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lunes, 21 de octubre de 2019

Re – crónica de un petardo consumado… a 45 años vista (II/II)

Manolo Martínez
Después del fárrago que les receté ayer, retomo lo iniciado con algo de lo que escribió acerca del festejo quien firmó como Don Antonio, para el semanario El Ruedo, en su ejemplar aparecido el 22 de octubre de 1974:
…Tuve ocasión de comprobar que mi decisión de no ir a Marbella había sido acertada. Parece que en estos montajes televisivos vía satélite los organizadores piensan que somos nosotros, los aficionados, quienes estamos en la luna y que todo es lícito para sus fines comerciales. Ya lo pude comprobar en la primera corrida «universal» difundida hace años desde la plaza de Jaén. Esta ha venido a ser la segunda estocada transoceánica dada al buen nombre de la Fiesta. Y no me gusta asistir al espectáculo de ver cómo se dan todas las bazas al enemigo, cómo los aficionados pierden toda razón para seguir siéndolo, cómo se arrastran no siete torillos deficientes y deplorables, sino siete harapos desgarrados de lo que debiera ser el manto regio de la corrida de toros... 
Paco Camino anduvo vacilante, incierto, dubitativo toda la noche. Los planos en que nos mostraban más cercano su rostro siempre eran con la mirada puesta en lo que otros tenían que decidir... Apuntó algún detalle de su clase... pero como los toros no tenían claridad, ni fuerza, ni presencia, la cosa quedó deslucida en sus cuatro... Camino se largó de la plaza abochornado y molesto, mientras por los micrófonos internacionales, vía satélite, gritaba llamándole Pepe Alameda: «¡Paco... Paco... Espera... Paco...!»... 
Manolo Martínez nos recordó – ¡y cómo no! – al de hace pocos años en su primera temporada en España. Tampoco fue favorecido por el ganado, pero sí por el señor presidente que le concedió la oreja del segundo cuando nadie se la pedía. Esto es así hasta el extremo de que las cámaras de TV hurtaron el plano del público y los pañuelos mientras Alameda no pudo dejar de traslucir su sorpresa al decir: «¡Le han dado la oreja a Manolo Martínez...!».
¡Eso sí! Nos enteramos a conciencia de lo que era un «martinete». Y de lo gran torero que Manolo Martínez es... en Méjico...
Al final de cuentas, Paco Camino y Manolo Martínez cortaron una misericordiosa oreja cada uno, aparentemente no pedidas por la concurrencia. Triste saldo para tanto boato previo.

Una versión edulcorada del festejo

Encontré en las páginas del diario mexicano El Siglo de Torreón del 21 de octubre de 1974, la siguiente reseña, remitida por la United Press International (UPI) y que dejo aquí a la letra:
Manolo Martínez cortó oreja y Paco Camino rehusó otra 
Marbella, (España), (UPI). – El éxito artístico de la corrida celebrada anoche en la Plaza “Nueva Andalucía” en la que Paco Camino y el mexicano Manolo Martínez lidiaron toros de los Herederos de Carlos Núñez, no respondió a la expectación que había despertado. 
Los toros, en general bien presentados, fueron difíciles para los diestros, por las escasas fuerzas. Los más manejables fueron el primero, segundo, quinto y el sobrero. El tercero, después de un puyazo y un par de banderillas rodó por la arena y hubo de ser apuntillado.
Camino sacó buena faena al primero con tandas de derechazos y naturales y terminó de estocada desprendida. Petición de oreja y saludos. No pudo hacer nada en el tercero que se tumbó y fue apuntillado. En el quinto sobresalieron tres series de naturales y el de pecho para pinchazo y media desprendida. Oreja que el diestro rehusó. En el sobrero sacó superiores tandas de naturales y derechazos, entre los olés del público. Mató de dos pinchazos y estocada, petición de oreja. 
Martínez, que vestía traje negro y oro, faena reposada y amena en el segundo, en la que sobresalieron naturales, derechazos y martinetes. Citó en la suerte contraria y dejó más de media que fue suficiente. Oreja y vuelta. Comenzó bien con el cuarto, pero se le coló y optó por abreviar dejando cuatro pinchazos y casi media. 
En el sexto faena muy torera que refrendó de estocada caída y delantera, palmas. 
Martínez quiso regalar un toro, pero no se lo permitieron. 
Preguntado sobre qué le había parecido el festejo, dijo que: “me siento muy disgustado. La corrida ha sido fatal, de poca casta”.
En ese tenor se informó a la afición mexicana que no tuvo la oportunidad de ver el festejo.

Alguna cuestión previa a destiempo

En el primer ejemplar de El Ruedo citado, se hace un resumen de lo que implicó el festejo en su organización, haciendo ver que al menos en el costo de los honorarios de los toreros, fue en su día, el más caro de la historia. Me llama la atención que esa publicación haga notar que lo que hipotéticamente cobró Paco Camino importó el doble de lo que se llevó Manolo Martínez. Lo publicado es lo siguiente:
La corrida del día 20 en Marbella
Plaza: Andalucía la Nueva
Localidad: Marbella
Clase del festejo: Corrida de toros.
Hora: Corrida nocturna.
Toreros: Paco Camino, de España y Manolo Martínez, de Méjico, mano a mano.
Toros: De Herederos de Carlos Núñez o Joaquín Buendía.
Honorario de los toreros: Según contrato, a convenir. Según informaciones dignas de crédito, diez millones de pesetas, Paco Camino y cinco millones de pesetas, Manolo Martínez.
Divulgación: Transmitida por T.V. color a España, Méjico y países taurinos de habla española.
Organización: «Televisa» cadena de la televisión mejicana.
Es de destacar que antes del anuncio formal de la corrida, existía la posibilidad de que los toros a lidiar fueran de don Joaquín Buendía, de encaste Santa Coloma, pero al final los organizadores y quizás también, los toreros, se decantaron por el encierro de Núñez.

Comentarios a – posteriori

Quien firmó como Uno del Uno, en la columna titulada Chilindrinas toreras, en el número de El Ruedo aparecido el 22 de octubre de 1974, escribió lo siguiente a propósito de este accidentado festejo:
Martínez a «desagusto» 
En otro lugar de este número damos cuenta de los antecedentes, opiniones y resultados de la «irrespetuosa» – por  llamarla de algún modo fino – corrida de Marbella. De entre la mucha cháchara, para despistar, que escuchamos por los micrófonos, nos llamaron la atención dos pequeñeces. Y las dos, referentes a Manolo Martínez, el torero mejicano. 
La primera: que el diestro dijo que estaba «desagusto» con la corrida. Lo cual, si algún tiempo fue vocablo en uso – lo cual habría que consultar –, hace tiempo arcaico que dejó de serlo. Y lo correcto hubiera sido decir «disgusto». 
Como estábamos a disgusto cuantos sentíamos tantas y tan seguidas faltas de respeto al público internacional, tanto agravio para la Fiesta, tanta falta de amor propio en los toreros, tanta vergüenza ajena al escuchar como Pepe Alameda – el comentarista mejicano – trataba de hacernos ver blanco lo negro (mi receptor no captó otro cromatismo) o confundir los colores para quienes veían la corrida en toda su gama de matices. 
La segunda: Martínez afirmó que la corrida había salido mala (de acuerdo) y falta de casta (en desacuerdo). La corrida salió escasa, floja, inválida y mansa. Pero, ¿sin casta? Martínez tiene confundidos los conceptos. Una cosa es la mansedumbre y otra la casta. Casta es eso que hizo que Manolo Martínez estuviera bailando al son de los toros casi toda la noche y en un momento de verdadero apuro en el cuarto. ¿Comprende «mano»?
Las consecuencias de la catástrofe de Marbella tuvieron brazos largos. En el ABC de Sevilla del 30 de noviembre de 1974, apareció publicada la siguiente información:
Madrid, 29. – La Junta Nacional Sindical Taurina ha hecho saber, respecto a la dimisión de Gregorio Sánchez de sus cargos, motivada por el resultado artístico de la corrida de Marbella, televisada a España e Iberoamérica, que, aun respetando la decisión del diestro, no es cometido de dicho organismo garantizar la calidad artística de aquel festejo. 
El diestro Gregorio Sánchez ha presentado la dimisión de sus cargos de vocal y tesorero de la Junta directiva de la Agrupación de Matadores de Toros y del cargo de vocal que, con dicha representación tenía en la Junta Nacional. – Cifra.

Efectivamente, como dice la nota transcrita, las agrupaciones taurinas no tenían la responsabilidad de garantizar el resultado artístico de la corrida, pero, visto lo relatado hasta aquí, sí tenían la de vigilar que se respetara, dentro de unos mínimos aceptables, el decoro de la fiesta, cosa que definitivamente no se hizo.

Por último

La plaza de toros Nueva Andalucía es una de tercera categoría. Inaugurada en 1968, tenía un público más bien turístico, así que no era dable esperar un espectáculo de gran categoría en un escenario de esa naturaleza, por mucho que se fuera a televisar urbi et orbi.

La idea inicial de don Jaime de Haro, de poner a torear juntos a Paco Camino y Manolo Martínez en México, se cristalizó hasta 1977 y permaneció hasta 1978, año en el que el llamado Niño Sabio de Camas se despidió de los ruedos en México.

Lo que demostró esa corrida, es que con ciertas restricciones, los toros y la televisión pueden convivir, sirviéndose los unos de la otra y viceversa para fomentar la afición y generar recursos que la hagan viable en muchos casos.

Agradezco de nueva cuenta a mi amigo Francisco Tijerina el haberme facilitado la información aparecida el diario regiomontano El Porvenir citada en estas líneas.

domingo, 20 de octubre de 2019

Re – crónica de un petardo consumado… a 45 años vista (I/II)

Paco Camino
El 20 de octubre de 1974 se celebró en la plaza de toros entonces llamada Nueva Andalucía y hoy conocida como Puerto Banús, una corrida que se televisó a todos los países de habla hispana en los que la fiesta de los toros tiene arraigo. En ella alternaron mano a mano Paco Camino y Manolo Martínez ante reses de los Herederos de don Carlos Núñez. Como casi todo espectáculo que es motivo de expectación, su resultado fue decepcionante.

El hecho de que el festejo se televisara tuvo en su día un cierto aire de novedad. Para lograr eso, se tuvo que anunciar su realización a las once de la noche, de modo tal que no perjudicara a los empresarios que en esa misma fecha tenían anunciadas corridas o novilladas en horario diurno y al mismo tiempo, se aprovechó la diferencia horaria con el continente americano para que el mismo pasara por la pequeña pantalla en un momento en el cual fuera atractiva la emisión del evento.

El iter de la transmisión

De acuerdo con la información que pude encontrar en la prensa española, al parecer la idea inicial era que el festejo se celebrara en México. Quien gestó la idea de todo este asunto fue el empresario mexicano don Jaime de Haro Caso, a quien he mencionado en alguna otra ocasión en estas mismas páginas y que tenía experiencia en la organización de eventos televisados a escala mundial. Es Vicente Zabala Portolés, en la edición del ABC de Madrid del 13 de septiembre de 1974, que hace las siguientes precisiones:
La prensa mejicana informa de lo avanzadas que van las conversaciones encaminadas a una posible confrontación artística del azteca Manolo Martínez, ídolo de aquella afición, y el español Paco Camino. 
Las pretensiones son ambiciosas. Primero, tienen que contratar a Paco Camino, que goza en aquel país de enorme cartel, pese a hacer muchos años que no actúa ante los aficionados mejicanos; pero dejó grato recuerdo como consecuencia de memorables actuaciones en la Monumental de Insurgentes. 
El primer paso ya está dado: Jaime de Haro ha entrado en conversaciones con Pepe Chafic, apoderado del diestro regiomontano, quien ha dado su conformidad para la «pelea». 
Todo parece indicar que el señor Haro se encuentra en España de riguroso incógnito. Ahora trata de convencer a Manolo Chopera, exclusivista de Camino, para poder llevar a cabo el proyecto. 
Como ya se dijo en su momento, el problema no se encuentra sólo en la contratación de Camino y Martínez, sino en la posibilidad de retransmitir los festejos por televisión a diversos países. Es ahí, en los derechos televisivos, donde está el negocio y la posibilidad de que ambos diestros acepten el enfrentamiento. 
Por otra parte, no creo que a estas alturas ninguno de los dos espadas tengan nada que dirimir. Ambos son de sobra conocidos de los aficionados. Martínez conserva el liderato en su país, mientras Camino se lo ha dejado ir en las tres últimas temporadas en el nuestro. Los dos tienen largas fortunas y reducida afición. Se les presenta la gran ocasión de aumentar sus respectivos capitales. A estas alturas tienen muy poco que perder. Por unas actuaciones más, con mayor o menor suerte, no van a aportar o disminuir nada a sus historiales, que prácticamente ya están escritos. 
En mi opinión harían bien en llegar a un acuerdo y ofrecer esos «manos a manos» para los países de habla hispana. Conocen bien el oficio y cualquiera que sea el momento que atraviesen ambos toreros me consta que no van a hacer el ridículo...
Al final, los hechos se desarrollarían de una manera distinta, pero el apunte inicial deja muy claro que don Jaime de Haro, que tenía fuertes vínculos con el campo bravo mexicano, fue quien planteó y llevó a cabo las bases sobre las cuales se verificó el hecho que hoy intento recordar.

Toros y tele en México

El intento de don Jaime de Haro viene después de que el 19 de enero de 1969 se expulsó de la Plaza México a las cámaras de televisión. Desde esa fecha, la transmisión de las corridas de toros en señal abierta dejó de ser una cosa habitual en la programación y entre esa fecha y el festejo que me ocupa y que espero que les ocupe un rato a Ustedes, recuerdo entre otras, algunas retransmisiones como la del 31 de diciembre de 1972, fecha de la confirmación de Francisco Ruiz Miguel; la del 28 de enero de 1973, corrida de la despedida de Joselito Huerta o la del 10 de marzo de 1974, que representó la despedida de Luis Procuna.

Es decir, de los toros un espacio infaltable en la televisión abierta dominical, se convirtieron en una cuestión puntual y hoy en día prácticamente extinta.

Vientos de fronda

Una vez anunciado el festejo, surgieron algunas inconformidades del lado mexicano. Y es que al pasar éste por la televisión aquí precisamente a las cuatro de la tarde, los festejos programados por las distintas empresas, seguramente se verían afectadas por la competencia de la televisión. En esa virtud, se acordó suspender todos los festejos anunciados para ese 20 de octubre, según nota de la agencia Prensa Independiente de México S.A. (PIMSA), aparecida en el diario El Porvenir de Monterrey, que es de la siguiente guisa:
Suspenden las corridas hoy 
México, Oct. 19 (PIMSA). - Mañana no habrá corridas ni novilladas en el país.
Las empresas de provincia y DEMSA en esta capital y en sus plazas de provincia, decidieron no arriesgar plata y sus cuatro festejos que habían planeado para mañana se posponen ocho días. 
La razón es sencilla: El mano a mano monumental desde Marbella, España, entre Manolo Martínez y Paco Camino, considerados como los dos mejores muleteros del mundo.
Esa suspensión, quizás acordada días antes motivó la airada protesta de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros y de la Asociación de Matadores, que intentaron impedir la transmisión por televisión del festejo. En el semanario El Ruedo, del 22 de octubre de 1974, se relata lo siguiente:
Las Asociaciones de Matadores de Toros y de Subalternos de Méjico se opusieron a su transmisión por televisión… 
Antes de la celebración de la corrida de Marbella, la Junta Nacional Taurina del Sindicato del Espectáculo tuvo que reunirse para autorizar y confirmar su celebración. 
La citada reunión, que se celebró el día 16 y fue presidida por el titular del Sindicato, Jaime Campmany, fue convocada al recibirse un telegrama de las Asociaciones Mejicanas de Toreros y Subalternos, en el que pedían apoyo al Sindicato español para la prohibición de la transmisión del mano a mano. 
Basaban dicha petición el presidente de la Asociación de Toreros Mejicanos Jaime Rangel, y el banderillero Juan Escamilla, en representación de la Asociación de Subalternos, en el grave perjuicio económico que sufrirían los espectáculos taurinos anunciados para ese día en Méjico, por cuanto el festejo se celebró a las once menos cuarto de la noche, hora española, que corresponden a las cuatro de la tarde, hora de Méjico. Y se consideró que un cartel en el que figuraban los dos toreros, de España y América, que cuentan con más partidarios en Méjico, ofrecido en directo por televisión, repercutiría negativamente en las recaudaciones taquilleras de las corridas y novilladas anunciadas en todo el país mejicano. 
Por otra parte, en el citado telegrama, las asociaciones mejicanas hacían hincapié en que Manolo Martínez, el picador de su cuadrilla Juan Carlos Contreras y el banderillero Jesús Morales – llegados con el matador a Madrid – no contaban con los permisos que deben ser concedidos por ellas, aunque tanto el matador como los dos subalternos mejicanos aseguraron tener todos los documentos y permisos en regla...
Y las cosas se llevaron todavía a un extremo mayor. Se amenazó con la ruptura del convenio taurino, según se publicó en la Hoja del Lunes de Madrid al día siguiente del festejo en nota firmada por José Luis Dávila:
Independientemente de su resultado artístico, la corrida hispano – mejicana televisada por vía satélite va a traer cola. 
Una de las consecuencias inmediatas será la de la ruptura del convenio taurino entre ambos países. Por una diferencia muy sencilla: la diferencia de horario entre Méjico y España. Aquí las once de la noche no es inconveniente para la retransmisión de una corrida, pero allá “reciben” el festejo a las cuatro de la tarde, cuando se están celebrando otras corridas, coincidencia que ni por aquellos, ni por estos pagos se permite sindicalmente. Si para montar un saneado negocio se ha conseguido el enlace vía satélite y logrado la colaboración de Manuel Martínez – danza de millones –, el que figure el nombre de este diestro azteca en el cartel de Andalucía la Nueva no impide que los diestros y empresarios mejicanos no vayan a plantear crudamente el problema y a denunciar la infracción manifiesta…
Como se ve, las cosas no caminaban bien y aún no salía el primero de la tarde a la arena.

El resultado

Ya lo decía arriba, corrida de expectación, corrida de decepción. Pero si al adagio agregamos los desatinos organizativos, el resultado no puede ser más que la catástrofe. Encontré tres relaciones de lo ocurrido en el festejo de marras. Son, por decir lo menos, cáusticas. Empiezo, por orden temporal, con la de José Luis Dávila, aparecida en la Hoja del Lunes madrileña del día siguiente al del festejo:
…Los países hispanoamericanos y los televidentes de Norteamérica que lo contemplaron en circuito cerrado se habrán hecho una idea muy pobre de lo que es nuestra fiesta y de lo que son nuestras ganaderías de reses bravas, representadas por los seis toretes – gachos, bizcos, terciados... – de los señores herederos de don Carlos Núñez. Todos los vieron y no vamos a insistir, pero es realmente vergonzoso que sólo recibieron una varita y un par de banderillas cada uno o casi todos, para puntualizar más exactamente. 
Más cosas: después de sus declaraciones en Méjico tras su fracaso en España, nos pareció muy “digno” y “diplomático” el brindis de Manolo Martínez: “Brindo por todo Méjico”. Lo único elegante que mostró el azteca fue su traje de luces... Otro día, hay tela (y “tele”) para rato, hablaremos. Por ejemplo, hubo danza de pesos – y pesetas –, pero no se facilitó ni uno solo de los pesos de los toros. Era delicioso ver una furgoneta con un altavoz anunciando que se lidiaría un toro más. Ni en una plaza de carros del último villorrio celtibérico...
Sigue en su orden la que escribió Vicente Zabala Portolés aparecida en el ABC de Madrid el martes 22 de octubre siguiente y es de la siguiente guisa:
«Perros» en la corrida mundial que presenciaron cerca de cien millones de espectadores 
Paco Camino y Manolo Martínez se prestaron a una torpe burla de toda la afición hispana, desaprovechando una ocasión más de promover y popularizar la fiesta de los toros 
…No hay quien pueda con los taurinos. La creencia general de la calle es que el llamado planeta de los toros está habitado por una grey de pícaros, matones y granujas. Están equivocados. Difícilmente se puede encontrar una tan rara colección de ciudadanos ingenuos, infantiloides, de tan alicorto vuelo intelectual como el de estas gentes de la tauromaquia. 
Ni a propósito se puede hacer tan insistentemente un mayor daño a un espectáculo tan añejo y de tan firmes cimientos. Los más recalcitrantes enemigos de las corridas de toros, los más veteranos y laureados socios de la Protectora de Animales, difícilmente podrían disponer las cosas de manera más corrosiva para la fiesta de los toros que estos delirantes taurinos que los aficionados tenemos la desgracia de padecer… 
Para empezar, aún conscientes de que les contemplaban de ochenta a cien millones de espectadores, muchos de los cuales no tenían ni idea de lo que era una corrida de toros, se llevaron seis «raspas», seis «perros» de Carlos Núñez. Seis puñaladas más a la fiesta nacional, que le fueron asestadas con toda clase de agravantes y alevosía, porque si la corrida de toros consiste en maltratar a una chota que es incapaz de sostenerse en pie, si este arte es una sucesión de vulgares trapazos, si la competencia entre dos toreros se apoya en la grosería de uno de ellos, que, resentido por su anterior fracaso profesional en España, brinda «por Méjico» para luego dejar en ridículo al toreo de su país con un estilo de lo más corrientito y anodino, si no se desprende la emoción ni el arte de ninguna de las acciones que se desarrollan en la arena, ¿qué queda de este espectáculo?... 
Daba pena ver a Paco Camino perdiendo terreno con el capote, a merced de las mal encastadas chotas de Núñez. Ni un lance de capa, ni tan siquiera una de sus socorridas chicuelinas, ni un quite, ni dos pases ligados, templados y rematados. Derechazos con el pico de la muleta, perfilero y desconfiado. Ni un solo gesto de enfado, de vergüenza torera. Antes de hacer el paseo ya había tirado las armas aceptando torear – ¿torear? – tan vergonzosa chotada. Nadie pide que se trajera una corrida de Hoyo de la Gitana, pero ¿tan difícil es conseguir seis toros como los que se lidian en Pamplona, San Isidro, Sevilla o Bilbao? Seis toros de digno trapío. No hacía falta el buey de San Marcos. Podía valer cualquier cosa que se pareciera a una auténtica corrida de toros. 
Y no digamos nada de Manolo Martínez, del muy perfilero «Manolo Telones», toreando arqueado, con la muleta atravesada por la espada, atentando contra los ojos de los becerros, pues con esa horrenda forma de montar la muleta lo único que puede conseguir es dejar tuerto al «perro» de turno. 
Si de verdad estas son las dos máximas figuras del toreo hispano – mejicano, ¡cómo está la fiesta, Dios mío! La corrida mundial ha sido un fracaso, un rotundo fracaso de organización. Una corrida de toros sin toros constituye una burla incalificable que a nadie beneficia, y menos que a nadie a esta pobre fiesta que ha tenido la desgracia de caer en manos de gentes que la manejan con tanta torpeza como desprecio para sus propios intereses, aunque ellos crean lo contrario. Es la prisa de apurar el presente con desprecio absoluto del futuro. Los hombres que no hicimos la guerra sabemos algo de esta sucia teoría.
Dejo aquí por hoy esto, mismo que concluiré el día de mañana.

domingo, 31 de marzo de 2013

Hoy hace medio siglo (III): Paco Camino y los berrendos de Santo Domingo

Paco Camino con uno de los berrendos de
Santo Domingo (31/03/1963)
Paco Camino llegó por primera vez a México durante la temporada 1961 – 62 para hacer campaña en nuestros ruedos. Junto con él llegaron a confirmar sus alternativas Mondeño, Santiago Martín El Viti, Diego Puerta, Joaquín Bernadó y Curro Romero. Cada uno de ellos tuvo un impacto y una permanencia distinta en nuestra afición y en nuestras temporadas, aunque todos se labraron su propia historia y su propia leyenda entre nosotros.

El cierre de la temporada 1962 – 63 para Paco Camino es el que viene a marcar lo que quizás represente la cota más alta de su presencia en nuestras plazas. El ciclo de corridas en la capital mexicana se celebró en las dos plazas de toros que en esas fechas existían en la zona urbana de la Ciudad de México, la Plaza México y El Toreo de Cuatro Caminos – que territorial y administrativamente se ubicaba en el Estado de México – y en ese lapso de tiempo tuvo ocasión de actuar en ambos ruedos, aunque en números, su presencia en el coso cuatrocaminero era mayoritaria si consideramos que en su primera incursión a nuestros ruedos, la temporada anterior, su presencia en la Capital de la República fue exclusivamente en ese desaparecido coso.

La corrida y su preámbulo

La temporada se había dado de una manera espléndida para el ya llamado Niño Sabio de Camas. El 27 de enero de 1963 cortó el rabo al toro Novato del Ingeniero Mariano Ramírez en la Plaza México. Ya trasladada la temporada a El Toreo, la noche del miércoles 27 de marzo, en la Corrida de la Oreja de Oro, había realizado una importante faena a un toro de Pastejé, de regalo, llamado Catrín, al que solamente cortó una oreja por un desastroso manejo de la espada, pero al apéndice sumó seis apoteósicas vueltas al ruedo.

En ese ambiente se anunció para el domingo 31 de marzo de 1963 la despedida de Paco Camino de la afición mexicana, dado que retornaría a España para iniciar su campaña en las plazas de su patria. El cartel que la empresa ofrecía se formó con toros de Santo Domingo para Juan Silveti, José Ramón Tirado y Paco Camino. La corrida de los señores Labastida tenía la particularidad de que los seis toros eran de pelo berrendo aparejado. Además, el festejo sería televisado – como todos en aquellos días – en abierto a todo el país.

El hecho de que el festejo fuera televisado permitió que lo sucedido en él adquiriera una mayor trascendencia. La posibilidad de presenciar en la plaza o a través de las pantallas lo que en el ruedo sucedía permitió a cada aficionado formarse su propio criterio de lo allí sucedido.

Crónicas de lo sucedido

Localicé dos crónicas de la corrida. La primera, aparecida en el hoy extinto diario Novedades de la Ciudad de México el 1º de abril de 1963 y obra del que en esas fechas era su cronista titular Carlos León. Está, como era acostumbrado, redactada en forma epistolar y dirigida al entonces Secretario de Educación Pública, don Jaime Torres Bodet. De ella extraigo lo siguiente:

Junto a Camino, los toreros son catecúmenos. Enseñó a embestir a dos berrendos y cortó cuatro orejas y un rabo. Silveti y Tirado resultaron alumnos reprobados frente al talento taurino del sevillano…  
Aunque en México ya no exista una escuela taurina – tan olvidada, que es de urgencia darle una manita para restaurarla –, es evidente que no por fortuita coincidencia tiene usted de secretario particular a un culto cronista taurino como Rafael Solana, autor de “El Crepúsculo de los dioses”, que anticipó el ocaso de nuestros astros, dramaturgo de un “Debiera haber obispas” que ha de ser la obra favorita de “Mondeño”, o novelista de “Las islas de oro” en las cuales, según las fábulas, los piratas gambusinos encontraron la muleta que se adjudicó a Capetillo… Además señor ministro, su agudo secretario ha revelado al ático ingenio en “Trata de muertos”, “La música por dentro” o “Los santos inocentes”, donde su recopilación de cuentos adquiere más justas proporciones taurófilas, en una fiesta donde nuestra literatura de toros está tan pródigamente llena de cuentistas. 
“Magister dixit”. – Claro es que usted, UNESCOnocido como patriarca de la enseñanza, sabe de sobra que la pedagogía se originó en el hecho de que, en la antigua Grecia, pedagogo era el que conducía a los niños a la escuela. Y mire usted lo que son las cosas: ahora es un niño – el genial infante de Camas – el que toma de la mano a los grandes analfabetas de la lidia, para mostrarles el camino hacia la Escuela de Tauromaquia de Sevilla que fundó el conde de la Estrella… Y sin embargo es curioso: Paquito no aspira a ser el Pestalozzi de las verónicas, ni el Spencer de las chicuelinas, ni el Horacio Mann de los naturales, ni mucho menos el Froebel o el Condorcet que dicte pragmáticas para la pureza de las estocadas… Paquito tampoco anda, como Locke, hablando de “Some Thoughts Concerning Education”, Paquito – sevillano como don Juan Belmonte García, a quien Dios tenga en su santa gloria – no sale en plan de catedrático a decir de los catecúmenos: “Hay que torear así”, sino que simplemente demuestra: “El toreo es esto”. Y el que quiera que lo haga… si puede… Además sería tiempo perdido si nuestros escolapios de coleta, que a sus años siguen en el “kínder”, cuando el niño sevillano ya es universitario, trataran, tardíamente, de aprender la lección. Hay cosas que no se aprenden y que se nace con ellas. Por allí anda una película de gran éxito de taquilla, intitulada “Lo que los amantes deben aprender”. Durante dos semanas y más semanas, las curiosas parejas de enamorados han abarrotado la sala, creyendo que van a salir convertidos en Casanovas de Bondojito, Rubirosas de Iztapalapa o Mesalinas de Peralvillo. Pero, ¡sí Chucha! Con lo que allí enseñan de arrumacos, roncería y soflama, los que esperaban encontrarse con la versión fílmica del “Arte de amar” de Ovidio, salen más ignorantes que si esa asignatura amatoria la hubieran cursado en el colegio de monjas de Tecoyotitla… Paquito, en suma, no es un dómine que haya tratado de alfabetizar a nuestros diestros reprobados, que ya no pasan de año ni a título de suficiencia. Pero ha logrado otro milagro mejor: hacer que los espectadores abran al fin los ojos a la realidad y entiendan lo que es un torero y lo que es el toreo. Ahora, por muchas leyendas que le cuenten, nuestro público ya nunca más volverá a dejarse engañar con tontas consejas de fantasmas. 
Cuatro orejas y un rabo para el torero cumbre de la época. – Seguramente se queda uno corto al afirmar que Paco Camino es la figura impar del momento presente, pues tal vez pudiera llegarse a la afirmación de que así no se había tenido nunca. Aún estaba imborrable su trasteo maravilloso del miércoles anterior – aquel tan rutilante como las gemas de María Félix – cuando en esta tarde ha cuajado dos faenones inconcebibles que no los iguala ni supera nadie… Dos faenas diferentes. El primero, jugándose la vida, exponiendo temerariamente, arrancando a la fuerza el trasteo a un toro que se negaba a colaborar con el niño prodigioso. Porque hay una circunstancia tan notable como insólita. Los lidiadores se habían dividido siempre en tres categorías: los dominadores, los artistas y los valientes. Pero de pronto, en este chaval milagroso se funden las tres cualidades. Y, junto a una sapiencia increíble, brota el primer artista que es valiente, sin perder por ello su calidad artística… En ese trasteo a “Gladiador”, Paquito se rifó el pellejo y logró un impresionante conjunto de muletazos espartanos, de estoicismo ejemplar, para rubricar su bravía labor con el estoconazo fulminante y tumbarle un par de orejas a bicho de Santo Domingo… Con el sexto y último, que además era el toro con el que se despedía de México, Paco Camino estuvo en gigante y en coloso. “Traguito” era un burel sin malas ideas y de buen estilo, pero se iba suelto de los muletazos, sin celo ni codicia alguna para el engaño. Pero el niño catedrático, que no pierde el tiempo en enseñar a torear a nuestros toreros, sí se mostró como un maestro para enseñar a embestir al toro. Y el berrendo que se iba suelto, empezó a seguir el círculo mágico que el niño sabio le mostraba en esos muletazos preparatorios. A los pocos instantes el milagro se había consumado y “Traguito” embestía dócil y amaestrado ante el imperio de la muleta poderosa. Vino entonces el faenón antológico, el poderío muleteril de quien dejó allí, como postrer recuerdo, una hazaña imperecedera, coronada soberbiamente con nuevo estoconazo. ¡Y la locura! Las dos orejas y el rabo, la salida a hombros, los paseos triunfales que acabó compartiendo con los ganaderos Labastida y la confirmación de que con Paco Camino no puede nadie… 
Mientras tanto, como intelectuales, celebramos el advenimiento del toreo franciscano, que es la forma de torear de Francisco Camino. Pues el franciscanismo es todo un estilo de pensamiento, de literatura y de arte, que lo mismo dio filósofos y teólogos de la talla de San Buenaventura o de Raimundo Lulio, que políticos como el cardenal Cisneros o pontífices como Sixto V. Faltaba un torero, y ya surgió… Solo me resta expresarle mis deseos de que usted pueda lanzar un libro gratuito para desasnar a nuestros toreros que, en vez de las orejas de los toros, sólo merecen las de burro con que se señala a los ignorantes. Y acepte un cordial saludo de Carlos León.
La segunda de las crónicas aparece firmada por Pepe Luis en el diario El Informador de Guadalajara y de allí destaco lo siguiente:

Paco Camino, español, se despidió esta tarde del público mexicano, logrando un triunfo de apoteosis. Brillantes verónicas dio al tercero. Aplausos. Gran faena. De mucho mérito. Muletazos suaves por bajo, enseñando a embestir al toro, que llegó tardo al último tercio. Insistiendo mucho logró varias tandas de naturales rematadas soberbiamente con el de pecho entre aclamaciones. Derechazos de larga dimensión, lasernistas y cambios de muleta por la espalda. Estocada buena… Los tendidos se cubrieron de blancos pañuelos y al grito de ¡torero, torero!, se le otorgaron las dos orejas y dio dos vueltas al ruedo y saludó desde los medios… Al son de "Las Golondrinas" veroniqueó estupendamente al sexto. Ovación y música. Faenón de antología, principiando por enseñar al toro a embestir con suaves muletazos por bajo. Fue intercalando series de derechazos y naturales templadísimos, algunos circulares, enmedio del delirio del público que no se cansaba de aclamarlo y de gritarle ¡torero, torero!, la destacada serie tuvo como remate el pase de pecho… Antes de que entrara a matar estaban los tendidos cubiertos de albos pañuelos. Estocada entrando a ley. Ovacionaza, orejas y rabo, vueltas interminables a pie y a hombros, el grito entusiasta del público de ¡torero, torero!, la despedida del diestro sevillano Paco Camino constituyó un grandioso triunfo para el torero y el empresario, siendo inolvidable para el público que no quería abandonar el coso.

El Toreo de Cuatro Caminos (1967)
Foto: Compañía Mexicana Aerofoto S.A.
Juan Silveti y José Ramón Tirado tuvieron una tarde que podríamos calificar de aciaga, pues al segundo toro del lote de cada uno de ellos – Andasolo (4º) y Marquesito (5º) – se les premió con el arrastre lento y ambos diestros resultaron abroncados tras de su lidia. Al sexto, Traguito, también se le premió con la vuelta al ruedo, pero entre las protestas de la concurrencia.

Paco Camino volvería a tierras mexicanas el mes de junio de 1963 a cumplir con tres compromisos en la frontera Norte – 2 en Tijuana y uno en Ciudad Juárez – y al año siguiente realizaría una campaña de veinticuatro festejos, para completar los cincuenta y uno – 23 de ellos en la Ciudad de México – que sumaría en esa primera etapa de su paso por nuestras plazas, dado que una vez completado ese ciclo del año 64, se alejaría de nosotros por circunstancias extrataurinas hasta el año de 1976, cuando reaparece en la plaza Santa María de Querétaro y que culminaría dos años después con su despedida de nuestros ruedos en la Plaza México, alternando con Manolo Martínez y Eloy Cavazos en la lidia de toros de Mimiahuápam, en una corrida que fue transmitida por televisión a España y a México y en la que no tuvo suerte.

En video

En la internet he podido encontrar la faena de Paco Camino a Traguito en esta ubicación emotivamente narrada por José Alameda y esta otra versión interesante, filmada por un aficionado en 8mm, en color y convertida a vídeo, aunque no refleja la faena completa al toro Gladiador, tercero de la tarde, que pueden ver aquí.

Disfrútenlos antes de que las buenas conciencias antitaurinas logren privarnos de ese placer.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El cartel del siglo… que Diego Puerta no pudo completar


El inicio de la década de los sesenta en México nos trajo una nueva generación de toreros españoles que vinieron a refrendar el interés que en esta afición dejaron justo una década antes diestros como Julio Aparicio, Litri, José María Martorell, Luis Miguel Dominguín, Manolo González, Rafael Ortega, Antonio Ordóñez, Jumillano o Manolo Vázquez, que en los distintos ruedos de nuestro país, escribieron importantes páginas de su historia personal y de la del toreo mexicano, quedando en la memoria colectiva como grandes representantes de la torería de todos los tiempos.

De esa generación siguiente de toreros, llegaron y de inmediato se instalaron en el intelecto y el corazón del aficionado mexicano Paco Camino, Juan García Mondeño, Santiago Martín El Viti, Joaquín Bernadó, Miguel Mateo Miguelín y un menudito torero sevillano del barrio de San Bernardo, Diego Puerta, quien mató el primer toro del año 1963 en la Plaza MéxicoPlaterito, de Torrecilla, que le fue cedido por Manuel Capetillo, en presencia de Jaime Rangel, para confirmarle su alternativa sevillana, recibida de manos de Luis Miguel Dominguín.

El cartel del siglo

Para el 21 de marzo de 1963, don Ignacio García Aceves anunció un cartel que en esos tiempos era difícilmente concebible y que desde su anuncio, se propuso como el cartel del siglo. Ocho toros de San Mateo, para Manuel Capetillo, Joselito Huerta, Diego Puerta y Paco Camino, en la hoy difunta plaza de toros El Progreso de la Guadalajara mexicana. Sin duda que la combinación de toros y toreros era digna de cualquier plaza o feria del mundo, pues reunía a los dos diestros mexicanos más destacados de ese momento y a dos de los principales del escalafón mayor de España. La expectación en la afición fue enorme, tal y como lo consigna el diario El Informador, de Guadalajara, en su columna Noticiero Taurino del 19 de marzo de ese año:





Como era de esperar, al abrirse las taquillas se volcaron los aficionados, con deseos de adquirir sus boletos, y como siempre sucede cuando la cosa es fuera de lo normal, hubo todos los incidentes de costumbre y los boletos se agotaban... Los toros de San Mateo de don José Antonio Llaguno García lucirán la gloriosa divisa rosa y blanca y son el número 2 con 500 kilos; No. 4 con 465; No. 9, con 470; No. 6, 435; No. 99, con 465; No. 16, con 470; No. 11, con 435 y No. 6, con 470, dando un promedio de 463 kilos. Vienen dos toros con el número 6... Como primer espada actuará el tapatío Manuel Capetillo, con alternativa en 1949. Lleva diez corridas en el presente año. Joselito Huerta, de Tetela de Ocampo, Puebla, alternativa de 1955, lleva diez corridas; Diego Puerta, del Barrio de San Bernardo en Sevilla, alternativa de 1958, también suma 10 festejos; Paco Camino, natural de Camas, Sevilla, tomó la alternativa en 1960, ha toreado 9 corridas. Las actuaciones anotadas son exclusivamente las de nuestro país... 

La actuación de Diego Puerta en este festejo, como se desprende de la nota transcrita, sería la undécima del sevillano en nuestro país ya que alternaba sus actuaciones en nuestro suelo con su temporada sudamericana. De hecho, ese día 19 de marzo se presentaba en la plaza Santa María de Bogotá, donde sucederían los hechos que precipitarían el desenlace de esta historia.

El hombre propone…

En la edición del 21 de marzo del mismo Informador de Guadalajara, se publicaba la siguiente información:

Diego Puerta no actuará hoy en el coso tapatío. Lo suplirá el español J. Bernadó... “El Hombre propone y Dios dispone”, reza un viejo refrán que ahora podemos muy bien aplicar a los aficionados tapatíos, especialmente a los empresarios de El Progreso, que tuvieron que luchar a brazo partido para presentar un cartel con los dos mejores diestros españoles y con los dos mejores espadas mexicanos, cartel este que se disputaron las empresas de la capital de la República, la de Monterrey y la de esta ciudad; pero que en realidad, no obstante que dicha contratación fue ganada por los empresarios locales, la corrida con Joselito Huerta, Manuel Capetillo, Paco Camino y Diego Puerta, no podrá realizarse, al menos por ahora, en ninguna plaza taurina... La razón es que ayer, don Nacho García Aceves, empresario del El Progreso, recibió un cable en el que Camará, apoderado de Diego Puerta, le informa que su poderdante no podía actuar en esta fecha, debido a que durante su actuación en Bogotá, Colombia, el pasado martes, sufrió la posible fractura de la mano derecha al ser cogido por el quinto toro, enviándole de paso el correspondiente parte facultativo... En tales condiciones y para cubrir el hueco dejado por Diego, Nacho se puso inmediatamente en contacto con los mejores diestros españoles, tratando de contratar al que mayores éxitos haya alcanzado tanto en esta ciudad como en la capital de la República, habiendo logrado incluir en el cartel a Joaquín Bernadó, quien inclusive alcanzó un gran triunfo en El Progreso el domingo 13 de enero, cortando la oreja de su primer adversario... Ahora bien, como la empresa vendió boletos para una corrida en la que figuraba Diego Puerta y éste no podrá actuar, quienes no estén conformes con el cambio, podrán pasar por las taquillas de Galeana para que les regresen el importe de su entrada, lo que creemos que harán muy pocos, tomando en consideración lo interesante del nuevo cartel confeccionado…

Así pues, por una lesión sufrida en Bogotá, Diego Puerta se vio impedido de ser parte de una tarde que resultó a la postre, ser histórica, comparada por Enrique Aceves Latiguillo, el cronista titular de El Informador, con la del 1º de enero de 1950, en la que Silverio Pérez y Antonio Velázquez tuvieron un rotundo triunfo con un bravísimo encierro de La Punta. Al festejo asistieron figuras de la talla de Fermín Espinosa Armillita – brindado por Bernadó –, Pepe Ortiz, Silverio Pérez – brindado por Huerta –, Luis Castro El Soldado y Juan Silveti; toreros en activo como Alfredo Leal, Felipe Rosas o Eduardo Moreno Morenito; ganaderos como don Pepe Madrazo, don Fernando de la Mora o don Luis Javier Barroso o políticos como el profesor Juan Gil Preciado y vale mencionar que si se devolvieron entradas  a causa de la sustitución de Diego Puerta por Joaquín Bernadó, ello no se percibió en los tendidos de la plaza según las crónicas.

El resultado de la corrida le representó las dos orejas del quinto a Manuel Capetillo; una oreja del segundo y dos vueltas al ruedo del sexto para Joselito Huerta; dos orejas del tercero para Joaquín Bernadó y para Paco Camino, las dos orejas y el rabo del cuarto y las dos orejas del octavo de la corrida, saliendo en hombros de la plaza. A ese cuarto del festejo, Pajarito, número 11, se le dio la vuelta al ruedo y cuando Camino paseaba los trofeos, le acompañaron Javier Garfias, en ese entonces, representante de la ganadería de San Mateo, en ausencia de su propietario, José Antonio Llaguno García, así como el empresario Ignacio García Aceves.

Tras del percance en Bogotá, que visto lo sucedido, privó a Diego Puerta de la oportunidad de un gran triunfo, dio por terminada su campaña americana y se volvió a Sevilla, donde el doctor Leal Castaño se encargó de su recuperación. El parte facultativo que emitió acerca de la lesión sufrida, se publicó en el ABC hispalense en estos términos:

Ayer llegó a Sevilla, procedente de Bogotá, el diestro Diego Puerta, que tan brillante campaña ha realizado en América… En la última corrida que toreó en la capital de Colombia sufrió una caída, lastimándose una mano. Tan pronto como llegó a nuestra ciudad se dirigió a la consulta del doctor Leal Castaño, quien le apreció una luxación traumático – falángica del pulgar derecho, con rotura de ligamentos. Esta lesión le impedirá durante unos veinte o veinticinco días el ejercicio de su profesión, según dice el parte facilitado por el citado médico.

La reaparición

Diego Puerta reapareció en los ruedos el domingo 14 de abril (Domingo de Resurrección) en la Corrida de Pascua en Zaragoza. Una semana después, en Barcelona, un toro de Alipio Pérez Tabernero le infirió una cornada penetrante de vientre que le dejó en el dique seco hasta el día 12 de mayo, fecha en la que reapareció en Tijuana y curiosamente, el 16 de mayo, en la Feria de San Isidro, actuó en un cuasi – remake de ese cartel del siglo ideado originalmente por Ignacio García Aceves para El Progreso, pues se presentaron en Las Ventas el tapatío Manuel Capetillo, Diego Puerta y Paco Camino – sólo faltaron Huerta y los toros de San Mateo – para dar cuenta de un encierro salmantino de Antonio Pérez de San Fernando. En esta oportunidad solo pudieron dar una vuelta al ruedo Capetillo y Diego Valor, pero por lo visto, la combinación tenía interés y valía el intentar presentarla.

Es así como recuerdo una breve estampa de lo que fue el paso por nuestros ruedos de un gran torero que, en estos últimos días, realizó el paseíllo definitivo.

sábado, 2 de mayo de 2009

De antes de la era del vídeo


Hace un rato, Carlos Lorenzo Hinzpeter, otro buen amigo, que en la actual circunstancia que pasamos, adquiere ya la calidad de buen samaritano, me comunicó la ubicación de un sitio, en el que se guardan tres breves cortes de película, de principios de los años sesenta, cuando Paco Camino vino por primera vez a México, a El Toreo de Cuatro Caminos.


Lo interesante del caso, es que se trata de la conversión a algún tipo de formato digital de filmaciones hechas originalmente en cine de 8mm, pero, con la particularidad de que dos de ellas, fueron tomadas ¡de la pantalla del televisor por quién las captó!


Hace unas semanas Francisco Camino Gaona - Abogado, empresario taurino, hijo del Maestro y nieto del Doctor Alfonso Gaona -, puso a la venta un DVD con algunas de esas faenas que tienen una calidad de imagen infinitamente superior y el valor agregado del sonido y la narración de Pepe Alameda, pero el intento de perpetuar lo que se vivió en aquél momento, motivo de este comentario, con la tecnología que había a disposición es digno de ser visto y disfrutado en este tiempo.

Aldeanos