domingo, 29 de octubre de 2023

A 50 años de la alternativa de Manolo Arruza


Es muy probable que Manolo Arruza se haya presentado en público ya sin el concurso de los demás hijos de las figuras de nuestra Edad de Oro, en San Luis Potosí el 25 de agosto de 1971 en un festival benéfico, en el que alternó con Luis Castro El Soldado, Silverio Pérez, Manolo Martínez, Curro Vázquez y Gabriel Soto El Momo en la lidia de novillos de las distintas ganaderías de esa entidad. Tenía 16 años y por lo que se puede deducir de distintas informaciones de prensa posteriores, el que lo ayudaba en su aprendizaje era Javier Cerrillo, quien fuera miembro de la cuadrilla de su padre y en su día también su compañero de aprendizaje en la escuela que tuvo Samuel Solís en la placita de Tacuba cuando ambos iniciaron su andar por los ruedos.

Fue Cerrillo quien lo acompañó a España el siguiente calendario para dejarlo allá a la vera de don Andrés Gago, quien lo introdujo al ambiente en el campo primero y ya avanzada la temporada, le arregló siete novilladas, todas en plazas de Andalucía, para que se fuera poniendo a punto para una campaña completa y definitiva. También toreó tres festivales benéficos, entre ellos, uno celebrado en Córdoba conmemorando el XXV aniversario de la muerte de Manolete.

La temporada de 1973

Ya establecido su crédito en ruedos hispanos, don Andrés Gago pudo contratarle a Manolo Arruza 33 novilladas en 1973, las que pudieron ser algunas más, pero una fractura en una mano le obligó a iniciar su temporada hasta mediados del mes de julio, perdiendo prácticamente un tercio de la temporada en su rehabilitación. Terminó la campaña en quinto lugar del escalafón y fue considerado, junto con Paco Alcalde y Carlos Escolar Frascuelo, uno de los novilleros más interesantes de ese momento. Eduardo Guzmán, en el número de El Ruedo salido a los puestos el 4 de septiembre de 1973, le veía así:

Manolo Arruza goza de unas envidiables facultades físicas. Alto, joven, sonriente y simpático, puede ser un torero bastante completo. Ya está mucho más hecho de lo que podía hacer suponer el número todavía escaso de novilladas lidiadas. Con el capote es variado y florido, con más lucimiento en los lances de adornos – faroles y chicuelinas – que en la verónica fundamental. Es un banderillero tan excepcional como pudo serlo el autor de sus días. Con la muleta hace algo más que defenderse, llevando en ocasiones perfectamente toreados a los astados mientras guarda una impresionante inmovilidad, arrastrando la muleta por la arena. Mata rápido y bien, a lo que le ayuda su elevada estatura. Todo lo cual no constituye pequeño bagaje para quien está prácticamente empezando…

Cerró esa su temporada final como novillero cortándole el rabo a un novillo de Carlos Núñez en Barcelona y su última actuación en ruedos hispanos ese calendario fue en un festival celebrado el 6 de octubre en Benidorm en homenaje y beneficio del matador de toros colmenareño Agapito García Serranito, quien cuatro años antes, fuera herido en esa plaza y a consecuencia de ese percance, quedara imposibilitado para continuar en su profesión.

Los prolegómenos de la alternativa

Tras del festival de Benidorm, Manolo Arruza anunció su regreso a México a recibir la alternativa. Algunos medios españoles cuestionaron su decisión, porque consideraron que con la sólida campaña novilleril que había desarrollado ese año del 73, podría ser doctorado allá en alguna de las primeras ferias importantes del siguiente calendario. En una entrevista anterior a la corrida del doctorado, pero aparecida en el número de El Ruedo salido a la venta el 23 de octubre de 1973, Manolo Arruza le declaró entre otras cosas a Jesús Sotos, lo siguiente:

Me voy agradecido a todos los españoles. Me han tratado muy bien. Excesivamente. Es un país de caballeros. Algo quisiera decirles a todos ustedes... Qué tomo la alternativa allá en Guadalajara porque es mi país. Pero que amo al de ustedes como al propio; que me llevo el mejor recuerdo de empresarios, ganaderos y afición. Y de ustedes. Repito: Gracias a todos... ¿Te vas a hacer matador de toros en homenaje al padre o por propia afición? ... Siento decirlo. Posiblemente el recuerdo siempre imborrable, de mi padre, me impulsara a la afición. Pero el toreo nació en mí. creo que soy torero desde que me parió mi madre... ¿Cómo será la futura temporada? ¿Piensas en Madrid y en Sevilla? ... Estaré presente en la temporada española. Pero eso habría que preguntárselo a mi apoderado. Él sabe en todo momento lo que tiene que hacer...

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en su tribuna del ABC madrileño, también dedicó espacio a anunciar la inminente alternativa de Manolo Arruza, en información aparecida el 19 de octubre de ese año:

El lunes toma la alternativa también en Guadalajara Manolo Arruza, hijo del «Ciclón Mejicano». El joven Arruza ha llevado a cabo una brillante temporada novilleril en España, aunque le haya faltado el espaldarazo de plazas tan importantes como las de Madrid y Sevilla... El padrino de la ceremonia va a ser el ídolo azteca Manolo Martínez y como testigo actuará el español Paco Ruiz Miguel. Los toros pertenecen a la ganadería del empresario Javier Garfias. ¡Lo que hubiera dado el llorado Carlos Arruza por ver la continuidad de sí mismo! Y es que los toreros que rompen sus dinastías a propósito, alejando a sus hijos de la razón de ser de sus vidas, arrostran una gran frustración. Me refiero, claro está, a aquellos toreros que se sienten eternamente toreros, para los que no cabe nunca lo de «ex – matador de toros». No entiendo los «ex». Los toreros de verdad son siempre toreros, aunque no ejerzan. ¿Qué otra cosa puede poner en su carnet de identidad un Pepe Luis Vázquez, por ejemplo? A nadie se le ocurre llamar a un doctor retirado «ex - médico», ni a un periodista «ex – periodista», ni a un ingeniero «ex – ingeniero». Sin embargo, se utiliza mucho con los toreros retirados, creándoles una amargura innecesaria...

Zabala incurre en un gazapo notable al informar un cartel que raya en lo imaginario en cuanto a padrino, testigo y toros, apoyado quizás en alguna información previa que fue superada por el anuncio oficial de la Feria de Octubre que al final ofreció don Ignacio García Aceves, pero por otra parte cuando menos deja espacio para informar del hecho en una de las tribunas de información más importantes del planeta de los toros.

La corrida de la alternativa

La corrida de la alternativa de Manolo Arruza era la segunda de una Feria de Octubre que arrancó el sábado 20 con una novillada y que continuaría en días consecutivos hasta el domingo 28, con ocho corridas de toros, en las que estaban anunciadas las principales figuras del toreo españolas y mexicanas. Aparte de la alternativa, Manolo Arruza llevaba dos tardes más en ese ciclo, al igual que las demás figuras anunciadas, así entonces, el arranque de su andadura como matador de toros no podía ser menos prometedor.

Esa segunda corrida de feria fue nocturna, por celebrarse en lunes, día laborable y se anunció un encierro de don Jesús Cabrera para Eloy Cavazos, Curro Leal y Manolo Arruza, que recibiría la alternativa. La crónica “in situ” del festejo la escribió don Francisco Baruqui Michel para el diario El Informador de Guadalajara y no fue muy cordial con el ganadero, porque consideró pobre la presentación y el juego de los toros:

La segunda de feria y... nada. Mucha expectación por esta corrida que mal anunciada como tal, debió ser como novillada por los astados que se lidiaron, sin presencia, sin trapío, bureles de «casta aguada» que con ir una vez al caballo se rajaban después; escarbando todos y llegando aplomados al último tercio, y no por falta de fuerza, sino por falta de casta, lo que se confirmaba en tanto que la lidia avanzaba. Y de tan poca presencia que hasta un «animado» espectador, burlándose de las autoridades (que ni esfuerzo tuvo que hacer para llegar descamisado al ruedo), se bajó que no se lanzó siquiera al último novillete de la noche. Eso sí, una novillada que se envió como corrida que deja muy mal parada la divisa de Cabrera...

Es conocida la exigencia que como aficionado tuvo el licenciado Baruqui, que a veces, a decir de muchos aficionados, rayaba en la exageración. Pero también habrá que abonar en su favor que ese acendrado espíritu crítico, es lo que ha dado a Guadalajara a estas fechas, su título de ser la plaza más seria de México, aunque a veces tenga sus desviaciones.

El toro con el que Manolo Arruza fue investido matador de toros se llamó Zacatecano. De su actuación esa noche, relata lo siguiente el citado cronista de El Informador:

Con elegante terno azul ultramarino y oro, muy bien vestido con pañuelo y todo (olé por la solera) y luciendo el capote de paseo de su inolvidable padre (vaya bordados que se hacían entonces), partió plaza Manolo al son de un paso doble muy retrasado e instrumentado por la semidormida banda, en la noche de su alternativa... Muy grata impresión me ha causado Arruza, bien cimentados los comentarios que de él se hacían antes de su presentación. Joven, torero, con planta y figura hacía sentir la presencia del incomparable Carlos, su padre. Lidiador fácil, dominador, imprime a su toreo esa característica del jugueteo que es consecuencia de su firme pisada y valor sereno; vaya forma de caminarle a los astados y de hacer verdad al torear (no usa para nada el pico del engaño, sino que cita con la muleta planchada y al realizar el pase no «saca» al toro de la pañosa, sino que lo torea bien mandado con las bambas de la muleta). Seguro, alegre y con repertorio; ¿hace cuánto que no veíamos quitar por gaoneras?, ¿cuánto qué no se remataba con afarolados?; ¿y la arrucina? ... Con el capote no destaca mucho, salvo en un farol de rodillas, en el que llevó muy toreado al animal. En verónicas acusa el defecto de echar el pie para atrás, pero en banderillas se muestra como un excelente rehiletero, seguro, con verdad, se deja llegar mucho al toro para levantar muy alto los brazos cuadrando bien, «asomándose al balcón»; y aunque luce las cualidades del padre; facultades, elasticidad que le permite verse atlético, tiene el muchacho mucho arte... Ahora que lo hemos visto con novillotes, en una «corrida» muy apañada, habrá que verlo con toros. Pero indiscutiblemente en Manolo Arruza hay una figura del toreo, que será cuña para muchos y habrá de quitar más de algún moño... (y, además, torea con la espada de matar y no pide musiquita). Con el acero se va muy derecho, y además es certero y con su elevada estatura, puede convertirse en un magnífico estoqueador...

Así fue la primera tarde de un torero que permaneció en activo, actuando en las principales plazas de toros del mundo hasta el 8 de noviembre de 2009, cuando se despidió de los ruedos en la Plaza México, alternando con Enrique Ponce y Fermín Spínola. El último toro que mató se llamó Veracruzano y fue de San José, ganadería propiedad de don José Arturo Jiménez Mangas. Hoy en día se dedica a preparar jóvenes que tienen la intención de hacerse toreros en la Academia Taurina Municipal de Aguascalientes.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 22 de octubre de 2023

A 30 años del I Congreso Mundial de Criadores de Toros de Lidia

Gráfica de la ceremonia inaugural
El Informador, 22 de octubre de 1993
De una manera casi silenciosa, con mucho tiento, en 1993, un grupo de ganaderos mexicanos, del Estado de Jalisco para ser precisos, se echaron a cuestas la tarea de reunir a los ganaderos de todos los países en los que se cría el toro de lidia. Jesús González Gortázar El Chacho, entonces titular del hierro de Castro Urdiales y a la vez Senador de la República y presidente de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales, junto con Ignacio García Villaseñor, en esas fechas ganadero de San Mateo y de San Marcos, Francisco y Carmelita Madrazo, de La Punta, Francisco Torre ganadero de Torrevieja y el escultor Jorge de la Peña, se constituyeron en el comité organizador de ese importante evento, autorizado por la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia (ANCTL) y con el aval de la Secretaría de Agricultura y Ganadería a través de su Dirección General de Fomento Pecuario.

La revista madrileña El Ruedo salida el 19 de octubre de ese año, contenía la siguiente información remitida por su corresponsal Tadeo Alcina:

En las oficinas de la asociación nacional de Criadores de Toros de Lidia, en una sencilla ceremonia, el gobernador del estado de Jalisco tomó la protesta a los integrantes del Comité organizador del primer congreso mundial de ganaderos de lidia. Para tal evento se cuenta con la participación de España, Francia, Portugal, Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Guatemala y Estados Unidos, que en conjunto suman unos 205 participantes… La reunión se llevará a cabo del 21 al 24 de octubre; de España estarán presentes el ganadero Conde de la Maza, Jaime Sebastián, Juan Pedro Domecq, Victorino Martín, Álvaro Domecq y Diez, José Murube, Iñigo Sánchez y otros. A través de su presidente, el señor Alberto Gamazo, ha pedido que España sea la sede del segundo congreso mundial en 1995. De Portugal se confirmó la asistencia del ganadero Murteira Grave…

Pareciera, por la brevedad del tiempo, que el proyecto se realizó de manera rápida o precipitada, pero el 22 de octubre, en el diario El Informador de Guadalajara, don Francisco Baruqui cuenta:

El poder de congregar a miembros pertenecientes a una actividad tal de diferentes partes del mundo es, a no dudar, una labor de gran positivismo cuando lo que se busca es el acercamiento en vías de una mayor identificación y el inicio o el fortalecimiento de lazos de amistad… Y si tal acercamiento se refiere entre gente que lo mismo procede de España, Portugal, Francia o Centro y Sur América, dedicada a la apasionante crianza de uno de los ejemplares más hermosos de la creación como lo es el toreo de lidia, cobra una relevancia singular y ejemplarizante, cuando, iniciándose, se logra organizar el Primer Congreso Mundial de Ganaderos de Lidia… El proyecto me lo comentó desde hace más de un año mi estimado amigo el Lic. Jesús González Gortázar, ganadero jalisciense de Castro Urdiales, quien inquieto siempre y con el deseo permanente de una relación significativa entre los criadores de bravo, se dio a la tarea de echar a andar el plan…

Como se puede ver, la preparación y organización del Congreso, en esas fechas único en su naturaleza, se llevó a cabo con el tiempo adecuado, dando los pasos medidos, pero firmes. Y aunque de manera protocolaria, unos días antes de su inauguración, el comité que realizaba con antelación los trabajos organizativos, fue formalmente constituido, diría yo, únicamente de cara a la galería.

La ceremonia inaugural

La mañana del jueves 21 de octubre de 1993 se abrieron las puertas del Teatro Degollado en Guadalajara, para que el entonces gobernador de Jalisco, Carlos Rivera Aceves declarara abiertos los trabajos del Congreso, en una mesa presidida por el doctor Igor Romero, director general de Fomento Pecuario y representante personal del Secretario de Agricultura y Ganadería en México, Carlos Hank González, el ganadero Jorge de Haro González, presidente de la ANCTL, y representantes de las asociaciones ganaderas de los países que concurrieron a la reunión.

El gobernador destacó en su alocución la cultura que los jaliscienses tienen en las actividades agropecuarias y la importancia que tendría, para todos los asistentes a la reunión, la generación de conclusiones que fortalezcan la crianza del toro de lidia, actividad en la que el Estado de Jalisco tiene una posición destacada a nivel nacional.

Por su parte, el presidente de la ANCTL expresó:

Nos reunimos aquí con motivo de lo que nos motiva y desvela: el toro de lidia. El día de hoy los ganaderos de reses bravas iniciaron una estrecha relación que esperamos sea para siempre… en nuestro país se vive la experiencia de un rápido desarrollo que necesariamente nos lleva a una transformación, respaldado por los principios de modernidad que también incluyen el cambio…

Concluida la ceremonia los asistentes se trasladaron al Museo de la Ciudad, donde se inauguró, bajo el auspicio de la casa Pedro Domecq, una exposición de esculturas de Jorge de la Peña, cuadros del pintor nativo del Puerto de Santa María, Juan Lara, con temática del campo bravo mexicano y de monturas charras obra del talabartero oaxaqueño Jesús Mejía Olea. Allí las atenciones corrieron a cargo de don José Ariza, funcionario de la compañía vinícola.

Posteriormente los congresistas e invitados se trasladaron al Lienzo Charro Ignacio Zermeño, en donde se les ofreció una charreada y como fin de fiesta el matador de toros tapatío Pepe Murillo lidió y mató un toro con lucimiento.

Juan Pedro Domecq y el toro artista

El viernes 22 se presentaron las distintas ponencias, a cargo de los ganaderos Juan Pedro Domecq, Victorino Martín hijo, José Chafic, el escritor y periodista Filiberto Mira y de don Francisco Madrazo Solórzano.

Juan Pedro Domecq expuso su punto de vista sobre la crianza del toro de lidia y el proyecto que pretendía realizar en su ganadería, que lleva el legendario hierro de Veragua. Quizás por primera vez en un evento público, externó su teoría sobre lo que el llamó el toro artista, que dijo, es el toro que tiene fijeza y ritmo y que llega embistiendo hasta el final de la faena. Lo opuso al toro fiero, del que dijo, es el que al final de la lidia tiende a rajarse, aunque reconoció que es el toro fiero es el que permite ver la diferencia entre toreros.

En su turno, Filiberto Mira hizo un esbozo genealógico de lo que era en esas fechas la ganadería brava en México y alabó la adaptación del toro traído de España a las condiciones que tenemos en México. Afirmó que el toro de lidia aquí estaba debidamente mexicanizado. También evocó a nuestros toreros de la Edad de Oro, recordando grandes faenas de Fermín Espinosa Armillita, Lorenzo Garza, Alberto Balderas, José González Carnicerito y haciendo una evocación de la creatividad capotera de nuestros toreros reflejada en los bellos quites de Pepe Ortiz y de Calesero.

No hay evidencia periodística de la participación de la doctora Irina Maltseva, pero don Pepe Chafic, habló largo sobre la inseminación artificial como una importante herramienta en el futuro de la ganadería de lidia en el mundo, y le recordó a los presentes que el primer ganadero de toros de lidia en el mundo que aprovechó con éxito la inseminación artificial fue don Luis Obregón Santacilia. Terminó comentando a los presentes que él estaba experimentando con ella, aunque fuera del país, porque la legislación no le permitía aplicar a plenitud esas técnicas en México.

Posteriormente, Victorino Martín García expuso a los presentes un panóptico sobre el origen y los diversos encastes del toro de lidia actual en España y la presencia que tienen en las diferentes plazas europeas.

Y le tocó cerrar la sesión a don Francisco Madrazo Solórzano, quien expuso un trabajo de revisión histórica evocadora de una importante época de la fiesta en México que provocó muchas emociones en los asistentes y que conmovió a más de alguno. Fue quizás, la intervención más aplaudida de toda la reunión.

La tienta en El Cuadrado

El sábado 23 de octubre don Ignacio García Villaseñor organizó una faena de tienta para los asistentes al Congreso en su rancho El Cuadrado, en esos días asiento de las ganaderías de San Mateo y San Marcos, en donde nuestros visitantes del extranjero podrían apreciar la manera en la que se llevan a cabo las distintas tareas que son consustanciales a la selección del ganado de lidia.

En la tienta de hembras, la sorpresa grata para los asistentes fue el asolerado toreo del ganadero de El Batán, el matador de toros Gabino Aguilar, el único torero mexicano que ha recibido la alternativa en la Corrida de la Beneficencia en Madrid. Ese día, muchos de los ganaderos españoles que le habían visto vestido de luces, salieron emocionados del tentadero de El Cuadrado por lo hecho por el torero de la Hacienda de Piedras Negras.

El mensaje de Conchita Cintrón

En el diario El Informador de Guadalajara, el mismo 23 de octubre, apareció una publicación en la columna semanal que allí llevaba la torera universal Conchita Cintrón, que entre otras cosas dice:

Quienes rodean la fiesta, y sobre ella escriben, hablan y pontifican, suelen tener ideas heterogéneas sobre las causas de su aparente decadencia; las razones que rodean las figuras de relumbrón; los fracasos de los empresarios, la ignorancia de los toreros neófitos, la desvergüenza del afeite y la falta de trapío, que se verifica en ciertos encierros.

Pues bien: los ganaderos son, han sido y serán, los únicos responsables de todo lo miserable y todo lo grande dentro de las tardes de toros. Ellos tienen, en sus manos, el único elemento puro e incorruptible de la fiesta. Esperemos que de este Congreso resulte una unión fuerte y fraternal entre ellos. Romántica, porque “lo otro” no tiene cabida en las dehesas del campo bravo. Y aprendan a hacerse respetar como es debido, pues olímpica es su responsabilidad de ser fieles guardianes de la única verdad que nutre el planeta de los toros.

El mensaje de la llamada Diosa Rubia es contundente. Los criadores del toro de lidia son quienes tienen la verdad de la fiesta en sus manos. Y esa verdad sigue siendo válida, a tres décadas de distancia.

La clausura

El Congreso fue clausurado la mañana del domingo 24 de octubre y por la tarde se celebró en el Nuevo Progreso una corrida de toros en la que actuaron Mariano RamosCésar Pastor y Jorge Gutiérrez ante toros de José Julián Llaguno

De acuerdo con la información publicada en El Ruedo de Madrid el 3 de noviembre siguiente, se acordó que la sede del siguiente Congreso sería España, a determinarse la ciudad en la que se celebraría:

España será la sede en el 95 del Segundo Congreso Mundial de Ganaderos de Toros de Lidia. El primero se celebra por estas fechas en México… Aunque aún no está determinada la ciudad, se tienen en mente los nombres de Sevilla y Salamanca. Uno de los puntos que se han tratado con mayor interés es el posible intercambio de semen de toro, ya que en países de la Comunidad Económica Europea existen restricciones sanitarias que harían muy caro el transporte de sementales, con lo que vendría muy bien ese intercambio, labor que también refrescaría el campo bravo en Sudamérica.

Como se puede ver de la nota, el tema de la inseminación artificial parece ser que fue el que más llamó la atención para la transferencia de simiente de Europa hacia América, aunque en los hechos, faltaba poco más de un año, al menos en el caso de México, para que se reabrieran las fronteras a la importación de ganado de lidia de España, con fines de reproducción.

Para concluir

Así, a vuelapluma, recuerdo la celebración del primer Congreso que reunió a criadores de toros de lidia de todos los lugares del mundo en los que esta actividad pecuaria especializada está presente, con la finalidad de mantener la cercanía entre quienes se dedican a esa actividad y el intercambio de conocimientos entre ellos.

Los ganaderos del mundo han seguido reuniéndose cada dos años. La próxima reunión será aquí en Aguascalientes el próximo 2024, esperemos que el estrechamiento de sus lazos de amistad y el intercambio de conocimientos los lleve a seguir engrandeciendo la fiesta.

domingo, 15 de octubre de 2023

Manolo Vázquez, a 40 años de su despedida de los ruedos

Manolo Vázquez
Foto: Santos Yubero
Manolo Vázquez, llamado por muchos El Brujo de San Bernardo, fue un torero de dinastía, formado en el matadero donde trabajaba su padre y miembro de una extensa familia de toreros, porque aparte de su hermano Pepe Luis – el Sócrates de San Bernardo le apodaban –, otra figura fundamental en la historia del toreo, sus hermanos Rafael y Juan fueron novilleros primero y hombres de plata después, y Antonio también recibió la alternativa y posteriormente cambiaría el oro por la plata también.

Manolo Vázquez se vistió de luces por primera vez el 13 de junio de 1947 en Cabezalavaca, Badajoz y debutó con picadores en Ciudad Real el 11 de julio del año siguiente. Su presentación en Madrid ocurrió el 4 de junio de 1950, alternando con los hermanos Juan de la Palma y Antonio Ordóñez. Recibió la alternativa el 6 de octubre de 1951, cuando Pepe Luis su hermano, en presencia de Antonio Bienvenida, le cedió al toro Perdulario, de Domingo Ortega y la confirmó en Madrid una semana después, con el mismo cartel de toreros, pero con toros de Fermín Bohórquez. Le cortó la oreja a Calamar, el toro de la ceremonia.

Una carrera con pausas

Manolo Vázquez toreó ininterrumpidamente desde la fecha de su alternativa hasta 1962. Se apartó de los ruedos durante el año de 1963 y volvió a la actividad el año de 1964, para anunciar su despedida la tarde del 28 de septiembre de 1968, en Sevilla, cuando alternó con Alfredo Leal y Curro Romero en la lidia de toros de Concha y Sierra. Después de esa corrida se mantuvo fuera de los ruedos durante 13 años. Esa temporada de 1981 se convirtió en la novedad en el escalafón y en el ejemplo para los nuevos aficionados. A propósito de su actuación en Sevilla el día de la alternativa de su sobrino Pepe Luis, escribió Joaquín Vidal:

Manolo Vázquez resucitó el toreo puro y este fue el acontecimiento verdadero del domingo en la Maestranza… El veterano matador ha vuelto, doce años después de su retirada, para explicarles a las jóvenes promociones qué es, exactamente, torear… Torear es aquello de aplicar las suertes adecuadas a las características y estados de los toros. Es decir, lo de Manolo Vázquez el día de la “operación retorno”. Y a mayor abundamiento, instrumentar esas suertes como mandan los cánones, en el marco de la regla de oro del toreo, que es parar – templar – mandar…

En ese año de su reaparición fue que lograría abrir por primera vez la Puerta del Príncipe en Sevilla, fue el 18 de junio, en la Corrida del Corpus y a ese propósito, escribió Filiberto Mira:

Estimulado Manolo por los muy artísticos quites que hicieron al cuarto toro Curro Romero y Rafael de Paula, se la jugó muy de verdad. En cinco minutos – suficientes – cuajó (tras muy apretadas chicuelinas después de su turno) una faena, tan sevillana como superclásica, que fue exaltación y resumen de cuanto el toreo atesora como representación plástica de belleza, enjundia y gracia”

A propósito de esa campaña de reaparición, escribía Joaquín Vidal que la vuelta de Antoñete y la de Manolo Vázquez más que dejar satisfechas las aspiraciones de los aficionados viejos, representó una verdadera revolución que llevó a la juventud a las plazas y le dejó claro que el toreo era más que la producción en serie de las figuras de aquel momento. Le comentó El Brujo de San Bernardo al cronista de El País a ese propósito:

Mi personalidad en el ruedo consiste en mi forma de concebir el toreo, que, buena o mala, es distinta a la de mis compañeros. Reaparecí porque pensaba que aún podía aportar algo importante a la fiesta… Luego, todo se desarrolló bien. Aquel día fue cuando, ¡al cabo de tantos años!, Sevilla vio a Manolo Vázquez quiero decir que reconoció mi categoría. La tarde del Corpus supuso el refrendo, y la de la feria de San Miguel, la confirmación definitiva…

Esa fue la cimentación de las últimas temporadas de Manolo Vázquez, quien terminaría su andadura vestido de luces el 12 de octubre de 1983.

La víspera de la despedida

La víspera de la tarde final, Manolo Vázquez fue entrevistado por Rafael Moreno para el ABC de Sevilla y le externó varias cuestiones interesantes:

Estoy muy ilusionado, ¿sabes?, muy ilusionado... me siento muy a gusto toreando, que mi vida es esto... pienso que todavía podría hacer cosas importantes, pero hay una razón por encima de todas las demás y es que ha llegado la hora y no tiene vuelta de hoja... Las fuerzas no me faltan; no me sobran tampoco, pero tengo las precisas para ponerme delante del toro... Cuando tomé la alternativa... mi ilusión era alcanzar una meta. Ahora esa ilusión de entonces se ha transformado en la alegría de haber alcanzado muchas cosas...

Después reflexionó sobre su hacer ante los toros, que como escribió Joaquín Vidal, causó una revolución en los tendidos de las plazas:

Las formas han sido siempre las mismas. Únicamente en mi primera etapa esas formas eran las juveniles, y ahora creo que les he imprimido más pureza, más sentimiento. Ahora creo que toreo con más cadencia, con más reposo. Quizá eso es lo que ha sorprendido al público. Ahora puede que toree con más profundidad...

Así se veía un torero que dejaba los ruedos alrededor de tres décadas después de haber recibido la alternativa y que intentaba encajar el efecto que producía lo que le hacía a los toros a una afición y con un público que quizás no había nacido en ese entonces. Así llegaba a la que sería su última tarde.

La corrida del 12 de octubre

Para el miércoles 12 de octubre de 1983 se anunció un mano a mano entre Manolo Vázquez, quien llevó un terno turquesa y oro y Antonio Chenel Antoñete quien salió vestido de lila y oro, para enfrentar toros de Juan Pedro Domecq (1o y 6o); Núñez Moreno de Guerra (2o); González - Sánchez Dalp (3o); y, Manolo González (4o y 5o). El sobresaliente fue Manuel Rodríguez El Estudiante.

De la actuación de Manolo Vázquez en esa señalada tarde, escribió Joaquín Caro Romero para el ABC hispalense:

La corrida de ayer en Sevilla, en la tarde histórica de la despedida de Manolo Vázquez, superó con creces todos los pronósticos acerca de su resultado... Decir adiós a una gloriosa profesión saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe es un caso sin precedentes... El público, que abarrotaba la plaza, dedicó al gran maestro una enorme ovación antes que soltaran a su primer toro... Con su segundo, Manolo hizo una faena de ensueño sobre ambas manos... La música, como en el toro que abrió plaza, volvió a acompañar la inauguración y el levantamiento de la estatua de la maravilla. Dos series con la derecha y una con la izquierda pusieron el coso a revientacalderas. Luego, media docena de pases con la diestra, con las plantas como atornilladas en el albero, ligando y mandando en trance de inspiración, en las fronteras de las irrealidades sublimes, que el toreo, como la vida es sueño. Y es éxtasis...

Caro Romero se lamentaba de la brevedad del espacio y del tiempo para describir lo vivido en la Maestranza esa tarde y de prisa, pero con emoción, expuso su punto de vista de lo allí sucedido. Por su parte, Joaquín Vidal, enviado especial del diario madrileño El País, relata:

Por la puerta del Príncipe salía a hombros Manolo Vázquez, después de haber protagonizado una tarde memorable. Su despedida ha sido una continua apoteosis. Cuando su propio hijo le cortaba la coleta, rodeado de la cuadrilla y fotógrafos, lloraba el torero y yo creo que llorábamos todos en la plaza. La emoción era incontenible. Las restantes cuadrillas, con Antoñete al frente, se rompían las manos de aplaudir. Éramos conscientes de que habíamos vivido un acontecimiento histórico y nadie quería abandonar los tendidos. ¿Qué había ocurrido allí? A las cinco en punto de la tarde, hora torera y hora de romance, había comenzado el gran acontecimiento... Pero la apoteosis se produjo en el tercero, un cinqueño terciado, manso, que acabó nobilísimo. O nobilísimo lo convirtió Manolo Vázquez en los ayudados por alto ganando terreno y curvando a la cadera la trayectoria del viaje; los remates por bajo en ligazón; las series de redondos y naturales. Del toreo puro hacía esencia, y aquello ya no era torear, sino oficiar de pontifical el rito de la tauromaquia. De frente o cargando la suerte, ligando pases de pecho de espeluznante exposición, pero también de mágico dibujo. Lo tendidos se cuajaban de pañuelos la gente daba brincos y la Maestranza era un clamor: “¡torero, torero!”. Manolo Vázquez caminaba en majestad; ebrio de torería reemprendía el toreo de filigrana. Y, además, pases de pecho en vaivén, ligados, del corte de esos que han dado fama al torero de la vertical impavidez; hasta esos dio, a manera de lección, y como con desdén. Un alarde de poderío, que abandonó, porque el toreo auténtico, y el difícil, es el otro, el que había desgranado y siguió desgranando después, en medio del delirio. La grandeza de la faena de Manolo Vázquez convirtió la Maestranza en un manicomio...

A Manolo Vázquez le dieron una vuelta al ruedo a hombros los miembros de su cuadrilla y fueron relevados – relata Vidal – por la afición sevillana para cruzar la Puerta del Príncipe con él en andas y en olor de multitud se lo llevaron por el Arenal.

Al día siguiente

El citado Rafael Moreno, del ABC de Sevilla acudió a recabar las impresiones de Manolo Vázquez al día siguiente de su triunfal corrida de despedida. En cuanto comenzaron el diálogo, comenzaron las sorpresas:

Sí, es verdad... me han ofrecido, ¡fíjate!, cinco corridas de toros en la feria de Sevilla del año que viene y veinte corridas más a lo largo de la temporada... De dinero me han dicho que lo que ha ganado este año Paco Ojeda se iba a quedar en pañales... Hay cosas que no son cuestión de dinero. Yo volví a los toros cuando creí que debía hacerlo y me he ido cuando he creído que había llegado el momento de irme. Creo que he hecho lo que tenía que hacer...

La honradez del torero, ante todo. Por esas fechas era Ojeda el que más cobraba y al menos, de palabra, la oferta para que reapareciera Manolo Vázquez el siguiente abril, era con unos honorarios más sustanciosos. Y, sin embargo, se resistió a poner donde dije digo, digo Diego

Concluyo reproduciendo estas reflexiones de Joaquín Vidal acerca de lo que aportó Manolo Vázquez al toreo y que, a veces perdemos de vista, analizando únicamente hechos aislados:

Dijeron de Manolo Vázquez en su primera época que había puesto el toreo de frente. Lo decían por su característica forma de citar al natural, el pecho por delante, juntitas las zapatillas, la pañosa cogida por el centro del estaquillador y adelante también; “¡Vente, torito, vente!”, solía gritar con su voz aguda. Pero lo decían también porque acabó con la moda de torear de espaldas que unos cuantos pretendían perpetuar, a raíz de la invención de una desafortunada suerte que llamaban espaldina… Ahora ha puesto el toreo en su sitio. La gran aportación de Manolo Vázquez en su retorno a los ruedos – y la de Antoñete, en parecida dimensión – ha consistido en exhibir el toreo tal cual es; tal cual había sido siempre hasta que llegaron las figuras de las exclusivas. Estas figuras, cuya hegemonía ha durado dos décadas, impusieron la regularidad de su oficio, el cual excluía arte y se limitaba a reiterar pases de muleta, muchos pases, siempre los mismos pases, adocenados, monótonos, cortos, citando de perfil y ahogando las embestidas…

domingo, 8 de octubre de 2023

Alfredo Leal, a 20 años del adiós de un príncipe

Alfredo Leal
La temporada novilleril del 48 fue generosa al proporcionar toreros que caminaron más o menos largo en las veredas del arte del toreo. Varios de ellos se habían presentado en alguno de los dos calendarios anteriores, pero fue en ese año cuando consolidaron su posición y dejaron sentado que podían “ser gente” en el planeta de los toros. Así, toreros como Héctor Saucedo, Nacho Treviño, Jorge El Ranchero Aguilar, Alfonso Pedroza La Gripa, Curro Ortega, Fernando López El Torero de Canela, Tacho Campos, Rubén Rojas El Jarocho o Paco Ortiz fueron quienes, independientemente de Los Tres Mosqueteros, que llevaron el estandarte de esa generación, demostraron con el tiempo que lo que apuntaron era verdadero.

Dentro de ese grupo estaba un joven de la capital mexicana, Alfredo Leal, quien impresionó a la afición de la capital por la apostura con la que llevaba el terno de luces, como por la clase y la naturalidad con la que se desenvolvía delante de los toros. En el mes de septiembre de ese año, cuando se presentó en el viejo coso de El Progreso de Guadalajara, cautivó también a la afición tapatía y le produjo a don Francisco Madrazo Solórzano la siguiente impresión:

Tres presentaciones, y de los tres novilleros en esta plaza, sólo sobrevivió – y con creces – en el mundo de los toros, Alfredo Leal Kuri, que sería andando el tiempo, un diestro de fino hacer y limpio trazo, que lo convirtieron en un torero de primerísima fila en nuestra fiesta... Aquella tarde se quedó solo con la novillada de Santín, pues resultaron heridos sus compañeros... y la gente comenzó a hablar de Leal, un torero de cristal...

Como podemos ver, pronto quedó claro que Alfredo Leal llevaba bien unidos el ser y el parecer del torero. No era únicamente una figura que vestía bien y representaba adecuadamente lo que debería ser un diestro, sino que delante de los toros, lo confirmaba.

El hacer del Príncipe del Toreo ante los toros

Se atribuye a Curro Romero la afirmación de que el toreo es natural cuando las cosas se hacen a lo que da el brazo y la muñeca… Cuando las cosas se hacen sin estar forzado… Pues vamos, así toreaba Alfredo Leal. A pesar de medir un metro ochenta y seis de estatura – confesión hecha al entrevistador de El Ruedo días antes de su alternativa – no abusaba de sus extraordinarias dimensiones corporales para dar, en apariencia, mayor extensión a las suertes, sino que, manteniendo una majestuosa verticalidad y aplicando las reglas del Faraón de Camas, únicamente ponía en juego el vuelo natural de sus brazos y el giro de sus muñecas. 

Esas premisas teóricas las llevaba a la práctica. Así describió una actuación suya Francisco Lazo en abril de 1972:

Lanceó en el centro del anillo, cargando ligeramente sobre la pierna de salida, a ritmo lento. Y con la muleta, echándola apenas adelante, embarcaba, templaba y mandaba, muy erguido, moviendo solo el brazo, con elegancia... Y ahora con la izquierda, más lento todavía, haciendo flamear el trapo rojo en el último tiempo, con un suave muñecazo. Trataba al toro con delicadeza para hacerlo sentir a gusto y sentirse él, Alfredo, igual. Y todo allí, en el centro del anillo, sin paréntesis que pudieran romper la continuidad, que sacaran de su embeleso al torero y cortaran aquel coro de ¡torero, torero!, o las aclamaciones que, de tan continuas, parecían una sola...

Esa verticalidad y esa natural verdad con la que se conducía en los ruedos, le convirtió en un torero que, si bien no se puede afirmar con rotundidad que ocupó la cima de la torería de su tiempo, sí estuvo presente en las principales plazas y en los mejores carteles, lo que no deja lugar a dudas de que ha sido una figura del toreo.

Ese hacer ante los toros hacía de Alfredo Leal un torero que levantaba interés en cualquiera de las plazas en las que se presentaba y evidente resulta que en las que los toreros artistas son preferidos, el interés que despertaba era aún mayor. En el año de 1968 fue un activo impulsor de la reanudación de las relaciones taurinas hispano – mexicanas y le correspondió torear la Corrida de la Concordia en Sevilla. Para esas calendas, en muchos medios había una nueva generación de escritores. Es el caso de El Ruedo, donde un joven Jesús Sotos comentó acerca de su reaparición allí en la feria abrileña del siguiente calendario:

¡Qué gran planta la de Alfredo Leal! Tenía ganas de encontrarlo en un coso, y Canorea nos ha dado la oportunidad de saborear su talento. Bien por el mejicano que abrió la última temporada el camino – y la buena esperanza – al finiquitado “tiquis – miquis” taurino hispano mejicano. Muy bien Leal. Y eso que no le salieron los toros que él necesita para brillar a gran escala, a esa que su arte merece… Sabe estar…

El Príncipe del Toreo no fue uno de esos diestros que se quedan anclados en el tiempo de su surgimiento. Su personalidad y su forma de ser y de estar delante de los toros les hacen atractivos aún a quienes llegamos al conocimiento de la fiesta muchos años después. Ese conjunto de cualidades, reitera sin espacio para la duda, de que fue y será siempre una figura de los ruedos.

Alfredo Leal y los demás artistas

Cuando hablamos de naturalidad en el toreo a veces simplificamos diciendo el toreo de siempre o más poéticamente el toreo eterno. Lo hacemos para referirnos a ese toreo que parece sencillo, puro, adaptado anatómicamente a las proporciones corporales del que lo practica y que por supuesto, nos mueve las fibras espirituales, haciéndonos botar en nuestros asientos – Armillita dixit – llenos de alegría y de emoción.

Pero a veces, por buscar extensión a las suertes del toreo, se sacrifica la naturalidad, se busca ir más allá de lo que la extensión corporal da y se cae en una dudosa corriente artística que, si bien va acompañada de la personalidad propia del ejecutante y de la emoción que es propia del momento en el que se ejecuta, resulta antiestética, por precisamente, su carencia de naturalidad.

Casi podría afirmar que esa corriente es una especie de manierismo taurino, en el que por intentar forzar lo que constituye la armonía y la belleza del hacer ante los toros, se incurre en una serie de aberraciones y absurdos que terminan por destruir la esencia de su ejecución, porque la naturalidad, con el personalísimo aporte de quien lleva a cabo la faena, es la esencia de cualquier tauromaquia.

La naturalidad en el toreo no se aprende, es innata. Otras formas de expresión son generalmente resultado de la imitación – lógica o extralógica – de algún o algunos toreros vistos en los ruedos o en los videos. Encontrar la manera propia de ejecutar con naturalidad el toreo, debe ser quizás la tarea más complicada para el torero que inicia, porque en alguna manera, implica el encontrarse a sí mismo. Algunos nacen con la habilidad innata, otros tienen que trabajar para descubrirla, pero una vez hallada, su camino por las veredas del arte queda más o menos resuelto.

Para rematar

Alfredo Leal partió de este mundo hace 20 años el día 2 de octubre. Ha sido quizás, de los novilleros de su promoción, el que tuvo la carrera más longeva, porque todavía a mediados de los años ochenta siguió vistiendo el terno de luces. Nos ha dejado un interesante legado tanto en los ruedos como fuera de ellos, pues una vez que dejó de vestir el terno de luces se dedicó un par de años a dirigir los destinos de la Asociación de Matadores de Toros y Novillos y en su gestión se concluyeron las obras del auditorio Silverio Pérez que es una parte importante del patrimonio material de esa asociación sindical.

Mucho hay todavía que contar acerca de Alfredo Leal dentro y fuera de los ruedos, pero hoy, en la cercanía su aniversario luctuoso, dejo aquí estos recuerdos y estas reflexiones.

domingo, 1 de octubre de 2023

30 de septiembre de 1965: una espléndida tarde de Joselito Huerta en Madrid

En 1962, don Livinio Stuyck intenta dar un giro a la programación taurina de Las Ventas y crea un breve ciclo de final de temporada al que denomina Feria de Otoño, que en esa primera edición constó de tres corridas de toros. Al año siguiente el abono lo dividiría entre dos corridas y dos novilladas y ofrecería cinco festejos para el calendario de 1965. La idea del creador de la Feria de San Isidro no fue muy bien recibida por la crítica de la época. Dice Antonio Díaz – Cañabate:

¿Qué les ha pasado a las mujeres, que se han quedado en casa? ¡No les gustaba el cartel, no son partidarias de estas corridas otoñales, que con el absurdo nombre de Feria se ha empeñado en organizar la empresa contra el viento y la marea de los toreros, que no quieren ni venir a ella? ¿Para qué esta inoportuna Feria? ¿Para ganar unas pesetas? Pues sólo va a ganar la enemiga y la inquina de los sufridos abonados, a los que se obliga a sacar, a regañadientes, las localidades de cinco corridas sin el menor interés...

Por su parte, el controvertido Manuel Lozano Sevilla, opina al respecto:

Indudablemente esta feria de otoño está hecha un poco a contrapelo: los ases no han querido contratarse por lo avanzado de la época, lo que significa que los carteles carezcan de interés, o de garra, como ahora se dice, y el público se retrae. ¡Para que luego digan algunos «inocentes» que no es cierto que los toreros de postín se nieguen a torear en Madrid! Sí, si... Por eso en esta feria de otoño no figuran ni Antonio Ordóñez, ni «el Viti», ni «el Cordobés», ni los muy poquitos que les siguen en méritos…

Son dos puntos de vista que van en una misma dirección, en el sentido de que la Feria de Otoño parecía no tener razón de ser. El del cronista del ABC parte de la idea de que la empresa solamente busca un beneficio económico a partir de la venta del abono y el del que fuera taquígrafo personal del entonces Jefe del Estado, aparecida en el diario La Vanguardia de Barcelona, va por la idea de que los toreros de la parte alta del escalafón no gustan de comparecer en la Villa y Corte. Como sea, en esos días, esa feria no tenía un espacio propio y definido.

Vendría a ser hasta entrados los años ochenta, cuando Manolo Chopera entró a dirigir los destinos de Las Ventas, que la Feria de Otoño cobrara entidad e interés propios, convirtiéndose, como lo es hasta hoy, en uno de los verdaderos acontecimientos del cierre de la temporada taurina en España. 

La temporada 1965 de Joselito Huerta

Abrió su campaña europea en Sevilla, plaza en la que una década antes había recibido la alternativa. El 27 de abril tuvo una buena tarde ante un muy buen encierro de Celestino Cuadri, que saldó con una vuelta al ruedo tras una sentida petición de oreja. Después actuó en plazas como Valencia, Madrid, donde el 20 de mayo cortó una oreja a los toros de Baltasar Ibán que le tocaron en suerte; en Pamplona, en una tarde en la que su entonada actuación y la de José Fuentes, forzaron a Antonio Ordóñez a obsequiar el sobrero; Málaga y, San Sebastián entre las plazas más destacadas, sumando en total 25 actuaciones en ruedos europeos.

Quizás esta fue la temporada más redonda de las que realizó El León de Tetela por aquellas tierras, porque pudo dejar por sentada su madurez como torero y la realidad de su poderío ante los toros en una temporada en la que la atención de la afición y de los públicos estaba dirigida a otras cuestiones menos sustanciosas.

La corrida del 30 de septiembre de 1965

Era el festejo de apertura de la entonces vilipendiada Feria de Otoño. Se anunció un encierro de toros murubeños de don Félix Cameno García de la Higuera para Antonio Chenel Antoñete, Joselito Huerta y José Luis Barrero. Antoñete volvía por una tercera tarde en la temporada venteña después de que el 8 de agosto anterior, le cortara dos orejas a un toro de ese mismo hierro, en una corrida que teóricamente, era la última que torearía, porque después de ella, se pasaría a las filas de los de plata. Por su parte, el salmantino Barrero, que adquirió predicamento como novillero sin presentarse en Las Ventas, intentaba relanzarse en esta oportunidad.

Joselito Huerta enfrentó al segundo y al quinto del festejo y ante dos toros de condiciones que hoy calificaríamos de “complicadas”, solventó una actuación que fue más allá de la dignidad. Antonio Díaz – Cañabate, en su crónica para el ABC madrileño, destaca:

Joselito Huerta consiguió con la muleta hacer embestir al segundo, que era manso. Mansedumbre demostrada a las claras en el primer tercio. Le obligó, le embarcó con mando, que es lo que necesitaba el toro... El quinto llegó a la muleta tan quedado como el segundo... Huerta, a fuerza de porfiarle, obtuvo los pases, que fueron necesariamente cortos, porque el toro no acompañaba el viaje del torero. En un molinete, Huerta se cayó, y se alejó de la cara del toro rodando por la arena, rodamiento que gusta mucho a la gente, que le aplaudió con calor... Y en vista de eso dio la vuelta al ruedo...

Por su parte, el ya invocado Manuel Lozano Sevilla, en lo que publicó en La Vanguardia de Barcelona, reflexionó:

También ha estado lucido toda la tarde el mejicano Joselito Huerta. Para mi gusto el mejor torero que actualmente existe en su país. Toreó artísticamente con el capote; hizo un soberbio quite por gaoneras en el primero de la tarde, ovacionado fuertemente, y sus faenas fueron toreras, con pases de muy buen son, llevando toreadísimos a sus enemigos. Y el público lo agradeció ovacionándole, porque todo lo que se realiza con verdaderos toros tiene mucha más importancia que lo que se hace con becerros. Mató con decisión, señalando dos inedias estocadas en la yema, la segunda precedida de un pinchazo en buen sitio, y el torero dio la vuelta al ruedo al finalizar su labor en ambos toros, con petición de oreja...

Y en la Hoja del Lunes aparecida el 4 de octubre siguiente, con el resumen general de la feria, Isidro Amorós Don Justo, se refiere a su actuación de la siguiente manera:

Huerta estuvo tesonero, peleón. Al primero, un manso que huía hasta de su sombra, le sacó muletazos sueltos. No hubo conjunción; sí estimable pundonor. Como en el quinto, un carifosco grande, de mucho respeto, al que castigaron de forma demoledora en cuatro varas. Traserísimas; tan cruentas como perjudiciales. Valiente el mejicano, promovió el entusiasmo al estimarse su entrega. Lástima que abuse del toreo horizontal. Media espada en cada toro; la primera, en su sitio, pero saliendo perseguido y desarmado al ejecutar la suerte, y la segunda, alargando el brazo, luego de haber pinchado en hueso. Así finiquitó el azteca a sus enemigos…

Aunque hay inconsistencia en el recuento del reconocimiento popular a la actuación de Joselito Huerta, el recuento anual que hace el semanario madrileño El Ruedo, consigna justamente lo que describe Lozano Sevilla, vuelta al ruedo en el primero de su lote y otra vuelta al ruedo tras petición en el quinto de la tarde.

La tarde de Antoñete

No puedo soslayar que el triunfador del festejo fue Antoñete, quien, como decía líneas arriba, el 8 de agosto anterior, había salido a torear a Las Ventas, con la finalidad de arramblar unas pesetas para comprarse unos vestidos de plata, porque estaba decidido a pasarse a las filas de los banderilleros. Ese domingo, tarde de la confirmación de Pepe Osuna, le cortó las dos orejas al segundo toro de su lote de don Félix Cameno y afortunadamente para él y para la fiesta, tuvo ocasión de replantearse su carrera.

En esta tarde otoñal, se encontró a Mancheguito, el único toro del que las crónicas consignan nombre, al que le cortó una oreja. Un toro del que apuró la última gota de su casta y en el que todos los alternantes, en el tercio de quites, pudieron catar su bravura. Escribe Don Justo:

…Toro, como también es frecuente oír, bueno para el torero. ¡Tan bueno! Hasta hubo un buen tercio de quites. Antoñete por verónicas, puso en marcha la sonería del toreo bueno. Joselito Huerta, finísimo, cambiándose el capote por la espalda. Barrero, por chicuelinas, muy quieto. ¡Si sería bueno “Mancheguito”! ¡Si tendría “son”! Siguió con “son” en el último tercio, y Antoñete comenzó la faena con tres muletazos por alto, echando la pierna para adelante, de mucho empaque; perfecto el engarce con el de pecho… Ahí radicó el mérito del torero, que desde ese momento se puso por encima del toro. Gran mérito el de coger el temple e imponer su mando para que los pases bien iniciados no se frustraran, para hacerlos más largos. Mejores, por la izquierda. Naturales de verdad, cargando la suerte, sin apoyos antinaturales del estoque y retorcimientos. ¡Qué bien! Como al entrar a matar, con estilo de estoqueador...

De lo que he podido leer, esa tarde resultó ser algo así como el ensayo general de la faena del ensabanado de Osborne, que tendría lugar en mayo del año siguiente. Pero esa historia y otras, algún día trataré de contarlas por aquí.

El valor de estos acontecimientos

1965 fue el año de las 111 corridas de El Cordobés, afición y públicos estaban más pendientes de enterarse si El Mechudo se atrevería a romper la marca que Juan Belmonte dejó sentada desde 1919 que del toreo puro y duro que se verificaba en los redondeles. Y así, el 3 de octubre de 1965, en jornada doble, a mañana y tarde, Manuel Benítez sumó los dos festejos que le sirvieron para dejar como un mero antecedente lo que el Pasmo de Triana consiguió en la era de los trenes de vapor. Lo hizo por la mañana en Segovia y por la tarde en Toledo, a plaza llena en ambos sitios, no obstante las quejas de la afición lugareña que se lamentaba de los incrementos superiores al diez por ciento en los precios ordinarios de las entradas, por entrar a esos festejos.

También fue el año en el que, los toreros se perdieron el respeto en el ruedo y en Aranjuez, el 1º de mayo, El Cordobés y Paco Camino se liaron a bofetadas por un quite realizado a destiempo. En esa tarde, tratando de meter paz, el toricantano Vicente Punzón, le brindó el sexto a ambos contendientes. Todo el mundo se acuerda del rifirrafe entre las dos figuras, pero pocos recuerdan el pacifista gesto del toledano Punzón, quien intentó devolver al festejo la cordura y la seriedad que nunca debió perder.

Por último, el 13 de julio, El Cordobés toreó por última vez en Pamplona, en medio de una bronca de inenarrables proporciones. Al salir de la plaza se sacudió el polvo de las zapatillas y juró no volver allí, lo que cumplió. Años después, cuando novillero, su hijo Manuel Díaz se presentó allí y le hicieron pagar las cuentas pendientes de su padre. Tampoco ha vuelto a torear a aquellas tierras.

Así estaba el planeta de los toros hace 58 años. La estrella de El Cordobés encandilaba a muchos, pero en los momentos oportunos, el buen toreo resplandecía y ponía las cosas en su sitio.

lunes, 25 de septiembre de 2023

23 de septiembre de 1923: Luis Freg es gravemente herido en Madrid (II/II)

Luis Freg por su propio pie a la enfermería
Madrid, 23 de septiembre de 1924
Foto: Portela - ABC

Antes de retomar el hilo temporal de los acontecimientos, creo de interés abordar el análisis que hicieron algunos importantes cronistas de la actuación de Luis Freg ante Pescador de Matías Sánchez Cobaleda. En particular, me refiero a los que en su día hicieron Federico M. Alcázar en su tribuna de El Imparcial, César Jalón Clarito en su crónica publicada en El Liberal y Maximiliano Clavo Corinto y Oro en La Voz. Y es que sus conceptos van más allá de la mera narración de los sucesos de esa tarde, entran al examen profundo del hacer del torero ante el toro y creo que muchas de las cosas que hace un siglo escribieron, siguen valiendo el día de hoy.

La opinión de Federico M. Alcázar

El título de su crónica, aparecida en El Imparcial madrileño del 25 de septiembre siguiente es La bella y triste leyenda del valor y con la profundidad y la agudeza que caracterizaron su estilo al escribir de toros, don Federico entre otras cosas, dijo:

¿Qué es el valor? Hace tiempo que venimos haciéndonos esta pregunta y siempre hemos llegado a la misma conclusión: el valor es originalmente una cualidad, una aptitud, un sentimiento. Un torero es valeroso como es alto, como es bajo, como tiene los ojos azules o negros. Consecuencia: el valor es algo innato y natural en el individuo, como es el origen de gran parte de sus virtudes y de sus vicios. Es algo íntimo y espontáneo que nace, vive y muere con nosotros. De aquí que no sea patrimonio de la voluntad. Se cultiva el valor como se cultiva una planta. La voluntad y el celo pueden contribuir a desarrollar estas cualidades, pero no a crearlas. Fundamentalmente somos valientes, no por obra y gracia de la voluntad, sino por disposición de nuestra naturaleza. Un torero es valiente no solamente porque la voluntad venza al miedo, haciéndole permanecer sereno ante el peligro, sino también y principalmente, por la disposición de su naturaleza esencialmente valerosa... En el toreo hay un concepto tradicional del valor que es falso, falsísimo. Comúnmente se le confunde con la temeridad y hasta se llega a emplear como sinónimo su significado. Y, claro es, al hacer esto, se llama toreros valientes a los que no son sino temerarios… los toreros temerarios, ¡qué tragedia más espantosa la de su vida! Son héroes por fuerza. Recordad sus gestos, sus actitudes, sus momentos. Están inquietos, azorados, nerviosos. Si el toro les tropieza, entonces surge «la tragedia de galería», el bonito y divertido espectáculo del pelo enmarañado, los brazos extendidos, las manos crispadas, los ojos encendidos, el rostro ensangrentado y lívido, y todo su cuerpo agitándose como un pelele borracho y dando la sensación de que lo que quieren, más que desafiar el peligro, es ahuyentar el miedo y vencer la cobardía… Luis Freg es de los pocos a quienes no seducen estas apariencias engañosas del valor… Luis Freg ha llegado al sitio que hoy ocupa en el toreo sin más bagaje que su valor, y sólo a fuerzas de cornadas ha logrado sostenerse en él… Entre el valor del torero, por muy grande que sea, y la brutalidad de un toro, por noble y manso que resulte, siempre vencerá éste, aunque por fortuna o por suerte salga el torero triunfante en determinados momentos. Esta es toda la historia taurina de Freg. De cien toros que ha matado, en veinte ha salido ileso, cincuenta, le han volteado, y treinta le han herido. La proporción es tan dolorosa que, aun siendo para el toreo su más limpia ejecutoria de pundonor y de vergüenza, es para el aficionado imparcial y desinteresado la conclusión más terminante de su inutilidad y de su impotencia. No vale la pena, de lograr un nombre como el de Freg, y ganar unos billetes, si en cada moneda hay un gesto de dolor y en cada letra un litro de sangre...

Juzga con dureza Alcázar la trayectoria de Luis Freg, pero también lo hace con verdad. Porque el llamado Rey del Acero cobró celebridad por sus extraordinarias maneras de matar a los toros, pero también, por la cantidad de los percances graves que sufrió durante su dilatada carrera en los ruedos. En lo que sí es claro don Federico, es que no fue un torero temerario, irreflexivo, sino de un valor sereno y calculado.

Lo que comentó Clarito

César Jalón era el cronista titular de El Liberal y su apreciación de la corrida apareció en la misma fecha que la de El Imparcial. Por el sentido de lo escrito por Clarito y por Alcázar, tengo la impresión de que ocuparon localidades contiguas o el mismo palco de prensa y comentaron sus impresiones de lo sucedido, porque en alguna forma sus opiniones tienen cierta complementariedad, como se verá enseguida:

Hay diestros, diestrísimos, a quienes parece imposible que los coja el toro. No es que sepan demasiado bien los secretos de su arte y que, en gracia a estos conocimientos, les sea facilísimo emocionar y deleitar al público sin necesidad de exponerse a los duros trances de esta que se llama «arriesgada profesión» … Y hay otros hombres, menos diestros, de menor agilidad física y mental, más torpes de comprensión y de movimiento, a quienes parece imposible que «los coja el toro», y que, ciertamente no los coge... porque se cogen ellos solos… Cuando asistimos al espectáculo de los «diestrísimos» una y otra tarde, les gritamos que el toreo no es «eso». Les excitamos – en vano – a que se acerquen algo a los pitones de las reses, no al cuello ni al cuarto trasero, que es a donde se pegan infinitamente después que pasaron las astas, y acabamos por desearles que no les hiera el toro, sí que siquiera los asuste, que comprendan por lo menos, que este arte es difícil y arriesgado y que impone, a veces, al cuerpo mayores sacrificios que el de una complicada torcedura de busto, de cintura o de cuello... Por el contrario, ante el tormento de ver como un día y el otro se juegan – y jugar es sinónimo de perder – la vida otros hombres menos diestros, con honra muy pasajera para ellos y sin ningún provecho para el público, al menos para el gusto de paladar «artístico», nos decimos que tampoco es «eso» el toreo, y nos encomendamos al santoral entero para que no se arrimen, para que les salga el enemigo difícil, ese enemigo con el que el espectador disculpa al torero todos los recursos; para que no tenga que habérselas con un toro ante cuya bondad el hombre se crea en el deber de suplir sus deficiencias con el alarde temerario de entregar su cuerpo a los cuernos, así como diciendo al público: «Ya que no puedo darte mi arte, te doy mi sangre...» …De los de este segundo grupo, el más veterano, no ya, desde luego, por antigüedad, sino también por «méritos contraídos», es el espada mejicano Luis Freg. Cosido a cornadas, después de haber hablado de tú con la muerte en más de tres ocasiones – y está de nuevo llamado a sus puertas, según cuentan –, los amigos y admiradores más fervientes del valeroso muchacho, son médicos y practicantes de medicina… Se explica así la sonrisa ingenua y desafectada de Luis Freg haciendo tranquilamente el paseíllo a la hora en que el espectador comienza a temblar por él y el gesto de despreocupación temerario con que, en pie, sin mirarse la carne agujereada, saluda, sonriendo siempre, mientras se le empalidece el semblante, al público que le rinde un homenaje a su rasgo valeroso, a su desprecio de la vida, no, por desgracia, en beneficio del arte, sino en señal de respeto por el que paga…

Como se puede leer, Clarito añade al valor sereno que le atribuye Alcázar a Luis Freg, una cierta torpeza, impericia o falta de oficio como causa de sus continuos y graves percances. Independientemente de cualquier otra cuestión, creo que César Jalón juzga con excesiva dureza al torero, más por no ser de su gusto como aficionado, que por las causas que ilustra en el desarrollo de su crónica.

Lo que entendió Corinto y Oro

La opinión de Maximiliano Clavo fue la primera en ver la luz, pues se publicó al día siguiente del festejo y se tituló El derroche de sangre. De manera algo ditirámbica, el cronista más veterano de los tres que en este momento invoco, media entre las posturas de Alcázar y Clarito, según leemos enseguida:

Este hombre, adalid de la vergüenza torera; este lidiador dolorosamente glorificado por las innumerables veces que se dejó agujerear sus carnes por las astas de los toros; este Frascuelo del siglo XX es Luis Freg, un matador de toros que hace doce años vino de Méjico a destacarse en España, fuertemente afianzado en la primera cualidad que un torero necesita para ser “algo” en la trágica fiesta hispana: valor. Y Luis Freg, asendereado por tanta y tanta cornada una y otra tarde, tiene un valor ciego, un valor no sujeto a medida, un valor que, en realidad, sobrepasa a la cantidad exigida por los derechos del público y por la fiesta misma para ser torero íntegro… Este valor ciego, inconmensurable, absurdo en repetidas ocasiones, ha puesto a Luis doce, catorce, veinte veces (Frascuelo, se ha repetido en él el caso de Frascuelo) sobre las camas de operaciones de los cirujanos en las enfermerías de las plazas, para tapar enormes boquetes que han hecho las astas en su cuerpo, que, cosido a cornadas, se viene entregando incondicionalmente a todos los toros cuantas tardes y en cuantos sitios se pone el traje de luces, deslumbrante indumentaria que en el Frascuelo mejicano tiene la lamentable equivalencia de un continuo derroche de vida…

Me parece exagerado considerar a Luis Freg el Frascuelo mejicano, aunque los toros le hayan castigado excesivamente, como al Negro. La distancia taurina entre uno y otro es abismal. No pretendo con esta apreciación faltar al respeto a Luis Freg, quien, como Salvador Sánchez, tiene un sitio privilegiado en la historia del toreo, pero cada uno tiene un lugar propio y esos lugares no son precisamente iguales.

La temporada 1923 – 24 en México

Ya de regreso en México, se puso en contacto con la empresa de El Toreo y consiguió ser incluido en el elenco de la temporada ya iniciada. Reapareció en los ruedos el 24 de febrero de 1924, para lidiar junto a Juan Silveti y Juan Anlló Nacional II, toros de San Diego de los Padres. A ese propósito, contó Freg a Armando de María y Campos:

Así como la corrida del 23 de septiembre en Madrid continuó a pesar de que en la enfermería de la plaza un hombre moría, porque así es en la fiesta de toros, yo continué mi trayectoria como torero que da a los públicos lo que tiene, volviendo a vestir el traje de luces, y llevando debajo de la chaquetilla la herida abierta y aún con tubos de canalización, porque, fistulizada, no quería cerrar. En México, el 24 de febrero de 1924, con Silveti y Nacional II toros de San Diego de los Padres. Y a mí mismo me parecía que no tenía un boquete abierto debajo de la casaquilla...

Lanfranchi, en su Historia del Toreo… afirma que bastante hizo Freg con salir a la plaza, pues se notaba a simple vista que aún no estaba debidamente recuperado; por su parte, Verduguillo en El Universal Taurino, únicamente destaca sus estocadas, aunque lo viera apurado para despachar al primero de su lote y el corresponsal del semanario The Times consigna:

Luis Freg, que fue recibido con gran ovación en el paseíllo, toreó a sus dos toros con mucho valor, lo mismo con el capote que con la muleta, por lo que fue ovacionadísimo... Matando estuvo breve y valiente en el primero, y superior en su segundo, del que cortó la oreja, y dio la vuelta al ruedo...

Volvería a la capital mexicana el 13 de abril, para alternar con Rodolfo Gaona y Guillermo Danglada quien recibía la alternativa, con toros de Ajuluapan. Logró torear algunas tardes más y en cuanto el verano redujo la actividad aquí en México, regresó a España, para continuar adelante con su carrera en los ruedos.

Para concluir

Escribió El – hombre – que – no – cree – en – nada:

Acribillado por más de medio centenar de furibundas cornadas, muchas de ellas gravísimas y no pocas de las que ponen en inminente peligro la vida, Luis Freg nunca perdió un adarme de su valor espartano, nunca se le vio regresar a los ruedos dolido de sus percances por serios que hubieran sido. Todo lo contrario, siempre dio la impresión de que las astas de sus poderosos enemigos, al herirle, inyectaban en su cuerpo de recio gladiador algo más de bravura, de coraje y vergüenza, con ser mucho ya lo que de esto llevaba dentro. Por algo se le conoció en España por “Don Valor”…

Esta es una página de la historia del bravo Luis Freg. Aquí hay espacio y quizás haya tiempo para tratar de presentar alguna otra. 


domingo, 24 de septiembre de 2023

23 de septiembre de 1923: Luis Freg es gravemente herido en Madrid (I/II)

Luis Freg herido por Pescador de Matías Sánchez
Madrid, 23 de septiembre de 1923
Foto: Portela - ABC

La carrera de Luis Freg en los ruedos estuvo plagada de percances. En el cuarto de siglo que duró, según a quien se lea, sufrió entre cincuenta y dos y setenta y cuatro cornadas y en más de una ocasión el torero de Nonoalco estuvo al borde de la muerte, o de la mutilación. En al menos los dos años anteriores al hecho que hoy me ocupa, su vida se vio seriamente comprometida por las heridas que los toros causan, y así en 1921, en la capital de España, fue herido en dos ocasiones, la primera el 27 de marzo, cuando un toro de Moreno Santamaría, el segundo de su lote en esa corrida de inauguración de temporada, le hirió al ejecutar la suerte de matar. Ese mismo toro, en un tumbo, le causó una herida en la cabeza al picador Manuel Granados Veneno, quien murió a causa de ella, el siguiente martes. 

La segunda cornada del 21 fue en la corrida del 25 de septiembre siguiente, cuando el segundo de la tarde y primero de su lote – el abreplaza se lo cedió a Nacional II que recibía la alternativa – lo volvió a herir en el mismo muslo derecho al ejecutar la suerte de matar. La diferencia en esta oportunidad es que El Rey del Acero estuvo tan valiente y con tanto lucimiento, que al retirarse por su propio pie a la enfermería – como parecía ser su costumbre – lo hizo con la oreja del toro en la mano. Un detalle importante a resaltar es que el heridor era de la ganadería de Matías Sánchez Cobaleda, antes Trespalacios.

En 1922, justamente el día 11 de marzo, sábado, se organizó en el Toreo de la Condesa una corrida a beneficio de los deudos de Ernesto Pastor. Se lidiarían seis toros de distintas ganaderías y contó Luis Freg a Armando de María y Campos que, si bien él ya había toreado un beneficio para ellos en Madrid, gustoso aceptó la encomienda, aunque con cierta incomodidad, porque le tocaría enfrentar un toro de Veragua que fue tentado y estuvo de semental en San Nicolás Peralta y eso le dejaba dudas sobre el juego que daría en la plaza. Ese toro le hirió en el mismo muslo derecho casi al abrirse de capa y le produjo una herida profunda que le seccionó la vena femoral.

El presidente Álvaro Obregón que se encontraba en el tendido, envió al doctor Pascual Millán, su médico personal y al afamado cirujano norteamericano William Mayo que estaban con él en el tendido, para auxiliar al servicio médico de plaza. Freg cuenta que estuvo a punto de perder la pierna por las infecciones y los problemas circulatorios que tuvo con posterioridad a las varias intervenciones que se le practicaron con la finalidad de curarle. Al final, la tenacidad del torero y la efectividad de los médicos taurinos mexicanos, fueron definitivos para que lograra continuar con su andadura en los ruedos.

La temporada española de Luis Freg en 1923

Luis Freg llegó a España el 8 de mayo de 1923 por el puerto de Vigo y casi de inmediato comenzó a actuar, pues el día 12 ya estaba presentándose en Valencia, para lidiar toros de los herederos de Esteban Hernández junto con Chicuelo y Fausto Barajas. Ese sería el arranque de una campaña que fue de una buena cantidad de corridas, porque Enrique Minguet Pensamientos, en su anuario Desde la Grada, le contabiliza 23 actuaciones en ruedos hispanos y franceses en plazas como Madrid, la ya nombrada de Valencia, Barcelona, Málaga, Salamanca, Pamplona, Santander o Nimes. Fue el matador de toros mexicano con más actuaciones en aquellas tierras ese año, siguiéndole Juan Silveti con 20; Rodolfo Gaona con 6; José Ramírez Gaonita con 5; su hermano Salvador Freg y José Flores Joselito con una cada uno.

La corrida del 23 de septiembre de 1923 estaba programada por el entorno de Luis Freg para cerrar su temporada en aquellas tierras y su regreso se produciría, según la prensa de la época, el martes 25 de septiembre, para comenzar a preparar su participación en la temporada 1923 – 24 de la capital mexicana.

La corrida del 23 de septiembre de 1923

Se anunció un encierro de Matías Sánchez Cobaleda, de Salamanca, antes Trespalacios, para Luis Freg, Victoriano Roger Valencia y José Roger Valencia II. Era la corrida que iniciaba la segunda temporada del año o la temporada de otoño de la plaza de Madrid. Para Luis Freg, era su segunda comparecencia en la Carretera de Aragón y según contó a Armando de María y Campos:

Ese año de 1923 iba muy bien, pero... un toro de Matías Sánchez me obligó a hacer un alto en el camino. Para el 23 de septiembre la empresa de Madrid anunció una corrida con seis toros de Matías Sánchez, antes Trespalacios, que deberíamos matar los hermanos Valencia y yo. Ya he dicho que los hermanos Roger han sido de mal fario para los Freg. Recuerdo la muerte de Miguel toreando con Pepe y la cantidad de veces que los toros me han cogido toreando con Pepe o con Victoriano. Esa tarde, pues, presentí la tragedia...

En la misma obra, Luis Freg aporta el dato de que el primer – y al final, único – toro que enfrentó esa tarde, se llamó Pescador y que fue de pelo ensabanado salpicado, aunque Don Prudencio, en su crónica en el diario madrileño El Mundo, lo refiere como un toro jabonero, salpicao y botinero. A saber...

La actuación de Freg ante ese toro, de acuerdo con P. Álvarez, cronista del diario La Correspondencia de España, fue de la siguiente manera:

Ayer toreó muy bien Freg de capa, veroniqueando con cuatro lances seguiditos. Un farol y dobló con media superior. En otro tiempo largó otro lance de maestro, y ceñido como un guante a la mano, remató con otra media verónica formidable… Freg oyó muchos aplausos, y aquello fue un acicate para animarle a la hora del tercio final. El toro, como ya hemos dicho, era un portento de nobleza, y empezó con el famoso pase de la muerte, que el mejicano dio erguido e inmóvil. Sigue la labor tranquilo, bien, apretándose con el Trespalacios, que toma la muleta admirablemente. Cuadra Freg, se le viene el toro encima y aguanta la embestida, dando un buen pinchazo. Hay palmas al valor, a la serenidad, en el encuentro inesperado; pero no es aquello lo que el matador desea. Unos cuantos muletazos más, y el toro, cansado del muleteo, huye. Lo recoge Alfredo Freg, que lo lleva a los tercios del 9, donde, después de otros pases sobrios, valientes, para que cuadre, queda el toro algo aculado a las tablas, con la cabeza alta. Freg ataca despacio, recreándose en la suerte, y mete todo el estoque en lo alto; pero el Trespalacios, que ha tomado la querencia a las tablas, espera, sin avanzar, y le engancha por el muslo. Luego le recoge de nuevo, le cornea, al parecer en la otra pierna, y además, debajo del sobaco derecho. Estalla la ovación al matador, que a recibir esa ovación venía seguramente Freg. Ve éste caer al toro, y con los brazos en alto contesta la ovación. Cae la fiera, y Freg, tranquilo, satisfecho, sonriente, recorre triunfalmente el camino, contestando a las palmadas. Lleva la taleguilla destrozada en las dos piernas y en la carne a descubierto no se ve un rasguño. Parece que no tiene nada, y marcha tranquilo, acompañado de su hermano, a la enfermería… Luego vemos que no sale, con alguna sorpresa, porque al principio dicen que va a ponerse el pantalón de un monosabio. Más tarde nos aseguran que tiene una costilla rota. El parte facultativo no llega al burladero de los diputados provinciales hasta el quinto toro. Vienen noticias cada vez más alarmantes. Está grave. Luego, que le van a dar la Santa Unción...

Como siempre que hay una cornada grave, circulan por el callejón y por los tendidos diversos rumores acerca del estado del torero herido, pero es hasta que se conoce el parte médico, cuando se confirma lo que las apariencias denuncian. En este caso, el doctor Jacinto Segovia rindió el siguiente:

Durante la lidia del primer toro ha ingresado en esta enfermería el diestro Luis Freg, a quien, después de un minucioso reconocimiento, se le ha apreciado una herida, por asta de toro, en la región torácica lateral izquierda, que interesa los planos superficiales, con fractura de las costillas cuarta y quinta, grandes desgarros en la pleura, penetrando en el tórax... Otra herida en el tercio superior, cara externa, del muslo izquierdo, de doce centímetros de profundidad, que interesa la piel, tejido celular y aponeurosis del plano muscular. Pronóstico gravísimo.

La herida fue empaquetada con gasas para inhibir la hemorragia y estabilizar al torero herido, y de esa manera decidir su traslado a un hospital para continuar su tratamiento. Así, entrada la noche del festejo, se le trasladó al sanatorio del doctor Mateo Milano en la calle de Zurbano, donde se le ingresó para continuar su tratamiento, vaciándose las gasas tres días después para iniciar las curas acostumbradas en aquellos días.

El 28 de septiembre fue visitado por Antonio Márquez y Nicanor Villalta, y el doctor Jacinto Segovia dio casi por curada la cornada del muslo, en tanto que pronosticó que la del tórax tardaría meses en restablecerse. Por esas fechas la prensa madrileña daba cuenta de la recepción de un extenso telegrama firmado nada menos que por el general Álvaro Obregón, en esos días, Presidente de la República Mexicana.

¿Corrida a beneficio?

El semanario The Times, dirigido por Federico Ramos de Castro Rodaballito, publicó un extenso editorial titulado Laureles rojos o Luis Freg, el indomable, en el que entre otras cosas, se dice:

Es preciso rendir un homenaje a este artista invencible y verdaderamente trágico, y THE TIMES, dirigiéndose al Sr. Jardón, cuyos buenos sentimientos e hidalguía no fueron desmentidos nunca; y dirigiéndose a Dominguín, como presidente de la Asociación del Matadores de toros y novillos, propicio siempre a favorecer y ayudar a sus compañeros, se atreve a proponer lo siguiente: No siempre se han de dar los beneficios a las viudas y a los inútiles. Tan justo o más es darle, en casos como éste, en que un torero, después de una temporada de lucha, cae gravemente herido en una de sus últimas corridas, perdiendo en su curación los escasos ahorros que pudo hacer, tras penalidades tantas… será de justicia que en el cartel de ese beneficio que, estamos seguros, ha de celebrarse, figure el nombre postergado de Salvador Freg, el hermano del infortunado Luis, tan bravo como él, y para el que sirve de padre el pundonoroso torero mejicano, que, cuando escribimos estas líneas, aún lucha con la muerte... Del Sr. Jardón, noble y compasivo, y de Dominguín, excelente compañero, nos permitimos esperar una contestación inmediata…

Rodaballito proponía eso el domingo 30 de septiembre y como fecha de realización el jueves 4 o viernes 5 de octubre siguientes. El festejo no se llevó a cabo y Luis Freg, conforme a la costumbre de la época, siguió sufragando los costos de su curación, pues la empresa de la plaza se hacía cargo solamente de los generados los tres días siguientes a la corrida.

El alta hospitalaria y el regreso a México

El diario La Correspondencia de España del 12 de noviembre de 1923 anunciaba en una gacetilla que, en la víspera, Luis Freg había salido del sanatorio del doctor Milano de la siguiente manera:

Hace ya cincuenta días que el valiente espada mejicano Luis Freg recibió un cornalón al entrar a matar en las tablas del 8... Aunque débil, ha abandonado el sanatorio, en franca convalecencia, y el sábado, a medio día, fueron sus amigos y familiares en automóvil para recoger al que de nuevo encontró la vida en una clínica... Freg se despidió cariñosamente de todos los de la casa donde le devolvieron la salud y la despedida de todos, médicos. enfermeras, practicantes v 1a dependencia, fue tan efusiva y emocionante como aquella que pinta Benavente en «La fuerza bruta»...

Se retiró a su domicilio en Madrid a terminar su recuperación y a preparar sus bártulos para volver a México, lo que se anunció en The Times del 23 de diciembre de ese año, acompañado de sus hermanos Alfredo y Salvador

La intención de Luis Freg era reaparecer en los ruedos en la temporada 1923 – 24 de el Toreo de la Condesa, pero dada la extensión que van tomando estas notas, espero terminarlas el día de mañana. 

domingo, 17 de septiembre de 2023

10 de septiembre de 1933: Edmundo Zepeda El Brujo se presenta en Madrid

Edmundo Zepeda es, junto con Emilio Sosa uno de los dos matadores de toros mexicanos nativos del Estado de Oaxaca, tierra en la que desde la prohibición que decretara don Benito Juárez, siendo gobernador de esa entidad, la fiesta de los toros dejó de tener arraigo entre su población y a esta fecha, aunque se hacen reiterativamente intentos de volver a llevarla a esas tierras, no han prosperado, porque a una buena parte de los habitantes de esa región de México, no se le ha imbuido el interés por estas fiestas.

El empleo del padre de Edmundo le llevó a una edad temprana a la capital de la república y es allí en donde se aficiona a los toros y comienza a aprender el toreo. Le confió a Rafael Morales Clarinero, en una entrevista publicada en El Redondel el 21 de abril de 1957:

...empecé a salir de banderillero en Xochimilco y en Tepeji del Río... estuve colocado con “El Negro" Muñoz, con Alberto Balderas y con Juan Silveti. Este último me dejaba matar algún toro, en algunos pueblos, como Charcas, Concepción del Oro, Cárdenas S.L.P., etc., y así me inicié...

Esa confesión me hace suponer, sin mayores medios probatorios, que Edmundo Zepeda se formó como torero en la placita de Tacuba, donde los discípulos de Ojitos, Samuel Solís, Luis Güemes y Alberto Cosío El Patatero enseñaban el toreo, porque de allí salieron a la fama, entre otros importantes, Alberto Balderas y José El Negro Muñoz y acostumbraban llevar en sus cuadrillas a compañeros formados o que al menos entrenaban en el mismo lugar.

Se presentó como novillero en el Toreo de la Condesa el 16 de agosto de 1931, alternando con Agustín García Barrera y Liborio Ruiz en la lidia de novillos de Ayala y se alzó como el triunfador del festejo al cortarle el rabo al tercero de la tarde. Tres domingos después volvería acartelado con Eduardo Tercero y Lorenzo Garza y tanto él como quien después sería llamado El Ave de las Tempestades saldrían en hombros de la plaza tras desorejar a los novillos de Rancho Seco que les tocaron en suerte.

La novillada de la Oreja de Plata de 1931 se celebró el 27 de septiembre de 1931 y a diferencia de otros años, se la disputaron solamente Lorenzo Garza, Liborio Ruiz y Edmundo Zepeda ante novillos de Piedras Negras. Edmundo Zepeda le cortaría la oreja al tercero y el rabo al sexto de la función para llevarse el trofeo en disputa. Como fin de fiesta, se lidiaron dos novillos de Zacatepec para Alfredo Ochoa – años después sería ganadero de Campo Alegre – y Justo Alcíbar Cordobesito.

A Edmundo Zepeda ya le comenzaban a llamar El Brujo. En la entrevista anteriormente citada, le refirió a Clarinero:

No tengo inconveniente en decirle el origen de mi apodo. Cuando debuté y tuve suerte, me apoderó al año siguiente, “Don Dificultades”, y fue él quien me puso “El Brujo de la Muleta”. Como, además, soy del Istmo, donde hay mucha brujería, ya que la mayoría de las tehuanas tratan de embrujar a sus quereres, se comprenderá el porqué del alias...

Su campaña española de 1933

El semanario valenciano El Clarín fechado el 25 de febrero de 1933, relataba lo siguiente:

El diestro mejicano, Edmundo Zepeda, que viene precedido de un gran cartel como novillero puntero, llegará a España a bordo del vapor Habana, a fines del corriente mes, y su apoderado ya le tiene preparado el debut en la plaza de toros de Madrid para una fecha del mes de marzo, teniendo además firmadas varias novilladas en provincias y en Francia, lo que demuestra la expectación que existe por conocer a tan renombrado torero mejicano. Sea bienvenido...

Al final de cuentas, El Brujo cerraría el calendario con 8 actuaciones en ruedos españoles, en las plazas de Pamplona, Zaragoza (3), Alfaro, Cuenca y Corella, además de la que me ocupa en este momento y dos en Francia, en Perpiñán y en Burdeos. Como podemos observar, su actividad se circunscribió a plazas del Norte de España. Los otros novilleros mexicanos que actuaron en ruedos hispanos por esas calendas fueron Lorenzo Garza (18), Luis Castro El Soldado (14) y Eduardo Solórzano (9).

La presentación en Madrid

Para el domingo 10 de septiembre de 1933 se anunció una novillada en la que se presentaría la ganadería de don Esteban González, de Utrera y que, según Carlos Revenga Chavito, cronista del diario madrileño La Nación:

Los carteles anunciaban una novillada; pero D. Esteban González, ganadero andaluz, que debutaba ayer, embarcó una verdadera corrida de toros... Los seis bichos fueron grandes, gordos, y tuvieron mucha leña en la cabeza... El público fue de asombro en asombro, al ver salir por los chiqueros aquellos seis toracos, poderosos y con trapío...

En parecido sentido se pronunció Recorte en La Libertad, diario también de Madrid, como vemos enseguida:

La novillada que el domingo preparó la Empresa de Madrid merece un caluroso aplauso. Así debían de ser no sólo las novilladas, sino muchas corridas de toros que sólo lo son por el nombre. Así, con reses grandes, gordas, bien armadas y con los años que marca el reglamento, es como los toreros pueden demostrar que lo son. Lástima que como un jarro de agua fría venga a apagar nuestros entusiasmos el recuerdo de que esa novillada, de que esa corrida de toros no se había encerrado para tres fenómenos, sino para tres muchachos modestos de esos que no le pueden decir a las empresas: «Esa corrida gorda, vieja y con pitones la torea usted o su madre de usted. Yo no, porque no estoy dispuesto a ir al fracaso»...

La empresa de don Eduardo Pagés puso una verdadera prueba a los novilleros actuantes, que eran Manuel Zarzo Perete, Juan Jiménez y el debutante mexicano Edmundo Zepeda.

La actuación de El Brujo Zepeda

Las opiniones de la prensa de Madrid se dividieron acerca del hacer de Edmundo Zepeda. Si hemos de atender a lo que escribió el ya citado Chavito, saldó con algo más que dignidad el compromiso y se ganó la repetición:

Ayer debutó otro novillero mejicano, y su labor satisfizo al público... Maneja capote y muleta bien, y con el acero está decidido... Zepeda es un buen banderillero. Ayer clavó unos pares de frente superiores, y uno al sesgo, por dentro, colosal... Edmundo está bien colocado en la plaza, y ello le permite acudir oportuno a los quites. Fue muy aplaudido, y se ganó la repetición...

También es comedido Eduardo Palacio, quien, en su tribuna del ABC, expresa:

Debutar en Madrid con un toro como “Navarrito” es una cosa indudablemente muy seria, que no fue obstáculo para que Zepeda lo lancease voluntariosamente, le clavase tres pares de banderillas, el último de dentro afuera, que se premió con una gran ovación, y, previa una faena valentona, lo despachase de una estocada casi entera, delanterilla... El muchacho escuchó palmas...

Pero si hemos de tener en cuenta la opinión de quien redactó la crónica de la Hoja del Lunes madrileña del día siguiente del festejo – no aparece firmada –, veremos que no ha sido tan considerado con nuestro paisano:

El mejicano debutante Edmundo Cepeda causó mala impresión. A sus dos enemigos, lo mismo con el capote que con la muleta, los trapeó feamente por la cara; sin correr el engaño, sin tirar del toro y moviéndose con él en un continuo desasosiego... Con el estoque, entrando siempre con el brazo suelto... En los quites no hizo nada tampoco... Edmundo Cepeda se banderilleó sus dos toros, con más suerte al primero que al que cerró plaza. En aquel oyó palmas...

En parecido sentido se expresa Cayetano, en el diario Luz:

Un novillero mejicano más, con el sentimental nombre de Edmundo y una "Z" en el comienzo del apellido, completamente antitaurina. No sabemos si a consecuencia de un volteo que sufrió al intentar una larga afarolada al segundo o a una particular idiosincrasia, se pasó toda la tarde dudando y moviéndose más de lo debido... En fin, Zepeda tuvo un debut vulgar, pero quedó en condiciones de la repetición...

Luces y sombras, la eterna verdad del toreo son las referencias que nos quedan acerca de lo que sucedió en la presentación de El Brujo Zepeda en la plaza de toros de la Carretera de Aragón, hoy hace una semana que se cumplieron 90 años.

Edmundo Zepeda recibiría la alternativa en Jiquilpan, Michoacán el 20 de noviembre de 1941, de manos del Rey del Temple Jesús Solórzano, con toros de Xajay y la confirmaría en el Toreo de la Condesa el 18 de abril del año siguiente, apadrinándole David Liceaga, en presencia de Andrés Blando, con la cesión del toro Borrachito de San Mateo.

Actuaría como matador de alternativa, hasta entrados los años 50, señalando el torero que su última tarde vestido de luces se verificó en Acapulco, alternando con Carlos Arruza y Julio Aparicio en la lidia de toros de Pastejé.

Los Cuatro Siglos de Toreo en México

Cuando Edmundo Zepeda dejó de vestir el terno de luces, formó una especie de compañía para


presentar en las plazas de todo el país un espectáculo que denominó Los Cuatro Siglos de Toreo en México. Así lo contó el torero a Clarinero:

La formación del conjunto se me ocurrió una noche leyendo la “Historia del Toreo en México” de don Nicolás Rangel... Pensé en la conveniencia de resucitar suertes antiguas de las que muchos aficionados apenas tenían referencia por láminas o grabados... Entre las suertes están “La Mamola” de origen azteca; el “Don Tancredo”, relativamente moderna; banderillas con la boca; banderillas en silla; banderillas en barril; la suerte de los comprometidos; torear en zancos, etc... Presenté el espectáculo aquí, en la Plaza México, el 14 de agosto de 1955. Hemos toreado en esta plaza dos veces aparte, siempre con gran éxito... no es precisamente un negocio fantástico, pero nos deja para vivir, y tiene la ventaja, de que le permite a uno estar dentro del ambiente del toro...

Quizás el entrevistado omitió señalar que al final de la presentación de las suertes propias del espectáculo, se soltaban, de acuerdo con la categoría de la plaza, dos o cuatro novillos para ser lidiados y muertos a estoque por novilleros a la usanza tradicional, lo que coloquialmente se llama la parte seria del espectáculo, misma que ha sido la cuna de muchos toreros que han llegado a ser figuras y en el que participó también más de algún personaje que llegara a destacar en otros campos de la tauromaquia, como en el caso de José Luis Carazo Arenero, que lo hizo como cronista. Hace algo más de un par de años, escribió su hijo Luis Ramón, a propósito de un espectáculo de toreo bufo:

Recordé con Patorro que mi padre, José Luis Carazo se vistió de diablo en el ruedo de La México en la parte seria de los Cuatro Siglos del Toreo organizada por mi padrino El Brujo Zepeda...

Al final, El Brujo Zepeda intentó llevar la fiesta de los toros a las masas por la vía de la diversión. Encontró un buen vehículo para acercar la tauromaquia en sus distintas vertientes a quienes en principio no tenían afición a ella y de esa manera, captar nuevos aficionados. La compañía que formó terminó por diluirse, pero seguramente todavía quedan en los tendidos aficionados que tuvieron su primer contacto con el espectáculo que ideara una noche de insomnio este torero oaxaqueño.

Aviso parroquial: Por razones de todos conocidas, me vi en la necesidad de posponer una semana estas notas. Espero sabrán entenderlo.

Aldeanos