieto de Guerrita y el de Caro Romero, al publicarlo. Manolo Martínez recibió la alternativa en Monterrey el 7 de noviembre de 1965 y esa alternativa era válida para todos los efectos conducentes y la fecha que se menciona en la crónica que cito, es la de la confirmación de su alternativa regiomontana en la monumental mexicana.

En pocas palabras, en verdad parece que en esa ocasión, para Manolo no había manera de quedar bien. No obstante, esta es la historia de su paso por Sevilla y su Feria de Abril, coincidentemente, como apunto, su última actuación en un ruedo de España y de Europa.

domingo, 11 de marzo de 2012

Sevilla, 1953. Un esplendoroso abril para Jesús Córdoba


El Maestro Jesús Córdoba

La Feria de Abril sevillana del año 53 fue accidentada. Primero, porque la lluvia impidió que se celebrara conforme a lo originalmente planteado. De las seis corridas ofrecidas inicialmente, terminaron dándose solamente cinco y con varios cambios en el programa original. La feria descansaba en cuatro comparecencias de Antonio Ordóñez y completaban el elenco Jesús Córdoba, Rafael Ortega, Manolo Vázquez, Emilio Ortuño Jumillano, Jorge El Ranchero Aguilar, José María Martorell y Manuel Calero Calerito, todos ellos, originalmente a dos tardes cada uno.

El mal tiempo impidió iniciar los festejos el día 18 de abril, por lo que las tres primeras corridas se desplazaron en su fecha, arrancando el día 21 con la Corrida de la Cruz Roja, misma en la que Antonio Ordóñez fue herido de consideración y quedó imposibilitado para cumplir con los tres compromisos que le restaban en la feria. El mismo recorrido de fechas, hizo que la corrida de Clemente Tassara, originalmente anunciada para el 20 de abril y que lidiarían José María Martorell, Rafael Ortega y Jumillano, se suspendiera en definitiva y que varios carteles se reconfiguraran, quedando El Ranchero Aguilar solo con una de las tardes que tenía contratadas. 

Para sustituir al herido Antonio Ordóñez, el 22 de abril se programó al cordobés Manuel Calero; para el 24, a Jerónimo Pimentel y el 25 de abril, fue El Tesoro de la Isla quien cogió la sustitución. Por último, el 26 de abril, domingo, se cerró el serial con una novillada en la que destacan la presencia de Manolo Zerpa y el lusitano Paco Mendes. Luego siguiendo con las vicisitudes, el 22 de abril, la corrida se suspendió tras la lidia del tercero de la tarde, debido a la negativa de los toreros para continuar toreando por lo impracticable del ruedo a causa de la lluvia, razón por la cual el Teniente de Alcalde que presidía el festejo puso a disposición del gobierno civil – eufemismo para decir que mandó detener – a los toreros actuantes, que fueron multados. 
Anuncio de los carteles de la Feria de Abril de 1953 recompuestos
tras de las suspensiones debidas a las lluvias (ABC de Sevilla, 19/04/53)

Jesús Córdoba y la tarde de los Miuras

La presentación del Joven Maestro se produjo el día 24 de abril con la corrida de Miura – anunciada como la tradicional corrida de Miura – en la que formó cartel junto con Calerito y Jerónimo Pimentel. Para la anécdota, al festejo asistió el General Franco acompañado de su esposa y mi paisano Jesús Córdoba, le cortó una oreja al cuarto de la tarde. De la relación de Gil Gómez Bajuelo, publicada en el diario ABC de Sevilla al día siguiente del festejo, extraigo los siguientes recuerdos:

…Sus dos faenas de muleta fueron excelentes, siempre con el sello elegante. La primera, brindada al Caudillo. Muy derecho, corriendo la mano, acabando los pases. Girando muy bien en los naturales y preciosos de ejecución los redondos. Siempre erguida la figura, airoso el andar. Cuando el toro no pasaba, le obligó y le sacó unos estatuarios magníficos. La espada le quitó la oreja. Porque pinchó dos veces, no entrando muy bien. En cambio en la estocada entró superiormente y la logró en lo alto. Córdoba recibió un regalo del Caudillo y dio la vuelta al ruedo. La segunda faena, brindada al público, tuvo el mismo perfil de esencia torera. Y como la primera, arrullada por los alegres sones de la música. Volvió la suavidad y mando de los redondos, el aguante con los pies juntos en los bellísimos altos, barriendo despaciosamente los lomos, y el tirar de la res a un centímetro del pitón en los momentos de obstinada queda. Faena torera de los pies a la cabeza. Y esta vez, coronada con una estocada hasta la empuñadura, entrando decidido y saliendo trompicado en su preocupación de mirar sólo al morrillo y porque el toro se quedó quieto… Jesús Córdoba cortó la oreja, dio la vuelta al ruedo devolviendo sombreros, recibiendo ramos de flores y ordenando guardar la oreja… El mejicano es también de los que saben el calor de una oreja en Sevilla...

Al día siguiente, a hombros, tras un hecho inusitado

Apunte de Vicente Flores de una estocada
de Jesús Córdoba la tarde de los Miuras
(ABC de Sevilla, 25/04/53)
El día de San Marcos – 25 de abril –, Jesús Córdoba alternó con Rafael Ortega y Jumillano para matar una corrida originalmente anunciada de María Sánchez Cobaleda. Al final, solo se lidiaron cuatro de los originalmente anunciados y dos de Escudero Calvo como sobreros. En esa tarde se produciría en el festejo un hecho inusitado tanto en España, como en una plaza como la de la Real Maestranza sevillana, se lidió como regalo un séptimo de Benítez Cubero, regalo que a petición de los señores Maestrantes haría a la afición congregada en el Coso del Baratillo precisamente el diestro leonés Jesús Córdoba

Independientemente de lo que más adelante comentaré, recurriré de nueva cuenta a la relación hecha por  Gil Gómez Bajuelo del ABC de Sevilla, que en lo medular de su crónica, nos refiere:





Jesús Córdoba lidió el sobrero de la última corrida de Feria en el que obtuvo un triunfo saliendo a hombros 
Evidentemente, no se pueden hacer cestos sin mimbres. Esto ocurrió ayer en la última corrida de toros de nuestra renombrada Feria. Claro es que, con corridas de este corte, el renombre corre riesgo de esfumarse. Se lidiaron cuatro toros de Cobaleda, dos de Escudero y uno de Benítez Cubero, obsequio gentil del mejicano Jesús Córdoba... En esta corrida, el mejicano Jesús Córdoba confirmó plenamente sus excelentes aptitudes toreras. Deja en Sevilla un gran cartel de torero fino y enterado... La faena a su primero fue de calidad. El Cobaleda, aunque feo y con grandes defensas, era noble. Pero se fue apagando de tal modo que sólo un torero de los recursos del mejicano pudo obtenerle el máximo rendimiento. Había que citarle muy cerca, tirar de él, a una distancia inverosímil, y después llevarlo empapado en el viaje, con un temple ideal. Fue así como Córdoba aprovechó el poco gas que tenía el bruto. Tan al límite aprovechado que logró unos pases altos mayestáticos, unos redondos suavísimos y otro del mismo género, monumento de aguante, que hizo entrar en acción el metal de la banda. Todo ello muy cerca, muy torero, en una faena en la que hasta lo accesorio tuvo aire de elegancia. Alegrando al bicho, esculpió un pase alto soberano. La faena quedaba lograda. Unos pinchazos y media estocada no pudieron interponerse en la aprobación unánime a la gran faena de muleta. En el cuarto, de Escudero, no había nada que hacer. Lidiado entre constantes protestas del público y cayéndose con frecuencia. Córdoba, instigado por los espectadores, dio sólo unos pases, poquísimos, y con sólo dos pinchazos se echó el animal. Entonces Córdoba tuvo un gesto, que el público ovacionó calurosamente. Fue obsequiar a los espectadores con un séptimo toro, de Benítez Cubero. Lo brindó al respetable. Quiso la docilidad del enemigo que el mejicano cuajara una gran faena, con variedad de pases, bajo el signo unitario de un estilo personalísimo. Los pases altos, los ayudados por bajo, los derechazos, los naturales y el rodillazo afarolado. Todo con mando, suavidad y derechura. Faena oleada por el público y alegrada por la música. Una estocada en lo alto culminó la actuación feliz del mejicano, que dio a hombros la vuelta al ruedo, exhibiendo el trofeo triunfal de la oreja de su enemigo. Bonito final de una corrida que, había transcurrido sin grandes relieves y en la que Córdoba puso de vez en cuando la nota alegre de su reposado y elegante capote...

Y terminando su casi redonda actuación – la espada le restó ese aire de rotundidad –, se lo llevaron en hombros por la puerta de cuadrillas hasta salir de la plaza por la calle Iris, en una tradición sevillana que hoy se encuentra lamentablemente abandonada.

Otro apunte de Vicente Flores de la tarde del 25
de abril (ABC de Sevilla, 26/04/53)
Alguna vez tuve la ocasión de escuchar del Maestro Córdoba el recuerdo de esta tarde. Contaba que al estar preparando para la muerte a un débil segundo de su lote, le llamaron a acercarse a las tablas y lo hizo intrigado, con cierto recelo, pues pensó que quizás le sancionarían por ir a tomar muleta y espada y sin mayor trámite, salir a doblarse con el toro para buscar la igualada y tirarse a matar. 

Ya en tablas, es enterado de que el recado era otro, de parte de los señores Maestrantes, en el sentido de que el sobrero estaba a su disposición para que lo obsequiara, pues querían seguirle viendo. Allí refiere el Maestro, pidió que el representante de la Autoridad en el callejón interviniera, porque él sabía que solo se podía obsequiar el sobrero, excepcionalmente, en corridas de un solo matador. Allí le confirman que tiene la venia de la presidencia del festejo y de los maestrantes para obsequiar el toro si así lo desea. Cuenta el Maestro que la manera en la que se lo ofrecieron, le hizo sentir que era un desprecio el no hacerlo.

Al final, el obsequio del toro de Benítez Cubero ese día de San Marcos le permitió a Jesús Córdoba redondear una feria sevillana y destacar la firmeza del paso con la que llevaba y que le permitiría terminar la campaña con 35 corridas toreadas y entre los diez primeros del escalafón, según podemos ver en esta página del blog del Aula Taurina de Granada.

Mi homenaje

Faltan algunas semanas para llegar al aniversario de estos fastos, no obstante, el pasado miércoles el Maestro Córdoba cumplió 85 años de edad y llegó a ellos bien y de buenas. No se me ocurre mejor forma de rendirle homenaje – a los toreros se les debe recordar siempre por lo que hacen delante de los toros y nada más –, más que recordando estas dos grandes actuaciones suyas en los ruedos, que resultaron de las más importantes de ese abril y de esa temporada de 1953.

domingo, 16 de octubre de 2011

Sevilla, 18 de octubre de 1980: Se convierte en seda el percal de Calesero...


El Acontecimiento Taurino de la SER

Anuncio del Acontecimiento de la
SER
 de 1980 en el ABC de Sevilla
En 1980 tendría lugar el XII Acontecimiento Taurino de la SER. Una idea que con la intención de homenajear al Arte del Toreo y de recaudar fondos para sus obras benéficas, Radio Sevilla puso en marcha por inspiración de Manuel Alonso Vicedo y con el empuje de quien por esos días era el responsable de la información taurina en esa emisora de radio, Filiberto Mira Blasco. Fueran corridas de toros o festivales a todo lujo – como el que ahora me ocupa y espero les ocupe a Ustedes – se venían organizando desde once años antes en distintas plazas de Andalucía, como Úbeda, Morón de la Frontera, Ronda y algunas otras, en las que se procuró siempre reunir a lo más destacado de la historia y del momento taurino presente.

El Acontecimiento Taurino de la SER, dice Santiago Sánchez Traver, en Un siglo de Corridas de la Prensa de Sevilla, vino a cubrir un hueco que dejó vacante la tradicional Corrida de la Prensa, en un lapso de tiempo que va aproximadamente de 1977 a 1987, decenio en el que, con el cambio de régimen en España, desaparecieron las Hojas Oficiales del Lunes y con ellas, dice, la mayoría de las Asociaciones de Prensa languidecieron o materialmente desaparecieron.

La presencia de Calesero en el festival, la explica Filiberto Mira en la segunda edición de su libro El Toro Bravo. Hierros y encastes, de la siguiente manera:
- Tengo ya, como sabéis algo más de sesenta años. No quiero morirme con la pena de no intentar dar un pase o un lance en la Maestranza de Sevilla. Toreé allí – la mejor plaza del mundo – una sola tarde y no tuve suerte. Plenamente consciente os digo que aún tengo valor para allí hacer el paseíllo.
Manolo Vázquez y Curro Romero, como impulsados por las fuerzas telúricas del sentimiento torero, con voz solemne y clara, exclamaron al alimón:
- ¡Tú torearás allí, y nosotros te acompañaremos!
Manolo y Curro me insinuaron – que comprometiéndose ellos dos a torearlo – yo organizara el XII Acontecimiento Taurino de la S.E.R., patrocinado por Radio Sevilla en homenaje al Arte del Toreo. El Señor del Gran Poder, al que se lo pedí, nos brindó un día de primavera en la tarde otoñal del 18 de octubre de 1980. El festival se celebró, y en él triunfaron – con bravos ejemplares de Bohórquez y Juan Pedro Domecq – El Calesero, Manolo Vázquez y Curro Romero. También éxito para Alvarito Domecq, José Mari Manzanares, Tomás Campuzano y el novillero Manolo Tirado. Se hizo ese día intensa realidad – cuando señorialmente besó El Calesero la arena de la Maestranza – la frase de Juan Belmonte al definir al toreo como una fuerza del espíritu...
Así fue como se gestó la presencia del torero de nuestra Triana en la Maestranza sevillana.



Calesero y Sevilla

Anuncio del debut de Calesero
en 1946 (ABC de Sevilla)

En 1946, Calesero hizo una breve campaña por plazas españolas. Sumó nueve festejos y la inició precisamente en el Coso del Baratillo, entrando al cartel del Domingo de Resurrección – 21 de abril – de ese año por la vía de la sustitución. El festejo inicialmente anunciado era con toros de Juan Belmonte para Manolo Escudero, Rafael Albaicín y Rafael Ortega Gallito. Dice la prensa de la época que se retrasó el regreso de los dos primeros de su campaña americana, razón por la cual el cartel se tuvo que reformular, dejando el mismo encierro y a Gallito firmes, pero entrando Calesero, que daría la alternativa a otro trianero, éste de la Triana andaluza, Bonifacio García Yoni. Tal y como lo relata Alfonso Ramírez, aun dejando buena impresión, la suerte le fue esquiva. La relación que hace Antonio Olmedo Don Fabricio en el ABC de Sevilla del 23 de abril siguiente sobre la presentación del diestro hidrocálido dice en lo medular esto:





El Calesero, bien plantado... se abrió de capa con su primero – el segundo de la tarde –, dibujando media docena de lances apretadísimos que arrancaron el olé unánime y entusiasta. Secundó también con unos faroles, también muy ceñidos, pero dejando el cuerpo al descubierto por alzar excesivamente los brazos, por cuanto el asta del toro prendió en las taleguillas, causando en ellas un pequeño desperfecto. Debió comprobar el mejicano en ese momento la enorme diferencia que hay entre el ganado andaluz y el que se cría en las haciendas de su tierra, y de allí en adelante todo fueron tanteos... Pero en tales intentos no dejaba de atisbarse la idoneidad que sin duda tiene, ostensible en la facilidad y tino con que ejecuta la suerte de matar. Si ponderamos las circunstancias de la presentación de El Calesero, lo emocionante que para él había de ser el caso, más la violencia de contraste por las razones antes anotadas, habremos dado con la razón de su a ratos desorientado quehacer. Sería por tanto, inoportuno y arriesgado un juicio definitivo sobre el mejicano, que a tiempo hemos de formular. La espera es sabia...
Aunque el cronista dejaba patente su intención de que se volviera a ver por allí a El Poeta del Toreo, eso no sucedería, al menos durante el extenso lapso de tiempo en que vistió de luces. Por eso el interés del torero de volver para intentar complacer a la afición hispalense.

El festival de la SER

La intención de Calesero, secundada por Manolo Vázquez, Curro Romero y Filiberto Mira se concretó para el 18 de octubre de 1980. Le acompañarían en el cartel el rejoneador Álvaro Domecq Romero, Manolo Vázquez, Curro Romero, José Mari Manzanares, Tomás Campuzano y el novillero Manolo Tirado y enfrentaron novillos de Juan Pedro Domecq para los de a pie y uno de Fermín Bohórquez para el caballero en plaza. El Acontecimiento fue un éxito en lo artístico y creo – por la entrada registrada – que también en lo económico – cosa importante dada su finalidad benéfica – y de lo que en él realizó Calesero, el entonces cronista titular del ABC de Sevilla, Joaquín Caro Romero escribió lo que sigue:
Alfonso Ramírez «El Calesero», serenísimo señor de Aguascalientes, llegó a emocionarnos. Le vimos poco, pero le vimos mucho. No sé si me explico. Poeta del toreo, le dicen. Y el toreo, antes que una cosa de críticos, es una cosa de toreros y de poetas. Tiene un increíble aplomo y empaque para andar por la plaza. Viejo y florido como el Cid del romance, reencarnado en la hospitalaria tierra mexicana, donde duermen el sueño eterno muchos poetas del éxodo y del llanto, entre ellos Luis Cernuda. Muchos brindis, casi todos los brindis de la tarde para el serenísimo señor de Aguascalientes. Suena bien y lo repito. No he cruzado ni media palabra con «El Calesero», por lo tanto mi impresión es de una absoluta imparcialidad. Lo poco que le vimos con el percal y la franela fue suficiente para situarlo entre los puros, entre los estetas del arte de torear. Los años no perdonan a nadie. Pero a ciertos toreros les pasa como al vino, “si más envejecido, más sabroso”. Sabroso fue su lancear. Sabroso su efímero trasteo muleteril. Media y dos descabellos. Su enemigo no se merecía más en sus manos. Y Sevilla, fina catadora, lo ovacionó con lágrimas en los tendidos. ¿He dicho algo? Lágrimas en los tendidos...”
Días después, don Luis Bollaín agregaría sus impresiones en una serie de artículos sobre el tema, dedicando a Calesero las siguientes líneas, en las que destaca su innegable torería:
ALFONSO RAMÍREZ «CALESERO», TORERÍA ADMIRABLE. EN EL REDONDEL DE LA MAESTRANZA, «EL CALESERO». – Ante nosotros, sesenta y seis años de la torería más excelsa. Un impecable traje negro, de pantalón largo y sobrio corte, cubre un cuerpo enjuto pero sin encorsetar, sobre el que emerge una cabeza firme y noble, de sienes plateadas y semblante bondadoso. “Por ver hacer el paseo a Lagartijo – era dicho entonces – podía darse el dinero de la entrada”. ¿Y qué se podrá dar – pregunto yo ahora – por ver a este singular azteca, en desfile al frente de la cuadrilla; o cruzando en recta el redondel al compás de un adiós que clava en las entrañas el dolor y la dicha del populoso homenaje sentido muy dentro; o los pasos despaciosos y solemnes, ensamblados en saludos de ceremonia, mientras el hombre - el torero -, circundando el anillo, siente como le cae en catarata... el fervor encendido y respetuoso de la Sevilla toda?
¿Qué se podría dar, sí, por ver a «El Calesero»? ¿Por ver lo que es y como está «El Calesero»? Un “ser” y un “estar” que aquí, en Sevilla, podría configurarse como el “estar” – el cómo estuvo – en el Festival de la SER. A mi juicio, estuvo justo para dejarnos constancia evidente de su gran torería. Aquellas dos verónicas iniciales – sí, sí, aquellas de “mano alta” – en las que llevó al torete embebido desde muy lejos, pasándoselo muy despacio, muy cerca y con limpieza impecable... a mí me pusieron de pie. A mí, ¡y a todo el público! ¿Y por qué – pregunto – sí solo quedaba baja, al final del lance, la mano de dentro y ello contradice el culto al supuesto dogma ¿hoy vigente?, de “las manos – las dos manos – bajas”? ¿Me perdonáis si os digo que aquellas dos verónicas llevaban el sello técnico y estético de Juan Belmonte? A lo mejor por eso nos pusieron en pie a mí... y a vosotros.
Luego, en la muleta, el novillete buscaba los tobillos. Era obligado enmendarse, corriendo. Mala cosa – difícil cosa – para el que vino al mundo en la década de los diez. Sin embargo, con qué torería admirable administró «El Calesero» sus fuerzas físicas, para resolver airoso la papeleta, sin verse en ridículo ni en angustias, dominado por el novillo...
Por último, es el propio Filiberto Mira quien, también en el ABC de Sevilla, comenta lo siguiente:
Bastó que le vieran hacer el paseíllo. Por sus hechuras intuyeron la poesía de su toreo. No hay – sin duda – un público más señero. El espíritu de Sevilla rindió homenaje tan sincero como emotivo al inefable Calesero, que con verdadera unción besó la arena de la Maestranza. Acertamos Manolo, Curro y yo al traerlo desde tan lejos para que las nuevas generaciones comprobaran que el arte del toreo rima con el señorío. A los que ya no son tan jóvenes se les humedecieron los ojos. Lo sevillano y lo azteca se fundió en un abrazo íntimo y cordialísimo...
Calesero en la portada del suplemento
taurino del diario ABC
No me cabe duda alguna de que uno de los detalles que más impresionan a los públicos en las plazas, es la torería que demuestre el actuante en el ruedo. Me consta que a Calesero, si algo le sobraba, era eso, torería, porque seguramente nació torero y ciertamente pasó a la otra vida siéndolo. Daba placer verle ya octogenario, pasearse por las calles y por las plazas con ese porte y con ese garbo al andar que le denunciaba desde lejos. Y con las telas en las manos… Por algo se decía que su capote de percal se convertía en seda… precisamente en la Hipérbole de Calesero, debida a la insuperable pluma de Pepe Alameda, algo que ya había traído a esta Aldea hace alrededor de un par de años.

Así como Alfonso Ramírez Alonso, Calesero, un torero de la Triana mexicana, de la de Aguascalientes, vio satisfecha su ambición de demostrar a la afición de Sevilla las posibilidades infinitas de su arte como torero, porque éste no tiene edad. Espero que esta remembranza les haya despertado el mismo interés que a mí, al momento de ponerla en este hipotético papel.

domingo, 19 de junio de 2011

Jueves de Corpus de 1954: Juan Silveti sale en hombros de La Maestranza

Algunas razones para recordar esto

La entonada actuación que han tenido los toreros mexicanos en el reciente San Isidro y la proyección que les ha dado con cara a la realización de una real campaña en ruedos hispanos, me motiva a repasar la historia y a encontrar antecedentes en ella de diestros que en otros tiempos, mantuvieron en alto el pabellón nacional y con sus buenas actuaciones abrieron el camino para que los toreros de nuestros días pudieran cruzar el Atlántico y continuar con la obra que ellos iniciaron.

Suma además al hecho, que uno de los cinco nacionales que comparecieron a Las Ventas, es precisamente Diego Silveti, nieto de quien me ocupa en esta ocasión y representante de la cuarta generación de toreros de su dinastía que comparecía en la capital hispana y en lo general, representante de una dinastía de toreros de suyo larga, de las que la Historia del Toreo registra muy pocas.

Por último, además de la efeméride, creo que vale la pena entrar un poco más a profundidad en la trayectoria de Juan Silveti Reynoso en los ruedos de España. Siempre que se habla de ella, se llega al punto de algo que ya parece un mero lugar común, la tarde de los toros de Pablo Romero en el San Isidro de 1952, cuando en el fondo su historia en esas arenas es más profunda y rica que esa única tarde. Es por eso que recurro a ella, la que en su día, confesara a don Filiberto Mira, que había sido el día más feliz de su vida y se trata de la Corrida de la Asociación de la Prensa de Sevilla, celebrada el 17 de junio de 1954 – Jueves de Corpus por cierto –, en la que para lidiar toros de don Salvador Guardiola, alternaron Cayetano Ordóñez Niño de la Palma II, Jesús Córdoba y el nombrado Juan Silveti

¿Hoy cómo ayer?

La crónica que me sirve de apoyo para esta remembranza, es la de Gil Gómez Bajuelo, quien fuera cronista del diario ABC de Sevilla entre 1952 y 1960. Al inicio de ella, hace una reflexión que, pese al tiempo que ha transcurrido entre la celebración del festejo y estas calendas, creo que vale en todos sus términos:

Decíamos días pasados que lo de menos era el éxito económico. Y lo demás, procurar que el público saliera satisfecho. Creo que esto se ha conseguido plenamente. Lo primordial es darle a la afición sevillana su sitio, rendir a la plaza respetuoso vasallaje, velar por el rango de una fecha tradicional y la pureza de una fiesta de nacional raigambre y reiterar el prestigio de la entidad organizadora. Lo demás viene, o debe venir por añadidura, si es cierto que la rectitud del procedimiento tiene su premio…”

Hoy, pareciera que no se respeta ni a las plazas, a las aficiones ni se vela por el rango de fechas tradicionales o por la pureza de la fiesta. Igual, sale sobrando la integridad o el prestigio de la entidad que organiza o a cuyo nombre se organiza un festejo determinado. Ahora – el mundo al revés – el éxito económico es el principio y fin de la organización de cualquier festejo. Y sí la fecha tradicional, la pureza de la fiesta o el prestigio de la entidad organizadora se van al caño por un puñado de dólares… pues bien empleado, que de ganar se trata.

Hasta en eso han cambiado los tiempos, pues si vemos los festejos benéficos de estos días, veremos que la organización es rácana y en consecuencia, la finalidad es obtener el mayor retorno a cambio de una inversión mínima o nula y si no, remito a Ustedes al recuerdo de la últimas Corridas de la Beneficencia celebradas en Madrid, en la que ni la Asociación de la Beneficencia, ni la Plaza de Las Ventas, ni la fiesta en su conjunto, ni la afición, ni nada importaron a los organizadores. Sólo les interesaba el lleno y lo demás… pues lo demás era añadidura y si venía o no, parecía no importarles realmente.

Información previa a la corrida

En la nota previa al festejo del que hago este recuerdo, se hacen los siguientes apuntamientos:

…La animación fue extraordinaria, especialmente después que los aficionados vieron el desencajonamiento en la plaza de los seis soberbios ejemplares escogidos y enviados por el prestigioso criador de reses bravas don Salvador Guardiola. Los aficionados salieron gratísimamente impresionados, haciendo encendidos elogios de la presentación de los hermosos toros… La baratura de los precios fue también gran aliciente para este movimiento taquillero, haciéndose gran acopia por los aficionados de las entradas de cinco duros, cifra "récord" en esta época, de precio económico, tratándose de una corrida de toros… La terna de maestros, todos ellos de categoría artística, pueden ofrecernos una gran tarde de toros. Y esperamos que, al hacer el paseíllo, el público les reciba con una cariñosa ovación, lo que en realidad merecen quienes han mostrado una elogiosa decisión al no oponer reparo alguno a la lidia de toros de respeto, como tiene que ser, si queremos que la fiesta mantenga el tono de riesgo, seriedad y majeza que la han hecho singular y famosa en el mundo…

Anuncio de la Corrida de la Prensa en el diario
ABC de Sevilla, la víspera del festejo
Los presagios que hacía el redactor del ABC de Sevilla, según veremos enseguida, serían debidamente honrados por el encierro y por los diestros actuantes, dado que la Corrida de la Prensa del año 54 fue triunfal – en el recto sentido del término – dado que los toros lo fueron y dieron juego de tales y los toreros cumplieron ante ellos lo que se esperaba.

La Corrida de la Prensa del año 54

Como lo indica el título de esta entrada, el triunfador del festejo fue Juan Silveti. No obstante, por fallos a espadas, Niño de la Palma II y Jesús Córdoba solamente tuvieron la ocasión de dar sendas vueltas al ruedo, manteniendo el tono de un calendario que don Filiberto Mira llama el año de los extranjeros, pues no olvidemos que en la Feria de Abril de ese año, es en la que César Girón salda su participación con el corte de dos rabos. ¿Pero cómo fue el triunfo del hijo del Tigre de Guanajuato? La crónica de Gómez Bajuelo, ya citada en parte líneas arriba, en su médula, dice lo siguiente:

Para Juan Silveti, la tarde fue de éxito. Cortó las dos orejas a su primero y salió a hombros de la plaza. Le tocó en suerte el mejor lote, y el mejicano sacó de ello provechoso fruto, dejando en el público una impresión inmejorable de torero valiente y de torero artístico. Si vino a Sevilla con ambiciosas metas, no cabe duda que las consiguió plenamente y las conquistó en buena lid. Silveti ganó a pulso la inclusión de su nombre en futuros carteles sevillanos. 
Su manera de torear en el primero, con lances bellísimos, de suavidad y mando, con las manos bajas, puso el ambiente en muchas atmósferas. En los cuatro colosales lances, repetida la calidad en otro tiempo y reafirmada en el quite soberbio, con remate airoso de pies juntos, coronando el temple precedente. Las ovaciones fueron entusiastas y enardecidas. En este tercio de quites, el «Niño de la Palma» y Jesús Córdoba pusieron también de manifiesto su indiscutible clase. Ya hacía tiempo que no se veía en la plaza un tercio de quites así. Parecía olvidado o soterrado en el recuerdo tejano de los aficionados, y ayer surgió en toda su belleza de plástica ejecución y noble competencia de los maestros. 
Así estaba el ambiente, abonado de felices presagios, cuando Silveti, tras brindar a la plaza, se dirigió al encuentro de la res, arropado por la expectación del graderío. Dos pases altos, pasando toda la caja del animal, fueron el inicio, seguidos por dos por bajo finísimos y con sello, en los que «mataba» la arrancada del animal con un corte del pase en el que la fiera quedaba «fijada» obediente al original y torero mando. Prodigó los redondos, y en el cambio de mano de muleta por la espalda engendraba los pases de pecho colosales, coreados por olés, con el alegre fondo de la música torera. La suavidad de los derechazos tenía una continuación en los personalísimos pases por bajo, de airoso remate. Se perfiló Juan Silveti y clavó todo el estoque en la carne del bravo y noble animal. Al toro se le dio lenta y apoteósica vuelta al ruedo. Y cuando ésta terminó, Silveti, con las dos orejas que Barrera le llevó, dio dos vueltas al ruedo, entre incesantes aclamaciones. Todavía durante la lidia del toro siguiente, el público seguía ovacionando al mejicano…”

Al Tigrillo le tocó el toro bueno de la corrida y sin cuidarlo, aceptó la competencia en los quites de sus alternantes. Sin falso celo aprovechó ese momento en el que tradicional y reglamentariamente los demás espadas del cartel pueden intervenir para hacer crecer el ambiente y dejarlo a punto para el momento en el que tuviera que enfrentar con el trapo rojo y la espada al toro, hecho que consumó con su toreo clásico, vertical y profundo.

A Juan Silveti se lo llevaron en hombros de La Maestranza al terminar el festejo. Por la calle Iris, pues no había cortado más de dos orejas para salir por la Puerta del Príncipe, pero con esa actuación quedó en el ánimo de la afición de Sevilla y encantado con la ciudad, tanto, que es Cófrade de San Roque y como decía antes, en los años 80, cuando Filiberto Mira vino a México a estudiar el origen de nuestro toro de lidia, le confesó lo siguiente:

El día más feliz de mi vida, fue aquél en el que le corté las dos orejas a un toro de Guardiola en La Maestranza…

Fue el jueves 17 de junio de 1954. Jueves de Corpus, fecha tradicional del calendario taurino de Sevilla y una de las páginas importantes en la historia de Juan Silveti Reynoso.

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