jueves, 21 de abril de 2022

La Feria de San Marcos hace medio siglo (V)

Tercera de feria: Alfredo Leal borda al natural un toro de Las Huertas


Prudente aclaración:
Hace 10 años publiqué una primera versión de estos hechos. Hoy los retomo, agregando alguna información y aproximándome a la que aquella versión contenía de otra manera.

La previa de Pancho Lazo

El cronista titular del Esto, encargado por este serial del menester también en El Sol del Centro en la columna que escribía con información previa al festejo, expresó abiertamente su poco gusto por la presentación del encierro enviado por don Luis Javier Barroso:

La verdad no nos gustó el encierro de Las Huertas que se lidiará esta noche: es disparejo, fuera de tipo y algunos toros dan la impresión de estar pasaditos en edad. Pero como dijo Alfonso Ramírez “Calesero”: “Yo no quiero que me gusten, quiero que me embistan...” … Roberto Mendoza “El Sándwich” quien lleva los poderes de Joaquín Bernadó parecía un tanto desconsolado: “Nos tocó, como siempre, el más cabezón, es el número 196, al que echaremos por delante”...

Los médicos veterinarios Antonio Feregrino y Omar de Luna fueron designados por el Municipio para que verifiquen post – mortem la edad de los toros estoqueados y que las astas no hayan sufrido manipulaciones.

“Ambos somos aficionados – nos decía el doctor Feregrino – pero nunca habíamos ocupado un cargo semejante. Lo hacemos con mucho gusto y ayudamos a que se cumpla el Reglamento. Además, entramos gratis a los festejos...”

Y dentro de la crónica del festejo, Lazo se reiteró:

Los pupilos de Las Huertas, confirmaron nuestra primera apreciación al verlos en los corrales: disparejos en presentación aparentemente en edad. Había unos que parecían novillos adelantados y otros, toros arriba de los cinco años... El de regalo, fue de la ganadería de Chucho Cabrera, un toro... que le tiró de patadas a los caballos, pero de extraordinario son, que metía la cabeza muy abajo, arando con los hocicos...

Lo que debió ser la penúltima corrida aquí de El Príncipe del Toreo

En el anuncio que se hizo de los carteles de la feria, se dejó patente que la corrida de la noche del lunes 24 de abril sería la última que Alfredo Leal torearía, al menos aquí en Aguascalientes. Esta que sería para él, la víspera de su despedida de esta plaza, bajo la luz de las candilejas también, le representó un importantísimo triunfo. Lo consiguió con el quinto de la noche, llamado Lupillo, según la crónica, por ser hijo de aquel Guadalupano que indultara en la Plaza México el regiomontano Raúl García más o menos cinco años antes. Sobre el andar de El Príncipe ante ese toro, Lazo escribió:

Lanceó en el centro del anillo, cargando ligeramente sobre la pierna de salida, a ritmo lento. Y con la muleta, echándola apenas adelante, embarcaba, templaba y mandaba, muy erguido, moviendo solo el brazo, con elegancia. Eran los primeros muletazos, bellos en ejecución, pero aún sin el sentimiento que iba a desbordar Alfredo sobre el ruedo de la plaza de San Marcos... Y ahora con la izquierda, más lento todavía, haciendo flamear el trapo rojo en el último tiempo, con un suave muñecazo. Trataba al toro con delicadeza para hacerlo sentir a gusto y sentirse él, Alfredo, igual. Y todo allí, en el centro del anillo, sin paréntesis que pudieran romper la continuidad, que sacaran de su embeleso al torero y cortaran aquel coro de ¡torero, torero!, o las aclamaciones que, de tan continuas, parecían una sola... Pocas, pocas veces se ha visto torear así; repetimos, pocas veces se encuentran un toro de tanta calidad y un torero de tanto arte... Se echó la espada a la cara Alfredo y el público, engolosinado gritaba ¡no, no!, pues quería seguir disfrutando de aquellos momentos. Solo que era ya hora de entrar a matar, y lo hizo Leal, muy derecho, dejando una estocada entera, un tanto traserilla, que hizo rodar sin puntilla al noble animal. Petición unánime. Dos orejas concedió la autoridad, solamente, quizás por la colocación defectuosa del acero. A Leal no le importaban los trofeos, como tampoco pareció importarle al público. Y juntos, torero y aficionados se entregaron a la celebración, uno sonriendo ampliamente y los otros vitoreándolo. Y le dijo Alfredo al “Chacho” Barroso: “¡Qué toro!”. Y le respondió el ganadero: “¡Qué torero!” ...

Tras de su faena al quinto de la noche, se refiere en la crónica la siguiente declaración de Alfredo Leal:

Sí; me voy. Pero deseo hacerlo con dignidad... y toreando, así como pude hacerlo hoy. Hubo momentos en que no escuchaba nada, como si el toro y yo estuviéramos en el vacío, él embistiendo y yo llevándolo suavemente... Luego parecía reventar todo y escuchaba la aclamación. ¡No veas que feliz me siento...!

La actuación de Jesús Solórzano

La afición tenía en la memoria todavía la actuación de Jesús Solórzano en el festejo que abrió el serial el domingo anterior, en el que, si bien los elementos y los toros tuvieron que ver en el resultado, dio la impresión de no emplearse a cabalidad con el quinto de aquella corrida. En esta noche, salió con una actitud diferente y ahora sí, los toros fueron los que le impidieron refrendar hazañas de otros días: 

Parecía que el primero de Chucho Solórzano se iba a prestar a la faena. Chucho toreó a la verónica con mucho sabor, echando la pierna adelante y jugando bien los brazos. Preciosos aquellos lances, como el quite por chicuelinas antiguas. Luego banderilleó con sobradas facultades, en dos cuarteos y el tercer par saliendo del estribo. El toro cambió de lidia y se tornó incierto... De pinchazo y bajonazo lo mandó al destazadero... Su segundo fue bravo a carta cabal. De salida remató en los burladeros, repitiendo hasta tres veces en el que está cerca de toriles y luego, cuando lo hizo en el de matadores, pareció lastimarse las vértebras y se le inmovilizaron las patas traseras... después del primer puyazo que le hizo sangrar recobró facultades... y Chucho prometió uno de regalo... El público ya no quiso ver al toro y le ordenó al toro que lo matara, lo que hizo de una entera delantera... Salió el de Chucho Cabrera, manso, pero queriéndose comer la muleta. Muy buenos momentos tuvo Solórzano con ese toro, aunque no redondeó el trasteo. Derribó de dos viajes y se retiró entre aplausos cuando el reloj marcaba un cuarto para las doce de la noche...

Joaquín Bernadó y Calesero Chico

Los temores de El Sándwich se materializaron. El lote que le tocó no se desplazó y el maestro de Santa Coloma de Gramanet no pudo mas que estar digno ante semejante colección:

Al catalán Joaquín Bernadó le correspondieron un toro muy joven y otro muy viejo... Bernadó es un torero honrado y le busca a todos los toros, empeñoso, poniéndose cerca, tratando de agradar. El público lo comprendió y le aplaudió con fuerza. Pasó fatigas para matar a aquellos bichos que mantuvieron, hasta el último momento, la cabeza en las nubes...

Por su parte, el hijo mayor del Poeta del Toreo tenía su dosis de malquerientes en los tendidos y no se le toleraba la menor duda ante la cara del toro:

A Alfonso Ramírez “Calesero Chico”, el público le hostiliza desde el paseíllo... Ayer tuvo un toro propicio para que brillara su clase. Fue el séptimo, "Pingüino" de nombre, bravo, claro. Y Alfonso se decidió por momentos y el público le respondió entusiasta. Sólo que no sostuvo el ritmo el torero y los aficionados volvieron a lo mismo: a hostilizarle y a ratos a ridiculizarle con gritos hirientes... Su primero, bravo, pero que presentó dificultades, fue buen motivo para que el público se cebara en los sustos que pasó “Calesero Chico”...

Para el día siguiente

La cuarta corrida del serial se llevaría a cabo el sábado 22 de abril, con toros de Valparaíso para la presentación de Curro Rivera, Mario Sevilla y Adrián Romero, regresando la actividad a la tradicional hora de las cinco de la tarde.

miércoles, 20 de abril de 2022

La Feria de San Marcos hace medio siglo (IV)

Antonio Lomelín y Rafaelillo destacan en la segunda de feria

La noche del jueves 20 de abril de 1972 se celebró la segunda corrida del serial de ese calendario. Se anunciaron toros de Suárez del Real para el rejoneador Felipe Zambrano, Raúl Contreras Finito, Antonio Lomelín y Rafael Gil Rafaelillo. Al final de cuentas, solamente salieron al ruedo seis de los anunciados originalmente, pues el de rejones procedió de La Punta

Lo que costaba hacer una feria

Por su parte, Francisco Lazo, cronista huésped del mismo diario, en columna que publicaba de manera sindicada también en el Esto de la capital mexicana, deja unos trozos de una entrevista que realizó al empresario Guillermo González, en los que le reveló la inversión que realizaba para ofrecer a la afición de Aguascalientes una feria como la que estaba teniendo verificativo:

…orgullosamente, mandó encender la iluminación de la plaza, esta bonita plaza de San Marcos, con capacidad para 3,800 personas. No había una sombra, los reflectores, dando luz de cuarzo, hacen ver el ruedo como si cayera el sol de la tarde. Siguió diciendo Guillermo: “Compré esta plaza en un millón doscientos mil pesos. Le hice mejoras por seiscientos mil, doscientos mil de los cuales, fueron exclusivamente para el alumbrado”.

Guillermo González abrió el domingo pasado la Feria Taurina, dando el primero de los siete festejos que llevará a cabo. “Me fue mal – reconoce –. Hicimos una entrada de 79,800 pesos. Perdí alrededor de 50 mil del águila”.

¿Cuánto cuesta montar la Feria?

“En siete carteles invierto un millón, doscientos mil pesos. Agotando el boletaje en las siete tardes, entran un millón seiscientos mil pesos, lo que me daría una utilidad de 400 mil, aclarando antes, que dentro la inversión, están considerados los impuestos...”.

¿No es mucho arriesgar para lo que puede haber de utilidad?

“Yo trabajo para el futuro. Quiero que la Feria de Aguascalientes llegue a ser la más importante de las que se den en el mundo de los toros. Cuando lo logre, también habré logrado lo otro, ganar mucho dinero...”.

Ya hemos dicho que un lleno total deja 240 mil en taquillas. Guillermo ratifica: “Entre los boletos regalados y pases, hay que descontar un mínimo de $5,000.00 por corrida... Muchas personas, alegando tener algo que hacer en la plaza, consiguen asistir a la corrida sin pagar. Ahí van estos otros números: En la plaza caben 3,800 personas y siempre entran sin pagar un 14 por ciento... No me estoy quejando... Simplemente estoy señalando las cargas que hay en taquillas…”

Si hemos de creer las palabras del Cabezón, la utilidad que obtenía en ese entonces, era meramente marginal y era cierto en verdad que daba toros por pura afición. Es también ilustrativo, el hecho de que señale, con precisión, que más del diez por ciento de los asistentes a un festejo, ingresaban a él sin pagar su entrada. Sin duda, que era una gran carga, sobre todo si se tiene en cuenta el reducido cupo del escenario y el precio accesible de las entradas en aquella época.

La segunda corrida de feria y su resultado

La crónica del nombrado Francisco Lazo nos deja ver que los toros no dieron el juego esperado. El año anterior el encierro de don Francisco Suárez del Real acaparó todos los elogios, pero este 1972 la suerte le fue esquiva:

El encierro que envió el ganadero zacatecano Francisco Suárez del Real, no resultó como el del año pasado; bien presentado sí, cómodo de cabeza, fue disparejo en cuanto a bravura. Tres de ellos mansos sin remedio; otro resultó blando y dos atacaron pronto a la caballería, uno de ellos, el segundo, sacando magnífico estilo y el otro, el que cerró plaza, terminó entregándose al acoso del torero, embistiendo con docilidad. Los conformistas dicen que con dos toros buenos cumple una ganadería. A nosotros nos parece que no, más aún si en el encierro hay reses que acusen falta de sangre brava, que echen la cabeza abajo y rasquen y busquen finalmente por donde huir, como sucedió finalmente con los tres lidiados en primer término. Lo menos que se puede esperar de un toro de lidia, es que peleé, de principio a fin, sea cual fuere la calidad de su embestida. A esos toros que van, los toreros pueden sacarle provecho, mucho o poco según su capacidad, lidiando o toreando, palabras sinónimas que en los toros tienen significado distinto. Si el toro se para, no quiere embestir o busca caminos de salida, todo se desluce, aún el empeño de los diestros…

No obstante, Antonio Lomelín, con el quinto de la jornada, pudo lucir y llevarse una oreja en la espuerta. El toro se llamó Abrileño II, recordando al que el año anterior le correspondió a Manolo Espinosa Armillita y le permitió llevarse el Escapulario de Oro de San Marcos:

…la fortuna sonrió a Antonio y le envió a “Abrileño II” que hizo honor a la familia, pues es sabido que “Abrileño I” dio magnífico juego el año pasado. Bravo fue el torito que llegó al tercio mortal con magnífico estilo, metiendo la cabeza con gran claridad. Y Antonio banderilleó estupendamente, primero al cambio, saliendo un poco comprometido y luego dos cuarteos alzando los brazos, cuadrando y clavando en todo lo alto, le hizo una faena de altibajos. Comenzó con dos cambiados en el centro del anillo, y corrió muy bien la mano para entusiasmar al público... y luego mezcló una serie de vulgaridades que no correspondían ni al toro que tenía enfrente, ni a los pases que había logrado en un principio. De pronto toreó serio, luego toreó de rancho. Pero ya había encendido los entusiasmos y como cobró una magnífica estocada a toro arrancado, fue pedida la oreja que concedió el juez…

Por su parte, Rafaelillo se presentaba en Aguascalientes como matador de toros. Y cayó de pie ante nuestra afición. No cortó orejas por un descuido de la gente, que vista la hora en la que terminó la corrida, salió de la plaza, casi en estampida, para ir corriendo al Palenque a ver el espectáculo de Los Randall:

En su segundo, “Majareta” de nombre, lanceó con mandiles muy suaves y verónicas despatarrándose y cerró el capítulo pintureramente. Ya está la gente con él. Bravo es el toro, se arranca al caballo y llega al tercio mortal un tanto incierto. Pero “Rafaelillo” lo encela y nos regala un trasteo de calidad indiscutible, casi en el mismo terreno y en dos ocasiones el toro se frena a media suerte, pero el chiquillo no mueve una pestaña, solo el brazo para hacerle continuar el viaje. Hay temple y arte, todavía no hay la solidez de una figura consagrada, pero suficiente para tener la seguridad de que “Rafaelillo” va a escalar muy alto. Otra gran estocada y cuando esperamos petición unánime, el público toma las salidas apresuradamente, quizás hacia otros placeres que guardan estas noches de feria en la bella Aguascalientes…

Un hecho poco frecuente

Un error de los torileros hizo que Finito tuviera que matar los dos primeros toros de lidia ordinaria de la jornada. No tuvo suerte con ellos, pero su labor fue reconocida con salida al tercio en ambos casos:

Raúl Contreras “Finito” es un torero que va recuperando el terreno que perdió lastimosamente después de un ostracismo inexplicable. Conserva lo fundamental para su profesión: valor. Y ha refrescado su empeño. Planta los pies de verdad. Su toreo ha sido eso, verdad, y pisa terrenos que lo acercan al drama. Ayer despachó primero y segundo pues el torilero se equivocó y los soltó uno tras otro… La equivocación del torilero dejó aquello en un mano a mano con cuatro toros entre Antonio Lomelín y Rafael Gil “Rafaelillo”…

Felipe Zambrano topó con un toro de La Punta que no se prestó para el toreo a caballo y de acuerdo con la relación que hace Lazo, bastante hizo con poder colocarle los hierros de reglamento y algunas banderillas. Lo dejó para que el sobresaliente – de quien no menciona el nombre – terminara con él, lo que consiguió con una entera caída después de un pinchazo.

Lo que seguiría

Habría toros en días seguidos hasta el de San Marcos. Para la noche del viernes 21, se anunció a Alfredo Leal, Joaquín Bernadó, Jesús Solórzano y Alfonso Ramírez Calesero Chico, con toros de Las Huertas. Ya recordaremos ese festejo el día de mañana.

sábado, 16 de abril de 2022

La Feria de San Marcos hace medio siglo (III)

16 de abril de 1972, primera corrida de feria

Tras del anuncio formal de los carteles que conformarían la Feria de San Marcos del 72, todo quedó dispuesto para que el domingo 16 de abril de ese año se abriera el serial taurino. El cartel, como ya lo había comentado, lo conformaba un encierro de La Punta, para el salmantino de La Fuente de San Esteban, Paco Pallarés quien hacía campaña en México desde el final del año anterior, Jesús Solórzano y Mariano Ramos.

La nota previa aparecida en El Sol del Centro, el día del festejo, reseñaba lo siguiente:

Al mencionar el ganado de este festejo, no podemos dejar de hacer hincapié en las brillantes características de los bureles enviados por Paquito Madrazo. ¡Vaya arrogancia y fina estampa! ¡Vaya trapío y respeto de los siete buenos mozos que están en los corrales, proclamando, con su sola presencia, la calidad de su brava estirpe! … Y si el aficionado encontrará ocasión de admirar la prestancia y gallardía del toro de lidia, los matadores Paco Pallarés, Chucho Solórzano y Mariano Ramos, podrán elaborar una actuación triunfal al enfrentarse y torear a enemigos que, como los de La Punta, reúnen por igual las dos más preciadas características del toro de lidia: bravura y trapío.

Certámenes taurinos

En la misma nota previa se anunció la instauración de un certamen para premiar al triunfador y el mejor encierro lidiado en el serial, patrocinado por la Casa Pedro Domecq:

…un grupo de entusiastas aficionados consideraron oportuno el organizar un certamen taurino en relación con los festejos feriales. Un certamen que, desde luego, tenga la significación y la categoría de nuestros festejos sanmarqueños, cuya brillantez atrae cada año mayor número de visitantes, y mayor número de aficionados… En suma, un concurso taurino de auténtica jerarquía, equiparable a los que se verifican en ferias tan sonadas como las de Jerez, Bilbao, San Isidro, Sevilla, etc. … En estas condiciones, solicitaron el patrocinio de una entidad de indiscutible abolengo taurino: la Casa Pedro Domecq. Y, según era de esperarse, dicha empresa accedió de inmediato a la petición de los aficionados en cuestión y en tal virtud, han quedado establecidos dos estupendos premios… ambos trofeos constituyen dos piezas de singular calidad. Son dos admirables esculturas del gran artista mexicano Raymundo Cobo, cuyo mérito artístico podrán calibrar en breve los aficionados, ya que van a ser exhibidos en céntrico aparador de la ciudad… La adjudicación de estos premios estará a cargo de un jurado integrado por los taurinos y aficionados… y la fiesta de entrega tendrá lugar con todo boato y esplendor por la Casa Pedro Domecq, el miércoles 26 del presente mes, en un salón del Hotel Francia…

Esos premios se sumaron al Escapulario de Oro de San Marcos que la Compañía Vinícola de Aguascalientes otorgaba al triunfador de la corrida del día 25 de abril, en la que seis toreros se disputaban el trofeo.

El festejo y su resultado

El 16 de abril de 1972 tuvo un clima desapacible, frío y lluvioso. Eso ahuyentó a la gente de los tendidos de la plaza restando lucimiento a la inauguración taurina de la Feria del 72. No obstante, hubo momentos de lucimiento de los diestros actuantes que quedaron plasmados en la crónica escrita por Everardo Brand Partida para El Sol del Centro, cubriendo la ausencia que se autoimpuso el cronista titular, don Jesús Gómez Medina, quien ocupaba el palco de la autoridad.

De la actuación que tuvo Paco Pallarés ese día, resalta entre otras cosas lo siguiente:

Correspondió al español lidiar en primer lugar, recibiendo a “Relámpago”, número 77, con una serie de lances a pies juntos rematando limpiamente, con la media… Sentado en el estribo inició la faena muleteril, que prosiguió con la derecha, pero sin mayor ajustamiento, manteniéndose siempre discreto, y sin despertar la emoción fuerte en los tendidos. Acabó con el primero de la tarde de un pinchazo y una estocada ligeramente desprendida. Saludos desde el tercio… Con el corrido en cuarto lugar, “Coleto” de nombre, Pallarés inició también el trasteo al filo de las tablas, pero no pudo sostener el ritmo con que lo inició, y fue a menos acabando por sumir al público en el tedio y el aburrimiento. Dos pinchazos y una entera desprendida, fueron suficientes para finalizar su debut ante el público hidrocálido…

Paco Pallarés terminaría ese año con 15 corridas en su haber aquí en México. No logró esa tarde penetrar en el gusto de la afición de Aguascalientes y sería la única actuación que tuvo en nuestras plazas. Todavía regresaría a México el año siguiente para sumar 6 actuaciones y ya no le volveríamos a ver por aquí.

Por su parte, Jesús Solórzano venía con el signo de ser uno de los grandes triunfadores del serial de 1970, con la gran faena que hizo a Poeta de Torrecilla el día 24 de abril y todavía con la impronta de varias faenas importantes realizadas el año anterior no coronadas con la espada. Era un torero que tenía predicamento entre la afición de Aguascalientes. Así le vio el cronista de El Sol del Centro:

Dio la impresión Solórzano, que con el 5º obtendría un triunfo grande, ya que con su particular estilo, con mucha clase, lo recibió con una serie de verónicas, y el remate con la media, cargando la suerte, alborotó a los tendidos… Aceptó la petición para que cubriera el segundo tercio. Y en qué forma lo hizo. ¡Fueron tres cuarteos, de los que sobresalió el tercero, dejando los palitroques en todo lo alto, muy unidos, tras de una ejecución formidable! Y ya el público veía llegar una de esas faenas solorzanistas, que en otras tardes enloquecieron a las multitudes… Tras de iniciar la faena – previo brindis al público – con excelentes ayudados, corriendo la mano, no acabó de comprender del todo, las condiciones del punteño… La faena vino a menos, y un pase aquí, otro más allá, algunos adornos, lasernistas y ... nada. Dio cuenta de ese 5º de la tarde, con un pinchazo, media desprendida y acierto al tercer intento de descabello. Para colmo de males se “tomó” una vuelta, que algunos solorzanistas aceptaron…

Sin terminar de convencer, al final de cuentas, el hijo del Rey del Temple saldó su primera tarde del serial con una vuelta al ruedo. No es quizás el premio más anhelado por un torero, pero tampoco implica haber hecho el viaje de vacío.

Por su parte, Mariano Ramos debutaba en Aguascalientes como matador de toros. Su actuación fue un atisbo de lo que se podría esperar de él en el futuro, pues se mostró como un torero poderoso y sapiente, convenciendo a la afición de inmediato de sus posibilidades.

A su primer enemigo, Mariano lo recibió con ajustados “parones”, lances a pies juntos, que arrancaron la primera ovación fuerte, ya que el remate, con media verónica rodilla en tierra, al estilo de Lorenzo “El Magnífico”, puso al público de pie… “Atrevido”, llegó visiblemente aplomado al último tercio... Empero, frente a sí tenía un torero todo pundonor y vergüenza, y su faena transcurrió en medio de los pitones, a la mínima distancia, pasándose al burel por la faja… Lamentablemente no pudo colocar el acero en lo alto sino hasta el tercer viaje, y de igual forma, fue en el tercer intento de descabello que acertó, y hubo de concretarse a saludar desde el tercio… Con el que cerró plaza, Mariano Ramos estuvo en plan de torero grande. Esas verónicas – “dignas de un cromo” – y la serie de chicuelinas tras del primer puyazo a “Gaitero”, arrancaron la ovación fuerte… Muleta en diestra, Mariano se dobló torera y artísticamente con su adversario, prosiguiendo el trasteo aseadamente, muy ajustado y llevando bien toreado al socio. Surgieron así series de naturales y derechazos mandones, y brotaron las dianas y las palmas para el muchacho, que pasó apuros, al igual que con su primer enemigo, para despacharlo. Su presentación como matador de toros, si no fue triunfal, puede señalarse como estupenda, ya que innegablemente el público estará ansioso de verlo nuevamente en el Coso San Marcos.

Everardo Brand señala en su crónica que, en ambos toros de su lote, pudo cortar las orejas Mariano Ramos, pero que sus fallos con la espada le impidieron hacerlo. Sería esta la única comparecencia del torero charro en este serial, pero tendríamos oportunidad de seguirle viendo en años venideros, pues se convertiría en uno de los casi insustituibles de los carteles rematados de nuestro serial.

Terminando

La apertura de la feria taurina de hace 50 años no tuvo en su conjunto, la brillantez que pudiera esperarse de un evento de esta naturaleza, sin embargo, de la relación que he traído a recuerdo, podemos apreciar que tuvo pasajes de interés para el aficionado.

La segunda corrida del serial se verificaría el siguiente jueves 20 de abril, a las 9 de la noche: abriría plaza el rejoneador Felipe Zambrano y a pie irían Antonio Lomelín, Raúl Contreras Finito y Rafael Gil Rafaelillo, anunciándose toros de Suárez del Real.

Ya en la fecha, procuraré ocuparme de los sucesos alrededor de esa corrida.

Aviso Parroquial: Durante estos días de feria, apareceré por aquí con un poco más de frecuencia que lo usual y no necesariamente en domingo, sino coincidiendo con las fechas en las que se dieron toros hace 50 años, o cuando se hayan dado acontecimientos que estime que pueden ser reseñados.

domingo, 10 de abril de 2022

La Feria de San Marcos hace medio siglo (II)

El anuncio de la Feria de 1972

Se publican oficialmente los carteles

El 11 de abril de 1972 se hizo pública en los dos diarios de la ciudad la composición de los siete carteles iniciales que formarían el serial de San Marcos para ese calendario. No medió acto o ceremonia para su develación, simplemente se hizo la inserción en la prensa escrita y se observó que tenía algunas diferencias con lo que cinco días antes el empresario Guillermo González había adelantado por teléfono a su regreso de España, pues quedaron de la siguiente guisa:

Domingo 16 de abril, 5 de la tarde: Paco Pallarés, Jesús Solórzano y Mariano Ramos. Toros de La Punta.

Jueves 20 de abril, 9 de la noche: El rejoneador Felipe Zambrano, Antonio Lomelín, Raúl Contreras Finito y Rafael Gil Rafaelillo. Toros de Suárez del Real.

Viernes 21 de abril, 9 de la noche: Alfredo Leal, Joaquín Bernadó, Jesús Solórzano y Alfonso Ramírez Calesero Chico. Toros de Las Huertas.

Sábado 22 de abril, 5 de la tarde: Curro Rivera, Mario Sevilla, Adrián Romero. Toros de Valparaíso.

Domingo 23 de abril, 5 de la tarde: Curro Rivera, en solitario. Toros de Torrecilla.

Lunes 24 de abril, 9 de la noche: Alfredo Leal en su despedida, Antonio Lomelín y Curro Rivera. Toros de Jesús Cabrera.

Martes 25 de abril, 5 de la tarde, disputándose el Escapulario de Oro de San Marcos: Raúl Contreras Finito, Jesús Solórzano, Antonio Lomelín, Curro Rivera y Mario Sevilla y Adrián Romero. Toros de Mariano Ramírez.

El interés de la afición fue grande y aunque no se anunció en ese momento la octava corrida que dejó entrever el empresario en su primer encuentro con la prensa, de inmediato los tenedores de tarjetas de derecho de apartado, así como aquellos madrugadores interesados, se presentaron tanto en las taquillas de la plaza como en el lobby del extinto Hotel Francia a tramitar la renovación de sus apartados o la adquisición de sus entradas a la plaza.

Un nuevo reglamento

En el Periódico Oficial del Estado del 12 de marzo de ese 1972, se publicó el decreto del Congreso del Estado por el cual se aprobaba y ponía en vigencia, a partir del día 20 de ese mismo mes, el Reglamento de los Espectáculos Taurinos, que preveía cuestiones como el hecho de que la edad mínima del toro se fijaba en tres años y medio, con un peso mínimo de 420 kilos. En virtud de que en las plazas no existía báscula, el peso se verificaba en canal, pero no se establecía proporción a considerar para determinar el probable peso en vivo. Admitía la lidia, en novilladas, de desecho de tienta y cerrado y prohibía taxativamente la lidia de reses despuntadas.

El cronista titular de El Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina, a partir de la publicación del Reglamento, hizo una serie de artículos en ese diario, poniendo a la consideración de la afición su contenido y explicándolo de manera didáctica. Sería, aparte de una entrevista que enseguida se tratará, su participación final antes de la Feria, en la que ejercería como Juez de Plaza, encargándose de aplicar ese Reglamento y por ello se abstendría de ocupar su acostumbrada tribuna en el diario decano de esta ciudad.

Las reacciones al anuncio

Pronto se produjeron reacciones y comentarios de los involucrados al anuncio del serial taurino, de las causas que dieron lugar a su conformación en esos términos y el primero en expresarse fue Joselito Huerta, quien en entrevista concedida a don Jesús Gómez Medina, aparecida en El Sol del Centro de ese mismo 11 de abril, entre otras cosas, dijo:

Nunca he dicho que no me interesaba venir a torear en Aguascalientes. Por el contrario, guardo gran estimación y reconocimiento por este público, cuya capacidad reconozco y cuyo aplauso he tenido la satisfacción de conseguir muchas veces. Lo que ocurrió es que, sencillamente, no pudimos llegar a un entendimiento en el aspecto económico Guillermo González y yo; a esto obedece, exclusivamente, no haberme contratado para la próxima feria. Pero, repito, el público de Aguascalientes merece toda mi consideración… La afición de Aguascalientes es acreedora de toda mi simpatía y afecto por su entusiasmo y porque sabe estimular con su aplauso al torero que busca complacerla. En prueba de esto, próximamente, el día 29, torearé en el festival organizado por el “Comité pro becas para estudiantes” y posteriormente vendré a despedirme de este público toreando una corrida de toros en la que será mi última actuación en Aguascalientes.

Así pues, no fue la salud del torero, sino, según su propia versión, una cuestión crematística la que no permitió su presencia en los festejos formales de la feria, pero, de cualquier modo, no quiso quedar fuera de la vista de la afición y se presentó a torear un festival benéfico, que enriqueció la oferta taurina de ese abril de hace medio siglo.

La versión del empresario

Por otra parte, en el mismo diario, páginas adelante, aparece una extensa entrevista que el periodista Agustín Morales Padilla, en esas calendas, redactor de El Sol del Centro, hiciera a Guillermo González Muñoz, el empresario, quien, entre otras cosas, comentó:

…cuando llegó el momento de formalizar contrataciones, el empresario se encontró con obstáculos que nunca imaginó. Por principio de cuentas, Manolo Martínez, pasando por un compromiso aceptado y faltando, inclusive, a una relación de amistad de mucho tiempo, se puso exigente y hubo que ofrecerle – palabras textuales del “Cabezón” – “todo el dinero que pidió, fechas y encierros” … Cuando le fueron satisfechas sus desorbitadas pretensiones, Martínez planteó otra exigencia, a través de su apoderado Chafic, consistente en ligar en las mismas fechas y al mismo dinero, a Joselito Huerta, lo que el empresario rechazó, por inaceptable…

Luego de ajustar a los diestros aztecas que interesan más en este momento – de los que se quedaron a hacer temporada en el país –, el dueño del coso San Marcos sentó un precedente cuando tomó el avión y se fue a España, no precisamente a traer diestros de esa nacionalidad, sino por los contratos de Curro Rivera y Eloy Cavazos, toreros mexicanos que constituyen la máxima atracción en la actual campaña hispana… Rivera aceptó venir, sacrificando inclusiva la corrida que el domingo 23 debería torear en Alcalá de Henares; pero en cambio Cavazos se vio impedido de hacer el viaje, debido a que tiene ocupadas de antemano, fechas que coinciden, precisamente, con los festejos que se darán en Aguascalientes.

“Quisimos dejar de manifiesto dos cosas” explica Memo González, al referirse a su periplo a la Península: “De una parte, que la empresa taurina a mi cargo sabe cubrir sus compromisos; y de otra, que ningún torero sobra, pero tampoco es indispensable” …

Al final de cuentas, Guillermo González resolvió con atingencia y de manera exitosa el compromiso que se echó a cuestas. Personalmente calculo que Eloy Cavazos pudo haber venido un par de tardes, pues solamente actuó en España los días 9, 16 y 30 de abril, en Las Palmas, Barcelona y Málaga y el 4 de mayo en Palma de Mallorca. Después de esta última fecha, volvió a torear hasta el 18 de mayo en Madrid, pero quizás su administración consideró que no era prudente cruzar el mar para venir a torear ante nosotros.

El futuro de la Feria de San Marcos

En la misma entrevista, Guillermo González comunicó al periodista algunas reflexiones sobre el futuro que apreciaba para nuestra feria y lo que podría venir para los siguientes años en lo que a los toros se refiere:

Mi actividad de empresario taurino presupone un espíritu de superación, en bien de la fiesta brava. Esta es la tercera temporada en que manejo la plaza local y me cabe la satisfacción de que, en tanto que en el lapso 70 – 71 se dieron 24 festejos (18 novilladas y 6 corridas); en la 71 – 72 fueron presentados 30 festejos (22 novilladas y 8 corridas)”.

“Otro dato revelador de la magnitud de nuestro esfuerzo, es que el coso San Marcos es el que da mayor número de festejos, en el mundo, durante una feria, atrás, apenas, de los de San Isidro (Madrid) y Sevilla, España”.

Encarecimiento irrefrenado de la fiesta

Luego, el empresario abordó otra cuestión que ha sido objeto de comentarios abundantes en el ambiente taurino: el encarecimiento gradual de la fiesta. Dice Guillermo:

“Los toreros se ponen cada día más exigentes en sus honorarios y algunas figuras piden un dinero que sencillamente no es posible darles.

Por otra parte, los ganaderos piden más por sus encierros. Esto va conduciendo a un encarecimiento irreversible del espectáculo, nocivo desde luego”.

El empresario afirmó que, sin embargo, en Aguascalientes se mantienen inalterables los precios de acceso al coso. “Es más – subrayó – plazas con mayor aforo, como San Luis Potosí y Querétaro, entre otras, tiene las localidades numeradas mucho más caras que aquí”.

González reafirmó, además, su propósito de continuar manejando el espectáculo en la nueva plaza que construirá el Gobierno del Estado. Dijo que allí se podrán abaratar las localidades populares, gracias a lo cual se dará oportunidad de asistir a los festejos al público de recursos modestos…

Como se puede apreciar, Guillermo González pretendía transformar una feria que promedió tres festejos por ciclo durante décadas, en una que se convirtiera en el referente de este tipo de celebraciones. La historia nos enseña que lo consiguió, que en estos tiempos que corren, lo que comenzaba a construir hace 50 años, es hoy en día la feria taurina más importante de América.

Al momento de esa entrevista las cosas estaban dispuestas para que en menos de una semana saltara el primer toro a la arena de la Plaza de Toros San Marcos. Hoy, medio siglo después, las cosas están en las mismas condiciones. Ya seguiré en los próximos días, recordando los sucesos de esa feria que, a la vista de sus resultados, fue la feria de Alfredo Leal.

domingo, 3 de abril de 2022

La Feria de San Marcos hace medio siglo (I)

Guillermo González Muñoz y Calesero
Aguascalientes, 13 de febrero de 1966
Archivo Carlos Meza Gómez

Unos preparativos complicados

Durante 1971, don Guillermo González Muñoz, coloquialmente conocido como El Cabezón se dio a la tarea de preparar e implantar en nuestro medio una feria taurina a la manera en la que se hacían en plazas españolas. Para ello instaló un moderno alumbrado en la Plaza de Toros San Marcos con la finalidad de dar festejos nocturnos y de esa manera tener la posibilidad de darlos en días consecutivos, aun entre semana, en días laborables sin afectar el funcionamiento de la industria y el comercio de la ciudad.

Después, armó seis corridas de toros en las que se presentaron los principales diestros de la baraja mexicana con las principales ganaderías de nuestro campo bravo, dividiendo seis corridas en tres nocturnas y tres vespertinas, mas una novillada que llevaba a los triunfadores de la temporada anterior a la Feria, con entradas que fueron a lleno por tarde, en las que la afición quedó satisfecha por lo ofrecido por el empresario y consecuentemente invitada a seguir asistiendo a la plaza de toros.

La Feria del año 72

Las primeras noticias acerca de la vertiente taurina de la Feria de San Marcos de 1972 no eran alentadoras. Se rumoraba que Joselito Huerta había externado que ya no tenía interés en venir a torear a Aguascalientes y que Manolo Martínez, el triunfador del serial anterior pedía emolumentos que se salían de toda razonabilidad, teniendo en cuenta el cupo de la Plaza de San Marcos, el costo de las entradas y la todavía relativa novedad del proceso ferial. Es decir, que sus pretensiones eran desproporcionadas.

Se desataron muchas especulaciones a partir de esas primeras notas de prensa. En el caso de Joselito Huerta, se hablaba de que en realidad no estaba plenamente restablecido del aneurisma que le sacó de circulación a partir del 7 de noviembre del año anterior y que motivó que fuera a Suiza a tratarse, no obstante que había reaparecido el mes de febrero anterior. Y en el caso de Manolo Martínez se pensó que se trataba de una estratagema del empresario Guillermo González para poner algún aire de misterio sobre la conformación del serial.

La realidad se vendría a conocer el día 6 de abril de hace 50 años, cuando en la sección deportiva de El Sol del Centro, el decano de los diarios de Aguascalientes, se publicó una información de la siguiente guisa:

México, abril 5. (EXCLUSIVO POR TELÉFONO). – Guillermo González, el empresario taurino de Aguascalientes, llegó esta madrugada procedente de España, muy satisfecho, porque logró contratar a Curro Rivera, que interrumpe su campaña en la Madre Patria para torear cuatro días en el coso San Marcos durante la Feria… De paso, afirmó que en lugar toreros españoles que no interesan, ya porque están pasados de actualidad, se optó por darle oportunidad a matadores jóvenes como Adrián Romero, Mariano Ramos, Alfonso Ramírez “Calesero Chico”, “Rafaelillo” y Mario Sevilla… En definitiva, don Guillermo González afirmó que la temporada taurina constará de siete corridas formales y una novillada, aunque dejó abierta la posibilidad de que se efectúe otro festejo… Diestros peninsulares solamente vendrán dos, de mucho cartel, como lo son Paco Pallarés y Joaquín Bernadó, pero también actuará el rejoneador lusitano Pedro Louceiro… Pero eso sí, entre los mexicanos que ya han sido contratados para las corridas de feria, están los que más llaman la atención del aficionado… De los auténticos ases de la tauromaquia mexicana, se lamentó González, el único que no podrá estar presente es Eloy Cavazos, pues tiene compromisos que no puede cancelar o rescindir para el 16, el 24 y el 30, en España…

El anuncio hecho por el empresario de la Plaza de Toros San Marcos merece ser analizado. En primer término, deja ver que el peso del serial gravitaría sobre una sola figura, la de Curro Rivera. Y después, en retrospectiva, podemos apreciar que en alguna medida guarda cierta similitud con el anunciado para este año que corre, puesto que la empresa se decidió a abrir sus carteles a matadores de nuevo cuño como Calesero Chico (alternativa de 1966), Mario Sevilla (alternativa de 1969), Adrián Romero (alternativa de 1970), Mariano Ramos y Rafaelillo (ambos con alternativa de 1971) y entre ellos y varios toreros asolerados, armar una feria rumbosa.

La primera versión de los carteles

En la nota ya citada, el empresario anunció que los carteles del serial se conformarían de la siguiente manera:

De cualquier manera, ello no restará lucimiento a la temporada, puesto que se ha logrado integrar carteles con toros y toreros de indiscutible categoría.

El día 16, con toros de La Punta, alternarán los matadores Paco Pallarés, Chucho Solórzano y Mariano Ramos y habrá un toro para el rejoneador Evaristo Zambrano.

El día 20 serán toros de Suárez del Real para Alfredo Leal, Joaquín Bernadó y “Rafaelillo”.

El día 21, con toros de Las Huertas, se las verán Antonio Lomelín, Raúl Contreras “Finito” y Alfonso Ramírez “Calesero Chico”. Este día también habrá un toro para el rejoneador portugués Pedro Louceiro.

Curro Rivera abre su temporada el día 22, alternando con Chucho Solórzano y Mario Sevilla. Para ellos habrá seis toros de Valparaíso.

El 23, Curro Rivera se encierra con seis astados de Torrecilla.

El 24, 8 bureles de Chucho Cabrera para el propio Curro Rivera, Alfredo Leal, Antonio Lomelín y Adrián Romero.

Finalmente, el día 25, seis toros para seis toreros: Curro Rivera, Alfredo Leal, Chucho Solórzano, Antonio Lomelín, Adrián Romero y Mario Sevilla. La ganadería será la de don Mariano Ramírez…

Tras la publicación formal de los carteles, se vería que este primer anuncio sufriría varios cambios, pero sin afectar la presencia de Curro Rivera en cuatro tardes y las de Alfredo Leal, Mario Sevilla y Adrián Romero en dos.

Las palabras del empresario

Ya en Aguascalientes, don Guillermo González Muñoz fue entrevistado por Everardo Brand Partida, quien escribía cosas de toros en El Sol del Centro y entre otras cuestiones, el empresario expresó:

…El empresario hidrocálido dijo que “Curro” habló estupendamente a la prensa española de la Feria de San Marcos, de allí su esfuerzo, respondiendo al de la empresa local, para viajar y reaparecer ante la exigente y conocedora afición aquicalitense. En los mismos tópicos se expresó de otro diestro azteca que causa furor en ruedos españoles: Eloy Cavazos.

Este torero, considerado como uno de los ases de la baraja taurina mexicana, no pudo venir, según figuraba en los planes de Guillermo, en vista de los compromisos creados con anterioridad. El 23 y el 30 de este mismo mes se presenta en ruedos de la Madre Patria, y difícilmente podría volar para torear aquí tan solo una o dos tardes.

Este viaje, continuó Guillermo González, me brindó magníficas y muy gratas experiencias, e hizo que se formara en mi mente la idea de brindar a México, especialmente a nuestra querida patria chica, Aguascalientes, la feria más importante del orbe, en lo que se refiere a materia taurina.

“Si en este año daremos ocho festejos – siete corridas de toros y una novillada – para el próximo ¡bien podemos asegurarlo!, aseguró enérgicamente, serán un mínimo de 10 corridas y una o dos novilladas, y con ello nos acercamos considerablemente, a escasos 3 festejos de la feria sevillana, que en el presente año únicamente contará con 15 corridas de toros”.

La charla subía en información, y el entusiasmo de Guillermo se dibujaba en su rostro, al seguir diciendo que, para 1973 tendremos mucha mayor experiencia, y posiblemente contaremos con una plaza mucho mayor, que consecuentemente nos permitirá montar un número más grande de festejos y contratar, como ha sido siempre nuestra mete y obligación para con el público, a los toreros que más gustan en la actualidad, en sí, a las primerísimas figuras del toreo mexicano y algunas españolas.

Ya para el año próximo planearemos la forma de aumentar a 10 – igualando la de Sevilla – y posteriormente a 17 las corridas de toros en la Feria de San Marcos, que en cuatro o cinco años más podremos – “Confío plenamente en ello” – situar como la primera feria taurina de México y del mundo.

Poco aporta, al parecer, a nuestro empresario, que Aguascalientes cuente tan solo con 200 mil habitantes, contrastando considerablemente con los tres millones de Madrid, España, y de que el turismo que recibe nuestra Entidad ni tan siquiera sea comparado con el de la Madre Patria, pero su meta se la ha trazado: “Esperamos, deseamos sinceramente, que se alcance, tanto en bien de Aguascalientes, de la afición y de la gente del toro…”

Como se puede leer, el empresario ya vislumbraba que Aguascalientes tendría una nueva plaza de toros, que el número de festejos del serial abrileño iría aumentando en cuanto el concepto de feria se fuera arraigando en la afición mexicana y que con la confección de carteles postineros, nuestra Feria de San Marcos se iría posicionando entre aquellas de categoría principal en lo que Díaz – Cañabate llamó en su tiempo el planeta de los toros

El transcurso del tiempo demostró que don Guillermo González Muñoz no estaba equivocado, que nos legó una muy importante feria taurina. Pero por estos días me ocuparé de la de hace medio siglo, conforme las efemérides se vayan produciendo.

domingo, 27 de marzo de 2022

1º de abril de 1962: Joaquín Bernadó y Manzanero de Coaxamalucan

Joaquín Bernadó
Foto: Martín Sánchez Yubero
Joaquín Bernadó inició el año de 1962 en Guadalajara el día 14 de enero y allí, en El Progreso, compartiendo cartel con Alfonso Ramírez Calesero y Jorge El Ranchero Aguilar, ante toros de Tequisquiapan, y se reiteraría, como escribió el cronista del diario El Informador que firmó como Gitanillo, que le definió como un torero:

...de gran personalidad, exquisita clase y una suavidad de seda, que corre la mano con temple extraordinario... y con su gran clase logró que los aficionados se le entregaran en su presentación...

Dos semanas después tuvo la ocasión de refrendar su buen hacer ante una complicada corrida de Xajay en el Toreo de Cuatro Caminos, alternando con el caballero en plaza Ángel Peralta, Rafael Rodríguez y Antonio Campos El Imposible. Solamente pudo dejar constancia en esta tarde de sus buenas formas ante los toros, pues la corrida no permitió a ninguno de los diestros actuantes manera alguna de lucimiento en esa sexta corrida del ciclo organizado por el doctor Alfonso Gaona.

La décimo quinta de la temporada 61 - 62

Para el primer día de abril del año 62, se anunció un encierro de Coaxamalucan, de don Felipe González, para Manuel Capetillo en su tercera comparecencia de la temporada, Joaquín Bernadó que iba a por su segunda tarde, José Ramón Tirado también en una tercera actuación y el madrileño Luis Segura que se presentaba por segunda ocasión, reapareciendo después de la grave cornada que recibió el 11 de febrero anterior. Al final de cuentas, de los toros anunciados se lidiaron solamente siete, pues el que abrió plaza fue de Piedras Negras.

El segundo de la tarde se llamó Manzanero y lo que apreció don Alfonso de Icaza Ojo acerca de la labor de Joaquín Bernadó ante él en su crónica aparecida en El Redondel de la misma fecha del festejo, es de la siguiente guisa:

…“Manzanero”, de mucho menos respeto, pues se trata de un novillo de pinta fúnebre y bizco del pitón izquierdo.

Joaquín Bernadó le sale al encuentro, trata de recogerlo, y una vez que lo logra, da varios lances de chicotazo, con los pies juntos, para instrumentar después tres buenas verónicas, toreramente rematadas. Ovación y dianas.

El propio Bernadó pone al toro en suerte, mediante un abaniqueo, y cuando él da una larga, echándose el capote a la espalda, el de Coaxamalucan dobla los remos. Una vara recargando y de nuevo cae el toro cuando hace el quite el diestro catalán, que, citando después desde lejos, instrumenta tres saltilleras estatuarias y bien rematadas que le valen nuevas ovaciones.

Siguen los banderilleros haciendo de las suyas.

Bernadó brinda a un amigo y hace que su peón le lleve el toro a las tablas, para iniciar su faena con tres pases en el estribo. Airosamente se lleva al toro a los medios y ahí corre la mano de manera superior en varios derechazos, a la vez que torea al natural, de frente, con auténtico preciosismo. El toro se echa, pero el diestro no se desanima, antes, por lo contrario, continúa toreando cada vez mejor; da un pase en dos tiempos, muy espectacular, y se adorna con manoletinas y afarolados. Las palmas del público han atronado el espacio cuando Joaquín entra a matar muy derecho, y deja una estocada entera. Estalla la ovación, y la autoridad concede dos orejas, dando el espada dos vueltas al anillo.

Dispénsesenos que no detallemos más la labor de Bernadó, pues nuestro teléfono sufrió una larga interrupción…

El juicio de Ojo respecto de la presencia del encierro es duro, desde la cabeza de la crónica que abarca las dos páginas centrales del tabloide, pues afirma que los pupilos del Gallo Viejo fueron el grupo más disparejo de lo que iba de temporada. Yo diría, tratando de atenuar la apreciación de don Alfonso, que esa circunstancia es el resultado de tratar de completar un encierro de ocho toros, pues normalmente los grupos son de seis o de siete y para cerrar uno así, a veces se tiene que echar mano de otros que están menos puestos. Pero sesenta años después y sin imágenes a la mano, difícil es ir más allá de la mera especulación.

Otra versión es la de Carlos León, quien en el Novedades, al día siguiente de la corrida, dedicó su carta boca arriba a don Miguel Alemán Valdés, en esas calendas Presidente del Consejo Nacional de Turismo y entre otras cosas, le contó en esa crónica a guisa de misiva:

En sus memorias, Pío Baroja cuenta que la vez primera que salió de viaje hacia la capital británica, se encontró en la Estación del Norte de Madrid a Ortega y Gasset. Al decirle cuál era el destino de su viaje, le preguntó el que luego sería gran filósofo:

- ¿Pues qué hay ahora en Londres?

- Hay Londres - respondió Don Pío.

Así, si alguien que no hubiera estado hoy en la plaza nos preguntara: ¿Pues qué hay en Joaquín Bernadó?, bastaría con responder: hay torero. Eso que se dice tan sencillo y que es tan difícil de afirmar. Pues si otra vez habíamos dicho que lo único torero del barcelonés era que se llamaba Joaquín, como “Cagancho”, ahora es de justicia reconocer que tuvo una actuación completa, que lo revela como un magnífico lidiador.

Con “Manzanero”, el bravísimo toro de Coaxamalucan que cubrió de gloria la divisa de Don Felipe González, le íbamos a ver a Joaquín Bernadó una lidia completísima, de acuerdo con la noble bravura del burel. Desde que se abrió de capa y trazó verónicas mandonas, yendo del tercio a los medios, se desgranó la primera ovación, que iba a repetirse cuando crispó los nervios de las masas con unas saltilleras estrujantes. Luego, la faena larga y variada, abundante en alegre pinturería. Primero los muletazos sentado en el estribo, el firmazo garboso y el de pecho dramático, para después citar como los clásicos, con la muleta plegada, para dar varios naturales citando de frente, como en las mejores épocas del toreo. Siempre suntuoso, elegante y pinturero, el catalán tiró del repertorio de las alegrías hasta lograr una faena que en todo instante fue coreada por la muchedumbre. Y como digno colofón, la estocada desprendida, pero fulminante, que hizo polvo al noble coaxamaluqueño. Dos orejas y otras tantas vueltas al ruedo, fueron el justo premio a labor tan señera...

Carlos León, mordaz cuando hacía falta o cuando las cosas no eran de su parecer, en esta oportunidad quedó rendido ante la torería y la clase de Joaquín Bernadó, cantada desde sus primeras tardes en estas tierras y que le permitiría permanecer en el gusto de la afición de este lado del mar por un par de décadas más y de alguna manera permanecer, pues después de dejar de vestir el terno de luces, como profesor de la Escuela Taurina de Madrid, varios diestros mexicanos, fueron discípulos suyos.

Lo demás de la corrida

Manuel Capetillo tuvo una faena poderosa y de lucimiento intermitente ante Mechudo, el de Piedras Negras que abrió plaza, saludando desde el tercio. José Ramón Tirado por su parte saldó su actuación con discreción, luciéndose con las banderillas en sus dos toros y por su parte, Luis Segura se vio inseguro, seguramente aún no repuesto de la cornada que recibió en la octava corrida de la temporada en ese mismo ruedo, aunque en su descargo habrá que decir que el primero de su lote era burriciego – coinciden Ojo y Carlos León – en tanto que el octavo no se vio, por la desastrosa lidia que se le dio.

Bernadó y México

Joaquín Bernadó, es todavía, creo, por pocas fechas, el torero español que más ha toreado en México desde el año 1920, con 190 tardes. Recorrió toda nuestra geografía desde 1961 hasta el año de 1988, cuando toreó entre nosotros su última docena de festejos. No rehuía fechas, plazas, ganaderías o alternantes y esa disposición siempre le fue correspondida por la afición, que acudía gustosa a verlo, porque sabía que apreciaría cuando menos, torería, que esa se lleva a la plaza, pues lo demás es aleatorio.

Es por eso que hoy, en las cercanías del sexagésimo aniversario de su primer gran triunfo en la capital mexicana, traigo a estas páginas virtuales su recuerdo.

domingo, 20 de marzo de 2022

19 de marzo de 1967: Raúl García y Guadalupano de Las Huertas

Raúl García
Archivo Manolo Saucedo
La temporada 1967 de la capital mexicana nació de manera muy accidentada. A mediados de noviembre del año anterior, el indescriptible Ángel Vázquez, operador de DEMSA, anunció que, en alguna forma, el ciclo quedaría dividido entre el Toreo de Cuatro Caminos y la Plaza México, pues se daría una feria de seis festejos entre el fin de noviembre y los inicios de diciembre en el coso de Naucalpan y después se continuaría la fiesta en la gran plaza de la colonia Nochebuena.

Las primeras cuatro corridas de Cuatro Caminos se anunciaron el día 17 de noviembre de 1966. El Cordobés, Diego Puerta y Mondeño eran el atractivo por la parte hispana, en tanto por los nuestros figuraban Manuel Capetillo, Jaime Rangel y los entonces recién alternativados Finito, Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Jesús Solórzano. Pero esa feria se quedaría en el papel y en la memoria de unos cuantos, pues un par de días después, el inefable Panchito Balderas, el sempiterno líder de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros anunció que su sindicato vetaba las dos plazas de la capital por adeudos de fondos de reserva y de derechos de televisión no pagados.

El 25 de noviembre se sumó a la postura de los subalternos la Unión de Matadores – que tenía sus propios líos internos – y el veto se extendió a otras empresas, extendiéndose el paro prácticamente a todas las plazas de la república, pudiéndose cumplir únicamente los compromisos firmados hasta antes de esa fecha y posteriormente ningún espada actuaría en ruedo alguno.

Estos problemas terminaron al final de cuentas con la salida de Francisco Balderas como Secretario General de la UMPYB, siendo sustituido por Javier Cerrillo. También terminó con el cisma del sindicato de matadores de toros, naciendo lo que es la actual Asociación Nacional de Matadores de Toros, que fue presidida en primera ocasión por Raúl Contreras Finito y quedando la original Unión bajo el liderazgo de Luis Procuna. Estas dos historias deben ser contadas aparte.

Los que no dejaron de funcionar fueron los ganaderos. El 29 de diciembre, Luis Javier Barroso, presidente de la Asociación de Criadores de Toros de Lidia declaraba a la prensa que la situación que se vivía entre los toreros no impedía que se siguieran exportando toros a Sudamérica. Que tenían sus permisos en orden ante las secretarías de Agricultura e Industria y Comercio y que, de hecho, por esas fechas varios encierros estaban siendo embarcados para las ferias de Venezuela y Colombia.

Así, en ese contexto, es como se dio la temporada capitalina de 1967, relegada por las circunstancias, solamente a la Plaza México.

La decimoprimera corrida de la temporada 1967

Para el día de San José de 1967 se anunció un encierro de Las Huertas para Alfredo Leal, Raúl García y Gregorio Tébar El Inclusero, quien repetía después de haber confirmado el domingo anterior y haberse alzado triunfador cortando una oreja en esa tarde. El Príncipe del Toreo vistió de champagne y oro, Raúl García de verde y oro y El Inclusero de tabaco y oro.

El quinto toro de la tarde – se cumplió el adagio o lugar común, según se vea – se llamó Guadalupano y se le anunciaron 466 kilos de peso en la tabilla. Era el segundo del lote de Raúl García, quien tendría con él, visto en retrospectiva, su última gran tarde en la Plaza México. Encontré solamente una versión completa sobre lo sucedido esa tarde, es la de Rafael Loret de Mola, firmando como Rafaelillo, que publicada en el diario El Siglo de Torreón al día siguiente del festejo, entre otras cosas dice:

Raúl, con ganas de triunfar, lo recibe con un farol de rodillas seguido de dos verónicas con los pies juntos. Siguen siete verónicas más, rematadas con la rebolera que no entusiasman a nadie.

Aquí propiamente empieza a destacar el maravilloso burel que en breves instantes iba a ser indultado. Raúl se para en los medios y ejecuta un maravilloso quite por fregolinas lentísimas que ponen al público de pie.

Banderillea bien, pero sobresale el último par al cambio que festeja el público con una gran ovación.

De rodillas empieza su trasteo, pero no son cualquier cosa los pases por alto que ejecuta de hinojos el diestro regiomontano, son unos pases extraordinarios en aguante y belleza, cuando remata con un molinete en la misma posición, el ruedo se cubre de sombreros y prendas de vestir. 

Continúa su gran labor con cinco derechazos rematados con un estupendo pase de pecho. Vienen después tres derechazos más, pase de pecho y la locura en los tendidos; continúa con la diestra para dibujar otros cuatro derechazos seguidos de un maravilloso pase de trinchera; todavía con la muleta en la mano derecha da tres derechazos más en medio de la locura en la mayor plaza del mundo.

Se cambia la muleta a la mano izquierda para estampar unos naturales soberbios, y los sombreros caen al ruedo. El público, todo, pide el indulto, Raúl simula la suerte suprema y pide al juez el indulto del animal, el juez testarudo no hace caso, pero cuando Raúl da tres derechazos rematados con un cambio y el de pecho, y ya no cabe duda alguna de que el noble cornúpeta merece el indulto, el juez lo concede en medio de la locura general.

Mucha gente grita «¡toro, toro…!», creyendo como yo, que Raúl no estuvo a la altura del maravilloso toro de Las Huertas, no he dicho que Raúl lo haya desperdiciado, no, Raúl lo toreó estupendamente, pero no logró estar a la altura de su noble enemigo. Enhorabuena a los propietarios de este gran toro que dejó constancia en la plaza de bravura, nobleza y obediencia…

Rafaelillo deja un amplio espacio para la polémica al juzgar que, sin ser desperdiciado, el toro no fue debidamente aprovechado por el diestro de la colonia Acero de Monterrey. Por su parte, el corresponsal de la agencia española EFE, Carlos Viseras, en su reseña publicada en el número del semanario madrileño El Ruedo salido a los puestos el 21 de marzo siguiente, agregaría otro detalle más para esa discusión:

Con el quinto consiguió alborotar al público con una larga de rodillas. verónicas y fregolinas... Puso dos pares de banderillas; uno de ellos se aplaudió. Pases de todas las marcas, hasta que ondearon los pañuelos y el indulto de «Guadalupano» fue concedido. Ovación y saludos… En cuanto se refiere a la actuación de Raúl García, el alguacil, por su cuenta, sin tener la autorización de la presidencia, le entregó simbólicamente a García las dos orejas y el rabo de «Guadalupano». Por tanto, el premio fue de «motu proprio», no concedido por el juez de la plaza…

Esta última cuestión, la del rabo simbólico no concedido por la autoridad, es ratificada por don Daniel Medina de la Serna en su obra Plaza México. Historia de una Cincuentona Monumental, cuando al resumir esta temporada 1967, cuenta:

Cierto interés despertaba todavía Raúl García; se presentó (2ª) dejando ir la oportunidad con un buen lote de Tequisquiapan; esa tarde le flaqueó el ánimo, pero para recuperar el terreno perdido, cuando volvió (11ª) se topó, para su fortuna, con un toretillo al que le hizo una gran faena, pero después recurrió, por sus pistolas, a la triquiñuela de indultarlo. Juan Pellicer, en su crónica, dejó este testimonio:

Raúl determinó no matar a su cordial bonachón amigo de Las Huertas y soltó el estoque, para llegar así, cómodamente, sin ese estorbo, con la mano al pelo (...) Es de justicia señalar a Ángel Procuna y a algunas otras personas, fácilmente identificables, que desde el callejón y a media faena de muleta, indicaron, como consejeros, a Raúl García que no debía matar al de Las Huertas. Fue aquello una auténtica pantomima. Después de que el cornicortísimo y rabón torito entró a los corrales, uno de los alguacilillos, a las órdenes de no se sabe quién y ante la mirada atónita de miles de espectadores, iba y venía con dos orejas y un rabo entre las manos que el licenciado Pérez Verdía, juez de plaza, no había concedido...”

El juez se dejó rebasar por las manipulaciones y las circunstancias sin hacer valer su autoridad; pero como dichos trofeos fueron protestados, el indultador tuvo que tirarlos.

Alfonso de Icaza también condenó, en su comentario ocho días después, el bochornoso lance que provocó el abusadillo e irresponsable diestro regiomontano, calificándolo de “mixtificación”; en cambio Carlos León, amigo del ganadero, no opuso el menor reparo al indulto...

Como se puede ver, la polémica acerca del indulto de un toro y sobre la concesión de apéndices de utilería, no es de hoy, sino de siempre. He agregar que los anuarios estadísticos de don Luis Ruiz Quiroz no computan las orejas y el rabo de Guadalupano en el haber de Raúl García.

El epílogo

Esta tarde fue la novena del torero regiomontano en la gran plaza. Le restaban ocho más en las que la suerte le fue esquiva. Esa temporada de 1967, tengo la impresión de que fue un parteaguas en la historia taurina de México. La corrida que cerró esa temporada, la noche del sábado 8 de abril de 1967, en disputa por el Estoque de Oro, representó una especie de golpe de estado dado por dos de los jóvenes que habían confirmado su alternativa ese año, Raúl Contreras Finito y Manolo Martínez, quienes ante los toros Lobito y Catrín del ingeniero Mariano Ramírez, declararon sus intenciones de subirse a la cima del toreo.

El 3 de diciembre de ese 1967, en Cuatro Caminos, el golpe quedaría consumado, cuando Manolo Martínez, mano a mano con Manuel Capetillo y los toros de don Luis Barroso, definiría el rumbo que las cosas de los toros tomarían en este país los siguientes tres lustros. Nacía una nueva etapa de la historia del toreo mexicano.

domingo, 13 de marzo de 2022

6 de marzo de 1949: Ricardo Torres y Africano de Pastejé

Ricardo Torres
Visto por Carlos Ruano Llopis
La temporada 1948 – 49 en la Plaza México fue una de esas que representaron un punto de quiebre en su ya prolongada historia. Es la que representó la despedida – la primera, la anunciada – de Armillita, en la 16ª corrida del ciclo, celebrada el domingo 13 de abril. También albergó la llegada a las filas de los matadores de toros de Los Tres Mosqueteros, con la alternativa de Rafael Rodríguez en la inauguración y las confirmaciones de Jesús Córdoba y Manuel Capetillo. Y por último, representó también el retorno a la costumbre de premiar las faenas con una o dos orejas, antes de la concesión de las dos orejas y el rabo a partir del domingo 13 de marzo de ese 1949.

Además de los toreros ya nombrados participaron en la temporada un reaparecido Silverio Pérez, Luis Castro El Soldado, Fermín Rivera, Luis Procuna, Antonio Velázquez, Alfonso Ramírez Calesero y Luis Briones por los nacionales, los sudamericanos Alí Gómez y Luis Sánchez Diamante Negro y el portugués Diamantino Vizeu. La ganadería de La Punta envió seis encierros; entre San Mateo y Torrecilla, cuatro; Pastejé, tres; Coaxamalucan, dos; entre La Laguna y Piedras Negras, también un par; y Zotoluca y Matancillas, uno cada una. Ese fue más o menos el elenco de la tercera temporada de nuestra gran plaza, este año sin la competencia con la del Toreo de Cuatro Caminos en la que solamente se celebró, el 15 de marzo de 1949, una corrida de toros a beneficio de las familias de las Guardias Presidenciales.

La 12ª corrida de la temporada 48 – 49

También formó parte de ese elenco Ricardo Torres, de quien ya he hecho alguna memoria por estas virtuales páginas. Se presentó el domingo 6 de marzo de 1949, en la decimosegunda del ciclo, alternando con Lorenzo Garza y Luis Procuna para enfrentar un encierro de Pastejé. Era apenas la segunda comparecencia del torero hidalguense en la México, quien había debutado allí el 24 de noviembre de 1946 alternando con Domingo Ortega y Silverio Pérez, con toros de Matancillas. Dio dos aclamadas vueltas al ruedo tras la lidia de su primer toro Bolero y hasta este domingo de casi tres años después, regresaba al escenario de la colonia Nochebuena. Vaya usted a saber por qué fue así.

El encierro de Pastejé fue disparejo, pues hubo un toro (1º) que apenas dio 427 kilos en la báscula, contra otro que pesó 492 (4º). El promedio del peso del sexteto fue de 454 kilos y voy a insistir, fue una auténtica escalera. Se lidió un séptimo, regalo de Lorenzo Garza, de Jesús Cabrera, al que se le anunciaron 449 kilos y al que las crónicas se refirieron como un torillo. La realidad es que el doctor Gaona apoyó su temporada apenas en un puñado de ganaderías, lo que me induce a pensar que al ir entrando ésta en sus profundidades, el género de calidad comenzó a escasear y se tuvo que echar mano de lo menos impresentable.

Ricardo Torres y Africano

El tercero de la tarde, de los últimos que crio don Eduardo N. Iturbide, pues en ese mismo año enajenó la ganadería a Luis Javier Barroso Chávez, fue bautizado como Africano y la tablilla le proclamó 430 kilos de peso. Ante ese toro tendría Ricardo Torres la actuación más destacada del festejo y la que resultaría ser, sin anuncio previo, su última en el llamado Coso de Insurgentes. Acerca de ella, don Carlos Septién García, entre otras cosas, escribió:

La gente – desde luego en número harto menor al de las anteriores corridas – había acudido a ver a los hombres más o menos ilustres. No era ciertamente el torero hidalguense Ricardo Torres, hace mucho tiempo alejado de la Plaza México, quien atraía a la mermada muchedumbre. Y, sin embargo, fue él quien a poco de iniciada la corrida se convirtió en la figura central de la tarde, y fue él quien despertó las ovaciones legítimas y fue él quien se quedó con la oreja de un pastejeño entre las manos. Su terno deslustrado, que en el paseo había hecho contraste junto a los trajes suntuosos de sus alternantes, fue adquiriendo la mejor luz torera, que no es la que cabrillea sobre los calamares sino la que sale del ánimo esforzado y del júbilo generoso de torear: luz interior que le permitió iluminar de triunfos su tarde y que hizo palidecer hasta el apagamiento los brillos simplemente epidérmicos en los ternos ilustres de sus alternantes...

La crónica de El Tío Carlos dejó sin lugar a duda que la entrada fue floja, pero también, líneas adelante expresaría que los asistentes al festejo redescubrieron a un torero que por esas razones que quedan a la vista, pero nunca se explican o se expresan, simplemente no pasaba por allí. Sigue diciendo el cronista:

De su largo aislamiento, de su dolor fresco aún en la cicatriz de la reciente cornada de Mérida, de su maltrecho pasado, Ricardo Torres supo sacar el éxito de una brillante tarde de toros. Brillante y completa; porque el hidalguense cubrió con su dimensión de torero a lo tradicional los tres tercios de la lidia clásica. Y así, su capote trazó la comba y la cruz de la verónica rematada por el cono severo de la media verónica; y trazó gaoneras y revoleras, mariposas y mandiles tras de haber acudido siempre con seca y taurina eficacia a los quites en que primero se salva la vida de un hombre para después salvar la belleza del lance. Y resucitó su vasto dominio del segundo tercio recordando los tiempos (1933 – 34) en que pareando de poder a poder no reconocía otro rival que Fermín Espinosa; y con excelencias de colocación y pureza de línea complementada con algunas ejecuciones muy buenas, cubrió ese segundo tercio en sus dos toros yendo siempre a más. Y, finalmente, supo llegar a lo moderno con la muleta en la derecha y la silueta entre los pitones hasta la noble faz de ese magnífico segundo toro al que templó en varios derechazos lineales; o bien, cuando por la visible fatiga de su resentida salud no encontró ya modo de repetir el trasteo, supo llegar con la mano al pelo en la correcta ejecución de una estocada que hizo morir al toro con la prestancia y la gallardía con que morían los bureles en las páginas de “La Lidia” añeja o en las esculturas de principios de siglo… Fue así conciliando dentro de sus posibilidades lo tradicional y lo actual al calor de una llama ambiciosa de triunfo, como Ricardo Torres logró sacar de su aislamiento y de su dolor, esta completa y brillante tarde de toros...

Decía ya que esta fue la segunda y última vez que Ricardo Torres pisó vestido de luces el ruedo de la Plaza México. En las dos ocasiones tuvo actuaciones brillantes y en ambas la retribución a su actuación destacada fue el ostracismo y el enviarlo a torear por las afueras. Hoy, afortunadamente, aunque despacio, la historia se encarga de restituir al torero de Hidalgo el sitio que en ella le corresponde.

Los demás sucesos de la corrida

Salvo un quite por orticinas realizado al primero de su lote, Luis Procuna tuvo una de esas tardes de las que un torero no quisiera que se guardara memoria. Y por su parte, Lorenzo Garza, tuvo que recurrir al expediente del toro de regalo para intentar enmendar una tarde que tampoco caminaba para él en la dirección correcta. El juicio del Tío Carlos es lapidario:

Más daño le hizo a Garza este toro bravo de ayer que a Velázquez el manso de hace 15 días. El delicioso animal de Cabrera vino a mostrar que Garza conserva clase con el capote ya que las verónicas por el lado izquierdo y los “pases del velo” por ese mismo perfil que ejecutara Lorenzo, fueron de verdad bellos, templados, ejecutados a la perfección. Pero también vino a poner en evidencia cómo Garza carece de capacidad torera con lo que otrora fuese su mejor arma: la muleta. Lo que le resta a Garza es el cite y el parón. Y ni conoce el muletazo completo, ni la liga, ni la unidad del trasteo. Esto va dicho porque ayer frente a un toro inofensivo y dócil como muy pocas veces se ve un toro así, Garza no tuvo sino el muletazo aislado, el cite y el parón. Lo que le ocurre con cualquier otro bicho que muestre menos facilidades está a la vista con su labor en los toros de la lidia ordinaria. Ni plan, ni decoro, ni poder, ni nada… Excelentísimo capote con el toro ideal. Y con la muleta, El Rey del Cite. Tal es hoy Lorenzo Garza…

Para terminar

Escribía don Alfonso de Icaza Ojo acerca de Ricardo Torres:

Excelentísimo banderillero, dueño de un capote de seda, con la muleta bajaba, pero volvía a subir, no pocas veces con la espada…

Una buena manera de apreciar su clase y sus buenas maneras es verlo en imágenes en movimiento. Una fuente importante y accesible es el DVD Tesoros de la Filmoteca de la UNAM. Tauromaquia I. Colección Daniel Vela. Allí vienen unas extraordinarias imágenes del torero.

domingo, 6 de marzo de 2022

Jesús Córdoba, a 95 años de su natalicio

Jesús Córdoba, Luis Miguel DominguínJoaquín Bernadó
Madrid, 29 de septiembre de 1957
ARCM Fondo Martín Santos Yubero

Una de las grandes guerras civiles que registra la Historia de México es la llamada Revolución Mexicana, con la que, diría, se abrió el siglo XX en nuestro país. Los historiadores señalan que uno de sus saldos negros fue la causación de un millón de muertes, pero omiten o no mencionan otra cuenta, aquella que debe sumar el importante número de familias y de personas, que, huyendo del horror de la violencia, emigraron a otras tierras buscando horizontes de tranquilidad para desarrollar sus actividades y sacar adelante a sus allegados.

Ese fue el caso del matrimonio formado por Benjamín Córdoba Razo y María de Jesús Ramírez, quienes durante el año de 1920 tomaron sus bártulos y el camino hacia el Norte, con la intención de establecerse en los Estados Unidos de América y así formar en paz a su familia. Decía un tío abuelo mío – reclutado por el ejército y enviado al frente europeo en la Primera Guerra Mundial – que pasó por lo mismo, que en aquellos años las leyes migratorias americanas no eran tan duras y que bastaba con que tuviera uno el cuarto de dólar que costaba el cruce del puente para que casi sin preguntas, le permitieran el paso a quien quisiera entrar.

Así, muchas de las familias mexicoamericanas que actualmente residen en diversos sitios de la Unión Americana, son descendientes de aquellos migrantes por necesidad del inicio del siglo pasado y se situaron no solamente en los lugares en los que la población tenía raíces nuestras, sino que entraron a las profundidades de los Estados Unidos – la familia de mi abuela fue a parar a Nebraska –, por lo que no nos debe resultar extraño encontrar casi paisanos en cualquier rincón de ese país.

Winfield, Kansas

Winfield, en el Estado de Kansas, es una ciudad fundada en el año de 1870 y nombrada así en honor de Winfield Scott, aquel que comandaba las tropas americanas que ocuparon la Ciudad de México el 15 de septiembre de 1847. Ese fue el sitio, de unos 9,500 habitantes, elegido por el matrimonio Córdoba Ramírez para retomar la vida familiar y es allí donde el 7 de marzo de 1927, diría un buen amigo mío, por un mero accidente demográfico, nació su hijo Jesús, quien siempre se consideró originario de León, Guanajuato, pues de esa región eran sus padres.

Allí aprendió las primeras letras y conoció de la intolerancia de muchos hacia aquellos que tienen alguna diferencia con la mayoría. Eso le templó el carácter y le enseñó que para superar a esos que se conforman con integrar una mayoría, hay que cultivar las habilidades y las virtudes con las que uno cuenta.

 De León, Guanajuato… ¡Para el mundo! 

Es a finales de los años treinta que los Córdoba Ramírez regresan a León, Guanajuato, aunque el padre permanecería en Kansas para mantener su empleo en el ferrocarril local y allí Jesús Córdoba emprenderá sus estudios que llevará hasta la secundaria. Será también el lugar en el que tendrá por primera vez contacto con la fiesta de los toros. Escribe Ann D. Miller:

...asistió por primera vez a una novillada a los 16 años. Si tuvo alguna duda acerca de lo que era el toreo antes de esa tarde, ninguna le quedó después del festejo... la impresión que le causó lo que vio le decidió a ser torero. Junto con otros aspirantes, recorrió de un pueblo a otro y de ganadería en ganadería buscando la oportunidad de probarse y de aprender... Pronto pudo actuar en algún festival...

El recorrer ganaderías le llevó a la que tenía Pepe Ortiz en la Hacienda de Calderón. Allí, frente a las vacas, El Orfebre Tapatío le advierte cualidades y le imparte sus enseñanzas. Jesús Córdoba tuvo la ocasión de adquirir el conocimiento de la real Escuela Mexicana del Toreo, la que viene en línea directa de Saturnino Frutos Ojitos, en este caso por vía de Luis Güemes, que fue el mentor de Pepe Ortiz y éste a su vez, el formador inicial de quien sería después conocido mundialmente como El Joven Maestro.

Eso le permitió desarrollar una tauromaquia de una técnica impoluta y de un notable sello artístico. Así, llega al año de 1948 a una serie de novilladas que daba en el Rancho del Charro el varilarguero y ganadero Juan Aguirre Conejo Chico, prácticamente calando novilleros para después llevarlos a la Plaza México, pues después del fenómeno de Joselillo el doctor Gaona buscaba noveles que le siguieran llenando la plaza en la temporada chica.

Conejo Chico le vio posibilidades al joven Jesús y se lo propuso al empresario de la gran plaza, quien lo presentó allí el 18 de julio de ese año, formando cartel con Luis Solano, Paco Ortiz y Rafael García. Los novillos serían de La Laguna, dando la vuelta al ruedo tras la lidia de Apizaquito y Rondinero, cuarto y octavo del festejo. 

Esa tarde, sin saberlo, Jesús Córdoba abría una de las etapas más brillantes de la historia del toreo en México. Al cabo de trece fechas, esa temporada de novilladas, la del 48, era la de Los Tres Mosqueteros, pues con Rafael Rodríguez y Manuel Capetillo, se formó una terna de toreros que, trascendieron y llevaron el aire de la fiesta mexicana a todos los rincones del mundo.

Ganó la Oreja de Plata en el festejo del 31 de octubre y ya se le empezaba a llamar El Joven Maestro. Escribe Daniel Medina de la Serna:

Sí todo iba bien hasta la sexta corrida, mejor iba a ir a partir de la séptima. El 18 de julio se presentó el primero de los que serían bautizados más tarde como “Los Tres Mosqueteros”: Chucho Córdoba, quien esa tarde dio dos vueltas al ruedo, pero llegó a completar ocho actuaciones, confirmando una a una que no era mentira aquello de “El Joven Maestro”...

Recibió la alternativa el 25 de diciembre de ese 1948 en Celaya de manos de Armillita con toros de Xajay y la confirmó el 16 de enero siguiente de manos nuevamente de Fermín Espinosa y llevando como testigo a Luis Sánchez Diamante Negro, siendo ahora los toros de La Punta.

La confirmación en Madrid tuvo lugar el 21 de mayo de 1952, apadrinándole Pepín Martín Vázquez y llevando como testigo a José María Martorell, con toros de Fermín Bohórquez y en abril de 1953, la Feria de Sevilla será suya, cuando el 24 de abril corta una maciza oreja a un toro de Miura y al día siguiente, el de San Marcos, se lleve otra de un sobrero que los Maestrantes le obsequiaron, de Benítez Cubero.

De Los Tres Mosqueteros, fue Jesús Córdoba el que tuvo mayor permanencia en los ruedos de ultramar, pues estuvo presente en ellos hasta bien entrados los años sesenta del pasado siglo.

La suerte para Jesús Córdoba estuvo en los nombres de Criticón y Pastelero de La Laguna, Luminoso de San Mateo, Muñequito y Cortijero de Zotoluca o Espinoso de Xajay y la mala fortuna en los de Cañonero de La Laguna, Colmenareño y Gordito de Jesús Cabrera o Cumparsito de Rancho Seco

Jesús Córdoba, el hombre

La vida me dio la ocasión – la gran ocasión – de conocer y de tratar a Jesús Córdoba. La profesión de mi padre me acercó a un gran abanico de personas y un grupo importante de ellas fueron las que estaban relacionadas con la fiesta de los toros. A esa profesión de mi padre le debo – y le agradezco – mi afición, que me ha llevado por caminos insospechados y me ha permitido conocer a muchas personas de un gran valor.

La cercanía profesional de mi padre con Rafael Rodríguez y su familia devino en una cercanía familiar después. Mi amistad con Nicolás, uno de los hijos de El Volcán de Aguascalientes me acercó a Jesús Córdoba, su padre político y me permitió conversar con él, de la vida y de los toros y en un par de ocasiones quizás, sentarme con él en el tendido de una plaza. Así percibí a un hombre de un carácter fuerte, pero sensible. De convicciones bien arraigadas y sin duda, enamorado de una fiesta a la que dio mucho y de la que también mucho recibió.

Ejemplo de esa firmeza es cuando se mantuvo en su posición de defender la libertad de asociación de los toreros ante el embate de las empresas, que querían utilizar a la asociación sindical de ellos como arma arrojadiza para fijar precios, plazos y fechas y convertir a los artistas en una especie de funcionarios o burócratas que cobrarían un sueldo fijo y estarían siempre a disposición de esas organizaciones. Le costó terminar abrupta y anticipadamente su carrera en los ruedos y por la puerta de atrás…

Ejemplo de su sensibilidad es la buena familia que formó. Tengo la fortuna de conocer a su esposa y a sus hijos y la seguridad de afirmar que son personas de bien. En estos días eso es un activo invaluable y escaso. Se afirma con insistencia – casi hasta convertirlo en lugar común – que nadie nos enseña a ser padres. Hay mucho de cierto en ese aserto, pero se requiere, como ante los toros, echarse el trapo a la izquierda y darle a cada miembro de la casa, la lidia que requiere, y como los dedos de una mano, no hay dos iguales. Para entender eso, se necesita sensibilidad, y mucha. De esa tuvo, y de la buena Jesús Córdoba.

Mañana se cumplen 95 años del nacimiento de Jesús Córdoba, repito, por un “mero accidente demográfico”, en los Estados Unidos, pero era de León, Guanajuato de corazón. ¡Qué tenga un feliz día Maestro, allí donde se encuentre!

Aldeanos