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domingo, 6 de julio de 2025

6 de julio de 1944: Manolete y Ratón de Pinto Barreiros

Madrid 6 de julio de 1944 - Foto: Agencia Cifra
Alrededor de cinco años antes del fasto que hoy recuerdo, Manolete recibió la alternativa en una Corrida de la Prensa, en esa ocasión, de la Asociación de Sevilla y coincidentemente, como veremos más adelante también en ese señalado festejo, un toro importante del lote de quien después sería llamado el Monstruo de Córdoba, sería reseñado en el campo con un nombre y saldría al ruedo con otro. Pero en ambos casos, las fechas quedarían señalada indeleblemente en la historia del torero y en el recuerdo de la afición a los toros.

La Asociación de Prensa de Madrid se fundó como una mutualista o asociación de socorro mutuo en 1895, y ya para 1900 organizaba la primera Corrida de la Prensa con Luis Mazzantini, Antonio Fuentes, José García Algabeño y Ricardo Torres Bombita, la que continuó celebrándose, cada año, hasta convertirse en una de las fechas señaladas de la temporada taurina de Madrid.

Para 1944, la fecha elegida para la corrida de la Asociación de Prensa fue el 6 de julio y se adquirió un encierro salmantino de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón, que enfrentarían Luis Gómez Estudiante, Juan Belmonte Campoy y Manuel Rodríguez Manolete. César Jalón Clarito, en sus Memorias, cuenta a propósito de los prolegómenos de la organización de ese festejo:

...el 5 de julio se juega la de la Prensa. De la Asociación de la Prensa que por azar – aunque no lo mencione en su Memoria – me toca organizarla, por cierto, con anticipación y facilidad inalcanzables en mis tiempos de secretario… Virtualmente, la corrida había quedado diseñada y resuelta cierto día de marzo o, cuando más, de abril. José María Alfaro, nuevo presidente de la Asociación, bien orientado, quiso consultar con tiempo a los críticos taurinos. Creyéndome suficientemente cumplido y bataneado más de lo suficiente en este menester, resigné en el segundo de a bordo la representación de “Informaciones”… Más a quien Alfaro y Casares querían era a mí. A “Manolete” a través de mí. Suspendieron el cónclave y apelaron a los buenos oficios de Víctor de la Serna, vicepresidente de la entidad y director mío, en cuyo obsequio fui a cargar con el baúl. Lo depositaron en seguida sobre mis hombros, disimulándolo con la ayuda de otro compañero que, al tanto de su designación formularia, limitó su compañía a despedirse de mí en la puerta de la calle. No lo volví a ver… «Como si esperándome estaría» – que me dijo un vascote a quien indiqué el punto de partida de la maquinilla para la Ciudad Lineal –, me encontré a “Camará” en el “Café Riesgo”… Y allí estaba también, que ni esperándonos, el ganadero Alipio Pérez. Don Alipio Pérez T. Sanchón en los carteles, por respeto al Pérez Tabernero de la razón ganadera de su hermano Graciliano… ¡Alipio!, le llama Camará… ¿Toros para la corrida de la Prensa del primer jueves de julio? …Sí… Pues hecho. Manda los contratos a la Asociación, o a éste, encargado de organizar la corrida… Y a mí: Tienes a “Manolete”; tienes toros; tienes la corrida con menos quehacer y mayor anticipación que nunca… La noche del 1 de julio se fija el cartel oficial: seis de don Alipio para “El Estudiante”, Juanito Belmonte y “Manolete”...

César Jalón, quizás escribiendo de memoria, confunde la fecha del festejo con la víspera del mismo, pero en esencia, señala la manera en la que se gestó la conformación de la corrida que pasaría a la historia y la intervención que tuvo para que el cartel de la misma se conformara.

La corrida de Alipio y dos sobreros portugueses

Los toros enviados por Alipio Pérez Tabernero para la Corrida de la Prensa del 44 fueron Ratonero, Perdigón, Carbonero, Rabón, Costurero y Naviero, todos de pelo negro, que procedían de la simiente que en 1922 adquirió de su hermano Graciliano, puro Santa Coloma de la línea ibarreña. Iban de sobreros dos toros portugueses de Pinto Barreiros, encastados en Parladé, vía Gamero Cívico y Conde de la Corte. De entre esos dos sobreros, destacaba uno, llamado Ratón por el mayoral de la plaza, a la que había llegado de utrero, pero que salió de la finca con el nombre de Centelha o Centella, según cuentan los descendientes del que fuera su criador.

La razón del cambio del nombre del toro, reside en que habiendo salido de sobrero en varias corridas sin tener que ser lidiado, Centelha o Centella se hizo el amo y señor de los corrales de Las Ventas durante  ese período de tiempo, llegando incluso a comerse el pienso destinado para los otros toros, decían los que los cuidaban, colándose como un ratón, para birlarles el alimento. Esa es la razón del nuevo apelativo.

Sigue contando Clarito:

...el 4 asisto con Camará al reconocimiento previo de los toros. Uno, terciado, adolece de una contrarrotura – un bulto que podrá sajarse – y pasa provisionalmente... A mediodía del 5 – apartado y sorteo – se aprueba al operado que toca en suerte a “El Estudiante”, diestro de menor responsabilidad y que, además, lo destina a romper plaza, sin término de comparación para el público. De dos sobreros del criador portugués Pinto Barreiro, los veterinarios señalan uno. “Camará” me toma del brazo: Mira: uno de los toros que le han tocado a Manolo es chico. No han visto que es más flaco que el discutido de “El Estudiante”. Seguro que a Manolo se lo protestan en la plaza. Y resulta que a mí me gusta el sobrero que han dejado los veterinarios. Es preciso convencerles del cambio, sin aludir para nada al temor por el toro de la corrida... Hablo a los veterinarios y nos asomamos con ellos al corral en donde están todavía juntos los sobreros: Pero, “Camará”… ¡Si el que ustedes… No importa; ¡me gusta más! ... Y se hace el trueque...

Si hemos de seguir lo que relata Clarito, el apoderado de Manolete fue el primero en advertir la importancia del toro de Pinto Barreiros, tanto por su catadura, que supliría la escasez de presencia del que le tocaría enfrentar en segundo término a su torero, como por ese algo que a veces determina el curso de una tarde de toros y también del rumbo de la historia. Ese día don José Flores Camará, vio en Ratón unas cualidades que estaban fuera del alcance de la visión de cualquier otro mortal. Así entonces, la suerte estaba echada…

Manolete y Ratón de Pinto Barreiros

Clarito en sus Memorias dice que la tarde había caído en declive en su segunda mitad. El sexto de los de Alipio, nombrado Naviero, que se había advertido desde el apartado y sorteo que iba a ser objeto de repulsión por la concurrencia a la plaza que completó un lleno de no hay billetes, fue devuelto a los corrales por flaco y feo, por cojo, o simplemente porque no gustó a la concurrencia, según a quien se lea. El hecho es que se devolvió a los corrales y se cumplió la premonición de Camará, y fue sustituido por Ratón o Centella, según se quiera, de Pinto Barreiros.

Ante ese toro, Manolete realizó lo que la crónica de su tiempo y los analistas de la historia del toreo consideran que fue su mejor faena en la plaza de Las Ventas. Escribió Antonio Bellón para el diario Pueblo salido al día siguiente de la corrida:

Es la asombrosa verdad del toreo, resuelta tan fácilmente que arrincona toda idea de peligro. Es el absoluto dominio de la inteligencia sobre la fuerza bruta del toro. Se mide el terreno a golpe de muñeca. No hace falta ni mirar por dónde vienen los pitones, y así el rostro de Manuel Rodríguez contempla sereno el oleaje clamoroso y triunfal de los tendidos que flamean en pañuelos mientras el toro pasa en círculos matemáticos... Torear sin mirar al toro. No desprecio por la res, sino seguridad de que va mandada, ciega, empapada por el engaño metido en los pitones... Luego la muleta picotea en recto viaje el morro del toro, al que parte la cruz el estoque de Manolete. Trepida la plaza. Hay lágrimas y sienés en estallido. Se brinca, se manotea; cada espectador descarga su rayo de entusiasmo. Ovaciones, aclamaciones. Manolete en hombros, orejas, la puerta grande qué se abre al paso del torero. La multitud que se apretuja en la calle. Apoteosis del más pundonoroso torero que pisó los ruedos en plaza donde tanto su labor se aquilata...

Es un intento de describir lo que en su momento resultó casi indescriptible. Una manera de relatar algo que, al menos en el ruedo de Las Ventas, aún no se había visto. 

Por su parte, Celestino Espinosa Capdevila, en su tribuna del diario Arriba, quien un par de semanas antes, en su crónica de la corrida del Montepío de Policía, había señalado que a Manolete debía declarársele Monumento Nacional, reflexiona:

“Manolete” sí estaba caldeando hace tiempo el clima de los toros. Sin embargo, no ha sido hasta esta temporada el tiempo de su cenit, y tampoco hasta ahora se ha visto con decisiva claridad la distancia larguísima, incalculable casi, a la que el cordobés se ha puesto de todos los demás diestros de su promoción para acá. Esta distancia, ya sí cabe decirlo, es acaso mayor que la que nunca haya separado de sus demás contemporáneos a las grandes figuras del toreo... Ese paso de este año ha sido y está siendo de enorme magnitud, a no dudarlo, el motor principal de que ya se haya concretado en “Manolete” y en su arte la atención del parnaso español. Las dos anteriores tardes de “Manolete” en Madrid, los habituales de las plazas habíamos podido observar la presencia en los toros de muchos escritores y de muchos poetas, escasamente asiduos o declaradamente ausentes del tendido. Y en la tarde de hoy, al retumbo, sin duda, de los anteriores éxitos, la concurrencia de ellos ha llegado al máximo. Los poetas han vuelto a los toros. Los he estado viendo durante el transcurso de la tarde, en la barrera, en los tendidos, en los palcos...

Capdevila advierte que los espectadores de Manolete ya no son simples aficionados, sino artistas, escritores, poetas y personas que buscan en su hacer ante los toros inspiración para su propio arte. Es decir, que su tauromaquia trasciende lo taurino, para universalizarse. Tanto, que reflexiona Clarito:

La epopeya desdobla, como láminas de un álbum, ante la presencia de un tolo la crestomatía de sus grandes faenas a toros menores. De la que hizo época en Aranjuez. De la de su triunfo y percance en Madrid aquel mismo septiembre del cuarenta y dos; aquel día que un intelectual definía: «Así es el verdadero artista: un transmisor de emoción y conocimiento.» Y Alfredo Marquerie: «Me gustaría ser el “Manolete” de la literatura.»

Importante es lo que escribió Federico M. Alcázar, titular de la información taurina en el diario Madrid, y quien en 1928, a propósito de la faena de Chicuelo a Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero, afirmara que esa faena era la obra de arte más grandiosa, más excelsa y más genial que se hubiera realizado en una plaza de toros, que no recordaba haber visto nada semejante y que no creía que fuera posible ver otra obra así. Pues a propósito del encuentro de Manolete y Ratón ese 6 de julio del 44, entre otras cosas, escribió:

¿Qué había pasado para desbordar el entusiasmo de la muchedumbre hasta el límite del fanatismo? Pues había pasado que Manolete acababa de torear en el último toro de la tarde como nunca se ha toreado... Alarde inaudito de arte, valor y dominio que produce pasmo, arrobo y embeleso. La plaza es un clamor espantoso, todo el mundo grita, gesticula, se enardece y salta en los tendidos como atacados de un vértigo de locura. Y D. Ramón, el gran Ramón patriarca del manoletismo, se lleva las manos a la cabeza como si quisiera ir a contárselo a Lagartijo...

Los historiadores del toreo establecen el hilo de éste de Gallito a Chicuelo y del torero de la Alameda de Hércules a Manolete. Pues bien, Federico M. Alcázar, por lo visto, tuvo la fortuna de ver dos puntos de inflexión en la evolución del toreo, primero, la consolidación de la faena moderna, la tarde de Corchaíto y algo más de tres lustros después, con el torero que fue anunciado por Belmonte, ese que le haría faena a todos los toros, el ejemplo definitivo de cómo sería ese hacer ante los toros ya definidos para el tiempo que corría en esos días.

Así de grande fue la tarde de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez en esa corrida de la Asociación de Prensa de Madrid del año 1944.

Lo que no se cuenta de esa tarde

Toda la historia relatada de esa tarde se concentra a los sucesos ocurridos en torno al sexto de la tarde, Ratón de Pinto Barreiros, pero otra faceta de Manolete, la del torero poderoso y dominador, muchas veces cuestionada, apareció en el tercero de la tarde, Carbonero, con el que estuvo a una gran altura también. Dice Antonio Bellón:

...a la hora del recordar lo que pareció sueño pensamos en lo que aún nos queda por ver de Manolete, que se adivina en esa faena a su primero, al “Carbonero” de Alipio. Ventisca la res, viento que anula la eficacia del engaño y Manolete, dueño del toro en tres pases a muleta muerta, por bajo, para quebrar el cuello de la res. Y los naturales donde no hay natural embestida. Sin presunciones de exquisitez, por mi parte, fue esta faena de mayores dimensiones, más intensamente torera que la apoteósica del sexto. Todo lo hizo el torero. Dominio, imponer el muleteo a riesgo de su cuerpo. Y el volapié, y como resumen del triunfo ese chambergo emplumerado qué el alguacilillo velazqueño, el de 1a varita autoritaria, arrojó a los pies de Manolete...

Por su parte, Clarito, en sus Memorias, nos recuerda:

... Jamás, jamás, jamás, si no es a él – decimos viendo en tierra al nervioso tercer toro –; si no es el “Manolete” colosal se ha visto después de tan impresionante faena montar la espada y caer sobre la fiera con el fuego y la inexorabilidad de una centella de los dioses. Cuatro veces – luego del corte de oreja y vuelta al ruedo – se destoca su alta figura en el tercio. Y un alguacil le arroja su birrete de plumas: «¿le pide acaso la llave del toreo?»...

¡Hasta el sombrero emplumado del alguacilillo! ¿Necesitamos más para reconocer una tarde redonda? No es tan difícil rebuscar en la historia del toreo. Esta es una de ellas. Dos faenas de distinto corte, una de dominio ante un toro complicado y la otra de arte y lucimiento ante un toro que así lo permitió. Para la historia, definitivamente.

Algunas otras cuestiones

Una extraordinaria labor de Luis Gómez Estudiante, ante el primero de la tarde, se perdió entre la vorágine del esplendor del lucimiento de Manolete. Aunque impuso a un toro bravo al que había que poderle y al que le cortó la oreja, su labor quedó oscurecida. Sin embargo, creo de justicia recordarla. 

Y por otra parte, los toros lidiados, tras el arrastre, apenas promediaron 441 kilos de peso, el que menos dio en la báscula fueron 410 y el que más, 470 kilos. Eso nos demuestra que el anuncio del peso de los toros en la tablilla es ilusorio, que lo que realmente importa es el trapío de lo sale al ruedo y que lo que rindan para los carniceros es secundario. Aficionados, exijamos más trapío, que implica remate, que se adquiere con la edad y no peso, que se puede inducir artificialmente.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no aparecen así en sus respectivos originales.

Hasta la próxima semana.

domingo, 1 de junio de 2025

25 de mayo de 1975: El sobresaliente Julián de Mata, paga su cuota de sangre en Las Ventas

Ya había planteado, al comentar la confirmación de alternativa de Manolo Arruza, que el San Isidro de 1975 se caracterizó por la gran cantidad de encierros rechazados en todo o en parte. El 24 de mayo, la corrida de José Luis Osborne que debieron enfrentar Miguelín, Paquirri y Paco Alcalde fue echada para atrás y la solución que dio la empresa, fue tomar el encierro de Alonso Moreno de la Cova anunciado para el día siguiente, que, en teoría, enfrentarían Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán mano a mano.

Al final de cuentas, el encierro sería sustituido por otro de la misma procedencia, pero de menos presencia que el que se apropiaron las figuras para poder cumplir su compromiso la víspera. Y es que no estaba rematado todavía. Le contó José María Recondo, apoderado de Antonio José Galán a Manuel Molés, en esos días, redactor del diario madrileño Pueblo:

La empresa tuvo un problema y se llevó nuestra corrida. Podían haber lidiado la de Palha. ¿A que no se atreven a quitársela a Camino...?» «Naturalmente», contesta Recondo, mientras atiende a su torero. Galán no le ha dado importancia al toro, ha metido el pico y ha toreado con la muleta muy retrasada. «Ese – contesta Recondo – es un vicio de casi todos los toreros...» … La corrida es una de las más chicas de la feria. Resulta que Alonso Moreno no la tenía prevista para Madrid. Es más, esta corrida iba a lidiarse en Valencia en el mes de julio...

Como es de costumbre, quienes tienen una posición preponderante en los estamentos taurinos, disponen de las cosas a favor de su interés. Y a veces, el resultado final, se tuerce.

La decimoséptima del San Isidro del 75

El festejo del domingo 25 de mayo se celebró en un ambiente bastante caldeado. Ya se había apuntado por aquí, que uno de los signos de esta feria fue el del constante baile de corrales que motivó la sustitución de los toros anunciados originalmente por otros que no estaban originalmente contemplados en el programa del serial y por el reacomodo de otros encierros en detrimento del interés de los espadas anunciados con ellos.

En el caso del mano a mano entre Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán, al menos inicialmente, en el papel, no parecía haber cambio alguno, pero en el fondo, el encierro reseñado por la empresa y por sus apoderados para la fecha, el 25 de mayo de 1975, no era el que habían aceptado, pues como se planteó líneas arriba, se había lidiado la fecha anterior para suplir a otro distinto que había sido rechazado y lo que teóricamente saldría por toriles, era otra corrida que estaba siendo preparada para ir a Valencia el mes siguiente.

Y al final de cuentas, lo que aprobaron las autoridades madrileñas ni siquiera fueron los seis toros, porque se sortearon solamente cinco de los de Alonso Moreno y uno de El Jaral de la Mira. Y de los titulares, el abreplaza sería aceptado por la concurrencia hasta el primero tris.

Ante un lleno de no hay billetes, Ruiz Miguel y Galán tuvieron que enfrentarse a un encierro complicado. Las crónicas del festejo no cuentan mucho acerca de sus actuaciones, porque el difícil juego de los urcolas de don Alonso, los mandó a ambos a la enfermería. El primero en caer allí fue Ruiz Miguel, quien tras la lidia del tercero ingresó, emitiéndose el siguiente parte médico por el doctor Máximo García Padrós:

El diestro Francisco Ruiz Miguel ingresó en la enfermería tras la lidia del tercer toro de la tarde, presentando heridas en la región superciliar y malar izquierda; puntazo corrido en la cara posterior del muslo izquierdo. Conmoción cerebral. Pronóstico reservado...

Durante la lidia del quinto de la tarde también fue lesionado Antonio José Galán. El parte médico emitido es el siguiente:

Contusiones y erosiones múltiples. Conmoción cerebral. A descartar fractura de fémur. Pronóstico reservado...

Esa última lesión y el dictamen facultativo, dejaron las cosas dispuestas para que la tragedia que merodeaba la plaza de Las Ventas, se consumara.

Julián de Mata, sobresaliente de espadas

Heridos los diestros anunciados en el cartel, el sobresaliente de espadas tenía que terminar el festejo. Ese 25 de mayo del 75 se había anunciado en el cartel a Julián de Mata – civilmente Julián de la Mata González – nativo de Cehegín, Murcia, de donde salió para Madrid, para tratar de hacerse torero, pero terminó de taxista y siguió pagándose el carnet, para poder seguir vistiendo el terno de luces y al menos poder salir de sobresaliente. Escribió Juan Teba de Montes, en el número de El Ruedo fechado el 10 de junio de ese 1975:

Y se hizo taxista. Y de aquí para allá, transportando seres humanos que le hablaban de extrañas historias que no comprendía. Y mire usted por dónde se le brinda la oportunidad de torear dos novilladas... Y al final, lo de siempre. Sobresaliente. Ni banderillero, ni corredor. Nada. Bueno, sobresaliente. Y con la misión propia del cargo, a contemplar los rostros crispados de los maestros y los chanchullos de los «hombres de confianza». Sí, el pago: cuatro migajas...

La oportunidad que terminó en tragedia se le presentó a los cuarenta y dos años de edad, en un momento en el que muchos toreros ya empiezan a pensar en dejar de vestir el terno de luces. Pero Julián de Mata tenía todavía la ilusión de demostrar que podía ser alguien en el planeta de los toros. Le tocó aprender el toreo junto a la vía del tren de Arganda con Alfonso Merino, Luis Parra Parrita, y Martín Sánchez Pinto, entre otros.

Pero el oficiar como sobresaliente no era una manera muy sencilla de exhibir sus aptitudes. Desde el inicio de la década de los 70, era un fijo en los festejos que organizaba la casa Chopera y que requerían sobresaliente. Le pude localizar al menos tres presentaciones en tal calidad en Las Ventas, una, el 4 de octubre de 1970, cuando el torero canario Pepe Mata despachó en solitario una corrida del Conde de la Maza, resultando herido; el 28 de mayo de 1972, en el mano a mano que torearon don Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez con toros de Victorino Martín y el 20 de junio de 1974, con un cartel de toreros igual al de la fecha que nos ocupa, pero con toros de Martínez Benavides, con motivo de la Corrida de la Prensa de ese calendario.

Como todo sobresaliente, entonces y en la actualidad, su actividad es espaciada, limitada y el sitio que tienen delante de los toros es evidentemente escaso.

El hacer de Julián de Mata quien estrenaba esa tarde un vestido grana y oro, estuvo marcado entre el escándalo en los tendidos y la tragedia. Cuando se llevaron a Antonio José Galán a la enfermería, Jaime Ostos desde su localidad, le hacía saber al presidente García Valiño que debía suspender la corrida, porque el sobresaliente no estaba en capacidad de terminar con el festejo. Posteriormente, Bartolomé Sánchez Simón también matador de toros, se tiró al ruedo ofreciéndose a despachar al quinto y al sexto, recibiendo por respuesta la orden presidencial de ser detenido y remitido a la comisaría. Escribió Alfonso Navalón en la edición de Pueblo ya citada:

Aquí, señor presidente, en el instante justo que se llevaban a la enfermería al segundo matador, era el momento justo de suspender la corrida. Así lo pedía el público y ésta sería la solución lógica, habida cuenta que Julián de Mata es un hombre que no podía afrontar semejante prueba. En todo caso, cabía acceder al ruego de un matador de toros para matar el sexto. Porque esto ha pasado ya muchas veces en casos semejantes. “Simón” bajó a pedir permiso y fue detenido. Con todos mis respetos, considero que no era la decisión adecuada. “Simón” no era un espontáneo, puesto que, al no haber ningún toro en la plaza, mal pudo interrumpir la lidia. Cabía, aceptar o denegar su ruego. Nada más...

Posteriormente, García Valiño esgrimiría los argumentos de que el reglamento no lo permitía y también el de que no había precedente. Este último es el favorito de la autoridad cuando no quiere actuar en determinado sentido, pero cuando menos, encontré uno en la hemeroteca, cuando el domingo 23 de agosto de 1953, el matador Octavio Martínez Nacional, bajó del tendido para despachar un novillo devuelto que no quería regresar al corral, con el permiso de la presidencia de ese día. En conclusión, el precedente existe.

Y salió el sexto de El Jaral de la Mira. La intervención del sobresaliente fue brevísima, sigue contando Navalón:

Luego llegó el horror de la cornada a Julián de Mata. Como era previsible, nada más abrirse de capa quedó a merced del toro, y todos volvimos la cara con horror, cuando, cosido en la mazorca del pitón, llevaba un pedazo del chaleco del pobre sobresaliente, víctima absurda de una situación todavía más absurda. Porque aquí no cabe invocar el reglamento. Estábamos ante un caso de conciencia. Estaba en juego la vida de un hombre...

Y es que, García Valiño, policía de formación y ocupación, al fin y al cabo, se escudó siempre en la interpretación literal del texto legal, según se lo declaró a Pilar Trenas en la edición del ABC madrileño del día 27 siguiente:

Mientras haya un sobresaliente vestido de torero, la corrida debe continuar, según el reglamento... Lamento el percance, pero el reglamento lo dice así...

El parte médico de Julián de Mata

Después de ser intervenido en la enfermería de la plaza, el doctor Máximo García Padrós, extendió el siguiente parte facultativo:

Herida por asta de toro en la cara posterior del hemitórax derecho, entre la novena y décima costillas, penetrando en la cavidad torácica con grandes destrozos en los lóbulos inferiores y medio del pulmón derecho, contusionando el pericardio. «Shock» traumático intenso que precisó transfusión de 1200 centímetros cúbicos de sangre. Pronóstico muy grave...

Le declaró el doctor García Padrós a Manuel F. Molés:

¡Chico qué cornalón!... Un cornalón. Pero tengo esperanza de que se recupere; claro, que luego hay que contar con las complicaciones. Pero ha sido algo muy gordo. Fíjate que tenía tres cornadas en el pulmón: pero tres boquetes así de grandes. Ya veremos...

Tras de concluir la intervención se dudaba si trasladar al torero herido al Sanatorio de Toreros o a otra unidad hospitalaria de alta especialidad para continuar su tratamiento, al final de cuentas, se decidió llevarle al Francisco Franco, para que un especialista en cirugía de tórax continuara con su tratamiento.

En su cama del hospital, atendió a Manuel F. Molés, quien en la edición de Pueblo del 29 de mayo siguiente, publicó lo siguiente:

Me duele más el no haber estado bien que la cornada.

- Pero, Julián, si no podías estar bien.

- ¿Por qué?

- Porque no estabas preparado.

- Sí lo estaba. Toreo mucho de salón.

- Pero el toro es otra cosa. Torear de salón es torear al aire. Imaginar un sueño. Hace falta el toro, la práctica. ¿Desde cuándo no te has puesto delante de un toro?

- El año pasado.

- ¿Te das cuenta de que era imposible estar bien, de que lo más seguro era la cornada?

- No. Lo que pasa es que en la voltereta que me dio el quinto me dislocó la mano derecha y no pude mandar debidamente al sexto con el capote. Si no es por la mano estropeada a estas horas hubiera cambiado mi futuro.

- Ya. ¿Cuánto te han pagado, Julián?

- Todavía no he cobrado. Lo estipulado son ocho mil, y vienen a quedar seis mil y pico limpias... Pero la empresa es muy buena conmigo.

- ¿A cuánto asciende esa bondad?

- El año pasado me dieron doce mil...

- En la taquilla habría seis o siete millones ¿Te parece suficiente ese sueldo tuyo?

- No lo sé...

Insisto: es increíble, pero real. Charlando con él me duele hacer preguntas necesariamente duras. Nadie puede convencer a Julián de Mata que era una barbaridad dejarlo salir. Nadie puede convencerle que no le bastaba un carnet si no tenía una preparación. Nadie puede convencerle que le contrataron como comparsa precisamente porque no tenía nada que hacer. El sueña un sueño imposible, temerario, bárbaro, y al fin y al cabo comprensible.

- Molés, yo tengo que ser matador de toros...”

Julián de Mata no perdía, ni en la cama del hospital, la intención de recibir la alternativa de matador de toros algún día.

En un apunte de interés meramente económico, a un tipo de cambio directo, las ocho mil pesetas de 1975, equivalen a 48.08 euros de estos tiempos y deflactados, serían aproximadamente 2000 euros contantes y sonantes. Es decir, casi nada.

El día después

La tragedia de Julián de Mata movió a los estamentos de la fiesta. La posición y función del sobresaliente se cuestionó y se pidió opinión a personas destacadas dentro del medio. Entre otras, destaca la opinión de Antonio Bienvenida, quien dijo al respecto:

Debería ser un novillero con experiencia, que conociera el oficio. También un matador de toros, aunque siempre o casi siempre hayan sido novilleros. Yo exigiría que estuviesen en activo y que hubiesen toreado un mínimo de corridas, porque en caso contrario se exponen a una catástrofe...

Por su parte, Paco Camino también comentó su parecer sobre ese particular:

La culpa la tienen las empresas. Hay gente joven capaz de resolver un problema con rapidez. Yo exigiría que fuese capaz, un número de actuaciones por año con caballos y que tengan también ilusión, que es algo muy importante. Lo que sucede es que si son novilleros piden que les den alguna compensación, y las empresas no quieren complicaciones de ese estilo...

Ambas opiniones me hacen pensar que los dos toreros ven al sobresaliente como una especie de convidado de piedra que no se luzca, que sea eficiente nada más, que se mantenga en la sombra y evite destacar en toda medida.

Julián de Mata se tuvo que quitar de torero a causa de esta cornada, aunque en el lecho del dolor le insistiera a Molés que tenía que llegar a matador de toros. En 2016 varios toreros que don Máximo García Padrós curó de sus cornadas se reunieron con él con motivo del cincuentenario de su actividad como cirujano en la plaza de Las Ventas. Sobre esa reunión escribió Ana María Ortiz para el diario El Mundo, de Madrid y entre otras cosas dijo:

En representación de la década de los 70, la primera de García Padrós en el servicio médico de Las Ventas, Julián González de Mata. Traje chaqueta azul marino, 82 años bien llevados, aunque pierda el resuello cuando circulamos arriba y abajo por el graderío. «Julián, ahora te ponemos un poco de oxígeno cuando bajemos a la enfermería», bromea el doctor. Aquel 25 de mayo de 1975 Julián de Mata – ese era su nombre artístico – era sobresaliente – suplente, coloquialmente hablando – pero los dos titulares en el cartel sufrieron sendas cogidas y tuvo que salir. «Me metió el pitón en la cintura, me levantó en el aire y me llegó el pitón a dos centímetros del corazón. Me quedé con seis pulsaciones, pensé que me moría», rememora. Tras el envite no pudo ya retomar la carrera taurina y se hizo taxista, profesión que también tuvo que abandonar por las secuelas. «Gracias a la bondad de señora Cuqui Fierro (famosa aristócrata madrileña) que me ayuda desde entonces», pide que se recoja en estas líneas...

Las cornadas de los toros tienen secuelas que se arrastran, a veces, por toda la vida. Esta de Julián de Mata es una prueba de ello.

domingo, 25 de mayo de 2025

A 55 años de la confirmación de Manolo Martínez en Madrid

Manolo Martínez realizó su primera campaña europea entre el 5 de junio y el 29 de septiembre de 1969, toreando 48 corridas entre España y Francia en ese lapso de tiempo. El cierre de esa temporada quedó marcado por los tres percances que sufrió en un lapso de menos de dos meses en Bilbao, Murcia y Cáceres, que, si bien no le mermaron el ánimo, el último, por una intervención defectuosa, le tuvo fuera de los ruedos casi un mes, precipitando el final de esa su primera participación en los ruedos de Europa. 

Su actitud ante los toros y la atracción que generaba en la afición y los públicos dentro y fuera de las plazas, motivó que pronto se le publicitara como El Mejicano de Oro, remoquete que le fue adjudicado por Gonzalo Carvajal, titular de la crónica taurina en el diario madrileño Pueblo, quien era afortunado para adjudicar esa clase de sobrenombres, pues de su autoría fueron, entre otros, los de El Niño Sabio de Camas, para Paco Camino; el de Diego Valor para Diego Puerta o el de El Faraón de Camas para Curro Romero, y todos ellos han trascendido a la historia de la fiesta.

De acuerdo con los biógrafos de Manolo Martínez, principalmente el tándem Cantú – Páez, esa primera temporada la preparó con anticipación, se metió al campo, mató toros a puerta cerrada y se familiarizó con el ambiente de allá, siendo el motivo que arrancara hasta el Corpus de Toledo.

La temporada 1970

Manolo Martínez arrancó su temporada europea del año 70 en Barcelona, el 17 de mayo, alternando con Adolfo Ávila Paquiro y Manolo Cortés en la lidia de toros de Antonio Pérez de San Fernando. Esa tarde de acuerdo con la crónica escrita por Rafael Manzano para la Hoja del Lunes de la capital catalana, Manolo hilvanó, pero no cosió prenda alguna... Es decir, únicamente dejó reflejos de lo que había apuntado el año anterior.

Con ese bagaje es como llegó a la Feria de San Isidro, en la que tenía tres tardes contratadas, la del 22 de mayo que es la que me ocupa en este momento, la del lunes 25 en la que formaría cartel con Ángel Teruel y Miguel Márquez para dar cuenta de un encierro de Antonio Pérez de San Fernando y cerraría su feria el viernes 29 siguiente, cuando se preveía la presentación en Madrid de los toros mexicanos de Mimiahuápam y en la que alternaría de nuevo con Ángel Teruel y José Luis Parada.

Al final de cuentas, su isidrada se cerró solamente con las dos primeras actuaciones, porque los toros mexicanos, a causa de un caótico viaje náutico, no estuvieron en condiciones de ser lidiados. Al final, tampoco el encierro propuesto para sustituirlos pasó el fielato del reconocimiento y la corrida terminó por ser suspendida causando una gran molestia en la afición madrileña.

Algunas notas previas al festejo

El cartel de la corrida de la confirmación de Manolo Martínez era uno de los señeros de la Feria de San Isidro de 1970, pues alternaría con Santiago Martín El Viti y Sebastián Palomo Linares en la lidia de toros de don Baltasar Ibán Valdés. El solo anuncio de la corrida atrajo personalidades de todos los medios, entre ellos a la significada actriz María Félix, quien fue entrevistada por Manuel F. Molés para el diario madrileño Pueblo del día de la corrida, a quien entre otras cosas dijo:

Manolo es un gran amigo. La verdad es que, aparte de ver Madrid, lo que me trae acá es la alternativa de mi paisano... Puedo decirle que es uno de los toreros más sinceros y decentes que existen. Siente el toreo como pocos. Se van a chupar los dedos como tenga suerte...

También se encontraba Eloy Cavazos entre quienes asistirían al festejo, y quien comentó a uno de los redactores del propio diario:

¿Qué le desea para mañana - hoy para el lector - a su paisano Manolo Martínez? – Él es mi amigo. Ojalá tenga la mejor de las suertes... yo soy más joven que él, y que ambos nos hacemos la guerra, pero solo en el ruedo. Yo también insisto que en la vida particular somos buenos amigos...

Por otra parte, se anunciaba que el festejo sería televisado y que por primera ocasión se transmitiría un festejo desde España para México. Que la transmisión a estas tierras se haría a través de una cadena de reciente creación, Televisión Independiente de México (TIM), que operaba en quince ciudades y que se esperaba una gran audiencia en México.

La confirmación de Manolo Martínez

Manolo Martínez, contra la costumbre, salió vestido a trascendental tarde en su carrera, vestido de negro y oro. Un vestido de estreno. En ello reparó don Antonio Abad Ojuel, encargado de la crónica en el semanario El Ruedo, quien en el número fechado el 26 de mayo siguiente, escribió:

Para la ceremonia viene el mejicano vestido con el traje de torear más fastuoso de, la actualidad: un terno negro y oro – dando a esta palabra el peso que tiene en los mercados de metales preciosos – a, que pone lujo y tronío en la tarde. ¡Qué contraste con esos pálidos trajes de primera comunión, o los más horrendos, de pastilla de café y leche que este San Isidro han puesto de moda los niños! Manolo Martínez – como El Viti con el temo grana y oro de hace unos días –, da una lección de cómo se viste un torero de torero.

- Pero temo negro, ¿por qué?

- Porque el alternativado viene a la plaza como novio. Y en España y Méjico, que son dos países importantes y con raza, los novios se visten de negro; que las nupcias con la mujer o con la muerte son cosa seria.

- Pues los más frecuentes son los trajes blancos...

- De blanco se visten las novias.

Cualquier día vamos a ver en los carteles de alternativa una nota que diga: «El diestro lucirá un ‘vestido de atoreá’ diseñado por Elio Berhanyer, en gros grain de seda beige con pasamanerías y caireles de tul ilusión». ¡Que ya está bien de cursilería, señores sastres!

¡Gracias Manolo Martínez, por haberte vestido como se visten en España y en el Méjico lindo y querido los hombres serios, los toreros buenos, los matadores de rumbo! …

Ese fue el impacto que nuestro paisano causó a uno de los cronistas más serios del momento, en cuanto a su manera de presentarse. Aunque a algo más de medio siglo de distancia, he de señalar que don Antonio fue profético en la parte final de su comentario...

Ante el primer toro de la tarde, llamado Santanero, marcado con el número 92, y anunciado con un peso de 518 kilos, su hacer fue visto así por el nombrado Gonzalo Carvajal de Pueblo:

Pero por algo Manolo Martínez es figura del toreo, aunque esta su tarde de confirmación no se resuma en un éxito claro, sino en un sí para la faena de «Santanero» y con un no para la muy breve que cuajó con «Panadero», quinto de la jornada, cariavacado, encastado, y que por su raza y por su falta de fuerzas llegó con viaje corto y áspero al tercio postrero... ¿El porqué del sí para Manolo Martínez? El mejicano se ganó la oreja, con la aquiescencia del «profundo 9», que dice mi compañero y amigo Raúl del Pozo, porque dio los pases precisos en su número y en su ejecución, y porque mató muy bien de media en lo alto, para ganar la oreja. ¿El porqué del no para Manolo Martínez? Porque debió hacer algo más que limitarse a probar a «Panadero», el del viaje de cercanías. para convencerse que no iba, machetear y volver a matar bien de media. Por lo que no hizo M.M. escuchó pitos. Por lo que si hizo cortó una oreja, con las protestas de esos espectadores que no admiten los triunfos más que en aquellos toreros que «vuelven del frío» ...

Es decir, lo que vio Carvajal fue que su actuación ante el toro de la confirmación fue justa para asegurar la oreja que le fue concedida y ante el quinto, dio la impresión de que le faltó esforzarse un poco más. Quizás pensaba ya el torero en la tarde siguiente.

La crónica de Abad Ojuel en El Ruedo, aparte de lo referido acerca del vestido del confirmante, refiere:

La faena fue torera y adornada con destellos originales. Muy buenos los pases para doblar y quebrantar al toro y los tres naturales primeros ligados al de pecho. Un poco más despegadillo en la serie con la derecha y vuelve al buen terreno en espléndidos naturales con remate de trincherilla y el de pecho. Redondos con un original giro a la inversa - no conozco el nombre del adorno en la lexicografía azteca -, pase alto con cambio, para uno garboso de pecho y refrendo final de media estocada de buena calidad. Dobla el toro en tablas y Manolo corta la oreja del toro de su alternativa. Hay para él una gran ovación cuando, con elegante parsimonia, la exhibe en la vuelta al ruedo... A «Panadero» no nos le dejó ver...

Hace mención don Antonio a un original giro a la inversa que es lo que Alameda en alguna crónica bautizara como el martinete. Esta relación, más reposada en su redacción, es un poco más elaborada que la común de los diarios, que tienen que cerrar sus contenidos el mismo día de la corrida.

Sigue el turno de don Antonio Díaz – Cañabate, de quien he señalado ya por aquí su escaso gusto por lo que llegó a ver venido de estas tierras. Pues Manolo Martínez no se escapó de su cáustica opinión:

El primero era muy bueno. Manuel Martínez lo toreó a placer. Es posible que él lo sintiera. Toreaba bien, correctamente; la gente aplaudía como aplaude ahora, con mecanismo, como si estuviera cumpliendo un deber. Una vez cumplido se quedan tan tranquilos. El toreo de Martínez no es que fuera frío, pero si que dejaba helado, por lo menos a mí. Es su faena, una más de las infinitas del montón de las faenas. Media estocada y la indispensable oreja, que es recibida con pitos... En el quinto Martínez no lo quiere ver, él sabrá por qué. Media estocada...

No se desdijo en esta ocasión tampoco a quien sus allegados llamaban El Cañas, pero en honor a la justicia, he de decir que en esta crónica también pone de corinto y oro a los otros dos alternantes del cartel. Mejor nos contó la mejor selección del anecdotario del gran Larita. Así que, por hoy, quedamos en paz.

Y concluyo con las apreciaciones de la prensa de la época, con lo que en su día expresó a sus oyentes de la Radio Intercontinental en su programa España Taurina, Gonzalo Ángel Luque del Pino, Curro Fetén:

Confirmaba la alternativa el mejicano Manolo Martínez, el cual se hizo ovacionar en su intervención con el percal y en una faena plena de arrogancia en la que hubo temple y mando indudable en series de pases sobre la diestra, en los que dejaba la impronta de su arte. Tenía el toro temperamento, pero el mejicano le aguantó y a fuerza de templarle y llevarle toreadísimo, le cuajó una excelente faena que, al ser rematada certeramente con media estocada, le valió la oreja del toro de su confirmación como matador. El quinto llegó con peor estilo a la muleta, rebrincado y con media acometida, sin pasar, por lo que tras breve muletear lo pasaporta de media estocada, no gustando el capítulo. En resumen, la presentación en Madrid como matador de toros de Manolo Martínez, le ha abierto un buen crédito que, sin duda, deberá refrendar en otras actuaciones...

Como se puede ver, hay opiniones para todos los pareceres. En lo que sí parece haber consenso, es en el hecho de que la tarde de Manolo Martínez, a pesar de la oreja cortada, dejó el regusto de que pudo haber conseguido algo más resonante.

Arrematando

En las mismas páginas de las crónicas de la época, se hablaba de que aquí en México vieron la corrida por televisión 15 millones de personas. Creo que la cuenta es muy alegre. La realidad es que la cadena de televisión (TIM) tenía una cobertura limitada, no nacional, lo que hace poco creíble la consecución de esa cifra.

Por otra parte, en lo personal, tengo la impresión, a pesar de lo que los biógrafos de Manolo Martínez puedan sostener, de que el torero apostó su resto para esa campaña europea a la corrida que le preparó don Luis Barroso Barona. Por eso no se preparó previamente en el campo allá antes de ir a confirmar, por lo que, cuando la corrida no llegó en condiciones de ser lidiada, se limitó a cumplir con los compromisos que ya tenía firmados allá y a planear su regreso a México para retomar su campaña en las plazas de aquí.

No creo que haya habido conspiraciones en su contra, ni cuestiones por el estilo, simplemente fue un mal cálculo que no permitió construir una temporada a partir de una sola carta. 

Todas estas reflexiones no implican que yo abjure de mi martinismo. Es el mejor torero mexicano que he visto con uso de razón. Pero lo que aquí escribo me impone el deber de conducirme con objetividad y es lo que aquí he intentado. Hasta la próxima semana.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 18 de mayo de 2025

20 de mayo de 1975: Manolo Arruza confirma su alternativa en Madrid

Manolo Arruza inició su andar por los ruedos vestido de luces en ruedos de España. Se presentó como novillero en San Roque el 12 de agosto de 1972 y el siguiente año realizó ya una campaña en forma en aquellas tierras, en la que toreó 33 novilladas, a pesar de iniciar su actividad a partir del mes de julio por haberse fracturado una mano en los tentaderos del invierno, terminando la temporada como uno de los toreros del llamado escalafón menor más interesantes del ciclo, junto a Paco Alcalde y Carlos Escolar Frascuelo.

Regresaría a México para recibir la alternativa en Guadalajara, el 24 de octubre de ese 1973, de manos de Eloy Cavazos y con el testimonio de Curro Leal, con toros de Jesús Cabrera. Cerraría esa temporada aquí en México con 16 corridas toreadas.

El año de 1974 fue de una gran actividad para el hijo del Ciclón Mexicano, porque logró completar 42 tardes en ruedos de España, en una temporada en la que actuaron allá también los matadores mexicanos Mariano Ramos, Rafael Gil Rafaelillo y Manolo Martínez y los novilleros Marcos Ortega, Fermín Espinosa Armillita y Arturo Magaña. A esos festejos toreados en ruedos hispanos habrá que sumar los 14 que sumó aquí en México, incluida su confirmación de alternativa en la Plaza México el 22 de diciembre, de manos nuevamente de Eloy Cavazos y llevando como testigo a Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, con toros de Javier Garfias. En total ese 1974, sumó 56 corridas de toros entre España y México.

Un constante baile de corrales

La Feria de San Isidro del año 75 corrió del día 8 de mayo al 1o de junio de ese año, constó de dos novilladas y veintiuna corridas de toros. En las que observo con cierto asombro que Paco Camino y Rafael de Paula fueron anunciados con los toros de Palha, y el Niño de la Capea con los de Pablo Romero, ganaderías en estos días etiquetadas como duras, que tienen sus especialistas, y a las que las figuras se les enfrentan, si acaso, una vez en la vida, en medio de un preparado anuncio de una gesta extraordinaria.

La realidad es que de los encierros que se anunciaron a la afición y al público, muchos se quedaron en el papel, porque a pesar de que ya estaba en funciones el toro del guarismo, los problemas en la interpretación de lo que es el trapío y así, el encierro del 13 de mayo, de Amelia Pérez Tabernero fue rechazado desde el primer reconocimiento. Eso hizo que Eloy Cavazos se saliera de la combinación y su lugar lo ocupara Rafael Gil Rafaelillo, quien así cumplió su segunda tarde en el ciclo.

Igual, las corridas de Atanasio Fernández (día 23), José Luis Osborne (día 24) y Juan Pedro Domecq (día 31) fueron rechazadas en el reconocimiento y sustituidas por ensaladillas de sobreros de otras ganaderías. El criterio de las autoridades y de la afición madrileña iba cambiando y también, el de los veedores de don Livinio Stuyck, ya en su antepenúltima feria, estaba decadente, porque otros encierros fueron también rechazados en parte y remendados con sobreros de diversas procedencias afines a la empresa Nueva Plaza de Toros de Madrid, S.A.

El encierro para el 20 de mayo del 75

Omití deliberadamente en el apartado anterior mencionar que los toros anunciados para la décimo segunda corrida de ese ciclo isidril tampoco pudieron pasar el fielato del reconocimiento. El cartel originalmente presentado era con toros de los herederos de Carlos Núñez, propiedad de don Manuel González, para Palomo Linares, Francisco Rivera Paquirri y Manolo Arruza, quien confirmaría la alternativa.

El ganadero Manuel González era nada menos que el diestro sevillano retirado Manolo González, quien apenas el año anterior había adquirido de los hijos de don Carlos Núñez, el hierro, divisa y ganado que anunciaban como Churriana, encastado en lo de su casa y en donde mantenían reses marcadas con el hierro matriz y con el propio. Así, el encierro que escogió para presentarse en la capital española, era con seis ejemplares que llevaban en el anca la R circulada, razón por la cual se hizo ese extraño anuncio de su debut ganadero.

Pero la ocasión se frustró, porque el encierro no fue aprobado. Así lo contaba Manuel F. Molés en el diario madrileño Pueblo el día de la corrida:

Ayer ya lo contaba, empezó el baile de los rechazos. De los ocho toros de Martín Berrocal quedaron cinco y se les añadió un Murteira. Primer aviso para la «semana comercial» que estamos viviendo ya. Y eso que los Núñez del presidente del Huelva eran de lo más digno que hemos visto en muchos años dentro de esta ganadería. Pero la «debacle», lógica, cantada y supuesta, había de llegar con los otros Núñez de don Manuel González. Una corrida mínima de trapío, que no se ha prestado siquiera a la discusión. Por eso los veterinarios, de buenas a primeras, han dicho que no había nada que hacer y la han rechazado de plano. Los toritos del señor González van a ir por donde han venido, por atreverse a acudir a donde nunca debieron. Así pues, la danza, anunciada ayer desde esta sección, acelera su ritmo y todavía queda baile. Todavía, hasta que toreros, empresa y ganaderos se enteren, de una vez y para siempre, de que el medio toro ya no tiene acomodo en Madrid...

La corrida fue sustituida por una de Benítez Cubero, que según a quien se lea, tuvo o no tuvo trapío. La reseña del encierro a la vista del sorteo, refiere que eran los siguientes:

En la tarde de hoy se lidiarán toros de Benítez Cubero, por el siguiente orden: «Loco», número 18, 561 kilos. «Conductor», 14, 538. «Cistrado», 33, 549. «Lanero», 56, 532. «Difamado», 17, 529. Y «Peluso», 37, 537. Como sobrero va el toro 131, «Merleto», de 567 kilos en vivo, de la ganadería de Higuero...

Con esos mimbres se daría la confirmación de alternativa de Manolo Arruza.


Una confirmación envuelta en un denso aire de nostalgia

Las relaciones de todos los diarios hacían referencia en mayor o menor medida, a que, en la fecha, se cumplían nueve años del fallecimiento de Carlos Arruza, padre del toricantano. Quizás los apuntes más sentidos en ese aspecto, fueron los de Francisco Baruqui, en el diario tapatío El Informador y de Antonio Bellón, al entrevistar a don Andrés Gago, apoderado del confirmante y que lo fuera también de su padre, en Pueblo, de la que recojo:

Andrés Gago estaba en el burladero de apoderados, con la colilla de su puro mantenida por un palillo, quemando tabaco y nervios. Y fue justo al final de la primera faena de Manolito, en el momento en que el chaval recibía la oreja, cuando Andrés no pudo más y rompió a llorar. «Es un momento – decía – muy difícil para mí. Son demasiados recuerdos... Si Carlos pudiera ver a su hijo...» «¿Recuerda mucho Manolo a su padre, don Andrés?» «Sí, se parecen. Pero Carlos era un hombre y Manolo es un chiquillo...» Y no pudo más, Rompió a llorar. Hay que decir que Andrés Gago había dejado de esta profesión de apoderar y que regresa a ella por fidelidad y cariño hacia Carlos...

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en el b madrileño, es más severo y hasta exagerado en su valoración de lo realizado por Manolo en el toro de su confirmación:

Manolo, que había banderilleado con más voluntad que acierto, pues el astado esperaba y desarmaba con sentido, se empleó en un trasteo aseadito con ambas manos. El chico se quedó quieto y sacó los muletazos limpios y ajustados entre el beneplácito general. Manolo Arruza, pese a su apellido, no venía con la vitola de figura. El hombre no se permite improcedentes exigencias. Mató de una estocada baja y se le concedió una oreja que algunos protestaron. El recuerdo de su padre, muy querido en Madrid en una época triste y angustiosa para el país, flotaba en el ambiente. Por la voluntad del muchacho y por las añoranzas de tiempos que, históricamente, no fueron mejores en ningún sentido, se le otorgó el trofeo...

Para él, la oreja que cortó y que resultó ser la única de la tarde, fue más que nada, un reconocimiento a su ascendencia torera y no precisamente un premio a su labor ese día. A veces, los escribidores de toros, por mucho que entiendan, exageran en el rigor de sus apreciaciones como en esa tarde lo hizo don Vicente.

Decía arriba que don Francisco Baruqui también cubrió el festejo, aprovechando su anual asistencia al ciclo isidril. Entre otras cuestiones escribió:

Si Carlos Arruza viviera... Feliz, muy feliz que estaría. Manolo, su hijo torero ha hecho honor en la arena misma que pisara su padre y en la que tantas y tantas huellas dejara, a la casta torera, al profesional orgullo, al amor propio por ser... un Arruza... A nueve años de la muerte de su padre, hoy, en este día, una habitación del hotel Gran Vía, antiguo, incómodo, albergaba como años atrás, a otro Arruza... Ayer a Carlos, hoy a Manolo... Y qué torero ha estado, principescamente vestido con terno champaña y oro, luciendo añejo capote de paseo que de su padre fuera, confirmó su alternativa. Ha cortado oreja. De su capotillo salieron, echándose a la espalda, con gallardía, serie de ceñidas gaoneras que arrancaron los primeros olés. Con los palos, seguro, preciso, certero, haciendo gala de facultades y conocimiento pleno de los terrenos. Ha clavado por ambos lados y al sesgo, al cuarteo. Uno impresionante, citando sobre el estribo de frente al toro y en corto palmo que levantó al público de sus asientos. Con la muleta asentado, tranquilo, centrándose estupendamente con un toro un poco tardo, pero con son y clase que le ha permitido estar a mucha altura... Series medidas de ayudados por bajo con la derecha, naturales espléndidamente rematados. Todo a la distancia justa, ni un paso más, ni un paso menos. Las palmas fuertes le habrán sonado a gloria, ha triunfado. Dejando una entera desprendida se ha hecho merecedor de una oreja. Vuelta entre aplausos... Manolo Arruza cayó de pie...

La descripción de la actuación de Manolo Arruza en esta relación me parece la más completa y quizás la menos sesgada, por una razón que veremos más adelante.

También Alfonso Navalón escribió una interesante crónica del festejo, pero, la dedicó a señalar la falta de trapío de los toros de Benítez Cubero, a tundirle a Palomo Linares por hacer que, con su presencia, lleguen a las plazas los perritoros, y en un alarde de displicencia, le dedica el párrafo final a Paquirri, a quien llama rico de pueblo que va a un baile de disfraces por llevar un vestido bordado en pasamanería. Del confirmante, ni se acordó. 

El fruto de una buena tarde

El mismo día que Manolo Arruza confirmaba en Madrid, Rafael de Paula armó una bronca grande en Barcelona al negarse a matar un toro. Por esa razón, la Dirección General de Seguridad le impuso una suspensión de seis meses – misma que sería revocada unos cuantos días después – por lo que no podría cumplir de inmediato, su compromiso en la corrida del siguiente día 26 en la Feria de San Isidro.

El cartel de ese día 26 de mayo estaba formado originalmente por Rafael de Paula, Paco Camino y Francisco Ruiz Miguel, con toros portugueses de Palha. Ya recompuesto por la suspensión del torero jerezano, quedó con los toros portugueses para Paco Camino, Ruiz Miguel y Manolo Arruza. Allí también hubo baile de corrales, pues solamente se aprobaron tres de los de Palha, completándose el lote con otros tantos de don Joaquín Buendía.

Para terminar, una nota luctuosa

La prensa que refería la confirmación de Manolo Arruza, también daba a conocer que la noche de ese día 20 de mayo de hace 50 años, falleció don Rodolfo Gaona a la edad de 87 años, en la Ciudad de México.

Apenas el 12 de abril se había conmemorado el cincuentenario de su triunfal despedida de los ruedos, pero desde el día 15 de mayo, el Califa de León había dado muestras de deterioro en su salud y fue ingresado en el Sanatorio Español para ser atendido.

Sus hijos Rodolfo y Enrique comentaron en su día a los medios de comunicación que Gaona comenzó a dar muestras de agotamiento físico, pero sin presentar síntomas de alguna enfermedad, porque siempre fue un hombre saludable, por lo que consideraron, junto con los médicos que lo atendieron en este último trance, que su muerte fue por causas naturales.

Sus funerales se llevaron a cabo al día siguiente y fue sepultado en el Panteón de Dolores, con la compañía de su familia y de varios toreros como Jesús Solórzano, Luis Castro El Soldado, Heriberto García, David Liceaga, Andrés Blando, Alfonso Ramírez Calesero, Joselito Huerta, Manuel Gutiérrez Espartero y Joaquín Rodríguez Cagancho.

La oración fúnebre la pronunció Roque Armando Sosa Ferreyro Don Tancredo quien entre otras cosas dijo:

Ayer las campanas de León tocaban a gloria por los éxitos del torero. Hoy, las campanas de México doblan a duelo para decir adiós al grande hombre, quien nos deja un recuerdo inolvidable: sus triunfos en los ruedos y la lección ejemplar de su existencia.

Hasta la próxima semana.

domingo, 19 de enero de 2025

3 de octubre de 1941: Festival en homenaje y beneficio de Félix Rodríguez en Madrid

Félix Rodríguez fue un torero que tuvo un paso fugaz por los ruedos, pero que dejó una gran impronta en la historia del toreo. Apenas pudo completar un poco más de cuatro temporadas como matador de toros, pero sus contemporáneos aseguran que, de no haber sido por su endeble salud, quizás hubiera sido el esperado sucesor de Gallito.

La enfermedad fue la que lo echó de los ruedos y lo que pudo ganar en ellos, se fue escapando como agua entre las manos. La última vez que se vistió de luces fue el 19 de junio de 1932 en Perpiñán, Francia, y a partir de esa fecha solamente se pudo dedicar a atender los males que le aquejaban.

La prensa de la época señala que, en el año de 1941, Antonio Márquez, contemporáneo suyo, se afanó en organizar un festival taurino en su beneficio. Escribió Recorte en el ejemplar de El Ruedo fechado el 17 de enero de 1946:

Con el fin de aliviar la angustiosa situación económica en que le había precipitado la enfermedad, y por iniciativa de Antonio Márquez, se celebró en Madrid un festival a beneficio del desgraciado torero. En dicho festival tomaron parte gran número de toreros, consiguiéndose una buena recaudación que sirvió para mitigar, de momento, los sufrimientos que poco a poco iban arrancándole la vida...

José Luis Ramón agrega que, por esa misma época, el Sindicato del Espectáculo le concedió una pensión mensual de la que disfrutó hasta su fallecimiento en 1943.

El anuncio del festival

El festejo tendría lugar el viernes 3 de octubre de 1941, en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, dando inicio a las cuatro y media de la tarde.

El cartel originalmente anunciado se formó con novillos de Antonio Pérez de San Fernando, de Salamanca, que serían lidiados por Juan Belmonte, a caballo y en lidia ordinaria, a pie, por Rafael Gómez El Gallo, Antonio Márquez, Domingo Ortega, Antonio Bienvenida, y Juan Mari Pérez Tabernero.

En la víspera del festival, se publicó tanto en el diario matutino ABC, como en el vespertino Pueblo, ambos de la capital hispana, la siguiente información:

El festival a beneficio de Félix Rodríguez. El matador de toros Juan Belmonte (hijo) ha hecho entrega de 500 pesetas por una localidad para dicho festejo... Los toreros y aficionados que deseen adquirir entradas haciendo donativos pueden pasarse por las oficinas de la empresa (Victoria 9) durante la tarde del jueves y la mañana del viernes...

Así, toreros y aficionados fueron presentándose primero, en el despacho de la empresa y posteriormente en las taquillas de la plaza, para poder hacer su aportación a la buena causa que motivó la organización de este singular festejo.

Lo sucedido en el festejo

Corrida a beneficio del infortunado Félix Rodríguez, retirado de la profesión a causa de una grave enfermedad... Al hacer el paseo todos los matadores son aplaudidos. Torean Belmonte, Rafael el Gallo, Márquez, Marcial, Ortega y Antonio Bienvenida...

Sin mediar explicación, Juan Mari Pérez Tabernero salió de la combinación y fue sustituido por Marcial Lalanda, según se aprecia del introito de la crónica de Benjamín Bentura Sariñena Barico, en la edición de Pueblo de la misma fecha del festejo.

El común denominador de los novillos de Antonio Pérez de San Fernando fue la extrema falta de fuerza que exhibieron en todos los turnos de la lidia. Escribió Giraldillo en el ABC madrileño de la mañana siguiente al día del festejo:

El resultado artístico no correspondió al interés despertado, porque los seis novillos de Pérez Tabernero venían resentidos seriamente del accidente que sufrió el camión que los transportaba. Al principio todos arrancaron bien, pero pronto vinieron abajo, excepto los dos últimos, que debieron padecer menos. Juan Belmonte toreó muy bien a caballo... pero donde sobresalió fue en la colocación de dos pares de banderillas, metiendo la jaca por dentro... Cuando iba a hacer la faena de muleta, el novillo cayó y fue apuntillado. Antonio Márquez, Marcial Lalanda, Domingo Ortega y Antonio Bienvenida, torearon muy bien, con más suerte estos dos, porque sus novillos no estaban resentidos de las patas... El gran Rafael “El Gallo”, objeto de una ovación cariñosísima, toreó con gracia. Su presencia en el espectáculo, fue una nota altamente simpática... Márquez y Bienvenida brindaron a “K – Hito”, el gran aficionado, dibujante y escritor, a cuya iniciativa desde las columnas de “Dígame”, se debe la idea del festival...

Acerca de la entrada, el mismo Manuel Sánchez del Arco, dice:

Se celebró el festival, con una entrada muy buena, tanto que hace suponer una recaudación lucida que venga a mitigar la aflictiva situación en que se encuentra el que un día gustó la gloria de los aplausos... El rasgo generoso de cuantos han tomado parte en el festival, o de algún modo han contribuido al buen resultado económico del mismo, merece registrarse con elogio: El público madrileño ha sabido responder al nobilísimo fin que el espectáculo perseguía...

No quiero dejar de hacer notar, que la crónica del diario "Pueblo" consigna que auxiliando a Juan Belmonte, iba nada menos que Cayetano Ordóñez Niño de la Palma.

El accidente que dañó al encierro

En el diario Pueblo del mismo día del festejo, en nota aparte, se contiene esta información, fechada en Salamanca:

El jefe de la estación ferroviaria de Salamanca comunicó a la Cruz Roja, por noticias que había recibido del jefe de la estación de Barbadillo, haber ocurrido un accidente con motivo del choque de un camión que conducía una corrida de toros de don Antonio Pérez Tabernero, que había de ser lidiada en Madrid... El mayoral que acompañaba a la corrida de toros murió poco después del accidente y el conductor del coche y su ayudante sólo sufrieron algunos rasguños...  Algunas de las reses han quedado inutilizadas para la lidia...

Así pues, vinculando la crónica del festejo de Giraldillo con esta última información, se puede advertir que el pobre juego de los novillos salmantinos en el festival, se debió propiamente al percance carretero que sufrieron y que terminó por afectar directamente al resultado artístico del mismo.

Un apunte sobre El Gallo

Rafael El Gallo había recibido la alternativa en los albores del siglo XX, en 1902 y toreó su última corrida vestido de luces en Barcelona, en 1936. Esa es una carrera larguísima en los ruedos, aún con las idas y venidas que tuvo el que fuera uno de los diestros más geniales que la historia ha conocido.

Ya retirado, siguió, como se ve, toreando festivales a invitación de Juan Belmonte. Antonio Díaz - Cañabate, en su Historia de una Tertulia, a propósito de este en particular, cuenta:

El rápido de Sevilla llegó a Madrid esta noche, a las once de la noche. A las once y media, Rafael «El Gallo» está en el Lyon... ¿De dónde vienes Rafael? Pues de Villanueva del Arzobispo, donde hemos toreado ayer un festival, Juan, el «Niño de la Palma», Láinez y yo... Buena temporada de festivales llevas. ¿Cuántos has toreado? … ¡Qué se yo. diez o doce! Son cosas de Juan Belmonte. Una mañana, llega a Gayango, y me dice: «Rafael, el domingo toreamos en Écija», y nos vamos a Écija a divertirnos un rato. Yo le llamo a esta trupé que hemos formado Juan y yo, «El Empastre» ... Rafael torea en Madrid dentro de tres días un festival a beneficio de Félix Rodríguez, el que fue buen torero, inválido y postrado en cama hace mucho tiempo... ¿Qué, Rafael, vienes muy animado? … Yo, animao estoy siempre; ahora, que luego sale el toro, y a lo mejor se le acaba a uno la animación. Si embiste, le toreamos, y si no, a esperar a otro...

Poco tiempo después, tres años para ser precisos, Rafael El Gallo sería objeto de un festival de similares intenciones, del que me he ocupado en este apartado de esta bitácora.

Como podemos ver, la tauromaquia siempre está presente cuando hay una buena causa que atender.

domingo, 6 de octubre de 2024

Recuerdos de un festival en honor de Nicanor Villalta

Nicanor Villalta
Foto: Martín Santos Yubero
Nicanor Villalta y Serrés fue originario de Cretas, provincia de Teruel, hijo de Joaquín Villalta Odena, banderillero, quien fuera discípulo del matador de toros zaragozano Nicanor Villa Villita y en cuyo honor fue nombrado así. En el año de 1907 su familia se trasladó a México a causa de la profesión de su padre y es en estas tierras donde Nicanor Villalta inicia sus pasos en los ruedos, puesto que el 22 de junio de 1918, al decir de unos, en Querétaro y de otros, en Veracruz, es donde se viste de luces por primera vez, cuando tenía veintiún años de edad.

En 1919 los Villalta regresan a España y será el 2 de abril de 1922 cuando se presente en Madrid, alternando con Francisco Peralta Facultades y José Moreno Morenito de Zaragoza, enfrentando un encierro de Moreno Santamaría. Después de esa tarde encadenó una importante cadena de triunfos, mismos que le llevaron a recibir la alternativa en San Sebastián el 6 de agosto siguiente, apadrinándole Luis Freg, en presencia de Marcial y Pablo Lalanda. El toro de la ceremonia se llamó Capotero y fue de la ganadería de José Bueno. Esa alternativa la confirmaría el 21 de septiembre posterior, de manos de Diego Mazquiarán Fortuna y atestiguando Emilio Méndez. Los toros fueron de Matías Sánchez.

A partir de esa fecha Nicanor Villalta se convirtió en un fijo en las temporadas madrileñas y al final de su carrera fue quizás el torero que más orejas había cortado en la plaza vieja de Madrid. También es importante destacar que actuó en la Corrida de la Beneficencia de 1923 a 1935 de forma ininterrumpida, cuando la Beneficencia era un festejo de triunfadores; también actuó en varias corridas del Montepío de Toreros, de la Cruz Roja y del Montepío de Empleados de la Diputación Provincial. Como se ve, la presencia de Nicanor Villalta en un cartel extraordinario, era un atractivo adicional.

El anuncio de un festival de auténtico lujo

En el número de El Ruedo salido el 20 de septiembre de 1956, se anunciaba que una semana después se verificaría en el ruedo de la plaza de Las Ventas – cuya corrida inaugural toreó Nicanor Villalta – un festival en su honor y beneficio:

El cartel organizado para esta corrida de homenaje a Villalta es por demás atractivo. La comisión organizadora que preside el marqués de la Valdavia, se ha visto y deseado para poder hacer una selección de los ofrecimientos que han llegado... Y es que son muchos los amigos y admiradores del ex diestro aragonés. En definitiva, según el cartel dado a conocer por la comisión se lidiarán seis magníficos ejemplares de acreditada ganadería de Escudero Calvo hermanos, antes de Albaserrada… como espadas irán Antonio Márquez, Nicanor Villalta, Luis Fuentes, «Bejarano»; «Gitanillo de Triana», Manolo Escudero y Paquito Muñoz. Un cartel, pues, que suma nombres «ilustres» de todos los tiempos; de ayer y de anteayer…

Agregaba la información que saldrían de banderilleros toreros como Jaime Marco El Choni, Antonio del Olivar, Juanito Bienvenida, Pepe Bienvenida, José María Martorell, Antonio Bienvenida o Gregorio Sánchez, y que serían picadores entre otros César Girón, Rafael Ortega, Mario Carrión y Raúl Acha Rovira. Agregaba la nota al final que serían asesores de la autoridad del festejo actuarán los matadores retirados Vicente Pastor y Manuel Mejías Bienvenida

Como se puede ver, toda la torería presente en España en ese momento se puso a la disposición de Nicanor Villalta para reconocerle y también para tratar de auxiliarle en el momento de dificultad en el que se encontraba.

En el ABC madrileño del día del festival, aparece una entrevista que realizó Santiago Córdoba al diestro homenajeado, en el que habla, primero, de las razones por las que se tuvo que retirar de los ruedos en 1935 y después, de las causas que motivaban la realización del festival:

Estuve hasta el 35, en que me tuve que ir, no por falta de facultades, sino por política, yo que era apolítico... Fue cuando la revolución de Asturias. A raíz de aquello brindé un toro en Madrid a la Guardia de Asalto y ya no me dejaron en paz...

¿Recuerda usted el dinero que tenía al cortarse la coleta?

Una finca de campo, valorada en sesenta mil duros, y una casa en Madrid, de un valor aproximado. En total, alrededor de un millón de pesetas. Por cada toro que maté, unas seiscientas pesetas... En la guerra disminuyó el capital considerablemente. Ese fue el motivo de volver a torear en el año 39. Pero ya no podía seguir, porque como dice el refrán “toro de cinco y torero de veinticinco”. O sea, que nos engaña el pensamiento y el corazón... Puse un salón de té en Argüelles y, como no lo entendía, tuve que abandonarlo de mala manera. Entonces me hice empresario de toros y era muy complicado ser empresario de una sola plaza en estos tiempos. Tuve que desistir también...

Entonces, el festival tenía su razón y su mérito. 

La tarde del festejo

El jueves 28 de septiembre de 1956 llegó con algunos ligeros cambios al cartel que originalmente se anunció, porque Antonio Márquez no comparecería al festival como era la intención original, por lo que quedaría de la siguiente manera: Nicanor Villalta, Luis Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero, Jaime Marco El Choni y Paquito Muñoz, estando fijos los novillos de Escudero Calvo, así como la presencia de numerosos matadores, novilleros y subalternos que integrarían las cuadrillas de los espadas actuantes en el festival.

Del inicio del festejo y de la actuación de Nicanor Villalta, escribió el que firmó como Un Reserva, en el diario madrileño Pueblo del día siguiente del festival:

Lleno en la Plaza, como, cuando torea el trío de moda. Casi todos españoles, porque los extranjeros se van marchando... Habanos de las grandes solemnidades. Parecía que estábamos en San Isidro, cuando apareció Nicanor y sus compañeros, en una tarde de fino vientecillo, tarde otoñal, como la figura enhiesta del torero, con traje marrón claro y sombrero de ala ancha… Sale el primero, un novillito que recoge Nicanor y le instrumenta unos lances muy pintureros que hacen brotar la primera ovación de la tarde y los olés surgidos de gargantas roncas, gargantas viejas que han fumado mucho, porque son de aficionados que vieron a Villalta en sus tiempos… El único en desacuerdo de la Plaza, porque el resto no cesa de ovacionar los redondos, los pases que fue el primero en instrumentar y que llamaron “el parón de Villalta” a toros con más de 200 kilos sobre el peso actual, que mataba como él sólo sabía. “¡Así!”, parece que dijo ayer, al perfilarse y cobrar media estocada en todo lo alto que hizo rodar al novillo sin puntilla, entre ovaciones do la gente que aclamaba al torero con las dos orejas de su enemigo, las últimas orejas cortadas en la Plaza de Madrid…

Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero y El Choni cortaron una oreja cada uno al novillo que sacaron en el sorteo. Pero en el sexto, correspondiente a Paquito Muñoz, sucedió otro de los sucesos relevantes del festival y que lo han hecho pasar a la historia. Aparece en un pie de foto de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

Nunca dejó de tener sangre joven un corazón generoso. He aquí a don Manuel Mejías y Rapela, torero en Madrid desde 1898 y matador de toros en 1905, «El Papa Negro» de «Don Modesto», que abandonó el lugar que ocupaba en la presidencia para lanzarse al ruedo dispuesto a prender un par de banderillas. No le dejaron, pero el gesto queda ahí para siempre, ejemplar y emocionante...

Las crónicas del festejo tocaron con brevedad el hecho. José María del Rey Selipe, en el ABC madrileño, refiere:

...dejemos constancia del último título o subtítulo que llevado al papel cuando D. Manuel Mejías Bienvenida, padre, quiso prender el par de rehiletes de que se había provisto...

Y por su parte, el cronista ya citado del diario Pueblo, señala tras relatar lo sucedido en el sexto del festejo:

Bienvenida, padre, quiso poner un par de banderillas a este novillo, ¡a sus setenta y pico de años!, pero no lo dejaron…

El Papa Negro pretendiendo banderillear
Foto: El Ruedo

Un extraordinario gesto de afición y de torería el del Papa Negro, que más que formar parte de un palco de autoridades, quería participar como torero en el festival a beneficio del amigo y compañero de lides. 

Un espontáneo autorizado

Domingo Ortega estaba en el tendido acompañando al comité organizador del festival, entre los que destacaban el Marqués de la Valdavia, como presidente del mismo; Carlos de Larra, Curro Meloja, que fue iniciador y promotor de la idea del festival y Tomás Martin, Thomas, presidente de la Peña Taurina El 7, que, con sus asociados, fue quien llevó la idea a buen término. En ese sitio se invitó a Ortega a bajar al ruedo a lidiar el sobrero. El de Bórox no se hizo del rogar y saltó al ruedo, y una vez allí obtuvo el permiso de la presidencia para lidiar al sobrero vestido de paisano. Sigue narrando Selipe:

Por último, Domingo Ortega, invitado a saltar al redondel, despachó, previa la venia presidencial, al séptimo novillo, ya fuera del nutrido programa, y bordó el toreo especialmente en pases modelo de suavidad y temple; al matar de un estoconazo sin puntilla, fue objeto de las aclamaciones del complacido graderío... Y para terminar y dar idea de la singularidad del festejo, señalemos que la música, a requerimiento del público, amenizó las dos últimas faenas, rompiendo el formal protocolo madrileño, incomprensible para quien tantas veces oyó en la añeja y gloriosa plaza de la Maestranza los sones de la banda para subrayar el mérito de las faenas practicadas en el mismo redondel donde hicieron sus proezas los fundadores del toreo...

Otra singularidad del festival se nos cuenta aquí. La música sonó durante la lidia en la plaza de Las Ventas. No es un hecho común y por ello merece ser destacado. 

Agrega Selipe su reconocimiento a quienes colaboraron en la lidia a guisa de cuadrillas:

Gustaríamos de mencionar a todos y cada uno de los que intervinieron en el festival... más como ello exigiría extenso espacio, consignemos que banderillearon con acierto Antonio Sánchez, Pepe y Juanito Bienvenida, este marcadamente lucido; Manolo Martín Vázquez, que reverdeció no lejanos laureles; Manolo Sevilla y Emilio González Garzón, y que entre otros, actuaron de picadores Jaime Malaver, Mario Carrión y “Chicuelo III”...

La reflexión posterior

Muchos fueron los comentarios que se hicieron acerca del éxito del festival en honor de Nicanor Villalta, la mayoría de ellos girando alrededor del lleno en los tendidos y de la importante suma recaudada para auxiliar al torero. Pero también se meditó públicamente sobre la solidaridad que es parte del medio taurino. Escribió quien firmó como C en el número de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

En él vibró intensamente, no sólo el altruismo nunca desmentido de los toreros, si se trata de colaborar en causas nobles, sino el público, que, llenando la Plaza como en los acontecimientos taurinos de más fuste, permaneció en sus localidades incluso después de acabado el festejo, ovacionando incansablemente a cuantos lidiadores, ya retirados en su mayoría, habían intervenido en él… No era fiesta mayor taurinamente hablando; no había trajes de luces ni pasiones enconadas; pero tuvo una solemnidad imponente por el tono de nobleza, de generosidad que en ella pusieron todos – toreros y público –, en una emulación consoladora frente a tantas pequeñitas miserias y tantos rencores agazapados como a menudo la vida pone al paso. Acaso no sea demasiado cierta la observación benaventina de que para medrar en la vida mejor que crear afectos es crear intereses. O quizá sí; pero cuando ya se anda por el final de ella hay una satisfacción intima en haber creado afectos, o intentado crearlos; aunque en muchas ocasiones no hayan sido correspondidos. Nicanor Villalta, con su buena hombría, su manera de ser y de estar, sencilla y abierta, halló, por fortuna, una correspondencia merecida…

Nicanor Villalta supo hacer amigos, por lo que se puede desprender de estos sucesos. Sobreviviría todavía casi un cuarto de siglo al festival que hoy trato de recordar. Fue asesor de la presidencia de la plaza de Madrid y se le recuerda siempre como un torero honrado, valiente, pundonoroso y, sobre todo, como un extraordinario estoqueador que alternó con todas las figuras de su tiempo, desde Belmonte y hasta Manolete

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