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domingo, 25 de abril de 2010

Tal día como hoy: 1971. Manolo Espinosa se lleva el Escapulario de San Marcos

La noche del 8 de abril de 1967, en la Plaza México, Manolo Martínez lidió el último toro de la corrida del Estoque de Oro, trofeo que se consideraba ya en la posesión de Raúl Contreras Finito, por su faena al quinto de ese festejo, Lobito, que como todos los del encierro fue del Ingeniero Mariano Ramírez. Ese sexto toro se llamó Catrín y ante él, Manolo Martínez salió a defender su interés de aspirar a la cabeza de la torería mexicana, realizó una de las grandes faenas que acabaron consagrándolo como un torero de esa plaza y terminó por llevarse el dorado alfanje a despecho del triunfo del malogrado diestro de Chihuahua.

Este 25 de abril de 1971, una historia similar se produciría en Aguascalientes. Para el día del Evangelista se anunció la corrida en la que ante toros de Suárez del Real, Alfredo Leal, Joselito Huerta, Finito, Manolo Martínez, Jesús Solórzano y Manolo Espinosa se disputarían el Escapulario de San Marcos, trofeo que durante el boom de la vitivinicultura en nuestro Estado, una casa de estos géneros, obsequiaba al triunfador de este festejo, que se formaba con las principales figuras anunciadas en el serial.

Lo sucedido en esa corrida se relató por don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro del día siguiente de esta guisa:


A Fermín Espinosa ‘Armillita’ que en el ruedo ennoblecido ayer por el toreo de ambos Manolos, dejó escritas antaño, muchas jornadas de gloria.


Fue a partir del cuarto burel que la tónica del festejo señaló un ‘crescendo’ que más tarde culminaría en el diapasón triunfal que iba a subsistir hasta el final y a Manolo el de Monterrey correspondió iniciar ese ritmo ascensional…

¿Estaría ya el trofeo en poder de Manolo Martínez? ¡Pues no señores, que voy a hacerlo mío; aquí estoy yo!, preció Manolo Espinosa a través de su actuación desde el lance inicial a pies juntos, hasta la estocada mortal con la que fulminó al nobilísimo ‘Abrileño’.

¡Qué bella lección de arte y torerismo de este Manolo! Y, a la vez, ¡cuánta riqueza de matices y qué insospechada cornucopia de remates y adornos, en el curso de una faena en la que el clasicismo más estricto hermanábase con los momentos de la súbita inspiración del orfebre.

Ah, Manolo Espinosa, hijo y nieto de toreros y gran torero también tú. ¿Cómo pudiste privar a la afición, durante tanto tiempo del ingente caudal de arte que llevas contigo? Olvídate en buena hora del restirador y de la regla de cálculo y date a lo que ha sido la vida y honra de los tuyos, porque eres torero y de los buenos, como a voz en cuello lo proclamó la plaza, cuando tras de fulminar a ‘Abrileño’, con las orejas y el rabo de este recorrías una y otra vez el ruedo acompañado en tu apoteosis por tu ilustre padre, por el ganadero y por Guillermo González, afortunado promotor de estos festejos. Y lo proclama también el trofeo que, por aclamación, te fue entregado al final de la corrida…

Manolo Martínez le había cortado el rabo al cuarto de la tarde y se daba por descontado que el Escapulario era suyo, pero como le sucedió a Finito algo más de cuatro años antes en la corrida del Estoque de Oro, ahora sería el de Monterrey el que vería su suerte cambiar de rumbo en el toro que cerró plaza y el trofeo en disputa acabar en las manos de uno de sus alternantes, en una de las tardes más destacadas de la historia reciente de nuestra feria de abril.

El festejo de hoy: Tercera corrida de feria. Toros de Begoña para el rejoneador Rodrigo Santos y los matadores Eulalio López Zotoluco, Sebastián Castella y Octavio García El Payo.

sábado, 24 de abril de 2010

Tal día como hoy: 1970. Jesús Solórzano y Poeta de Torrecilla

Jesús Solórzano llegó a este festejo por la vía de la sustitución. En el cartel originalmente anunciado Joselito Huerta era el que completaba la terna que integraban Rafael Rodríguez y Curro Rivera para dar cuenta del encierro de don José Antonio Llaguno Ibargüengoitia, pero en los diarios locales de la víspera del festejo, la empresa anunció que el León de Tetela había presentado un certificado médico que justificaba su imposibilidad de actuar y que: …salvaguardando los intereses de la afición taurina hemos procurado la contratación de Solórzano porque ha sido uno de los matadores mexicanos triunfadores de la temporada capitalina y triunfador también de la Plaza de Toros San Marcos.

La crónica de don Jesús Gómez Medina, en El Sol del Centro del día siguiente al festejo lleva por título Faena de Solórzano, dechado de arte y clasicismo y sin más, paso a referir lo medular de ella:

…torear en suma, es hacerlo como ayer lo hizo Chucho Solórzano en su segundo enemigo: con el ritmo perezoso e indolente con que la muleta del moreliano describió el arco de círculo del pase natural o del derechazo; con el desdeñoso imperio con que el leve giro de su mano diestra contuvo y quebrantó, en los de trincherilla, el curso bravío del de Torrecilla, con la actitud natural, clásica, mediante la cual el cuerpo, al gravitar suavemente sobre la pierna de afuera, imprime a la suerte una intensidad y un sabor de fruto plenamente logrado, de obra en sazón.

Casi al mismo tiempo, en Utrera, a la vista de la airosa Giralda, el conde ‘disfruta’ de los muletazos de Chucho. Y el mando y la longitud excepcional de muchos de aquellos. Veíamos al pasado: ¡no, no fueron mejores que estos los naturales y derechazos que integraron las faenas de ‘Granatillo’ y ‘Cuatro Letras’; ni los muletazos a ‘Revistero’ superaron en aplomo, en clasicismo, en gallardía a los que ayer Chuchito realizó ante este nuevo y también nobilísimo ‘Poeta’.

Elevado a impulso de arte, transido por la inspiración creadora, haciendo de la arena del coso sanmarqueño el pináculo para su triunfo, en cada pase, en cada muletazo, frente a la pleitesía colectiva que se expresaba en aclamaciones, vítores y revuelo de prendas, Chucho Solórzano estaba proclamando: ¡El toreo es esto!

¿Y el torero?... ¡El torero es ese!, replicaba, enfebrecida, la multitud.


Pero, ¿cómo olvidar al toro? ¿Cómo desentendernos de la boyantía infinita del de Torrecilla? Porque poseyó éste la docilidad y el son y la continuidad en la acometida que tanto representan en los astados de la estirpe saltillense.

Y de esta conjunción brillantísima resultó la faena que tal vez vaya a ser la faena de la feria. Quizás la faena del año. Una faena que Chucho trató de rematar con la estocada recibiendo, que se frustró porque a estas alturas ‘Poeta’ ya no tenía la pujanza que requiere esta suerte; pero cuando el astado finalmente dobló por efectos de un pinchazo hondo y luego de que sus despojos recibieron los honores del arrastre lento, sobrevino el apoteosis solorzanista, las dos orejas y el rabo, música, aclamaciones, ovaciones en serie. Y tres vueltas al ruedo, la segunda en compañía de José Antonio Llaguno, afortunado criador de este burel…

La hazaña de Jesús Solórzano ha quedado perpetuada en bronce en los muros de la Plaza de Toros San Marcos a escasos pasos de otra placa, la primera colocada allí para conmemorar el triunfo de su alternante de esta tarde y primer espada del cartel, Rafael Rodríguez ante otro Poeta, éste de San Mateo, once años antes, en otra de las grandes tardes que son parte de la histórica grandeza de nuestra Feria Nacional de San Marcos.

El festejo de hoy: Segunda corrida de feria. Toros de De Santiago para Rafael Ortega, José Tomás y Octavio García El Payo.

viernes, 23 de abril de 2010

Tal día como hoy: 1961. Reaparece Manolo dos Santos en Aguascalientes

Aunque el Lobo Portugués fue un torero que tuvo gran predicamento en México durante el final de la década de los 40 y el principio de la siguiente, porque a más de su calidad indiscutible, en buena medida porque su presencia sirvió para llenar los huecos que dejaron las varias rupturas de las relaciones con la torería española en esa época, su presencia en las plazas de Aguascalientes no se dio con frecuencia en ese tiempo.

Debutó en Aguascalientes en 1951 junto a Carlos Arruza y un recién alternativado Humberto Moro y no le volvimos a ver por aquí, sino diez años después, cuando se le anunció para alternar con Juan Silveti Reynoso y de nuevo un torero de alternativa reciente, Felipe Rosas y como ingrediente añadido, la corrida despertó el interés de la afición, puesto que también traía la presencia de Arruza a Aguascalientes, aunque ahora nada más como ganadero, dado que los toros a lidiarse fueron de Pastejé.

Al final de cuentas el festejo no produjo el resultado que todos esperaban. Los toros de Pastejé no fueron tan bravos como en su día lo fueron Tanguito y Clarinero - la nota previa al festejo pregonaba la historia de la ganadería - y la corrida de expectación terminó en decepción. La médula de la relación de don Jesús Gómez Medina, publicada en El Sol del Centro del día 24 de abril de 1961 sobre el asunto es esta:

Taurinamente, la Feria de San Marcos tuvo, ayer, un deslustrado capítulo inicial. Ocurrió lo anterior, pese a que en el cartel aparecían dos de los diestros que, a la fecha, disfrutan de mejor cotización en el mercado nacional – Dos Santos y Juan Silveti – y, completando la tercia, Felipe Rosas, que, entre los noveles, es el torero con mejor hoja de servicios.

Y, también a despecho de la concurrencia de una vacada cuyos inolvidables éxitos primeros la situaron rápidamente en el grupo de las de mayor categoría; y, finalmente, sin que fuera bastante a evitar el colapso final del festejo, el espléndido marco en que aquél se llevó a cabo; con la plaza atestada de un público cuyo primitivo entusiasmo fue languideciendo hasta extinguirse casi del todo.

Sin embargo, aquella expectación inicial aún resurgió poderosamente cuando, en el último turno compareció – ¡al fin! – un burel con bravura y con fuerza. Fue naturalmente, el segundo de los de Rosas y como el de Pastejé, cuenta aparte de fiereza y poderío, tuviese respeto, el primer tercio de su lidia transcurrió entre ovaciones. Inclusive los buenos aficionados encontraron ocasión de aplaudir las excelencias de la suerte de varas cuando ésta se ejecuta como entonces lo hizo, por partida doble, Pascual Meléndez.

La faena muleteril de Rosas transcurría ya por los cauces del triunfo, pero de súbito, un achuchón provocó el desconcierto del bisoño espada, a partir de entonces, Rosas perdió el ritmo y el plan del trasteo y en última instancia intentó liquidar prematuramente al de Pastejé. Un pinchacillo cuya levedad lo hizo pasar inadvertido por muchos y el burel rueda, descordado…

Como resulta de la crónica del festejo, al final de cuentas lo rescatable corrió a cargo del novel Felipe Rosas, que se llevó el lote menos malo y del varilarguero Pascual Meléndez. Ya tendría oportunidad Manolo dos Santos de restablecer su cartel ante la afición de Aguascalientes en los años por venir, dado que en esta, su reaparición, una década después de haberse presentado en la Plaza de San Marcos, no añadió nuevos lauros a su historial.

El festejo de hoy: Primera corrida de feria. Toros de Fernando de la Mora para Ignacio Garibay, Sebastián Castella y Joselito Adame.

domingo, 18 de abril de 2010

Tal día como hoy: 1976. Se presenta como novillero en Aguascalientes Armillita Chico

Aclaración: Hoy arranca la Feria de San Marcos en su vertiente taurina, así que como lo hice hace un año, los días de festejo trataré de recordar aquí algunos de los hechos destacados ocurridos en ella en otros tiempos. Ojalá les resulten de interés.

Aunque ya tenía un tramo más o menos largo de arena recorrida, porque casi desde que pudo sostener un capote en sus manos recorrió muchas plazas de toros formando interesantes carteles con los hijos de las figuras de las Edades de Oro y de Plata de la Fiesta en México, Miguel Espinosa se encontraba, en el año de 1976, en el inicio de lo que sería una carrera que con el vestido de seda y alamares abarcaría casi tres décadas en los ruedos del mundo.

El festejo con el que abrió la segunda Feria de San Marcos que se llevaba a cabo en la Plaza Monumental Aguascalientes fue una novillada. En ella actuaron Pepe Luis Vázquez hijo, Alfredo Gómez El Brillante, Carlos Liceaga, Juan Miranda, Pedro Loredo y el personaje de estos recuerdos ante un encierro de San Manuel, en la disputa de un trofeo, el Cristo Negro del Encino, que durante muchos años fue el galardón otorgado a los novilleros triunfadores del serial sanmarqueño y que a su vez, eran los que más destacaban en el resto del calendario en nuestra ciudad.

Curiosamente, en su crónica publicada en El Sol del Centro el 19 de abril de 1976, don Jesús Gómez Medina se refiere a Miguel llamándole Luis Miguel y sobre su actuación nos refiere lo siguiente:

Luis Miguel Espinosa: ¡un torero más del al parecer inagotable venero ‘armillesco’! Coincidiendo con el alborear de la centenaria feria, asistimos ayer a la revelación de un novel diestro que, si atendemos a lo que mostró y a lo que dejó entrever, llegará lejos en este difícil y tan cuestionado arte del toreo. Serenidad, aplomo – no en vano es hijo del Maestro de Saltillo – pero, junto a esto y por encima de todo esto, determinación, buenas maneras, sentido del temple y de la distancia, alegría y bien torear.

Y una calidad de tan acendrado relieve que cuando afloró plenamente en aquellas verónicas con el compás plenamente abierto, pusieron a los aficionados de pie, y también variedad; una diversidad que llevó a su actuación más allá de los acartonados límites a que se ha sometido el toreo actual…

…el público prendado de su arte, de su precoz torerismo, se le entregó rotundamente, como haría que más tarde le fuera entregado al joven Espinosa el galardón en disputa, el Cristo Negro del Encino, que Luis Miguel recibió de otras manos, ungidas también con el don del arte, de otro gran torero de Aguascalientes, Alfonso Ramírez ‘Calesero’…

Era esta la tercera novillada con picadores que Miguel toreaba en su carrera, pues apenas se había presentado el 18 de marzo anterior en Jiquilpan, con Javier Tapia El Cala y Miguel Munguía El Inspirado para lidiar novillos de la ganadería de su padre y días después toreó otra en San Juan de los Lagos, previa a esta presentación en su tierra, riesgosa desde los modelos administrativos de estos tiempos, dado que el hecho de salir a una feria como la nuestra, lidiando un solo toro, es una apuesta peligrosa y que muchos apoderados actualmente ni siquiera considerarían.

En ese año de 1976, el primero de su andadura profesional en los redondeles, Miguel sumó alrededor de 20 festejos en México, los que le dieron el rodaje necesario para la campaña española que realizó el siguiente calendario, que culminó con su alternativa en Querétaro y que en esos días, resultaron ser la base de una historia de nuestro tiempo, una historia de muchos triunfos en los ruedos de todo el mundo y que es ampliamente conocida.

El festejo de hoy: Primera novillada de feria. Novillos de Boquilla del Carmen, para Sergio Flores, Fernando Labastida y Juan Camilo Alzate.

viernes, 1 de mayo de 2009

Tal día como hoy: 1º de mayo de 1960. Triunfal alternativa del trianero Rubén Salazar en la Plaza de Toros San Marcos

NECESARIA ACLARACIÓN: Hoy debiera celebrarse la quinta corrida de la Feria de San Marcos. Por las razones que han sido profusamente difundidas, esta corrida y las que siguen, no se llevarán a cabo. La razón de seguir publicando estos recuerdos, es que el trabajo ya lo tengo hecho y me parece algo ocioso dejarlo “añejar” un calendario completo, así que seguiré las fechas del cartel original de los festejos y continuaré publicando estas ideas, si Ustedes no tienen objeción.

En la Plaza de Toros San Marcos se han otorgado 15 alternativas entre el año de 1910 y el de 1974, año en el que también, se verificaron por última vez los festejos de la feria abrileña en su ruedo. De los diestros que en su ruedo salieron matadores de toros, solamente cuatro son nativos de esta tierra y es precisamente el personaje de esta fecha uno de ellos.

Originario de nuestro Barrio de Triana, donde nació en 1932, Rubén Salazar había realizado ya varias campañas como novillero en las plazas de México y en Aguascalientes, fue integrante de una promoción que se compuso por toreros como Felipe Bernal El Chelín, Javier Maceira, Carlos González y Fernando Brand, en tanto que en lo nacional, compartió carteles en la novillería con toreros de la importancia de Alfredo Leal, Antonio del Olivar, Jaime Bolaños, Joselito Huerta y Fernando de los Reyes El Callao.

Como novillero actuó en once ocasiones en la Plaza México, destacando sus tardes del 7 de junio de 1953, cuando cortó la oreja de Presumido de Cerralvo; la del 14 de junio de ese mismo año, cuando se llevó las dos orejas de Farolito de Miguel Franco y siete días después cuando cortó una oreja de Rumboso y otra de Jazminero de Santa Marta. Viaja a España y se presenta en Las Ventas el 19 de marzo de 1957, alternando con Antonio León y Ruperto de los Reyes en la lidia de novillos de El Jaral de la Mira.

El cartel confeccionado para la ocasión que hoy les recuerdo lo integraron el torero regiomontano Luis Briones, llamado Luis de Seda y Oro por sus refinadas maneras y el moreliano Joselito Torres, quienes junto con el toricantano, enfrentarían un encierro también hidrocálido de Garabato, propiedad del pintoresco don Celestino Rangel Aguilar El Tato, una de las ganaderías tradicionales en los festejos de la región.

Sobre la tarde de la alternativa, de nueva cuenta recurro a la crónica de don Jesús Gómez Medina, aparecida en El Sol del Centro del día 2 de mayo de 1960, que nos cuenta lo siguiente:

…Triunfalmente, cortando la oreja y el rabo del sexto burel y además saliendo a hombros de los capitalistas, de esta guisa coronó Rubén Salazar la tarde de su alternativa.

Con su éxito, mediante su magnífica y emotiva faena a dicho cornúpeta, Salazar corroboró sus merecimientos al doctorado y además, revistió la última etapa del festejo con la brillantez y el calor que son el marco insustituible de las jornadas de éxito. De aquí que, cuando el último de los astados de Garabato cayó en mitad del ruedo, fulminado por el acero del nuevo matador, el entusiasmo del público – de un público que llenó casi los dos departamentos – llegó a su clímax: tiñéronse de blanco los tendidos, los más impacientes izaron a Rubén y, aclamado estruendosamente, portando orgullosamente los apéndices del burel, recorrió en dos ocasiones la pista y finalmente, abandonó la plaza en hombros de los entusiastas.

La faena del triunfo

No le habían rodado las cosas a la medida de sus ilusiones a Rubén Salazar con el primer burel. ¡El toro de su alternativa!

Fue este – ¡oído al parche, los amigos de las estadísticas! – un bicho cárdeno, oscuro, bragado y lucero, capacho de encornadura, con el número 83 en los costillares.

Casi de salida se coló por un burladero al callejón; más tarde mostraría carencia total de bravura…

Ya tenemos a Luis Briones armando de estoque y muleta a Rubén Salazar, para otorgarle el grado máximo de tauromaquia. Atestigua Joselito y asiente el público con su aplauso.

El toro, manso, busca la zona de adentro. Permutando terrenos, Salazar lo trastea brevemente, destacando dos pases de pecho de su labor. Y para concluir, alarga el brazo y deja medio acero desprendido. Remata con descabello al cuarto golpe…


Rubén Salazar vio truncada su carrera por una inoportuna cornada sufrida en Ciudad Juárez en 1963, que le partió el Tendón de Aquiles y que le limitó la movilidad de su pie derecho. Por ello encauzó su afición en la organización de festejos y principalmente en la enseñanza de las artes toreras y fue el instructor titular de la Primera Escuela de Tauromaquia que se tuvo en Aguascalientes, llamada Abogado Jesús Ramírez Gámez, que organizara Guillermo González Martínez, entonces empresario de las plazas de Aguascalientes y que funcionó en la propia Plaza San Marcos en los años ochenta del siglo pasado y en la que contribuyó a la formación de los matadores de toros José María Luévano, Jorge Mora, Pedro Montes, Fabián Barba y César Delgadillo, que en la primera etapa de su preparación, pasaron por la que fuera la primera escuela taurina formal de Aguascalientes

Rubén Salazar falleció en su tierra el 15 de diciembre de 2006.

El cartel que estaba anunciado para hoy: Toros de Begoña para Sebastián Castella y Arturo Macías, mano a mano.

jueves, 30 de abril de 2009

Tal día como hoy: 30 de abril de 1987. Manolo Martínez y Lebrijano de De Santiago.

NECESARIA ACLARACIÓN: Hoy debiera celebrarse la cuarta corrida de la Feria de San Marcos. Por las razones que han sido profusamente difundidas, esta corrida y las que siguen, no se llevarán a cabo. La razón de seguir publicando estos recuerdos, es que el trabajo ya lo tengo hecho y me parece algo ocioso dejarlo añejar un calendario completo, así que seguiré las fechas del cartel original de los festejos y continuaré publicando estas ideas, si Ustedes no tienen objeción.

Manolo Martínez se había ido de los toros en 1982 y solo soportó el retiro durante tres años. Seguramente la crianza de toros de lidia y la formación de nuevos toreros no dieron satisfacción a esa hambre de miedo y sed de toros negros que refiriera nuestro Volcán, Rafael Rodríguez cuando la Diosa Rubia, doña Conchita Cintrón le preguntara el por qué de la vuelta de los toreros a los ruedos.

Esta nueva etapa de la égida martinista en los ruedos tuvo más claroscuros que la anterior. Si don Lorenzo Garza dijo en los inicios de Manolo que no dividía y que eso le faltaba para ser una gran figura, en ese momento, se encontraba en el culmen de la separación de la afición en istas y antis, sobre todo, contando con que una nueva generación de toreros mexicanos encabezada por Miguel Espinosa Armillita Chico, Jorge Gutiérrez y David Silveti se ocupaban de cautivar el interés de la afición.

Aparte, ya reabierto el intercambio con Europa, veíamos de España a diestros como Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea, José Mari Manzanares, José Ortega Cano, al portugués Víctor Mendes, al francés Nimeño II y una serie de toreros que dieron un aire distinto a la fiesta de este lado del mar y que además, cambiaron en mucho el modo de ser de nuestra Feria de Abril, tanto, que para compaginarla con la de Sevilla, comenzó a adentrarse en el mes de mayo en su parte principal.

El cartel del 30 de abril de 1987 era un mano a mano entre Manolo Martínez y Miguel Espinosa Armillita Chico, con toros potosinos de De Santiago, propiedad de José Antonio Garfias de los Santos, ganadería que por esas calendas estaba en la cúspide de su trayectoria, tanto así, que con el encierro de su otro hierro, José Garfias, unos días después, también Manolo Martínez y sus alternantes, rematarían otra tarde triunfal.

La relación de don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro del día 1 de mayo de 1987 destaca lo siguiente:


Se le daba por liquidado, afirmábase que su retorno a los ruedos obedecía a móviles económicos. Más he aquí ayer, en el cálido escenario de la Monumental, el orfebre al que se consideraba extinto para el toreo abrió generosamente la vena de su arte y cinceló una faena de perfiles antológicos; y el conceptuado como mercenario de la fiesta enriqueció la historia de los festejos feriales con un trasteo de calidades extraordinarias. ¡La faena de la tarde! ¿La faena de la tarde? ¡La faena de esta feria… y de muchas ferias! Una faena, en suma, de relieves históricos: tal fue la realizada por Manolo Martínez con el estupendo Lebrijano, de Santiago, tercero de la sesión…

¡El toreo – arte, aspiración suprema, desiderátum de toreros y aficionados, tal fue el sello constante de la actuación del diestro de Monterrey en el tercio final!...

Cada vez más adentrado el diestro en su tarea; o, mejor, a cada muletazo yendo a más en temple y gallardía, prosiguió el toreo derechista de una calidad, con una hondura, con tal armonía y ritmo, con una cadencia deliciosamente musical, que a las mentes venían los versos del Divino Rubén: Era un aire suave de pausados giros / el hada Armonía ritmaba sus vuelos…

¡El toreo convertido en arte puro! El toreo, la recia y viril disciplina creada por los
bizarros lidiadores de hace dos centurias, elevado al nivel de las bellas artes…

Y, entre tanto, el torero – artista, borracho de inspiración, volcando su sentimiento en cada pase, sintiendo y haciendo sentir a plenitud todo cuanto el toreo encierra de plasticidad, de emoción y de arte.

Brotó también, el toreo con la izquierda; naturales largos, templadísimos, mandones y los adornos plenos de gallardía, los remates, torerísimos, oportunos; el despliegue más generoso, en suma, del bagaje artístico del gran torero de Monterrey, para deleite y embeleso de cuantos presenciábamos el prodigio… y del propio torero, que, literalmente se gustaba, se deleitaba con su propio arte…

Para ser congruente con su historia de luces y sombras, Manolo Martínez se dejó un toro vivo, pero también realizó una de las faenas que bien pueden contarse entre las más importantes de las realizadas hasta hoy en la Monumental Aguascalientes.

La que realizó con Lebrijano, públicamente fue reconocida en más de alguna ocasión por el torero de Monterrey como el compendio de su tauromaquia, diría yo, como su última lección magistral.

El cartel que estaba anunciado para hoy: Toros de San Miguel de Mimiahuápam para Zotoluco, El Juli y Arturo Macías.

sábado, 25 de abril de 2009

Tal día como hoy: 25 de abril de 1959. Rafael Rodríguez y Poeta de San Mateo.



Hoy se cumple medio siglo de que El Volcán de Aguascalientes, Rafael Rodríguez Domínguez, realizara en el ruedo de la Plaza de Toros San Marcos, lo que para muchos aficionados resulta ser la faena más grande de su paso por los ruedos.

Esa tarde se conjuntaron con Rafael otras tres grandes leyendas de la fiesta, Alfonso Ramírez Calesero, Luis Procuna y los toros de San Mateo, que dieron una tarde que hoy a medio siglo de su realización, sigue siendo el paradigma de una corrida de feria triunfal, en la que todos, afición, toreros, ganaderos y público salen de la plaza satisfechos por lo que les ha tocado vivir.

La primera placa que se colocó para conmemorar un fasto en la Plaza de San Marcos fue precisamente la dedicada a la faena de Rafael Rodríguez a Poeta, el toro número 9 de San Mateo y tuvo que pasar una década para que se colocara la siguiente, ésta, en homenaje a la ganadería de La Punta por haber llegado a sus 45 años de existencia. Tal ha sido la impronta de esta faena en la afición de Aguascalientes, que la tiene como una de sus memorias más preciadas.

En esta ocasión transcribo íntegra y sin ulterior comentario la crónica de don Jesús Gómez Medina, aparecida en El Sol del Centro del día 26 de abril de 1959, en la que tuvo de compañero de tendido a un aficionado de excepción, al Maestro Fermín Espinosa Armillita, según se desprende de su propia narración.



Apoteosis De Rafael Rodríguez
La faena de "Poeta"
Una tarde de extraordinaria brillantez, con el triunfo estruendoso de Calesero, Luis Procuna y Rodríguez, y la ganadería de San Mateo 5 toros desorejados; el 3o. resultó de bandera.

Surgiendo de los repletos tendidos, el grito consagrado se extendió por todos los ámbitos del Coso y fue a desgranarse a los píes de la enhiesta figura del artista:

¡Torero!...

En alas de la brisa, el clamoreo tramontó el recinto de la plaza y sus ecos esparciéronse por la vecina floresta y, luego, fueron a propagarse por todos los rincones de la ciudad en fiesta:

¡Torero!... ¡Torero!...

Pues desde ayer, la Feria y Aguascalientes toda hállase convertida en una fervorosa plática de toros.

Y en todos los labios, un nombre: ¡Rafael Rodríguez!

¡Rafael Rodríguez, sí, el forjador de esa faena de milagrería, de ese trasteo inmortal al tercer sanmateíno, que constituyó el episodio culminante de una jornada de perfiles excepcionalmente brillantes!

¡Rafael Rodríguez, el máximo triunfador de una corrida en la que el éxito acompañó con idéntica asiduidad a los toreros y el ganadero!

¡Rafael Rodríguez, sí, el artífice de ese trasteo cumbre a una burel de características igualmente extraordinarias! ¡El creador de esa prodigiosa faena, a través de la cual el hidrocálido escaló el Himalaya del arte del toreo!...
El toreo, caricia suave
Es teoría belmontiana, ratificada con la autoridad de Rafael "El Gallo". - Para torear bien – díjole una vez el Divino Calvo a su hermano Joselito –; para torear bien hay que acariciar.

¡Acariciar! ¡Templar!... Convertir el esforzado juego que crearon los rudos lidiadores dieciochescos, en un espectáculo impregnado de ritmo, de armonía y de estética: ¡he aquí la gran conquista y el mayor timbre de gloria del Pasmo de Triana!

Y bien: ¿qué, sino esto, realizó ayer Rafael, cuando toreaba de muleta al maravilloso sanmateíno? Evoquemos la escena:

Acometía el noble bicho suavemente, templadamente, con el hocico al ras de la arena; y Rafael, "convertidas las piernas en estacas", lo prendía en el engaño y tiraba de él lentamente, rítmicamente, interminablemente. ¡Aquellos inacabables derechazos, plenos de armonía y de mando, en los que se volvió realidad el toreo en redondo! ¡Aquellos prodigiosos muletazos en los que el torero obligó al astado a girar pausadamente en su derredor, mientras la plaza entera sacudíase a los efectos de un latigazo de emoción! ¡De emoción artística!

¡El toreo, caricia suave!...

Caricia, sí; pero, también solidez y firmeza. Señorío total del hombre sobre la bestia. ¡Torerísmo!

Tal fue la gran faena de Rodríguez al tercero; y aunque en menos grado las mismas virtudes durante su trasteo con el sexto.

Porque Rafael que había puesto la plaza boca abajo cuando pasaba de muleta a su primero, amen de las dos orejas y el rabo de este imponderable burel y de las numerosas vueltas al ruedo realizadas entre una ovación atronadora, interminable, efectuó idéntica cosecha de apéndices con el sexto y, finalmente salió de la plaza en hombros.
El Poeta del Toreo
"Torear – dejó escrito Federico Alcázar – torea cualquiera. Lo difícil es torear con arte, porque el arte es un don de privilegio. Y mucho más con garbo, porque el garbo sólo está reservado a los elegidos".

¡Torear con arte! ¡Torear con garbo! ¿Acaso los anteriores conceptos no parecen escritos para el Calesero?

¡Alfonso Ramírez, poeta en traje de luces! ¡Cómo esplendió ayer tu arte sin igual y el garbo con que haces el toreo, cuando lanceabas al cárdeno que abrió plaza; cuando lo toreabas de muleta con derrocha de elegancia y de imperio; cuando, tu capote prodigioso -¡el primer capote que existe en el planeta de los toros!- burillaba chicuelinas y faroles, caleserinas y recortes que eran un estallido de color, de ritmo y de gracia!

¡Alfonso Ramírez, torero en plenitud! ¡Que magistral y diestro te mostraste cuando lidiabas al cuarto, exhumando un torero por la cara que constituía alarde de precisión, de limpieza y de mando! ¡Y a qué grado la calidad singular de tu toreo representó la alcanzada del éxito en una jornada que, tras el exordio triunfal que tú le impusiste, conservaría, acrecentando, ese espléndido matiz para convertirse en una tarde de perfiles históricos!

¡La tarde en que tres grandes figuras del toreo mexicano saturaron de emoción y de arte a los aficionados y, además, cortaron los apéndices de cinco bravos toros de San Mateo.
Luis Procuna
Procuna, o la personalidad... Porque Luis es peculiar en todo. Hasta en su concepción del toreo. Su técnica y su estilo difieren de todos; y esto, que representa una virtud, pues en el toreo, como en todas las artes, lo que cuenta es el acento personal, constituye por otra parte una deficiencia. Pues, en fuerza de ser original, Procuna suele trastocar el ritmo y el curso natural de la lidia y esto a la postre, mengua la unidad y la rotundez de sus faenas.

Pero, en lo que hace a su gusto, en lo que "siente", ayer, una vez más, estuvo Luis magnífico.

En realidad su faena al segundo fue muy buena. Por principios de cuentas, procuró hacerse del bicho que, tras de un desconcertante principio, en cuanto le pegaron los hulanos, sacó la casta y la bravura. ¡Y el buen estilo!

Y, tras de centrase con el sanmateíno, lo toreó el ‘Berrendo’ por derechazos superiores. Hizo luego lo suyo, su toreo por alto, girando en el que es único y, a continuación la estocada de efectos definitivos. Gran ovación, oreja y vuelta.

Al quinto, otro burel de excepción, Luis no llegó a entenderlo. No acertó a colocarse en el sitio justo para torearlo como la calidad del bicho merecía.

Apenas hacía el final de la faena atinó Procuna a ponerse al nivel del astado, en cuatro derechazos que reanimaron los entusiasmos. El resto, con ser muy espectacular, careció de hondura.

Empero, una vez más supo estar breve con la espada; una entera, para llevarse la segunda oreja de la sesión.
San Mateo
Estupendo, extraordinario resultó el encierro enviado por Toño Llaguno. ¡Casta, bravura, nobleza a raudales, estilo, docilidad; todo lo tuvieron los bureles de la justamente afamada divisa blanca y rosa!

¡La divisa de las tardes triunfales!

Sí magnífico fue el primero, también lo resulto el siguiente; quizás en mayor grado al final de su lidia.

El tercero, de tan bueno, de tan extraordinario, era difícil y peligroso para el toreo. Corría ésta el riesgo de fracasar y hundirse ante su estupendísima docilidad, ante su maravilloso "son". Para nuestra fortuna, este tercer astado, marcado con el número 9, encontróse con un torero que, sobre tan espléndida arcilla, supo erigir el edificio de su gran triunfo.

El cuarto desmereció un poco al lado de sus hermanos; y el segundo de Procuna, fue tan claro y tuvo un temple similar al del tercero ¿Se quiere mejor elogio?

Finalmente el que cerró plaza, en cuanto el toreo se centró con él, peleó como los buenos y dio lugar a otro largo y brillante trasteo. Para resumir, digamos que, hoy como que ayer los toros de San Mateo fueron dechado de lo que debe ser el ganado de lidia.

Y que el homenaje tributado al tercero, y a su criador, Toño Llaguno, fue tan caluroso como merecido.
Un poco de estadística
En su primero Calesero estupendo con el percal. Con los palitroques, gran par al quiebro, tras de que Procuna y Rafael había dejado solo apenas un plano.

Soberbia faena sobre la mano derecha, entusiasmo en los tendidos; estocada, dos orejas y vuelta.

De salida, el segundo parece no querer embestir. Tras los puyazos, le brota la casta llega superior al tercio final. Faena y triunfo de Luis, rematado con el corte de un apéndice.

El triunfo de Rafael en el tercero inicióse cuando le dio la bienvenida con unos lances positivamente soberbios.

En los quites, Calesero y Procuna rivalizan en brillantez y en aciertos. Igual ocurre en el segundo tercio.

Pero a continuación, se produjo esa avalancha de torerismo y de arte que fue la faena de Rafael. Con la izquierda, primero; y más tarde con la diestra, toreó con una verdad, una limpieza y un sentimiento que colmaron los entusiastas.

Lasernistas de hinojos; media en la yema; dos orejas, rabo, vuelta al ruedo con él...
¡El delirio!

Con el cuarto, Calesero hace derroche de torerismo. Sapiente y poderoso, lo lidia con señorío y desahogo.

De lo ocurrido en el quinto, ya dejamos cuenta.

Con el último Rafael principió por doblarse para hacerse del burel. Y conseguido esto, ¡a torear! Ahora exclusivamente sobre la derecha, otra faena de vigorosos relieves triunfales. Manoletinas estatuarias, estocadas. De nueva cuenta las dos orejas y el rabo. Salida final en las andas del triunfo.

Apostilla final

Es de Fermín Espinosa: “Hacía mucho tiempo que no ‘botaba’ yo en mi localidad, por ver torear como hoy lo hizo Rafael...”

El cartel para hoy: Toros de Herederos de Teófilo Gómez para Zotoluco, José Tomás y Arturo Macías.

viernes, 24 de abril de 2009

Tal día como hoy: 24 de abril de 1967. Se presenta Manolo Martínez en Aguascalientes


Hoy hace 42 años que en la segunda corrida de feria que se dio en la Plaza de Toros San Marcos actuaron Raúl García, Raúl Contreras Finito y un joven diestro regiomontano llamado Manolo Martínez, que por primera vez actuaba en esta ciudad, ante toros michoacanos de El Junco.

Como se puede ver del programa de la feria, esta corrida no estaba contemplada originalmente para el serial, pero se fraguaba ya el asalto a la cumbre del torero de Monterrey y la búsqueda del sitio privilegiado que ocupaba por esos días Manuel Capetillo, que era el eje del serial como se concibió primeramente, al estar anunciado en los dos carteles de los que constaba.

La relación que hizo de la fecha don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro, tiene por notas destacadas lo siguiente:



…Interrogado el Pasmo de Triana sobre el concepto del toreo, luego de explicar su parecer al respecto, terminó por aseverar categóricamente:

‘Mi visión en esto de torear se condensa en una sola frase: temple. Torear es templar, es llevar al toro pendiente del engaño, no quitárselo nunca mientras siga su impulso…’

Y añadía el más grande de los transformadores del toreo:

‘Yo creo que habrá un torero que sepa medir el empuje de todos los toros y que saque de ellos el mejor partido; creo en fin, que todos los toros tienen lidia y que a todos se les puede sacar un provecho para el lucimiento. Lo que se necesita es medir el impulso inicial de la embestida y mediante el temple, aprovecharlo para consumar la suerte.’

Estos y otros conceptos fluían a la mente mientras Manolo Martínez toreaba de muleta a su primer enemigo; un toro cárdeno, asaltillado, con buen estilo, con sedeña embestida, más con poquísima fuerza. Pero el capote y la muleta de este torero nacido en Monterrey – como Lorenzo el Magnífico, con cuyo arte tiene el de Manolo Martínez muchos puntos de contacto – lograron el prodigio de hacer pasar una y cien veces a un astado de muy menguadas energías.

¡El capote y la muleta de Manolo Martínez, manejados rítmica, acompasada, suavemente!

¡Con temple, en suma!

La apoteosis del templeApenas salió el de El Junco, Manolo Martínez se plantó en la arena. Y en esa actitud, garboso, erguido, vertical, pero con una verticalidad exenta de rigideces, con una quietud tan solo quebrantada por el perezoso movimiento de los brazos que manejaban el engaño, trazó el de Monterrey tres lances a pies juntos, tres parones esculturales. Fijó luego al cárdeno, añadió otros lances con el compás abierto y remató superiormente.

El toro – lo mostró desde el primer momento – tenía magnífico estilo. Embestía con suavidad y nobleza ducales, pero andaba muy menguado de fuerza. Por eso tan solo recibió un puyazo, en el que dobló los remos…

Pero tenía casta y casta de excelente calidad. Y como Manolo Martínez lo toreó con un temple exacto, exquisito, más a la vez imperioso, inflexible de su muleta, jardín del arte del toreo, fueron brotando en series que semejaban ramilletes de rosas purpúreas de los pases naturales, los derechazos, bañados de fragancia y torerismo con claveles nacidos en los cármenes del Alcázar sevillano…

La firmeza del trazo y el ritmo suave, uniforme del engaño, lograban el prodigio de alargar la trayectoria del muletazo.

¡Y con cuanta gallardía, con qué nuevo e impetuoso clasicismo el gran torero norteño cerraba cada serie con el broche emocionante de los pases de pecho!

Intercalados en la faena, el trincherazo y los pases de la firma surgieron como la pincelada colorista y alegre que alternaba con la solemne cadencia del toreo en redondo.

Y cuando las menguadas fuerzas del cárdeno parecían agotadas del todo, fue dable admirar de que manera Manolo Martínez, llegando al terreno necesario, insistiendo, inclusive provocando al burel con golpes del muslo en el pitón alargaba inverosímilmente el trasteo y prolongaba, acrecentándola, la locura colectiva, al consumar nuevas y mejores series de naturales y derechazos.

Cumplíase en esta forma la teoría belmontina: ‘Lo que se necesita es medir el impulso inicial de la embestida, y mediante el temple, aprovecharla para consumar la suerte’…

Así describió el cronista la primera de las 58 actuaciones que Manolo Martínez tendría en nuestras plazas y lo que a mi juicio resulta ser el inicio de su andadura para tomar el mando de la fiesta en México. También actuaría Martínez en la corrida del día siguiente, el principal de la feria, ya acartelado con Capetillo, pero su declaración de intenciones quedó establecida en esta fecha que hoy recuerdo para quienes me distinguen con su visita por esta Aldea.

Manolo Martínez solamente estaba anunciado en el segundo cartel de la feria y en las apenas 45 corridas que llevaba toreadas a esa fecha, únicamente se había encontrado con el tapatío en enero en León y en México en la corrida del Estoque de Oro y en Irapuato, estas dos últimas durante el mes de abril.

Entonces, Pepe Luis Méndez, matador de toros retirado y a la sazón, apoderado del diestro veía la necesidad de mantener al ya llamado Milagro de Monterrey en la cercanía de Capetillo, en preparación de lo que culminaría el 3 de diciembre de ese año en El Toreo de Cuatro Caminos, ante los toros de don Luis Barroso Barona, que sería el encumbramiento de Martínez y la eventual retirada del Mosquetero, como lo apunté en una entrada anterior.


Esa es, desde mi punto de vista, la razón de insertar una corrida que tiene todos los visos de extraordinaria en un día laborable – lunes – dentro de una feria ya hecha, pues de otro modo, carecería de razón, sobre todo si se considera que su torero ya tenía un puesto dentro de ella y en el día principal, pero se trataba de ir por todo y esa era la única manera de lograrlo.

El cartel para hoy: Toros de Medina Ibarra para Rafael Ortega, Antonio Barrera, Fabián Barba y Juan Antonio Adame.

domingo, 19 de abril de 2009

Tal día como hoy: 19 de abril de 1980. Armillita Chico y Curro Rivera triunfan en la primera de feria.


La primera corrida de la feria de 1980 se daba con la presencia de dos triunfadores de la escena taurina mexicana. Los toros de José Julián Llaguno, que como todos los de su Sangre, estaban en la cresta de la ola y la de Miguel Espinosa Armillita Chico, que venía precedido de la nombradía que le otorgó el mes de marzo del año anterior, la faena al complicado toro Arte Puro de Torrecilla – a mi juicio, la mejor que le vi en su carrera –, la tarde de la alternativa de Ángel Majano en la Plaza México.

El saldo de este primer festejo mayor sería de cuatro orejas para Miguel y una para Curro Rivera, siendo lo más destacado del recuento de don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro del 20 de abril de 1980 lo siguiente:


¿Será Miguel Espinosa el anhelado regenerador del toreo, el nuevo mesías taurino de cuyo arribo vive siempre pendiente la afición?...

…Pues triunfador por partida doble, vencedor en la lidia de sus dos enemigos con los que llevó a cabo otras tantas faenas de mérito y brillantez excepcionales: conquistador en buena lid de las dos orejas de ‘Licenciado’ y de las dos orejas de ‘Agrónomo’ – galardones que, a juzgar por el entusiasmo y la demanda colectiva, debieron de estar acompañados por otros trofeos – Miguel Espinosa salió de la plaza en pleno éxito, arropado por el aura de la idolatría popular y deja para las tardes subsecuentes y sus futuros alternantes, una marca difícil de alcanzar…

…cuando se daba por descontado un trasteo de mero trámite, Miguel fue al de José Julián Llaguno y con suaves muletazos lo desengañó y se hizo de él, para cuajar luego un faenón superior al del tercer toro. ¡Arte, torerismo, verticalidad y buen gusto fueron virtudes que dieron relieve y brillantez extraordinarios al trasteo, realizado todo él a base de temple y mando, de quietud y de bien hacer! ¡Lo que se llama una gran faena! Vino luego la estocada en buen sitio, dobló finalmente el astado y las dos orejas – el público demandaba también el rabo – la ovación estrepitosa, el triunfo rotundo.

La afición de Aguascalientes tiene ya ‘su’ torero: Miguel Espinosa. Había brindado éste la faena a Paquito Madrazo y cuando concluida aquella, Miguel y Paquito se fundieron en un estrecho abrazo, nos pareció ver en éste un reflejo de la gran amistad y la mutua admiración que existió entre aquellos dos grandes señores de la fiesta que fueron don Francisco Madrazo y don Fermín Espinosa…


Al final de cuentas, como lo barrunta la crónica de don Jesús, el resultado más trascendente de ese serial sería el asentamiento en el gusto de la afición hidrocálida, de los hermanos Fermín y Miguel Espinosa Menéndez, los hijos del llorado Maestro Armillita como los portadores del estandarte de la torería de esta tierra en los ruedos locales y en los del resto de la Aldea de Tauro, donde los dos escribieron interesantes páginas de la Historia del Toreo.

También vemos en el programa general de los festejos, que una historia paralela, que se entrecruzaría por las veredas del arte con las de los hermanos Armillita comenzaba a escribirse. En las novilladas de feria aparecían ya los nombres de los hermanos Ricardo y Luis Fernando Sánchez, pero de eso, quizás habrá espacio para comentar más adelante.

Por último cabría señalar que en rigor, este festejo era el segundo de la feria a la que hago referencia, pues como se ve del programa general de ella, el día anterior, arrancó con una novillada.

El cartel para hoy: Novillos de Malpaso para Fernando Labastida, Jorge Adame y Fernando Alzate.

domingo, 22 de febrero de 2009

Jesús Gómez Medina (1918 – 2009)

El pasado martes, el decano de los escritores de toros en México entró en la inmortalidad. Su desaparición física deja un lugar que difícilmente será ocupado en los menesteres de la crónica y la crítica de estos temas y deja tras de sí una rica herencia de cultura que queda plasmada en sus escritos, los que se distinguieron siempre por la ecuanimidad, el correcto uso del idioma y como escribía hace unos días el amigo Gustavo de Alba una prosa casi poética, en la que se puede resumir la historia taurina de Aguascalientes de la última mitad del Siglo XX.

Don Jesús relataba que sus primeros festejos los presenció en su niñez, acompañando a su padre o a alguno de sus hermanos mayores y recordaba también que su primer contacto con el periodismo taurino lo encontró con la lectura de las crónicas de Carlos Quirós Monosabio, publicadas en el diario El Universal de la Ciudad de México, en la parte final de la década de los veinte y principios de los años treinta del pasado siglo, volviéndose asiduo de las plazas locales a partir del año de 1936, cuando decía, acudió a presenciar un mano a mano entre Calesero y Juan Estrada con novillos de Matancillas, siendo que a partir de ese día presenció casi todos los festejos que se dieron en nuestros ruedos, de manera ininterrumpida hasta el año de 1995.

A instancias del médico de los toreros, Óscar Hernández Duque, se inicia como escritor de toros en 1944, haciendo las reseñas de los festejos para las revistas La Lidia y La Fiesta, fundadas por Roque Armando Sosa Ferreyro Don Tancredo, con quién le unió una sólida amistad y en 1948, el licenciado Ignacio Lomelí Jáuregui, director a la sazón de El Sol del Centro, le invita a encargarse de la sección taurina de ese diario, la que como decía, ocuparía durante alrededor de cincuenta y un años, junto con la corresponsalía de los diarios de la Cadena García Valseca, hoy Organización Editorial Mexicana.

Tuvo un breve tránsito como Juez de Plaza – Presidente – durante la Feria de San Marcos de 1974, serial en el que se pudo observar el contraste de su verticalidad de aficionado con los criterios de los taurinos. La del 74 fue una feria accidentada, en la que por pretender hacer valer la autoridad que su cargo en la plaza le otorgaba y con ella imponer el criterio del que paga su entrada por ver un espectáculo íntegro, tuvo frecuentes roces con los profesionales. Llevó a buen puerto la nave, pero no volvió a ocupar el palco de la autoridad.

En 1992 publicó el libro La Ciudad, La Fiesta y Sus Plazas, una edición de Gobierno del Estado de Aguascalientes, que hace un recorrido por la historia de la fiesta en Aguascalientes y resalta algunos de los hechos más importantes ocurridos allende sus linderos. La obra tuvo como propósito el difundir la remodelación y ampliación de la Plaza Monumental Aguascalientes que le dio la fisonomía y la capacidad que actualmente tiene.

Don Jesús Gómez Medina fue un hombre respetado en su ejercicio como escritor e informador taurino. Su verticalidad dejaba fuera de duda la información que transmitía y su estilo fluido y de buena construcción lingüística hacía placentera la lectura de sus colaboraciones, que con mucho, sirvieron para formar a más de una generación de aficionados en esta su tierra.

Concluyo con una reflexión de don Jesús contenida en su libro citado arriba, que bien ilustra su manera de ser y de ver la vida y la fiesta:

…a través de los muchos años de espectador asiduo de la fiesta, he sido testigo de los cambios que se han operado en ella. Tan solo quiero mencionar dos, ambos muy significativos y de suma trascendencia: el primero, en el ganado, en el toro de lidia. A fuerza de insistir en la búsqueda de un astado ideal para el toreo artístico, de calidad o estilizado, al toro se le ha disminuido al máximo su condición esencial: la bravura.

Y si a esto se añade la viciosa práctica de lidiarlo prematuramente, cuando ni por su edad, trapío y peso, a despecho de lo que el mentiroso cartel proclama, es en realidad un toro como se entiende que debe ser destinado a la lidia, tenemos como resultado necesario el espectáculo despojado de emoción y de calor en que se convierten muchas veces los festejos taurinos.

Añádase a lo anterior la monotonía, la ausencia de variedad y las faenas a golpe cantado que suelen ser las que nos ofrecen los astros mayores y menores de la época, y habremos identificado otro de los aspectos del toreo actual. Que, por lo demás, posee una plasticidad y una belleza formal indiscutible, pero al que no le sobraría una inyección de emoción para que fuera mejor. Y no olvidemos que la emoción está en el toro…

Por mi parte debo admitir que estoy en deuda con el espectáculo taurino. Le debo muchos, incontables momentos en los que disfruté a plenitud de la emotividad y de la gallardía y de la belleza del arte del toreo. Conocí y gocé del toreo de los ases de la edad de oro – Fermín, Lorenzo, “El Soldado”, etc. – y actualmente disfruto y gozo por igual con las actuaciones de Miguel de Gutiérrez, del Niño de la Capea, de Ortega Cano…

Además, por los toros o a través de los toros he conocido a muchos de los que han sido o son mis mejores amigos.

Algo más le debo al toreo: el haber disfrutado mucho de lo que de calidad y del valía existe en la literatura y en las bellas artes, en relación con el espectáculo taurino…


(Jesús Gómez Medina, La Ciudad, La Fiesta y Sus Plazas, Gobierno del Estado de Aguascalientes, 1ª edición, 1992, Págs. 211 – 212)


Así pensaba un hombre íntegro, un gran aficionado que nos hará mucha falta en el tendido de nuestras plazas y al que solamente le quedó una asignatura pendiente desde mi punto de vista, que bien puede ser una deuda que la fiesta tiene con él y es la publicación de un libro con una selección de sus crónicas más señaladas. Espero que pronto se le reconozca su trayectoria de esa manera.

sábado, 20 de diciembre de 2008

20/XII/1953. Reaparece Armillita. Se presenta Antoñete


Armillita en su despedida en 1949

El 3 de abril de 1949 Fermín Espinosa Saucedo se despedía de la fiesta como torero activo en la plaza México y el último toro que allí mató entendía por Urraco y fue negro como todos los de La Punta. Después de sufrir una serie de desventuras personales, el Maestro de Saltillo decide volver a los ruedos y lo hace en la Plaza San Marcos de Aguascalientes, lugar en el que está avecindado, escogiendo como fecha para el acontecimiento el 20 de diciembre de 1953.


El acontecimiento para esa tarde era la vuelta a los ruedos de quien, con poco margen para la discusión, es el mejor torero que ha dado México. La otra novedad era la presentación de un joven diestro madrileño, Antonio Chenel Antoñete, al que curiosamente se le anuncia en segundo término, no obstante que apenas en marzo de ese año había tomado la alternativa, dejando al final a quien por antigüedad correspondía ser el segundo espada, a Alfonso Ramírez Calesero. Destaca también a mi juicio, que se anotara en los medios que los toros de Xajay que se lidiarían esa tarde, fueron escogidos por el propio Armillita. En resumen, se invitaba a la afición a un acontecimiento que prometía ser memorable, ofreciéndole dentro de lo posible, todas las garantías de que sería exitoso.

El anuncio de la reaparición de
Armillita y la presentación de Antoñete

Unos días antes, el miércoles 16 de diciembre para ser precisos, Armillita mató un toro en su finca de Chichimeco a manera de preparación. La prensa del momento consignaba que habían transcurrido cuatro años sin que el Maestro de Saltillo hubiera enfrentado un astado y que el Gobernador del Estado asistiría al evento. También señalaba que para la corrida, Fermín estrenaría un vestido color corinto bordado en seda blanca, confeccionado por un sastre mexicano.


Al final, la jornada preparatoria culminó con la tienta de tres machos para sementales y el toro estoqueado por el torero que volvía a los ruedos. La jornada fue todo un acontecimiento social y contó con la participación además de los alternantes del festejo del siguiente domingo – Calesero y Antoñete –, quienes se prepararon también para el compromiso.

Antoñete era nuevo en esta plaza. Había confirmado su alternativa en la Plaza México, cuando Manuel Capetillo le cedió al toro Cómico, de San Mateo, en presencia de Juan Silveti, el 22 de noviembre anterior y dos domingos antes había sido testigo de la confirmación de Calerito, en cartel que conformó con Rafael Rodríguez y Jorge El Ranchero Aguilar en la lidia de toros de Rancho Seco, produciéndose una gran entrada.

Antoñete en la Plaza México en 1953

Sin duda que el interés por ver la reaparición del Maestro Armillita era grande, pero la presentación del joven madrileño y la siempre agradable presencia de uno de los consentidos de la afición local eran atractivos adicionales al cartel, que lo redondearon y aseguraron el lleno.


¿Qué pasó en la corrida? Don Jesús Gómez Medina, decano de la crónica taurina en Aguascalientes y muy posiblemente en México, nos refiere que la corrida fue mansa, que la expectación se convirtió en decepción y que Antoñete al final fue el mejor librado de la tercia. Así lo escribió en El Sol del Centro del 21 de diciembre de 1953:


Un preámbulo impregnado de brillantez y emotividad parecía presagiar un festejo saturado de emociones. Más ¡ay! Que el aficionado propuso y los toros (¿?) de Xajay lo dispusieron de distinta forma; en el transcurso de la corrida, tan solo esporádicamente resurgió el esplendor de aquellos minutos iniciales. Tal es la síntesis de la corrida en la que Armillita efectuaba su reaparición en los ruedos…

Fue Antoñete el mejor librado de la tercia… con la muleta, Antonio Chenel logró arrancar las más cálidas ovaciones de la jornada. El de la villa del Oso y el Madroño, amén de quedarse quieto con sobra de decisión… esplendió el ritmo y la longitud y el mando que el chaval imprimió a sus derechazos y naturales. El de Xajay, ciertamente fue el menos malo del mansurrón encierro enviado por los señores Guerrero; más es también cierto que Antonio Chenel supo extraer de sus relativas bondades el mayor partido posible.Al tercero lo exterminó con media en lo alto que hizo pupa. Ovación, oreja y vuelta al ruedo. Al sexto, con un espadazo contrario ejecutado en buena forma y descabello al tercer golpe. Para él fueron los postreros aplausos de la tarde…



No obstante la buena actuación de Antoñete, nunca le volvimos a ver por Aguascalientes… bueno, queda un hecho que ingresar a los anales de la picaresca de la fiesta. Rafael González, el inefable Chavola, se organizó un festival homenaje – beneficio para el 5 de diciembre de 1998, en el que anunció entre otros a Antoñete y a Enrique Ponce. Al final ni el madrileño ni el valenciano estuvieron por Aguascalientes, con diversas explicaciones que no alcanzaron a entrar en los terrenos de la lógica.


Total, que Antoñete se quedó anunciado para reaparecer 45 años después de su presentación en estas tierras, como lo consigna el cartel alusivo a la ocasión. Yo devolví mi entrada, pero me quedé con el programa… y con las ganas de verle por aquí…

Aldeanos