viernes, 5 de febrero de 2010

La corrida del 5 de febrero, una tradición quinceañera (Anexo gráfico)



Un nuevo escenario, originalmente planteado para 50,000 espectadores



Luis Castro, El Soldado mató el primer toro en el ruedo de la Plaza México, Jardinero número 33 de San Mateo


Manolete cortó la primera oreja en el nuevo escenario a Gavioto, número 55 de San Mateo


Luis Procuna fue el primer diestro mexicano en cortar una oreja en La México a Gallito, número 14 de San Mateo 


Anverso del programa de la triunfal corrida del 10º Aniversario. El Ranchero Aguilar cortó el rabo a Motorista y Joselito Huerta a Viajero (toro de regalo), ambos de La Laguna


Reverso del mismo programa. Don Aurelio Pérez Villamelón recopiló las principales efemérides de esa primera década


La corrida de 1979 marcó la única presencia de Manolo Martínez en estos festejos y el primer toro indultado en ellos, Simpatías de Reyes Huerta, por Cruz Flores


En el festejo de 1993 confirmó El Quitos, torero de Aguascalientes y hoy representante de Joselito Adame

 

En 1996 La México se convirtió en una Cincuentona Monumental, ese día se corrieron 10 toros.


En 2005 El Juli obtuvo el segundo indulto en estos fastos, el de Trojano de Montecristo


Joselito Adame fue herido el 2 de febrero de 2008 en Encarnación de Díaz y fue sustituido por Humberto Flores. José Tomás aparecía por primera vez en estas festividades

La corrida del 5 de febrero, una tradición quinceañera.

Hace 64 años...


El día 5 de febrero tiene una significación especial en México, pues tiene méritos políticos, religiosos y taurinos para ser observados. En el primero de los casos, representa el aniversario de la promulgación de la Constitución Política de 1917, considerada por algunos de sus estudiosos como la primera Constitución Social del mundo, dado el contenido de sus artículos 27 y 123, que en su origen representaron la elevación, a la más alta categoría legal, de las conquistas de las clases campesina y obrera tras del conflicto armado que se iniciara en 1910.

Para la religión católica representa la fecha apartada en el calendario religioso para venerar especialmente al primer mexicano elevado a los altares, San Felipe de Jesús, mártir misionero en Oriente, de quien se dice que al morir en olor de santidad, hizo reverdecer una higuera que tenía años de estar seca, según premonición de una empleada doméstica de su hogar paterno.

Y en lo taurino, el 5 de febrero tiene una significación especial también, pues en el que correspondió al año de 1946, se inauguró la Plaza de Toros México, en la Capital de la República, siendo por su capacidad, la más grande del mundo.

Mucho, yo diría que casi todo se ha escrito sobre esa primera corrida de toros en lo que se afirma es también la plaza de toros más cómoda del mundo, tanto desde el plano puramente histórico, como desde el anecdótico, pues es innegable el hecho – más para mal que para bien – de que en este país, es la única plaza de toros que da y quita, ha concentrado la atención de quienes en alguna manera hemos abordado temas relativos a la historia taurina de México en el siglo XX y lo que va del XXI, dada la trascendencia que tienen los triunfos o fracasos allí verificados.

Son cuando menos dos los motivos que me impulsan a escribir esto. En primer término, cito la afirmación de Heriberto Murrieta en la transmisión televisiva del festejo correspondiente al año 2003, en el sentido de que la tradición de festejar el aniversario de la plaza es relativamente reciente y en segundo lugar, la posibilidad de responder a la pregunta que hiciera en esa ocasión el entonces novillero Adán Mejía en una sesión del Centro Taurino México España, en el sentido de saber qué toreros de Aguascalientes habían actuado en esa fecha, antes de que el paisano José María Luévano lo hiciera en la correspondiente a ese mismo año.

Las corridas del 5 de febrero

Aunque parezca extraño, la corrida del 5 de febrero ha cobrado carta de naturalidad a partir de 1995, que es el año a partir del cual se organiza con regularidad anual. Hace apenas quince años entonces, que se puede considerar a este festejo como un acontecimiento fijo en la llamada Temporada Grande del coso de Insurgentes y en la temporada taurina de México.

Tan es así, que en el año de 1964 en lugar de celebrarse el aniversario de la Plaza México, la corrida del 5 de febrero se dio en el hoy extinto Toreo de Cuatro Caminos. En efecto, ese día, que fue miércoles, se acartelaron Antonio Velázquez, César Girón y Pedro Martínez Pedrés para lidiar toros zacatecanos de San Antonio de Triana, que muy encastados, dieron pocas opciones a sus matadores. El valentísimo Pedrés regaló un séptimo de Santo Domingo que le infirió una cornada grave en el vientre y tras de que Corazón de León despachara el regalito, le fue llevada una oreja al albaceteño a la enfermería.

Tan es así, que en los sesenta y cuatro años que hoy cumple la plaza, solo se han dado veintiséis corridas en la fecha, mismas que son las siguientes:



Si se observa, aparte de las corridas sucesivas a partir de 1995, solamente en 1946 y 1947 y entre 1991 y 1993 se ligaron festejos en años seguidos. En cuanto al día de la semana en que estos se celebraron, si mis cálculos no fallan, 7 han sido en domingo (50, 56, 61, 67, 84, 95 y 2006); 4 en los días lunes (79, 96, 01 y 2007), martes (46, 91, 02 y 2008) y miércoles (47, 92, 97 y 2003); 3 en jueves (98, 04 y 2009) y viernes (93, 99 y este 2010) y 2 en sábado (2000 y 2005) confirmándose en buena medida la idea inicial de Heriberto Murrieta de que originalmente solo se daban toros el 5 de febrero cuando era domingo, costumbre que se abandona hace apenas quince años.

Las ganaderías

La materia prima de la fiesta es el toro y de los carteles ya relacionados, obtenemos que son 25 las vacadas que han enviado sus toros para ser lidiados en la hogaño tan señalada fecha:



Los toreros

En las 26 corridas ya celebradas que reseñamos, han actuado 55 toreros de a pie, de los que 35 son mexicanos; 11, españoles; 2 colombianos (Joselillo de Colombia y César Rincón); un portugués (Paco Mendes) y un peruano – argentino (Rovira), destacando por el número de sus actuaciones:



Los caballeros en plaza también han tomado parte en corridas del 5 de febrero. El primero de ellos fue el jerezano Álvaro Domecq Romero en 1979, le sigue Ramón Serrano, que ha actuado 2 tardes, la de 1991 y la de 1996, después viene José Antonio Hernández Andrés, en 1993, Giovanni Aloi en 1998, continúa esta cuenta el estellés Pablo Hermoso de Mendoza con actuaciones en 2000 y 2004 y cierra esta relación Enrique Fraga en 2005. Aloi y Hermoso de Mendoza mataron dos toros en sus actuaciones, mientras que los demás, enfrentaron solo uno.

Los trofeos

Mucho se ha escrito sobre el valor intrínseco de los trofeos. Algunos los califican de retazos de toro que no reflejan el valor real de las hazañas de los hombres vestidos de seda y alamares. A despecho de esas opiniones, las que comparto en cierta medida, las orejas y los rabos que se otorgan a los toreros son hoy en día, un parámetro indispensable para muchos, en la medición del éxito de un festejo taurino.

La primera oreja que se cortó en un 5 de febrero fue también la primera que se cortó en la México y fue la que Manolete obtuvo por su faena al segundo de la tarde, Fresnillo, de San Mateo, en la corrida inaugural. En total se han cortado 68 orejas y 7 rabos, mismos que se han repartido de la siguiente manera:



Aquí vale hacer notar que destacadas figuras de los ruedos, como El Soldado, CaganchoJesús Solórzano, Calesero, Rafael Rodríguez, Antoñete, Manolo Martínez, Curro Rivera, Armillita Chico, Roberto Domínguez, Joselito y José Tomás se han ido con la espuerta vacía en las actuaciones que tuvieron en este tipo de corridas.

Toros de regalo

En los últimos años se ha vuelto casi mandatorio que en la corrida del 5 de febrero se corran toros de regalo en la Plaza México. En el pasado reciente, queda la impresión de que se ha abusado de este recurso, sobre todo si se considera que entre 1992 y 2006 se jugaron una docena de ellos, y de éstos, 5 en dos corridas (96 y 03) aunque en totalidad, son 14 los toros lidiados en estas condiciones y el éxito con ellos, reflejado en trofeos, ha sido más bien relativo, pues solo con 4 de ellos se han obtenido apéndices, según se puede ver enseguida:



La realidad es que satisfecho el prurito de Enrique Ponce por cortar un rabo en la Plaza México, parece ser que se acabó la moda del torito de regalo en la corrida del aniversario.

Otros fastos para recordar

El 5 de febrero ha representado para Luis Francisco Esplá en 1984, Roberto Fernández El Quitos en 1993 e Ignacio Garibay en 2000, el día de la confirmación de su alternativa y para Arturo Gilio, esa fecha del año de 1992, fue en la que fue investido como matador de toros por Roberto Domínguez. En el año de 1979 se indultó el primer toro que ha merecido ese honor hasta la fecha, Simpatías de Reyes Huerta, que le tocó en suerte a Cruz Flores esa tarde, asegundando El Juli en 2005 con el indulto de Trojano de Montecristo y se ha producido también una despedida de los ruedos, la de Pedro Gutiérrez Moya, Niño de la Capea, en el año de 1995, en el que realmente se inicia lo que hoy es ya una quinceañera tradición de nuestra fiesta.

Los de Aguas

Al inicio señalaba que uno de los motivos de este trabajo era el de saber que diestros de Aguascalientes habían actuado en esta fecha hoy señalada. De las relaciones anteriores, se puede deducir que la llamada Sevilla de América ha estado presente con 8 toreros en 10 oportunidades.

Abre plaza el Poeta Calesero, que actuó en 1950; le siguen El Volcán Rafael Rodríguez, en 1961; Manolo Espinosa Armillita, en 1967; después Ricardo Sánchez en 1984, Miguel Espinosa Armillita Chico, en 1991, 1997 y 1999, Roberto Fernández El Quitos en 1993, José María Luévano en 2003 y un sorprendente Arturo Macías en 2007, que llegó a esta corrida contra todos los pronósticos. De todos ellos, solamente Ricardo Sánchez, José María y Arturo han obtenido apéndices en esta clase de festejos.

Remate

A una importante mayoría de aficionados les disgusta la combinación de toros y números. En lo personal no soy muy afecto a ellos, pero en ocasiones como esta, nos sirven para encontrar nuevos significados a la historia de los acontecimientos, como en esta oportunidad, que nos reflejan desde un punto de vista bien determinado, lo que a través de los resultados ha representado la corrida del 5 de febrero en la plaza más grande del mundo, para la Historia del Toreo en México.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Una estampa del pasado (III)

Nihil novum sub sole...

Encontrado en el ejemplar de La Nueva Lidia, publicado en Madrid el 10 de mayo de 1886.



Nuestro Dibujo

Representa una de las escenas que con más frecuencia se repiten en la Plaza de Toros.

El público que asiste a las corridas de toros, promueve una bronca mayúscula por el menor motivo, teniendo casi siempre un resultado cómico.

Muy pocas son las corridas en las que no se promueven alborotos por parte de los aficionados con desenlace de estacazos o interviniendo los tranquilos agentes de la autoridad, que saben ganarse alguna silba por intentar conducir a la cárcel al individuo que con su temeridad acaba por desocupar a bastonazos a todo el tendido.

El reputado dibujante, Sr. Alaminos ha demostrado una vez más que sabe dar verdad a sus cuadros y reproducir las escenas difíciles de pintar.

La vista del circo desde una grada y la exactitud y soltura que a nuestra lámina acompañan, la hacen que merezca la atención de nuestros lectores, que han tenido ya ocasión de conocer las artísticas dotes que posee el Sr. Alaminos.
 

Quizás las motivaciones y las consecuencias de las broncas o mítines en las plazas de toros son distintas hoy en día, pero no dejan de ocurrir a casi siglo y cuarto de distancia. ¿Serán parte de la esencia de esta fiesta?

domingo, 31 de enero de 2010

Corrección política IV

Una cuestión previa

El pasado 27 de enero, Luis Francisco Esplá, al hablar de la situación de los toros en Cataluña, declaró lo siguiente a la emisora del sistema radial Onda Cero:


El maltrato empresarial ha derivado en el momento que estamos ahora. Lo que más me preocupa es que quien está defendiendo todo esto no son los que participan del negocio, sino los aficionados. Es una contradicción que habla de la desidia de los taurinos. Que sean los aficionados quienes saquen las castañas del fuego dice mucho de cómo está esto.


El asunto que me trae por aquí ahora, nada tiene que ver con Cataluña, pero sí con el hecho de que los empresarios, toreros y ganaderos, además de los políticos, en este caso, no saquen la cara para defender un asunto que directamente les concierne y como dice el torero de Alicante, seamos los aficionados, los que pagamos, seamos los que tengamos, como él dice, sacar las castañas del fuego. Por eso estamos como estamos.

El perro flaco y la vara de vomitar…

No cabe duda que la sabiduría popular tiene un gran fondo. La frase aquella que dice que al perro flaco se le cargan todas las pulgas, cobra una real vigencia en el caso de la fiesta de los toros, sobre todo en su relación con esa subespecie humana que son los políticos, que la utilizan y aprovechan a su conveniencia, tocándole a la fiesta en estos tiempos de corrección política el jugar el papel de vara de vomitar.

En el diario El Sol de México de la capital mexicana (y replicado por otros como El Universal, apareció publicada la siguiente información el pasado 22 de enero:



Buscará PRI prohibir corridas de toros en el DF

Abigail Cruz

Ciudad de México.- Cristian Vargas, diputado local del PRI, declaró que su partido presentará un paquete de reformas a la Ley de Espectáculos, para que se prohíban las corridas de toros en la Ciudad de México, por considerarlas aptas para "psicópatas" y sádicos.

En conferencia de prensa y acompañado de organizaciones defensoras de animales, el también denominado "dipuhooligan", adelantó que encabezará una serie de movilizaciones en las que se realicen clausuras simbólicamente a la Plaza de Toros, para evitar que se sigan consumando ese tipo de eventos y donde adelantó que la primera protesta será el próximo 5 de febrero.

El presidente de la Comisión de Capacitación de la Asamblea Legislativa, argumentó su declaración en torno a estos eventos precisando que "la psicología denomina como psicópatas a aquellos individuos que sufren algún trastorno mental (...) y en algunos casos, éstos son carentes de empatía con otros seres vivos, al grado de sentir placer o excitación con el sufrimiento ajeno".

El diputado local del Partido Revolucionario Institucional (PRI) aseveró que la crueldad que se tiene en contra de los animales es por demás reprobable dentro de las corridas de toros.

Agregó que también el próximo 7 de febrero realizarán una marcha en repudio a la llamada "fiesta brava" que partirá del Hemiciclo a Juárez y concluirá en el Zócalo de la ciudad, donde se contará con la presencia del ex matador de toros colombiano, Álvaro Munera, quien ofrecerá una conferencia de prensa en contra de las corridas de toros.

El autor de la propuesta, Diputado de Representación Proporcional o plurinominal (es decir, ni hizo campaña, ni nadie votó por él, solamente apareció en una lista para equilibrar la representación partidaria en una cámara) a los pocos días de haber asumido su responsabilidad, sin motivo alguno, destrozó una puerta de cristal de una oficina del recinto legislativo, asumiendo su impunidad y pregonando a gritos por algo tengo fuero.

Posteriormente, interrumpió una sesión del Pleno mostrando cartulinas con leyendas ofensivas y retando a golpes a mitad del Salón de Sesiones, al legislador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) Alejandro Sánchez.

Después, en octubre del pasado año el legislador despojó de una bicicleta a un funcionario de la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal que asistió a acompañar a la titular del área a la Asamblea. Alan Vargas y su equipo se enfrentaron a los servidores públicos cuidaban las bicicletas y cuando el diputado tomó una de ellas, Rubén Aguilar, de la Secretaría del Medio Ambiente quiso impedir que se la llevara, a lo que el Diputado respondió con un empujón, tirando al servidor público sobre las bicicletas. Aguilar insistió y el legislador le propinó dos golpes en la cara y un puntapié, llevándose la bicicleta al interior del Salón de Plenos.

Es decir, su trayectoria está marcada por la violencia. Antes de esos hechos hay cuatro expedientes de averiguación previa (por hechos violentos) archivados en su trayectoria previa a la política. Su argumento favorito es: a mí no me imponen lo que debo de hacer.

La supuesta corrección política

En México el 2010 es un año electoral, 10 entidades de la Federación elegirán Gobernadores. Quizás es por eso que ni la dirigencia local en el Distrito Federal (a cargo de Jaime Aguilar Álvarez) ni la dirigencia nacional (a cargo de Beatriz Paredes Rangel) del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se ha pronunciado por sacar la cara y meter en cintura al Diputado Vargas y aclarar si la postura asumida es de su partido o personal del legislador de lotería.

Resulta sospechoso que un partido político que tiene distinguidos miembros que hacen ostentación de su afición a los toros, y algunos de ellos dentro de su dirigencia, hoy guarden lo que aparenta ser un prudente silencio. ¿Temen incomodar a los grupos indecisos de votantes en su preferencia electoral? Yo creo que los pronunciamientos deben reforzarse con los hechos. Entonces, los mensajes que se mandan deben coincidir con las actitudes que se tienen en la vida diaria. Si un partido político va a pedir en un cuerpo legislativo la supresión de las corridas de toros, pues sus miembros no deben estar en las plazas y si uno de sus miembros lo hace al margen de la plataforma del partido, la dirigencia debe desautorizarlo públicamente, no en aras de un supuesto pragmatismo guardar un silencio, que más que prudente, parece cobarde.

El Diputado de marras ha dicho que los aficionados a los toros somos psicópatas. Para la Asociación Americana de Psiquiatría, el psicópata es una persona que padece una conducta predominantemente amoral y antisocial, que se caracteriza por sus acciones impulsivas e irresponsables, encaminadas a satisfacer sus intereses inmediatos y narcisistas, sin importar las consecuencias sociales, sin demostrar culpa ni ansiedad.

Para una persona que se jacta de no tener estudios, ha sido debidamente orientado por alguien. Espero que ese alguien le haya hecho ver, como lo señalé arriba, que algunos de sus correligionarios padecen esa enfermedad psiquiátrica, pues comparten como este amanuense y muchos de los que leerán esto, la misma afición por esta fiesta, tan vilipendiada en estos últimos tiempos.

Seguramente quedará este asunto en agua de borrajas, pero aún así, no hay que perderlo de vista.

Galería de presuntos psicópatas miembros prominentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El  Diputado Alan Cristian Vargas dixit:



Manlio Fabio Beltrones, Senador de la República, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ex – Diputado Federal, Ex – Gobernador del Estado de Sonora. (Fotografía de Luis Ortiz Vargas)



Manuel Bartlett Díaz, Ex – Secretario de Gobernación, Ex –Gobernador del Estado de Puebla, Ex – Secretario de Educación Pública. (Fotografía de Luis Ortiz Vargas)



Fidel Herrera Beltrán, Gobernador del Estado de Veracruz, Ex – Diputado Federal, Ex – Senador de la República (Fotografía de Luis Ortiz Vargas)



Miguel Alemán Velasco, Ex - Gobernador del Estado de Veracruz, Ex – Senador de la República (Fotografía de Ricardo Hernández)



José Natividad González Parás, Ex - Subsecretario de Gobernación, Ex - Gobernador del Estado de Nuevo León, con el matador de toros Joselito Adame (Fotografía de Paco Tijerina)



Gabriel Arellano Espinosa, Alcalde de Aguascalientes y para más INRI, criador de reses de lidia y Otto Granados Roldán, Ex - Director de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Ex - Gobernador de Aguascalientes y Ex - Embajador de México en Chile (Fotografía de Armando Landín - Miranda)

Colofón

Como podrán apreciar, de ser realmente psicópatas todos los que sentimos afición y aprecio por esta fiesta, seguramente se requerirán centros sanitarios bastante grandes para contenernos y con referencia al Partido Revolucionario Institucional (PRI) aquí en México, seguramente habrá que declararlo ilegal, pues una gran cantidad de sus miembros distinguidos y dirigentes, resultan ser, según el acertado diagnóstico del Diputado Cristian Alan Vargas, sediciente émulo de Adler, Freud o Jung, unos enfermos mentales.

Ojalá que abandonen sus falsas prudencias y saquen la cara y lo pongan en su sitio, que en realidad, es el manicomio y no un Congreso de Diputados.

jueves, 28 de enero de 2010

José Alameda. A 20 años de su partida

Necesaria aclaración: Esta entrada la había publicado hace ya un año. Sin embargo, dada la importancia que para mi tiene la figura de Luis Carlos Fernández y López Valdemoro, taurinamente José Alameda, me tomo el atrevimiento de reproducirla en su integridad hoy, en el vigésimo aniversario de su partida.



Hoy se cumplen 20 años de la desaparición física de Luis Carlos Fernández y López Valdemoro, universalmente José o Pepe Alameda, quien llegara a México en 1939, exiliado como muchos de sus compatriotas, por causa de sus ideas o de las ideas de alguno de los suyos, en este caso su padre, don Luis Fernández Clérigo, quien fuera Diputado a las Cortes Españolas durante la República y Subsecretario del Consejo de Ministros y en otras cuestiones, padrino de uno de los hijos de Chicuelo y Dora la Cordobesita.


El olvido de su título de abogado en París le llevó primero a emplearse en la operación de una tienda de regalos ubicada en la Avenida Juárez de la Ciudad de México, frente a la Alameda Central y de allí a iniciar correrías con diversos grupos de intelectuales, entre ellos Xavier Villaurrutia, director de la revista El Hijo Pródigo, en la que publicó un ensayo titulado Disposición a la Muerte, en el año de 1944, flanqueado por escritores como Luis Cernuda, José Bergamín, Octavio Paz, José Gaos y Alfonso Reyes. Es precisamente en este ensayo donde propone por primera vez lo que sería su rúbrica personal en los asuntos de la fiesta: El toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega.


Llega a la crónica taurina por casualidad, pues comenzó a suplir al titular de la sección en la emisora XEBZ por 1941, pero su estilo fluido en el hablar y la pureza del lenguaje que utilizaba le consiguieron pronto la titularidad del espacio y la posibilidad de escribir sobre el tema en algunos diarios de la Ciudad de México.


No obstante, la verdadera vocación de Alameda estuvo siempre en la poesía, en lo puramente literario. La actividad que le procuraba la existencia le alejaba de esos círculos, no obstante que su actividad decreció notablemente cuando las cámaras de televisión fueron echadas de las plazas. Intentó entonces reintegrarse a la enseñanza del Derecho, a la poesía, pero su contrato de exclusividad con Televisa se lo impedía y eso le causaba gran frustración.


Sus Ensayos sobre Estética, de contenido puramente filosófico, en su día subvirtieron los ambientes académicos de la capital mexicana, dado que se consideró una real herejía científica el que quien considerado un cronista de toro, se metiera a hablar de temas tan especializados y es que su actividad en torno de la fiesta, fue siempre como una máscara que no dejó ver al real José Alameda, que tuvo precisamente como otra de sus frustraciones, el ser reconocido solamente en esta arista de su existencia.


Cuenta don Julio Téllez:


Ricardo Garibay, intrigado por el silencio de las mafias literarias, decide visitarle en su casa. A la media hora de platicar y comentar su obra, le dice: ‘¡Oiga Pepe, usted, es un gran escritor!’; yo lo sé, respondió Pepe. Pero además, ¡usted también es un gran poeta!, replicó Garibay, también lo sé, respondió Pepe; y nosotros ¿por qué no lo sabemos?, inquirió Garibay. No me lo explico, respondió Pepe, agregando, yo lo sé desde hace mucho, y perdone la inmodestia, pero sí soy un gran poeta.

No cabe duda que hoy en día, necesitamos al menos otro Pepe Alameda que nos enseñe a entender los intrincados vericuetos de lo que en esta fiesta sucede.
Décima a Conchita Cintrón

Por el ruedo del ensueño
te sueño toda de oro
y todo de negro el toro
fundidos en un empeño
casi verdad, casi sueño.
Y me pregunto por qué,
ni siquiera en sueños sé
como juntas, amazona
la elegancia de Gaona,
con la llama de José.


Su bibliografía: En verso publicó Sonetos y Parasonetos, Seis Poemas al Valle de México, Oda a España, Perro que nunca vuelve, Ejercicios decimales y el libro – disco José Alameda. El Poeta. En prosa llevó a la imprenta Disposición a la Muerte, Ensayos sobre Estética, El Toreo, Arte Católico, Los Arquitectos del Toreo Moderno, La Pantorrilla de Florinda y el Origen Bélico del Toreo, Los Heterodoxos del Toreo, Crónica de Sangre, Retrato Inconcluso que son sus memorias, Historia Verdadera de la Evolución del Toreo y El Hilo del Toreo.






Homenaje a Manuel Machado

Sabio poeta Manuel
lidiador sin pretensiones
que juega a pares o nones
su literario cartel.
Con la gracia de un Luzbel
defenestrado en Sevilla
mientras más baja, más brilla,
cae al ruedo, cita al toro
y clava el dardo sonoro
de su inmortal banderilla.

domingo, 24 de enero de 2010

Relecturas de invierno I: Sangre de Llaguno

Escribía un ilustre iusromanista, nacido en los Países Bajos, pero mexicano hasta la médula, Guillermo F. Margadant, que la historia no es una serie de vistas fijas, sino que es como una película en la que hay varias tramas paralelas que transcurren al mismo tiempo, pero en lugares diferentes y que al final inciden en el desenlace. En Sangre de Llaguno, así nos presenta Luis Niño de Rivera las de la ganadería de San Mateo y de la Familia Llaguno, enlazando la historia patria con la universal y con la del toreo y en ese enlace, algunos pasajes influyen directamente sobre la trama y otros tendrán utilidad solamente para ubicar en tiempo y espacio eventos trascendentes en el devenir ganadero de Llaguno – San Mateo, lo que no deja in abstracto la presentación que de ellas se nos hace en la obra.

Me parece importante la presentación de la genealogía de los Marqueses del Saltillo, de quienes se habla en el ambiente taurino mexicano como una serie de personajes míticos, de los que la mayoría de los que los mencionan, ni siquiera saben ya no sus nombres, sino siquiera sus apellidos, precisando con puntual atención los pasos de una generación a otra, bien verificada en los archivos parroquiales de Sevilla. Lo único que le faltó a Luis, a mi juicio, fue el abundar, ya entrado en el tema, en la salida de la ganadería de la familia Rueda – Quintanilla – Osborne Böhl de Faber, para pasar a manos de las familias Moreno Ardanuy – Moreno de la Cova – Moreno de Silva, que es la que en la actualidad mantiene lo que de ella permanece en tierras hispanas.

A partir de analizar los libros de la ganadería, entre 1908 y 1953, Luis Niño de Rivera logra presentar algo así como el genoma en macro del toro de lidia mexicano, pues desentraña las principales líneas o familias surgidas de las 16 vacas y dos toros traídos por los hermanos Antonio y Julián Llaguno, de una manera bastante esclarecedora, dejando patente la gran obra ganadera realizada por el genio que fue el primero de los nombrados.

Ya en análisis de los aspectos propiamente familiares, Niño de Rivera nos deja ver que la transición del ganadero Antonio Llaguno González al ganadero José Antonio Llaguno García realmente nunca se produjo. El hijo lo acompañó en su andadura, pero el viejo aparentemente no se preocupó por enseñarlo; así como él entendió los vericuetos de la genética de una manera intuitiva, creyó que su hijo, sangre de su sangre, saldría como muchos de sus toros Superior Superiorísimo en ese aspecto y aprendería – o intuiría – de la misma manera en la que él lo hizo, pero no fue así, por eso la trayectoria de José Antonio Llaguno García como ganadero fue más breve y menos regular, diferente que las de sus primos hermanos, los Llaguno Ibargüengoitia, que abrevaron todo el conocimiento que Don Julián se preocupó por transmitirles.

En cuanto a la presentación material del libro, me parece que es de formato feo – a imagen y semejanza del pocket book americano – y creo que la calidad de la obra merecía uno mejor, con mayor cantidad de ilustraciones, aunque la justificación de los editores reside en el hecho de que al presentarlo así, se consigue una mayor penetración de la obra. Veo que también tiene algunos gazapos ortográficos, pero estos seguramente no son culpa del autor. Aparte, considero que faltaron un índice onomástico y árboles gráficos de la progenie de las vacas españolas, que harían más explícito el trabajo.

Concluyo citando a Don Paco Madrazo, ganadero también de prosapia, quien en su libro, El Color de la Divisa, publicara en 1985 en una carta abierta dirigida a José Antonio Llaguno García estos sentidos razonamientos:

…Hoy la mayor parte de los ganaderos mexicanos se enorgullecen de tener en sus piaras reses procedentes de Saltillo – ellos así lo dicen – y qué lástima me da el que hayan olvidado, a veces, que las vacas y toros que les han dado prestigio a través de los años son de San Mateo…

Yo creo que ellos deben reconocer la gran afición de tu padre y de tu tío para hacer, con muchos sacrificios, una ganadería de bandera, y que ya dejen de decir que tienen sangre de Saltillo, cuando lo que tienen, es sangre de San Mateo…

¿Por qué no les gritas que tu padre, y vamos tomando como fecha la venida de las vacas españolas – 1908 – hasta el 15 de enero de 1953 en que murió, estuvo al frente de una extraordinaria ganadería hecha a base de esfuerzos, de malos ratos y de romperse día a día con la vida del campo y de los toros, para qué hoy tanto ignorante diga y anuncie que tiene sangre de Saltillo?

Ya no somos ganaderos de bravo, ni lo seremos jamás. Nuestra vida entre los toros será hoy dispersa, vaga y al poco tiempo, olvidada…


José Antonio Llaguno García nunca escribió el libro que le pedía su amigo – y compañero de infortunio – Paco Madrazo, pero en el que pone a la consideración de todos nosotros, Luis Niño de Rivera reivindica en buena medida ese justo reclamo de alguien que sí entendió la realidad de la existencia de la Sangre de Llaguno, un libro que vale la pena leer y releer.

Sangre de Llaguno
Luis Niño de Rivera
Editorial Punto de Lectura - UNAM
1ª edición, México, 2004
ISBN: 9707310588



domingo, 17 de enero de 2010

Antonio Montes, a 103 años de su muerte (IV/IV)



El testamento y la fortuna de Montes

Aproximadamente a las seis de la tarde del 17 de enero de 1907, unas horas antes de morir, Antonio Montes pidió la presencia de un escribano. Ante su gravedad y el temor de que no llegara a tiempo de Notario, se levantó un testamento privado, del cual se dio cuenta a la prensa en dos versiones.

La publicada por el diario El Imparcial de Madrid en su ejemplar del 19 de enero de 1907 dice lo siguiente:

En la ciudad de México, á diecisiete de enero de mil novecientos siete, en presencia de los doctores que asisten á Antonio Montes y los testigos que al final se expresan, declara Montes su última voluntad, y es la siguiente:

Su única y exclusiva heredera ha de ser su señora madre doña Emilia Vico; todos sus bienes muebles é inmuebles serán de su absoluta propiedad.

Ordena que se le paguen al picador Salzoso las corridas que le adeuda, á razón de noventa pesos mexicanos por corridas toreadas en la capital, y á razón de ochenta pesos mexicanos las de los Estados.

Al banderillero José María Calderón sesenta pesos mexicanos por cada corrida toreada en la capital, y á razón de cincuenta pesos mexicanos cada una de las toreadas en los Estados.

A la señora Grace, que en la actualidad sostiene relaciones amorosas con ella, le sean entregados tres mil pesos mexicanos; también ordena que á dicha señora le sean entregados el alfiler de corbata y la sortija que tiene para su uso.

Ignora, á causa de haber girado á España; el dinero que tendrá, y manda que se recojan mil quinientos pesos que tiene en la casa de Feliciano Rodríguez.

Nombra de su espontánea voluntad, como persona de su confianza y encargado de dicha distribución, á su banderillero Manuel Blanco (Blanquito), recomendándole como último recuerdo para su madre un cariñoso abrazo y un beso.

Ricardo Torres. – Antonio Fuentes. – Manuel Blanco. – Felipe Salzoso. – José María Calderón y Antonio Fernández. – Doctor Carlos Cuesta. – Doctor Villafuerte. - Doctor Castillo.

La otra versión, aparecida en el semanario La Fiesta Nacional, de Barcelona, del 20 de febrero de 1907 reza así:

En la ciudad de México á 17 de enero de 1907, en presencia de los doctores que asisten á Antonio Montes y los testigos que al final se expresan, declara Montes su última voluntad, y es la siguiente:

Su única y exclusiva heredera ha de ser su señora madre Da. Emilia Vico; todos sus bienes, muebles é inmuebles, serán de su absoluta propiedad.

A su cuadrilla se le pagará lo que se le está adeudando.

A la Sra. Grace le serán entregados tres mil pesos, el alfiler de corbata y la sortija que tiene para su uso.

Ignora, á causa de haber girado á España, el dinero que tendrá, pero insiste en que una vez liquidadas sus deudas, el sobrante sea puesto en el Credit Lyonnais á nombre de su señora madre y entregado el resguardo en propias manos de Da. Emilia Vico.

Nombra de su espontánea voluntad, como persona de su confianza y encargado de dicha distribución á su banderillero Manuel Blanco Blanquito, recomendándole como último recuerdo para su madre, un cariñoso abrazo y un beso.

Siguen las firmas de Montes, Ricardo Torres, Antonio Fuentes, Manuel Blanco, Felipe Salzoso, José Ma. Calderón, Antonio Fernández, doctor Carlos Cuesta, doctor Villafuerte, doctor Enrique Castillo.

Las dos versiones tienen solamente diferencias de grado, consistentes éstas, en la ubicación de los recursos obtenidos por sus actuaciones en la temporada mexicanas 1906 – 1907.

Antonio Montes falleció a las nueve de la noche con cinco minutos de ese jueves 17 de enero de 1907.

Posada y Vanegas difundieron la tragedia

En cuanto a su fortuna personal, su apoderado Juan Manuel Rodríguez, declaró a El Imparcial de Madrid lo siguiente:

Es una tremenda desgracia la ocurrida – nos decía el Sr. Rodríguez – Antonio realizaba su último viaje á América. Montes pensaba retirarse de su arriesgada profesión para consagrarse á su madre y á sus hermanos, á quienes quería entrañablemente. Hace poco tiempo adquirió una importante fábrica de aceite de orujo en Villafranca de los Barros, valuada en 30.000 duros. El verano último compró una finca de campo llamada "El Palomar" entre Utrera y Dos Hermanas, que vale más de 20.000 duros. Además deja en metálico de 25 á 30.000 duros. También era poseedor de riquísimas alhajas, entre ellas algunas de mucho mérito, regalo del infante D. Antonio, uno de los más constantes admiradores del diestro.

Quizás Montes no había logrado un cortijo en los toros, pero sí se había provisto de una industria para los días en los que debiera dejar de jugarse la vida delante de ellos. También llama la atención el hecho de que había anunciado a su familia que ya no viajaría a México donde tan buen cartel tenía – quizás mejor que en España – ¿sería que conocía ya de alguna afección a su salud?

Los funerales de Antonio Montes

El cadáver de Antonio Montes pasó por vicisitudes antes de llegar al sitio de su reposo final. Una vez que fue dispuesto para su traslado a Sevilla, se ingresó al depósito del Panteón Español de la Ciudad de México. Allí, una falta de cuidado grave motivó que el ataúd que lo contenía se incendiara y que el cuerpo también sufriera quemaduras, unas versiones señalan que en su totalidad, otras que solo de manera parcial.

Otra hoja volandera con grabado de Posada

Después, al llegar al Puerto de Veracruz para ser embarcado en el vapor Manuel Calvo, el féretro cayó. De nuevo hay versiones encontradas. Unas señalan que fue al mar y que de allí fue rescatado y otras, que solamente fue sobre los muelles y que allí se abrió, provocando un espectáculo molesto, que motivó que varios viajantes pospusieran su travesía trasatlántica, por temor a un desaguisado por ir en compañía del cadáver del torero.

Una vez llegado a Cádiz, el 18 de febrero de 1907, se trasladó el ataúd al vapor Cristina, que haría el tránsito por el Río Guadalquivir entre Sanlúcar de Barrameda y Sevilla y allí también hubo algún incidente, pues primero la niebla retrasó su salida; después, a su paso por Gelves, en el sitio conocido por Caño del Guadaira, venía en sentido contrario el vapor José María y al desviarse el Cristina para darle paso, quedó varado en el lecho del río, permaneciendo así cuarenta y cinco minutos, en tanto pudo tomar más agua y aumentar la presión para poder forzar la marcha.

Luego, una vez llegado a Sevilla, atracó en la escalinata de San Telmo, pero como lo hizo a las 8 de la noche, las autoridades no permitieron el desembarco del cadáver, por lo que pernoctó allí hasta que al día siguiente las Autoridades Civiles permitieron su desembarco para la celebración de las honras fúnebres y su posterior inhumación en el Panteón de San Fernando.

Presidieron el funeral entre otros los presbíteros Manuel Álvarez Franco, Federico Roldán y el cura regente de la Parroquia de Santa Ana, Guerra Calzadilla; el hermano del torero, Francisco Montes; sus apoderados en Madrid y México, Juan Manuel Rodríguez y Joaquín García Elorz; Emilio Torres Bombita, en representación de la empresa de la plaza de toros, el señor Díaz Martínez, en representación de la empresa de Bilbao, y los señores Soto, Moreno Santamaría y José Anastasio Martín.
Calle Pureza 63. Triana, Sevilla

La misa de córpore insepulto la ofició el presbítero Diego Algorta Lago, ministrado de diácono y subdiácono por dos sacerdotes pertenecientes á la parroquia del Sagrario.

Hoy, el recuerdo de Antonio Montes queda en un azulejo que está colocado en el número 63 de la Calle Pureza, sitio donde estuvo su casa – no creo que la finca actual se la misma que en su día habitó el diestro – y que reza lo siguiente:

En memoria del matador de toros Antonio Montes nacido en esta Calle de Pureza el 20-XII-1876 y muerto por un toro en Méjico a los 30 años de edad, inspirador de romances e inmortal como El Espartero, Joselito o Gitanillo, fue el ídolo de Juan Belmonte y uno de los grandes diestros de su época.

Azulejo en memoria de Antonio Montes
Dejo aquí esta historia, que desde hace muchos años me tiene cautivado. Recuerdo que cuando era un niño, Anita, la madrina de mi hermano Jesús, me hablaba con reiteración y a su modo de su admiración por Carlos Arruza y de la tragedia de Antonio Montes, la que solo conocía en sus versiones oficiales. Hoy, el acceso a muchas y variadas fuentes de información de un lado y otro del Atlántico, me permiten entender la magnitud y un trozo de la realidad de lo que representó la pérdida de este torero – que grande debió ser – y que es considerado nada menos que el precursor de Juan Belmonte, el autor de la última revolución trascendente en el toreo.

Por último, agradezco al gran aficionado y mejor amigo, Armando Moncada el haberme facilitado varias de las imágenes que ilustran esta serie, tomadas seguramente del retablo mayor de su renombrado establecimiento Pulques Finos la Virtud.

sábado, 16 de enero de 2010

Antonio Montes, a 103 años de su muerte (III/IV)

Antonio Montes
La campaña negra de Monosabio

Una vez que Matajaca soltó a Antonio Montes, fue levantado y llevado a la enfermería. La versión de Verduguillo es que lo trasladó para allá Ponciano, un monosabio que lo idolatraba y la de N.N. es que sus banderilleros Blanquito y Enrique Merino El Sordo fueron los que lo llevaron allí. Lo más seguro es que hayan participado los tres en la maniobra, pues Antonio quería regresar al ruedo a ver doblar a Matajaca a pesar de la fuerte hemorragia que presentaba.

Ya en el remedo de enfermería el Dr. Carlos Cuesta Baquero, asistido por otros dos médicos y dos pasantes de quinto año, exploró la herida y procedió a ligar dos vasos grandes y posteriormente, como se acostumbraba en la época, a taponar la misma con gasa yodoformada. Hecho esto, alrededor de las 6 de la tarde, considerando al torero herido estable, se le trasladó a su habitación del Hotel Edison. El parte facultativo rendido fue el siguiente:


El matador de toros Antonio Montes sufrió una grave lesión en la región glútea izquierda que interesó todo el plano muscular y penetró en la cavidad del vientre por la parte superior de la escotadura ciática, causando abundante hemorragia por la ruptura de un grueso vaso venoso. Dicha herida es de las que ponen en peligro la vida por sí y por las complicaciones á que puede dar lugar, tardándose en sanar más de treinta días.

A partir de este momento, Carlos Quirós Monosabio, en esas fechas director y propietario de un semanario llamado Ratas y Mamarrachos que se publicaba en la Ciudad de México, corresponsal del semanario madrileño Sol y Sombra y con amplias relaciones en otros medios periodísticos hispanos y de quien he contado sus andanzas en otro apartado de esta Aldea, inició una feroz campaña en contra del Dr. Cuesta Baquero, principalmente por sus diferendos en la manera de ver y entender la fiesta. Recurro al testimonio de Verduguillo, quien lo cuenta de esta manera:

A las nueve llegó el doctor Cuesta y encontró al herido tranquilo. A poco llegó Fuentes, acompañado del doctor Silverio Gómez, y minutos después llegó también Bombita quien llevaba al Dr. Gama.

Reunidos los tres facultativos, celebraron una consulta en la habitación contigua. Nunca se llegó a saber – con precisión – cuales fueron los puntos de vista de cada uno de los cirujanos. La voz de la calle dijo que tanto el Dr. Gómez como el Dr. Gama de lo que trataban era de relevar al Dr. Cuesta de la responsabilidad tan grande que tenía enfrente, en otros términos, de hacerse cargo del herido y seguía diciendo esa misma voz, pero muy especialmente los enemigos del Dr. Cuesta que éste se opuso terminantemente a abandonar aquel caso clínico, sabedor de que salvar a Montes le daría un gran prestigio. Esto es falso. El Dr. Cuesta SABÍA que Montes iba a morir, y con un gran valor y con una gran honradez profesional, se responsabilizó de aquel caso fatal de necesidad…

El más enconado enemigo que tuvo siempre el doctor Cuesta era don Carlos Quirós. Fue el origen de esta enemistad un artículo de Roque Solares Tacubac en el que al juzgar la labor de Gaona, tuvo apreciaciones que no estaban de acuerdo con el sentir del señor Quirós, portaestandarte del gaonismo. Surgió la polémica, que de meramente taurina, bien pronto paso a lo personal, pues parecía que al señor Quirós le interesaba más que probar que Gaona era un gran torero, demostrar que el doctor Cuesta había MATADO a Montes.

Esta enemistad entre los dos Carlos – Cuesta y Quirós – duró por toda la vida. Alguna vez yo quise intervenir para que los dos grandes escritores taurinos hicieran las paces y no pude lograrlo. Esto fue cuando ya Gaona se había retirado, por lo que consideré que había desaparecido la causa del enojo...


Cabeza de Ratas y Mamarrachos

La pregunta aquí es: ¿por qué no se practicó una laparotomía (cirugía exploratoria de vientre) a Antonio Montes para tratar de remediar su situación a sabiendas de que el pitón de Matajaca había penetrado la cavidad?

Verduguillo ofrece la siguiente respuesta:

Porque dada la poca resistencia física del herido -tuberculoso avanzado y padeciendo frecuentes ataques disentéricos- no aguantaba la operación que era preciso hacerle, que consistía en una laparotomía, sacarle los intestinos y resecar todas las partes contundidas por el cuerno. ¡Se habría quedado en la operación!

Preciso es aclarar que en la enfermería los médicos no se dieron cuenta exacta de los daños causados por el cuerno; sí se constató que había penetrado a la cavidad, pues ahí se perdía la exploración. Fue al hacerse el embalsamiento cuando todo se vio con claridad.


Esa versión de Rafael Solana sobre el estado general de Montes no la he podido confirmar a plenitud. El Dr. Cuesta, en un artículo publicado 38 años después – en el número del semanario La Fiesta de la Ciudad de México, correspondiente al 17 de enero de 1945 –, confirma la enfermedad intestinal previa y en una entrevista concedida al diario ABC de Madrid y aparecida en su edición del 19 de enero de 1907, el Dr. Sánchez Lozano, médico personal de Antonio Montes deja entrever que el diestro, tras un percance en la Feria de Abril del año anterior, tuvo alguna complicación respiratoria, pero sin confirmar que padecía tuberculosis.

La evolución del diestro no fue satisfactoria y pronto evidenció que la herida fue penetrante de vientre, pese a lo que se haya escrito de cualquier lado del Atlántico. Algunas versiones, encontradas por supuestos, son estas:

La de Julio Bonilla Recortes, para el semanario El Toreo de Madrid:

…El cuerno, una vez que penetró á la cavidad de la pelvis, rompió los músculos psoas é ilíaco y siguió hacia arriba y hacia la derecha, deteniéndose del lado derecho, detrás del intestino, en la fosa ilíaca. Llama muchísimo la atención que el cuerno, al seguir todo ese trayecto, haciendo tamaños destrozos, haya podido deslizarse entre el intestino recto y el hueso sacro, sin llegar á romper el peritoneo, de manera que, propiamente, aunque penetró á la pelvis, no produjo lo que en cirugía se llama una herida penetrante de vientre.

En la autopsia se encontró que la herida, anfractuosa, llena de recodos, con fractura de los huesos, estaba infectada. Se encontró, además, que el peritoneo, no obstante que no había sido desgarrado, ofrecía los signos de una peritonitis séptica en sus principios, pero ya claramente desarrollada. Esto se explica por la contusión sufrida por el peritoneo y el intestino; y explica, á su vez, la circunstancia de que desde los primeros momentos so hayan paralizado la vejiga y el intestino.

En la cavidad pelviana había derrame e infiltraciones de sangre. 

La causa de la muerte.

De lo que encontraron en la autopsia y de los síntomas observados durante la vida, los médicos, según pudimos informarnos ayer, deducen que la herida era mortal, y que la muerte tuvo por causa inmediata la septicemia y la peritonitis séptica, consecuencias de la herida.

La del anónimo informante de Eduardo Muñoz N.N. para El Imparcial de Madrid es así:

Se ha visto que el cuerno del toro, después de haber atravesado las masas musculares, no se había dirigido hacia adelante y hacia arriba, pasando por la escotadura ciática y penetrando así al canal de la pelvis, sino que se había dirigido más hacia adelante y había roto el hueso, perforándolo. El hueso lesionado fue el sacro. Allí se podía percibir la abertura hecha por el cuerno, que había después atravesado casi hasta salir por la parte anterior, cerca de la espina iliaca. En esta última parte se descubrió que había astillas de hueso que habían ido á desgarrar y contundir profundamente los tejidos.

Un punto á discusión era el de averiguar si se había presentado ó no una peritonitis. El doctor Cuesta y sus ayudantes opinaban que la alta temperatura, que el estado de postración y todo el cuadro alarmante que tenían á la vista, eran debidos á una infección peritoneal que se presentaba de una manera fulminante. Por su parte, el doctor Macías opinaba que no había signos claros de peritonitis, y que todo el cortejo de síntomas que se habían presentado en las últimas veinticuatro horas obedecían á una infección séptica general, causada, á su vez, por la herida anfractuosa irregular, llena de esquirlas, y que no había sido desinfectada debidamente por su situación misma y por su naturaleza. Parece que esta última opinión prevaleció; pero mientras tanto, personas que estuvieron cerca del enfermo en esos momentos hablan de discusiones que llegaron hasta la acritud entre los facultativos que intervinieron en la exploración efectuada al herido.


Antonio Montes

La que se contiene en el tomo III del Cossío es de este tenor:

…el suceso dio lugar a varios comentarios de la prensa y hubo quien culpó de ello a los médicos que atendieron al herido. El doctor Alejandro San Martín, al hablar de las heridas por ‘punción’ dijo: ‘Tal vez a una herida por punción se deba la muerte de Montes en Méjico, suceso que ha tenido tanta resonancia y ha dado lugar a tantas críticas de la conducta de los médicos que figuran en él…

Treinta y ocho años después, el Dr. Carlos Cuesta Baquero, responsable del tratamiento de Antonio Montes, escribió los hallazgos de la autopsia practicada al cadáver del torero:

La herida que recibió Antonio Montes estaba localizada en la asentadera izquierda (a corta distancia de la saliente huesosa que anatómicamente nombran gran trocánter). El cuerno hizo contusiones en un tejido que hay dentro (tejido retro-peritoneal), en el redaño (peritoneo), en los pliegues de ese redaño que sujetan el intestino (inserción fija posterior del mesenterio y del mesocólon de la iliaca) y en los mismos intestinos. El trayecto que recorrió el cuerno haciendo esos destrozos fue mayor de treinta centímetros.

Lo anterior refleja que, la opinión del Dr. San Martín, citada por Cossío en el sentido de que se trataba de una herida por punción no era desacertada y sí prudente a la distancia y que las versiones tanto de Julio Bonilla, como la difundida por N.N. fueron construidas seguramente por influencia de Monosabio que pretendía saldar sus diferencias con Roque Solares Tacubac y sin considerar el parte facultativo rendido inicialmente por el propio Dr. Cuesta, sino combinando este con el reporte de la autopsia y señalando la presencia de un Dr. Macías que no es todo clara en este asunto, pues no todas las informaciones lo mencionan. Al final de cuentas, los informadores adictos a Carlos Quirós consiguen filtrar la duda acerca de sí Antonio Montes murió a causa de la atención deficiente que le prestó un equipo médico inepto.

Creo que en 1945, como hoy, vale esta reflexión que hacía por esos días el Dr. Cuesta Baquero sobre este asunto:

Al embalsamarle, se vio que la cornada era profunda, en mayor extensión, originando contusiones en el peritoneo y derrame sanguíneo en la cavidad. De allí provino la peritonitis séptica. Si hubiera estado la ciencia quirúrgica con el progreso actual, se hubiera practicado una laparotomía – abertura de la cavidad ventral – desinfectado directamente el sitio donde estuvo la sangre derramada. Además, ¡si hubieran existido ya el licor de Dakin – Carrel, las sulfamidas y la penicilina!...


Descripción gráfica de la cornada de Antonio Montes
En suma y visto a más de un siglo de distancia, las lesiones sufridas por Antonio Montes eran mortales de necesidad por la simple razón de que no había medios para combatir la infección que con seguridad se presentaría, laparotomía o no. Independientemente de lo anterior, la técnica quirúrgica para tratar las heridas por asta de toro dejaba mucho al azar, pues en esos días, en lugar de transformar una herida traumática en una herida quirúrgica, controlada, lo único que se hacía era explorarla, limpiarla lo mejor posible y taparla, dejando a madre natura el trabajo de sanarla… sí es que eso era posible.



Total, que como lo afirma Rafael Solana, el prestigio profesional del Dr. Cuesta Baquero sufrió una importante abolladura con la muerte de Antonio Montes y la posterior persecución de Monosabio, pero a la larga, creo que la historia se ha encargado de poner a cada uno en su sitio y cuando se requiere – al menos en lo que a la historia del toreo se refiere – una perspectiva objetiva del tiempo que ambos vivieron, generalmente se procura la opinión de Roque Solares Tacubac, porque se tiene la certeza de que va desprendida de partidarismos y de otro tipo de intereses, de esos que no siempre se pueden confesar.

Aldeanos