viernes, 16 de enero de 2009

¿Corrección política?

Una de las noticias que ha cobrado importancia estos últimos días es la que se produjo con relación a que el Presidente de la República recibió en su residencia oficial a los jugadores del equipo Toluca, campeón del torneo de la cosa esa que se juega con los pies y una pelotita.

Me llama la atención que más o menos cada seis meses, el Primer Mandatario de la Nación efectúe un acto de esa naturaleza, como si fuera una gran hazaña, digna del reconocimiento oficial el obtener ese campeonato.

Me pregunto: ¿Algún día recibirá en su despacho al triunfador de la temporada de la Plaza de Toros México o de alguna de las ferias trascendentes de este País?

No lo creo, la corrección política de estos días invita a los políticos a negar su afición a los toros y a evitar cualquier contacto con sus personajes, aunque implique negar algo que es parte de la cultura de nuestro pueblo, aunque lo correcto de esa negación sea dudoso.

martes, 13 de enero de 2009

Un demonio de pasión…


Discutido siempre, pueden escribirse libros enteros sobre la personalidad de quien es evidentemente, el torero mexicano más importante del último medio siglo. Como humano y dentro del ruedo, ha sido un ser de marcados contrastes, de luces y de sombras, que lograba cautivar, en su favor o en su contra, a todos los que le rodeaban.

La disciplina de luchar consigo mismo, apuntalado por el subyacente recuerdo de la severidad – eficacia de su padre y el rigor terminativo de su hermano Gerardo, germinaron en una práctica de continuo perfeccionamiento y autocrítica.


De lo que menciona Guillermo H. Cantú se puede desprender una interesante descripción de lo que fue la forja de la personalidad de Manolo, criado en un ambiente en que su padre, militar de carrera, impuso una disciplina cuasi – castrense en el hogar. Debido a la avanzada edad del padre del torero, sería su hermano mayor, Gerardo, ganadero de reses bravas, quien se haría cargo de culminar la formación de su hermano menor, rigiéndose siempre por la disciplina heredada del hogar paterno.

La capacidad de autocrítica a que se refiere Cantú, sería al final de cuentas la llave del éxito de Manolo Martínez, pues le daría la capacidad de superar los fracasos y de asimilar los triunfos, permitiéndole siempre mantener el interés de los aficionados, que se mantenían siempre pendientes de sus baches y de la enmienda de éstos, situación que el torero comprendía como el origen de su capacidad creadora en el ruedo, tal y como se lo confesó a su biógrafo, Guillermo H. Cantú en su obra Manolo Martínez. Un Demonio de Pasión:

No vayas jamás a un psicólogo, porque te nivela, te quita los desequilibrios. Te hace mediocre, normal, es decir, parecido a los otros. Uno debe permanecer así, con sus ansias y contradicciones, para mantener intacto el coraje y la creación viva.


Los desequilibrios de los artistas se encuentran siempre presentes en la historia del arte. Es mas, me atrevería a afirmar que quienes más destacan en ella, son esos seres que tienen el privilegio de tener una personalidad atormentada. Sin esos tormentos interiores, quizás no hubiéramos tenido la oportunidad de disfrutar la obra pictórica de un Van Gogh, o la música de Beethoven o los inolvidables versos de Manuel Acuña. Y agregaría yo aquí, que los triunfos mas grandes de Manolo, tampoco hubieran sido posibles si no fuera por sus propios conflictos internos, los que hacía aflorar y resolvía con un trapo rojo en las manos, burlando las embestidas de la muerte, posicionada en las astas de un toro.

En suma, la personalidad de un torero como Manolo Martínez viene a ser lo que al fin y al cabo, le distingue de los demás toreros y esa particular manera de ser le permitió ser el eje y el baluarte de la fiesta de toros en México durante muchos, muchos años.

Post - scriptum: Esto lo debí poner aquí hace tres días, en el aniversario 63 del nacimiento de Manolo Martínez Ancira y además, porque así lo ofrecí a Javier, de Toro, Torero y Afición. Entonces, esta es mi aportación sobre lo que creo resulta ser la personalidad de tan discutido torero, quien sin duda mandó en la Fiesta en México, durante prácticamente cinco lustros. Ojalá les resulte interesante…

jueves, 8 de enero de 2009

A propósito del anterior...

La noticia de los últimos días es que el inefable Rafael Herrerías vuelve a hacerse – públicamente – cargo de los asuntos de la Plaza México, después de poco menos de tres años de haberse apartado de la posición. En realidad nunca dejó de ser el poder tras el trono, pues ahora se publicita, es el Presidente del Consejo de Administración de la sociedad arrendataria del coso.

Seguramente volverá a verse abiertamente su forma de mandar arrebatada, impositiva y las más de las veces, desapegada de la razón, pero lo más preocupante es que se mantendrá, por quién sabe cuánto tiempo más, una forma de hacer fiesta que solamente ve a las cosas de los toros como un negocio de retorno rápido de la inversión y no como una actividad que en el fondo, tiende a promover la cultura, las artes y el turismo, entre otras cosas más susstanciales.

Volverá a aplicar su filosofía de que los toros son un chou en el que se tiene que dar gusto a la mayoría y ya deja entrever que el renovar la baraja taurina no será su preocupación primordial, pues escudándose en el manido pretexto de que al público hay que darle lo que pide, se decantará mejor por insistir en que la Ley de Espectáculos del Distrito Federal está mal por no permitirle armar carteles con la mayoría o la totalidad de toreros extranjeros y denostando a todo aquél que no se apegue a sus mandatos.

Lo peor es que advierte que seguirá en esto, utilizando una expresión de Miguel Ríos, hasta que el cuerpo aguante, lo que puede ser un lapso de tiempo muy corto o muy, muy largo. Hacer empresa en la Plaza México no es solo tratar de sacar de ella talegas de dinero, la función más importante de un empresario allí, es consolidar a los valores de la torería y en eso, con todos sus defectos, el único que ha podido con esa plaza es el Dr. Alfonso Gaona y allí está la historia para avalarlo.

Post - Scriptum: Las ligas hacia los sitios que guardan las célebres expresiones del empresario, están incluidas en el texto.

La fotografía es obra de CEPx09.

Edito para dejar algunas ligas a algunos artículos de prensa, en los que se ilustra de cuerpo entero a este personaje:

Su despedida de la Plaza México.
Otra sobre ese mismo tema, vista desde España.
Su visión de los toreros mexicanos.

Espero ahora sí, haber concluido.

domingo, 4 de enero de 2009

Alfonso Gaona: El único empresario que le ha podido a la Plaza México


El pasado 2 de enero se cumplieron 3 años de la desaparición física de Alfonso Gaona de Lara, el emblemático empresario que entre 1940 y 1988 fuera el paradigma del empresario taurino en la capital de la República y por qué no decirlo así, en México entero.

Optometrista de profesión y por ello llamado el Doctor, Alfonso Gaona desde su primera juventud tuvo el deseo de interiorizarse en la fiesta de los toros. Aunque originario de Saltillo, Coahuila, por la ocupación de su padre, la familia se traslada a Morelia en Michoacán, lugar en el que traba pronta amistad con dos morelianos que figurarían en el mundo taurino principalmente como ganaderos: Emilio Fernández y Alfredo Ochoa Ponce de León.

Al enterarse la familia de Alfonso Gaona que tenía intenciones de intentar hacerse torero, le consiguen una beca para estudiar en los Estados Unidos y le envían a Chicago, lugar en el que residía uno de sus hermanos. Allí es donde cursa sus estudios de optometría y al regresar a México, ingresa a ejercer su profesión a los servicios públicos de salud.

Al final de la década de los 30 los estamentos de la fiesta en México estaban divididos. Se había generado el llamado Pacto de San Martín Texmelucan, en el que toreros y ganaderos se dividieron en dos bandos, uno liderado por don Antonio y don Julián Llaguno y que llevaba como cabeza entre los toreros a Lorenzo Garza, El Soldado y Fermín Rivera y el otro liderado por Wiliulfo González de Piedras Negras y los hermanos Madrazo de La Punta y los lideraban como toreros Armillita, Silverio Pérez y Jesús Solórzano.

Ese estado de cosas motivó que en el año de 1939 se dieran dos temporadas, una con toros y toreros del bando de los Llaguno y otra, llamada Relámpago constante de solo 7 festejos, con los de los señores de Piedras Negras y de La Punta, concluyendo ambas en un verdadero desastre, pues las dos resultaron ruinosas para la afición y para las empresas que se afanaron en montar esa competencia que no llevaba a nadie a ninguna parte.

Para el año de 1940, Jesús Torres Caballero y el ganadero de Quiriceo, Jorge Jiménez del Moral que fueran los organizadores de las últimas dos temporadas de corridas en El Toreo el año anterior, quedó fuera de la empresa y el General Maximino Ávila Camacho, hermano del Presidente de la República y titular de la mayoría accionaria de la sociedad propietaria de la plaza designó como nuevos gestores del coso a Anacarsis Carcho Peralta, quien nombró como Gerente a Alfonso Gaona, el que sería el encargado de la parte pública de la operación de la empresa.

La aptitud del llamado Doctor Gaona para la actividad se vio pronto, pues le fue posible conciliar los intereses encontrados de los dos bandos enfrentados por los hechos de Texmelucan y para demostrarlo, confeccionó para su primera tarde, el 1 de diciembre de ese año, la alternativa de Carlos Arruza, otorgada por Armillita y con el testimonio del queretano Paco Gorráez, enfrentando la terna toros de Piedras Negras. El cartel tenía su simbolismo, pues combinaba elementos de los dos grupos en pugna apenas un año antes

Su llegada a la Plaza México se da en el año de 1948. Contaba el Doctor que los primeros festejos los dieron el constructor del coso Neguib Simón Jalife y después, actuó como empresario Lorenzo Garza, pero al tener que desprenderse el empresario y político yucateco de la propiedad de la plaza y del estadio adyacente, a causa de las pérdidas económicas que su construcción le causara, el nuevo adquirente de la misma, le ofreció la operación de ella, desde el año de 1947.

La oferta se hizo a través de su amigo de la juventud, el ya ganadero Emilio Fernández, por cuyo conducto envió una cortés negativa en primera instancia, debido a que sus negocios relacionados con la optometría y una cadena de tiendas de regalos funcionaban muy bien, pero un año después, en 1948, el mismo Emilio Fernández le invitó a una comida en la que le presentó a Moisés Cossío, el propietario de la plaza y allí mismo se acordó el inicio de su actividad al frente de la plaza más grande del mundo, llevando como sub – gerente al empresario potosino Joaquín Guerra.

Allí se consolidó una relación que mantendría a Alfonso Gaona durante 48 años en el empresariado taurino, con sus altas y sus bajas, pues tuvo lapsos en los que aunque era arrendatario de la Plaza México o del Toreo de Cuatro Caminos y en los que además operó las plazas de San Luis Potosí, Monterrey, Tijuana y Aguascalientes entre otras, por los vaivenes de la fiesta de los toros, se vio precisado a mantener las principales cerradas.

Esto redunda en que en esos cuarenta y ocho años de empresario, Alfonso Gaona ofreció 27 temporadas de toros en la Capital de la República, en las que ofreció un brillante epílogo a la Edad de Oro y promovió el surgimiento de la Edad de Plata del Toreo mexicano, con la aparición de Los Tres Mosqueteros en el año de 1948, su primero al frente de la México, amén de que dejó los espacios necesarios para el surgimiento o consolidación de otros diestros como Juan Silveti, Joselito Huerta, Alfredo Leal, Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera, Antonio Lomelín, Jorge Gutiérrez y el último novillero mexicano que volteó al revés la gran plaza, Valente Arellano.

Se le criticó por ser un empresario de plaza cerrada, pero toda su circunstancia me indica, que como en cualquier faena con estructura, el Doctor Gaona le dio las pausas necesarias a la actividad que realizaba y siempre que ofertó espectáculos taurinos al público, la afición y los públicos atendían a su reclamo, el cemento en su tiempo, no era el protagonista en los tendidos.

En sus intermedios (1957 – 1960 y 1965 – 1976), diversas personas y entidades se hicieron cargo del gran coso con resultados variopintos. Cuando terminó su gestión definitivamente en 1988 las cosas tampoco mejoraron y lo único que me demuestran los resultados en su ausencia, independientemente de lo autoritario o pintoresco que haya sido el ocupante de ese sitio, es que el único empresario que le ha podido a esa gran plaza, es el Doctor Alfonso Gaona, de quien hoy hago este recuerdo.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

El propósito para 2009


Este tiempo es de propósitos. El de esta fiesta debe ser solo uno, el que invita la imagen. Que el año que comenzará en unas horas más, sea de logros para todos. ¡Felicidades!

domingo, 28 de diciembre de 2008

La simiente de Veragua en México (y II)

Como conclusión del texto anterior, les ofrezco este apéndice gráfico que pretende ilustrar en alguna medida lo expresado allí.

Galería de imagenes



Gallareto, número 34 de San Nicolás Peralta




Novillo número 49, jabonero de La Punta




Jabonero número 12 de Xajay en 1944




Hierro y divisa de San José de Buenavista




Un chorreado y un jabonero en San José de Buenavista




Muestrario de pintas en San José de Buenavista




Ensabanado capirote y alunarado de San José de Buenavista




Berrendo en castaño. San José de Buenavista




Señal de Sangre. San José de Buenavista




Albahío de San José de Buenavista lidiado de Aguascalientes en 1982

La simiente de Veragua en México (I)

Es una verdad incontestable que la simiente española predominante en México es el de Vistahermosa proveniente del Marqués del Saltillo, la que cruzada principalmente con el ganado criollo que demostró aptitudes para ser lidiado, en los casos de San Mateo y Piedras Negras, ha producido un par de encastes bien definidos en los que predominan las características de los toros saltilleros, pero con acentos propios que les dan una carta de naturalidad propia.

No obstante, el hecho de que esos encastes sean mayoritarios, no excluye que se haya intentado mejorar la cabaña brava mexicana con simiente de orígenes diversos y así, en algún otro comentario he señalado mi idea de que en San Mateo, un toro de Palha jugó un papel que a la luz de la historia resulta fundamental y que en Piedras Negras, toros de Miura, Concha y Sierra y Veragua también sirvieron para cimentar las bases sobre las cuales los ganados de Saltillo serían la expresión mayoritaria de esa vacada fundacional.

Ante la abrumadora mayoría de la presencia de la sangre de Saltillo, resulta de gran interés conocer qué influencia tienen o tuvieron otras expresiones genéticas del ganado de lidia en nuestro campo bravo y es quizás la vertiente que más atractivo representa es la veragüeña, por lo variopinto de sus toros.

La tienta pública de sementales

Una práctica que se vio con frecuencia en el último tramo del siglo XIX fue la inclusión en corridas de toros, de la lidia de toros que estaban destinados a ser sementales en diversas ganaderías. La historia nos revela varios casos en los que un determinado toro solamente era picado y banderilleado y después vuelto a los corrales a ser curado, porque sería destinado a semental en una determinada ganadería.

Hay datos de toros de Pérez de la Concha, de Miura, de Valentín Collantes, llevado a la Hacienda de Bocas en San Luis Potosí, de Eduardo Ybarra y de tres toros del Duque de Veragua probados en estas condiciones en la Plaza de Colón de la Ciudad de México, el primero, el 2 de marzo de 1890, el segundo llamado Lamparillo, el 13 de abril de ese mismo año, que murió en los corrales de la plaza por los excesos de los picadores y el tercero, digamos tentado el 20 de abril, llamado Amapolo, al que para evitar lo sucedido con el anterior, solo se le señalaron los puyazos.

Lo que no precisan los anales, es el destino que se dio a esos tres toros veragüeños, aunque visto el estado de la cabaña brava mexicana, pudo ser para cualquiera de las ganaderías existentes en ese momento.

San Nicolás Peralta

Esta ganadería adopta esta denominación en 1903, cuando la adquiere don Ignacio de la Torre y Mier, yerno del entonces Presidente de la República, Porfirio Díaz. La vacada se había fundado en 1794 por Raimundo Quintanar en la Hacienda del Contadero, con vacas criollas y dos toros andaluces de procedencia indeterminada.

A mediados del siglo XIX, su nuevo propietario, Manuel de la Peña la anunciaba como Cazadero y con la base de la anterior, agregó 5 sementales españoles. Dos de Anastasio Martín y uno de Miura, Arribas Hermanos y Concha y Sierra, mismos que puso con lotes de cuarenta vacas cada uno y en 1897, agregó un toro de Saltillo que fue tentado públicamente en la Plaza de Bucareli el día 4 de abril de ese año y que tomó 11 puyazos y mató 6 caballos.

Posteriormente ya en propiedad del señor De la Torre y Mier, se vuelve a agregar simiente de Anastasio Martín y del Duque de Veragua. Se afirma que entre 1903 y 1920, llegó a importar alrededor de 40 toros de esta última procedencia para sus vacas, muchos de los cuales, tras el estallido de la Revolución que inició el 20 de noviembre de 1910, fueron lidiados en las plazas de la Capital del País, como en los casos siguientes:

5 de febrero de 1911. El Toreo, 6 toros de Veragua para Antonio Fuentes, Rodolfo Gaona y José Morales Ostioncito. Se anunció que los toros habían sido sementales de San Nicolás Peralta.

17 de septiembre de 1911. 3 toros de Veragua y 3 de Anastasio Martín para Francisco Bonal Bonarillo, que dio la alternativa a Merced Gómez con uno de los del Duque y a Alfonso Zambrano, con uno de los de Anastasio Martín. Igual se anunció que habían padreado en San Nicolás.

12 de enero de 1913. El Toreo, 6 toros de Veragua para Rafael González Machaquito, Arcadio Ramírez Reverte Mexicano y Merced Gómez. Igual se anunció que se trataba de sementales desechados de San Nicolás Peralta. Asistió a la corrida el Presidente de la República Francisco I. Madero. Reverte Mexicano se negó a matar a los dos últimos y cuando fue encarcelado por ello, bajó del tendido Serafín Vigiola Torquito, quien se quitó la americana, pidió unas zapatillas y concluyó lucidamente con el festejo.

11 de enero de 1914. El Toreo, 3 toros de Veragua y 3 de Zotoluca para Rodolfo Gaona, Vicente Pastor y Manolo Martín Vázquez. Asistió al festejo el presidente usurpador Victoriano Huerta.

8 de agosto de 1915. El Toreo, 6 novillos de Veragua para Cayetano González y Miguel Gallardo El Diablito. Este festejo destaca porque en esta época estaba vigente la prohibición decretada por Venustiano Carranza, paradójicamente tío abuelo de quien medio siglo después se levantaría como el mandón de la fiesta en México, Manolo Martínez.

12 de marzo de 1922. El Toreo, 6 toros de Veragua, Juan Silveti e Ignacio Sánchez Mejías.


Entre 1911 y 1923, se mataron principalmente en la plaza de El Toreo, 58 toros del Duque de Veragua, de los cuales la mayoría padrearon en la Hacienda de Santa Catarina, en las cercanías de Toluca, Estado de México, lugar en el que pastaban los toros que en las plazas lucían la divisa con los colores azul y caña.

El destino de los ganados nicolaítas

Siendo la Revolución de 1910 de un fondo eminentemente agrario y habiendo fallecido Ignacio de la Torre y Mier en 1918 después de haber pasado casi 5 años en prisión por causas políticas, resultaba lógico que su viuda se deshiciera de la vacada, por lo que el ejecutor testamentario de De la Torre, Julio Herrera, comienza a encontrar interesados en adquirir esos ganados aptos para la lidia, logrando distribuirlos en cuatro grandes fracciones, ubicadas en las ganaderías de La Punta, Xajay, Peñuelas y Jalpa.

La Punta

A un par de meses del óbito del ganadero de San Nicolás Peralta llega a La Punta, propiedad de los hermanos Francisco y José C. Madrazo y García Granados un lote de vacas de ese origen, sin que se precise por don Francisco Madrazo Solórzano la cantidad de ellas, pero fueron destinadas a dos toros uno el número 23 de Parladé, Pinchasapos y otro de Saltillo el número 18, Finezas, ambos adquiridos por intermedio de Ignacio Sánchez Mejías.

Xajay

Una segunda fracción del ganado fue adquirida por el propio ejecutor testamentario Julio Herrera, que casado con la señora Concepción Perrusquía en segundas nupcias de esta, entre 1918 y 1920, llevan a la Hacienda de Xajay, en los límites de Querétaro e Hidalgo, igualmente un estimable lote de vacas de San Nicolás, las que son cruzadas con dos toros de Piedras Negras, quedando desde 1923 la ganadería a cargo de los hermanos Jorge y Edmundo Guerrero Perrusquía, hijos del primer matrimonio de doña Concepción.

En 1925 se agregan vacas y sementales de Parladé y Campos Varela, que llegaron a México en el mismo embarque que la simiente destinada a La Punta, aunque se mantuvo una selecta punta de vacas de lo de San Nicolás Peralta, lo que permitía lidiar ocasionalmente toros sueltos o encierros completos de toros con características plenamente vazqueñas, como la corrida de los jaboneros de Xajay del 26 de marzo de 1944, que mataron mano a mano Armillita y El Soldado en El Toreo de la Condesa.

Peñuelas

La fracción más estimable del ganado de San Nicolás Peralta llegó al Estado de Aguascalientes. El total de cabezas de ganado fue de 273, pues don Miguel Dosamantes Rul recibió 115 vacas de vientre, 19 eralas, 21 erales, 40 toros entre 5 y 8 años, 29 utreros, 47 crías sin herrar y 2 sementales el Cilindrero número 14 cárdeno bragado y el Gallareto número 34, berrendo en negro.

Jalpa

Una última fracción de vacas y el semental Centello, número 18, negro bragado de San Nicolás Peralta fue a manos de don Antonio Algara en 1925 para su ganadería que originalmente se denominó Jalpa, por estar ubicada en la hacienda del mismo nombre en el Estado de Guanajuato y que posteriormente cedería los colores negro y amarillo de su divisa a la de Pastejé, que formaron en sociedad el propio Tono Algara y don Eduardo N. Iturbide, con saltilleras de San Diego de los Padres y toros de Murube, aunque se dejó, como en el caso de Xajay, una punta selecta de las vacas de San Nicolás, lo que se reflejó en la presencia frecuente de toros berrendos en esa ganadería.

San José de Buenavista

En 1925 en Xajay se dio un golpe de timón hacia lo de Parladé y Campos Varela, reduciéndose drásticamente la base de origen veragüeño de la ganadería. Por esos días, un ganadero guanajuatense, don José Francisco Aranda, había adquirido también algunos ganados de San Nicolás Peralta – quizás influenciado por su vecino Tono Algara – y después entre 1930 y 1940, adquirió vacas en Peñuelas y cuatro sementales de Xajay, dos de pelo negro y dos jaboneros, todo este pie de simiente, descendiente de los ganados que en su día fueran propiedad de Ignacio de la Torre y Mier.

La ganadería duró bajo la dirección de don José Francisco Aranda hasta el año de 1952, fecha en la que asume su manejo su hijo don José Alberto Aranda Díaz Infante, quien la condujo hasta este año 2008 en el que falleció, después de 56 años de conducir los destinos del hierro matriz de San José de Buenavista y el de La Cuatralva, que es el segundo de la casa y que representa el nombre de la finca donde pacen los variopintos ganados de los Aranda.

Aparte de las particularidades cromáticas, los toros de San José de Buenavista tienen otras, como el hecho de que el hierro se marca en el costillar del lado izquierdo y el número en el lado derecho; a los machos, se les hace doble señal de sangre, el zarcillo en la oreja izquierda y la corbata, de abajo hacia arriba en la badana y a las hembras aparte de esas dos señales se les hace un corte o dos en la papada, según sean buenas o muy buenas en la tienta. Independientemente de ello, es una de las pocas ganaderías en México que marcan a fuego en el palomilla el guarismo del año del nacimiento, puesto que aquí no es obligatorio hacerlo.

Remate

Esta es, a muy grandes rasgos, la presencia de la simiente de Veragua en México. Como podemos ver, la sangre del Duque prácticamente no existe en pureza en estas tierras dado que no se trajeron más que toros padres para perpetuarla y de los antecedentes examinados, se puede advertir que el manejo de ella fue bastante caótico, perviviendo más que nada el fenotipo veragüeño, aunque en el fondo, mezclado con diversas otras líneas de sangre brava.

He de aclarar también que lo que aquí expreso es el panorama anterior a 1993, pues en ese año se reanudaron las importaciones de ganado de lidia de España y entre lo que se trajo de aquellas tierras llegó una cuota importante de ganado de origen Domecq, que tiene entre sus bases precisamente la ganadería que en su día fuera la del Duque de Veragua y que mantiene, aunque sea en un mínimo porcentaje, goterones de esa sangre.

Mis fuentes

Las fuentes que consulté para armar este relato que peca por su falta de brevedad son los libros: Nuestro Toro, de Eduardo Castillo García, editado por la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia; Historia del Toro Bravo Mexicano y La Fiesta Brava en México y España 1519 – 1969 de Heriberto Lanfranchi; El Toro de Lidia en México, de Agustín Linares; El Color de la Divisa, de Francisco Madrazo Solórzano; Hierros y Encastes del Toro de Lidia, de Filiberto Mira; Historia de la Plaza El Toreo 1929 – 1946, de Guillermo E. Padilla; Historia del Toreo en México, de Nicolás Rangel y Efemérides Taurinas Mexicanas, de Luis Ruiz Quiroz. Además, me fueron de utilidad dos extensos reportajes, uno publicado en Campo Bravo número 6, correspondiente a noviembre de 1997 y firmado por Rodolfo Vázquez sobre la ganadería de Xajay y el otro, publicado en 6 Toros 6 número 386, correspondiente al 20 de noviembre de 2001, firmado por Juan Antonio de Labra, sobre la ganadería de San José de Buenavista.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Jesús Córdoba. Seis décadas de magisterio


Cuando el día de Navidad de 1948, el maestro Fermín Espinosa Armillita, mano a mano, le cedió a Jesús Córdoba el primer toro de Xajay corrido ese día en la plaza de toros Rodolfo Gaona de Celaya, Guanajuato, se cerraba una importante etapa de la historia taurina mexicana, en la que tres toreros juntos cimentaron el porvenir de su oficio y de la historia futura del toreo en su patria.

El clasicismo de Jesús Córdoba contrastó con el valor sincero e indomable del Volcán de Aguascalientes y la personalísima expresión taurina de Manuel Capetillo. Por ello, antes de finalizar la temporada novilleril de 1948, Los Tres Mosqueteros marcaban el paso en las cosas del toro.

Nada fácil fue este logro. Recordaré una vez más que la llamada Generación del 48 en materia de novilleros fue muy rica. Basta revisar los carteles de las 29 novilladas ofrecidas por el doctor Alfonso Gaona ese año y veremos nombres como los del recordado Alfonso Pedroza La Gripa - después un excelente torero de plata; Héctor Saucedo; Jorge El Ranchero Aguilar; Fernando López El Torero de Canela; Curro Ortega; Paco Ortiz; Alfredo Leal y otros nombres ilustres de la tauromaquia mexicana. Para sobresalir en esas condiciones, algo muy grande tenía que llevarse dentro y además se debía tener una gran facilidad para expresarlo, lo que sin duda se conjugó en estos tres toreros. Sobre esta última afirmación, creo que la historia me da la razón.

De su paso por los ruedos nos queda la grata impronta de faenas como las de Luminoso, Cortijero o Estanquero en la Plaza México o las realizadas en Madrid el 29 de septiembre de 1957, fecha que marcó la reaparición de Luis Miguel Dominguín en Las Ventas, o la de Sevilla del 24 de abril de 1953, junto a Calerito y Jerónimo Pimentel, festejo al que asistió el Jefe del Estado y que le valió levantarse como triunfador de esa edición de la feria de abril sevillana.

Los toreros de su corte siempre tienen la desventaja de ser considerados o fríos o estilistas o académicos y el primer reproche que se les hace es su supuesta incapacidad de conectar con los tendidos. Creo esas afirmaciones son equivocadas pues hoy recordamos a una figura del toreo, a un gran torero que hizo de su conocimiento de los toros y de sus terrenos y de la finura con la que realizaba las suertes, una tauromaquia que es hoy día un referente.

La visión del Maestro Córdoba acerca de algunos temas de la Fiesta es la siguiente:

La expresión del torero:

Siempre hay una razón del por qué existe algo que se puede expresar con certeza, consciente en la realidad de la expresión natural de un arte. Es la interpretación al exterior de sí mismo, de la inspiración con la seguridad técnica de su ejecución; siendo la razón el estudio y la enseñanza práctica que se ha recibido, unido a la intuición propia…


La creación artística:
El ser humano…. ha creado una de las artes más hermosas, en la que refleja su destreza y personalidad. En una sola frase, su expresión física e inteligente…

Nuestra capacidad de asombro:

El arte del toreo, que actualmente lo entendemos como la expresión que pone a flote los más hondos sentimientos del hombre - miedo, valor, coraje, duda, alegría y nobleza - hacen brotar también una de sus más grandes cualidades: La capacidad de admiración (tan desgastada en la actualidad)…

El estilo en el torero:

En la ejecución de los pases nacieron los estilos… Algunos son inspirados por una capacidad creadora, otros simplemente son técnicos, es decir, aplican hábilmente su conocimiento de la lidia, o como a veces decimos, su oficio. Ambos estilos son muy importantes. Pero hay otro tipo de torero fundamental para la fiesta: El valiente. Es el que hace alarde de ese dominio al miedo llamado valor, estrujando así al espectador, despertando en él una angustia que le provoca emoción. El público siente admiración y respeto por quienes ejecutan ese tipo de toreo…

La personalidad del torero:

El estilo de los toreros se define conforme a su sensibilidad, su forma de ser, su personalidad y propio sentimiento, su carácter y naturalmente, su valor. De todo esto va impregnado su toreo, ¡qué es lo que nos gusta! Más aún cuando llega la inspiración y todo el entorno se muestra propicio. Por ello los diferentes estilos mantienen ese interés por la fiesta. Nunca se pida que un torero actúe como el otro. Debemos conservar esa variedad, pero siempre dentro de una autenticidad
.

Hoy reconozco a este gran hombre y gran torero su aporte a la fiesta. Tras de dejar los ruedos, se ha preocupado por formar a quienes han de continuar llevando adelante la tradición y la historia que representa la Fiesta de los Toros.

¡Enhorabuena Maestro y que sean muchos años más!

miércoles, 24 de diciembre de 2008

¡Feliz Navidad!


Espero que todos tengan aunque sea un motivo para disfrutar estos días, que siempre traen algo para la reflexión. Disfrutemos en unión de los que queremos y esperemos que lo que nos gusta, los toros, sean mejores en lo futuro. Un fraternal abrazo para todos.

Manuel Capetillo. Sesenta años de un nuevo canon

El 24 de diciembre de 1948 se anunció en la vieja Plaza Colón de Querétaro, la tradicional corrida de Navidad. Seis toros de La Punta para Luis Procuna, Rafael Rodríguez y Manuel Capetillo, quien recibiría la alternativa. Había transcurrido poco más de un año desde que Rafael González, ganadero de La Esperanza, le hubiera conseguido ese puesto extraordinario de sobresaliente en la plaza de El Progreso y que un quite por fregolinas lo lanzara a la cabeza de la novillería en ese momento.

El primero de la tarde fue Juchiteco, negro como todos los punteños y el toricantano se vio bien con él. El segundo toro de su lote, Callebaja, le infiere una cornada grande en el muslo izquierdo, por lo que se frustra la confirmación programada para el 2 de enero siguiente. Recuperado ya del percance, logrará ese objetivo cerca de un mes después. En efecto, el 23 de enero de 1949, hizo el paseo en el Coso de Insurgentes flanqueado por Luis Castro El Soldado y Antonio Velázquez. En los corrales se encontraba una corrida de don Antonio Llaguno y el sexto de ellos, bautizado por su criador como Avellano, permitió a Manuel el obtener el primer rabo de su carrera como matador de toros en esa plaza. Al respecto, el propio Manuel es el que relata:

La alternativa la tomé el 24 de diciembre de ese 1948 en Querétaro siendo, Luis Procuna el padrino y Rafael Rodríguez el testigo y recibí una cornada en el muslo izquierdo. Después, en enero del año siguiente, confirmé la alternativa en la Plaza México con El Soldado como padrino y Antonio Velázquez como testigo. Esa tarde me salió un toro de San Mateo que resultó de bandera y le corté las orejas y el rabo. Debo decirte, no obstante, que el toro estuvo muy por encima de mí y que a la fecha creo que los trofeos me los dieron por estimularme y como recuerdo de mi temporada novilleril, Las cosas como son…


En cuanto a su forma de hacer el toreo, Manuel Capetillo resultó ser un heterodoxo, se apartó de los cánones. Eso le hizo lograr – aprovechando su elevada estatura – dar una gran extensión a los muletazos, hecho que motivó que tras su triunfo del 17 de febrero de 1957, don Alfonso de Icaza Ojo, le proclamara El mejor muletero del mundo.

Así describe Capetillo sus procedimientos ante el toro:

Mi manera de pararme ante el toro es contraria a los cánones clásicos. La escuela rondeña especifica que torear es cargar la suerte, echando la pierna contraria para adelante. Más yo toreo descargando la suerte. Con la pierna que cita por delante y la otra un poco atrás.

¿Con qué objeto?

Alargar el muletazo a una dimensión tal, que se puede hablar del cuarto tiempo. Además, la fuerza inicial del toro se aminora con esa vuelta, con ese consentirlo, con ese curvarlo. El paso del toro se vuelve más lento y su lentitud consiguiente es que me permite templarlo con una suave cadencia que de otro modo no conseguiría.


A confesión de parte, relevo de prueba. Aún así, no hay duda sobre la calidad de figura del toreo que tuvo Manuel Capetillo. De los toreros de su tiempo, ha sido el mas longevo, pues en mi opinión, supo adaptarse al cambio que se fue gestando en el toro mexicano, que fue definiéndose cada vez mas hacia la suavidad – perdiendo raza y por ende emoción en su lidia – permitiendo faenas de muleta muy largas, en desdoro del primer tercio de la lidia, que fue el que paradójicamente permitió a este torero salir del ostracismo, pero estableciendo un nuevo canon que es el que a la fecha sigue vigente.

Hoy se cumplen seis décadas de su alternativa como matador de toros y por ello le recuerdo en este espacio.

Aldeanos