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domingo, 6 de abril de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (V)

Gaona y Revenido II de Zotoluca

La temporada 1924 – 25 del Toreo de la Condesa fue la final del ejercicio de Rodolfo Gaona ante los toros vestido de luces y fue una llena de triunfos. Entre los que se pueden listar a partir de la prensa de la época que relata sus hazañas, están las de Faisán de Atenco; Jorobado de Piedras Negras; en el beneficio de Valencia II; Cantarero de Coaxamalucan; Cornetín de Atenco, en el beneficio de Antonio Márquez; en la Corrida de la Prensa; y, Turronero II de La Laguna, aparte de las que he intentado relatar de manera individual en estas virtuales páginas.

Pero hay una tarde, la del 11 de enero de 1925, la corrida del beneficio de Gaona, en la que realizó una faena a un toro de regalo que la crónica consideró que superó a casi todas las realizadas en ese ciclo final de su paso por los ruedos y algún relator incluso llegó a calificarla de la faena más grande que le había visto al Califa de León en toda su trayectoria. Me refiero a la que le realizó al toro Revenido II de Zotoluca, nombrado así quizás en remembranza de aquel otro Revenido de la casa matriz de Piedras Negras, al que enfrentó el 17 de febrero del año anterior y acerca de la que, El – hombre – que – no – cree – en – nada escribió lo siguiente:

Sí, señores, en esa labor, grande entre las grandes, desde el primer muletazo iniciado y consumado de rodillas, hasta el momento en el que el estoque desapareció palmo a palmo en el morrillo del toro, hubo de admirarse valor enorme y sereno, tranquilidad pasmosa, sapiencia por toneladas y, sobre todo, arte puro, delicado y exquisito. ¡El acabose, señores! Torear con mayor quietud, con mayor dominio, con mayor coraje y con mayor belleza – sin hipérbole – ¡IMPOSIBLE!... Para esa faena cumbre, que nació inmortal, es una fortuna que los cronistas taurinos no hayan podido describirla; merece ser cantada por los artistas capaces de producir, al hacerlo, una obra tan perfecta, como lo fue la misma faena; necesita ser dibujada por mano maestra capaz de hacer comprender toda la belleza contenida en cada uno de sus detalles admirables...

Pues la obra de Gaona ante el segundo Revenido, despertó similares pasiones entre los cronistas, como podremos verlo enseguida.

El beneficio de Rodolfo Gaona

El cartel de la décimo cuarta corrida de la temporada 1924 – 25, a celebrarse el 11 de enero de 1925, se formó con toros de Piedras Negras para Rodolfo Gaona, José Roger Valencia I y Joselito Flores y como lo adelantaba antes, era el beneficio de Gaona. El cartel no era tan redondo que los anteriores del ciclo, descansando básicamente en la presencia del Petronio. Escribió en su día, Rafael Solana Verduguillo:

Sabemos de memoria que Rodolfo Gaona es afecto a presentar la tarde de su beneficio carteles un tanto débiles y a veces, escasos de interés. Mejor dicho, él no. El leonés no se ocupa por regla general de organizar las funciones en su honor. Comisiona a segundas partes, y como éstas nunca fueron buenas, de ahí que, taurinamente hablando, los beneficios del Maestro resulten un tanto esaboríos… Los organizadores de esos festejos no suelen ser personas entendidas en cuestión de toros, pero sí son comerciantes o bien negociantes que saben dónde se puede ganar un peso más. Y probablemente se harán este cálculo: Si la plaza se llena, Rodolfo, ¿para qué nos vamos a meter en trabajos de pagar toreros caros? … Hoy ha figurado en el cartel un buen torero, José Roger “Valencia I”, pero, en cambio, se ha hecho actuar también a Joselito Flores, modesto torero mexicano que por culpa de quién sabe quién, no se ha llegado a vestir de luces en toda la temporada. Y precisa dejar asentado aquí, que no era el momento para la presentación de un diestro de la categoría de Joselito, después de haber visto a los ases todos de la temporada en diversas actuaciones…

La critica de Solana es dura, pues hace notar que, al ser el producto de la corrida en su totalidad para Gaona, se procuró una inversión corta, en la pretensión de una utilidad grande, aprovechando sin duda, el tirón de taquilla del torero guanajuatense, al que todos querían ver a sabiendas de su despedida y por esa razón su equipo pareció haber procurado el mejor beneficio al menor costo posible.

La corrida de Piedras Negras fue de juego desigual, correspondiéndole a Gaona los toros de juego más complicado, aparte de que sopló viento toda la fría tarde. Al final de cuentas Valencia I saludaría un par de ovaciones y Joselito Flores sería herido por el sexto. 

Rodolfo Gaona y Revenido II de Zotoluca

Las crónicas señalan que la concurrencia pidió a Gaona el obsequio de un toro. Al final de cuentas él era el organizador del festejo y en cierto modo tenía el deber añadido de complacer a quienes llenaron el Toreo de la Condesa esa señalada tarde. En esa tesitura, al leonés no le quedó más que corresponder a la petición de la afición que quería acompañarlo en su temporada final. Sobre su hacer con el toro de Zotoluca, escribió Verduguillo para El Universal Taurino:

A petición del público, que no quiere llevarse una mala impresión del último beneficio de Gaona, el leonés obsequia un toro. Es de Zotoluca, cárdeno claro, vuelto de pitones. Se llama “Revenido”… Gaona torea de capa como en sus buenos tiempos; para, templa y manda en las verónicas, conservando los pies quietos y el cuerpo erguido. ¡Cuánto tiempo hace que no toreaba así! Y luego se echa el capote atrás y suelta cuatro lances estupendos y remata con una larga cordobesa. ¡El delirio! … En los quites, nos hace Rodolfo volver quince años atrás. Nada de modernismos, ni de retorcimientos, ni de quebrantamientos de la res. Todo suave, todo artístico, todo torero. Y Pepe Valencia, no le fue a la zaga, y también rayó a enorme altura, ya abanicando, ya doblando con el toro hacia las afueras, rematando apoyado en el testuz. Las palmas echaban humo… Y Rodolfo tomó las banderillas. Y comenzó con un par al cambio majestuoso, imponente, dejando llegar lo indecible. Metió los brazos el leonés, cuando ya tenía los dos pitones en la barriga. ¡Cuánto valor! ¡Cuánto arte! Y luego tres pares de frente, de los suyos, no hay que decir más… ¿Y la faena? Bastaría con decir que Rodolfo ha toreado como antes. El pase de la muerte, los naturales con la derecha, con la izquierda, los de pecho, los ayudados por bajo. Todo de torero bueno, de torero clásico… Y para coronar tan grande labor, el estoconazo hasta las uñas dando el pecho, saliendo por los costillares, limpio, sin más suciedad que la de los dedos tintos en sangre… ¡Qué bien ganadas las dos orejas y el rabo! ¡Y el paseo en hombros de los entusiastas! ¡Ese era Gaona... ese es Gaona! Somos jóvenes aún. Nuestras canas y nuestras arrugas nos engañan. ¡Mentira! No ha pasado el tiempo... Ahí está Ojitos llorando de emoción, con el puro apagado entre los labios... ¡Qué grande eres, Rodolfo! …

La faena que relata Rafael Solana recupera, en su concepto, aquellos matices que fueron objeto de duros señalamientos críticos por los críticos y aficionados que señalaban que su tauromaquia se había modernizado y dejado atrás las enseñanzas y los moldes clásicos que aprendió con su mentor Saturnino Frutos Ojitos

El juicio de Gaona ya en retrospectiva, respecto de su obra ante este toro es un poco diferente. Considera que la obra es absolutamente suya. Desde su óptica, el toro fue muy complicado y todo lo tuvo que poner él. Así le contó a Monosabio:

Con “Revenido II”, de Zotoluca, creo haber hecho mi mejor trabajo de muleta en esta última temporada... Para todo el público, aquel bicho fue un gran toro, y hasta se ha dicho que fue como “Revenido I”. Y no era un gran toro. Distó mucho de serlo... Era bravo, sí, pero no tenía lidia. Acabó sin pasar, con la cabeza alta, embistiendo reunido y sin humillar. Casi nada más atropellaba y en un principio creí que no podría matarlo, porque no se descubría... Y no obstante que a “Revenido II” no podía toreársele, le saqué lucimiento. Le obligué a pasar y, como es natural cuando el toro no acompaña, le expuse mucho y estuve a orillas de fracaso. Forcé el toreo... Ese toro se lo pongo a otro, ¡y a ver qué faena le hace!...

Así pues, con la visión del cronista desde el tendido y el parecer del autor de la obra, podemos apreciar que coinciden en que fue una gran faena, sin duda la mejor del Califa en su temporada de despedida, aunque en los matices relativos al toro y su comportamiento, haya divergencia en sus comentarios, pero eso es parte de la riqueza de la fiesta. Hasta la próxima semana.

domingo, 9 de agosto de 2009

Hidrocálidos en Barcelona

Hoy se presenta en la Monumental de Barcelona el torero de Aguascalientes Joselito Adame, desde mi particular óptica el torero de esta tierra que tiene mayor proyección en estos momentos. La presentación de Joselito en la plaza grande de la capital de Cataluña representa la del quinto torero nacido en esta tierra y la del octavo, si contamos a los que se avecindaron y arraigaron aquí.

Como todo lo que ocurre en La Aldea de Tauro, sus presentaciones en las plazas de Barcelona – en su día llegó a tener tres en funcionamiento – tuvieron sus luces y sus sombras. Aquí les presento, a través de las crónicas, un breve recuento de momentos importantes en el paso por esos ruedos de los toreros de Aguascalientes que han actuado en ellas. Excluyo deliberadamente al Maestro Armillita, - saltillense arraigado aquí - puesto que de algunos de sus grandes triunfos en la Ciudad Condal, me ocuparé en alguna entrada posterior a esta.

Joselito Flores

Aunque originario de San Juan de los Lagos, Jalisco, José Flores de Alba se avecindó e hizo torero en Aguascalientes. Fue breve su paso por los ruedos, pues murió en 1930, de enfermedad a los 32 años de edad. Tomó la alternativa el 3 de junio de 1923 en la plaza de La Barceloneta, de manos de Rodolfo Gaona y llevando a Punteret de testigo. Los toros que se lidiaron fueron de la Viuda de Soler. La reseña del diario madrileño La Correspondencia de España, fechado el 4 de junio de 1923, recuerda lo siguiente:

En Barcelona. Plaza Antigua. Ganado de la Viuda de Soler, de Badajoz. Espadas: Rodolfo Gaona, que hace su reaparición; Punteret y José Flores, que toma la alternativa. La entrada es buena y la tarde calurosa. Después del aplauso a las cuadrillas sale el: Primero. – Pequeño, bien armado y bravito. Flores intenta recogerlo en varios lances sin eficacia. Con poder y codicia, acepta el toro cuatro, varas, haciendo Gaona su debut con un quite finísimo. Palmas. Gaona cede los trastos a Flores, quien, después de brindar, hace una faena distanciado y sin pasar. Mata de una atravesada, saliendo la punta del estoque por debajo de un brazuelo. Pitos...

Quizá la de su alternativa no fue una tarde de gran lucimiento para Joselito Flores, pero representa para el recuerdo y en su caso, la estadística, la única alternativa que otorgó Rodolfo Gaona en su dilatada carrera en los ruedos españoles.

Alfonso Ramírez Calesero

El 22 de abril de 1946, el Poeta del Toreo fue parte de uno de esos muy extensos carteles que eran de la predilección de don Pedro Balañá, pues para él, don Álvaro Domecq, Domingo Ortega, Juan Belmonte Campoy y Pepe Luis Vázquez, se anunciaron nueve toros, 1 de Bernardino Giménez para rejones y para la lidia de los de a pie, 6 de Fermín Bohórquez y 2 de doña Enriqueta de la Cova. Como era su costumbre, lo que brilló en la tarde, fue el variado y florido toreo de capa de Alfonso el de Triana, que en la crónica del diario barcelonés La Vanguardia del 23 de abril de ese año, fue visto de la siguiente forma:


...El primer quite que realizó el diestro mejicano «El Calesero», en el toro primero de Ortega, nos asombró a todos, pero avanzada la corrida y habida cuenta de la clase del bicho de doña Enriqueta de la Cova que cerró plaza, manso y con mucho poder, se enfrió un tanto nuestro entusiasmo. Clavó a su primero dos pares de rehiletes con fácil dominio, lanceó ambos toros fuera del abrigo de las tablas, y la faena de su primero, que brindó al público, tuvo más cosas buenas que regulares… A «El Calesero» se le disculpa, a más del hecho de su presentación en la Meca del Toreo, el haberse encerrado en su primera corrida con tres primeras figuras que salieron ayer como leones. Esperemos, pues, otra exhibición del «manito»…


Así pues y retomando el dicho de Pepe Alameda, el embrujo de Calesero surgió cuando su capote de percal se convirtió en seda. La pena aquí resultó en el hecho de que no volviera a actuar en Barcelona, para que pudieran verle a plenitud.

Rafael Rodríguez El Volcán de Aguascalientes

Otra corrida de 8 toros, el día de Santiago de 1951, en esta ocasión para dos toreros mexicanos Antonio Velázquez y Rafael Rodríguez que alternaron con Paquito Muñoz y Calerito. El encierro se formó con 2 toros de Ignacio Vázquez de Pablo y 6 de Juan Pedro Domecq. Para Rafael Rodríguez era su reaparición después de una importante actuación siete días antes y en esta oportunidad logró un triunfo destacado, llevándose las dos orejas del primer toro de su lote. La crónica de La Vanguardia de Barcelona, del 26 de julio de ese año nos refleja:


...Más torero que el día de su presentación parecióme ayer Rafael Rodríguez, si bien su valor fue esta segunda tarde de los mismos quilates que la otra. Veroniqueó deslavazadamente a su primero, pero en cambio con la franela tejió una faena inteligente, valerosa y artística que, acompañada de los oles del concurso y los sones de la Popular Sansense, tuvo mucho color y un brío extraordinario. Volcóse luego sobre el morrillo con un volapié magno, y en la misma cruz, otorgándose al «manito» y merecidísimamente, las dos orejas del bicho, con vuelta al ruedo y salida a los medios, a los que llegó con un brazado de flores...

Humberto Moro El de la Izquierda de Oro

El 13 de julio de 1952 fue la presentación en la Monumental de otro torero que no nació en esta tierra, pero que en ella se forjó como torero y en ella nació un hijo suyo que también es matador de toros, me refiero a Humberto Moro Treviño, natural de Linares, Nuevo León, en el Norte de México. Esa tarde alternó nada menos que con Rafael Ortega y Antonio Ordóñez, para dar cuenta de un muy serio encierro del Conde de la Corte. Era esta una de las primeras actuaciones del de la izquierda de oro en España y eso lo rescata la crónica aparecida, de nueva cuenta en La Vanguardia, el 15 de julio de 1952:


…Del diestro mejicano Humberto Moro, que en esa corrida presentábase en el «Palacio de los grandes espectáculos», sólo sabía yo que había toreado una sola corrida en España, en Sevilla, con Luis Miguel y no recuerdo qué otro artista, donde agradó mucho aunque se le consideraba poco placeado… después de brindar a la muchedumbre… poco a poco, fue ajustándose y desdeñando la «percha» y sacó, ya mientras la música sonaba, tres pases por alto muy buenos, cuatro de adorno lindísimos, tres naturales aguantando un horror y tres «orteguinas». Clavó medio estoque desprendido y salió a los medios para corresponder o los aplausos que se le otorgaron. No le impresionó lo más mínimo la tremenda cuerna de su postrer enemigo, la mayor de la tarde, y veroniqueólo con soltura, haciendo un quite de frente por detrás que se ovacionó largamente. También sonó la música mientras duró la faena con la franela, faena tan bizarra que casi toda ella, tuvo por escenario el peligroso terreno de toriles, deslizándose de esta forma: seis derechazos, una «arrucina», cuatro derechazos, uno de pecho, cuatro naturales, uno por alto, cuatro derechazos, uno de pecho, siete naturales, uno de pecho, ¡9! naturales —en toriles, ¿eh?—, uno de pecho y tres «orteguinas». Señaló un buen pinchazo, que escupió lares y seguidamente enterró el estoque en todo lo alto. Se le ovacionó y a pesar de ser el último toro de la fiesta, el mejicano dio la vuelta al ruedo y desapareció, sonriente, por la puerta de cuadrillas...

Jesús Delgadillo El Estudiante

El 25 de junio de 1964, la hoy extinta Plaza de Las Arenas abrió sus puertas para que en su ruedo se lidiaran 6 novillos de Gascón y Fraile – Puerto de San Lorenzo – hoy en la preferencia de las figuras – por Jesús Delgadillo El Estudiante, Vicente Punzón y Andrés Torres El Monaguillo. Jesús Delgadillo López, torero nacido en Aguascalientes, hacía campaña para volver a tomar la alternativa en España – lo que haría precisamente en Barcelona ese mismo año – y es el último matador de toros de Aguascalientes, que vestido de luces, ha cortado una oreja en Las Ventas de Madrid.

De esa tarde, su única actuación en Las Arenas, el cronista del diario La Vanguardia de Barcelona, Julio Ichaso, en su edición del 26 de junio de 1964 relata:


…Al cuarto, numero 86, «Bilbaíno», negro bragado, lo veroniqueó muy bien y su quite por faroles fue estupendo. El astado entraba muy fácil a los piqueros. El diestro clavó con arte dos pares de banderillas, no colocando el tercero, de rigor, por haberse cambiado el tercio. Tuvo una lucida actuación, aplaudiéndosele mucho y oyendo la música, ya que su muleteo se compuso de naturales, derechazos, molinetes, de pie y de rodillas, «arrucinas» y vistosos adornos. El novillo iba a la muleta de «El Estudiante» bien, embarcándolo éste con muy buen estilo. Un volapié hasta la empuñadura fue el final, finiquitándolo el cachetero. Petición de oreja, vuelta al ruedo entre aplausos, salida al tercio y también el novillo fue aplaudido en el arrastre…

Miguel Espinosa Armillita Chico

El 27 de marzo de 1977, Luis Miguel Moro, Jairo Antonio y Miguel Espinosa Armillita Chico enfrentaron en la monumental 6 novillos de Manuel Francisco Garzón. Ya en otro espacio de esta misma bitácora había relatado que Miguel es el último torero en cortar una oreja y el que dio la última vuelta al ruedo en la plaza de Las Arenas. En esta oportunidad, Julio Ichaso, en su recuento del festejo, publicado en La Vanguardia del día 29 de marzo de ese año hace la siguiente recapitulación:


…es hijo del espada azteca Fermín Espinosa «Armillita», tan conocido y aplaudido en nuestras plazas. Se presenta Miguel, en Barcelona... precisamente en la fecha que su padre Fermín tomara la alternativa aquí, hace cuarenta y nueve años y dos días, para ser exactos. Se la otorgó su hermano Juan y actuó como testigo el diestro valenciano Vicente Barrera… Miguel tomó las banderillas con buena ejecución y estilo. Muchas palmas. Pases corriendo bien la mano, por el lado derecho. Ovaciones y música. Prosiguió en la misma línea, mejorando los muletazos. Dejó una estocada, bien puesta, pero precisó del verduguillo, que fue efectivo al sexto intento. Palmas con salida al tercio… Sexto. — El primer puyazo lo recibió con bravura. Aplausos para el picador. El segundo salió más benigno y se acabó este tercio. Gran quite por chicuelinas. También «Armillita» lo banderilleó, levantando perfectamente los brazos. Palmas. Brindó a Manolo Mateo, el decano de los reporteros gráficos taurinos. Muletazos con agobiante y artística lentitud. Aplausos y música. Lo muleteó por los dos lados. Más
ovaciones. Entró a herir con facilidad pero la espada enseñaba la puntita. Volvió con dos estoconazos más, concediéndole la oreja, despidiéndole con aplausos, así como a sus compañeros de terna y paseo a hombros por los «capitalistas».

César Pastor

Nacido en el Distrito Federal, pero hecho torero y actualmente residente en Aguascalientes, César se presentó en la Monumental de Barcelona el día 8 de abril de 1979, para lidiar 6 novillos de Bernardino García Fonseca en unión de Miguel Vera y Curro Cruz. En esa tarde, César pudo mostrarse como un fácil rehiletero y un torero dominador. La visión de Julio Ichaso, cronista del diario La Vanguardia, en su edición del día 10 de abril siguiente es de la siguiente forma:


Tercero. Manejó perfectamente la capichuela y le ovacionaron. «Andarín» lo picó muy bien, aplaudiéndosele. Primer par de César, con salida atropellada. Piquer le hizo un buen quite. Cerró el tercio saliendo de tablas. Palmas. Brindó al público. Pases por alto y derechazos eso que el burel no daba facilidades, más pases por alto. Un pinchazo, segunda entrada con salida atropellada, con fuerte revolcón y descabello efectivo. Palmas... Sexto. A este ágil animal lo lanceó valiente. Recibió dos varas con bravura. Banderillearon César y Curro. Estuvo muy bien en unos buenos muletazos, eso que el astado se echaba encima. Más pases largos y atractivos. Muchas palmas. Mató a la segunda entrada. Ovaciones y paseo por el ruedo.


Mexicanos en Barcelona

En un memorial dedicado a Fernando Vinyes, Horacio Reiba escribió en La Jornada de Oriente lo siguiente, que me sirve para concluir esta ya de más extensa entrada:

…Si Barcelona es la ciudad donde más festejos taurinos se dieron a lo largo del siglo XX, no debería extrañarnos que fuese también la plaza española más visitada por toreros mexicanos de las condiciones y jerarquías más diversas, a partir de la aparición en un cartel de Las Arenas – junio de 1907 – del nombre de Vicente Segura, matador hidalguense y más tarde general revolucionario, primero de una larga saga de lidiadores aztecas que desfilarían ante sucesivas generaciones de aficionados barceloneses… A partir del pleito de 1936, puntualmente reeditado a principios del 47 cuando los toreros hispanos forzaron una segunda ruptura de relaciones, esta vez con Arruza (¿y Manolete?) en la mira, la participación de diestros mexicanos en las temporadas españolas empezó a angostarse significativamente. Ajeno a los manejos responsables de este progresivo ninguneo y con su olfato de gran empresario, el viejo Balañá continuaba anunciando en sus cosos a cuanto espada mexicano -matador o novillero- aterrizaba en la Península, como muestra reiterada de la proverbial independencia de criterio de la catalanidad bien entendida…

Es este apenas un muestrario de lo que los toreros de esta tierra hidrocálida han logrado en las plazas de Barcelona, por lo que no me resta más que decir: ¡Suerte Joselito!

Aldeanos