domingo, 30 de octubre de 2022

Dr. Alfonso Pérez Romo. Una aproximación personal

Dr. Alfonso Pérez Romo
Plaza de Toros San Marcos (Cª 1955)

El otoño climático hizo su aparición en Aguascalientes y al abrir la puerta, hizo mutis por ella un hombre que en todo lo que intentó en la vida persiguió, no me queda duda alguna, dejar algún beneficio para todos los que lo rodeaban. Concretar una existencia así, no es una realización fácil, aunque los hechos que la fueron conformando, se hayan distinguido por la sencillez de trato con la que se fueron realizando. Y hago esta última afirmación, porque independientemente de la trascendencia de las obras que emprendía – y terminaba – el doctor Alfonso Pérez Romo, la divisa de su hacer era el trato afable, sencillo – nunca le oí alzar la voz – y la humildad, entendida esta última virtud, como la facultad humana de mantener los pies firmes en el suelo – del latín humus – sean como hayan sido las circunstancias en que los hechos de su vida se hubieran producido.

El doctor Alfonso Pérez Romo recorrió un amplio espectro de actividades humanas. Desde las más mundanas que implican los negocios y la empresa, hasta las que tienen un importante contenido humano, principalmente, las que se relacionan con la salud y la integridad física de las personas, en el caso, las más vulnerables, los niños; o las que tienen que ver con las artes, otras relacionadas con la filosofía y por supuesto, las encaminadas a la formación de las personas hacia el futuro. Toda regla tiene su excepción y seguramente cuando llegue el momento de elaborar el balance, se verá que mucho abarcó y también mucho apretó, demostrando su excepcionalidad.

El Doctor Pérez Romo y la fiesta de los toros

Aparte de su obra sustantiva, don Alfonso también tuvo aficiones. Una de ellas, muy arraigada, fue la que tuvo por la fiesta de los toros. Una de las primeras referencias que encontré a su gusto por ella fue en un número de La Lidia del año de 1943, calculo que estudiaba el primer año de la carrera de Medicina y don Luis de la Torre, El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada, lo presentaba a la afición del país – ese semanario circulaba en toda la República – como un joven aficionado:

…Raro es entre la moderna juventud encontrar ideas taurinas tendientes a conservar teorías que son patrimonio de la vieja afición. Alfonso Pérez Romo participa en mucho de las viejas doctrinas sin que por ello deje de manifestarse con entusiasmos juveniles… descubrí que la afición de Alfonso se extiende hasta aprovechar sus magníficas aptitudes de dibujante para producir cuadros taurinos, representando a toreros de su predilección en momentos culminantes de sus actuaciones…

Así pues, don Luis, un importante y poco recordado escritor y periodista taurino de Aguascalientes, nos presenta también a un dibujante y pintor que entre los temas que acometía estaba el de la fiesta.

Ejerció como aficionado práctico – la imagen que ilustra estas líneas así lo denuncia – y siempre que actuó lo hizo por satisfacer su gusto, pero principalmente para apoyar alguna causa benéfica. La citada fotografía muy probablemente fue lograda en el año de 1955, en un festival al que ya me había referido en este sitio, cuando compartió cartel con don Humberto Elizondo, Guillermo González Muñoz, Gabriel Arellano Guerra y Rafael Rodríguez El Volcán de Aguascalientes.

Escribió el doctor Pérez Romo acerca de esta fiesta de vida y muerte:

Una atracción irresistible; un aprecio del toreo que va mucho más allá de su abigarrado colorido, su pintoresquismo, su derroche de valentía y su efusión de sangre; un asombro siempre nuevo por esa hermosa y noble bestia que es el toro de lidia; y una admiración respetuosa por el torero, extraño personaje del arte hispánico que cumple su actuación dramática al filo de la muerte…

Esa afición le llevó a constituirse como empresario de la plaza de toros Monumental Aguascalientes en la mitad de la década de los 80, junto con don Julio Díaz Torre y el matador en el retiro Eduardo Solórzano, terminando el giro copernicano iniciado en la década anterior para la organización de la arista taurina de nuestra Feria de San Marcos y en la combinación de sus aficiones, fue quien animó a Alfonso Ramírez Calesero, para que reuniera en el papel sus memorias, las que fueron la base del libro que mano a mano escribieron bajo el título de El Aroma del Toreo y después todavía escribió sobre este tema en solitario Rafael Rodríguez. El sentido profundo del toreo. Estas dos obras son, creo, su personal y sentido homenaje a las dos más grandes figuras que ha dado Aguascalientes al toreo universal.

En primera persona

Voy a hablar en primera persona y ofrezco hacerlo con brevedad. La vida me dio la invaluable oportunidad de tener una relación personal y entrañable con el doctor Alfonso Pérez Romo y siento la necesidad de contarla.

Aparte de lo que el día a día ponía en las informaciones de uno de los hombres, repito, que es uno de los hacedores del Aguascalientes moderno, la profesión de mi padre acercaba alguna información más especializada, digamos, de quien fue en su día, el primer director de la entonces Escuela de Medicina del IACT, después de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y que posteriormente sería Director del Hospital Hidalgo. En esos días yo pensé que podría ser médico y mi padre – creo que durante alguna etapa de su vida tuvo la ilusión de fuera cirujano como él – me acercaba a charlas y eventos accesibles a un estudiante de finales de secundaria e inicios de bachillerato y nebulosamente recuerdo haber asistido a una conferencia de don Alfonso sobre Historia de la Medicina. Hace más o menos medio siglo de eso.

Pero torcí el camino y la vida me llevó por otros derroteros. Y hace unos 17 años recibí una llamada del Doctor, en la que me invitaba a participar en la presentación de su libro El Aroma del Toreo. Casi me voy para atrás en la silla del escritorio. 

Unos días antes, le enseñé a mi padre el ejemplar que me hizo llegar don Alfonso para imponerme de su contenido y le comenté con cierto orgullo, que lo presentaría en uno de los auditorios de la Universidad Autónoma. Me hizo una advertencia que me puso los pies en el suelo: Pues prepárate muy bien, porque sentarse en una mesa a conversar públicamente con Alfonso Pérez Romo no es cosa fácil… Ni tú, ni yo queremos que quedes mal… Ese día salí preocupado de la casa de mi padre.

Afortunadamente las cosas salieron bien y el doctor Pérez Romo y este amanuense pudimos seguir conviviendo en el ambiente de los toros. En más de alguna ocasión nos hizo estar juntos Manolo Espinosa Armillita por allá en su casa de Valladolid, Jesús María, con cualquier explicación que rebasa los límites de la lógica, vamos, por el mero placer de hacerlo y siempre la reunión llevaba algún ingrediente sorpresivo con la presencia de un personaje o amigo inesperado que la hacía mucho más interesante. En la última, recuerdo, nos acompañó el inolvidable José Antonio Morales.

Su conocimiento derivado de la lectura y de lo vivido, era inagotable. En la presentación del libro Vertientes del Toreo Mexicano, de Heriberto Murrieta, hizo un extraordinario recorrido del devenir del toreo mexicano a partir de Manolete y hasta los días de la obra motivo del evento. Y lo hizo de memoria, apelando a lo visto y a lo vivido. Esta fue la impresión que en ese momento le causara al amigo Gustavo Arturo de Alba:

Pérez Romo no con el pretexto de presentar “Vertientes del Toreo Mexicano”, sino a partir de ello y mostrando un profundo conocimiento del texto de Murrieta, dejo que aflorara a borbotones el efecto que su lectura provocó en su persona, llevándolo a su propio recorrido de setenta y tantos años de ver toros, para en una brillante y resumida síntesis, en algo similar a una conferencia magistral, la compartiera con el poco más de centenar de asistentes que estuvimos esa noche en el Museo del Número 8.

Una segunda oportunidad en ese sentido fue la que pude compartir con él en la capital de Zacatecas en septiembre de 2017. Junto con Horacio Reiba y Juan Antonio de Labra, nos tocaría hablar acerca de la presencia de Manolete en México con motivo del centenario de su nacimiento. Prácticamente se convirtió en una sesión de preguntas y respuestas del Doctor a los diversos planteamientos que le íbamos haciendo sobre las realizaciones del llamado Monstruo de Córdoba en nuestros ruedos y en nuestra sociedad. Como en el caso del libro de Heriberto Murrieta, ninguna nota escrita llevaba como apoyo, su memoria era su único recurso para la exposición.

La última vez que vi al doctor Pérez Romo fue el pasado 27 de agosto, nuevamente atendiendo una invitación que me hizo para participar en un proyecto de difusión de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, denominado Helikon.

Cuando don Alfonso me pidió hablar sobre la fiesta de los toros, le pregunté si el tema no era demasiado políticamente incorrecto como para llevarlo al recinto universitario. Con su particular mesura me respondió que la universidad era un espacio plural y universal y que allí había espacio para todos los pareceres. Pude superar mis temores iniciales y hacer una exposición que considero extensa, responder a las preguntas que se me hicieron allí de manera respetuosa y recibir, de manos del Doctor, un reconocimiento por mi participación en la apertura de esos ensayos de comunicación, tan necesarios en nuestros días.

Un hasta luego

El 14 de octubre pasado su hijo Juan Ángel, mi amigo, me avisó que su padre había tenido un quebranto de salud y que estaba hospitalizado. Un par de días después me comunicó de nueva cuenta que se había recuperado y que ya estaba en su casa recuperándose y a los días me dijo, que, para sorpresa de todos, pidió a su chofer que lo llevara a la Universidad, donde estuvo un buen rato, hasta que se sintió algo fatigado.

El domingo 23 fue objeto de un homenaje en ceremonia previa a la corrida de toros con la que se conmemoró el aniversario 477 de la fundación de Aguascalientes, cuando se develó una placa en su honor en el patio de cuadrillas de la plaza Monumental, recordando su actividad como empresario de ella. Posteriormente acompañó a la Gobernadora del Estado en el festejo.

El lunes 24 de octubre fue su día final, tuvo una recaída y aunque fue llevado a un centro hospitalario ya no pudo superarla. El 13 de diciembre hubiera cumplido 98 años.

Concluyo estos atropellados apuntes con algo que expresó el doctor Alfonso Pérez Romo en uno de los eventos que cité anteriormente.

El estilo es el carácter propio que distingue a los hombres, el plus que pone de relieve su personalidad. Quién no tiene estilo vive sin definición, opaco y deslavazado, sumido en la aniquilante monotonía. En cambio, quién lo tiene, llama la atención y no pasa inadvertido.

El Doctor tuvo estilo propio y personalidad, por eso llamó la atención y a fe mía, que no pasó, ni pasará inadvertido jamás. 

domingo, 23 de octubre de 2022

23 de octubre de 1910: La alternativa de Luis Freg en El Toreo


Luis Freg era burócrata – funcionario, le dirían en España – pues tenía un cómodo empleo de mecanógrafo en una oficina de la Secretaría de Hacienda en la Ciudad de México, cuando se aficionó a los toros y tras de participar, primero accidentalmente y después ya anunciado, en un par de festivales, comenzó a torear novilladas y a descuidar su trabajo, hasta que fue despedido del mismo.

Fue ascendiendo escalones y para el ciclo de 1910, fue una de las revelaciones, junto con Merced Gómez, aunque el que terminó recibiendo la alternativa ese año fue él. Así lo contó a su biógrafo, Armando de María y Campos:

Cuando Merced Gómez y yo estábamos en pleno apogeo, llegó de España Pepe del Rivero, que venía a contratar los toreros para la temporada, y oyendo hablar mucho de nosotros, organizó dos novilladas, con novillos de Piedras Negras y San Diego de los Padres, para ver quién de los dos merecía tomar la alternativa. Yo tuve el santo de cara, a pesar de los muchos revolcones que sufrí, y salí de esas novilladas con la alternativa firmada...

De la última novillada de “prueba” salí con la promesa de que antes de dos meses sería matador de toros. No obstante que yo sabía bien que nada tenía hecho como torero, ya me figuraba que estaba en camino de serlo. En mi casa, mi madre, mis hermanos, mis hermanas – que a hurtadillas me habían visto torear, para comprobar lo que de mí decían amigos y periódicos – ya no se oponían a que me dedicara a torero...

La corrida de alternativa, por la que Pepe del Rivero me ofreció y me dio mil pesos, fue fijada para el domingo 23 de febrero de 1910. Mi padrino debió haber sido “Minuto”, (Enrique Vargas), pero como se enfermó días antes, fue sustituido por el granadino José Moreno “Lagartijillo”, torero de algún cartel en México. Los toros fueron de Piedras Negras. El público, que estaba conmigo, llenó la plaza hasta las azoteas y me tributó muchas y muy cálidas ovaciones durante toda la tarde, y como tuve mucha suerte con la espada, pues a mis tres toros los maté de otras tantas estocadas, cortando la oreja del cuarto, el éxito que alcancé fue redondo, hablándome allí mismo Pepe del Rivero para que repitiera el domingo siguiente matando en unión de Vicente Segura seis toros de Santín...

No exageró el torero de Nonoalco al contar a quien firmaba sus crónicas como El Duque de Veragua, asegurando que la plaza de la colonia Condesa se llenó hasta la azotea y que, cosa infrecuente en la época, le cortó la oreja a uno de sus toros, concretamente al segundo de su lote. No obstante, las opiniones acerca del desempeño de quien pasó a la historia indistintamente como El Rey del Acero o como Don Valor, fueron encontradas, como veremos enseguida.

Miguel Necoechea, Latiguillo, en El Imparcial:

La versión más ditirámbica y alambicada de lo sucedido esa tarde de hace ciento doce años es esta. También es la más halagüeña:

Tres verónicas mucho más quietas que las del primero y tres lances de tijerilla mucho más ceñidos, fue el preámbulo; después banderilleó y la forma y condiciones en que lo hizo están ya expresadas, faltando solo agregar que fue ovacionadísimo.

Un brindis “cálido” después ya casi no lo dejó anotar la emoción. El tendido todo en pié gritaba olés, pregonaba vivas, pedía música para el muchacho que, metido entre los dos pitones, iba encadenando un pase natural con uno ayudado, éste con uno de pecho que la fotografía graba. La ovación es tal, que el muchacho tiene que suspender su faena para recoger palmas y devolver sombreros, mientras que el toro, noblote y bravo, espera con las cuatro patas juntas a que Freg, después de un perfilamiento irreprochable, entre a matar al volapié como lo haría el mismo Mazzantini en sus principios, despacio y doblando la cintura para cobrar una estocada hasta la mano de la que el toro salió rodando como una pelota.

El entusiasmo llegó al frenesí, llovieron sobre el ruedo los tabacos; un fotógrafo, nuestro fotógrafo, se lanzó al redondel en un impulso de ser el único en obtener la instantánea de aquel momento en que el toro doblaba frente al ídolo triunfante, y la instantánea, instantánea única, la única quizá que hasta la fecha se haya sacado en pleno ruedo, presenta el cuadro grandioso del matador frente a la fiera muerta, mientras las serpentinas cruzaban el aire y las aclamaciones hicieron presumir al público que asistía a las carreras de caballos en el cercano hipódromo que aquel era el preciso momento de la victoria.

¡La oreja! ¡La oreja!, rugió el público, pidiendo el supremo galardón para el diestro y ésta le fue concedida...

Es evidente la buena voluntad que el cronista de El Imparcial siempre le tuvo a Luis Freg y también el deseo de que cuajara en figura del toreo.

Jacobo L. Prantl, Pata Larga en El Diario:

Don Jacobo agrega a la opinión propia la del prestigiado cronista Eduardo Noriega Trespicos, cuya opinión no encontré para consulta pública en las versiones digitales de los diarios de la época, pero que en este caso, da un interés añadido a lo escrito por Pata Larga:

Cuando salí de la plaza tuve la oportunidad de saludar a un viejo y querido amigo mío, el notable revistero “Trespicos” y al pedirle su opinión acerca de la alternativa que tomó Luis Freg, con la franqueza que caracteriza a este buen escritor, me dijo: "la juzgo demasiado prematura".

Algo más me dijo este buen crítico taurino respecto a Freg y debo pedirle mil perdones por externar su opinión que en son de amistad me dio.

“Así como hay individuos que nacen para poetas y otros para cantantes, Freg nació para matador de toros y me gusta como mata, pero lo encuentro deficiente toreando”, me expuso “Trespicos”...

No es usted ni Guerrita, ni tampoco un Frascuelo, pero sí es usted un diestro de mucho porvenir; de un porvenir halagador y risueño, pero váyase con pasos de tortuga y no quiera ser tan rápido en su carrera.

Tenga usted en cuenta que tiene que luchar en la presente temporada con matadores de toros que cuentan con un buen número de partidarios y por lo mismo, hay que poner mucho de parte de usted, para salir avante.

Cuando toree Fuentes, procure estudiarlo hasta en sus más mínimos detalles; haga otro tanto cuando toree Castor Ibarra “Cocherito de Bilbao”, y procure siempre imitar todo aquello que sea bueno, y hasta por hoy de consejos sanos y desapasionados para entrar de lleno a juzgarle en su trabajo...

Curiosa es esta última apreciación del señor Prantl, le sugiere a Freg estudiar a Fuentes y también a Cocherito de Bilbao, creo que el producto resultaría en un interesante sincretismo taurino.

Enrique de Llano, Rascarrabias, en El Heraldo:

Esta colaboración de Rascarrabias aparece en el número uno de este diario, que es el sucedáneo en la lengua de Cervantes del Mexican Herald, diario dirigido a la comunidad angloparlante de la capital mexicana. Es la suya, junto con la de Paquiro, la más crítica con Freg y cuestiona la oportunidad de la alternativa que recibió.

Pertenecía al grupo de los cuales consideraban prematura la alternativa de Freg, y creo, corroborarán con mi opinión todos los aficionados congregados ayer en “El Toreo”. Todos, como yo, reconocerán en Freg un excelentísimo matador de toros, porque dudarlo sería osadía inaudita; pero en cambio, creo igualmente, que estarán conformes, si aseguramos que Luis está muy mal con el capote, y que se le nota que le falta bastante práctica con los astados, con los que se embarulla y entablera con frecuencia.

Debía Freg haber corrido más por las plazas de los Estados, adiestrándose en la difícil carrera del toreo, antes de decidirse a tomar la investidura de matador de categoría...

Paquiro, en El Tiempo:

...Le vimos saltar varias veces la barrera, cosa también ésta que debe corregir, pues de lo contrario, tendrá que oír censuras.

Abusa demasiado de las tijerillas y en los quites está perdido.

Sus serpentinas son malas, pero de verdad malas. ¡Qué diferencia entre las de Freg y las de Gaona y “El Gallo”! ...

El reclame que se le hizo al mexicano fue beneficioso para la empresa, pero muy perjudicial para el diestro, quien no debió tomar la alternativa, pues está como las uvas, muy verde...

Como podemos ver, los pareceres fueron de una amplia variedad y como para intentar quedar bien con todo el mundo. Todos coinciden en que Luis Freg era un extraordinario estoqueador, pero deficiente en la colocación y con las telas, cuestiones estas dos, que podían mejorarse con el paso del tiempo y delante de los toros. 

La realidad es que al paso del tiempo su valor y su espada le llevaron a los más importantes escenarios de la fiesta, y a este día es uno de los toreros mexicanos que más tardes han actuado en ruedos españoles, el tercero, apenas detrás de Rodolfo Gaona y Fermín Espinosa Armillita, con 294 tardes en dos décadas, que corrieron entre el 15 de agosto de 1911, cuando se presentó en Plascencia y el 23 de agosto de 1931, cuando toreó su despedida en Barcelona, asunto del que ya me he ocupado aquí.

El paso de Luis Freg por los ruedos y por la vida – una vida, hasta donde se sabe, dedicada exclusivamente a los toros – parece sacada de una novela y mucho tiene para ser contado. Seguramente por aquí, habrá lugar para presentar alguna otra estampa de ella.

domingo, 16 de octubre de 2022

15 de octubre de 1967: Gonzalo Iturbe se presenta en Madrid

Las temporadas de novilladas en la Plaza México, en el lustro que va a 1964 a 1968, representaron un parteaguas en la historia taurina mexicana. En ellas se presentaron quienes tomarían la estafeta en el liderazgo del toreo nacional, pero también sirvieron para renovar los escalafones que tenían dos décadas encabezados por los toreros que surgieron y formaron nuestra Edad de Plata. Así, los nombres de diestros como Raúl Contreras Finito, Manolo Martínez, Jesús Solórzano, Eloy Cavazos, Curro Rivera o Antonio Lomelín comenzaron a encontrar su lugar en los carteles y también en la historia.

Pero esas temporadas – reales, que empezaban en abril y concluían en diciembre – no se sostenían con ese puñado de toreros, también había otros que atraían el interés de la afición y que nutrían el ánimo de los capitalinos y les hacían ir a los toros. Calesero Chico, Rafael Muñoz Chito, Leonardo Manzano, Pepe Orozco, Mario Sevilla, Mario de la Borbolla o Arturo Ruiz Loredo también invitaban a la gente a dedicarle su domingo a los toros. Todos ellos tuvieron su instante de gloria y fueron junto con otros muchos, el verdadero sostén de esas verdaderas temporadas de novilladas, en las que se buscaban toreros, no el cumplir con un requisito administrativo.

Entre los toreros de ese segundo grupo, se encontraba en esos días un sobrino de Raúl y Romárico González, hijo de su hermana Magdalena. Me refiero a Gonzalo Iturbe, que se presentó allí el 1º de agosto de 1965, alternando con Luis Reyes y Manolo Rangel, para lidiar novillos de La Laguna. Esa tarde tuvo que matar tres toros por haber sido heridos sus alternantes. Escribe Daniel Medina de la Serna que mostró aptitudes y cierto sabor campero en su hacer del toreo.

Gonzalo Iturbe regresaría a la gran plaza en 1966 y torearía cuatro tardes en ese ciclo. Su presentación fue el domingo 12 de junio, cuando con Leonardo Manzano, arropó el debut – y única actuación allí – de un novillero de Monterrey que estaba llamado a grandes hitos: Eloy Cavazos. Volvería el 17 de abril, 21 de agosto y cerraría el calendario el 25 de septiembre, tarde en la que ante novillos de Peñuelas y Santín (3º), compartió cartel con Ernesto Sanromán El Queretano y Guillermo Montes Sortibrán. Su actuación fue resumida así por el cronista anónimo de la agencia Informex para el diario El Informador de Guadalajara, del día siguiente:

Gonzalo Iturbe toreó muy bien a su primer novillo de Peñuelas que, aunque fue blando con los de a caballo, embistió con alegría y buen estilo a los de a pie… Iturbe ejecutó una faena con pases de calidad, destacando sus derechazos y mató con estocada siendo ovacionado con fuerza y obligado a salir al tercio a corresponder… En el segundo de su lote, que embistió con más claridad, pero fue soso, realizó una faena muy torera sin que se cambiara por la falta de alegría en las embestidas del astado. Mató de media y escuchó palmas...

Esos eran los días en los que las orejas de los toros eran verdaderos trofeos y no números de un hipotético marcador que define a un triunfador – también producto de la hipótesis –, porque el triunfo muchas veces no se define por el que se lleva los retazos de toro, sino por quien penetra en el ánimo de los que ocupan los tendidos.

Gonzalo Iturbe no actuó en la Plaza México el año de 1967. De las informaciones de la prensa española, se puede deducir que prácticamente al arrancar allá la temporada taurina, se subió al avión, con la intención de torear en aquellas plazas y seguramente, a partir de las relaciones de su familia de ganaderos, prepararse en el campo. Hay que hacer notar también que su viaje no fue precedido o acompañado con una campaña publicitaria, lo que puede indicar que iba a darse a valer por sus méritos, más que por la construcción de una imagen.

Al final, las oportunidades no se presentaron en la manera esperada. Solamente le quedó la opción de concentrarse en los tentaderos y de esa manera mantenerse en contacto con los toros y estar en condiciones de atender cualquier llamado a las plazas.

Una presentación que nació torcida, en Madrid

La temporada madrileña del 67 se extendió más de lo acostumbrado. De acuerdo con las cifras de los escalafones que allá se publicaban, en Las Ventas se dieron 57 festejos, de los cuales, al final, 14 fueron novilladas. Así, para cerrar el calendario, se programó una novillada para el domingo 15 de octubre en la que actuarían Carlos Jiménez, Guillermo Gutiérrez El Ecijano y al fin, la oportunidad que buscaba Gonzalo Iturbe. El encierro a lidiarse sería de los hermanos jienenses Daniel y Pedro Flores Albarrán.

Pero hay tardes que nacen torcidas. Y se tuercen porque la oferta que se hace a toreros y afición carece del equilibrio necesario y adecuado a las circunstancias de lo ofrecido. En esta oportunidad, deduzco, lo que propició que las cosas no salieran, fue el hecho de que, para tres novilleros bisoños, se encerrara una verdadera corrida de toros. Escribió José María del Rey Caballero Selipe, en la Hoja del Lunes del 16 de octubre, bajo el título Manifiesta desproporción:

Ignoramos lo que la empresa solicitaría de los señores Flores Albarrán, pero suponemos que fue una novillada; los criadores enviaron a Las Ventas una corrida de toros, en la que todas las reses poseían serio trapío y algunas, abundante leña. Del otro lado, pero para coincidir en el mismo redondel, se hallaban dos muchachos salidos de las nocturnas madrileñas, donde el ganado suele estar en relación con el bajo tono de los festejos, y un novillero azteca, tan exiguamente placeado que no le vemos en las estadísticas de actuaciones. La desproporción, pues, entre los toreritos y sus enemigos era patente, y añádanse a ello las dificultades de las reses, superables ciertamente más con la posesión de unos recursos de que los noveles, o desentrenados, carecían. No es, pues, ocasión de extremar las exigencias con la torería, que hubo de pechar con papeleta que a diestros más avezados habría de venirle grande...

También Andrés Travesí, encargado de la crónica ese día para el ABC madrileño, hace notar la desproporción entre toros y lidiadores:

También parece que hay dificultades con el ganado... Los novillos de Flores Albarrán tuvieron presencia, cabeza y modos de toros a punto de cuajar. Y como tales podrían haber sido lidiados en cualquier plaza, incluso en las que presumen de postineras. Por eso tenían dificultades, bien visibles, por cierto, aunque los bisoños componentes de la terna no supieran percatarse de lo que se les venía encima. Novillos – toros con sentido, con resabios que salieron muy sueltos y que murieron sin haber sido fijados debidamente. Sólo el primero tuvo una clarísima embestida. Pero conviene decir que, con todo, no tuvieron malas intenciones porque en muchas ocasiones quedaron a su merced los hombres de luces y salieron con bien, al no hacer los toros por ellos. Todo se limitó pues, a revolcones, moraduras, roturas de taleguilla y algún que otro puntazo...

Por su parte, Antonio Abad Ojuel Don Antonio, en el número de El Ruedo del 17 de octubre, remata:

...la Empresa de Madrid – que tan habituada nos tiene a las sorpresas de todo género – estuvo a punto de batir sus genialidades soltando para tres espadas que, por fuerza, habían de estar poco puestos, una seria, graneada y corpulenta corrida de toros, cuyos pesos no llegamos a conocer, pues en las novilladas no es preceptivo el cartel indicador... No fue la corrida de los señores Flores Albarrán, de Andújar, para ser lidiada como novillada por tres muchachos modestos. Tampoco juzguemos que los toros eran barrabases – aunque cuarto y quinto andaban cerca de ello –, pero si a su natural peligro se sumaba la inexperiencia de sus lidiadores y la poca forma de los picadores, en día que había mucho que picar, el resultado fue que un servidor de ustedes, que normalmente tiene entre 70 – 80 pulsaciones, salió de la plaza con taquicardia, provocada por dos horas y media de continuos sustos...

La historia nos enseña que las corridas de concurso – hoy un pretexto usado para limpiar corrales y potreros – en esos tiempos tenían sus motivos, sus plazas y sobre todo, categoría, así que el aseo se hacía desde los cerrados, enviando a las plazas lo que corría el riesgo de quedarse y si una corrida de toros se podía echar en una novillada, pues adelante… Esa es la impresión que dejan las relaciones acerca del encierro que se lidió ese domingo de hace 55 años.

La actuación de Gonzalo Iturbe

La prensa de Madrid que pude consultar fue despiadada con el diestro de Tlaxcala, pero en el número de El Ruedo ya citado, Antonio Abad Ojuel Don Antonio, escribió con algo más de pulcritud y de sensatez:

...Fue más anovillado – pero ya querrían novillos así en muchas corridas – el entrepelao cornalón que salió en tercera tanda para Gonzalo Iturbe, que, en una breve intervención en los toros de sus compañeros, me había dado medida de su poco placeamiento. Diré que el novillo tomó tres varas y un picotazo, y el mejicano lanceó con compostura y oyó palmas. Después..., corramos silencio sobre su labor, aunque este silencio venga estropeado por el trompetazo que señaló el primer aviso. Quiero hacer constar que no se dio prisa enviar el recado el señor presidente... El sexto, largo, enmorrillado. cornalón y manso, aunque pelea más y mejor con los caballos, es la segunda estación del calvario que para Gonzalo Iturbe ha sido esta tarde; quizá presintiéndolo, ya salió el muchacho vestido de nazareno y oro. Escuchó un aviso. Y si no hubiera estado en el ruedo un peón, que no identifiqué a la luz de los focos en que transcurrió la lidia, y cuya labor fue lo más torero de la tarde, la cosa hubiera ido peor... No soy aficionado sensiblero y creo que un toro, por toro que sea, no debe amilanar a un torero que sale en Madrid. Pero..., ¡eso de que fuese a salir, precisamente, para dos chicos triunfadores en las nocturnas y un debutante mejicano escaso de corridas...! ¿Es que no había otra oportunidad de dar suelta al toro – toro?

Como se puede leer, la oportunidad más bien fue un envío al cadalso de los novilleros actuantes, ante una real corrida de toros que debió tener otro destino y otros diestros para enfrentársele, pero dirían las crónicas de estos días, Gonzalo Iturbe resolvió esa papeleta con dignidad, que, por lo visto, no había otra manera de hacerlo.

El futuro de Gonzalo Iturbe

Regresaría a la Plaza México para torear dos novilladas en 1968, al principio – 14 de abril – y al mediar la temporada – 15 de septiembre – y recibiría la alternativa en la plaza de Tlaxcala el 10 de noviembre, de manos de Antonio del Olivar y llevando como testigo a Alfonso Ramírez Calesero Chico. Los toros que se lidiaron fueron de Piedras Negras, su casa. De acuerdo con los anuarios, esa fue la única corrida de toros en la que actuó, dando por terminada su etapa de vestir el terno de luces.

A partir del año de 1973, se dedica, junto con su hermano Javier, a la atención de la ganadería de su madre, doña Magdalena y a partir del año 2009, es titular de su propio hierro, teniendo su ganado en Amealco, Querétaro.

Hoy recuerdo este hecho, porque Gonzalo Iturbe fue el único novillero mexicano que actuó en plazas de España hace 55 años, ese solo hecho lo hace merecedor de ser recordado, independientemente de su resultado, que ya hemos visto, fue influido por causas ajenas al torero. Como apéndice diré, que por nuestros matadores de toros solamente torearon allá Raúl García y Gabriel España.

Retales de la prensa de la fecha

Álvaro Domecq anunció su despedida de los ruedos tras cortar dos orejas en Zaragoza, a un toro de Juan Pedro Domecq.

Palomo Linares anunciaba su salida para torear en Venezuela, Ecuador y Colombia, agregando que 72 de las 104 corridas firmadas a causa de dos percances. También comentó el gran triunfo que obtuvo en San Sebastián de los Reyes, cuando mató seis toros a beneficio de Manuel Álvarez El Bala, a quien se le amputó una pierna a causa de una cornada...

Ese 15 de octubre se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Ángel Alcaraz Angelete, fallecido la víspera en Quintanar de la Orden, a causa de la cornada domingo 8 de octubre después de ser herido en Torre Pacheco, cuando alternaba con el murciano Pedruelo en la lidia de novillos de Sánchez Cajo. Fue herido por el tercero de la tarde, en el triángulo de Scarpa y el pitón penetró hasta la cavidad abdominal, donde un proceso infeccioso le causó la peritonitis que causó su deceso.

Y por último, Gregorio Sánchez, alternando con Martín Sánchez Pinto y Vicente Punzón, le cortó dos orejas a uno de los toros de Salvador Gavira que le tocaron en suerte en la plaza de Vista Alegre de Carabanchel.

domingo, 9 de octubre de 2022

25 de septiembre de 1931: David Liceaga confirma su alternativa en Madrid

David Liceaga a la verónica
Foto: Orduña
Prestada del blog Toro, Torero y Afición

Hace algo más de un año, por estas mismas páginas virtuales, recordaba el nonagésimo aniversario de la primera campaña que hizo por ruedos europeos David Liceaga, así como de la alternativa que, el 21 de junio, en la plaza de Barcelona, le otorgó Manolo Bienvenida, en presencia de Domingo Ortega, cediéndole al toro Chuponero del Marqués de Guadalest. A partir de esa fecha, el torero nacido en Romita, Guanajuato – aunque hay quien afirma que nació en la Ciudad de México – quedaba a disposición de las empresas para dar variedad a los carteles de esos días.

La alternativa en la Monumental catalana era la segunda que recibía el Maestro incómodo – Leonardo Páez dixit – pues como triunfador de la temporada de novilladas de 1930 en El Toreo, fue reconocido con la concesión del doctorado en la temporada grande, misma que recibió el domingo 11 de enero de 1931, cuando Manuel Jiménez Chicuelo le cedió al toro Palillero de Zacatepec, en presencia de Carmelo Pérez.

Como lo explicaba en los recuerdos de esa alternativa barcelonesa, David Liceaga coronaba con ella una brillante campaña novilleril, en la que llegó a torear hasta tres domingos seguidos en la Maestranza de Sevilla, compartiendo carteles con su compañero de quinta, Alberto Balderas

La tarde de la confirmación en Madrid

En corrida extraordinaria dentro del abono madrileño, se anunció para el viernes 25 de septiembre de 1931, un encierro de patas blancas de José Encinas para Nicanor Villalta, Domingo Ortega y David Liceaga, que se había presentado como novillero en la Plaza de la Carretera de Aragón el 30 de mayo anterior, alternando con Juan Martín Caro Chiquito de la Audiencia, Manuel Fuentes Bejarano y Antonio García Maravilla, en la lidia de 7 novillos de don Alipio Pérez Tabernero y uno de Clairac, octavo bis. Esa tarde cortó una oreja y Recorte, en el diario La Libertad del día siguiente al del festejo, escribió:

En Liceaga hemos observado condiciones para ser matador de toros en plazo breve. Además de lo ya dicho, tiene valor, como demostró en el revolcón peligroso que le dio el toro de la oreja durante la faena de muleta…

Esas fueron las condiciones en las que llegó a la tarde de su confirmación, esperando refrendar el buen momento que había dejado patente la tarde de su debut.

El toro de la confirmación se llamó Buñuelo, negro, girón y bien armado según las crónicas y el segundo de su lote fue Prisionero según unas crónicas o Caminante, según otras. La versión de César Jalón Clarito, en su tribuna del diario El Liberal del día siguiente al del festejo, es en el siguiente sentido:

...Torero de raza mejicana, si se entiende que el genio torero de aquella raza era así: fino, compuesto, más pagado de la bella forma que de la eficacia, más atento al adorno que a dominar. Mientras los toreros españoles han sacrificado toda su iniciativa taurina a una copia, no siempre vil, de Belmonte, los mejicanos han tenido frecuentemente su espejo en Gaona... Ninguno de ellos me lo hubiera recordado tanto como este David Liceaga, confirmado torero ayer, sino porque en su repertorio natural o instintivo intercala a ratos, cuando se preocupa, «pasos de toreo» de dos diestros que han hecho furor en su tierra: de Chicuelo y de Márquez... Salpicada de ovaciones y de olés toda la obra torera – lances de capa, pares de banderillas por ambos lados y faenas de muleta «redondeadas» por el estoque –, he estado yo más atento que a reseñarla al detalle, a penetrarme de los rasgos salientes de un nuevo astro. Repertorio de quites. Conocimiento de la suerte de banderillas, que sus enormes facultades le permitirán ejecutar en todos los terrenos. Mano izquierda desenvuelta. (Se ha despegado los dos toros tomándolos en medio palmo de tierra.) Y facilidad asimiladora. Del Gaona que no quebrantaba – la muleta y el capote no hacían más daño que un pañolillo de seda – salta Liceaga en el último toro a los pases con los pies juntos de Chicuelo y después al toreo de costado de Márquez, tan justamente tomado de su patrón, que si en vez de un ahijado artístico de allí, en vez de Solórzano, lo sería Liceaga... Mi interés, mi curiosidad – lo confieso – pueden en mí más que, mi entusiasmo. El entusiasmo no es obra de un día. Aunque – sin duda por haberlo visto más – Liceaga no sólo ha confirmado su alternativa con ovaciones entusiastas, sino que se ha llevado el título de la confirmación a hombros de sus entusiastas...

La suma de su actuación esa tarde, definitivamente deja en claro que, sin despojos en las manos, tuvo una tarde muy interesante, sombreada quizás, por la gran faena de Nicanor Villalta al toro Cabrero, segundo de la función, al que le cortó las dos orejas. Por su parte, Maximiliano Clavo Corinto y Oro, en el nocturno La Voz del día de la corrida, le vio de la siguiente manera en el segundo de su lote:

...Brinda el mejicano a su íntimo amigo el aficionado valenciano señor Musolé y comienza con tres soberbios y espeluznantes muletazos de estatua por alto, juntos los pies y rígido. Los olés y la ovación pueden oírse desde la avenida mejicana de Bucareli. Continúa el nuevo y ya profesor toreando a medio centímetro de los pitones, en un combate por altos y de pecho todo valentía. Salsa y enjundia de torero de clase extra... Tanto entusiasma la faena, que el público, cuando se prepara para matar dos veces, le pide a grito pelado que siga toreando. Y sigue el mozo desde cerca y con un estilo admirable, siempre pisándole el terreno al toro, entre incesantes aclamaciones. Después de un pinchazo arriba agarra una estocada corta en lo alto, que cae tendenciosa, dentro de un viaje de absoluta decisión. Un descabello a pulso al primer golpe y con el toro arrancado y ovación final, con salida en hombros, como los héroes de punta...

Por su parte, Federico M. Alcázar, en El Imparcial, recoge las siguientes impresiones:

...Villalta entrega los trastos al nuevo doctor. El toro está quedado, y Liceaga le llega con la muleta a los hocicos y corre superiormente la mano en dos naturales, que se jalean. Se queda el de Encinas, y el mejicano le porfía hasta darle con las «bambas» en la cara. Se arranca el toro sin fijeza y el muchacho le da otros dos naturales con más voluntad que lucimiento. Se lleva el toro a los medios, pero tampoco logra que embista. A fuerza de pisarle el terreno y atravesarse provocando la arrancada logra dar dos pases por bajo y dos de pecho estupendos. Hay facilidad, finura y sosiego, condiciones de excelente torero. Además, está cerca del toro con sentido, que es una de las cosas más difíciles. Entra muy bien a matar y coloca una estocada superior. Le ovacionan y da la vuelta al ruedo. «Debut» lisonjero, con la promesa de más espléndidos resultados... Y vamos con el último. Jirón también, pero con manchas, casi berrendo. Liceaga lancea con más voluntad que lucimiento, pues el toro echa la cara arriba y tiene tendencia a la huida. Se aplaude a Villalta en un quite, y Ortega remata el suyo con media verónica estupenda. Banderillea Liceaga, prendiendo un par al cambio desigual; repite con uno al cuarteo, cayéndose un palo, y termina con un tercero estupendo. que se aplaude... El nuevo matador de toros brinda a un amigo y comienza con tres pases por alto estatuarios, inmóviles, sacando la muleta por el rabo. Estalla la ovación y Liceaga se queda con la muleta en la zurda y liga tres naturales buenos. Continúa con la derecha toreando en redondo y de pecho colosalmente. Cada muletazo es una explosión de entusiasmo. La faena es de una finura, un arte y un sabor torero magníficos. Lo más sorprendente en este muchacho es la tranquilidad, el sosiego y el sentido con que ejecuta el toreo. El público se entrega al nuevo matador de toros, que continúa la faena por altos y de pecho estupendos. Pincha arriba y repite con una corta defectuosa. Le despiden con una ovación y unos espontáneos le alzan en hombros. Alternativa brillante de un buen torero, un artista admirable, sobre todo en el último tercio. Torero fino, bonito, fácil y con el valor necesario. Es de lo mejorcito que ha venido de Méjico...

Y tercia don Gregorio Corrochano, en su sitio del ABC de Madrid, escribió:

...Liceaga tomaba la alternativa en Madrid. Estuvo valiente, fácil, ágil, muy ágil, y tranquilo en la cara de los toros. Tiene unas facultades extraordinarias que, bien empleadas, pueden ser buenos recursos. En el tercio de banderillas, al que le vimos aficionado, pueden serle de gran utilidad y rendimiento. Banderilleó los dos toros con facultades... El primero era un toro mansote, pero Liceaga, muy cerca, desafiando mucho, entre los pitones, sacó partido del toro. Entró derecho a matar y dio una estocada entera, de la que murió el toro. El torero dio la vuelta al ruedo. Tiene un toreo alegre y simpático. Al sexto toro – esto es lo terrible de la alternativa, la distancia del primero al sexto – le dejó pasar con los pies juntos tres o cuatro veces, y yo, que no soy partidario del toreo a pies juntos, hubo un momento en que me asusté, porque el toro se volvió una vez un poco vencido, y Liceaga, sin enmendarse, le esperó. El público se emociona también; sigue la faena ya con mejor estilo, esto es, llevando al toro más toreado, y mató de un pinchazo, media atravesada y un descabello a toro arrancado. Salió en hombros. Sereno, alegre y ágil, muy ágil...

Los siguientes días de David Liceaga

El torero de Guanajuato sumó apenas cuatro corridas esa campaña del 31, pero su buen hacer le obtuvo el verse anunciado en la feria de San Miguel en Sevilla, en idéntico cartel al de la tarde de su alternativa, pues le precedían en la lidia Manolo Bienvenida y Domingo Ortega, ante los toros del Marqués de Guadalest.

Volvería a México y en la temporada 1931 – 32, tendría en El Toreo un par de tardes rotundas, pues en la del 17 de enero de 1932, le cortó el rabo a Hortelano de La Laguna y el 5 de febrero siguiente obtuvo el de Consentido, también de La Laguna en la primera corrida de la Oreja de Oro.  Regresaría a España en 1932, toreando seis festejos y de regreso en México tendría, el 5 de febrero de 1933, una tarde en la que se produjo un hecho entonces inusitado, pues el toro Ilustrado del Marqués de Villamarta que le tocó en suerte, fue indultado en El Toreo de la Condesa.

En 1938 renunciaría a la alternativa que recibió en Barcelona y la tomaría en definitiva en El Toreo de la Condesa, el 18 de diciembre de 1938, siendo su padrino Fermín Espinosa Armillita y atestiguando la ceremonia Silverio Pérez. Los toros fueron de La Punta y el de la alternativa fue llamado por sus criadores Cabrero. Esa tarde, lo grande lo realizó ante el sexto, Trianero, al que le cortó el rabo.

Todavía le quedaban grandes faenas por firmar a David Liceaga: las de Bombonero de La Laguna, Azafranero de Carlos Cuevas, Zamorano de San Mateo, Bonfante de Xajay, Afinador de Torrecilla, Cirquero de Zotoluca o Florista, también de Torrecilla. Algunas ya las he tratado de contar por aquí, y seguramente me ocuparé de las otras.

David Liceaga fue el primer diestro en torear una despedida en la Plaza México, fue el 2 de febrero de 1947. Reaparecería el 20 de junio de 1948 en Ciudad Juárez, Chihuahua y seguiría actuando con frecuencia, hasta llegar a la que fue su última corrida en Mérida, Yucatán, el 11 de enero de 1959.

David Liceaga, tronco de una larga dinastía de toreros, falleció en León, Guanajuato, el 2 de noviembre de 1996.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos de Clarito, Corinto y Oro, Alcázar y Corrochano son obra de este amanuense, pues no obran así en sus originales... Esta es la entrada número 700 de este blog...

domingo, 2 de octubre de 2022

Joaquín Bernadó y seis miuras en la Monumental de Barcelona

El anuncio de la corrida
La Vanguardia
Cuando se empezó a delinear la actual temporada, que está en sus últimos estertores, se anunció que este año 2022 habría un par de corridas en las que un diestro enfrentaría, en solitario, seis toros de Miura. La historia del toreo nos deja en sus páginas la seguridad de que esa es una hazaña que no se repite con frecuencia. Tanto así, que desde la fundación de la vacada hace ya 180 años, apenas rebasan una docena los festejos de esa naturaleza. 

Manuel Fuentes Bocanegra, Rafael Molina Lagartijo, Luis Mazzantini, José Gómez Ortega Gallito, Antonio Chenel Antoñete, Juan Antonio Ruiz Espartaco, Juan José Padilla, Javier Castaño y Antonio Ferrera – dos veces –, entre los matadores de toros y el novillero Antonio Moreno Moreno de Alcalá, son esos toreros que entre 1873 y 2022 han intentado y culminado algo que justamente puede ser considerado una gesta.

También se encuentra entre la lista de los toreros de alternativa el de Santa Coloma de Gramanet, Joaquín Bernadó, quien el domingo 3 de septiembre de 1972, se enfrentó en solitario – con el intermedio ecuestre de don Manuel Vidrié – a seis toros de la finca de Zahariche. Este particular asunto es el que me trae con Ustedes en esta oportunidad.

Un antecedente necesario

Como antecedente, es prudente recordar que el 5 de septiembre de 1971, en Barcelona, se lidió una corrida de Miura. El cartel de toreros lo formaron Joaquín Bernadó, Santiago López y Antonio José Galán, quien se alzó como triunfador del festejo. Tras de cumplir el compromiso, Joaquín Bernadó pidió a la empresa, para sí otra corrida de ese hierro, para matarla en solitario, en ese mismo calendario.

Pedro Balañá y el torero catalán llegaron a un acuerdo para una fecha en ese mismo 1971. Así lo cuenta José Luis Cantos Torres:

La encerrona... fue un reto personal que se impuso a sí mismo... pero por incumplimiento de la empresa Balañá, no cuajó... su postura fue contundente, no volver a torear en Barcelona hasta que la empresa cumpliera con lo ofrecido...

Por otra parte, Joaquín Bernadó le contó a su biógrafo Juan González Soto lo siguiente:

...por la corrida de toros de Miura vino eso... me dijo que sí, y luego no me lo cumplió. Y yo ya lo había anunciado a la prensa que iba a matar los seis suyos y el que quedó mal fui yo... La función fue la siguiente: me prometió una fecha de la que luego se desdijo. Y esa fecha la ocupó Luis Miguel Dominguín. En aquel momento Pedro Balañá apoderaba a Luis Miguel. ¡Esa era la cosa! Pedro Balañá puso a Luis Miguel Dominguín y me apartó a mí cuando, desde el principio, y tenía esa fecha apalabrada y negociada, prometida y asegurada...

Seguía diciendo Bernadó que ni Pedro Balañá, ni él mismo estaban en condiciones de mantener pleitos con nadie, razón por la cual llegaron a una resolución y se programó el enfrentamiento con los toros de Miura para el domingo 3 de septiembre de 1972, prácticamente un año después de que el torero hubiera matado una corrida de la misma procedencia en esa misma plaza.

Solo ante seis de Miura

Para 1972, apenas media docena de toreros se habían encontrado en solitario con esos toros. Y entre ellos, solamente Gallito había podido cortarles orejas, en esa legendaria corrida de Valencia, enfrentada a reclamo de la afición, que le había visto lidiar el solo a seis del Marqués de Guadalest. En esos días, Joaquín Bernadó sería el séptimo torero en acometer una gesta de esa naturaleza y le tocó una tarde lluviosa, que evitó la concurrencia a los tendidos de muchos aficionados. Cuenta Julio Ichaso, en su breve crónica publicada en La Vanguardia de Barcelona, el martes 5 de ese septiembre:

No estaba la tarde, muy entonada, para la brillantez de los festejos taurinos. Llovió al principio de la función, aunque con mesura, pero del «sirimiri» norteño se pasó a la lluvia continuada, molesta en grado superlativo, para los lidiadores y para el público. La falta de luminosidad no ayudó mucho al espectáculo. Le ovacionaron mucho a Bernadó, después del paseíllo… No se puede echar a barato el plausible gesto de «Quimet» de lidiar seis miuras, seis, él solito. Se puede calificar de una auténtica hombrada artística pues es un hierro al que muchos lidiadores lo marginan, o dicho más claramente, lo dejan de lado para enfrentarse con divisas más suaves, manejables y pastueñas, aparentemente…

Bernadó recordó siempre con gusto que el cronista de La Vanguardia se refiriera a él como Quimet, cariñoso diminutivo del nombre Joaquín, en catalán, pues consideró que esa era la prueba del cariño de la afición de su tierra.

Al final de cuentas Joaquín Bernadó saldó su actuación con vuelta al ruedo, dos orejas, palmas, división de opiniones, pitos y vuelta al ruedo. La mejor parte de su tarde fue como se puede ver, con el segundo, llamado Lanudo y del que, en su día, el ya nombrado Julio Ichaso, narró lo que sigue:

Segundo, con unos puñales prominentes y afilados, pero muy trotoncete. Recibió tres varas y un picotazo. El sobresaliente Jiménez Márquez realizó un gran quite. La res flojeaba de la pata derecha. Faena de corte bernadorista sin omitir unos naturales de clamor; más unos muletazos de calidad por su atracción perfilista. Finiquitó la serie con el obligado de pecho. Ovaciones. Mató muy bien, entrando sin vacilaciones. Le concedieron las dos orejas, con una vuelta clamorosa por el ruedo…

Quizás la pieza que mejor aplaude la hazaña de Joaquín Bernadó es la aparecida en la Hoja del Lunes de Madrid, que lleva una más desarrollada crónica del corresponsal R. Huertas, dictada por teléfono, según reza la nota y de la que extraigo:

…hay que destacar que esta gesta ha sido realizada ante una auténtica corrida de toros y no con un encierro preparado para el éxito de una figura. Las seis reses de la divisa verde y grana han sido como copia de aquellas viejas estampas de La Lidia. Altos como mulos, con la lámina característica de la casa, afiladas y pavorosas defensas, edad, fuerza, faltos de casta y con los defectos de la vacada acusados, ninguno ha sido apto para el lucimiento, si bien los dos primeros toros, de embestida al final un tanto noble, dieran ocasión para que Bernadó nos ofreciera las exquisiteces de su muleta…

Al final del festejo, contra lo que pudiera deducirse hasta aquí, Joaquín Bernadó no fue sacado en hombros de la Monumental. Pero sí pudo dar un par de aclamadas vueltas al ruedo acompañado de su cuadrilla. Y terminó con el vestido negro y plata que sacó en la ocasión, sin una mancha. Sigue diciendo R. Huertas:

Así se fue Joaquín Bernadó. Entre palmas y limpio, igual que inició el paseíllo, salvo las medias, ya que hubo de actuar descalzo a partir de la salida del tercer toro a causa de la lluvia, que desde ese momento se hizo intensa y puso difícil el ruedo…

El intermedio de la corrida

El caballero en plaza Manuel Vidrié actuó entre los toros tercero y cuarto, ante un astado portugués de Ernesto Louro Fernández de Castro. En retrospectiva, eso no resultó del agrado de Bernadó, que contó a González Soto:

En la corrida de los miuras también estuvo el rejoneador Manuel Vidrié. Rejoneó un toro entre el tercero y cuarto míos. Se supone que lo hizo para que yo descansara. Ese tipo de inventos... Yo hubiera preferido que Manuel rejoneara antes de que yo empezara con el primero. Para mí fue peor como se hizo. Lo mejor hubiera sido que yo toreara los seis toros seguidos, sin interrupción...

La difusión de una gesta

Interesante es ver a esta distancia de los hechos, que salvo la breve crónica de La Vanguardia, la información relativa a esta corrida se limitó casi a meras gacetillas, como se puede ver en las páginas de El Ruedo o en el diario Mundo Deportivo, también de la Ciudad Condal, en el que Juan Fontanet le dedicó un brevísimo espacio, pero que alcanzó a reflexionar lo siguiente:

Matar seis toros no constituye nada nuevo, pues lo han hecho otros muchos diestros; pero, en general, sólo los tenidos por largos, en el sentido de completos, de dominadores con repertorio amplio, que incluía el segundo tercio. No puede decirse que Bernadó figura entre ellos. Lo insólito, en el caso del diestro catalán, es haberlo hecho con toros, y toros de verdad, no de mentirijillas procedentes de una vacada en la que la historia y la leyenda se dan la mano, lo que, indudablemente, agranda el gesto. Gesto que debió de ser debidamente estimado, por cuanto la plaza, a pesar del mal tiempo, registró una entrada tan buena que nos hizo pensar que de haberlo hecho bueno pudo muy bien haberse llenado…

Aparte de la importante actuación del espada catalán, las relaciones destacan la lucida tarde del banderillero Herrerita y del sobresaliente Rafael Jiménez Márquez, murciano afincado en Barcelona, quien quizás como premio a su participación en este festejo, recibió en la misma plaza la alternativa el 15 de octubre siguiente. Sería su única actuación como matador de toros, puesto que casi de inmediato trocó el oro por la plata, escalafón en el que se desempeñó hasta bien entrados los años 80.

En conclusión

Joaquín Bernadó ha sido quizás, el torero catalán que más ha dejado escrito para la historia de esta fiesta. Es también, a estos días, el torero español que más ha actuado en México a partir del último tercio del siglo XX. Sin ser un legionario, tuvo el oficio y la clase para enfrentar todo tipo de encierros y encastes, la prueba, en estos hechos que hoy intento contar. Joaquín Bernadó es uno de esos toreros que, al hablar de clase reunida con oficio, hay que mencionar siempre en primer lugar.

domingo, 25 de septiembre de 2022

Hoy hace 56 años: la alternativa de Jesús Solórzano en Barcelona

El anuncio de la alternativa
Diario La Vanguardia de Barcelona
Ya me había ocupado por estas páginas de relatar la llegada a los ruedos y el ascenso de quienes fueron llamados Los tres cachorros por don Jesús Gómez Medina en su tribuna de El Sol del Centro, cuando se presentaron en la plaza de toros San Marcos de Aguascalientes precisamente Jesús Solórzano, Alfonso Ramírez Calesero Chico y Manolo Espinosa Armillita. Esa tarde se produjo en el mes de octubre de 1964, después de que los hijos de Armillita y El Rey del Temple, hicieran una breve gira por Sudamérica para actuar en Lima y en Bogotá.

Para la temporada de 1965, Jesús Solórzano decidió hacer campaña en ruedos hispanos. Comenzó ya en casi en el verano y entre el 29 de junio y el 19 de septiembre se vistió de luces siete tardes – Algeciras, Sanlúcar de Barrameda, La Línea de la Concepción, Ayamonte, Jerez de la Frontera y Valencia – compartiendo carteles con José Luis Teruel El Pepe, Sebastián Palomo Linares, Agapito Sánchez Bejarano y Rafael Astola, entre los nombres que han trascendido a la historia.

Fue un comienzo medido por parte de Jesús, quien el 18 de octubre de 1964 cortó el rabo al novillo Bellotero de Santo Domingo en la Plaza México. Para el año de 1966, tuvo como principales alternantes en ruedos hispanos a Pedrín Benjumea, Gabriel de la Casa, José Rivera Riverita y Ricardo de Fabra, pero sus actuaciones se extendieron ya a plazas de mayor categoría, pues actuó en Zaragoza, Madrid – 2 veces –, San Sebastián, Barcelona, Almería y Cieza. En la Monumental de Barcelona se quedó con 5 de los novillos de Manuel Álvarez Gómez y hermanos, por herida de sus alternantes. Esa noche le cortó las dos orejas al quinto de la sesión. Julio Ichaso escribió a propósito de ese festejo, lo siguiente, en La Vanguardia de la capital catalana:

...en el quinto... alcanzó un gran éxito al son de la música y de las aclamaciones del concurso; esta estupenda faena fue premiada con las dos orejas, con reiterada petición del rabo y dos vueltas al ruedo entre el entusiasmo general de la concurrencia; al sexto y último de la noche lo liquidó con media estocada en su sitio. Le dieron la vuelta al ruedo a hombros y así lo sacaron por la puerta de la Monumental... Buena presentación, seguida de un alentador triunfe. Felicitamos al nuevo en esta plaza y a su padre, el notable matador de. toros, hace años retirado, Chucho Solórzano, por la actuación de su hijo Jesús...

Acerca de su presentación en Madrid, entre otras cosas, don Antonio Díaz – Cañabate escribió:

El novillo acusó su escasa fuerza en la muleta. Tenía voluntad, pero embestía tardo y había que obligarle para que siguiera la muleta, y esto es precisamente lo que hizo Solórzano, hijo de «Chucho» Solórzano, el fino y elegante torero mejicano que recordamos con toda admiración. Su hijo tiene, por lo que le vimos, algo que ahora se manosea y se cotiza mucho: personalidad. Pero no una personalidad basada en detalles adjetivos al toreo, sino personalidad toreando, haciendo el buen toreo...

Pese a que al apodado Cañas por sus pares, no le parecía bien el toreo que llegaba del otro lado del mar, tuvo que reconocer que uno de los activos importantísimos de Jesús Solórzano, era tener una acentuada personalidad.

La alternativa de Jesús

Como había sido muy frecuente, la plaza de Barcelona fue la elegida para que el hijo del Rey del Temple recibiera la alternativa. La historia nos demuestra que las plazas que regentaba don Pedro Balañá Espinós, fueron, o la puerta de entrada o el punto de arranque de las carreras de muchos toreros mexicanos y honrando esa inveterada costumbre, anunció en los carteles de la Feria de la Merced de 1966, precisamente en la tarde que cerraba el ciclo, la alternativa de Jesús Solórzano, quien fue acartelado con Jaime Ostos en calidad de padrino y Fermín Murillo, que estaba en campaña de despedida como testigo, y a caballo, don Álvaro Domecq. Los toros serían de Atanasio Fernández. El diario La Vanguardia, después de relatar la corrida inicial del ciclo, celebrada el domingo 18 de septiembre, donde Antonio Bienvenida se despidió de la afición barcelonesa, actuando junto a Miguel Mateo Miguelín y Manuel Cano El Pireo frente a toros de don Alipio Pérez Tabernero, anunció lo siguiente:

La segunda función tendrá efecto mañana jueves, con ganado de don Antonio Garde para los diestros Paco Camino, «El Cordobés» y «Paquirri». La tercera consistirá en otra corrida, el sábado, día de la Merced, con reses de don José Benítez Cubero. Intervendrán los matadores Diego Puerta, «Mondeño» y José Fuentes, y en la cuarta, y última, actuará el rejoneador don Álvaro Domecq y, en la lidia ordinaria los espadas Jaime Ostos, Fermín Murillo y el mejicano Jesús Solórzano, que tomará la alternativa con toros de la vacada de don Atanasio Fernández. Todas las funciones comenzarán a las cinco y media de la tarde…

El toro de su alternativa se llamó Rayito, de acuerdo con las crónicas periodísticas de la época. La narración de Eduardo Palacio Valdés, en La Vanguardia, entre otras cuestiones relata:

El diestro azteca veroniqueó guapamente el toro que rompió plaza, negro, listón, con 503 kilogramos en los lomos y de nombre «Rayito». Consistió su quite en unas «chicuelinas», también ovacionadas, y empuñando los rehiletes, dejó un buen par, de frente, luego un solo palo y finalmente un gran par arrancando desde el estribo. Y cuando eran las cinco y cuarenta de la tarde, el bravo ecijano Jaime Ostos lo armó matador de toros, en presencia del baturro Fermín Murillo. La faena de muleta, amenizada por la música, así se desarrolló: Tres pases de tanteo, cuatro naturales, un molinete de rodillas, seis naturales, una arrucina, siete naturales y un molinete de rodillas. Dos pinchazos, una buena estocada y un descabello al tercer viaje, le proporcionaron una ovación, que agradeció desde los medios, En el sexto veroniqueó bien, y a petición del público tomó los garapullos, de los que clavó dos pares y medio, obligándosele a saludar. A la concurrencia ofrendó este franeril trabajo: Cuatro pases por bajo, cinco naturales, uno de pecho, tres naturales y un molinete. Arreó una estocada entera y algo torcida, y se le despidió con aplausos...

De acuerdo con lo que escribió en su día Palacio Valdés, se puede deducir que aún, sin obtención de trofeos, Jesús Solórzano tuvo una actuación destacada en esa tarde histórica para él, sobre todo, si se tiene en cuenta que el encierro no fue precisamente de dulce, según lo describe Rafael Manzano, corresponsal de el semanario madrileño El Ruedo:

Se celebró la cuarta y última corrida de la fiesta de la Merced. Don Atanasio Fernández envió del campo charro un encierro gordo, cornalón, muy dentro de la línea de los toros de la antigua usanza. No han tenido fuerzas con los caballos – ninguno derribó –, pero todos tomaron más de las varas reglamentarias y llegaron muy duros a la muerte...

Esa impresión la ratifica en su columna feriante Barrera de sombra, del diario La Vanguardia del 27 de septiembre siguiente, Julio Ichaso hace la siguiente apreciación de color:

Cable a Méjico, Distrito Federal: «Chucho Solórzano» (padre de Jesús Solórzano). Texto: «Al tomar mi alternativa de matador de toros, te mando un fuerte abrazo. Jesús». Un toro (el primero) por el pitón izquierdo: un angelito; por el derecho: un auténtico barrabás... La tenaz onda mortífera de los capotes, no le ayudó a doblar...»

De vuelta en México

El 19 de febrero del siguiente 1967, confirmaría su alternativa en la Plaza México, ante el toro Zapatero de Santo Domingo, apadrinándole Manuel Capetillo y siendo testigo Antonio Chenel Antoñete, en un festejo en el que los toros potosinos se encargaron de echar a perder la tarde, sobresaliendo únicamente las buenas maneras del confirmante, que esa ocasión vistió el casi mandatorio vestido blanco con bordados en oro.

Hace 56 años, en resumen

Jesús Solórzano y Alfonso Ramírez Calesero Chico fueron los únicos novilleros mexicanos que actuaron en ruedos hispanos. Por los matadores de toros, estuvieron Jesús Córdoba (13 corridas, 2 orejas), Jesús Delgadillo El Estudiante (9 corridas, 14 orejas), Raúl García (5 corridas, 1 oreja), Raúl Contreras Finito (4 corridas, 1 oreja y 1 cornada) y Fernando de la Peña (3 festejos).

Así fueron las cosas hace 56 años, cuando todavía había toros por La Merced en Barcelona.

domingo, 18 de septiembre de 2022

Merced Gómez, una promesa incumplida

Merced Gómez
Foto: INAH - Archivo Casasola
Nació en Mixcoac, Ciudad de México, el 6 de agosto de 1887. Su familia se dedicaba a la explotación de minas de arena, material usado en la construcción. En los albores del siglo XX, empieza a intentar ser torero, logrando presentarse en la plaza de toros Mixcoac que era propiedad de don Joaquín Artau, señalándose desde esas primeras tardes como un torero que tenía por divisa el valor.

En el año de 1910 llega a la principal plaza mexicana, El Toreo de la Condesa, debutando en ella el 3 de abril de 1910, alternando con Luis Freg y Rosendo Béjar en la lidia de novillos de Tenguedó. A partir de ese domingo se iniciaría una atractiva rivalidad entre quien después sería conocido como El Rey del Acero y el torero de Mixcoac. Hace falta hacer notar que, en esos primeros encuentros, Luis Freg denotaba mayor conocimiento del oficio, y es que, fue quizás, el último discípulo de Saturnino Frutos Ojitos, de quien abrevó las artes necesarias para desenvolverse delante de los astados.

Merced Gómez era carismático, le llegaba a los que ocupaban los tendidos y llegó a ser el novillero mejor pagado de esa temporada. Así lo contó Luis Freg a Armando de María y Campos, para las memorias que éste le publicó:

…Fui personalmente a ver a los empresarios, que lo eran “Cuatro Dedos” y el “Tití”. Y no me quisieron oír y no me tomaron en serio hasta que fue herido el novillero Merced Gómez, que tenía mucho cartel. Yo no sabía qué pedir, y pedí lo mismo que le pagaban a Merced Gómez. Cada vez que me preguntaban algo, yo sólo respondía: “Sí señor, lo mismo que a Merced Gómez”.

El 12 de junio de ese 1910, en El Toreo de la Condesa, fue anunciado para lidiar, junto con Agustín Velasco Fuentes Mexicano y el hispalense Antonio Ortiz Morito, un encierro de Jalpa. Esa fue la tarde en la que se metió de lleno en el gusto de la afición capitalina. Le cortó una oreja al sexto de la tarde y fue tal la emoción que produjo, que se lo llevaron a hombros al concluir el festejo.

Actuaría todavía un par de tardes más en ese ciclo novilleril, los días 19 de junio y 3 de julio. En esta última fecha alternó mano a mano con el sevillano José Álvarez Tello, siendo herido de gravedad en el muslo derecho por un novillo de Cañada Honda, percance que detuvo su participación en el resto de ese ciclo de novilladas, pero que le permitió, el 12 de febrero de 1911: salir en una especie de fin de fiesta en la corrida en la que, ante toros de Felipe de Pablo Romero, actuaron Cocherito de Bilbao, Vicente Segura y Rodolfo Gaona. Merced Gómez enfrentaría al final del festejo dos novillos de Sinkeuel.

17 de septiembre de 1911, su primera alternativa

Los resultados obtenidos por el diestro de Mixcoac le permitieron obtener la alternativa en la principal plaza de México en el marco de la Corrida de Covadonga. A ese efecto se anunciaron toros del Duque de Veragua para Francisco Bonal Bonarillo, Merced Gómez y Alfonso Zambrano, recibiendo estos dos últimos la alternativa. Al final se lidiaron reses de Veragua (1º, 3º), Anastasio Martín (2º, 5º y 6º) y San Nicolás Peralta (4º). Señala en su obra de historia don Heriberto Lanfranchi que los toros de Veragua y Anastasio Martín estaban ya pasados de edad, pues tenían varios años padreando en San Nicolás Peralta. Escribe quien firmó como Pata Larga en el periódico El Diario de la Ciudad de México al día siguiente de este festejo:

Merced Gómez. – Para mí que se precipitó al tomar la alternativa, pues debió haber esperado a que la temporada diera comienzo para recibir el doctorado... Ha sido sin duda una de las mejores tardes que ha tenido Merced, o a lo menos la mejor que le he visto... No es un torero muy largo y tiene sus defectos, pero está valiente y con deseos de toros, de escuchar palmas, de competir y de ir más adelante en su carrera... Los dos toros que llegaron en mejores condiciones a la hora de la muerte, le tocaron a este diestro y si no se precipita con el primero, hubiera sacado mejor partido... Lo toreó desde cerca y con solo tres pases que le dio, entró a matar sobre corto, dejando el estoque hasta la empuñadura y cayendo el de Veragua patas arriba... A su segundo lo toreó bien de capa... Con la muleta se arrimó y remató bien los pases y a la hora de herir lo hizo como en el anterior, dejando el estoque un poco caído, pero volviendo a caer el bicho a sus pies...

Pata Larga llevaba algo de razón en su apreciación, pues poco toreó como matador de alternativa en esos días. Se le registra una corrida en Guadalajara, el 1º de octubre siguiente, en la que fungió como testigo de la alternativa que Arcadio Ramírez Reverte Mexicano le concedió a Cayetano González, lidiándose en la fecha toros de Espíritu Santo


Retorno a las novilladas y una nueva alternativa

Pero para el serial novilleril de 1912 se volvió a anunciar en los carteles a Merced Gómez, que actuó en siete tardes y volvió a ganarse el derecho a recibir la alternativa, misma que le fue concedida de nuevo en El Toreo de la Condesa el 1º de diciembre de ese año, por Diego Rodas Morenito de Algeciras y atestiguando Manuel Mejías Bienvenida, con toros de Piedras Negras. Le cortó la oreja al de su alternativa. Entre otras cosas, Miguel Necoechea Latiguillo, relata lo siguiente en su tribuna de El Imparcial de la capital mexicana:

Desacreditadas las alternativas, que son vistas ya por público y toreros sólo como un recurso de novedad y de atracción usado por las empresas, la de Merced ha tenido, sin embargo, el privilegio de ser tomada en serio. Así fue que, al pisar la arena entre la apretada hueste de toreros, recibió una ovación estruendosa... El entusiasmo recorre toda la escala del clamor y llega al delirio cuando el mexicano eslabona tres verónicas, de la cual, la segunda es oro de diez y ocho y radio puro la larga de serpentina con que remata esta su primera hazaña... La hora de la alternativa ha llegado... Ya armado el mexicano se arrodilla, el toro, tardo al principio de la faena, lo ve estupefacto como le llega de rodillas a los hocicos... Hay marcado compañerismo entre los alternantes; Morenito y Manuel Mejías quieren que Merced luzca y al capote sabio del de Algeciras, sigue el cuidadoso de Bienvenida, en un quite oportunísimo, cuando Merced, arrancando sobre corto y recto, pincha en lo duro saliendo rebotado... Tres muletazos más determinan nueva cuadratura. Merced ataca de nuevo y cobra una estocada hasta la mano que hace rodar al toro. La ovación entonces es delirante, surcan el aire sombreros y bastones, trazan polícromas trayectorias las serpentinas... atruena el aire como un solo grito de júbilo el de diez mil gargantas... Merced, premiado con la oreja de su adversario, da la vuelta al ruedo y se ve por primera vez que el éxito sea tan grande que de él participen Diego Rodas y Bienvenida, que también son aclamados por el público...

Tres semanas después, el 22 de diciembre, reapareció alternando con Manuel Mejías Bienvenida y Curro Martín Vázquez en la lidia de toros de San Diego de los Padres. Le cortó la oreja al tercero, llamado Chatito. Por la otra parte, El Papa Negro fue herido por el primero de la tarde, por lo que el señor Curro Martín Vázquez se quedó con 4 toros, su lote y el del compañero lesionado.

Para el año de 1913, volvió un par de tardes a la Condesa. La primera fue el 5 de enero, en la que actuó mano a mano con Rafael González Machaquito, despachando toros españoles de Pablo Benjumea.

Merced Gómez tuvo una destacada actuación esa tarde, lo que le valió volverse a ver anunciado al domingo siguiente, 12 de enero, otra vez con el califa Machaquito y Reverte Mexicano. Esa tarde se corrieron 5 toros del Duque de Veragua y 1 de Tepeyahualco (5º). Asistió al festejo el presidente Madero y la plaza de la Condesa registró un entradón con sobreventa. Machaquito fue herido por el cuarto y Merced Gómez, por el quinto. Los partes rendidos por el doctor Millán dijeron:

MACHAQUITO. – Este diestro tiene una herida de diez centímetros de extensión en el tercio medio del muslo derecho, interesando la piel, tejido celular y fibras musculares, cuya herida no es de las que ponen en peligro la vida, pero sí de las que tardan en sanar más de quince días... MERCED GÓMEZ. – Tiene una herida en el tercio superior de la cara posterior del muslo derecho, que interesó todas las partes blandas musculares, descubriendo el isquion y siendo de pronóstico reservado...

Reverte Mexicano se negó a matar al sexto, y el regidor que fungió como Juez de Plaza autorizó a Serafín Vigiola Torquito a bajar del tendido y finiquitar al veragüeño que Arcadio Ramírez dejó a su suerte en el ruedo, siendo detenido por esa actitud. La crónica de Pata Larga en El Diario y Heriberto Lanfranchi señalan que los toros del Duque fueron sementales durante 3 años de San Nicolás Peralta. Esta fue la última corrida que toreó en su vida Merced Gómez.

Se tuerce el camino de Merced Gómez

Durante el proceso de recuperación de la cornada sufrida a mediados de enero de 1913, Merced Gómez hacía gestiones para ir a torear a España la temporada de ese calendario. Para ello comenzó a frecuentar a Alberto Ortiz Cuatro Dedos mexicano, encargado de organizar las temporadas de novilladas para que le auxiliara en las gestiones necesarias. Se transportaba de Mixcoac a la casa de Ortiz en la avenida San Juan de Letrán en una motocicleta que había comprado para facilitar sus traslados. 

Una falla mecánica le hizo permanecer varios días en la casa de Cuatro Dedos, un sitio de reunión de muchos personajes de distintas tallas de la fiesta, en la que prácticamente noche a noche había jolgorio y veneración a Birjan. La madrugada del 4 de marzo de ese 1913, se suscitó una reyerta entre Merced y un banderillero español, Antonio Ramos Ruiz Carbonero de Sevilla, quien en respuesta a un golpe del torero mexicano que lo depositó en el suelo, sacó de entre sus ropas una puntilla y se la clavó al joven diestro en el muslo izquierdo, produciéndose de inmediato una gran hemorragia.

Se llamó al doctor Carlos Cuesta Baquero, quien vivía en ese rumbo y al ver el estado de Merced Gómez, pidió su traslado al sanatorio de su propiedad, lugar en el que intentó reparar los destrozos del arma blanca. El diario capitalino El País del día 6 siguiente, relata:

El doctor Cuesta, hábilmente secundado por su colega Grande Ampudia, procedieron a practicar una delicadísima operación a fin de examinar la herida y poder proceder con acierto... Después de larga y ardua labor, lograron ligar los dos cabos de la arteria femoral... Terminada esta curación, el valiente espada fue trasladado al sanatorio del doctor Grande Ampudia... temiendo los facultativos, muy seriamente, por la conservación de la pierna, pues la circulación colateral no se ha logrado restablecer aún. Si esto no llega a conseguirse, irremisiblemente tendrá que perder la pierna...

En el número de El Imparcial fechado el 11 de marzo, aparece una información titulada: Merced Gómez murió ayer para la vida del arte taurino. Le fue amputada la pierna herida después de los desesperados esfuerzos hechos por los médicos para salvarlo. Entre otras cosas, dice allí el doctor Cuesta Baquero:

Antier se acordó la amputación en una junta de médicos. Había que tratar de salvar la vida... La pierna, corroída por la gangrena, estaba ya muerta: toda negra hasta la tuberosidad de la tibia; era, pues, imposible salvar ese miembro que el herido arrastraba ya sobre el lecho con hedores de sepulcro, y se eligió para cortar, la parte media del muslo, hasta donde ya comenzaban a notarse las apariencias de la infección gangrenosa...

Así se puso punto final a la prometedora carrera de Merced Gómez, matador de toros. El 20 de abril siguiente, en El Toreo de la Condesa, se le organizó un beneficio, festejo en el que actuaron Eduardo Leal Llaverito y Eligio Hernández El Serio, ante toros de San Mateo. Ese día, Merced dio su última vuelta al ruedo en el escenario de sus triunfos.

Lo que vino después de la tragedia

Decía al inicio que la familia de Merced Gómez y él mismo, tenían por negocio la explotación de minas de arena. Pero, aunque el torero en retiro se dedicó a ellas, supo aprovechar la popularidad que ganó en los ruedos y fue electo alcalde de Mixcoac, cargo que ejerció todo el año de 1921. 

Merced Gómez, pese a ya no tener la posibilidad de enfrentar toros en el ruedo, no dejó de peinar coleta. El que fue quizás, su primer acto como alcalde, fue precisamente cortarse esa seña torera de identidad. Para ello invitó a Rodolfo Gaona, quien le aplicó el tijeretazo el día 3 de enero de 1921, en un evento organizado ex – profeso. El torero permaneció en la alcaldía hasta el 1º de enero de 1922.

El 17 de mayo de 1923, cuando inspeccionaba una de sus minas de arena en Mixcoac, Merced Gómez queda atrapado por un derrumbe en ella. Cuando se logró encontrarle, ya había fallecido.

Una plaza de toros, una calle y una colonia

El 8 de noviembre de 1925, don Próspero Montes de Oca, un comerciante reconocido por su afición a los toros y por ejercer de mecenas de esta fiessta, inauguró una plaza de toros que ubicó en el polígono que forman las actuales calles de Anillo Periférico, Alconedo, Tiburcio Sánchez de la Barquera y Merced Gómez, en lo que hoy en día es la colonia Merced Gómez. La plaza de toros llevó el nombre del diestro mixcoaquense y el festejo de apertura lo torearon José González Carnicerito y Jenaro Corona, quienes lidiaron cuatro novillos de Atlanga. El número de El Ruedo fechado el 6 de diciembre de 1944, relata:

En Méjico, como ya hemos dejado dicho, hay un total de 85 plazas de toros. Pero en realidad, con categoría y capacidad, con un regular número de festejos al año, no pasan de veinte. Aparte de las cuatro plazas que existen en Méjico capital – El Toreo, con 25.000 espectadores de capacidad; Merced Gómez, con 7.000 localidades; Vista Alegre, con 7.500 y La Rosa, con 4.000 –, sólo hay otras quince o dieciséis plazas más en que se den festejos taurinos o se hagan temporadas o ferias...

Por su parte, Heriberto Lanfranchi da como fecha de cierre de la plaza Merced Gómez el año de 1942. Allí se presentaron en la capital mexicana como novilleros toreros de la talla de Carmelo Pérez, Luis Castro El Soldado y Alberto Balderas, además del ya nombrado Carnicerito.

Hoy sigue vivo el nombre de Merced Gómez por la calle y colonia a las que se puso su nombre y en el recuerdo de los aficionados a esta fiesta.

domingo, 11 de septiembre de 2022

Armillita, ¿el invulnerable?

Armillita en El Toreo de la Condesa

Fermín Espinosa Armillita ha pasado a la historia del toreo por múltiples causas y todas ellas notables. Una de ellas reside en el hecho de que se considera que solamente sufrió una sola cornada, el 20 de noviembre de 1944, en San Luis Potosí, recibiéndola del toro Despertador de Zotoluca, fecha en la que actuaba mano a mano con Silverio Pérez. De ese asunto ya me he ocupado por este sitio (primera partesegunda parte) con alguna extensión y es dable que afirme que ese percance representó ser el más grave de la carrera del Maestro, porque la excavación de las hemerotecas refleja que no fue el único que sufrió en casi tres décadas de enfrentarse a los astados en público. 

Los percances a los que haré referencia, según podrán apreciar, no revistieron mayor gravedad, pero reflejan que al final de cuentas, Armillita era un ser humano, superdotado, sí, pero hombre al fin y por esa razón, proclive a cometer errores, de esos que cuestan heridas a los toreros.

El Toreo de la Condesa, 8 de agosto de 1926

Ese domingo fue una tarde lluviosa que impidió que se concluyera el festejo, suspendido justo cuando el quinto de la tarde había saltado a la arena. La tarde no fue muy plácida para don Antonio Llaguno, que vio regresar a los corrales al cuarto del festejo por manso y para mayor incomodidad suya, ser sustituido por uno de Piedras Negras.

Armillita solamente se enfrentó al tercero, de la ganadería anunciada y conforme a la relación publicada en Toros y Deportes y firmada por Rafael Solana Verduguillo, sucedió lo siguiente:

La faena que ejecutó Fermín con el de San Mateo, resultó larga y un tanto esaboría. Comenzó el chiquillo toreando por bajo, por ver de hacer parar a su adversario, que no estaba quieto un momento. Castigó Espinosa, dio varios muletazos de maestro; pero eso no duró mucho. Dejó que el toro se repusiera, y luego se dificultó su muerte… Hubo momentos en que Fermín se impuso y dominó la situación, y otros en que dejó que el torito hiciera lo que le diera la gana. En un instante de duda, “Armillita” se llevó un achuchón, y esto lo descompuso; después ya no paró lo debido, y en una de tantas se dejó meter al toro y resultó enganchado. De pronto nadie dio importancia al percance; un susto y nada más; Fermín continuó la lidia, y no fue sino hasta que se desvistió cuando se dio cuenta que estaba herido. El doctor Francisco Ortega, Médico del Montepío de Toreros, nos proporcionó el siguiente parte facultativo:

“El matador de novillos toros Fermín Espinosa ‘Armillita Chico’, presenta las lesiones siguientes: Herida contusa por cuerno de toro, en la pared posterior de la axila derecha, como de cuatro centímetros de extensión, interesando piel, tejido celular y aponeurosis, descubriendo fibras musculares. Un varetazo en la región costal y anterior derecha. Dichas lesiones fueron curadas después de la corrida en el Sanatorio del Montepío de Toreros en México, y son de las que tardan en sanar menos de quince días. – Firmado: Doctor Francisco Ortega”.

Fermín Espinosa mató al toro que lo hirió, de cuatro pinchazos y una media bien puesta. Cada vez que el espada hacía el viaje, el toro se tapaba y no había manera de meter el brazo; por eso resultó pesada la labor del coahuilense.

Como lo dice el parte médico, la lesión tardó en sanar menos de quince días, pues al siguiente domingo, Armillita se volvía a presentar en El Toreo para actuar junto a Edmundo Maldonado Tato y Julián Rodarte, en el debut de la ganadería de Matancillas, tarde en la que le cortó las orejas y el rabo al primero de su lote, asunto que ya he comentado aquí.

Pamplona, 9 de julio de 1928

En esa fecha se celebraba en Pamplona la llamada Corrida de Prueba, un festejo que tenía por intención el ofrecer toros a precios económicos a diversos núcleos de afición que quizás no podían permitirse la adquisición del abono completo para San Fermín. Ángel Erro, del Club Taurino de Pamplona, me lo explica así:

La corrida de prueba se celebraba en Pamplona durante la mañana de un día de fiestas, habitualmente el día 8 o 9, alrededor de las 9 de la mañana… tenía como fin – de ahí lo económico de las entradas –, la asistencia de jóvenes, guarniciones militares y personas con menor capacidad económica. En ella actuaban los matadores contratados para la feria, lidiando un toro por coleta, tres o cuatro en cada festejo… Por la tarde se celebraba la corrida organizada para ese día… a partir de la primera década de 1900 se trasladó a la tarde, y desde 1929… hasta su desaparición en 1934, ya fue una corrida normal con seis astados, aunque de forma testimonial, se mantuvo el nombre de “Corrida de Prueba”. Hay poca documentación al respecto de su origen…

Pues bien, la Corrida de Prueba de 1928 la torearían Marcial Lalanda, Francisco Tamarit Chaves, Vicente Barrera – quien sustituía a Martín Agüero – y Armillita quienes enfrentarían dos toros de Antonio Flores, anunciados como antes Braganza y dos de Villagodio. La breve relación del corresponsal del ABC madrileño, publicada el 10 de julio siguiente, dice a este propósito:

Realizado el paseíllo suéltase el primero, “Almendrillo”, negro, bragao, perteneciente a la ganadería de Flores. Lalanda sujeta al toro, veroniqueando desde lejos. Lalanda y Armillita quitan regular, Armillita sale perseguido, enganchado por la taleguilla y cogido aparatosamente. Se levanta por su pie y se retira a la enfermería en brazos de las asistencias... El parte facultativo dice que Armillita tiene un puntazo leve en el muslo izquierdo, lesión que le impide continuar la lidia...

Ha sido Antonio Fernández Casado quien en su libro titulado Dr. Jacinto Segovia Caballero: Cirujano de la Plaza de Toros de Madrid, militante socialista y exiliado en México me puso sobre la pista de este percance y de este tema. Y es que en la relación de intervenciones destacadas que tuvo el cirujano, se relaciona ésta.

Armillita, tras las primeras curas en la enfermería de la plaza, fue trasladado a Madrid, avisándose al doctor Segovia de que su intervención sería necesaria. Así se relata en El Heraldo de Madrid del 10 de julio siguiente:

Esta mañana, a las nueve y cuarto, llegó a Madrid el diestro Armillita Chico, que resultó herido por un toro de Flores en la corrida celebrada ayer tarde en Pamplona… Acompañaban al diestro los individuos de su cuadrilla y el apoderado, D. Victoriano Argomaniz… Desde la estación se trasladó al herido a su domicilio, calle de la Salud, número 5. El doctor Segovia reconoció la lesión, que se halla situada en la cara interna del muslo derecho. Su extensión es de unos diez centímetros por cuatro de profundidad… Armillita tardará en curar diez o doce días. No podrá torear hasta el 22 en San Sebastián. Por tanto, perderá varias fiestas, entre ellas la del día 15 en La Línea…

Se dirá que fue apenas un puntazo hondo, pero la realidad es que, Diógenes Ferrand, corresponsal de Toros y Deportes en España, relató para el número de este semanario mexicano salido a los puestos el 27 de julio, lo siguiente:

El doctor Segovia me manifestó que, a su juicio, de no sobrevenir complicaciones, que no eran de esperarse, tardaría de diez a quince días en curar… Por la abundante hemorragia que sufrió, el estado de Fermín era de bastante debilidad… Según me manifestaron Argomaniz y los hermanos de Armillita éste no se amilanó ni tuvo el menor momento de desmayo… No perdió el conocimiento al ser cogido y aguantó con entereza y sin cloroformizar la cura que le hicieron… La causa principal de la cogida, según me manifestó Fermín, fue porque en el momento de estrecharse mucho en la media verónica, el toro hizo un extraño por haberle llamado la atención, sin quererlo, un mono sabio, que se cruzó detrás y cerca del diestro…

El percance le costó a Armillita el estar en el dique seco durante prácticamente dos semanas, pues reapareció hasta la corrida goyesca de San Sebastián el día 22 siguiente alternando con Manuel Jiménez Chicuelo, Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez Cagancho y el rejoneador Antonio Cañero, con toros de Santa Coloma.

San Martín de Valdeiglesias, 11 de septiembre de 1929

La corrida de feria de esta localidad madrileña se dio con cuatro toros de José García – anunciados como antes Aleas – para Julián Saiz Saleri II y Fermín Espinosa Armillita, llevando como sobresaliente a Saturio Torón. En esta oportunidad fue también en su turno al quite del que abrió plaza, cuando fue lesionado. La breve reseña del vespertino La Voz de Madrid, señala:

Primero. — Saleri es aplaudido en tres verónicas. Armillita se luce en su turno; pero al rematar sufre un palotazo y se ve obligado a ingresar en la enfermería. Se aplaude un buen par de Saturio Torón. El toro se declara manso, y Saleri hace una faena de aliño para una estocada a paso de banderillas…

El corresponsal de la agencia Febus remitió a los diarios de Madrid el siguiente parte médico:

Fermín Espinosa (Armillita Chico) ha ingresado en esta enfermería con una herida punzante en el segundo espacio interdigital de la mano derecha, de pronóstico leve, y no le permite continuar la lidia.

La lesión, así leída, parecía ser prácticamente insignificante, pero le costó reaparecer hasta dieciocho días después en Jerez de la Frontera, cuando compartió cartel con Nicanor Villalta, y Martín Agüero, para lidiar toros de Pérez de la Concha, que fue la antepenúltima de su campaña en aquellos ruedos, que terminó el 27 de octubre en Barcelona.

De este percance se cumplen hoy 93 años de que ocurrió.

Bogotá, 14 de febrero de 1954

El 20 diciembre de 1953 se produjo en Aguascalientes la reaparición de Armillita en los ruedos, después de que se había despedido de ellos en la Plaza México el 3 de abril de 1949. Esa vuelta a vestir el terno de luces sería breve, pues apenas constó de 15 actuaciones, de las cuales dos fueron en el extranjero, una en Bogotá, en la que para lidiar toros de Clara Sierra alternó con Antonio Ordóñez y Emilio Ortuño Jumillano y otra en Arles, Francia, el 20 de junio.

Armillita se mostraba optimista de su porvenir en ese inicio de su reaparición y así se lo expresó a quien firmó como Picas en el diario El Tiempo de la capital colombiana:

Me siendo más seguro que nunca, he toreado miles de corridas, pero el temor ante lo incierto, ante el enigma de cómo embestirán los toros, no se pierde nunca... Con la muleta estoy más a gusto; pero no comparto con la tendencia moderna de casi suprimir las suertes de capa. Esta es muy bella y tiene tantos matices... Ahora salgo a torear en Bogotá como un debutante... Hace años cuando estuve, las cosas no se prestaron para grandes hazañas. Ojalá hoy pueda justificar mi larga historia ante un público tan entendido y respetable como es este...

Al día siguiente de la corrida, una fotografía ilustró la primera página de El Tiempo, un toro prácticamente llevaba en cada pitón a un torero. El pie de foto resume extraordinariamente el momento:

El cuarto toro de la corrida de ayer, un poderoso ejemplar de doña Clara Sierra hizo una extraña embestida mientras Armillita lo toreaba en forma magnífica y lo enganchó derribándolo como se ve en la foto. Su banderillero Jesús Meléndez acudió prontamente al quite, pero con tan mala suerte que también fue cogido y así en breves segundos los dos mexicanos quedaban fuera de combate. Milagrosamente ninguno de ellos sufrió la cornada que parecía inevitable y solo ligeras magulladuras y varetazos sin mayores consecuencias. Pocas veces la cámara fotográfica había registrado con tanta oportunidad un momento de tal dramatismo en la fiesta brava.

El Maestro pasó en ese día un nuevo momento de apuro. La crónica del citado Picas, entre otras cosas dice:

Lanceó bien, banderilleó colosalmente, toreó por derechazos armónicos y templados, dio en su segundo sus impecables naturales... y hasta fue cogido ¡cosa extraña!, en un derrote inesperado, pero el maestro no se arredró, sino que volvió a la pelea con más coraje. Macheteó como se hacía en las épocas en que aún se lidiaban los toros y coronó sus faenas con buenas estocadas. Cortó la oreja de su segundo en medio de enorme ovación y del grito consagratorio de “¡torero!, ¡torero!”. Sí señores, TORERO con mayúscula, torero en el más largo y ancho sentido de la palabra... Porrazos y traumatismos. – Armillita, varetazo en el muslo derecho y varias heridas en los dedos de la mano izquierda, heridas producidas con la espada...

Esta última no fue una herida por cuerno de toro, pero sí a causa de sus embestidas. A propósito de las heridas causadas por los toros, expresó Frascuelo:

Los toros dan esto porque no pueden dar otra cosa. Si dieran caramelos daría gusto torear. Pa evitar verse así no hay más que dos caminos: huir o cortarse la coleta… El que no quiera eso, que se meta a obispo...

El Maestro seguramente tenía presente ese razonamiento y nunca echó la pata pa’tras.

Esta lesión fue la que menos detuvo el andar de Armillita, pues el domingo 21 siguiente reaparecía en Monterrey para lidiar toros de San Mateo en unión del peruano Rafael Santa Cruz y el albaceteño adoptivo – nació en Iniesta, Cuenca – Manuel Jiménez Chicuelo II.

Concluyendo

Armillita fue poco castigado por los toros en casi tres décadas. Ya lo decía al inicio, solamente sufrió una cornada calificada de grave. Escribe Leonardo Páez:

… Fermín Espinosa Saucedo supo equilibrar… la miseria con el prodigio de ser hombre, y provocar en quienes lo aclamaron y en quienes, lo seguimos admirando, un orgullo profundo como aficionados pensantes a la misma Fiesta que tanto amó y a la que tanta grandeza dio…

Por razones así, es que Fermín Espinosa Saucedo Armillita es considerado uno de los más grandes de la historia del toreo.

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