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viernes, 26 de abril de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (VII)

Sexta corrida de feria: Mariano Ramos repite, llevándose el Escapulario de San Marcos

Cuando la feria se anunció, un puesto estaba vacante en la corrida del Escapulario de San Marcos. La oferta de la empresa era que se lo disputarían José Manuel Montes, quien recibiría la alternativa el 24 de abril y Jesús Delgadillo El Estudiante, con su actuación el día siguiente y el que tuviera el triunfo más resonante, ocuparía esa vacante en el cartel del sexto festejo del serial.

Ya repasamos que en la corrida del día 24, tras de la alternativa de José Manuel Montes, dada la brillante actuación que tuvo, sin esperar a los sucesos de la noche siguiente, don Guillermo González de inmediato señaló que ese puesto vacante era para el toricantano, deshaciendo la competencia inicialmente propuesta y cerrando desde entonces, el cartel del viernes 26 siguiente, que completaban Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Antonio Lomelín, Curro Rivera y Mariano Ramos con un encierro de Las Huertas, de don Luis Javier Barroso Chávez.

El trofeo en disputa, como en los últimos años, era cedido por la Casa Pedro Domecq, que en esos ayeres hacía una extraordinaria labor de difusión de nuestra feria y de la fiesta de los toros y de la manera acostumbrada, se entregaría al torero que triunfara mediante el corte de más apéndices o en defecto de éstos, por aclamación popular.

El encierro de Las Huertas tuvo mucho para toreársele, no fueron toros de entra y sal – asistí a ese festejo – y así lo deja entender don Jesús Gómez Medina en el introito de su crónica cuando escribe:

Torear es dominar… Torear es el arte de imponer a la bestia la ley y la norma prescritas por el cerebro y el corazón del hombre, y hacer de aquella el coadyuvante para la realización de la obra plástica, gallarda, plena de bizarría y de emoción que es el toreo… Se podrá torear con mayor o menor grado de elegancia o de emotividad, se podrá imprimir una dosis más alta de calidad a lo que se realiza ante la medialuna, siempre pregonera de la muerte, de los pitones. Pero siempre, en su origen y en su esencia, el toreo es el arte de dominar a la astada bestia… Ahora bien, este ejercicio dramático y bello que es el toreo, y, particularmente, el toreo moderno, tiene como sus tentáculos primordiales el aguante y el temple. Y quien para y templa, manda… De aquí la preferencia de los públicos hacia el toreo reposado, de pie quieto y de ritmo preciso, ajustado más al lento diapasón de un corazón bravío que a la briosa acometida de la fiera. Y de aquí también que quien sea capaz de conjuntar, se convierta en adalid triunfador, en el héroe ante cuyo pedestal se vuelca la admiración colectiva…

Y a partir de esa concepción de lo que es el toreo, observa en adelante, como se construyeron dos situaciones, una de triunfo y otra que se quedó a las puertas, como enseguida veremos.

La gran noche de Mariano Ramos

Mariano Ramos se llevó por segundo año consecutivo el Escapulario de San Marcos. Y lo conquistó pudiéndole al toro que le tocó en suerte, Perfumado, para después torearlo a placer. Así nos lo describe don Jesús:

“Perfumado” fue un toro muy bien cortado, fino, caído y apretadillo de pitones. Muy en tipo murubeño. Tras una breve intervención de la peonería, Mariano Ramos salió a enfrentársele: un lance para sujetar y acto seguido, la lección de toreo a la verónica, aguantando, con mando y con temple, con ligazón, para concluir con media de gallardo trazo. Un puyazo, recargando; y, al librar, el joven astro de la torería mexicana echó las manos abajo, abierto el compás, en tres lánguidos lances al natural, recreándose en ver que los pitones de “Perfumado” le pasaban cerca, muy cerca. Más, ¿qué importaba esto último, si el burel iba prendido y seguía como embrujado el lento movimiento del percal? ¿Si iba dominado, en suma? ...El de Las Huertas, siendo bravo, no era fácil: tenía raza, temperamento. ¡Ah!; pero frente a él estaba un torero que, muleta y estoque en mano, fue estructurando un trasteo en el que, sobre los cimientos inamovibles del aguante, del temple y del mando, florecieron también la brillantez, la emoción y la variedad. Trincherazos escultóricos; las tandas de derechazos formando apretado y lucido ramillete; los naturales, algunos de los cuales tuvieron un ritmo a tal grado perezoso que parecían no concluir nunca. Y la bizarría de los remates, el toque espectacular del toreo de adorno y el detalle de torero con cabeza, toreando por alto para refrescar al enemigo... Al remate de una serie de muletazos en los medios, igualó “Perfumado”. Fue entonces Mariano por el estoque mortal – ¿por qué muchos de los toreros de hogaño no acostumbran llevar siempre el acero de veras? –; cuando regresó al toro, éste había cambiado, comenzó a avisarse, a ponerse receloso y su matador a pasar apuros para lograr que cuadrara. Por último, un pinchazo y un horrendo metisaca dieron cuenta del bravo “Perfumado”. Por esta circunstancia, Mariano Ramos perdió unos apéndices que, prácticamente, eran ya suyos; más no la ovación estruendosa mientras recorría en triunfo el ruedo...

Poder primero, para torear después… Suena sencilla la fórmula, pero pocos son los que tienen la manera de resolver esa ecuación. A fe mía que Mariano Ramos ha sido uno de los pocos toreros de los últimos tiempos que ha sabido hacerlo, y bien.

José Manuel Montes sorteó otro toro que, dirían las publicrónicas de hogaño, se dejó, pero veremos que solamente pareció hacerlo, como veremos:

El sexto, “Vencedor”, permitió que Montes lo toreara aseadamente a la verónica. Vino luego un herradero horrendo mientras actuaban los montados; más, ya fuese porque la ración de acero lo asentó o porque José Manuel le echó coraje y reciedumbre a cuatro toreros doblones rematados rodilla en tierra, es lo cierto que “Vencedor”, en cuanto Montes lo aguantó y lo llevó bien prendido, templado, en el refajo, pasó una y muchas veces en el toreo en redondo, logrando con ello, calentar de firme a los aficionados que aclamaban su decisión y el sabor y la longitud – y desde luego, el aguante, el temple y el mando –, que José Manuel imprimía a su actuación… Hubo en los medios, un cambio por la espalda sensacional por lo ceñido y por lo mucho que aguantó el espada. Pero sobrevino un achuchón con la consiguiente voltereta y el oportunísimo quite de Cavazos; con el incidente, Montes perdió la serenidad y el rumbo y de allí en adelante todo transcurrió entre sustos y movimiento de pinreles. Y con el estoque, una pena, hasta llevarse un aviso, no obstante que se empleó la máxima tolerancia antes de ordenarlo. En suma: que a José Manuel Montes le brotó el verdor cuando a punto se hallaba de escalar la cima triunfal…

Montes perdió los terrenos primero, fue achuchado y después terminó por perder los papeles… Y como atinadamente escribió don Jesús Gómez Medina, acusó el verdor en el momento menos indicado.

El resto de la corrida

Manolo Martínez abrevió ante un marmolillo que no auguró nada, desde su salida; por su parte, Eloy Cavazos se mostró tesonero frente a otro toro parado, pero una gran estocada haciéndolo él todo le valió dar una vuelta al ruedo.

Antonio Lomelín tuvo un brillante segundo tercio destacando el segundo par, de poder a poder, pero allí se le acabó la cuerda al toro y Curro Rivera se llevó el hueso del encierro, al que fue difícil picar, y como se cambiara el tercio y su piquero Julio Acosta insistiera en hacerle sangre, fue multado desde el palco. La gente se metió con ambos.

Arrastrado el sexto, sin necesidad de consulta, don Edmundo Fausto Zorrilla entregó a Mariano Ramos el trofeo en disputa, siendo levantado en hombros por los entusiastas, quienes lo pasearon alrededor del redondel. Y para concluir, un apunte de don Jesús que valía entonces y también es bueno hoy y siempre:

“Un entradón, el quinto de la serie. Y dos sustos mayúsculos para la multitud de turistas que atestan el callejón… ¿Hasta cuándo durará esta anomalía, Adolfo de la Serna?”

Como podemos ver, la codiciada localidad de callejón ha estado atestada hoy y siempre. Han ocurrido accidentes en ella. Ojalá no se produzca allí nunca una real desgracia.

miércoles, 24 de abril de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (V)

Cuarta corrida de feria: La alternativa de José Manuel Montes como parte del fin de fiesta…

La Plaza de Toros San Marcos fue escenario de los festejos taurinos de abril en 77 de sus 78 años de existencia, y resto a la cuenta la feria de 1947, en el que pretextándose la epidemia de la fiebre aftosa y a pesar de haber toros en los corrales del coso, no se autorizó la celebración de corridas por la autoridad, permitiéndose sin embargo las demás diversiones públicas. De estos hechos dio cuenta en su día don Luis de la Torre El – hombre – que – no – cree – en – nada y en estas virtuales páginas está reseñado su parecer sobre este asunto.

Pero en la existencia del coso, las ceremonias de alternativa no fueron hecho frecuente, apenas recibieron – entre 1910 y 1973 – el grado de matador de toros al cierre del año de 1973, trece diestros – Manuel Pérez Casquero, Juan Patlán, Ignacio Gómez, Salvador Freg, Julián Rodarte (2 veces), José Sapién Formalito, Heriberto García, Tacho Campos, Jesús Delgadillo El Estudiante, Rubén Salazar, Oscar Rosmano, Armando Mora y David Vito Cavazos – todos ellos mexicanos, a excepción de Casquero, originario de Madrid y Oscar Rosmano, portugués.

La décimo quinta ceremonia, se verificaría la noche del 24 de abril de 1974, cuando ante toros de Suárez del Real, Manolo Martínez, en presencia de Mariano Ramos investiría como matador de toros al novillero hidrocálido José Manuel Montes, quien contó lo siguiente a los redactores de El Sol del Centro la víspera de la corrida:

Comentó que hasta el momento tiene toreadas 65 novilladas, 12 de ellas en la Plaza México, donde ha quedado constancia de su valentía y de su arte y otras 5 en Caracas, Venezuela... Confía plenamente en que la afición en general y la de Aguascalientes en especial, estará alentándolo esta noche, pues será uno de los factores decisivos que lo impulsen a demostrar lo que puede hacer frente a los astados... Además, si hay suerte, José Manuel tiene ofrecimientos para torear en las plazas de Tijuana y de Ciudad Juárez y ello representa un más que halagüeño porvenir para su futuro como matador de toros...

El encierro de Suárez del Real

Al anotar los sucesos del festejo de la víspera, decía que la feria del 74 parecía irse torciendo en el renglón ganadero. Esta cuarta fecha, nocturna, parece confirmar la apreciación hecha por este amanuense, según lo que nos dejó escrito don Jesús Gómez Medina en su crónica de ese festejo:

Decididamente el grave problema de la devaluación que en forma drástica fustiga al mundo todo, ha hecho presa, también del espectáculo taurino… A la devaluación, a la desvalorización de las castas en las ganaderías, ha venido a sumarse otra disminución tanto o más sensible: la del trapío, edad y peso de los bureles… Pues en efecto, hoy en día es ya un hecho generalmente aceptado – cuando menos por los médicos veterinarios del Coso San Marcos – que, en festejos con matadores de toros, se lidien astados que, por su edad y kilos, resultan más idóneos para que se les enfrenten los novilleros… Como acaeció ayer, cuando, en el cuarto festejo ferial, se corrió un encierro de Suárez del Real falto de respeto y, a la vez, sin bravura, sin la acometividad que debieran ser las características de todo astado destinado a la lidia…

Y es que, el Reglamento vigente en la época, del 12 de marzo de 1972, daba al Jefe del Servicio Veterinario de Plaza la facultad de verificar que los toros reunieran las cualidades necesarias para ser lidiados y de decidir si eran o no aptos para la lidia, el Juez de Plaza solamente estaba facultado y obligado a asistir al enchiqueramiento, de allí que, don Jesús, que era al mismo tiempo el encargado del palco de la autoridad, insistiera en sus crónicas en el quehacer de los veterinarios.

La alternativa de José Manuel Montes

El primero de esa noche se llamó Mandarín, número 43, negro bragado. Ese fue el toro con el que José Manuel Montes se convirtió en matador de toros. Ante él, el toricantano tuvo una actuación destacada que terminó en polémica. Esto cuenta don Jesús Gómez Medina al respecto:

Antes del solemne trámite de la cesión de trastos, José Manuel había lanceado al natural, a pies juntos y por gaoneras más tarde, entre aplausos encendidos. Y muleta en mano, eslabonó un trasteo en diversos sitios, sobre la mano derecha, en pugna siempre con la escasa acometividad de “Mandarín” y logrando, en repetidas ocasiones, calentar al cotarro con su derroche de determinación y buenos deseos; aunque sin estructurar ni redondear propiamente una faena. Con media en lo alto concluyó José Manuel con el bicho de su doctorado. La petición de oreja, se impone anotarlo, fue nutrida. La autoridad – quien esto escribe – estimó que resultaba incongruente galardonar a un nuevo MATADOR DE TOROS por lo realizado ante un novillo. Y estallaron las pasiones. Y brotó la grosería del flamante matador, acicateado, para ello, por su bilioso mentor. Y todo quedó en una vuelta al ruedo entre ovaciones clamorosas. Las cosas, como fueron…

Esta corrida la escuché por la radio, allí se dijo que en medio de la bronca al Juez, su asesor, don Arturo Muñoz La Chicha, por su cuenta, sacó un pañuelo blanco y le otorgó una oreja al nuevo matador de toros, misma que le fue entregada y que emberrinchado, paseó en una aclamada vuelta al ruedo.

En El Heraldo, Alejandro Hernández cuestiona lo que consideró un verdadero atropello de don Jesús Gómez Medina, en los siguientes términos:

…el público con los pañuelos pidió las orejas de “Mandarín”, pero en un alarde de mucha autoridad negó tales preseas y a una pregunta nuestra después de terminado el festejo, nos dijo que para él no mereció nada, negándose a dar más explicaciones como era su deber. A nuestra forma muy particular de ver las cosas, en muchachos como éste, puede estar el futuro de la fiesta y no hay por qué tratar de taparle el paso de una forma o de otra, pero también es justo decir, que el detalle irrespetuoso que tuvo José Manuel para con el Juez, un torero serio y un hombre con educación no debe jamás hacerlo, haciendo valer esto, con la orden de detención dictada por Gómez Medina, Juez de Plaza… Y es que, en este punto, del juez, es donde queremos ser escuchados por las H. Autoridades. ¿Por qué no integrar una tercia de personas con capacidad como para ser jueces y nombrarlas con permanencia de un año? ...Una pregunta al señor Juez: ¿Qué se necesita para que un torero corte o se le otorguen los apéndices? ¿Que la faena sea de su gusto, o que el torero sea de su agrado?

Al final de cuentas, José Manuel Montes salió ganando, porque antes de finalizar la corrida, don Guillermo González anunció que, el sexto puesto del festejo del día 26 de abril, presuntamente en disputa entre él y El Estudiante, desde ese momento era para el recién alternativado, así, a Jesús Delgadillo no se le dio ni siquiera la oportunidad de competir por él. 

Mariano Ramos realiza la faena de la noche

Si efectivamente la corrida fue totalmente falta de trapío y de condiciones para ser lidiada en un festejo de estas características, me siento compelido a pensar que quizás a Alejandro Hernández no le falta algo de razón en sus comentarios. Porque en principio, don Jesús Gómez Medina dijo que le negó los apéndices a José Manuel Montes por haber realizado una faena a una res indigna de ser lidiada por un matador de toros, pero, por otro lado, le otorgó dos orejas a Mariano Ramos por una faena a otro astado, supongo, de las mismas condiciones. En su relato, don Jesús no distingue diferencias entre uno y otro toro, según vemos enseguida:

Para no desentonar del resto del encierro, los dos enemigos que cupieron en suerte a Mariano Ramos resultaron otros tantos mansos sin pizca de codicia o alegría. Y, encima con mal estilo. Y si con el tercero, gazapón, con la cabeza entre las patas, Mariano estuvo apenas discreto; con el quinto, pese a sus pobres condiciones, el novel as de la torería azteca a fuerza de insistir, de ponerse cerca y, más tarde, de aguante y de mando, logró imponerse al mansurrón “Dos de Oros”, y toreó en redondo, con la diestra y también con la izquierda, con quietud y poderío; intercalando adornos y remates de buena calidad, para concluir con un estoconazo en buen sitio, cuando la plaza toda se había entregado ya a su cabal demostración de torerismo. Gran ovación. Petición de apéndices, que se otorgaron por partida doble. Y una doble vuelta, también, en torno a la barrera, entre ovaciones, música y toda suerte de aclamaciones…

Esas fueron las actuaciones más destacadas de la noche del 78 aniversario de la Plaza de Toros San Marcos. Manolo Martínez, señalan las crónicas, estuvo torero, pero ante un par de marmolillos que no le permitieron mayor lucimiento. 

Así fue como se produjeron los sucesos del festejo en el que se verificó la última alternativa que se ha otorgado en la Plaza de Toros San Marcos. El día de hoy, hace 50 años.

sábado, 15 de abril de 2023

Feria de San Marcos 1973. La consolidación de un proyecto (III)

En la novillada de preferia, José Antonio Picazo El Zotoluco se lleva el Cristo Negro del Encino


La Feria de San Marcos de 1973 arrancaría oficialmente la noche del 21 de abril con la coronación de la Reina de la Feria y sería a partir del día 22 cuando se iniciara el ciclo continuado de festejos taurinos – corridas de toros – en la plaza de toros de la calle de la Democracia. Sin embargo, el inicio o el cierre del serial se consideraba, en esos días, el momento propicio para ofrecer a la afición la novillada de triunfadores de la temporada que mediaba entre el cierre de la feria abrileña del año anterior y las vísperas de la del calendario en que ese festejo se celebraría. 

Ante el incremento del número de corridas de toros, el de novilladas bajó en nuestra ciudad, pero no nos quedamos sin ver a los principales valores locales, disputarle las palmas a quienes se destacaban en otras plazas – las principales – de la república. De allí que el cartel que se confeccionó para el domingo 15 de abril del 73, fuera atractivo desde el papel, puesto que en él venían propuestos nombres que, incluso en la Plaza México, eran los que animaban la llamada temporada chica.

Gilberto Ruiz Torres, José Manuel Montes, Aurelio García Montoya, Luis Niño de Rivera, Rafael Velázquez y José Antonio Picazo El Zotoluco enfrentarían un encierro de Chinampas, ganadería propiedad de don Francisco Madrazo Solórzano y que, desde el anuncio de su desencajonamiento, hecho en el diario El Heraldo del 10 de abril, provocó interés:

Será el día de mañana cuando sean desencajonados los novillos de Chinampas que serán estoqueados el domingo durante el festejo en cuyo cartel figuran punteros de la novillería mexicana… los seis astados de Chinampas llegarán a las corraletas del coso San Marcos después de mediodía sin especificarse una hora exacta, pero lo seguro es que desde mañana estarán a la vista del público… Como se sabe, éste será el primer festejo de los once que presentará la empresa del coso sanmarqueño… el interés por la novillada se ha dejado sentir; la gente ha acudido a las taquillas, síntoma de que el ambiente es propicio para que ese festejo “de aperitivo” sea presenciado por un público entusiasta que llenará los tendidos.

Se amplía el cartel

El 14 de abril se anunció en los diarios locales que se agregaba al cartel para matar un séptimo novillo, fuera de concurso, Rafael Íñiguez El Rivereño, quien después de haberse presentado en El Progreso de Guadalajara y en las plazas de La Aurora en las cercanías de la Ciudad de México y en la Antonio Velázquez del Restaurante Arroyo en la capital, llegaba a Aguascalientes en busca de sumar actuaciones en el ruedo de la San Marcos, según se relata en El Sol del Centro de esa fecha:

Rafael Yñiguez “El Rivereño” hará su debut ante la afición hidrocálida, matando un séptimo toro en la novillada que se dará mañana en el coso San Marcos, en la que estará en disputa el trofeo Escapulario del Cristo Negro del Señor del Encino… En breve visita que “El Rivereño” hizo anoche a nuestra redacción, informó que el año pasado toreó 5 novilladas en la plaza “La Aurora”, 2 en la placita “Antonio Velázquez” de Chucho Arroyo y que tuvo destacadas actuaciones en Puebla, Guadalajara y Yahualica, Jal., esperando el domingo correr con la misma suerte que en los cosos mencionados.

El resultado del festejo

Al final de cuentas, el encierro de Chinampas no se emparejó con los que con anterioridad había enviado a nuestra plaza, pues sus condiciones de fuerza y trapío no fueron precisamente las óptimas. Por su orden, se llamaron Cuchillero, Capanegra, Guindorito, Cordillero, Lagrimoso y Nazareno. Al séptimo, lidiado por El Rivereño, no se le reseña nombre. Sobre todo esto, escribió en su día, en su tribuna de El Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina:

Los festejos con seis espadas – a la postre, el de ayer constó de siete matadores – suelen convertirse en un muestrario de cuanto constituye el arte taurino: de bien torear, como también del “destorear”… En esas condiciones, la novillada de ayer, aperitivo de lo que es ya la máxima feria taurina de México, no desmintió lo que de axiomático se establece en el párrafo anterior; porque la novillada, al final de cuentas, se tradujo en un muestrario de gallardías y torpezas; de instantes brillantes, pero, también, de etapas anodinas o francamente deslucidas. Vimos, en fin, que es torear, como presenciamos a la vez – por desgracia, muchas veces – lo que podríamos conceptuar como ejemplo de mal torear, de destoreo, en suma… Y vimos, por principio de cuentas, un encierro chico y desprovisto de fuerzas, que, ciertamente, no contribuyó de manera alguna a abrillantar los prestigios de la ganadería de Chinampas. Pues, aunque los novillos, en general, se mostraron de buena condición, su debilidad, su menguada fortaleza, restó emoción y frustró en buena parte el resto de la jornada...

Así, Gilberto Ruiz Torres saldó su actuación con una vuelta al ruedo tras pasaportar al primero; José Manuel Montes lo hizo saliendo al tercio después de la muerte del segundo; Aurelio García Montoya fue aplaudido después de su actuación; Luis Niño de Rivera, también dio vuelta al ruedo después de finiquitar al cuarto; Rafael Velázquez, tuvo el silencio por respuesta a su labor con el quinto; y, El Rivereño, escuchó palmas al retirarse.

El Cristo Negro del Encino

José Antonio Picazo El Zotoluco, se presentaba vestido de luces en la San Marcos. Y cayó de pie en ese su debut, pues disputando el trofeo de triunfador de la temporada con quienes eran los punteros de la temporada capitalina, se lo llevó a su casa, aunque haya sido más por obra de la fortuna que por su buen hacer ante los toros. Escribe el nombrado don Jesús Gómez Medina:

...José Antonio Picazo es poseedor de una cualidad inempatable: la de “llegarle” muy fuerte a los aficionados; la de serle simpático a los espectadores. En esto fundamentalmente se basan sus actuaciones y sus éxitos, pues, hoy por hoy, el muchacho está escaso de técnica. Sería ideal que, con base en esa inapreciable característica de que hablábamos al principio, el muchacho se esfuerce en aprender a torear, haciéndolo con el reposo y la quietud y ligazón que avaloran definitivamente a los discípulos de Cúchares. Porque lo otro podrá durar mientras los públicos no se percaten de la verdad o hasta que salga un astado que haga de los achuchones y volteretas de ayer, percances de mayor cuantía. De todas maneras, José Antonio fue muy ovacionado por sus “cosas”; dio una vuelta al ruedo y, por aclamación, recibió la medalla con el Cristo del Encino en disputa...

Como se puede desprender de la sincera apreciación del cronista de El Sol del Centro, a José Antonio le faltaba mucho camino por andar, pero tenía el afecto de su afición para a partir de allí, evolucionar en su hacer ante los toros.

¿Qué fue de ellos?

Gilberto Ruiz Torres: Se presentó en la Plaza México el 30 de abril de 1967, alternando con Guillermo Montes Sortibrán y Leonardo Manzanos en la lidia de novillos de Santa Marta. Recibió la alternativa el 15 de septiembre de 1979, en Barquisimeto, Venezuela, de manos de Antonio Chenel Antoñete y con Carlos Rodríguez El Mito como testigo, cediéndosele el toro Tejero de Los Aranguez. Nunca confirmó esa alternativa. Actualmente funge como Juez de la Plaza México y en lugares cercanos a la capital mexicana,

José Manuel Montes: Se presentó en la Plaza México el 20 de julio de 1970, formando cartel con Adrián Romero y Rogelio Leduc, novillos de El Romeral. Llegó a actuar una docena de tardes en la gran plaza. Recibió la alternativa en Aguascalientes el 24 de abril de 1974 de manos de Manolo Martínez y siendo Mariano Ramos el testigo, con el toro Mandarín de Suárez del Real. Nunca confirmó su alternativa. Padre del matador de toros José Manuel Montes hijo. Falleció en Aguascalientes el 28 de junio de 2021.

Aurelio García Montoya: Originario de Lérida, aunque criado en Sevilla. Se presentó en Madrid (nocturna) el 6 de agosto de 1966, para enfrentar novillos de José Luis Hernández Cabanzón junto con José Luis López Maganto, Pablo Fernández Norteño, José Faria, Mariano Vela, y Manuel Valverde. Se presentó en Sevilla el 1º de septiembre de 1968, con Antonio Gil y Antonio Manuel Nogales, con novillos de Arturo Pérez. En la Plaza México se presentó el 25 de junio de 1972, alternando con Gilberto Ruiz Torres y Luis Niño de Rivera, novillos de Suárez del Real. Nunca recibió la alternativa.

Luis Niño de Rivera: Se presentó en la Plaza México el 25 de junio de 1972, para lidiar novillos de Suárez del Real junto con Gilberto Ruiz Torres y Aurelio García Montoya. Nunca recibió la alternativa. Comentarista de radio y televisión y autor del que quizás sea el mejor libro que permite entender la realidad del toro de lidia mexicano: Sangre de Llaguno. Fue presidente de la Asociación Mexicana de Bancos.

Rafael Velázquez: Se presentó en la Plaza México el 14 de julio de 1974, alternando con José Manuel Espinosa Armillita y Leonardo López El Caporal en la lidia de novillos de Peñuelas. Nunca recibió la alternativa. Hijo de Antonio Velázquez Corazón de León. Nunca recibió la alternativa.

José Antonio Picazo Zotoluco: Se presentó en la Plaza México el 3 de agosto de 1975, alternando con José Luis Ortega y Benjamín Magallanes. Novillos de Campo Alegre. Nunca recibió la alternativa. Falleció en Aguascalientes.

Rafael Íñiguez El Rivereño: Se presentó en El Progreso de Guadalajara el 4 de mayo de 1972, con Oscar Balderas, Francisco Acosta Paquiro, Rafael Sandoval, Felipe Bedolla y Eduardo Córdoba, lidiando novillos de La Playa. Nunca recibió la alternativa. Falleció en Aguascalientes el 11 de noviembre de 2020.

Aviso parroquial: Hoy salgo en sábado y es que la fecha del festejo coincide con este día de la semana. Ya nos veremos más seguido a partir del día 22.


domingo, 1 de mayo de 2011

La Feria de San Marcos y su actual estructura a 40 años vista, XI

1º de mayo de 1971: Cierra la Feria con una novillada y el triunfo de José Manuel Montes

La única novillada de la Feria de San Marcos de hace 40 años se ofreció como el cierre del serial. Cuando se anunció la novedosa manera de darlo, se dijo en inicio que serían dos los festejos menores, pero los hechos concluyeron de manera distinta. Los nombres que se manejaron en un inicio, fueron los del moreliano Miguel Munguía El Inspirado y el local Arturo Magaña, para formar terna con un indiscutible José Manuel Montes, que era el novillero que durante la segunda mitad de 1970 y los primeros meses de 1971, con sus actuaciones, se había asegurado un puesto en los festejos feriales, pero, seguramente no se llegó a un arreglo con la administración del torero michoacano y en el caso de Magaña, la nota previa al festejo, aparecida en El Sol del Centro, el mismo día del festejo, explica el por qué de su ausencia del mismo:


 ...La novillada de hoy, enmarca el último festejo taurino de la feria y en el cartel, figurarán los triunfadores de la temporada, Pepe Luis Sánchez, José Manuel Montes y Luis Procuna Jr., quienes se disputarán el trofeo, El Cristo Negro del Encino, lidiando seis magníficos novillos de la ganadería de Chinampas que imponen respeto por su peso y su estampa.


Se conjugan en sí, tres auténticas figuras que salen al ruedo con el afán de lograr la faena que los coloque como el triunfador absoluto de la novillada porque en ello va aparejado el éxito personal y la obtención del trofeo que marque un recuerdo perdurable de su relevante actuación en el último festejo taurino de la feria en este 1971 que taurinamente fue la más abundante. 

Pepe Luis Sánchez, a quien la suerte le deparó su inclusión en el cartel por el grave percance sufrido por Arturo Magaña, quien por cierto evoluciona satisfactoriamente, tiene enormes deseos de justificar la oportunidad y llega dispuesto a cuajar las mejores faenas durante los dos novillos que le toquen en suerte, de lo que puede hacer de frente a los astados, ya hay clara evidencia cuando toreó al sobrero de Valparaíso en forma extraordinaria…”

En ese orden de ideas, se conformó un cartel con dos novilleros locales que tuvieron actuaciones destacadas en la temporada novilleril previa a la feria y con uno que, a más del atractivo que su nombre implicaba, también se destacó por sus actuaciones en esa serie de festejos llamados menores. La crónica de don Jesús Gómez Medina, como siempre, en El Sol del Centro, resalta la actuación de José Manuel Montes ante el cuarto de la tarde, de nombre Arriero, de Chinampas, al que califica como el mejor toro de toda la feria y de la que extraigo lo siguiente:

…El epílogo al brillante capítulo taurino de la Feria, constituido por la novillada del día primero, tuvo también una página de gran esplendor: la lidia y muerte del cuarto novillo de Chinampas, que mereció a José Manuel Montes obtener las orejas y el rabo del magnífico burel y, posteriormente, el trofeo que estaba en disputa. 

Lucido éxito el de Montes, sin género de duda. Más, ¿cómo olvidar lo que para su obtención representaron la alegría, la nobleza, la acometividad y el claro estilo de “Arriero”? Por esta suma de cualidades, seguramente fue este el mejor burel lidiado en la Feria; un burel cuya bravura pasó con creces la prueba de fuego de los piqueros, frente a los que recargó con auténtica codicia. 

Con mayor razón que ningún otro, “Arriero” era merecedor de los honores que se otorgan a los despojos de los astados de excepción; pero ni la Autoridad – ¡oh, la Autoridad! – acertó a ordenarlos, ella, que hace una semana se exhibió tratando de homenajear los despojos de un manso; ni tampoco José Manuel Montes tuvo el buen juicio de solicitarlos. De esta manera ni el toro ni su criador recibieron el premio necesario, salvo los aplausos de algunos buenos aficionados y el reconocimiento que desde aquí hacemos a lo que fue “Arriero”. 

Frente a tal adversario, José Manuel Montes volvió a ser el novillero emotivo, entusiasta que se estaba perdiendo. Tras un farol de hinojos, en el que aguantó enormidades, lances valerosos, con ajuste y sabor. Y una faena en la que hubo ligazón, continuidad y emoción; un trasteo derechista, que llegó al público por el aguante de que hizo gala el torero, aprovechando la alegría y la nobleza del burel. A toro desigualado, un espadazo fulminante. Las orejas, el rabo y varias vueltas al ruedo, entre ovaciones y música…

De esta forma, José Manuel Montes cerró triunfalmente la feria llevándose el trofeo llamado El Cristo Negro del Encino, que por aquellas calendas se entregaba al triunfador de las novilladas de Feria. Para la estadística, Luis Procuna hijo se vio empeñoso y Pepe Luis Sánchez inexperto, de acuerdo con la relación de don Jesús.

De este recuento del cuadragésimo aniversario de nuestra feria en este modo de darse, solo me queda hacer el balance de lo que significó para el futuro, lo que espero hacer en los próximos días. Hasta entonces.

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