domingo, 11 de julio de 2021

Gastón Santos, decano de los rejoneadores

Gastón Santos
Plaza de Las Ventas, Madrid
Gastón Santos Pue nació en Tamuín, San Luis Potosí el 12 de julio de 1931. Es hijo de un connotado militar y político mexicano que fue diputado federal, senador y gobernador de su estado. Se educó en una academia militarizada en los Estados Unidos, donde encauzó su afición por los caballos y ya de regreso en México siguió tomando clases de monta a la alta escuela. En esas clases, como ha sucedido en muchos casos, se presentan ejercicios relacionados con suertes del rejoneo y esos ejercicios y su afición por los toros llevaron al joven Gastón Santos a procurar a un buen instructor en el llamado Arte de Marialva.

Es así que se traslada a Portugal y consigue que Joâo Branco Nuncio, una de las piedras angulares del rejoneo portugués moderno, a su vez discípulo de Antonio Luis Lopes y de Antonio Cañero le admita en su finca y le transmita sus conocimientos. Será en el año de 1954, cuando considere el maestro Nuncio que su discípulo mexicano está listo para la siguiente etapa y le programa la alternativa en el coso de Campo Pequeno para el día 2 de septiembre, en un cartel en el que actuarán él mismo, el rejoneador Francisco Sepúlveda – también discípulo suyo – y los matadores de toros Diamantino Vizeu y Paco Mendes ante toros de Faustino da Gama.

El festejo se hizo público el día 28 de agosto cuando se anunció en las páginas del Diario de Lisboa y el día 30 de ese mes apareció la siguiente nota publicitaria:

Jueves 2 de septiembre a las 22 hrs. 8 hermosos toros 8 de variedad española de la ganadería acreditada en Excmo. Sr. Faustino da Gama. Una corrida que será memorable por su perfecta organización.

El Maestro JOÃO BRANCO NUNCIO Dará la alternativa de un torero al distinguido caballista mexicano GASTON SANTOS, de quien es íntimo amigo. FRANCISCO SEPULVEDA Un artista tan querido por el público volverá a revelar sus méritos en el arte del toreo a caballo.

Pero por si esto fuera poco, los amigos de la Fiesta Brava tendrán la oportunidad de presenciar un sensacional mano a mano, que será inolvidable, entre nuestros dos grandes matadores portugueses.

DIAMANTINO VIZEU y FRANCISCO MENDES, cada uno con su propia característica individual son dos ases consagrados por la afición. Ambos tienen su estilo y también sus admiradores. El público, sin parcialidades, tiene ahora el momento de elegir su ídolo: ¿DIAMANTINO?, MENDES? Aquí está lo desconocido que se presenta a los aficionados.

El Excmo. Ricardo Rhodes Sergio dirigirá el distinguido Grupo de Forcados Amateurs de Santarém, cuyas tradiciones de valentía se han establecido desde hace mucho tiempo. La venta de entradas comienza hoy en la taquilla de Plaza de los Restauradores 7, Tel. 21712. Señores, los abonados deben recoger sus entradas antes del día 30 y 31. Después de este período, perderán el derecho a sus apartados.

El reclamo publicitario fue eficaz. Campo Pequeno tuvo un lleno esa noche y la actuación de los toreros a caballo fue exitosa. El Terrible Pérez, cronista del Diario de Lisboa, refiere, el día después de la corrida, lo siguiente acerca de su actuación y de la alternativa de Gastón Santos:

Campo Pequeno se llenó por segunda vez y, si pregunta por qué el queso tenía agujeros antes, cada uno atribuye el milagro a su propio tronco. Solo mediante un balance retroactivo, o la futura exclusión de nuevos elementos, se podría llegar a una conclusión que, de hecho, es más importante para la empresa y para los propietarios. Pero el partidismo prevalece, y afortunadamente, en cierta medida, y ayer, además de la riada, hubo debate de opiniones, llegando al punto de dar en el 6 y gritar a todo el mundo. Que la corrida fue a menudo animada, y los toros del Sr. Faustino da Gama, todos bien presentados y satisfaciendo a casi todos, se debe, en gran parte, al éxito de los toreros, empezando por el caballero Joâo Branco Nuncio, a quien le gusta la bravura de esta vacada, que en esta oportunidad le dio una apoteosis triunfal. Antes, le había dado la alternativa a Gastón Santos. Joven mexicano que lo eligió como maestro, y que se formó en el toreo ecuestre a la portuguesa, con casaca bordada y tricornio de plumas. Por todo ello, recibió bien merecidos elogios, el joven caballero fue aplaudido y brindado incluso por los valientes forçados amadores de Santarém, que brindaron, junto con Joâo Nuncio, por el exiliado Simâo da Veiga…

Gastón Santos se convertía así en el primer rejoneador mexicano en ser alternativado en la primera plaza del mundo para el toreo a caballo. Y de allí arrancaría una carrera que terminaría tres décadas después, actuando en las principales plazas de México, España y Sudamérica. Se presentó en la Plaza México el 6 de marzo de 1955, precediendo a Luis Briones, Emilio Ortuño Jumillano y Juan Posada que confirmaba su alternativa en la lidia de 4 toros de Ernesto Cuevas – uno para rejones – y 3 de Tequisquiapan. El toro de su presentación se llamó Antequerano.

Regresaría a Europa en 1963 y se presentaría en Sevilla y en Madrid. En la Maestranza incluso cortaría una oreja en su debut, el 12 de mayo, en una novillada en la que actuaron Luis Parra Jerezano, Curro Montenegro y nuestro paisano Oscar Realme, que también debutaba. De su actuación allí, Manuel Olmedo Sánchez Don Fabricio II, escribió en el ABC hispalense:

El caballero en plaza Gastón Santos venía precedido de renombre, que justificó plenamente en su debut en la plaza del Arenal. Vistosamente ataviado a la federica, realizó montas notabilísimas, seguras y espectaculares, sobre corceles de bella estampa, que evidenciaron perfecta doma, a la par que demostró relevantes cualidades de lidiador, cuyos méritos encarecieron las condiciones de su enemigo, un novillo de don José Luis Hidalgo Rincón, distraído, de irregular embestida y quedado al final... Siempre hizo la reunión con habilidad y justeza y siempre clavó en lo alto. Una certera lanza de muerte acabó rápidamente con el novillo, del que, a petición unánime, le fue otorgada al caballero una oreja. Brillante presentación la del rejoneador mejicano, rubricada por admirativos clamores...

El 23 de junio siguiente haría lo propio en Las Ventas en Madrid. Ahora en una corrida de toros con Antoñete, Joaquín Bernadó y Rafael Chacarte. Los toros serían de Dolores de Juana de Cervantes para rejones y 6 de Infante da Cámara para los de a pie. Una típica corrida del verano madrileño. Las crónicas se concentran en la alabanza de la bravura de los toros portugueses y reseñan con brevedad la actuación de quien ya era anunciado aquí en México como El Centauro Potosino, así, José María del Rey Caballero Selipe, en la Hoja del Lunes del día siguiente a la corrida, dice:

Abrió el espectáculo el rejoneador mejicano Gastón Santos, que salió vestido a la usanza de los caballeros en plaza portugueses; montó con soltura y dominio magníficos caballos, consintió al enemigo, emplazado, y clavó, con diversa suerte, arpones, banderillas y rejones de muerte; remató al enemigo pie a tierra. Creemos que puede alcanzar superior brillantez...

Toreó también en Santa Cruz de Tenerife – donde abrió su campaña –, El Puerto de Santa María y Barcelona en esa campaña. Volvería a ruedos españoles en 1969.

Es en la década de los 70 cuando junto con don Pedro Louceiro impulsa la cultura del toreo a caballo entre los aficionados mexicanos. Así, logra que en la Feria de San Marcos de 1974 se incluya por primera vez una corrida de rejoneadores, que se celebró la noche del 22 de abril de ese año y en la que actuaron tanto Gastón Santos como don Pedro, junto con Felipe Zambrano y Jorge Hernández Andrés en la lidia de toros de El Rocío y Las Huertas, en la que todos cortaron orejas y en la que Triunfador uno de los caballos veteranos de la cuadra de Gastón resultó con una cornada de consideración.

Después, para los festejos del aniversario de la Plaza México en 1979, convencen al doctor Gaona de dar una corrida a la portuguesa, es decir, con el paseíllo donde los rejoneadores parten plaza en carruajes, los toreros de a pie, salen por un costado, los forçados por el otro y se hacen las llamadas cortesías. Ese 4 de febrero, domingo, actuó junto con don Pedro Louceiro, Jesús Solórzano y el torero de Mozambique, Ricardo Chibanga, que confirmaba su alternativa. Fue un espectáculo de gran lucimiento y que, atrajo a muchos aficionados y a una gran cantidad de curiosos.

El intento era para, decía, difundir la cultura del toreo a caballo, para quitarle el sambenito de ser una especie de añadido extraordinario o lúdico que poco o nada tenía que ver con lo que se podría considerar el programa principal, que sería el cartel de toreros a pie – aunque más de alguno haya utilizado rejoneadores con tal fin – y eso motivó que muchos jóvenes se interesaran primero, por aprender la monta a la alta escuela y de allí, a un paso, el toreo a caballo.

En nuestro país impulsó y defendió el sitio de los rejoneadores mexicanos. Creo que no es casualidad que sea precisamente el estado de San Luis Potosí donde se concentre una importante veta de dinastías de rejoneadores de renombre, con los que, curiosamente aquellos llegados de ultramar, en sus giras invernales, no gustan de alternar. Es sintomático, desde mediados del pasado siglo, que los toreros de a caballo que vienen de Europa, en pocas tardes actúan en carteles con los nuestros. 

Gastón Santos fue durante algo más de treinta años el representante más destacado del toreo a caballo de México. Cumple mañana noventa años de edad y con seguridad es el decano de los rejoneadores en el mundo. ¡Que los lleve de maravilla!

domingo, 4 de julio de 2021

29 de junio de 1966: Jesús Solórzano se presenta en la plaza de Las Ventas de Madrid

Jesús Solórzano en San Sebastián
Agosto de 1966 - Foto: Kutxateka
Ya había escrito yo por aquí que la mitad de la década de los sesenta del siglo pasado tuvo en esta fiesta por signo el ser el tiempo de los hidalgos, entendido el término en su acepción originaria hijos de algo, pues salieron a buscar el triunfo vestidos de seda y oro varios jóvenes descendientes de notables personajes de la fiesta, quienes caminaron más o menos largo en las arenas de los ruedos.

Uno de esos modernos hidalgos de la fiesta fue Jesús Solórzano, hijo de El Rey del Temple, quien después de dejar los estudios de Veterinaria, se somete, según su dicho, a una dura preparación para intentar ser torero, siendo sus mentores nada menos que su padre, Carlos Arruza y su primo el ganadero Francisco Madrazo. Por lo regular, las pruebas eran ante vacas de retienta en La Punta y ante ese sínodo, las cosas tenían que hacerse definitivamente bien para pasar al siguiente escalón.

Así el 14 de abril de 1963 se presentó vestido de luces en Nogales, 14 de julio siguiente lo haría en la Plaza México y el 3 de noviembre tendría en El Progreso de Guadalajara la primera de sus tardes para el recuerdo, al cortar Barbón, de Ramiro González las dos orejas y salir en hombros de la afición. 

El año siguiente, se le empareja con Manolo Espinosa Armillita para torear tres novilladas en Sudamérica, dos en Lima que tienen carácter triunfal (24 y 31 de mayo) y una tercera en Bogotá, el 18 de julio y a su regreso del cono Sur, el 16 de agosto, asunto del que me he ocupado por aquí, en la plaza San Marcos de Aguascalientes, alternando con Calesero Chico Manolo Espinosa Armillita, le corta orejas a Solimán de Matancillas y el 18 de octubre de ese 1964, Jesús firma una de sus grandes obras en la Plaza México, cuando le tumba el rabo a Bellotero de Santo Domingo.

Su gira española de 1965

Con esos mimbres decide hacer campaña en ruedos hispanos el año de 1965, apoyado por la familia Domecq y en ese calendario suma siete festejos, casi todos en el llamado Rincón del Sur, pues actuó en las plazas de Algeciras, Sanlúcar de Barrameda (2), La Línea de la Concepción, Ayamonte, Jerez de la Frontera y uno en Valencia. En ese ciclo actuaron allá otros novilleros mexicanos, como Manolo Espinosa Armillita (17), Raúl Contreras Finito (13), Joel Téllez El Silverio (4), Juan de Dios Salazar (3), Mario de la Borbolla (2) y Juan Anguiano (1). 

El escalafón novilleril fue encabezado entre otros por Palomo Linares, Gregorio Tébar El Inclusero, Paco Pallarés, Francisco Rivera Paquirri y Pedrín Benjumea. De los nuestros recibieron la alternativa Juan de Dios Salazar en Vinaroz y El Silverio en Palma de Mallorca y la confirmaron en Madrid Guillermo Sandoval – que fue herido de gravedad esa tarde – y Fernando de la Peña.

La temporada novilleril de 1966

Destacaban en el escalafón de novilleros nombres como José Rivera Riverita, Gabriel de la Casa, Francisco Rivera Paquirri, Sebastián Palomo Linares o el madrileñísimo José Luis Teruel El Pepe y la nota de color la ponían el jiennense José Sáez El Otro, que explotaba su parecido físico con El Cordobés y el inefable Blas Romero El Platanito, producto de los festejos de La Oportunidad de Carabanchel, que llenaba todas las plazas en las que se presentaba. 

De los nuestros solamente actuó aparte de Jesús, Alfonso Ramírez Calesero Chico que lo hizo cuatro tardes. De los matadores estuvieron allá Jesús Córdoba (11), Jesús Delgadillo El Estudiante (9), Raúl García (5), Raúl Contreras Finito (4) y Fernando de la Peña (3). Cabe recordar que el único confirmante ese calendario fue el regiomontano Raúl García.

Chucho se presentó en Zaragoza, Madrid (2), Barcelona, San Sebastián, Almería y Cieza, recibiendo la alternativa el 25 de septiembre en Barcelona de manos de Jaime Ostos y atestiguando Fermín Murillo, siéndole cedido el toro Rayito de Atanasio Fernández.

Su presentación en Las Ventas

La fiesta de San Pedro y San Pablo es día de toros en España. Hay festejos por toda la superficie peninsular y Madrid no es la excepción. En 1966, el 29 de junio fue miércoles y en la Hoja del Lunes aparecida el día 27 anterior en Madrid, en el resumen de los carteles de la semana, se decía lo siguiente:

Carteles para la semana. – Miércoles 29... Madrid. – Novillos de Amelia Pérez Tabernero para Gabriel de la Casa, Pedrín Benjumea y otro...

Es decir, todavía dos días antes del festejo – tres si consideramos que la información se produjo cuando menos el domingo anterior – no se confirmaba la presentación de Jesús Solórzano en la plaza más importante del mundo. Sin embargo, se orientaron las cosas y el hijo de El Rey del Temple se examinaría ante la cátedra madrileña justo un año después de haber toreado su primer festejo en ruedos hispanos.

El festejo representó un importante triunfo para Pedrín Benjumea, que le cortó las dos orejas al primero de su lote, las que paliaron en algo el dolor que le causó la lesión sufrida en el ojo derecho al ser golpeado por una banderilla colocada a su segundo; Gabriel de la Casa logró dar una vuelta al ruedo tras despachar al que lesionó a Benjumea y Jesús Solórzano saldó su tarde con dos vueltas al ruedo.

Antonio Díaz – Cañabate, cronista del ABC madrileño, tan reacio a reconocer el valor de lo que hacían los toreros nuestros, en esta oportunidad se expresó de la siguiente manera:

...Al tercero lo saludó Jesús Solórzano con un quiebro de rodillas que, por lo pronto que acudió el novillo resultó embarullado, así como los lances a la verónica. Nada más que una vara, Solórzano lo banderilleó con tres pares fáciles. El novillo acusó su escasa fuerza en la muleta. Tenía voluntad, pero embestía tardo y había que obligarle para que siguiera la muleta, y esto es precisamente lo que hizo Solórzano, hijo de «Chucho» Solórzano, el fino y elegante torero mejicano que recordamos con toda admiración. Su hijo tiene, por lo que le vimos, algo que ahora se manosea y se cotiza mucho: personalidad. Pero no una personalidad basada en detalles adjetivos al toreo, sino personalidad toreando, haciendo el buen toreo. Solórzano se impuso al novillo, al que había que llevar con temple y con mando y con mando y con temple, lo llevó. Y los adornos estuvieron en su lugar, y la faena fue variada, sin concesiones al efectismo, seria, pero al mismo tiempo alegre, con la alegría del buen toreo, con el calor taurino que disfrutamos esta tarde. Al entrar a matar se quedó en la cara y señaló un pinchazo. Luego se decidió a pasar la cabeza, y cobró una estocada, descabellando al segundo intento. Dio la vuelta al ruedo... Dos varas, derribando en la primera, tomó el sexto, al que banderilleó Solórzano con tres pares vulgares. El novillo, muy quedado, no estaba para florituras. Solórzano se esforzó en sacarle algunos pases que me confirmaron las buenas condiciones toreras del mejicano, al que volveré a ver con gusto y curiosidad, y que volvió a quedarse en la cara al entrar a matar la primera vez, señalando un pinchazo. Otro, y una estocada. Dio con protestas la vuelta al ruedo...

Personalidad le reconoce el cronista y yo agregaría que entre líneas también le reconoce a Jesús clase, valor y oficio. Y admite que le queda la intención de volver a verlo. Unas semanas después volvería Chucho a Madrid y cortaría una oreja. Ya no confirmaría allí su alternativa por cuestiones de despachos, pero en ese par de tardes dejó allí su impronta.

Una reflexión final

Tomo de la crónica de Díaz – Cañabate unos párrafos más de su crónica, y que hoy tienen una vigencia inusitada. Se refieren a la diversidad artística que debe existir siempre en el toreo:

Siempre por San Pedro aprieta el calor del verano que acaba de nacer. Nada más entrar al tendido oímos esa frase hecha, tan graciosa: “No corre una gota de aire”... Bueno, pues a mí me encantan esas tardes calurosas en los toros. Son las tardes clásicas. Tarde de calor taurino. Este calor taurino sube del ruedo, no baja del cielo. Es un calor que no agobia, sino que reconforta. Un calor que comunica euforia. Desde el primer momento nos sentimos a gusto... Tarde de calor taurino. No necesitamos para nada la gota de aire. En el ruedo hubo más que gotas airosas. Hubo en los tres primeros novillos tres faenas muy interesantes las tres. ¡Y ahí es nada la cosa! Tres faenas distintas. Lo que se dice un vendaval que ya quisiéramos soplara muchas tardes.

Tres faenas distintas…, dice el cronista. Hoy estamos en un tiempo de una uniformidad y quizás hasta de estereotipación desesperante. Todos torean igual o casi igual y eso tiene enferma a la fiesta, enferma de muerte… Algo se tiene que hacer para dejar que los toreros o los que aspiran a serlo, expresen libremente lo que son y como lo son. ¡Hacen falta toreros con personalidad!

Aviso Parroquial: Los resaltados en los textos de Antonio Díaz - Cañabate son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 27 de junio de 2021

Relecturas de verano (X)

Antonio Velázquez. Corazón de León

En días recientes ha salido a los estantes – físicos y virtuales – una obra que es un acto de justicia que los aficionados no hemos sido capaces de hacer a favor de Antonio Velázquez, figura mexicana del toreo que recibió la llave de la Edad de Plata del toreo en México y representó con valor y con una enorme dignidad a su patria y a su tierra en cualquier ruedo en el que se haya presentado.

Afirmo que los aficionados no hemos sido capaces de hacer ese acto de justicia literaria a favor de la memoria de Antonio Velázquez, es porque ésta es limitada a tres o cuatro acontecimientos: el hecho de ser la última figura del toreo salida de las filas de los banderilleros; su tímido asomo a las filas de los matadores de toros aquella tarde del gran encierro de Pastejé en El Toreo de la Condesa; su resurgir del ostracismo una noche ante Cortesano de Torreón de Cañas o aquella horrorosa cornada que en Cuatro Caminos le diera el toro Escultor

Pero afortunadamente el licenciado Antonio Velázquez de la Osa nos ha presentado, con el amor del hijo, pero al mismo tiempo con el rigor del profesional, un interesante recorrido por la vida del torero y del hombre desde que llegara a este mundo en el barrio del Coecillo, uno fundacionales de León, Guanajuato, donde en principio su destino parecía estar designado a ser parte del taller familiar de zapatería. Pero la afición de Antonio y su tenacidad le llevaron por las veredas de la fiesta de los toros y le convirtieron en uno de los símbolos de la torería mexicana.

La narración que hace Velázquez de la Osa es apasionada, pero anclada en la objetividad. Narra los triunfos de su padre y también presenta aquellas tardes en las que la suerte le fue adversa y procura, en la medida de lo posible, ligar su apreciación personal con la de aquellos que en los medios de comunicación de la época en la que los hechos se produjeron, para dejar claro el equilibrio de su narración. Y es que, me consta, hablar o escribir de la gente de uno, es una de las tareas más complicadas que existen.

Pero quizás algo que nos presenta la obra y es algo de lo que poco se habla en la trayectoria del torero, es su paso como dirigente de la Asociación de Matadores de Toros en el último tramo de la década de los cincuenta del siglo pasado. Le correspondió un asunto delicado para poner orden en las relaciones con la torería hispana, cuando, cuenta:

En 1957, varios diestros mexicanos fueron a España con la mira de hacer campaña en cosos de ese país, lo cual casi nadie logró. Entre los toreros que fueron a la península estuvo Jesús Córdoba, quien tenía un cargo sindical en la asociación. Mucho después de su arribo a Madrid, vio con pena que ninguno de los mexicanos, ni él, eran contratados por las empresas españolas… se planteó en las oficinas del sindicato español, un problema. ¡Qué en México existía un adeudo con un diestro hispano!, y se le exigió a Jesús Córdoba… un espada mexicano que se encontraba en España debía liquidar un dinero que se debía…

Al final, Antonio Corazón de León, se dirigió al Sindicato Nacional del Espectáculo en España y declaró suspendido – roto – el convenio que permitía la actuación de toreros mexicanos allá y españoles aquí, pues decía que en cuanto llegara el invierno, casi de manera milagrosa, los problemas que impedían que los nuestros torearan allá se solucionarían para que los hispanos pudieran actuar aquí. Justicia a secas fue lo que impartió y al final, después de un par de años, se resolvieron las cuestiones de manera equilibrada para ambas partes.

Otra cuestión que aborda y que es algo de lo que la mayor parte de las veces poco o nada se habla, es de la silente y discreta labor de Lupe Vargas, su mozo de espadas, ese personaje de la fiesta que es un poco de todo. Escribe Antonio Díaz – Cañabate:

No creo que ningún magnate del mundo, por muy poderoso que sea, pueda tener nunca a su lado un servidor de las condiciones excepcionales y valiosas de un mozo de espadas. Hablo claro está, de los verdaderos mozos de espadas, porque ya sé que en el planeta de los toros abundan los pícaros que a todos los menesteres taurinos llevan su picardía. Un auténtico mozo de espadas es el hombre de confianza del matador y algo más: sus pies y sus manos. Un torero puede prescindir de mucha gente que le rodea en la plaza y fuera de la plaza, pero jamás de su mozo de espadas…

Lupe Vargas, nos cuenta Toño Velázquez de la Osa, se convirtió en la sombra de su padre, y en el decurso de la narración al hablar de quienes fueron integrantes de su cuadrilla, dejaba ver como era suficiente una mirada para poner orden en la lidia. En el caso del mozo de espadas, ni siquiera es necesario eso, él tiene que pensar en avanzada y anticipar lo que su torero quiere o va a necesitar, pues como escribió un día Conchita Cintrón, es una figura ejemplar del fiel servidor y Toño cumple, siguiendo la idea de la Diosa Rubia, el hecho de que nunca se le puede olvidar cuando ha servido bien a su torero, en este particular caso, hasta el último día.

Antonio Velázquez. Corazón de León, nos relata cómo ganó el torero trofeos como la Prensa de Oro en 1944; la Oreja de Oro en 1945 y 1950; el Estoque de Oro en 1948; y la historia de los 9 rabos que cortó en la capital mexicana 2 en el Toreo de la Condesa: el de Cortesano de Torreón de Cañas, y el de Segador de Rancho Seco y 7 en la Plaza México a los toros Amapolo de Piedras Negras; Arlequín y Fandanguero de Coaxamalucan; Rey de Copas de La Punta; Bandido de Piedras Negras; Cubanito de Torrecilla y Asturiano de Pastejé

Amigo Antonio, has logrado una obra de prosa fluida, equilibrada, con testimonios que son invaluables, recabados con paciencia al paso del tiempo para estructurar una obra que recuerda y hace un sentido y justo homenaje a un torero, tu padre, al que, como decía al principio, los que tenemos afición por esto, no le hemos hecho la justicia que le es debida y tu obra es un acto que, puede y debe ser el punto de partida para que se revise la historia de nuestra fiesta y se le otorgue el sitio que le corresponde.

A los potenciales lectores, recurriré a la manida expresión que me transmitió Leonardo Páez, estamos delante de un libro de esos que no se caen de las manos. Se trata de un libro que puede servir de punto de partida para investigar historias particulares de la vida del torero y de las circunstancias particulares en la que ésta se desarrolló. En suma, es una obra que puedo recomendar – si en algo vale mi recomendación – de manera amplia.

¡Enhorabuena Antonio!

Nota bibliográfica: Antonio Velázquez. Corazón de León. – Antonio Velázquez de la Osa. – Rafael Cue. Comunicación Taurina. – 1ª Edición, 2020. – 415 Págs. – Sin ISBN.

domingo, 20 de junio de 2021

Hace 90 años: La alternativa de David Liceaga en Barcelona

El anuncio de la alternativa de David Liceaga
Mundo Deportivo, Barcelona 21/06/1931
David Liceaga fue uno de los triunfadores de la temporada novilleril de 1930 en El Toreo – sumó 11 festejos en ella – y eso le valdría el boleto para recibir allí mismo la alternativa en la temporada grande 1930 – 31. El hecho ocurrió el domingo 11 de enero de 1931, apadrinándole Chicuelo y fungiendo como testigo Carmelo Pérez con un encierro de Zacatepec. David tuvo una actuación triunfal con Palillero, toro de la ceremonia y fue sacado a hombros de la plaza al final del festejo.

Volvería al coso de la colonia Condesa el 8 de febrero de ese año para alternar con Chicuelo, Marcial Lalanda, Pepe Ortiz, Heriberto García, Manolo Bienvenida, Carmelo Pérez y Alberto Balderas en la lidia de toros de La Laguna y disputándose la Oreja de Oro. Fue una tarde de esas que quedan en la memoria de los aficionados, pues Manolo Bienvenida le cortó el rabo a Corbetero, el quinto de la corrida y se daba por hecho que era el ganador del trofeo, pero David Liceaga tenía todavía algo que decir y con Melandro, el que cerró plaza, realizó una faena de esas que hacen historia, le cortó el rabo y el público asistente a la plaza le adjudicó al final el trofeo en disputa.

Reaparecería el domingo siguiente acartelado con Chicuelo, mano a mano, en la corrida de Covadonga para lidiar tres toros de San Mateo y tres de Queréndaro. Esa tarde le cortaría el rabo a Espartero de San Mateo, tras de cuya lidia daría la vuelta al ruedo junto con don Antonio Llaguno y al final del festejo, saldría nuevamente en hombros de El Toreo.

Su campaña española de 1931

Con ese bagaje David Liceaga marchó a hacer campaña en ruedos hispanos. Tenía, sin duda, las credenciales para obtener con inmediatez una alternativa allá y comenzar a actuar como matador de toros de inmediato, pero prefirió comenzar por torear novilladas y de esa manera adquirir rodaje ante el toro español y darse a conocer ante los distintos públicos de aquellas tierras.

Se presentó el 3 de mayo de ese calendario nada menos que en la plaza de Sevilla, alternando con Juan Martín Caro Chiquito de la Audiencia y Antonio García Maravilla en la lidia de novillos del conde de Santa Coloma. Su buena actuación le valió para que al cartel ya anunciado para el siguiente domingo se le agregaran otros dos novillos de la ganadería anunciada, Miura y repetir junto a Pepe Bienvenida, Chiquito de la Audiencia y Alfredo Corrochano y esa tarde le consiguió actuar por tercer domingo consecutivo en la Maestranza, ante novillos del marqués de Guadalest junto a José Luis Bernal Capillé y Maravilla.

Acerca de su actuación ante los novillos de Miura, José María del Rey Caballero Selipe, en esas calendas cronista del diario Noticiero Sevillano, escribió:

David Liceaga se aparta como banderillero de todos los rehileteros conocidos; juega con el toro venciendo en las vueltas y los quiebros las acometidas bruscas y violentas que todavía tienen los animales en el segundo tercio; llega con precisión rara a coger los pitones de los toros, salvando matemáticamente el embroque de frente; conoce los momentos del tercio de tal modo que puede hacer cara al cornúpeto deteniéndolo en su embestida... Con la flámula marca y acusa de un modo absoluto su personalidad exclusiva y en este particular de su labor confirmó hasta el máximo las loables cualidades apuntadas en su debut que nos hicieron decir al juzgarle que recordaba por su esfuerzo y por su consciente arrojo los tiempos en los que se toreaba a todos los toros... Fue sacado de la plaza, en hombros, por la Puerta del Príncipe y así lo llevaron hasta el hotel, y al balcón de éste lo hicieron asomarse repetidas veces para corresponder al entusiasmo de las numerosas personas que le aplaudían...

En ese entonces las salidas por la Puerta del Príncipe no estaban reguladas como hoy en día, pero el hecho de que la afición hispalense haya sacado por allí a David Liceaga, sin que las crónicas reflejen corte de apéndices, deja ver la importancia de su actuación esa tarde.

Tras de esas actuaciones continuadas en la plaza del Baratillo, David Liceaga hizo una campaña intensa por las principales plazas de España, hasta llegar de nueva cuenta a la alternativa, la que recibiría el 21 de junio de ese año del 31, en la Plaza Monumental de Barcelona.

La corrida de la alternativa

La empresa de don Pedro Balañá siempre fue generosa con los toreros mexicanos. No es gratuito que se considere siempre que Barcelona fuera el puerto de entrada de los diestros de nuestra tierra a las plazas de España. Me cuentan quienes lo conocen, que en el despacho del Balañá viejo, había un gran muro tapizado de fotografías de diestros mexicanos que habían actuado en sus plazas. Es una pena que hoy eso sea solamente un recuerdo.

Para el domingo 21 de junio se anunciaron toros del marqués de Guadalest para Manolo Bienvenida, un novedoso torero toledano que recién había confirmado en Madrid llamado Domingo Ortega y como decía, la alternativa de David Liceaga.

A la vuelta de los años lo que trascendió fue la efeméride, porque el mal juego de los toros echó a perder las ilusiones del toricantano y las de sus alternantes. Trincherilla, cronista del semanario barcelonés La Fiesta Brava, en el ejemplar fechado el 26 de junio de ese 1931, reflexiona acerca del ganado lidiado lo siguiente:

¿Pero a quién se le ocurriría destinar para tan solemne ocasión los productos ganaderiles del Sr. Marqués de Guadalest? … Colgar este nombre en los carteles y darle al aficionado en la nariz un tufo nauseabundo a buey de carreta todo fué uno… Era cosa prevista el indecente juego de las reses del prócer sevillano, pero no podíamos imaginar que llegase a tanto la desesperante mansedumbre. Grandotes, con pitones, bastos y zancudos. Una verdadera delicia de presentación. ¡Y fué lo mejor que tuvieron! La desesperante mansedumbre de los Guadalest sacaron de sus casillas a los espectadores que no cesaron en toda la tarde de abroncar al ganadero, y momento hubo en que la paciencia del público llegó al límite y a punto estuvo de originarse un conflicto… Si en la tierra hubiera justicia el nombre de este ganadero no figuraría jamás en los carteles de Barcelona… Lo de hoy fué una indecencia en la más amplia acepción de la palabra…

Manolo Bienvenida le cedió los trastos a David Liceaga para pasaportar a Chuponero, negro y cornalón, un toro que pudo traer de cabeza a más de alguno. Sigue contando Trincherilla:

La flamenquería de “Chuponero” crecía por momentos, cuando Bienvenida entregó los trastos a Liceaga, aplaudiendo el pueblo la ceremonia… Un ayudado por bajo, doblando bien, fue la inicial de la faena en la que el nuevo doctor hubo de porfiar mucho y meterle al bicho la franela en los hocicos para que embistiera. No cabían fililíes con aquel huesarranco que cabeceaba sin parar, espantándose las moscas a cornadas. Unos tirones y unas dobladas eficaces por bajo y cuando el galán se puso a tiro, un pinchazo bien señalado, y dos medias estocadas. Dobló el mansurrón, volvió a ponerse en pie y atronó Liceaga con el descabello…Se pitó de recio al toro en el arrastre y al nuevo doctor se le ovacionó fuertemente. Tenía mucho que roer aquel hueso que se le hubiera atragantado a muchos toreros y Liceaga se lo quitó de encima con más decoro del que merecía el flamenco “Chuponero” …

Ante el sexto de la corrida tuvo David oportunidad de lucimiento. Los diarios madrileños se ocuparon del festejo con mayor o menor extensión. El corresponsal de El Heraldo de Madrid, refleja lo siguiente:

Sexto. – Mansurrón y sosote. Liceaga se luce con la capa, toreando a la verónica ceñido y con arte. (Ovación.) El toro cumple en varas, luciéndose en los quites los maestros. Liceaga coge los palos y prende tres superiorísimos pares, que se ovacionan con entusiasmo. Con la franela el mejicano instrumenta una gran faena por naturales, en redondo, ayudados y de pecho, que se jalean, ovacionan y premian con música. Liceaga, muy valiente, hace toda la faena metido entre los pitones. En cuanto el toro cuadra Liceaga se arranca por derecho y cobra una entera, de la que rueda sin puntilla. (Ovación y petición de oreja.) …

En El Imparcial, José Quilez relata con brevedad lo ocurrido en la corrida, pero atribuye a David Liceaga el haber cortado la oreja del sexto:

David Liceaga, que tomaba la alternativa, trasteó al peligrosísimo bicho primero cerca y tranquilo y lo tumbó de un gran pinchazo y dos medias estocadas. En el último, manso también, lo sacó al centro del ruedo y allí hizo una excelente faena con la muleta, valentísima y torera, artística y emocionante, para una entera superior. Oyó una gran ovación, se le concedió la oreja y dio la vuelta al ruedo en medio de una clamorosa ovación…

La crónica aparecida en La Fiesta Brava ya referida, señala al final que la afición quiso sacar en hombros a David Liceaga, pero que él se opuso con rotundidad, en lo que hoy calibro yo como un gesto de honradez, al no haber culminado un triunfo redondo en esa tarde.

El resto del festejo

Manolo Bienvenida trajo el santo de espaldas, pues le correspondió lidiar un lote de sobreros, el segundo bis de Gabriel González y el cuarto bis de Mariano Bautista. Con el primero que le tocó estuvo discreto y con el cuarto, fue abroncado junto con el ganadero. Domingo Ortega por su parte, fue aplaudido en el primero de su lote y dio una vuelta al ruedo tras de una fuerte petición de oreja, después de despachar al quinto.

El día después de David Liceaga

Confirmaría su alternativa barcelonesa el 25 de septiembre de ese mismo año de manos de Nicanor Villalta y fungiendo como testigo Domingo Ortega, los toros fueron de José Encinas y el de la cesión se llamó Buñuelo.

Posteriormente renunciaría a la alternativa que recuerdo este día y volvería a recibir otra en El Toreo de la Condesa, la definitiva, el Fecha: 18 de diciembre de 1938, siendo su padrino Fermín Espinosa Armillita y atestiguando la ceremonia Silverio Pérez. Los toros fueron de La Punta y el de la alternativa fue llamado por sus criadores Cabrero. Esa tarde, lo grande lo realizó ante el sexto, Trianero, al que le cortó el rabo.

Todavía quedaban grandes faenas que firmar por David Liceaga: Bombonero de La Laguna, Azafranero de Carlos Cuevas, Zamorano de San Mateo, Bonfante de Xajay, Afinador de Torrecilla, Cirquero de Zotoluca o Florista de Torrecilla, historias todas que merecen ser contadas y a las que seguramente, en su día encontraré un espacio por aquí.

Aviso Parroquial: Los resaltados en los textos de Selipe, Trincherilla y José Quilez son obra imputable únicamente a este amanuense, pues no están así en sus respectivos originales.

domingo, 13 de junio de 2021

Detrás de un cartel (XVII)

Curro Rivera: A hombros en la Beneficencia del 71

La Corrida de la Beneficencia de Madrid es una reminiscencia de aquella disposición real que establecía que los beneficios que generaran las corridas de toros serían destinados a los hospitales de la capital de España. Era un festejo fuera del abono, posterior a la Feria de San Isidro y se esperaba su anuncio hasta conocer a los triunfadores de ese ciclo – toreros y ganaderos – para ofrecer a la afición un verdadero cartel de tronío y de esa manera recaudar fondos bastantes para una causa noble.

Hoy se ha tergiversado en mucho el sentido de ese festejo que en su día fue extraordinario en el sentido estricto del término. Se le anuncia junto con la Feria, con el cartel ya constituido y sin esperar a que, seguro azar del toreo – Alameda dixit – una sorpresa pudiera proporcionar a algún integrante de esa combinación que pudiera generar interés en la afición. Esa práctica le ha quitado interés y sentido a una corrida tradicional.

La Beneficencia de hace 50 años

El doctor Carlos González – Bueno, presidente de la Diputación de Madrid en esa época, anunció casi al cierre de la Feria de San Isidro de 1971, que la corrida de Beneficencia se daría el jueves 3 de junio de ese año y que el cartel lo integrarían un encierro de don Felipe Bartolomé para ser lidiado por Antonio Bienvenida, Andrés Vázquez y Curro Rivera, uno de los diestros mexicanos que habían cautivado a la afición española esa campaña.

Los tres toreros anunciados habían tenido actuaciones importantes durante el ciclo isidril a punto de concluir y con su presencia en el festejo benéfico se aseguraba el lleno en la plaza. El encierro santacolomeño de Felipe Bartolomé, por su parte, en aquellos días era considerado de los de garantía y en esas condiciones el cartel podría considerarse como redondo.

Pero los imponderables son activos fijos de esta fiesta. El 30 de mayo, en la 17ª corrida de San Isidro, un toro Aguilucho de Alonso Moreno de la Cova hirió a Andrés Vázquez y por ello Antonio Bienvenida, con quien toreaba mano a mano, tuvo que quedarse con el resto de la corrida. La cornada, en la zona axilar y con contusión en el pecho, mandó al torero de Villalpando al dique seco por cuando menos quince días.

En el ejemplar de El Ruedo del 1º de junio de 1971, donde se da cuenta del percance de Andrés Vázquez, también se da cuenta de esta información:

A mediodía del lunes, don Leopoldo Matos nos informó gentilmente de que en la imposibilidad de que toree Andrés Vázquez, que mejora de su grave cornada el cartel de la prestigiosa corrida de Beneficencia queda en un mano a mano entre la gloriosa veteranía de Antonio Bienvenida y la prometedora juventud de Currito Rivera. Con ello se recoge el sentir de la afición madrileña… Un cartel de contrastes. Experiencia contra ilusión. Veteranía contra aspiraciones. Cartel hispano – americano...

Así pues, el festejo quedó en un interesante mano a mano entre Antonio Bienvenida y Curro Rivera con los toros de Felipe Bartolomé.

Los toros que se lidiaron

El hombre propone, Dios dispone y llega el toro y todo lo descompone…, dice un adagio de esta fiesta. La corrida de Felipe Bartolomé condicionó en mucho el hacer de los toreros esa tarde. Esa ganadería había lidiado un buen encierro el 29 de mayo y eso fue quizás lo que animó a los organizadores de la Beneficencia a pedir otro para su corrida. En El Ruedo del 8 de junio de 1971, se analiza en estos términos:

Sea ello la culpa por el buen sabor de boca dejado por el juego, presencia y trapío de los toros lidiados el sábado 29, en plena isidrada, lo cierto es que los toros salidos en la clasicísima corrida de Beneficencia defraudaron a propios y a extraños.

Suponemos que todos han dado la edad en el reconocimiento “post mortem”. Suponemos que la mejor fe y la mayor entrega informó a los funcionarios de la Diputación Provincial que comprometieron la corrida de toros. Pero lo cierto es que, tras sucesivas salidas, salvo el tercero y el sexto, tuvieron poco de toros. Trapío justo para convencer al frío Reglamento; caras jóvenes y comportamiento – esto no es achacable a nadie – irregular.

Si a la muleta llegaron más que dóciles, bobalicones, los diestros no les concedieron el margen de confianza por el incierto comportamiento en otros tercios.

£l sexto fue protestado y devuelto a los corrales y el sustituto, sexto bis, de salida, saltó al callejón y proporcionó un susto mayúsculo y algunas contusiones a los espectadores de barrera y callejón.

El triunfo de Curro Rivera

En esas condiciones, Curro Rivera logró abrir la Puerta de Madrid por primera vez en su historia personal esa tarde, cortando una oreja al primero de su lote Grajador, número 7 con 492 kilos y otra al sexto – bis, Niño, con 577 kilos de peso. La tarde fue pasada por agua, con los paraguas como telón de fondo en los tendidos, pero con la afición aguantando a pie firme en ellos. Así vio Julio de Urrutia, en su tribuna del diario Madrid su faena al segundo de la tarde:

Era natural que, a esta falta de pulso de la corrida, impuesta ante unos toros terciados, con casta, pero de escasa fuerza, por el veteranísimo Antonio, no pudiera replicar como era de desear el voluntarioso Rivera, que bastante hizo con sacar partido del segundo Bartolomé de la tarde, caído lastimosamente en los medios tras tomar las varas reglamentarias, pero que aceptó por la izquierda tres buenas series de naturales de la muleta del mexicano. El escaso poder del toro no estaba para más y Curro lo mandó al desolladero de una casi entera, algo tendidilla, que hizo rodar al cornúpeta. Rivera cortó la oreja...

Ante el sexto – bis, Niño, Curro Rivera cortó la segunda oreja que le permitió abrir la Puerta Grande de Las Ventas. La impresión que le causó a Andrés Travesí, quien hizo la crónica para el ABC madrileño en esa oportunidad, fue la siguiente:

En el sexto, que era el sustituto, llovía. Con paraguas la gente permanecía en el tendido. El toro tenía buenas defensas. Rivera se creció y se olvidó del gris, y de la lluvia, y de la hora... No fue su faena variada. Pero consiguió algunos pases excelentes con la derecha y con la izquierda, y sus desplantes, sus adornos, tuvieron gracia y belleza. También cortó una oreja y fue despedido con aplausos, negados en ese momento a Bienvenida. Eran las ocho y llovía. La tarde seguía en gris...

Algunas otras curiosidades de este festejo

El ejemplar de El Ruedo aparecido el 8 de junio de 1971, señala que el brindis preceptivo que hizo Curro Rivera a Francisco Franco, Jefe del Estado Español por esas fechas, que presidía el festejo, fue de la siguiente guisa:

Por su bienestar y el de España entera. ¡Arriba España y Arriba México!

Y, por otra parte, el sexto – bis, Niño, al que Curro Rivera le cortó la segunda oreja de su cuenta personal, saltó las tablas por el rumbo del tendido 8 y casi llegó a las graderías, lesionando a varias personas en el callejón y en la primera fila de barreras. El parte facultativo publicado en el ABC madrileño fue el siguiente:

Fueron asistidos por el doctor García de la Torre el banderillero Rafael Martín Velasco «Rubichi», de fractura abierta del antebrazo derecho, contusiones y erosiones múltiples, de pronóstico grave (pasó al Sanatorio de Toreros); el diplomático americano Luis María Chefardet Urbina, de una herida leve en la región frontal, de pronóstico leve; el ganadero don Juan Martín (Carreros), de herida en la cara y labio superior, de pronóstico leve y don Manuel García González, de una herida incisa en la región superciliar derecha, contusiones y erosiones múltiples, de pronóstico leve, salvo complicaciones...

El lunes siguiente, Antonio García – Ramos, abogado, aficionado y bibliófilo, en la Hoja del Lunes, escribía un interesante artículo recordando que fue José Daza, en el siglo XVIII, el que propuso y diseñó el cable tensado que se coloca en muchas de las plazas de toros en la contrabarrera como mecanismo de protección, precisamente para evitar que los toros que saltan alcancen las localidades ocupadas por los aficionados.

Aviso Parroquial: Diría alguien que conozco: tarde pero sin sueño... Hace unos días de la fecha de la efeméride, pero aquí está el recuerdo de una de las últimas grandes hazañas de una figura del toreo de México en la principal plaza de toros del mundo.

domingo, 6 de junio de 2021

Plaza México: Un año, tres meses y diecinueve días cerrada… y contando

La gran Plaza México
Foto: EFE
La plaza de toros México, de la capital de la República es una plaza de temporada. Es una plaza que tiene dos ciclos de festejos bien definidos. Siguiendo el calendario, el primero más o menos de marzo a octubre, es el de las novilladas y de noviembre a febrero del año siguiente, el de las corridas de toros, llamado coloquialmente la temporada grande

Alguna vez me contó el Maestro Jesús Córdoba, y tiene su lógica lo que me dijo, que ese orden temporal se dio en los inicios de la adopción de la manera española de hacer los festejos taurinos, cuando se dependía mayormente de los toreros hispanos y había que esperar a que la temporada de allá concluyera para que ellos pudieran viajar a estas tierras, razón por la cual la temporada de corridas de toros comenzaba en los alrededores del primer o segundo domingo de noviembre.

Yo agregaría al argumento del llamado Joven Maestro, que esa época del año está casi siempre exenta de lluvias y que siendo el otoño y el invierno nuestro más benignos que los de Europa, es posible dar festejos en ese tiempo en las plazas mexicanas sin mayores complicaciones.

Las anteriores ideas darían como corolario que la Plaza México estuviera constantemente en actividad, con breves plazos de reposo para trabajos de necesario mantenimiento. Pero eso no ha sido siempre así. En sus 75 años de historia, se registran tres periodos de cierre prolongado, como el que actualmente vive y que intentaré relatar enseguida.

1957 – 1958: 1 año, 4 meses y 19 días de inactividad. (473 días) 

Al terminar la 11ª corrida de la temporada 1956 – 57, en la que alternaron Juan Silveti, el madrileño Dámaso Gómez y Fernando de los Reyes El Callao en la lidia de toros de Coaxamalucan, el doctor Alfonso Gaona anunció que dejaba las cosas de la empresa de la gran plaza por las pérdidas económicas que estaba sufriendo. En carta abierta fechada el 10 de marzo de ese año y publicada originalmente en el diario Esto y replicada posteriormente en el semanario madrileño El Ruedo del 21 de marzo de 1957, el doctor Gaona explicaba entre otras cosas:

… En las corridas, todas, he sufrido pérdidas de consideración; he ofrecido los mejores carteles, y los aficionados deben tener presente que nunca escatimé esfuerzos para presentar los mejores toreros mexicanos y extranjeros, lidiando toros de nuestras más famosas ganaderías. Durante mi gestión ha habido tardes inolvidables, como la reciente y triunfal despedida de Fermín Rivera, corrida en la que, a pesar de haberse llenado la Plaza sufrí una gran pérdida…

… Puedo asegurar que ninguna persona se atreverá a tomar la Plaza México, para la explotación de la fiesta brava en las condiciones en que la tenía yo, a menos que quiera a sabiendas ir al sacrificio. Mi ejemplo será bastante, pues con los presupuestos actuales no hay defensa posible. La única solución sería que el propietario del coso renunciara a sus muchos ingresos por concepto de anuncios, cojines, cervezas y refrescos, radio, televisión, y la mitad del Derecho de Apartado.

Por lo que respecta a mis acreedores, les participo que les pagaré hasta el último centavo, tan pronto como mis circunstancias lo permitan, dándoles las gracias por todas las atenciones que han tenido para mí…

Pronto se habló de concurso de acreedores, de quiebra y de juicios por contratos no cumplidos y se empezaron a barajar nombres en la prensa de quienes habrían de sustituir a don Alfonso en la tarea de dar toros en la capital y así se mencionó sin dar el nombre, al empresario de Guadalajara, don Ignacio García Aceves, al de Tijuana, a Teófilo Cuevas, a Pablo B. Ochoa y hasta a Gabriel Alarcón como probables nuevos empresarios de la Plaza México.

Un párrafo de la carta del doctor Gaona es ilustrativo de una situación que hacía difícil el dar toros en la capital mexicana:

…La afición debe saber que las exigencias elevadísimas de la propiedad del inmueble, y los múltiples impuestos que, en su conjunto son muchos mayores que los que paga cualquier otro espectáculo. convierten los pesos en sesenta centavos y ello ha motivado esta situación, agravada por la imposibilidad de aumentar el precio de las localidades de lujo…

Y es que en la Ciudad de México particularmente, a más de los impuestos ordinarios a la renta, a los ingresos mercantiles y a los espectáculos en particular, desde aquella oscura donación de las acciones de la sociedad El Toreo que hicieron los sucesores de Maximino Ávila Camacho a la Secretaría de Salubridad y Asistencia, los festejos taurinos tenían que cubrir a esa dependencia un impuesto extraordinario del diez por ciento sobre la entrada bruta, tasa que duró vigente hasta bien entrados los años ochenta del siglo XX, lo que hacía, si no incosteable dar festejos, sí reducía la posibilidad de hacerlo con utilidad para el empresario.

La Plaza México fue reabierta por una sociedad denominada Diversiones y Espectáculos de México, Sociedad Anónima, cuyo acrónimo DEMSA, es de triste memoria en la historia de esta fiesta y la dirigió el licenciado Ignacio Garciadiego, abogado de la familia Cosío, propietaria de la plaza. Lo hizo el domingo 15 de junio de 1958, con una novillada en la que actuaron Raúl Márquez, José Antonio Enríquez y Ramón Ortega en la lidia de 5 novillos de Coaxamalucan y 1 de Rancho Viejo (1º bis), resultando Enríquez herido por el primero. No obsta señalar que se permitió a Arturo Álvarez El Vizcaíno, ofrecer dos novilladas de selección los domingos 20 de abril y 10 de mayo anteriores.

Pero en ese caso la capital mexicana no se quedó sin toros. El Toreo de Cuatro Caminos, apenas cerrada la Plaza México, abrió sus puertas el día 10 de marzo de 1957 y estuvo al frente… Sí, el doctor Gaona. Y entre esa fecha de apertura y el 10 de mayo de 1959, año en el que se ofreció la siguiente temporada grande en la México, se dieron en Naucalpan 63 novilladas y 20 corridas de toros y en las novilladas aparecieron toreros como Raúl García, Gabriel España, Oscar Realme, Gabino Aguilar, Abel Flores El Papelero o Antonio Sánchez Porteño.

1988 – 1989: 1 año, 1 mes, 3 días (398 días)

Nuevamente resulta estar el doctor Gaona en el ojo del huracán. Tras de anunciar una Temporada Taurina de Primavera 88 e iniciarla, después de la segunda corrida, celebrada el 24 de abril de 1988 con el vallisoletano Roberto Domínguez, Jorge Gutiérrez y Javier Bernaldo en la lidia de toros de Huichapan, la propiedad de la plaza anunció que recuperaba su inmueble pues el contrato de arrendamiento celebrado con el empresario había concluido.

Por su parte, el doctor Gaona afirmó que tenía derecho a un año más en el uso de la plaza. A propósito, dice Daniel Medina de la Serna:

…Esta disputa sonaba inverosímil pues hubiera bastado que el poseedor de la razón exhibiera su contrato, cosa que nunca sucedió y en cambio se limitaban simplemente ambas partes a hacer declaraciones. ¿No estaría la razón en las pobres entradas que se registraron en esas dos corridas? Lo cierto es que los chilangos, y algunos visitantes foráneos y ocasionales, de nueva cuenta nos volvimos a quedar sin toros…

En ese estado de cosas se dio una corrida benéfica el 12 de junio de ese 1988 con Eloy Cavazos y José Mari Manzanares, mano a mano y toros de Real de Saltillo, llevando por delante al rejoneador Gerardo Trueba. Un festejo que terminaría en aires de escándalo, porque días después se harían públicos los resultados de los exámenes post – mortem de las cornamentas de las reses lidiadas y resultaría que presentaban signos de manipulación.

Tras de propuestas de expropiación y otras de similar guisa, la entonces Regencia de la Ciudad de México consiguió que los propietarios del coso cedieran su explotación a un Patronato presidido por Salvador Trueba Rodríguez y en el que participaron personalidades como Javier Jiménez Espriú – sí, es el que Ustedes están imaginando – y en la parte operativa, Eduardo Azcué, Jesús Arroyo y Joselito Huerta.

La plaza se reabrió y se entregó a la afición el 5 de febrero de 1989, el entonces Jefe del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís cortó un listón simbólico y se dejó pasar a la concurrencia a recorrer las instalaciones del coso y posteriormente, en uno de los patios de la plaza, se simuló una corrida de toros con una carretilla de las que se usan para entrenar. Tomás Pérez Turrent, crítico de cine, apodado El Choni en sus días de novillero, escribió lo siguiente en la revista El Redondel:

...Nadie puede dudar que fue un acto con una gran carga simbólica, doblemente simbólica diría, Doblemente simbólica como protesta y celebración, como ejemplo de la afición recalcitrante que no quiere renunciar a sus pasiones – y bravo por ello – y como símbolo doloroso del estado en el que han dejado al gremio de los toreros, los ganaderos, los empresarios y todos los llamados taurinos arrimados a equis o zeta intereses, los cuales, no hace falta decirlo, no coinciden ni han coincidido nunca con los de la verdadera fiesta…

La plaza se reabrió formalmente con una corrida de toros el 28 de mayo de 1989 en la que alternaron Manolo Martínez, David Silveti y Miguel Espinosa Armillita ante toros de Tequisquiapan y después se dio una temporada de 28 novilladas que inició el 4 de junio siguiente, la que abrieron Manolo Sánchez, Hugo García Méndez y Alfredo Lomelí, con novillos de La Soledad.

2020 – 2021: Un año, tres meses, 19 días (474 días) … y contando

Ayer, sábado 5 de junio de 2021, se superó el número de días que la Plaza México estuvo cerrada y sin actividad taurina, en el periodo 1957 – 1958, que fue de 473 días y que ha sido, en sus 75 años de existencia, el más prolongado.

Quizás este es el cierre que tiene una explicación más sencilla. El último festejo de la temporada 2019 – 2020 se dio el 16 de febrero de 2020 y actuaron en él Pablo y Guillermo Hermoso de Mendoza, Arturo Saldívar y José María Hermosillo, ante toros de Los Encinos, Santa Fe del Campo y Bernaldo de Quirós. Menos de un mes después – el 11 de marzo de 2020 –, la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró que una serie de brotes de una enfermedad denominada Covid – 19, había adquirido la calidad de pandemia.

A la declaración de la OMS, correspondió la del Gobierno Federal en México, el 31 de marzo, declarando la emergencia sanitaria, que entre otras medidas estableció las del llamado distanciamiento social, que entre otras cosas implica la menor interacción posible entre personas y la supresión total, diría yo, de actividades en las que se suponga reuniones más o menos masivas de personas, por la forma en la que el virus causante de la enfermedad se transmite.

Eso y la ausencia de vacunas y tratamientos específicos para la nueva enfermedad, detuvieron en muchas vertientes la actividad económica de nuestro país y la de la fiesta de los toros fue una de las grandemente afectadas, porque por una parte, no existe un real interés de los sectores llamados profesionales porque se transmitan por televisión de pago los festejos y por la otra, la inicial descoordinación entre las autoridades federales y locales en la materia, no permitieron establecer protocolos que facilitaran la oferta de espectáculos.

En ese estado de cosas, la Plaza México no podía ser reabierta, pues, aunque la etapa que seguía era la de las novilladas, las que en la actualidad son allí meramente testimoniales y consideradas por la empresa como un trámite más para poder obtener el permiso para vender el Derecho de Apartado de la temporada grande, la política de salubridad general lo impidió, así como tampoco permitió el organizar la siguiente temporada de corridas de toros.

En estas fechas, la pandemia parece, al menos en las versiones oficiales, estar remitiendo y así, ya se permite asistencia en número limitado a espectáculos deportivos como el futbol, lo que, desde mi punto de vista, permitiría igualmente una asistencia controlada a las plazas de toros. La cuestión aquí sería ya de viabilidad económica. El deporte de la pelotita con los pies tiene un gran soporte de ingresos por la televisión. La fiesta de los toros, no. Quizás es ya tiempo de que los llamados profesionales se replanteen la posibilidad de salir en la tele para levantar a la fiesta de la postración en la que una enfermedad incontrolada todavía, la ha puesto.

Así pues, estamos en el lapso de cierre más extenso de la historia de la gran Plaza México, la que según su anuncio publicitario es la más grande y cómoda del mundo. Ojalá que pronto vuelva a albergar los sueños y las ilusiones de aficionados, ganaderos y toreros.

Aviso parroquial: Con mi disculpa por la extensión, pero no encontré forma de partir esto en dos...

lunes, 31 de mayo de 2021

31 de mayo de 1931: Gitanillo de Triana y Fandanguero de Graciliano Pérez Tabernero II/II

 Las causas del percance

Azulejo en la casa paterna de Gitanillo
Pagés del Corro 157, anterior 127
Triana, Sevilla
Aunque ya descritas en las relaciones anteriores, es Federico M. Alcázar, en su tribuna de El Imparcial, quien hace una interesantísima reflexión acerca de por qué fue prendido y herido Gitanillo de Triana. Es una cuestión meramente teórica y relacionada con la forma en la que se llevaba – o lleva todavía – la lidia en aquellas calendas:

Los toros mansos, salvo excepciones, empujan siempre para adentro. Es decir, buscan la querencia de las tablas porque encuentran en ellas un medio de defensa. Lo contrario sucede con el bravo, que se va a los medios, porque allí ataca mejor. La pelea natural del manso es casi siempre del tercio para adentro, y la del bravo, a la inversa. Los toreros han tomado la costumbre – ¿no estaríamos más acertados si le llamáramos vicio? – de empezar a torear al manso y al bravo encerrados en tablas. Y, por lo regular, sucede lo inevitable: que el bravo se va en cada lance, buscando su terreno, los tercios afuera y los medios, y el manso se queda y les acosa, cuando no huye también. Desventaja de la ventaja. Deslucimiento. Todavía al torear de capa, cuando los toros andan sueltos y con poca fijeza, ofrecen pequeñas dificultades; pero éstas son mayores al final, por haberse acentuado la querencia, y con la querencia, el peligro. Hay toros que no dejan parar al torero por dentro y le comprometen en cada pase, y en cambio por fuera está relativamente holgado. Pero los toreros, que siempre tiran por el atajo, aunque tengan que saltar la barranquera, buscan el refugio de las tablas, como un medio de defensa, sin advertir lo comprometido que es torear en el terreno del toro. No comprenden que en ese sitio es difícil la salida y comprometida la enmienda. Apuran tanto el terreno, que de un pase a otro apenas queda espacio para torear y desenvolverse en un momento de peligro. Y viene el acosón, y algunas veces la cogida, con todas sus dolorosas consecuencias… Creo que si Gitanillo toma al toro más abierto en el tercio, no le hubiera cogido, y de cogerle no le cornea contra la barrera, que fue donde le dio la cornada más grave, tan grave y brutal que sólo encontrando un punto de apoyo y resistencia puede el pitón atravesar el hueso sacro. Tuvo hasta la desgracia de tropezar con el único toro que se vencía del lado izquierdo, pues los restantes embistieron por ese lado admirablemente. La fatalidad tropezó con el torero y le hizo su víctima…

Es la de Alcázar una disquisición meramente teórica, pero válida, creo, pero que no tiene en cuenta el estado de ánimo del torero, que, acuciado por su deseo de triunfar, considera a veces que puede superar esas condiciones adversas de los toros e imponerse a ellas para, en el terreno por él elegido, realizar la faena que se ha planteado.

Los partes facultativos

El doctor Jacinto Segovia, jefe de los servicios médicos de la plaza de Madrid, esa tarde tuvo mucho trabajo, pues un toro antes, el banderillero Manuel Prieto Varé, había entrado a la enfermería con una cornada que le partió la femoral. No había terminado aún la intervención cuando llegó a ella Curro Puya, de cuyas lesiones refirió lo siguiente:

«Durante la lidia del tercer toro ingresó en esta enfermería el diestro Francisco Vega (Gitanillo de Triana), con una herida de asta de toro en el tercio medio, del muslo derecho, con rotura de los músculos cuádriceps y aductores; otra en el tercio medio del muslo izquierdo. parte interna, con rotura de los músculos cuádriceps y aductores, y otra en la región sacrocoxígea, penetrante en la cavidad pelviana, con rotura del sacro y sección y arrancamiento del nervio ciático mayor. No puede precisarse la profundidad de la herida por el estado del diestro. Pronóstico muy grave. – Doctor Segovia.»

Se dejó para después la curación de los muslos, dada la gravedad y la posición de la herida del coxis. El torero permaneció en la enfermería toda la noche de ese día y fue trasladado al mediodía siguiente al sanatorio de los doctores Crespo, donde se pidió consulta al doctor José Sanchis Banús, destacado especialista en neurología a efecto de establecer el mejor tratamiento para Gitanillo de Triana.

Tras del traslado al sanatorio, periodistas de El Heraldo de Madrid, obtuvieron estas declaraciones del doctor Jacinto Segovia:

- El caso no es desesperado.

- No; pero sí muy grave. Le ha arrancado el nervio ciático de su base. Como se arranca la raíz de una planta. La lesión, fuera de esto, no tiene importancia suma, por cuanto que no ha interesado el intestino ni órgano alguno de importancia.

- ¿Quedará inútil?

- Lo más probable es que así suceda. La pierna derecha perderá juego, y el talón no podrá sentarlo. Anoche pasé un verdadero susto, a las nueve se quedó sin pulso y creí que se me escapaba. Ya veremos lo que dice Sanchis Banús...

Diariamente, la prensa madrileña publicaba al menos una gacetilla informando el estado de Gitanillo de Triana. Incluso, el diario El Sol, que en su primera plana se ufanaba de que allí no se contenía información relacionada con la fiesta, dedicaba espacio al tema, así, el 3 de junio en sus páginas se lee:

Como consecuencia del arrancamiento de las raíces del nervio ciático mayor (plexo sacro) ha quedado desgarrado el fondo del saco dural, presentándose una abundante eliminación de líquido cefalorraquídeo por la herida operatoria, existiendo el peligro de presentación de una meningoencefalitis que ensombrecería totalmente el pronóstico. – Doctor Segovia.

Cosas veredes…

Un diálogo en la enfermería

Es de nuevo El Heraldo de Madrid el que recoge un diálogo en la enfermería de la plaza entre el torero herido y aquellos que le acompañaban. La conversación publicada es de esta guisa:

Gitanillo de Triana recobró el conocimiento poco después de las nueve de la noche, aunque continuó todavía durante mucho tiempo bajo los efectos del cloroformo.

Sus primeras palabras fueron para preguntar:

- ¿Cómo estoy? Díganme la verdad.

Me parece que no siento las piernas.

Y sus brazos, sin fuerza, se deslizaron sobre el cuerpo para cerciorarse de que no se las habían cortado.

Esto le confortó un poco y guardó silencio, resignado.

Poco después rodearon la mesa de operaciones los individuos de la cuadrilla de Gitanillo y algunos amigos particulares.

A uno de éstos buscó Curro ansiosamente con la mirada, y cuando éste se acercó le dijo:

- Hola, Maximino; me ha «estrosao» el toro...

El amigo trató de confortar su espíritu.

A poco Curro le volvió a preguntar:

- ¿Qué hora es?

Vaciló el amigo. No sabía si era prudente contestar. Entonces Curro alargó su brazo y tomó el reloj de su amigo, lo consultó y dijo:

- Las nueve y media.

En efecto, esa hora señalaba el reloj.

Nuevo silencio, recomendado por los facultativos.

- ¿Habéis ustedes avisao a la familia? - preguntó después Gitanillo.

- Sí - le contestaron.

- ¿Han salió ya de Seviya?

- Sí Está tranquilo.

- ¿Vienen por carretera?

- Por carretera, sí. Calla, hombre.

Gitanillo hizo un esfuerzo v agregó:

- ¡Estoy deseando que llegue mi madre! ...

Para terminar

Maximiliano Clavo Corinto y Oro, cronista de La Voz, se caracterizaba por su estilo festivo y mordaz al redactar sus crónicas. La de la corrida del 31 de mayo distó mucho de llevar ese sello. En ella hace una interesante reflexión de la fiesta, su tragedia y su gloria:

Oro, seda, sangre y sol. Juego limpio en lucha titánica con el toro bravo de escultórica belleza, entre la gloria y la muerte. Arte y heroísmo ante una muchedumbre calenturienta y leal, presidida por la mujer española, divino cebo de pintores y admiración de los hombres de todas las razas. Gritería ensordecedora culminante de un apasionamiento que sólo puede concebirse en este espectáculo sin igual en el mundo. Rugidos de dolor, indignación y entusiasmo, todo en unos segundos y en un transporte de impresión tan fuerte, que desata con violencia todo el sistema nervioso y hace perder el equilibrio orgánico del hombre más ecuánime. Esto debe ser la verdadera fiesta de toros. Esto fue la corrida de ayer, la épica, la inolvidable corrida de ayer, que le hizo al toreo la mejor propaganda que puede concebirse… ¡Quién Iba a pensar que al desventurado primer abono, que tantos disgustos nos ha proporcionado a todos, le reservaban los dioses una despedida tan emocionante, una despedida en la que el dolor y el triunfo se confrontaran como ayer! ...

Y por su parte, Rafael Hernández y Ramírez de Alda Rafael, en La Libertad, también medita los alcances que tienen los percances de los toreros en el devenir de la tauromaquia:

¡Ay del caído! El domingo, mientras millares de personas aclamaban a Marcial Lalanda y lo sacaban en hombros por la puerta de Madrid, en el patio de caballos, rodeando la entrada de la enfermería, unos cuantos hombres, con los puños crispados y los ojos enrojecidos, esperaban con ansia noticias de Gitanillo. Eran sus amigos, los que sabían que bajo la seda y el oro de su traje de torero latía un corazón lleno de cordialidad y propicio a todas las bondades; eran los que sabían de sus alegrías, de sus dolores, de sus ilusiones, de todo lo que había de humano en el interior del ídolo, que en otras tardes sintió también sobre sus sienes la caricia de la gloria… Es muy difícil escribir algo que encuadre la totalidad de la corrida. También nosotros fuimos juguete de la emoción; también sufrimos el choque de tan distintas sensaciones que, aun sin querer, habrán de reflejarse en estas cuartillas. De la corrida quedan grabadas las escenas principales, la cogida del infortunado Varé, la más terrible aún de Gitanillo de Triana, y la actuación, más que brillante, casi genial, de Marcial Lalanda. Esos tres momentos son los que harán pasar a la historia esta corrida del 31 de mayo de 1931, como aquella otra del 27 de mayo de 1894. en que cayó el Espartero y fue la consagración de Antonio Fuentes…

Sol y sombra, triunfo y tragedia… Los eternos contrastes de la fiesta de los toros. La evolución de Gitanillo de Triana seguiría siendo noticia durante los 75 días siguientes, pues fallecería el 14 de agosto al no superar las heridas que le infirió Fandanguero, pero del desenlace de la historia, aunque conocido, seguramente me ocuparé aquí, en su día. 

Aviso Parroquial segundo: Los resaltados en los textos de Alcázar, Corinto y Oro y Rafael no constan así en sus respectivos originales. Son obra y atrevimiento de este amanuense.

domingo, 30 de mayo de 2021

31 de mayo de 1931: Gitanillo de Triana y Fandanguero de Graciliano Pérez Tabernero I/II

Francisco Vega de los Reyes
Gitanillo de Triana
Foto: Paco Marín/Kutxateka
La temporada madrileña de 1931 no caminaba precisamente sobre ruedas. Las noticias de la prensa y las crónicas de los festejos dejaban ver que la afición y los informadores no estaban contentos con lo que la empresa estaba presentando. En los dos festejos anteriores a este que me ocupa, los domingos 17 y 24 de mayo, se protestaron respectivamente los toros de Victoriano Angoso y Santiago Sánchez Rico, así como los de Juan Sánchez de Terrones y Tovar por chicos y débiles.

Alguna luz se vio cuando en esa corrida del 24, Armillita cortó una oreja al sexto de Terrones que le tocó en suerte y fue sacado en hombros o cuando el día 30, víspera de los hechos que me tienen aquí, David Liceaga, que renunciando a la alternativa que había recibido en El Toreo el anterior enero, se decidió a hacer campaña en ruedos hispanos y ese día se presentó en la Carretera de Aragón alternando con Chiquito de la Audiencia, Antonio García Maravilla y Manuel Fuentes Bejarano en la lidia de novillos de Alipio Pérez Tabernero – también criticados por flojos –. David le cortó la oreja al octavo, de Clairac, sustituto del titular devuelto por inválido, saliendo a hombros en esa presentación.

Quiero hacer notar que en estos apuntes no tendré información del ABC madrileño, pues fue incautado por las autoridades de la República Española el día 10 de mayo de 1931 y dejó de aparecer entre el 11 de ese mes y hasta el 5 de junio siguiente, pero la demás prensa de la capital de España se ocupó abundantemente del tema, con extraordinarias firmas, pero nunca deja uno de necesitar, en casos como este, la de don Gregorio Corrochano.

La octava corrida del primer abono del 31

Ese era el ambiente previo a la corrida del 31 de mayo del 31. La empresa de Madrid intentó remontar el ambiente negativo que rodeaba la situación y puso en los corrales de la plaza una bien presentada corrida de don Graciliano Pérez Tabernero, de Salamanca, para Manuel Jiménez Chicuelo, que se presentaba en la temporada, Marcial Lalanda, que reaparecía después de una lesión y Gitanillo de Triana que había estado desafortunado en su última actuación que, si mal no recuerdo, fue la confirmación de Jesús Solórzano.

La plaza de Madrid se llenó. El bien presentado encierro y el cartel de toreros no dejaban lugar a las dudas de los aficionados, que al ir ocupando sus localidades no tenían idea de que la fiesta de los toros tiene sus propios mecanismos para resarcir sus pérdidas. Por una parte, Marcial Lalanda tendría una de sus grandes tardes en la plaza vieja de la capital española y por la otra, la fatalidad se encargaría de recordar a todos los que asistieron, a los que no y a los que, en el futuro, nos interesáramos por esto, que la fiesta de los toros es un juego de vida y de muerte y que ese es uno de sus activos.

Fandanguero, número 98, negro, tercero de la tarde

Francisco Vega de los Reyes, natural de la Triana de Sevilla, pues nació allí en la entonces llamada calle de La Verbena – hoy Rodrigo de Triana – se encontraría con su destino al salir ese toro negro, tercero de la tarde. Federico Morena, en El Heraldo de Madrid, al relatar los sucesos ocurridos al día siguiente del festejo, reflexiona lo siguiente acerca de este toro y del encierro lidiado ese día:

¿Está seguro D. Graciliano Pérez Tabernero de que ha logrado extinguir por completo en sus toros la sangre de Miura? … Como es sabido – la tragedia de ayer justifica el recuerdo –, D. Fernando Pérez Tabernero, padre de D. Graciliano, fundó su ganadería en 1884 con vacas de Veragua y un semental de Miura... pero el resultado no satisfizo a D. Graciliano, y en abril de 1920 adquirió 126 vacas de los hermanos conde de Santa Coloma y marqués de Albaserrada y un eral escogido de cada una de estas ganaderías. Al decir de D. Graciliano, en 1924 lidió los restos de la antigua ganadería y estrenó la nueva con gran éxito en Barcelona. Y desde entonces, D. Graciliano cree firmemente que sus toros llevan sangre pura de Vistahermosa… Pero la corrida de ayer parece rectificar al ganadero salmantino. La sensación que recibimos los aficionados es la de que asistíamos a una miurada. ¡Qué cambios más notables se operaban en los toros! Diríase que en cada uno de ellos se manifestaban alternativamente las distintas sangres de las diferentes cruzas; pero predominando siempre la de Miura. Era una corrida como para traer de cabeza al mejor aficionado… Un toro, por ejemplo, tomaba una vara a ley, volvía luego la cara, y, en fin, recargaba de modo sorprendente... Quedaba aplomado en el tercio de varas y cortaba el terreno peligrosamente en banderillas. Era docilísimo en el segundo tercio y se arrancaba bronco y descompuesto al final… Se vencía primero por un lado y después por el otro... En fin, que en ningún momento sabía el aficionado a qué atenerse sobre la calidad de los toros de D. Graciliano. El más igual de los seis fue, sin duda, el quinto, de Marcial, que doblaba idealmente por el lado izquierdo… Por lo demás, dentro del tipo de la casa, la corrida estuvo bien de presentación...

Como podemos ver, salvo el sexto, según lo relata Morena, ese encierro de don Graciliano fue una colección de prendas y hoy se diría en el lenguaje de los profesionales que eran toros a contraestilo tanto para Chicuelo, como para Gitanillo, pero eso era lo que había y nada más.

El percance

Después de lucirse en el primer tercio y solventado el de banderillas, Curro Puya se dispuso a torear de muleta. Lo hizo según la costumbre al uso, al hilo de las tablas e iniciando por alto, seguramente para calibrar la distancia de la embestida del toro. Al realizar una de esas suertes fue prendido. Sigue contando Federico Morena:

Empezó con un pase ayudado por alto, erguido y torero, y al pretender dar el cambiado, también por arriba, se le venció el toro y le cogió de lleno por el muslo derecho. Le suspendió un instante y le despidió luego con fuerza. El pobre Curro quedó caído, boca arriba, entre el toro y la barrera. El bruto acometió furiosamente a su presa y le tiró, con rapidez, varias cornadas. Fueron unos instantes de horror. El público, puesto en pie, prorrumpía en un alarido de espanto. El cuerpo del infeliz torero, como un pelele, rebotaba contra la barrera a cada embestida del bruto. ¡Hasta que llegó el capote providencial de Lalanda! ...

Por su parte, el que firmó como Jerezano, en Ahora, salido en Madrid el 1º de junio de 1931, relata:

“Fandanguero” se muestra incierto, receloso y se defiende por el lado del dolor: el izquierdo, Curro Puya no quiere “ver” el defecto; sólo piensa en “torear” para “enseñar a torear”. Muy cerrado en tablas del 2, desafía el gitano. Un buen ayudado por alto sobre ambas manos, venciéndose el toro y siguiendo su viaje a las tablas. En ellas – en terrenos del 1 – aguanta Paco Vega, en un muletazo por alto con la derecha..., pero por ser sobre el pitón izquierdo – el lado lastimado –, el bicho “defiende” ese sitio, cierne la cabeza y tropieza, hiere, suspende, se cambia de pitón y derriba al clásico torero. Este cae debajo del estribo de la barrera, y allí el de Graciliano le busca, pisa, cornea y engancha varias veces. La escena es horrible y emocionantísima, hasta que Marcial y las cuadrillas consiguen llevarse al cornúpeto. Gitanillo, herido, destrozada la ropa, cubierto de sangre y desvanecido, es transportado a la enfermería entre una grandísima, tristísima y sentimental ovación al purísimo artista. ¡Pobre Gitanillo! ...

El resultado del percance fueron tres cornadas, una en cada muslo y la más grave la que Fandanguero le infirió en la parte baja de la espalda, a la altura del coxis, perforándole el hueso sacro y rompiéndole el saco dural, es decir el tejido de la médula espinal que se inserta en esa parte final de la columna vertebral. Esa herida, al final, sería la que le causaría la muerte al infortunado Gitanillo de Triana.

El día de mañana concluiré con estas notas, dada la extensión que van tomando…

Aviso Parroquial: Los resaltados en los textos de Federico Morena y de Jerezano son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 23 de mayo de 2021

22 de mayo de 1971. Los toros de Mimiahuápam en la Feria de San Isidro (II/II)

La vuelta al ruedo de Amistoso, cuarto de la tarde
Plaza de Las Ventas, Madrid, 22/05/1971
El San Isidro de 1971 se anunció con 16 corridas de toros y una de rejones. Traía como novedades las presentaciones de Eloy Cavazos y Curro Rivera que acudían a confirmar su alternativa, la reaparición de Antonio Lomelín después de su gran tarde con los toros de Alonso Moreno el año anterior y por supuesto, el anuncio de nueva cuenta, del encierro de Mimiahuápam para el sábado 22 de mayo, noveno festejo del serial, en un cartel que encabezó Victoriano Valencia quien alternaría con Antonio Lomelín y José Luis Parada, actuando al mediar el espectáculo el rejoneador Fermín Bohórquez.

La corrida se exhibió en La Venta del Batán y de ello dio cuenta el semanario El Ruedo en su número del 13 de mayo de la siguiente manera:

Como es lógico, ya están preparados en la Venta de “El Batán” los primeros toros que se correrán en las próximas fiestas madrileñas de San Isidro. Son ocho corridas de toros, que por orden de cartel son las siguientes: Atanasio Fernández, Alonso Moreno, Fermín Bohórquez. Samuel Flores, Baltasar Ibán, José Luis Osborne, Juan Mari Pérez Tabernero y los toros mejicanos de Mimiahuápam… Los distintos encierros están siendo muy visitados por los aficionados madrileños, dando al ambiente general de los corrales un colorido hartamente taurino… De estampa parece que no están mal, aunque unos poseen mejor presentación que otros. En cuanto a bravura se refiere..., eso, amigos, habrá que esperar a que suenen los clarines para emitir veredicto, que deseamos sea bueno, en favor de los propios espadas…

La tarde del 22 de mayo de 1971

Fue un sábado lluvioso y conforme a las crónicas eso desalentó a los aficionados para asistir a la plaza. Además, en un alarde que a la vuelta de los años me parece comercialmente desleal, en Carabanchel se anunció una doble encerrona de Palomo Linares con toros de distintas ganaderías, lo que también, seguramente, incidió en la baja ocupación de localidades en Las Ventas.

Los tres toreros, según Julio de Urrutia, cronista del diario Madrid, vistieron de granate y oro y los toros de don Luis Barroso Barona salieron al ruedo en el siguiente orden: el número 21, Hermano, con 522 kilos de peso; el 22, Cariñoso, pesando 520 kilos; el 14, Manito con 509 kilos; el 33, Amistoso que dio en la báscula 536 kilos; el 58, Cuate de 561 kilos y el 39, Amigo pesando 524 kilos, promediando el encierro 533 kilos. Es importante señalar que, con el diferimiento de su lidia, la corrida era cinqueña.

Acerca del juego de los toros, el propio Urrutia, en su crónica aparecida en Madrid el 24 de mayo siguiente, refiere:

La segunda nota de la corrida radicó en la buena impresión que causó a los aficionados toristas el encierro de Mimiahuápam, compuesto por seis toros recriados el último año como se sabe en la finca “Los Alburejos”, de don Álvaro Domecq. Dentro del peculiar tipo zootécnico mexicano, recogido y breve de cabeza, los toros de don Luis Barroso, sobre todo los corridos en los primeros lugares, hicieron buena pelea con los caballos, saliendo a dos varas por cabeza, y el cuarto concretamente, qué derribó al varilarguero, encajó nada menos que cuatro. Ya sabemos que la vuelta al ruedo que se dio a “Amistoso” resultó excesiva a todas luces. Pero como, en suma, se trataba de una corrida mexicana y como, a excepción también de otra de Piedras Negras, que se lidió aquí hace muchos años, jamás en España se hablan corrido toros de las tierras dé Gaona, puede admitirse el galardón sin censuras mayores y como premio al comportamiento general de los toros de don Luis…

Al segundo, el número 22, Cariñoso, Antonio Lomelín le cortó la única oreja de la tarde. Siguiendo la narración de Julio de Urrutia, podemos advertir entre otras cosas, lo que sigue:

Antonio Lomelín mostró desde un principio la perfecta compenetración que le unía al de Mimiahuápam. Como si fueran viejos conocidos, toro y torero se complementaron en la lidia, cumpliendo aquél como bueno en la embestida y replicando éste al desafío con una faena sobria, tranquila, muy torera… Lo mejor de su oficio está, no obstante, en el volapié. En este segundo de Mimiahuápam cobró en los medios una estocada hasta la bola que le valió la petición de dos orejas. Hizo muy bien el presidente en no conceder más que la primera, reservando la otra para las grandes solemnidades…

Refiere el mismo Urrutia que Victoriano Valencia realizó a Amistoso, el cuarto de la corrida, una faena de gran calado, misma que comparó con aquella de Carpeto de Palha, la de un toro Talaverano o la de otro del Conde de la Corte en el ruedo madrileño, pues tuvo que lidiar y poderle al toro, para enredárselo después. Los fallos con la espada le hicieron perder trofeos, pero allí quedó su impronta:

“Amistoso” llegó a la muleta de Victoriano tras de pasar de forma descompuesta en cuatro ocasiones distintas por el trapo rojo de un espontáneo, que es el primero por ventura que hemos visto lanzarse al ruedo con corbata. Valencia no se arredró por tan desalentadores comienzos, antes bien, y dándose se perfecta cuenta de que se hallaba ante un toro bravo y cinqueño, y, por tanto, de mucho sentido, lo trasteó por bajo con unos doblones extraordinarios, para exhibir después toda la gama del toreo en redondo que fue lo mejor de la tarde. “Amistoso” remitió poco a poco en sus acometidas ante la muleta dominadora de Victoriano y éste terminó en lidiador, dueño absoluto de la pelea. Las dos orejas estaban teóricamente en sus manos… Para mí ésta es la cuarta faena en calidad de las muchas que he visto a este torero, con más cicatrices hoy que laureles en su carrera…

Por su parte, el sanluqueño José Luis Parada no pasó de estar discreto. 

Lo que después siguió

Juby Bustamante, en la misma edición del diario Madrid, da cuenta de una entrevista al ganadero mexicano. Entre otras cosas, don Luis comentó:

...en el local del regocijo, estaba todo el Madrid taurino. Que es otro del “todo Madrid” que estamos acostumbrados a ver, pero que son también muchísimos y muy vistosos. Toreros, que una recuerde por la cara inconfundible, estaban Dominguín y Valencia, y Girón, y los mexicanos de este año, y cantidad de ganaderos y empresarios, críticos y amigos, aficionados de una y otra tierra…

- ¿Contento? No; estoy feliz…

- Objetivamente, ¿cómo encontró los toros de esta tarde?

- Yo estoy muy satisfecho. Creo que todos han sido bravos, con trapío y nobleza, con clase. Y que se han prestado al lucimiento de los toreros…

- Se discute sobre el cuarto y el segundo, ¿por cuál vota usted?

- Para el torero, mejor el segundo. Para el ganadero, el cuarto.

- En total, que esta ha sido una noche grande:

- Primero, como mexicano, y después, como ganadero…

De pleno derecho don Luis Barroso Barona estaba exultante, la presencia de sus toros y el juego de ellos, en especial el cuarto Amistoso, que fue premiado con la vuelta al ruedo, le daba ese derecho. Casi un año después en el número de El Ruedo aparecido el 7 de marzo de 1972, se leía esta información:

El 22 de mayo de 1971 se presentó en Madrid la corrida mejicana de Mimiahuápam en la novena corrida de la Feria de San Isidro… Para el ganadero fue un afortunado debut, a pesar de no haberse «dejado», cortar las orejas, a excepción del quinto, que cedió una al diestro mejicano Antonio Lomelín. Pero la calificación, en general, fue buena. Por ello, quizá, durante la lidia, el representante del ganadero decidió que las cabezas de las seis reses fueran reservadas para su disecación, operación que llevaría a cabo el conocido taxidermista don Justo Martín Ayuso. Pero la decisión, desde que se tomó hasta que llegó la orden al desolladero, se debió tergiversar y solo cuatro de las seis cabezas fueron diseccionadas debidamente para el fin perseguido… Hoy, las cabezas de los cuatro toros, debidamente elaboradas, están dispuestas para su embarque a Méjico. Son las de los toros lidiados en primero, segundo, cuarto y quinto lugares, cuyos nombres eran: «Hermano», «Cariñoso», «Amistoso», y «Cuate». Los toros lidiados en tercero y sexto lugares: «Manito» y «Amigo» son los que quedaron sin perpetuación…

La leyenda relata que un séptimo toro, el número 45, se quedó en Los Alburejos y que don Álvaro Domecq lo usó como reproductor. No encontré registro o declaración pública de ese hecho, pero de ser así, se trataría de un caso único en la historia del toro de lidia en el mundo, pues la práctica usual es que la simiente venga de España a América y no a la inversa, pero esa es una historia que solo los involucrados nos podrían contar.

Aquí concluyo esta relación, que pese a su extensión resulta ser breve, de unos hechos ocurridos hace medio siglo y que confirmaron a don Luis Barroso Barona como el ganadero mexicano más importante de la segunda mitad del siglo XX.

Aviso Parroquial: Los resaltados en los textos de Julio de Urrutia que se transcriben, son obra exclusiva de este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

Aldeanos