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domingo, 26 de noviembre de 2023

26 de noviembre de 1977: Miguel Espinosa Armillita recibe la alternativa en Querétaro

Miguel Espinosa, el menor de los hijos varones del Maestro Armillita, después de torear un importante número de festivales al lado de su hermano Fermín y de los hijos de otros toreros, sobre todo de la Edad de Plata mexicana, empezó a vestir el terno de luces el año de 1976. Se presentó con los del castoreño el 18 de marzo de ese año en Jiquilpan, Michoacán, alternando con Javier Tapia El Cala y Miguel Munguía El Inspirado para lidiar novillos de la ganadería de su padre y unos días después toreó una segunda en San Juan de los Lagos, Jalisco.

La tercera novillada de su carrera fue su presentación ante la afición de la ciudad en que nació, Aguascalientes, el domingo 18 de abril, en el festejo que ese año abría la Feria de San Marcos, disputando el trofeo del Cristo Negro del Encino, junto con Pepe Luis Vázquez hijo, Alfredo Gómez El Brillante, Carlos Liceaga, Juan Miranda y Pedro Loredo, ante un encierro de San Manuel.

Era una apuesta arriesgada, venir a abrir una de las ferias más importantes de América y matando un solo novillo, pero al final, lo resolvió con suficiencia y cautivando a la afición que se reunió en la plaza Monumental Aguascalientes, llevándose a su casa el trofeo en disputa, mismo que le entregó al final de la novillada Alfonso Ramírez Calesero.

Esa temporada torearía una veintena de festejos aquí en México y para 1977 marchó a hacer campaña en ruedos europeos, actuando en plazas de primer orden como Barcelona, Sevilla, Valencia o Pamplona. De su presentación en Barcelona, el 27 de marzo, escribió Julio Ichaso para La Vanguardia:

Es hijo del espada azteca Fermín Espinosa «Armillita», tan conocido y aplaudido en nuestras plazas. Se presenta Miguel, en Barcelona... Como dato curioso diremos que «Armillita chico» actúa en Barcelona precisamente en la fecha que su padre Fermín tomara la alternativa aquí, hace cuarenta y nueve años y dos días, para ser exactos... Miguel tomó las banderillas con buena ejecución y estilo. Muchas palmas... Brindó a Manolo Mateo, el decano de los reporteros gráficos taurinos. Muletazos con agobiante y artística lentitud. Aplausos y música. Lo muleteó por los dos lados... ovaciones... Entró a herir con facilidad, pero la espada enseñaba la puntita. Volvió con dos estoconazos más, concediéndole la oreja, despidiéndole con aplausos, así como a sus compañeros de terna y paseo a hombros por los «capitalistas»...

El jueves 9 de junio de ese 1977, actuó en el último festejo que se dio en la hoy extinta plaza de Las Arenas, también en la Ciudad Condal, junto con José Manuel Dominguín y Tomás Campuzano, ante novillos de Antonia Laa Sánchez.

El 6 de julio de ese mismo año, abrió la Feria de San Fermín en Pamplona, en un cartel en el que participaron los rejoneadores Álvaro Domecq y Joao Moura ante toros de Ramón Sánchez y a pie Miguel alternó con José Luis Palomar ante novillos de Diego Romero. A propósito de ese festejo, relató Vicente Zabala Portolés para el ABC madrileño:

He disfrutado hoy en Pamplona con la felicidad del viejo Armillita, que ha visto cómo su hijo triunfaba en una tarde plena de aciertos. El chiquillo (es un auténtico niño) me parece un estupendo remedo de lo que dicen que fue su padre. Le funciona la cabeza. Torea variado con capote, banderillas y muleta. Le veo talento y decisión para resolver problemas... El nuevo Armillita es torero de escuela. Su padre le ha enseñado el oficio. Se aprecian mil detalles, hasta en la resurrección del molinete con la izquierda y el saber estar en la plaza. Todo lo quiere hacer bien, aunque no siempre lo consiga. Junta las zapatillas para banderillear. Esto es muy difícil y meritorio. Tiene un montón de detalles importantes, que le pueden conducir a ese camino de ver cómo la dinastía azteca de los Armillitas se prolonga por lo menos una generación más. Hubo petición de oreja y vuelta en el primero. Cortó la oreja del sexto en medio del diluvio. Ahora a esperar. Hay que verle más veces. Nada de precipitaciones ni campanas al vuelo, pero el manito tiene muchas cosas de las que agradan al buen aficionado...

Esa fue en general, la impresión que Miguel Armillita causó en su paso por los ruedos de Europa en su campaña novilleril, que cerró con 35 festejos toreados y que, planteado su regreso a México, era con la finalidad de recibir la alternativa al inicio de la temporada mexicana.

La alternativa de Armillita Chico

La primera corrida de la Feria de Navidad de 1977 que ofrecía la empresa de la plaza Santa María de Querétaro, a celebrarse el sábado 26 de noviembre, se componía con ocho toros de don Javier Garfias para Manolo Martínez, Eloy Cavazos, José Mari Manzanares y Miguel Espinosa Armillita, quien recibiría la alternativa.

La crónica del festejo aparecida en el diario El Informador de Guadalajara, fue firmada por Luis Soleares, seudónimo de don Carlos Loret de Mola Mediz, quien dijo del toricantano:

Armillita Chico, Miguel Espinosa, de blanco y oro, recibió al primero de la tarde, “Arlequín”, de 515 kilos, con verónicas de muy buen corte que recordaron a las de su padre el maestro grande. El burel, de buen peso y magnífico trapío, como toda la corrida, acude bien para dos cuarteos con cites en el estribo. El tercero le resulta superior. Brinda el toro de la alternativa a su padre, Fermín, quien está entre barreras. Lleva a su enemigo a los medios, con trincherazos y firmas. Hay derechazos y cinco buenos naturales. Como el toro ya no pasa, lo cierra en tablas y le saca algunos naturales más. Luego medios pases y tres pinchazos, antes de una estocada entera...

Ante el octavo de la función, nombrado Solitario, el cronista le apunta nuevamente lucimiento en el segundo tercio y con la muleta en la mano izquierda, ante un toro que se quedó parado, concluyendo acerca de su actuación lo siguiente:

El público lo despidió con aplausos. Miguel Espinosa tiene el corte de su padre y su inteligencia para entender a los toros. Se augura que será un buen matador...

El resto de la corrida

Manolo Martínez, se llevó tres orejas en la espuerta; Eloy Cavazos le cortó las orejas y el rabo al primero de su lote y el sexto de la tarde, Aladino, número 37, con 478 kilos de peso, fue indultado, concediéndosele las orejas y el rabo simbólicos. Por las protestas de la concurrencia, se negó a dar la vuelta al ruedo, misma que dio en solitario el ganadero don Javier Garfias acompañado por dos de sus nietos. Por su parte, José Mari Manzanares le cortó las orejas y el rabo a Cobrador, cuarto de la corrida y primero de su lote.

En suma, una corrida que fue triunfal e histórica, pues en ella inició su andar por los ruedos como matador de alternativa un torero que durante casi tres décadas figuró en el primer plano de la fiesta en el mundo.

Concluyendo

De las narraciones transcritas podemos ver que en esas primeras tardes se nos describía a un torero más variado, que todavía se encargaba de cubrir el segundo tercio y que, con la muleta, empezaba a barruntar lo que sería el fuerte de su actuar en la cima de su carrera: el toreo al natural.

Miguel Armillita se despidió de los ruedos en Aguascalientes el 1o de mayo de 2005 y regresaría, testimonialmente, una sola tarde, la del 6 de diciembre de 2009, a la Plaza México, a confirmarle la alternativa a Cayetano Rivera Ordóñez.

Falleció en Aguascalientes el día 5 de noviembre de 2017.

martes, 24 de mayo de 2022

22 de mayo de 1972. Una tarde de hitos y mitos (III/III)

Comisario José Antonio Pangua
Foto: Martín Sánchez Yubero
Colección: Archivo de la Comunidad de Madrid

Palomo ingresa a un grupo selecto

El rabo de Cigarrón incluyó a Palomo Linares en un grupo pequeño y muy selecto de toreros; aquellos que siendo matadores de toros cortaron un rabo en la principal plaza de España y la principal plaza de México. Marcial Lalanda le cortó el rabo Buzo de Atenco, en el Toreo de la Condesa el 10 diciembre 1922, y después a Patinero de Sánchez de Terrones, en Las Ventas, el 28 de octubre de 1934. El 8 de febrero de 1931, Manolo Bienvenida lo obtuvo de Corbetero de La Laguna en El Toreo, en tanto que en Las Ventas se llevó los de un toro de Pérez de la Concha el 3 de junio de 1935 y de Pañofino de Sánchez Fabrés el 4 de junio de 1936. Sigue en esta relación el valenciano Vicente Barrera, quien fue premiado con el rabo de Jordano de La Punta, el 29 de noviembre de 1931, en tanto que el 24 de mayo de 1939 en la llamada Corrida de la Victoria, se llevó el de un toro de Concha y Sierra

Dejo aparte el caso de Lorenzo Garza, pues es de este grupo el único que ha cortado rabos en El Toreo de la Condesa, en la Plaza México y en la plaza de Las Ventas de Madrid. En la Condesa se llevó, entre otros, los de Gitanillo y Saladito de San Mateo el domingo 3 de febrero de 1935. En Las Ventas obtuvo el de Guitarrero de Fermín Martín Alonso el 29 de septiembre de 1935 y en la Plaza México los de Amapolo y Buen Mozo de Pastejé la tarde del 11 de diciembre de 1946.

Palomo Linares entró también en este grupo esta tarde que trato de recordar aquí, pues el 30 enero del mismo 1972, cortó en la Plaza México el de Tenorio de don Javier Garfias. Así es como forma parte, desde hace 50 años, del reducido grupo de cinco matadores de toros que han obtenido los máximos trofeos en las dos principales plazas del mundo del toreo.

Justos por pecadores

En México sabemos del gran triunfo de Curro Rivera, lo valoramos y lo publicitamos en la medida de nuestras posibilidades, pero esta tarde de las cuatro orejas en Madrid – hecho no repetido hasta hoy por torero mexicano alguno – tuvo la mala fortuna de que se le pusiera por delante el triunfo, también trascendente, de Palomo Linares y que éste se llevara casi todas las informaciones, por la trascendencia histórica que tenía.

Viendo esa circunstancia, recordé que hay para los toreros tardes de triunfo que no penetran tanto en la memoria colectiva, por imponderables que surgen alrededor de ellas. Eso me recordó la tarde del 25 de mayo de 1967 – Jueves de Corpus –, cuando el torero de la Isla de San Fernando, Rafael Ortega, fue víctima de una jugada del destino, contada por Joaquín Vidal en El País del 19 de diciembre de 1995:

El triunfo de Rafael Ortega aquella tarde fue memorable. Sólo que el destino hizo una grotesca pirueta y Curro Romero colaboró en ella. El torero de Camas, que intervenía a continuación, se negó a torear al toro y provocó un gran escándalo. Los periódicos dieron amplia cobertura a esta noticia, se lucieron con ella los reporteros y las crónicas de la corrida quedaron casi reducidas a una gacetilla...

Creo que igual le sucedió a Curro Rivera esta tarde, no como resultado de una bronca de alguno de sus alternantes, sino por el otro triunfo resonante e inusitado que tuvo lugar en esa misma corrida de toros. Hoy se habla del rabo de Palomo y cuando se hace, nos vemos en la necesidad de apuntar y apuntalar que ese día también salió en hombros por la Puerta de Madrid un torero mexicano.

Una carta abierta y la vara de medir

Al margen de su crónica en Pueblo, Alfonso Navalón publicó también una carta abierta dirigida a Palomo Linares, torero con el que tuvo serios desencuentros en esos días y en la que refiere entre otras cosas esto:

Yo estaba tan tranquilo sentado en mi delantera baja del Dos cuando a usted le dieron el rabo; había gustado su faena a «Cigarrón» porque no le tropezó la muleta más que una vez y porque estuvo dando una medida exhaustiva de su capacidad artística. Yo, durante la faena, había mantenido una actitud absolutamente silenciosa, como puede dar fe ese amigo suyo que estaba justo a mi lado. Cuando le vi acercarse a mi localidad para decirme algo, me levanté a escucharle y no le entendí nada. Su amigo me contó que sus frases fueron más o menos estas: «Conmigo no puede acabar ni tú ni nadie. Conmigo no puede acabar más que un toro». Y tiene usted toda la razón. Con los que se visten de luces sólo acaban los toros o los públicos. No es misión de la crítica acabar con nadie… Usted ha cortado un rabo en Madrid, y mi deber es contarlo. Para que me diera cuenta no hacía ninguna falta que viniera a enseñarlo, porque me ha dado una notoriedad y una importancia que no esperaba… Claro que esta recordación la podía haber hecho de una manera más correcta, sin necesidad de vulnerar las leyes. El artículo 118 del vigente Reglamento Taurino prohíbe a los lidiadores dirigirse a los espectadores, bajo multa de cinco mil pesetas. Le prometo dirigirme respetuosamente al escrupuloso señor Pangua, responsable ayer tarde de velar por el orden, para rogarle que no le imponga a usted esa sanción…

La carta caló. En el resumen de la feria que hace el que firma como Pepe Luis en la Hoja del Lunes madrileña, aparecida el día 30 de ese mismo mayo, hace referencia a ella y revira a Navalón en cuanto a la aplicación de la normativa de los festejos, puesto que afirma, que todas las tardes acudía a su localidad acompañado por dos menores de edad y le recuerda que también el Reglamento cuyo cumplimiento pide, señala que no pueden acudir a los toros personas menores de catorce años de edad. 

Un presidente y un cronista, defenestrados

El Comisario José Antonio Pangua fue el designado para presidir el festejo de ese 22 de mayo. Su asesor artístico era el torero retirado Antonio Posada. Al presidente del festejo lo pusieron “de corinto y oro”, acusándole de violentar las tradiciones de Madrid. Escribió Vicente Zabala Portolés para El Alcázar del día siguiente de la corrida:

Absurda y delirante la concesión del rabo. A partir de mañana ya pueden concederse en Las Ventas los rabos a montones. Madrid será una plaza más gracias al señor Pangua. La que un día fue la primera plaza del mundo queda vejada por un caballero que no ha sabido respetar lo único que quedaba: unas gotas de tradición y señorío...

No mucho tiempo después surgieron trascendidos en el sentido de que el comisario Pangua había sido destituido de su cargo. En entrevista realizada por Jesús Sotos y publicada en El Ruedo de Madrid el día 30 de mayo, expresó el presidente de la corrida que eran bulos malintencionados, pero la campaña negra en su contra, seguía adelante, y así, el Blanco y Negro de ABC madrileño, salido el 27 de mayo de 1972, agrega:

El señor Pangua ha sido muchas veces un presidente blando, poco adecuado para la primera plaza del mundo... El señor Pangua, sin duda con la mejor intención, ha confundido la Monumental con una plaza de segundo orden... Son muchos los aficionados que consideran necesaria la creación de un Colegio de Presidentes, de la misma manera que en el futbol hay un Colegio de Árbitros...

Días después, en el mismo Alcázar, el comisario Pangua publicaría una carta abierta, dirigida al dramaturgo Alfonso Paso, quien saliera en su defensa, de la que extraigo:

...estos barbilampiños ganan más de 200.000 pesetas al mes, pero por ese dinero el que podría hacer las crónicas es el “simpático y cordial Marqués de Lozoya” recientemente cesado en el Instituto de España... estos sapos escupen y escupen sin cesar como sus antepasados lo hicieron al rostro del rabí de Galilea... Don Alfonso, usted es periodista y le ruego que le diga a D. Torcuato Luca de Tena que regrese pronto de su viaje pues como tarde mucho el heredero de la silla de D. Antonio Díaz Cañabate que ya cree estar sentado en ella, va a dejar la sección taurina peor que dejaron a doña Ana de Pantoja... dígale a D. Emilio Romero que pula el mal estilo de su crítico favorito... diga a D. Gregorio Marañón Moya que no haga el caldo gordo a los audaces que le rodean, pues el Colegio de Presidentes y Asesores sería un verdadero “gang” que convertiría la fiesta en el Chicago de los años 20 pero con Alcapones antipáticos y sosos... A mí el verdadero Alcapone me resulta simpático...

La realidad es que José Antonio Pangua ya no volvió a presidir un festejo en Las Ventas. En el resumen de la temporada publicado por el mismo semanario madrileño se hace patente esta circunstancia y se da a conocer que a esa fecha – final del año – el comisario ya estaba jubilado.

En otro orden de ideas, en el mismo Blanco y Negro” de ABC, salido el 27 de mayo de 1972, contiene la información de que Vicente Zabala Portolés dejó de ser crítico taurino de Televisión Española:

Nuestro colaborador Vicente Zabala ha dimitido como crítico taurino de TV Española. Tomó esta determinación al comunicársele que debía limitar sus comentarios televisivos a temas taurinos intemporales, ajenos a la función crítica, ya que «por ahora es imposible hacer un juicio de valor sobre los toreros» ... Ahora que dice adiós a tres años en Prado del Rey, confiesa: «En Televisión no dejo más que amigos. He trabajado allí porque me llamaron. Me llevo un gran recuerdo de Manolo Martín Ferrand, que fue el único que apoyó sin limitaciones una crítica veraz, objetiva y ponderada. Deseo al que me sustituya, que cuente con más espacio y menos trabas que las que he tenido yo en mi camino» ...

Así pues, el presidente no fue cesado y el cronista dijo haber dimitido. Lo que aparentan los hechos a 50 años de distancia, es que ambos fueron defenestrados – tirados por la ventana – dada la agria polémica en la que se vieron inmersos.

Un apunte pertinente

Durante mucho tiempo se manejó de manera privada, y también pública, que el rabo de Cigarrón concedido a Palomo Linares fue otorgado con la única finalidad de diluir el gran triunfo de Curro Rivera. Creo conveniente reiterar que ese rabo se le cortó al quinto de la tarde, tras de cuya lidia, Curro Rivera, tercer espada del cartel, todavía tenía por lidiar un toro más, el sexto del festejo, al que le cortó las dos orejas.

Así pues, hay las bases suficientes para afirmar que la concesión de ese rabo no hubo tomate, simplemente los hechos se fueron dando de esa manera y así fue como resultaron.

Y ahora sí, he llegado al final de estos recuerdos, que material tienen, para escribir un libro completo.

Nuevo aviso parroquial: Otra vez el amanuense es el responsable de los resaltados en los textos citados, que no están así en sus originales.

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