Jesús Arias Montes. La voluntad de querer ser
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...En cuanto el aguacero amainó un poco, se echaron al ruedo anegado los espontáneos a jugarse la vida con el toro. El primer espontáneo pudo ser sacado. El primer espontáneo pudo ser sacado, pero en cuanto se arrojaron varios, uno de ellos se impuso con una muleta, con la que demostró facultades y descubrió que el de Cerralvo era un novillo digno de una buena faena...
El espontáneo de la muleta era precisamente Jesús Arias, quien curtido ya en ferias patronales y novenarios tuvo esa oportunidad y la aprovechó y seguramente fue visto por El Teco Topete, ojos y oídos de don Nacho en esa plaza, a quien le transmitió las posibilidades de ese joven aspirante a torero.
Un prometedor principio
Así, el 6 de marzo de 1955 Jesús se presenta ya anunciado en el cartel y vestido de luces, junto a Alfonso Lomelí y a Jorge Carrillo Chavalillo en la lidia de novillos de Los Lobos, cortando una oreja, Eso le valdrá repetir al siguiente domingo para enfrentar novillos de Peñuelas junto a Manuel Ochoa y Jorge Montaño Ojitos.
Esos éxitos le darían a don Ignacio García Aceves para esa temporada novilleril cartas con que jugar, tenía al de Cañadas, Alfonso Lomelí; también a Paco Castro; asomaba la cabeza Manolo Barbosa; Rubén Aviña tenía una tormentosa relación con la afición tapatía y de fuera venían José Ramón Tirado, Rodolfo Palafox, Emilio Rodríguez o Romerita a formar carteles que le llevaban a la gente a la plaza.
Así, Jesús Arias – Chucho Arias en los carteles – torearía en ese año de 1955, 5 de las 27 novilladas que diera don Nacho en El Progreso, la última de ellas, fue la que produjo el giro de la fortuna en la existencia de Jesús Arias Montes.
Aragonés, número 58, negro zaino, sexto de la tarde...
Para el domingo 11 de noviembre de 1955, se anunció un encierro de Cerralvo – entonces propiedad de don Felipe Padilla – para Óscar Rivera, Antonio Gómez y Jesús Arias. Era la quinta actuación de Jesús en ese calendario. La crónica sin firma aparecida en el diario El Informador de Guadalajara del día siguiente del festejo, entre otras cosas, dice lo siguiente:
Hay ocasiones en que no se siente gana alguna de hacer la reseña de una corrida de toros, pero la obligación está antes que los sentimientos humanos, y ahora es una de esas ocasiones. Todavía cuando la corrida resulta mala y sale uno aburrido, ya sea por la apatía de los toreros, la mansedumbre del ganado o algún otro incidente que se registre en el transcurso del festejo, pasa, pero ayer, cuando el público estaba más animado, viendo el nacimiento de un nuevo valor, que quizá sea el torero que tanta falta hace, saboreando la clase y el valor que estaba enseñando el matador, posiblemente haya asistido también a la muerte de un torero más, y sinceramente deseamos equivocarnos sobre esto, ya que Chucho Arias estaba enseñando clase y valor, y sobre todo, su gran casta y celo profesional. Al terminar una tanda de derechazos, se engolosinó con los fuertes aplausos y la música que en su honor se escuchaba, y posiblemente sin darse cuenta, se metió en el terreno del toro, y éste lo único que hizo fue sentir la pierna del torero sobre el cuerno, alargar la gaita y prenderlo de manera impresionante...
La crónica no proporciona parte médico, pero en el libro escrito por Federico Garibay Anaya y Guillermo Ramírez Parra, titulado Drama y Tragedia en la Fiesta en Guadalajara, se relatan las características y extensión de la herida sufrida por Jesús Arias Montes. Sufrió el arrancamiento de la arteria femoral profunda y un severo shock hipovolémico. Conforme a la costumbre de la época, se le practicó la primera intervención en la enfermería de la plaza, pero los doctores Ramírez Mota Velasco y González Pérez Lete, seguramente comprobaron que con el procedimiento ordinario de ligar los cabos del vaso arrancado la circulación de la pierna la circulación no se restablecía de manera adecuada, intentaron otro procedimiento, asistidos por los cirujanos vasculares Alfonso Topete y González Cornejo:
...por haber sufrido la cornada a las puertas mismas de la enfermería y por la coincidencia de poder contar con los eminentes médicos Alfonso Topete y González Cornejo, es que el doctor Pérez Lete llamó a la de Chucho Arias “una cornada de suerte”. Los especialistas le aplicaron el injerto de la arteria y pasadas veinticuatro horas, comenzaron poco a poco a manifestarse los alentadores efectos de tan certera medida...
El miembro se había salvado y en principio, se pensó que el torero también, pero... Jesús Arias manifestaba sentir un dolor insoportable en la pierna herida y los médicos lo encontraban explicable por la tremenda cornada que había recibido. Pero en realidad tenía otra explicación, cuando le pusieron de pie para dar unos pasos, sintió un fortísimo dolor en el pie, tomaron placas radiográficas y descubrieron una fractura que ya había comenzado a soldar causando un daño irreversible. Cuentan Garibay Anaya y Ramírez Parra citando a doña Carmelita Madrazo:
"...fue culpa de nosotros. Como la cornada había sido gravísima..." los médicos se avocaron exclusivamente a atenderla, sin sospechar siquiera la existencia de un traumatismo menor y de fácil - con el oportuno reconocimiento - tratamiento. La fractura que tardíamente descubrieron se localizaba en el calcáneo y el tendón de Aquiles ejercía una presión hacia arriba que produjo una retracción en la pierna (Y por si la pierna de Chucho no hubiera sufrido pocos daños a causa de la cornada, agréguense un par de accidentes motociclísticos) ...
Esa fractura fue al final la que terminó por quitar a Jesús Arias Montes la posibilidad de luchar por ser una figura del toreo. A partir de ese momento, tendría que replantear que hacer con su existencia.
Para el 8 de diciembre de 1955, el empresario de El Progreso organizó una novillada a beneficio de Jesús Arias. Alternaron ante novillos de Los Lobos, Manolo Barbosa, Rubén Aviña, Rodolfo Palafox, Alfonso Lomelí, Jesús Delgadillo El Estudiante y Amílcar Campos. En este festejo Palafox cortó una oreja al tercero y El Estudiante fue herido por el quinto. La entrada fue buena sin llegar al lleno y antes del sorteo, por la mañana se develó una placa en homenaje a los médicos de plaza que atendieron a Jesús Arias.
Cuenta Conchita Cintrón que, con la recaudación del festejo y una aportación de la empresa, se estableció un fideicomiso para que el torero caído pudiera reencaminar su existencia con menos sobresaltos.
Quiero ser como ese hombre…
Cada vez que se le pregunta a Jesús Arias Montes cuál era su pensamiento en ese momento, su respuesta es siempre la misma:
Ya que no podré ser torero, que es lo que yo más anhelaba en esta vida, quisiera asemejarme a ese hombre. “Ese hombre”, era el doctor Mota Velasco...
En una conferencia pronunciada en septiembre de 1979 durante la Semana Taurina que se celebró en el Ágora del ex – convento del Carmen, Jesús Arias Montes, ya un Cirujano General de prestigio y Profesor Universitario, manifestó lo siguiente:
Ya que me vi imposibilitado para volver a torear, bastantes personas procuraban levantarme los ánimos. Me insistían en que no abandonara mis estudios. A mí me daba vergüenza asistir a clases, tan grandote entre puros chiquillos. Además, mi situación era dificilísima, pobre, enfermo, sin... aliento... seguí estudiando, – continuó Chucho llevándose a los ojos un pañuelo – y a duras penas terminé la secundaria y luego el bachillerato. Después la ingresé a la Escuela de Medicina y a base de enormes sacrificios económicos conseguí al fin terminar la carrera...
La dedicación de Jesús Arias Montes le permitió compartir el Palco de Médicos de las plazas de toros de Guadalajara con sus maestros Ramírez Mota Velasco y González Pérez Lete un buen número de años y, además, prestar sus servicios en algunas plazas de otros lugares de Jalisco y de entidades circunvecinas. Allí le correspondió encontrarse con la otra muerte en el ruedo, cuando el 13 de enero de 1980, en Coquimatlán, Colima, un toro de San Felipe Torresmochas segó la vida del banderillero José Hernández Ríos El Chato de Tampico con una cornada en el cuello que le partió la carótida y la yugular.
El giro de la fortuna para el doctor Jesús Arias Montes fue positivo, y lo fue para la fiesta también. Visto lo que logró en un estado de tribulación, seguramente vestido de luces, habría llegado a ser figura del toreo.
Retales de información de la misma fecha
En la Plaza México, durante la novillada del Estoque de Plata, Raúl Márquez resultó con una cornada que le atravesó el muslo izquierdo, causada por el novillo Florero de Zotoluca. Escapó de la enfermería, mató al causante del desaguisado y se llevó el trofeo en disputa y un premio de diez mil pesos ofrecido por la empresa.
En Orizaba, Miguel Ángel García fue herido por el primero de su lote en la región testicular, en corrida que toreaba con Cayetano Ordóñez, que se quedó con toda la corrida. Actuó también a caballo, Gastón Santos.
En Barcelona, Jaime Bravo fue herido en la plaza de Las Arenas por el segundo novillo de su lote de Lisardo Sánchez, llamado Caballero, número 57, en la región inguinal derecha, con dos trayectorias, sin afectación de los paquetes vasculares de la región. Había cortado el rabo al primero de su lote. Alternaba con Miguel Ortas y Luis Parra Parrita y por delante salió el rejoneador Ángel Peralta que enfrentó un toro de don Joaquín Buendía.
Sin duda, ese 6 de noviembre de hace 65 años, fue un domingo verdaderamente sangriento…