Mostrando entradas con la etiqueta Jesús Gómez Medina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jesús Gómez Medina. Mostrar todas las entradas

sábado, 22 de abril de 2023

Feria de San Marcos 1973. La consolidación de un proyecto (IV)

Curro Rivera es el que hace el toreo el día de la alternativa de Vito Cavazos

El primer toro de la Feria de San Marcos del 73 fue uno de alternativa. El suceso también tendría un dejo de novedad en nuestro ciclo abrileño, pues si bien en el pasado reciente del coso de la calle de la Democracia se habían celebrado dos ceremonias de investidura de matadores de toros – la del lusitano Óscar Rosmano el 29 de noviembre de 1970 y la de Armando Mora el 28 de marzo de 1971 –, la última que se había celebrado en un festejo sanmarqueño había tenido lugar el 1º de mayo de 1960, cuando Luis Briones hizo matador de toros al trianero Rubén Salazar en presencia del michoacano Joselito Torres.

La información previa al festejo, publicada en el diario El Sol del Centro en la víspera, refleja la expectación que producía el serial y en sí el cartel inaugural, tanto por la reaparición de Eloy Cavazos y Curro Rivera, triunfadores de fechas anteriores, como por la novedad que revestía el investir en la Feria a un nuevo matador de toros, en este caso, David Vito Cavazos. De esa nota, entresaco lo siguiente:

Reaparecen Eloy y Curro y se doctora “Vito” Cavazos. A guisa de preámbulo de lo que será esta Feria, ya el cartel inicial incluye la actuación de dos de las tres máximas figuras del toreo nacional: Eloy Cavazos, el sensacional pequeño y gran torero de Monterrey; Curro Rivera, el autor de la que fue, indiscutiblemente, la mejor faena en la pasada temporada metropolitana... Y al lado de ambos, compartiendo responsabilidades y disfrutando también, desde hoy, de idéntica jerarquía, “Vito” Cavazos, que en esta primera corrida alcanza la meta codiciada por cuantos en un día vistieron por vez primera el traje de torear: la alternativa, el doctorado...

Yo asistí a esta corrida. Mis recuerdos se limitan principalmente a los seis toros que se lidiaron en ese festejo al que fui llevado por mi padre. El toro de la ceremonia – un negro listón, al que recuerdo con mucha cara y arrobas – volteó la cara al primer picador y le comenté a mi padre que el toro era manso. En cuanto se colocó de nuevo al toro, este se arrancó de largo, recargando fuerte y metiendo los riñones, propinando un tumbo al piquero y, lo que es más, recuerdo que repitió la escena en la siguiente vara. Cuando todo esto sucedió, mi padre me dijo: Allí está tu manso, fíjate bien en ese toro, que es muy bravo, porque va a pasar mucho tiempo para que veas otro igual... Al final de la corrida tuve la oportunidad de conocer y felicitar personalmente al ingeniero Mariano Ramírez, el ganadero de la tarde, quien se encontraba conversando con los matadores retirados Rafael Rodríguez y Humberto Moro y el empresario Guillermo González entre otras personas. No recuerdo la respuesta que me dio don Mariano, pero sí percibí que en ese momento era un hombre inmensamente feliz.

Curro Rivera y Cartujo

Para este serial don Jesús Gómez Medina había vuelto a ocupar su cátedra en El Sol del Centro, combinando esa actividad con la Presidencia de los festejos taurinos en la Plaza San Marcos y de su narración de la corrida se desprende con más detalle y precisión lo siguiente:

¡Torear bien!... ¡Torear con arte!... Torear, en suma, como ayer lo hizo con el nobilísimo “Cartujo” del Ing. Mariano Ramírez, Currito Rivera. Feliz conjunción del burel dechado de alegría y excelente estilo, con el torero – torero, con el torero artista.

¡Oh! aquellos naturales cadenciosos, de dilatada trayectoria, ligados a la perfección en el último sitio y culminados, según la ley de toreo rondeño, con el pase de pecho ejecutado al mismo ritmo caricioso de los muletazos precedentes.

Especialmente en la segunda de las dichas series pareció culminar la plasticidad, la hondura y el bien torear. Negreaban las pisadas de “Cartujo” en torno del torero, transformado en epicentro que giraba levemente sobre las plantas, mientras que de su muleta brotaban, como rojas amapolas, la milagrería de aquellos pases naturales, flor de clasicismo, sí; pero nimbados a la vez con la luz iridiscente de un arte juvenil, radioso, alegre...

El toreo es liturgia y rito; pero, también, gallardo desplante, bizarría y alarde jocundo y triunfal.

Más tarde, con la diestra, idéntico derroche de torerismo y de belleza en los derechazos, en los pases circulares, en los molinetes; en toda la gama, en suma, de bien torear a que daba pie la nobleza sin límite y la aterciopelada embestida de “Cartujo”.

A estas alturas, prácticamente las orejas y el rabo estaban ya en las manos de Currito; más precipitóse un tanto éste, llevado sin duda del deseo de acabar cuanto antes; y aunque se fue en corto y por derecho, particularmente la segunda ocasión, pinchó dos veces antes de sepultar hondo el acero, en sitio un tanto trasero... se esfumaron los apéndices; más los aficionados, embriagados todavía de emoción taurina, hicieron a Curro Rivera objeto de una cálida, estentórea ovación, mientras los despojos de “Cartujo” habían desaparecido sin recibir en homenaje de que eran merecedores...

Eloy y Vito Cavazos

Don Jesús califica la actuación de Eloy Cavazos como integrada por una media faena, la realizada a su primero, de la que dice:

Un puyazo fuerte, con tumbo, aceptó el cárdeno "Cantaclaro" – tocayo del inmortalizado por Silverio, la tarde en que debutó Manolete –. El burel, al parecer, resintióse del encuentro con el piquero, pues a partir de entonces, comenzó a aflojar los remos. Eloy, a su vez, aprovechó el lapso inicial del trasteo para instrumentar su toreo alegre, espectacular; no siempre ortodoxo, pero que "llega" intensamente a los espectadores, que jalearon fuerte sus derechazos, ya abriendo el compás o bien a pies juntos. Estocada honda, el toro que dobla y vuelta al ruedo para el reinero...

Acerca de David, el toricantano, que vistió de azul turquesa y oro, dice que su tarde fue deslucida, aunque en su descargo puedo decir que me parece que el cronista lo juzgó con dureza. El toro de la alternativa se llamó Esclavino y fue de pelo negro listón.

El encierro de don Mariano Ramírez

El toro es el eje de esta fiesta. Cuando está en su sitio, las hazañas de los lidiadores cobran especial importancia y la afición en los tendidos percibe mejor el desarrollo del hacer artístico de los toreros. Al final de estas remembranzas, veremos que uno de los triunfadores del serial sería, por mérito propio, el ingeniero Mariano Ramírez Miguel. Sobre los toros lidiados esta tarde, don Jesús Gómez Medina reflexionó:

Nobilísimo de estilo, bien presentado, con un gran astado, el quinto; tal fue el lote enviado para esta primera corrida por el Ing. Mariano Ramírez... Pese a que algunos bureles mostraron cierta debilidad de remos, la corrida, en conjunto, constituyó un éxito para tan entusiasta ganadero, que mereció de la afición un reconocimiento que aquella no le dio, pero que, desde estas columnas, le rendimos con toda justicia. ¡Enhorabuena, ingeniero!

Las explicaciones del juez de plaza

De la misma crónica de la corrida y a partir del hecho de que el ya citado don Jesús Gómez Medina – ya decía, al mismo tiempo juez de los festejos – estimó en ella que el quinto de la tarde, Cartujo, merecía premio a sus despojos y de otro hecho ocurrido al final de la lidia del cuarto de la tarde, en el sentido de que Alberto Ortiz El Chaval de Orizaba, banderillero de la cuadrilla de Eloy Cavazos ahondara una espada para precipitar la muerte del toro, transcribo lo siguiente:

Se impone concluir esta reseña con algunas consideraciones de carácter netamente personal: ¿por qué el que esto escribe, al actuar como Juez de Plaza, no ordenó los honores que merecían los despojos del estupendo “Cartujo”? ¿Y también por qué no hubo sanción alguna para el Chaval de Orizaba?

En el primer caso, visto el desenlace poco feliz de la gran faena de Curro Rivera y conociendo la índole de los aficionados, juzgué que, al tributar un homenaje al astado, aquellos interpretarían que con éste queríase decir que el torero no supo estar a la altura del toro; lo que era inexacto y, por tanto, resultaría injusto.

En cuanto a la falta de sanción para el Chaval de Orizaba, que estas líneas sirvan de aviso a él mismo y a otros subalternos, a efecto de que, en los posteriores festejos se abstengan de realizar actos tan rotundamente antitaurinos como el llevado a cabo por dicho banderillero...

Así transcurrió esa primera corrida de feria de hace medio siglo. Mañana nos veremos por aquí de nuevo, con algunos recuerdos de la continuación de la feria.

Aviso parroquial: Hace algo más de una década publiqué en este mismo sitio una primera versión de estas líneas, consultable aquí.

domingo, 2 de abril de 2023

Feria de San Marcos 1973. La consolidación de un proyecto (I)

El anuncio de la tercera edición

El anuncio original de la Feria de San Marcos 1973

El año taurino del 73 inició con fuerza en lo taurino y en la polémica. El 5 de febrero don Guillermo González Muñoz ofreció una corrida de toros en la que actuaron mano a mano Manolo Martínez y Palomo Linares ante toros de Suárez del Real. El torero de Monterrey tuvo una tarde pletórica y, aunque solamente se llevó cuatro orejas en la espuerta por su manejo con la espada, pudo salir con todos los despojos de sus toros en las manos.

Palomo Linares, por su cuenta, realizó una faena importante al cuarto de la tarde, Platillero, pero a la hora de entrar por uvas, quiso jugar a la segura y trató de provocar el indulto del toro… pero después del primer pinchazo. El entonces juez de plaza, don Jesús Gómez Medina, lo negó y por su cuenta, el torero linarense también desistió de intentar poner fin a los días del toro de don Francisco Suárez del Real, por lo que le sonaron los tres avisos, en medio de una bronca de proporciones épicas. Escribió en su día Everardo Brand Partida para El Sol del Centro:

El de Linares volteó hacia el palco de la autoridad, y el señor Gómez Medina ordenó que debería matar al de Suárez del Real, y entonces Sebastián acató la orden del juez tirándose, pero pinchando en hueso, y fue ahí que consideró que había perdido las orejas, que el triunfo “que tanto necesitaba”, se le iba de las manos, y tras de torearlo nuevamente por lasernistas, “fabricó” e hizo su teatrito, ya que encarándose entonces a la autoridad, pidió que le tocaran los tres avisos reglamentarios, para que el toro fuera devuelto a los corrales... El público no se tragó la píldora, y abroncó al español, al que llevaron – su peón de confianza – las orejas y el rabo, tratando de hacer ver aquello como el indulto del toro concedido por el juez, pero sólo avivó las protestas y rechiflas en su contra, pues ¿“cómo pretende un torero que se indulte un toro después de haberlo pinchado”? y su actitud, su teatro, no fue enérgicamente sancionado, de ahí que señalamos que puso en evidencia a la autoridad... Tras de ese pinchazo, si bien volvió a torearlo, debería de haber intentado la suerte suprema, “y así debería habérselo exigido el juez”, para que diera muerte al astado en el ruedo, pero lamentablemente, sorprendió y esa es nuestra explicación, a la misma autoridad, ya que, aceptando el pedimento del torero, hizo sonar el clarín hasta en tres ocasiones, y el toro volvió a los corrales...

Pues la polémica continuó los meses siguientes y así, en la edición del 10 de abril de 1973 del propio Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina, escribía un artículo titulado Epílogo. El indulto de “Platillero” y los desahogos de S. Palomo Linares:

...No desconozco los ataques que de inmediato, a través del micrófono o bien en publicaciones aparecidas posteriormente, cuando no en corrillos y cafés, me han sido dedicados. Los esperaba, pues desde que, por razones de amistad, acepté el cargo de juez de plaza, sabía a lo que quedaba expuesto… Más es oportuno decirlo: ni ahora, como juez del espectáculo taurino, ni antes - ni tampoco mañana - como cronista del mismo, me ha llevado otro móvil que el de ser consecuente con una afición que llevo conmigo desde muy temprana edad… Esto, y el reconocimiento y la solidaridad de muchos excelentes aficionados, serán, siempre, mi mejor estímulo y la compensación más satisfactoria…

Es decir, intentaba dar por terminada una discusión que era infructuosa y que, a la luz de lo sucedido, ponía la razón de su lado. Me tocó presenciar ese festejo y sí, evidentemente que toda la situación se tornó en un despropósito. Palomo Linares se fue de México después de esa corrida y tardaría 20 años en volver, a torear solamente dos festejos.

El anuncio de una feria de una inusitada extensión

Los diarios de Aguascalientes publicaban, el viernes 6 de abril de 1973, una nota que, a comparación de lo que hoy sucede, resulta escueta, anunciando el elenco y los carteles de la Feria Taurina de San Marcos para ese calendario. Se ofrecían once festejos a la afición, que eran diez corridas de toros y una novillada.

A propósito de ese anuncio escribió don Jesús Gómez Medina en su tribuna de El Sol del Centro de la mencionada fecha:

Según lo previsto, ayer quedaron totalmente confeccionados los carteles de las diez corridas de toros que tendrán lugar en el curso de la próxima Feria de San Marcos... Y también, como en su oportunidad lo dimos a conocer, el elenco de matadores está encabezado por la trilogía máxima de los ases mexicanos de la presente etapa: Manolo Martínez, Curro Rivera y Eloy Cavazos, a cuyo lado entrarán también en funciones los más destacados del resto de lidiadores aztecas, que así mismo tendrán como alternantes a dos coletudos representativos de la torería española y colombiana, respectivamente... En cuanto a las ganaderías, se confirma lo informado anteriormente: por la arena del Coso San Marcos desfilarán las divisas de varias de las ganaderías de mayor y mejor historial en México, de aquellas que, con bravura y nobleza de sus astados, han permitido el desarrollo y auge de la fiesta brava en nuestro país. Pero, dejémonos ya de consideraciones y vayamos concretamente al punto básico, transcribiendo los carteles de los diez festejos, según nos los dio a conocer, ayer, Héctor de Granada...

Los carteles anunciados fueron:

Domingo 15 de abril. – 5 de la tarde. – Novillada del Cristo Negro del Encino: Gilberto Ruiz Torres, José Manuel Montes, Aurelio García Montoya, Luis Niño de Rivera, José Antonio Picazo “El Zotoluco”, y Rafael Velázquez. 6 Chinampas

Domingo 22 de abril. – 5 de la tarde. – Primera de feria: Eloy Cavazos, Curro Rivera, y la alternativa de David “Vito” Cavazos. 6 Ing. Mariano Ramírez

Lunes 23 de abril. – 9 de la noche. – Segunda de feria: Alfredo Leal, Manolo Martínez, y Mariano Ramos. 6 Valparaíso

Martes 24 de abril. – 9 de la noche. – Tercera de feria: Eloy Cavazos, Curro Rivera, y Antonio Lomelín. 6 Jesús Cabrera

Miércoles 25 de abril. – 5 de la tarde. – Cuarta de feria: Gastón Santos (Rej.), Jesús Solórzano, Francisco Ruiz Miguel, y Mariano Ramos. 7 Piedras Negras

Jueves 26 de abril. – 9 de la noche. – Quinta de feria: Alfredo Leal, Manolo Martínez, y Manolo Espinosa “Armillita”. 6 Suárez del Real

Sábado 28 de abril. – 5 de la tarde.  – Sexta de feria: Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Curro Rivera. 6 Torrecilla

Domingo 29 de abril. – 5 de la tarde. – Séptima de feria, corrida del “Escapulario de San Marcos”: Manolo Martínez, Manolo Espinosa “Armillita”, Jesús Solórzano, Curro Rivera, Antonio Lomelín, y Mariano Ramos. 6 Las Huertas

Lunes 30 de abril. – 9 de la noche. – Octava de feria: Antonio Lomelín, Francisco Ruiz Miguel, y Mario Sevilla. 6 Dr. Manuel Labastida

Martes 1º de mayo. – 5 de la tarde. – Novena de feria: Jorge Hernández Espinosa (Rej.), Raúl García, Jaime Rangel, y José Antonio Gaona. 6 Coaxamalucan

Domingo 6 de mayo. – 5 de la tarde. – Décima de feria: Pepe Cáceres, Raúl Contreras “Finito”, y Rafael Gil “Rafaelillo”. 6 Rancho Seco

El día en el que se dio a conocer el anuncio de los carteles, un grupo de aficionados de Aguascalientes residentes en la Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Tampico y Acapulco, publicaron en El Sol del Centro una carta abierta dirigida a don Guillermo González Muñoz solicitándole la inclusión en ellos del torero de la tierra Armando Mora. Su petición no pudo ser atendida, como se aprecia del resultado del anuncio que en la misma fecha se hacía público.

Como se puede ver, la feria seguía descansando de manera importante en las figuras mexicanas, pero sin faltar la presencia, casi simbólica, diría yo, de algún torero emergente como en el caso de Francisco Ruiz Miguel, o de otro ya consolidado y que reaparecía en ruedos nacionales después de muchos años de no torear ante nosotros, como era el caso de Pepe Cáceres.

También destaca un hecho inusitado en el renglón ganadero, como lo es la presencia de tres hierros del campo de Tlaxcala en la misma feria. Después de ese serial de hace cincuenta años, es algo que no hemos vuelto a ver por aquí. Muy de tiempo en tiempo y por alguna razón testimonial, se anuncia alguna ganadería de esas tierras en nuestras plazas, pero ya no es frecuente ver toros de esas tierras por estas nuestras plazas.

Y por supuesto, se seguía incentivando a la afición y a la población en general a asistir a los toros. Se programaron cuatro festejos nocturnos – a las nueve de la noche – cuando la fecha era en día laborable. Veo que en este año se retoma la idea, quizás el reclamo lleve más gente a la plaza por dos razones: por el hecho de que se ha terminado con los deberes propios del día y también porque a esa hora se está más a salvo de las inclemencias del clima. Cuestión de ver qué es lo que sucede.

Esa fue pues, la oferta de la empresa de don Guillermo González Muñoz para la feria de hace medio siglo. En los próximos días continuaré analizando la información que se fue produciendo en torno a esa feria.

domingo, 10 de abril de 2022

La Feria de San Marcos hace medio siglo (II)

El anuncio de la Feria de 1972

Se publican oficialmente los carteles

El 11 de abril de 1972 se hizo pública en los dos diarios de la ciudad la composición de los siete carteles iniciales que formarían el serial de San Marcos para ese calendario. No medió acto o ceremonia para su develación, simplemente se hizo la inserción en la prensa escrita y se observó que tenía algunas diferencias con lo que cinco días antes el empresario Guillermo González había adelantado por teléfono a su regreso de España, pues quedaron de la siguiente guisa:

Domingo 16 de abril, 5 de la tarde: Paco Pallarés, Jesús Solórzano y Mariano Ramos. Toros de La Punta.

Jueves 20 de abril, 9 de la noche: El rejoneador Felipe Zambrano, Antonio Lomelín, Raúl Contreras Finito y Rafael Gil Rafaelillo. Toros de Suárez del Real.

Viernes 21 de abril, 9 de la noche: Alfredo Leal, Joaquín Bernadó, Jesús Solórzano y Alfonso Ramírez Calesero Chico. Toros de Las Huertas.

Sábado 22 de abril, 5 de la tarde: Curro Rivera, Mario Sevilla, Adrián Romero. Toros de Valparaíso.

Domingo 23 de abril, 5 de la tarde: Curro Rivera, en solitario. Toros de Torrecilla.

Lunes 24 de abril, 9 de la noche: Alfredo Leal en su despedida, Antonio Lomelín y Curro Rivera. Toros de Jesús Cabrera.

Martes 25 de abril, 5 de la tarde, disputándose el Escapulario de Oro de San Marcos: Raúl Contreras Finito, Jesús Solórzano, Antonio Lomelín, Curro Rivera y Mario Sevilla y Adrián Romero. Toros de Mariano Ramírez.

El interés de la afición fue grande y aunque no se anunció en ese momento la octava corrida que dejó entrever el empresario en su primer encuentro con la prensa, de inmediato los tenedores de tarjetas de derecho de apartado, así como aquellos madrugadores interesados, se presentaron tanto en las taquillas de la plaza como en el lobby del extinto Hotel Francia a tramitar la renovación de sus apartados o la adquisición de sus entradas a la plaza.

Un nuevo reglamento

En el Periódico Oficial del Estado del 12 de marzo de ese 1972, se publicó el decreto del Congreso del Estado por el cual se aprobaba y ponía en vigencia, a partir del día 20 de ese mismo mes, el Reglamento de los Espectáculos Taurinos, que preveía cuestiones como el hecho de que la edad mínima del toro se fijaba en tres años y medio, con un peso mínimo de 420 kilos. En virtud de que en las plazas no existía báscula, el peso se verificaba en canal, pero no se establecía proporción a considerar para determinar el probable peso en vivo. Admitía la lidia, en novilladas, de desecho de tienta y cerrado y prohibía taxativamente la lidia de reses despuntadas.

El cronista titular de El Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina, a partir de la publicación del Reglamento, hizo una serie de artículos en ese diario, poniendo a la consideración de la afición su contenido y explicándolo de manera didáctica. Sería, aparte de una entrevista que enseguida se tratará, su participación final antes de la Feria, en la que ejercería como Juez de Plaza, encargándose de aplicar ese Reglamento y por ello se abstendría de ocupar su acostumbrada tribuna en el diario decano de esta ciudad.

Las reacciones al anuncio

Pronto se produjeron reacciones y comentarios de los involucrados al anuncio del serial taurino, de las causas que dieron lugar a su conformación en esos términos y el primero en expresarse fue Joselito Huerta, quien en entrevista concedida a don Jesús Gómez Medina, aparecida en El Sol del Centro de ese mismo 11 de abril, entre otras cosas, dijo:

Nunca he dicho que no me interesaba venir a torear en Aguascalientes. Por el contrario, guardo gran estimación y reconocimiento por este público, cuya capacidad reconozco y cuyo aplauso he tenido la satisfacción de conseguir muchas veces. Lo que ocurrió es que, sencillamente, no pudimos llegar a un entendimiento en el aspecto económico Guillermo González y yo; a esto obedece, exclusivamente, no haberme contratado para la próxima feria. Pero, repito, el público de Aguascalientes merece toda mi consideración… La afición de Aguascalientes es acreedora de toda mi simpatía y afecto por su entusiasmo y porque sabe estimular con su aplauso al torero que busca complacerla. En prueba de esto, próximamente, el día 29, torearé en el festival organizado por el “Comité pro becas para estudiantes” y posteriormente vendré a despedirme de este público toreando una corrida de toros en la que será mi última actuación en Aguascalientes.

Así pues, no fue la salud del torero, sino, según su propia versión, una cuestión crematística la que no permitió su presencia en los festejos formales de la feria, pero, de cualquier modo, no quiso quedar fuera de la vista de la afición y se presentó a torear un festival benéfico, que enriqueció la oferta taurina de ese abril de hace medio siglo.

La versión del empresario

Por otra parte, en el mismo diario, páginas adelante, aparece una extensa entrevista que el periodista Agustín Morales Padilla, en esas calendas, redactor de El Sol del Centro, hiciera a Guillermo González Muñoz, el empresario, quien, entre otras cosas, comentó:

…cuando llegó el momento de formalizar contrataciones, el empresario se encontró con obstáculos que nunca imaginó. Por principio de cuentas, Manolo Martínez, pasando por un compromiso aceptado y faltando, inclusive, a una relación de amistad de mucho tiempo, se puso exigente y hubo que ofrecerle – palabras textuales del “Cabezón” – “todo el dinero que pidió, fechas y encierros” … Cuando le fueron satisfechas sus desorbitadas pretensiones, Martínez planteó otra exigencia, a través de su apoderado Chafic, consistente en ligar en las mismas fechas y al mismo dinero, a Joselito Huerta, lo que el empresario rechazó, por inaceptable…

Luego de ajustar a los diestros aztecas que interesan más en este momento – de los que se quedaron a hacer temporada en el país –, el dueño del coso San Marcos sentó un precedente cuando tomó el avión y se fue a España, no precisamente a traer diestros de esa nacionalidad, sino por los contratos de Curro Rivera y Eloy Cavazos, toreros mexicanos que constituyen la máxima atracción en la actual campaña hispana… Rivera aceptó venir, sacrificando inclusiva la corrida que el domingo 23 debería torear en Alcalá de Henares; pero en cambio Cavazos se vio impedido de hacer el viaje, debido a que tiene ocupadas de antemano, fechas que coinciden, precisamente, con los festejos que se darán en Aguascalientes.

“Quisimos dejar de manifiesto dos cosas” explica Memo González, al referirse a su periplo a la Península: “De una parte, que la empresa taurina a mi cargo sabe cubrir sus compromisos; y de otra, que ningún torero sobra, pero tampoco es indispensable” …

Al final de cuentas, Guillermo González resolvió con atingencia y de manera exitosa el compromiso que se echó a cuestas. Personalmente calculo que Eloy Cavazos pudo haber venido un par de tardes, pues solamente actuó en España los días 9, 16 y 30 de abril, en Las Palmas, Barcelona y Málaga y el 4 de mayo en Palma de Mallorca. Después de esta última fecha, volvió a torear hasta el 18 de mayo en Madrid, pero quizás su administración consideró que no era prudente cruzar el mar para venir a torear ante nosotros.

El futuro de la Feria de San Marcos

En la misma entrevista, Guillermo González comunicó al periodista algunas reflexiones sobre el futuro que apreciaba para nuestra feria y lo que podría venir para los siguientes años en lo que a los toros se refiere:

Mi actividad de empresario taurino presupone un espíritu de superación, en bien de la fiesta brava. Esta es la tercera temporada en que manejo la plaza local y me cabe la satisfacción de que, en tanto que en el lapso 70 – 71 se dieron 24 festejos (18 novilladas y 6 corridas); en la 71 – 72 fueron presentados 30 festejos (22 novilladas y 8 corridas)”.

“Otro dato revelador de la magnitud de nuestro esfuerzo, es que el coso San Marcos es el que da mayor número de festejos, en el mundo, durante una feria, atrás, apenas, de los de San Isidro (Madrid) y Sevilla, España”.

Encarecimiento irrefrenado de la fiesta

Luego, el empresario abordó otra cuestión que ha sido objeto de comentarios abundantes en el ambiente taurino: el encarecimiento gradual de la fiesta. Dice Guillermo:

“Los toreros se ponen cada día más exigentes en sus honorarios y algunas figuras piden un dinero que sencillamente no es posible darles.

Por otra parte, los ganaderos piden más por sus encierros. Esto va conduciendo a un encarecimiento irreversible del espectáculo, nocivo desde luego”.

El empresario afirmó que, sin embargo, en Aguascalientes se mantienen inalterables los precios de acceso al coso. “Es más – subrayó – plazas con mayor aforo, como San Luis Potosí y Querétaro, entre otras, tiene las localidades numeradas mucho más caras que aquí”.

González reafirmó, además, su propósito de continuar manejando el espectáculo en la nueva plaza que construirá el Gobierno del Estado. Dijo que allí se podrán abaratar las localidades populares, gracias a lo cual se dará oportunidad de asistir a los festejos al público de recursos modestos…

Como se puede apreciar, Guillermo González pretendía transformar una feria que promedió tres festejos por ciclo durante décadas, en una que se convirtiera en el referente de este tipo de celebraciones. La historia nos enseña que lo consiguió, que en estos tiempos que corren, lo que comenzaba a construir hace 50 años, es hoy en día la feria taurina más importante de América.

Al momento de esa entrevista las cosas estaban dispuestas para que en menos de una semana saltara el primer toro a la arena de la Plaza de Toros San Marcos. Hoy, medio siglo después, las cosas están en las mismas condiciones. Ya seguiré en los próximos días, recordando los sucesos de esa feria que, a la vista de sus resultados, fue la feria de Alfredo Leal.

domingo, 5 de diciembre de 2021

5 de diciembre de 1971: Mariano Ramos confirma su alternativa en la Plaza México

Mariano Ramos
La temporada de novilladas de 1971, a decir de Daniel Medina de la Serna fue corta, apenas de veintidós festejos. Pero en ese número que el autor de la Cincuentona Monumental… considera breve, aparecieron varios toreros que dejarían su impronta en la historia patria del toreo en diversas capacidades. Así, nombres como los de Rafael Gil Rafaelillo, Curro Leal, David Vito Cavazos, José Antonio Gaona o Miguel Munguía El Inspirado actuaron con mayor o menor éxito en ese serial menor. Pero el nombre que se puso a la cabeza de todos fue el de un torero que tenía sus orígenes en la charrería y que se había formado en la ganadería de Ibarra, a la vera de don Agustín Chávez Magallón. Su nombre era Mariano Ramos.

Desde su presentación en la 6ª tarde de la temporada y hasta su actuación final en ella el 7 de noviembre, en su octava actuación, dejó bien claro que su paso era ascendente, que era un torero de esos que aparecen muy de cuando en cuando. Quedaron sus faenas a Flamenquillo de El Romeral la tarde del 26 de septiembre o la de Agricultor de La Laguna del 31 de octubre, cuando se lleva el Estoque de Plata. Esa tarde, se dijo lo siguiente de su actuar:

El Estoque de Plata fue para Mariano Ramos en una espléndida tarde estival... Mariano, con el segundo de la tarde fue aplaudido con el capote e hizo faena cumbre iniciada con doblones magistrales para continuar con pases de todas las marcas mientras sonaba la música en su honor... Obra maciza, impregnada del mejor torerismo, encontró el colofón de la estocada. Para él fueron las dos orejas ganadas en buena lid y otras tantas vueltas al anillo... (El Informador, Guadalajara, 1º de noviembre de 1971)

Antes, el 10 de octubre de ese 1971, le vimos aquí en Aguascalientes. Alternó con Luis Procuna hijo y Arturo Magaña en la lidia de novillos de don Ezequiel Gutiérrez. Esta fue la impresión que le causó a don Jesús Gómez Medina, cronista de El Sol del Centro:

UN TORERO DIFERENTE, CON MUCHO MANDO Y CLASE ES MARIANO RAMOS... Mucho se había dicho del muchacho, que se reveló en la actual temporada chica capitalina y ayer justificó ante el público de Aguascalientes, el por qué llegó a esta plaza precedido de tales triunfos... En efecto, Mariano Ramos, pese a su corta edad y al poco tiempo que tiene en las filas de la novillería mexicana, demostró que es un torero diferente, muy poderoso, con mucho mando, y si bien los dos primeros adversarios – en la lidia ordinaria – no le dieron margen para el éxito, con el séptimo, de regalo, armó la escandalera... El novillo no era propiamente una “perita en dulce” ya que llegó al tercio final reservón y desarrollando sentido, pero Mariano, con ese valor y ese poderío muleteril, fue mostrando el camino a seguir al astado, exponiendo enormidades y haciendo el toreo de verdad, sin ventajas y sin adelantar en lo absoluto el engaño... Mariano daba la impresión de un torero español, que jamás cita adelantando el engaño, empero sin torear exclusivamente con la muñeca, en sí, que aguantaba a pies juntos la embestida del burel, al que luego llevaba bien acompañado trazando con su muleta la dimensión del pase, surgiendo una faena que mantuvo al público de pie y entregado plenamente a la clase y torerismo de Ramos, que finalizó con tres cuartos en buen sitio, para que doblara el séptimo y último de la tarde, y con ello el triunfo del muchacho, que recibió la oreja de su enemigo... Los tres espadas fueron paseados en hombros de los aficionados, a esas alturas eufóricos, por el resultado de este primer festejo de la temporada 1971 – 72, que se inició con el mejor de los éxitos…

El 20 de noviembre siguiente, Mariano Ramos sería hecho matador de toros en Irapuato por Manolo Martínez, quien en presencia de Francisco Rivera Paquirri, le cedió los trastos para dar cuenta de Campanero de Santacilia

La segunda corrida de la temporada grande 1971 – 72 

El ciclo de corridas de toros se sostendría principalmente con Alfredo Leal, Joselito Huerta, que reaparecería en el tramo final después del evento de salud que tuvo el año anterior, Jaime Rangel, Raúl Contreras Finito, Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Curro Rivera por los toreros mexicanos y con Curro Vázquez, Palomo Linares y Francisco Rivera Paquirri por los hispanos. Se presentarían como matadores de toros y confirmarían sus alternativas Mariano Ramos (2ª) y los ultramarinos José Luis Galloso (6ª) y José Luis Parada (9ª).

El cartel de la segunda corrida de la temporada lo formaron los toros de Tequisquiapan, en esos días de la titularidad de don Fernando de la Mora Madaleno y para enfrentarse a ellos Manolo Martínez, Antonio Lomelín y el confirmante Mariano Ramos, quien resolvió con solvencia el compromiso, pero sin un triunfo señalado. Eso vendría después y en alguna oportunidad, con un toro de esa misma casa. La crónica de la agencia AEE (Asociación de Editores de los Estados), sin firma, publicada en el diario El Siglo de Torreón al día siguiente de la corrida, resume lo siguiente:

Segunda corrida de la temporada en la Plaza México, que registró lleno completo, en una tarde soleada, aunque con ráfagas de viento.

Se lidiaron toros de Tequisquiapan, bien presentados, bravos y fáciles en su mayoría.

Confirmó su alternativa Mariano Ramos. En el toro del doctorado, nada hizo con el capote. Faena valiente y empeñosa, para una estocada atravesada, pinchazo y media. Silencio.

En el sexto fue ovacionado con el capote y en verónicas y una media, muy templadas. Con la muleta desaprovechó un buen toro, al que se dedicó a cortarle los viajes y andarle por la cara sin mayor lucimiento. Estocada atravesada y pinchazo. Silencio.

Manolo Martínez, nada con la capa. Inició la faena con doblones, emocionantes porque el toro repitió con fuerza. Excelentes tandas de derechazos que enardecieron a la multitud. Agregó al martinete una serie de pases con la zurda entre el entusiasmo general, despachando de estocada saliendo derribado sin consecuencias, cortando dos orejas dio una vuelta al ruedo y saludos desde el tercio.

En el cuarto de la tarde, un toro con poca fuerza, no se acopló. Faena breve, de trámite, para pinchazo y estocada. Silencio.

Antonio Lomelín tuvo deslucida presentación en esta temporada. A su primero, sosote, faena empeñosa entre la indiferencia popular. Dos pinchazos y estocada. Silencio.

Con el quinto se metió muy cerca de los pitones, logrando algunos pases templados con la diestra, pero la faena no logró el vuelo triunfal y acabó diluyéndose. Estocada. Nuevamente fue silenciada su labor”

La crónica aparecida en el ejemplar del semanario El Ruedo de Madrid fechado el 7 de diciembre de ese 1971, esencialmente dice lo mismo que la anterior, pero agrega dos datos que, en retrospectiva, parecen interesantes:

MEJICO, 5. (EFE). – El cartel del domingo estuvo integrado por tres toreros mejicanos. Manolo Martínez fue el padrino de Ramos, y Antonio Lomelín, el testigo, porque José Luis «Galloso», que era el diestro español al que la Empresa tenía en cartera para esta fecha, toreó el día anterior en Bogotá y no se contó con la seguridad de que pudiera hacer el viaje oportunamente para actuar al día siguiente en la segunda corrida de la temporada en la plaza México... Ramos ha anunciado que el año próximo piensa hacer campaña en ruedos españoles. Se trata de un torero que hace recordar a los viejos aficionados a Fermín Espinosa «Armillita». con el que tiene una gran similitud, según dicen los amigos mejicanos, aunque en su alternativa no ha tenido una buena tarde.

El toro de la confirmación se llamó Antequerano y pesó 450 kilos.

Dan a entender, maliciosamente creo, que la confirmación de Mariano Ramos llegó casi “de carambola”, sin estar programada, cuando la realidad es que era uno de los eventos importantes de la temporada grande, pues se trataba del triunfador del serial de novilladas inmediato anterior.

Mariano Ramos para la historia

Mariano Ramos toreó más de mil corridas de toros. La de la efeméride la celebró en Torreón, el 23 de julio de 1988, cuando en solitario, vestido de rosa mexicano y oro, enfrentó en solitario, por su orden, seis toros de San Judas Tadeo, Javier Garfias, La Concha, Castorena, La Guadalupana y Valparaíso, cortando dos orejas a Pollito el primero de la tarde y otras dos a Milenario, el tercero.

Toreó 80 corridas en la Plaza México y dejó para la historia varias faenas como las de los toros Abarrotero de José Julián Llaguno el 6 de enero de 1974, toro que fue indultado. Después vendrían las de Azucarero de Tequisquiapan, el 9 de febrero de 1975, la de Mil Amores de Mariano Ramírez el 20 de febrero de 1977 y la que puede considerarse como el epítome de su tauromaquia, la de Timbalero de Piedras Negras, el 21 de marzo de 1982, tema del que ya me he ocupado por estas páginas virtuales. Terminaría su andar por las arenas de la colonia Nochebuena el 6 de enero de 2002, cuando alternando con Federico Pizarro y Juan José Padilla, despachó toros de doña Celia Barbabosa.

Acerca de Mariano, escribió Conchita Cintrón:

Hace años hubo una tarde histórica, en Sevilla, en la cual realizó Mariano Ramos una faena cumbre… Yo tengo dos horas disponibles para describir lo que realizó y no me es posible hacerlo… pues la expresión artística, cuando se revela en toda su plenitud, es tan rica en matices como difícil de analizar… Todo arte se resume en belleza, aunque no todo lo bello se considera arte. El arte, diría yo, nace del propósito de expresar belleza; de la necesidad imperiosa de comunicar un mundo interior, incompatible con las limitaciones impuestas con lo mortal… Por existir belleza sin arte puede haber interpretaciones con momentos hermosos que no llegan a ser expresión artística. Son actuaciones superficiales que, en los toros, incitan al aplauso entusiasmado del aficionado popular que grita, gesticula, y se preocupa muchísimo por la actitud de la presidencia… pero en cambio, a su lado, nunca faltará gente más exigente (¿o será más sensible?) totalmente al margen de la algarabía del tendido. Son personas que esperan algo más profundo de los toros… Aguardan ese momento que nos ofreció ahora Mariano Ramos; ese momento sublime en que el artista de elección, expresando una emoción que le rebasa el alma, le revela en el espectáculo grandioso el encuentro del hombre con la eternidad…

Mariano Ramos nunca anunció una campaña de despedida, ni toreó una corrida a propósito, simplemente fue diluyéndose su presencia de los carteles. En 2008 se le homenajeó en la Asociación de Matadores por haber cumplido 37 años de alternativa. Falleció en la Ciudad de México el 5 de octubre del año 2012, a los 59 años de edad.

domingo, 28 de noviembre de 2021

Aguascalientes, 20 de abril de 1986: La tarde rotunda de Nimeño II en México

Nimeño II
La prensa del lunes 13 de septiembre de 1989 daba a conocer que Christian Montcouquiol Nimeño II había sufrido un grave percance en el coliseo de Arles la tarde de la víspera, cuando el toro Pañolero, cuarto de una corrida de Miura en la que el francés alternó con Víctor Mendes y Rafael Perea Boni, le volteó y le provocó una caída que el diestro resintió sobre la región posterior del cuello, produciéndole severas lesiones en la columna cervical.

Se le dio el tratamiento de urgencia en la enfermería de la plaza y posteriormente se le trasladó a Marsella, a un hospital especializado en el tratamiento de ese tipo de lesiones. Fieles a su costumbre, los médicos franceses no rindieron un parte de las lesiones sufridas por Nimeño, pero un par de días después, la Agencia France Presse comunicó que había padecido fractura y luxación de las vértebras cervicales que le provocó una parálisis de los brazos y de las piernas y también una parálisis respiratoria.

Poco más de un par de años después, los mismos medios comunicaban que el torero, que había logrado una notable recuperación, pero sin la posibilidad de volver a ponerse delante de los toros, había decidido poner punto final a su existencia. Eso fue el 25 de noviembre de 1991, en su casa, abrumado quizás por la idea de que no podría volver a vestir el terno de luces.

Sus principios en México

Nimeño II llegó a México de la mano de Manolo Chopera y arropado por don Álvaro Domecq Romero en el año de 1979. Podría decirse que casi se bajó del avión para llegar a confirmar su alternativa en la Plaza México el domingo 28 de enero de 1979. Le apadrinó Manolo Martínez que le cedió al toro Pescador de Tequisquiapan en presencia de Dámaso González. Una tarde, recuerdo, algo accidentada para el palco, porque a Manolo Martínez se le concedió una oreja del segundo de su lote, pero la concurrencia pedía la segunda que no fue concedida, con la bronca consecuente para el juez; Dámaso González por su parte, finiquitó su historia en la México entre el desencanto de la concurrencia, a la que no pudo complacer, ni recurriendo al expediente del toro de regalo y el debutante francés se mostró como un torero enterado, que era un fácil banderillero y que podía con los toros.

Reaparecería en la gran plaza el 25 de febrero de ese año del 79 y cortaría su primera oreja a un toro de Xajay. Sumaría en esa campaña 9 festejos en plazas como las de Acapulco, Mérida, Irapuato y Texcoco.

Nimeño y Aguascalientes

En el mismo año de 1979 Christian Montcouquiol se presentó en Aguascalientes. Fue una corrida organizada por don Guillermo González Muñoz que voy a calificar de inusual, en primer lugar, porque tuvo lugar el domingo 18 de febrero, una fecha en la que no existe una tradición en nuestra ciudad para dar toros y después, porque el festejo se dio en la Plaza de Toros San Marcos, que tenía ya algunos años que no se usaba para festejos mayores, dada la existencia de la Monumental Aguascalientes desde el año de 1974. El cartel lo conformaron don Álvaro Domecq Romero, que enfrentó dos toros de Rancho Seco y completó el cartel por los de a pie, Jesús Solórzano, con toros de don Jorge Barbachano.

Esa tarde es recordada por la faena del hijo del Rey del Temple al toro Príncipe, que fue indultado. La crónica de don Jesús Gómez Medina, en El Sol del Centro al día siguiente del festejo, evidentemente se centra en ese hecho, pero trasluce en breves líneas lo que apreció acerca de Nimeño:

Hasta que apareció el sexto, un berrendo en cárdeno bravo y alegre, también de Barbachano, el diestro galo había pasado con más pena que gloria. Era tan solo un torero exótico más... y tan sólo eso... Pero ante el berrendo, el diestro del Midi evidenció mucho mejores cosas particularmente al torear de muleta. El berrendo fue bravo de verdad y peleó reciamente con los montados, y concluyó embistiendo codicioso y repitiendo sus acometidas. Pues bien: “Nimeño II” le paró guapamente, se fue acoplando a su embestida y terminó toreando superiormente. Hubo varios pases naturales estupendos, que emocionaron al graderío. Mas, para su desgracia, falló con el acero y el triunfo se le fue de las manos…

Ya tendríamos oportunidad de apreciar en justicia lo que Nimeño representaba en valor.

La tarde rotunda de Nimeño

Curiosamente, esa buena impresión causada por el torero de Francia no le redituó volver a esta llamada tierra de la gente buena de inmediato, pues tendría que esperar hasta 1986 para volver a ser llamado a torear en ella. Lo hizo en la Feria de San Marcos y en la tarde de su presentación, el 20 de abril, alternando con Mariano Ramos, Humberto Moro y David Silveti en la lidia de una muy seria corrida de Campo Alegre, tuvo, la que, de acuerdo con lo que los resultados arrojan, la tarde más rotunda de su paso por los ruedos mexicanos, pues ese día se entretuvo en cortarles cuatro orejas y un rabo. De la crónica del invocado don Jesús Gómez Medina, entresaco lo que sigue acerca de esa tarde:

…acoplado por entero a la diáfana acometida de “Jaraleño” y ajustado el giro de la muleta a la templada embestida del burel, surgieron límpidos, ligados, estupendos, los mejores pases naturales que llevamos vistos en la feria. La llama del entusiasmo más genuino brotó en todos los pechos y, al calor de las aclamaciones, Nimeño II prosiguió bordando sus muletazos. Pues hubo también, con el refajo en la otra mano, derechazos sensacionales, despatarrado a lo Silverio, para imprimir al pase una hondura y una dimensión extraordinaria. ¡Éste, éste fue el momento cumbre de la faena y también de la corrida! … Vinieron luego los adornos; y, para concluir, la estocada precedida por un pinchazo. Gran ovación. Petición de oreja que la autoridad otorga por partida doble, entre protestas. Y vuelta al ruedo en triunfo.

El octavo y último se llamó “Revenido”, nombre ilustre por una gran faena de Rodolfo el de León. Este "Revenido" fue negro, listón, bien puesto de cornamenta. Y, especialmente, bravo y con buen estilo de principio a fin… Y, ante un enemigo – colaborador, otra faena incrustada con pases de gran brillantez, sobre una y otra mano, aprovechando cumplidamente las singulares condiciones del de Campo Alegre, para concluir con un estoconazo en el que se fue decidido tras del acero. Tardó en doblar "Revenido"; lo hizo finalmente y, entonces, a requerimiento popular, le fueron entregados a su matador las orejas y el rabo del magnífico astado. Y con esos trofeos en las manos y en andas de los capitalistas, abandonó Nimeño II la arena de su doble éxito…

Por esa tarde, Nimeño II fue declarado triunfador del ciclo sanmarqueño por el jurado de los premios Hidrocálido – Domecq y queda en los muros del patio de cuadrillas de la Monumental Aguascalientes, una gran placa que recuerda su triunfo en esa corrida. Cerró su campaña con 16 festejos toreados, cortando 19 orejas y un rabo, en plazas como León, Autlán, Mexicali, Guadalajara y México.

Nimeño y México

Nimeño II torearía poco menos de un centenar de corridas en México, pero estuvo en todas las plazas de importancia del país. Actuó en nueve tardes en la Plaza México, cortando dos orejas en dos de ellas, en Guadalajara también fue muy apreciado, sobre todo, por la catadura de los toros que allí tuvo que enfrentar. El licenciado Francisco Baruqui, cronista del diario El Informador de Guadalajara, así lo describió tras su presentación en esa plaza:

Conecta con los tendidos por el deseoso ánimo que manifiesta. Sabe tomarle la distancia al enemigo, conociendo a la perfección los terrenos y situándose donde debe situarse para ligar los pases, tesonero y voluntarioso cuando es necesario, es un torero que no desentona en cartel alguno...

Toreó su último festejo en Aguascalientes el 7 de mayo de 1988, enfrentando una corrida de San Mateo junto con David Bonilla y Alfredo Ferriño y en México, seguramente sin proponérselo, lo hizo el 21 de enero de 1989, en León, Guanajuato, alternando con Jorge Gutiérrez y Javier Bernaldo en la lidia de toros de Xajay. Se alzó como el triunfador de esa corrida de la feria de San Sebastián al cortarle el rabo al cuarto de la tarde.

El futuro es impredecible y mucho más, en cuestiones de esta fiesta. Poco vimos por aquí a Nimeño II, aunque lo que le vimos fue valioso y bueno, lo que Alameda llamó el seguro azar del toreo terminó, seguramente, de manera anticipada, el paso del torero por los ruedos, sin embargo, la historia le recordará y nos recordará que el toreo es siempre, como escribió el Padre Cue, un juego de tres…

domingo, 5 de septiembre de 2021

Humberto Luis Elizondo Garza. Aficionado de pro

Humberto Elizondo en el puesto de segundo espada con
Alfonso Pérez Romo, Guillermo González Muñoz
Rafael Rodríguez y Gabriel Arellano 
Plaza San Marcos Cª 1955

Hoy en día la participación de los llamados aficionados prácticos en la fiesta de los toros es vista como una parte digamos, complementaria o adicional a los circuitos profesionales de corridas de toros y novilladas que se presentan en temporadas y ferias en las diversas plazas del mundo y muchas veces relegados, los prácticos, a actuar en cortijos o espacios privados distintos a aquellos en los que se presentan los llamados profesionales.

En el pasado reciente nombres como los de Lalo Azcué, Pedro Loredo, Chucho Arroyo, Ángel Talamantes El Exquisito, Paul Armand o el del padre Roberto González Padilla llevaron gente a las plazas con su solo anuncio. Pero ese fenómeno no era novedoso, al menos aquí en Aguascalientes, donde ya los aficionados que se tiraron al ruedo de manera organizada, lograron mantener viva la llama de la afición acalitana.

Lo que siguió al verano del 48

Después de que en el verano del 48 en Aguascalientes hiciera erupción un Volcán, se siguieron dando novilladas intentando descubrir otra gema oculta en el anonimato y así ilusionaron a la afición jóvenes como David Reynoso, quien después triunfaría en el cine; Carlos González, el calvillense Manuel López, el sevillano Antonio Durán o Fernando Brand, pero sin el fuerte impacto que tuvo la aparición de Rafael Rodríguez en la plaza San Marcos ese 18 de julio del 48.

Y la actividad de la fiesta comenzó a languidecer. Se comenzó a limitar a la época de la Feria de San Marcos, como lo relata don Jesús Gómez Medina en su libro La Ciudad, la fiesta y sus plazas:

Al indagar lo acaecido en 1955 se obtiene la evidencia de que aquella onda de cálido entusiasmo taurino que se enseñoreó de Aguascalientes algún tiempo antes, precisamente a raíz de la irrupción triunfal de Rafael Rodríguez, había dejado de tener realidad. Era algo del pasado. De un pasado cuyos efectos se extendieron a los individuos y a los niveles sociales más distintos, haciéndoles participar de un mismo encendido sentir; el del interés más acentuado por el espectáculo taurino y, al mismo tiempo, el de la admiración más calurosa hacia el torero, héroe del redondel… En este año de 1955… únicamente se realizaron cuatro corridas de toros y una novillada, amén de dos o tres festivales con aficionados… En uno de esas funciones tomaron parte el Dr. Alfonso Pérez Romo, Guillermo González, inminente empresario del Coso San Marcos, Gabriel Arellano y Humberto Elizondo, cada uno en franca porfía por mostrar su propio arte y por arrancar el aplauso de los espectadores…

Y es que, en el transcurso de la obra citada, don Jesús deja ver algo que en una ocasión apuntara César Pastor: Aguascalientes está en una posición privilegiada para la organización de festejos taurinos. En esos días en nuestro territorio estaban las ganaderías de Garabato, Peñuelas, Armilla Hermanos, Santa Rosa de Lima, Pedro Castorena y Pablo Baranda; en las cercanías de Zacatecas las de Presillas y El Saucillo y en la vecindad de Jalisco las de La Punta, Matancillas, Chinampas y Corlomé y, además, en Estación Castro, don Raúl J. Guerra criaba ganado de lidia, sin estar afiliado a la Asociación de Criadores.

Eso daba la oportunidad a los prácticos de obtener con relativa facilidad ganado para sus festivales. Y surgieron nombres como los de Jorge López Yáñez, Ramón Morales, el citado Jesús Gómez Medina, Jesús Ramírez Gámez El Abogao, Adolfo de la Serna El Botas, Rubén Ortega, Felipe Reynoso Jiménez, Manuel de Alba de Anda, Roberto Gómez El Loco, Javier Maceira o Felipe Ávila. Los tres últimos nombrados vistieron el terno de luces y alguno de ellos llegó a actuar en la Plaza México.

Los festivales de aficionados prácticos

Las finalidades de esos festivales de aficionados prácticos eran diversas, desde el mero esparcimiento hasta intento de satisfacer causas mejores. Así, se organizaban a beneficio de la Ciudad de los Niños que intentaba poner en pie el Padre Toño; o a favor de las campañas de Desayunos Escolares que entregaba la esposa del gobernador de turno; a favor de alguna de las campañas de las candidatas a Reina de la Feria de San Marcos o de la Cruz Roja. Y los organizaban clubes como el Monjes o el 20 – 30, los estudiantes del entonces Instituto de Ciencias, los colegios de profesionales, o los aficionados individualmente. De lo que se trataba era de no quedarse sin toros y de matar el gusanillo de la afición.

Y la afición acudía a la plaza y al reclamo de aquellos que en el día a día atendían pacientes en un consultorio, publicaban en los diarios noticias que eran leídas por muchos, se encargaban de obras, atendían negocios de índole diversa o defendían causas en los tribunales. Quizás en algunos casos los asistentes iban a la plaza con la curiosidad de ver qué le podían hacer a los novillos o vacas que les tocarían en suerte o en otros, ya enterados de sus habilidades, a apreciar lo que sabían que les podían hacer.

La realidad de esos momentos, es que el grueso de la actividad de la fiesta, descansaba sobre los hombros de esos aficionados prácticos.

Don Humberto Luis Elizondo Garza

Quizás resultó largo el prolegómeno, pero esto no pretende ser una semblanza al uso de un hombre que ha sido un destacado y reconocido aficionado a los toros aquí en Aguascalientes. Estimo necesario entender el tiempo en el que generó su afición, para comprender la importancia que representa hoy en día su presencia y ausencia en las plazas y en los distintos medios en los que se tratan temas relacionados con la fiesta.

Don Humberto realizó estudios en la Escuela Bancaria y Comercial de la capital mexicana y posteriormente se afincó en Aguascalientes donde formó una familia y se dedicó a negocios relacionados con la industria automotriz. Pronto estableció lazos de amistad estrecha con el doctor Alfonso Pérez Romo y con don Julio Díaz Torre. El vehículo de esa amistad fue precisamente la mutua afición por la fiesta de los toros.

Guillermo Gonzalez Muñoz, Humberto Elizondo
y Alfonso Perez Romo Cª 1955

Como lo relata don Jesús Gómez Medina, don Humberto llevó su afición más allá de la mera presencia en el tendido. Su presencia en esos festivales de aficionados prácticos era más que frecuente. Y al decir del doctor Pérez Romo, en ellos se lidiaban novillos ya hechos. En particular, ese de 1955, en el que alternaron con Gabriel Arellano Guerra, Guillermo González Muñoz y Rafael Rodríguez, el ganado fue bastante serio.

Asiduo concurrente a nuestras plazas, en la Monumental tenía fijo su asiento de palco, en tanto que, en los últimos años en la San Marcos, formaba, en las barreras de sombra, en la séptima fila, a la izquierda del palco de la autoridad, tertulia con su hijo Gerardo – casado con una hija de Rafael Rodríguez –, el arquitecto Jesús Rangel y el ingeniero Rafael de los Reyes, siempre con su ocote encendido y dispuesto a disfrutar de su tarde de toros.

Don Humberto siempre fue reconocido como un aficionado serio y cabal. Tanto así que, en muchos de los certámenes organizados aquí en Aguascalientes para premiar triunfadores, tanto en la Feria de San Marcos, como en otros ciclos o festejos sueltos, era convocado como Presidente del jurado respectivo. Su imparcialidad y ecuanimidad eran proverbiales y tenía la facilidad de llevar a buen puerto las decisiones de esos grupos, tan complicados de poner de acuerdo, por su propia naturaleza.

El pasado 29 de agosto don Humberto se adelantó haciendo el paseíllo final. La afición de Aguascalientes ha perdido uno de sus baluartes. Con estas líneas intento reconocer su trayectoria como aficionado recto y cabal. Que en descanse en paz y que su familia logre superar su partida.

domingo, 28 de marzo de 2021

Armando Mora: su alternativa a 50 años vista

Armando Mora
Matador de toros
Los Mora de nuestro Barrio de Triana tienen raíces toreras que se remontan a la mitad de la década de los cuarenta del pasado siglo, cuando la cabeza de ella Juventino, intentó ser matador de toros. Después siguió sus pasos su sobrino Víctor y tras de él su hermano Armando, desde el principio de la década de los sesenta, se tiró a correr la legua y a buscar la gloria vestido de seda y alamares.

Tenía condiciones y por ello don Manuel Arellano, el legendario transportista de toros de lidia lo llevó a Monterrey, con don César Garza, quien le proporcionó las primeras oportunidades y ante las buenas actuaciones se le abrieron las puertas de las demás plazas de importancia de nuestra República, como San Luis Potosí, Guadalajara y por supuesto, la Plaza México, donde se presentó el 31 de mayo de 1964, alternando con César Romano y Víctor Pastor en la lidia de novillos de El Romeral.

Su carrera no estuvo exenta de percances. Armando Mora sufrió una cornada en Monterrey el 7 de julio de 1963, de un toro de nombre Cantinero, de la ganadería de Presillas que lo frenó en su ascenso, pero que no le impidió seguir adelante coleccionando hazañas, como la del domingo 17 de agosto de 1969 en la Plaza de Toros San Marcos. Esa tarde alternó con José Luis Rodríguez El Praga, Eduardo Rivas y José Manuel Montes en la lidia de una seria novillada de La Punta, ganadería que conmemoraba su 45º aniversario en los ruedos de México y el mundo. Armando selló su tarde indultando a Maragato, 5º de la tarde, teniendo también Eduardo Rivas una gran actuación, pues le cortó el rabo a Romancero el penúltimo de la corrida. Existe en los pasillos del coso de la calle de la Democracia, una placa conmemorando esa hazaña del torero trianero.

El ambiente previo al festejo

La alternativa de Armando Mora se programó para un festejo que bien pudiera ser considerado de pre – feria, pues se fijó para el domingo 28 de marzo de 1971. Le apadrinaría su combarriano Jesús Delgadillo El Estudiante, que reaparecía en Aguascalientes después de varios años de ausencia y sería testigo de la ceremonia el torero regiomontano Fernando de la Peña. Los toros vendrían de la ganadería de Corlomé, propiedad en esos días de don José C. Lomelí.

Dentro de la información previa al festejo, se publicó el anuncio de que el día de la corrida se estrenaría el pasodoble Armando Mora, obra del miembro de la Banda Municipal de Aguascalientes, don Ponciano Bernal Dávalos, la información aparecida en El Sol del Centro del 26 de marzo de 1971, es de la siguiente guisa:

El próximo domingo, durante la corrida que lidiarán Jesús Delgadillo “El Estudiante”, Fernando de la Peña y Armando Mora, la Banda Municipal, por acuerdo de su Director, el Maestro don Fernando Soto, estrenará el pasodoble del señor Ponciano Bernal “trombón” de nuestro formidable conjunto musical.

La Banda Municipal lo ensayó ya dos veces y habrá un tercer ensayo en la Casa de la Cultura.

El estreno, la inspiración de don Ponciano – nombre muy taurino – habla de cómo “ha llegado” a la afición la alternativa del trianero, quien arriba por propios méritos a la alternativa. 

Igualmente, se entrevistó a diversos aficionados notables de nuestra ciudad, como el hostelero, don Juan Andrea, que expresó:

¡Ya era tiempo! La alternativa de Armando Mora es muy merecida, nos dijo el señor Juan Andrea, aficionado de hueso colorado, al opinar sobre la corrida del próximo domingo. “Yo estoy prácticamente retirado de los toros como aficionado”, nos dice Juanito. Y su aserto nos confirma que las cosas no andan bien en la fiesta, cuando alguien tan aficionado como él se destierra voluntariamente de la plaza. Ojalá y se den las cosas bien, en esta y sucesivas corridas al trianero Armando Mora…

Por su parte, el ya nombrado don Manuel Arellano, dijo a la prensa:

Armando – nos dice –, tiene 7 años de novillero. Lo que llevo yo con mi camión transportador. Llevará a lo sumo toreadas unas treinta y cinco novilladas y es ejemplo de que un torero sí se puede formar entrenando, practicando y conservando una excelente condición física”.

Armando se ha hecho – sigue diciendo – a base del cariño que le tiene a la fiesta. Y es también algo extraordinario lo que prueba su constante entrenamiento, que haya podido dar triunfos rotundos como el de Guadalajara, donde toreó maravillosamente”.

Aquí mismo, la afición lo vio dar una demostración de poder y pundonor, cuando después de una grave cornada se levantó, sin verle la cara a una vaca, a un novillo, para cortarle las orejas a verdaderos toros. Esto, ninguna figura lo ha hecho, porque las figuras sí son invitados a las tientas de las ganaderías. Y un novillero ignorado, no. Al novillero rara vez se le invita.

Como se ve, la alternativa de Armando Mora era bien recibida por la afición local y se generó un ambiente interesante en torno a ella.

El día de la corrida

Tuve la fortuna de asistir a ese festejo con mi padre. Teníamos de vecinos de localidad al pediatra Alfonso León Quezada y a su hijo Sergio Alfonso, quien era mi compañero en la escuela. El Estudiante vestía de blanco y oro, Fernando de la Peña, de azul marino y oro y el toricantano de azul celeste y plata. La plaza no se llenó, según recuerdo, pero la entrada fue bastante buena y la tarde en su conjunto, satisfactoria para el aficionado.

Don Jesús Gómez Medina, en su tribuna de El Sol del Centro, el lunes 29 siguiente, contó entre otras cosas, esto:

Fue en el primer toro, que era eso: un TORO. Con edad, con trapío y peso.

Vestido de azul celeste y plata, el inminente nuevo doctor, tras los capotazos preliminares de la peonería, se enfrentó a “Pinocho”, que así se llamaba el de Corlomé, para lancearlo quieta y ceñidamente a pies juntos, si bien remató prematuramente por partida doble.

Bravo de verdad el corlomeño, fue al caballo con presteza y recargó de firme, antes de que Armando Mora interviniese para ejecutar una breve tanda de chicuelinas, precursoras de la revolera final.

Y llegamos al momento cumbre, a la tan anhelada alternativa. En el tercio, frente al burladero de matadores, “El Estudiante”, tras un discurso castelariano por su extensión, entregó a Mora el estoque y la muleta, en presencia de Fernando de la Peña. Se cumplía una vez más un ritual que tiene ya dos siglos de vigencia; y, mediante su realización, Armando Mora quedaba convertido en matador de toros entre el beneplácito de los numerosos parroquianos.

Y allá fue Armando en pos de “Pinocho” que, como los toros de clase, esperaba muy quieto, muy fijo, en la división de sol y sombra. Unos muletazos de exploración y, acto seguido, la muleta en la mano de las empresas mayores. Fueron tres naturales, en los que el bravo y dócil astado, en pos de la enseña diestramente manejada por el nuevo doctor, recorrió el arco de círculo del pase natural.

Para lograr los últimos, cuando el agotamiento había hecho presa de “Pinocho”, necesitó Mora de citar muy de cerca, a cuerpo descubierto; pero sin descomponerse, sin enmienda, cifrándolo todo al mando de su muleta. Y, además, mostrando un aplomo y un asentamiento de torero cuajado. Solo en el ruedo con su enemigo. Como un matador de toros, en suma.

Para su desgracia, en el momento supremo no mostró el mismo acierto. Tres pinchazos y otros tantos golpes con el estoque de descabellar, enturbiaron la limpidez de la que, de otra forma, hubiese resultado una alternativa triunfal.

En cambio, con el sexto, de mucha menor presencia que “Pinocho” y que de salida anduvo incierto, con la muleta Armando se hizo del bicho y lo toreó largamente por derechazos; muchos de estos, estupendos de temple, aprovechando la docilidad que a estas alturas mostraba el corlomeño. Vino luego el espadazo final y tras de éste el otorgamiento de un apéndice y la vuelta al ruedo entre ovaciones…

Otro momento de gran torería se produjo durante la lidia del segundo de la tarde, primero del lote de El Estudiante:

Ocurrió en la primera década del siglo. “Bombita” y “Machaquito” detentaban el mando del cotarro taurino durante el interregno que medió entre la despedida del Guerra y la aparición de Joselito y Belmonte.

Y una tarde, en Madrid, Machaco se fue tras del estoque con férrea determinación y lo clavó todo en el morrillo de un imponente miureño. Del pitón de éste pendían luego los encajes de la camisa del bravo cordobés, en testimonio de cómo se entregó Rafael González en el trance supremo.

“Don Modesto”, pontífice de la crítica taurina de la época, emocionado ante la hazaña del Machaco, urgió al escultor Mariano Benlliure: – “¡Apresúrate, ilustre alfarero! ...” – decíale en su crónica el célebre revistero. Y Benlliure, tan buen aficionado como artista eximio, atendió el reclamo de don José de la Loma y sus manos prodigiosas produjeron esa estupenda obra de arte que se llama “La estocada de la tarde”.

Ayer, en la muerte del segundo burel, la sombra de “Machaquito” pareció aletear sobre el coso. Porque, al igual que entonces lo hiciera Rafael González, “El Estudiante” se perfiló marchosamente, fija la mirada en el morrillo de “Guapo”; el estoque, centrado entre ambos pitones y tan cerca de éstos que la punta parecía rozar sobre el testuz. Y al arrancar, lo hizo recta y decididamente; con tal precisión y maestría, que mientras la mano izquierda vaciaba la acometida del corlomeño, la diestra, empuñando el alfanje, concluía su viaje en el morrillo de “Guapo”, del que emergía solo la bola de la empuñadura.

¡Fue la estocada de la tarde!... De ésta y de muchas más...

Los espectadores, al unísono, botaron de sus asientos y tributaron a Delgadillo una cálida, estruendosa ovación. Y tras la ovación, la oreja, ganada en la mejor forma: con la verdad incuestionable del acero…

Fernando de la Peña lució sobre todo en el primer tercio de los toros que le tocaron en suerte. Todavía recuerdo la manera en la que toreó a la verónica al primero de su lote. Saldó su actuación con una aclamada vuelta al ruedo tras la muerte de ese toro.

Lo que llegó después

Poco toreó ya Armando Mora como matador de toros – apenas 8 corridas de toros – pero no se ha de olvidar aquella tarde del 1º de mayo de 1977, en la que alternando con Fabián Ruiz y Guillermo Montero en la lidia de un muy bien presentado encierro de Peñuelas, le cortó en la Plaza Monumental Aguascalientes las dos orejas al toro Rubio, sexto de la tarde, vestido de blanco y oro. 

Armando Mora ha centrado sus esfuerzos en formar toreros. Y a fe mía que los enseña a torear como es debido. Desde aquí le recuerdo en el cincuentenario de su alternativa. ¡Enhorabuena Maestro!

domingo, 14 de febrero de 2021

13 de febrero de 1966: Calesero se despide triunfalmente en Aguascalientes

De izquierda a derecha: Un subalterno que no
identifico, Julián Rodríguez, Calesero, Alberto
El Negro Santacruz, José Sánchez y José Luis
Fernández Ledesma. Atrás, entre Calesero y
Santacruz, Arturo Muñoz La Chicha. El niño
del frente es el matador de toros retirado Ricardo
Sánchez
La carrera de un torero tiene que llegar a un final. En el caso de Calesero se trataba de un largo paso por los ruedos del mundo, pues ese febrero del sesenta y seis se cumplían cuatro décadas de ir recorriendo arenas y esparciendo el aroma de su toreo y quizás la hora de decir adiós se había hecho presente.

Calesero le contó al doctor Alfonso Pérez Romo su sentir en los días previos a su despedida de los ruedos en la Plaza México. Entre esas fechas queda esta despedida que hoy me ocupa. Entre otras cosas le relató lo que sigue:

La noche del día doce de febrero de 1966, víspera de mi despedida ante la afición de mi ciudad natal, Aguascalientes, matando seis toros de diferentes ganaderías: La Punta, Torrecilla, Tequisquiapan, Reyes Huerta, Valparaíso y Santa Rosa de Lima, (decidí matar solo esos seis toros para demostrarles a mis paisanos que me iba porque quería, no porque ya no podía; tal hazaña la logré cuando ya tenía veintisiete años de matador de toros; ese público fue el más exigente de todos los que me juzgaron, pero también el que más se me entregó en mis triunfos). Casi no dormí en toda la noche pensando en tantas y tantas cosas que se me venían a mi mente... Recordando toda mi vida de torero que fue muy larga y llena de emociones; soy el torero mexicano que más duró en la profesión: 40 años se dicen pronto. Alterné con tres generaciones del toreo, le di a mi hijo Alfonso la alternativa estando yo en activo. Pasaron cien años para que hubiera otro caso igual al de "Cúchares" que le otorgó la alternativa a su hijo "Currito" estando también en activo… Yo hubiera seguido toreando unos dos o tres años más, pero dos toreros en una misma familia es mucha tela; la esposa, la madre, los hermanos esperando dos conferencias cada día de corrida, es un verdadero martirio… Mi esposa es un caso: el marido torero, tres hijos matadores de toros (actualmente retirados) y ahora el nieto que se inicia de novillero (actualmente matador), calculen ustedes lo que ha pasado esa señora... (“El Aroma del Toreo”, Alfonso Ramírez “Calesero” con Alfonso Pérez Romo, UAA – Julio Díaz Torre, 2005, 1ª edición, Págs. 13 – 14).

Calesero estaba por cumplir 52 años de edad, sufrió pocas cornadas, pero las que recibió fueron de consideración. Su dedicación exclusiva al toreo, la vida metódica que llevaba y la constante preparación que mantenía en el campo bravo – Calesero siempre fue considerado un extraordinario tentador – le permitieron llevar su ejercicio profesional más allá de lo que muchos de sus pares hubieran logrado. 

La tarde del adiós

La publicidad del festejo rezaba que Calesero dedicaba su actuación al C. Gobernador del Estado, Presidente Municipal, Jefe de la Zona Militar y toda la afición.  Para la ocasión eligió un vestido grana y oro que años después pude conocer de cerca en el Museo que tuvo una casa vitivinícola en esta ciudad y cuyo contenido hace algunos años fue rematado en una subasta. No sé si la almoneda incluiría ese vestido de torear que por sí mismo es histórico.

Algunas imágenes que conservo de esa tarde, reflejan que le acompañaron en su cuadrilla su inseparable Arturo Muñoz La Chicha, que fue su compañero de correrías desde el inicio de su andar en los ruedos, Alfonso Pedroza La Gripa y el gran picador de toros Guadalupe Rodríguez El Güero Guadalupe y que salió como uno de los sobresalientes Tomás Abaroa, en esos días matador de toros y tiempo después un destacado peón de brega.

En los corrales de la plaza esperaban los toros de La Punta, Torrecilla, Tequisquiapan, Reyes Huerta, Valparaíso y Santa Rosa de Lima que serían enfrentados por Alfonso Ramírez Alonso y que por ese orden de su antigüedad saldrían al ruedo nombrados como Bordador, Poeta, Artista, Pintor, Pianista y Escultor. Con ellos se entretendría en cortar ocho orejas y un rabo en una tarde que fue triunfal desde el ángulo que se quiera examinar.

El momento cumbre de la tarde

Aunque la tarde fue efectivamente redonda, de apoteosis, donde Calesero estuvo envuelto entre el cariño de la afición de su tierra, su momento más álgido lo tuvo durante la lidia del quinto de la tarde, un toro de Reyes Huerta llamado Pianista. Recurro a la crónica de don Jesús Gómez Medina, publicada al día siguiente del festejo en El Sol del Centro y dedicada a don Luis de la Torre El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada, también testigo del acontecimiento, en la que nos dice lo siguiente:

La faena cumbre del quinto. – “Pianista”, de Reyes Huerta, número 14, cárdeno oscuro, corto de defensas, bragado y coletero, de bonito tipo, salió en el llamado lugar de honor. ¡Y a fe que lo mereció!

Porque “Pianista” fue bravo, muy bravo, con la fiereza, con el empuje que ya no es muy común ver en el toro de lidia; pero, a la vez, con el buen son, con el temple, con la nobleza peculiares a los bichos de su progenie.

En estas condiciones y con el público entregado, rendido plenamente ante el arte y el torerismo del Calesero, forjó este el capítulo más lucido en su brillantísima actuación. 

Sus verónicas a pies juntos tuvieron la emoción derivada de la fuerte acometida de “Pianista” – un tío que empujaba con un par de riñones – y del aguante estupendo de que hizo gala el torero; sin mengua, desde luego, de las demás virtudes que brillaron siempre en sus intervenciones con el percal.

Vino luego una escena que, a estas alturas, se antoja anacrónica, pero que, sin embargo, conserva la enérgica belleza, el colorido de una estampa de Perea: cuando el Güero Guadalupe ejecutó “como ordenan los cánones”, la suerte de varas.

Y luego, el trasteo cumbre. ¡La gran faena en una tarde saturada de trances lucidos! Tras un emotivo y brillantísimo preámbulo de hinojos, la faena prosiguió en los medios. Allí, con el refajo en la diestra, alcanzó Alfonso el ápice, la cumbre de su labor en el tercio final.

Una serie prodigios de muletazos en redondo, siete, ocho, aguantando impávido las reiteradas embestidas del bravo ejemplar de Reyes Huerta; pero a la vez, mediante el temple y el mando, imponiendo el señorío de su cerebro y la plasticidad de un exacto y gallardo trazo de los muletazos, a la oscura fiereza de la bestia. Rugía el público de emoción y de gozo a cada pase, mientras el torero, el torero – artista, ebrio a su vez de emoción creadora, embriagado en la belleza de su propia obra, reflejaba también en su semblante los intensos sentimientos de que era albergue su pecho.

Tras de esto, en un clima de rotunda apoteosis, adueñado Alfonso de las mil voluntades que se agitaban en los tendidos y seguro a la vez de su jerarquía sobre el toro, prosiguió el trasteo que culminó, por último, en la concesión del indulto del bravísimo y nobilísimo “Pianista”, otorgado a petición popular.

Tras de esto, el otorgamiento de todos los apéndices, las vueltas al ruedo sin fin, las aclamaciones y el delirio…

Calesero logró, con independencia de lo obtenido en los cuatro toros anteriores, rematar la tarde de su adiós a la afición de su tierra con un triunfo resonante, de los que se quedan en la memoria colectiva, de esos que sirven como signatura de una carrera en los ruedos que en los tiempos por venir sería recordada como ejemplar y como una de las grandes expresiones del toreo – arte que se hayan podido conocer.

Fue un día de fiesta

La celebración no se quedó dentro de los muros de la plaza de la calle de la Democracia. Terminada la corrida se ofreció a Calesero y a su familia por un sector representativo de la afición hidrocálida un banquete conmemorativo. El torero en sus recuerdos lo sitúa en uno de los salones del Hotel Francia; el amigo Gustavo Arturo de Alba en el del Club Rotario:

...Don Enrique Castaingts, con su característico puro, teniendo, regularmente de compañeros a Don Julio y Benito Díaz Torre, Don Anselmo López, Don Manuel Ávila, Don Emilio Berlie, claro está que todos con sus respectivas esposas, a las cuales pido disculpas de no mencionarlas por su nombre, para no caer en la descortesía de olvidarme de alguna de ellas. También batían palmas por las gestas de Calesero don Antonio Garza Elizondo; Rodolfo “El Ronco” González, a quién recuerdo invitándonos, la noche del 13 de febrero de 1966, a seguir la sobremesa de la fiesta de homenaje al “Poeta” en su aristocrática casa que tenía por los rumbos del Jardín de San Marcos, una vez que don Juan Andrea (otro Caleserista) cerró las puertas del local de los Rotarios, en Jardines de la Asunción, donde se había servido una suculenta cena, para más de 150 comensales, después de la apoteósica despedida en la San Marcos del torero del barrio de Triana.... (Gustavo Arturo de Alba en “Alfonso Ramírez ‘El Calesero’. ‘El Poeta del Toreo’”. Gobierno del Estado de Aguascalientes. 1ª edición, 2004. Págs. 152 – 153)

Independientemente del lugar en el que se haya llevado a cabo, resulta significativo que se haya prolongado la celebración de ese adiós al terreno de lo social. En esa reunión, Calesero obsequió a don Guillermo González Muñoz el capote de paseo que utilizó en esa última corrida en su tierra y existe una imagen que puede considerarse premonitoria, pues en ella aparecen el torero de nuestra Triana, don Guillermo y don Jesús, hermano de Calesero y empresario de la Plaza San Marcos. Tal pareciera que se daba a El Cabezón la alternativa para ser titular de la empresa taurina de nuestra ciudad, misma que ejercería con éxito apenas tres años después.

Lo que siguió

Calesero torearía el siguiente domingo su despedida en la Plaza México, alternando con Manuel Capetillo y Raúl García en la lidia de toros de Valparaíso. Allí le cortó la oreja a Mañanero, el último toro que mató vestido de luces en ese ruedo. Torearía 16 corridas ese año de su adiós, entre ellas la de la alternativa de su hijo Alfonso en Ciudad Juárez el 24 de julio; otras dos el siguiente y se vestiría de luces por última vez el 2 de febrero de 1968, en Sombrerete, Zacatecas, alternando con Manolo Espinosa y Manolo Urrutia en la lidia de toros de Torrecilla, tarde en la que les cortó cuatro orejas y un rabo.

Calesero dejó de vestirse de luces, pero nunca dejó de estar presente en la fiesta. Allí es donde reside quizás el más grande de sus valores. Conchita Cintrón parece describirlo en esta reflexión:

…Sobre la plaza aletean golondrinas – de esas que se presiente no volverán. Hay nueva entrega del diestro, nueva métrica, nueva poesía encerrada en el anillo de bravura que circunda su silueta. Y ante el pasmo de las gentes se revela la presencia de un espíritu al que le sobra materia. Realizada la transfiguración ya todo es gloria, apoteosis, triunfo. Pero el espada apenas si esboza una sonrisa. Ha terminado su expresión artística en los ruedos y sin ella – magia y duende de su existencia – abandona la plaza, cargando la cruz que conoce todo poeta enmudecido. (Conchita Cintrón, “¿Por qué vuelven los toreros?”, 2ª edición, México, 1987, Editorial Diana, Pág. 253).

Aviso parroquial: En esta fecha se cumplen 55 años de que este amanuense haya visto con cierto uso de razón un festejo taurino por primera vez. Conforme van pasando los años, me voy enterando de que no pude tener una mejor iniciación en esto…

Aldeanos