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domingo, 25 de septiembre de 2022

Hoy hace 56 años: la alternativa de Jesús Solórzano en Barcelona

El anuncio de la alternativa
Diario La Vanguardia de Barcelona
Ya me había ocupado por estas páginas de relatar la llegada a los ruedos y el ascenso de quienes fueron llamados Los tres cachorros por don Jesús Gómez Medina en su tribuna de El Sol del Centro, cuando se presentaron en la plaza de toros San Marcos de Aguascalientes precisamente Jesús Solórzano, Alfonso Ramírez Calesero Chico y Manolo Espinosa Armillita. Esa tarde se produjo en el mes de octubre de 1964, después de que los hijos de Armillita y El Rey del Temple, hicieran una breve gira por Sudamérica para actuar en Lima y en Bogotá.

Para la temporada de 1965, Jesús Solórzano decidió hacer campaña en ruedos hispanos. Comenzó ya en casi en el verano y entre el 29 de junio y el 19 de septiembre se vistió de luces siete tardes – Algeciras, Sanlúcar de Barrameda, La Línea de la Concepción, Ayamonte, Jerez de la Frontera y Valencia – compartiendo carteles con José Luis Teruel El Pepe, Sebastián Palomo Linares, Agapito Sánchez Bejarano y Rafael Astola, entre los nombres que han trascendido a la historia.

Fue un comienzo medido por parte de Jesús, quien el 18 de octubre de 1964 cortó el rabo al novillo Bellotero de Santo Domingo en la Plaza México. Para el año de 1966, tuvo como principales alternantes en ruedos hispanos a Pedrín Benjumea, Gabriel de la Casa, José Rivera Riverita y Ricardo de Fabra, pero sus actuaciones se extendieron ya a plazas de mayor categoría, pues actuó en Zaragoza, Madrid – 2 veces –, San Sebastián, Barcelona, Almería y Cieza. En la Monumental de Barcelona se quedó con 5 de los novillos de Manuel Álvarez Gómez y hermanos, por herida de sus alternantes. Esa noche le cortó las dos orejas al quinto de la sesión. Julio Ichaso escribió a propósito de ese festejo, lo siguiente, en La Vanguardia de la capital catalana:

...en el quinto... alcanzó un gran éxito al son de la música y de las aclamaciones del concurso; esta estupenda faena fue premiada con las dos orejas, con reiterada petición del rabo y dos vueltas al ruedo entre el entusiasmo general de la concurrencia; al sexto y último de la noche lo liquidó con media estocada en su sitio. Le dieron la vuelta al ruedo a hombros y así lo sacaron por la puerta de la Monumental... Buena presentación, seguida de un alentador triunfe. Felicitamos al nuevo en esta plaza y a su padre, el notable matador de. toros, hace años retirado, Chucho Solórzano, por la actuación de su hijo Jesús...

Acerca de su presentación en Madrid, entre otras cosas, don Antonio Díaz – Cañabate escribió:

El novillo acusó su escasa fuerza en la muleta. Tenía voluntad, pero embestía tardo y había que obligarle para que siguiera la muleta, y esto es precisamente lo que hizo Solórzano, hijo de «Chucho» Solórzano, el fino y elegante torero mejicano que recordamos con toda admiración. Su hijo tiene, por lo que le vimos, algo que ahora se manosea y se cotiza mucho: personalidad. Pero no una personalidad basada en detalles adjetivos al toreo, sino personalidad toreando, haciendo el buen toreo...

Pese a que al apodado Cañas por sus pares, no le parecía bien el toreo que llegaba del otro lado del mar, tuvo que reconocer que uno de los activos importantísimos de Jesús Solórzano, era tener una acentuada personalidad.

La alternativa de Jesús

Como había sido muy frecuente, la plaza de Barcelona fue la elegida para que el hijo del Rey del Temple recibiera la alternativa. La historia nos demuestra que las plazas que regentaba don Pedro Balañá Espinós, fueron, o la puerta de entrada o el punto de arranque de las carreras de muchos toreros mexicanos y honrando esa inveterada costumbre, anunció en los carteles de la Feria de la Merced de 1966, precisamente en la tarde que cerraba el ciclo, la alternativa de Jesús Solórzano, quien fue acartelado con Jaime Ostos en calidad de padrino y Fermín Murillo, que estaba en campaña de despedida como testigo, y a caballo, don Álvaro Domecq. Los toros serían de Atanasio Fernández. El diario La Vanguardia, después de relatar la corrida inicial del ciclo, celebrada el domingo 18 de septiembre, donde Antonio Bienvenida se despidió de la afición barcelonesa, actuando junto a Miguel Mateo Miguelín y Manuel Cano El Pireo frente a toros de don Alipio Pérez Tabernero, anunció lo siguiente:

La segunda función tendrá efecto mañana jueves, con ganado de don Antonio Garde para los diestros Paco Camino, «El Cordobés» y «Paquirri». La tercera consistirá en otra corrida, el sábado, día de la Merced, con reses de don José Benítez Cubero. Intervendrán los matadores Diego Puerta, «Mondeño» y José Fuentes, y en la cuarta, y última, actuará el rejoneador don Álvaro Domecq y, en la lidia ordinaria los espadas Jaime Ostos, Fermín Murillo y el mejicano Jesús Solórzano, que tomará la alternativa con toros de la vacada de don Atanasio Fernández. Todas las funciones comenzarán a las cinco y media de la tarde…

El toro de su alternativa se llamó Rayito, de acuerdo con las crónicas periodísticas de la época. La narración de Eduardo Palacio Valdés, en La Vanguardia, entre otras cuestiones relata:

El diestro azteca veroniqueó guapamente el toro que rompió plaza, negro, listón, con 503 kilogramos en los lomos y de nombre «Rayito». Consistió su quite en unas «chicuelinas», también ovacionadas, y empuñando los rehiletes, dejó un buen par, de frente, luego un solo palo y finalmente un gran par arrancando desde el estribo. Y cuando eran las cinco y cuarenta de la tarde, el bravo ecijano Jaime Ostos lo armó matador de toros, en presencia del baturro Fermín Murillo. La faena de muleta, amenizada por la música, así se desarrolló: Tres pases de tanteo, cuatro naturales, un molinete de rodillas, seis naturales, una arrucina, siete naturales y un molinete de rodillas. Dos pinchazos, una buena estocada y un descabello al tercer viaje, le proporcionaron una ovación, que agradeció desde los medios, En el sexto veroniqueó bien, y a petición del público tomó los garapullos, de los que clavó dos pares y medio, obligándosele a saludar. A la concurrencia ofrendó este franeril trabajo: Cuatro pases por bajo, cinco naturales, uno de pecho, tres naturales y un molinete. Arreó una estocada entera y algo torcida, y se le despidió con aplausos...

De acuerdo con lo que escribió en su día Palacio Valdés, se puede deducir que aún, sin obtención de trofeos, Jesús Solórzano tuvo una actuación destacada en esa tarde histórica para él, sobre todo, si se tiene en cuenta que el encierro no fue precisamente de dulce, según lo describe Rafael Manzano, corresponsal de el semanario madrileño El Ruedo:

Se celebró la cuarta y última corrida de la fiesta de la Merced. Don Atanasio Fernández envió del campo charro un encierro gordo, cornalón, muy dentro de la línea de los toros de la antigua usanza. No han tenido fuerzas con los caballos – ninguno derribó –, pero todos tomaron más de las varas reglamentarias y llegaron muy duros a la muerte...

Esa impresión la ratifica en su columna feriante Barrera de sombra, del diario La Vanguardia del 27 de septiembre siguiente, Julio Ichaso hace la siguiente apreciación de color:

Cable a Méjico, Distrito Federal: «Chucho Solórzano» (padre de Jesús Solórzano). Texto: «Al tomar mi alternativa de matador de toros, te mando un fuerte abrazo. Jesús». Un toro (el primero) por el pitón izquierdo: un angelito; por el derecho: un auténtico barrabás... La tenaz onda mortífera de los capotes, no le ayudó a doblar...»

De vuelta en México

El 19 de febrero del siguiente 1967, confirmaría su alternativa en la Plaza México, ante el toro Zapatero de Santo Domingo, apadrinándole Manuel Capetillo y siendo testigo Antonio Chenel Antoñete, en un festejo en el que los toros potosinos se encargaron de echar a perder la tarde, sobresaliendo únicamente las buenas maneras del confirmante, que esa ocasión vistió el casi mandatorio vestido blanco con bordados en oro.

Hace 56 años, en resumen

Jesús Solórzano y Alfonso Ramírez Calesero Chico fueron los únicos novilleros mexicanos que actuaron en ruedos hispanos. Por los matadores de toros, estuvieron Jesús Córdoba (13 corridas, 2 orejas), Jesús Delgadillo El Estudiante (9 corridas, 14 orejas), Raúl García (5 corridas, 1 oreja), Raúl Contreras Finito (4 corridas, 1 oreja y 1 cornada) y Fernando de la Peña (3 festejos).

Así fueron las cosas hace 56 años, cuando todavía había toros por La Merced en Barcelona.

domingo, 28 de agosto de 2022

Una fotografía con historia (VIII)

Manolo Arruza. A 50 años de su presentación como novillero

Manolo Arruza y Emmanuel
9 o 17 de septiembre de 1972
El 9 o el 17 de septiembre de 1972 se tomó la fotografía que ilustra este texto. Y se obtuvo en Utrera o en San Roque. Nos presenta la imagen de dos toreros que, resultan ser la segunda generación de su familia, dedicados a la tauromaquia. Uno, el de la izquierda, es Manolo Arruza, hijo del Ciclón Mexicano y el otro, descendiente de Raúl Acha Rovira, el único torero de este lado del mar que ha matado una corrida en solitario en la plaza de Las Ventas. Ambos iniciaban, hace medio siglo, su andar por los ruedos. Manolo Arruza fue un importante torero mexicano por casi tres décadas; el hoy conocido como Emmanuel, sería figura, pero de los escenarios, como cantante. Aquí algo de la historia ligada a esa imagen.

La mayor parte de las recopilaciones de efemérides de la fiesta en México, señalan que la fecha en la que Manolo Arruza – hijo del Ciclón Carlos – se presentó como novillero con picadores fue el 27 de agosto de 1972, en Aracena, población de la Sierra de Huelva. Pero la revisión hemerográfica deja claro que esa primera actuación ocurrió 15 días antes, el viernes 12 de agosto, en la plaza gaditana de San Roque, en la que alternando con el rejoneador Luis Valdenebro y Terremoto de San Roque, enfrentó novillos de la ganadería de Miguel Mateo Miguelín. Ese día comenzó su andar por los ruedos con el pie derecho, porque le cortó las orejas y el rabo a los dos novillos a los que se enfrentó.

Manolo Arruza había anunciado a los públicos españoles, por conducto del semanario El Ruedo de Madrid, su intención de ir a aquellas tierras a prepararse para iniciar una carrera en los ruedos. En el número correspondiente al 1º de febrero de hace 50 años, se decía:

A mediados de febrero llegará a España de manos de Javier Cerrillo, eficaz banderillero del inolvidable Carlos Arruza… Hemos querido saber si la decisión estaba referida a posibles actuaciones en los ruedos españoles y la respuesta ha sido afirmativa… “Manolo Arruza viene a ponerse a punto en el campo con los toros españoles. Nada de contratos. Entrenamientos. Si luego algo surge y el muchacho lo estima oportuno, se estudiará su presentación en los ruedos en los que su padre se consagró y obtuvo tantos éxitos”.

Quien lo llevaba para allá era uno de los compañeros de su padre, primero en la escuela taurina que tuvo Samuel Solís en la plaza de Tacuba y después como miembro de su cuadrilla. Javier Cerrillo intentó hacer carrera como jefe de cuadrilla, pero en 1942 decidió cambiar el oro por la plata y desde ese año y hasta la despedida de Arruza, fue, junto con Alfonso Tarzán Alvírez y Ricardo Aguilar, uno de los inseparables del torero.

Manolo Arruza tenía alguna actuación en ruedos mexicanos con anterioridad, el diario El Siglo de Torreón del 25 de agosto de 1971, relata su presencia en un festival celebrado en San Luis Potosí en esas mismas fechas:

San Luis Potosí (Informex). – Con motivo de la inauguración del Coso Potosino “España” se efectuará hoy un festival taurino en la plaza “Fermín Rivera”, con figuras que representarán el toreo, pasado, moderno y futurista… En el festejo se lidiarán reses de diferentes ganaderías de San Luis Potosí, en la cual intervendrán los espadas Luis Castro “El Soldado”, Silverio Pérez, Manolo Martínez, Curro Vázquez, Gabriel Soto “El Momo” y Manolo Arruza.

No encontré noticia que informara el resultado de esa actuación, pero seguramente, visto el calibre de sus alternantes, fue lo suficientemente convincente como para que siguiera su preparación y manteniendo la idea de dedicarse al toreo de manera profesional.

Su campaña española de 1972

La revisión de los escalafones que periódicamente publicaba El Ruedo se advierte que solamente le señalan cuatro actuaciones en ese calendario. Sin embargo, en la revisión de la relación de festejos que de manera más o menos pormenorizada se presentaba a la afición en sus mismas páginas, se puede observar que en realidad toreó ese año 7 novilladas y tres festivales benéficos, como sigue:

La ya señalada del 12 de agosto, en San Roque; el 19 agosto, Aroche (Huelva), enfrentando novillos de Miguel Báez Litri y alternando con Antonio Vargas. Manolo Arruza cortó de nuevo 4 orejas y 2 rabos esa tarde; el 26 agosto se presenta en Santa Olalla del Cala, también en Huelva, alternando con Fernando Serrano El Yiyo y Antonio Vargas, ante novillos de Jacinto Ortega; el 27 agosto, la también mencionada de Aracena, a la que se atribuye ser la primera, lidiando novillos de Socorro Sánchez – Dalp, en unión de Antonio Vargas y José Gardel.

El 9 de septiembre en Utrera, enfrentará novillos de Manuel Sanromán, alternando con Jesús Emmanuel Acha Rovira, Tomás Cid Rubio de la Plata y José González Pelusa. Esa tarde cortó cuatro orejas; al día siguiente, 10 de septiembre, se presentaría en Bélmez, para lidiar novillos de Belén Ordóñez alternando con José Antonio Campuzano y Eladio Peralvo; y, su campaña vestido de luces concluiría una semana después, el 17 de septiembre, justo donde comenzó, en San Roque, para lidiar novillos de Manuel Álvarez en unión de Antonio Vargas y Jesús Emmanuel Acha Rovira.

Los festivales en los que actuó fueron: el 30 de agosto, en Santander, a beneficio del Asilo de las Hermanitas. Se corrieron por su orden novillos de Fermín Bohórquez, Antonio Ordóñez, Marqués de Domecq, Juan Carlos Beca Belmonte, El Pizarral y Salvador Guardiola y compartió cartel con el rejoneador Fermín Bohórquez, Miguel Báez Litri, Juan Antonio Alcoba Macareno, Juan Carlos Beca Belmonte y Fidel Sanjusto. Manolo Arruza le cortó las 2 orejas al novillo de El Pizarral que le tocó en suerte.

Los siguientes fueron el 8 de octubre, en Huelva, donde actuó junto con el caballista Álvaro Conradi, Julio Aparicio, Miguel Báez Litri, Jaime Ostos, Antonio Borrero Chamaco, Manolo Cortés, Antonio Varela, Julián García y Antonio Infantes. Manolo Arruza cortó dos orejas esa oportunidad, en la que las informaciones de prensa no dan cuenta de la procedencia del ganado lidiado.

Cerró esa su primera campaña el 24 de octubre, en Córdoba, actuando en el festival a beneficio de las residencias de ancianos de la ciudad, en conmemoración del XXV aniversario de la muerte de Manolete. Se lidiaron novillos de Antonio Pérez Tabernero, Juan Mari Pérez Tabernero, Manuel Camacho Naveda, Ramón Sánchez, Hermanos García Romero, Hermanos Flores Cubero, Torrestrella, y Herederos de Carlos Núñez. El cartel lo formaron los rejoneadores Álvaro Domecq y Díez y Álvaro Domecq Romero, quienes actuaron en collera; José María Martorell, Julio Aparicio, Paquirri, Miguel Márquez, Dámaso González y Antonio Benete El Mesías. Manolo Arruza saldó su actuación con la vuelta al ruedo tras la muerte del novillo que le tocó en suerte.

Recuerdo de una tarde señalada

Jesús Emmanuel Acha, hijo de Raúl Acha Rovira, pretendió hacer carrera en los ruedos. En ese año del 72, también hizo una breve aparición en los ruedos hispanos y en las dos tardes en las que actuó lo hizo compartiendo cartel con Manolo Arruza. Quizás una muy señalada fue la del 9 de septiembre, en Utrera. De la actuación de los dos novilleros mexicanos, se escribió en el ABC sevillano al día siguiente:

Utrera, 9. – Cinco novillos de doña Socorro Sánchez – Dalp de González y tres de Pérez Valderrama, que dieron buen juego en general. Buena entrada, sin llegar al lleno. Por fin debutaron con picadores “Rubio de la Plata” y “Pelusa”, utreranos ambos, y el ambiente en la plaza es de día grande… Manolo Arruza, el hijo del inolvidable Carlos, abrió la tarde. Apuntó buenas cosas con la capa y pone tres pares de banderillas formidables, particularmente el segundo. Faena valiente y artística. Mata de una entera y corta una oreja, dando la vuelta al ruedo. En su segundo pone dos pares muy buenos, sobre todo el primero. Comienza la faena con las dos rodillas en tierra y oye una gran ovación. Torea en redondo y al natural con maestría. Mata de una entera y descabello. Oreja, vuelta y salida a los medios… Jesús Rovira torea muy bien con la capa a su primero. Inicia la faena con la izquierda y saca pases magníficos. Está valiente y entusiasma al respetable, prodigando pases de todas las marcas. Mata bien y se le concede una oreja, dando la vuelta al ruedo y saliendo a saludar al centro de la plaza. Mejor fue todavía la faena al sexto, en la que estuvo muy torero. Brindó a su compañero Arruza. Mata al tercer intento y es ovacionado...

Como se puede leer, el hijo de Rovira, hoy conocido como Emmanuel en los escenarios, tuvo una tarde entonada y logró salir con una oreja en las manos. Es esta la segunda tarde que los escalafones le registran. No pasó mucho tiempo para que decidiera dejar los ruedos, para convertirse en figura, pero como cantante.

El devenir de Manolo Arruza

Las novilladas que toreó hace medio siglo Manolo Arruza, todas en Andalucía y en su mayoría limitadas a la provincia de Huelva, permitieron a don Andrés Gago, quien fuera el apoderado de su padre, decidirse a llevarle también a él sus asuntos. Para el año de 1973 le preparó una interesantísima campaña, en la que actuó en 34 novilladas y cinco festivales. Perdió, además, por una fractura en los dedos de una mano, sufrida el 22 de abril en Jerez de la Frontera, cuatro fechas más.

Manolo Arruza recibió la alternativa el 22 de octubre de 1973 en la plaza de toros El Progreso de Guadalajara. Le apadrinó Eloy Cavazos y fue testigo Curro Leal. El toro de la cesión, como todos los de la tarde, fue Zacatecano de don Jesús Cabrera y permaneció en activo hasta el 8 de noviembre de 2009, cuando se despidió de los ruedos en la Plaza México, alternando con Enrique Ponce y Fermín Spínola. El último toro que mató se llamó Veracruzano y fue de San José, ganadería propiedad de don José Arturo Jiménez Mangas.

Hoy en día se dedica a preparar jóvenes que tienen la intención de hacerse toreros, dirigiendo la Academia Taurina Municipal de Aguascalientes, desde el año de 2019.

domingo, 21 de agosto de 2022

21 de agosto de 1960. La tragedia de Cañitas

Cañitas en Madrid
10 de junio de 1945
Foto: Martín Santos Yubero
Ya había dejado escrito por estas páginas algunas de las hazañas de Carlos Vera Cañitas, torero mexicano que tuvo por divisa el valor cabal y sin cortapisas. Surgido en una época en la que tuvo que competir con toreros que o dominaban la técnica y el oficio o eran artistas consumados, resultó un ingrediente interesante para integrar carteles en los cuales su manera de hacer el toreo contrastaba con la sabiduría o el refinamiento de sus alternantes, a quienes con sus alardes de temeridad muchas veces empujaba a dar ese paso hacia adelante que en otras condiciones no se produciría.

Alternativado el 26 de octubre de 1941 por Lorenzo Garza en Ciudad Juárez y confirmado en El Toreo el día 9 del mes siguiente por Armillita, en esa tarde comenzó a recorrer las enfermerías de las plazas, pues el segundo de su lote lo hirió de consideración, pero eso no detuvo su actuar por las arenas de nuestro país, aunque en la capital mexicana se le relegara a las temporadas económicas de verano, en las que tuvo faenas como las del toro Serranito de don Carlos Cuevas, o las dos realizadas la tarde de la despedida del Tigre de Guanajuato Juan Silveti.

Al mediar 1944 se reanudó el intercambio taurino con España y de inmediato buscó colocarse en los carteles de aquellas tierras. Logró sumar 19 tardes a pesar de que llegó allá ya avanzada la temporada y confirmó su alternativa en Las Ventas el 10 de septiembre, recibiendo los trastos de manos de Paquito Casado, en presencia de Rafael Albaicín y Arturo Álvarez Vizcaíno, también confirmante. El toro de la ceremonia, primero de la tarde, fue Atendido, de Concha y Sierra y de su actuación, escribió para El Ruedo, Benjamín Bentura Sariñena Barico:

Carlos Vera, Cañitas es un torero valiente, un fácil banderillero y certero estoqueador. Se para a veces con el capote y se ciñe muy decidido con la muleta. No es de los que se asustan con facilidad, y sus rasgos de valor son de los que emocionan al público. Su fuerte, a nuestro parecer, es la muleta, y no porque con ella logre pases de irreprochable factura, sino porque en cada muletazo pone una gran cantidad de valor y un empeño decidido de pasarse al toro…

Esa sería la primera de catorce tardes en las que actuaría en la principal plaza del mundo y que, hasta el 10 de mayo de 2018, lo tendrían como el torero mexicano que más veces había actuado en ese ruedo con catorce festejos. Su facilidad con las banderillas le emparejó con Emiliano de la Casa Morenito de Talavera, con quien toreó allí en seis de esas fechas, y también compartió cartel en distintas tardes con diestros como Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín, Pepe Luis Vázquez o Ángel Luis Bienvenida y abrió la puerta grande el día 10 de junio de 1945, después de cortarle las dos orejas a Javaíto el quinto de los de Juan Pedro Domecq corridos esa tarde. 

Cañitas tuvo vitola de figura dentro y fuera del ruedo en España. Escribe Francisco Olivencia en El Faro de Ceuta:

Estaba yo en uno de los primeros cursos de aquel bachiller de siete años, cuando, de pronto, irrumpió en las vías públicas de Ceuta un coche extraordinario, aerodinámico, increíble, que dejó pasmada a toda la población… Pronto se supo que era el coche del torero mejicano Carlos Vera “Cañitas”, reconocido por su arte y, sobre todo, por su valor. “Cañitas” acababa de contraer matrimonio con una chica emparentada con el juez Francisco Bocanegra, quien vivía en una de las primeras casas de la calle Real (entonces “Falange Española”) a cuya familia vinieron a visitar los recién casados. Durante los días que estuvieron en Ceuta, el coche de “Cañitas” solía estar aparcado en ese tramo, y generalmente se le podía ver rodeado de curiosos que examinaban su interior y su exterior. Era de una marca estadounidense que ya no recuerdo. En realidad, se trataba del primer “haiga” que pudimos contemplar los ceutíes. Ese curioso apodo de “haiga” se debió a una peculiar circunstancia… Se suponía que cuando uno de tales nuevos ricos, poco cultos, se disponía a comprar un coche, decía siempre: “el mejor que haiga”. Y así se les llamó. El torero “Cañitas” logró triunfar en muchos cosos mejicanos y españoles, sufriendo, por su arriesgado valor, numerosas y graves cogidas… Murió a los 58 años, en 1985, a consecuencia de un infarto. Pero en la retina de todos cuantos vimos aquel majestuoso “haiga” y podemos contarlo todavía, siempre quedará la imagen de un automóvil que nos parecía algo así como venido del espacio…

Sus actuaciones triunfales en plazas como Madrid, Barcelona y Bilbao le valieron sumar 94 corridas en sus campañas por esos ruedos, los años de 1944, 1945, 1946 y 1951 y en el año del 46 fue el torero mexicano que más tardes actuó en esas tierras.

De vuelta en México

A pesar de sus éxitos en los ruedos europeos, resulta paradójico que Cañitas no pudiera actuar en la Plaza México. Su única actuación allí se produjo a las doce del día del 10 de abril de 1955, alternando con Fermín Rivera y Nacho Treviño en la lidia de toros de Santa Martha. Ese festejo con entrada gratuita, fue organizado para la filmación de la película El Niño y El Toro – en inglés The Brave One –, dirigida por Irving Rapper y con guion del proscrito Dalton Trumbo. No había pisado antes ese ruedo vestido de luces y, los hados apuntaban a que ya no lo haría tampoco después.

Bajaron los contratos y se tuvo que buscar una ocupación fuera de los ruedos, colocándose en la Dirección de Policía y Tránsito del entonces Distrito Federal, pero nunca dejó de pensar en recuperar su sitio en los ruedos.

Agosto de 1960

La temporada de toros 1960 de la capital mexicana se repartió entre las plazas México y el Toreo de Cuatro Caminos y se dio sin el concurso de toreros españoles – se vivía una enésima ruptura entre ambas torerías – por lo que muchos diestros nacionales que tenían poco espacio en los carteles, encontraron oportunidades para actuar en distintas plazas. Ese fue el caso de Cañitas que se vio anunciado en Naucalpan, para el domingo 21 de agosto de 1960 para lidiar toros de Ayala, alternando con Luis Briones y Juan Estrada, otros dos sobrevivientes de la Edad de Oro mexicana. Así se resumió la actuación de Cañitas esa tarde:

Carlos Vera “Cañitas” con el que abrió plaza se lució con capa y banderillas. Inició la faena sentado en el estribo y estuvo muy valiente y enterado, terminando con estocada y descabello, para dar vuelta al ruedo. A su segundo, que saltaba al callejón, poco pudo hacerle y sufrió voltereta. Al pasar de muleta lo cogió de forma impresionante. Luis Briones acabó con el causante del desaguisado. La cornada interesó la femoral y es de las que ponen en peligro la vida...

El parte facultativo rendido por el Dr. Javier Ibarra hijo, encargado de los servicios médicos de El Toreo de Cuatro Caminos, decía:

Sufre una herida por cuerno de toro situada en el Triángulo de Scarpa derecho, de cuatro centímetros de orificio de entrada, que interesa piel, tejido graso, aponeurosis, desgarrando los músculos de la región, contundiendo la arteria femoral común y seccionando la arteria femoral profunda, además de la vena femoral. Gran hemorragia arteriovenosa, por lo que hubo de practicársele una transfusión sanguínea de 1,200 centímetros cúbicos. Pronóstico reservado.

La herida, independientemente de la zona anatómica en la que fue inferida, delicada por su naturaleza, fue recurrente con otras anteriores, las que, conforme a los procedimientos quirúrgicos comúnmente aplicados en la época, se repararon ligando los cabos de los vasos seccionados para inhibir la hemorragia, pero con una consecuencia hacia el futuro, que se comprometía la circulación en el miembro afectado. La afectación por cornadas similares de forma reiterada en la misma zona, podría tener consecuencias graves. Así lo refleja la nota aparecida en el diario El Siglo de Torreón fechado el 23 de agosto siguiente:

Quizá sea necesario amputarle una pierna a Carlos Vera “Cañitas” que sufrió una cornada al lidiar el cuarto toro en la Plaza El Toreo, donde alternó con Luis Briones y Juan Estrada... Esta tarde le fue practicada una operación. La intervención tuvo por objeto restablecer la circulación sanguínea en las arterias femoral superficial y profunda de la pierna derecha... Aunque la intervención fue exitosa, el pronóstico sobre la normalización de funciones de la pierna afectada sigue siendo reservado, durante la operación se le aplicaron sueros y transfusiones, el estado general de salud del diestro ha evolucionado satisfactoriamente, sin dejar de ser muy grave...

Al día siguiente, en el mismo diario, se seguía reportando la gravedad del diestro y el hecho de que el miembro afectado seguía sin recobrar la circulación:

Su estado sigue siendo delicado y todavía no ha desaparecido el peligro de que se le ampute la pierna derecha, pues no se ha restablecido la circulación sanguínea... La Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos reveló que “Cañitas” toreaba por un sueldo miserable de mil pesos y que podrá exigir responsabilidades a la empresa, ya que el sueldo mínimo para los matadores debe ser de cinco mil pesos, dijo hoy el Secretario General de ese organismo, Guillermo Carvajal...

El 25 de agosto, de nueva cuenta El Siglo de Torreón daba cuenta de una nueva re – intervención. En esta oportunidad participó en ella, aparte de los médicos de plaza, el cirujano vascular Manuel Castañeda Uribe:

El parte facultativo facilitado por los médicos que intervinieron en la laboriosa operación, es el siguiente: “Se hizo una revisión de la herida operatoria anterior, encontrando la arteria femoral común, la superficial y la profunda, trombosadas hasta la rodilla... Debido al traumatismo que sufren estos vasos, la nueva intervención fue hecha con el objeto de extirpar los trombos formados, cosa que se llevó a cabo con éxito, pues se dejó la sangre circulando en ellos”.

El parte médico continúa reservado para la función del miembro. Se hizo una transfusión de 1200 centímetros cúbicos y suero. Aparte de los médicos de plaza, intervino el especialista en cirugía vascular doctor Manuel Castañeda Uribe. Se espera que con esta nueva operación la recuperación del infortunado diestro sea completa.

Al salir el sol una vez más, la tragedia se había consumado. En el diario El Informador, de Guadalajara del 26 de agosto se relata lo siguiente:

Al mediodía de hoy fue amputada la pierna derecha, hasta arriba de la rodilla, al torero Carlos Vera “Cañitas”, cornado el pasado domingo... Los médicos tomaron esta medida extrema ante el peligro de que se presentara la septicemia gaseosa, al no haberse restablecido la circulación sanguínea en el miembro herido, el torero, al salir de la anestesia, sufrió un ataque nervioso.

Todavía cuando era llevado a la sala de operaciones, “Cañitas” confiaba en que se le practicase una operación más para restablecer la circulación, pero el intenso color amoratado, en algunas partes negruzco de la pierna derecha, indicaba que la amputación debería hacerse desde luego.

Al principiar la operación, la suegra del herido, señora Ana Huerta, presa de una crisis nerviosa pedía a gritos que no le amputaran el miembro, la esposa del diestro Socorro Mendoza de Vera, estuvo a punto de sufrir un desmayo. El doctor Javier Ibarra tuvo que salir del quirófano a calmarlas diciendo: “si existiera una brizna de esperanza no amputaríamos el miembro”.

Dijo inicialmente que se había temido que la amputación se haría casi desde la cadera. El tipo de corte que le fue hecho permite la rehabilitación del lisiado por miembros artificiales.

Al conocerse la noticia de este desenlace, el doctor Alfonso Gaona, empresario de la Plaza México, ofreció el coso para que se organice una corrida en beneficio de “Cañitas”, igual ofrecimiento hará la empresa de El Toreo, en donde toreaba “Cañitas” cuando sufrió la cogida que le seccionó la vena y la arteria femoral.

De esa manera, la cornada que le infirió Buen Mozo, terminó con el andar por los ruedos de Carlos Vera Cañitas.

La solidaridad hacia Cañitas

Carlos Arruza es reconocido como el que organiza el beneficio de Cañitas. Por su parte, Daniel Medina de la Serna, afirma que también se unieron al proyecto don José Murillo Alvírez, Manuel González Pinocho y José Juárez Gitanillo de México. Consiguieron una corrida de don Jesús Cabrera y para el 16 de septiembre de 1960, en la Plaza México, se anunció al propio Carlos Arruza, quien se presentaría como rejoneador en ese escenario, Alfonso Ramírez Calesero, Luis Procuna, Rafael Rodríguez, Jorge El Ranchero Aguilar y José Zúñiga Joselillo de Colombia.

La gran plaza se llenó y aunque el clima y los toros no colaboraron, pues se devolvió al quinto por manso y fue sustituido por uno de Santín y el sexto se inutilizó y fue reemplazado por otro de Ajuluapan. In extremis, Joselillo de Colombia le realizó una faena vibrante, al anunciado como Sombrerero y le cortó las dos orejas. Se afirma, sin desglosar cifras, que Carlos Vera Cañitas recibió de sus iguales y de la afición una suma cercana al medio millón de pesos, cantidad que le permitió reencaminar sus pasos por la vida ya fuera de los ruedos.

Cañitas falleció en la Ciudad de México el 19 de febrero de 1985, a causa de un infarto de miocardio a los 64 años de edad.

domingo, 26 de junio de 2022

En el centenario de Antonio Bienvenida

16 de octubre de 1966. Antonio Bienvenida se despide de los ruedos en Madrid

Monumento a Antonio Bienvenida
Luis Sanguino - Plaza de Toros de Las Ventas
Antonio Mejías Jiménez, el séptimo torero que llevó el sobrenombre de Bienvenida - nombre del pueblo extremeño de origen de la familia -, nació en Caracas, Venezuela, el 25 de junio de 1922. Eso fue, diría un buen amigo mío, un mero accidente demográfico, porque el último gran Bienvenida vivió y creció como sevillano y para mejor recuerdo suyo, es el arquetipo del torero de Madrid

Recibió la alternativa en la plaza de Las Ventas el 9 de julio de 1942 de manos de su hermano Pepe, mano a mano, ante una corrida de Miura. Los libros de la historia reflejan que el toro con el que se convirtió en matador de toros, se llamó Cabileño, aunque en fechas más recientes, en el ensayo biográfico que está publicado en el portal de la Real Academia de la Historia, el escritor José Luis Ramón afirma que ese toro se llamó Rosquerito. Quizás el nombre de ese toro no sea tan trascendente, como el hecho de que estando programada la corrida para el 2 de julio anterior, al no aprobarse completa la corrida de Miura con la que se les anunció, se negaron a actuar tanto él como su hermano Pepe y fueron puestos a disposición del gobierno civil, eufemismo de la época que indicaba que ambos diestros fueron ingresados en prisión.

La guerra contra el afeitado

Una década después, Antonio Bienvenida encabezaría una lucha que en estos tiempos que corren es otra vez urgente. En 1952 denunció públicamente que las astas de los toros que enfrentaban los que encabezaban el escalafón estaban manipuladas. Escribe Ángel González Abad en el ABC madrileño:

Bienvenida había declarado en ABC que «no estaba dispuesto más que a torear toros en puntas, o no torear, me retiro y en paz… la culpa es de todos menos de los empresarios. De los toreros por comodidad en la ausencia de peligro, de los ganaderos porque se dejan llevar de los que pueden imponerse, y del público que se deja engañar… Pueden anunciarse las corridas diciendo el estado de los pitones, o embolados como en Portugal, lo que no puede hacerse en ningún caso es torear becerrotes desmochados y considerarse matadores de toros», apuntillaba, a la vez que reconocía que el camino emprendido iba a ser de espinas… Las declaraciones de Antonio Bienvenida incendiaron el invierno hasta el punto de que los ganaderos pidieron una reunión con el director general de Seguridad para abordar el asunto. El 27 de noviembre, el general Hierro recibió a una representación de los criadores de toros, que expresaron su deseo de que los astados se lidiaran con sus puntas, sin el «afeitado que les daña y convierte la Fiesta en un remedo de lo que debería ser» …

Para apuntalar sus asertos, Antonio Bienvenida acepta torear la corrida del Montepío de Toreros en Madrid, enfrentando un muy serio encierro del Conde de la Corte. Eso ocurrió el 12 de octubre de 1952, cuando junto con Juan Silveti y Manolo Carmona abrieron de par en par la llamada puerta de Madrid, demostrando que, al toro ofensivo y entero, también se le podían cortar orejas. Aún con ese triunfo debidamente documentado, el hijo del Papa Negro enfrentaría un poco disimulado veto de empresas, ganaderos y toreros, quienes en lo posible evitaron encontrarse con Antonio en alguna plaza.

Dos corridas en solitario el mismo día

Antonio Bienvenida había matado seis toros en Madrid por primera vez el 21 de septiembre de 1947 y repitió la gesta el 30 de mayo de 1954 y el 3 de julio de 1955. En la primera, la del Montepío del 47, ante toros de Antonio Pérez de San Fernando, se llevó cuatro orejas en el esportón y en la segunda, se lleva dos orejas de los toros de Graciliano Pérez Tabernero. La tercera, la saldó también con un par de orejas de los toros de Francisco Galache seleccionados para la ocasión. 

Anuncio publicado en El Ruedo
Para el 16 de junio de 1960 Antonio Bienvenida intenta una misión que en esos días parecía única, matar él solo dos corridas de toros el mismo día y en misma plaza. Así, al mediodía, por cuarta ocasión, enfrentaría seis toros andaluces de Concha y Sierra, Felipe Bartolomé, Joaquín Buendía, María Montalvo, Herederos de Flores Albarrán y Fermín Bohórquez. Para la noche de la misma fecha, se anunció con toros salmantinos de Graciliano Pérez Tabernero, Alipio Pérez Tabernero Sanchón, Eusebia Galache, Antonio Pérez de San Fernando, Barcial y Vizconde de Garci Grande

Los primeros seis los despacho en un ambiente apenas discreto. En la segunda solamente pudo matar los tres primeros de la corrida, pues empezó a sufrir calambres en las piernas que según diagnóstico del servicio médico de la plaza, no le permitían continuar en la lidia, por ello los tres últimos fueron despachados el sobresaliente, Antonio Mahillo. Bienvenida oyó palmas en sus tres toros; mientras que Mahillo dio la vuelta en el último.

El adiós, nuevamente en solitario

Para el 16 de octubre de 1966 se anunció que la 37ª corrida de toros de la temporada sería el marco de la despedida de los ruedos de Antonio Bienvenida, quien solo, se enfrentaría por su orden a seis toros de Carlos Urquijo de Federico, Casimiro y Graciliano Pérez Tabernero, El Pizarral de Casatejada, Herederos de María Montalvo, Salvador Guardiola, y otro de El Pizarral de Casatejada. Antonio Bienvenida le cortaría una oreja al de Graciliano y las dos al de Guardiola. Escribe Adolfo Bollaín en El Ruedo del 25 de junio siguiente:

La última lección… Ya fue algo la elección de ganaderías. Ninguno de los toros llevaba en su morillo alguna de las divisas mimadas y apetecidas por las figuras de hoy. Puede hacerse un recuento de toda la temporada – de varias temporadas – para saber cuántos son los toros de Urquijo, de Graciliano, de Montalvo, de Guardiola y del Pizarral que se lidian en las Ferias importantes de toda España. Antonio Bienvenida no quiso aliviarse con borregos y eligió toros para enfrentarse con ellos. No acumuló kilos que asfixian, y escogió edad, trapío, casta y nervio. Y consiguió que no hubiera ninguna res de un solo puyazo y de un solo par, y que ninguno se cayese, y que ninguno llegase a la muleta con la cabeza baja, con el hocico en el suelo, con la lengua fuera, cansado, parado, sin voluntad ni fuerzas para moverse... Todos embestían – unos con más genio; otros, con menos –, porque no se agotaron... y porque Antonio les citaba a todos desde el sitio en que hay que citar: ni lejos, llamándoles inútilmente, ni de cerca, ahogándoles excesivamente. Antonio estuvo en su sitio, como ha estado siempre. Ni cites a distancia, ni palos en el hocico. Ni saltos, ni aspavientos. Nada antitorero. Todo torerísimo. Todo natural. Todo sencillo. Todo suave…

Y sin opacar el acontecimiento, esa tarde sucedió un hecho inusitado en la plaza de Las Ventas. Sonó la música en el tercio de banderillas para Antonio Bienvenida durante la lidia del sexto. Cuenta José María del Rey Caballero Selipe, en su crónica publicada en la Hoja del Lunes siguiente al de la corrida:

Muy alegre en varas fue el sexto y último toro, que acabaría por apagarse en el tercio de muleta. Antonio lució en dos verónicas rematadas con media en el primer quite y llevó la res al caballo por chicuelinas coronadas con vistoso recorte, También fue premiado en su quite el sobresaliente. Bienvenida prendió un par fácil, brindó el segundo a la banda de música, que dejó oír sus sones como fondo del segundo par, de poder a poder, ganando el torero, por destreza, la cara de la res, y del tercero, en el que Bienvenida llegó preciso a la reunión. Brindó el diestro a su hermano Pepe y seguidamente, en el centro del ruedo, la faena tuvo variedad y soltura y el muletero compensó con arte el decaimiento de la res, que nada puso de su parte a la hora de la suerte suprema, que tuvo Antonio que repetir tres veces para cerrar con el descabello, una vez más, acertado…

En el número de El Ruedo aparecido el 18 de junio siguiente, el acontecimiento se narró de la siguiente forma:

El hecho histórico se produjo durante la lidia del quinto toro, del hierro de los círculos concéntricos de María Montalvo, y – en parte – fue provocado por el propio diestro, que brindó el par de banderillas que iba a clavar a la banda, y ésta, con gentileza que nadie discutió, correspondió al brindis con los alegres compases de «El gato montés»; por lo visto, no estaba preparada para el lance y no había ensayado el pasodoble de «Antonio Bienvenida», que hubiera sido el indicado… Tal vez el propio torero meditó sobre la trascendencia de su gesto – que ha roto con una negativa tradición de tristes silencios en la plaza de Madrid –, y cuando el público, durante la subsiguiente faena pedía «¡Música!», fue el propio Antonio quien, en la cara del toro, hizo señas de que no se accediese al grito que cundía por el tendido… ¡Pero la música había ya sonado! Y, por tanto, la tradición del silencio – como la llama don Adolfo Bollaín – cayó por los suelos…

El final del festejo y lo que vendría después

Manuel Lozano Sevilla, cronista oficial de la televisión española y taquígrafo personal del entonces Jefe del Estado, describe con brevedad, pero también de manera concisa, lo que sucedió después de que rodara el sexto toro de la histórica corrida en su crónica publicada en el diario La Vanguardia de Barcelona el 18 de junio de ese 1966:

Salta al ruedo Pepe «Bienvenida» y entre la emoción del público corta la coleta a Antonio, que es objeto de una ovación verdaderamente clamorosa. «Bienvenida», seguidamente, corta a su vez la coleta a los peones Guillermo Martín, Peinado y Checa, que también se retiran esta tarde. Aunque el diestro se resiste de veras, el público entusiasta que se ha lanzado al ruedo lo carga a hombros y de esta guisa lo saca por la puerta grande, entre ovaciones estruendosas… Y esta fue la despedida de vuestro torero, queridos y nunca olvidados maestros «Curro Meloja» y Felipe Sassone. Lástima grande que no lo hubierais podido contemplar, pues estoy seguro de que vuestras crónicas de tan gran suceso tauromáquico hubieran sido maravillosas…

Y agrega Manuel Lozano un hecho que no trasciende en las demás relaciones del festejo, en el sentido de que Antonio Bienvenida pidió que le echaran el sobrero:

¡Ah!, como nota final, digamos que Antonio después de arrastrado el sexto, solicitó de la presidencia que le echaran el sobrero. Acertadamente, a nuestro juicio, no se accedió a la petición. Ya está bien haber despachado seis toros en tarde de despedida…

Antonio Bienvenida concluyó la campaña de 1966 con 48 corridas toreadas y 21 orejas cortadas. Fue el año en el que Paco Camino encabezó el escalafón con 94 tardes. Por los nuestros, actuaron en plazas europeas Jesús Córdoba, Jesús Delgadillo El Estudiante, Raúl García, Raúl Contreras Finito, Fernando de la Peña y Jesús Solórzano.

El arquetipo del torero de Madrid

Escribe Paco Aguado:

Sin sobrepasar casi nunca los 30 contratos por temporada, el cuarto de los hermanos Bienvenida no llegó a ser una figura de gran tirón taquillero, sino que basó su trayectoria en la plaza de Madrid, donde protagonizó hasta seis actuaciones en solitario dictando, con su extenso conocimiento del toro y de la lidia, auténticas lecciones de la más asolerada tauromaquia con el beneplácito de una afición que le idolatró

La idea de Paco Aguado queda materializada en las once salidas en hombros que tuvo Antonio Bienvenida por la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas. La pureza clásica de su hacer ante los toros le consiguió el respeto, y, diría, hasta el afecto de la verdadera afición madrileña.

Más bien fue un hasta luego

La tarde de 1966 tuvo intención de definitividad, pero como le contó Rafael Rodríguez a Conchita Cintrón, el hambre de miedo y la sed de toros negros le llevaron a regresar a los ruedos, primero, en un festival de 1970 junto a Luis Miguel Dominguín y al año siguiente, romper a torear vestido de luces otra vez. Se mantuvo en activo hasta el 5 de octubre de 1974, fecha en la que alternó con Curro Romero y Rafael de Paula ante cinco toros de Fermín Bohórquez y uno de Juan Mari Pérez Tabernero (2º) en la plaza de Carabanchel. Ese día brindó el segundo toro de su lote a su hermano Ángel Luis y ya no volvió a torear festejos formales.

El 4 de octubre de 1975 sufrió un accidente mortal en la finca Puerta Verde de doña Amelia Pérez Tabernero, donde tentaba ayudando a su sobrino Miguel, que pretendía ser torero. Cuenta Álvaro Rodríguez del Moral:

…el 4 de octubre de 1975 participaba junto a sus sobrinos y su hermano Ángel Luis en una tienta en la finca Puerta Verde, de la ganadera Amelia Pérez Tabernero. Había lidiado una becerra llamada ‘Conocida’ que ya había sido devuelta al campo. Cuando se dio puerta a la siguiente vaca, la anterior irrumpió inesperadamente en la placita campera volteando a Antonio, que se encontraba de espaldas. Cayó sobre su cuello y se destrozó las vértebras. Tres días después moría en Madrid. Su absurda muerte, el impresionante duelo, permanecen instalados en el imaginario popular de toda una generación. Antonio Bienvenida sigue siendo un modelo de naturalidad y torería eterna. Su aura crece con el tiempo…

Así cerró Antonio Bienvenida uno de los más importantes volúmenes de la historia contemporánea del toreo, quien el día de ayer hubiera cumplido cien años de edad. Por ese motivo recuerdo este interesante pasaje de su rica trayectoria en los ruedos.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos citados son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 19 de junio de 2022

15 de junio de 1951. Luis Procuna confirma su alternativa en Madrid

Luis Procuna recibió la alternativa el 5 de diciembre de 1943, en Ciudad Juárez de manos de Carlos Arruza, quien le cedió a Andaluz, el primero de los de Corlomé jugados esa tarde. Ese doctorado lo confirmaría en el Toreo de la Condesa el 26 de diciembre siguiente, apadrinándole Luis Castro El Soldado y atestiguando Luis Briones. El toro de la ceremonia fue Pinturero de San Mateo. Cerró esa temporada 43 – 44, llevándose la Oreja de Oro que disputó con Armillita, Jesús Solórzano, El Soldado, Carlos Arruza y Luis Briones. Con su faena al toro Pompeyo de Coaxamalucan, sexto de la corrida, consiguió el segundo rabo de su historia en ese coso, pues el 23 de enero anterior había obtenido el de Meloncito de Piedras Negras.

Manolete en México

La llegada de Manolete a México en diciembre de 1945 motivó a nuestros toreros a echar el resto para competir con quien, con poco margen para la discusión, era la principal figura del toreo en Europa. Así, le peleó las palmas en cinco de las 38 corridas – también en el único festival en el que el diestro hispano actuó en México – en las que toreó en México el llamado Monstruo de Córdoba. La primera de ellas fue la de la inauguración de la Plaza México, tarde en la que Procuna cortó la primera oreja concedida en la nueva plaza y la segunda en el Toreo de la Condesa, el 17 de ese mismo febrero, tarde en la que Luis se llevó el rabo de Cilindrero, Manolete el de Platino y Pepe Luis Vázquez el de Cazador en lo que seguramente ha sido una de las tardes más redondas de la plaza en el último tramo de su historia.

También alternó con él en León – el 28 de enero de 1946, un festival benéfico –, en Torreón, Nuevo Laredo, la Plaza México – la tarde de la confirmación de El Boni –, y en Aguascalientes, en la penúltima corrida que Manolete toreó en ruedos mexicanos.

Era un torero difícil de alternar con él, porque si los hados estaban de su lado, era muy complicado competir con su hacer en los ruedos. Heriberto Murrieta refiere, citando a José Alameda, que alguna ocasión en la que a Manolete le resaltaban las desigualdades de Luis Procuna, éste les respondió a sus informantes: Sí, pero se pone en donde no se ponen los demás y, además, aguanta lo que no aguanta nadie... Esto nos deja claro que, para los entendidos, Procuna no era ningún indocumentado.

La ruptura de relaciones taurinas con España en 1947, dejó en espera la posibilidad de que Luis Procuna fuera a plazas de ese país a mostrar su singular tauromaquia y a confirmar su doctorado en la plaza de Madrid. Así, tuvo que esperar hasta la reanudación de éstas, cuatro años después, para presentarse en aquellos ruedos.

La confirmación madrileña de su alternativa

La idea que los públicos hispanos tenían de Luis Procuna pudiera bien resumirse en esa afirmación de Ramón de Lacadena Don Indalecio en su tribuna de Toros y Toreros:

«Mexicano ya curtido en el toreo de irritantes desigualdades, con desaprensión notoria muchas tardes. Le echan un toro al corral – o varios toros en varias tardes – y se queda tan fresco…»

Igual lo pretende describir Santiago Córdoba, redactor de El Ruedo, a partir de una entrevista efectuada en el patio de cuadrillas de Las Ventas el día de su confirmación:

El último que entra en “capilla” es Luis Procuna. Le abrazan muchos amigos y admiradores. Viene tranquilo, al menos, así lo parece. Viste azul y oro. Montera en mano y capote al brazo. Destaca como una pincelada el mechón de pelo blanco sobre la sien derecha.

- ¿Qué hará, Procuna?

- Lo que permitan los toros.

- ¿Usted es bueno o malo?

- No sé juzgarme.

- Creo que es desigual, desconcertante.

- Puede ser.

- Tan pronto se pega al toro como se tira de cabeza al callejón.

- Son cosas.

- ¿Pánico?

- Nervios. 

- ¿Qué ve en los toros para esas tremendas: “espantás”?

- No sé explicarlo...

- Cuáles le dieron más cartel, ¿las buenas o las malas?

- Usted pregunta cosas inesperadas.

- Contesté, cuando se habla de un torero es por algo. 

- ¿Su mayor admiración?

- Por Manolo, “Manolete”. ¿Puedo hacer el paseo ya?, dice con acento significativo.

- Gracias, y muchas felicidades, Procuna...

Entre esa clase de cuestionamientos confirmaría su alternativa en Madrid Luis Procuna

El cartel de la corrida lo completaban el madrileño de Paracuellos del Jarama Paco Muñoz y el lusitano Manolo dos Santos. Enfrentarían en inicio tres toros de don Joaquín Buendía y otros tres de don Felipe Bartolomé, todos de encaste Santa Coloma. Al final de la tarde se lidiaron solamente dos de cada uno de los hierros anunciados y completaron la tarde otros dos del Conde de Mayalde. El lote de Procuna se integró por los toros Guareño de Buendía y Cartujano de Bartolomé, sobre los que Alberto Vera Areva, escribió en el ejemplar de El Ruedo salido a los puestos el día 21 de junio siguiente:

“Guareño”, número 137, negro entrepelao, de Buendía, acudió sin gran alegría a cuatro varas, en las que, sin embargo, apretó, derribando en, la segunda. Pasó a la muleta algo tardo, pero embistiendo con celo y nobleza, especialmente por el lado izquierdo... “Cartujano”, número 167, de Bartolomé, se estrelló contra un burladero al perseguir a un peón, quedando resentido en los cuartos traseros del violento topetazo. Tomó tres varas, acusando casta en todas y derribando en la segunda. Toro muy bueno, aunque por falta de poder se cayó dos veces durante la faena de muleta...

Con esos mimbres se produjo la confirmación de Luis Procuna.

Su actuación esa tarde

Escribió Manuel Sánchez del Arco Giraldillo en su crónica publicada en el ABC de Madrid del día siguiente al de la corrida:

…la presentación de Luis Procuna era un acontecimiento de esos que promueven el sí y el no de las discusiones, el es y no es de las opiniones encontradas, salsa y picante que hacen que los caracoles sean gustosos, aún más que el propio manjar importa su salsa. Esto, por lo que le vimos, es lo que Procuna interesa. Apresurémonos a decir que, en el primero de la tarde, que cabeceaba peligrosamente por ambos lados, especialmente por el derecho, mostró mucha inteligencia y decisión. Paquito Muñoz le confirmó la alternativa y, ante la expectación de los aficionados, salió el mejicano tenido por genial, a realizar una faena inteligente y valerosa. Aguantó mucho las entradas descompuestas que la res hacía. Mostró, además, su personalidad y las variantes que ha sabido llevar a la monótona tarea de pasar de muleta, que Procuna alegra y esmalta con arranques brillantísimos. Mató a este su primer toro de media estocada. La faena, seguida con atención y jaleada, se premió con ovación y saludos…

El segundo toro de su lote lo hirió durante la faena de muleta y en un alarde de hombría, Luis Procuna intentó pasaportarlo, pero la cornada sangraba con profusión y terminaron llevándolo a la enfermería y el primer espada, terminando con los días de Cartujano. El parte facultativo rendido por el doctor Jiménez Guinea es de la siguiente guisa:

Luis Procuna ha sido curado en esta enfermería de una herida en la cara posterior interna del tercio superior del muslo izquierdo, con una trayectoria ascendente de veinte centímetros que interesa el muslo bíceps, contusionando el nervio ciático mayor, asciende a la región glútea, pasando por debajo de los músculos del mismo nombre, otra descendente de cinco centímetros que interesa el músculo bíceps y otra de dos centímetros en la región geniana del lado derecho. Pronóstico grave. – Después de curado el diestro herido fué conducido al Sanatorio de la Milagrosa.

Luis Procuna perdía en el futuro inmediato, la tarde del domingo 17 siguiente, en Madrid, corrida en la que ante toros de Manuel Sánchez Cobaleda, alternaría con Antonio Bienvenida y Juan Silveti, que confirmaría su alternativa. Terminó esa campaña con 26 corridas toreadas en Barcelona (6), Sevilla (2), Algeciras, Madrid, Burgos, Pamplona, La Línea de la Concepción, Córdoba, Valencia (2), Santander, Málaga, San Sebastián, Palencia, Murcia, Albacete, Valladolid, Salamanca, Arles y Burdeos.

Cambio de percepción

Los sucesos de la tarde de su confirmación, motivaron un cambio en la percepción de la prensa hispana. Manuel Casanova, director de El Ruedo, firmando como Emecé, hace el siguiente balance de la corrida de la confirmación de Luis Procuna:

¿Qué clase de torero es Luis Procuna? Resultaría aventurado definirlo por una sola actuación. Habrá que esperar a un nuevo examen, porque, en general, causó buena impresión, pero ella iba acompañada de alguna sorpresa ante ciertos lances y ciertos gestos no frecuentes… Se le aplaudió afectuosamente, aunque entre los espectadores quedó la duda. La alternativa, indiscutible momento de emoción; su primera faena en Madrid; un toro no demasiado claro... Todos factores influyentes. ¿Será? ¿No será? … La incógnita tampoco pudo quedar despejada en el cuarto toro, que le correspondió al recobrar su antigüedad... Al dar uno por alto, el de Buendía le enganchó y le derribó, hiriéndole de importancia... A la salida se preguntaban unos a otros los espectadores: ¿Qué opina usted de Procuna? Y en esto estamos hasta que Procuna vuelva a las Ventas, ya que a causa de la cogida perdió la corrida del domingo…

Luis Procuna seguiría en los ruedos dos décadas más todavía, pues toreó la corrida de su despedida el 10 de marzo de 1974 en la Plaza México. Alternó con Eloy Cavazos y Jesús Solórzano en la lidia de toros de Mariano Ramírez. Le cortó a ley el rabo a su último toro de nombre Caporal.

Luis Procuna ha sido uno de los toreros más singulares que México ha dado. Calesero decía lo siguiente: 

...otra cosa que yo veo es que, en mis tiempos de matador en activo, todos éramos diferentes; pienso en Armillita, “El Soldado”, Antonio Bienvenida, Garza, Silverio, Solórzano, Arruza, Manolete, Pepe Luis, Procuna, yo mismo. Todos inconfundiblemente personales y distintos. Y lo más importante: cada uno de nosotros hacíamos nuestro toreo totalmente diferente y original; ninguno llevábamos una faena hecha de antemano o estereotipada y el público que nos iba a ver siempre estaba a la expectativa de la sorpresa, de la espontaneidad, del momento inspirado...

Casi toda esa variedad está perdida en estos tiempos, por eso es importante recordar a Luis Procuna, un torero diferente, como pocos hemos tenido.

domingo, 29 de mayo de 2022

27 de mayo de 1972: La última epopeya de un mexicano en Madrid

Eloy Cavazos a hombros, Madrid, 27/05/1972
Foto: Hemeroteca y biblioteca Mario Vázquez Raña

En los inicios de noviembre de 1965, un jovencito recién llegado de Monterrey a la capital mexicana entrenaba en la Plaza México. Ya sonaba su nombre en las relaciones de la prensa como uno de los novilleros que encabezaban el escalafón y las preferencias de la afición en ese momento. En ese lugar le entrevistó Luis Ortega Gómez para la Revista Taurina y entre otras cosas, el muchacho llamado Eloy Cavazos, le dijo acerca del lugar en el que se encontraba y de lo que esperaba del futuro:

Es grande, pero no me asusta. Si Dios me ayuda he de llenarla muchas veces. Al cabo que saliendo en hombros nadie me ha de ver chiquito... Aquí la plaza es grande y el público mucho, Hay que hacerle como con los toros. Hay que hacerse primero con los chicos y arrimarse mucho hasta que se llega. Así pienso llegar yo... arrimándome...

Eloy Cavazos no cejó en su intento, pues se presentó en la gran plaza el 12 de junio del año siguiente y recibió la alternativa en su tierra, Monterrey, el 28 de agosto de ese mismo 1966, de manos de Antonio Velázquez quien en presencia de Manolo Martínez le cedió los trastos para dar cuenta del toro Generoso de Mimiahuápam. Esa alternativa la confirmó en la Plaza México el 14 de enero de 1968, siendo apadrinado por Alfredo Leal. A partir de allí, el torero inició una vertiginosa ascensión a la cumbre en la que no se detendría hasta alcanzar la cima.

Logradas esas iniciales metas, la siguiente etapa a cubrir sería la presentación en ruedos europeos y el año de 1971 fue el decidido para ello. Su primera actuación de aquel lado del mar fue en Málaga, el 11 de abril, después actuó en Barcelona el 9 de mayo y con ese bagaje el siguiente compromiso que tenía por cumplir era en la plaza de Las Ventas, para confirmar su alternativa, compromiso pactado para el 20 del llamado mes florido.

La 7ª del San Isidro de ese año se conformó con Miguel Mateo Miguelín, Gabriel de la Casa y Eloy Cavazos, quien confirmaría su alternativa. Los toros fueron de José Luis Osborne. Esa tarde el torero regiomontano le cortó una oreja al toro de la confirmación, Retoñito, primero de la tarde, y a Floripondio, el sexto de la corrida le arrancó otra. Así, Eloy Cavazos, en su presentación, abría la Puerta de Madrid por primera vez. 

En su segunda tarde, tres días después de la inicial, Noguero, de Francisco Galache lo heriría casi al abrirse de capa. Un percance grave, según se lee del parte médico rendido por el doctor Máximo García de la Torre:

El diestro Eloy Cavazos sufre una herida por asta de toro en la región axilar izquierda, con una trayectoria hacia la línea media de 20 centímetros que produce destrozos en los músculos pectoral mayor y menor e intercostales, con rotura de pleura parietal, contusiones y erosiones múltiples. Pronóstico grave…

Esa cornada no lo detuvo, terminó esa campaña española con 30 corridas toreadas, cortando 55 orejas y 7 rabos y por supuesto, pasando por las principales plazas españolas y francesas.

El San Isidro de 1972

La Feria de San Isidro de 1972 ha pasado a la historia por mérito propio. Mucho hay para escribir de ella, pero en este momento lo que me ocupa es lo sucedido la tarde del sábado 27 de mayo de ese año, cuando se habían anunciado toros de don Joaquín Buendía para Fermín Murillo, José Fuentes y Eloy Cavazos, quien cerraba así su participación en ese ciclo isidril.

Los santacolomeños de Buendía no superaron el reconocimiento veterinario y fueron sustituidos por cuatro toros de doña Amelia Pérez Tabernero y otros dos de El Jaral de la Mira, entre los que venía un voluminoso colorado, que al llegar a la plaza pesó 600 kilos, nombrado Azulejo. La suerte se lo depararía a Eloy Cavazos y le representaría la llave para abrir, por segunda ocasión en su carrera, la puerta grande de Las Ventas.

Lo que Eloy Cavazos le hizo a Azulejo, lo relata así Carlos Briones, en esos días director del semanario madrileño El Ruedo:

Era digna de verse la despreocupación del mejicano ante dos toros más altos que él... la alegre desenvoltura con que se estaba quieto y a pies juntos en una lidia alegre, con graciosa sevillanía, andando con garbo – como debe andar un torero – cuando necesitaba mejorar sus terrenos para continuidad de sus faenas... Su triunfo, sin lugar a dudas, vino con «Azulejo», un señor toro de doña Amelia, colorao y serio, al que recibió con tres verónicas y una larga sin enmendarse, y dio luego otras tres verónicas aún mejores, como lo fue el quite. Brindó al público e inició su faena sobre la derecha, por altos y redondos, molinetes para enlazar las series, naturales a pies juntos, trincherillas, más redondos, – en uno de los cuales sufre un desarme, pero recupera la muleta del testuz de «Azulejo» – y remate mariposeando la muleta frente al toro por delante y detrás de su figurilla dominadora, y una vueltecilla para salir de cacho después de hacer un desplante de rodillas. Una perfecta estocada en la cruz, al hilo de las tablas de la que el toro sale fulminado, y el torero, rebotado una vez más como piedra disparada con honda, desata el clamor de la plaza y el premio de doble oreja, que se completa con vuelta al ruedo y salida a hombros...

El resto de la prensa madrileña no terminó por digerir la contundencia del triunfo del regiomontano. Así, don Antonio Díaz Cañabate, en el ABC madrileño – que publicó la crónica tres días después de la corrida –, notorio por su disgusto con lo que de este lado del mar llegaba a su tierra, apenas le reconoce:

…Cavazos es un torero efectista. Como casi todos los de corta estatura. Su toreo unas veces es bullicioso y otras embarullado y muy apegado a dar vueltas, que hace tan bonito. Le tocaron los dos toros más aparentes para un toreo de calidad, del que está muy lejos el animoso y valeroso Cavazos… al sexto, al que cortó las dos orejas, un toro de gran aparato, de romana y cabeza, pero dulce como el merengue y como la tarde, lo mató con mucho coraje, en el peligroso terreno de las tablas. Esta estocada fue lo más relevante que se hizo con los seis toros, que embistieron como empujados por el reflejo de la belleza del sol, de la luminosidad del azul, sin que empañara esas embestidas la menor nubecilla. Toros sin codicia con los caballos, que, por esa influencia, para mí indudable del sol y del azul, nos proporcionaron una muy entretenida corrida…

Por su parte, quien firmó como Pepe Luis en la Hoja del Lunes madrileña del 29 de mayo siguiente, en su resumen de la feria, dijo:

Mejicanos... Otro azteca triunfó anteayer: Eloy Cavazos. El pequeño torero tuvo para su lucimiento un bravo y bonito ejemplar de doña Amelia Pérez Tabernero. Toro con edad, cara, cuajo y pitones. Eloy triunfó más por su arte en lo adjetivo, la bullanga y el adorno, que en lo sustantivo. Valiente siempre, no acertó a medir las distancias y ahogaba el pase al citar en corto. Sus defectos – de ejecución, no de decisión – quedaron borrados por su coraje al irse tras la espada en un difícil terreno y dejar, a cambio de un serio achuchón, todo el acero arriba. Dos orejas y salida a hombros...

Hay distintas maneras de tratar de entender las cosas. Cañabate y Pepe Luis juzgaron a Eloy Cavazos por un método comparativo, valorando su hacer ante los toros a partir de lo que a ellos les gustaba, lo que, a mi juicio, le quita objetividad a sus versiones, pero conocerlas nos presenta la realidad del ambiente que en esos días se vivía.

Un comentario adicional. Eloy Cavazos en ese San Isidro del 72, se enfrentó a los toros más pesados que en ella se corrieron. Ya decíamos que Azulejo llegó a la plaza con 600 kilos justos, pero en su primera tarde de ese ciclo, ya había despachado a Indiano, el sexto de una infumable corrida de Manuel Francisco Garzón, que dio en la báscula 615 kilos.

El peso de la historia

Se ha cumplido medio siglo de que un matador de toros mexicano, llamado Eloy Cavazos, abriera por última ocasión la Puerta Grande de la plaza de toros de Las Ventas en Madrid, vestido de luces. Y lo hizo después de cortarle dos orejas a un mismo toro. Así, el torero de Monterrey pasó a formar parte de un pequeño grupo de toreros de México que han logrado esa particular hazaña.

Fermín Espinosa Armillita (1933), Lorenzo Garza (2 veces, en 1935 y 1945), Carlos Arruza (3 veces, en 1944, 1945 y 1946), Carlos Vera Cañitas (1945), Fermín Rivera (1945), Juan Silveti (1952), Antonio Lomelín (1970), Curro Rivera (1972) y Eloy Cavazos (1972). Por los novilleros lo han hecho José Ramón Tirado (1956) y Antonio Sánchez Porteño (1964).

Otros diestros mexicanos han salido en triunfo por allí cortando orejas sueltas a distintos toros de sus lotes, pero cobra mayor mérito la apertura del monumental portón y la salida en volandas, cuando se cortan las dos de un solo toro, que, para efectos prácticos, resultan ser los máximos trofeos que se conceden en la plaza de Madrid.

En estos días se abre paso una nueva generación de toreros mexicanos y varios de ellos estarán presentes en la primera plaza del mundo. Tienen la fortuna de tener a la vista a uno de los hacedores de la historia, a un ejemplo a seguir, de tenacidad, de esfuerzo y de la forma de encontrar al triunfo.

lunes, 23 de mayo de 2022

22 de mayo de 1972. Una tarde de hitos y mitos (II/III)

Curro Rivera en Madrid
Foto: Cano - Colección: J. Colomer

Un sitio ganado a ley

Curro Rivera se contrató a tres tardes el San Isidro del 72. Obtuvo ese trato de figura a partir de la importante campaña que realizó el año anterior, triunfando en las principales plazas europeas y llegando, en el caso de la Villa y Corte, a torear la Corrida de la Beneficencia, que en aquellos años se conformaba con los triunfadores del serial isidril y no era anunciada de antemano junto con él. Y en su paso por el ciclo madrileño de hace 50 años, en su presentación el día 17 de mayo le cortó una oreja a Neroso el primero del lote de José Luis Osborne que sorteó esa tarde. El día 19 completó su segunda fecha, ante toros salmantinos de Antonio Pérez de San Fernando. Esa fue una tarde lluviosa y de frialdad en los tendidos, sin embargo, tras de su hacer ante el quinto de la función, el colorado nombrado Veleta se le pidió la oreja, que no fue concedida por Usía.

Así llegó a la actuación final de su compromiso, señalada para el lunes 22 de mayo, en el que compartiría cartel con Andrés Vázquez y Palomo Linares ante los toros de Atanasio Fernández. De esa corrida le tocaron en suerte Cigarrero y Pitito, tercero y sexto de la corrida, que le causaron la siguiente impresión a Carlos Briones, expresada en el semanario El Ruedo fechado el 30 de mayo siguiente:

Tercero, «Cigarrero», número 64, negro bragao meano, de 520 kilos. Abanto de salida, flojo al final, aunque embistiera con nobleza. Recibió una vara, en que apretó con buen estilo, y par y medio de banderillas. Murió de media estocada. Fue aplaudido en el arrastre… Sexto, «Pitito», número 23, negro zaino, de 531 kilos. Igual que casi todos sus hermanos de salida, se creció luego ante los castigos y llegó con nobleza a la muleta. Recibió un picotazo rebrincando y saliendo suelto, y una vara trasera, en que sonó el estribo, pero apretó. Tres pares de banderillas. Murió de pinchazo y estocada entera. Fue aplaudido...

Como se puede ver, la corrida no fue precisamente un dechado de cualidades, pero el interés por triunfar y la voluntad de los toreros lograron imponerse y quizás hasta encubrir las complicaciones de los toros. 

Curro Rivera corta cuatro orejas

El hecho de cortarle las dos orejas a cada uno de los toros de su lote resulta ser inusitado para un diestro mexicano. Así, la historia nos muestra que Armillita en 1933, en la Corrida de la Prensa; Carlos Arruza en 1945, durante la Corrida del Montepío de Toreros; y, Antonio Lomelín en 1971 la tarde de su confirmación, le cortaron tres orejas a los toros que les correspondieron, pero desde la inauguración de la plaza y hasta la fecha que nos ocupa, ningún torero mexicano había cortado cuatro orejas en Las Ventas en una misma tarde. Así pues, pese a todo, se seguía escribiendo historia ese lunes de hace medio siglo.

La crónica del festejo que hiciera Carlos Briones para El Ruedo en el número arriba señalado, entre otras cosas dice:

Saludó a «Cigarrero» con cinco verónicas sin enmienda, cerró con media de suave armonía, llevó al caballo a su colaborador – pues así era el suave Atanasio – por chicuelinas y escuchó ovación que divide las opiniones cuando se da el cambio al novillote con una sola vara. Brindis al público, para abrir faena por estatuarios, ayudado y de pecho que encandilan a la concurrencia, aunque la faena se desluzca en ocasiones por «Cigarrero», que dobla las manos. El momento álgido en la aclamación pública lo registramos en unos circulares sin enmendarse, en que por tres veces pudo – sin mover los pies – constituirse en el eje de la embestida del noble animal; dos series de naturales y otra de nuevas circulares perfectos son prólogo a media estocada bien puesta, premiada con las dos orejas… «Pitito», el sexto, tenía más respeto, pero también Curro se lo perdió, si no con el capote – con el que no se paró –, sí en la faena, más clásica, más arriesgada, seguramente más maciza, dentro de la sobriedad elegante de los redondos, naturales y pases de pecho en línea creciente de perfección; remata con unos adornos de fina torería y señala bien un pinchazo antes de dejar una estocada con pérdida de la muleta en el cruce. El público – que, como el torero, estaba embalado en el éxito de la tarde – pide y logra las dos orejas de «Pitito» para Rivera, al que creemos, ver en su mejor momento desde que llegara a España.

Otra visión amable del asunto viene de José Alameda, que en calidad de enviado especial de El Heraldo de México, escribió una crónica que se publicó de este lado del mar el día siguiente al de la corrida y de la que entresaco lo que sigue:

Ahora el grupito de aguafiestas salió cabizbajo mientras el público aficionado iba feliz… Gran mérito ha tenido lo que hizo con el tercero de la tarde, un toro muy noble pero escaso de fuerza. Currito lo toreó admirablemente de capa en los medios, en verónicas sin enmendarse. Luego, hizo las chicuelinas ambulantes para llevarlo al caballo y todo el tercio transcurrió entre aclamaciones para él. Fue un tercio corto, porque pidió el cambio luego de una vara, que era lo adecuado… Su faena la empezó también sin enmendarse, en cuatro ayudados por alto, cerca de tablas. Luego, en los tercios, en cuanto le echó la mano abajo en dos derechazos, el toro se le cayó. Y empezamos a temer que pudiera caerse también la faena. Pero Curro estuvo admirable de temple. Con una pulsación perfecta empezó a medir el toreo, yo diría que a “peinarlo”, y ya el toro no volvió a caerse, porque aquella muleta lo llevaba como el verso de Goethe, “sin apresuramiento, pero sin retraso” … Jamás había visto a Curro templar así. Puso al toro tan a punto que pudo hacerle el circurret… era la primera vez que lo hacía en Madrid. Y el público, deslumbrado, se le entregó…

Siguen, desde este punto de vista, los reproches a la conducta de los entonces instalados en el tendido 8 de Las Ventas, criticados por fundamentalistas y perpetuamente inconformes. Al final, su postura resultó ser la minoritaria, según el resultado final de la tarde. Pero tuvieron esos especialistas en ver lo negativo su abrigo en algunas crónicas. Escribe Díaz – Cañabate en el ABC de Madrid:

Las faenas de Palomo y de Rivera que les valieron las ocho orejas fueron de las corrientes, con ninguna emoción, y te repito que a mí lo que me priva en los toros es la emoción y lo que me arrebata es el valor unido al arte, y esto no lo he visto hoy. Hoy hemos visto en los tres toreros lo que les ha faltado a sus compañeros y a ellos mismos en las once corridas de la Feria, hoy han tenido en buen grado decisión, voluntad y entusiasmo. La faena de Andrés Vázquez al primero creo que ha sido la única variada que hemos visto. La de Palomo al del rabo la más libre de sus habituales defectos, y las de Rivera, más animadas que las de siempre...

Por su parte, Alfonso Navalón, en Pueblo, manifestó:

De lo que hizo Curro Rivera para llevarse cuatro orejas no creo que se acuerde nadie a estas horas. Dio muchos pases. Infinidad de pases. Quieto. Se lo pasó por delante y por detrás. Les hizo dar repetidas vueltas en torno a su cintura, como demostración exhaustiva de la candidez de sus sumisos colaboradores. Matando sí. Matando le echó pundonor y se fue mirando al morrillo detrás de la espada… Y eso fue todo. Para varios miles de espectadores y para el presidente, que hizo de regidor de escena, aquello debió ser el no va más. Para los que fuimos a ver una corrida de toros aceptamos la bella faena de Palomo, pero ante el único toro legal que salió por los chiqueros, no vimos faena…

Como se ve, resulta complicado el quedar bien con todos. Así como hubo quien aceptara las bondades de la tarde, también hubo quien simplemente no quedara conforme con nada de lo visto.

Homenaje con sabor a México

El 24 de mayo, El Informador, diario de Guadalajara presentaba una nota de la Agencia France Presse (AFP), en la que se da cuenta de un almuerzo – homenaje que la Porra de Ingenieros de la Plaza México ofreció a Curro Rivera por el triunfo tenido en la plaza de toros de Las Ventas el día anterior. Acudieron invitados a esa reunión aficionados mexicanos, distintos representantes de los medios de comunicación y dirigentes de la empresa de la plaza madrileña.

El corresponsal de la AFP entrevistó a Fermín Rivera, padre del diestro triunfador, quien dijo entre otras cosas:

Nunca pensé que mi hijo Curro me borrara como matador de toros. Estoy orgulloso como padre y como lo que fui: torero...

En dicha comunicación, se aseguraba que, en el propio evento, el apoderado de Curro Rivera y él mismo, ya negociaban el regresar a Madrid para el San Isidro de 1973, por otras tres tardes. No está de más comentar en este punto, que, a esa altura de la temporada, Curro Rivera estaba, por el número de festejos toreados, entre los cinco primeros del escalafón en España.

Mañana ahora sí, la conclusión de estos apuntes…

Aviso Parroquial: Este amanuense es el único responsable de los resaltados en los textos transcritos, pues no obran de esa manera en sus versiones originales.

domingo, 22 de mayo de 2022

22 de mayo de 1972. Una tarde de hitos y mitos (I/III)

Palomo Linares con el rabo de Cigarrón
Foto: Botán, colección El Mundo

Rompiendo moldes y tradiciones

Este 22 de mayo se cumplen 50 años de una tarde en la que en la plaza de Las Ventas de Madrid se produjo una cadena de sucesos que marcaron tanto a la historia de la plaza de toros, como a la historia del toreo. Fue una tarde en la que el orgullo y la tradición de la que es la primera plaza del mundo fueron o renovados o vulnerados, según la manera de ver y abordar lo ocurrido.

Ese 22 de mayo del año 72 se celebró la décimo segunda corrida de la Feria de San Isidro, en la que se anunciaron toros de don Atanasio Fernández para Andrés Vázquez, Sebastián Palomo Linares y Curro Rivera. Dos toreros, Palomo Linares y Curro Rivera cerrarían esa tarde su paso por la feria, cumpliendo su tercer contrato y Andrés Vázquez iba por su segunda fecha, quedándole aún pendiente por cumplir la del domingo 28 de mayo, última del ciclo isidril.

La tarde que me ocupa, se solventó dentro de un ambiente festivo, en el que, los asistentes al festejo, esperaban en alguna medida que fuera uno de esos que pasan al recuerdo. Y se pusieron a la obra y después de que rodara el sexto de la tarde, efectivamente, esa décimo segunda del San Isidro del 72 pasaría a la historia como una gran tarde de toros, con muchos a los que convenció y otros tantos que no aceptaron el resultado como digno de ese escenario.

Estos apuntes los acometeré por estricto orden de alternativa y siguiendo, en lo posible, la forma en la que los acontecimientos se produjeron en el tiempo.

El rabo de Palomo Linares, el primer hito

La última vez que se había concedido un rabo en la plaza de Las Ventas fue el 24 de mayo de 1939, fue a Pepe Bienvenida, que se lo cortó a Terciopelo de Sánchez Fabrés, en la llamada Corrida de la Victoria, en la que también Domingo Ortega había obtenido otro de un toro de Antonio Pérez Tabernero. Entre ese día y este de autos, habían transcurrido treinta y dos años, once meses, y veintiséis días, tiempo más que suficiente para que aquellos que presenciaron las hazañas de Ortega y Bienvenida ya fueran mayores y para que los aficionados jóvenes que asistieron al festejo, nunca hubieran visto la concesión de uno en la primera plaza de Madrid.

Palomo Linares le había cortado las dos orejas a Clavijero, el segundo de la tarde, pero la gran explosión vendría tras la lidia del quinto Cigarrón, al que le cortó el rabo. Las crónicas de los principales medios generalistas poco se ocupan de su hacer ante el toro, pero en el ejemplar de El Ruedo salido a los puestos el 30 de mayo siguiente, Carlos Briones escribió:

Las verónicas espléndidas con que saludó a «Cigarrón» levantaron justos clamores por lo erguido de la figura, el avance hacia los medios, la claridad en el temple de los lances. Tras el brindis – hecho al público, con ostensible eliminación de los reventadores – inició el gran momento. Este es difícil de relatar en términos descriptivos, pero tras los redondos, alto y pase de pecho dados de rodillas con la misma soltura, mando y perfección que los mejores que se hayan dado de pie, la faena fue una maciza obra de arte en que el toreo más puro y más moderno se hermanaron como solamente se funden en los momentos de inspiración máxima. Fue una faena para poner al lado de las más excelsas: la del Montepío, de Belmonte; la de la Prensa, de Manolete. Una faena para guardar en el recuerdo. El final, dramático, puso clima emocionado en la plaza; Palomo se perfiló en corto, citó a recibir, pero «Cigarrón» no fue al encuentro; entonces Sebastián se tiró a matar o a dejarse coger y del encuentro en que dejó medía estocada salió prendido por el muslo y levantado en el aire mientras él no abandonaba su ardida empresa… Cuando el toro dobló se produjo una de esas conmociones de entusiasmo que se ven muy pocas veces en la vida taurina. La plaza unánime clamoreó el triunfo y exigió la rotura de normas y tabús, porque al reto de los negativos, de los resentidos, había respondido un torero en la forma gallarda que le permite su casta. Cortó las dos orejas y el rabo…

Las reacciones de los cronistas de diversos diarios madrileños fueron en sentido contrario. Alfonso Navalón, en su tribuna de Pueblo, también le tundió al torero linarense y al comisario Pangua, quien, con la asesoría técnica de Antonio Posada, presidió el festejo:

Con este “Cigarrón”, Palomo empezó toreando por derechazos de rodilla. Puesto en pie se recreó en una faena larga, templada y limpia, toreando con reposo y suavidad. No tuvo que superar ninguna dificultad ni resolver un solo problema. Palomo se entregó con ilusión en una verdadera orgía de pases despaciosos con el público entregado y en enfervorecido. Aquello era el delirio. Consciente del triunfo que tenía en la mano quiso matar recibiendo para redondear su faena, pero el toro ya no podía embestir. Fue entonces cuando en un alarde temperamental se volcó sobre los pitones, dejando media estocada y saliendo con la taleguilla destrozada. El señor Pangua, rompiendo la tradición de esta plaza, le otorgó un rabo, que pasea por el ruedo entre el fervor popular…

Pero no solamente los cronistas de la nueva generación se mostraron inconformes con la concesión del apéndice caudal a Palomo Linares. También expresó su descontento Antonio Díaz – Cañabate, quien, desde las páginas del ABC madrileño, manifestó:

La faena de Palomo en el quinto toro había sido mejor que las suyas habituales, algo más reposada y más ligada, con menos retorcimiento de la figura. Convinimos en que dada la benevolencia del presidente cortaría las dos orejas. Las teníamos descontadas. Entra a matar. Se entrega con todo pundonor para que no se le escapen las orejas. El toro lo trompica y lo derriba. Se levanta el torero muy espectacularmente. El toro muere. Rapidísimamente el pañuelo presidencial concede una oreja. ¡La otra! ¡La otra! Inmediatamente es otorgada. ¿Por qué no? Para eso estamos, para complacer al respetable público. Y se oyen gritos de ¡El rabo! ¡El rabo! El presidente se apresura a concederlo. ¿Por qué no, si la gente está muy contenta? ¿Qué significa un rabo? Cuatro pelos mal contados. ¡Pues entonces para luego es tarde y a quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga...! ... Ya se ha roto el melón de los rabos. Dentro de nada tendremos rabos a tutiplén, rabos hasta en la sopa, y qué rica la sopa de rabo, y entonces volverán las patas a prodigarse con la facilidad que en la duodécima de San Isidro se han regalado nueve orejas y un rabo…

Años después Pablo J. Gómez Debarbieri, para el diario El Comercio, de Lima, reflexionó esto:

En una corrida inusual por su triunfalismo, Palomo le cortó el rabo al quinto toro de aquel festejo, en 1972; trofeo que no se concedía en Madrid desde 1940. “Cigarrón” – número 64, con 520 kilos − se llamó aquel astado de Atanasio Fernández. La faena del de Linares fue notable, sin su habitual retorcimiento y abrochada con media estocada de rápido efecto; pero no superior a otras premiadas con dos orejas… En aquella corrida hubo una especie de histeria colectiva. El presidente, Antonio Pangua y su asesor taurino, Antonio Posada, probablemente hartos de los que ellos llamaron luego “Los reventadores de la andanada del tendido 8” … Pangua, tras conceder el rabo, decía: “Los del 8, son tres reventadores utilizados por uno que luego dice que chilla toda la plaza; el rabo lo pedía el público y, por lo tanto, fue reglamentario”

Como se puede ver, los pareceres de la mayoría de los cronistas de la época coincidieron en que la concesión del rabo fue un exceso. Ocho días después, Antonio García Ramos, en la Hoja del Lunes de Madrid, resume ese sentir:

Salvo error, y, sobre todo, omisión, en medio siglo se han dado once rabos, sin olvidar peticiones clamorosas para Litri, Camino, El Viti y El Cordobés. He de subrayar que hasta la ley taurina de 1962 no se ha legalizado la concesión de orejas y rabos. Don José Antonio Pangua no ha infringido la reglamentación vigente, porque no se excluye el otorgamiento de dicho trofeo en Madrid (al contrario, se trata del primero concedido con arreglo a ella en la capital de España) ni ha roto una tradición, pues ya había sido vulnerada diez veces antes; pero sí lo ha hecho mal, a mi juicio, como lo ejecutaron otros presidentes en las ocasiones antedichas, por no tener en cuenta el aforismo jurídico de que “la costumbre hace ley” ... Lamento que la capital de España haya perdido de nuevo una singular tradición, siendo de temer de ahora en adelante, y esto es lo realmente sensible, se prodiguen estos trofeos en un coso clasificado como señero, en el doble concepto del vocablo: de señorío y de solitario o impar...

Dada la extensión que toman estas notas, continuaré mañana con ellas.

Aviso Parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

Aldeanos