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lunes, 25 de abril de 2011

La Feria de San Marcos y su actual estructura a 40 años vista, IX

25 de abril de 1971: Manolo Espinosa se inspira y se lleva el Escapulario de Oro de San Marcos


De izquierda a derecha: El ganadero Suárez del Real, el
empresario Guillermo González, el Maestro Armillita y
Manolo Espinosa (Foto: Archivo Carlos Meza Gómez)



La noche del 8 de abril de 1967, en la Plaza México, Manolo Martínez lidió el último toro de la corrida del Estoque de Oro, trofeo que se consideraba ya en la posesión de Raúl Contreras Finito, por su faena al quinto de ese festejo, Lobito, que como todos los del encierro fue del Ingeniero Mariano Ramírez. Ese sexto toro se llamó Catrín y ante él, Manolo Martínez salió a defender su interés de aspirar a la cabeza de la torería mexicana, realizó una de las grandes faenas que acabaron consagrándolo como un torero de esa plaza y terminó por llevarse el dorado alfanje a despecho del triunfo del malogrado diestro de Chihuahua.

Este 25 de abril de 1971, una historia similar se produciría en Aguascalientes. Para el día del Evangelista se anunció la corrida en la que ante toros de Suárez del Real, Alfredo Leal, Joselito Huerta, Finito, Manolo Martínez, Jesús Solórzano y Manolo Espinosa se disputarían el Escapulario de San Marcos, trofeo que durante el boom de la vitivinicultura en nuestro Estado, una casa de estos géneros, obsequiaba al triunfador de este festejo, que se formaba con las principales figuras anunciadas en el serial.

Lo sucedido en esa corrida se relató por don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro del día siguiente de esta guisa:


A Fermín Espinosa ‘Armillita’ que en el ruedo ennoblecido ayer por el toreo de ambos Manolos, dejó escritas antaño, muchas jornadas de gloria.


Fue a partir del cuarto burel que la tónica del festejo señaló un ‘crescendo’ que más tarde culminaría en el diapasón triunfal que iba a subsistir hasta el final y a Manolo el de Monterrey correspondió iniciar ese ritmo ascensional…

¿Estaría ya el trofeo en poder de Manolo Martínez? ¡Pues no señores, que voy a hacerlo mío; aquí estoy yo!, preció Manolo Espinosa a través de su actuación desde el lance inicial a pies juntos, hasta la estocada mortal con la que fulminó al nobilísimo ‘Abrileño’.

¡Qué bella lección de arte y torerismo de este Manolo! Y, a la vez, ¡cuánta riqueza de matices y qué insospechada cornucopia de remates y adornos, en el curso de una faena en la que el clasicismo más estricto hermanábase con los momentos de la súbita inspiración del orfebre.

Ah, Manolo Espinosa, hijo y nieto de toreros y gran torero también tú. ¿Cómo pudiste privar a la afición, durante tanto tiempo del ingente caudal de arte que llevas contigo? Olvídate en buena hora del restirador y de la regla de cálculo y date a lo que ha sido la vida y honra de los tuyos, porque eres torero y de los buenos, como a voz en cuello lo proclamó la plaza, cuando tras de fulminar a ‘Abrileño’, con las orejas y el rabo de este recorrías una y otra vez el ruedo acompañado en tu apoteosis por tu ilustre padre, por el ganadero y por Guillermo González, afortunado promotor de estos festejos. Y lo proclama también el trofeo que, por aclamación, te fue entregado al final de la corrida…


Manolo Martínez le había cortado el rabo al cuarto de la tarde y se daba por descontado que el Escapulario era suyo, pero como le sucedió a Finito algo más de cuatro años antes en la corrida del Estoque de Oro, ahora sería el de Monterrey el que vería su suerte cambiar de rumbo en el toro que cerró plaza y el trofeo en disputa acabar en las manos de uno de sus alternantes, en una de las tardes más destacadas de la historia reciente de nuestra feria de abril.

Necesaria aclaración: Este mismo texto lo había publicado hace exactamente un año. Como por aquí decimos, se me fueron las cabras al monte y no me di por enterado en ese momento de este aniversario que ahora intento conmemorar. De cualquier forma, para su orientación, la publicación anterior se encuentra aquí.

domingo, 24 de abril de 2011

La Feria de San Marcos y su actual estructura a 40 años vista, VIII

24 de abril de 1971: Corrida de expectación…

La cuarta corrida de la Feria de 1971 era la del cartel más redondo del serial. Comprendía el mano a mano entre las dos principales figuras de nuestra torería y el encierro a lidiarse provenía de una de las ganaderías que en ese momento era la que tenía, junto con su hermana gemela Torrecilla, la cabecera en la preferencia de los más importantes diestros de la baraja taurina nacional.

Habida cuenta de que Antonio Lomelín, Eloy Cavazos y Curro Rivera hacían campaña en ruedos españoles en esos días, no era posible ofrecer aquí en México una confrontación más atractiva que la de ese 24 de abril, en la que por una parte, participaba el torero veterano, deseoso de sostener su categoría y por la otra, el joven que venía empujando con fuerza y con el interés de quedarse en la cima y con el mando de las cosas aquí.

En esa forma lo planteaba la información previa a la corrida, aparecida el mismo día de esta, en El Sol del Centro, que en lo esencial dice:

Es el mano a mano que ha causado una verdadera expectación y una carretada de comentarios respecto a quién pueda resultar el triunfador de la tarde porque, tanto Manolo, como Joselito tienen aptitudes sobradas y, si acaso el éxito le ha sonreído hasta ahora al regiomontano, no es menos cierto que el León de Tetela, llega dispuesto a hacer valer su jerarquía y a evidenciar su experiencia y el por qué de sus crecientes triunfos (...) Finalmente, en la temporada de feria hacen su presentación los bureles de Dn. José Julián Llaguno, de magnífica estampa y con suficientes kilos en los costillares que acusan la bravura que ya son tradicionales en ese hierro y con los cuales, los aficionados pueden vivir la mejor corrida de la Feria Nacional de San Marcos, que está en pleno clímax.

Pero hay una expresión manida que dice que llega el toro y todo lo descompone y todavía otra, que sirve de cabeza a esta entrada, que sentencia que una corrida de expectación, es corrida de decepción. Y eso fue lo que nos quedó al salir de la plaza a los que asistimos a los toros ese 24 de abril de hace 40 años. Por su interés, transcribo íntegra la crónica de don Jesús Gómez Medina, aparecida el 25 de abril de 1971 en El Sol del Centro, que puede dejarles más claro lo sucedido, que cualquier cosa que yo pueda decirles:

La corrida de ayer no justificó el entradón 

Una oreja a Huerta, 2 medias verónicas de Manolo y un encierro chico y débil 

La monotonía es el gran mal del toreo moderno. Una de sus lacras más características. 

Otros podrían serlo – en realidad lo son – el becerrismo, el afeitado... 

Pero, concretamente, hoy en día las faenas pecan de falta de variedad. Suelen reducirse a series alternadas de pases por abajo, con la izquierda, luego con la derecha y de nuevo con la de cobrar. 

Ciertamente el toreo por abajo puede conceptuarse como la más alta expresión del toreo de muleta, una vez que el descastamiento de las ganaderías dejó ya fuera de uso aquellas faenas de dominio, verdaderas luchas de poder a poder entre el poderío del astado y la sapiencia, el valor y la eficacia del torero; faenas en las que la emoción ocupaba el sitio propiedad hoy de un esteticismo decadente. 

Sí; el toreo por abajo con la muleta puede ser, en la actualidad, una bella manifestación plástica, despojada, por otra parte, del condimento de la emoción a la que ahuyentaron de los ruedos la falta de edad y de fuerza de los bureles. Pero intentarlo a todo evento; con todos los toros y en todas las ocasiones puede ser inadecuado. Nos encontramos así ante esas faenas en las que los pases parecen extraídos con sacacorchos; en las que, por consecuencia, no existe la continuidad y el ritmo que avivan y mantienen el entusiasmo colectivo; faenas trazadas a retazos, luego de una porfía que, por machacona, acaba provocando el fastidio. 

Los públicos modernos, mal informados, argumentan: 

- ¡Pero si Manolete les hacía faena a todos los toros y a todos los toreaba por naturales y derechazos!... ¡Mentira!, volvemos a decir. 

Manolete, merced a su genio, acertó a suponer que situándose más cerca, obligaría a pasar a toros que, en otras condiciones, “antes de él”, no pasarían y serían tan solo materia de los trasteos de aliño, de las faenas por la cara. Pero cuando el astado decía francamente que no; cuando no existía el mínimo de posibilidades requerido, Manolete, como cualquier otro torero y más él que lo era en mayor grado que otros, apelaba también al toreo por la cara para cumplir su cometido. 

Ahora bien; al sobrevenir la innovación manoletista existían circunstancias que favorecieron su realización. España había salido apenas de una guerra que produjo una intensa sangría en su población y que originó la extinción de muchas de sus ganaderías bravas. Así, al ansia de diversión de toda etapa postbélica sumábase la carencia de toros con la edad y el peso adecuados. Se transigió, pues, en virtud de las circunstancias, con el novillo adelantado, escaso en años y en kilos. 

Y apareció también el afeitado sistemático. Y comenzó a hablarse del “hombre del saco”. 

Y, finalmente, quedó sembrada la simiente de lo que ahora cosechamos. 

Cinco lustros después... 

Hoy, a la vuelta de casi treinta años, asistimos, quizás, a la etapa preagónica del espectáculo taurino. Los toros son más chicos que nunca y también más faltos de fuerza que nunca lo fueron, en tal grado que la suerte de varas está a punto de desaparecer, por innecesaria. 

El descastamiento de los astados, producto del trasiego de sangres y la multiplicación de las vacadas, nos ofrece actualmente la penosa escena del utrero cebón, que dobla dulcemente los remos ante el primer lanzazo. 

Y esto, ¿cómo remediarlo? Porque también en España afrontaron a la fecha este problema. ¿Cómo, pues, refrescar y avivar la sangre de las ganaderías bravas, que mueren paulatinamente víctimas de un implacable linfatismo? 

¿Y cómo reinfundirle a la fiesta la emoción, piedra básica del espectáculo? 

Nos encontramos, pues, ante el grave riesgo de asistir, incapaces de remediarlo, al lento pero implacable derrumbamiento de la que se llamara la más bella de todas las fiestas; que, quizás, antes de morir, a semejanza del astro rey, nos regala con sus más bellos fulgores, si bien, desprovistos ya del calor que sólo da el mediodía... 

Lo ocurrido ayer 

El mano a mano de Joselito Huerta y Manolo Martínez, que se desarrolló ante un entradón formidable, fue en buena parte una copia de los festejos anteriores; seis bureles escasos en edad y respeto, unos en mayor grado que otros y dos toreros empeñados en eslabonar series de naturales y derechazos a cada uno de sus tres enemigos.”

Después de lo relatado por don Jesús, creo que huelga cualquier comentario. Hasta mañana.

viernes, 22 de abril de 2011

La Feria de San Marcos y su actual estructura a 40 años vista, VI

22 de abril de 1971: El primer gran lleno y orejas para todos

La segunda corrida de la Feria de San Marcos de hace cuatro décadas también se celebró bajo la luz de las candilejas. El cartel tenía como incentivo la presentación del León de Tetela y del chihuahuense Raúl Contreras Finito, a más de la repetición de Manolo Martínez, que venía como triunfador del festejo con el cual se inició el ciclo. El encierro provenía de la ganadería zacatecana de don Jesús Cabrera, la que fuera originalmente formada por el torero de Monterrey Lorenzo Garza, con lo más selecto de los ganados de San Mateo en los días de don Antonio Llaguno.

La nota previa a la corrida, aparecida el día de su celebración en El Sol del Centro, refiere en su médula lo siguiente:



Segunda corrida nocturna con 6 cromos de Dn. Chucho Cabrera 

Arribamos a la parte central de la Feria. Desde hoy y hasta dentro de una semana, la escala de la alegría señalará un continuo crescendo, que alcanzará su ápice el día 25, para declinar paulatinamente más tarde (...) Hoy por la noche, segunda corrida de feria. ¡Y con qué cartel, amigos! Presentación de Joselito Huerta, el admirable torero poblano, en la cima de su madurez, en la plenitud de su arte, y de su torerismo... Reaparece el reinero Manolo Martínez, cuando los lauros ganados tan en buena lid el pasado día 18 conservan plenamente su lozanía (...) Se presenta también, Raúl Contreras “Finito”, el torero de Chihuahua, poseedor de un arte recio, viril, enterizo, como si lo hubiese forjado con el metal y el basalto de sus ariscas serranías norteñas (...) ¡Ah!, pero además, está el encierro de Don Jesús Cabrera, ganadería postinera, si las hay. Formada con la flor de la vacada sanmateína, después de pertenecer a su fundador, Lorenzo Garza, pasó a las manos de Chucho Cabrera, tan buen aficionado como entusiasta ganadero, que ha logrado hacer de ella una de las más solicitadas por los toreros y públicos (...) El encierro que va a ser lidiado este día, arrojó, al salir de la hacienda, un peso promedio de 430 kilos. Y está además en el tipo de la casa...

De lo que sucedió en la corrida, da cuenta don Jesús Gómez Medina, quien con extraordinario gusto, pero con emoción, narra lo que quizás se pueda considerar la primera faena extraordinaria realizada en este tipo de ferias en Aguascalientes y que fue la realizada por Manolo Martínez al sexto de la función. Sin más, les dejo con lo medular de la narración de don Jesús:

¡El sentimiento del toreo! ¡Ah!; cómo constatábamos su existencia en carne propia mientras Manolo Martínez toreaba de muleta al sexto. ¿Quién, entonces, pudo sustraerse a la emoción que, desprendiéndose de la arena, inundaba luego el graderío hasta formar la fusión plena entre los enfebrecidos espectadores y el torero que majestuosamente oficiaba en el altar del arte? 

Recordemos la escena: un toro cárdeno, tirando a veleto, que en el primer tercio no se dejó torear, habiendo desarmado inclusive, al de Monterrey; un toro que aceptó dos puyazos peleando tan solo regularmente. Y nada más. Pero fue a él, muleta en mano, Manolo Martínez, le pisó el terreno, lo consintió, lo aguantó y la faena comenzó a brotar de lo que, aparentemente era la nada. Y surgió el toreo grande, como brota también el cante grande de la garganta de un cantaor en trance. 

Y los muletazos que comenzaron siendo intrascendentes, muy pronto adquirieron el empaque y la brillantez de los lances de excepción. Y las series fueron encadenándose. Y el torero, entregado plenamente a la realización de la faena, fuéla sintiendo cada vez con mayor intensidad; y al saborear su propia obra, al gustarse él mismo toreando, acabó envolviendo en el mismo alud emocional a los espectadores, a la plaza entera. 

¡Ah!: y cómo dilató entonces Manolo la trayectoria de los muletazos, como si pretendiese prolongar la duración de la caricia que había llegado a ser su muleta: ¡tal era el temple exquisito, el mimo con que la manejaba! ¡Y de qué manera, al ahondar en su propia emoción, provocó el brote del sentimiento multitudinario, para formar de esta manera el marco incomparable de las grandes jornadas del toreo! 

Entre tanto, Manolo continuaba su obra, seguía toreando. Con la derecha y también con la izquierda; derechazos, naturales, de pecho, un abanico caricioso. Y entre otros adornos, un molinete estatuario, piramidal. La estocada y la apoteosis. Las dos orejas. Las vueltas al ruedo a hombros de los más decididos. El triunfo total, en suma. El triunfo del sentimiento del toreo. 

Lucida reaparición de Huerta 

Que Joselito Huerta es un señor torero, lo saben de sobra los aficionados. Un torero que, además, es dueño de un pundonor extraordinario (...) En el cuarto surgió el torero magistral, cuya muleta resulta lección de diáfana eficacia para todo burel. Fue así como Huerta, pisando el terreno de su enemigo, aguantando quietamente sus embestidas y templando y mandando como lo que es: un torero, llevó a cabo un meritísimo trasteo a base de pases en redondo con una y otra mano, precursores de adornos varios y ceñidos; y rematado todo con tres cuartos de estoque en el sitio debido. Gran ovación, la oreja del de Cabrera y la vuelta al ruedo. 

Otra oreja para Finito 

Incrustado a última hora en el cartel para salvar la irresponsabilidad del hispano Bernadó, Raúl Contreras justificó su inclusión realizando una aplaudida faena a su primero. Constó ésta, como es de rigor en estos tiempos, de varias tandas de pases naturales y también de derechazos, con algo de rapidez, pero imprimiendo a las suertes la vistosidad y la alegría que son, también, condimento del toreo. No faltó desde luego, el capítulo de adornos, entre el palmoteo del respetable. 

Y cuando concluyó “Finito” con una estocada honda en sitio mortal, sonó fuerte la ovación, salieron los pañuelos en solicitud de la oreja que la autoridad otorgó, aunque “Finito” hubiese exhibido en sus manos ambos apéndices auriculares, con disgusto de la parroquia, que lo obligó a tirarla, mientras realizaba el primero de los dos recorridos por la arena (...) El encierro de Cabrera, terciado y sin mucha alegría, si bien exhibiendo gran docilidad. El de mayor respeto, el sexto. La entrada fue un lleno total.

Como podemos ver, la noche fue hasta cierto punto redonda, pues los tres toreros realizaron obras que calaron en los tendidos. El único pero que se puede poner a los sucesos de aquél 22 de abril, es lo que narra en las últimas líneas de su crónica para El Sol del Centro don Jesús Gómez Medina, la presencia de los toros, pues de ella se observa que fueron de poco respeto, un mal que se arrastraría por estos pagos durante muchos años y que seguirá apareciendo con más frecuencia de lo que se desea. Más así ocurrieron los hechos y de esa manera se los expongo. Hasta mañana.

lunes, 18 de abril de 2011

La Feria de San Marcos y su actual estructura a 40 años vista, V

18 de abril de 1971: Cortando tres orejas, Manolo Martínez se alza como el triunfador de la primera corrida de feria

Pese a ser domingo, para incrementar el atractivo del inicio de la feria taurina de hace 40 años, Guillermo González Muñoz propuso una corrida nocturna como arranque del serial. Los toros seleccionados para ese efecto fueron de don Valentín Rivero Azcárraga (Valparaíso) y la terna encargada de hacerles frente se integró por Alfredo Leal, Manolo Martínez y Jesús Solórzano, quienes ante una buena entrada en el tendido de sombra y un gran lleno en el que tradicionalmente es el de sol, dieron inicio a una Feria de San Marcos que marcaría un cambio de rumbo definitivo en la manera de hacer las cosas para los empresarios taurinos de México.

Aunque la entrada pareciera no reflejarlo, el festejo generó expectación, en nota aparecida en El Sol del Centro, el mismo día de su celebración, se hacía notar lo siguiente:


Hoy la primera gran corrida de Feria
Manolo Martínez, Alfredo Leal y Solórzano se las verán con un precioso encierro de Valparaíso 
Con una auténtica euforia taurina, el Coso San Marcos abre sus puertas hoy por la noche para recibir a los aficionados que ávidos de emociones, acudirán a presenciar la primera corrida nocturna de la Feria Nacional de San Marcos, con un cartel lleno de atractivos por la actuación de varias de las principales figuras como lo son, indudablemente, Manolo Martínez, Alfredo Leal y Jesús Solórzano, quienes despacharán un magnífico encierro de seis ejemplares de la prestigiada ganadería zacatecana de Valparaíso... 
Toros de reserva 
Considerando la categoría de la corrida de toros de esta noche, don Valentín Rivero, propietario de la ganadería de Valparaíso, ha dispuesto enviar tres toros de reserva para que la afición tenga plena garantía de que sus toros responderán en la pelea, demostrando con ello su profesionalismo y la importancia que concede a preservar la fama de que goza la ganadería zacatecana.

¿Qué sucedió en el festejo? De la relación escrita por don Jesús Gómez Medina para el diario El Sol del Centro y aparecida al día siguiente de la corrida, extraigo lo siguiente:

TRES OREJAS A MANOLO EN SU DEBUT 

Gran faena de Solórzano malograda con el acero. Alfredo Leal, discreto 

Alfredo Leal, entre tanto, no pudo sino exhibir su bien hacer de manera ocasional. Porque sus tres enemigos – regaló uno, el séptimo – más que del toreo eslabonado, por abajo, tan grato a los públicos de hoy, requerían de la destreza del lidiador que, ciertamente, encontraron en Leal, que no en balde, es un torero cabal... anticipemos desde ahora a fin de que los aficionados calibren mejor lo realizado por los espadas, que los de Valparaíso no fueron un dechado de bravura. Por el contrario, varios de ellos mansurronearon de principio a fin, buscando el alivio de los tableros. Hubo otros, como el cuarto y el quinto, con genio, que trataron siempre de hacer presa en el torero... El mejor en cuanto a estilo y docilidad fue el octavo, que hubiera lucido más si lo pican y lidian en mejor forma. 

El triunfador 

Sí, indudablemente lo fue Manolo Martínez. Su madurez, el sitio que tiene ante los bureles quedaron puestos de relieve desde el primero momento: desde que, con sabios capotazos se apoderaba de su primer enemigo para terminar lanceándolo en forma espléndida por el lado izquierdo. El de Valparaíso terminó defendiéndose, buscando el alivio de los chiqueros. Pues bien; allí fue Manolo y precisamente en tal sitio le cuajó un trasteo mandón, poderoso, obligando al mansurrón y haciéndolo pasar en derechazos de recto trazo; erguido, sintiendo y haciendo sentir la hondura de un arte en el que las más puras esencias del toreo se complementan con una madurez tan lograda, con un aplomo de figura cumbre de la torería... Y en el quinto, todo lo anterior llevado a planos superiores aún, el arte y el temple y el mando de Manolo Martínez sublimados, consiguiendo transformar en dócil instrumento de su gran triunfo a un astado que, momentos antes, aparecía insumiso y fieramente hostil. ¡Prodigios del torerismo! ¡Maravillosos efectos de tener “sitio” en los ruedos! Y la locura en los tendidos...

El arte y la clase de Solórzano 

Hasta que salió el octavo, segundo de obsequio, la actuación de Solórzano no había tenido otros períodos lucidos que un lance a pies juntos y la media verónica del tercero... Pero ya está aquí el octavo, más terciado que sus hermanos. Una verónica a pies juntos, de clara ejecutoria solorzanista, y en otro sitio, el lance al natural, abierto el compás, con ritmo y sabor. Y una media verónica que fue un remoto trasunto de la de “Redactor”. Luego un tercio de banderillas accidentado por las deficiencias peoneriles, en que hubo un par, el primero de los que clavó Chucho, de exquisita ejecución y superior colocación. Y una faena brindada a todo el pópulo, iniciada con pases por alto, positivamente estatuarios, a los que se sucedieron las series de derechazos de longitud excepcional; tirando su embestida y ligando el toreo como toda una figura... Adornos mil. Las ovaciones y la música. El triunfo, en suma, ya casi en la espuerta. Pero, al prolongar la faena, el toro empezó a defenderse y necesitó Chucho de tres pinchazos antes del espadazo final. La última ovación de la jornada nocturna acompañó a Solórzano en su recorrido por la arena...

Como se puede deducir de lo escrito por don Jesús Gómez Medina, un Manolo Martínez arrollador estaba dando consistencia a la experiencia que hacía Guillermo González. El Príncipe del Toreo, sin faltar a su indudable categoría, solamente pudo cumplir aún regalando un toro y Jesús Solórzano por la espada, perdió la oportunidad de salir también en volandas del Coso de la calle de la Democracia junto con quien ya se perfilaba como el mandón de las cosas de los toros en este país.

Tras de este festejo, habría un paréntesis de tres días, para dar paso a cinco corridas seguidas, del 22 al 26 de abril, fecha en la que se verificaría la despedida del último gran ídolo que ha tenido la afición de Aguascalientes, El Volcán Rafael Rodríguez.

De lo sucedido en esos festejos, espero darles cuenta en su momento. Hasta entonces.

Prudente aclaración: Este año, en reconocimiento a la trascendente obra de don Guillermo González Muñoz y al 40º Aniversario de la Feria de San Marcos en su actual vertiente taurina, a diferencia de los anteriores, solamente recordaré las efemérides de las corridas del año de 1971. Ya en 2012, si hay tiempo y modo, continuaré con la manera anterior de hacer estos recuentos.

domingo, 7 de noviembre de 2010

7 de noviembre de 1965: Manolo Martínez recibe la alternativa de manos de Lorenzo Garza

Hoy hace 45 años

Imagen cortesía de Toreros Mexicanos
La corrida que da motivo a esta entrada representa el arranque del prólogo de una época de la Fiesta en México. En la entonces Plaza Monumental Monterrey – hoy lleva también el nombre del padrino de la alternativa motivo de este comentario – el último representante intermitentemente activo de la Edad de Oro Mexicana, Lorenzo Garza, cedería el testigo con el toro Traficante, número 52, de don Luis Barroso Barona, a otro torero de su tierra, quien durante prácticamente las dos décadas siguientes, asumiría el mando absoluto – para bien y también para mal – de las cosas de los toros en este país.

Manuel Martínez Ancira llegaba a la categoría de matador de toros después de haber toreado mucho en el campo y tras de una campaña novilleril que duró un año justo, con 34 festejos toreados entre el 1º de noviembre de 1964 y el 31 de octubre de 1965. No obstante, su presentación en público data desde el año de 1959, aunque la dedicación profesional abarca el periodo primeramente indicado.

Don Ángel Giacomán, por muchos años el titular de la información taurina en el diario regiomontano El Norte, realizó la siguiente crónica, aparecida el lunes 8 de noviembre de 1965, misma que transcribo en su integridad, pese a su extensión, pues deja ver, a mi juicio, la magnitud del acontecimiento y lo que significaría para el futuro del toreo mexicano. El mismo diario en la fecha daba cuenta también de los triunfos de El Cordobés y El Viti en Lima y de Víctor Quesada en Jaén.

Garza es el eje de la apoteosis en la Monterrey

Don Lorenzo, Moro y M. M., el nuevo doctor, cortan orejas

Por Ángel Giacomán

Tarde de apoteosis en la Monumental Monterrey, en la que don Lorenzo Garza cortó una oreja y dio dos vueltas al ruedo. Manolo Martínez tomó la alternativa con gran categoría cortando la oreja y fue cornado por el sexto, el testigo Humberto Moro cumplió con su lote y regaló un séptimo al que cortó un apéndice. Lástima que el coso no se llenara, como correspondía a un cartel de esa magnitud.

Decir Lorenzo es decir categoría

Desde el paseíllo hasta el final del festejo, el coso de la Monumental Monterrey se invadió de la grandiosa personalidad de don Lorenzo Garza llenando el ambiente con su categoría, que crece sin límites cuando parte plaza con la montera en la mano como lo hacen las figuras cuando se presentan en una temporada.

Maravilloso espectáculo fue ver a don Lorenzo dentro del ruedo, con paso firme pisando la arena, la cabeza levantada y la vista al frente, sin mirar abajo, como quien sabe que ha de tropezarse, porque lleva el corazón bien puesto.

Todo en don Lorenzo es categoría y con ella dio la alternativa a Manolo Martínez en el primer toro, cediéndole el lugar de honor y en una acostumbrada ceremonia en la que estuvo presente Humberto Moro como testigo, con palabras sencillas, pero dichas con la sabiduría de quien tiene andado el camino, escalando hacia la cima, le otorgó la borla de Matador de Toros.

Más don Lorenzo Garza no fue lo que muchos suponían, la figura decorativa de una ceremonia de alternativa, sino el alternante que aprieta con su sola presencia y abolengo, que ante sus toros arrancó el alarido con sus verónicas clásicas, hasta darse el lujo de dar un lance con rodilla en tierra y luego una media verónica de gran postín.

Don Lorenzo dibujó los derechazos y los naturales con esa extremura que le da la experiencia y que arrancó el olé sentido y emocionado, ligados al mismo ritmo que los muletazos, dados con maestría pero con el sello tan personal del grandioso torero.

Don Lorenzo arrolló con su grandiosa personalidad y con su torerismo dio triunfal vuelta al ruedo después de matar al segundo de la tarde y cortó una oreja del cuarto, para dar otra vuelta más y hasta en esto da cátedra, porque hacerlo como una gran figura del toreo, hace falta primero serlo, luego tener personalidad y finalmente saber andar en el ruedo.

Triunfo y cornada de Manolo Martínez

Qué agradable sorpresa nos dio Manolo Martínez al tomar la alternativa con la categoría de una figura del toreo, pesando sobre él toda la personalidad de su padrino, don Lorenzo Garza y con Humberto Moro como testigo también dotado de una gran calidad y con un sitio de torero consumado.

Desde los primeros lances para recoger al primero de la tarde, se vio seguro, sin complejos y responsable de su actuación ante el público para luego seguir con verónicas señoriales cargando la suerte, para rematar en los medios con media verónica que fue una estampa, agregando otra media rodilla en tierra y finalmente una revolera espléndida y majestuosa.

El único momento de nerviosismo de Manolo fue el de la alternativa. Al verse frente a esa institución del toreo regiomontano don Lorenzo Garza y de Humberto Moro para luego pedir la venia a la Autoridad, armar la muleta e ir a paso firme a confirmar que ya es un matador de toros.

Con ayudados por alto y uno de pecho arrancó el jaleo que perduró durante la faena, repitiéndose en cada muletazo con la derecha o la izquierda, en la que no hubo falla alguna, toda fue perfecta, ligada y señorial.

El derechazo inmenso surgía uno a uno con la solidez del que tiene el don del temple, para cuajar una de las faenas más puras que se hayan hecho en muchos años por su limpieza, por lo bien estructurada y la verticalidad de Manolo Martínez. Un pinchazo y una estocada honda que fueron suficientes para que en los tendidos flamearan los pañuelos en demanda de apéndices.

Se concede una oreja a Manolo Martínez, lo que puede traducirse en poco estimulante, puesto que a ley se ganó dos orejas, perdiendo el rabo por haber pinchado, pero la estructura de la faena y la pureza de procedimientos que merecen mucho más y cabe aclarar que no por pecar de demasiado exigentes, lindemos con la ignorancia.

El triunfo que parecía venir inminentemente redondo cuando Manolo toreaba al sexto con la muleta en maravillosos firmazos ligados con los trincherazos, doblegando la bravura inmensa del Mimiahuápam, para continuar de inmediato en derechazos de los que dos fueron estupendos, quedando mal situado para el tercero, atravesado y con riesgo de ser corneado, sin enmendarse, en un alarde de torerismo, fue cogido en forma impresionante, resultando con una cornada grande.

Don Lorenzo mata al bravísimo sexto toro, al no permitírsele a Manolo regresar al ruedo, recibiendo otra gran ovación.

Moro triunfa con un séptimo

Donde más deseos de triunfar tiene Humberto Moro, la suerte no le favorece y así, ayer se llevó el lote malo, como sí los dos únicos malos toros hubieran sido escogidos y metidos en un solo lote.

Regala un séptimo toro y con él, Humberto hace faena estupenda, jaleada, con la que corta una oreja y fue levantado en hombros.

Rinden parte médico de Manolo Martínez

Herida producida por cuerno de toro, con orificio de entrada en su cara posterior, tercio medio, muslo izquierdo, de forma multiforme, en piel que presentó a la exploración una trayectoria hacia arriba y adentro de treinta centímetros de profundidad, produciendo desgarros musculares y contusión del paquete vásculo – nervioso de la región, descubriendo el fémur. Bajo anestesia general se practicó limpieza, resección de tejidos contundidos y exploración, dejando canalizaciones. Dr. Rafael Olmos Morton.

Recapitulando

Decía que Lorenzo Garza era el último representante de nuestra Edad de Oro y que actuaba con intermitencia. Y es que entre 1958 y esta fecha de 1965 se vistió de luces 21 ocasiones, pero entre 1961 y 1965 no había actuado en festejos formales. Reapareció en Nuevo Laredo el 30 de mayo de 1965 y volvió a actuar el día de la alternativa de Manolo Martínez.

Ya solamente le quedarían dos corridas más, la del 20 de enero siguiente en León, Guanajuato, alternando con Joselito Huerta, el linarense José Fuentes y su ahijado Manolo Martínez y la de su despedida definitiva – varias veces toreó despedidas – el 20 de febrero en su tierra, alternando con Paco Pallarés y Raúl Contreras, Finito. Sus contemporáneos Armillita, Silverio, El Soldado, David Liceaga e incluso Fermín Rivera ya habían concluido sus carreras y aunque por esos días Carlos Arruza seguía en activo, lo hacía como rejoneador, ya no vestido de luces.

Alfredo Leal, Manolo Martínez, Eloy Cavazos
Julio 1968, El Toreo de Cuatro Caminos
Humberto Moro era el representante de la Edad de Plata del Toreo en México. Fue un fino torero nativo de la Linares mexicana y afincado en Aguascalientes. Por esas fechas vivía ya el tramo final de una carrera que fincó sobre la excelencia de su toreo al natural. Toreó su última tarde en la Plaza México el 31 de enero de 1971, plaza en la que recibió la alternativa veinte años antes. Joselito Huerta y Curro Rivera serían sus alternantes para dar cuenta del encierro que su amigo José Julián Llaguno le preparó para su despedida. El último toro que mató El de la Izquierda de Oro fue Durangueño y tras su muerte dio la última vuelta al ruedo vestido de seda y alamares.

El análisis de la carrera de Manolo Martínez seguirá siendo tema recurrente en esta y en otras muchas bitácoras, el espacio este día, es solo para recordar el arranque de lo que resultaría ser el inicio de una época trascendente del toreo mexicano.

domingo, 3 de octubre de 2010

1987: El Palacio de los Deportes, una feria atípica (y II)


Vista interior del Palacio de los Deportes. La imagen
pertenece a la colección de Yonezawa

Ya contaba en otro espacio de esta misma Aldea que las autoridades de la Ciudad de México anunciaron que el Palacio de los Deportes no se volvería a utilizar para un espectáculo elitista como el taurino y también decía que el tiempo demostraría que en política, como ante los toros, se vale rectificar y así, incluso con inversión gubernamental, en diciembre de 1987, el escenario cubierto volvería a ser el escenario de una feria taurina.

La explicación que se dio a la misma, fue la conmemoración del Centenario de la celebración en México de las Corridas de Toros a la Usanza Española. No me queda claro por qué se eligió el año de 1887 como el punto de partida para esa cronología, pero el entonces Departamento del Distrito Federal, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el matador retirado Curro Leal intervinieron en la organización de 7 corridas de toros, que tuvieron como aliciente la confirmación de alternativa de dos jóvenes toreros hispanos, Miguel Báez Litri y Rafi Camino y las presentaciones en ese escenario de Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea.

A diferencia de la de 1976, en esta oportunidad, la feria del Palacio de los Deportes tendría que convivir con la temporada de novilladas de la Plaza México, que celebraría sus festejos al mismo tiempo que el primero y el último de los festejos del serial palaciego y de igual forma, la televisión no estaría presente para darle difusión. Otro agregado la haría también diferir de su único antecedente y sería que los toros a lidiarse en esta oportunidad provendrían de las principales ganaderías mexicanas, cuestión que, como lo conté en su oportunidad, no sucedió en la versión anterior.

Los carteles de la feria de diciembre de 1987

Día 4: Manolo Martínez, Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea y Miguel Espinosa Armillita Chico, con toros de Tequisquiapan.

Día 5: Curro Rivera, Manolo Arruza y Miguel Báez Litri, que confirmaría alternativa con toros de Marco Garfias.

Día 6: Manolo Martínez, Francisco Dóddoli y Rafi Camino, que confirmaría alternativa con toros de Javier Garfias.

Día 10: Curro Rivera, Miguel Espinosa Armillita Chico, Miguel Báez Litri y Rafi Camino, con cuatro toros de De Santiago y otros cuatro de Tequisquiapan.

Día 11: Curro Girón, Eloy Cavazos y Manolo Arruza con toros de José Garfias.

Día 12: Eloy Cavazos, Curro Rivera y Miguel Espinosa Armillita Chico con toros de Javier Garfias.

Día 13: Manolo MartínezPedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, mano a mano, con toros de Los Martínez.

El resultado de la feria

Lo más destacado de la feria resultó en el triunfo obtenido por Litri en la cuarta corrida del serial, en la que se llevó las dos orejas del séptimo del festejo; en la oreja cortada por Eloy Cavazos al abreplaza del día 11 de diciembre y en la redonda actuación de El Niño de la Capea en el festejo final del serial.

Ricardo Colín Flamenquillo, hizo para el ABC de Madrid el siguiente balance de lo sucedido en la feria:

Terminó la feria «Cien años de Corridas en México» con un rotundo fracaso para sus organizadores y patrocinadores en el renglón económico el pasado domingo 13. El número cabalístico, que es de la buena suerte para el empresario Alfonso Gaona, de la Monumental México, resultó el del mal fario para Curro Leal y socios, que tan mal manejaron la serie de festejos del Palacio de los Deportes.

En ese antitaurino escenario naufragaron asimismo la mayoría de los ganaderos que allí jugaron sus encierros, entre ellos los muy prestigiados hermanos Garfias.

De los toreros triunfaron los tres españoles, Pedro Moya «Niño de la Capea», Miki Báez «Litri» y Rafi Camino y mantuvo con decoro su prestigio el veterano espada venezolano Curro Girón. De los mexicanos hay que destacar a Eloy Cavazos, Curro Rivera y Miguel Espinosa «Armillita Chico», en tanto que el gran fracasado, con constantes abucheos y escuchando avisos en varias ocasiones fue el regiomontano Manolo Martínez...

Por su parte, en la misma edición del ABC Litri comentaba a Luis García lo siguiente:

La última devaluación del peso mexicano, días antes de comenzar la feria, obligó a los organizadores a elevar en demasía los precios de las localidades. Había boletos, como dicen allí, que doblaban el importe de los de la Plaza México. Esta circunstancia, en unos momentos en que la economía de los mexicanos no anda muy boyante, retrajo mucho la asistencia de público...
El mismo Flamenquillo, al inicio de 1988, continuaba la reflexión en el mismo diario:

...Tras una amañada consulta popular, se promulgó un nuevo Reglamento Taurino del Distrito Federal que a nadie dejó satisfecho y que se ha aplicado caprichosamente. Con el máximo rigor en el coso monumental y saltándose a la torera muchos de sus artículos en el recientemente improvisado en el Palacio de los Deportes...

Por su parte y acerca de ese problema económico, Joaquín Vidal, antes del inicio de la feria hacía esta reflexión en el diario madrileño El País:

...En contraste con las fortunas que redondeaban las primeras figuras en sus campañas de invierno en América, donde cobraban fuertes cantidades en dólares, los honorarios que allí se pagan actualmente son inferiores a los que rigen en la mayoría de las plazas españolas. Los toreros que más altos honorarios perciben en la presente temporada americana son los flamantes matadores de toros Litri y Rafi Camino, unos 3,5 millones de pesetas cada uno, y apenas sumarán cuatro actuaciones. Dos han tenido lugar en Lima, con un resultado artístico sin relieve, y las restantes serán en el Palacio de los Deportes de México.

Litri y Rafi Camino constituyen una novedad en América y despiertan gran expectación, a pesar de lo cual sólo han podido cerrar cuatro contratos por la mencionada cantidad. En los propios cosos americanos esos honorarios eran normales para figuras tiempo atrás, y el padre de Rafi Camino, Paco Camino, los percibía hace 10 años...
Las confirmaciones de Litri y Camino

Alternativa de Litri hijo. Fotografía de Sebastián
Como en la feria anterior, se volvió a cuestionar la validez de las confirmaciones de Litri y Rafi Camino, tanto así que a éste último, cuando se presentó en la México el 7 de enero de 1990, Mariano Ramos, en presencia de Enrique Garza le cedió los trastos para pasaportar al toro Bandolero de Tequisquiapan y en el caso de Litri, también tuvo que pasar de nuevo por la cesión de trastos el 10 de noviembre de 1996, cuando Manolo Mejía, llevando de testigo a Alfredo Ríos El Conde, se los entregó para dar cuenta del toro Don Juan de Teófilo Gómez.

Reitero aquí mis comentarios a propósito de las confirmaciones celebradas en la feria de 1976 y no obsta a ellos que en ese 1987 se haya puesto en vigor un nuevo Reglamento Taurino, porque en lo esencial, el acto de la confirmación debería celebrarse en la presentación de cualquier diestro en cualquier plaza de primera categoría del Distrito Federal, sin distinción y como de nueva cuenta el cupo es el único baremo para distinguir la categoría, lo único que queda para estigmatizar las celebradas en el Palacio de los Deportes, es un purismo mal entendido.

En conclusión

El Palacio de los Deportes no ha vuelto a ser escenario de festejos taurinos. Me queda la impresión de que en ninguna de las dos ferias que en sus instalaciones se han ofrecido se redondearon todos los aspectos organizativos, así como también se dejaron demasiados cabos sueltos, pensando que el azar los pondría en su sitio.


Manolo Martínez visto por Lyn Sherwood

Otro asunto es el de los precios de acceso al escenario, que en ambos casos ha sido objeto de críticas por su disparidad con los acostumbrados en la Plaza México. Es evidente que habrá una diferencia notable de uno a otro escenario, pues la capacidad del Palacio es de menos de la mitad de lo que la México afora, pero al parecer se exageró en el sobreprecio, que no se compensó en ninguno de los casos con la calidad debida.

Por otra parte, salvo en contadas excepciones, la mayoría de la afición mexicana no se acostumbra a apreciar los toros bajo techo y esa parece ser la principal pega del asunto, porque posteriormente se reabrió ya cubierto el Toreo de Cuatro Caminos y el problema con las entradas fue similar y la objeción era esa, que el lugar era lóbrego, a pesar de que el viento y la lluvia no afectaban el desarrollo de la lidia.

Esto es algo de la historia de la última feria taurina verificada en el Palacio de los Deportes, a pesar de que se dijo en su día, de que eso ya no sucedería. Ojalá lo hayan encontrado interesante.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Leodegario Hernández y la historia de dos corridas no celebradas

Leodegario y la Monumental Jalisco

Leodegario Hernández Campos nació en Arandas, Jalisco, el 24 de enero de 1920. Se dedicó en primera instancia a los negocios relacionados con los espectáculos y entre sus aciertos notables, se cuenta el descubrimiento de Javier Solís, uno de los intérpretes legendarios de la canción ranchera mexicana, quien destacó también por sus versiones de la Suite Española de Agustín Lara, a mediados de los años 50.

Al mediar la década de los sesenta, se metió al negocio de los toros. Aprovechó la rebeldía de la generación que tomaba el testigo de los toreros de la Edad de Plata mexicana que se negaron a ser tratados como jornaleros por Ángel Vázquez y adquirió la titularidad de las plazas de toros de León e Irapuato en el estado de Guanajuato y la de Monterrey y en Guadalajara, al no poder obtener ni la propiedad, ni la explotación de El Progreso, edificó una nueva, no obstante los comentarios negativos al respecto, según lo cuenta Xavier Toscano en el diario Milenio, de la capital mexicana:

…Así fue como en Guadalajara, el arandense Leodegario Hernández llevó a cabo el proyecto de construcción de otra plaza de toros. ¡Qué barbaridad! ¿Otra plaza? Si contábamos con la querida y tradicional El Progreso, con más de un siglo de antigüedad. No obstante las trabas, y también –porque no decirlo – golpes bajos, y después de invertir muchos millones de pesos y largos meses de trabajo, consiguió llegar finalmente a su meta establecida: inaugurar su nueva plaza de toros…


Para ello, encomendó el proyecto al renombrado arquitecto José Manuel Gómez Aldana y la realización de la obra estuvo a cargo de un equipo integrado por los arquitectos Leopoldo Torres Águila, Manuel Parga y Gorki Guido Bayardo y los ingenieros Mario Quiñones, Alfonso Ortega Pérez y Mario Fernández. El nuevo coso tiene capacidad para 16,500 espectadores y se le asignó un predio de seis hectáreas.



La nueva plaza se denominó Plaza de Toros Monumental Jalisco y fue inaugurada el día 4 de febrero de 1967, un sábado con una corrida de toros, en la que se lidiaron 6 toros de José Julián Llaguno, para Joselito Huerta, Raúl Conteras Finito y Manolo Martínez. La plaza fue remodelada en 1979 y aunque hoy en día se le llama Nuevo Progreso, aunque como afirma Xavier Toscano, es una mala denominación, …pues no fue edificada ni erigida para sustituir al antiguo coso del hospicio del barrio de San Juan de Dios, que fue y será la única plaza El Progreso de nuestra ciudad…

Historia de dos corridas

En la columna Noticiero Taurino del diario El Informador, de Guadalajara, del sábado 11 de enero de 1969, aparecía la siguiente información:

...Raúl Pérez Vargas, el gerente de La Monumental de Jalisco nos informó que ya tiene todo preparado para el mano a mano entre nuestro paisano Manolo Martínez y el español Palomo Linares, corrida que deberá tener lugar el domingo 19 del presente enero...



Cuenta Guillermo H. Cantú que esa corrida se anuncia en un día libre que Palomo Linares tenía dentro de la exclusiva que le tenía firmada Diversiones y Espectáculos de México S.A. (DEMSA) para su campaña en plazas mexicanas por ese calendario. Como apuntaba en una entrada reciente, la cabeza visible de DEMSA, era Ángel Vázquez, quien en estos asuntos, consiguió algo que a veces parece imposible de lograr: unir a toda la gente del toro… ¡pero en su contra!

Ya el domingo 12 de enero de ese año, apareció en el diario El Informador el primer cartel anunciador del festejo (página 4 – B), efectivamente un mano a mano, con toros tlaxcaltecas de Piedras Negras. La empresa de don Leodegario continuó con la labor de difusión de su corrida y así, el lunes 13 volvió a aparecer otro programa difundiendo la corrida (página 8 – B) y el martes 14 aparecía la siguiente información, de nueva cuenta en la columna Noticiero Taurino:

...Mañana llegarán a esta ciudad los seis hermosos toros de Piedras Negras que el próximo domingo en la Monumental de Jalisco, lidiarán Manolo Martínez y Palomo Linares, es decir que será en Guadalajara en donde los aficionados disfrutarán del primer mano a mano entre este par de extraordinarios matadores de lo mejor de México y España... Y a propósito de Leodegario Hernández ha programado dos extraordinarias corridas en el Astrodome de Houston, una que deberá tener lugar mañana miércoles y otra el próximo domingo, figurando en ambos carteles varios famosos diestros mexicanos...


Resulta curiosa la referencia añadida que se hace a los festejos organizados por Leodegario en Houston, que en estas fechas cobra vigencia, después del fiasco que resultaron los organizados por el inefable Don – Bull en Las Vegas hace unos meses.



En esa misma fecha, es decir, el martes 14 de enero de 1969, aparecía esta información en la primera página de la sección de deportes del mismo diario El Informador:

MANOLO Y PALOMO EN LA MONUMENTAL. – Manolo Martínez y Palomo Linares, los dos diestros más interesantes de la actual temporada taurina mexicana, habrán de actuar por primera vez, mano a mano el domingo próximo en la plaza de toros monumental "Jalisco" de esta ciudad. Para dicha confrontación la empresa del coso tapatío ha escogido un arrogante encierro de la ganadería de Piedras Negras. Al día siguiente Manolo y Palomo Linares volverán a encontrarse en el ruedo de la plaza de León, Gto., pero en tal ocasión acompañados por Raúl Contreras "Finito", para estoquear toros de la ganadería de don Rafael Obregón. Manolo Martínez y Palomo Linares son esperados hoy procedentes de Caracas.


El miércoles 15 de enero, la Plaza Monumental Jalisco, volvió a anunciar su corrida con normalidad (página 7 – A), en un esfuerzo por captar la atención de la afición y de propiciar una buena entrada en la nueva plaza de toros.



El día 16 de enero de 1969, jueves, aparece por primera vez un anuncio de que también en El Progreso se llevaría a cabo un festejo el domingo 19. Se anuncian toros de Moreno Reyes Hermanos (la ganadería de Cantinflas), para Palomo Linares, Curro Rivera y Manolo Espinosa Armillita. El anuncio aparece en la página 10 – B del diario El Informador, exactamente abajo del de la Plaza Monumental Jalisco.

El doble anuncio se repetirá al día siguiente, viernes 17 de enero y el sábado 18, aparece en la primera página de la sección de deportes, la siguiente nota:

LOS DOS CARTELES, CANCELADOS

El debate entre las dos empresas taurinas de Guadalajara fue solucionado dramáticamente ayer con la intervención del Ayuntamiento de la ciudad, y los carteles para celebrarse mañana fueron cancelados.

Se recordará que la empresa de la Monumental de Jalisco anunció desde hace varios días el mano a mano entre el regiomontano Manolo Martínez y el íbero Sebastián Palomo "Linares".

Algunos días después, la empresa de "El Progreso" fijó en las carteleras el aviso de que el mismo Palomo "Linares" alternaría mañana en el coso del Hospicio con Currito Rivera y Manolo Espinosa "Armillita Chico".

Los aficionados, desconcertados por la dualidad de carteles, peregrinaban de una oficina a otra y en ambas se les aseguraba que sería "ahí" donde actuaría "Linares", pero los boletos no se ponían a la venta.

El Ayuntamiento de Guadalajara tomó cartas en el asunto y resolvió definitivamente el conflicto a un tiempo que ponía fin a los problemas que tuvieron que sortearse los aficionados.

Los dos cosos locales permanecerán cerrados el día de mañana y las dos empresas fueron sancionadas cada una con cinco mil pesos.

A "El Progreso" se le aplicó esa sanción por haber infringido el artículo 60 del Reglamento de Espectáculos Taurinos en el Municipio de Guadalajara, que prevé cierta anticipación a la fecha de los programas, para que los toros que vayan a lidiarse se encuentren ya en los corrales de la plaza y sean examinados para comprobar que cumplen con los requisitos de peso y edad que se encuentran en vigencia.

A "Espectáculos de Occidente" S.A., empresa que maneja a la Monumental de Jalisco, se le aplicó la misma sanción por no haber presentado las pruebas suficientes de que tenía debidamente contratados a los espadas que anunciaba.


A mi juicio, la decisión salomónica que tomó el Ayuntamiento de Guadalajara terminó por favorecer a la empresa de El Progreso, que a todas luces pretendió sabotear la corrida que con una anticipación más que debida, había anunciado la empresa de la Monumental Jalisco y todo ello, a causa del hecho de que se emparejaba en competencia a uno de los toreros más atractivos que tenía DEMSA bajo su férula, con el torero más atractivo que se había negado públicamente a actuar en las plazas que esa empresa controlaba mientras Ángel Vázquez estuviera al frente de ella, es decir Manolo Martínez.

Pero, como lo deja claro el redactor del Noticiero Taurino de la fecha en la que se debieron de celebrar los festejos, la perjudicada al final del día, resultó ser la afición:

En efecto: se repitió la historia del perro y las dos tortas. Los aficionados bizqueaban por la dualidad de carteles anunciados en Guadalajara, ambos con el torero de moda, Sebastián Palomo "Linares". Cuando más caliente estaba el asunto, las autoridades civiles municipales, reglamentos en mano, dieron la puntilla al jaleo. Conclusión: ayuno obligatorio para los taurinos de casa...


El asunto se saldó con publicaciones de las empresas involucradas y del Ayuntamiento de Guadalajara. La empresa de don Leodegario ofreció dar a conocer públicamente las maniobras urdidas en su contra para reventar su corrida, cosa que según lo que pude ver en la hemeroteca, acabó por no hacer, pero descubro que este golpe bajo si hizo mella en su ánimo, pues al poco tiempo, se fue de los toros, para siempre.



El anuncio de la suspensión por parte del Ayuntamiento



La justificación de la empresa de El Progreso



El anuncio de la Monumental Jalisco



El efecto Leodegario

Leodegario Hernández impulsó con decisión las carreras de toreros como Raúl Contreras Finito, Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Mauro Liceaga y Fabián Ruiz y otros como Manuel Capetillo y Jaime Bravo se unieron a su esfuerzo. Como señalaba hace unas líneas, para llevarlos adelante en una situación en la que una empresa de gran tamaño controlaba las principales plazas de México les tenía cerrado el paso, compró unas plazas de importancia y edificó otra, con la finalidad de tener los escenarios adecuados para promover a esos toreros que en un gesto de rebeldía, prefirieron mantener su independencia profesional a la comodidad de pertenecer al establishment como los hijos de los viejos maestros en los casos de Manolo Espinosa Armillita y Curro Rivera.

Leodegario Hernández, hastiado de recibir puñaladas por la espalda – como la del caso que motiva esta entrada – acabó por dejar el negocio de los toros en el año de 1971. Vendió sus plazas al grupo que resultaba ser su competencia y se convirtió en un espectador ocasional en los tendidos. Falleció el día 22 de enero de 1987, un par de días antes de cumplir sesenta y siete años de edad.

domingo, 16 de agosto de 2009

16 de agosto de 1996: Réquiem por dos figuras

Recapitulación

El obituario taurino de 1996 llevó muchos nombres, algunos linajudos, ilustres y otros no tanto, pero al fin y al cabo, conspicuos habitantes de la Aldea de Tauro. Unos habían obtenido tiempo atrás su nicho en el recinto de los inmortales, accediendo a él por la puerta grande, en hombros del recuerdo de los aficionados y otros lo hicieron por la angosta puerta del sepulcro, pero como gente en esto del toro, tendrán siempre su sitio en nuestra memoria de aficionados y nos harán falta, como todos los que se van. Ese obituario nos recordará lo que el Padre Ramón Cué ha dicho con relación a la presencia de la muerte en los ruedos, indicando que es parte de un juego de tres y que pisa el terreno del toro y el del torero también.

Manuel Martínez Ancira

Soy y seré siempre martinista. Lo he sido desde hace casi cuatro décadas. Desde aquél 5 de febrero de 1973, cuando en un mano a mano con Palomo Linares, en la centenaria Plaza de Toros San Marcos, el torero nacido en Monterrey – también tierra de califas –, demostró a propios y extraños, a istas y antis, que era él quien mandaba en el ruedo y frente al toro y que para ganarle las palmas, se necesitaba mucho, mucho mas de lo que los demás toreros del momento podían ofrecer.

A partir de esa tarde, se sucedieron para mí las experiencias de ver a un Manolo Martínez pletórico de facultades, salvando cuanto obstáculo se ponía en su camino y así se sucedieron las tardes como las de Teniente, Tejoncito, Carranqueño, Gotita de Miel, Voy Contigo, Amoroso y Toda una Época, toro con el que concluyó la primera etapa en los ruedos de la última gran figura del toreo que ha surgido en México.

Después del paréntesis de poco más de cuatro años que hizo en su carrera, le vimos regresar disminuido físicamente, pero mas asolerado en su toreo y quedaron dos faenas para la memoria colectiva; la de El Tigre de Los Martínez, con la que obtendría el centésimo rabo otorgado en la Plaza México y aquí en la Monumental Aguascalientes la realizada a Lebrijano, de José Garfias, calificada en su oportunidad por don Jesús Gómez Medina como la faena de muchas, pero muchas ferias. Esta fue su última gran obra en nuestra tierra y era recordada con emoción por el torero por considerarla como el compendio total de su tauromaquia.

Dejó de actuar en los ruedos, pero no se retiró de los toros, pues se dedicó a criar toros bravos y a promover jóvenes aspirantes a toreros, dejando encaminados a varios de ellos, con la posibilidad de ser alguien en los ruedos, llegando en su día hasta la alternativa alguno de ellos.

El 16 de agosto de 1996, Manolo Martínez dejó este mundo, legando a la fiesta una historia de realizaciones, en las que su carácter y poderío, siempre dejaron constancia de que se trataba de un grande, de un inolvidable de los ruedos.

Francisco Madrazo Solórzano

Él es otro que ingresó a la inmortalidad mucho antes de rendir tributo a la madre tierra. Ganadero por convicción y por linaje, don Paco Madrazo continuó hasta donde los imponderables se lo permitieron, con una tradición iniciada por sus mayores en los albores de la pasada centuria.

La Punta es un nombre que mientras haya fiesta de toros, estará indisolublemente unido a la grandeza de esa fiesta. El hablar de la familia Madrazo, siempre llevará a recordar al toro, al animal de hermosa estampa, con sus cuatro años largos, sus astas íntegras, arrogante, poderoso, en suma; el paradigma del toro de lidia.

Don Paco Madrazo fue el último responsable de dirigir los destinos de la que fuera en su día la ganadería de toros de lidia más larga del mundo, tanto en extensión territorial como en número de reses. Tuvo en su haber la crianza y preparación de la corrida más grande en peso que se haya lidiado en plaza alguna de la República y el haber mantenido en México en pureza, un encaste (ParladéCampos Varela), diferente al que la mayoría de las ganaderías mexicanas se han acogido.

Una mal entendida Reforma Agraria primero y la preferencia de los mandones por otro tipo de toros después, fueron haciendo a La Punta a un lado de los carteles, pero todavía al conjuro de su nombre, las plazas se seguían llenando, como aquél 2 de mayo de 1991 – última vez que don Paco lidió en Aguascalientes –, fecha en la que el Coso de la Calle de la Democracia, al solo anuncio de los punteños, se llenó hasta la bandera, recordando hazañas realizadas a la par de nombres de toros como Judío, Peinero, Candilejo, Pizpireto, Africano, Pituso, Nicanor, Urraco o Faraón que son varios de los que edificaron la historia y la leyenda de esta importante casa ganadera. (Hoy se lidian toros con la misma denominación, hierro y divisa, pero de origen genético y titular diferente)

También el 16 de agosto de 1996 dejó de existir este hombre que dedicó su vida a la fiesta de los toros, a la más bella y grande de las fiestas, que en esa fecha, ha perdido a dos grandes, que jamás serán sustituidos.

Aldeanos