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domingo, 4 de agosto de 2019

Detrás de un cartel (XII)

Antonio Toscano es un torero que poco resuena en los anales de la historia a pesar de que en su tránsito por los ruedos tuvo jornadas brillantes. Aunque Alfredo Marquerie, crítico de El Ruedo lo describe como alto y desgarbadote, de lo que he podido leer en la prensa de su trayectoria, hoy le conceptuaríamos como un torero de pellizco, de esos que hacen las cosas con finura.

Nació en la Guadalajara mexicana el 14 de enero de 1918. Se presentó como novillero en el Toreo de la Condesa el 27 de abril de 1941, para enfrentar novillos de Santín alternando con Ángel Procuna y Manuel Gutiérrez Espartero. En su ciudad natal, debutó el 12 de abril de 1942, formando terna con Nacho Pérez que también se presentaba y Juan Estrada, para lidiar novillos hidrocálidos de Peñuelas. Ese año del 42, don Nacho le vio posibilidades y lo programó tres tardes más, en las que compartió cartel con toreros como el infortunado Félix Guzmán, Luis Procuna o Gregorio García

Marcha a España en el año de 1945 una vez arregladas las relaciones taurinas hispano – mexicanas y logra presentarse en Madrid el jueves 10 de mayo de ese año, alternando con Rafael Llorente y José Catalán en la lidia de novillos de Pérez de la Concha y de su actuación escribió Giraldillo que su presentación hizo concebir grandes esperanzas… Tanto diría yo, que le repitieron en la fecha que me motiva a escribir estas líneas.

Para el domingo 5 de agosto de ese mismo 1945 se anunciaron novillos – desecho de tienta y defectuosos – de José María de Soto para Antonio Toscano, Manolo Navarro y Luis Álvarez Andaluz. Un festejo que como veremos enseguida, fue accidentado y en el que, la diosa fortuna estuvo del lado de Antonio Toscano.

Inicia la crónica de Giraldillo, aparecida en el ABC de Madrid del 7 de agosto siguiente al del festejo, con esta reflexión:
Novillos fogueados ...Y no era preciso hallarse en posesión de don profético para asegurarlo con éxito desde el día en que se fijó el cartel. De los cinco novillos que se jugaron pertenecientes a la vacada de Soto (López Plata), tres fueron fogueados, y el sexto lo hubiera sido también, a no volver a los corrales... ¿Cabe mayor proporción de mansos? El primero, que tomó cuatro varas, derribando a los jinetes en tres de ellas, dio mala lidia a la gente de a pie. Únicamente el torillo cuarto fue pasable. Y con estos mansos se presentaron tres novilleros de categoría. Tan de categoría y de interés para los aficionados, que se registró una entrada muy buena a pesar del calor y del insoportable bochorno. Ni Toscano, ni Manolo Navarro, ni Luis Andaluz podían ignorar que habían de vérselas con ganado de poca casta. Ni ellos, ni sus apoderados. Venían a correr un albur, que se presentía desfavorable, y lo corrieron. Yo se lo elogio. Sobre todas las reservas habituales pusieron el deseo de torear en Madrid. Séales esto alabado y agradecido, y tómeseles como descargo...
Por su parte, don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, en La Hoja del Lunes del día siguiente del festejo, hace la siguiente crítica:
De los cinco novillos de Soto, tres fueron fogueados. ¡Un éxito para el ganadero! Únicamente el cuarto cumplió en varas, pese a su flojedad de facultades – tomó dos y no admitió más que un par de banderillas –, y se dejó torear. Los demás, los otros cuatro, fueron broncos, huían hasta de su sombra y se defendían reculando y corneando con la incertidumbre y el traicionero instinto de los toros mansos, mansos, mansos... Por manso fue sustituido el sexto. ¿Con arreglo a qué reglamento? De sentar este funesto precedente, si de una corrida de seis toros salieran mansos los seis, habría que disponer de seis sobreros. Esto sería lo justificado si el reglamento lo dispusiera así; pero como no es así... Los toros mansos tienen su lidia…
Las crónicas del festejo me causaron cierta perplejidad al hablar de banderillas de fuego, pero la realidad es que investigando sobre el tema vine a enterarme que es hasta el año de 1950 que se sustituyen por las viudas, entonces, debió ser deprimente el espectáculo de ver a la mitad del encierro calentado por los cohetones en el segundo tercio y para más inri, ver a otro novillo devuelto por su manifiesta mansedumbre.

Los fogueados se los repartieron Manolo Navarro en el segundo y quinto lugar – lo que deja claro que a veces sí hay quinto malo – y Andaluz Chico con el tercero, pero además él vio al sexto devuelto y enfrentó al sustituto de Juan José Cruz que fue también una prenda.

El triunfo de Toscano

El cuarto de la tarde fue el único que se dejó hacer cosas y a partir de lo leído, Antonio Toscano se las hizo y le cortó la oreja. El de Tanda, le vio así:
A Toscano le correspondió el único novillo que se dejaba torear, y el mejicano lo aprovechó de la mejor manera posible. Hubo en su faena tranquilidad, aguante, compostura y hechuras de buen estilo. Si de algo se le podría tachar, es de haberse prolongado en su buen deseo de redondear el éxito. Así, le ocurrió que el novillo, tan flojo que no admitió más que dos varas y un par de banderillas, se le quedó a las dos docenas de pases, y a poco le estropea el triunfo. Se basó éste en los pases en redondo, en los ayudados y en algunos naturales, ejecutados con quietud, con prestancia y con decisión. Cortó la oreja y dio la vuelta al ruedo. Fue lo único, aparte algunos lances de capa de Navarro, que tuvo color y sabor de arte taurino en esta novillada, que duró, para aburrimiento de los espectadores, dos horas y media bien contadas. ¡Y con más de treinta grados a la sombra!...
Por su parte, Manuel Sánchez del Arco, Giraldillo entendió de esta manera su actuación:
Toscano brindó al público y comenzó la faena con dos pases por alto, muy quietos y elegantes, que elegante es este mejicano en el juego de muleta. Rompieron los olés entusiásticos y la faena se centró en unos soberbios pases en redondo. Tuvimos tres naturales y de nuevo surgió el muleteo en redondo, cerca, perfectos, medidos, con juego de toreo al natural. Seguían los olés la faena, que tuvo ligeras variantes sobre lo referido, y Toscano dio un pinchazo, para repetir después de unos pases buenos, con una estocada que mató sin puntilla. Tanto ha gustado la faena del mejicano, que le dieron la oreja, acompañada por una ovación larga…
Terminado el festejo, Antonio Toscano fue entrevistado por F. Mendo para el semanario El Ruedo, y estas fueron las impresiones del torero:
Como el hombre cortó una oreja, se le traslucía su contento a través del sudor vertido por todos los poros de su piel.
- Ese toro – el del trofeo – fue el de mejor embestida, aunque no anduviera desprovisto de sosería. Por su falta de alegría vino durante la lidia muy a menos. Por esta causa no pudo ser ni muy extensa ni muy vistosa mi faena de muleta. En los últimos pases hube de ayudarle con muletazos por bajo para hacer pasar a un novillo cuya fuerza se iba por momentos.
¿Contento amigo Toscano?
- Muchísimo, por haber conseguido cortar mi primera oreja en Madrid, que hace la octava desorejada en España. Y muy reconocido al público de la Plaza Monumental por las atenciones dispensadas, no solo hoy, sino también en la tarde de mi debut.
- Para terminar, ¿qué le pareció su primer enemigo?
- Pues que llegó a mis dominios con mucha fuerza, embistiendo mal y poniendo siempre de manifiesto sus ansias de coger. Era uno de esos toros que pareciendo bueno a los ojos del público, hace andar de cabeza a los que están en el ruedo...
Antonio Toscano
Foto: El Ruedo (08/08/1945)
Sin duda el torero mantenía los pies en la tierra. Eso le valió recibir la alternativa el 7 de abril siguiente en Barcelona, de manos de Domingo Ortega y llevando a Luis Miguel Dominguín como testigo. El toro de la cesión fue Rojillo de Atanasio Fernández.

Antonio Toscano falleció en la Ciudad de México el 26 de enero de 1993.

Así que esa es la historia detrás del cartel. Una historia que sin duda, merece ser contada.

Retales de información de la fecha

Muchos toreros mexicanos hacían campaña en ruedos españoles. De la prensa de esos días, extraigo lo siguiente:

El domingo 5, Carlos Arruza corta un rabo en Vitoria alternando con Domingo Ortega y Parrita. Toros de Luis Ramos (5) y uno de Cobaleda (5°)

El lunes 6, también en Vitoria, con toros de Antonio Pérez, Manolete reaparece alternando con Arruza y Pepín Martín Vázquez. Manolete corta 2 orejas del 4º, Arruza, 2 orejas del 5º.

En Santander, el domingo 5, Silverio Pérez escucha ovaciones, Manolo Escudero cumplió, Pepín Martín Vázquez corta una oreja y El Choni escucha ovaciones. Toros de Molero (6) y Villamarta (2).

En La Coruña. Toros de Gabriel González (1 rejones) y Conde de la Corte (6). Conchita Cintrón, vuelta al ruedo. Armillita, 2 vueltas al ruedo. Pepe Luis Vázquez, 2 orejas. Luis Miguel Dominguín, rabo.

Estella. Toros de Pérez de la Concha (4). Cañitas y Julián Marín, oreja cada uno.

Barcelona. Novillos de Manuel González (6) y Bernardo Escudero (2) Ricardo Balderas 2 orejas, Manuel Perea Boni, Alfredo Fauró, oreja y Lorenzo Pascual Belmonteño. Carnicerito de México y Arturo Álvarez Vizcaíno se encontraban en el tendido.

Barcelona. Lorenzo Garza sufre una recaída en su recuperación de la cornada sufrida el 31 de julio anterior. Presentó fiebre y tuvo que ser intervenido nuevamente por el doctor Olivé Gumá. Continúa el estado de gravedad.

domingo, 18 de enero de 2015

18 de enero de 1959: Calesero y Yuca de Tequisquiapan, en El Progreso de Guadalajara

El anuncio de la corrida
Hace ya algunos años la plaza de Guadalajara era una plaza de temporada. Eran los días en los que don Ignacio García Aceves ofrecía a la afición tapatía ciclos bien definidos de corridas de toros y de novilladas – de éstas, muchas – para intentar satisfacer a una buena afición que colmaba los tendidos del hoy desaparecido coso del Hospicio. La corrida a la que me refiero este día, tenía un aliciente adicional. Se otorgaba en ella la alternativa a un torero de la tierra, a Paco Huerta, después de que realizara una interesante campaña novilleril y le apadrinaría un diestro que era de los consentidos de la afición de la Perla de Occidente, mi paisano Alfonso Ramírez, Calesero, fungiendo como testigo un torero también de fino trazo como lo era Antonio del Olivar.

El encierro a lidiarse vendría de una ganadería que iba al alza y que en El Progreso tenía un inmejorable cartel. Los toros de Tequisquiapan, criados en esos días por don Fernando de la Mora Madaleno ya habían escrito en esa ciudad historias relevantes y la intención de anunciarlos en esta oportunidad era que permitieran a los alternantes en esta tarde que continuaran con esa cadena de éxitos.

La crónica del festejo que aparece en el diario El Informador del día siguiente de la corrida, sin firma, guarda una estructura que a mi juicio debe tener toda relación de esa naturaleza, pues comienza por hacer un balance general de festejo, para pasar a analizar el comportamiento del ganado lidiado en la tarde y después entra a detallar lo que los toreros hicieron con ellos. De ella, extraigo lo que sigue.

El festejo en lo general
La mejor corrida de toros que hemos presenciado en la remozada plaza de El Progreso fue, sin lugar a dudas, la efectuada ayer, en la que el diestro tapatío, Paco Huerta recibió la alternativa de matador de toros, sirviendo como padrino Alfonso Ramírez "El Calesero", y como testigo Antonio del Olivar… La primera mitad del festejo resultó tan extraordinaria, que en el toro del doctorado cortó oreja el nuevo matador, en el segundo "El Calesero" cortó oreja y rabo, y en el tercero, Del Olivar se llevó otra oreja. En la otra mitad solo destacó la buena voluntad y el valor de los diestros alternantes…
Los toros

De la corrida de Tequisquiapan, se expresa lo siguiente, aunque se omite hacer referencia a la presencia y al trapío de los toros lidiados:
…para que el lector pueda catalogar la actuación de cada uno de los alternantes, principiaremos por mencionar las características de los toros de Tequisquiapan que se lidiaron en esta ocasión. El corrido en primer lugar fue bravo y de buen estilo, el segundo resultó de bravura extraordinaria y mereció, junto con su ganadero, una vuelta al ruedo; el tercero mansurroneó, y tuvo una lidia incierta, llegando al último tercio en condiciones nada propicias para el lucimiento, y los lidiados en cuarto, quinto y sexto lugar tuvieron más o menos las mismas características del tercero…
Una verónica de Calesero
(Apunte de Juan Medina El Artista en El Informador 19/01/59)
Como se lee de lo transcrito, don Fernando de la Mora Madaleno dio la vuelta al ruedo tras la lidia del segundo de la tarde, en compañía de Calesero.

El gran triunfo de Calesero

Como lo señala el título de esta entrada, Calesero tuvo este día una de las grandes tardes de su vida. El segundo toro de la tarde – primero de su lote – fue nombrado Yuca y según la narración del anónimo cronista de El Informador, fue un toro de vuelta al ruedo. El trianero no lo dejó ir, lo aprovechó totalmente y escribió una de las grandes páginas de su historia en los ruedos, según podemos leer:
Toreó para él y de paso lo hizo para los aficionados. Se inspiró con la bravura de su adversario y, engolosinado, ejecutó una de las mejores faenas de su vida y la más extraordinaria que ha desarrollado en esta ciudad. Inició su obra en el segundo de la tarde, al que le pegó media docena de lances a la verónica, que fueron un portento de bien torear y después que remató con torerísima media de rodillas, la música tocó en su honor y los aficionados lo aplaudieron en forma tal que lo obligaron a dar la vuelta al anillo, devolviendo prendas de vestir. Con la plaza convertida en un manicomio, ya que después de un pinturero quite, clavó superior par de banderillas al quiebro, inició su colosal faena con un muletazo cambiado, para luego engarzar formidables derechazos, extraordinarios naturales, que siempre remató con el forzado de pecho en forma impecable y entre ovaciones de la multitud, siguió ejecutando toda clase de suertes del toreo, en las que no solo se vio la elegancia y personalidad del artista, sino también el valor, la seguridad y el dominio del maestro, del que ha llegado a la cúspide de su profesión y que sabe darle a cada uno de sus rivales la lidia requerida, de acuerdo con sus condiciones… Y como mató entrando como mandan los cánones, y después de un descabello, huelga decir que los aficionados blanquearon la plaza con sus pañuelos pidiendo los máximos honores para “El Calesero” y como la autoridad no tuvo inconveniente en conceder, el triunfador dio dos vueltas al ruedo luciendo la oreja y el rabo de su enemigo, acompañándolo en su segundo recorrido el ganadero de Tequisquiapan...
Antonio del Olivar

El torero nacido en la Mérida mexicana, pero afincado desde muy joven en Celaya, exhibió una arista distinta a la que tenía acostumbrada a la afición y públicos. No fue el torero de trazo fino y maneras clásicas esa tarde, sino que contra cualquier idea preconcebida, el triunfo lo obtuvo a partir de una exhibición de valor y de jugarse la vida ante un manso. Así se vio su actuación:
Tuvo muy poca suerte en el sorteo, ya que ninguno de sus adversarios se prestó para el lucimiento, pero este joven torero, no conforme con su suerte, se puso más bravo que sus toros y, cuando éstos no quisieron embestirle, él les embistió a ellos, logrando en tales condiciones su más meritorio triunfo en esta ciudad, pues si cuando el torero alcanza el éxito con un toro bravo es digno de aplauso, cuando logra triunfar con un manso, es superior el mérito… Y precisamente el éxito de Antonio en esta ocasión fue mayor, ya que le tumbó la oreja a un manso, al que a fuerza de consentir y aguantar, y meterle la franela en el hocico, lo hizo que arrancara en varias ocasiones para endilgarle superiores muletazos, en los que corrió la mano con valor y clasicismo. Hubo naturales y derechazos de muy buena factura, pero más que nada hubo una gran voluntad por parte del torero para jugarse la cornada, y como mató de certera media estocada, los aficionados pidieron y la autoridad concedió justificadamente la oreja...
El toricantano

Paco Huerta había hecho una interesante campaña novilleril que le había llevado a presentarse en la Plaza México el 7 de septiembre del año anterior, alternando con Emilio Rodríguez y Mario Ortega en la lidia de novillos de Cerralvo. Don Ignacio García Aceves le consideró preparado para la alternativa y le programó en este cartel con dos toreros artistas. El toro de la ceremonia – primero de la tarde – se llamó Hormigón y le cortó una oreja. Su actuar ante él fue el siguiente:
Quien desde esta fecha ha quedado convertido en matador de toros, tuvo una brillante alternativa, ya que logró cortarle la oreja al toro de su doctorado… Al primero no le hizo gran cosa con el percal, seguramente porque todavía estaba en plan de novillero, pero en cuanto “El Calesero” le cedió los trastos de matador, después de la ceremonia correspondiente, el tapatío se portó como todo un matador de categoría... Sus primeros muletazos fueron tres ayudados por alto, pegado al estribo, en los que templó y mandó con seguridad y dominio, para luego seguir con una serie de naturales en los que derrochó valor y puso a los aficionados de pie para festejarlo. Siguió con varios derechazos, que prendieron más el entusiasmo entre sus paisanos, ya que en cada uno de ellos se quedó más quieto que un poste, y después de nueva serie de naturales, de pecho, ayudados por alto y derechazos, ejecutó temerario molinete que mucho le ovacionaron, para tirarse a matar y lograrlo en el segundo viaje… Los aplausos arreciaron, los pañuelos salieron a relucir, la charanga tocó en honor del nuevo matador de toros y la autoridad concedió la oreja, con la que el diestro recorrió el anillo en señal de triunfo, devolviendo prendas de vestir...
Para terminar, dos opiniones más

Respecto de la actuación de Calesero esta tarde, dijo don Ignacio García Aceves: Si Calesero saliera así todas las tardes, sería el dueño del Banco de México.

Y por su parte, el ganadero Francisco Madrazo Solórzano remató: Cuando los artistas se enfadan y les sale un toro a su modo, cuidado con ellos, porque no perdonan…   

domingo, 9 de noviembre de 2014

9 de noviembre de 1947: La epifanía de Manuel Capetillo

9 de noviembre de 1947
Hace unas semanas escribía aquí mismo acerca de los sobresalientes y del hecho de que en la actualidad su participación en los festejos se ha reducido a un mero trámite y que cuando han tenido que cumplir con su cometido y lo hacen con atingencia y a veces hasta con lucimiento, no reciben más recompensa que la paga convenida por estar en la plaza el día y hora convenidos, sin que se les considere en lo posterior como toreros para recibir una oportunidad de mostrar, como partes de un cartel, sus dotes artísticas.

Hoy hace 67 años que Manuel Capetillo partió plaza en la plaza El Progreso de Guadalajara casi en esas condiciones. Para ese domingo la empresa de don Ignacio García Aceves había anunciado una novillada de Lucas González Rubio que matarían mano a mano el tapatío Luis Solano y el triunfador de la Plaza México, Fernando López El Torero de Canela. Varias fueron las peripecias por las que tuvo que pasar Capetillo para salir como sobresaliente esa tarde. La versión de Fernando López sobre ese particular es así: 
A la hora del desayuno llegó el empresario a saludarles… En esta ocasión, después de los saludos y demás cortesías les expuso lo siguiente: “Durante muchos años tuve un amigo, el cual falleció hace poco tiempo. Uno de los hijos de este amigo quiere ser torero. Nunca lo hemos visto torear, pero el muchacho tiene tipo. Pensamos que siendo el cartel de mañana mano a mano, podría salir y que le permitieran hacer un quite para que nosotros lo podamos ver. La Unión de Matadores ya nos envió al sobresaliente oficial, por lo que de aceptar ustedes – era a Rodolfo y a Fernando a quien se dirigía – saldría de más. Rodolfo, con un movimiento de cabeza interrogó a Fernando, quien dijo: Por nosotros no hay inconveniente, pero quien debe autorizarlo es Luis Solano como primer espada en el cartel. En principio, yo lo acepto… Los toros de Lucas González Rubio eran grandes, gordos. El cuarto de la tarde embistió bien al capote de Fernando… Se colocó al toro para el tercer puyazo. Fernando buscó con la vista al recomendado de la empresa y con la cabeza le hizo la seña para que saltara al ruedo a hacer el quite… el muchacho ejecutó cuatro fregolinas y una revolera ¡increíbles! por lo lentas y ceñidas. El público enloqueció de entusiasmo y sorpresa, aventó todo lo que tuvo en las manos; flores y sombreros cayeron al ruedo y aplaudió a rabiar durante un par de minutos… El quinto toro no embistió tan bien como el anterior y en los quites el público empezó a pedir a gritos al sobresaliente. Fernando se acercó a Luis y le dijo: “Déjalo hacer un quite para que la gente se calme. Este toro no embiste tan claro como el otro…”. “Sí – dijo Luis – a ver que le hace a este…” Y dirigiéndose al muchacho, con una seña del brazo le indicó que hiciera el quite… Se fue al toro, este le embistió y le hizo cuatro gaoneras con las manos muy bajas, en el mismo sitio y casi sin moverse. Remató nuevamente con una revolera. ¡Todo increíble! El público enloquecido le hizo dar la vuelta al ruedo. Cuando él último toro cayó muerto… Luis y Fernando caminaron a sus automóviles viendo a ese torero – desconocido hasta unos minutos antes – a hombros de la multitud… He dejado hacer quites a varios y este es el primero que tiene con que aprovechar la oportunidad. ¿Cómo se llama?, Manuel Capetillo – contestó el mozo de espadas - oí que así le nombraban…
Como podemos leer de las palabras del Torero de Canela, el primer quite se lo concedieron a Manuel Capetillo por una especie de obligación hacia el compañero que estaba con ellos en el ruedo solamente en espera de la eventualidad de que les ocurriera un percance y el segundo, fue en alguna medida por complacer el clamor de la concurrencia, pero viendo además que el toro no era tan claro como el anterior en el que había quitado. Allí tuvieron la ocasión de apreciar que lo realizado la primera vez no fue mera casualidad, que estaban delante de un torero que tenía un promisorio futuro delante.

Pero Manuel Capetillo también contó su versión de estos hechos. Lo hizo en un libro titulado Manuel Capetillo. Más allá de la leyenda, en el que narra su paso por los ruedos y por los escenarios. Al referirse a esta particular tarde de toros, dice lo que sigue:
Me enteré de que la empresa de Guadalajara organizaría una serie de novilladas, en una de las cuales – el doce de octubre de mil novecientos cuarenta y siete – estaba anunciado un mano a mano entre Luis Solano y Fernando López, con toros de Lucas González Rubio… Yo conocía bien a Luis Solano, por lo que me planté frente a él – la decisión se la echaba a la gente, ya que no me dejaban hacerlo ante los toros – y le pedí que me dejara hacer un quite, uno solo, en uno de sus toros. Me dijo que estaba de acuerdo, pero necesitaba consultar con el empresario, don Ignacio García Aceves… A los pocos días vino la respuesta: “Imposible, el sobresaliente de la corrida ya está puesto y se llama el ‘Niño de la Rosa’”… Pero, ya que había convencido a Luis Solano de que me dejara hacer un quite, no podía conformarme e insistí personalmente con el empresario. Que me dejara hacer un quite, nada más un quite, aunque no saliera como sobresaliente. ¿Por qué no?... “Pues porque no se puede, porque no se hace nunca y porque lo impide el Reglamento. Sólo el delegado de la Unión de Matadores podría autorizar tal excepción”, me respondió don Nacho García Aceves… “¿Y quién es el tal delegado?”… “Un señor que se llama Ángel Martínez”… “¿Si lo convenzo a él estará usted de acuerdo?”… “Está bien, te doy la oportunidad… Aunque don Nacho ha de haber pensado que no convencería al delegado, ya encarrilado en eso de los convencimientos – que es casi como ligar los naturales –, el último fue lo de menos… “El torero está de acuerdo. El empresario está de acuerdo. Usted, como delegado, no puede estar en desacuerdo, ¿verdad? Sería una grosería con ellos”, le dije… “No, pues no. Siendo que todos están de acuerdo, adelante”, me contestó… Ya sólo faltaba lo más importante: conseguir un traje de luces, porque no tenía ninguno, ni dinero para alquilarlo y mucho menos para comprarlo. Y sin traje de luces, es obvio, no podía partir plaza… Me vi en la necesidad de recurrir a Eleuterio Rodríguez que era... nada menos que puntillero. Ya se podrá suponer el estado en que estaba su traje, el único con que contaba, por lo demás. Pero el estado del traje era lo de menos. El verdadero problema era la estatura de Eleuterio: francamente chaparro. Ante mí, que cargo con un metro ochenta y dos centímetros encima… La taleguilla me llegaba a las rodillas, así que las medias me ocupaban la mitad de las piernas. Las mangas de la chaquetilla apenas si me cubrían los codos. Resultaba francamente ridículo… Al llegar a la plaza oí los primeros gritos de burla: “Ese es un payaso, mira cómo le queda el traje… Eh, tú, payaso, qué vienes a hacer aquí… Pareces un chapulín vestido de luces”… La novillada transcurría en forma normal – y sin nada relevante – hasta que salió el tercer toro, en el que Fernando López me permitió que hiciera el quite, mi tan esperado quite – que, por lo demás, había ensayado todos los días, desde hacía años, ante un toro imaginario… Fui hacia el picador y en el momento en que intenté echarme el capote a la espalda, sucedió lo inevitable, como en una película cómica: la chaquetilla por poco se me cae de lo mal que me quedaba y tuve que detenerme – y poner el capote en la arena – para acomodarla, con lo cual provoqué una nueva carcajada de la gente… Por fin hice el quite que tanto esperaba y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados. Todo adquirió sentido. Mi decisión, a pesar de la muerte de mis admirados toreros… Fueron cuatro gaoneras y una revolera en las que no me moví un ápice y ni siquiera parpadeé… La plaza se volvió un manicomio y los sombreros alfombraron el ruedo… Salió el siguiente toro, que correspondía a Luis Solano, y apenas lo sacaron del caballo, empezaron los gritos: “¡El sobresaliente, el sobresaliente!”… Ni siquiera sabían cómo me llamaba… Y a Solano no le quedó más remedio que dejarme hacer un quite también… Ahora fueron fregolinas – otro de mis quites predilectos –, que me salieron aun mejor que las gaoneras… Al rematarlo, otra vuelta al ruedo y los gritos, ya descarados: “¡Torero, torero!”… Al final de la corrida la gente bajó al ruedo y me cargaron a hombros. ¡Tres horas me llevaron a hombros por las calles de Guadalajara, por los dos quites que había hecho! ¿Habrá otro torero que pueda jactarse de cosa parecida? Y sin siquiera conocer mi nombre, porque los únicos gritos que oía eran los de: “¡Viva el sobresaliente!...
La esencia de una y otra versión es la misma, aunque el torero confunde la fecha – él la sitúa en el 12 de octubre de 1947 y en realidad fue casi un mes después – y difiere también en la manera en la que fue aceptado como segundo sobresaliente esa tarde. Quiero pensar que al escribir la obra, lo hizo “de memoria” y por ello la contradicción en cuanto a las fechas.

El diario El Informador de Guadalajara del día siguiente del festejo, tiene una crónica que no lleva firma, pero que por la época, puedo atribuirla a su cronista titular, Enrique Aceves Latiguillo, quien dijo lo siguiente de la actuación de Capetillo:
Temeridades suicidas de Luis Solano, toreo enterado y fino de Fernando López, dos destellos de oro del sobresaliente Manuel Capetillo que merecerán párrafo de matador y cuatro bravos toros de González Rubio, fue lo que vimos ayer en la tarde. En forma rápida, una hora cuarenta minutos de corrida, llena de emociones y magníficos destellos, a pesar de no haberse consumado una faena ni cortado alguna oreja... Por tercer enemigo tuvo Solano a “Muñeco”, negro bragado y calcetero, número 39, otro ejemplar tan bueno o superior al que le tocó en primer término. Hubo gran tercio de quites, gaoneras Solano, navarras a su estilo, Fernando López, torerísimo y el segundo “quite de oro” de Manuel Capetillo, chicuelinas suaves y por abajo... “Zancudo” número 5, fue el segundo de López. Hizo magnífica salida y Fernando le da varias verónicas aguantando a ley. Buen tercio de quites, chicuelinas Fernando, gaoneras Solano y en seguida se presenta el descubrimiento de la tarde, el sobresaliente Manuel Capetillo, con otras gaoneras de escándalo... MANUEL CAPETILLO. Un sobresaliente que debe sobresalir en la crónica. Le fueron suficientes dos quites, para convencer a la concurrencia que ayer surgió un torero, jalisciense por añadidura… El primer quite se lo cedió Fernando López en el cuarto de la tarde y fue por gaoneras, vaya forma de ejecutarlas y parar en el lance, la ovación no se hizo esperar y de las grandes… El segundo quite se lo dio Luis Solano en su tercer toro, el quinto de la tarde y este fue por chicuelinas, suaves y por abajo, un quite de oro que hubiera firmado Pepe Ortiz… Para muestra un botón y estos fueron dos y de perlas del más fino oriente. Capetillo salió en hombros, la afición lo pide, para verlo ya completo en una novillada. En el joven, que no es un adolescente, hay cuerpo, figura y al parecer una muñeca para jugar el engaño ante el toro, que puede resultar toda una revelación. No sería muy remoto asegurar, que en la arena de El Progreso se encontró ayer regado un diamante… Al menos esta impresión se llevó ayer el numeroso público que asistió a la novillada.
A la semana siguiente
Manuel Capetillo se ganó a pulso, con dos quites, su inclusión en la novillada del siguiente domingo. Alternaría con Luis Solano y Santiago Vega en la lidia de novillos de Corlomé. Para ello, pidió al empresario García Aceves lo siguiente:
Al día siguiente, como era de esperarse, me mandó llamar el empresario… “Muy bien, Manuel, siempre supe que ibas a triunfar” – me dijo don Nacho, algo que a partir de ese momento me repitieron todos los que antes dudaron de mí –. “Has dado el primer paso. El primer pasito, vamos a llamarlo. Ahora hay que dar un paso en verdad, para lo cual ya te estoy anunciando para el próximo domingo”… “Muchas gracias, don Nacho. Un solo favor”… “El que quieras”… “Présteme un traje de luces digno. Ya usted oyó las burlas que me hicieron por haber usado el traje de Eleuterio. Está muy chaparro él, o yo muy alto, no sé”… Sonrió ampliamente y le dio una fumada a su puro… “No te preocupes. A partir de este momento tendrás todo lo que necesites...
La crónica de ese festejo del 16 de noviembre de 1947 vuelve a ensalzar su el fino toreo de capa de Manuel Capetillo, señala que es un regular muletero y que necesita aprender a matar los toros, pues el segundo de su lote se le fue vivo a los corrales. Nadie podía suponer que durante casi las siguientes tres décadas, Manuel Capetillo sería conocido como El Mejor Muletero del Mundo y que al evolucionar su manera de hacer el toreo, lo que lo sacó del ostracismo, su toreo de capa, pasaría a ser un mero recuerdo.

domingo, 10 de agosto de 2014

Calesero, en el centenario de su natalicio (I)

Y, viéndote torear,
asomada al palomar
una paloma taurina
no cesa de aletear
como queriendo imitar
tu sin par chicuelina,
o aplaudir
tu verónica trianera
- viento poema de abril -
con rumor a Aguascalientes 
y olor a Guadalquivir . . .

Manuel Benítez Carrasco

La casa en la que nació Calesero hace 100 años
José Alfonso Ramírez Alonzo – así, con “z” está en su partida de nacimiento – nació el 11 de agosto de 1914 en la calle de la Cárcel, hoy el número 506 de la calle de Cristóbal Colón, en el Barrio de Triana o Barrio del Señor del Encino. Hijo del farmacéutico Justo Ramírez Sánchez, y su esposa Rosa Alonzo Parga – también con “z” está en la partida de nacimiento – Alfonso fue el cuarto de cinco hijos, de los cuales, estuvieron ligados a la fiesta Jesús, que fuera por casi cuatro décadas el empresario de la plaza de toros San Marcos y Arnulfo, que pretendió ser novillero en su día y que después fuera un destacado aficionado práctico. El otro varón, Ernesto, fue actor y director cinematográfico y de televisión, siendo conocido internacionalmente como Ernesto Alonso.

Casó el 28 de abril de 1942 con la señora Alicia Ibarra Mora, cuya familia también tenía ligas con la fiesta de los toros, pues en el año de 1948, en sociedad con los hermanos Armillita, Juan y Fermín Espinosa, el padre de ella, Antonio Ibarra Pedroza, funda la ganadería de Santa Rosa de Lima, de la que derivan las actuales de Medina Ibarra y San Isidro.

Del matrimonio Ramírez Ibarra nacieron seis hijos, Alfonso, José Antonio, Francisco, María Alicia, Virginia, Alejandra y Victoria. Los tres varones son matadores de toros, recordándose de Alfonso, que se anunciaba como Calesero Chico, la faena que realizara en la Plaza México al novillo Monarca de San Antonio de Triana el 14 de junio de 1964 y la de José Antonio El Capitán a Pelotero de San Martín el 9 de octubre de 1977, en la decimoséptima novillada de esa temporada. Actualmente un nieto de Calesero, César Alfonso Castro Ramírez también es matador de toros, anunciándose como El Calesa, representando con ello, la tercera generación de matadores de alternativa de esta familia.

Surge El Calesero

A espaldas de la casa de la familia Ramírez Alonso se ubica la calle que fuera conocida como calle de la Asamblea o calle Ancha, que recorre todo el costado Poniente del templo parroquial y del Jardín de la Paz, hoy conocida como la calle de Eliseo Trujillo. Relataba don Rubén Ramírez Cervantes, que en esa calle y en el jardín, los hermanos Rodolfo, Ramón y Julián Rodarte, toreros avecindados en Aguascalientes, pero originarios de Monclova, Coahuila, hacían ejercicio y practicaban el toreo de salón, poniendo en práctica las enseñanzas que recibieran de Enrique Merino El Sordo, banderillero sevillano que actuó en México desde finales del siglo XIX y que estuviera en la cuadrilla de Antonio Montes en la temporada de 1907, cuando el toro Matajaca de Tepeyahualco le infiriera la cornada que a la postre terminó con su vida. Pronto se agregan varios niños y jóvenes que atraídos por la actividad que los Rodarte desarrollaban, pronto se integraron a su ejercicio, iniciándose lo que se considera la primera escuela taurina de nuestra Ciudad.

Los hermanos Rodarte forman una cuadrilla juvenil, patrocinada por el gobernador Isaac Díaz de León y que formaban Rodrigo del Valle El Chino y Alfonso Ramírez, apodado en ese entonces El Cabezón, como matadores y Ricardo García Peña, los hermanos Rubén y Leopoldo Ramírez Cervantes, Manolo García y Juan Jiménez Ecijano de Aguascalientes. La cuadrilla se presenta en la plaza de San Marcos el 9 de agosto de 1927, con un gran triunfo, lo que les lleva a realizar una extensa gira por distintas plazas de la república, destacando la parte de la temporada en la que alternan con los hermanos Pepe y Manolo Bienvenida, que por esas calendas actuaban en México bajo la dirección del inolvidable Papa Negro.

Alfonso Ramírez se separa de la cuadrilla y el 23 de abril de 1930 se presenta como novillero en la feria de abril de su tierra, alternando con Fernando López y Miguel Gutiérrez El Temerario para lidiar novillos de Cieneguilla. El 1 de mayo de ese mismo año se presenta en El Toreo de la Colonia Condesa, en una corrida de concurso, cuyo cartel estaba formado por Manuel Jiménez Chicuelín, Carlos Segura, Manuel Cervantes, Ángel Gómez y Arcadio Ramírez, con novillos de Peñuelas y pese al buen astado que le correspondió, solo pudo demostrar que su toreo de capa no era cosa de todos los días. Con la espada estuvo fatal, sonándole los tres avisos desde el palco. Sobre su actuación de esa tarde, el influyente periodista Carlos Quirós Monosabio sentenció lo siguiente: Alfonso Ramírez será torero el día que a las ranas les salgan pelos

Será hasta 1935 cuando vuelva a El Toreo, apoyado por un comerciante catalán llamado Vicente Lleixá, que para presentarlo con Eduardo Margeli y evitar que éste se negara a programarlo nuevamente, le impone el apodo de El Calesero, mote con el que a la postre, Alfonso Ramírez sería conocido en todo el planeta de los toros. La tarde de su reaparición fue exitosa y le permitió desarrollar una intensa campaña que le llevaría a convertirse en matador de toros.

El 24 de diciembre de 1939, Lorenzo Garza, en presencia de David Liceaga, cede simbólicamente la lidia del primer toro de los de San Mateo corridos esa tarde, llamado Perdiguero. Confirmará ese doctorado en Madrid, en la plaza de Las Ventas el 30 de mayo de 1946, cuando lidiando cinco toros de Arturo Sánchez Cobaleda y uno de Julián Escudero, Pepe Luis Vázquez, con el testimonio de Pepín Martín Vázquez, le cede los trastos a Calesero.

Dentro de su dilatada carrera en los ruedos, Calesero encabezará el escalafón mexicano los años de 1958, 1959 y 1960 y se despidió de la Plaza México el 20 de febrero de 1966, tarde en la que alternó con Manuel Capetillo y Raúl García en la lidia de toros de Valparaíso. El último toro que mató vestido de luces en la plaza más grande del mundo fue Mañanero, del que se le otorgó una oreja. 

No obstante esa despedida, actuó en cinco festejos más, destacando el del 24 de julio de 1966, en Ciudad Juárez, mismo en el que dio la alternativa a su hijo Alfonso y el que Luis Ruiz Quiroz registra como celebrado el 2 de febrero de 1968, en Sombrerete, Zacatecas, alternando con Manolo Espinosa y Manolo Urrutia, corta cuatro orejas y un rabo a los toros de Torrecilla que le tocaron en suerte, siendo esta la última vez que vistió el terno de seda y alamares.

El Poeta del Toreo

Calesero siempre se distinguió por la calidad y la variedad de su toreo durante el primer tercio. Ejecutaba la verónica con gran pureza y aparte de sus creaciones, el farol invertido y la caleserina, era pródigo en la ejecución de una extensa variedad de suertes y de remates, como la larga cordobesa, que le valieron diversos calificativos encomiásticos, perdurando el que le impuso José Alameda, llamándole El Poeta del Toreo

Las Horas Doradas

Detalle de la placa colocada al exterior de la finca
Varias son las efemérides que se pueden recordar en la dilatada trayectoria de Calesero, como la del 15 de febrero de 1942, cuando en la plaza El Progreso, de Guadalajara, cortara las orejas y el rabo al toro Danzante de Rancho Seco; la del 19 de enero de 1946, en Orizaba, cuando actuando al lado de Fermín Rivera y Manolete, ante su brillante toreo de capa, el director de la banda de música le tocó el himno nacional, parando con sus huesos en la cárcel por semejante desacato; o la del 20 de abril de 1958, en El Toreo, ya en Cuatro Caminos, fecha en la que alternando con Manuel Capetillo y José Ramón Tirado, corta dos orejas a uno de los toros de Santacilia que le tocaron en suerte; o la del 18 de enero de 1959, cuando de nuevo en Guadalajara, se lleva las orejas y el rabo de Yuca de Tequiquiápan, actuación de la que Ignacio García Aceves, empresario de El Progreso dijera que de estar Calesero así todas las tardes, sería el dueño del Banco de México.

Pero la cota más alta de su andar por los ruedos del mundo la alcanzó Alfonso el de Triana el día 10 de enero de 1954, fecha de la reaparición de Fermín Espinosa Armillita en la Plaza México, completando la terna de esa tarde otro maestro, Jesús Córdoba, para lidiar toros zacatecanos de Jesús Cabrera. Carlos León tituló así su crónica para el diario Novedades: El Calesero saturó de arte la Plaza México; cortó una oreja, pero mereció el Premio Nóbel de la torería. En la manera epistolar que él acostumbraba, dedicada en este caso don Rodolfo Gaona, nos narra lo siguiente:
…¡Tarde completa y milagrosa, desde el quite al primer toro hasta la triunfal salida en hombros! Izado como un héroe sobre las cabezas de una multitud alucinada, se lo han llevado por las avenidas de la urbe, y para que este homenaje estuviera en consonancia con lo que El Calesero realizó, habría que traerlo en hombros durante todo el resto de la semana, hasta volver a depositarlo sobre la arena del circo monumental… ¡Qué alegría siente el aficionado cuando triunfan los auténticos artistas del toreo! Estoy seguro de que usted, si hubiera contemplado lo que en los tres tercios de la lidia realizó el diestro hidrocálido, habría sentido una gran emoción estética y, muy en lo íntimo, la satisfacción de ver resurgir a quien es capaz de seguir su escuela y continuar el dogma artístico que usted dejó como ejemplo de lo que debe ser el arte del toreo. Pues en esta tarde tan maravillosa que nos ha dado Alfonso Ramírez, no creo equivocarme al asegurar que usted hubiera sido el primero en decir: ¡Boca abajo todo el mundo, que ahí está uno de mis herederos!... He de confesarle, maestro, que hacía muchos pero muchos años que yo no sacaba el pañuelo en demanda de la oreja. Y hoy, ¡con qué alborozo me he unido al clamor popular, celebrando el renacimiento de un auténtico torero! La concesión del apéndice parecía poca cosa, pues para estos casos insólitos y ejemplares del bien torear, habría que ir pensando en inventar trofeos igualmente singulares. Pero, en esas dos vueltas al ruedo y en ese saludar desde los medios, se hará justicia a quien ha triunfado al fin en el ruedo de la metrópoli…
La partida de nacimiento de Calesero
Se pueden recordar también sus actuaciones en Maracay de 1956, cuando junto a Luis Miguel Dominguín y César Girón, Calesero corta las dos orejas al primero de los toros mexicanos de El Rocío, para salir a hombros; la que resultara su despedida de Caracas en 1957 con Curro Girón y Antonio Ordóñez, ante toros de Peñuelas; otra tarde en Guadalajara, de nuevo con toros de Tequisquiapan, el primer día de 1961, cuando mano a mano con Pepe Cáceres corta otro apéndice caudal, o su gran faena a Tarasco de San Mateo, también en El Progreso el 16 de diciembre de 1962, o las ocho orejas y un rabo de la despedida en Aguascalientes, el 13 de febrero de 1966. 

Después de que dejó de vestir de luces, Calesero actuó en un gran número de festivales benéficos. Uno de los que trascendieron, fue el organizado por Filiberto Mira y la cadena radiofónica SER organizaron en beneficio de las obras asistenciales de Radio Sevilla. Tuvo lugar el 18 de octubre de 1980 y actuaron en él Álvaro Domecq Romero, para enfrentarse a un novillo de Fermín Bohórquez y a pie, Calesero, Manolo Vázquez, Curro Romero, José María Manzanares, Tomás Campuzano y Manolo Tirado, para lidiar novillos de Juan Pedro Domecq, asunto del que ya me he ocupado en esta bitácora.

El día de mañana, dada su extensión, concluyo con estos apuntes.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Los giros de la fortuna (III)

Carlos Arruza
(Aguascalientes, Cª 1947)
Carlos Arruza recibió la alternativa de manos de Armillita el 1º de diciembre de 1940 en El Toreo de la Condesa, fungió como testigo el queretano Paco Gorráez. El piedrenegrino de la cesión se llamó Oncito y aunque el toricantano lo finiquitó, se fue a la enfermería con una cornada calificada de grave, por lo que fue el único toro que estoqueó en esa inauguración de esa temporada capitalina.

Tras de su alternativa, parecía que, como se dice en estos tiempos que corren, el paso del novillo al toro le pesó a Carlos Arruza, pues después de la alternativa no terminaba de confirmar con contundencia las buenas maneras con que se había revelado a la afición mexicana. Le faltaban todavía algunos años para sacar de su interior la extensa tauromaquia que llevaba dentro y que, unida a una personalidad arrolladora, resultara en ese torero portentoso que nos describiera don Celestino Espinosa R. Capdevila al narrar para el diario madrileño Arriba su confirmación de alternativa en la Corrida de la Concordia celebrada el 18 de julio de 1944 en la plaza de Las Ventas.

El episodio de su trayectoria al que hoy me refiero, es apenas unos meses anterior a ese fasto y es el resultado de un inesperado giro de la fortuna de quien después sería conocido como El Ciclón Mexicano.

Un mano a mano frustrado

Don Ignacio García Aceves había anunciado para el domingo 14 de noviembre de 1943 en su plaza El Progreso de Guadalajara, una corrida de toros en la que para dar cuenta de un encierro tlaxcalteca de Zacatepec, alternarían mano a mano Silverio Pérez y Carlos Arruza. La víspera del festejo el Faraón resultó afectado de un mal respiratorio – principio de pulmonía dice el telegrama con el que se disculpa su ausencia – y Arruza acepta despachar la corrida él solo.

La prensa tapatía apenas pudo dar cuenta a la afición, el mismo día del festejo de la modificación del cartel. En una columna titulada El deporte en si bemol del diario El Informador, su autor, Don Detalles reflexiona lo siguiente:
En toros nos falló el programa. Silverio Pérez, anunciado para hoy alternando con Carlitos Arruza, no podrá torear a causa de haber contraído una pulmonía. Por tanto, Arruza tendrá que encerrarse con la media docena de Zacatepec sin ayuda alguna…
En un anuncio pagado por la empresa, que cubre media plana del diario, se anuncia a la afición el cambio del programa, que no fue posible sustituir a Silverio Pérez con otro diestro de igual categoría y que por esa razón es que Carlos Arruza matará la corrida en solitario y además se hace saber que uno de los toros de Zacatepec se inutilizó, por lo que será sustituido por uno de La Punta. Por esas razones, pone a la disposición de quien quiera hacerlo, el precio de las entradas adquiridas en caso de devolución.

El anuncio del cambio del cartel (El Informador, 14 de noviembre de 1943)
En la misma edición de El Informador – 14 de noviembre de 1943 – se inserta una gacetilla sin firma, titulada La casta de Arruza. Esa inserción tiene visos de ser pagada y es del tenor que sigue:
¡Yo toreo los seis toros!... En esa forma categórica, firme, producto de su consistencia, de su confianza y su poderío, contestó Carlos Arruza a la empresa cuando fue a suplicarle que lo hiciera… Pocas palabras, pero con un sentido hondo de la responsabilidad que tiene un matador de toros que posee casta de la buena… Silverio Pérez está enfermo. Y en la imposibilidad de sustituirlo con otra figura de su categoría, nadie mejor que un torero poderoso como Carlos Arruza para llenar el hueco del Faraón, y llenar plenamente el escenario ocre de la plaza con su alegría y su torerismo… Así que esta tarde veremos en una prueba máxima, sucederse en emotiva continuidad, las bellezas artísticas, el poderío, la técnica maestra, que en su espuerta lleva Carlos Arruza, torero de casta. (R)
El festejo y su resultado

Lo que parecía dispuesto para un gran triunfo del joven Carlos Arruza, al final concluyó en una actuación que yo podría calificar de buena a secas. La crónica y comentarios del festejo reconocen la solvencia del torero, pero traslucen que le faltó alma a su quehacer en el ruedo. Primero pongo aquí lo que Don Detalles publicó en su columna del día siguiente de la corrida:
La corrida de ayer fue de bostezo. Desde al encender el Canalejas, hasta tirar la bachicha, fue un puro cabecear. Despertamos únicamente con dos quites de Carlitos Arruza, y una faena al tercero que hizo aplausos. Fuera de eso vimos ayer un Carlos despacha – toros como se pudo y “naa” más… Se notó desde luego, la falta de Silverio. Si ha estado por ahí, Carlitos no se hubiera sentido tan apático. Se le notaron ganas de torear, pero no cualquier toro. Lo quería suavecito, hecho a la medida, dócil, comprensivo. Pero como ese animal no salió, Carlitos no hizo más que despachar bichos como se los mandaban del corral. Lo que vimos ayer, pues, no fue otra cosa que una matanza de reses salpicada con un poco de toreo… Sin embargo, en lo poquísimo bueno que vimos de Arruza, siguió éste siendo el torero fino de siempre. El público le toleró mucho, porque le estima. Si ha sido El Soldado, le echan la plaza abajo…
El comentarista juzga con dureza al sobrino de León Felipe, acusándole incluso de querer ir cómodo y de salir meramente a cumplir. La crónica firmada por Jarameño, sin juzgar con tanta dureza, nos deja ver que los toros fueron mansos y que aunque el diestro se esforzó, faltó ese punto de inflexión que hace que una tarde que tiende al hundimiento se transforme y se encamine hacia la luminosidad del triunfo. Lo escrito por el nombrado cronista es lo siguiente:
Carlos Arruza dio buena faena al 3º. Por haberse enfermado Silverio Pérez, tuvo que lidiar Carlos cinco sosos bureles y uno bravo. Debido a la enfermedad de Silverio Pérez, el matador Carlos Arruza tuvo que apechugar con la lidia de cinco toros de Zacatepec y uno de La Punta, dándose una tarde sosa y fría, pues hacía falta la competencia de diestros y además el ganado superó en sosería al festejo… El entusiasmo que existía en el público tapatío por esta corrida, decayó en cuanto se anunció el sábado que no actuaría Silverio y el lleno que se mascaba tuvo que conformarse con ser una buena entrada en sombra y mala en sol, ya que se vio un gran claro en este tendido… Cuando salió Carlitos, ataviado con hermoso terno azul y oro, fue recibido con calurosas palmas… No logró lucimiento con la capichuela en el lanceo de sus seis toros, pues no vimos una sola verónica digna de mencionar… En quites estuvo más afortunado, ya que al primero le dio cuatro chicuelinas, cada una mejor que la anterior. Al siguiente toro hizo el alivio con tres gaoneras valientes embarrándose al animal y un verdadero quite por mariposas, pues alejó al burel del picador caído… Vistosas fueron sus chicuelinas y navarras que recetó al tercero y con el cuarto uso las fregolinas y las navarras de nuevo, tan buenas como las anteriores, repitiendo este quite con el quinto. Al que cerró plaza, no había nada que hacerle… En cada una de estas ejecuciones fue entusiastamente ovacionado y escuchó el toque de la música, pues estuvo muy torero Carlos al hacer los alivios a los piqueros… En dos ocasiones prendió banderillas sin que lograra fortuna en ninguno de los seis pares que colocó… Con la muleta lo vimos como torero enterado y dominador que es… A “Coyotito”, que inició el desfile de sosos, lo dobló con suavidad y le insistió con pases de pitón a pitón, rodilla en tierra. Una media estocada, delantera y caidita, y luego otra hasta el pomo, también caidita, fueron suficientes para despacharlo… “Limeño” fue el segundo de Zacatepec, al que se dedicó a castigarlo únicamente, cogiendo una estocada pulmonar, un tanto caída… Su mejor trasteo fue el del tercero, de nombre “Resbaloso”, iniciándola con tres derechazos, de los cuales el último fue superior. Vienen luego un pase lasernista y uno de la firma, para hacer un cambio de mano y luego más derechazos, todo ello con sabor, por lo que se le aplaudió con frenesí… Continúa con pases por alto, aguantando, y ejecutando un riñonudo molinete de rodillas, en la mera cuna del astado, terminando con lasernistas, para que se desgranara la ovación. Vuelve a los de Laserna, pero ahora de hinojos, por lo que el público le agasaja con más aplausos y la música toca dianas en su honor… Lástima que tan lucida faena no la haya coronado como debía, pues da tres pinchazos antes de introducir el acero hasta lo rojo, resultando la estocada caída y descabellando al segundo intento… Con los otros tres bichos, que presentaron innumerables dificultades, pues se defendían, tiraban tarascadas, se colaban, etcétera, no pudo hacerles el trasteo que deseaba. Además pasó fatigas con la espada, pues al cuarto, de nombre “Aceitero”, lo mató con una media estocada, cuatro pinchazos y cuatro sopapos. Con los dos últimos tuvo más suerte, ya que al primer viaje dejó buenas estocadas… El “Chatito” Mora, que fue el sobresaliente, hizo dos quites, uno por gaoneras ceñidas y el otro con un farol de rodillas… Como decimos al principio, el ganado fue el malo, ya que solamente salió bravo el tercero, al que le dio una buena faena Arruza. Por lo demás el diestro se concretó a salir del paso como mejor pudo y en hora y media despachó a sus seis enemigos… ¡Ojalá un alma piadosa le obsequie un diccionario al “Artista” para que haga los letreros de los nombres de los toros con menos faltas de ortografía!
Faltaban unos cuantos meses para que Carlos Arruza aprovechara a cabalidad otro giro de la fortuna y sorprendiera primero, a la afición de Madrid y después a la de España entera, revelándose como un torero capaz de enfrentar y de mantener una competencia con Manolete y permaneciendo desde entonces, como una de las principales figuras del toreo de la historia.

El telegrama que justifica la ausencia de Silverio
El Informador
(14 de noviembre de 1943)

domingo, 18 de marzo de 2012

Relecturas de invierno (IV)


Alas de Mariposa

Portada de Alas de Mariposa
Hace alrededor de cinco años que tuve la fortuna de tener trato personal con un artista mexicano. Oskar Ruizesparza es su nombre y es un extraordinario fotógrafo que ha dedicado su vida a difundir con lo que observa detrás de la cámara y fija, ayer en la película emulsionada y hoy en bytes y mega bytes, la grandeza de este México suyo y nuestro. Una parte importante de esa sustancia de lo mexicano que es materia de su obra artística, es lo taurino y procura cada año, recopilar en un libro o dos, una selección de fotografías captadas en las plazas de toros que de una manera casi religiosa recorre, cámara en ristre, para escribir con imágenes y relatar con textos de amigos invitados – de allí mi inicial relación con él – el suceder de nuestra Fiesta.

El año de 2011 el libro de Oskar se tardó un poco en ver la luz y aparecer en los estantes. Y es que, al recibirlo de su parte por conducto de un amigo mutuo, me enteré de que el proyecto no se trataba tanto de recopilar lo visto y vivido por el fotógrafo al recorrer la legua, sino que dedicó su talento y sus energías a un proyecto de carácter didáctico en el que se alió con el matador de toros tapatío Miguel Ángel Martínez El Zapopan para recopilar en imágenes fijas, en vídeo y con una descripción en texto, setenta (70) suertes de capa, muchas de ellas creación de toreros mexicanos, para conocimiento, disfrute y aprendizaje de los aficionados y de aquellos que pretenden ser toreros.

Las suertes se ejecutan por los matadores de toros de Guadalajara Miguel Ángel Martínez El Zapopan y Guillermo Martínez, tío y sobrino respectivamente y en las ciento cuarenta y cuatro (144) páginas que forman el libro, dividido en cuatro capítulos, encontraremos catorce (14) distintos lances de inicio o recibo; treinta y tres (33) suertes diferentes apropiadas para hacer quites; doce (12) remates y adornos remates y cuatro (4) suertes creadas por El Zapopan. Todas las demás, cuando procede, tienen indicación del torero que las creó. El escenario es el ruedo de la Plaza de Toros Centenario, de Tlaquepaque, Jalisco.

Alas de Mariposa viene acompañado de un DVD en el que se explica la ejecución – de salón – de cada una de esas ciento cuarenta y cuatro suertes capoteras, de manera tal, que quienes practican el toreo o aprenden a hacerlo, pueden entender con facilidad la manera de llevarlas a cabo, practicarlas y en un momento determinado, ejecutarlas delante de los toros.

Uno de los vídeos incluidos en Alas de Mariposa (Cortesía: altoromexico.com)

Oskar Ruizesparza es Director – Editor de la Revista México Mío, dedicada a diversos temas de la cultura nacional. En lo taurino, destacan dos monográficos dedicados a las dinastías Armillita (abril 1988) y Silveti (noviembre 1988). Ganador del Primer Lugar dentro de la Convención Internacional de la Sociedad Mexicana de Fotógrafos Profesionales A.C., categoría Maestros, los años 1983, 1984, 1985, 1986, 1987 y 1988. Ganador por cuatro ocasiones (tres consecutivas), del premio a la mejor fotografía dentro de la Convención Internacional de la Sociedad Mexicana de Fotógrafos Profesionales A.C. Autor entre otros de libros como Feria Aguascalientes 2005. Más que mil palabras; Feria Aguascalientes 2006. Pepe López, un sentimiento en el capote / Arturo Macías conquista La México (libro doble) y Los recortes de Oskar de la Feria Taurina de Aguascalientes 2007 entre otros.

Miguel Ángel Martínez El Zapopan nació en Zapopan, Jalisco, el 13 de enero de 1953, recibió la alternativa el 9 de enero de 1977 en la Plaza de Toros El Progreso de Guadalajara, siendo su padrino Joaquín Bernadó, llevando como testigo a Salvador Villalvazo. El toro de la ceremonia se llamó Caramelo y fue de la ganadería de Matancillas.

Guillermo Martínez nació en Guadalajara, Jalisco el 31 de mayo de 1982, recibió la alternativa el 17 de octubre de 2004, en la Plaza de Toros Nuevo Progreso de su ciudad natal. Su padrino fue Miguel Espinosa Armillita Chico y completó el cartel el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. El toro que le fue cedido fue nombrado Seda Gris y provino de la ganadería de Fernando de la Mora.

El valor de la obra reside en un hecho que Oskar declaró a Juan Antonio de Labra con motivo de la presentación del libro en la Ciudad de México:

Es verdad que muchos de estos quites ya no se hacen, y otros ni los conocen los toreros; por eso consideramos que era de gran importancia mostrarlos gráficamente en este libro, donde se aprecia, a través de las fotos de secuencia, la forma en que se ejecutan acompañada de una breve explicación. En este sentido, la obra representa una aportación a la tauromaquia y creemos, sin vanidad, que debe ser una especia de libro de texto de las escuelas taurinas que, para bien de la Fiesta, tanto abundan en nuestros días…

Es decir, al final de cuentas, Alas de Mariposa se convierte en un testigo de una torería que en estos días casi es anecdótica, pues los lances, quites y demás suertes que se recopilan, ilustran y explican en el libro, son prácticamente parte del archivo muerto de esta fiesta.

Por eso es que, a mi juicio, este libro resulta de consulta y colección indispensable para aquél que se diga aficionado a los toros, porque por desgracia, llegará el día en el que estas suertes sólo podrá conocerlas en él. Y aunque no acostumbro hacer esto, ni es la misión de esta bitácora, pueden obtener información de cómo adquirirlo, en este sitio

domingo, 4 de diciembre de 2011

El cartel del siglo… que Diego Puerta no pudo completar


El inicio de la década de los sesenta en México nos trajo una nueva generación de toreros españoles que vinieron a refrendar el interés que en esta afición dejaron justo una década antes diestros como Julio Aparicio, Litri, José María Martorell, Luis Miguel Dominguín, Manolo González, Rafael Ortega, Antonio Ordóñez, Jumillano o Manolo Vázquez, que en los distintos ruedos de nuestro país, escribieron importantes páginas de su historia personal y de la del toreo mexicano, quedando en la memoria colectiva como grandes representantes de la torería de todos los tiempos.

De esa generación siguiente de toreros, llegaron y de inmediato se instalaron en el intelecto y el corazón del aficionado mexicano Paco Camino, Juan García Mondeño, Santiago Martín El Viti, Joaquín Bernadó, Miguel Mateo Miguelín y un menudito torero sevillano del barrio de San Bernardo, Diego Puerta, quien mató el primer toro del año 1963 en la Plaza MéxicoPlaterito, de Torrecilla, que le fue cedido por Manuel Capetillo, en presencia de Jaime Rangel, para confirmarle su alternativa sevillana, recibida de manos de Luis Miguel Dominguín.

El cartel del siglo

Para el 21 de marzo de 1963, don Ignacio García Aceves anunció un cartel que en esos tiempos era difícilmente concebible y que desde su anuncio, se propuso como el cartel del siglo. Ocho toros de San Mateo, para Manuel Capetillo, Joselito Huerta, Diego Puerta y Paco Camino, en la hoy difunta plaza de toros El Progreso de la Guadalajara mexicana. Sin duda que la combinación de toros y toreros era digna de cualquier plaza o feria del mundo, pues reunía a los dos diestros mexicanos más destacados de ese momento y a dos de los principales del escalafón mayor de España. La expectación en la afición fue enorme, tal y como lo consigna el diario El Informador, de Guadalajara, en su columna Noticiero Taurino del 19 de marzo de ese año:





Como era de esperar, al abrirse las taquillas se volcaron los aficionados, con deseos de adquirir sus boletos, y como siempre sucede cuando la cosa es fuera de lo normal, hubo todos los incidentes de costumbre y los boletos se agotaban... Los toros de San Mateo de don José Antonio Llaguno García lucirán la gloriosa divisa rosa y blanca y son el número 2 con 500 kilos; No. 4 con 465; No. 9, con 470; No. 6, 435; No. 99, con 465; No. 16, con 470; No. 11, con 435 y No. 6, con 470, dando un promedio de 463 kilos. Vienen dos toros con el número 6... Como primer espada actuará el tapatío Manuel Capetillo, con alternativa en 1949. Lleva diez corridas en el presente año. Joselito Huerta, de Tetela de Ocampo, Puebla, alternativa de 1955, lleva diez corridas; Diego Puerta, del Barrio de San Bernardo en Sevilla, alternativa de 1958, también suma 10 festejos; Paco Camino, natural de Camas, Sevilla, tomó la alternativa en 1960, ha toreado 9 corridas. Las actuaciones anotadas son exclusivamente las de nuestro país... 

La actuación de Diego Puerta en este festejo, como se desprende de la nota transcrita, sería la undécima del sevillano en nuestro país ya que alternaba sus actuaciones en nuestro suelo con su temporada sudamericana. De hecho, ese día 19 de marzo se presentaba en la plaza Santa María de Bogotá, donde sucederían los hechos que precipitarían el desenlace de esta historia.

El hombre propone…

En la edición del 21 de marzo del mismo Informador de Guadalajara, se publicaba la siguiente información:

Diego Puerta no actuará hoy en el coso tapatío. Lo suplirá el español J. Bernadó... “El Hombre propone y Dios dispone”, reza un viejo refrán que ahora podemos muy bien aplicar a los aficionados tapatíos, especialmente a los empresarios de El Progreso, que tuvieron que luchar a brazo partido para presentar un cartel con los dos mejores diestros españoles y con los dos mejores espadas mexicanos, cartel este que se disputaron las empresas de la capital de la República, la de Monterrey y la de esta ciudad; pero que en realidad, no obstante que dicha contratación fue ganada por los empresarios locales, la corrida con Joselito Huerta, Manuel Capetillo, Paco Camino y Diego Puerta, no podrá realizarse, al menos por ahora, en ninguna plaza taurina... La razón es que ayer, don Nacho García Aceves, empresario del El Progreso, recibió un cable en el que Camará, apoderado de Diego Puerta, le informa que su poderdante no podía actuar en esta fecha, debido a que durante su actuación en Bogotá, Colombia, el pasado martes, sufrió la posible fractura de la mano derecha al ser cogido por el quinto toro, enviándole de paso el correspondiente parte facultativo... En tales condiciones y para cubrir el hueco dejado por Diego, Nacho se puso inmediatamente en contacto con los mejores diestros españoles, tratando de contratar al que mayores éxitos haya alcanzado tanto en esta ciudad como en la capital de la República, habiendo logrado incluir en el cartel a Joaquín Bernadó, quien inclusive alcanzó un gran triunfo en El Progreso el domingo 13 de enero, cortando la oreja de su primer adversario... Ahora bien, como la empresa vendió boletos para una corrida en la que figuraba Diego Puerta y éste no podrá actuar, quienes no estén conformes con el cambio, podrán pasar por las taquillas de Galeana para que les regresen el importe de su entrada, lo que creemos que harán muy pocos, tomando en consideración lo interesante del nuevo cartel confeccionado…

Así pues, por una lesión sufrida en Bogotá, Diego Puerta se vio impedido de ser parte de una tarde que resultó a la postre, ser histórica, comparada por Enrique Aceves Latiguillo, el cronista titular de El Informador, con la del 1º de enero de 1950, en la que Silverio Pérez y Antonio Velázquez tuvieron un rotundo triunfo con un bravísimo encierro de La Punta. Al festejo asistieron figuras de la talla de Fermín Espinosa Armillita – brindado por Bernadó –, Pepe Ortiz, Silverio Pérez – brindado por Huerta –, Luis Castro El Soldado y Juan Silveti; toreros en activo como Alfredo Leal, Felipe Rosas o Eduardo Moreno Morenito; ganaderos como don Pepe Madrazo, don Fernando de la Mora o don Luis Javier Barroso o políticos como el profesor Juan Gil Preciado y vale mencionar que si se devolvieron entradas  a causa de la sustitución de Diego Puerta por Joaquín Bernadó, ello no se percibió en los tendidos de la plaza según las crónicas.

El resultado de la corrida le representó las dos orejas del quinto a Manuel Capetillo; una oreja del segundo y dos vueltas al ruedo del sexto para Joselito Huerta; dos orejas del tercero para Joaquín Bernadó y para Paco Camino, las dos orejas y el rabo del cuarto y las dos orejas del octavo de la corrida, saliendo en hombros de la plaza. A ese cuarto del festejo, Pajarito, número 11, se le dio la vuelta al ruedo y cuando Camino paseaba los trofeos, le acompañaron Javier Garfias, en ese entonces, representante de la ganadería de San Mateo, en ausencia de su propietario, José Antonio Llaguno García, así como el empresario Ignacio García Aceves.

Tras del percance en Bogotá, que visto lo sucedido, privó a Diego Puerta de la oportunidad de un gran triunfo, dio por terminada su campaña americana y se volvió a Sevilla, donde el doctor Leal Castaño se encargó de su recuperación. El parte facultativo que emitió acerca de la lesión sufrida, se publicó en el ABC hispalense en estos términos:

Ayer llegó a Sevilla, procedente de Bogotá, el diestro Diego Puerta, que tan brillante campaña ha realizado en América… En la última corrida que toreó en la capital de Colombia sufrió una caída, lastimándose una mano. Tan pronto como llegó a nuestra ciudad se dirigió a la consulta del doctor Leal Castaño, quien le apreció una luxación traumático – falángica del pulgar derecho, con rotura de ligamentos. Esta lesión le impedirá durante unos veinte o veinticinco días el ejercicio de su profesión, según dice el parte facilitado por el citado médico.

La reaparición

Diego Puerta reapareció en los ruedos el domingo 14 de abril (Domingo de Resurrección) en la Corrida de Pascua en Zaragoza. Una semana después, en Barcelona, un toro de Alipio Pérez Tabernero le infirió una cornada penetrante de vientre que le dejó en el dique seco hasta el día 12 de mayo, fecha en la que reapareció en Tijuana y curiosamente, el 16 de mayo, en la Feria de San Isidro, actuó en un cuasi – remake de ese cartel del siglo ideado originalmente por Ignacio García Aceves para El Progreso, pues se presentaron en Las Ventas el tapatío Manuel Capetillo, Diego Puerta y Paco Camino – sólo faltaron Huerta y los toros de San Mateo – para dar cuenta de un encierro salmantino de Antonio Pérez de San Fernando. En esta oportunidad solo pudieron dar una vuelta al ruedo Capetillo y Diego Valor, pero por lo visto, la combinación tenía interés y valía el intentar presentarla.

Es así como recuerdo una breve estampa de lo que fue el paso por nuestros ruedos de un gran torero que, en estos últimos días, realizó el paseíllo definitivo.

lunes, 13 de junio de 2011

Abel Flores, El Papelero, la busca de sí mismo (II/II)

Una buena estocada en la Plaza México
Cortesía Ing. Luis Castro Pérez
La alternativa

La Feria de San Miguel de 1963 se anunció el 20 de septiembre de ese año. El diario ABC de Sevilla contenía la siguiente información:

Dos corridas de toros que se celebrarán en los días 20 de septiembre y 1 de octubre, integran la tradicional feria taurina de San Miguel. En el primero de estos festejos se lidiarán siete reses de Núñez Hermanos, una para el rejoneador don Álvaro Domecq Romero, y las seis restantes para Diego Puerta, «Mondeño» y el mejicano Abel Flores, que tomará la alternativa. Esta corrida, que es de abono, está patrocinada por las Damas de la Caridad de San Vicente de Paúl. En la del primero de octubre - fuera de abono - se correrán toros de don Carlos Núñez, para Diego Puerta, Curro Romero y «El Cordobés»...

Llegado el 30 de septiembre, salieron de los toriles al final de cuentas uno de Sánchez Cobaleda para rejones y 6 de Núñez Hermanos para los de a pie. El toro de la alternativa se llamó Buenasnoches y la crónica de Manuel OlmedoDon Fabricio II sobre su actuación, es en los términos siguientes:

Abel Flores, que recibía la investidura de matador de toros, lanceó con buen estilo a su enemigo, que pasó al segundo tercio con una sola vara, tomada con bríos. Diego Puerta, en presencia de “Mondeño”, cedió los trastos al toricantano, quien, tras brindar al público, empezó la faena con tres ayudados por alto y un pectoral. Prólogo de buena calidad, pero inadecuado, porque el toro tenía la cabeza alta, y este defecto no corregido restó brillantez a los naturales que instrumentó después el de Méjico, con un valor extraordinario. Luego de unos muletazos sobre la derecha, cobró una estocada corta a la tercera agresión y acertó con el verduguillo a la segunda tentativa. En premio a su decisión oyó afectuosos y alentadores aplausos. En el último de la tarde, que llegó quedadísimo a la muleta y cuya embestida fue muy corta, estuvo el muchacho cerca y tranquilo y porfió mucho, sin poder alcanzar lucimiento. Clavó medio estoque y después de intentar varias veces el descabello, se echó el toro. Alternativa sin pena ni gloria la de Abel Flores, a quien hemos de conceder un amplio margen de confianza…

Con esta actuación, la vigésima en ruedos hispanos, concluyó Abel Flores su temporada en el viejo continente.

De vuelta en México

Alternativa de Abel Flores
Imagen aparecida en El Ruedo de Madrid
Ya en México Abel Flores inició su campaña en León, alternando con Jaime Rangel y el portugués José Julio, lidiando toros de Jesús Cabrera. En esa tarde de su presentación, el primero de su lote lo mandó a la enfermería con un puntazo en un muslo y aunque salió a despachar al que cerró plaza, estuvo en el dique seco 15 días, reapareciendo en Torreón el 20 de noviembre, formando cartel con Joselito Huerta y Mondeño. El 1º de diciembre va a Mérida con Pepe Luis Vázquez (mexicano) y de nuevo Mondeño, donde corta la oreja a uno de los de Zamarrero que le tocaron en suerte. 

El 8 de diciembre reaparece en Guadalajara, una de las plazas que le lanzaron a los primeros planos. Lidiarían toros de Santo Domingo, de don Manuel Labastida, el muletero non, Manuel Capetillo, el artista catalán Joaquín Bernadó y el propio Abel. De la crónica publicada por Latiguillo en el diario tapatío El Informador, extraigo lo siguiente:

…Este muchacho, que tanto aplaudimos el año pasado en la temporada de novilladas y que ayer se nos presentó como matador de toros, después de haber recibido la alternativa en España, no tuvo la suerte de ocasiones anteriores y aparte de que taurinamente no había tenido éxito en su primer toro, en su segundo, cuando empezaba a triunfar, fue cornado en el muslo derecho... en su segundo fue ovacionadísimo con el percal, y a la hora de iniciar su faena le sonaron fuerte las palmas al ejecutar tres ceñidos estatuarios ayudados por alto, pero desgraciadamente fue enganchado por el muslo derecho, recibiendo, según opinión del Dr. Mota Velasco, una cornada de pronóstico...

En la propia relación del festejo, se transcribe el parte facultativo emitido por el médico J. Jesús Ramírez Mota Velasco, que refleja que la cornada que le infirió Playero fue de gran extensión:

Durante la lidia del sexto toro ingresó a la enfermería el diestro Abel Flores, presentando una herida por cuerno de toro situada en la cara interna del tercio superior de la pierna derecha, con una trayectoria hacia arriba y afuera en una extensión de 22 centímetros, siendo la entrada de 7 centímetros de longitud. El cuerno interesó piel, tejido celular, aponeurosis, vasos medianos y pequeños y músculos de la región. Rompió el periostio, dejando al descubierto el hueso en una extensión de 6 centímetros. Se desbridó ampliamente la herida, se lavó con suero fisiológico, se hizo la desinfección de la misma, se ligaron vasos practicando sutura entre planos, dejando tres tubos de drenaje. Se aplicaron antitóxicos tetánicos y antibióticos, y de no sobrevenir complicaciones, tardará aproximadamente 22 días en sanar. Firma el Dr. J. Jesús Ramírez Mota Velasco.

Ya no volvería a actuar El Papelero sino hasta el 29 de diciembre de ese año, para confirmar su alternativa sevillana en la Plaza México, es decir, dos días antes de lo pronosticado por el recordado doctor Mota Velasco. Fue su padrino Jaime Bravo y llevó de testigo a Miguel Mateo Miguelín, quien también ratificó su alternativa en la misma fecha Los toreros de a pie llevaron por delante al caballero jerezano don Álvaro Domecq Romero. Los toros fueron 6 tlaxcaltecas de La Laguna (uno para rejones) y uno de Pastejé (7º, sustituto de uno de La Laguna, devuelto por manso). El toro de la ceremonia para Abel fue Montañés, segundo de la lidia ordinaria. La suerte no estuvo del lado de Abel Flores, quien con esta actuación concluyó su temporada en este calendario.

El año de 1964 le representó el mayor número de fechas alcanzado en el escalafón mayor, pues alcanzó a sumar 15; en 1965 solamente ligó tres contratos y en 1966 se vistió de luces solamente una vez. Lo hizo en la Plaza México, el domingo 13 de marzo de 1966, alternando con Emilio Rodríguez y Felipe Rosas en la lidia de 5 toros de Santín y uno de Pastejé (5º), en festejo anunciado como beneficio del matador retirado Arturo Álvarez Vizcaíno. Pedro Ponce, en la Revista Taurina del 20 de marzo de ese año, hace la siguiente reflexión sobre ese festejo y la actuación de Abel Flores:

Corrida casi secreta con tres toreros modestísimos. Una entrada como de teatro… cuando hay dos columnas, un tercero de poco nombre no estorba y a lo mejor aprovecha la oportunidad; pero poner tres toreros de esa medida el mismo día es como para que la gente salga corriendo  y la entrada no alcance ni para los músicos. ¿Y qué salen ganando los toreros con eso? Si están bien, no los ve nadie; ahora qué, si están mal… como nadie se entera, pues siguen donde estaban, sin empeorar su situación, que sigue siendo la misma, desesperada… Abel Flores; ese que hizo una buena campaña novilleril en “El Toreo”, y tiene hambre de triunfo, y probablemente también de la otra; ese iba a salir a buscar una cornada, así de voluntarioso, de valiente y de decidido. ¿Y qué fue lo que sucedió? Que la consiguió, la cornada. Y ahora está con el mismo cartel que antes. Siquiera a Chito le llevaron una oreja a la enfermería. ¿Quién se benefició con esta corrida? ¿El Vizcaíno? Lo dudamos mucho. Los tres toreros no mejoraron su posición en el escalafón taurino… El ganadero de Santín tampoco… El público pasó un mal rato... Ahora la empresa está en deuda con estos muchachos, a los que sacrificó tan tontamente…

Cabe mencionar que el mismo día y a la misma hora, en El Toreo de Cuatro Caminos se daba una corrida en la que Luis Procuna, Joselito Huerta y Antonio Ordóñez se enfrentaron a 5 toros de La Punta y uno de Ernesto Cuevas, con un lleno hasta el reloj. Esta fue la última actuación de Abel Flores como matador de toros.

En El Toreo de Cuatro Caminos
Cortesía Ing. Luis Castro Pérez
Unas semanas después de la celebración del festejo, El Papelero anunció que renunciaba a la alternativa y el día 5 de junio de ese 1966 volvía al escalafón menor en Monterrey, alternando con Eloy Cavazos y José Luis Medína en la lidia de novillos de Tequisquiapan.

El último intento

En el año de 1969 Abel Flores retornó a la Plaza México. Actuó en dos novilladas los domingos 13 y 20 de julio. En la primera alternó con el portugués Julio da Gomes y Alfredo Acosta, en la lidia de novillos de Santín y en la segunda fue acartelado con Juan Clemente y el venezolano Jorge Jiménez en la lidia de novillos de Pastejé, festejo que quedó en un forzado mano a mano entre el sudamericano y El Papelero, dado que Clemente no mató ninguno por haber sido herido por el primero de su lote. El último novillo al que se enfrentó en la gran plaza fue Bonito de Pastejé.

Sus motivos

En el epílogo de Cornadas que no se curan, publicado en 1989, veinte años después de que toreara su última novillada en la Plaza México, Abel Flores dijo a Eloy Pineda lo siguiente:

…gracias a mis complejos y heridas tuve la oportunidad de pelearle a la vida y creo que si no hubiera estado herido, mi vida hubiera estado hueca, sin chiste. Ahora le doy gracias a mi Dios y a mi padre por haberme puesto a prueba de esa manera, porque gracias a ello he tenido todo lo que pude soñar… Porque realmente es contra uno mismo contra el que uno debe luchar…

Años después confesaría a Leonardo Páez:

Hubo quien afirmó que no me faltaba mucho para ser una gran figura, pero por escuchar unas voces que databan de mi infancia tuve más necesidad de encontrarme como hombre que como torero. Preferí la búsqueda honesta en mi interior a buscar fama y riqueza. Ese desencuentro existencial y la responsabilidad con mi familia me hicieron retirarme intempestivamente y empezar a ganarme la vida como si no hubiese triunfado en los ruedos…

Abel Flores escribió dos libros, Tal como fue. La vida de Abel Flores y Torero viejo, e inspiró un tercero, el ya citado Cornadas que no se curan, de Eloy Pineda, mismos en los que procura reflejar los caminos que siguió, entre ellos los de la tauromaquia, para encontrarse a sí mismo.

Abel Flores Ortega falleció en la Ciudad de México el pasado 25 de mayo a los 74 años de edad.

Agradezco a Paco Abad el tiempo que dedicó a localizar en su colección de El Ruedo la información generada por la campaña española de Abel Flores, misma que me ha sido de gran utilidad para armar esto y al Ing. Luis Castro Pérez, la oportunidad de utilizar algunas de las imágenes que ilustran este texto.     

Aldeanos