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miércoles, 20 de mayo de 2009

20 de mayo: 43º Aniversario luctuoso de Carlos Arruza


Por sus hechos les conoceréis, dice un viejo aforismo. Hoy se cumplen 43 años de la muerte de Carlos Arruza, El Ciclón Mexicano, que después de muchos años de jugarse la vida delante de los toros, pereció en un accidente automovilístico. Muchos asuntos – que rayan en el lugar común – pueden tratarse a propósito de la efeméride, pero hoy me surge uno, que deriva de la manera en la que la existencia de las personas se entrevera y que espero resulte de su interés.

Este año se cumplen 70 de la alternativa de Manolete y hace apenas unos días, falleció Manuel Capetillo, torero y hombre con el que Arruza tuvo muchas cosas en común. Una arista de su vida taurina en la que confluyeron estas tres leyendas del toreo, tuvo verificativo el domingo 21 de octubre de 1951 en la Plaza de los Tejares en Córdoba, cuando tuvo verificativo una gran corrida de toros organizada por el Ciclón para recaudar fondos para la construcción de un monumento en honor de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez en su ciudad natal y uno de los alternantes, junto con Arruza, sería precisamente el llamado Mejor Muletero del Mundo.

José Luis Sánchez Garrido, periodista conocido universalmente como José Luis de Córdoba había iniciado una campaña para lograr la erección del monumento que honrara la memoria de El Monstruo, pero a casi cuatro años de su deceso, la idea parecía perder fuerza. Es allí cuando Carlos Arruza, torero con el que Manolete formó una extraordinaria pareja en los ruedos, interviene para ver la manera de sacar adelante la idea y concluir de una vez el proyecto.

Arruza propone la organización de una corrida de toros singular, una corrida monstruo, en la que toreros de México y de España se unan para lograr el propósito, tal y como lo contó Rafael Soria Molina, Rafaelito Lagartijo, sobrino del homenajeado y parte del cartel a don Filiberto Mira:

Él – con su apoderado Andrés Gago, al que también estamos muy agradecidos los familiares de Manolete – organizó la llamada ‘Corrida Monstruo’, que se celebró aquí en Córdoba a final de la temporada de 1951. Fue deseo de Carlos que el monumento fuera hecho con el homenaje de toreros mejicanos y españoles.

Se lidiaron once toros de distintas ganaderías que matamos: Gitanillo, Arruza, Parrita, Martorell, Calerito, Aparicio, Capetillo, Jorge Medina (que sustituyó a Silveti), Anselmo Liceaga, el Duque de Pinohermoso y yo…


Tras de sufrir un percance en Jerez a mediados de septiembre de ese año, Arruza da por terminada su campaña a excepción de ese festejo, como lo refleja la información de la agencia Cifra, publicada en el diario barcelonés La Vanguardia del 20 de septiembre de 1951:

El diestro mejicano Carlos Arruza ha pasado la noche bastante tranquilo y con intensos dolores, a consecuencia de la cogida en Jerez… Arruza ha decidido no torear más en España en esta temporada, a excepción de la corrida que él organiza para aumentar los fondos de la subscripción pro monumento a «Manolete».

En esta corrida actuarán cuatro diestros españoles y otros cuatro mejicanos e intervendrán asimismo los rejoneadores Domecq y duque de Pinohermoso. Parece que se celebrará en Córdoba o Sevilla.



Como ya lo decía, la corrida se celebró el Córdoba y el cartel se integró de la siguiente manera: toros – por su orden – de Duque de Pinohermoso – para rejones –, José de la Cova, Felipe Bartolomé, Galache, Sánchez Cobaleda, Alipio Pérez Tabernero, Clairac, Conde de la Corte, Marceliano Rodríguez, Juan Belmonte y Carlos Arruza para el rejoneador Duque de Pinohermoso y los diestros Gitanillo de Triana, Carlos Arruza, Parrita, Manuel Capetillo, José María Martorell, Jorge Medina – sustituyó a Juan Silveti –, Calerito, Julio Aparicio, Anselmo Liceaga y Rafael Soria Molina Rafaelito Lagartijo.

La crónica publicada en La Vanguardia de Barcelona el día 24 de octubre de 1951 dice del festejo:

Presidió el alcalde de Córdoba, don Alfonso Cruz Conde, asesorado por el ex rejoneador don Álvaro Domecq y por el ex diestro «Machaquito». La plaza estaba adornada con banderas españolas y americanas y guirnaldas.

Empezó con el desfile de las presidentas que ocupaban coches enjaezados a la andaluza. Detrás de los alguacilillos hizo el paseo el duque de Pinohermoso y diez matadores con sus respectivas cuadrillas, caso insólito en la historia taurina.

Todos fueron acogidos con calurosas ovaciones. Las cuadrillas, con montera en mano, se situaran frente a la presidencia, y el académico, Federico García Sanchis, hizo un brindis, con palabras líricas, recordando la memoria de «Manolete» y diciendo que al conjuro de su nombre se había llenado la plaza...


Al final de la corrida, Gitanillo y Martorell habían cortado una oreja, Arruza, Parrita, Capetillo, Calerito y Aparicio, las orejas y el rabo de su respectivo toro y Liceaga, Medina y Rafaelito Lagartijo, así como el Duque de Pinohermoso que descordó a su toro, fueron ovacionados. Los momentos más emotivos de la tarde se produjeron aún así, tras la lidia del octavo, cuando Julio Aparicio sacó a dar la vuelta al ruedo a todos los alternantes y a los subalternos que desinteresadamente actuaron en ese festejo y que en tono de apoteosis recorrieron la circunferencia.

El segundo gran momento se produjo cuando Rafaelito Lagartijo brindó el undécimo de la tarde a Carlos Arruza, que recibió en ese momento la ovación más grande de la sesión, en reconocimiento a su labor de conjunción de esfuerzos y voluntades para lograr la erección del monumento que hoy está en la Plaza de los Condes de Priego, frente a la Iglesia de Santa Marina de Aguas Santas. Concluido el festejo, fue Arruza el que salió en hombros de la plaza, para cerrar el círculo del reconocimiento.

Es así como creo que vale recordar a Carlos Arruza, por sus realizaciones y esta gran corrida y el monumento que le viene como resultado, es una de las importantes en su trayectoria.

jueves, 5 de marzo de 2009

Cañitas


Cañitas (27 de septiembre de 1920), es el torero mexicano que más veces ha actuado en la historia de la plaza de Las Ventas. El interés hacia su figura deviene de que en los algo más de tres cuartos de siglo del ruedo venteño, han hollado su arena las zapatillas de diestros que son atesorados con mayor renombre en la memoria colectiva, pero la historia de Carlos Vera Muñoz es una que merece ser contada.

El caso de Cañitas es el que se genera a partir de la precocidad, pues antes de cumplir nueve años de edad, el 16 de septiembre de 1929, se presentó en El Toreo de la ciudad de México, lidiando un eral de Malpaso. Ese sería el preámbulo de una campaña novilleril que iniciaría una década después, en el mismo ruedo de la colonia Condesa y que estaría marcada por dos hechos notables, el valor que derrochaba ante los toros y la facilidad con la que cubría el segundo tercio.

Carlos Vera recibe la alternativa en Ciudad Juárez el 26 de octubre de 1941 de manos de Lorenzo Garza, con el testimonio de Manuel Gutiérrez Espartero, con toros de El Cortijo, confirmándola en El Toreo el 9 de noviembre siguiente, de manos de Armillita y ante el hidalguense Ricardo Torres, siéndole cedido el toro Robalero de Piedras Negras. El sexto le envió a la enfermería con una cornada grave, lo que marcaría el inicio del sino de este menudito torero.

Las campañas siguientes, junto con David Liceaga se enseñorea de la parte llamada económica de la temporada mayor, obteniendo sonados triunfos en la capital mexicana como los logrados con Serranito de don Carlos Cuevas o el de la despedida del Meco Juan Silveti, culminados ambos con el corte de un rabo.


Al destrabarse uno de los conflictos entre las torerías de España y México, cruza el Atlántico y confirma su alternativa en Madrid el 10 de septiembre de 1944, de manos de Paquito Casado y con el testimonio de Rafael Albaicín y su paisano Arturo Álvarez Vizcaíno con toros de Concha y Sierra, iniciando un idilio con la afición madrileña que terminaría hasta 1951.


Su facilidad con los palos logró que se le emparejara con uno de los principales ases del segundo tercio de su tiempo, Morenito de Talavera, con quien alternó en seis de las catorce tardes que pisó el ruedo de Las Ventas, dos de ellas mano a mano. La hora dorada de su paso por esta plaza la tuvo el 10 de junio de 1945, cuando alternando con Domingo Dominguín y Angelete en la lidia de toros de Juan Pedro Domecq, abrió la puerta grande después de tener que matar tres toros por herida de Dominguín.

El año de 1946, fue el diestro mexicano que más veces se vistió de luces en España con 26 actuaciones y mantuvo un discreto cartel en los años siguientes, hasta el año de 1951, cuando cerró su paso por las plazas españolas.


El 21 de agosto de 1960, actuando en El Toreo, por entonces en su nueva ubicación de Cuatro Caminos y llevando como alternantes a Luis Briones y Juan Estrada, el cuarto de la tarde, Buen Mozo de Ayala, le infiere una grave cornada en la pierna derecha. Cinco días después las infecciones y la gangrena hacen necesaria la amputación poniendo fin a la carrera de un torero que sin duda fue un dechado de valor.


El 16 de septiembre de ese mismo año, sus compañeros organizaron una corrida en su beneficio, llenando la Plaza México, festejo en el que Carlos Arruza se presentó como rejoneador y Calesero, Luis Procuna, Rafael Rodríguez, Jorge El Ranchero Aguilar y Joselillo de Colombia, enfrentaron toros de don Jesús Cabrera, logrando aliviar al menos en lo económico la aflicción del valentísimo Cañitas, quien falleció en la Ciudad de México el 19 de febrero de 1985, a causa de un infarto de miocardio.

Poco se comentó en México después de la muerte de este valentísimo torero, pero en Madrid se le recordó en esa triste oportunidad, pues es sin duda uno de los hacedores de la historia y la leyenda de la Plaza de Las Ventas.

Edito: Una interesante versión del pasodoble dedicado por Segundo Galarza al diestro mexicano, interpretado por el tenor venezolano Alfredo Sadel y la orquesta de Pedro Mesías, la pueden escuchar en esta localización del Cancionero Torero.

Re - Edito: Igualmente el paso de Cañitas por la plaza de Las Ventas, lo pueden consultar en esta localización.

Aldeanos