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viernes, 21 de mayo de 2010

¿Cuándo vuelvo a torear?

La corrida de hoy en la Plaza de Las Ventas nos presentó uno de los hechos dramáticos de la fiesta. Julio Aparicio hijo se llevó una gravísima cornada en la cara, que por su localización, de inmediato me trajo a la memoria otra, ocurrida de este lado del mar, hace algo más de medio siglo. Aquí la sufrió un torero de corte totalmente distinto al de la víctima del percance de hoy, Antonio Velázquez Corazón de León, quien a partir de un valor indómito y muchos, muchos redaños, dejó las filas de los de plata y se volvió, por derecho propio, una refulgente figura de los de oro. A riesgo de que el amigo Gustavo de Alba me acuse de memorioso, les presento lo que a Velázquez le sucedió y el paralelismo con los sucesos madrileños de este día.

La tarde del 30 de marzo de 1958, en el hoy difunto Toreo de Cuatro Caminos, se anunció una corrida de toros de Zacatepec para Antonio Velázquez, Humberto Moro y José Ramón Tirado. El toro escogido para salir al ruedo en cuarto lugar fue bautizado por don Daniel Muñoz como Escultor. Pepe Alameda recuerda de la faena a ese toro, un quite por fregolinas, al que calificó de espeluznante, porque el toro quedó crudo después de su encuentro con los montados. Yo recuerdo una escena de ese quite, reproducida en un cuadro de Pancho Flores que perpetúa el momento del cite y nos muestra a Velázquez citando con el capote plegado a la espalda y el toro arrancado hacia él, en una composición que refleja en mucho el drama de ese momento y que puede darnos una muy cercana idea de lo que sucedía en Cuatro Caminos ese Domingo de Ramos de 1958.

La necesidad del triunfo era evidente y para obtenerlo, Antonio ya conocía el medio: Había que salir a morirse, como en la corrida de la Oreja de Oro de trece años atrás, pues la historia al parecer se estaba repitiendo para él y sabedor el torero de lo que causa el estar sin torear, no quería volver a vivir las consecuencias de esa inactividad. Así pues, intenta la faena por naturales, pero al tratar de rematar uno de ellos, Escultor se le cuela y le tira un derrote seco, homicida y el pitón le penetra por el lado derecho del cuello, produciéndole a Antonio una de las cornadas más impactantes que se recuerdan. Este es el parte facultativo expedido por los Médicos de Plaza y que nos dan a conocer Ignacio Solares y Jaime Rojas Palacios:


Herida por cuerno de toro, de dos centímetros de extensión, por dieciocho de profundidad, con trayectoria ascendente en la región submaxilar derecha, que interesó planos blandos, rompiéndolos; fracturó la masa horizontal derecha del maxilar inferior derecho; perforó el piso de la boca; desgarró totalmente la lengua en tres porciones de cinco, cuatro y tres centímetros; fracturó el paladar óseo, el maxilar superior sobre la línea media del hueso etmoides, llegando al piso anterior del cráneo en su base. Esta herida es de las que ponen en peligro la vida.


Pero Antonio Velázquez no se arredró nunca ante las adversidades y cuentan sus familiares que en cuanto recuperó la conciencia tras la cirugía que le fue practicada para arrancarlo de las garras de la muerte, lo primero que preguntó por escrito fue: ¿Cuándo vuelvo a torear?

A un bravo de los ruedos, que el 22 de mayo de 1952, cautivó con sus maneras y con su valor al público de la Maestranza sevillana, cortándole las orejas a un toro de Curro Chica, en tarde que alternó con Manuel Álvarez, Andaluz y Chaves Flores; o que el 22 de junio de ese mismo año, en Las Ventas, alternando con Rafael Llorente y Juan Silveti, le cortara la oreja a uno de los toros de Juan Pedro Domecq que le tocaron en suerte, no es de los que se les sale el valor por los agujeros de las cornadas, más bien hacen el efecto del mazo sobre el hierro candente, a cada golpe se va templando… templando… templando…

Casi seis meses después volvería Velázquez a los ruedos. Reaparece en Ciudad Juárez, el 17 de agosto de 1958, alternando con quien fuera su matador en los tiempos de plata, El Soldado y El Ranchero Aguilar, para lidiar la terna toros de La Punta y en prueba del temple adquirido, les corta las orejas y el rabo a los dos toros que mató esa tarde.

Después de lo de Escultor dejará de presentarse un tiempo en la Capital mexicana, reapareciendo hasta el 10 de abril de 1960 – también Domingo de Ramos – en Cuatro Caminos, cortando una oreja en cartel que compartió con Carlos Arruza a caballo y Alfredo Leal para lidiar toros de Tequisquiapan y Santacilia, demostrando que los fantasmas de la herida estaban superados.

Antonio Velázquez, el torero que recibió la alternativa la tarde en la que Armillita escribió la obra de Clarinero y Silverio la de Tanguito, duraría en activo nueve años más. Su última presentación en la Plaza México sería para confirmarle a El Cordobés su alternativa y el 1º de mayo de 1969, en la Plaza Fermín Rivera de San Luis Potosí sería la última vez que matara un toro vestido de luces.

El 15 de octubre de ese 1969, mostraba a sus amistades la casa que logró arrancar de los morrillos de los toros – como los brillantes de El Tato – y como la obra estaba en proceso, tropezó con una varilla y cayó al vacío, logrando el piso de la calle lo que los toros no pudieron: Terminar con su vida.

Ya lo decía antes, las cornadas no se curan solas. Los Médicos y su ciencia son fundamentales en el proceso de recuperación, pero también lo es la decisión del torero. Que se recupere primero Julio Aparicio el hombre, que logrado eso, el torero volverá, seguramente.

domingo, 26 de julio de 2009

La culpa no es del indio...


…pero tampoco del compadre. El pasado viernes circuló en varios medios especializados la siguiente especie, manifestada por Pedro Bello, quien funge como Director General de Concertación Política del Gobierno del Distrito Federal, a propósito de la cancelación de la reunión que se tenía programada entre la empresa de la Plaza México y las autoridades de la Capital mexicana:

La cancelación de la reunión fue una decisión del Secretario Ávila, por el agravio que ha sufrido el Gobierno del Distrito Federal, y es que el gobierno no cerró la plaza, la cerró el empresario y sólo él es el responsable de abrirla y dar las novilladas que faltan.



¡Ahora resulta que desde la peculiar óptica de quienes detentan la Plaza México, son las autoridades las que tienen que resolver un problema que ellos mismos crearon!

Hasta donde mi entender alcanza, la suspensión de la temporada de novilladas se debe a la enésima pataleta – porque no encuentro otra forma de calificar su actitud – de Rafael Herrerías, que cuando no puede salirse con la suya, recurre al insulto, la agresión y toma como rehén a la fiesta, exigiendo como injusto rescate, la satisfacción de sus intereses particulares, que no son, casi siempre, los de la afición que paga su entrada a la plaza.

Herrerías, los dueños del dinero que lo avituallan y ahora al parecer, los demás estamentos taurinos, pegan una nueva embestida bajo la bandera de la autorregulación, exigiendo que se elimine el requisito obligatorio de dar una docena de novilladas, para poder ofrecer a la venta el derecho de apartado y dar la temporada de corridas de toros. El problema es que, las autoridades del Distrito Federal, desinteresadas en el tema de los toros, hasta ahora han actuado con tibieza y no se atreven a sancionar los actos que ellos mismos califican de agravio, cometidos por el empresario en contra de uno de sus representantes – el Juez de Plaza y matador de toros en el retiro Ricardo Balderas –, así como tampoco se han atrevido a meterle en cintura revocándole la licencia que tiene para poner a funcionar la plaza de toros más grande del mundo.

Suspender una reunión en la que seguramente se produciría un diálogo de sordos, de ninguna manera va a poner al autorregulado Herrerías en su sitio. Lo que se tiene que hacer con ese señor es aplicarle la legislación sin contemplaciones y sin el temor de las consecuencias que pueda acarrear el indirecto enfrentamiento con Televisa y Miguel Alemán Magnani – miembro de una prominente familia de la política mexicana –, que al final del día, es de donde presumiblemente salen los dineros para soportar su dictadura en ese lugar, (otras voces también ubican como socio capitalista al diestro valenciano Enrique Ponce), aunque de cara al público, la entidad se haya retirado del negocio de los toros, por mera corrección política.

¿O será que acaso se revive el tema de derribar la Plaza México? No olvidemos que en la reciente defunción del Toreo de Cuatro Caminos, uno de los más activos participantes fue el ganadero de Xajay, Javier Sordo-Madaleno Bringas, en su faceta de constructor, así que no nos extrañe que detrás de todo esto, se encuentre un bien concertado movimiento para demostrar la improductividad de la plaza y facilitar un nuevo y productivo desarrollo inmobiliario, pues el sitio geográfico que ocupa dentro de la ciudad es inmejorable.

Más no todo es negativo en la gran ciudad. Sin aspavientos innecesarios, buscando nuevos toreros, Pepe Arroyo inauguró ayer su XIX Temporada de Novilladas en su plaza Antonio Velázquez y sobre todo, sin pedir que las reglas se tuerzan en su personal beneficio, sino solamente ajustándose a ellas y de paso, demostrando que las cosas se pueden hacer, cuando hay voluntad, apegándose a lo que el Derecho manda. ¿Entenderá esto algún día el que dice mandar en la Plaza México?

Yo sé que es demasiado pedir, pero no pierdo la esperanza de que, pasadas las cuestiones electorales, los que ahora tienen el poder, se aprieten los machos y como el toro, pongan a cada quien en su sitio, que la maltrecha fiesta en este país lo necesita y con urgencia. Espero también, que ese darle con la puerta en las narices a Herrerías y a sus pretensiones autorregulatorias sea el inicio de ello.


Por último y sin ser a propósito de este asunto, viene bien a lo aquí planteado la reciente entrada titulada En el gallinero de la bitácora de Sol y Moscas, la que no tiene desperdicio.

La fotografía de la Plaza México es obra de CEPx09.

domingo, 14 de junio de 2009

2 mexicanos / españoles 2


En un comentario al post anterior, que trata sobre los novilleros que han cortado oreja en Madrid en las últimas seis décadas, Bastonito inquiría sobre cuántos carteles con dos toreros mexicanos se habían ofrecido en Las Ventas. Esa es una respuesta que solo la biblioteca y la hemeroteca pueden proporcionar y creo tener aquí una buena parte de ella, más no solo de la Plaza de Las Ventas de Madrid, sino que de una vez, dirigí mis pasos a ver, cuando menos – y por ahora – en lo que a corridas de toros se refiere, qué ha sucedido a la inversa en la Plaza de Toros México y en el ya fenecido Toreo de Cuatro Caminos.

El repaso de los datos que deja la historia, nos revela muchas cosas, pero en esta ocasión solamente pondré a la consideración de Ustedes los hechos sucedidos y quizás, en futuras entradas, entre en particularidades de algunas de las fechas aquí resaltadas, sea por interés propio o sea porque alguno de quienes pasan por aquí, muestren interés por conocer esa información.

Entre corridas de toros y novilladas, la Plaza de Las Ventas ha visto catorce festejos en los que han actuado dos toreros mexicanos en el mismo cartel, 6 han sido novilladas, 7 corridas de toros y una corrida mixta. Las fechas y carteles son los siguientes:

26 de mayo de 1935: 4 toros del Marqués de Salas y 2 de Ramón Ortega para Chicuelo, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado.

30 de junio de 1935: 5 toros de Leopoldo Lamamié de Clairac y 1 de Bernardo Escudero para Marcial Lalanda, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado.

26 de septiembre de 1935: Ventura Núñez Venturita,  Arturo Álvarez Vizcaíno y Silverio Pérez. - Novillos de Juan Terrones (1º), Sánchez Fabrés (2º), Rafael Lamamié de Clairac (3º), Leopoldo Lamamié de Clairac (4º), Francisco Melgar (5º) y Lorenzo Rodríguez (6º). (Novillada. Presentación de Silverio Pérez)

10 de septiembre de 1944: 8 toros de Concha y Sierra para Carlos Vera Cañitas, Arturo Álvarez Vizcaíno, Paquito Casado y Rafael Albaicín. (Confirmación de Vizcaíno y Cañitas).

24 de junio de 1945: 8 novillos de Claudio Moura para Rafael González Machaquito de Madrid, Manolo Navarro, Manuel Jiménez Chicuelín y Tacho Campos. (Novillada. Presentación de Chicuelín y Tacho Campos).

15 de agosto de 1945: 4 novillos de Hermanos Hidalgo y 4 de Julio Garrido para Rafael Ponce Rafaelillo, Mario Cabré, Andrés Blando y Manuel Gutiérrez Espartero. (Novillada. Presentación de Espartero y Andrés Blando).

2 de septiembre de 1945: 7 novillos de Concha y Sierra y 1 de Sánchez de Terrones para Morenito de Talavera Chico, Ricardo Balderas, Eduardo Liceaga y Manuel Perea Boni. (Novillada)

1 de octubre de 1945: 8 novillos de Hoyo de la Gitana para Antonio Toscano, Manolo Navarro, Tacho Campos y Curro Rodríguez. (Novillada)

21 de octubre de 1945: Corrida mixta. 2 toros de Hoyo de la Gitana y 6 novillos, 4 de Claudio Moura, 1 de Sánchez Fabrés y 1 de Juan José Cruz para Manuel Gutiérrez Espartero y los novilleros José Guerra, Manuel Perea Boni y Paco Rodríguez.

22 de junio de 1952. - 5 toros de Juan Pedro Domecq y 1 de Batanejos (5º). Antonio Velázquez, Rafael Llorente y Juan Silveti. (Velázquez y Silveti cortan oreja).    

13 de julio de 1952: 7 toros de Manuel García Aleas y 1 de Sánchez Valverde para Luis Briones, Manolo Navarro, Jorge Ranchero Aguilar y Jaime Malaver. (Confirmación del Ranchero).

5 de octubre de 1952: 6 novillos de Francisco Ramírez para Lorenzo Guirao Morenito de Córdoba, Pepe Luis Méndez y Antonio Durán. (Novillada. Presentación de Pepe Luis Méndez)

17 de mayo de 1953: 6 toros de Joaquín Buendía para Antonio Bienvenida, Rafael Rodríguez y Jorge Ranchero Aguilar.

11 de junio de 2009: 6 novillos de Hermanos Torres Gallego para Arturo Saldívar, Francisco Pajares y Ernesto Javier Tapia Calita. (Novillada. Saldívar sustituyó a José Manuel Mas).

Hay dos situaciones que no caben precisamente en la premisa planteada al inicio, pero que creo que merecen ser incluidas aquí y que son las de los días 22 de mayo de 1971, fecha en la que se lidiaron 6 toros mexicanos de San Miguel de Mimiahuápam para Victoriano Valencia, Antonio Lomelín y José Luis Parada y la del 24 de mayo de 1987 en la que saltaron al ruedo venteño 4 toros mexicanos, 2 de San Mateo, 2 de San Marcos y que con otros 2 de José Samuel Pereira Lupi, completaron el encierro lidiado por Nimeño II, David Silveti y Tomás Campuzano, en la tarde en la que David confirmó su alternativa.

En la Capital Mexicana

En México se recuerda especialmente la corrida del 17 de febrero de 1946 celebrada en El Toreo de la Condesa, en la que alternaron Manolete, Pepe Luis Vázquez y Luis Procuna en la lidia de toros de Coaxamaluca como una de las más grandes de la historia reciente de la tauromaquia mexicana. Hoy se pretende invocar una serie de razones – sinrazones más bien – para mantener una absurda prohibición que impide la confección de carteles con mayoría de toreros extranjeros en la Capital de la República.

Sin embargo, la idea es más bien reciente, porque todavía en los años 70 del pasado siglo, se dieron festejos en con esas características y nada negativo sucedió, pero los tiempos han cambiado y lo que ayer se podía hacer, hoy está vedado. En las plazas de la capital mexicana, las combinaciones en corridas de toros, a partir de la inauguración de la Plaza México (5 de febrero de 1946), son las que siguen:

26 de febrero de 1946: Toros de Torrecilla para Manolete, Luis Procuna y Rafael Perea Boni.

9 de diciembre de 1951: Toros de Pastejé para Silverio Pérez, Litri y Alfredo Jiménez.

13 de enero de 1952: Toros de Rancho Seco para Antonio Velázquez, José María Martorell y Manolo González.

20 de enero de 1952: Toros de Torrecilla para Fermín Rivera, Manolo González y José María Martorell.

17 de febrero de 1952: Toros de La Laguna para Antonio Velázquez, José María Martorell y Julio Aparicio.

30 de noviembre de 1952: Toros de Torrecilla para Silverio Pérez, José María Martorell y Antonio Ordóñez.

14 de diciembre de 1952: Toros de Pastejé para Antonio Velázquez, Pepe Dominguín y Luis Miguel Dominguín.

11 de enero de 1953: Toros de Zotoluca para Manolo González, Rafael Rodríguez y José María Martorell.

18 de enero de 1953: Toros de El Rocío para Juan Silveti, Antonio Ordóñez y Rafael Llorente.

13 de diciembre de 1953: Toros de Zotoluca para Jorge Ranchero Aguilar, Manuel Jiménez Chicuelo II y Manuel Calero Calerito.

24 de enero de 1954: Toros de La Laguna para Joaquín Rodríguez Cagancho, Rafael Rodríguez y Pedro Martínez Pedrés.

7 de febrero de 1954: Toros de Pastejé para Juan Silveti, Pedro Martínez Pedrés y Antonio Chenel Antoñete.

6 de marzo de 1955: Toros de Ernesto Cuevas para Gastón Santos (Rej.), Luis Briones, Emilio Ortuño Jumillano y Juan Posada.

En El Toreo de Cuatro Caminos:

3 de enero de 1954: Toros de Rancho Seco para Héctor Saucedo, Manolo Vázquez y Emilio Ortuño Jumillano.

31 de enero de 1954: Toros de La Laguna para Manolo Vázquez, Emilio Ortuño Jumillano y Guillermo Carvajal.

14 de marzo de 1954: Toros de Santo Domingo (6) y Tequisquiapan (2) para Fermín Rivera, Luis Procuna, Emilio Ortuño Jumillano y Manuel Jiménez Chicuelo II.

9 de diciembre de 1956: Toros de San Mateo para Miguel Báez Litri, Antonio Ordóñez y Joselito Huerta.

11 de diciembre de 1956: Toros de La Punta (3) y Matancillas (3) para Rafael Rodríguez, Miguel Báez Litri y Antonio Ordóñez.

24 de marzo de 1963: Toros de Tequisquiapan para Manuel Capetillo, Curro Romero, Santiago Martín El Viti y Víctor Huerta.

6 de junio de 1966: Toros de Piedras Negras (4) y La Laguna (3) para Juan Cañedo (Rej.), Jesús Delgadillo El Estudiante, José Fuentes y Paco Pallarés.

Estos son, salvo error u omisión, los festejos que se dan en estas condiciones y como podrán ver - y pendientes las novilladas -, hay muchos nombres ilustres y algunos otros que no vienen a la memoria con facilidad, pero todos ellos son parte de esta historia, que decididamente tiene muchos episodios bien interesantes…


La fotografía de la Plaza México es obra de CEPx09.

sábado, 2 de mayo de 2009

De antes de la era del vídeo


Hace un rato, Carlos Lorenzo Hinzpeter, otro buen amigo, que en la actual circunstancia que pasamos, adquiere ya la calidad de buen samaritano, me comunicó la ubicación de un sitio, en el que se guardan tres breves cortes de película, de principios de los años sesenta, cuando Paco Camino vino por primera vez a México, a El Toreo de Cuatro Caminos.


Lo interesante del caso, es que se trata de la conversión a algún tipo de formato digital de filmaciones hechas originalmente en cine de 8mm, pero, con la particularidad de que dos de ellas, fueron tomadas ¡de la pantalla del televisor por quién las captó!


Hace unas semanas Francisco Camino Gaona - Abogado, empresario taurino, hijo del Maestro y nieto del Doctor Alfonso Gaona -, puso a la venta un DVD con algunas de esas faenas que tienen una calidad de imagen infinitamente superior y el valor agregado del sonido y la narración de Pepe Alameda, pero el intento de perpetuar lo que se vivió en aquél momento, motivo de este comentario, con la tecnología que había a disposición es digno de ser visto y disfrutado en este tiempo.

jueves, 5 de marzo de 2009

Cañitas


Cañitas (27 de septiembre de 1920), es el torero mexicano que más veces ha actuado en la historia de la plaza de Las Ventas. El interés hacia su figura deviene de que en los algo más de tres cuartos de siglo del ruedo venteño, han hollado su arena las zapatillas de diestros que son atesorados con mayor renombre en la memoria colectiva, pero la historia de Carlos Vera Muñoz es una que merece ser contada.

El caso de Cañitas es el que se genera a partir de la precocidad, pues antes de cumplir nueve años de edad, el 16 de septiembre de 1929, se presentó en El Toreo de la ciudad de México, lidiando un eral de Malpaso. Ese sería el preámbulo de una campaña novilleril que iniciaría una década después, en el mismo ruedo de la colonia Condesa y que estaría marcada por dos hechos notables, el valor que derrochaba ante los toros y la facilidad con la que cubría el segundo tercio.

Carlos Vera recibe la alternativa en Ciudad Juárez el 26 de octubre de 1941 de manos de Lorenzo Garza, con el testimonio de Manuel Gutiérrez Espartero, con toros de El Cortijo, confirmándola en El Toreo el 9 de noviembre siguiente, de manos de Armillita y ante el hidalguense Ricardo Torres, siéndole cedido el toro Robalero de Piedras Negras. El sexto le envió a la enfermería con una cornada grave, lo que marcaría el inicio del sino de este menudito torero.

Las campañas siguientes, junto con David Liceaga se enseñorea de la parte llamada económica de la temporada mayor, obteniendo sonados triunfos en la capital mexicana como los logrados con Serranito de don Carlos Cuevas o el de la despedida del Meco Juan Silveti, culminados ambos con el corte de un rabo.


Al destrabarse uno de los conflictos entre las torerías de España y México, cruza el Atlántico y confirma su alternativa en Madrid el 10 de septiembre de 1944, de manos de Paquito Casado y con el testimonio de Rafael Albaicín y su paisano Arturo Álvarez Vizcaíno con toros de Concha y Sierra, iniciando un idilio con la afición madrileña que terminaría hasta 1951.


Su facilidad con los palos logró que se le emparejara con uno de los principales ases del segundo tercio de su tiempo, Morenito de Talavera, con quien alternó en seis de las catorce tardes que pisó el ruedo de Las Ventas, dos de ellas mano a mano. La hora dorada de su paso por esta plaza la tuvo el 10 de junio de 1945, cuando alternando con Domingo Dominguín y Angelete en la lidia de toros de Juan Pedro Domecq, abrió la puerta grande después de tener que matar tres toros por herida de Dominguín.

El año de 1946, fue el diestro mexicano que más veces se vistió de luces en España con 26 actuaciones y mantuvo un discreto cartel en los años siguientes, hasta el año de 1951, cuando cerró su paso por las plazas españolas.


El 21 de agosto de 1960, actuando en El Toreo, por entonces en su nueva ubicación de Cuatro Caminos y llevando como alternantes a Luis Briones y Juan Estrada, el cuarto de la tarde, Buen Mozo de Ayala, le infiere una grave cornada en la pierna derecha. Cinco días después las infecciones y la gangrena hacen necesaria la amputación poniendo fin a la carrera de un torero que sin duda fue un dechado de valor.


El 16 de septiembre de ese mismo año, sus compañeros organizaron una corrida en su beneficio, llenando la Plaza México, festejo en el que Carlos Arruza se presentó como rejoneador y Calesero, Luis Procuna, Rafael Rodríguez, Jorge El Ranchero Aguilar y Joselillo de Colombia, enfrentaron toros de don Jesús Cabrera, logrando aliviar al menos en lo económico la aflicción del valentísimo Cañitas, quien falleció en la Ciudad de México el 19 de febrero de 1985, a causa de un infarto de miocardio.

Poco se comentó en México después de la muerte de este valentísimo torero, pero en Madrid se le recordó en esa triste oportunidad, pues es sin duda uno de los hacedores de la historia y la leyenda de la Plaza de Las Ventas.

Edito: Una interesante versión del pasodoble dedicado por Segundo Galarza al diestro mexicano, interpretado por el tenor venezolano Alfredo Sadel y la orquesta de Pedro Mesías, la pueden escuchar en esta localización del Cancionero Torero.

Re - Edito: Igualmente el paso de Cañitas por la plaza de Las Ventas, lo pueden consultar en esta localización.

domingo, 4 de enero de 2009

Alfonso Gaona: El único empresario que le ha podido a la Plaza México


El pasado 2 de enero se cumplieron 3 años de la desaparición física de Alfonso Gaona de Lara, el emblemático empresario que entre 1940 y 1988 fuera el paradigma del empresario taurino en la capital de la República y por qué no decirlo así, en México entero.

Optometrista de profesión y por ello llamado el Doctor, Alfonso Gaona desde su primera juventud tuvo el deseo de interiorizarse en la fiesta de los toros. Aunque originario de Saltillo, Coahuila, por la ocupación de su padre, la familia se traslada a Morelia en Michoacán, lugar en el que traba pronta amistad con dos morelianos que figurarían en el mundo taurino principalmente como ganaderos: Emilio Fernández y Alfredo Ochoa Ponce de León.

Al enterarse la familia de Alfonso Gaona que tenía intenciones de intentar hacerse torero, le consiguen una beca para estudiar en los Estados Unidos y le envían a Chicago, lugar en el que residía uno de sus hermanos. Allí es donde cursa sus estudios de optometría y al regresar a México, ingresa a ejercer su profesión a los servicios públicos de salud.

Al final de la década de los 30 los estamentos de la fiesta en México estaban divididos. Se había generado el llamado Pacto de San Martín Texmelucan, en el que toreros y ganaderos se dividieron en dos bandos, uno liderado por don Antonio y don Julián Llaguno y que llevaba como cabeza entre los toreros a Lorenzo Garza, El Soldado y Fermín Rivera y el otro liderado por Wiliulfo González de Piedras Negras y los hermanos Madrazo de La Punta y los lideraban como toreros Armillita, Silverio Pérez y Jesús Solórzano.

Ese estado de cosas motivó que en el año de 1939 se dieran dos temporadas, una con toros y toreros del bando de los Llaguno y otra, llamada Relámpago constante de solo 7 festejos, con los de los señores de Piedras Negras y de La Punta, concluyendo ambas en un verdadero desastre, pues las dos resultaron ruinosas para la afición y para las empresas que se afanaron en montar esa competencia que no llevaba a nadie a ninguna parte.

Para el año de 1940, Jesús Torres Caballero y el ganadero de Quiriceo, Jorge Jiménez del Moral que fueran los organizadores de las últimas dos temporadas de corridas en El Toreo el año anterior, quedó fuera de la empresa y el General Maximino Ávila Camacho, hermano del Presidente de la República y titular de la mayoría accionaria de la sociedad propietaria de la plaza designó como nuevos gestores del coso a Anacarsis Carcho Peralta, quien nombró como Gerente a Alfonso Gaona, el que sería el encargado de la parte pública de la operación de la empresa.

La aptitud del llamado Doctor Gaona para la actividad se vio pronto, pues le fue posible conciliar los intereses encontrados de los dos bandos enfrentados por los hechos de Texmelucan y para demostrarlo, confeccionó para su primera tarde, el 1 de diciembre de ese año, la alternativa de Carlos Arruza, otorgada por Armillita y con el testimonio del queretano Paco Gorráez, enfrentando la terna toros de Piedras Negras. El cartel tenía su simbolismo, pues combinaba elementos de los dos grupos en pugna apenas un año antes

Su llegada a la Plaza México se da en el año de 1948. Contaba el Doctor que los primeros festejos los dieron el constructor del coso Neguib Simón Jalife y después, actuó como empresario Lorenzo Garza, pero al tener que desprenderse el empresario y político yucateco de la propiedad de la plaza y del estadio adyacente, a causa de las pérdidas económicas que su construcción le causara, el nuevo adquirente de la misma, le ofreció la operación de ella, desde el año de 1947.

La oferta se hizo a través de su amigo de la juventud, el ya ganadero Emilio Fernández, por cuyo conducto envió una cortés negativa en primera instancia, debido a que sus negocios relacionados con la optometría y una cadena de tiendas de regalos funcionaban muy bien, pero un año después, en 1948, el mismo Emilio Fernández le invitó a una comida en la que le presentó a Moisés Cossío, el propietario de la plaza y allí mismo se acordó el inicio de su actividad al frente de la plaza más grande del mundo, llevando como sub – gerente al empresario potosino Joaquín Guerra.

Allí se consolidó una relación que mantendría a Alfonso Gaona durante 48 años en el empresariado taurino, con sus altas y sus bajas, pues tuvo lapsos en los que aunque era arrendatario de la Plaza México o del Toreo de Cuatro Caminos y en los que además operó las plazas de San Luis Potosí, Monterrey, Tijuana y Aguascalientes entre otras, por los vaivenes de la fiesta de los toros, se vio precisado a mantener las principales cerradas.

Esto redunda en que en esos cuarenta y ocho años de empresario, Alfonso Gaona ofreció 27 temporadas de toros en la Capital de la República, en las que ofreció un brillante epílogo a la Edad de Oro y promovió el surgimiento de la Edad de Plata del Toreo mexicano, con la aparición de Los Tres Mosqueteros en el año de 1948, su primero al frente de la México, amén de que dejó los espacios necesarios para el surgimiento o consolidación de otros diestros como Juan Silveti, Joselito Huerta, Alfredo Leal, Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera, Antonio Lomelín, Jorge Gutiérrez y el último novillero mexicano que volteó al revés la gran plaza, Valente Arellano.

Se le criticó por ser un empresario de plaza cerrada, pero toda su circunstancia me indica, que como en cualquier faena con estructura, el Doctor Gaona le dio las pausas necesarias a la actividad que realizaba y siempre que ofertó espectáculos taurinos al público, la afición y los públicos atendían a su reclamo, el cemento en su tiempo, no era el protagonista en los tendidos.

En sus intermedios (1957 – 1960 y 1965 – 1976), diversas personas y entidades se hicieron cargo del gran coso con resultados variopintos. Cuando terminó su gestión definitivamente en 1988 las cosas tampoco mejoraron y lo único que me demuestran los resultados en su ausencia, independientemente de lo autoritario o pintoresco que haya sido el ocupante de ese sitio, es que el único empresario que le ha podido a esa gran plaza, es el Doctor Alfonso Gaona, de quien hoy hago este recuerdo.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Alfa y Omega

En México es aún 3 de diciembre y en este año se cumple el 41º aniversario del épico encuentro entre Manuel Capetillo y Manolo Martínez ante toros de San Miguel de Mimiahuápam en El Toreo de Cuatro Caminos, encuentro que vino a señalar el devenir de la fiesta mexicana por las dos décadas siguientes y a marcar el final de una era iniciada precisamente dos décadas antes.

Al vestirse para esa tarde, Manuel Capetillo ignoraba que en ella se definiría su futuro en los ruedos. Ese año había actuado en la Capital de la República dos tardes en julio, otra en noviembre y una más en diciembre. Sus alternantes en esas cuatro tardes fueron Alfredo Leal, Joselito Huerta, Raúl Contreras Finito, Caleserito y el jovencito de Monterrey con el que alternaría en la fecha.

Dos de esas corridas fueron en mano a mano con el regiomontano, la primera el 29 de julio, con toros de don Jesús Cabrera y su defecto común, la espada, les privó a ambos de obtener apéndices. Ese 3 de diciembre se repetía el mano a mano. En los corrales de la plaza estaban listos los seis toros de San Miguel de Mimiahuápam que don Luis Barroso Barona había escogido para la ocasión.

Ya en el ruedo, Manolo Martínez había cortado ya la oreja del segundo, Presidente y Manuel había dejado ir al que abrió plaza, Laíno y al tercero Don Pedro, pero en los corrales se encontraban Toñuco y Arizeño a los que los Manolo y Capeto respectivamente les cortaron el rabo.

El juicio histórico de esa tarde nos lo proporciona Manolo Martínez por la voz de su biógrafo, Guillermo H. Cantú:

...¿Cuándo empezaste a mandar?
A Manolo no le queda más remedio que responder, así que arremangando la frente y subiendo los ojos a la memoria me dice directo:
Como al año y medio de tomar la alternativa.
¿Fue a mediados de 1967, cuando vinieron todos aquellos mano a mano con Joselito Huerta, Manuel Capetillo y Jaime Rangel, o fue el 3 de diciembre del mismo año, en El Toreo, con Capeto y los Mimiahuapam?
Un poco antes. Tal vez esta última fecha se dio cuenta más gente, pero sucedió unos meses antes.
¿Los mano a mano fueron para convencer a los incrédulos?
No, era parte de la organización que se traía; pero quiero decirte que no fueron corridas fáciles. Hablamos de toreros poderosos con mucha clase, con experiencia y valor…
(Guillermo H. Cantú. Manolo Martínez, un demonio de pasión. Ed. Diana, 1ª edición, México, 1990, Pág. 122).


Como se puede ver, el juicio es duro, pero a la vez, implica el reconocimiento de uno de sus pares, de la gran calidad que atesoraba y prodigaba en los ruedos Manuel Capetillo y el conocimiento que tuvo el propio Manolo Martínez del inicio de una era en la que el mando absoluto de la fiesta mexicana quedó en sus manos, para bien... y para mal.

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