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domingo, 8 de enero de 2023

Curro Rivera y Horchatito de Garfias. A 50 años vista

La temporada 1972 – 73 en la Plaza México se dio influenciada por la escasez de ganado en la cabaña mexicana, generada por el mercado emergente de las ferias de Sudamérica. 16 fueron los encierros mexicanos que se lidiaron por aquellas tierras entre noviembre del 72 y el siguiente enero. Toros de Mimiahuápam (2), Piedras Negras (2), Javier Garfias (2), Reyes Huerta, Amazcala, José Julián Llaguno, Tequisquiapan, Valparaíso, Las Huertas, El Rocío, Jesús Cabrera, para las ferias de Valencia, Maracaibo y San Cristóbal en Venezuela y Cali, Bogotá y Medellín en Colombia. En Quito, todavía bajo el control de los Dominguín, se lidiaron toros españoles y ecuatorianos.

Con esos mimbres, Javier Garfias, al frente por segundo año de la representación de DEMSA, ofreció 16 corridas de toros, a partir de un elenco encabezado por Manolo Martínez, que toreó exactamente la mitad de esos festejos. Completaron la nómina de toreros Eloy Cavazos (5), Curro Rivera (5), Mariano Ramos (4), el rejoneador Fermín Bohórquez (4), Alfredo Leal (3), José Mari Manzanares (3), Palomo Linares (3), Joselito Huerta (2), Antonio Lomelín (2), Jesús Solórzano (2), Francisco Ruiz Miguel (2), así como otros siete diestros de una sola actuación. El ganado provino de Torrecilla (3), Jesús Cabrera (2), Las Huertas (2), José Julián Llaguno (2), San Martín, Javier Garfias, Reyes Huerta, Tequisquiapan, Mimiahuápam, Valparaíso, San Antonio de Triana, y de la Viuda de Emilio Fernández.

Los fastos de esa temporada fueron la presentación de don Alberto Bailleres como titular del hierro de Mimiahuápam en la Plaza México; las confirmaciones de alternativa de José Mari Manzanares, Francisco Ruiz Miguel, Jaime González El Puno y José Antonio Gaona y la despedida – definitiva, de verdad – de Joselito Huerta, en esos momentos ya alcalde en funciones de Atizapán de Zaragoza, Estado de México. Es importante destacar que en esa temporada se televisaron en abierto tres festejos, la inauguración de la temporada, la séptima corrida del serial – que es la que me ocupará más adelante – y la décima, con el adiós del León de Tetela.

La séptima de la temporada 1972 – 73

Dicho ya que Manolo Martínez era la cabeza del elenco, otra de las bazas que tenía la empresa para llevar gente a la plaza, era el tratar de revivir el enfrentamiento – aunque solo fuera de papel – entre Palomo Linares y Curro Rivera a raíz del festejo del 22 de mayo del año anterior, en Madrid, en el que el torero hispano cortó el último rabo que se ha concedido en Las Ventas a un torero de a pie. Se hacía creer mediáticamente que ese rabo se concedió, a la mala, para empañar un triunfo legítimo de Curro, cuando la realidad de los hechos demuestra que no pudo ser así.

De esa forma, se programó un mano a mano entre Palomo Linares y Curro Rivera con toros de Las Huertas (5ª), en el que ni la entrada, ni el juego de los toros permitió mayores hazañas a los toreros. Aparte, Curro Rivera estaba en un proceso de esos de amor – odio con la afición de la capital e incluso, la prensa especializada le comenzó a reprochar la superficialidad de su toreo y cuando intentó variar sus procedimientos, le criticaron porque su toreo perdía clase. Total, que no le era posible al hijo de Fermín el de San Luis el convencer con rotundidad.

El encierro a lidiarse sería de la ganadería del representante de la empresa, don Javier Garfias, en su única comparecencia de ese ciclo y tuvo una extraordinaria tarde con ellos ese domingo 7 de enero de 1973.

Curro Rivera y Horchatito de Garfias

La tarde se destacó por una serie de detalles de los tres espadas, pero no se redondeó nada en el lote anunciado. Durante su faena al quinto toro, Palomo Linares anunció que obsequiaría un séptimo, pero antes de matar a Antojito, éste lo volteó de fea manera y motivó que tras de estoquearlo, pasara a la enfermería, de donde los médicos ya no le dejaron salir, pues su sintomatología aparentaba una fractura de pelvis. Por esa razón se le trasladó a la Central Quirúrgica, para practicarle estudios radiológicos.

Durante la lidia del sexto, Simatario – al que Curro le cortó la oreja – se anunció que Palomo Linares ya no regresaría a matar al séptimo y las crónicas relatan que, desde los tendidos, se pedía a Manolo Martínez que asumiera el regalo. El de Monterrey hizo oídos sordos y al caer ese sexto toro, se retiró de la plaza, pero salió Curro Rivera y anunció que él se haría cargo de despachar al toro ofrecido por su alternante y se despertó la algarabía en los tendidos.

Nadie podía imaginar que Horchatito, ese séptimo toro, iba a ser el causante de una de las faenas muy importantes de la historia de la Plaza México. Una faena que además, sirvió para que Curro Rivera se estableciera como un torero preferido por el público de la capital y con la vitola de figura del toreo.

La crónica escrita por quien firmó como Juan Rafael y publicada al unísono por los diarios El Informador de Guadalajara y El Siglo de Torreón, relata:

…Sebastián “Palomo”, había anunciado un toro de regalo. Los médicos no lo dejan salir, en los altavoces se anuncia la noticia: No puede Sebastián cumplir con su promesa… “Curro” viene hacia el callejón tras despachar al sexto, y el público en lugar de ovacionarlo, pasa su atención a Manolo para pedirle que regale el toro, pero, Manolo, soberbio, se marcha sin poner atención al público… Entonces, en gesto de gran señor, “Curro” alza el dedo índice, yo regalo ese toro, yo, que he sido el que mejor ha quedado. Ustedes mandan, y salió “Horchatito” … No puede haber lidia más completa. Capote, banderillas, muleta y estoque, todos los tercios los cubre “Curro” y en todos queda como gran torero… Salida muy alegre la de “Horchatito”, “Curro” deja caer el capote en cinco verónicas excelsas, caminando hacia adelante, disfrutando del son y de la bravura de este toro maravilloso; luego, el quite a la manera de Ortiz para dejar al toro en el caballo. Bien pelea con los varilargueros el de Garfias. Y vengan las gaoneras, con la pierna adelantada y el cuerpo erguido. Así, como las daba don Rodolfo “El Califa” Juanito Vázquez no puede dejar las banderillas sobre los lomos del burel. “Curro” decidido, toma los rehiletes, de poder a poder es el primer par, al sesgo el segundo y el tercero, la ovación se desgrana… La faena de muleta rebasa los límites del arte. Nace un nuevo “Curro” Rivera, atrás quedan las etapas del cite psicodélico y de la muleta de gran poder sin clase. “Otro Curro”, el artista, está en el ruedo, erguido, llevando al toro embebido en la muleta, girando levemente la cintura, con gran naturalidad, con gran calma, y los naturales siguen y siguen y los gritos aumentan y el toro sigue embistiendo… “Curro” está entregado, como lo está también el toro, y el público. Otra serie de naturales, de siete u ocho maravillosos naturales, y, también con la derecha, no hay dudas, “Curro” es otro. No debía faltar nada y “Curro” sabe adornarse con varios pases del desdén y con tres cambios llenos de gracia y torerismo… Cita para recibir y el estoque se va hasta el fondo. De las alturas baja el grito de “¡torero!, ¡torero!”. No cae el toro y “Curro” lo descabella al segundo intento…

De tal magnitud fue la faena de Curro a Horchatito, que aún después de fallar con el descabello, se le concedieron las orejas y el rabo del toro. Y dejó la plaza en olor de multitudes, a hombros de los concurrentes. Y así concluye el cronista:

… ¿Quieren que agregue algo? ... “Curro” Rivera me ha convencido. Es el “Emperador Azteca de toreo”. Nada más…

El estado de Palomo Linares

Las fracturas son lesiones más graves que las cornadas para los toreros, porque tardan mucho más en soldar y una de esas lesiones en ese momento, frenaría la parte invernal de la campaña del torero linarense. Afortunadamente, tras el estudio radiográfico, se determinó que solamente tenía contusionada la región. Dice el semanario madrileño El Ruedo de fecha 9 de enero de 1973:

…Palomo «Linares» se trasladó inicialmente a la Central Quirúrgica, ya que se temía una fractura de la pelvis. Las placas radiográficas mostraron que no había tal, y en contra de la voluntad de los médicos el diestro se trasladó a su hotel… Palomo manifestó que el golpe no tendrá mayores consecuencias. Lo que más le duele es que el toro que pensaba regalar fuese tan bueno y que no lo pudiese lidiar… En otro orden de cosas. Palomo «Linares» manifestó que espera que con su actitud de entrega en la tarde de hoy el público de la ciudad de Méjico se haya reconciliado con él…

La realidad es que Palomo Linares, aún habiendo cortado un rabo a Tenorio de Javier Garfias el 30 de enero del año anterior, nunca terminó de entrar en el gusto del público de la capital. El 4 de febrero del año 1973 torearía por última vez en la gran plaza y al día siguiente, aquí, en Aguascalientes, tendría su última tarde en México, reapareciendo puntualmente en nuestros ruedos hasta dos décadas después.

Rumorología de la fecha

En el número de El Ruedo del 16 de enero de ese 1973, se publicó la siguiente información:

Los tres jueces de plaza del coso monumental México, de la capital mejicana, van a presentar sus renuncias a sus cargos, según se afirmó hoy en fuentes generalmente bien informadas… Los tres jueces han venido sufriendo duras críticas, ya que su actuación no ha sido muy afortunada… Se señala que Joel Marín no procede con la mesura que concierne a su investidura, sino como un apasionado partidario de Manolo Martínez; de Juan Pellicer se dice que es poco maduro y se ha distinguido por su antihispanismo durante la actual temporada, llegando a ocasionar diversas molestias a diestros españoles; en cuanto a Jesús Dávila, se le ha criticado mucho por su generosidad para otorgar trofeos, e incluso se le ha puesto el mote de «Santa Claus Dávila» …

Hasta donde recuerdo, ninguno de los jueces de plaza fue separado o se separó de su cargo, pero la información transcrita demostraba que sus posiciones estaban en crisis. Así estaba el patio hace medio siglo.

domingo, 22 de mayo de 2022

22 de mayo de 1972. Una tarde de hitos y mitos (I/III)

Palomo Linares con el rabo de Cigarrón
Foto: Botán, colección El Mundo

Rompiendo moldes y tradiciones

Este 22 de mayo se cumplen 50 años de una tarde en la que en la plaza de Las Ventas de Madrid se produjo una cadena de sucesos que marcaron tanto a la historia de la plaza de toros, como a la historia del toreo. Fue una tarde en la que el orgullo y la tradición de la que es la primera plaza del mundo fueron o renovados o vulnerados, según la manera de ver y abordar lo ocurrido.

Ese 22 de mayo del año 72 se celebró la décimo segunda corrida de la Feria de San Isidro, en la que se anunciaron toros de don Atanasio Fernández para Andrés Vázquez, Sebastián Palomo Linares y Curro Rivera. Dos toreros, Palomo Linares y Curro Rivera cerrarían esa tarde su paso por la feria, cumpliendo su tercer contrato y Andrés Vázquez iba por su segunda fecha, quedándole aún pendiente por cumplir la del domingo 28 de mayo, última del ciclo isidril.

La tarde que me ocupa, se solventó dentro de un ambiente festivo, en el que, los asistentes al festejo, esperaban en alguna medida que fuera uno de esos que pasan al recuerdo. Y se pusieron a la obra y después de que rodara el sexto de la tarde, efectivamente, esa décimo segunda del San Isidro del 72 pasaría a la historia como una gran tarde de toros, con muchos a los que convenció y otros tantos que no aceptaron el resultado como digno de ese escenario.

Estos apuntes los acometeré por estricto orden de alternativa y siguiendo, en lo posible, la forma en la que los acontecimientos se produjeron en el tiempo.

El rabo de Palomo Linares, el primer hito

La última vez que se había concedido un rabo en la plaza de Las Ventas fue el 24 de mayo de 1939, fue a Pepe Bienvenida, que se lo cortó a Terciopelo de Sánchez Fabrés, en la llamada Corrida de la Victoria, en la que también Domingo Ortega había obtenido otro de un toro de Antonio Pérez Tabernero. Entre ese día y este de autos, habían transcurrido treinta y dos años, once meses, y veintiséis días, tiempo más que suficiente para que aquellos que presenciaron las hazañas de Ortega y Bienvenida ya fueran mayores y para que los aficionados jóvenes que asistieron al festejo, nunca hubieran visto la concesión de uno en la primera plaza de Madrid.

Palomo Linares le había cortado las dos orejas a Clavijero, el segundo de la tarde, pero la gran explosión vendría tras la lidia del quinto Cigarrón, al que le cortó el rabo. Las crónicas de los principales medios generalistas poco se ocupan de su hacer ante el toro, pero en el ejemplar de El Ruedo salido a los puestos el 30 de mayo siguiente, Carlos Briones escribió:

Las verónicas espléndidas con que saludó a «Cigarrón» levantaron justos clamores por lo erguido de la figura, el avance hacia los medios, la claridad en el temple de los lances. Tras el brindis – hecho al público, con ostensible eliminación de los reventadores – inició el gran momento. Este es difícil de relatar en términos descriptivos, pero tras los redondos, alto y pase de pecho dados de rodillas con la misma soltura, mando y perfección que los mejores que se hayan dado de pie, la faena fue una maciza obra de arte en que el toreo más puro y más moderno se hermanaron como solamente se funden en los momentos de inspiración máxima. Fue una faena para poner al lado de las más excelsas: la del Montepío, de Belmonte; la de la Prensa, de Manolete. Una faena para guardar en el recuerdo. El final, dramático, puso clima emocionado en la plaza; Palomo se perfiló en corto, citó a recibir, pero «Cigarrón» no fue al encuentro; entonces Sebastián se tiró a matar o a dejarse coger y del encuentro en que dejó medía estocada salió prendido por el muslo y levantado en el aire mientras él no abandonaba su ardida empresa… Cuando el toro dobló se produjo una de esas conmociones de entusiasmo que se ven muy pocas veces en la vida taurina. La plaza unánime clamoreó el triunfo y exigió la rotura de normas y tabús, porque al reto de los negativos, de los resentidos, había respondido un torero en la forma gallarda que le permite su casta. Cortó las dos orejas y el rabo…

Las reacciones de los cronistas de diversos diarios madrileños fueron en sentido contrario. Alfonso Navalón, en su tribuna de Pueblo, también le tundió al torero linarense y al comisario Pangua, quien, con la asesoría técnica de Antonio Posada, presidió el festejo:

Con este “Cigarrón”, Palomo empezó toreando por derechazos de rodilla. Puesto en pie se recreó en una faena larga, templada y limpia, toreando con reposo y suavidad. No tuvo que superar ninguna dificultad ni resolver un solo problema. Palomo se entregó con ilusión en una verdadera orgía de pases despaciosos con el público entregado y en enfervorecido. Aquello era el delirio. Consciente del triunfo que tenía en la mano quiso matar recibiendo para redondear su faena, pero el toro ya no podía embestir. Fue entonces cuando en un alarde temperamental se volcó sobre los pitones, dejando media estocada y saliendo con la taleguilla destrozada. El señor Pangua, rompiendo la tradición de esta plaza, le otorgó un rabo, que pasea por el ruedo entre el fervor popular…

Pero no solamente los cronistas de la nueva generación se mostraron inconformes con la concesión del apéndice caudal a Palomo Linares. También expresó su descontento Antonio Díaz – Cañabate, quien, desde las páginas del ABC madrileño, manifestó:

La faena de Palomo en el quinto toro había sido mejor que las suyas habituales, algo más reposada y más ligada, con menos retorcimiento de la figura. Convinimos en que dada la benevolencia del presidente cortaría las dos orejas. Las teníamos descontadas. Entra a matar. Se entrega con todo pundonor para que no se le escapen las orejas. El toro lo trompica y lo derriba. Se levanta el torero muy espectacularmente. El toro muere. Rapidísimamente el pañuelo presidencial concede una oreja. ¡La otra! ¡La otra! Inmediatamente es otorgada. ¿Por qué no? Para eso estamos, para complacer al respetable público. Y se oyen gritos de ¡El rabo! ¡El rabo! El presidente se apresura a concederlo. ¿Por qué no, si la gente está muy contenta? ¿Qué significa un rabo? Cuatro pelos mal contados. ¡Pues entonces para luego es tarde y a quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga...! ... Ya se ha roto el melón de los rabos. Dentro de nada tendremos rabos a tutiplén, rabos hasta en la sopa, y qué rica la sopa de rabo, y entonces volverán las patas a prodigarse con la facilidad que en la duodécima de San Isidro se han regalado nueve orejas y un rabo…

Años después Pablo J. Gómez Debarbieri, para el diario El Comercio, de Lima, reflexionó esto:

En una corrida inusual por su triunfalismo, Palomo le cortó el rabo al quinto toro de aquel festejo, en 1972; trofeo que no se concedía en Madrid desde 1940. “Cigarrón” – número 64, con 520 kilos − se llamó aquel astado de Atanasio Fernández. La faena del de Linares fue notable, sin su habitual retorcimiento y abrochada con media estocada de rápido efecto; pero no superior a otras premiadas con dos orejas… En aquella corrida hubo una especie de histeria colectiva. El presidente, Antonio Pangua y su asesor taurino, Antonio Posada, probablemente hartos de los que ellos llamaron luego “Los reventadores de la andanada del tendido 8” … Pangua, tras conceder el rabo, decía: “Los del 8, son tres reventadores utilizados por uno que luego dice que chilla toda la plaza; el rabo lo pedía el público y, por lo tanto, fue reglamentario”

Como se puede ver, los pareceres de la mayoría de los cronistas de la época coincidieron en que la concesión del rabo fue un exceso. Ocho días después, Antonio García Ramos, en la Hoja del Lunes de Madrid, resume ese sentir:

Salvo error, y, sobre todo, omisión, en medio siglo se han dado once rabos, sin olvidar peticiones clamorosas para Litri, Camino, El Viti y El Cordobés. He de subrayar que hasta la ley taurina de 1962 no se ha legalizado la concesión de orejas y rabos. Don José Antonio Pangua no ha infringido la reglamentación vigente, porque no se excluye el otorgamiento de dicho trofeo en Madrid (al contrario, se trata del primero concedido con arreglo a ella en la capital de España) ni ha roto una tradición, pues ya había sido vulnerada diez veces antes; pero sí lo ha hecho mal, a mi juicio, como lo ejecutaron otros presidentes en las ocasiones antedichas, por no tener en cuenta el aforismo jurídico de que “la costumbre hace ley” ... Lamento que la capital de España haya perdido de nuevo una singular tradición, siendo de temer de ahora en adelante, y esto es lo realmente sensible, se prodiguen estos trofeos en un coso clasificado como señero, en el doble concepto del vocablo: de señorío y de solitario o impar...

Dada la extensión que toman estas notas, continuaré mañana con ellas.

Aviso Parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 14 de junio de 2020

Hace 55 años. El debut de Finito en ruedos hispanos

Raúl Contreras Finito, nativo de Chihuahua, era hijo de Alberto Contreras El Ronco, quien en su día también quiso ser torero y se preocupó por inculcar su afición a su hijo y por enseñarle el oficio para desempeñarlo en los ruedos. El Ronco era empleado de don Tomás Valles, político mexicano, quien además fuera un tiempo empresario de la Plaza México y años después, criador de reses de lidia  y don Tomás, viéndole posibilidades a Finito, decidió ayudarle en sus inicios.

Finito se presentó en la Plaza México el 8 de septiembre de 1963, alternó con Juan de Dios Salazar y Paco Lara. El primer y único novillo que mató en ese ruedo se llamó Retozón y fue el segundo del encierro de Zotoluca lidiado esa tarde. Ya no volvería como novillero a la gran plaza.

El gran año de Finito en el escalafón menor en ruedos mexicanos sería el de 1964 y su plaza la de Guadalajara. Ese año torea seis tardes entre octubre y diciembre, corta 12 orejas, se lleva el Estoque de Plata y una cornada seria. Algunos de sus contemporáneos más renombrados fueron Antonio Sánchez Porteño, Joel Téllez El Silverio, Jesús Solórzano, Manolo Rangel, Rafael Muñoz Chito, Mario de la Borbolla y Calesero Chico.

Esa racha de triunfos le anima a ir a España el año siguiente a terminar su preparación para la alternativa. Llega a España el 12 de junio de 1965. El semanario El Ruedo de Madrid, en su número aparecido el día 15 de ese mes, consigna lo siguiente:
“El sábado último llegó a Madrid por vía aérea Raúl Contreras «Finito», novillero azteca, que será dirigido en España por el que fue gran matador de toros Jaime Marco «El Choni», que fue a recibirle a Barajas. Su presentación en España se hará ante el público de Barcelona el próximo día 17, festividad del Corpus. Chopera y otras empresas le tienen firmados numerosos contratos”.
Así pues, llegaba el chihuahuense a tierras hispanas a hacer su primera campaña como novillero.

El Corpus de Barcelona en 1965

Para el Jueves de Corpus de 1965 don Pedro Balañá confeccionó un cartel interesante, con la presentación en esa plaza de dos novilleros, la que ya hemos mencionado de Finito – que también lo era en ruedos de España – y la de Sebastián Palomo Linares y completaría la terna el gaditano Manolo Sanlúcar, para enfrentar una novillada salmantina de don Salustiano Galache.

La tarde fue buena para Finito, que la concluyó cortando dos orejas al cuarto de la tarde. La relación que hace Juan Fontanet para El Mundo Deportivo de Barcelona, aparecido al día siguiente del festejo, es la siguiente:
Del que menos se hablaba antes de iniciarse el festejo en el mentidero del patio de caballos, junto a la puerta de cuadrillas, era del otro espada, que, con Palomo «Linares», hacía su presentación ante nuestro público, esto es, del mejicano Raúl Contreras «Finito», de quien lo único que se sabía era que lo había traído consigo el que fue valiente matador de toros valenciano Jaime Marco «El Choni». 
Pues bien: a la salida de la Monumental, de quien más y mejor se hablaba era del mejicano «Finito», que con su aplomo, su tranquilidad, su valentía serena, nunca torpona y estrafalaria, su amplio repertorio, su bien medir las faenas – cuatro minutos empleó en la llevada a cabo en su primer novillo y cinco en la de su segundo – demostró cómo en tan breve tiempo se puede torear mucho y bien si se liga la faena y se tiene al toro preso en los vuelos del trapo rojo. 
No cabe duda da que el joven y espigado mejicano causó magnífica impresión y que se le volverá a ver con el mayor interés, ya que en ningún momento dio la impresión de que la flauta sonaba por casualidad, sino que estaba en manos de un tañedor que sabía hacer uso de ella, sacándole bellas y armoniosas notas. «Finito» estuvo muy torero con el capote, con el cual, queremos insistir en ello, lució amplio repertorio; escuchó música en sus dos faenas de muleta, que fueron muy buenas, aunque pudieron ser mejores de retorcerse menos, más de notar dada su mucha estatura. Se precipitó al entrar a matar a su primero – un novillo de dócil embestida y débil de remos, al que la presidencia cambió en el primer tercio con una sola vara –, por precipitarse, repetimos, al entrar a matar. «Finito» mató de una estocada que dejó al descubierto la punta de la espada, motivo – suponemos que fue por éste – por el cual el Presidente no accedió la petición de una oreja que solicitaba el público, el cual obligó al diestro a dar dos vueltas al ruedo, Que volvió a darlas tras de pasaportar a su segundo enemigo de una estocada chispita atravesada también, pero esta vez con una oreja en cada mano, pues fueron dos las que ahora concedió la presidencia. Terminado el festejo, «Finito» sería sacado a hombros. Buena presentación, pues, la de este joven y fino torero mejicano…
También la relación hecha por Juan de las Ramblas en El Ruedo, fechado el 22 de junio siguiente, es laudatoria, según se lee:
También hizo su presentación el mejicano Raúl Contreras «Finito». ¡Atención a este nombre, señores aficionados! A ambos enemigos los lanceó de capa soberbiamente, especialmente al segundo, al que propinó tres verónicas impresionantes. La faena de muleta a su primero fue magnífica, sobre ambas manos, ligando los pases y colocándose superiormente en sus terrenos. Mató de una estocada en la yema, que tuvo el defecto de asomar por debajo de la res al atracarse demasiado el matador y ser el bicho poco hondo. Flamearon los pañuelos. Como el «usía» no concedió la oreja, el público le obligó a dar tres vueltas al anillo. 
En su segundo se superó al tirar de su enemigo con la mano zurda, en naturales justos, largos y hondos. Lo mató de una estocada en la cruz. Le concedieron las dos orejas y dio triunfal vuelta al anillo. Además puso dos pares de banderillas al quiebro con mucha facilidad, Ahí hay un novillero cuajado y diestro en todas las suertes...
Manolo Sanlúcar dio la vuelta al ruedo en su primero y fue aplaudido en el quinto y Palomo Linares fue aplaudido en el tercero y dejó ir el triunfo con la espada en el que cerró plaza. Los novillos lidiados – sin precisar su encaste, pues en casa de don Salustiano se llevaba por separado lo de Vega Villar y lo de Urcola – fueron por su orden: el número 64,  Canastillo con 367 kilos; el 55, Tabernero con 375 kilogramos; el número 61, Zurdito de 377 kilos; el número 72, Bailarín que dio 427 en la báscula; el número 60, Español con 412 kilos y el 71, Bastonero, de 413 kilogramos.

Al final de la campaña 1965, Finito toreó, según el escalafón publicado en el semanario madrileño El Ruedo el 21 de diciembre de 1965, 13 novilladas y cortó 13 orejas.  

Recibió la alternativa en la plaza La Esperanza de Chihuahua el 31 de octubre de 1965, de manos de Joselito Huerta, siendo testigo Antonio del Olivar, con el toro Coloritos de La Laguna.

La confirmó en la Plaza México el 29 de enero de 1967, apadrinado por Juan Silveti y atestiguando Juan García Mondeño, con el toro Saucito de Torrecilla.

Finito falleció el 4 de diciembre de 1974 a los 28 años de edad, a consecuencia de las lesiones sufridas en un accidente automovilístico que tuvo el 23 de noviembre anterior. 

miércoles, 25 de abril de 2012

Tal día como hoy: 1982. Curro Rivera lidia en solitario y triunfalmente 14 toros


A partir de que Manolo Martínez celebró su corrida número mil matando seis toros en la Plaza México, se comenzó a otorgar valor a esa meta estadística. El hecho de que el crecimiento del número de festejos que se daban en el país permitía que los toreros alcanzaran ese número de festejos toreados en plenitud de facultades, daba lugar a que celebraran la efeméride lidiando una corrida de toros en solitario.

En el caso de Curro Rivera, la conmemoración de su corrida mil y el inicio de lo que pudiera ser su segundo milenio, tendrían esa connotación y se convertían prácticamente en el eje de atractivo de la Feria de San Marcos del año 1982 y se programaron para el día del Santo Patrono, a las cinco de la tarde, la primera encerrona, en la que el hijo del Fermín el de San Luis daría cuenta de seis toros de su propia ganadería y la segunda, a las nueve de la noche, en la que se enfrentaría a un encierro compuesto por siete toros que por su orden fueron de Campo Alegre, Carranco, San Antonio de Triana, San Martín, Mimiahuápam, Santo Domingo y José Julián Llaguno. Creo que es innecesario aclarar que el acontecimiento se anunció como único en la Historia del Toreo.

Un par de antecedentes próximos

Hurgando la biblioteca y las hemerotecas, me encuentro un par de ocasiones en las que se anunciaron festejos similares, pero que por circunstancias diversas, no tuvieron una debida culminación.

El primero que encuentro tuvo lugar el 16 de junio de 1960. Antonio Bienvenida intentó realizar la gesta de torear dos corridas él solo en un mismo día en la Plaza de Las Ventas de Madrid. El encierro de la corrida vespertina se compuso de toros de Concha y Sierra, Felipe Bartolomé, Joaquín Buendía, María Montalvo, Herederos de Flores Albarrán y Fermín Bohórquez – en ese orden –. Bienvenida fue silenciado en el 1º, 4º y 6º; escuchó palmas en el 5º, división de opiniones en el 3º y pitos en el 2º. El sobresaliente fue José Urías.

Para la sesión nocturna, los toros anunciados fueron salmantinos de Graciliano Pérez – Tabernero, Alipio Pérez – Tabernero Sanchón, Eusebia Galache, Antonio Pérez de San Fernando, Barcial y Vizconde de Garci – Grande. Por desgracia, sufrió una serie calambres en las piernas durante la lidia del 3º, a causa, según el parte médico del doctor Jiménez Guinea, del insuficiente riego sanguíneo consecuencia de cornadas anteriores y eso le impedía continuar en la lidia.

Por ese impedimento, los tres últimos toros los despachó el sobresaliente Antonio Mahillo. Bienvenida oyó palmas en sus tres toros; mientras que Mahillo dio la vuelta en el último. Bienvenida vistió de verde y oro por la tarde y de verde y plata por la noche.

Un segundo anuncio de esta naturaleza se hizo para el 22 de mayo de 1971, también en Madrid, pero en la Plaza de Toros de Vista Alegre de Carabanchel. En plena guerrilla, Sebastián Palomo Linares anunció que en esa fecha – misma en la que en Las Ventas, dentro de la Feria de San Isidro, se presentaría la ganadería mexicana de Mimiahuápam –, enfrentaría en dos festejos, toros de Miura, Eusebia Galache, Antonio Pérez de San Fernando, Herederos de Carlos Núñez, Victorino Martín y Núñez Hermanos y en el segundo, a los de Juan Pedro Domecq, Baltasar Ibán, Atanasio Fernández, Juan Mari Pérez – Tabernero, Manuel Arranz y Miguel Higuero.

El doble festejo se quedó a la mitad. La tarde fue lluviosa y la popular Chata de Carabanchel en esos días todavía no tenía la conformación actual – un escenario multiusos techado –, sino que era una plaza de toros convencional, con una capacidad de unas nueve mil personas. La segunda corrida, la nocturna, quedó aplazada para el 6 de junio de ese año. Palomo Linares salió al tercio en el 1º, cortó las dos orejas al 2º, dio una vuelta protestada en el 3º, cortó el rabo al 4º y cortó una oreja en el 5º y 6º.

Hace 30 años

Las crónicas de las dos corridas llevadas a cabo el 25 de abril de 1982 no son prolijas en detalles acerca del quehacer artístico de Curro Rivera. Se concentran más bien en el hecho de que el torero logró completar la hazaña. Y es que, en los días previos se hablaba más que nada, de la incapacidad física que le sobrevino a Antonio Bienvenida – padrino de la confirmación madrileña de alternativa de Curro – veintidós años antes y que no le permitió completar la gesta que había iniciado.

En el festejo de la tarde, aunque se anunciaron seis toros, Curro Rivera mató siete, pues regaló el sobrero. Campanero, Arriero, Gordito, Cara Limpia, Milenario, Caramelo y Campeador fueron los nombres, por su orden, de los siete toros de Francisco Rivera lidiados en esta ocasión y obtuvo de ellos, las dos orejas de 3º, 4º y 5º. Los sobresalientes fueron el matador de toros Eduardo Liceaga y el entonces novillero Luis Fernando Sánchez, a quienes se les permitió intervenir en quites en el que cerró este festejo.

A las nueve de la noche Consentido, Tocayo, Siempre Juntos, Para ti, Amigo Milenario y Ahijado – el nombre del abreplaza no fue consignado por el cronista – fueron saliendo por la puerta de toriles. Es quizás en esta segunda parte del acontecimiento en la que Curro Rivera fue mayormente recompensado en materia de trofeos, al cortar las orejas y el rabo de Siempre Juntos de San Martín – 11º del doblete y 4º de ese festejo – y de Ahijado de José Julián Llaguno – 7º de la corrida y 14º de la doble jornada –, para sumar en ambos festejos diez orejas y dos rabos en una fecha que constituye por sí sola, un hito difícil de superar en la Historia Universal del Toreo.

Otros datos para recordar

Curro Rivera banderilleó a dos de los toros de esa memorable fecha, al 5º de la primera corrida y al 7º de la nocturna y que en el entreacto de los toros segundo y tercero del capítulo de noche de la gesta, directivos de la Organización Editorial Mexicana entregaron al torero un reconocimiento, tanto por haber alcanzado la cifra de los mil festejos toreados, como por estar en vías de completar la gesta que ahora intento relatarles.

Al final de cuentas, ese día, resultó lo que el cronista de El Sol del Centro – la crónica no está firmada – decía en uno de sus párrafos:

Los aficionados taurinos al referirse a los carteles del día clásico de Aguascalientes, llegaron a decir que “era mucho Curro”. Y no se equivocaron en lo más mínimo, porque eso demostró Francisco Rivera con sus dos encerronas en las que estoqueó 14 bureles...

Efectivamente, ese 25 de abril de hace 30 años, Curro Rivera fue mucho Curro, que no es lo mismo que demasiado Curro y lo afirmo porque me tocó ver la primera de las dos corridas y se veía en extraordinarias condiciones físicas y anímicas para enfrentar el reto que él mismo se planteó. El resultado que es motivo de este comentario así lo confirma.

El festejo de hoy. 2ª corrida de feria: 2 de Los Encinos para rejones y 4 de Campo Real para Pablo Hermoso de Mendoza, Fermín Spínola y Arturo Macías.

domingo, 5 de febrero de 2012

5 de febrero de 1973: Triunfo y escándalo en Aguascalientes. Manolo Martínez y Palomo Linares


Al delinear la personalidad y la actividad de Guillermo González Muñoz como empresario de las plazas de Aguascalientes, señalaba que a pesar de que inició el proceso que terminó por reducir la actividad taurina de nuestra ciudad al lapso temporal de la Feria de San Marcos, tuvo la creatividad para procurar a la afición de su tierra carteles con atractivo, procurando aprovechar los huecos que quedaban en las agendas de las exclusivas de las figuras con empresas que regentaban plazas de mayor capacidad, propiciando verdaderos acontecimientos como el que me motiva a escribir estos recuerdos.

El ambiente previo

El día 5 de febrero, aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917 hasta hace pocos años era feriado – hoy el feriado se ha recorrido al lunes siguiente – y por ello, era una fecha en la que se celebraban festejos taurinos a lo largo y ancho del territorio nacional. En 1973 nuestra Plaza de Toros San Marcos fue escenario de un festejo que tras concluir, quedaría en la historia del coso, un mano a mano entre Manolo Martínez y Sebastián Palomo Linares, para lidiar toros de Suárez del Real

Los dos toreros venían precedidos de notables actuaciones. Manolo Martínez era el triunfador de las últimas ediciones de la Feria de San Marcos y el domingo anterior, en la despedida de Joselito Huerta, en la Plaza México, realizó una faena de gran calado a un toro de José Julián Llaguno, en tanto que Palomo Linares todavía venía con el sambenito del rabo cortado en el San Isidro anterior en la Plaza de Las Ventas. La nota previa al festejo, publicada por Everardo Brand Partida en el diario El Sol del Centro del día de la corrida, recoge entre otras cuestiones lo siguiente:

Se ha dicho que un mano a mano debe tener una justificación, y esta es precisamente la que consideró el empresario Guillermo González para montarlo, al reanudar su temporada, confrontar a los dos toreros que más interesan, que más despiertan las pasiones entre el público, y estos son los de México, Manolo Martínez y de España, Sebastián Palomo “Linares”... Este torero, cabe así señalarlo, está en deuda con la afición hidrocálida, le debe una tarde. Aún recordamos aquellas declaraciones vertidas hace un año, en vísperas de su confrontación con Eloy Cavazos, en el mismo ruedo de la San Marcos. Sebastián dijo a EL SOL: “A la Sevilla de México, a Aguascalientes, vengo a dar la tarde, vengo por un triunfo grande”... Si bien Palomo “Linares” estuvo en plan grande aquella tarde, especialmente con su quinto enemigo al que toreó superiormente y mató mucho mejor, entregándose como los buenos, no logró redondear el triunfo que esperaba en la “Sevilla de México”, como es considerada Aguascalientes en la Madre Patria... ¿Será esta la tarde que Sebastián adeuda a la afición hidrocálida? Pues sinceramente así lo esperamos, ya que el público disfrutará en grande viendo torear a los ases de las barajas taurinas de aquí y de allá...

La corrida estaba sujeta a grandes esperanzas de la crítica y de la afición y aunque su desenlace sería agridulce, se puede considerar que terminó por responder al interés que despertó, aunque en los tendidos numerados no se reflejara en su totalidad ese interés, puesto que si bien recuerdo que las localidades generales lucían repletas, las de mayor precio ostentaban evidentes claros.

El triunfo… y el escándalo

Manolo Martínez vistió de negro y oro, en tanto que Palomo Linares lo hizo de negro y plata. No recuerdo quién ofició como sobresaliente, pero casi creo que fue el trianero Armando Mora. La corrida fue presidida por don Jesús Gómez Medina, que por esas calendas se tomaba un tiempo sabático en su tribuna de El Sol del Centro, para dedicarse a intentar conducir los festejos taurinos desde el palco de la autoridad en la Plaza de San Marcos. El encierro de Suárez del Real fue justo de presencia, acusando su procedencia de Jesús Cabrera y en términos generales dirían las crónicas, se dejó hacer, tanto así, que Manolo Martínez le cortó las orejas al primero y al quinto y perdió quizás el rabo del tercero por fallar con la espada y Palomo Linares pudo brillar a altas cotas, de no ser por lo que enseguida veremos.

La crónica de Everardo Brand Partida relata lo siguiente respecto del triunfo de Manolo Martínez:

“Caramelo”, fue el primero de la tarde... y el diestro de Monterrey se enfrenta con su enemigo, que cambia totalmente de lidia, ya que se fue p’arriba, embistiendo suavemente y con nobleza, y estas condiciones son aprovechadas extraordinariamente por el diestro regiomontano, para instrumentar una faena “de las suyas”, toreando con suavidad con una pasmosa lentitud que entusiasmaron a los tendidos. Los pases circulares, con el sello de Martínez, fueron surgiendo uno tras otro, los ayudados, en redondo y por abajo, fueron subiendo de tono, y el público estaba con el torero, que se crecía a cada muletazo… El toreo al natural de Manolo fue paladeado por el cotarro y los pases de extraordinaria magnitud surgían, y las series perfectamente rematadas con los pases del desdén y los forzados de pecho hicieron vibrar a la plaza hasta sus cimientos. Un estoconazo en todo lo alto, coronó esa faena, conquistando el de Monterrey las dos orejas de su enemigo... Tras de la bronca de Palomo Linares con el cuarto de la tarde, Manolo Martínez se enfrentó a “Velador”, un toro al que le sacó gran partido... Afloró el temple y la maestría de Manolo, su clase de excelso muletero y brilló en toda su intensidad el toreo derechista e izquierdista, los pases del desdén, “la regiomontana” y “el martinete”, no a toro parado, sino ante un socio que le embestía y que daba la sensación de peligro, pero éste desaparecía, ya que frente al bicho se encontraba un torero de pies a cabeza, bordando una faena que difícilmente será olvidada por cuantos la presenciamos. Manolo necesitó de un pinchazo y una estocada en bastante buen sitio para dar muerte al quinto de la tarde, del que recibió las dos orejas, con las que recorrió, hasta en otras tantas ocasiones, el anillo del Coso San Marcos… 

Por su parte, su apreciación de lo medular en la actuación de Palomo Linares es como sigue:

Sebastián Palomo fracasó, cabe la apreciación, hasta en su intento de recurrir a ardides pésimamente vistos por nuestro público, al que trató de sorprender pretendiendo que se indultara a un toro, el cuarto de la tarde, con el que armó una bronca, desorientó a los aficionados y puso en evidencia al Juez de Plaza... Señalamos lo anterior, porque el español, quien había estado bien, no a la altura de las condiciones del astado, bueno, con raza, de magnífico estilo, y prestándose extraordinariamente para el toreo, se dejó llevar, inicialmente, por los gritos de un sector, – mínimo éste – del público que, impresionado, consideró que el toro merecía el indulto. El de Linares volteó hacia el palco de la autoridad, y el señor Gómez Medina ordenó que debería matar al de Suárez del Real, y entonces Sebastián acató la orden del juez tirándose, pero pinchando en hueso, y fue ahí que consideró que había perdido las orejas, que el triunfo “que tanto necesitaba”, se le iba de las manos, y tras de torearlo nuevamente por lasernistas, “fabricó” e hizo su teatrito, ya que encarándose entonces a la autoridad, pidió que le tocaran los tres avisos reglamentarios, para que el toro fuera devuelto a los corrales... El público no se tragó la píldora, y abroncó al español, al que llevaron – su peón de confianza – las orejas y el rabo, tratando de hacer ver aquello como el indulto del toro concedido por el juez, pero sólo avivó las protestas y rechiflas en su contra, pues ¿“cómo pretende un torero que se indulte un toro después de haberlo pinchado”? y su actitud, su teatro, no fue enérgicamente sancionado, de ahí que señalamos que puso en evidencia a la autoridad... Tras de ese pinchazo, si bien volvió a torearlo, debería de haber intentado la suerte suprema, “y así debería habérselo exigido el juez”, para que diera muerte al astado en el ruedo, pero lamentablemente, sorprendió y esa es nuestra explicación, a la misma autoridad, ya que aceptando el pedimento del torero, hizo sonar el clarín hasta en tres ocasiones, y el toro volvió a los corrales...

De allí la corrida se fue por el despeñadero para el linarense, que cada vez que salía del burladero de matadores, era objeto de fuertes rechiflas.

Comentarios posteriores

Por esas fechas, el periodista Agustín Morales Padilla era redactor del diario El Sol del Centro. En la misma fecha de la crónica del festejo – 7 de febrero –, publicó un artículo titulado ¡Basta ya!, en el que hace una serie de reflexiones sobre lo sucedido en la corrida del día 5. Del mismo extraigo algunas de ellas:

Porque el desprecio al Reglamento taurino se ha costumbre inveterada. Porque el espectáculo se está manejando soslayando, muchas ocasiones, el interés del aficionado... es que decimos: ¡Basta Ya!... Acontecimientos como el que suscitó la insolente actitud del torero español Sebastián Linares, el último lunes, jamás deben repetirse en una arena donde muchos diestros han escrito las páginas que les han valido su consagración firme y total, y en la que, también, otros muchos han tenido que pagar, por su honesta entrega a una profesión que exige responsabilidad y entrega, un tributo de sangre... Lo de “Palomo” Linares no alcanza, empero, calificativo. Más tampoco habrá que lanzarle toda la culpa, si bien se trata de uno de los muchos extranjeros que todavía nos siguen llegando poseyendo una mentalidad avasalladora. Al hispano lo empujó en primer término, ese su concepto erróneo de que se hallaba en tierra de conquista. Y lo impulsaron, también: su apoderado y cuadrilla; el empresario González, que insultó ostensiblemente al juez; el ganadero Suárez del Real y un pequeñísimo grupo de beodos... Sabían ellos claramente que el indulto del astado era improcedente, porque el bicho, aunque suave y de buen estilo, pasó con un solo puyazo y no humillaba totalmente. A pesar de ello y no obstante la airada protesta del público, Linares fue varias ocasiones al pie del biombo y faltó a la autoridad del juez, al que ordenó, no pidió, el regreso del toro a los corrales, cuando en definitiva se negó a éste la gracia del conservar la vida, por una boyantía suprema que no poseía... La autoridad tuvo también su culpa en que el sainete se prolongara, pues contemporizó con el español, en lugar de aplicarle un severo correctivo económico y, en caso de persistir, ordenar su detención policiaca... Como epílogo de este bochornoso acto, Linares declaró ayer, con inconcebible cinismo, que la de Aguascalientes había sido la faena de su vida y que lamentaba que no la hubieran entendido ni el juez, ni el público que lo abroncó. Menos mal que estas han sido las últimas palabras en la existencia taurina – en México –, de Linares, quien curándose en salud, ha señalado que no volverá a ruedos aztecas... Pero en fin, dejemos aparte a esta pésima caricatura de “El Cordobés” y volvamos a lo que decíamos al principio. El Reglamento no puede continuar siendo letra muerta, porque a la autoridad corresponde velar por el interés del público. No olvidemos que es un espectáculo sumamente caro y eminentemente productivo para la Empresa, lo que otorga un derecho especial al aficionado para exigir más y mejor... Basta ya, repetimos, de deshonestidades para con una afición cuya nobleza conmueve…

Lo que después sería

Palomo Linares se fue de México tras de esa corrida y no volvió a México sino hasta 1993 para torear dos corridas que tuvieron carácter benéfico. Las dos fueron mano a mano con Eloy Cavazos. La primera fue en Querétaro el 25 de septiembre, con toros de Fernando de la Mora y llevando por delante al rejoneador Luis Covalles y la segunda en Aguascalientes, al día siguiente con toros de Arroyo Zarco.  También me tocó presenciar esa corrida. Desde entonces, no ha vuelto a torear en nuestro país.

Por su parte, Manolo Martínez sufriría algo más de un año después - el 3 de marzo de 1974 -, la cornada más grave de su vida – 2 trayectorias, 34 y 24 centímetros, con sección de las arterias femoral y safena –, del toro Borrachón de San Mateo, en la Plaza México, en tarde que alternó con Mariano Ramos y José María Manzanares. Una cornada que muchos afirman que marcó un antes y un después en la carrera del torero de Monterrey, pero que no le impidió escalar la cima de la torería de su tiempo.

Espero que esta larga remembranza les haya parecido interesante.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Leodegario Hernández y la historia de dos corridas no celebradas

Leodegario y la Monumental Jalisco

Leodegario Hernández Campos nació en Arandas, Jalisco, el 24 de enero de 1920. Se dedicó en primera instancia a los negocios relacionados con los espectáculos y entre sus aciertos notables, se cuenta el descubrimiento de Javier Solís, uno de los intérpretes legendarios de la canción ranchera mexicana, quien destacó también por sus versiones de la Suite Española de Agustín Lara, a mediados de los años 50.

Al mediar la década de los sesenta, se metió al negocio de los toros. Aprovechó la rebeldía de la generación que tomaba el testigo de los toreros de la Edad de Plata mexicana que se negaron a ser tratados como jornaleros por Ángel Vázquez y adquirió la titularidad de las plazas de toros de León e Irapuato en el estado de Guanajuato y la de Monterrey y en Guadalajara, al no poder obtener ni la propiedad, ni la explotación de El Progreso, edificó una nueva, no obstante los comentarios negativos al respecto, según lo cuenta Xavier Toscano en el diario Milenio, de la capital mexicana:

…Así fue como en Guadalajara, el arandense Leodegario Hernández llevó a cabo el proyecto de construcción de otra plaza de toros. ¡Qué barbaridad! ¿Otra plaza? Si contábamos con la querida y tradicional El Progreso, con más de un siglo de antigüedad. No obstante las trabas, y también –porque no decirlo – golpes bajos, y después de invertir muchos millones de pesos y largos meses de trabajo, consiguió llegar finalmente a su meta establecida: inaugurar su nueva plaza de toros…


Para ello, encomendó el proyecto al renombrado arquitecto José Manuel Gómez Aldana y la realización de la obra estuvo a cargo de un equipo integrado por los arquitectos Leopoldo Torres Águila, Manuel Parga y Gorki Guido Bayardo y los ingenieros Mario Quiñones, Alfonso Ortega Pérez y Mario Fernández. El nuevo coso tiene capacidad para 16,500 espectadores y se le asignó un predio de seis hectáreas.



La nueva plaza se denominó Plaza de Toros Monumental Jalisco y fue inaugurada el día 4 de febrero de 1967, un sábado con una corrida de toros, en la que se lidiaron 6 toros de José Julián Llaguno, para Joselito Huerta, Raúl Conteras Finito y Manolo Martínez. La plaza fue remodelada en 1979 y aunque hoy en día se le llama Nuevo Progreso, aunque como afirma Xavier Toscano, es una mala denominación, …pues no fue edificada ni erigida para sustituir al antiguo coso del hospicio del barrio de San Juan de Dios, que fue y será la única plaza El Progreso de nuestra ciudad…

Historia de dos corridas

En la columna Noticiero Taurino del diario El Informador, de Guadalajara, del sábado 11 de enero de 1969, aparecía la siguiente información:

...Raúl Pérez Vargas, el gerente de La Monumental de Jalisco nos informó que ya tiene todo preparado para el mano a mano entre nuestro paisano Manolo Martínez y el español Palomo Linares, corrida que deberá tener lugar el domingo 19 del presente enero...



Cuenta Guillermo H. Cantú que esa corrida se anuncia en un día libre que Palomo Linares tenía dentro de la exclusiva que le tenía firmada Diversiones y Espectáculos de México S.A. (DEMSA) para su campaña en plazas mexicanas por ese calendario. Como apuntaba en una entrada reciente, la cabeza visible de DEMSA, era Ángel Vázquez, quien en estos asuntos, consiguió algo que a veces parece imposible de lograr: unir a toda la gente del toro… ¡pero en su contra!

Ya el domingo 12 de enero de ese año, apareció en el diario El Informador el primer cartel anunciador del festejo (página 4 – B), efectivamente un mano a mano, con toros tlaxcaltecas de Piedras Negras. La empresa de don Leodegario continuó con la labor de difusión de su corrida y así, el lunes 13 volvió a aparecer otro programa difundiendo la corrida (página 8 – B) y el martes 14 aparecía la siguiente información, de nueva cuenta en la columna Noticiero Taurino:

...Mañana llegarán a esta ciudad los seis hermosos toros de Piedras Negras que el próximo domingo en la Monumental de Jalisco, lidiarán Manolo Martínez y Palomo Linares, es decir que será en Guadalajara en donde los aficionados disfrutarán del primer mano a mano entre este par de extraordinarios matadores de lo mejor de México y España... Y a propósito de Leodegario Hernández ha programado dos extraordinarias corridas en el Astrodome de Houston, una que deberá tener lugar mañana miércoles y otra el próximo domingo, figurando en ambos carteles varios famosos diestros mexicanos...


Resulta curiosa la referencia añadida que se hace a los festejos organizados por Leodegario en Houston, que en estas fechas cobra vigencia, después del fiasco que resultaron los organizados por el inefable Don – Bull en Las Vegas hace unos meses.



En esa misma fecha, es decir, el martes 14 de enero de 1969, aparecía esta información en la primera página de la sección de deportes del mismo diario El Informador:

MANOLO Y PALOMO EN LA MONUMENTAL. – Manolo Martínez y Palomo Linares, los dos diestros más interesantes de la actual temporada taurina mexicana, habrán de actuar por primera vez, mano a mano el domingo próximo en la plaza de toros monumental "Jalisco" de esta ciudad. Para dicha confrontación la empresa del coso tapatío ha escogido un arrogante encierro de la ganadería de Piedras Negras. Al día siguiente Manolo y Palomo Linares volverán a encontrarse en el ruedo de la plaza de León, Gto., pero en tal ocasión acompañados por Raúl Contreras "Finito", para estoquear toros de la ganadería de don Rafael Obregón. Manolo Martínez y Palomo Linares son esperados hoy procedentes de Caracas.


El miércoles 15 de enero, la Plaza Monumental Jalisco, volvió a anunciar su corrida con normalidad (página 7 – A), en un esfuerzo por captar la atención de la afición y de propiciar una buena entrada en la nueva plaza de toros.



El día 16 de enero de 1969, jueves, aparece por primera vez un anuncio de que también en El Progreso se llevaría a cabo un festejo el domingo 19. Se anuncian toros de Moreno Reyes Hermanos (la ganadería de Cantinflas), para Palomo Linares, Curro Rivera y Manolo Espinosa Armillita. El anuncio aparece en la página 10 – B del diario El Informador, exactamente abajo del de la Plaza Monumental Jalisco.

El doble anuncio se repetirá al día siguiente, viernes 17 de enero y el sábado 18, aparece en la primera página de la sección de deportes, la siguiente nota:

LOS DOS CARTELES, CANCELADOS

El debate entre las dos empresas taurinas de Guadalajara fue solucionado dramáticamente ayer con la intervención del Ayuntamiento de la ciudad, y los carteles para celebrarse mañana fueron cancelados.

Se recordará que la empresa de la Monumental de Jalisco anunció desde hace varios días el mano a mano entre el regiomontano Manolo Martínez y el íbero Sebastián Palomo "Linares".

Algunos días después, la empresa de "El Progreso" fijó en las carteleras el aviso de que el mismo Palomo "Linares" alternaría mañana en el coso del Hospicio con Currito Rivera y Manolo Espinosa "Armillita Chico".

Los aficionados, desconcertados por la dualidad de carteles, peregrinaban de una oficina a otra y en ambas se les aseguraba que sería "ahí" donde actuaría "Linares", pero los boletos no se ponían a la venta.

El Ayuntamiento de Guadalajara tomó cartas en el asunto y resolvió definitivamente el conflicto a un tiempo que ponía fin a los problemas que tuvieron que sortearse los aficionados.

Los dos cosos locales permanecerán cerrados el día de mañana y las dos empresas fueron sancionadas cada una con cinco mil pesos.

A "El Progreso" se le aplicó esa sanción por haber infringido el artículo 60 del Reglamento de Espectáculos Taurinos en el Municipio de Guadalajara, que prevé cierta anticipación a la fecha de los programas, para que los toros que vayan a lidiarse se encuentren ya en los corrales de la plaza y sean examinados para comprobar que cumplen con los requisitos de peso y edad que se encuentran en vigencia.

A "Espectáculos de Occidente" S.A., empresa que maneja a la Monumental de Jalisco, se le aplicó la misma sanción por no haber presentado las pruebas suficientes de que tenía debidamente contratados a los espadas que anunciaba.


A mi juicio, la decisión salomónica que tomó el Ayuntamiento de Guadalajara terminó por favorecer a la empresa de El Progreso, que a todas luces pretendió sabotear la corrida que con una anticipación más que debida, había anunciado la empresa de la Monumental Jalisco y todo ello, a causa del hecho de que se emparejaba en competencia a uno de los toreros más atractivos que tenía DEMSA bajo su férula, con el torero más atractivo que se había negado públicamente a actuar en las plazas que esa empresa controlaba mientras Ángel Vázquez estuviera al frente de ella, es decir Manolo Martínez.

Pero, como lo deja claro el redactor del Noticiero Taurino de la fecha en la que se debieron de celebrar los festejos, la perjudicada al final del día, resultó ser la afición:

En efecto: se repitió la historia del perro y las dos tortas. Los aficionados bizqueaban por la dualidad de carteles anunciados en Guadalajara, ambos con el torero de moda, Sebastián Palomo "Linares". Cuando más caliente estaba el asunto, las autoridades civiles municipales, reglamentos en mano, dieron la puntilla al jaleo. Conclusión: ayuno obligatorio para los taurinos de casa...


El asunto se saldó con publicaciones de las empresas involucradas y del Ayuntamiento de Guadalajara. La empresa de don Leodegario ofreció dar a conocer públicamente las maniobras urdidas en su contra para reventar su corrida, cosa que según lo que pude ver en la hemeroteca, acabó por no hacer, pero descubro que este golpe bajo si hizo mella en su ánimo, pues al poco tiempo, se fue de los toros, para siempre.



El anuncio de la suspensión por parte del Ayuntamiento



La justificación de la empresa de El Progreso



El anuncio de la Monumental Jalisco



El efecto Leodegario

Leodegario Hernández impulsó con decisión las carreras de toreros como Raúl Contreras Finito, Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Mauro Liceaga y Fabián Ruiz y otros como Manuel Capetillo y Jaime Bravo se unieron a su esfuerzo. Como señalaba hace unas líneas, para llevarlos adelante en una situación en la que una empresa de gran tamaño controlaba las principales plazas de México les tenía cerrado el paso, compró unas plazas de importancia y edificó otra, con la finalidad de tener los escenarios adecuados para promover a esos toreros que en un gesto de rebeldía, prefirieron mantener su independencia profesional a la comodidad de pertenecer al establishment como los hijos de los viejos maestros en los casos de Manolo Espinosa Armillita y Curro Rivera.

Leodegario Hernández, hastiado de recibir puñaladas por la espalda – como la del caso que motiva esta entrada – acabó por dejar el negocio de los toros en el año de 1971. Vendió sus plazas al grupo que resultaba ser su competencia y se convirtió en un espectador ocasional en los tendidos. Falleció el día 22 de enero de 1987, un par de días antes de cumplir sesenta y siete años de edad.

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