Celayense por adopción, Antonio Oliver López nació en la Mérida mexicana el 20 de octubre de 1935 y se convierte en Antonio del Olivar cuando don Francisco Madrazo y García Granados, el señor de La Punta le nombra así al comenzar a apoyar en su carrera en los ruedos, convencido de que las estéticas maneras del diestro le llevarían a caminar largo en las arenas de los redondeles.
Antonio del Olivar se distinguió por calidad al hacer el toreo y así se recuerdan de él faenas como la de su presentación como novillero en El Progreso de Guadalajara, o como la de su debut en la Plaza México el 17 de mayo de 1953, cuando cortó la oreja de Faisán de Santo Domingo. Este triunfo en particular le valió para torear en 8 de las 30 novilladas de esa temporada, llevándose la Oreja de Plata y ligar 7 festejos más el año siguiente dentro del serial del ruedo capitalino.
Marchó a España y se presentó en Sevilla el 17 de julio de 1955 alternando con José Rodríguez Soriano y Salvador Távora, dando la vuelta al ruedo tras la lidia de su segundo novillo y hace lo propio en la madrileña plaza de Las Ventas dos días después, tarde en la que también da una vuelta al ruedo. Salda la temporada con seis festejos menores (2 en Madrid, 2 en Sevilla y 2 en Barcelona) y lo que nos trae por aquí, la corrida de su alternativa, el miércoles 12 de octubre, precisamente en el ruedo venteño, recibiendo los trastos de manos de Luis Parra Parrita para pasaportar a Empalagoso, número 14, de pelo negro, de don Tomás Prieto de la Cal. Fungió como testigo de la ceremonia Alfonso Merino. Por delante lidió un novillo de Juan Cobaleda la rejoneadora Ana Beatriz Cuchet.
El recuento que hace el diario madrileño ABC sobre el festejo, firmado por X, es de la guisa siguiente:
Alternativa del mejicano Antonio del Olivar en Las Ventas... Para conmemorar la fiesta de la Raza, la empresa de la plaza de las Ventas organizó para ayer una corrida de toros con el aliciente de una alternativa y la repetición de la gentil rejoneadora Beatriz Couchet, que tan buen éxito alcanzó el día de su presentación en Madrid. Lo de la alternativa de Antonio del Olivar bien pudo ser una delicadeza en el día de la Hispanidad; pero estamos por decir que, aún sin esos alicientes, la plaza se hubiera llenado, como, en efecto, se llenó, porque el balance de esta temporada en lo que a concurrencia de espectadores se refiere, ha sido para la empresa de las Ventas, altamente satisfactorio... La corrida enviada por Tomás Prieto de la Cal estaba bien presentada. Lo que se dice una corrida «moza» que dio los siguientes pesos: primero, 515 kilos; segundo, 500; tercero, 531; cuarto, 544; quinto, 532 y el sexto, un jabonero de buena estampa, 550. En general, los toros fueron bien a los caballos, arrancando con codicia y poder, a excepción del quinto, que salió suelto a la primera vara, fue el más flojo y llegó a la muleta con escasa arrancada... Antonio del Olivar, novillero mejicano, tomó la alternativa de manos de Luis Parra «Parrita», de doctorado reciente también. Porque esta temporada ha sido de las alternativas innumerables, y así se da el caso de que muchos «padrinos» son de tan escasa antigüedad, que al comienzo de este mismo año andaban toreando como novilleros sin historia… Olivar toreó de capa con valentía, pero con poca quietud y en estas características se desarrolló la faena de muleta, con algunos intentos de torear con la izquierda, aunque lo más afortunado fue una serie de muletazos con la derecha en que se ciñó mucho y corrió bien la mano. Dejó media no mal colocada y descabelló al cuarto intento. La tardanza al descabellar hizo que los aplausos se enfriaran. Olivar los agradeció desde el tercio… En el sexto, a la valentía se unió más aguante, y como el toro metía dócilmente la cabeza, Olivar templó buenos pases con la derecha y le resultaron impecables y lucidos varios de pecho. Entró a matar un poco precipitadamente, pero agarró una buena estocada de la que dobló el de Prieto de la Cal. Hubo larga ovación, le fue concedida una oreja y los espontáneos para estas ocasiones se lo llevaron a hombros… Olivar se lleva un buen recuerdo de su alternativa y de este día de la raza...
Como podemos ver, el toreo reposado y clásico de Antonio del Olivar conquistó pronto a la afición venteña. El toro al que cortó la oreja se llamó Empalagoso, número 42, de pelo jabonero.
Otra relación más breve del hecho se publicó en el semanario El Ruedo, en su edición aparecida al día siguiente del festejo, firmada por Benjamín Bentura, Barico, quien describe así la actuación del diestro mexicano:
Antonio del Olivar: El nuevo matador de toros mejicano toreó con el capote afectado y retorcido; pero al público le gusta esa forma de veroniquear y se le aplaudió. Algo mejor manejó el capote el mejicano cuando se echó el capote a la espalda para quitar… En el toro de la alternativa, un buen bicho que no tenía fuerza, Olivar muleteó discretamente con la derecha y mató de una corta perpendicular y delantera… En el que cerró plaza, también brindado al público, Antonio del Olivar muleteó con mucho valor y no poco garbo; prodigó los muletazos de pecho y citando de espaldas y se arrimó mucho en los que dio de derecha. Mató de una entera buena, cortó la oreja y dio la vuelta al ruedo a hombros de los capitalistas.
Entre la tarde de su alternativa y el fin de la temporada española de 1957, suma 31 corridas de toros, destacando la del 28 de abril de 1957 en Las Ventas, cuando da la vuelta al ruedo tras la lidia del tercero de la tarde, que pasa a la historia por ser aquella en la que un entonces ignorado Manuel Benítez Pérez, años después célebre como El Cordobés, se tira de espontáneo. Entre el 4 y 18 de agosto de ese año actúa tres tardes seguidas en Barcelona. La primera implicó el estoquear una corrida de Miura que según las crónicas promedió 670 kilos y en la tercera, Antonio corta el rabo de Zurdito de don Felipe Bartolomé.
En México queda memoria de su faena a un toro de La Punta en El Progreso tapatío, malograda con la espada el 19 de enero de 1958; la que realizó a Andaluz de Coaxamaluca el 15 de febrero de 1959 en la Plaza México, la de Barquillero de Pastejé, la tarde de la confirmación de Paco Camino en México, la de Soy de Seda de Piedras Negras, en la que su actuación con el capote fue calificada como una apología de la verónica o la del toro Calé, de Arroyo Hondo, el día de la inauguración de la Monumental de las Playas en Tijuana.
El 4 de marzo de 1962, cuando actuaba en El Toreo de Cuatro Caminos con Juan Silveti y Fermín Murillo, recibe una cornada muy grande en la región perineal del toro Gavilán de El Rocío. La herida tuvo tres trayectorias y una de ellas de 30 centímetros de extensión, recibida al intentar un pase de pecho.
Recuperado de la cornada, Antonio del Olivar no deja de ser parte de carteles importantes, como las confirmaciones de El Viti, Joaquín Bernadó o El Cordobés, aquél que se le tirara de espontáneo algunos años antes y tiene una tarde memorable el 16 de febrero de 1964, cuando actuando con Diego Puerta y Abel Flores El Papelero, corta las dos orejas de Cantaclaro de Santa Marta, toro de regalo.
Antonio del Olivar fue Secretario General de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos en México, de 1969 a 1975, año en el que concluyó su gestión por haberse despedido de los ruedos el 24 de diciembre de 1974, en la plaza Rodolfo Gaona de su tierra adoptiva, en una corrida en la que alternaron con él Manolo Martínez y Curro Leal en la lidia de toros del Doctor Castro.
Antonio del Olivar falleció en Celaya, Guanajuato, el 19 de noviembre de 1997.
Este es mi recuerdo de Antonio del Olivar, un fino torero mexicano, quien es el primer torero de estas tierras que recibiera la alternativa en la madrileña plaza de Las Ventas, un día como mañana de hace sesenta años.