El anuncio de la cinta en los vestíbulos de las salas |
Rossen intenta concentrar Brave Bulls en la lucha de Luis Bello, el matador de toros que es el personaje central de la novela de Tom Lea con sus demonios interiores. Esos demonios en realidad serán un triángulo. La lucha por encontrar su verdadera identidad; la lucha por superar su propio miedo y la lucha constante por encontrarle sentido a su sitio dentro de la fiesta de los toros.
Luis Bello es en la trama de la novela un huérfano de la Revolución Mexicana, uno de esos que a pesar de que todo lo dieron en la guerra, perdieron a sus seres queridos y continuaron sirviendo a quienes pretendieron derribar de la cúspide de la pirámide social. En un flashback de la cinta, se le ve trabajando para los Pedrazo, grandes terratenientes y criadores de caballos de raza, desde una muy corta edad. Es a través de ellos que tiene su primer contacto con los toros de lidia, en la finca de don Tiburcio Balbuena, Santín en la cinta, Las Astas en el libro y es allí, según la trama, cuando decide hacerse torero para sacar a su familia de la miseria en la que vivían y de la que las promesas generadas por una guerra fratricida nunca los sacó.
Rossen logra dibujar de una manera más o menos fiel ese conflicto del torero – Mel Ferrer – quien se convierte en la víctima de la incomprensión de su familia. Su madre no comprende por qué solamente va a la casa familiar a recuperarse de las cornadas o a los funerales de los familiares cercanos. Tampoco entiende por qué Pepe – el debutante Eugene Iglesias – su hijo menor, decidió seguir los pasos de Luis y jugarse la vida delante de los toros. Los demás miembros del clan ven al diestro como una especie de caja registradora, al que solo recurren cuando se requiere dinero y esa suma de incomprensiones le produce una crisis de identidad personal.
Esa crisis se va a acentuar cuando se involucre sentimentalmente con una educada viuda de las altas esferas sociales de la Ciudad de México, Linda de Calderón – Miroslava Stern – quien en la trama de la película, le es presentada por su apoderado Raúl Fuentes – Anthony Quinn – en vísperas de su presentación en la Plaza México para sustituir a Antonio Velázquez, herido días antes en Puebla y es este quizás uno de los deslices del guionista John Bright, pues en el texto de la novela, Luis Bello conocía a Linda de Calderón con antelación y ya pretendía una relación con ella, pues en la película lo hace aparecer como un amor a primera vista y en realidad, era una relación que se venía generando del hecho de que el torero frecuentaba los círculos de su apoderado, que era un miembro de una de las familias más renombradas de la capital y no un taurino profesional.
Todas esas cuestiones harán mella en Luis Bello, que en toda la trama de la historia se encontrará en la búsqueda de su realidad personal, de su verdadera identidad, porque la confusión sobre ella, es la que le está llevando a otros conflictos, de igual o mayor gravedad que estos y que están en la posibilidad de dar al traste con su vitola de torero triunfador.
Mel Ferrer y Miroslava en Toros Bravos |
Los miedos de Luis Bello son consecuencia de su crisis de identidad. El no tener la certeza de cuál es su sitio en el mundo. La tarde en la que sustituye a Velázquez, el miedo a ser herido no le permite estar bien, aun habiendo brindado a Linda el primero de su lote. El primer espada, Juan Salazar será muerto por el cuarto de la tarde, al que Bello, como segundo espada tiene que dar muerte. En la muerte de Salazar, un torero viejo, con nombre pero sin fortuna, ve Luis su futuro y encuentra también la justificación para las precauciones que exhibió esa tarde. Es cuando le dice a su hermano Pepe y a su cuadrilla – representada entre otros por los toreros Pepe Luis Vázquez – mexicano –, Vicente Cárdenas Maera, don Felipe Mota y Pancho Balderas – que así como los toros dan dinero, también reparten cornadas y muerte.
Esos temores se acentuarían cuando Raúl Fuentes y Linda de Calderón perezcan juntos en un accidente de automóvil – el Cadillac del torero – mientras éste torea en Guadalajara. Volverá a sentir la presencia cercana de la muerte con el ingrediente añadido de la traición – misma que ignoraba, pues Fuentes y Linda de Calderón se entendían desde antes a sus espaldas – lo que le hace perderse de vista, para reaparecer en un bar de barriada – en la novela es en un discreto burdel, pero el Código Hayes seguramente exigía ese ajuste – unos días antes de la corrida con la que cierra la historia.
Los miedos de Luis Bello lo comienzan a desubicar acerca de su posición en la fiesta. Pierde la conciencia de su responsabilidad hacia la afición, hacia su cuadrilla y hacia sí mismo. Su primera intención es la de dejar los toros, pero el examen de la situación financiera de Salazar tras de su funeral, le deja ver que no está en aptitud de hacerlo. Ha gastado dinero a manos llenas y no tiene otros medios para subsistir, pues como dice repetidamente a Linda, torear es lo que hace para vivir, no sabe hacer otra cosa y entonces, tiene que prepararse para el futuro.
El abogado de la familia de Fuentes, Félix Aldemas León – Fernando del Valle – cuando se acerca a los Bello para encargarse temporalmente de sus asuntos, le dice a Pepe lo siguiente:
Quiero decirte esto. Méteselo en la cabeza a Luis y piensa tú también en ello, ahora que empieza tu carrera. Es criminal desperdiciar el dinero que ganan en las plazas a costa de arriesgar su vida. A menos de que Luis cambie, terminará en la calle. Como Salazar y como un centenar de toreros más a los que puedo nombrar. Es tiempo de que Luis cambie. Y este triste momento es oportuno para decidir este cambio. Tengo el más profundo afecto por el recuerdo de Raúl Fuentes y comprendo las irresponsabilidades y la falta de criterio de los jóvenes con sangre ardiente. Pero no quiero ver que tu hermano siga cometiendo errores…
Aun cuando en principio Aldemas se refiere a la cuestión monetaria, advierte en el fondo que Luis Bello se encuentra en una situación en la que no sabe cuál es exactamente su sitio en el entorno en el que domina y esa falta de ubicación le puede impedir el cristalizar sus esfuerzos en conseguir el merecido reposo del guerrero.
La catarsis vendrá en una corrida que se celebra en honor de Santa Bárbara en un pueblo llamado Cuenca. Allí actuarán mano a mano los hermanos Bello ante toros de Santín – insisto en que en la novela la ganadería era Las Astas – ante un singular encierro, en el que se incluye un toro que, a pesar de sus defectos – le faltaba el rabo y tenía la jeta deforme por haber sido atacado por coyotes cuando becerro – era de la mejor genealogía de su vacada. En esa tarde Luis Bello despejaría todas sus dudas acerca de quién era, de qué papel jugaba en el planeta de los toros y de su capacidad de sobreponerse a su propio miedo y a su instinto de conservación para así poder crear arte delante de los toros.
Mel Ferrer y Anthony Quinn |
El detonante de la recuperación será el ver a su hermano Pepe en un momento de apuro ante el primero de su lote. Allí se dará cuenta de que no es él la única víctima de los cuernos de los toros y que también pueden herir a los que están cerca de él. Se percatará de que tiene ante ellos una responsabilidad, como la tiene ante el público que asiste a las plazas y al hacerlo, el destino le deparará un toro bravo – el defectuoso, llamado Brujo – que le permitirá el reencuentro necesario para retomar una carrera que iba en ascenso hasta antes de la sucesión de defunciones que le confunden en cuanto a su ubicación personal y taurina.
La expresión con la que la película concluye, es la que Luis Bello dirige a su hermano Pepe expresándole que un hombre no puede vivir siempre presa de sus miedos, cuando van camino a la enfermería, entre la algarabía de un público enfebrecido por el triunfo de dos toreros que aprovecharon la bravura de los toros y que se sobrepusieron a sus propias debilidades.
La crítica
En su día The Brave Bulls fue objeto de una exhibición efímera. Los líos de Robert Rossen con el HUAC motivaron su pronto retiro de las carteleras y por ello, me atrevería a decir que es una cinta de un raro culto, casi radicado entre los aficionados a los toros, más que entre los cinéfilos, dada la escasez de material sobre el tema.
Bosley Crowther, en la edición del 19 de abril de 1951 del New York Times, encuentra la traducción de Rossen a la obra de Tom Lea: brillante y que captura la crudeza salvaje y poderosa de la fascinación y repulsión que provoca la fiesta de los toros en la vida de las personas… Aclara que esa afirmación es para él importante, porque lamentablemente en los términos del Código de Producción – el ya citado Código Hayes –, la muerte del toro y el proceso para llevarlo a ella, no puede ser mostrada y eso es observado a cabalidad.
Por su parte, la crítica sin firma aparecida en la revista Time del 23 de abril del propio año se pronuncia en sentido contrario al proclamar que:
Rossen indispone el delicado equilibrio que existe entre la dureza y la nobleza que hay en la fiesta de los toros… (y) falla en hacer justicia al toreo como arte, como código de honor y como símbolo de valor… la falla se vuelve evidente en el clímax de la película cuando el protagonista se sacude su miedo y calmadamente enfrenta la muerte… Ferrer nunca se introduce en su personaje… Miroslava, una edición rubia de Rita Hayworth, irrumpe en la atmósfera mexicana como una femme fatale de “stock” hollywoodense. Los aficionados a los toros pueden solazarse con algunas escenas taurinas escogidas por el director Rossen, aunque siempre sujetas al “Código de Producción…
En el Variety del 1º de enero de 1951, se decía:
…las secuencias taurinas tienen una calidad que provocarán fascinación y repulsión. El guión se refiere a un matador que de ser un campesino, llega a la posición de ser un verdadero ídolo popular y que en la cúspide de su fama, se encuentra en un estado de confusión al creer que la posición de la que goza la debe exclusivamente a su apoderado y mentor…
La realidad de las cosas es que el entendimiento del sentido de la película – al menos desde mi punto de vista – no se puede dar si no se entiende la cuestión taurina y eso es lo que comenzó desde la elaboración del guión por John Bright. Al adaptar la novela de Tom Lea para el cine, omite un par de referencias personales que a mi juicio son fundamentales para entender los demonios contra los que Luis Bello lucha. El primero de ellos es de carácter temporal respecto de su relación con Linda de Calderón. Sí se planteara su relación con ella desde el inicio de la película, quedaría claro por qué le produce tanto dolor el engaño del que lo hace objeto su apoderado Raúl Fuentes con ella, el que descubre cuando mueren juntos en el accidente de automóvil que tiene lugar mientras Luis torea en Guadalajara.
Mel Ferrer |
El segundo y que explicaría muchas cosas relativas a la personalidad taciturna y retraída del diestro, es el dejar sentado que era viudo. Que su esposa había muerto diez años antes mientras él hacía campaña en Lima y que se llamaba Bárbara y que era por eso que la fiesta de Cuenca tenía cierto significado para él y que esa ausencia de la mujer amada le impedía relacionarse, al menos de manera sentimental y con visos de permanencia, con otras mujeres, algo que pensó que pudo tener con Linda de Calderón y que vio disiparse en un abrir y cerrar de ojos.
La ausencia de esos dos detalles en el guión hace parecer a los dos personajes, Luis Bello y Linda de Calderón, huecos, incompletos y malos intérpretes a quienes los llevan a la pantalla. Debo diferir también con el crítico de la revista Time – a toro pasado – en su apreciación de la femme fatale de stock, pues no todas las mujeres mexicanas son morenas de larga cabellera como supongo querría ver el crítico a una belleza del Sur del Río Bravo que no desentonara.
Se alaba y se critica el uso de los stock shots y la realidad es que aunque Floyd Crosby y James Hong fueron los encargados de las cámaras durante la filmación, y que el primero fue procurado por Rossen por su experiencia en la filmación de documentales, el uso de las escenas taurinas filmadas previamente es desastroso, pues en una misma faena se usan materiales de dos o tres distintas, sin cuidado de siquiera compaginar el color de los vestidos de los diestros, por lo que puede abrir de capa un diestro con vestido oscuro y torear con la muleta otro con vestido claro, lo que insisto, refleja una defectuosa asesoría técnica en la materia, no obstante que se diga en los créditos que el matador mexicano Pepe Luis Vázquez y el doctor Alfonso Gaona la prestaron durante la filmación, cuando en realidad, cuando debieron hacerlo fue durante la post producción.
Reportaje sobre Toros Bravos |
En cuanto a las locaciones, las de los tentaderos se efectuaron en la plaza de tientas de lo que en su día fue la ganadería del Orfebre Tapatío Pepe Ortiz, en la Hacienda de Calderón y la corrida de Cuenca, en la Plaza de Toros Oriente, de San Miguel de Allende, Guanajuato. Igualmente, se hicieron tomas en diversas dependencias de la Plaza México.
En cuanto a la novela original, ya apuntaba que los toros lidiados en la corrida de la catarsis eran de Las Astas, ganadería que se inspira, según detalles que se captan de su lectura, en la ganadería de La Punta, cuando el personaje Tiburcio Balbuena, propietario de Las Astas, refiere a Eladio Gómez, empresario de Cuenca, señalándole una habitación, que en ella durmieron todos los toreros importantes de la historia, desde Bombita hasta Manolete, sin faltar uno solo y eso en la vida real es así, en La Punta hay una habitación con esas características, que lleva en la puerta el nombre del Monstruo de Córdoba.
En suma, The Brave Bulls es una película que merece la pena ser vista, porque escapa a la temática común de las cintas comerciales de toros y toreros, abordando desde un ángulo distinto lo que vive en su interior uno solo de los personajes de la fiesta.