sábado, 28 de mayo de 2011

Mexicanos en San Isidro (III/III)

Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid
El último tramo cronológico del tema que me ha ocupado estas últimas fechas, va a contener un importante número de novedades, pero implicará también, a la manera de la presentación de los grandes maestros de la música, una especie de encore de algunos importantes diestros de generaciones anteriores que, a pesar de haber dejado su impronta en la Monumental de Las Ventas en su tiempo, volvieron a intentar ratificar su categoría en su redondel – y alguno lo consiguió – a pesar de que en España y en México, venían promociones de toreros empujando fuerte y el promedio del aficionado que ocupaba los tendidos de la plaza, ni siquiera tenía idea de quienes eran.

En este misma sección temporal, vuelven a hacerse presentes en el ruedo madrileño los novilleros de nuestro país, que durante las dos décadas anteriores habían estado ausentes de lo que se reconoce como la feria taurina más importante del mundo y durante algunos años, fue su actuación la única que mantuvo presente a la torería mexicana en este serial. Tendremos también en esta última época la feria – la actual, de 2011 – con la mayor cantidad de toreros mexicanos actuando, cinco en total, superando al año de 1963, en el que estuvieron presentes cuatro diestros nacionales – dos matadores de toros y dos novilleros – aunque en aquella oportunidad ocupando seis fechas, al igual que este año.

Los contemporáneos en San Isidro

Decía arriba que los toreros contemporáneos son en la mayor medida los personajes de este último capítulo, aunque nos encontraremos en fechas señaladas con la presencia de nombres destacados de generaciones anteriores que volvieron a Madrid a demostrar que seguían siendo figuras del toreo. Alguno lo consiguió, otros simplemente acusaron los efectos del paso de Cronos. Aquí pues, lo que considero que destaca de las dos últimas décadas en la presencia mexicana en la Feria de San Isidro:

1991: Miguel Armillita, la tarde del 21 de mayo, en que alternó con Curro Vázquez y César Rincón en la lidia de toros de Baltasar Ibán, materialmente atestigua el surgimiento de una figura de época, en la persona del torero colombiano. De su actuación esa tarde, Vicente Zabala Portolés, escribió para el ABC madrileño lo siguiente: Armillita se dejó ir un buen toro. Inicia bien, pero no remata. Me parece que le falla el motor. Dicen en México que se trata de un buen torero, que se ha sacrificado poco. Me parece que no van descaminados. Fea se le pone la campaña española. Y lo siento, porque soy un sincero admirador de las dinastías toreras. Pero no olvide que los blasones hay que mantenerlos relucientes. Mala cosa es dormir sobre los laureles de la historia.


Miguel Espinosa Armillita Chico
El 29 de mayo, reaparecía en Las Ventas Eloy Cavazos. Su última actuación en ese ruedo fue el 18 de mayo de 1975, prácticamente 16 años antes. Con Roberto Domínguez y Joselito enfrentó 3 de Los Guateles (2º, 3º y 4º), 2 de Peñajara (1º y 6º) y uno de Alcurrucén. Tras del festejo, declaraba a Emilio Martínez, de El País, lo siguiente: «Animado por el cariño de este gran público, a mi primer toro le di, con mi estilo alegre y variado, los ocho ó 10 pases que tenía». El mexicano creía que el público también valoró mucho su valentía y entrega a la hora de matar: «No es ningún mérito, es que, como soy tan chaparrito, no me queda otro remedio. Hay que hacer honor a nuestra profesión de matador de toros, ¿no?».
 
El 1º de junio, es nuevamente Eloy Cavazos el que da la nota. Alternó con Fernando Lozano y Enrique Ponce en la lidia de toros de Los Bayones y le cortó una oreja al cuarto. Joaquín Vidal, en su crónica del diario madrileño El País, reflexionó lo siguiente: Eloy Cavazos contribuyó a la diversión toreando con alegría. Dios le bendiga por eso. En época de toreros aburridos, de toreros que confunden la grandeza del arte de torear con darse ínfulas -y acaban siendo bastante horteras, los pobres- era un gozo ver al veterano mexicanito, chiquito pero matón, alegrando la embestida del toro, llamándole de usted – «¡Ándele no más!», decía –, y con la sonrisa en los labios, sin necesidad de poner cara de drama, ni fingir tentativas de suicidio, iba y le enjaretaba redondos, ligándolos sin perder ni un milímetro de terreno, que es como se hace el buen toreo.

Mariano Ramos
1993: El 16 de mayo reaparece Mariano Ramos en Las Ventas. Alterna con José Antonio Campuzano y Vicente Ruiz El Soro, para lidiar una corrida portuguesa de Murteira Grave, cinqueña y que sacó muchísimas complicaciones. Vicente Zabala Portolés tituló así su crónica para el ABC de Madrid: Los Lozano se olvidaron de poner a Bombita, Machaquito y Vicente Pastor. Esta crónica la debería haber firmado Dulzuras, primer crítico de ABC. El torero, tras del festejo, declaró a Luis García, del mismo diario, lo siguiente: He visto lidiar toros de Murteira en varias ocasiones. Los he visto buenos; algunos con problemas; pero como éste, ninguno. Parece como si el más malo de la ganadería me lo hubieran reservado... Es posible que no haya acertado a cogerle la distancia, pero no obstante, he de decir que ha sido un toro más para el público que para el torero... espero poder desquitarme en la otra corrida que me queda.

El 30 de mayo volvió a actuar Mariano Ramos, esta vez alternando con Pepín Jiménez y Mariano Jiménez en la lidia de toros de Celestino Cuadri. De nuevo se vio desconfiado, aún teniendo un toro (4º) que de acuerdo con las crónicas, servía. Al final del festejo, declaró a Luis García lo siguiente: Esta profesión es complicada y tengo que decir que me voy en deuda con Madrid y su afición. Con una espina clavada, que voy a tener presente hasta que goce de una nueva oportunidad para quitármela.
 
1994: El 14 de mayo confirma su alternativa Alejandro Silveti. David Luguillano, en presencia de Miguel Rodríguez, le cede al toro Pastelero de Peñajara. De su actuación, Joaquín Vidal rescata: …Inválido el primero, Alejandro Silveti apenas pudo instrumentarle tres verónicas ceñidas, par de gaoneras, otros tantos derechazos. En el cuarto repitió Silveti las gaoneras, dio dos espeluznantes pedresinas en el centro geométrico del redondel, sorteó las inciertas arrancadas... y tras del festejo, el torero declaró a Luis García lo siguiente: Hubiera querido hacer mis cosas con más claridad... pero ha resultado imposible rematar la tarde. Después de esta actuación se queda uno con ganas de volver...


1995: El 2 de junio, en corrida en la que Miguel Armillita actuaba con Manuel Caballero y Antonio Borrero Chamaco, para lidiar toros de Juan Andrés Garzón (1º, 2º y 6º), Gabriel Hernández García (4º y 5º) y Herederos de Carlos Núñez. El cuarto de la tarde, al tirarle un derrote, le hiere gravemente en el cuello con una banderilla. El parte facultativo, aunque lacónico, no deja lugar a dudas de la gravedad del percance: El diestro Miguel Espinosa Armillita Chico fue herido en la región lateral izquierda del cuello. Trayectoria hacia adentro de 15 centímetros, penetrando en faringe. Contusión de arteria carótida y venas yugulares. Pronóstico muy grave. Pasa a la clínica La Fraternidad, de Madrid. Firmado: Dr. Máximo García Padrós.

2000: El 22 de mayo, fueron acartelados Eulalio López Zotoluco, Enrique Ponce y Manuel Caballero para dar cuenta de toros de El Puerto de San Lorenzo y Peñajara (6º). Zotoluco cortó la oreja al 4º de la tarde y de su actuación, Joaquín Vidal destaca lo siguiente: El torero más interesante de la tarde fue el llamado Zotoluco. Serio y entregado en la lidia, pundonoroso en los trasteos de muleta, empeñado en aplicarles a los toros el toreo puro, desgranó muletazos de alta escuela... La segunda faena, tenaz y valiente, también con algunos pasajes cálidos, alcanzó la cumbre en la suerte suprema: perfilado en corto, atacó no echándose fuera como se acostumbra, ni siquiera pasando al hilo del pitón, sino que se abalanzó sobre la cuna y fue la mano izquierda – la muleta echada bajo los belfos – la que vació, mientras hundía el acero en las agujas y salía limpiamente por el costillar... La estocada, por sí sola, valía una oreja. Y se la dieron. Y menudo iba de contento el moreno aceituno Zotoluco presumiendo de ella en su vuelta al redondel.

Octavio García El Payo
2001: El 16 de mayo se produce la reaparición de la novillería mexicana en la Feria de San Isidro. Corresponde a Leopoldo Casasola quien alternó con Javier Valverde y el portugués Luis Vital Procuna, en la lidia de novillos de La Quinta. Casasola solamente pudo recoger una ovación al retirarse a la enfermería tras de llevarse una paliza en el cuarto. El parte facultativo dice: Leopoldo Casasola sufrió una herida inciso - contusa en la región frontal de ocho centímetros. Ligera conmoción cerebral. Puntazo en el tercio superior del muslo izquierdo. Pronóstico reservado. Firmado: Dr. Máximo García Padrós.

2009: Octavio García El Payo, confirma su alternativa el día 20 de mayo, de manos de Miguel Abellán y llevando como testigo al torero catalán Serafín Marín. Se lidiaron 3 de Peñajara (2º, 4º y 5º), Hermanos Torres Gallego (1º), María Cascón (2º) y Pío Tabernero de Vilvis (6º). El toro de la confirmación fue Arábigo, de Hermanos Torres Gallego. El confirmante dio la vuelta al ruedo en el 6º. De la crónica de Antonio Lorca, de El País, recojo lo siguiente: ...algo se puede salvar del desastre. Primero, el torero mexicano El Payo, que sorprendió a todos con su arrojo, valentía, disposición e inteligencia... El sexto era un soso zambombo con el que estuvo hecho un tío, un torero de los pies a la cabeza, y trazó muletazos hondos por ambas manos, aunque sin la necesaria continuidad... pero su forma de estar en la plaza y su disposición le auguran un futuro prometedor. Que no se olvide el tercio de quites que él y Abellán protagonizaron en el primero. Hasta cinco quites entre ambos: El Payo, por gaoneras, chicuelinas y delantales, y Abellán, por verónicas y delantales. No fue un tercio grandioso, pero sí alegre, emotivo y novedoso en tiempos de tanta uniformidad.

2011: El día de San Isidro, Morante de la Puebla, confirmó la alternativa de Arturo Saldívar, en presencia de Alejandro Talavante. El encierro fue de Núñez del Cuvillo. El toro de la ceremonia fue Aguador. De la actuación del torero de Aguascalientes, que salió dos veces al tercio, Ignacio Álvarez Vara, Barquerito, destaca lo siguiente: Confirmó la alternativa ambiciosamente el mexicano Arturo Saldívar... El de la alternativa se movió con son agresivo, y mal ahormado o díscolo, pegó muchos cabezazos. Saldívar, bien conocido en las Ventas como novillero valeroso, salió arrancado y, de rodillas y en los medios, citó de largo para una aparatosa tanda en redondo: los cabezazos del toro fueron como balas que le pasaron silbando las sienes. Si llega a estar Saldívar en pie, no lo perdona el toro, que no vino metido en el engaño. Sopló viento pero no se arredró ni volvió la cara el torero de Jalisco. Firmeza y ajuste impecables, conmovedores. No ceder ni un paso ni un centímetro. La segunda faena de Saldívar, a toro bastante más apacible que el de la confirmación, volvió a tener el sello de la firmeza y la resolución... Arturo repetiría el 27 de mayo en sustitución del linarense Curro Díaz, herido en la Feria de Abril de Sevilla.

El domingo 22 de mayo, reaparecía en Las Ventas Ignacio Garibay. Sus alternantes fueron Serafín Marín y Sergio Aguilar, quienes lidiaron toros de Partido de Resina (3º a 6º), Nazario Ibáñez (1º) y Los Chospes (2º). Pese a que algún sediciente iluminati – y para más tristeza, de Aguascalientes –, con ínfulas de sabio, ha querido hacer aparecer la actuación de Garibay como un fracaso, la realidad es que fue de una gran dignidad ante una corrida que presentó un gran número de complicaciones. El toro, llamado Morito, cercano a los seis años de edad y con 672 kilos de peso, lo brindó en comandita a Eloy Cavazos, Palomo Linares y César Rincón, más o menos en estos términos: Maestros: Quiero brindarles este toro y decirles que me voy a jugar la vida por ustedes, por lo grandes que han sido.

La visión de Andrés Amorós acerca de su actuación es esta: Ignacio Garibay se muestra toda la tarde digno y con oficio. El primero, de Nazario Ibáñez, es muy flojo. Aunque lo lleva templadito, se derrumba. Consigue algunos derechazos de mano baja, asentado y firme. Prolonga la faena y mata mal. El cuarto pesa 672 kilos, es abierto de pitones: ¡un tío! Lo ovacionan de salida pero mansea claramente, barbea las tablas. Huyendo, recibe seis picotazos. No se amilana Ignacio, lidia con oficio pero el toro va con la cara muy alta; en un arreón, lo voltea y se ceba con él. Hasta acabar con el toro, no pasa por su pie a la enfermería: hemos vivido el lado más áspero de la Fiesta. El parte facultativo es el siguiente: «Herida en el tercio medio del muslo derecho de 25 centímetros, con destrozos en músculos tensor, vasto y recto, con salida en el tercio superior». Pronóstico «grave».

El 23 de mayo se presentó en la Feria el novillero de Tlaxcala Sergio Flores, para alternar con el francés Thomas Duffau y el madrileño López Simón en la lidia de novillos de Montealto. La visión de Patricia Navarro, en el diario madrileño La Razón sobre su actuación es la siguiente: La voluntad del mexicano no tuvo fisuras, tampoco en el remate, buscando ajustarse con el toro, llegar al público, transmitir, y se tiró a matar con todo. Se le pidió la oreja, pero esta vez el presidente sacó la vara de medir con el novillero que olvidó con los matadores en otras tardes. El chaval, como si le hirviera la sangre, no quiso dar la vuelta al ruedo. El quinto fue un toro mucho más serio que muchos de los que han salido por Madrid en los últimos tiempos. Derribó al caballo, manseó después y se dejó en tres o cuatro arrancadas por abajo. Había que marcarle muy bien el camino, mucho toque, llevarle, guiarle. En nada ya no había toro, había sido una alucinación, y dejó Flores una faena de novillero cuajado que quiere, con buen concepto y corazón del bueno.

Joselito Adame
Foto: Juan Pelegrín
El 25 de mayo confirmó su alternativa Joselito Adame. Ofició como padrino Sebastián Castella y atestiguó la ceremonia Miguel Ángel Perera. Los toros fueron de Alcurrucén y el de la ceremonia se llamó Escribano, cuya muerte brindó al Rey Juan Carlos I. Tras de su lidia fue llamado a saludar en el tercio. De su actuación escribe Andrés Amorós: Comienza la tarde con ilusión pero se va despeñando hacia la grisura... Quedan en el recuerdo, en definitiva, la alternativa del mexicano Joselito Adame, y la presencia del Rey, al que brindan los tres toreros... Confirma Joselito Adame con «Escribano», levantado, bien hecho, que huye de salida; luego, resulta manejable. Muestra su disposición en chicuelinas. En la muleta, aguanta algún derrote, a costa de enganches. Va mejor por la derecha y consigue buenos pases, arrastrando la muleta por la arena. Mata con decisión. El último, «Guitarra», que pertenece a la famosa familia de los músicos, huye, casi salta la barrera, es francamente difícil. Brinda a sus padres. El mexicano se muestra dispuestísimo: firme, quieto, muy valiente. Aguanta parones y se saca al toro por la espalda. Se la juega de verdad: merece todo el respeto...


Este 30 de mayo se cierra la participación mexicana programada en esta Feria de San Isidro. Y es un cierre que por sí mismo hará historia. Diego Silveti, con su comparecencia, hará presente a la tercera generación de los Silveti en la Plaza de Toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Su abuelo Juan, su padre David – su tío Alejandro también – y ahora él. Y ya que echamos cuentas – como decimos aquí en México –, sería la cuarta generación de toreros Silveti en las plazas de Madrid, porque también Juan, El Meco, su bisabuelo, inició la historia de esta dinastía en Madrid el 8 de abril de 1917 en la Plaza de la Carretera de Aragón, cuando Rafael El Gallo, en presencia de Pacomio Peribáñez y Cocherito de Bilbao, le cedió al toro Zarcillo, de García de la Lama, para confirmarle la alternativa.

El cartel de ese día lo forman el nombrado Diego Silveti, Víctor Barrio y Rafael Cerro, quienes se enfrentarán a una novillada de El Ventorrillo. Insisto, solamente el anuncio del cartel, es motivo para entrar en la historia, pues creo que pocos son los toreros de cuarta generación que han pisado la Plaza de Las Ventas.

Resumen del Periodo


Años de Ausencia: 1990, 1998, 1999, 2003, 2006, 2007.

Festejos toreados:

Miguel Armillita, 9: [1991 (2); 1993 (2); 1995 (2); 1997 (2); 2001 (1)]; Zotoluco, 8: [1997 (1); 2000 (2); 2001 (1); 2002 (1); 2004 (2); 2005 (1)]; Eloy Cavazos, 3: [1991 (2); 2002 (1)]; Alejandro Silveti, 3: [1994 (1); 1995 (1); 1996 (1)]; Jorge Gutiérrez, 2: [1992 (2)]; Mariano Ramos, 2: [1993 (2)]; Manolo Mejía, 2: [1996 (2)]; Arturo Saldívar, 2: [2011 (2)]; El Payo, 1: [2009 (1)]; Arturo Macías, 1: [2010 (1)]; Ignacio Garibay, 1: [2011 (1)]; Joselito Adame, 1: [2011 (1)]; Leopoldo Casasola, 1: [2001 (1) novillada]; El Payo, 1: [2008 (1) novillada]; Mario Aguilar, 1; [2009 (1) novillada]; Arturo Saldívar, 1: [2010 (1) novillada]; Sergio Flores, 1: [2011 (1) novillada].

Carlos Vera Cañitas
Sumando actuaciones fuera de San Isidro, así como en los periodos anteriores objeto de esta serie – en corrida de toros y vestidos de luces – de los diestros que actuaron en el periodo de tiempo que abarca la parte final de esta serie de remembranzas, Miguel Espinosa Armillita y Zotoluco, suman 12 en total, lo que les coloca en el segundo lugar histórico de los toreros mexicanos que más han actuado en la Plaza de Las Ventas, solamente detrás de Carlos Vera Cañitas, que logró en total en su carrera, 14 corridas de toros en ese escenario entre 1944 y 1951. Por su parte, Eloy Cavazos, con las cuatro del periodo anterior, suma 7 en total para su contabilidad histórica; Jorge Gutiérrez así totaliza 6 y Mariano Ramos 4.

Concluyendo

Escribe Javier Villán que hacer una antología es hacer una opción y que hay tantas antologías como antólogos haya. Esta – que en tres partes les he presentado – es la mía. Insisto que cada uno de Ustedes puede tener algún recuerdo más importante para destacar que los que aquí les he presentado y esa diversidad de criterios es lo que hace rica y culta a esta Fiesta. Mi único interés es el recordar el hecho de que nuestros toreros y en algún momento también nuestros toros han sido parte crucial de lo que es reconocido como la feria taurina más importante del mundo. Ojalá que eso motive a nuestros toreros y a nuestros ganaderos a seguir siendo parte activa de ella, para seguir contribuyendo a la grandeza que es consustancial a la fiesta de los toros.

jueves, 26 de mayo de 2011

Mexicanos en San Isidro (II/III)

San Isidro 1970, el anuncio hecho en
El Ruedo de Madrid (Cortesía del blog
Aula Taurina de Granada)
Para el inicio de la década de los 70, la fiesta en España había experimentado ya algunos cambios y estaba por enfrentar otros que indudablemente trascenderían a lo que la Feria de San Isidro era y representaba en ese momento determinado. Más o menos a la mitad del periodo objeto del artículo anterior de esta serie (1959), se implanta el segundo círculo concéntrico que delimita el terreno en el cual se ha de poner el toro para la suerte de varas; en 1962, se implanta como reglamentaria la puya de cruceta, sustituyendo a la antigua de arandela, que en teoría, limitaría el castigo abusivo a los toros en el primer tercio y en 1969, se implanta el Libro de Registro para los toros de lidia. Es decir, surge la obligación de los criadores de inscribir las nacencias y de herrar el último dígito del año del nacimiento. Eso implicaba que a partir de 1973, los toros cuatreños que salieran a las plazas en corridas de toros llevarían el guarismo “9” en el brazuelo y a partir de ese año, se podría conocer, por ese simple hecho, la presunta edad de la res que se lidiaba.

El Cordobés y Palomo Linares volvían en 1970 a las plazas de primera después de un año sabático en la guerrilla – donde ni por equivocación vieron un toro, según comenta Paco Abad – y entre ellas estaba Las Ventas, donde el segundo de los nombrados confirmaría su alternativa. Con esa misma referencia temporal comienzo el recuento de esta etapa de la presencia de los toreros mexicanos en la Feria de San Isidro, misma que se verá influida por estos acontecimientos como lo veremos adelante. Reitero que aquí solamente consideraré hechos ocurridos en lo que es propiamente San Isidro, quedando fuera cualquier situación sucedida en otro festejo serial como el de la Comunidad, el Aniversario, la Beneficencia o cualquiera que sea su denominación.

Los años 70 y 80. Los toreros de la Edad Moderna Mexicana

Lo que creo que válidamente puede llamarse La Edad Moderna del Toreo en México se caracteriza por el férreo mando que ejerció aquí sobre la fiesta Manolo Martínez durante alrededor de un cuarto de siglo. Le acompañaron en ese tránsito en una primera época Eloy Cavazos, Curro Rivera, Antonio Lomelín y Mariano Ramos y en su última etapa se adhirieron Miguel Espinosa Armillita y Jorge Gutiérrez. Ya con referencia a la feria madrileña, en la etapa a la que se refiere esta aportación, por su orden, los diestros que tuvieron mayor presencia e impacto con sus actuaciones en ella, fueron Curro Rivera, Eloy Cavazos y Antonio Lomelín, siendo paradójicamente, el que menos huella e impacto tuvo, precisamente el mandón.

Manolo Martínez Ca. 1970
Comparecieron además en el tiempo que pretendo cubrir, otros toreros que sin alcanzar las cotas de los antenombrados, dejaron en buen sitio su nombre y el pabellón mexicano, incluso pensando la crítica de su tiempo que harían largas campañas en los ruedos peninsulares y así toreros como Manolo Arruza, Rafael Gil Rafaelillo, César Pastor o David Silveti tuvieron buenos momentos en la feria taurina más importante del mundo, que permitieron que se les augurara un porvenir distinto al que finalmente tuvieron en plazas hispanas.

No debo dejar de lado que es también en estas décadas cuando se lidian por primera vez toros mexicanos en la Plaza de Las Ventas y en la Feria de San Isidro. En 1971 son los ya míticos Mimiahuápam de don Luis Barroso Barona y en 1987 serán 2 de San Mateo y 2 de San Marcos para la confirmación de David Silveti.

Apuntado lo anterior, pasemos a ver lo que pudiera considerarse como algunos de los hechos más destacados de aquellos años.

1970: El 22 de mayo confirma su alternativa Manolo Martínez. Santiago Martín El Viti le cede los trastos para matar al toro Santanero, de Baltasar Ibán en presencia de Sebastián Palomo LinaresDon Antonio, cronista de la revista madrileña El Ruedo, refiere de esa tarde lo siguiente: La faena fue torera y muy adornada, con destellos originales. Muy buenos los pases para doblar y quebrantar al toro y los tres naturales primeros ligados al de pecho... Redondos con un original giro a la inversa – no conozco el nombre del adorno en la lexicografía azteca –, pase alto, con cambio, para uno garboso de pecho y refrendo final de media estocada de buena calidad... Manolo corta la oreja del toro de su alternativa. Hay para él una gran ovación cuando, con elegante parsimonia, la exhibe en la vuelta al ruedo.

El 28 de mayo confirma su alternativa el acapulqueño Antonio Lomelín. Sin ir precedido del aparato publicitario que preparó Manolo Martínez, la suya fue la confirmación más exitosa de ese periodo de tiempo. El padrino de la ceremonia fue el zamorano Andrés Vázquez y el testigo José Manuel Inchausti Tinín y Antonio le cortó la oreja a Montillano de Alonso Moreno de la Cova, que fue el toro de la ceremonia y las dos a Napolitano que fue el que cerró plaza. Sorprendió con las banderillas y por lo cerca que se pasaba a los toros con la muleta. Cuentan quienes lo vieron, que después de muchos años, se oyó en Las Ventas el grito de ¡torero, torero!, como en México. Don Antonio, en El Ruedo, escribió esto acerca de esa tarde: Me acordé del día de la presentación de Carlos Arruza en Madrid, el 18 de julio de 1944. Todos entraron en la plaza preguntando quien era y salieron proclamando la llegada de un torero

1971: Curro Rivera confirma su alternativa el día 18 de mayo. Lo apadrina Antonio Bienvenida, que le cede al toro Beluco de Samuel Flores, en presencia de Andrés Vázquez y el toricantano se lleva la oreja.

Dos días después el confirmante es Eloy Cavazos, que recibe los trastos de manos de Miguelín en presencia de Gabriel de la Casa. El toro de la ceremonia se llamó Retoñito y fue de José Luis Osborne. También actuó el caballista Curro Bedoya, ante un toro de José María Moreno Yagüe. Eloy Cavazos cortó dos orejas esa tarde.

Cartel del 22 de abril de 1971
El 22 de mayo tiene efecto uno de los grandes hitos de la Historia del Toreo en México, pues se lidia en la Feria de San Isidro el encierro de Mimiahuápam que estaba programado inicialmente para el 29 de mayo del año anterior. El cartel de toreros que lo enfrentaría estaba integrado por Victoriano Valencia, Antonio Lomelín y José Luis Parada. Los toros que salieron al ruedo venteño fueron por su orden 21, Hermano; 22, Cariñoso; 14, Manito; 33, Amistoso; 58, Cuate y 39, Amigo. Antonio Lomelín le cortó la oreja al segundo de la tarde, Cariñoso y el cuarto, Amistoso, recibió el homenaje de la vuelta al ruedo de sus despojos. En esa forma, la de Mimiahuápam, dirigida en esos días todavía por don Luis Barroso Barona, sin duda el ganadero mexicano más importante de la segunda mitad del Siglo XX, era la primera ganadería de México que adquiría antigüedad en España y lo hizo de manera triunfal.

Tres días después Curro Rivera corta una oreja de peso al primero de su lote en un cartel que compartió con Antonio Ordóñez y Paco Camino en la lidia de 5 toros del Duque de Pinohermoso y uno de Atanasio Fernández. Ese trofeo le valió ser invitado a participar en la Corrida de la Beneficencia del año de 1971.

1972: Curro Rivera es el único torero mexicano que firma tres fechas para la Feria de este año, en tanto que Eloy Cavazos signa dos contratos.

El 22 de mayo se produce un hecho que en estos días, casi cuatro décadas después, es todavía motivo de discusión. Palomo Linares corta el rabo del toro Cigarrón de Atanasio Fernández en corrida en la que alternaba con Andrés Vázquez, que cortó una oreja y Curro Rivera, que se llevó cuatro orejas. No se cortaba un rabo en Madrid desde 1935 y las opiniones en las crónicas están divididas. Emilio Romero – bajo su firma – en el vespertino Pueblo y la redacción de El Ruedo – curiosamente esa crónica no está firmada – justifican plenamente la concesión de los apéndices y consideran la faena una de las grandes obras de la tauromaquia moderna; por su parte Díaz – Cañabate y Vicente Zabala Portolés hablan de una actuación verbenera del Presidente, el comisario Antonio Pangua (que acabó siendo despedido días después), aunque ambos coinciden en que los toreros estuvieron bien esa tarde. Un apunte pertinente. Para quienes consideran que el rabo de Palomo Linares se concedió para aguar el gran triunfo de Curro Rivera, conviene señalar que éste se otorgó en el quinto de la tarde y que Curro, tercer espada, todavía tenía por lidiar al sexto, del que obtuvo dos orejas, así que en principio, no parece haber habido tomate en la concesión de ese rabo.

Curro Rivera, Madrid, Ca. 1972
1973: El 29 de mayo se anunció la confirmación del tijuanense Adrián Romero, llevando de padrino a Gabriel de la Casa y como testigo a Francisco Ruiz Miguel. El primero de la tarde, Farolero, de Alonso Moreno de la Cova, le dio una cornada de 25 centímetros que el doctor calificada de grave por el doctor Máximo García de la Torre, motivo por el cual la ceremonia de confirmación no se llevó a cabo. Adrián Romero no volvió a la plaza madrileña.

1974: Mariano Ramos se presenta en Las Ventas y confirma su alternativa de manos de Curro Romero y con el testimonio de Paquirri el día 18 de mayo. El toro de la cesión fue Fusilillo de Baltasar Ibán y de esa tarde Vicente Zabala Portolés escribió: Confirmaba la alternativa el mejicano Ramos. Peleó con corazón en sus dos toros... Lo mejor de la valiente labor del azteca fue el aguante a la cortísima embestida del sexto y el soberbio volapié que refrendó su entusiasta quehacer. Así se matan los toros. El animal no hizo nada por él. Mariano cruzó limpiamente, atacando con rectitud. Me pareció tacaña la ovación del ya aburrido y desfilante público, que casi abarrotó la plaza.

1975: Rafael Gil Rafaelillo, otro diestro nativo de la fronteriza Tijuana hacía su presentación en San Isidro, pues había confirmado en Madrid el verano anterior. El 12 de mayo actuó como testigo de la confirmación de alternativa de Juan Martínez, concedida por Julián García, lidiándose 4 toros de Sánchez Fabrés, 1 de Francisco Campos Peña (4º) y 1 de Miguel Zaballos Casado (5º).  Su actuación sorprendió gratamente a la crítica madrileña, Vicente Zabala Portolés hace el siguiente recuento: Valiente en verdad encontré al mejicano “Rafaelillo”, que atesora las virtudes características y también muchos de los defectos de los toreros aztecas; es variado en quites, se arrima como un león, lleva consigo el temple... Tuvo un lote pésimo y se la jugó sin cuento... Descuida la estética, pero debe dársele la oportunidad de una sustitución en la feria. Llega con facilidad a las masas, y si no le coge un toro puede dar una vuelta a España con mucha más fuerza que los Manolo Martínez, Curro Rivera y Eloy Cavazos. Fue muy ovacionado en los dos.

Rafaelillo (imagen cortesía del blog
Toreros Mexicanos)
Al día siguiente estaba anunciado Eloy Cavazos para actuar junto a Miguel Márquez y José Luis Galloso, pero en la víspera, por los veterinarios de Las Ventas se anunció que el encierro de Amelia Pérez Tabernero no reunía las condiciones para ser lidiado en Madrid, por lo que fue sustituido por uno de Clemente Tassara – al final se lidiaron 5 de estos y uno de Luciano Cobaleda –, Cavazos se cayó del cartel y le sustituyó Rafaelillo, quien tuvo otra notable actuación, descrita así por Vicente Zabala Portolés: ...mató con entrega, pero sin vaciar, saliendo con la pechera rota, como cuentan las viejas crónicas que terminaba Machaquito tras los volapiés de atragantón. Le ovacionaron muy fuerte y dio la vuelta al ruedo, recogiendo sombreros de los charros de su país que han venido al homenaje a Agustín Lara. Al sexto lo toreó muy bien con el capote... Faena garbosa y aseadita que le valió una ovación de despedida.

El 20 de mayo, al cumplirse 9 años de la muerte de su padre, Manolo Arruza confirmó su alternativa de manos de Palomo Linares y llevando de testigo a Paquirri, con el toro Loco, de Benítez Cubero. El resumen de la crónica de la corrida dice: Confirmaba la alternativa el hijo de Carlos Arruza. Y para su alternativa le tocó un hermoso ejemplar, el más serio de toda la corrida... se empleó en un trasteo aseadito... sacó los muletazos limpios y ajustados entre el beneplácito general. Manolo Arruza, pese a su apellido, no venía con vitola de figura. El hombre no se permite improcedentes exigencias, Mató de una estocada baja y se le concedió una oreja... Por la voluntad del muchacho y por las añoranzas de tiempos que, históricamente, no fueron mejores en ningún sentido, se le otorgó el trofeo.

1982: El día 15 de mayo fue la fecha en la que César Pastor confirmó su alternativa. Le apadrinó el linarense José Fuentes y atestiguó la cesión del toro Pelele de Martínez Benavides, Francisco Ruiz Miguel. Discreta fue la actuación del diestro capitalino radicado en Aguascalientes.

El 23 de ese mismo mayo, Jorge Gutiérrez, alternando con Miguel Márquez y con Ruiz Miguel en la lidia de 3 toros de José Joaquín Moreno de Silva (1º, 2º y 3º), 2 de Alonso Moreno de la Cova (4º y 5º) y 1 de Núñez Hermanos (6º), cortó la oreja al tercero de la tarde. Había confirmado el día anterior de manos de Manolo Vázquez y llevando de testigo a Antoñete, con el toro Berlinés de Celestino Cuadri. Esta es la impresión que causó a don Joaquín Vidal en El País: Jorge Gutiérrez... a su Saltillo le hizo una faena en la que no hubo ni un pase de más. Toreó al natural y en redondo cargando la suerte, se echó todo el toro por delante en los de pecho, que marcaba al hombro contrario, y cuando le pidió la muerte, entró a volapié neto y dejó una estocada en lo alto que por sí sola valía la oreja. Al mexicano se le saltaban las lágrimas durante la vuelta al ruedo y besó un puñado de albero, en gesto de agradecimiento al premio que le concedía la capitalidad del mundo taurino. En efecto, tiene un gran valor pues sale de Las Ventas con su cartel en alza, y sin duda lo merece...

Manolo Arruza
1983: Miguel Espinosa Armillita confirmó el 25 de mayo, vestido de nazareno y oro, de manos de Manolo Vázquez y llevando de testigo a José María Manzanares. El toro de la cesión se llamó Piconero y fue de Gabriel Rojas. En el diario El País, de Madrid, don Joaquín Vidal reflexiona lo siguiente: El sexto, también de Ordóñez, manseó, flojeó, y reculaba cuando Armillita pretendía iniciar la faena de muleta. Al responder a un pase de tirón, cayó desvanecido. Doctos espectadores sentenciaron que había sido un infarto de miocardio, y no les íbamos a discutir. Fuera de combate el toro, no pudimos ver a Armillita, que en el borrego de su alternativa y en diversos pasajes del festejo había exhibido detalles de torero bueno. Manejó el capote con finura e instrumentó con naturalidad y estilo las suertes de muleta. Su repetición tiene interés…

1987: Dos sucesos se reunieron el 24 de mayo. Se presentaron en Las Ventas los toros mexicanos de San Mateo (1º y 2º) y San Marcos (3º y 4º) y confirmó su alternativa David Silveti de manos de Tomás Campuzano, llevando como testigo a Nimeño II. La actuación de El Rey David con Huidizo, el toro de la ceremonia fue la siguiente: Silveti le bajó la mano, toreó cadencioso, con gusto, en dos series impecables de redondos. Quizá le faltara dejar la muleta en la cara del animal al rematar los pases. Por eso se enfriaba en público entre muletazo y muletazo. Una verdadera pena, porque tiene buen corte de torero... Debió cortarle la oreja, porque el cornúpeta tenía clase y bondad... escuchó muchas palmas desde el tercio. Acerca de los toros, David declaró a Joaquín Vidal: Estaban demasiado gordos y tenían casi cinco años, ambas condiciones no se dan en México, donde es la ganadería de mayor prestigio. Ha sido una pena que el público no haya podido divertirse.

Resumen del periodo

Años de ausencia: 1976, 1978, 1979, 1980, 1981, 1985, 1986, 1988, 1989.

Festejos toreados:

Curro Rivera, 9: [1971 (2); 1972 (3); 1973 (2); 1977 (2)]; Eloy Cavazos, 4: [1971 (2); 1972 (1); 1975 (1)]; Jorge Gutiérrez, 4: [1982 (2); 1983 (2)]; Antonio Lomelín, 3: [1970 (1); 1971 (2)];  Manolo Arruza, 3: [1975 (2); 1984 (1)]; Manolo Martínez, 2: [1970 (2)]; Mariano Ramos, 2: [1974 (2)]; Rafaelillo, 2: [1975 (2)]; Miguel Espinosa Armillita, 2: [1983 (2)]; Adrián Romero, 1: [1973 (1)] César Pastor, 1: [1982 (1)]; David Silveti, 1: [1987 (1)].

Vuelvo a insistir en que cada uno puede tener, aparte de las fechas aquí recordadas, alguna más que le represente especial significación. El caso aquí no es hacer un recuento exhaustivo de todos los sucesos – pese a lo kilométrico del artículo presente – de este periodo de tiempo, sino rescatar la memoria de algunos de los más señalados. Esta aportación, sumada al recuerdo individual de cada quien, reitero, es una de las cuestiones que hace rica a esta fiesta, que le da memoria y que por ello, también contribuye a su gloria.

Continuará…

domingo, 22 de mayo de 2011

Mexicanos en San Isidro (I/III)

Monumento a Livinio Stuyck, interior de la
Plaza de Las Ventas
Livinio Stuyck, quien según Dominique Lapierre y Larry Collins, es descendiente de unos alfombristas flamencos llegados a España en la época de Felipe V, era abogado y accedió a la gerencia de la empresa Nueva Plaza de Toros de Madrid S.A. (Jardón) en una situación coyuntural que sería temporal en un principio, más su habilidad innata para dirigir se reflejó también en los destinos de la Plaza de Las Ventas, la más importante del planeta de los toros, lo que le haría permanecer al frente de ella más tiempo del que habrían calculado, tanto él, como quienes le encomendaron esa tarea.

Una de las innovaciones que don Livinio llevó al manejo de los asuntos de Las Ventas, fue la creación de una serie de festejos de gran tronío en torno a la festividad de San Isidro Labrador, patrono de Madrid y que tenían por objeto el resaltar la importancia taurina de la Villa junto con las demás festividades que enmarcaban la celebración. La primera Feria Taurina de San Isidro – aunque las ferias fueran cosa de pueblos el Marqués de la Valdavia dixit – se da en 1947 y ya en relación con los toreros mexicanos, será hasta 1951 cuando comiencen a aparecer en ella, pues es al final de la temporada mexicana 46 – 47, que se rompen las relaciones hispano – mexicanas y se reanudan precisamente hasta ese calendario.

El primer torero mexicano en comparecer en San Isidro será Rafael Rodríguez El Volcán de Aguascalientes, que el 16 de mayo de 1951 entrará a sustituir a Manolo dos Santos en un cartel que éste inicialmente formaba junto a los sevillanos Pepe Luis Vázquez y Manolo González, para lidiar un encierro de don Felipe Bartolomé. Al final, de los toros anunciados, solo se lidiaron cuatro, completando la corrida uno de doña Francisca Sancho Viuda de Arribas y otro de Castillo de Higares de don Pedro Gandarias.

Esa tarde Rafael Rodríguez confirmó su alternativa de manos del Sócrates de San Bernardo, siéndole cedido el toro Guitarrero de don Felipe Bartolomé, toro al que le cortó la oreja, en consecuencia, la primera que un torero mexicano ha obtenido en esta trascendente feria taurina. Para la anécdota, contaba El Volcán que teniendo preparado el inicio de su campaña para unas semanas después, la ropa de torear que había encargado a la maestra Marcén no estaba lista, por lo que cuando se le avisó de la sustitución, no tenía un terno para vestir y de esa manera, Antonio Velázquez le prestó un terno blanco y oro, nuevo, que fue el que sacó para tan señalada corrida, vestido que después le obsequió Corazón de León y que la familia del diestro hidrocálido aún conserva con gran orgullo.

Debido a la extensión del tema – abarca seis décadas – intentaré presentárselos en tres partes, la primera que cubrirá las décadas de los 50 y 60; una segunda que se referirá a los años 70 y 80 y la final que amparará desde los años 90 y hasta la fecha. El objeto de lo que se relacione aquí, será exclusivamente la Feria de San Isidro, motivo por el cual, no obstante su cercanía cronológica, no quedarán comprendidos aquí, hechos ocurridos en otras ferias o festejos señalados, como la Corrida de la Beneficencia, o la Feria del Campo, que se daba en los años 50, la de la Comunidad o la más reciente del Aniversario, insisto, aunque a veces, en el tiempo, no tengan diferencia temporal con la del Santo Patrono, pues el objeto es meramente lo que se anuncia y abona como Feria de San Isidro.

Los 50 y 60. La Edad de Plata Mexicana

Ya apuntaba arriba que fue El Volcán de Aguascalientes quien abrió la presencia mexicana en lo que inicialmente se quiso denominar como Corridas Extraordinarias del Santo Patrono y en esos cuatro lustros de lo que bien puede considerarse como la Edad de Plata del Toreo en México, fueron quienes llevaron el pendón nacional a lo que se considera la principal plaza de toros del mundo.

Confirmaron su alternativa o actuaron en ese periodo de tiempo, además del citado Rafael Rodríguez, diestros como Manuel Capetillo, Jesús Córdoba, Juan Silveti, Joselito Huerta, El Ranchero Aguilar o Alfredo Leal y de lo sucedido en esas calendas, destaco lo siguiente:

Juan Silveti
1952: El 15 de mayo de 1952 confirmó su alternativa Manuel Capetillo. Le apadrinó Paquito Muñoz y llevó de testigo a Antonio Ordóñez. Esa tarde le cortó la oreja a Brillante, que fue el toro de la ceremonia y que fue de Antonio Pérez de San Fernando, como todos los corridos ese día. Giraldillo, cronista del ABC madrileño, señaló acerca de la actuación del diestro mexicano: …hubo unánime petición de oreja, concedida con los honores de la vuelta al ruedo y la salida hasta el centro, pues las palmas seguían. Capetillo, en el séptimo toro de los 63 que han de correrse, había puesto un punto de luz en la Feria de San Isidro...

El día 24 de mayo Jesús Córdoba tras de fallar con la espada da dos celebradas vueltas al ruedo en corrida en la que alternó con Manolo Vázquez y Julio Aparicio en la lidia de toros de Sánchez Cobaleda. De él dijo esa tarde Manuel Sánchez del Arco Giraldillo, cronista del diario ABC de Madrid: Torea tan limpiamente que ello, acaso, le perjudique para los que adoran el barullo del torero y el toro rebujado en maraña emocionante... sin una concesión ni a los morenos del sol ni a los pálidos de la sombra…

Al día siguiente, Juan Silveti se convertiría en el primer torero mexicano en abrir la Puerta Grande de Las Ventas en San Isidro y escribiría una de las grandes páginas de su historia y de la Feria, al quedarse casi con la corrida completa de Pablo Romero que en principio lidiaría en unión de Raúl Acha Rovira y Pablo Lozano. Canario, el tercero de la tarde hiere primero a Pablo Lozano y después a Rovira. Así, Silveti se queda con Chaleco, Campero Cautivo y es al quinto, Campero, al que de acuerdo con la crónica del nombrado Giraldillo, el hijo del Tigre de Guanajuato, toreó estupendamente al natural, para cortarle las dos orejas y salir a hombros junto con el mayoral de la ganadería.

1953: Por primera vez en la historia de la Feria, un diestro mexicano se acartela tres tardes. Es Jorge El Ranchero Aguilar, quien había confirmado el verano del año anterior. La primera, el 10 de mayo, sirviendo de testigo para que Jerónimo Pimentel le confirmara la alternativa a Emilio Ortuño Jumillano, con toros de Antonio Pérez de San Fernando, siendo aplaudido; la segunda, el día del Santo, para lidiar toros de Fermín Bohórquez y alternar con Rafael Ortega y Antoñete, con lleno de no hay billetes, está discreto y dos días después, alternando con Antonio Bienvenida y Rafael Rodríguez en la lidia de toros de Joaquín Buendía, salda su participación con una vuelta al ruedo tras la lidia del tercero.

1957: José Ramón Tirado, hábilmente apoderado por El Pipo, quien aprovechó que en la temporada anterior el sinaloense cortó orejas en tres novilladas consecutivas, abriendo la puerta grande la última de ellas, le coloca en tres de los carteles más señalados de la Feria de ese mayo. Confirma el 10 de mayo, de manos de Julio Aparicio y llevando como testigo a Antoñete, lidiándose toros de Eusebia Galache de Cobaleda. Repite al día siguiente alternando de nuevo con Julio Aparicio y Manolo Vázquez en la lidia de 3 toros de Atanasio Fernández, 1 de El Pizarral de Casatejada (3º), 1 de Flores Albarrán (5º) y 1 de Eusebia Galache (6º) y cierra su comparecencia a la semana exacta de su presentación actuando junto a Gregorio Sánchez y de nuevo Manolo Vázquez para enfrentar toros salmantinos de Barcial. El resultado de las tres tardes del mazatleco no fue halagüeño y quedan como un hecho meramente anecdótico.

En esa misma feria, Joselito Huerta – quien había confirmado en el San Isidro del año anterior –, el 15 de mayo, al alternar con Rafael Ortega y Chicuelo II en la lidia de toros de Pablo Romero – el de Tetela sustituía a Antoñete – fue herido gravemente. El parte rendido por el doctor Jiménez Guinea dice: Herida en parte alta de la región glútea izquierda, con una trayectoria ascendente de 15 centímetros hacia región lumbar, que produce destrozos en los músculos de la región lateral del abdomen y termina a nivel de la duodécima costilla, calificada de pronóstico grave.

Jesús Córdoba
El 19 de mayo Jesús Córdoba actuó por última vez en una Feria de San Isidro, sustituyendo al herido Joselito Huerta. Alternó con José María Martorell y Gregorio Sánchez y llevaron por delante al rejoneador portugués Simao da Veiga. Los toros fueron de Salvador Guardiola para los de a pie y del Marqués de la Ribera para rejones. La opinión de José María del Rey Selipe acerca de esta actuación del Joven Maestro es en este sentido: …Llevó a cabo el mejicano dos faenas limpias, tersas y elegantes, con un sereno entendimiento del toreo, que desarrolló principalmente con la muleta en la mano derecha mediante pases redondos acabados y de excelente traza... Esta actuación fue premiada con una aclamada vuelta al ruedo, quedándose sin orejas nuevamente por sus fallos con la espada.

1962: Alfredo Leal firma tres tardes para la Feria de este calendario. Se presenta el 13 de mayo alternando con Gregorio Sánchez y Curro Girón, con el prólogo del rejoneador Ángel Peralta, para lidiar 5 toros de Antonio Pérez Angoso (uno para rejones) y 2 de María Montalvo (5º y 6º). La segunda comparecencia de El Príncipe del Toreo sería siete días después, flanqueado por Curro Romero y Manolo Vázquez y llevando por delante al caballero jerezano Fermín Bohórquez. Los toros para la ocasión serían de Carlos Núñez para los de a pie y el de rejones, de las dehesas del propio caballista. Cerraría su actuación abriendo con los rejoneadores Ángel y Rafael Peralta y alternando con Curro Girón y Rafael Chacarte en la lidia de 7 toros de Clemente Tassara. De acuerdo con las crónicas de Antonio Díaz – Cañabate – por lo leído, poco amigo de lo mexicano – la actuación de Leal fue desafortunada en esas tres tardes.

1963: Se presentan por primera vez novilleros mexicanos en la Feria. El 25 de mayo lo hace el regiomontano Fernando de la Peña, quien alterna con Jerezano y José María Aragón en la lidia de 4 novillos de Carmen González de Ordóñez y 2 de Antonio Ordóñez (2º y 6º) y el día 26 cierra la feria Óscar Realme, que alterna con Jerezano y Antonio Medina en la lidia de novillos de Clemente Tassara. Al final, Realme y Jerezano quedaron mano a mano, pues el tercero de la tarde hirió muy grave a Medina.

1964: El 31 de mayo Antonio Sánchez Porteño, debutante en Madrid, abre la Puerta Grande – es el último mexicano en hacerlo en esta etapa histórica – de Las Ventas al cortarle las dos orejas al tercer novillo de un importante encierro del Marqués de Albayda, cuando alternaba con José Luis Barrero y Antonio Sánchez Fuentes. Sobre este festejo escribió Antonio Díaz – Cañabate: La novillada del señor marqués de Albayda fue magnífica. Fue soberbia. Fue ejemplar. Sobre todo esto, ejemplar. Demostró lo que vengo sosteniendo con reiteración, que la fiesta es de toros y que los ganaderos, en su afán de complacer a los toreros, la han convertido en fiesta de los borregos. El señor marqués de Albayda, por lo menos en esta novillada, ha sabido conservar la casta, la fiereza de los toros... Dos vueltas al ruedo a dos toros, primero y quinto. Cuatro orejas e innúmeras ovaciones a los toreros. Vuelta al ruedo acompañado de los espadas. Es decir, la apoteosis de la casta. El triunfo de los toros sobre los borregos... Un triunfo auténtico del novillero acapulqueño, que no tuvo ocasión de reiterarse. 

Alfredo Leal
Antes, el tlaxcalteca Gabino Aguilar se había presentado el día 10 de mayo, alternando con Rafael Corbelle y el cordobés Manuel Cano El Pireo en la lidia de novillos de Andrés Parladé. El compromiso lo cerró Gabino con discreción, teniendo ya en puerta su alternativa en la cercana Corrida de la Beneficencia.

1966: El 26 de mayo el torero de Monterrey, Raúl García confirma su alternativa de manos de Paco Camino y llevando de testigo a El Cordobés. El toro de la cesión se llamó Camilloso, de Francisco Galache. Fue una corrida en la que el padrino y el testigo fueron abroncados toda la tarde, por imputárseles la blandura y poca presencia de los toros lidiados, en tanto que al regiomontano, como confirmante, se le trató respetuosamente, pero el éxito fue ausente para todos.

Resumen del periodo

Años de ausencia: 1958, 1959, 1960, 1961, 1967, 1968, 1969.

Festejos toreados en el periodo:

Joselito Huerta, 7 [1956 (2), 1957 (1), 1964 (2), 1965 (2)]; Jesús Córdoba, 5 [1952 (2), 1954 (2), 1957 (1)]; Manuel Capetillo, 3 [1952 (2), 1963 (1)],  Jorge El Ranchero Aguilar, 3 [1953]; José Ramón Tirado, 3 [1957]; Alfredo Leal, 3 [1962]; Rafael Rodríguez, 2 [1951 (1), 1953 (1)]; Juan Silveti, 2 [1952 (1), 1954 (1)]; Antonio Campos El Imposible, 2: [1963]; Miguel Ángel García, 1 [1955]; Raúl García, 1 [1966]; Fernando de la Peña, 1 [1963, novillada]; Óscar Realme, 1 [1963, novillada]; Antonio Sánchez Porteño, 1 [1964, novillada]; Gabino Aguilar, 1 [1964, novillada].   

A mi parecer, estos son algunos de los hitos que marcan la presencia de México en la Feria de San Isidro en este periodo de la Historia. Cada quien, en su opinión particular, podrá recordar estos mismos u otros distintos. No obstante, la riqueza de esta fiesta y de su Historia, está precisamente en lo que cada uno de nosotros podamos aportar a su recuerdo.

Continuará… 

lunes, 16 de mayo de 2011

16 de mayo de 1920: Los hechos de Talavera de la Reina según Rafael El Gallo

Detalle del cartel anunciador de la
corrida del 16 de mayo de 1920
(Colección Gabriel Vegas)

Por algunas razones que no vienen al caso, en las últimas semanas me he mantenido más lejos del ordenador que de costumbre y más cerca de los libros también. Uno de los que retomé para su lectura, después de muchos años, fue el de Marino Gómez Santos, Mi Ruedo Ibérico, el que compendia una serie de magníficas y extensas entrevistas a toreros de distintas épocas en las que, a diferencia de la interviú de hoy, Gómez Santos deja a sus interlocutores hablar, hablar a su aire a partir de leves insinuaciones que les hace. Eso enriquece la obra en comento y dibuja de manera extraordinaria al personaje entrevistado.

Hace más o menos un año, un amigo, Gabriel Vegas, me envió la imagen que encabeza esta entrada, a propósito del díptico que entonces publiqué conmemorando el nonagésimo aniversario de la tragedia de Talavera y exponiendo la visión de la prensa regional toledana sobre el asunto. En su comunicación sobre el envío, me hacía notar que el cartel que ilustraba el primer artículo, era una alegoría realizada a posteriori y que el auténtico era el que en presentación más humilde, se imprimió en la Imprenta Velasco de Madrid, sita en Marqués de Santa Ana número 11, duplicado. En su comunicación, me pedía incluirlo en esas entradas, pero le respondí entonces que me parecía un desperdicio dejar un documento tan valioso en algo que quedaría archivado, por la relativa frecuencia con la que actualizo esta bitácora. (A petición del propio Gabriel recorté parte del cartel, para evitar que sea usado con fines de falsificación)

Taleguilla usada por Joselito en Talavera
(Museo Taurino de Valencia, imagen aportada por
Gabriel Vegas)
Así que ofrecí a Gabriel el publicar alguna arista sobre este tema al año siguiente, para publicar la imagen que tan gentilmente me envió, junto con otras dos que tiempo después me hizo llegar también y allí empezaron mis quebraderos de cabeza, pues me pareció un despropósito el reiterar alguna temática trillada o el recurrir a algún lugar común – con mis disculpas a Monsieur Flaubert – pero en la lectura del libro de Marino Gómez Santos al que al principio aludía, se me abrió el panorama, dado que allí hay una serie de charlas que durante quizás una semana de abril de 1959, sostuvo con Rafael El Gallo, en la casa familiar de la sevillana calle O'Donnell y entre los temas tratados, está precisamente el de Joselito y los sucesos de Talavera de la Reina.

Lo que contó Rafael a Gómez Santos no es una versión al uso y aunque en otro sitio de esta misma Aldea he señalado que a El Gallo no debemos recordarle por sus bagatelas, sino por su esencia como torero, considero que en este caso vale la pena saber cómo le venía a la memoria, justo un año antes de morir, la tragedia del 16 de mayo de casi 40 años antes:
…¿Dónde estaba Usted aquella tarde…?
- La corrida de Talavera se hizo para mí y para Ignacio, pero José me dijo: «Quítate de Talavera y vete a Madrid. Cógete el sitio mío, porque yo no voy a ir.» José estaba disgustado por lo que ocurría con la corrida de Urquijo.
- Pero ¿qué ocurrió?
Rafael el Gallo se aprieta el pañuelo de seda blanco al cuello.
- Que la marquesa de Urquijo iba a dar la primera corrida de su ganadería y quería que la torease José. Todo el mundo se opuso a que José fuese a Madrid con toros desconocidos. Y José no quieras saber cómo se puso. Dijo que o no toreaba la corrida de Urquijo o no iba. Por eso no quiso torear en Madrid y me dijo a mí que fuese yo, porque no acababa de ponerse de acuerdo con la empresa.
Coloca los brazos sobre la mesa y apoya sobre ellos la barbilla.
- Ese día, 16 de mayo, me reemplazó en Talavera. En Madrid amaneció lloviendo.
El Gallo, al levantarse de la cama la mañana de la corrida, se fue al balcón para ver la cara al día. Llovía torrencialmente. Se quedó un buen rato contemplando el aguacero, miró al cielo turbio y se fue al teléfono para comunicar con Juan Belmonte, con quien debía torear aquella tarde.
- Oye, Juan: te llamo para decirte que si nos vestimos, porque el día ha amanecido infame. ¿A ti qué te parece?
- Hombre, Rafael, yo creo que debemos vestirnos, no sea que a las cuatro «campe» y nos coja en pijama.
El Gallo le dijo a su mozo de espadas que fuese vistiéndole. Sonaba el agua torrencial en los cristales.
- Yo no sé para qué se viste usted, maestro, porque han dicho abajo que en Talavera se ha suspendido también por la lluvia. En Madrid, seguro que también se suspende – le dijo el mozo de espadas.
Rafael el Gallo sintió entonces un alivio inmenso de que suspendiese la corrida de Talavera que iban a torear Joselito y Sánchez Mejías. No sabía por qué, pero estaba contento.
- Vete despacio vistiéndome, que me parece a mí también que no va a cesar de llover y vas a tener que desvestirme.
Sonó el teléfono en la habitación.
- Maestro, que resulta que en Madrid se ha suspendido y en Talavera se está celebrando.
El Gallo comenzó a vestirse de calle y pidió que le marcasen el número de teléfono de Belmonte.
- Oye, Juan: ¿sabes que se ha suspendido en Madrid?
- Sí, acaban de pasarme recado.
- Oye, yo creo que lo mejor será que vaya a recogerte para ir a tomar un cocido a Casa Morán. Estoy aquí en el hotel con el marqués de Llen, que tiene el coche abajo. No tardamos nada.
El Gallo, con el marqués de Llen, bajaba por la escalera del hotel. Al llegar a la conserjería entraba un repartidor de telegramas.
- No se vaya, don Rafael, que es para usted.
Ajeno completamente a la posible tragedia que no había pensado aquella tarde, el Gallo abrió el telegrama: «José, cogida gravísima vientre.»
Ahora, al referirse al telegrama, Rafael el Gallo palidece. Su semblante se torna sombrío. Cambia su tono de voz.
- Yo pensé en seguida que aquello no era nada tranquilizador, porque si era una cogida gravísima en el vientre, lo más probable es que no tuviera salvación. «Lo ha matado», pensé rápidamente.
El marqués de Llen puso en marcha un flamante Rolls – Royce.
- Belmonte me aguardaba para ir a Casa Morán a tomar el cocido, y como no había salido del cuarto no se enteró de lo que ocurría hasta que nosotros estábamos en la carretera.
La noticia llegó a Madrid con rapidez.
- Al llegar a Alcalá para entrar en la Puerta del Sol, la gente se agrupaba en Teléfonos. Era un enjambre que se revolvía como si se tratase de una revuelta política. Bueno, en la Puerta del Sol aquello ya no puede explicarse. No cabía una persona más. Estaba hirviendo.
El Gallo gesticula con la mano.
- ¡Hirviendo estaba aquello! No sé si la gente esperaba noticias o sí sabían todo lo que pasaba.
 En medio de la carretera, que estaba en reparación, había grandes montones de piedras.
- Pasamos sobre ellas como por un tobogán. No sé a qué velocidad íbamos, ni cómo llegamos a la plaza de Talavera. Cuando entré en la enfermería me encontré con dos médicos jóvenes, amigos de José, que estaban ya lavándose las manos. Tenían los brazos manchados de sangre. Al volverme así, vi a José tendido, con el vestido de torear roto a jirones y la cara pálida. Estaba ya de cuerpo presente.
En el rostro de Rafael, continente de cuero, aparece una lágrima.
- Me quedé solo con él, mirándole, contemplándole. Blanquito, el pobre, estaba acurrucado en un rincón.
- Pero ¿y la gente de Talavera, Rafael?
- Había ido al pueblo a llorar.
Esta contestación del Gallo me produce una profunda impresión.
- Sí; la gente había ido a llorar al pueblo. Mi cuñado Ignacio se fue a la estación a gestionar el que reforzaran los turnos del telégrafo.
 Se le rompe la voz. Respeto el silencio. No quiero preguntarle nada.
- José estaba allí, de cuerpo presente.
Me acuerdo de aquellas imágenes certerísimas de Lorca:
Tres golpes de sangre tuvo,
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
A medianoche se percibió el rumor lejanísimo de un motor de automóvil. Prestó atención.
- Junto a la ventana de la enfermería se detuvo un automóvil. Oí un portazo. Empujaron la puerta y vi que entraban la reina Victoria y el rey don Alfonso XIII. No saludaron. Se fueron derechos a arrodillarse a los pies de José. Recuerdo que el rey dijo: «Victoria, ¿has traído el rosario?» La reina dijo que sí: «Vamos a rezar», dijo el rey. Yo estaba empezando a sentirme enfermo, porque no he podido llorar nunca, y eso hace mucho daño al corazón. Me quedé mirando como rezaban los reyes. La reina llevaba un velo negro sobre la cara, muy tupido. Al marcharse, don Alfonso me dio un abrazo y me dijo: «¡Lástima de hombre el que hemos perdido, Rafael!»
A los pocos momentos de haber emprendido los reyes el viaje de regreso a Madrid, la gente que estaba llorando en el pueblo llegó hasta la enfermería de la plaza de toros de Talavera.
- Las mujeres entraban, sin saber por dónde. Entraban atropellándose, y al encontrarse frente a mi hermano de cuerpo presente, decían: «¡José!» Y no decían más porque se desmayaban. Los hombres, con la gorra de visera en la mano, le miraban, se quedaban muy pálidos y acababan por caerse al suelo también. Hubo que prestarles auxilio, y los médicos acabaron todas las cosas que tenían en el botiquín.
Rafael da una palmada en el brazo de madera del sillón.
- ¡Ea, hablemos de otra cosa!
No le digo nada. Y él sigue con su recuerdo melancólico encerrado en la plaza mayor de su cabeza.
- Al día siguiente me puse malo. Estuve siete meses en cama. Creí que también yo me iba «pá» allá.
Pienso que por hoy ya basta el relato. Me despido de Rafael el Gallo, que se queda en su cuarto. Salgo al pasillo, en penumbra. Las mujeres cosen silenciosamente en el comedor.
- Buenas noches.
- Vaya usted con Dios…
(Marino Gómez Santos, Mi Ruedo Ibérico, Ed. Espasa Calpe, Colección La Tauromaquia, Vol. 37, 1ª edición, Madrid, 1991, Págs. 76 a 79)
Museo Taurino de Valencia
(Cortesía Gabriel Vegas)
Como pueden deducir de la lectura de lo transcrito, la versión de El Gallo no es una versión común y corriente de lo sucedido en Talavera. No obstante, resulta de interés saber cómo vio y se vio Rafael ese día, al menos en los remolinos de su mente. Por esa razón no haré comentario alguno, ni la contrastaré con la prensa de la época, creo que vale por sí sola y por lo que en sí representa, por lo que no tiene caso el intentar acreditar o desacreditar su contenido y sí por el contrario, disfrutarlo intensamente.

Espero que pese a su extensión, esto haya resultado de su interés.

domingo, 8 de mayo de 2011

La Feria de San Marcos y su actual estructura a 40 años vista, y XII

La proyección hacia el futuro de la apuesta de Guillermo González Muñoz

Guillermo González y José Julián Llaguno en el callejón
de la Plaza San Marcos (Archivo Carlos Meza Gómez)
En otro artículo de esta serie había apuntado que después de la Feria Guadalupana de 1956 en El Toreo de Cuatro Caminos no se había intentado, con visos de permanencia, otro ejercicio de implantar una feria a la española en ninguna otra ciudad mexicana, donde se seguía prefiriendo el concepto de temporada, con festejos semanales en una determinada época del año.

En la Ciudad de México es aún más notorio el rechazo a ese tipo de programación, pues tras de la experiencia de ese 1956, se volvió a intentar en el Palacio de los Deportes en los años 70 y 80 y alguna vez en la Plaza México en un fin de semana largo cercano a un 5 de febrero con escasa respuesta de público y afición e insisto, allí prima la idea de dos temporadas bien diferenciadas, la de otoño – invierno para las corridas de toros y la de primavera – verano para las novilladas y eso es así casi desde los inicios del Siglo XX.

Cuando Guillermo González Muñoz digamos, injerta la idea que don Livinio Stuyck posicionó en Madrid a partir de 1947 – pese a la oposición de personajes como el Marqués de la Valdavia, que no quería que se llamara Feria de San Isidro, sino algo así como Corridas Extraordinarias del Santo Patrono, para no dar un “toque pueblerino” al serial –, era difícil predecir cuál sería el desenvolvimiento en el futuro próximo de una feria así, porque si bien, en ese 1971 cuatro de las seis corridas se saldaron con llenos de acuerdo con las crónicas revisadas, la tónica respecto del ganado lidiado fue su escasa presencia y su desesperante falta de bravura.

Pero aún en esas condiciones, Guillermo González Muñoz repetiría la experiencia al año siguiente, aumentando el número de festejos y logrando llenar la plaza casi en la totalidad de ellos, pese a que para ese calendario no logró la contratación de Manolo Martínez, por lo que la serie de corridas descansó sobre Curro Rivera. Ante tales evidencias, empresarios como Ignacio García Aceves, Joaquín Guerra y varios más, comenzaron a ofrecer propuestas similares en las plazas que regentaban, al ver que el modelo funcionaba.

Entradón en la Plaza San Marcos Ca. 1971
(Archivo Carlos Meza Gómez)
Así pues, este tipo de feria que se dio por primera vez en Aguascalientes en 1971, resulta ser un parteaguas en la historia del empresariado taurino mexicano. A partir de ella las celebraciones cívicas y patronales de las ciudades taurinas de México se disfrutarían con series continuadas de festejos y no con alguno destacado, pero aislado dentro o fuera de una temporada.

Sobre los resultados que se iban produciendo, se fueron haciendo correcciones al esquema original. Por ejemplo, entre nosotros no se utiliza el esquema del abono, que implica que el titular de éste debe retirar la totalidad de las entradas del ciclo que el mismo ampara, generalmente con un descuento sobre el precio suelto de las mismas; aquí se aplica el derecho de apartado, que es un sobre precio que se paga a la empresa por reservar la entrada hasta un cierto plazo antes del festejo – en Aguascalientes son 72 horas – y el titular del apartado puede decidir si lo retira o no. En los festejos de entre semana, aunque fueran nocturnos, se veían entradas magras y además, tienen el sambenito de que la luz artificial afecta el juego de los toros; por esa razón, se procuró agrupar los festejos en la cercanía de los fines de semana, para darlos siempre de día y así se ofrecen en tres o cuatro bloques, para garantizar mejores entradas, eliminando al tiempo los nocturnos, que al inicio del esquema, permitían dar festejos todos los días de la semana.

El éxito así fue rotundo. La Plaza de Toros San Marcos tiene capacidad para cuatro mil espectadores. En 1971 tenía 75 años de ser el centro de la atención taurina de nuestra feria. Para 1973 se había convertido en un escenario insuficiente por su capacidad y en 1974 se dio en ella la última feria completa – el 24 de abril 1996 se ofreció una corrida suelta por el centenario de su inauguración – que albergara, porque para 1975, el serial se mudó a la nueva Plaza Monumental Aguascalientes, que en esos días duplicaba la capacidad de la San Marcos.

La otra cara de la moneda

Vista aérea de la Plaza San Marcos
(Foto: Google Maps)
El otro aspecto de la Feria de San Marcos así concebida, es que poco a poco se fue diluyendo la idea de una temporada de toros fuera del tiempo de feria. Mientras Guillermo González Muñoz tuvo el manejo de las cosas de la fiesta aquí, centró su esfuerzo en esa feria y procuró conservar algunas fechas tradicionales como la Navidad, el Año Nuevo, el 15 de agosto, el 16 de septiembre o el 20 de noviembre, además de tener un sagaz sentido de la oportunidad para aprovechar fechas  sueltas de toreros importantes y ofrecer corridas extraordinarias de gran atractivo.

Pero los tiempos cambiaron y las empresas también. Hoy, esa aportación de Guillermo González Muñoz es el único eje de la Fiesta en Aguascalientes y en la mayoría de las ciudades taurinas de México, que con alguna variación insustancial, consideran así solventado su compromiso con sus respectivas aficiones.

Desde aquí expreso mi reconocimiento a un gran empresario, aficionado y por qué no, revolucionario en estas cosas, don Guillermo González Muñoz, quien hace 40 años le dio a nuestra Feria de San Marcos, la identidad y la estructura que hoy tiene.   

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