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domingo, 14 de agosto de 2022

14 de agosto de 1931: Muere Gitanillo de Triana en Madrid


Hace algo más de un año intenté contar en estas mismas páginas los sucesos en torno a la gravísima cornada que le infirió el toro Fandanguero de Graciliano Pérez Tabernero a Francisco Vega de los Reyes en la octava corrida del primer abono de la temporada madrileña del año 31. Dejé dicho al final de la larga disertación, que llegado el día, me ocuparía del desenlace de esa trágica tarde, ocurrido 75 días después, en el sanatorio del doctor Crespo. Pues bien, esa fecha se ha llegado. 

Los partes facultativos

El doctor Jacinto Segovia, tras de examinar al torero herido en la enfermería de la plaza de la Carretera de Aragón, emitió el siguiente parte médico, aparecido en los diarios nocturnos de la fecha del festejo (Heraldo de Madrid y La Voz) y los del día siguiente:

«Durante la lidia del tercer toro ingresó en esta enfermería el diestro Francisco Vega (Gitanillo de Triana), con una herida de asta de toro en el tercio medio, del muslo derecho, con rotura de los músculos cuádriceps y aductores; otra en el tercio medio del muslo izquierdo. parte interna, con rotura de los músculos cuádriceps y aductores, y otra en la región sacrocoxígea, penetrante en la cavidad pelviana, con rotura del sacro y sección y arrancamiento del nervio ciático mayor. No puede precisarse la profundidad de la herida por el estado del diestro. Pronóstico muy grave. – Doctor Segovia».

Tres días después de la corrida, en el periódico madrileño El Sol, que en su primera página a diario se ufanaba de no publicar noticias relativas a la fiesta de los toros, se publicó el siguiente parte complementario:

«Como consecuencia del arrancamiento de las raíces del nervio ciático mayor (plexo sacro) ha quedado desgarrado el fondo del saco dural, presentándose una abundante eliminación de líquido cefalorraquídeo por la herida operatoria, existiendo el peligro de presentación de una meningoencefalitis que ensombrecería totalmente el pronóstico. – Doctor Segovia».

Como se puede leer, las lesiones que sufrió Curro Puya eran de una gravedad extrema y dada la técnica con las que eran atendidas en aquella época, se procedió a la ligadura de los vasos rotos y al aseo y taponamiento de las heridas en las zonas musculares, la de la región sacro – coxígea se dejó abierta, esperando que la naturaleza hiciera su trabajo y sanara por sí sola.

La evolución del torero herido

Para el día 6 de junio, los diarios de Madrid informaban que ya se había detectado una meningoencefalitis en el torero, y para el 11 de junio, se le diagnosticaba una neumonía basal derecha. Es decir, la evolución de los primeros días no era nada halagadora. Se le mantenía acostado boca abajo inclinado y sometido a fuertes sedantes para paliar sus dolores.

El 17 de junio se le hizo una transfusión de sangre, donada por su amigo Eleuterio Remondo Cojito, fueron 700 c.c. y después de ese procedimiento, mejoró notablemente. A partir del día 4 de julio, las informaciones de la prensa aseguraban que Gitanillo de Triana se reportaba muy aliviado.

Pero a partir del día 28 de julio, su estado se comenzó a deteriorar. Las heridas de las zonas musculares comenzaron a sangrar abundantemente por deshacerse las ligaduras de los vasos. Dice la edición del Heraldo de Madrid del 30 de julio:

«Es digna de todo elogio la labor del médico ayudante del sanatorio Dr. José Seguí, que supo acudir a tiempo en las hemorragias del pasado domingo y de ayer, por lo que libró al herido de una muerte segura... La herida de la cadera no ha sido operada todavía, pues esperaban los médicos que el herido recobrara fuerzas para poder intervenir... Tanto el doctor Goyanes como el doctor Segovia se muestran, muy pesimistas... Anoche hubo necesidad de aplicarle varias inyecciones para reanimarle, y en la madrugada se le pusieron otras de pantopón, para que pudiera conciliar el sueño...»

El testamento del torero

Dentro de la gravedad que se iba generando, Curro Puya se mantenía lúcido y solicitó a su representante don Francisco Arranz que convocara a un Notario para otorgar testamento. El diario La Libertad de Madrid, relata lo siguiente en su edición del 15 de agosto de 1931:

Personado el notario en el sanatorio, el herido dictó su última voluntad con voz serena. Terminado el testamento, y al querer leerlo el notario, le atajó Curro, diciéndole: No hay que quitar ni poner ni una coma. Tráigalo para firmar. Lo que hizo con pulso firme. Francisco Vega nombró herederos universales a sus padres. Deja una pequeña cantidad en dinero. Con los primeros ahorros que consiguió compró una casa, que regaló a sus tres hermanos casados, que son quienes la habitan; después compró otras tres casas, las tres en Sevilla, y situadas en las calles de Santa Patrona 43; plaza de la Mata, y la que él habitaba en la calle de San Jacinto, 85. También deja una manda para que un sobrino suyo a quien la familia llama «Currito» pueda estudiar una carrera...

Esa fue la fortuna material que dejó uno de los más puros intérpretes del toreo a la verónica que ha conocido la historia del toreo.

El fallecimiento de Curro Puya

A las siete y media de la mañana del 14 de agosto de 1931, el torero de Triana dejó de existir. Aparte de las lesiones de las cornadas de Fandanguero, su estado se fue deteriorando. Escribe el redactor del diario Ahora:

A consecuencia de la lesión nerviosa, sufrió una retención de orina y, a consecuencia de ésta, una fístula uretral a nivel del escroto... A todo esto, hay que añadir que este Job de la tauromaquia tenía que estar acostado boca abajo, lo que le impedía descansar apropiadamente... Aun se le produjo otro derrame por la herida de la nalga. Se taponó la herida, pero volvió a producirse la hemorragia a poco de destaponarla... El estado de fiebre constante, unido a toda esta serie de calamitosas complicaciones, tenían al enfermo en un estado de postración muy grande... Luego le aparece la albúmina y se le complica el riñón y el hígado...

En suma, en la jerigonza de los médicos de hoy, bien podríamos afirmar que la causa de su muerte fue una falla orgánica múltiple derivada de las lesiones traumáticas sufridas en la plaza de Madrid.

El 15 de agosto, se verificó la necropsia al cadáver de Francisco Vega de los Reyes. Esto dijo casi toda la prensa madrileña al respecto:

Ayer mañana, a las ocho, los doctores Crespo y Seguí practicaron la autopsia y embalsamamiento de cadáver. Se han comprobado los enormes destrozos producidos por las astas en el cuerpo del desgraciado torero. La herida de la cadera era profundísima y le atravesaba el peritoneo.

La herida se trató conforme a las técnicas quirúrgicas comúnmente aceptadas en la época y con los medicamentos que se tenían a disposición – no había antibióticos, ni siquiera sulfas – así que el resultado podría calificarse, en retrospectiva, como previsible.

Las reacciones al desenlace

El fallecimiento de Gitanillo de Triana generó toda clase de reacciones de afecto hacia el torero fallecido y su familia. Uno de los hechos notables fue el que los ingresados en el Sanatorio de Toreros que se sintieron en condiciones, pidieron autorización a los médicos para asistir al funeral en Madrid. Dice la nota de El Liberal:

Se ha registrado un caso curioso, que demuestra las extraordinarias simpatías de que gozaba el diestro entre sus compañeros. Los toreros heridos que se hallan hospitalizados en el Sanatorio de Toreros y que se encuentran en estado satisfactorio pidieron permiso a los facultativos para rendir el último homenaje a su amigo Gitanillo, y algunos de ellos estuvieron esta mañana orando ante el cadáver del malogrado artista. Entre éstos se encontraba el banderillero Manuel Prieto (Varé), que resultó herido gravísimo en la misma corrida en que sufrió la cogida que le ha causado la muerte a Gitanillo de Triana.

Por su parte, Federico Morena, en el Heraldo de Madrid, reflexionaba lo siguiente:

¿Por qué usaba el remoquete de Gitanillo de Triana? Es, realmente, inexplicable, puesto que tenía un nombre de una sonoridad eminentemente faraónica: Francisco Vega de los Reyes, y un apodo de sabor netamente taurino: Curro Puya.

Hace poco me decía su representante en Madrid, el bueno de Paco Arranz, que sentía verdadera veneración por su pobre amigo:

- Urge que desaparezca de los carteles el seudónimo Gitanillo de Triana. Tiene «jettature». Yo creo firmemente que todas las cosas malas que le suceden a Curro, es por usarlo...

La corazonada de este hombre, todo corazón, se ha cumplido, Gitanillo de Triana tenía, efectivamente, «jettature».

Antonio Conde

Escribe Antonio Díaz Cañabate:

No creo que ningún magnate del mundo, por muy poderoso que sea, pueda tener nunca a su lado un servidor de las condiciones excepcionales y valiosas de un mozo de espadas. Hablo, claro está, de los verdaderos mozos de espadas, porque ya sé que en planeta de los toros abundan los pícaros que a todos los menesteres taurinos llevan su picardía. Un auténtico mozo de espadas es el hombre de confianza del matador y algo más: sus pies y sus manos. Un torero puede prescindir de mucha gente que le rodea en la plaza y fuera de la plaza, pero jamás de un mozo de espadas.

Antonio Conde era el mozo de espadas de Curro Puya. Y desde que se puso el terno gris perla y plata – llamado miércoles de ceniza por los gitanos – el último día de mayo del 31, hasta la hora en que exhaló el último suspiro, no se desprendió del lado de su torero. Fue la única persona que siempre estuvo junto de él. Escribe Gregorio Corrochano en el ABC madrileño del 15 de agosto de 1931:

Merece destacarse este caso de Antonio Conde. Le acompañó a la enfermería el día 31 de mayo, y a su lado estaba todavía esta mañana del 14 de agosto, cuando la muerte llegó. Tiene las piernas hinchadas de no acostarse. No sabe ya lo que es dormir en un lecho. Y a un hombre así se le llama mozo de estoques. Esto quiere decir que mozo de estoques es algo más de lo que su nombre indica. Es el íntimo, el confidente, el criado amigo y cordial, el que se alegra con los éxitos y sufre con las desgracias, el que le lleva a la enfermería, y le asiste en el hospital, y no se separa, ni se acuesta, no vaya a entrar la muerte mientras él duerme. Y a esto, a un hombre así se le llama mozo de estoques...

El mozo de espadas no concreta su labor meramente a entregar los estoques al torero o a ayudarlo a vestirse en la soledad de la habitación del hotel. La descripción que hace Corrochano es bastante amplia y completaría este apartado con una reflexión de Conchita Cintrón escrita en 1973:

Qué poco se ha dicho del mozo de espadas. Y, sin embargo, sin él no sería igual la fiesta. De los años pasados en el ruedo, lo que más extraño es su presencia amiga y dedicada; su figura ejemplar de fiel servidor. Y es que servir es un arte. Y cuando hemos sido bien servidos, jamás podemos olvidar la deuda contraída con quien nos sirvió…

Es por eso que hago este aparte, para recordar la real abnegación de Antonio Conde por servir a su torero, hasta el momento final.

1931, un año teñido de sangre

El año de 1931 fue un calendario sangriento en las cosas de los toros. Por heridas por asta de toro murieron el 30 de junio Sotito banderillero, en Haro, La Rioja; el novillero Miguel Olza Vaquerín el 1º de agosto en Madrid, donde era tratado de una cornada recibida en Calasparra; otro novillero, Manuel López Regional, el 10 de agosto, también en Madrid, a causa de una herida sufrida en Tetuán; el banderillero Francisco Llopis, el 16 de agosto, en Madrid, fue herido en Parla, Toledo; Isidoro Todó Alcalareño II, el 23 de agosto, en Madrid; Manuel Crespo Crespito banderillero, el 22 de octubre, en Madrid y fue herido en Torrelaguna. A estos funestos resultados, bien podemos sumar la defunción de Carmelo Pérez, el 18 de octubre en Madrid, herido en México el 17 de noviembre de 1929.

Ocho toreros fallecidos a causa de las cornadas de los toros en un año. 

Una aclaración oportuna para quintacolumnistas y también para aficionados

Corre la versión, como verdad sabida - incluso en la afamada enciclopedia de internet - de que el percance de Curro Puya se publicó a todo trance en las primeras planas de los diarios madrileños al día siguiente de ocurrir y de que la nota de su fallecimiento mereció en su momento meras gacetillas. Nada más falso. La información pertinente ocupó los debidos espacios en las páginas dedicadas a la fiesta en los diarios e incluso, en el que se ufanaba de no dedicarle una sola línea - El Sol -, se vio precisado a ocuparse del tema. 

Es sencillo querer desinformar para desprestigiar. Pero afortunadamente allí están los archivos y las hemerotecas que dejan clara la verdad. La prensa madrileña y también la de Sevilla siguieron día a día la evolución de la tragedia de Gitanillo, que en paz descanse.

lunes, 25 de julio de 2022

Hace 90 años: Armillita y seis toros de Marcial Lalanda en Madrid (II/II)

Pasajes de la corrida del 24 de julio de 1932
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 26 de julio de 1932

Puestas las cosas como quedaron, el diario ABC madrileño anunciaba el domingo 24 de julio del 32 en su sección Cartelera madrileña lo siguiente:

Plaza de toros de Madrid. – Hoy, domingo 24 de julio de 1932, a las cinco y cuarto de la tarde, tendrá lugar el esperado acontecimiento taurino del año. Los seis toros de la ganadería de D. Marcial Lalanda, que tantos comentarios han despertado entre la afición, los matará el artista mejicano Armillita Chico, que en su última actuación se consagró como una de las primeras figuras del toreo. Esta corrida ha despertado enorme expectación.

Por otra parte, en el número del 29 de julio del semanario La Fiesta Brava de Barcelona, José Díaz de Quijano Don Quijote, escribía:

¡Gallardo modo de saldar un incidente que sí ha tenido mucha publicidad, no nos interesa por lo que tenga relación entre el artista y la Empresa! ... Sólo nos incumbe recoger la bizarría del gesto que supone, como fin y coronamiento del incidente, encerrarse sólo, en la Plaza de Madrid, con los mismos seis toros de la corrida suspendida, origen de él... Sea cual fuere el resultado artístico de la hazaña (escribo en vísperas del acontecimiento), basta ese bello gesto para registrarlo como algo insólito en estos tiempos, como algo que tiene aroma y empaque de antigua estampa, gesto de figura de otra época... Celebraré que la suerte acompañe a Fermín Espinosa en la proeza, y que nos pueda brindar una segunda edición de la faena cumbre del 5 de junio, la mejor de la presente temporada.

Con esos deseos y a la hora anunciada, salió Fermín Espinosa por la puerta de cuadrillas, vestido de verde con bordados en pasamanería negra, llevando entre sus cuadrillas a Alfredo Gallego Morato, Luis Suárez Magritas, Eduardo Anlló Nacional y Antonio Duarte y a caballo, a Pablo Suárez Aldeano, Dacio Martín Pontonero, y Sevillanito. Como sobresaliente fue el novillero Eulogio Domingo. Fue llamado varias veces a agradecer ovaciones en el tercio antes de que saliera el primero de la tarde, parecía que todo marcharía sobre ruedas.

Los toros que se lidiaron, de acuerdo con lo publicado por los diarios La Nación de Madrid y El Adelanto de Salamanca se llamaron por su orden Relator, negro, número 9 con 430 kilos; Pegajoso, berrendo en negro, número 25, con 475 kilos; Peruano, negro bragado, número 20, con 471 kilos; Hierrodulce, berrendo en negro, número 1, con 474 kilos; Reculón, número 8, con 468 kilos y Pescador, número 7, con 474 kilos.

La conjura de la prensa madrileña

La historia nos deja claro que Armillita no asegundó su triunfo del 5 de junio anterior, pero la mayor parte de la prensa de Madrid de la época parece haberse empeñado en establecer que su actuación fue un rotundo fracaso. Pondré aquí extractos de las firmas más conspicuas, para que se pueda apreciar la forma en la que se le tiraron al cuello al Maestro de Saltillo.

El ya nombrado Carlos Revenga Chavito, en La Nación tituló su crónica Armillita Chico fracasa en Madrid de manera rotunda. La absurda vanidad de un torero y entre otras cosas escribió:

...El público, inocente y cándido, acudió al circo taurino ayer, domingo, hasta llenarlo, y acogió la presencia de Armillita Chico con una ovación de simpatía, de aliento, de esperanza... No me alegré al ver los carteles, porque desde el primer momento adiviné que se trataba de la absurda vanidad de Armillita Chico, que, cegado, equivocado, se creía con arte suficiente para matar los seis toros y divertir al respetable... Yo, de haber escrito algo, hubiera sido para decir que incluyeran el nombre de algún otro torero, pues Armillita, él solo, aburriría a la afición... Durante la lidia de los seis toros, con la capa dio unos lances compuestitos, que no convencieron a nadie; unas chicuelinas feas, y ejecutó un quite rabiosete, y tal... Prodigó los lances movidos, encorvados, medrosos, sosos, faltos de temple, de mando, de gracia, de valor, de deseos de agradar... Con la muleta toreó siempre muy movido, indeciso, con precauciones, sin ton ni son... El fracaso de Armillita Chico fue grande y merecido, pues no tuvo ni un solo destello de arte y valor... Abandonó la plaza en medio de una gran bronca y varios guardias...

Por su parte, José Luis Mayral Martínez Corinto y Plata, en La Voz, asevera:

... ¿Análisis técnico de la actuación de Armillita? Sería largo, penoso, improcedente. Decoro y decisión al matar a su primero; dos pares de banderillas en su segundo; unos quites apretados, repartidos entre los seis toros; unos naturales buenos ligados con algún pase de pecho, creemos recordar que al quinto toro. Y eso fue. Nada más que eso. Muy poco para diluido entre la lidia de seis toros: lo suficiente para taparse y para no quedar mal en una corrida corriente, en la que hubiese despachado dos toros nada más... El triunfo grande fue del ganadero D. Marcial Lalanda: dos toros excelentes, dos regulares y dos, aunque sin exceso de bravura, manejables y sin dificultades insuperables. Con esto de ayer y con cuidar de que no se filie a las reses con nombres extraños, desacostumbrados, que puedan dar lugar a coincidencias indiscretas, se puede seguir adelante, camino de otros éxitos...

El que deja un mensaje lacónico, pero contundente, es quien firma como Cayetano, en el diario madrileño Luz:

...Ayer hubo toros, hubo buenos peones que los supieron torear y un equivocado: el público, que confió en el valor de Armillita Chico... Lo único que probó el mejicano es su constancia: salió decidido a no arrimarse y lo cumplió. ¡¡Es todo un carácter!! ...

Gregorio Corrochano, en el ABC, con algo más de clase, también atiza a Armillita y al propio ganadero, por no salir a matar sus propios toros:

Para torear seis toros hace falta estar sobrado de recursos, de valor, de entusiasmo. Salir a poder con los seis. En esta corrida los toros dudaron mucho y Armillita dudó más, y anduvo como borrado, casi invisible, toda la tarde. Y yo lo sentí mucho. Hubiera deseado una tarde decidida, que fuese una lección a los toreros españoles que no quisieron la corrida de Marcial, incluyendo el propio ganadero. Porque ¿para cuándo se deja la ocasión de ser torero? Al ver don Marcial que no querían sus toros, debió decirle a Marcial: toréalos tú.

Como se puede apreciar de lo citado, los principales de la crónica taurina madrileña de la época parecieron querer acabar con Armillita. No le quisieron perdonar el que se hubiera salido de la corrida que perdió su carácter de extraordinario el 9 de junio anterior cuando Manolo Bienvenida se cayó de ella por una lesión, siendo sustituido por un torero que a esa fecha apenas tenía una tarde toreada en la temporada. En retrospectiva, veo también la mano negra de Marcial Lalanda, ganadero en la oportunidad, líder del escalafón en el calendario y presidente de la Unión de Toreros, es decir, tenía todo el poder en sus manos para tratar de echar fuera del primer círculo a cualquiera.

Los que mostraron objetividad

Pero no todos los escribas se sometieron a los poderes fácticos. En la prensa de esos días encontré un par de relaciones que vale la pena tener en cuenta. Expresan puntos de vista diametralmente opuestos a los revisados hasta este momento, y si bien no presentan una tarde triunfal de Fermín Espinosa, creo que ponen las cosas en su justo sitio.

La primera es la de Rafael Hernández y Ramírez de Alda Rafael, encargado de la crónica taurina en el diario madrileño La Libertad, que tituló su reseña Los toros de Marcial y el rasgo de Armillita, de la que extraigo:

... ¿Fracasó Armillita Chico? Si se atiende a que no alcanzó grandes ovaciones, ni cortó orejas, ni salló en triunfo, entonces sí, hay que declarar que fracasó. Pero si se tiene en cuenta la consideración que hemos expuesto anteriormente y la forma en que pelearon los toros, no sería justo decir que fracasó el torero mejicano, porque otros muchos, aunque con menos frialdad, hubieran estado peor que él... No hubo, en realidad, ni éxito ni fracaso. Ocurrió lo que los aficionados esperaban. Armillita, torero fácil y seguro, se deshizo fácilmente de la corrida, enviando al desolladero en poco más de hora y medía los seis toros más gordos, la corrida mejor presentada y de más respeto que se ha lidiado esta temporada en Madrid. Pero, eso sí, en medio del mayor aburrimiento del público, porque toda la corrida se deslizó en un tono gris, sin emociones ni incidentes... El éxito lo tuvo Armillita Chico antes de la corrida. Llenar la plaza de Madrid a fines del mes de julio es un éxito grande, y ese se lo apuntó el mejicano, que oyó al hacer el paseo una cariñosa y larga ovación... Yo creo que Marcial no ha tenido acierto al enviar a Madrid una corrida tan bien criada y tan bien armada, porque, entre otras razones, y no es la menor la de que él sigue siendo torero, ha contribuido a que se forje en torno de su ganadería una leyenda terrorífica que dista mucho de ser acertada...

La segunda es la que firma V. Bejarano en El Adelanto de Salamanca. La titula Nada menos que todo un hombre y trae pasajes de esta guisa:

...Armillita Chico ha demostrado que salía dispuesto a evitar la actuación del “sobresaliente”; que es torero fácil, quizá excesivamente fácil, y por esto no produce emoción, que lo mismo le dan seis toros que sesenta; que sabe tanto como el que más; y que cuando a otros les llega el agua al cuello, a él ni a los tobillos... consciente Marcial de su deber, ha mandado una corrida de toros como se debe mandar a la plaza de Madrid. Nada de “corridón”, una corrida gorda, bien puesta de cabeza, de tipo fino, una corrida preciosa... Es cumplir su mayor obligación como ganadero nuevo, pues en los demás aspectos, él no puede dar más que lo que compró. Que después vendrá el modificarlo, si fuera menester, conforme lo demanden su afición a la nueva modalidad taurina en que ingresa y conforme a su competencia, que es grande... Un “quid pro quo” absurdo, apartó a Armillita Chico de la plaza de Madrid, momentáneamente. Se salvaron los “tiquis miquis” con la empresa y Armillita Chico pudo ver en práctica su ofrecimiento y su deseo de torear él solo los seis toros que hubieron de quedar sin torear el día que se le anunció y que hubo que suspender la corrida... El público, apasionada y engañadamente injusto. Esperaba seis (SEIS, ni una menos) faenas como AQUELLA, y no se da cuenta que AQUELLO sólo lo hace el que sabe (este Armillita) cuando puede. Y hoy no “se” ha podido... Excelente “debut” de Marcial como ganadero. Tanto han gustado sus toros al público, sus bravísimos toros, que como bravos se ovacionó a casi todos en el arrastre, y para uno se pidió el máximo honor de la vuelta al ruedo...

Creo que la lectura de estos dos pasajes nos permite ver que la actuación del Maestro Armillita no fue lo triunfal que se hubiera podido esperar, pero tampoco el gran fracaso que plantearon las crónicas de los principales escribidores madrileños de esas calendas.

No obstante, el hecho merece ser recordado, sobre todo porque en estos tiempos que corren resulta impensable que un torero mexicano vuelva a enfrentar, solo, seis toros en la plaza de toros de Madrid, vamos, ni siquiera en la de Vistalegre, así pues, estamos recordando un hecho singular, que en la historia de nuestra fiesta ha ocurrido un par de ocasiones. Esta que traigo aquí ahora, ha sido la segunda y seguramente, la última.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra exclusiva de este amanuense, pues no constan así en sus originales.

domingo, 24 de julio de 2022

Hace 90 años: Armillita y seis toros de Marcial Lalanda en Madrid (I/II)

Armillita en Madrid
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 26 de julio de 1932

Hace trece años me había ocupado, más o menos marginalmente aquí, de este asunto. Pero dado el importante aniversario, intentaré abordarlo con algo más de profundidad, porque del examen de la prensa de la época, se advierten muchas circunstancias que hacen interesante su resultado y, sobre todo, la forma en la que se gestó.

Era la segunda ocasión – y la última hasta este día – en la que un torero mexicano mataba en solitario una corrida de toros en Madrid, pues la anterior había ocurrido el 14 de julio de 1912, cuando Rodolfo Gaona se enfrentó a 5 toros de Trespalacios y uno de Benjumea (3º). Esa tarde, el Califa de León tuvo una de esas tardes que no merecen ser recordadas, pues se le fue el tercero vivo a los corrales y el sexto le dio una paliza tal, que el sobresaliente, Carlos Lombardini, tuvo que terminar con él.

Así pues, el tema que intento presentarles, por sí solo, tiene su miga.

Armillita y Centello de la Viuda de Aleas

El 5 de junio de 1932, Fermín Espinosa firmó, en el ruedo de la plaza de la Carretera de Aragón, lo que quizás fue allí, su obra más acabada. Lo hizo alternando con Fortuna y Luis Fuentes Bejarano ante el sexto toro de la tarde, un toro negro llamado Centello, al que le cortó la oreja, a pesar de haberlo pinchado cuatro veces antes de meterle bien la espada.

Ese gran triunfo motivó a la empresa a anunciar para el jueves 9 siguiente una corrida extraordinaria, en la que el propio Luis Fuentes Bejarano, Armillita y Manolo Bienvenida darían cuenta de una corrida de Marcial Lalanda, que haría su presentación en la capital de España como ganadero de reses de lidia. Así salieron los programas a la calle.

Marcial Lalanda, ganadero de reses de lidia

Marcial Lalanda comparecía a la principal plaza del mundo con un encierro proveniente de la ganadería que en el año 1919 Antonio Flores Tassara adquiriera a Patricio Medina Garvey – y que antes fuera propiedad de Carlos Otaolaurruchi y Adolfo Gutiérrez Agüera – es decir, se trataba de la fundada por el canónigo Diego Hidalgo Barquero. Lalanda le compra a Flores Tassara todo el ganado de ese origen, y el vendedor se reserva las vacas que tenía de origen Braganza – Veragua, a las que pone con un semental de Santa Coloma, para mantener y rehacer su ganadería. En los últimos años Flores Tassara estuvo encastada en Murube.

De lo anterior resulta evidente que la corrida que Marcial Lalanda envió a la plaza de Madrid para el 9 de junio de 1932 llevaba el hierro de Flores Tassara y fue criada y seleccionada por este ganadero y que, por ende, solamente se lidiaba a nombre del diestro de Vaciamadrid, que utilizó la ocasión para adquirir la antigüedad que da el lidiar a su nombre una corrida completa en la capital española. Pero en el fondo, el encierro ofrecía la misma garantía que la del ganadero que la crio en los hechos. Eso iba a precipitar una serie de situaciones en los siguientes días.

Baile en el sorteo y suspensión

A la hora del sorteo el jueves 9 de junio de 1932, se anunció que Manolo Bienvenida no acudiría a cumplir su compromiso esa tarde, pues había sido lesionado la tarde anterior en una tienta a campo abierto en la ganadería de Graciliano Pérez Tabernero en Matilla de los Caños, Salamanca. A la par de ese comunicado, la empresa hizo saber que el sustituto de el hijo de El Papa Negro sería Manuel del Pozo Rayito, diestro que, de acuerdo con el anuario Toros y Toreros de Tomás Orts Ramos Uno al Sesgo correspondiente a esa temporada, para esa fecha había toreado apenas una corrida, la del día primero de mayo, allí mismo, en Madrid. 

Evidentemente que la calidad de extraordinaria de la corrida quedaba desmerecida con la salida del cartel de Bienvenida, por las causas que haya sido y aún más, con la sustitución concedida a Rayito, que poco aportaba a mantener la calidad de la combinación en cuanto a nombre, independientemente de su calidad como torero.

Eso fue seguramente lo que motivó la salida de Armillita del cartel. La prensa maneja que, de último momento, sin dar oportunidad a conseguir un sustituto, presentó un parte médico que señalaba que estaba lesionado de una muñeca e impedido para torear ese día, y seguramente lo estaba, pues no volvió a actuar sino hasta el día 26 en Vinaroz. Pero ese parte facultativo levantó mucho polvo.

En la edición nocturna de El Heraldo de Madrid de la misma fecha, se publica lo siguiente:

...anoche se supo que Manolo Bienvenida fué cogido por una vaca en la ganadería de D. Graciliano Pérez Tabernero, que le revolcó y pisoteó. Contusiones y magullamientos de primer grado que le impedían tomar parte en la corrida de Madrid... Así se lo comunicó a la Empresa, que, después de activas gestiones, contrató para sustituirle a Manuel del Pozo (Rayito) ... Y el contratiempo quedó conjurado... Pero he aquí que esta mañana, cerca de mediodía, Armillita comunicó a la Empresa que no podía torear por haberse resentido de la muñeca derecha, que la tiene lesionada, como es sabido... Y ... nada más. La corrida se ha suspendido, después de una intervención infructuosa de las autoridades...

Otra versión es la de Carlos Revenga Chavito, para el diario La Nación, también aparecido la noche de ese 9 de junio, que dice:

...Para esta tarde se había anunciado una corrida extraordinaria a base de seis toros de Marcial Lalanda para Luis Fuentes Bejarano, Armillita Chico y Manolito Bienvenida... El nuevo ganadero había enviado, según dicen, seis toros grandes, gordos y con buenos pitones...

PRIMER EPISODIO

Los actuales diestros, en vez de estar descansando para torear, algunas veces, la víspera de la corrida, se van al campo a entrenarse, y ... allí ocurren muchas cosas... Manolito Bienvenida ayer, en Salamanca, fue revolcado y lastimado por una vaca, y esto le impidió venir a Madrid... Avisó a la Empresa y ésta lo substituyó con Manuel del Pozo (Rayito).

SEGUNDO EPISODIO

Estamos en el apartado. Todo marcha a mil maravillas. De pronto aparece D. Arturo Barrera, apoderado de Armillita Chico, y en estas o parecidas palabras dice a la Empresa: Como el cartel ya no es el primitivo; como ya no torea Manolo Bienvenida, para que actúe mi torero es preciso que le firmen ustedes otras dos corridas, a once mil pesetas cada una... La Empresa no ha querido acceder a esta pretensión, y entonces Armillita Chico se ha puesto malo y al no «poder» torear, se ha suspendido la corrida, pues buscarle otro substituto hubiera sido una burla al público.

TERCER EPISODIO

Unos taurómacos charlan en un café:

- ¿Qué te ha parecido lo de Armillita Chico?

- Una «charraná».

- No. De ninguna manera.

Tercia un aficionado de verdad, y dice sentencioso: Esto se terminará cuando las autoridades tomaran el firme acuerdo de que el torero que se «pone malo» y «padece la enfermedad» que hoy sufre el mejicano, guarde forzosamente, como convalecencia, seis meses de alejamiento de los ruedos españoles.

Como este aficionado chipén piensa el que esto firma.

Al día siguiente, en El Imparcial, sin firma, entre otras cosas, se dice:

La corrida de ayer fue suspendida por las imposiciones de Armillita Chico. Los atracadores del toreo... Después del éxito de Armillita el domingo último, la empresa le ofreció dos corridas a 9,000 pesetas – por la del domingo cobró cinco –, entre ellas la de ayer jueves. Se fijaron los carteles, y ayer, cuando se iba a proceder al sorteo, el hermano de Armillita, sacando las cosas de quicio y queriendo explotar el éxito de su hermano Fermín, quiso darle un «trágala» a la empresa pidiéndole otras dos corridas a 11,000 pesetas. Y, naturalmente, la empresa no cedió a las intolerables pretensiones del torero mejicano, y como era ya la una de la tarde y no había tiempo suficiente para buscar un sustituto, se suspendió la corrida... Don Arturo Barrera, apoderado del mismo Armillita, tan pronto como se dio cuenta de las pretensiones del torero se apresuró a escribirle una carta dejando la representación y otra a la empresa dejando las cosas en claro para que no quede la menor duda de su proceder, que ha sido en esta ocasión, como siempre, ponderado y correcto...

Por su parte, el corresponsal de El Adelanto de Salamanca añade el hecho de que Juan Espinosa Armillita exigía, además, una corrida en Madrid para sí:

...Ayer marchó Bienvenida a Salamanca y anoche la empresa recibió un telegrama anunciándose que Bienvenida había sido lastimado por una vaca de don Graciliano Pérez Tabernero y por lo tanto no podía torear hoy... La empresa sustituyó a Bienvenida por Rayito, pero a la hora del sorteo de los toros, el hermano de Armillita planteó a la empresa la cuestión de que, si firmaba para su hermano tres corridas extraordinarias a 11,000 pesetas y otra para él, Armillita torearía la corrida, pues de lo contrario se pondría enfermo... La empresa no accedió a estas pretensiones y decidió suspender la corrida...

Eduardo Palacio en el ABC se pronuncia en el mismo sentido y en La Voz y Luz, simplemente se informa la suspensión. El 11 de junio el ABC publicó una nota consignando una rectificación de Armillita, firmada por Eduardo Palacio, en el siguiente tenor:

El diestro mejicano Fermín Espinosa (Armillita) dirige a este periódico una atenta carta rectificando la información publicada ayer sobre la suspensión de la corrida anunciada para la tarde anterior, en el sentido de asegurar que no exigió nada a la Empresa, y que el motivo de no haber podido actuar fueron unas lesiones que sufre en la muñeca de la mano derecha, según certificado de dos facultativos... No obstante la rectificación insertada, he de insistir en que el mismo día de la corrida, el jueves, un allegado al espada Armillita pidió a la Empresa la firma de dos corridas para éste, a 11,000 pesetas cada una, y fecha para que su hermano Juan, también matador de toros, actuase como tal en el ruedo madrileño... Negóse la Empresa a las dos peticiones, y a los pocos minutos se presentaba el certificado facultativo a que alude Armillita... Que se curen pronto las lesiones que sufre es lo que deseo con toda sinceridad...

Así entonces, los toros de Flores Tassara que se lidiarían a nombre de Marcial Lalanda volvieron a La Muñoza, a la espera de ser lidiados en una nueva oportunidad. La noticia se diluyó en el tiempo y no se tuvo noticia de esos toros ni de Armillita en Madrid, sino en las vísperas del domingo 24 de julio, cuando se anunció que el torero mexicano mataría él solo los toros del torero que, según su pasodoble, era el más grande.

Esto se va extendiendo, así que terminará el día de mañana.

Aviso parroquial: Este amanuense es el único responsable de los resaltados en los textos transcritos, pues no obran así en sus respectivos originales.

lunes, 6 de junio de 2022

Hace 90 años. El encuentro de Armillita y Centello de Aleas en Madrid (II/II)

Armillita visto por Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 7 de junio de 1932

No se puede quedar bien con todos…

Aunque antes de seguir adelante con el tema, considero importante hacer algún apuntamiento acerca de lo que eran algunos de los personajes de la prensa taurina mexicana en aquellos días.

Inicialmente conocía únicamente la crónica de Federico Morena – transcrita en el Cossío – y esta coincide en lo sustancial con la tradición oral acerca del gran triunfo del Maestro de Saltillo, posteriormente conocí las de F. Asturias en Ahora y el semanario Estampa, la de Chavito en La Nación o la de Rafael en La Libertad, pero al encontrarme con la de Federico M. Alcázar, en El Imparcial, me volví a enfrentar con el hecho de que ayer como hoy, los escritores tienen sus filias y sus fobias y también sus intereses, a veces muy bien definidos en estas cuestiones de los toros. 

La crónica de Alcázar está escrita en forma epistolar y va dirigida a Carlos Quirós Monosabio, en esa fecha ya cronista taurino del diario La Afición, mismo que fundara junto con Alejandro Aguilar Fray Nano en el año de 1930, a su salida de Toros y Deportes – sucedáneo de El Universal Taurino –, la que según Enrique Guarner, se debió a una denuncia que hizo Antonio Márquez a don Miguel Lanz – Duret, en esos días Director General de El Universal, acerca de las desmedidas pretensiones económicas de Quirós para moderar sus posiciones en las crónicas que escribía. La versión de Guarner sobre este asunto es la siguiente:

…En 1924 – 1925 el madrileño Antonio Márquez viene a México para torear la última temporada de Rodolfo Gaona y no obstante haber toreado 8 corridas cobrando 8 mil pesos por cada una, tiene que pedir prestado para regresar a España. Vuelve en 1930 y ya no visita a “Monosabio”, por lo que éste emprende una campaña contra él. La rebelión era peligrosísima, porque podía cundir el mal ejemplo. Márquez busca en una cena al director de El Universal, le pone las cartas boca arriba y el cronista es despedido, pero poco tiempo después “Monosabio” encuentra una nueva tribuna en “La Afición”, desde donde continúa con sus sobornos… (Crónicas de Carlos León, Editorial Diana, México, 1987, Pág. 16)

Lo que es evidente, es que Monosabio se movía profesionalmente según sus intereses, que además, era el pontifex maximus del gaonismo en México y era un hecho también, que Rodolfo Gaona no toleraba la presencia en los ruedos de Fermín Espinosa Armillita. Le veía con gran recelo. Las palabras de Leonardo Páez acerca de la tarde de la alternativa mexicana del Maestro:

…Hace apenas dos años y medio que el maestro leonés se despidió de los ruedos y satisfecho asiste a la corrida, convencido de que nadie puede llenar el hueco taurino y artístico que ha dejado… Sin embargo, El Indio Grande observa incrédulo cómo aquel chamaco flacucho y espigado da la vuelta al ruedo en el toro de su doctorado, “Maromero”, y algo de contrariedad experimenta cuando Fermín emocionado le brinda la muerte de su segundo, “Coludo”. La gran ovación que recibe Gaona pronto se apaga con los fuertes olés que provocan los sensacionales muletazos de aquel niño maestro, quien además de dominar con desahogo al sandieguino le corta las orejas y el rabo y es llevado en hombros hasta El Universal Taurino…

Carlos Quirós había llevado a Federico M. Alcázar a El Universal Taurino como corresponsal en Madrid a la muerte de Ángel Caamaño El Barquero, lo que me sugiere que compartían maneras de ver la fiesta y de lo que he leído de la obra periodística de Alcázar, también coincidían en el entendimiento de la misma. No puedo afirmar, porque carezco absolutamente de medios o versiones para hacerlo, que también participaran de los mismos métodos para someter a los toreros a sus mandatos, como el caso que Guarner narra respecto del llamado Belmonte Rubio, pero sí distingo muchas coincidencias en su proceder.

El padre de Armillita se acogió a los buenos oficios de Verduguillo para difundir los logros de sus hijos toreros. Por supuesto, eso no le encantó a Monosabio, que, por su labor periodística diversa a la taurina, se había constituido en una especie de oráculo táurico en los círculos del poder. Si sumamos a eso la celosa inquietud que produjo en quien hasta poco tiempo antes era el número uno, es decir Rodolfo Gaona, la resultante será que la opinión de Carlos Quirós será siempre la de buscar el prietito en el arroz, la de resaltar los desaciertos en lugar de proclamar las virtudes y a fe mía, que después de leer la crónica de Alcázar, ese sentimiento es el que le transmitió su amigo.

En esos antecedentes, paso a transcribir íntegra la crónica aparecida en El Imparcial de Madrid, del día 7 de junio de 1932, firmada por el citado Federico M. Alcázar:

La octava corrida de abono

Historia de un recurso

Una gran faena de Armillita

Reaparición de Fuentes Bejarano

Carta Abierta

Para "Monosabio" crítico taurino de Méjico

Amigo Quirós: Perdone si algún retraso lleva ésta completamente involuntario. Me ha sobrado deseo y gusto, pero me ha faltado tiempo.

Recibí la suya en la que me pedía confidencialmente una impresión de la temporada en España. Hasta hoy no he podido hacerlo. Tampoco encontré oportunidad.

Ahora lo hago aprovechando las últimas corridas, que son las más interesantes. Como lo que voy a decirle me interesa que lo conozca el público, se lo mando por conducto de EL IMPARCIAL, que es el periódico a que está usted suscrito.

La temporada, amigo Quirós, va siendo deficiente, tirando a mala. Como casi todas las temporadas. Por los toros, peor que por los toreros. Han salido media docena de reses notables. Pero el término medio ha sido manso, ese tipo de manso con el que no es posible el lucimiento.

Lo más interesante de la temporada ha sido una corrida celebrada recientemente, en la que Bienvenida y Ortega han dado una gran tarde de toros. Ha sido un clásico y brillante mano a mano, con sabor de época y salsa de competencia. Dos toreros jóvenes de opuestos estilos y escuelas. 

Creo que si en la repetición tienen suerte formarán partido. Ambiente ya tienen. También debo hablarle de Barrera, a quien usted conoce sobradamente.

Barrera ha vuelto de Méjico que «jumea», y está saliendo a éxito por corrida. Y como detalles reveladores, no como cosa plena y lograda, debo apuntarle los nombres de La Serna y Solórzano, que nos han servido el mejor toreo de capa de la temporada.

Pero lo más interesante y ruidoso por los comentarios apasionados que está suscitando, es un recurso que está empleando Ortega con los toros quedados y que, a juzgar por los síntomas, van a seguirlo los demás toreros con todos los toros. Pero no es esto lo malo. Lo peor es que el público, a juzgar también por los síntomas, lo va a aplaudir sin reparar si el recurso es adecuado al toro. Esto es lo interesante y lo que da valor al recurso. Pero como hoy la gente ha perdido, no sólo la afición, sino la simple curiosidad y va a los toros como a otro espectáculo cualquiera, cada día sabe menos de estas cosas y juzga las corridas por impresión, aplicando a toros y toreros un criterio simplista. Antes se dejaban orientar por la crítica; pero ahora creen que saben más que críticos y toreros. Y esto es lo grave, porque cada día les sorprende una cosa que ellos creen una novedad y luego resulta que tiene en el toreo un antecedente histórico de treinta años.

El recurso a que me refiero es éste: cuando un toro está muy quedado y no embiste al cite natural se le sesga al pitón contrario, adelantándole las «bambas» de la muleta al hocico y enganchándolo. De esta forma se le hace parar. A esto, como usted sabe, se le llama en términos taurinos «jalar del toro». Recurso para los toros que no vienen, que no se arrancan al cite natural. Este recurso, empleado con los toros prontos, a los que basta pisarles el terreno para que se arranquen, es una pamplina innecesaria y hasta una ventaja porque al toro bravo hay que dejarlo llegar, parar y aguantarle, que este es el valor supremo. Todo el mérito que tiene en los toros quedados de corta arrancada lo pierde con los bravos de arrancada larga y franca. 

Pero este recurso tiene una historia que usted seguramente recordará.

Fuentes fue el primero que empleó este recurso con la mano derecha. Fuentes, que era la quinta esencia de la elegancia, les llegaba a los toros muy cerca con la muleta en la mano derecha. Hacía el cite natural meciéndola un poco. Si el toro no acudía, la retiraba y entonces su figura adquiría aquella pose majestuosa y elegante, mezcla de señor y de gitano. Volvía de nuevo a citar: ¡Ja! Y al no acudir por segunda vez adelantaba un paso y le echaba la muleta al hocico, enganchando al toro y haciéndole pasar hasta donde le daba de sí brazo y muleta, mientras la figura permanecía quieta y erguida. Eso lo hacía con los toros quedados. A los que, colocado en su terreno, embestían pronto no había necesidad.

Pasó el tiempo, y un día Gallardo, el apoderado de Vicente Pastor, hablando de Fuentes, le dijo a Vicente:

— «Oiga usted, Vicente, ¿por qué usted, que tiene tanta facilidad para torear con la mano izquierda, no prueba a hacer lo que hace Fuentes a los toros quedados con la derecha?»

— «No sé si resultará —respondió Pastor—, Lo probaré, porque es un recurso lucido y eficaz».

Y lo probó. Ya recordará usted cómo tomaba los toros Pastor. Les salía andando lejos — así decían que lo hacía Frascuelo, que, a pesar de su fama, no creo que aventajara como torero a Vicente — para irlos fijando. Se paraba dos o tres veces y cuando les llegaba desplegaba la muleta. Si el toro acudía al cite natural, consumaba el pase; pero si no embestía, le andaba un paso más y le adelantaba la muleta al hocico, enganchándolo y haciéndolo pasar. El pase lo remataba siempre por alto.

Después, lo hizo Belmonte. Yo recuerdo habérselo visto hacer a varis toros, entre ellos a uno de Albaserrada. Y últimamente el malogrado Gitanillo de Triana se lo hizo con el capote varias veces a un toro de Murube, en Sevilla. Apelo al testimonio de don Clemente del Oro, que lo presenció conmigo. De este recurso, como de otras muchas cosas del toreo, hablamos diariamente una peña de aficionados, Y uno de ellos, que es tocayo mío, estando con Ortega en Salamanca, después de verle torear magistralmente una vaca, cuando el animal había quedado agotado y no podía con el rabo, le dijo: «Déjala que se refresque y échale la muleta al hocico, verás cómo todavía la puedes torear». Y la toreó como Ortega torea. Y a partir de ese momento no tropieza con toro quedado que no le eche las bambas, el enganche y provoque el entusiasmo.

Lo que hace Ortega con los toros quedados, lo que debe hacerse cuando se tiene valor para ello, quieren hacerlo los demás toreros a los toros que no lo necesitan y este es el error. Error que no debe compartir el público. Lo malo de estos recursos es que andando el tiempo la fuerza de la costumbre los convierta en usos, y esto es deplorable. Es deplorable porque del uso al abuso no hay más que un paso, recurso para la suerte de recibir fue el volapié. Luego surgió otro recurso: el paso atrás. Después otro: perfilarse fuera del pitón, que engendró el cuarteo. Y así, de concesión en concesión, hasta el paso de banderillas, total que la suerte de recibir se perdió y el volapié también, pues ahora es cuando verdaderamente vuelan los pies. Ya veremos si los de ese mozo de Chiclana que se llama Gallardo se están quietos. Hay que tener mucho cuidado no se repita el caso lamentable que acabo de apuntar. Que por abusar de un recurso se pierda una de las tres cosas matrices y puras del toreo: el pase natural. Por eso doy la voz de alarma en América por conducto del crítico más autorizado.

El domingo empleó este recurso Armillita innecesariamente, pues era un toro bravísimo de los llamados de bandera para los toreros, que cuando le pisaban un poco el terreno se arrancaba veloz. Y, naturalmente, el público se entusiasmó más por este detalle que por los pases naturales en sí. La gente no reparó que el toro no necesitaba de este recurso para torearle reposadamente al natural. Y esto no es por restarle mérito a los cuatro pases naturales, que fueron colosales. Los muletazos con la mano derecha me gustaron menos. Pases sueltos, por alto y en redondo de los llamados estatuarios, pero perdiendo la muleta tres veces. Una faena monumental, que desbordó el entusiasmo, pero un poco sosota, desangelá, de ave fría; un guiso suculento, pero sin sal. Ya conoce usted a Armillita. Pinchó cuatro veces y le dieron la oreja. En el sexto, que se lidió bajo un aguacero no hizo nada. Le mató de un sablazo. Banderilleó en toro de la oreja con facilidad y finura.

En esta corrida reapareció Fuentes Bejarano, No había figurado en el primer abono y volvió en el segundo. También conoce usted a Bejarano, Torero valiente y dominador. Pertenece a ese grupo de toreros machos que ostentan una divisa, la divisa que fue siempre la más limpia ejecutoria del toreo: la hombría. Le tocaron dos buenos mozos. El primero se declaró manso. Después de lancearlo por verónicas ceñidísimas que se jalearon, le trasteó cerca y valeroso, para un pinchazo y una soberbia estocada en las tablas, jugándose la cornada. Gesto pundonoroso y bravo, que le valió una ovación con vuelta al ruedo. También se ajustó con el capote en el quinto, que era un hermoso ejemplar con dos pitones que daban miedo. La faena fue breve y emocionante. Seis pases altos y de pecho valerosísimos, seguidos de un macheteo entre los pitones para una estocada desprendida. Otra ovación con vuelta al ruedo v petición de oreja.

Fortuna, borroso y gris toda la tarde. Unos lances al primero, algunos muletazos por bajo y una estocada en el cuarto hábilmente colocada. Poca cosa. Y nada más. Como nota final le diré que los toros fueron de la viuda de Pepe Aleas. Una corrida admirablemente presentada, en la que se lidió un toro bravísimo, ideal para el torero: el de Armillita. Un toro un poco blando para los caballos, pero para el torero excepcional. Los restantes cumplieron, haciendo una pelea desigual.

Un abrazo.

Federico M. Alcázar

Como podrán ver, don Federico se empeña en demeritar lo que resultó ser una faena histórica, haciendo un alarde de erudición, tratando de establecer – y creo que muy claro lo deja – que lo que Armillita hizo esa tarde, ninguna novedad era y que, de haber dado otra lidia al toro, quizás, estaría comentando una obra más grande que la vista. Total, que no quedó contento Alcázar ese día, aunque después, en 1936, sería uno de los más acérrimos defensores del Maestro Fermín y los demás toreros mexicanos echados a la mala, de España.

Sin embargo, me parece que así como con clarividencia unos años antes, vio el toreo que estaba por venir, cuando describió la faena de Chicuelo a Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero en ese mismo ruedo y en las mismas páginas de El Imparcial, ahora, sus filias y sus fobias no le permitieron ver quizás, un golpe de timón que un torero mexicano daba a la forma de hacer el toreo. 

Tirar del toro...

Lo que reflejan la mayoría de las crónicas implica que torear ya no es esperar la arrancada del toro, sino provocarla y obligarla a ir en una determinada dirección. Es decir, era la pieza del puzzle que faltaba, para completar lo que Chicuelo, torero nacido en Triana en la calle Betis, pero criado en Sevilla en la Alameda de Hércules había iniciado un lustro antes. Es decir, Armillita dejó para la posteridad el hecho de que para ligar, según se tercie, a veces hay que tirar del toro.

Y si no, léase nuevamente la crónica de Federico Morena, en la que describe con claridad la manera en la que hoy se torea de muleta:

…Echó el artista la muleta atrás y adelantó el cuerpo arrogantemente. Pisaba el terreno de los valientes. Entonces la muleta avanzó despaciosa, sin dudas ni vacilaciones, hasta dar suavemente con los vuelillos en el hocico de la res. Y vino la arrancada: una arrancada templadísima. El espada tiró del toro, y se lo llevó al costado, y dobló la cintura sobre el pitón, y obligóle a trazar con el espinazo una curva considerable…

Ese punto lo reitera también Chavito en La Nación, cuando dice:

...Sin la teatralidad de Ortega, adelantó la muleta, y, “quietos los pies”, moviendo uno solamente para cargar la suerte CUANDO EL TORO METÍA LA CABEZA EN EL ENGAÑO, dio cinco naturales enormes, que enardecieron al público... Espinosa corrió la mano con calma, pausadamente, con mucho temple, e inició y remató los pases, sin mover, como ya he dicho, los pies... Imitó a Ortega en lo de adelantar la mano; pero no le hizo caso en lo de citar con la pierna, para retirarla luego y moverse cuando el toro llega a jurisdicción... He subrayado la palabra imitó, porque ahora resulta que Domingo Ortega ha sido el único torero que se ha atrevido a hacer esto, y así lo aseguran los que han visto torear a Juan Belmonte, que lo hacía a diario, sin que nadie le diese importancia...

El círculo se había cerrado, lo que inició Joselito con el toro de Martínez aquél de la encerrona madrileña, lo prosiguió Chicuelo con Dentista y Lapicero aquí en México y lo culminó con Corchaíto en Madrid y lo remató debidamente Fermín el Sabio – tirando del toro – con Centello, ese es, desde mi punto de vista, el real fondo de la faena y el real fondo de la ceguera de taller de Alcázar, que influido por su amigo Monosabio, no supo, no quiso o no pudo ver lo que ante sus ojos se estaba culminando. Grandes son los males que las visiones interesadas pueden causar a la memoria histórica de las cosas.

Aviso parroquial primero: De nueva cuenta, los resaltados en las crónicas transcritas son obra de este amanuense, pues no constan así en sus respectivos originales.

Aviso parroquial segundo: Igual que ayer, hace trece años publiqué una primera versión de estas notas, localizable aquí.


domingo, 5 de junio de 2022

Hace 90 años. El encuentro de Armillita y Centello de Aleas en Madrid (I/II)

La actuación de Armillita vista por Antonio Casero
ABC, Madrid, 7 de junio de 1932

Una histórica faena

La página 3 del diario madrileño La Época, en su edición del sábado 4 de junio de 1932, contenía el siguiente anuncio:

DIVERSIONES PÚBLICAS: Plaza de Toros de Madrid. – Mañana domingo, se celebrará la octava corrida de abono, lidiando toros de Aleas las cuadrillas de los aplaudidos diestros «Fortuna», Fuentes Bejarano y «Armillita Chico». La corrida empezará a las cinco.

Ese anuncio me permite traer a la mesa de los recuerdos – y quizás de las discusiones – una faena que se considera como una de las más importantes que se han realizado en las plazas de Madrid. Era la octava corrida del abono y se anunció una corrida de doña Dolores Hernán Viuda de García – Aleas para Diego Mazquiarán Fortuna, Luis Fuentes Bejarano y Fermín Espinosa Armillita, en tarde que comenzó entoldada y que terminó con un fuerte aguacero.

Armillita tuvo padre y hermanos mayores toreros. Se le califica de superdotado, intuitivo y como torero largo, por el extenso repertorio de suertes y recursos que desplegaba en la lidia, amén del conocimiento que rápido adquiría de las condiciones de los toros en el ruedo. Era un eficaz estoqueador y cuenta en su haber el honor de que nunca se le fue vivo un toro en su carrera. Se le parangonó con Gallito por su precocidad torera y su excepcional sabiduría. Al final, se le reconocería para los restos, como El Maestro de Maestros”.

El jovencísimo Armillita – tenía apenas veintiún años – se encontraba en la línea de ascenso en su carrera ya en el cuarto o quinto año de alternativa, según se contara el tiempo a partir de la que Antonio Posada le diera en El Toreo de la Ciudad de México o de la que su hermano Juan le otorgara en Barcelona. La realidad era, independientemente del aspecto cronológico, que en Fermín se gestaba un torero que sería un modelo para su tiempo y para el que estaba por venir y que, en las tres temporadas siguientes, sería la cabeza de su escalafón en España y en México. 

Ese 5 de junio de hace 90 años, la corrida de la Viuda de Aleas salió con complicaciones. De los seis toros, dieron posibilidad de lucimiento el quinto, al que cortó una oreja Fuentes Bejarano y el sexto, Centello, al que Armillita cortó, según la mayoría de las crónicas, una oreja, aunque alguna le adjudica el otorgamiento de dos trofeos auriculares. El eje de esta faena fue el toreo al natural. Tan lo fue, que la mencionada crónica de Federico Morena en el Heraldo de Madrid, se titula El ilustre naturalista azteca y en su médula expresa lo siguiente:

Ya teníamos a Fermín armado de muleta y estoque. Un pase de tanteo con la derecha. «Centello» tomó el engaño rectamente. Y la muleta pasó airosamente a la mano zurda. No era el noble bruto pronto a la arrancada. Y el torero supo aprovechar esta circunstancia para imprimir a la faena más relieve, mayor brillantez. Echó el artista la muleta atrás y adelantó el cuerpo arrogantemente. Pisaba el terreno de los valientes. Entonces la muleta avanzó despaciosa, sin dudas ni vacilaciones, hasta dar suavemente con los vuelillos en el hocico de la res. Y vino la arrancada: una arrancada templadísima. El espada tiró del toro, y se lo llevó al costado, y dobló la cintura sobre el pitón, y obligóle a trazar con el espinazo una curva considerable… ¿Es así como se torea al natural? La plaza crujió en un alarido de asombro. Y otra vez la muleta avanzaba, y prendía al bicho, y tiraba de él, dominadora, triunfante. ¡Y así hasta cinco veces! Cinco naturales perfectos. ¡Lástima grande que cortara la faena! Toro y torero seguían guardando el mismo ritmo, y la faena por naturales pudo haberse prolongado indefinidamente. «Centello» era toro de quince o veinte naturales… Pero la muleta pasó a la otra mano. Conste que no censuro. Lamento únicamente. El artista quiso, sin duda, dar variedad a la faena. Propósito muy laudable. Sin embargo, desmereció un poco esta segunda parte… Hubo, empero, excelentes pases por alto y en redondo, sin perder el espada un solo instante la más perfecta naturalidad en la ejecución… Aún volvió unos instantes la muleta a la izquierda para esculpir – buril prodigioso – varios naturales, tan acabados, tan meritísimos como los de la primera serie… La faena se había prolongado un poco más de lo conveniente, y cuando se acordó Fermín de que tenía que matar encontrándose con la desagradable sorpresa de que el bicho, agotado, echaba la cara al suelo. Y pinchó cuatro veces, bien que todas ellas mirando al morrillo y con deseos evidentes de matar bien… La faena, o, si lo prefieren los exigentes, la parte de ella destinada al toreo por naturales, produjo tan excelentísima impresión en el público, desató de tal modo sus entusiasmos, que apenas dobló el toro no hubo pañuelo que no saliese agitadamente del bolsillo para pedir el supremo galardón para el supremo artista. Y el presidente se apresuró a concederlo. Participaba, sin duda, de los mismos entusiasmos…

El cronista del diario madrileño La Correspondencia salido el 7 de junio, firmando como Juanito Puyazo, cuenta lo que sigue:

… ¡Ahí está el profesor! Unos naturales, ocho seguidos, que ponen a la gente en pie y se jalean con entusiasmo, porque ha toreado como lo hizo Ortega a la tarde de su triunfo la corrida anterior. Llegando con el cuerpo, la muleta atrás para irla adelantando majestuosamente hasta los hocicos del toro, tirando luego de él de una forma prodigiosa, haciéndole luego girar con temple y suavidad extraordinaria. Cada pase es un grito de emoción, que termina en un gran silencio para volver de nuevo a enloquecer en cada pase. Y esa faena prodigiosa la repite Fermín por tres veces, dando media docena de pases en cada serie, mejorados si cabe, ceñidos, que siguen armando el alboroto; los oles salen del pecho de todos los aficionados. Las ovaciones son estruendosas. Y el de Méjico no se conforma y sigue haciendo faena, ahora en unos pases en redondo magníficos, otros afarolados, un ayudado artístico, cambiando la muleta de mano, otros de rodillas… Lector: las manos se rompen de tanto aplaudir, y las gargantas se apagan de tanto jalear. ¡Ha sido una faena maravillosa, de maestro, muy difícil de mejorar, porque todos los pases han sido perfectos, sin enmendar ninguno de ellos, y valientes y artísticos! Por tanto, torearlo, el todo queda incierto para matar, y Fermín tiene que entrar cuatro veces con el estoque, pero la gente está pidiendo las orejas antes de acabar con él, y cuando rueda, se le concede la oreja, siguiendo los pañuelos pidiendo la otra, que el presidente concede también… Al Armillita Chico se le pasea en hombros por el ruedo entre grandes aclamaciones, y se le saca así a la calle vitoreándole, por haber ofrecido al público de Madrid la más grande faena de muleta que ha efectuado el Joselito Mejicano, difícil de superar por las grandes figuras en los tiempos actuales…

Por su parte, en Rafael Hernández y Ramírez de Alda, firmando como Rafael, consigna esto en La Libertad del 7 de junio:

...la clamorosa ovación que alcanzó Armillita; la oreja del toro, a pesar de entrarle a matar cuatro veces; la salida en hombros y los unánimes elogios de los aficionados, no fueron por al total de la faena, con ser, repito, muy buena, sino que fueron única y exclusivamente por la manera, por la maravillosa manera con que toreó al natural. Yo no he visto nada mejor y ni siquiera nada que lo iguale... Fueron primero cuatro pases naturales, adelantando la muleta hasta provocar la embestida del toro y llevándole toreado con un temple, un arte y una elegancia exquisitos, hacerle girar en torno de la figura, sin mover los pies, mandando con la muleta y ejecutando, en suma, el pase natural de manera tal que no se concibe nada más perfecto. Y después de esos cuatro naturales, aun lo repitió en dos pases más de la misma inimitable factura... Ante aquello, ¿qué importancia tenía lo demás? El público pidió la oreja estando todavía el toro vivo. No importaba ni los tres pinchazos y la media estocada que empleó para matar el toro, ni que el bruto tardara en doblar, ni que se levantara por fallar el puntillero y volviera otra vez a recorrer el ruedo barbeando las tablas, ni el frio, ni el agua; no importaba más que aquella manera de torear al natural, que habla que premiar de manera que quedara patente el entusiasmo y la admiración de los espectadores, y en cuanto el toro dobló definitivamente se le concedió la oreja al diestro, y el público se echó al ruedo, y sin darle tiempo a dejar la muleta con la que acababa de escribir la página más brillante de su vida taurina, le tomó a hombros y se lo llevó en triunfo, dando la vuelta al ruedo entre una delirante ovación...

Cierro esta parte de los recuerdos con la apreciación de F. Asturias, que en el diario Ahora también del 7 de junio, relata:

…Armillita toreó ayer de un modo maravillosamente perfecto. Suave, acompasado, rítmico, tranquilo, con la conciencia de lo que hacía y con una cantidad de torero atroz. Todos sabíamos que era un buen artista; pero nunca creímos que fuera un caso excepcional. Toreó al natural y de pecho, con pases de la firma, con rodillazos, molinetes y afarolados. Tras la primera serie de naturales – entre cinco y siete, no estamos seguros – se pasó la muleta a la mano derecha, y con la misma perfección, con la máxima suavidad, ejecutó una serie de pases extraordinarios. Los altos, los de pecho, los de la firma, alcanzaron perfección semejante, una lección de toreo... Pero asombrosa... El público no cesaba de aclamarlo... Pinchó tres veces superiormente y terminó de una, llevándose el acero enredado en una venda que llevaba en la muñeca. Se le concedió la oreja, lo pasearon en hombros y así lo llevaron hasta el coche. Hay que insistir, hay que volver a Ortega. Armillita el domingo, se afilió a su escuela, echó la muleta atrás, la adelantó lentamente hasta el hocico del toro y tiró de él como el maestro de Borox. Un buen profesor para un discípulo admirable...

Como podemos darnos cuenta, la totalidad de los relatos transcritos refieren lo extraordinario del toreo al natural de Armillita, lo establecen como el eje de la faena y como el medio para despertar el entusiasmo de la concurrencia a la Plaza de la Carretera de Aragón.

Centello de la Viuda de Aleas

Habrá que hacer aquí un aparte para poder comprender a cabalidad la hazaña de Armillita. Los toros de Aleas, colmenareños, con antigüedad de 1788 y herrados al centro del costillar con el hierro del “9”, ya tenían cruces con toros de Ibarra y de Santa Coloma, pero su fama se iba apagando. Los cronistas refieren lo siguiente acerca del encierro lidiado ese día y de Centello en particular:

Federico Morena en el Heraldo de Madrid:

Resignadamente esperábamos la salida de un sexto buey, cuando nos sorprendió la presencia de un toro bravo y noble. ¡Un toro bravo y noble en una raza que creíamos totalmente extinguida! ¿A qué ascendiente – Gijón, Muñoz, Cabrera – había salido? ... Era un toro de bella lámina. Chico de armazón, pero excelentemente criado – ¿había pasado por La Muñoza? –, y recortadito de pitones. Hasta el nombre tenía de toro bravo. Se llamaba «Centello» ...

Chavito en La Nación:

De los cinco primeros toros, de Colmenar, fueron mansos los lidiadas en primero, segundo, tercero y cuarto lugar... El quinto, sin ser bravo, demostró voluntad, y le agujerearon la piel cinco veces... El sexto merece párrafo aparte, embistió a los caballos en tres ocasiones, y el presidente cambió el tercio, sin que el bicho hiciese nada feo. Este animal, llamado «Centello», negro de pelo, y marcado con el número 30, fué un toro maravilloso para los de a pie. Siempre se arrancó suave y noble, y a la muleta llegó hecho un portento. Encelado con la franela, seguía sus movimientos con docilidad de perro amaestrado, y en todas sus embestidas puso suavidad, y. en ningún momento supo cornear... Cuando las mulillas se lo llevaban al desolladero, la ovación a Armillita Chico se confundió con la que el público dedicaba al maravilloso animal...

Corinto y Oro en La Voz:

...y saltó y vino el sexto, que en sus primeras arrancadas dobló admirablemente y en el resto de su lidia desarrolló tanta bravura, tanta nobleza y tan depurado estilo de ibarreña casta, que él solo se bastó para cubrir de gloria la divisa de la vacada y desquitar al hierro de los sinsabores que lo produjeron algunos de los ya arrastrados, especialmente el que fué pasto de la pirotecnia...

Juan Reondo, en Luz:

De los seis toros de D. José García cuatro fueron mansos con inquebrantable resolución. Tiraron la cara al suelo desde el primer capotazo, se aplomaron y se defendieron. Cumplieron con acoso y se fueron sueltos; eso los que cumplieron, porque al segundo (el de mejor lámina, por cierto), enemigo de cumplidos, hubo que foguearlo... Tuvieron nervio y poder y estuvieron bien de presencia. El sexto tomó bien la muleta, y el primero la hubiera tomado si se la hubieran ofrecido...

Como podemos ver, Centello salvó in – extremis una mala tarde para sus criadores y también nos refleja el hecho de que Armillita estaba en horas bajas, anunciado en un cartel veraniego y con un encierro de pocas garantías. Sin embargo, los toros en ocasiones sacan el fondo de casta y bravura que genéticamente tienen y permiten la realización de faenas trascendentales, como esta que hoy intento recordar.

El cierre de un círculo

El Maestro Armillita, me consta, porque se lo escuché en persona, recordaba esta faena, junto con la del toro Clavelito de Justo Puente en Barcelona y otra al toro Mocito, un ensabanado de Juan Pedro Domecq en Bilbao, como una de las más acabadas de las que realizó en su carrera, aunque lo contaba siempre con un dejo de desilusión, porque decía que aunque se le reconocía haber hecho algo que no tenía antecedente, a su apoderado Domingo González Dominguín, solo le fue posible ajustarle 22 contratos esa temporada, aunque también con justificado orgullo señalaba que entre 1933 y 1935, fue él matador de toros que más toreó en España y en México, un caso que difícilmente podrá ser igualado.

La unanimidad de las crónicas transcritas se concentra en el hecho de que Armillita adelantó la muleta, y, “quietos los pies”, moviendo uno solamente para cargar la suerte cuando el toro metía la cabeza en el engaño…, lo que significa, en las palabras de Federico Morena y de F. Asturias arriba citadas, que “tiraba del toro”… Esa forma de ejecutar las suertes para ligarlas en series por lo visto no era frecuente en esos días por los ruedos, pero la inteligencia del Maestro le dejó claro que, para entretejer series de muletazos, requería de fijar la atención del toro y ya cuando éste arrancaba, tener la facilidad de templar sus embestidas.

Esa forma de hacer el toreo entusiasmó a la crítica y a la afición que fue a los toros en la plaza de la Carretera de Aragón ese lluvioso domingo, pero veremos el día de mañana, porque estas notas se empiezan a extender de más, que pese a la rotundidad que dejó patente, no satisfizo a todos.

Aviso parroquial primero: Los resaltados en las crónicas transcritas son obra de este amanuense, pues no constan así en sus respectivos originales.

Aviso parroquial segundo: Hace trece años publiqué una primera versión de estas notas, consultable aquí


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