domingo, 2 de agosto de 2009

1934 – 1935: Lorenzo Garza y El Soldado, mano a mano, los amos de Madrid (y II)


Para el año de 1935, la fiesta en Madrid se había trasladado a una nueva casa, la Plaza de Toros de Las Ventas. Como todos los escenarios taurinos nuevos, la plaza de toros que todavía hoy es el principal escenario táurico del mundo era objeto de múltiples críticas, tanto por su ubicación, como por la oportunidad de su puesta en funcionamiento, dado que la tradición y la historia registrada en la de la Carretera de Aragón hacían creer que la nueva era hasta cierto punto superflua.

Los personajes de esta historia ya no eran en este momento dos novilleros deseosos de gloria. Lorenzo Garza había recibido la alternativa el 29 de septiembre de 1934 en Aranjuez, de manos de Juan Belmonte – había renunciado a una que el 6 de agosto de 1932 le diera en Santander Pepe Bienvenida –, en tanto que El Soldado se había hecho matador de toros el 24 de marzo de 1935 en Castellón, de manos de Rafael El Gallo y había renunciado a una alternativa que Cagancho le había otorgado en El Toreo de México el 5 de marzo de 1933.

26 de mayo de 1935. 4 toros de Gallardo y dos de Ramón Ortega (5º y 6º) para Manuel Jiménez Chicuelo, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado.

Solo Garza cortó la oreja del quinto esa tarde, que fue infumable por la combinación de los problemas que causaron los toros y el piso del ruedo. La relación de don Gregorio Corrochano en el ABC de Madrid del 28 de mayo siguiente resalta en lo siguiente:

...He de averiguar a qué término municipal pertenecen los terrenos donde está enclavada la nueva plaza de toros, porque tengo la esperanza de que no sea término de Madrid. Y me refugio en la esperanza, porque si lo que está ocurriendo en esa plaza ocurre fuera de Madrid, aun no siendo muy recomendable, tendría menos trascendencia; ahora si se demuestra que esa plaza es la plaza de Madrid, está la fiesta perdida...

...El hecho es que dede que nos hemos trasladado a las Ventas del Espíritu Santo, o nos hemos salido de Madrid o hemos perdido ya la noción de lo que eran las corridas en Madrid. La plaza vieja - ¡vieja admirable! - nos ve ir y nos ve venir y no se derrumba, como si esperara que una tarde, cansados, volvamos a ella, a ver si encontramos los toros de Madrid...

...El domingo vino una de esas corridas que antes no venían a Madrid, y que vienen ya sabemos por qué, y fue, como era de esperar, una corrida impresentable: toros que no tenían fuerza, ni la precisa para sostenerse en pie... toros que había que lidiarlos con gran cuidado, por delante y con las manos altas, para sostenerles, evitar que se cayeran y no hacerles daño. Es decir, todo lo contrario de lo que debe ser el toreo cuando hay toros, que es castigo y dominio y riesgo. Los toros de Gallardo venían ya castigados desde Algeciras... Dos toros fueron retirados, el quinto, que parecía tener más fuerza que los otros, porque salió correteando abanto y el sexto porque no se podía tener, ahora que los sobreros de Ramón Ortega eran más chicos, sobre todo el último, verdaderamente abecerrado... Nota curiosa. Como el piso de la plaza está en muy malas condiciones, y constantemente tienen que tapar hoyos los areneros, me hicieron observar que con los toros en la plaza, estaban los areneros tranquilamente trabajando. Ni para los areneros había toros. Y sin toros no puede haber ni corrida, ni reseña…

30 de junio de 1935. 5 toros de Clairac y uno de Bernardo Escudero (6º) para Marcial Lalanda, Lorenzo Garza y El Soldado.


Con este festejo se dio por terminada la temporada madrileña de ese año y fue uno de esos que solamente quedan para la bitácora, pues ningún hecho memorable se produjo en el mismo. El juicio que de este festejo hace don Gregorio Corrochano en el diario madrileño ABC del 2 de julio siguiente es agrio, sin acabar de digerir la manera de hacer en el ruedo de Lorenzo y de Luis y cuestionando duramente la actuación de Marcial. De su crónica extraigo lo siguiente:

...Marcial era el único que podía poner en la tarde la nota de torero. No la puso y la corrida fue una calamidad. Para mí estuvo desacertado incluso en hacer señas al presidente para que cambiara el tercio de varas. No porque el toro necesitara más, sino porque nos estamos lamentando siempre que no se pican los toros, y es preferible un error por exceso que por defecto; no vayan a contribuir los propios toreros a lo que luego lamentan...

...Con Marcial falló toda la corrida, pues Garza y El Soldado demostraron una vez más todo lo que desconocen del toreo...




Este fue el epílogo de una historia que dos de los más grandes toreros que ha dado este país iniciaron en Madrid. De allí salieron a labrarse una gran carrera que les puso en un lugar privilegiado en la Historia del Toreo y es por eso que hoy pongo a consideración de Ustedes el recuerdo de estos fastos que sin duda, son parte de la razón de la grandeza de esta fiesta.

sábado, 1 de agosto de 2009

1934 – 1935: Lorenzo Garza y El Soldado, mano a mano, los amos de Madrid (I)

El pasado miércoles se cumplieron 75 años de una hazaña en la que los personajes centrales son dos de los más grandes toreros que ha dado este País. El primero, originario de Monterrey, destacado intérprete del pase natural, Lorenzo Garza, llamado por sus desencuentros con las masas El Ave de las Tempestades y el otro, capitalino, Luis Castro, El Soldado, uno de los más puros ejecutantes del toreo a la verónica que conocemos.



Garza y El Soldado se encontraron 5 veces en Madrid. Tres veces como novilleros y dos ya con alternativa, estas en la Plaza de Las Ventas. El sumario de sus encuentros en la primera plaza del mundo es como sigue:

29 de julio de 1934. Novillos de Gamero Cívico, antes Torre Abad, para Cecilio Barral, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado.

Es este quizás, el más conocido y por ello, el encuentro de estos dos toreros mexicanos en la Villa y Corte, que se ha convertido en una especie de lugar común. Cecilio Barral, un torero al que Cossío califica de enterado y con buenas maneras, que entró en sustitución de última hora por el originalmente anunciado Juanito Jiménez se fue al hule tras de matar al primero de la tarde y los dos mexicanos se quedaron con el resto del encierro.

La versión de Eduardo Palacio, que hizo la crónica del festejo en la edición del diario ABC de Madrid correspondiente al martes 31 de julio de 1934, destaca lo siguiente:
Gestación de un mano a mano… La corrida era de Torre Abad, bien puesta, brava y de bonita presentación, aunque desigual en tamaño, por culpa del bicho lidiado en tercer lugar, de bastantes menos arrobas y mogón del derecho por añadidura. La res que rompió plaza y la jugada en quinto lugar eran gazapona; mas ninguna de las seis, ofreció grandes dificultades para la lidia. El primitivo cartel de la fiesta tenía al frente de la terna de espadas a Juanito Jiménez, pero se negó, mal aconsejado, a torear la corrida en cuestión, previos los requisitos legales, claro es, y se le substituyó con Cecilio Barral, diestro modesto, desentrenado, veterano ya en la profesión, pero, que, puso un destello de amor propio en la actuación brevísima que tuvo. . .

Acerca de El Soldado ante el segundo de la corrida

Cuadró éste, y aquél paseó la vista por la plaza, y después como la cosa más natural del mundo, arrojó la muleta a sus espaldas, sacó parsimoniosamente su pañuelo de bolsillo; y con él en la izquierda, arrancó a herir guapamente y, dejó media estocada lagartijera, que tumbó patas arriba al astado, Lo que vino después se lo imaginara el lector. Una verdadera apoteosis: las dos orejas, el rabo, dos vueltas, al ruedo, salidas a los medios, aclamaciones, Un verdadero delirio. Aficionado antiguo, había, el célebre Vidriero de Ministriles, entre otros, que no podía ocultar su emoción al pensar que lo que acababa de ver le quitaba de encima cincuenta o más años...

Respecto de Garza ante el cuarto de la tarde:

...en cuanto cuadró éste tiró la muleta, y sin nada en la mano izquierda, entró a herir, con mil toneladas de valor en el corazón y su infantil sonrisa en los labios, señalando un gran pinchazo. Se agachó, tomó de nuevo la franela, dio cinco o seis pases más y se volcó sobre el morrillo en un magno volapié. Hizo explosión el legítimo entusiasmó del público, se le concedieron al espada las orejas, se paseó en hombros por el ruedo, y el muchacho se zafó de los que le llevaban, se dirigió: al burladero, donde su compañero descansaba, le obligó a salir de él, y juntos dieron la vuelta al anillo y salieron a los medios. Ya estaba gestado el mano a mano...

Aquí una observación, el lugar común en la narración popular de esta tarde, es que Garza mató al cuarto sin la muleta en la mano izquierda, cuando de las crónicas, tanto la de Eduardo Palacio del ABC, como la de José Tulla en El Siglo Futuro y C.A. en La Época coinciden en que cuando se tiró a matar a cuerpo limpio, pinchó al toro y después, se tiró a matar de manera ortodoxa e hizo la suerte del volapié con todas las de la ley. Es entonces que así mató al toro y es también que es un detalle omitido por la conseja popular y que aquí, con la consulta de las fuentes disponibles y apropiadas, aclaro.



8 de agosto de 1934. Novillos de Juan Sánchez de Terrones, para Miguel Cirujeda, Lorenzo Garza y El Soldado.

En esta oportunidad la buena novillada salmantina de Terrones permitió a nuestros paisanos reiterar que lo logrado dos domingos antes, no fue obra de la casualidad, aunque el saldo en apéndices no fuera igual para todos, pues en esta ocasión es solamente Lorenzo Garza quien se lleva las orejas, aunque el ambiente continúa favorable a ambos. De la relación de José Tulla en el diario El Siglo Futuro de Madrid, del 10 de agosto de ese año destaco lo siguiente:

…Pocas horas estuvo abierto el despacho de localidades. A las cuatro de la tarde del miércoles todo el papel lo tenían los «reventas» y algunos afortunados aficionados. La corrida de ayer salió tan cara como las de Beneficencia, Y esto ocurre cuando la empresa tiene «género» que vale y se saben componer los programas...

Lorenzo Garza repitió lo ejecutado en su última actuación; toreó como nos tiene acostumbrados con el capote y la muleta, y con el acero en su primero dejó media superior, por lo que escuchó ovación, orejas y vueltas al anillo y salida a los medios. En el cuarto la faena de muleta fue sublime, inmejorable, y, en cambio, no le fue concedido más que un apéndice, para mí ésta fue mejor faena que la del primero, para otros, no sé.

Con el capote hizo quites variados en todos los toros, y en el quinto, al querer ayudar a su paisano «El Soldado», haciendo entrar al tercio al novillo, «El Soldado» le recriminó, y el público gritó de lo firme a Luis, pero éste al terminar con el novillo se reconcilió con Garza y ambos se abrazaron, dando la vuelta al ruedo acompañados también por Cirujeda. Garza brindó su primer toro a don Carlos Gómez de Velasco, gerente de la empresa...

Como vemos, el celo profesional del torero de Mixcoac, Luis Castro Sandoval salió pronto a relucir al ver que su paisano y alternante se le había ido por delante. Pero tras el instante de reflexión, comprendió que el auxilio en la lidia solo tuvo por objeto el facilitar las cosas y nunca el taparle, motivo por el cual, compartió con él y el turolense Cirujeda una triunfal vuelta al ruedo.

Eduardo Palacio, en el ABC de Madrid de la misma fecha proclama:

...Pero, pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, lo cierto y positivo es que el mano a mano Garza - El Soldado es ya, más que un ansia de la afición, una necesidad imperiosa de la propia fiesta. Llegará pues, el mano a mano, cuando sea, donde sea y el éxito económico de la Empresa está en absoluto descontado...


El tercer capítulo de esta saga será precisamente el que este escritor había pronosticado desde su primera crónica sobre el particular.

23 de agosto de 1934. 5 Novillos de Coquilla y uno de Santos para Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado, mano a mano.

En algunas entradas anteriores comenté tanto las fechas en las que dos toreros mexicanos habían actuado en corridas y novilladas en las Plazas de Madrid, como también me referí ya en específico a las dos ocasiones en las que toreros mexicanos – Rodolfo Gaona y Armillita – han matado corridas en solitario en ese mismo ruedo. Antes de esta ocasión, el 17 de abril de 1932, se dio un cartel todo mexicano, cuando el nombrado Armillita, Heriberto García y David Liceaga lidiaron una corrida de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón.

El mano a mano de El Ave de las Tempestades y El Soldado era la respuesta a los reclamos de la afición madrileña, y su trascendencia, al margen de los trofeos, nos la describe de la siguiente manera Eduardo Palacio del ABC de Madrid, en su crónica del 24 de agosto:

...Y de improviso, sin esperarlo nadie, sin sospecharlo siquiera el que presume de más agudo, saltan una tarde al ruedo Garza, El Soldado y otro torero indígena y la pareja de mejicanos forma un lío espantoso en la fiesta de toros, la pone patas arriba y los comentarios, la pasión, el entusiasmo, la contradicción, salen de la plaza, llegan a los cafés, a los talleres, a las oficinas y solo se detienen ante los cabarets, santuario cada uno de tal o cual figura, cuyos amigos forman una barrera inexpugnable hecha con estas siete palabras: "Dicen que están descarados con los becerros." No se permite otro comentario; la frase asemeja una consigna.

Más todo es en vano. Repiten la hazaña los dos mejicanos, haciendo ricos a los revendedores y entonces empiezan a bambolearse los tinglados, y por todas las rendijas penetra la luz, huyendo despavoridos los ratoncillos. Se hace preciso rendirse a la evidencia; se teme a la comparación; ya no puede hurtarse el éxito a la pareja mejicana Garza - El Soldado. Se espera con ansia el mano a mano de ellos, entre comentarios de se da, no se da, no quiere este, no quiere aquél, piden mucho dinero, la Empresa no transige y toda la escala del ratimagueo defensivo...

...La novillada fue terciada, bien puesta y poco desigual en cuanto a bravura. El primero fue un gran toro, suave y noble; el segundo se vencía del lado derecho; el tercero era grande y bien puesto de cuerna; el cuarto mansote, de muy mal estilo y reparado de la vista; el quinto, muy chiquito, cumplió bien en varas y el sexto, de mucho respeto, gordo y hondo, resultó tan manso, que no hubo posibilidad de librarle del fuego. Todos tenían poder y derribaron con estrépito...

...¿Que es doloroso que hayan sido dos mejicanos los que han actuado de fuerte revulsivo en la fiesta de toros? Puede ser cierto. Pero no lo es menos que ello constituye una realidad, que de sobra nos puede compensar de tal dolor. Dígalo si no el hervor de entusiasmo que reinó en la muchedumbre que llenó ayer la plaza.


Lorenzo Garza solamente mató dos de los tres novillos que le tocaron en suerte y cortó dos orejas, pues el tercero de la tarde, durante la faena de muleta, le volteó de mala manera, provocándole una conmoción, misma que provocó su ingreso a la enfermería y no permitió su salida de ella. El Soldado se alzó como el gran triunfador de la tarde, pues obtuvo las dos orejas y el rabo del fogueado sexto y fue retirado en volandas de la plaza.

domingo, 26 de julio de 2009

La culpa no es del indio...


…pero tampoco del compadre. El pasado viernes circuló en varios medios especializados la siguiente especie, manifestada por Pedro Bello, quien funge como Director General de Concertación Política del Gobierno del Distrito Federal, a propósito de la cancelación de la reunión que se tenía programada entre la empresa de la Plaza México y las autoridades de la Capital mexicana:

La cancelación de la reunión fue una decisión del Secretario Ávila, por el agravio que ha sufrido el Gobierno del Distrito Federal, y es que el gobierno no cerró la plaza, la cerró el empresario y sólo él es el responsable de abrirla y dar las novilladas que faltan.



¡Ahora resulta que desde la peculiar óptica de quienes detentan la Plaza México, son las autoridades las que tienen que resolver un problema que ellos mismos crearon!

Hasta donde mi entender alcanza, la suspensión de la temporada de novilladas se debe a la enésima pataleta – porque no encuentro otra forma de calificar su actitud – de Rafael Herrerías, que cuando no puede salirse con la suya, recurre al insulto, la agresión y toma como rehén a la fiesta, exigiendo como injusto rescate, la satisfacción de sus intereses particulares, que no son, casi siempre, los de la afición que paga su entrada a la plaza.

Herrerías, los dueños del dinero que lo avituallan y ahora al parecer, los demás estamentos taurinos, pegan una nueva embestida bajo la bandera de la autorregulación, exigiendo que se elimine el requisito obligatorio de dar una docena de novilladas, para poder ofrecer a la venta el derecho de apartado y dar la temporada de corridas de toros. El problema es que, las autoridades del Distrito Federal, desinteresadas en el tema de los toros, hasta ahora han actuado con tibieza y no se atreven a sancionar los actos que ellos mismos califican de agravio, cometidos por el empresario en contra de uno de sus representantes – el Juez de Plaza y matador de toros en el retiro Ricardo Balderas –, así como tampoco se han atrevido a meterle en cintura revocándole la licencia que tiene para poner a funcionar la plaza de toros más grande del mundo.

Suspender una reunión en la que seguramente se produciría un diálogo de sordos, de ninguna manera va a poner al autorregulado Herrerías en su sitio. Lo que se tiene que hacer con ese señor es aplicarle la legislación sin contemplaciones y sin el temor de las consecuencias que pueda acarrear el indirecto enfrentamiento con Televisa y Miguel Alemán Magnani – miembro de una prominente familia de la política mexicana –, que al final del día, es de donde presumiblemente salen los dineros para soportar su dictadura en ese lugar, (otras voces también ubican como socio capitalista al diestro valenciano Enrique Ponce), aunque de cara al público, la entidad se haya retirado del negocio de los toros, por mera corrección política.

¿O será que acaso se revive el tema de derribar la Plaza México? No olvidemos que en la reciente defunción del Toreo de Cuatro Caminos, uno de los más activos participantes fue el ganadero de Xajay, Javier Sordo-Madaleno Bringas, en su faceta de constructor, así que no nos extrañe que detrás de todo esto, se encuentre un bien concertado movimiento para demostrar la improductividad de la plaza y facilitar un nuevo y productivo desarrollo inmobiliario, pues el sitio geográfico que ocupa dentro de la ciudad es inmejorable.

Más no todo es negativo en la gran ciudad. Sin aspavientos innecesarios, buscando nuevos toreros, Pepe Arroyo inauguró ayer su XIX Temporada de Novilladas en su plaza Antonio Velázquez y sobre todo, sin pedir que las reglas se tuerzan en su personal beneficio, sino solamente ajustándose a ellas y de paso, demostrando que las cosas se pueden hacer, cuando hay voluntad, apegándose a lo que el Derecho manda. ¿Entenderá esto algún día el que dice mandar en la Plaza México?

Yo sé que es demasiado pedir, pero no pierdo la esperanza de que, pasadas las cuestiones electorales, los que ahora tienen el poder, se aprieten los machos y como el toro, pongan a cada quien en su sitio, que la maltrecha fiesta en este país lo necesita y con urgencia. Espero también, que ese darle con la puerta en las narices a Herrerías y a sus pretensiones autorregulatorias sea el inicio de ello.


Por último y sin ser a propósito de este asunto, viene bien a lo aquí planteado la reciente entrada titulada En el gallinero de la bitácora de Sol y Moscas, la que no tiene desperdicio.

La fotografía de la Plaza México es obra de CEPx09.

viernes, 24 de julio de 2009

Gaona y Armillita. Seis toros en Madrid

Matar seis toros

Anunciarse para matar seis toros en una jornada se ha considerado siempre una gesta. Y es de difícil realización, porque el torero que se decide a enfrentar él solo un encierro, debe tener algo que decir, debe estar en aptitud de decirlo y además tener los medios para comunicarse. Es decir, al menos en teoría, este tipo de corridas son para los toreros llamados largos, de gran repertorio y recursos, que puedan dar variedad a seis lidias distintas y puedan resolver los problemas que les presenten los toros que vayan saliendo al ruedo.

En estos días aún sigue de moda hablar de este tipo de actuaciones, dada la que tuvo en este sentido José Tomás el pasado día 5 en Barcelona y en la cual, como eje de una parte importante de las discusiones que se generan en este ambiente, ha conseguido dividir las opiniones en torno suyo y de su actuación en ese festejo, que pese al ambiente triunfal en el que se envolvió, se mantiene un estado de cuestionamiento de la mayoría en cuanto al resultado final que tuvo. No vi la corrida y los vídeos que están a disposición, no me dejan mucho espacio para formarme una opinión publicable.

Yo he sido testigo aquí en México de varias corridas de esa naturaleza y la verdad es que, aún con la aureola de figura que un torero pueda llevar, si no tiene los recursos y la variedad para convencer al personal, al final del festejo el balance le puede salir con números rojos. En esas corridas, he visto a grandes figuras salir con su crédito a la baja y alguno hubo – Manolo Martínez – que repitió el hecho varias veces, aún cuando no le salían redondas las cuentas. El valor de esto no consiste solamente en salirle a seis toros en una misma tarde, sino que implica necesariamente también, el hacerlo con algo más que decoro.

Dos toreros mexicanos, Rodolfo Gaona en 1912 y Fermín Espinosa Armillita en 1932 enfrentaron solos una corrida en Madrid. En estos casos, tengo la impresión, por lo leído, de que intentaron acreditar ante la afición madrileña su posibilidad ante prácticamente cualquier clase de toro y por otra parte, buscaban también el mantener una posición como figuras principales de su tiempo, razón por la cual, teniendo poco que ganar y mucho para perder, aceptaron el reto que significó comparecer en esas condiciones ante la afición de la principal plaza del mundo.

14 de julio de 1912, Rodolfo Gaona con toros de Trespalacios y Benjumea

En una corrida que de acuerdo con las crónicas, prácticamente se improvisó para poder cumplir con el primer abono de esa temporada – al parecer hay cosas que no cambian – el Califa de León enfrentó en solitario cinco toros de Trespalacios y uno de Benjumea. Las dos vacadas eran de origen vazqueño. La primera, por estar formada con vacas de Veragua y un semental de Murube desde el año de 1883 y la otra, por adquisición que hiciera directamente don José María Benjumea a la Testamentaría de Vicente José Vázquez en 1832.

Monterito, Saltador, Garabito (este de Benjumea), Granizo, Azafranero y Churrero fueron saltando al ruedo en una tarde ventosa, que impedía realmente el lucimiento de los toreros y sí a esto sumamos el hecho de que los seis toros, de acuerdo con X.X. en su crónica publicada en El Imparcial del día siguiente, eran en realidad una parada de cabestros, el resultado para el discípulo de Ojitos no fue halagüeño en lo absoluto, pues el de Benjumea se le fue vivo tras los tres avisos y el sexto le dejó una paliza, que obligó a que por orden de la presidencia del festejo, lo terminara el sobresaliente Carlos Lombardini.

Al final de cuentas, las crónicas reparan en lo imposible del clima y las dificultades de los toros y coinciden esencialmente en el hecho de que esa corrida no le quitó, pero tampoco le hubiera dado al gran Rodolfo. Cito primero la opinión del nombrado X.X. en El Imparcial sobre el particular:

…No debe maldecir Gaona la hora que tuvo la inspiración de matar los seis toros. Los elementos que el azar ha juntado contra él son más que suficientes para que siempre, sobre el éxito poco feliz que ha logrado en su empresa, subsista el mérito de su brioso impulso y quede el prestigio de la buena fama de ese gran torero cuya defensa irrebatible se hace con decir que esta tarde, entre un ciclón y una parada de cabestros —que eran cinco de los seis bichos lidiados— ni una vez siquiera «pudo» tirar a gusto el capotillo de sus inimitables filigranas…


Y enseguida con lo que Don Modesto remató su crónica en El Liberal, también del 15 de julio de 1912:

...A mi juicio, carece de importancia para la historia de este torero el mal paso que dio ayer tarde. Hoy no es más ni menos que era ayer antes de empezar la corrida.

Si hubiese visto sus esfuerzos coronados por la victoria, sería lo mismo...

...Y no pretenda Gaona imitar al coronel del cuento, Que esperaba destruir con un segundo cañonazo lo que no había conseguido alcanzar con el primero.

Hay que aproximar más la batería para meter el objeto en el radio de acción.

Todo lo que no sea esto, será gastar pólvora en salvas, con el peligro de quedarse sordo al ruido de los estampidos.

¡Una y no más, Santo Tomás!


Como se ve, las circunstancias permitieron observar que El Petronio tenía nada que ganar y mucho que perder, pero también, la crítica entendió y dio a conocer las condiciones adversas en la que el festejo se desenvolvió, se consideró que solventó la papeleta con dignidad, que es el último e indeseado recurso de aquél que se pone en una aventura de este calibre.

Hace unos días se cumplieron 97 años de su gesta, recuerdo esta hazaña, que al paso del tiempo resulta ser una de las bases importantes sobre la que se construyó la historia y la leyenda del Indio Grande, Rodolfo Gaona.



24 de julio de 1932, Armillita con seis de Marcial Lalanda

Las condiciones de Armillita en España en esos días eran similares a las de Gaona en 1912. Estaba en su cuarto año de alternativa y tras de una serie de destacadas actuaciones – apenas un mes y medio antes había realizado su gran faena a Centello de AleasDominguín, su apoderado siente la necesidad de demostrar que su torero está para mayores empresas, sobre todo, cuando se empieza a notar que a pesar de la gran tarde madrileña, los contratos no llegan. El torero, pleno de facultades y de confianza en sí mismo, acepta el reto que ello implica.

El encierro elegido para la ocasión, fue uno de la ganadería de Marcial Lalanda, torero en activo y que con esa corrida tomaba antigüedad en Madrid. La vacada del más grande - según su pasodoble - era la que en su día fue de Antonio Flores Tassara y que éste adquiriera de Patricio Medina Garvey, formada inicialmente por el canónigo Hidalgo Barquero principalmente a través del cruce de reses de Vistahermosa (Giráldez) y de la testamentaría de Vicente José Vázquez y que después pasó por manos como las de Adolfo Gutiérrez Agüera y Carlos Otaolarruchi.

Aunque en ese mismo 1932 agrega toros padres del Conde de la Corte y después, en 1935, Marcial Lalanda varió la base genética de su ganadería, al adquirir de los hermanos Martín Alonso la ganadería que en su día fuera de Florentino Sotomayor encastada en Parladé y Miura, los toros que mató Armillita esta tarde necesariamente fueron del primer encaste mencionado, famoso por su suavidad, pero también por su escasa fuerza.

Entonces, aquí el reto fue doble de nueva cuenta, enfrentar toros que tuvieron su buen día, pero que en esa fecha eran una real interrogante, ya que no fueron criados por el ganadero que los presentaba en la ocasión y que por lo mismo, no representaban garantía alguna ni para el torero que los iba a enfrentar, ni para el criador que los iba presentando.

Las relaciones aquí me resultan contradictorias. Varias hablan de un encierro bien comido, con buen trapío y sin decirlo, bajito de casta, pues unos toros gazapearon – dicen – y otros se quedaron. La contradicción reside en que por otra parte, se señala que Armillita se vio apático, toreando con la muleta …por medios pases, machetazos y ayudados, distanciado y movidísimo…, lo que me sugiere que el encierro fue de esos para lidiar y matar, sin posibilidad de lucimiento en ello, tal y como lo describe el cronista del diario La Época, de Madrid, del 25 de julio de 1932:

...Armillita Chico despachó ayer en la plaza de Madrid seis toros de Marcial Lalanda. Esto basta para dar una idea de lo que fue la corrida. El diestro mejicano se limitó a matarlos, lo que hizo con brevedad, que es lo único que se le puede elogiar. Con la muleta, únicamente en el quinto dio unos pocos pases buenos; lo demás, todo fue machetazos y medios pases con movimiento y desde lejos. Empleó para matar dos pinchazos y media estocada; una entera; media atravesada; dos pinchazos y media con travesía; un metisaca y un pinchazo y un bajonazo.

Los toros fueron grandes, pero faltos de bravura, llegando al final acabados...


La versión de don Gregorio Corrochano en el ABC del 26 de julio, resulta más extensa e ilustrativa y de ella extraigo lo siguiente:

...Los toros cumplieron, con esa desigualdad corriente en las ganaderías. El primero tuvo poca casta. El segundo cumplió bien, y como tenía mucha querencia hacia adentro, a muchos les pareció bravísimo, y hasta quisieron darle la vuelta al ruedo. Fue una falsa visión de los que no ven ¡as querencias. El tercero fue alegre en varas, apagándose en las dos últimas, que después de tomarlas se quedaba indiferente, abandonando el caballo, pero sin irse. El cuarto, manso. Los más completos, los mejores, el quinto y sexto, porque, si éste no salió bien, se creció... Sólo se vio que no eran, toros de esos difíciles y peligrosos, como tampoco lucidos, de los que se torean solos... Los toros, un poco aplomados, necesitaban un toreo de acometividad, un torero de genio que pelease con ellos... No era el toro suave, a propósito para el estilismo. Había que obligarles, que pisarles un terreno que no le pisaron, y, naturalmente, no embistieron bien. Había que aguantarlos con la muleta, y no les aguantaron. En resumen, que había que lidiarles y no los lidiaron...

…En esta corrida los toros dudaron mucho y Armillita dudó más, y anduvo como borrado, casi invisible, toda la tarde. Y yo lo sentí mucho. Hubiera deseado una tarde decidida, que fuese una lección a los toreros españoles que no quisieron la corrida de Marcial, incluyendo el propio ganadero. Porque ¿para cuándo se deja la ocasión de ser torero? Al ver don Marcial que no querían sus toros, debió decirle a Marcial: toréalos tú.

Es una pena que por líos de censura y cuestiones de corte político El Imparcial y El Liberal estuvieran fuera de circulación por esas fechas, pues de haberlo estado, nos hubieran dado una visión algo más extensa del asunto. Lo que sí se percibe, es un benevolente trato a Marcial como ganadero, cuando de la relación más extensa de Corrochano, se observa que el encierro fue en definitiva, manso, aunque diríamos en la jerigonza que en esto se usa hoy, sin peligro aparente, lo que le permitió tratar de culpar al espada de no haberse empleado para salvar la tarde, en beneficio de su amigo Marcial, que en realidad, insisto, no fue el que crió los toros que se lidiaron – compró la ganadería un año antes –, motivo por el cual, no tenía mucho de qué avergonzarse.

Total, que el esfuerzo de Fermín el Sabio parece ser que fue subvalorado en beneficio del torero – ganadero que se presentaba en la capital española y que curiosamente, decidió no enfrentar él mismo sus toros, esperando quizás el fracaso del saltillense ante ellos, porque unos años después, sería Lalanda uno de los que encabezarían lo que Belmonte llamó el boicot del miedo, que con El Maestro a la cabeza, terminó con la deportación de todos los toreros mexicanos de España, pero en este caso y para las temporadas siguientes, Armillita fue de los que encabezaron el escalafón de su categoría, demostrando no haber perdido terreno en esta oportunidad.

Aunque en esta víspera de Santiago sea únicamente el aniversario – 77º – de esta corrida en solitario de Armillita, creo que vale recordar al tiempo, a los únicos dos toreros mexicanos que han cumplido esta real hazaña en la Plaza de Madrid.

martes, 21 de julio de 2009

21 de julio de 1929: Se lidian toros mexicanos por primera vez en España

Corresponde a la ganadería de Piedras Negras el honor de ser la primera vacada mexicana en cruzar el Atlántico con sus toros y presentar en una plaza española los productos del esfuerzo hecho en el campo bravo de Tlaxcala a partir primero, de una variopinta base genética y ya en la fecha de la presentación, con un par de décadas de trabajo con ganados del Marqués del Saltillo. Pero del origen de Piedras Negras he hablado en otra parte de este mismo espacio, por lo que en todo caso, les invito a que se dirijan allí, para cualquier precisión sobre ese particular.

El ganadero de Piedras Negras en la fecha era don Wiliulfo González, quien prácticamente acababa de obtener la titularidad de esta vacada fundacional, pues su tío Lubín había fallecido apenas en noviembre del año anterior. Así pues, los toros que fueron a España, con mayor precisión a San Sebastián, para ser lidiados en su histórico ruedo de El Chofre.

El diario madrileño El Siglo Futuro, del día 13 de junio de 1929 publica lo siguiente:

LAS CORRIDAS DE SAN SEBASTIÁN

Se ha ultimado la combinación de las corridas de San Sebastián. El señor Pagés ha facilitado la siguiente lista:

21 de julio. Corrida hispanoamericana; cuatro toros de Piedras Negras y cuatro de Clairac para Marcial Lalanda, Gitanillo de Triana, Manolo Bienvenida y Heriberto García.

11 de agosto. Ocho de Graciliano Pérez Tabernero para Chicuelo, Valencia II, Félix Rodríguez y Barrera.

15 de agosto. Ocho de los herederos del duque de Tovar para Márquez, Félix Rodríguez, Niño de la Palma y Barrera.

Día 18. Seis de Concha y Sierra para Manolo Bienvenida y dos diestros no designados.

Día 25. Concurso de ganaderías para Márquez y dos diestros no designados
.


Como podemos ver, no se lidió un encierro completo, lo que me sugiere – a falta de referencias directas sobre el tema - que los toros enviados por Wiliulfo González no soportaron el viaje por barco y los que salieron a la plaza, no tuvieron tampoco el tiempo necesario para reponerse de éste, dadas las crónicas que relatan el juego que dieron, porque de lo que no me cabe duda, es que el ganadero envió a España lo mejor de sus dehesas.

El cartel hispanoamericano anunciado se complementó con dos incentivos más, que la corrida se ofreció en beneficio de la Asociación de la Prensa Donostiarra y que al final del festejo, el novillero estadounidense Sidney Franklin mató un novillo de Flores.

La primera relación concreta que conocí sobre este asunto es la que deriva de la conversación entre la señora Susana González y González - hija de don Wiliulfo - y la bibliófila Gabriela García Padilla, recabada en el libro Piedras Negras. Bravura con abolengo. En la página 53 de la obra se dice lo siguiente:

El 21 de julio de 1929 se lidiaron por primera vez toros mexicanos en un ruedo español; fue en San Sebastián donde cuatro Piedras Negras y cuatro de Clairac fueron estoqueados por Marcial Lalanda, Cagancho, Manolo Mejías Bienvenida y Heriberto García. Los astados de Piedras Negras "se comportaron bien y fueron de excelente presentación", según el conocido comentarista español Tomás Orts, en su anuario Toros y Toreros de 1929.


Más adelante, en un apéndice escrito en el mismo libro por Luis Ramón Carazo (página 107), se habla de que los toros destacaron por su acometividad y trapío sin citar fuente alguna.

Como podemos ver, en principio, la versión de Uno al Sesgo deja pensar que los primeros toros mexicanos que se lidiaron en España pusieron en alto el listón ganadero de este País, pero al revisar la prensa que relató el festejo en el que participaron los toros de Piedras, me encontré con otra realidad.

Aunque con contradicciones de grado, las crónicas reflejan que el resultado del festejo no fue, para el ganadero mexicano, lo que hubiera apetecido. Sus toros no funcionaron como se dice en el lenguaje de uso corriente hoy en día y los de Clairac que completaron la función al parecer, si cumplieron. En lo que coinciden las relaciones, es que los toreros – Marcial Lalanda, Cagancho, Manolo Bienvenida y Heriberto García – se vieron, desganados unos y embarullados otros, cumpliendo apenas.

La reseña contenida en el diario El Siglo Futuro de Madrid, del 23 de julio, es del tenor siguiente:

…Con gran entusiasmo se celebró la corrida a beneficio de la Asociación de la Prensa. La plaza, adornada con tapices de la Real fábrica, ofrecía magnífico aspecto. Ocuparon la presidencia señoritas de la aristocracia y de la colonia americana, asesoradas por el duque de Hornachuelos.

Entre los concurrentes se encontraban el ministro de Economía, el doctor Asuero, comandante Franco y representaciones numerosas de las colonias americanas.

Los toros mejicanos, de Piedras Negras, mansos y burriciegos; los de Clairac, cumplieron, dejándose torear bien…


Por su parte, el diario ABC, en su edición madrileña de la misma fecha refiere lo siguiente:

…Se celebró ayer la anunciada corrida hispanoamericana a beneficio de la Asociación de la Prensa, de San Sebastián.

La plaza, profusamente adornada con banderas de las Repúblicas americanas y de España y numerosos y elegantes tapices de la Real fábrica.

Entrada, casi un lleno.

Presidieron diez bellas y aristocráticas señoritas, asesoradas por el duque de Hornachuelos.

Se lidiaron, cuatro toros mejicanos de Piedras Negras, que, en general, resultaron sosos, y después otros cuatro de Clairac, bravos y muy finos, por los diestros Marcial Lalanda, Cagancho, Heriberto García y Manolo Bienvenida, y, finalmente, uno de Flores por Sidney Franklin...

Como podemos ver, en tanto que la versión de El Siglo Futuro habla de toros mansos y burriciegos, el ABC solo se refiere a la sosería de los piedrenegrinos, aunque en la comparación con los de Clairac el primero de los diarios solamente los tiene por cumplidores en tanto que el ABC los llama finos y bravos, lo que me sugiere que los de Piedras no se habían recuperado del viaje por barco a la fecha de su lidia y en general, estas dos versiones, en nada coinciden con la que publicó al final del año Uno al Sesgo y la que sin mencionar fuente, cita Luis Ramón Carazo.

Con disgusto, porque quisiera recordar una tarde de triunfo de los toros mexicanos en España, pero también en honor a lo que parece ser la verdad, transcribo lo que me parece esencial de la descripción de los toros y su comportamiento en la crónica del festejo publicada por quien firma como Juanito Sincero, en el diario El País Vasco, de San Sebastián, el día 23 de julio de 1929, misma en la que lapidariamente dice lo siguiente:



No teníamos esperanzas de que los toros de Piedras Negras, traídos de Méjico para la corrida de anteayer fuesen buenos. No creemos en los toros de Méjico, como apenas hemos podido creer en los toreros mejicanos, salvo un caso. Además, ¿traer toros de Méjico a la tierra de los toros bravos, a la tierra de dónde los llevan a Méjico?...

…Nadie, entre los siquiera medianos entusiastas de la fiesta taurina, ignora que a estos toros les llaman los toreros “toros de esparto”, es decir, ordinarios, sin codicia, blandos, carentes de temperamento de fiera brava para la lidia… Y, por añadidura, dos de ellos resultaron casi ciegos...

…El público no tuvo tragaderas como para tolerar – ¡este buen público donostiarra que jamás protesta a los toros! – que de los cuatro bichos, tres resultaran blandos y sobre todo, mansos. Y a los tres los silbó furiosamente al ser arrastrados.


Digo que cito esto con pena, porque no obstante todo el esfuerzo que desde 1874 realizaban los señores González de Tlaxcala -y don Wiliulfo especialmente en ese momento- en la crianza del toro de lidia y particularmente en los 20 años anteriores con la base genética de Saltillo, los esfuerzos no se vieron coronados, ni con la posibilidad de lidiar un encierro completo, ni con la fortuna de que los toros jugados, dieran lustre a la divisa que en México, es legendaria por los grandes triunfos que ha permitido tanto a sus criadores, como a los toreros que se han puesto delante de sus toros.

Casi 60 años después, en Madrid, sucedería algo similar, con la presentación de la otra ganadería prócer en México, San Mateo, que tampoco pudo lidiar completo su encierro en la tarde de la confirmación madrileña de la alternativa de David Silveti y tampoco pudo tener una tarde de grandes triunfos en la principal plaza del mundo, aunque meses antes su divisa luciera principalmente por la movilidad de los toros en Huelva.

Así es la historia, aunque no nos guste su sentido, pero el hecho que la hace y la hace interesante, es que hoy se cumplen 80 años de que por primera vez, se lidiaron toros mexicanos en España.

Aldeanos