El 15 de agosto es la fiesta religiosa más importante de Aguascalientes, que en su carta de fundación es nombrada la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes. Igual en Madrid se celebra a la Virgen de la Paloma y en Sevilla a la Virgen de los Reyes y aunque aquí no hay festejos taurinos en la fecha desde que se dejó de cultivar la vid, en la capital de España es tradicional el festejo de esa fecha desde hace muchísimos años.
El del año de 1929 contó con la presentación de dos novilleros. El norteamericano Sidney Franklin – de quien me he ocupado en otro lugar aquí mismo – y el mexicano Alberto Balderas, posteriormente conocido como El Torero de México y que terminó su carrera en los ruedos pasando a engrosar la lista de aquellos diestros que pasan a demostrar que, como lo escribe el padre Ramón Cué, el toreo es juego de tres...
Alberto Balderas Reyes nació en la Ciudad de México en abril de 1910 y su padre, Antonio, era violinista. El mismo Alberto intentó seguir la profesión paterna y para ello ingresó al Conservatorio Nacional de Música, por donde tuvo un fugaz paso y él mismo afirmaba haber sido discípulo del maestro José Rocabruna. Al abandonar los estudios de música, comienza a aprender los secretos del toreo bajo la dirección de Samuel Solís, el que fuera discípulo de Ojitos, quien pronto encuentra una pareja interesante formada por el propio Alberto y José El Negro Muñoz.
Se presenta como novillero en el año de 1926 y la temporada de 1929 decide hacerla en España, en busca de la alternativa, por lo que marcha para allá junto con su compañero El Negro Muñoz, quien terminará destacando en el mundo de las letras y de la gastronomía. Pronto adquiere predicamento en las plazas de Tetuán y Carabanchel, en las cercanías de Madrid, por lo que se anuncia su debut en la de la Carretera de Aragón para el día de la Virgen de la Paloma de ese año, en festejo que se lidiarán novillos de don Andrés Sánchez – Coquilla – por Joselito Romero y los debutantes Sidney Franklin y Alberto Balderas.
La visión del torero acerca de este acontecimiento
Alberto Balderas logró hacer el viaje trasatlántico gracias a su amigo Arnulfo Reina, quien le facilitó los recursos necesarios, llegando incluso a hipotecar su casa. A Reina le escribía con frecuencia. Tras de la muerte de Balderas, en 1943, don Armando de Maria y Campos publicó un libro titulado Vida y Muerte de Alberto Balderas, en un capítulo de esa obra, don Armando transcribe varias de esas misivas. Una de ellas está dedicada a su presentación madrileña y en lo que interesa, dice lo siguiente:
Madrid, 19 de agosto… Mi debut en la plaza de Madrid fue un triunfo grande; me soltaron una corrida inmensa y muy fuerte, y el toro más grande me tocó a mí y pesaba 30 arrobas, y en el que la armé pesaba 27. Salí con un vestido nuevecito verde y oro y un capote rosa y oro, ¡ya se imaginará como me vería cuando hice el paseo!; ¡me dieron una ovación! Como ya casi todo Madrid me había visto en Carabanchel y en Tetuán, pues en cuanto me anunciaron, se llenó la plaza de bote en bote. La prensa se ha portado muy dura conmigo; desde que llegué han querido pegarme, y como ven que soy el amo, tratan de hacerme como a Rodolfo; pero no le hace, pelearemos como los buenos mexicanos; yo nada más le digo que con lo que he hecho aquí, si fuera español, la prensa y todo el mundo, me pondrían en el cielo. Usted se habrá fijado en los periódicos que le he mandado, que lo que ponen es casi a la fuerza; si pusieran lo que he hecho, más pronto sería el amo, pero lucharé y mi tierra tiene que ser la número uno. Le contaré mi debut. Salió el primero mío con un temperamento y colándose por el derecho una enormidad, pero yo, toreando, agarré banderillas y le puse tres pares inmensos y me hicieron que pusiera otro. Pero va lo grande. Cogí la muleta y como el toro era difícil y con nervio, nadie creía lo que iba a hacer. Este fue el mérito. Salí con el pase de la muerte y en seguida me lié con 7 naturales, que me salieron muy bonitos. Puse en pie a la gente, que rabiaba, y como el toro tenía temperamento, parecía que en cada natural me cogía; le di pases de todas marcas, pero tuve la mala suerte de no agarrarle la estocada, que si no, me dan la oreja y todo el toro; di la vuelta al ruedo y salí a los medios y seguían pidiendo la oreja, pero aquí son así, como le digo, que si hubiera nacido aquí, con lo que hice, me hubieran dado el toro. Salió el sexto que era muy grande y muy gordo, pero muy bonito; a éste lo toree con el capote muy bien, me eché el capote a la espalda y le di cuatro gaoneras que recordé al Indio; me dieron la ovación y le prendí tres pares y siguieron las ovaciones. Pero el toro perdió la vista y ya no le hice lo que quería, le pegué duro y lo mandé de un pinchazo y una entera que bastó, Me despidieron con una fuerte ovación. Fue un debut muy grande, de primera, por ser una verdadera corrida de toros y creyeron que no podría, y demostré que soy torero, no como muchos que hacen el ridículo…
Lo que dijo la prensa
A ocho décadas vista, creo que el trato de la prensa no fue tan malo como Balderas lo describe y para aclarar mi aserto, cito brevemente algunos de los comentarios aparecidos en los principales diarios madrileños que comentaron el festejo.
Eduardo Palacio en el ejemplar del ABC de Madrid del 16 de agosto de 1929 dijo:
...Alberto Balderas en suma, sin lograr, repito, un gran éxito, ha dejado en el paladar de la afición madrileña un excelentísimo sabor. Su repetición será sin duda, un verdadero aliciente en cualquier cartel...
Don Nino en El Heraldo de Madrid, en su edición nocturna del mismo 15 de agosto de 1929 señala:
…a la hora de comenzar el festejo, no hay una sola localidad por ocupar... Balderas requiere las banderillas y pone un par, finísimo de factura. Otros dos medios, superiores de ejecución y uno entero, bastante como para acreditarle como banderillero de alta categoría… Balderas comienza con un ayudado magnífico. Hay un natural bueno, otro mejor, uno más superior, otro enorme, uno más estupendo, otro magnífico. Uno cambiado y otro de pecho. Faena de torero grande y de artista consumado. Cierto que por el lado derecho por la dificultad anteriormente apuntada, Balderas tuvo que emplear todo su saber e inteligencia. Un pinchazo arriba entrando con asco, varios achuchones y una hasta la mano algo contraria. Esto quiere decir que el mejicano ejecutó la suerte sin trampa ni cartón…
Por su parte, EneDé en El Imparcial, edición del 16 de agosto de 1929 manifiesta:
Un lleno rebosante significa algo. ¿Interés, atracción, esperanza? El cartel ofrecía eso y mucho más… Ganado de Coquilla. He aquí satisfechas, en colmo todas las interrogantes. Seis ejemplares preciosos de tipo, bravura, nobleza. En este punto no puede exigirse más. ¡Bien por el ganadero!... el joven mejicano Alberto Balderas, que traía preocupada a la gente, tuvo un excelente debut, aunque sin escándalo, porque probó, que es lo que hay que hacer, que es un torero de los pies a la cabeza...
Por último, Corinto y Plata en La Voz del 16 de agosto de 1929 expresa:
…TERCERO: "Bonito" de nombre, cárdeno de pelo y feo de tipo. El toro arremete con brío y Balderas lancea perdiendo terreno porque el enemigo achucha en serio, particularmente por el lado derecho. No nos divertimos con la actuación de ninguno de los tres espadas que extreman la prudencia con este enemigo nervioso y pronto. Balderas coge las banderillas y prende un par finísimo, aguantando mucho y de superior ejecución. (Ovación). Con gran estilo deja luego medio par y repite con uno entero bueno. (Palmas). Balderas se ve apurado en el primer pase, pero el hombre se rehace y mete acto seguido cuatro naturales, los dos últimos superiores. (Ovación). Continúa con la izquierda y da otro par de naturales, que liga admirablemente con el de pecho. (Otra ovación). Hay vista para librarse de las arrancadas y hay dominio... y a veces hay precauciones, pero desde luego es un torero que además torea con la izquierda. Cuando puede, porque el toro está inquieto en demasía, señala un pinchazo sin ahondar. Luego deja una entera ayudando bastante el toro, que cae delantera y de la parte de acá. Descabella y hay palmas a la faena. La ovación se cuaja a lo último y hay vuelta…
Aclaración pertinente: Los subrayados son obra de este amanuense.
En conclusión
Si acaso, la opinión menos obsequiosa fue la de Corinto y Plata, aunque de la misma se puede ver que le reconoce el que sabe torear al natural. Todas las aquí transcritas le ven como un buen banderillero – signo distintivo de los discípulos de Samuel Solís –, como un torero con poder al torear con la muleta y advierten además que merece ser visto de nueva cuenta en la Plaza de Madrid.
Este fue uno de los prolegómenos de la carrera de un torero que recibiría la alternativa en Morón de la Frontera el 19 de septiembre de 1930 de manos de Manolo Bienvenida y llevando como testigo a Andrés Mérida, mediante la cesión del toro Hocicudo, del Marqués de Guadalest y que concluiría abruptamente el 29 de diciembre de 1940 en las astas del toro Cobijero de Piedras Negras en el Toreo de la Condesa de la Ciudad de México, pero de este y quizás otros aspectos de su vida en los ruedos, me ocuparé después, si así me lo permiten.