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domingo, 4 de agosto de 2024

5 de agosto de 1969: Manolo Martínez y el gozo de una redonda tarde de toros en Málaga

Manolo Martínez es, con poco espacio para la duda, un producto de la auténtica Escuela Mexicana del Toreo. Aprendió el toreo de la mano de Pepe Luis Méndez, quien a su vez fue discípulo de Pepe Ortiz, que se hizo torero a la vera de Luis Güemes, uno de los que fueron integrantes de la Cuadrilla Juvenil dirigida por Saturnino Frutos Ojitos y que actuaba como banderillero a las órdenes de Rodolfo Gaona. Porque, a pesar de las muchas explicaciones que se quieran dar o teorías que se deseen crear, esa es la auténtica expresión mexicana del toreo, la que surgió con los toreros de México que aprendieron la técnica y el oficio que les enseñara el que fuera banderillero de Frascuelo.

Con ese bagaje en algo más de tres años después de haber recibido la alternativa de matador de toros, se había encaramado por mérito propio en la cabeza de la torería en nuestro país y se sintió listo para emprender el camino que lo llevara a conquistar los ruedos de Europa. Para ese entonces, ya no le acompañaba su formador inicial, quien falleció en un accidente de automóvil un año antes, pero con la lección bien aprendida, entendió que lo primero que tendría que hacer, era conocer el ambiente y el toro, sobre todo de España, lugar en el que se concentraría la mayor parte de su campaña. Escribe Carlos Merino Fernández:

A su llegada a España tuvo el cuidado de entrenarse convenientemente con el toro español y... en Jerez de la Frontera mató sus dos primeros toros, uno de Juan Pedro Domecq... y otro de Ana Romero... El 28 de mayo... en la finca “El Toruño”... toreó un toro de quinientos cincuenta y siete kilos, “Patirroto”... Otra vez en Jerez... uno de don Álvaro Domecq... llamado “Beato”... En Salamanca, cerró su preparación. Toreó en total setenta y dos vacas y trece toros, habiendo matado a once...

Diversos encastes, diversos lugares y una actividad intensa. De entrada, entendió que el toro de la tierra a la que iba, era diametralmente distinto al mexicano, que era en ese entonces, prácticamente de un mismo origen. Así sería menos complicado entender en las plazas y ante los públicos, lo que le saliera por la puerta de toriles.

Su campaña arrancó el día 5 de junio en Toledo, en la tradicional Corrida del Corpus, en la que alternó con Antonio Ordóñez y Paco Camino, ante toros portugueses de Cunhal Patricio, tarde que saldó con el corte de dos orejas. Después tendría tardes triunfales en Granada, Plasencia, Zamora, Mont de Marsan, Valencia y Santander, toreando prácticamente cada tercer día en ese lapso de tiempo.

La feria de agosto de Málaga del año 69

La feria malagueña de 1969 se compuso de ocho corridas de toros, a celebrarse entre los días 3 y 10 de agosto de 1969. Las cabezas del elenco de esa feria fueron Antonio Ordóñez, Diego Puerta, El Viti, Paco Camino, Miguelín, Miguel Márquez y Manolo Martínez que iban contratados a dos tardes cada uno. Particularmente este último, inicialmente fue anunciado los días 4 y 5 de agosto.

Al final de cuentas, Paco Camino presentaría un parte médico para justificar su ausencia en La Malagueta ese año, por una lesión sufrida en Huelva el día 1º anterior y le sustituiría el día 5 de agosto, Antonio Ordóñez y el día 8, lo haría Manolo Martínez, siendo así los dos toreros que sumarían tres tardes en ese ciclo ese calendario.

La tarde redonda del 5 de agosto

La tercera corrida de la feria malagueña se celebró en martes. El cartel, decía, al final quedó formado con Antonio Ordóñez, Santiago Martín El Viti y Manolo Martínez, quienes enfrentarían un encierro de doña María Pallarés de Benítez Cubero. Las cabezas de casi todas las crónicas del festejo resaltaron el hecho de que en el mismo se cortaron nueve orejas y cuatro rabos, una cantidad de apéndices difícil de alcanzar en cualquier tiempo y lugar. Quien se llevó el gato al agua fue precisamente Manolo Martínez, quien le cortó las orejas y el rabo a sus dos toros y se alzó, en lo numérico, como el triunfador de la corrida.

La crónica más extensa que encontré fue la que escribió Gonzalo Carvajal, para el diario madrileño Pueblo, dedicada en esencia a Antonio Ordóñez, pero con un título muy mexicano, Puritita gloria, en la que, resalta:

Hoy, Antonio, viste cortar a Manolo Martínez dos orejas y rabo por aquello de tener que torear mañana en el otro pico de España; te marchaste de le plaza después de la apoteosis con el cuarto. Yo tuve más suerte que tú, porque sucedió que el mejicano de oro también cortó las orejas y el rabo del sexto… En las dos faenas el capote lo empleó el Manuel de oro para lidiar. Para arrancar tal cual lance lucido en las dos faenas, Antonio, Manolo Martínez se puso en los terrenos donde casi todo el mundo se muere de agonía. En estos terrenos, dejando la muleta muerta en los mismos belfos de los dos toros de Pallares, cuajó M.M. el toreo bonito, hermoso, el toreo de llevar a los toros como si lidiador y res fuesen «patas del alma»; como si la ligazón de las tandas resultase cosa muy fácil; como si la lentitud en la ejecución del toreo fundamental hubiera nacido el día que nació en Monterrey este mozo de cabeza rizada y toreo lleno de ecos que se quedan en el viaje lento del olé desde la garganta al paladar. Manolo Martínez – un torero que «está lleno de sorpresas», que diría el veterano Cristóbal Becerra – no conquistó más trofeos porque más no había. Te digo. Antonio, que treinta años de afición me obligan a no equivocarme en el calibre de un matador de toros. Como hoy no se equivocó Manuel al matar de media estocada a su primero, y de una entera desprendida el sexto. Málaga, cantaora y torera, lo paseó a hombros, porque el mejicano de nuevo había cuajado una tarde de puritita gloria, de lograr todos los muletazos que sus dulces toros de Pallarés encerraban. Y eso, Antonio (tú mejor que nadie lo sabes), en un torero significa condición, categoría y certeza de figura de la tauromaquia…

Por su parte, José María Vallejo, corresponsal del semanario madrileño El Ruedo, en el número salido el 12 de agosto siguiente, reflexiona:

Pues, sí; ha confirmado la estupenda impresión causada en la corrida anterior. Muletero excepcional, que torea en reducido espacio de terreno de manera florida y variada, con mando absoluto, con preciosismo que no se aparta de lo clásico y con estética de fuerte relieve. Los ¡olés! fueron jalonando sus muletazos mientras se sucedían los aplausos. Certero con la espada, a estocada por toro, le fueron concedidas cuatro orejas y dos rabos y recorrió la periferia repetidas veces para corresponder a los homenajeados. Al final fue aupado a hombros y así hubo de ser paseado, entre grandes ovaciones…

La gran impresión que causó Manolo Martínez fue más allá de la afición y de la crónica. En la misma relación del festejo que hace Gonzalo Carvajal, atribuye a Antonio Ordóñez una reflexión que implica, por una parte, el reconocimiento del altísimo techo que tenía Manolo Martínez como torero y por la otra, lo bien aclimatado que estaba en el medio taurino europeo:

Por la mañana, cuando ya los toros de Pallarés estaban enchiquerados, me dijiste: Manolo Martínez ya le cogió el aire al toro español; ahora, con la afición que tiene, verás cómo las cosas le parecen mucho más fácilesTe contesté que sí, que yo no había engañado a nadie cuando dije que el mejicano era de oro, que ayer había toreado un toro de Camacho como para guardar la faena en una vitrina de museo, y te añadí todo eso de que el toro español, en su lidia, plantea problemas que casi ningún torero americano acaba de resolver…

Y un dato adicional: todo parece indicar que es Gonzalo Carvajal el que bautiza en esta tarde a Manolo Martínez como El Mejicano de Oro. El cronista tenía cierta facilidad para imaginar e imponer apelativos felices a los toreros y así, de su inventiva, Paco Camino fue El Niño Sabio de Camas, Curro Romero, El Faraón de Camas o Diego Puerta, Diego Valor

El signo de la tarde triunfal

Tras de la lidia del cuarto toro y una vez que paseara las orejas y el rabo que le fueran concedidas, Antonio Ordóñez sacó a dar la vuelta al ruedo a sus alternantes y al mayoral de la ganadería de doña María Pallarés. Escribió el corresponsal de El Ruedo:

Ovaciones mantenidas, orejas, rabo; sacó a sus compañeros al ruedo, también al mayoral, y los cuatro, mientras sonaba la música, recorrieron el ruedo donde tan bella página de la historia del toreo se había escrito…

La corrida fue calificada por varios escritores, una vez que concluyó, como la mejor de la feria y quedaban todavía cinco tardes por delante. 

La versión de Guillermo H. Cantú, en el sentido de que se desplegaba una guerra en contra de Manolo Martínez en esos días, no parece muy fundada. Indudablemente que Manolo iba apretando a su paso, intentando justificar su calidad de figura del toreo y también, de reclamar que en aquellas tierras se le reconociera como tal. Escribe Cantú:

...respuestas que, aun siendo auténticas, incomodaban a los peninsulares, acostumbrados a actitudes más modestas de los noveles importados... La guerra estaba declarada. Su penetración había sido demasiado abrupta, sin consideraciones de ninguna clase. Era necesario pararlo, estaba incomodando a muchos...

Las visiones y los fantasmas de Cantú fueron durante muchos años una especie de artículo de fe en nuestro medio, pero en la actualidad, con el acceso a las fuentes de información de la época, de manera directa, se puede apreciar que quizás los juicios eran estrictos, pero que, generalmente esa línea de opinión se aplicaba en todas direcciones.

De lo que no me queda duda, es que quienes fueron a los toros en Málaga hace 55 años, vivieron una extraordinaria e inolvidable tarde de toros.

Aviso parroquial primero: Agradezco de nueva cuenta a doña Carmen Milla, de la Fundación Diario Madrid, por haberme facilitado una parte importante del material que me permitió escribir estos pergeños.

Aviso parroquial segundo: Los resaltados en los textos transcritos son imputables únicamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 12 de noviembre de 2023

John Fulton, a 60 años de su alternativa

John Fulton
Foto: Santos Yubero
Hay toreros que son calificados de exóticos por no ser de origen hispano. Quizás a John Fulton, natural de Filadelfia, en Pennsylvania en los Estados Unidos, se le pueda tratar de encasillar allí, pero no es precisamente así su caso. El hecho de no llamarse hispanamente Juan y apellidarse López, Gutiérrez o Martínez, no le hace precisamente una especie de bicho raro en el ambiente de los toros en los lugares donde se verifican festejos, pues, aunque su apariencia física, su manera de hablar la llamada lengua de Cervantes y su nombre delataban su origen anglosajón, su manera de comportarse en los ambientes propios de la fiesta denotaban que se había asimilado plenamente a ella.

John Fulton fue discípulo de Pepe Ortiz, el Orfebre Tapatío, quien en San Miguel de Allende tenía su ganadería de toros de lidia en la Hacienda de Calderón. Allí se convirtió en uno de los continuadores de la verdadera Escuela Mexicana del Toreo, la iniciada por Saturnino Frutos Ojitos y llegada a él por la vía de Luis Güemes, quien fuera banderillero en la cuadrilla juvenil del maestro de Gaona y después también en la cuadrilla del Petronio de los ruedos. A la vera de Pepe Ortiz se formaron toreros como Jesús Córdoba y Pepe Luis Méndez y es significativo que varios de nacionalidad norteamericana, como Robert Ryan, Diego O’Bolger o el mismo Fulton, aprendieron el toreo allí en la casa del gran artista de Guadalajara.

En ese orden de cosas se presentó como novillero en la Plaza de Toros Oriente en 1953 y tras de observar que era complicado actuar en tierras mexicanas, en 1956 marcha a España, estableciéndose en Sevilla, logrando presentarse como novillero en Cádiz, el 29 de junio de 1958, alternando con Pepe Álvarez y Emilio Oliva, en la lidia de novillos de Pepe Luis Vázquez. Álvarez no mató ninguno por haber sido herido por el que abrió plaza y Fulton fue herido por su primero, pero salió de la enfermería a matar al quinto y al sexto, dando vuelta al ruedo en ambos.

Se presentó en Madrid el 15 de octubre de 1961, para lidiar novillos de Jesús Sánchez Arjona en unión de Luis Alviz y Francisco Raigón. A propósito de esta tarde, Benjamín Bentura Sariñena Barico, en su crónica de El Ruedo, aparecido el día 19 siguiente, dice:

Se presentaba el norteamericano John Fulton, mocetón sobrado de facultades y bastante enterado de las reglas fundamentales del arte de torear... Se adivina en el norteamericano el adiestramiento en las placitas de tienta y una cuidadosa observación de lo hecho por toreros de categoría... Mató al tercero de media estocada caída y perpendicular. En el sexto oyó los tres avisos después de trece pinchazos y diez intentos de descabello...

Esa campaña sumó dos festejos más, uno en Sanlúcar de Barrameda, el 14 de mayo, enfrentando novillos de Álvarez Hermanos, junto con el rejoneador Baldomero Gaviño, Facultades y Joaquín Ceballos Quinito y otro, el 12 de octubre, en el Puerto de Santa María, cuando para lidiar novillos de José G. Barroso, se le acarteló con Mondeño II y Antonio Ruiz.

El número de El Ruedo fechado el 31 de mayo de 1962, daba cuenta de que en el Ateneo de Sevilla, se inauguró una exposición de pintura taurina, obra de John Fulton:

En el Ateneo de Sevilla  ha inaugurado una exposición de pintura taurina John Fulton, el torero de Filadelfia, afincado en la ciudad de la Giralda, y que alterna los pinceles con su afición a los toros. John tenía - y tiene - la ilusión de llegar a doctorarse en tauromaquia. Le anima a ello Antonio Ordóñez, su gran amigo. Fulton no quisiera volver a su tierra sin recibir su alternativa de manos de aquel, y en la Plaza de Ronda. De las dieciséis obras que expone en el Ateneo sevillano, la mitad son interpretaciones del artista sobre temas poéticos de Federico García Lorca. Concretamente, cuatro de los cuadros están dedicados a dar vida al celebérrimo "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías"...

En los ruedos, esa campaña la cerró con dos festejos toreados.

La tarde de la alternativa

Santiago Sánchez Traver, en su obra Un siglo de corridas de la prensa de Sevilla, narra lo siguiente:

Curioso y original el cartel de la Asociación de la Prensa de 1963, el 18 de julio de nuevo. (se) hablaba de estar orgullosos de haber "logrado formar un cartel verdaderamente revolucionario. Ya está listo para su uso el cartel de no hay billetes. Grandioso cartel que forman Susoni, El Bala y Gabriel Aguilar"… Susoni como El Bala fueron cogidos en esos días… Y sigue la previa: "los periodistas sevillanos cambian la novillada por una corrida. A tal fin han conseguido la contratación de tres diestros hace tiempo alejados de nuestro ruedo". Y no era cierto porque ese cartel del 18 de julio ya estaba organizado mucho antes de la suspensión del día 14. Y destaca: "La primera alternativa que se otorga en España a un torero de ese país"...

La Corrida de la Asociación de la Prensa de Sevilla se anunció finalmente para el jueves 18 de julio de 1963, con seis toros de Félix Moreno Ardanuy (Saltillo) y un novillo de Barcial para rejones que enfrentarían don Rafael Peralta, José María Montilla, César Faraco y John Fulton, que recibiría la alternativa.

Antonio de los Santos Cutiño Santiño, fue el encargado de escribir la crónica para el ABC hispalense, misma de la que extraigo lo que sigue:

John Fulton cumplió plausiblemente su quehacer como matador de toros, teniendo en cuenta sus propias aptitudes y las circunstancias adversas en las que hubo de desenvolverse. A su primero, que cabeceaba ostensiblemente al embestir, lo recogió bien en unos lances, y, tras de recibir los trastos de su padrino Montilla, realizó una faena de reducido repertorio... aprovechando las inconstantes acometidas del enemigo, hasta lograr que la música alegrara el trasteo. Se quitó de enmedio al bruto de un pinchazo, estocada contraria y media en buen sitio y hubo vuelta a la redonda, acreditativa de su primera actuación en la categoría superior... En el sexto, bronco e incierto... el diestro de Filadelfia anduvo decidido con capa y muleta, pero la faena adoleció de falta de ligazón, aunque fueron estimables algunos derechazos... repitiéndose en su honor los aplausos que el respetable le otorgase a lo largo de su voluntariosa actuación...

Por su parte, Don Celes, en el ejemplar de El Ruedo del 25 de julio siguiente, opinó en el siguiente sentido:

De John Fulton no sabemos aún si pensar que es un pintor que torea o es un torero que pinta. Ambas aficiones se dan vigorosas en su curiosa personalidad, que esta tarde afrontó valientemente la suprema ocasión de la alternativa. Recibió ésta, en un toro que cabeceaba, de manos de Montilla, teniendo que limitarse, dadas las condiciones del bicho, a un escaso repertorio de pases con la derecha, acabando de un pinchazo, estocada contraria y media en su sitio, dando la vuelta al redondel. El sexto, que también le correspondió, era bronco; pero el diestro de Filadelfia – ¿qué tal le suena, lector? – mostró decisión, tanto en el capote como con la muleta. Lástima que la faena no lograse un poco de ligazón, pues los derechazos que la integraron tuvieron gallardía y mando. Terminó de pinchazo, media y descabello...

Su alternativa sevillana, en la que el toro de la cesión se llamó Espartoncillo, la confirmaría en Madrid el 29 de octubre de 1967, de manos de José Mata con el toro Dormido de Benítez Cubero, junto a Luis Navarro El Isleño quien también revalidaba ese día. La función la abrió el rejoneador Manuel Vidrié quien enfrentó un novillo de Pío Tabernero de Vilvis.

Torearía su última corrida en España el 30 de septiembre de 1973, en Torremolinos, actuando mano a mano con Bartolomé Sánchez Simón y la rejoneadora Antoñita Linares en la lidia de toros de Isaías y Tulio Vázquez para los de a pie y uno de Pérez Valderrama para la caballista.

Después andaría a caballo entre Sevilla y México, donde actuaba esporádicamente, principalmente en las plazas de la frontera Norte y tendría su última actuación en nuestras plazas el 14 de abril de 1995, donde todo comenzó, en San Miguel de Allende, alternando con Mariano Ramos y llevando por delante al rejoneador José María Fuentes para enfrentar un encierro de San Antonio de Triana.

El Estudio de John Fulton

Después de dejar los ruedos, John Fulton instaló su estudio – galería de arte. Lo hizo en la Plaza de la Alianza número once, a unos pasos de los Reales Alcázares de Sevilla. Allí se dedicó a desarrollar su otra pasión, la pintura y pronto adquirió una gran reputación como ilustrador de temas taurinos. Desarrolló una técnica para pintar obra con sangre de toro, tratada con anticoagulantes para que no perdiera su color característico.

Escribió Félix Machuca para el ABC madrileño en 2022:

…Pintaba con la sangre de los toros. Cosa que descubrió en un viaje a las cuevas de Altamira, quedando impresionado de los que los hombres de la saga del Oso cavernario habían pintado en las rocas de sus paredes. Fulton los imitó. Habló con amigos médicos que le aconsejaron qué hacer para que la sangre no se diluyera. Y dibujó sus toros y toreros con la sangre totémica de un animal al que siempre consideró sagrado…


También quiso ser apoderado y se dedicó a introducir en el planeta de los toros a Atsuhiro Shimoyama, un gimnasta originario de Tokio, a quien anunciaba como El Niño del Sol Naciente, quien después de ver la versión de Sharon Stone de Sangre y Arena se fue a Sevilla, se inscribió en la escuela taurina de Alcalá de Guadaira e intentó hacerse torero.

El 16 de agosto de 1995, El Niño del Sol Naciente fue volteado por un utrero en Pedro Bernardo, en la provincia de Ávila y a consecuencia de ello sufrió, según unas informaciones, una cuadriplejia, según otras, una hemiplejia, pero el resultado final fue que se tuvo que quitar de torero. Actualmente reside en Sevilla, recuperado, pero sin perder su afición.

John Fulton sufrió una serie de eventos cardiovasculares el 7 de febrero de 1998, en Sevilla y no se pudo recuperar de ellos, falleciendo el día 20 siguiente.  

Concluyo estas líneas con una reflexión que hizo el torero de Filadelfia a Lyn Sherwood, para su libro Yankees in the Afternoon, acerca de su manera de entender el por qué a los toreros extranjeros y en particular a los norteamericanos, les cuesta tanto trabajo entrar en el ambiente taurino hispano:

Considero que el factor más determinante que ha impedido que los norteamericanos se conviertan en verdaderas figuras del toreo en España y México, es la creencia de que solamente un español, en particular el andaluz, puede llegar a ser figura. El español puede admitir el valor de un extranjero, pero de inmediato lo etiqueta como suicida o temerario, en lugar de valorarlo como sereno, como el de ellos. El torero extranjero jamás recibirá el apoyo o la pasión incondicional de las masas que pudiera recibir el más torpe o desangelado de los suyos...

domingo, 23 de julio de 2023

22 de julio de 1923: Pepe Ortiz se presenta en El Progreso de Guadalajara

Al arranque de la década de los veinte del pasado siglo, Pepe Ortiz, nativo de Guadalajara, radicaba en la Ciudad de México e intentaba ser cantante. Estudiaba con José Pierson, el formador de algunas de las voces más importantes que México ha dado. José Mojica, Alfonso Ortiz Tirado o Pedro Vargas pasaron por el estudio del maestro Pierson y es este último el que contó a Elena Poniatowska lo siguiente:

…durante un tiempo el maestro Pierson me invitó a vivir en su casa; allí vivía Jesús Mercado, barítono; Pepita Alonso, contralto, y José Arce, tenor, y a los cuatro nos dio habitación, comida y clases de canto a cambio de que le ayudáramos a hacer la limpieza de la casa. Yo era muy bueno para hacer las camas. Un día sentí que mi voz no era la misma y Mario Talavera, mi segundo padre, me consiguió entonces un empleo de profesor de coros en las escuelas secundarias. El era un hombre muy querido y me introdujo en todos los círculos artísticos, sociales, políticos, todos; él es autor de Gracia plena y con él conocí a Pepe Ortiz, quien andaba ya de torero y le gustaba cantar; entonces yo quise ser torero también, y a las seis de la mañana me levantaba, iba por él a Tacuba y luego a ejercitar el toreo, en casa de un banderillero, Luis Güemes…

Luis Güemes, discípulo de Ojitos enseñaba el toreo en la placita de toros de Tacuba, allí donde después lo haría otro contemporáneo suyo, Samuel Solís. Y allí inició su formación como torero Pepe Ortiz, y de allí obtuvo los conocimientos para presentarse en El Toreo de la Condesa el 23 de marzo de ese 1923, en un festejo, llamémosle mixto, en el que alternó con Guillermo Danglada, Agustín Escajadillo, Rafael Ezquerra Granerito, y la Cuadrilla Juvenil Guanajuatense, en la lidia de 4 novillos y 4 erales de Venadero. La relación aparecida en El Universal Taurino lo califica apenas como solvente.

No obstante, su maestro Güemes, que seguía activo en los ruedos, intentaba encontrarle actuaciones en las plazas en las que actuaba como banderillero a las órdenes de distintos diestros y así le consiguió un festejo mixto en la plaza El Centenario de San Pedro Tlaquepaque para el 29 de junio de ese 1923, en el que alternaría con el matador Carlos Lombardini, en la lidia de ganado de El Astillero, afirmando el anuncio del diario El Informador, que eran los miuras de Jalisco. Esa tarde no pudo mostrarse por causa del ganado que se lidió, mismo que a punto estuvo de causar un motín en la plaza. Sobre su actuación escribió para el citado diario El Tío Castuera:

Por lo que toca al paisano Ortiz, por ahora nos abstenemos de hacer un juicio crítico de su labor, porque cualquier concepto que emitiéramos sería aventurado ya que este diestro no tuvo ocasión de demostrarnos todo lo que sabe ni todo lo que la prensa metropolitana dice. El chico tiene voluntad y estilo y desearíamos verlo con toros que no sean huesos como los que ayer tuvo al frente...

El hecho es que Pepe Ortiz mostró lo suficiente para que la empresa de la capital de Jalisco lo incluyera en su siguiente programación y así, lo anunció en otro festejo mixto para el 22 de julio de ese año, para alternar con un matador de toros de oscura trayectoria, José Couso Rubiales, en la lidia de dos toros de San Mateo y tres de La Estancia. Como fin de fiesta se tentaría un toro de Piedras Negras, destinado a semental de esta última ganadería.

El festejo de El Progreso de hace un siglo

Pepe Ortiz terminó quedándose con el peso de la tarde, pues Rubiales fue herido de gravedad por el cuarto de la tarde. La impresión que causó a la afición tapatía fue importante, sobre todo si se considera que, en su actuación anterior en Tlaquepaque, apenas pudo salir del paso a causa de las condiciones del ganado que le tocó enfrentar. El Tío Castuera, encargado de la crónica del festejo para el diario El Informador, entre otras cosas, reflexiona:

…tras del triunfo que obtuvo ayer en el coso del Progreso, pensamos que se trata de un diestro interesante y que de seguro llegará a ocupar un puesto muy envidiable en las filas de la torería contemporánea. José demostró que es competente y que con buenos auspicios se ha iniciado en la carrera que ha elegido con todo corazón y voluntad, habiendo logrado ya obtener sus primeros logros… El muchacho sabe manejar el capote con destreza, banderillea con gracia y con la muleta también es aceptable. Con el acero es donde está más corto, pero dada su voluntad y entusiasmo, esto pronto desaparecerá y se convertirá el paisano en un verdadero matador de toros…

Como se puede apreciar, el cronista de Guadalajara advirtió en ese primer contacto que Pepe Ortiz era un torero completo, de maneras refinadas y que requería ver con constancia la cara del toro para afinar, por ejemplo, la suerte de matar, la que se aprende precisamente matando toros. Ya en cuanto a los pormenores de su actuación, refiere especialmente:

El público aplaudió a rabiar dos faroles de rodillas de José Ortiz y tres pares de banderillas en su último toro. También José estuvo muy bien en el primer tercio del quinto toro, por haber endilgado dos buenas verónicas, dos faroles y un quite por navarras. El público, no obstante haber recibido una fuerte mojada por la lluvia que se desató a la hora de empezar la corrida y que por poco da al traste con ella, no dio muestras de fastidio y pasaron los aficionados una tarde de alegría. El torero José Ortiz fue sacado en hombros por la muchedumbre y paseado por las principales calles…

Así pues, la presentación de Pepe Ortiz ante sus paisanos, puede calificarse de un triunfo importante y de un avance importante para su vuelta a El Toreo, donde sería el eje de las dos siguientes temporadas novilleriles y al menos, publicitariamente, tratado como el sucesor de Rodolfo Gaona, quien ya anunciaba su despedida de los ruedos, aunque en realidad sería el inicio de una extensa carrera en los ruedos marcada con un sello y una personalidad propios.

José Couso Rubiales, ¿la larga sombra de Gallito?

Decía al inicio que este torero mexicano tuvo una oscura trayectoria. Y es que a más de su fecha y lugar de alternativa y esta infausta tarde, no son más las noticias las que de él se tienen. Ese domingo 22 de julio del 23, uno de los toros de San Mateo corridos esa tarde, quedados del domingo de Pascua, y que fueron adquiridos para un festival que iba a torear Rodolfo Gaona y que al final se canceló. El parte que rindieron los médicos José Trinidad Márquez y Luis Farah fue el siguiente:

El matador de toros José Couso “Rubiales” fue llevado a la enfermería durante la lidia del cuarto toro, y presenta una herida en el muslo derecho sobre la cara interna, de una longitud de 25 centímetros. Interesó piel, tejido celular subcutáneo y en parte los músculos. Se hizo la primera curación y se le puso un apósito, siendo trasladado después al Sanatorio de la Colonia Moderna en donde se efectuará hoy, a las 8 horas.

En el número de El Universal Taurino del día 24 de julio siguiente, apareció la siguiente información:

El diestro José Couso “Rubiales” quien como informé en mi telegrama anterior, alternó ayer con José Ortiz lidiando toros de San Mateo, tiene una cornada de treinta centímetros en el muslo derecho. En opinión de los médicos que han atendido al herido, en caso de que se restablezca, de lo cual abrigan esperanzas, quedará inutilizado para continuar en su profesión, pues la herida es de tal magnitud que habrá necesidad de amputarle la pierna derecha…

Aclaro desde ahora que no encontré información posterior que confirmara la amputación de la pierna de Rubiales o su recuperación, su nombre simplemente se pierde en la noche de los tiempos.

A Rubiales lo hizo matador de toros Ángel Fernández Angelete en Progreso, Yucatán el 21 de enero de ese año 23. A su vez, el cacereño Angelete había recibido la alternativa de matador de toros de manos nada menos que de Gallito en Salamanca, en 1917. 

Angelete terminó sus días prácticamente inválido, con secuelas de lesiones por las cornadas recibidas, especialmente una en el pecho en Tetuán y el corte de los tendones de una mano en Ciudad Juárez de los que nunca se recuperó. No había cumplido 40 años de edad. Completó la lista de los ahijados de Joselito que murieron por cornada, jóvenes o fracasaron vestidos de luces.

¿Sería que aparte de los trastos de matar, Angelete le pasó a Rubiales ese mal fario de Gallito?

El fin de fiesta

El programa del festejo anunciaba la tienta o prueba de un toro de Piedras Negras que padrearía en la ganadería de La Estancia, propiedad de don Justo Torres:

Para terminar el espectáculo fue exhibido el toro que fue enviado de la ganadería de Piedras Negras por don Lubín González como semental para la hacienda de La Estancia, propiedad del señor Justo Torres. El bicho, aunque a causa del viaje se encontraba sacudido de carnes, puso de manifiesto su bravura tan luego como saltó a la arena. Este animal que va a servir para la fundación de una ganadería de casta, la primera en el Estado, es un ejemplar de tipo netamente español, corto de cuello, fino de remos, largo de cola y de una encornadura perfecta… Tiene 33 meses y se llama “Pavito”; tiene tres cuartos de sangre de la vacada del Marqués del Saltillo y un cuarto de la de Murube. La nota que dio este bicho es de suprema. El señor Torres tiene en sus dehesas 20 vacas bravas seleccionadas con el fin de que sean las primeras que sean vaciadas. Dentro de seis meses empezaremos a ver lidiar en nuestros cosos reses de casta pertenecientes a nuestro Estado… El bicho fue aplaudido cuando apareció en la arena.

De acuerdo con el cartel anunciador del festejo, lo lidió el aficionado Jesús Torres, pero la crónica no refleja el resultado de su actuación.

Así se dieron las cosas hace cien años, cuando se presentaba en su tierra un torero que dejó para la posteridad una serie de creaciones que dan variedad al toreo de capa y que cuando son ejecutadas hoy en día, sorprenden todavía como cuando fueron ejecutadas la primera vez, piezas de verdadero arte. Por algo se le llamó El Orfebre Tapatío.

domingo, 14 de mayo de 2023

14 de mayo de 1934: Cuatro mexicanos en Barcelona

Rafael Cueli, aficionado y Bibliófilo de pro, no hace mucho tiempo, publicó una interesantísima lectura acerca de la corrida de toros que marcó, en los hechos, el inicio del coloquialmente llamado Boicot del miedo – expresión atribuida a Juan Belmonte, y de la que no he podido localizar la fuente exacta – y que se celebró el 11 de junio de 1936, en la plaza de toros de Murcia. Allí alternaron el maestro Armillita, Luis Castro El Soldado y Carnicerito de México, ante toros de Villamarta. La combinación se produjo por efectos del azar y representó, repito, el cierre de las actuaciones de nuestros toreros en aquellos ruedos por casi una década.

Cuando Rafael estaba en la etapa de recolección de información para la confección de su opúsculo, preguntó acerca de otras fechas en las que en ruedos españoles se hubieran realizado festejos con espadas mexicanos únicamente. Le apunté que el 23 de agosto de 1931, en la Ciudad Condal, el valentísimo Luis Freg se despidió de aquellos públicos alternando con Juan Espinosa Armillita, Pepe Ortiz y Alberto Balderas – me he ocupado de ese festejo en esta ubicación – pero en esos días las relaciones entre toreros españoles y mexicanos no estaban agrias, y tanto El Rey del Acero como El Orfebre Tapatío gozaban del cariño y el respeto de la afición barcelonesa.

Buscando la manera de retomar el paso en estas páginas virtuales después de la Feria de San Marcos, me encontré con esta efeméride, la que por supuesto, adelanté a Rafael Cueli y ahora intento contársela a ustedes.

Aguas revueltas

Es una especie de verdad sabida que los conflictos entre las torerías de México y España surgieron en 1936, pero la realidad es que las cosas empezaron a subir de temperatura quizás desde el advenimiento de la Segunda República Española. En el ejemplar del semanario de Barcelona La Fiesta Brava, fechado el 27 de abril de 1934, se publica una carta abierta de la Asociación de Matadores de Toros y Novillos de Madrid, que dice:

Nuestro distinguido amigo y compañero: En la asamblea que celebró esta sección Autónoma se acordó nombrar una Ponencia, integrada por los compañeros Fortuna, Fuentes Bejarano, Barajas, Rayito, Posada y Lagartito, para que redacten el proyecto que debe ser sometido al estudio del Jurado Mixto taurino y del señor ministro de Trabajo reglamentando la entrada, estancia y actuación en España de los toreros extranjeros… Asimismo, se acordó abrir una información por término de ocho días para que los matadores de toros que lo deseen hagan por escrito sus proposiciones relativas a dicho tema, y seleccionadas las que merezcan ser discutidas, se convocará nueva asamblea de sección, a la que asistirán representantes de la Sección Autónoma de Matadores de Novillos y de la unión de Picadores y Banderilleros, cuya solidaridad también se ha acordado recabar… Interesa hacer constar que nuestro proyecto no implica animosidad contra los artistas extranjeros, sino que nos limitamos a proponer la adopción de medidas que en otros países ya están en vigor, y cuyas consecuencias vienen tocando desde hace varios años los toreros españoles… Le saludan atentamente sus afectísimos, seguros servidores. La Junta de Gobierno.

Como se puede leer, desde un par de años antes del rompimiento, ya se planteaban las situaciones que al final de cuentas se hicieron efectivas el 15 de mayo de 1936 en Madrid. Matadores de toros hispanos, movidos por intereses que, hasta donde he podido investigar, no eran precisamente taurinos, pretendían limitar la actuación de nuestros toreros, aunque directamente, no invocaran su nacionalidad.

Una semana después, en el mismo semanario, apareció una respuesta a esa comunicación pública, suscrita por Fermín Espinosa Armillita, Jesús Solórzano, Pepe Ortiz y José González Carnicerito de México, del tenor siguiente:

Los abajo firmados, matadores de toros mejicanos, le agradeceríamos la publicación de esta carta, en la que recogemos una noticia dada a la Prensa en la que se decía que la Sociedad de Toreros Mejicana había elevado un escrito a las autoridades pidiendo no dejaran torear a ningún torero español en Méjico… Nosotros protestamos de tan absurda decisión, estando decididos, y si las autoridades los hubiera sorprendido, a recabar de las mismas la libre contratación como ha existido hasta ahora, aprovechando este momento para salir al paso de los comentarios que aquí se hacen de que en Méjico no dejaron torear a los españoles, o nada más que un número reducido, salimos al paso de tal falsa calumnia, y sólo para justificar que lo que en ésta decimos es cierto apelamos al testimonio de la Empresa que fue en Méjico el año pasado española, y con su residencia en Madrid, para que deje aclarado y en ridículo las versiones vertidas con mala fe, y pudiendo ésta perjudicar los intereses de los toreros, que no se ocupan de nada más que de torear y no de intrigas tanto mejicanos como españoles… Fermín Espinosa (Armillita), Jesús Solórzano, Alberto Balderas, José Ortiz, José González (Carnicerito de Méjico).

Nuestros toreros dejaron bien señalado que, si en alguna forma se llegó a limitar la actuación, al menos en el caso de la capital, de diestros hispanos, fue por la propia empresa española que llevaba la plaza, encabezada nada menos que por Domingo González Dominguín.

La corrida del 14 de mayo del 34 en Barcelona

Sin importarle esos amagos de revolver las aguas, don Pedro Balañá hizo honor a su hospitalidad hacia los toreros mexicanos y para ese lunes 14 de mayo, anunció una corrida de ocho toros, seis de Ramón Mora Figueroa y dos de Mariano Bautista (4º y 7º) para Pepe Ortiz, Alberto Balderas, Jesús Solórzano y Carnicerito de México. La corrida se dio en lunes, debido a que el domingo, en el estadio de Montjuic, se dio una función de boxeo en la que combatieron el alemán Max Schmeling y el vasco Paulino Uzcudun, y calculó la empresa que no habría público para ambos eventos en la misma fecha.

Fernando Sayos Trincherilla, director y cronista de La Fiesta Brava, prologa su crónica del festejo así:

PLEITO FALLADO. Los firmantes de esa desdichada proposición que ha rodado estos días por la prensa, en la que se pedían limitaciones para las actividades artísticas de los toreros mejicanos, han quedado en el más espantoso de los ridículos… Esta corrida ha venido a fallar un pleito que no tenía razón de ser: cartel mejicano “cien por cien”, y, para mayor sarcasmo, organizado para día laborable … ¡Tomen del frasco los protestantes! … Lástima que lo que pudo haber constituido un éxito de taquilla haya resultado un accidente desgraciado para la economía de los organizadores… Fallaron los cálculos de la empresa. Vio ésta en que el match de boxeo celebrado el domingo en el Estadium atraería sobre Barcelona gran número de forasteros y que éstos se quedarían aquí para presenciar la corrida. Y se equivocó. No vino nadie, y si alguien vino se volvió a sus lares por el medio más rápido de locomoción… Resultado fue que la corrida se dio exclusivamente para los de casa y que éstos no juzgaron imperioso dejar sus ocupaciones para ir a la Monumental… Un error de cálculo que debió costar un buen puñado de duros…

Así entonces, nos enteramos de que don Pedro Balañá erró el cálculo y la entrada fue poco menos que deprimente. Pero el festejo se dio y ha quedado para la historia del toreo.

El resultado de la corrida

La actuación más conseguida de la tarde fue, de acuerdo con las crónicas de agencia aparecidas en los diarios madrileños La Libertad y El Liberal, la de Jesús Solórzano, sin corte de apéndices, por el mal manejo de la espada. Del primer diario mencionado copio:

Tercero. – Solórzano da unos lances vistosos, aunque movidos. Se le aplaude en el primer quite. Balderas, en su turno, torea por gaoneras y es aplaudido. Vuelve a torear, haciendo el quite de la mariposa y suena la música. Solórzano coge los palos y clava dos pares de poder a poder, que se aplauden. El toro llega al último tercio muy suave. Solórzano comienza la faena de muleta con una tanda de pases estatuarios por alto. Sigue toreando por bajo, cerca y valiente. Pincha cinco veces y al fin logra media estocada. Siete intentos de descabello para que doble el toro. (Palmas y algunos pitos.) Solórzano da la vuelta al ruedo entre protestas. Se aplaude al toro en el arrastre.

Carnicerito de México cortó la única oreja de la tarde, al octavo, de Mora Figueroa. Trincherilla, de su actuación en conjunto, escribió:

Se creció el hombre, prodigó sus arrestos, mantuvo al público pendiente de sus cosas en todo momento y en definitiva fue quien sobresalió del cuarteto... Banderilleó sus dos toros haciendo alardes de valor y de facultades, entrando por dentro en terrenos inverosímiles; hizo dos grandes quites de gran exposición a un piquero y con la muleta se mostró temerario en la faena del que cerró plaza, dando varios pases, sentado en el estribo emocionantísimos… Su primero le achuchó varias veces, no sufriendo un desavío por puro milagro… Decidido con la espada. Se le ovacionó en su primero, cortó la oreja del último y se lo llevaron en hombros los entusiastas…

Por su parte, El Torero de México, tuvo una actuación de esas que no vale la pena recordar. Al igual que la víspera en Madrid, se le vio falto de sitio y con cierta desgana. 

La tarde de Pepe Ortiz

Dejo aparte la actuación de Pepe Ortiz porque el espacio de la crónica de Trincherilla está dedicado casi todo a él. No tanto a su actuación, sino a la expresión de su deseo de ver las maravillas de las que era capaz El Orfebre Tapatío. Entre otras cosas, escribió:

Alejado la última temporada de la plaza de “El Toreo”, una sola actuación le bastó para que el entusiasmo de aquellos aficionados se desbordara y otorgase a Pepe Ortiz la oreja de oro que se disputaba en esa corrida… Dominguín, gran catador de toreros, testigo presencial de esa grandiosa faena de Ortiz, quedó asombrado ante el maravilloso estilo de este artista y no vaciló un momento en traerlo a España, seguro de que la tarde que el tapatío dé aquí con un toro de su estilo, habrá de consagrarse ante este público como una figura extraordinaria, a la que habrán de rendirse los máximos honores… Pepe Ortiz no ha tenido suerte cuantas veces ha venido a España. Como si sobre él pesara una maldición, apenas pudo lucir destellos de su arte… Y fue una lástima, porque Pepe, salió animoso y tuvo momentos de indudable valor… No tuvo suerte con la espada, pues hubo de pinchar varias veces y en su primero se hizo pesado al descabellar… En el quinto toro, el único que se dejó torear mientras Ortiz estuvo en el ruedo, hizo Pepe un quite con “orticinas” que fue lo más torero que se hizo esta tarde con el capote. Un quite primoroso que fue premiado con una ovación fragorosa… El público lamentó la poca fortuna de Ortiz con el lote que le correspondió y que le imposibilitó de mostrarse el torero fastuoso que ansiaba ver…

Como se puede ver, Fernando Sayos era un incondicional partidario de Pepe Ortiz, apenas habiéndole visto destellos de lo que era capaz de hacer delante de los toros. En el recuento de la historia, diré que es una pena grande que la afición y los públicos de Europa no le hayan podido conocer en plenitud, más de una sorpresa se habrían llevado.

Terminando

Hay cuestiones que no se germinan de un día para otro, ya lo podemos ver. Pero también hay historias que merecen ser contadas, aunque en apariencia no tengan un corolario triunfal. Pero ese lunes laborable de hace 89 años, se produjo un acontecimiento taurino que necesariamente debe constar en los libros de la historia del toreo.

Aviso parroquial primero: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

Aviso parroquial segundo: La lectura taurina de la autoría de Rafael Cueli a la que me refiero al inicio es Tres mexicanos acartelados en Murcia. Boicot del miedo de 1936. Número 74 de la Colección de Lecturas Taurinas de Bibliófilos Taurinos de México A.C. Entiendo que todavía hay ejemplares disponibles y se puede preguntar sobre la forma de adquirirlos a través de las redes sociales de BTM.

domingo, 31 de julio de 2022

31 de julio de 1927: Pepe Ortiz se presenta en Lisboa y se lidian toros a muerte

Una tradición que resucita...
Diario de Lisboa - 1° de agosto de 1927

Las corridas de toros en Portugal – touradas – son tradicionalmente sin la muerte del toro al final de la lidia. Coloquialmente se invocan añejas y oscuras legislaciones que desde la noche de los tiempos prohíben tanto la suerte de varas, como el terminar con la vida de los astados en el ruedo. Pero, hurgando en la literatura, se encuentra uno con que eso no es precisamente así. El pintor y escritor sevillano Antonio Martín Maqueda, quien vivió la mayor parte de su vida en Portugal, escribió para el semanario El Ruedo fechado el 8 de noviembre de 1951:

…la reina Doña María I llamada “La Piadosa”, prohíbe las corridas de toros “en todas las tierras portuguesas” (1752), para de una vez desterrar la bárbara y cruel diversión, “impropia de una nación civilizada”, manteniéndose esta ley hasta 1790… Volvieron a prohibirse las “touradas”, también sin fijar castigo… por decreto de 1836, siendo revocado por la ley del 30 de junio de 1837... Publicóse en 1921 la Orden Ministerial 2.700 refiriéndose al decreto núm. 5.650 del 10 de abril de 1919, que dice: “En nombre de la Nación, el Gobierno de la República Portuguesa decreta, para hacer valer como ley lo siguiente: “Artículo 1º. – Toda violencia ejercida sobre los animales es considerada punible. Art. 2º. – Serán castigados con multa de dos a quince escudos, liquidada en la Policía correccional, aquellos que en lugares públicos maltraten o flagelen a los animales domésticos. En caso de reincidencia, la multa será agravada con prisión correccional de cinco a cuarenta días”…

Si se observa la redacción del último dispositivo legal, ninguna mención hace a los festejos taurinos, a los toros, o a la muerte de estos en el ruedo. Así, el escritor lisboeta Alberto Franco, en su obra Campo Pequeno – Crónica da Monumental de Lisboa, comenta lo que sigue:

…la prohibición de las corridas con muerte se basó más en la tradición que en la letra de la ley. Como ya se mencionó, el Decreto 5650 castigaba la violencia contra los animales, pero era discutible si las corridas de toros caían dentro de él. Con el fin de aclarar dudas, se dictó el Decreto 2700, de 6 de abril de 1921, en el que se establecía que el Decreto 5650 se oponía «implícitamente» a las corridas de muerte. Sin embargo, ningún título legal los impedía expresamente…

Así entonces, con ese endeble título legal, se impedía la muerte de los toros en plaza, aunque de alguna manera se buscaba la forma de evitar sus efectos y el citado Martín Maqueda cuenta que con posterioridad al último decreto, Francisco Peralta, Facultades, mató un toro en una plaza o cortijo privado después de esa fecha, y que el 28 de septiembre de 1924, en la plaza de Caldas da Rainha, Joaquín Manzanares, Mella, mató al toro Ventaciro del hierro de Francisco Neto Rebelo.

Un segundo antecedente en Campo Pequeno

La temporada 1927 en Lisboa iba a ofrecer a la afición algunas novedades reales conforme a lo que estaban acostumbrados a ver en su plaza. Para el domingo 12 de junio de 1927, se anunció un festejo en el que actuarían el caballero en plaza Antonio Luis Lopes y los espadas Fausto Barajas y Juan Espinosa Armillita para enfrentar toros de Coimbra, aunque el diario madrileño La Nación, señala que fueron de Infante da Cámara. A ese festejo asistieron el Presidente de la República Portuguesa y personajes como el Duque de Palmela, el aviador madrileño Lóriga y el aviador italiano Márquez de Pinedo, y fue presidido por el Teniente Coronel Joao Maria Ferreira do Amaral, comandante de la Policía Cívica de Lisboa y héroe condecorado de la Primera Guerra Mundial, que será un personaje esencial en esto que intento contarles. La corrida NO fue anunciada previamente con la muerte de los toros en el ruedo.

La crónica de Rogerio Pérez El Terrible Pérez para el Diario de Lisboa, publicada al día siguiente de la corrida, titulada: Mulas de arrastre se llevaron por primera vez dos toros muertos en la plaza de Campo Pequeno, resalta lo siguiente:

7º. – También negro y también manso... brinda al heroico aviador Loriga, que por estar modestamente “a la paisana” no es reconocido por el público. Previo rápido muleteo, entra Barajas a matar “de verdad”, dejando media estocada en buen sitio, aunque perpendicular, por lo que el toro no cae inmediatamente. Intervención de los peones, un intento de descabello “a pulso”, Barajas acierta al segundo, cayendo el toro fulminado. ¡Ahora sí! ... ¡Las mulillas entran en funciones arrastrando al toro y las palmas se oyen hasta Pekín! Siete mil pañuelos piden la oreja y al matador se le concede esta y el rabo, que Barajas pasea por la plaza... El entusiasmo aumenta en forma indescriptible y dos espontáneos surgen sacando a Barajas en hombros... 

8º. – Negro y escurrido de carnes. Continúa la profunda emoción producida en el toro anterior, de la que somos meros narradores... Armillita se aprieta en dos lances y remata con lucimiento... deja un par que se aplaude y otro par igualmente aplaudido. Tocan a matar y nadie se mueve de sus asientos... Armillita muletea inteligente, sin perder la cara y valiente. Cuando el toro se para, aprovecha una igualada, tirándose a matar, pero el estoque se quiebra. Con otro estoque, pincha dos veces en hueso y después agarra una estocada hasta la empuñadura, siendo innecesaria la puntilla y rodando el toro patas arriba... Nuevamente se agitan los pañuelos reclamando la oreja, que es concedida a Armillita...

La narración de El Terrible Pérez describe a una multitud al borde de la locura. Y el final del festejo parece así revelarlo:

...decenas de entusiastas pasean a los dos espadas a hombros en todas direcciones... El público demora su salida, aplaudiendo de pie y saludando con sus sombreros. El espectáculo fue inédito y sorprendente. Se inicia la retirada entre una alegría que se extiende por los alrededores de la plaza y se prolonga en automóviles, trenes y tranvías avenida abajo. De todo esto se pueden sacar conclusiones que el cronista evita, describiendo apenas y sin comentar...

El festejo del último día de julio de 1927

Para cerrar el mes de julio del 27, se anunció una corrida en la que se lidiarían dos toros de Palha Blanco (1º y 5º) para rejones, dos de Alves do Río, dos de Neto Rebelo, uno de Faustino da Gama (7º) y uno de Francisco Ferreira Jordão (8º) mismos que serían lidiados y MUERTOS a estoque por el rejoneador Antonio Luis Lopes, Julián Saiz Saleri II, Emilio Méndez, Pablo Lalanda y Pepe Ortiz.

De la lectura de la crónica de El Terrible Pérez, se observa que la presencia de Lalanda y Pepe Ortiz fue planteada como complementaria de los tres primeros, porque en el caso de El Orfebre Tapatío, le correspondió ser una especie de sobresaliente del rejoneador Luis Lopes, toda vez que no pudo finiquitar a sus toros desde el caballo y en la lidia a pie solamente le correspondió lidiar un toro, el séptimo, de Faustino da Gama. Pablo Lalanda, por su parte, lidió al cuarto, de Alves do Río y le obsequiaron el octavo, de Ferreira Jordão.

Los permisos preceptivos para que los toros se lidiaran a muerte, fueron concedidos por el ya nombrado Teniente Coronel Joao Ferreira do Amaral, quizás más que nada, porque la corrida se daba a beneficio de la Caja de Beneficencia de la Policía, que atendía las necesidades de las viudas y huérfanos del personal de esa corporación pública. La crónica de El Terrible Pérez hace saber que para el festejo anterior – el del 12 de junio – a beneficio de la caja de los periodistas – que tenía similar noble finalidad – se pidió la misma franquicia, misma que fue negada:

…no podemos dejar de escribir que la autorización fue denegada recientemente, después de haber sido prometida, a la Caja de Beneficencia de los Periodistas, que está destinada a sus viudas y huérfanos… Ahora bien, si las viudas y los huérfanos de los policías merecen todo nuestro respeto, los de los periodistas no lo merecen menos, lógicamente, y nos parece inequitativo el uso exclusivo de un beneficio que desearíamos para varias obras de caridad…

Así pues, con ese borrón, se pudo dar el festejo, en el que, dice la cabecera de la crónica antecitada, resucitó una tradición al inaugurarse la temporada de corridas de muerte.

Adaptaciones a la tauromaquia tradicional

Rogerio El Terrible Pérez, en su crónica del festejo mantiene un tono optimista y considera que a partir de ese momento se mantendrían de fijo, por lo que hace una serie de propuestas acerca de la manera en la que se podrían llevar a cabo:

La suerte de varas, ya condenada por una gran mayoría española y por el propio gobierno, debido a que ha implicado el sacrificio reiterado de numerosos caballos, no es posible en Portugal y son peligrosas las tentativas que se hagan en ese sentido… pueden ser aprovechados nuestros caballeros en plaza para el «primer tercio». Bastará modificar el rejón, sustituido por otro «de tope», para no matar y limitar su uso de preparar al toro, regulando su número – dos o tres – de acuerdo al poder y condiciones de los toros… El uso del rejón «de tope», con una «cruz», no habrán más «morrillos destrozados», se evitará el efecto de «romaneo» de los toros ante los caballos, porque esto, más que puya, necesitan los toros, aunque mucha gente suponga lo contrario… El segundo sería idéntico al de España, con supresión de las banderillas de fuego, en cualquier caso, por ser su efecto más infamante que necesario… Para no perder la tradición de nuestro primoroso toreo ecuestre, se lidiarán, en medida de lo posible, en cada corrida, uno o dos toros embolados, como en España, para apreciar toda la maestría de caballeros como Simao da Veiga… Es así, con estas y otras modificaciones que irán resultando de la práctica, que se llegaría a una modificación lógica de las corridas portuguesas para los que no entienden su actual ritmo...

Así veía el cronista del Diario de Lisboa la manera de llevar a cabo festejos en Portugal con la muerte del toro. Quizás le animaba que para el día 7 de agosto, se anunciaban toros de Faustino da Gama (1º) y Neto Rebelo para los rejoneadores Ricardo Teixeira y Antonio Luis Lopes y los matadores Luis Freg, Emilio Méndez y Fausto Barajas, también para ser muertos a estoque en la plaza. Freg resultó herido, leve, por el cuarto de la tarde.

La tarde de la presentación de Pepe Ortiz

Decía al principio que la actuación de Pepe Ortiz fue aproximada a la de un sobresaliente que tiene por función la de finiquitar a los toros que el rejoneador en un cartel no puede despachar a caballo. Así, tuvo que despenar al primero de la tarde que no dobló después de tres rejones de muerte. Intervino con poca fortuna en quites en el segundo, que le tocó a Saleri II y en el quinto, el segundo de rejones:

…El caballero, con deseo de matar, da varias pasadas sin resultado, consiguiendo clavar más rejones de muerte, llegando a los seis sin resultado. Ortiz, medrosísimo por el poder del toro y tras repetidos pases que agravan sus dificultades, entra a matar de cualquier manera. El toro dobla y el «puntillero» lo levanta. Ortiz, completamente desorientado, intenta el «descabello», huyendo despavorido. El «puntillero» vuelve a levantar al de Palha y a la tercera termina con la escena, con aplausos para el ganadero y dándose al toro vuelta al ruedo…

Ante el séptimo, que fue el que le correspondió lidiar, su actuación no mejoró conforme a los ejercicios anteriores:

7º, «Jabonero» de Faustino da Gama. Ortiz torea vulgarmente con el capote, torpe e ignorante. Intenta banderillear y pierde un tiempo al igualar, clavando en la atmósfera. «La cosa» se torna pesada y el mexicano se resuelve a clavar con dificultad, dejando el encargo a sus subalternos… Con el toro arrancado, da el primer pase, para seguir un animado diálogo con el «asesor» «Rodriguito» y éste, enérgico y decidido, después de otro compás de espera, lo manda al toro. Un «pinchazo» y otros dos intentos protestados. Intenta el «descabello» con igual torpeza. Suenan los tres avisos, como en la plaza madrileña y ya con los mansos en el ruedo, el toro es rematado por el «puntillero»

Quiero pensar que el pánico escénico venció a Pepe Ortiz, porque si en algo precisamente se distinguió su hacer ante los toros, fue por la limpidez de su toreo con la capa y en el desarrollo de la narración de El Terrible Pérez, se advierte que se vio embarullado y vulgar en algunas de sus intervenciones. Ya tendría oportunidad la afición lisboeta de volverle a ver en otras condiciones.

El devenir de los toros de muerte en Portugal

El Terrible Pérez, entrevistado por Francisco Montero en el número de El Ruedo correspondiente al 2 de octubre de 1947, manifestaba que en 1933, ya en el gobierno de Salazar, organizó tres corridas a muerte en Campo Pequeno, en las que actuaron toreros como Armillita, Domingo Ortega y Manolo Bienvenida. Contando que llevó a los monosabios de España y que en los tres festejos, solamente murió un caballo de pica.

El 3 de junio de 1951, se volvió a matar un toro a estoque en Campo Pequeno. Ese día alternaron los rejoneadores Simao da Veiga y José Rosa Rodrigues y a pie Luis Miguel Dominguín y Manolo dos Santos, ante toros de João da Assuncão Coimbra. Al segundo de la lidia ordinaria, El Lobo Portugués, después de una aclamada faena, lo terminó de media estocada en lo alto. 

Fue premiado con las dos orejas y el rabo y posteriormente sancionado con 30,000 Escudos de multa, aceptándose su justificación de que no se trató de un acto premeditado.

Las corridas con la muerte del toro en el ruedo no echaron raíces en Portugal, como afirma mi amigo Alberto Franco, más por costumbre que por alguna traba legal. En todo el territorio portugués solamente hay una localidad, la de Barrancos, en el Alentejo, limítrofe con las provincias de Badajoz y Huelva en España, donde los toros se lidian a muerte desde tiempos inmemoriales. Fuera de allí, no sucede, ni tiene trazas de volver a ocurrir en el futuro próximo o lejano.

Agradecimiento

Quiero agradecer a mi amigo Alberto Franco, con sede en Lisboa, el que me haya proporcionado valiosísimo material para elaborar esta entrada y que será de utilidad para futuros trabajos. Espero que no lo considere desperdiciado.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos, solamente se pueden imputar a este amanuense, pues no obran así en sus correspondientes originales.

domingo, 26 de enero de 2020

28 de enero de 1934: Pepe Ortiz realiza por primera vez el quite de oro

Pepe Ortiz el quite de oro
Cortesía: Antena 3
Iniciamos el año en Twitter, entre otras cosas, con un hilo de conversación con el aficionado bilbaíno que firma como Martín Agüero Ereño (@MartinAgueroE) y nos exponía los diversos apartados de la Tauromaquia de Pepe Illo de 1796 y entre las infografías que nos presentó se encontraba la de el llamado “lance de frente por detrás”.

He de confesar que esa denominación de lance de frente por detrás automáticamente lo asociaba con la gaonera, pues cuando el Califa de León trajo la suerte a los ruedos y le imprimió su personal sello, se discutió mucho la denominación del lance, hasta que Don Pío zanjó la cuestión y determinó con autoridad que en lo sucesivo sería gaonera dada la personalísima manera en la que Rodolfo Gaona ejecutaba esa suerte.

Pues bien, al observar la litografía de la tauromaquia de Pepe Illo que ilustra la descripción del lance de frente por detrás me encontré con que era una suerte distinta, pero que en la tauromaquia más o menos reciente ha sido ejecutada. Es más, casi de inmediato me recordó al Orfebre Tapatío, Pepe Ortiz, quien es reconocido como uno de los más grandes creadores de suertes de capa de la Historia del Toreo y pensé que se trataba de la tapatía. Ocurrí a la videoteca de la red y consultada, me encontré con que esa imagen de la Tauromaquia coincide con lo que en movimiento es el quite de oro.

Una vez aclarada la duda, me puse a hurgar en la hemeroteca y me enteré que la efeméride de la presentación en sociedad de la suerte estaba cercana, siendo por ese motivo que estoy aquí tundiendo teclas para presentarles algunos datos de ese hecho.

La corrida de la Oreja de Oro de 1934

La temporada 1933 – 34 en el Toreo de la Condesa se sostuvo básicamente con los nombres de Armillita, Domingo Ortega, Jesús Solórzano y Alberto Balderas. La competencia ganadera entre los toros de Tlaxcala y Zacatecas fue férrea. Debutó la ganadería de Torrecilla y no exageraría si afirmo – de acuerdo con lo leído – que la cumbre de la temporada se presentó en los dos mano a mano que se celebraron entre Armillita y Domingo Ortega en domingos consecutivos.

El cierre de la temporada se dio el domingo 28 de enero, con la corrida de la Oreja de Oro. Se anunció a los cuatro ejes del serial ya nombrados y se completó la sexteta que disputaría el trofeo con dos toreros que pasaron sin dejar huella por el mismo, el veterano Luis Freg y Pepe Ortiz. El encierro a lidiarse sería de La Laguna.

La corrida tuvo su momento cumbre en el segundo de la tarde, el toro de Pepe Ortiz. La crónica publicada en el diario El Informador de Guadalajara, relata lo siguiente:
SEGUNDO. – El segundo animal es un ejemplar magníficamente dotado de puñales de nombre “Periodista”, marcado con el número 19, cárdeno oscuro, con bragas y abierto de pitones. Corresponde a José Ortiz que lo recibe con tres verónicas ceñidas y espectaculares, causando un verdadero escándalo en los tendidos por la naturalidad y el aplomo con que las ejecuta. 
Pepe continúa toreando por “tapatías” y haciendo con vistosidad “mandiles”. Solórzano sin necesidad, pues el toro pasa bien por ambos lados, torea por la cara y tan no es necesario, que Pepe, en el quite hace una verdadera demostración de sabiduría domando al animal por ambos lados. Lagartijo se encarga de banderillear, haciéndolo bien. 
Pepe que viste terno crema y plata, toma los trastos y comienza su faena con tres pases naturales, lentos, suaves, hechos con valor, siguiendo seis naturales que remata con un molinete, cambiando el trapo a la espalda, recibiendo en pago una justa ovación. 
Decide terminar y pincha, más ración de tela para tirarse al volapié dejando todo el estoque que dio fin con el astado. La plaza se convierte en un caso de ebullición y todos los aficionados, convencidos, piden al presidente que se le de a Pepe la oreja del animal, pero como el cambiador no accede, se organiza la gran rechifla en su honor, siendo obligado el diestro a dar la vuelta al ruedo escuchando dianas. En realidad la faena ha sido muy buena y merece el premio, pero la presidencia está inaccesible...
De lo que relata el que firma como El Corresponsal Viajero, no se desprende el quite novedoso realizado por el Orfebre. Resalta el conjunto de la faena como una obra grande, sobre todo con la muleta y el hecho de que haya pinchado al toro y que le haya sido negada la oreja, pese a la petición de la concurrencia.

Por su parte, años después (1951), Rafael Solana Verduguillo, en su recuento histórico publicado por los Bibliófilos Taurinos de México bajo el título de Tres Décadas del Toreo en México, hace la siguiente remembranza:
La oreja de oro de ese año fue para Pepe Ortiz pero tal vez no le fue concedida por su buena faena al toro Periodista, sino por un quite, un quite de prodigio, de maravilla, no vuelto a hacer después, ni hecho antes, que se llamó “el quite de oro”, y que fue el momento cumbre de la temporada: un instante de arte, de inspiración, que borró la esforzada labor de muchas tardes de los toreros maestros; el genio es así, una sola gota de genio vale más que océanos enteros de buena voluntad o de esfuerzo. 
El quite de Pepe Ortiz, que cegó con su novedad deslumbradora, en realidad no tenía nada nuevo, era el viejísimo lance que ya aparece interpretado por los moros en las litografías de Goya; pero nadie lo ha hecho en la época moderna, más que Ortiz, que por cierto, sólo lo ejecutó dos veces en su vida, esa tarde aquí, y otra en Granada…
Circula en diversos medios digitales y lo cita también Luis F. Odría, en su libro El Arte del Toreo y los Secretos de la Lidia la siguiente afirmación atribuida a Pepe Ortiz, pero sin fijar circunstancias de tiempo, modo y lugar de su pronunciamiento:
Fue un caso excepcional el de ese quite, pues nació esa misma tarde frente al toro. Me eché el capote a la espalda con intención de hacer una suerte conocida, pero al sentir la arrancada del toro tan intempestivamente, no tuve tiempo de hacer lo que iba a ejecutar, y entonces me quedé con los pies juntos, casi de costado. Dejé pasar al toro en la forma más o menos en que se hace el lance de costado; volví a tirar de mi capote y me volví a colocar por el otro lado, dándole la espalda al toro y haciéndolo pasar; ya al tercer lance tenía perfectamente echa la suerte. Esta suerte es una de las más bellas del toreo, y es muy semejante a las de frente por detrás con los pies juntos; desde luego, una de las más difíciles de hacer, pues yo mismo apenas la he podido ejecutar en tres ocasiones: en México, el día de la “Oreja de Oro”, la segunda en Granada, España, y la tercera, en Guadalajara, Jalisco…
Esa es pues una breve relación del nacimiento de lo que hoy conocemos como el quite de oro.

El resto del festejo tuvo el siguiente resultado: Luis Freg dio la vuelta al ruedo en el primero; Armillita tuvo división en el suyo, Alberto Balderas fue ovacionado y resultó herido, Jesús Solórzano fue silenciado en su labor y Domingo Ortega fue abroncado.

La creación artística

Ya había expresado por aquí que hace algunos años – ya muchos – tuve un paso nada reseñable por la Facultad de Arquitectura. En ese paso tuve la fortuna de tener como profesor de Teoría de la Arquitectura a Salvador Pinoncelly (Torreón, 1932 – Ciudad de México, 2007) quien nos decía que el creador tiene muy escasas posibilidades de ser absolutamente original. Afirmaba que dentro del proceso creativo, todos obtenemos información de nuestro subconsciente de algo que hemos visto, oído o leído en alguna parte, en algún momento de nuestra vida, aunque no lo recordemos de inmediato. De allí concluía Pinoncelly, la absoluta originalidad, era casi imposible, aunque la nueva obra tenga el sello personal y la firma de su autor.

El lance de frente por detrás
Infografía cortesía de Martín Agüero Ereño
@MartinAgueroE
No tengo la exacta noción de quien fue el mentor taurino de Pepe Ortiz, pero seguramente fue uno de esos toreros del entresiglos del XIX al XX, un torero formado en las rígidas reglas de la Tauromaquia de Pepe Illo y que cuando menos le instruyó al Orfebre Tapatío los rudimentos de esa Tauromaquia o Arte de Torear, donde se explican las suertes y la forma de ejecutarlas.

Así pues, en ese ejercicio subconsciente al que se refería el maestro Pinoncelly, de ser veraz la cita atribuida a Pepe Ortiz acerca de la forma en la que se vio compelido a ejecutar el quite de oro, surgió a la realidad ese conocimiento que alguien le transmitió de ese lance de frente por detrás descrito e ilustrado en esa tauromaquia primigenia y quedó perpetuado en una creación que hogaño se trata de rescatar del olvido, como lo hizo Antonio Ferrera en la más reciente Feria de San Isidro.

Agradezco a Martín Agüero Ereño haberme facilitado la infografía utilizada en estas líneas y el haberme puesto en la pista de este asunto.

Si desean ver la ejecución del quite de oro, en esta ubicación se encuentra un vídeo de la serie Alas de Mariposa, donde, de salón, lo ejecuta el matador de toros Miguel Ángel Martínez El Zapopan.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Carmelo Pérez y Michín de San Diego de los Padres. 90 años después (I/II)

El tránsito de los años de 1929 a 1930 estuvo marcado por el sino de Carmelo Pérez. El torero texcocano fue el eje de esos calendarios, primero porque en la temporada de novilladas que se dio en el primero de esos calendarios, que constó de 21 festejos, toreó dos terceras partes de ellos, después de renunciar a una fallida alternativa que había recibido en Puebla el 13 de enero de manos de Cagancho y después, porque casi al final del año, recibió una de las cornadas más pavorosas que recuerda la historia del toreo en México.

La temporada grande 1929 – 1930 en El Toreo de la Condesa gravitaba principalmente sobre los nombres de los toreros hispanos que vendrían a sostener el interés de los carteles que en ella se ofrecerían. El toreo mexicano seguía padeciendo la orfandad en que la despedida de Rodolfo Gaona – para esas fechas metido a empresario – lo había dejado y así, los nombres del ya mencionado Joaquín Rodríguez Cagancho, Antonio Márquez, Félix Rodríguez, Mariano Rodríguez Exquisito y Ricardo González vendrían a apuntalar a los emergentes Heriberto García, Jesús Solórzano, Pepe Ortiz, Paco Gorráez y a un Juan Silveti que seguía derrochando valor ante los toros.

El imán mexicano para la temporada era la alternativa de quien revolucionó la temporada de novilladas: Carmelo Pérez. La cosa hubiera resultado redonda si su epígono novilleril, Esteban García no hubiera perecido en una novillada en Morelia, asunto del que me he ocupado ya en este sitio de esta Aldea, porque de esa manera la empresa que regentaban Gaona y El Chato Padilla hubieran podido mantener un enfrentamiento delante de los toros que había nacido en los festejos menores, pero el hombre propone y viene el toro y todo lo descompone…

La quinta corrida de la temporada 29 – 30

Para el domingo 17 de noviembre de 1929 se anunció un encierro de San Diego de los Padres para Antonio Márquez, que se presentaba en la temporada, Pepe Ortiz y Carmelo Pérez, que reaparecía después de una triunfal alternativa recibida en la tercera corrida del ciclo, el 3 de noviembre, de manos de Cagancho, con Heriberto de testigo y toros de Piedras Negras.

Rafael Solana Verduguillo cuenta que se pensó repetir a Carmelo al domingo siguiente de su alternativa, con la corrida de San Diego de los Padres, pero que había en ella un toro que desentonaba con el resto del encierro y que al pedirse a don Antonio Barbabosa que lo cambiara por otro, se negó rotundo. Por ello, se pospuso su reaparición para el domingo 17, en espera de que don Antonio recapacitara y escogiera otro toro para completar la corrida.

Llegada la fecha, El Chato Padilla fue de nuevo a San Diego y lo que cuenta Verduguillo es lo siguiente:
No tengo otro, contesta el ganadero. Si quiere usted esos seis, bien, si no, déjelos.  
El empresario explica a don Antonio: es que va a torear Carmelo Pérez y si ese toro llegara a tocarle, podría lastimarlo. 
¿Y por qué le va a tocar?, dice don Antonio. Son tres los matadores. Puede que le toque a alguno de los otros. 
Con esto se dio por convencido “El Chato” Padilla y vino la corrida de San Diego, integrada como dije, de cinco ejemplares muy a modo y uno que tenía cara de Barrabás…
Por lo visto Michín – el que tenía cara de Barrabás – era el sino de Carmelo Pérez.

La crónica del suceso

En el ejemplar del semanario El Taurino, que viene a ser algo así como la última etapa de El Universal Taurino, aparecido al día siguiente del festejo, viene la crónica de Edmundo Fernández Mendoza, bajo el seudónimo de Martín Galas, de la que rescato lo siguiente:
¿No será posible que lleguemos a ver una buena corrida de toros esta temporada? Porque tardes van, tardes vienen y siempre lo mismo: El eterno desfile de toros mansurrones, difíciles, broncos, reparados de la vista y resentidos de los remos. Toros de encargo para quitar la personalidad a los lidiadores. 
Ayer se encerró una corrida de San Diego de los Padres, desigual en presentación como en bravura; y el público, que está cansado ya de tantos camelos que le vienen dando los señores ganaderos, no pudo contener sus iras y se dio a protestar, primero, a voz en cuello, después, uniendo la acción a las palabras, destruyendo los anuncios de lámina que había en el tendido, arrojando los cojines, maderas y toda clase de proyectiles a la arena, cuando el cuarto toro, un manso perdido que había vuelto la cara vergonzosamente a los caballos, fue impuesto por la autoridad y por el cambiador de suertes, a pesar de la gritería enorme, de la bronca más grande que hemos visto en “El Toreo”. 
La actitud del público es explicable y justificada, puesto que, a pesar de que paga sus boletos al precio que se les fija, no se les cumple lo que los carteles ofrecen. ¿No hay toros de primera clase en las ganaderías? ¿Se acaba el ganado de lidia en México? ¡Vayan ustedes a saber; pero el caso es que, de seguir las cosas como van, la temporada fracasará irremisiblemente!... 
¡La Tragedia! 
Fue en el sexto, un retinto albardado, bien puesto de pitones, que se llamó “Michín”, donde se registró la tragedia que tiene luchando entre la vida y la muerte al bravo torero de Texcoco. Apenas salido el animal y sin esperar a que los peones lo fijaran – tal era su deseo de desquitarse ampliamente – Carmelo le largó un capotazo por abajo y al ejecutar una verónica de las suyas, es decir, ceñidísima y parando lo indecible, fue empitonado por el burel que, al derrotar, se lo pasó de un cuerno al otro, para arrojarlo a la arena, meterle la cabeza varias veces y arrastrarlo, porque, seguramente, el pitón estaba atorado en la ropa. ¡Momentos de intensísima emoción, de inenarrable angustia! Todos intentan hacer el quite, arrebatar su presa al burel que, codicioso, seguía tirando cornadas al cuerpo del lidiador, que fue recogido en grave estado por las asistencias y conducido a la enfermería…
Otra versión del hecho está en el libro Tres Décadas de Toreo en México, de Rafael Solana Verduguillo, también testigo del hecho y versa de la siguiente manera:
No esperó más Carmelo y sin ver un segundo capotazo, saltó a la arena… sin ver el estilo del toro, al ver solamente que era muy bravo, se plantó muy entablerado, casi a la puerta misma del burladero de matadores, para largar un capotazo por el lado izquierdo, sobre el que el toro se revolvió con la velocidad de un relámpago. Carmelo entonces se hizo arco para dejar pasar al bravo sandieguino en un lance por el lado derecho comprometidísimo; nuevamente se revolvió el toro con enorme rapidez, ganando terreno y entonces Carmelo, por más que estiró el brazo izquierdo, no pudo darle salida; ‘Michín’ lo prendió con el pitón izquierdo, por el muslo izquierdo, más arriba de la rodilla. 
Lo que la afición mexicana presenció en los siguientes segundos fue una verdadera pesadilla, un drama espantoso; jamás la fiesta de toros fue más sangrienta, jamás hubo en plaza alguna una cogida más impresionante; lo que ‘Michín’ hizo con Carmelo fue una verdadera carnicería, parecía un perro bravo destrozando una gallina, saltaban trozos de la ropa de Carmelo, de la ropa blanca y de la ropa roja… Los toros de San Diego siempre fueron sanguinarios con los caballos; pero esta era la primera vez que se veía a uno cebarse tan golosamente no en un cuadrúpedo, sino en un hombre. 
Era imposible hacer un quite; por más que los otros matadores y los subalternos luchaban, no conseguían que la atención del codicioso animal se separase por un solo instante de la víctima que estaba destrozando. La cogida duró más de un minuto y medio, y es la más larga que jamás haya habido… ‘Michín’ se pasaba al sangriento muñeco de trapo en que Carmelo se había convertido, de un pitón a otro, aunque siempre se pudo ver que el que usaba para herir era el izquierdo; solo lo alejaba de sí para tomarle nuevamente puntería y volver a herir… la cornada del tórax fue perfectamente visible; y la mayor del muslo se produjo también en una forma en la que todo el público la pudo ver; el toro se puso a Carmelo entre las patas, y bajó el pitón para arar con él sobre la carne viva del infortunado diestro, haciendo brotar un torrente de sangre...
Espeluznante debió ser presenciar la escena. Si la lectura de este par de relaciones es sobrecogedora, quiero suponer que haber presenciado en la plaza el hecho, debió serlo aún más, y es que aunque la Historia del Toreo de este lado del mar nos habla de percances graves, no nos refiere alguno donde el toro se haya encelado con tal fiereza con su víctima.

Los partes facultativos

El parte que quiero suponer previo, está en la crónica de Martín Galas y es de la siguiente guisa:
Durante el primer tercio de la lidia del último toro, ingresó a esta enfermería el diestro Carmelo Pérez, que presenta las lesiones siguientes: 
Herida causada por cuerno de toro en la cara antero – interna de la unión de los dos tercios, medio y superiores del muslo izquierdo, que interesó, tejido celular y músculos. Herida causada por cuerno de toro, en la cara posterior del hemitórax derecho, a la altura del noveno espacio intercostal y sobre la línea axilar posterior, penetrante de tórax. Otras tres heridas causadas por cuerno de toro: Una en el escroto, como de tres centímetros de extensión, que interesó piel y tejido celular; otra en la cabeza de la ceja izquierda, de un centímetro de extensión, que interesó piel y tejido celular; otra en el párpado superior del mismo lado, como de tres centímetros de extensión que interesó los mismos planos que la anterior. 
La herida del muslo tiene una extensión como de veintiocho centímetros. La del tórax, una extensión como de ocho centímetros. Las dos primeras lesiones son de las que ponen en peligro la vida. 
Además presenta contusiones dermoepidérmicas en diferentes partes del cuerpo…
Por su parte, Verduguillo, en su libro citado, expone un parte más elaborado, quizás redactado con posterioridad y sin la prisa que requiere la inmediatez de la crónica y que es del tenor siguiente:
Los médicos cirujanos que suscriben, encargados de la enfermería de la plaza El Toreo, dan parte a la autoridad que preside, de que durante el primer tercio de la lidia del sexto toro, ingresó a esta dependencia el diestro Carmelo Pérez con las siguientes heridas: 
Primera: Herida causada por cuerno de toro, de veinticinco centímetros de longitud, situada en el tercio medio e inferior de la cara interna del muslo izquierdo, interesando las partes blandas, faltando solo la piel para salir por la cara externa; descubrió las venas femorales y desgarró el nervio crural, destruyendo grandes porciones musculares. 
Segunda: Herida causada por cuerno de toro en el hemitórax derecho a la altura del noveno espacio intercostal, de nueve centímetros de extensión. 
Tercera: Herida contusa de tres centímetros en la región axilar, que interesó el tejido celular. 
Cuarta: Herida contusa de dos centímetros de extensión en la cabeza de la ceja izquierda, interesando el tejido celular. 
Quinta: Herida con desgarradura de la porción izquierda del escroto central de tres centímetros de extensión. 
Sexta: Varios varetazos en distintas partes del cuerpo. 
Pronóstico: El conjunto de las lesiones pone en peligro la vida del diestro.  
Curación: Bajo anestesia mixta amplióse la herida del muslo haciéndose una contraabertura en la cara externa; canalizóse con tubo de goma y taponóse con gasa yodoformizada la herida del hemitórax, suturándose las contusiones; inyectáronsele quinientos centímetros cúbicos de suero fisiológico, aceite alcanforado y adrenalina…
La recuperación de Carmelo Pérez fue lenta. Duró más de un año, porque en un principio al parecer se concedió poca importancia a la herida del tórax y fue la que generó mayores complicaciones y la que al final de cuentas vendría a costarle la vida.

Carmelo Pérez reapareció vestido de luces en El Toreo de la Condesa hasta el 4 de enero de 1931.

Pero dada la extensión que va adquiriendo, aquí dejo esto por hoy y espero concluirlo el día de mañana.

Aldeanos