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viernes, 26 de abril de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (VII)

Sexta corrida de feria: Mariano Ramos repite, llevándose el Escapulario de San Marcos

Cuando la feria se anunció, un puesto estaba vacante en la corrida del Escapulario de San Marcos. La oferta de la empresa era que se lo disputarían José Manuel Montes, quien recibiría la alternativa el 24 de abril y Jesús Delgadillo El Estudiante, con su actuación el día siguiente y el que tuviera el triunfo más resonante, ocuparía esa vacante en el cartel del sexto festejo del serial.

Ya repasamos que en la corrida del día 24, tras de la alternativa de José Manuel Montes, dada la brillante actuación que tuvo, sin esperar a los sucesos de la noche siguiente, don Guillermo González de inmediato señaló que ese puesto vacante era para el toricantano, deshaciendo la competencia inicialmente propuesta y cerrando desde entonces, el cartel del viernes 26 siguiente, que completaban Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Antonio Lomelín, Curro Rivera y Mariano Ramos con un encierro de Las Huertas, de don Luis Javier Barroso Chávez.

El trofeo en disputa, como en los últimos años, era cedido por la Casa Pedro Domecq, que en esos ayeres hacía una extraordinaria labor de difusión de nuestra feria y de la fiesta de los toros y de la manera acostumbrada, se entregaría al torero que triunfara mediante el corte de más apéndices o en defecto de éstos, por aclamación popular.

El encierro de Las Huertas tuvo mucho para toreársele, no fueron toros de entra y sal – asistí a ese festejo – y así lo deja entender don Jesús Gómez Medina en el introito de su crónica cuando escribe:

Torear es dominar… Torear es el arte de imponer a la bestia la ley y la norma prescritas por el cerebro y el corazón del hombre, y hacer de aquella el coadyuvante para la realización de la obra plástica, gallarda, plena de bizarría y de emoción que es el toreo… Se podrá torear con mayor o menor grado de elegancia o de emotividad, se podrá imprimir una dosis más alta de calidad a lo que se realiza ante la medialuna, siempre pregonera de la muerte, de los pitones. Pero siempre, en su origen y en su esencia, el toreo es el arte de dominar a la astada bestia… Ahora bien, este ejercicio dramático y bello que es el toreo, y, particularmente, el toreo moderno, tiene como sus tentáculos primordiales el aguante y el temple. Y quien para y templa, manda… De aquí la preferencia de los públicos hacia el toreo reposado, de pie quieto y de ritmo preciso, ajustado más al lento diapasón de un corazón bravío que a la briosa acometida de la fiera. Y de aquí también que quien sea capaz de conjuntar, se convierta en adalid triunfador, en el héroe ante cuyo pedestal se vuelca la admiración colectiva…

Y a partir de esa concepción de lo que es el toreo, observa en adelante, como se construyeron dos situaciones, una de triunfo y otra que se quedó a las puertas, como enseguida veremos.

La gran noche de Mariano Ramos

Mariano Ramos se llevó por segundo año consecutivo el Escapulario de San Marcos. Y lo conquistó pudiéndole al toro que le tocó en suerte, Perfumado, para después torearlo a placer. Así nos lo describe don Jesús:

“Perfumado” fue un toro muy bien cortado, fino, caído y apretadillo de pitones. Muy en tipo murubeño. Tras una breve intervención de la peonería, Mariano Ramos salió a enfrentársele: un lance para sujetar y acto seguido, la lección de toreo a la verónica, aguantando, con mando y con temple, con ligazón, para concluir con media de gallardo trazo. Un puyazo, recargando; y, al librar, el joven astro de la torería mexicana echó las manos abajo, abierto el compás, en tres lánguidos lances al natural, recreándose en ver que los pitones de “Perfumado” le pasaban cerca, muy cerca. Más, ¿qué importaba esto último, si el burel iba prendido y seguía como embrujado el lento movimiento del percal? ¿Si iba dominado, en suma? ...El de Las Huertas, siendo bravo, no era fácil: tenía raza, temperamento. ¡Ah!; pero frente a él estaba un torero que, muleta y estoque en mano, fue estructurando un trasteo en el que, sobre los cimientos inamovibles del aguante, del temple y del mando, florecieron también la brillantez, la emoción y la variedad. Trincherazos escultóricos; las tandas de derechazos formando apretado y lucido ramillete; los naturales, algunos de los cuales tuvieron un ritmo a tal grado perezoso que parecían no concluir nunca. Y la bizarría de los remates, el toque espectacular del toreo de adorno y el detalle de torero con cabeza, toreando por alto para refrescar al enemigo... Al remate de una serie de muletazos en los medios, igualó “Perfumado”. Fue entonces Mariano por el estoque mortal – ¿por qué muchos de los toreros de hogaño no acostumbran llevar siempre el acero de veras? –; cuando regresó al toro, éste había cambiado, comenzó a avisarse, a ponerse receloso y su matador a pasar apuros para lograr que cuadrara. Por último, un pinchazo y un horrendo metisaca dieron cuenta del bravo “Perfumado”. Por esta circunstancia, Mariano Ramos perdió unos apéndices que, prácticamente, eran ya suyos; más no la ovación estruendosa mientras recorría en triunfo el ruedo...

Poder primero, para torear después… Suena sencilla la fórmula, pero pocos son los que tienen la manera de resolver esa ecuación. A fe mía que Mariano Ramos ha sido uno de los pocos toreros de los últimos tiempos que ha sabido hacerlo, y bien.

José Manuel Montes sorteó otro toro que, dirían las publicrónicas de hogaño, se dejó, pero veremos que solamente pareció hacerlo, como veremos:

El sexto, “Vencedor”, permitió que Montes lo toreara aseadamente a la verónica. Vino luego un herradero horrendo mientras actuaban los montados; más, ya fuese porque la ración de acero lo asentó o porque José Manuel le echó coraje y reciedumbre a cuatro toreros doblones rematados rodilla en tierra, es lo cierto que “Vencedor”, en cuanto Montes lo aguantó y lo llevó bien prendido, templado, en el refajo, pasó una y muchas veces en el toreo en redondo, logrando con ello, calentar de firme a los aficionados que aclamaban su decisión y el sabor y la longitud – y desde luego, el aguante, el temple y el mando –, que José Manuel imprimía a su actuación… Hubo en los medios, un cambio por la espalda sensacional por lo ceñido y por lo mucho que aguantó el espada. Pero sobrevino un achuchón con la consiguiente voltereta y el oportunísimo quite de Cavazos; con el incidente, Montes perdió la serenidad y el rumbo y de allí en adelante todo transcurrió entre sustos y movimiento de pinreles. Y con el estoque, una pena, hasta llevarse un aviso, no obstante que se empleó la máxima tolerancia antes de ordenarlo. En suma: que a José Manuel Montes le brotó el verdor cuando a punto se hallaba de escalar la cima triunfal…

Montes perdió los terrenos primero, fue achuchado y después terminó por perder los papeles… Y como atinadamente escribió don Jesús Gómez Medina, acusó el verdor en el momento menos indicado.

El resto de la corrida

Manolo Martínez abrevió ante un marmolillo que no auguró nada, desde su salida; por su parte, Eloy Cavazos se mostró tesonero frente a otro toro parado, pero una gran estocada haciéndolo él todo le valió dar una vuelta al ruedo.

Antonio Lomelín tuvo un brillante segundo tercio destacando el segundo par, de poder a poder, pero allí se le acabó la cuerda al toro y Curro Rivera se llevó el hueso del encierro, al que fue difícil picar, y como se cambiara el tercio y su piquero Julio Acosta insistiera en hacerle sangre, fue multado desde el palco. La gente se metió con ambos.

Arrastrado el sexto, sin necesidad de consulta, don Edmundo Fausto Zorrilla entregó a Mariano Ramos el trofeo en disputa, siendo levantado en hombros por los entusiastas, quienes lo pasearon alrededor del redondel. Y para concluir, un apunte de don Jesús que valía entonces y también es bueno hoy y siempre:

“Un entradón, el quinto de la serie. Y dos sustos mayúsculos para la multitud de turistas que atestan el callejón… ¿Hasta cuándo durará esta anomalía, Adolfo de la Serna?”

Como podemos ver, la codiciada localidad de callejón ha estado atestada hoy y siempre. Han ocurrido accidentes en ella. Ojalá no se produzca allí nunca una real desgracia.

domingo, 7 de mayo de 2023

Feria de San Marcos 1973. La consolidación de un proyecto (y XV)

El reconocimiento a los triunfadores

Hierro y divisa de la ganadería del
ingeniero Mariano Ramírez
Al comentar la séptima corrida de la feria, en la que se disputó el Escapulario de San Marcos, hacía mención del hecho de que la fiesta de los toros es víctima de lo que hogaño es llamado la cultura de la cancelación, pues las grandes empresas que antaño se peleaban por patrocinarla, hoy esgrimen un concepto que enuncian como publicidad responsable, en el que cómodamente se refugian para evitar relacionarse por esa vía con la tauromaquia, no obstante que, en lo económico, celebren lucrativos contratos con las empresas taurinas, para comercializar, en exclusiva, sus productos dentro de las plazas. Como se ve, en esa materia aplican una política de ganar – ganar, pues hacia el exterior, no ofenden a sus posibles clientes, pero hacia el interior de la fiesta, siguen medrando y obteniendo importantes ganancias.

Hace medio siglo, una de esas empresas, la Casa Pedro Domecq, cada Feria de San Marcos organizaba un Certamen Taurino en el que premiaba a lo más destacado del serial, otorgándoles trofeos que tenían un importante valor artístico – y también económico – que era un aliciente adicional para los toreros, al interés de triunfar delante de los toros, porque la obtención de uno de esos trofeos tenía resonancia y reconocimiento en todo el llamado planeta de los toros.

Los premios Domecq del San Marcos del 73

Para el serial de 1973, la citada casa vitivinícola puso en concurso cuatro galardones. Dos de ellos se disputarían en el ruedo, como fue el caso del Cristo Negro del Encino, para la novillada de triunfadores del 15 de abril y el Escapulario de San Marcos en la corrida del domingo 29 del mismo mes. La mecánica del otorgamiento de esos premios era mediante la aclamación popular, que ordinariamente coincidía con el diestro que obtenía, dado el caso, el mayor número de trofeos en la tarde en la que se ponía en disputa.

Los otros dos, consistentes en estatuillas obra del escultor mexicano Humberto Peraza, se adjudicarían al triunfador de la feria y al ganadero criador del mejor encierro lidiado en la feria. Para el efecto, se integró ese año un jurado formado por los señores Jesús Ramírez Gámez, doctor Antonio Ramírez González, Francisco Arturo Muro, Ramón Morales Padilla y Salvador Martínez Pedroza, quienes tendrían a su cargo la decisión de designar a los receptores de esas distinciones.

En nota aparecida en el diario El Sol del Centro del día 6 de mayo de 1973, se comenta lo siguiente:

Hoy a las 23:00 horas serán entregados los Trofeos Domecq en el restaurant EL CORTIJO, a los triunfadores de la máxima temporada taurina que ha organizado la empresa del señor don Guillermo González con motivo de la Feria Nacional de San Marcos… Los trofeos son obra del artista y escultor Humberto Peraza, mismo que se estuvieron exhibiendo en el Stand que la Casa Domecq ha montado al final de la Exposición de la Feria Nacional de San Marcos… El presente año ha sido el único con 10 corridas durante la temporada de Feria, gracias al entusiasmo del empresario Guillermo González y la Casa Domecq, inquieta siempre por estimular y premiar a los mejores valores taurinos, culturales, de la charrería y sociales, participa en una forma explícita en todas estas manifestaciones de alegría, premiando: a) Al mejor encierro; b) Al mejor matador; c) Trofeo del Escapulario de Oro, ya entregado a Mariano Ramos; y, d) Trofeo del Cristo Negro del Encino, también ya entregado a José Antonio Picazo… El Jurado Calificador fue integrado por los distinguidos aficionados taurinos, señores Jesús Ramírez Gámez, doctor Antonio Ramírez González, Francisco Arturo Muro, Ramón Morales y Salvador Martínez Pedroza, y de acuerdo con su veredicto, hoy serán entregados los dos primeros trofeos: Al mejor encierro y al torero triunfador de la temporada...

La nota deja ya claro que el Cristo Negro del Encino y el Escapulario de San Marcos ya habían sido adjudicados, respectivamente a José Antonio Picazo El Zotoluco y a Mariano Ramos, en los respectivos festejos en los que fueron puestos en disputa y que, en la velada de esa fecha, se adjudicarían las estatuillas del maestro Peraza, según determinación del jurado.

Los triunfadores designados por el jurado

El triunfador de la feria nombrado por el jurado fue Eloy Cavazos, quien sumó la cantidad de cinco orejas y un rabo en las cuatro tardes que actuó. Los rabos los cortó a los toros Caperuzo, toro que regaló en la tercera del serial y Caporal, en la décima, ambos del ingeniero Mariano Ramírez y obtuvo una oreja de otro de Torrecilla además en la sexta tarde. Por sus compromisos previos, no recibió personalmente el trofeo en la ceremonia.

El ganadero triunfador fue, sin margen para la duda, el ingeniero Mariano Ramírez, quien lidió catorce toros durante la feria, en dos encierros completos, un toro de regalo y otro de rejones. De esos toros, sobresalieron los citados Caperuzo y Caporal, ambos de vuelta al ruedo; otro llamado Cartujo, lidiado en la primera del serial y que a decir del cronista y Juez de Plaza, don Jesús Gómez Medina, merecía al menos el arrastre lento, pero no se lo concedió por no demeritar la labor de Curro Rivera, su matador, y el toro de rejones que enfrentó Gastón Santos el 25 de abril. Así visto, la feria del ingeniero Ramírez fue redonda y resultó ser el gran triunfador de ella.

En el diario El Sol del Centro del 7 de mayo de 1973, se relata lo siguiente:

El Cortijo se vistió de lujo para la entrega de trofeos que donó la Casa Pedro Domecq para esta feria taurina. El ingeniero Mariano Ramírez recibió el trofeo al mejor encierro acompañado de su hija, de manos de “La Morris”, cabeza del cuadro flamenco que actúa en el local… José Antonio Picazo “El Zotoluco” también fue premiado con el trofeo “Cristo Negro del Encino”, correspondiente al mejor novillero de la feria… El trofeo al mejor matador se adjudicó al matador Eloy Cavazos, por los repetidos triunfos durante sus actuaciones en la feria recién concluida… El evento fue presidido por los señores Eduardo Solórzano y Juan Luis Pérez Jaén, acompañados de los integrantes del jurado y de otras distinguidas personalidades del mundo taurino que dieron con su presencia mayor realce a esta magnífica entrega de trofeos…

La información viene ilustrada con muchas imágenes del evento, en las que se aprecia la asistencia de numerosas personalidades de los medios político, artístico, cultural y social de Aguascalientes, lo que refleja que, en ese entonces, ser aficionado a los toros, o dejarse ver con los aficionados a los toros, no era considerado vergonzante, como lo es para muchos, hoy en día.

Fin de fiesta

Así fue como concluyó la arista taurina de la Feria de San Marcos de hace 50 años. El modelo de feria taurina que hoy tenemos ya se había consolidado y, sin que se hiciera público, ya se trabajaba en la edificación de una nueva plaza de toros y los días de la celebración de la feria en la Plaza de Toros San Marcos estaban contados. Nuestra feria había cambiado, para siempre. Y por cierto, este blog vuelve a su normalidad.

domingo, 20 de noviembre de 2022

12 de octubre de 1972: Se presenta la ganadería de Zacatepec en Aguascalientes

Hace 50 años se respiraba un ambiente taurino bien distinto en nuestra ciudad. Don Guillermo González Muñoz recién había adquirido la propiedad de la Plaza de Toros San Marcos y entre sus intenciones estaba la de reestablecer el sitio de privilegio que tuvo siempre Aguascalientes como una de las ciudades importantes en el mapa taurino de México, decaído en los años anteriores, cuando su actividad se había reducido a unas cuantas novilladas desperdigadas en el calendario y dos o tres festejos, casi de compromiso, en la Feria de San Marcos.

Para ello, desde el año anterior, había dotado al coso de la calle de la Democracia de un alumbrado moderno que permitiera dar festejos nocturnos en días laborables y ofreció en abril, 6 corridas de toros y una novillada en días casi consecutivos, demostrando que, con imaginación en la confección de los carteles, era posible llevar a la gente a la plaza. Y no se limitó al tiempo ferial, recuperó fechas tradicionales del calendario civil y religioso para establecer entre corridas de toros y novilladas, una verdadera temporada de toros en Aguascalientes y así, por ejemplo, en el ciclo 1970 – 71, ofreció 24 festejos entre corridas de toros y novilladas.

Ese ambiente propició que, bajo el auspicio de la Casa Pedro Domecq, se celebrara aquí en las primeras dos semanas del mes de octubre de 1972, la anunciada como X Convención Internacional de Aficionados Prácticos y Peñas Taurinas. Todos los días de esas dos semanas, por las noches, destacados aficionados prácticos se enfrentaban a erales en el hoy más que centenario ruedo de la plaza San Marcos.

Así, vimos actuar por aquí entre otros a Chucho Arroyo, Lalo Azcué, José Antonio Morales – que también se presentó por las afueras con su cuadro flamenco –, al peruano Raúl Aramburu Tizón, al Ing. Valente Arellano, Rogelio Contreras, Guillermo Torres Landa, Paul Armand, Pepe López Hurtado – éste después sería matador de toros –, al Dr. Manuel Hernández Muro o a Philip Jongeneel por los visitantes y por los locales, entre otros, al inolvidable Ángel Talamantes El Exquisito, a los hermanos Alejandro y Carlos Paredes, al apodado El Veterinario quien se anunciaba como El tapado de Aguascalientes, al inefable Adolfo de la Serna El Botas, o a Jaime Femat, entre los que mi traicionera memoria recuerda por el momento y que llevaban más gente a la plaza que muchos de los que hoy se autonombran figuras.

Todos ellos y varios más, se disputaron la Oreja de Bronce, donada por la compañía vinícola que ya mencioné y que en los eventos alusivos a la convención era representada por el matador Eduardo Solórzano, que noche a noche organizaba alguna reunión alusiva, con la finalidad de difundir y dar a conocer esta fiesta. Y hoy hablan de defenderla

Una corrida de toros en honor de los convencionistas

Don Guillermo González Muñoz era un extraordinario hombre de negocios y un gran aficionado a los toros. La plaza de toros y sus gastos, corrieron por su cuenta para la convención de aficionados y a la vista del ambiente que generaban los festejos de prácticos, anunció una corrida de toros en su honor. El ambiente era de expectación para el festejo, como lo describe en su Columna Taurina de El Sol del Centro, el periodista Everardo Brand Partida:

La noticia del día es indudablemente la celebración de la primera corrida de la temporada 1972 – 73, que se dará hoy a las 21:30 horas en el Coso San Marcos, con Currito Rivera, Antonio Lomelín y Mariano Ramos en el cartel. Se correrán astados de Zacatepec, con kilos y presencia... Como lo hemos informado, este festejo se dará en honor de los concurrentes a la X Convención Internacional de Aficionados Prácticos y Peñas Taurinas que se verifica en Aguascalientes y que día a día logra mayor lucimiento...

Así, para esa noche del jueves 12 de octubre de ese 1972, anunció la presentación en nuestra plaza de una de las ganaderías históricas en México, la de Zacatepec, a cargo en esos días de don Mariano Muñoz, para Curro Rivera, recién regresado de su triunfal campaña por ruedos europeos, Antonio Lomelín y Mariano Ramos. Curro Rivera toreaba aquí su segundo festejo en plazas mexicanas desde su vuelta a suelo patrio, pues había reaparecido en Morelia el 30 de septiembre anterior alternando con Joselito Huerta y Mariano Ramos en la lidia de toros del ingeniero Mariano Ramírez.

La entrada a la plaza fue cercana al lleno, y en los tendidos se percibió una cierta hostilidad hacia Curro Rivera, quizás rescoldos de lo que quedó de la anterior feria de abril, cuando las cosas no rodaron como se había programado, sin embargo, el festejo al final, fue uno de esos que, pueden considerarse de los que vale la pena recordar.

El triunfo de Mariano Ramos

Mariano Ramos todavía no llegaba al año de haber recibido y confirmado su alternativa, pero avanzaba con un paso firme y continuado hacia la posición de ser figura del toreo. En San Marcos se le anunció en la corrida de apertura del ciclo con una corrida de La Punta que no dio posibilidad de triunfo y en esa actuación dejó su carta de presentación, estableciendo que no había toro complicado para él. La noche del 12 de octubre del 72, se alzó, aunque con una sola oreja en las manos, como el triunfador de la corrida. Escribió Everardo Brand Partida para El Sol del Centro:

Fue el tercero de la noche, “Tahúr” de nombre, con 478 kilos de peso, el primero de los toros a los que se enfrentó Mariano Ramos, toreando a la verónica superiormente, abriendo el compás y cargando la suerte sobre la pierna contraria, para rematar la serie, que había parado al público de sus asientos, con media verónica sencillamente extraordinaria… En el centro del ruedo hizo el buen toreo con clase y templando superiormente, y así surgieron los ayudados en redondo y por abajo, que mantenían al público de pie; coreando lo que Ramos hacía, y los ¡olees!, se escuchaban largos en los tendidos… La pañosa fue a la izquierda de Ramos, y el natural largo y templado, sedeño el muletazo, surgió entre los olés en los tendidos, y el torazo de Zacatepec, colaboraba extraordinariamente para que el muchacho bordara una faena realmente primorosa, como hacía tiempo no se veía en el ruedo de la San Marcos. Concluida la hazaña, se perfila un tanto precipitadamente tan solo para pinchar en lo alto, y en el segundo intento sepulta media estocada en bastante buen sitio, que fue suficiente para que “Tahúr” se entregara a los servicios del puntillero. Los pañuelos florearon en los tendidos y la autoridad concedió la oreja del tercero de la noche a Mariano… Con el que se suponía se cerraba plaza, el sexto de la noche, de nombre “Catador”, Mariano volvió a exhibir su toreo fino, de mucha calidad, ya que desde sus lances iniciales los instrumentó en el centro del ruedo, dos de ellos a pies juntos y otros tantos, abriendo el compás y cargando la suerte, y los tendidos que estaban con el muchacho, volvieron a enloquecerse… Lamentablemente Mariano se puso bastante pesado con el acero, y cuando finalmente logró una estocada en bastante buen sitio, el público lo obligó a dar varias vueltas al ruedo. Se había entregado por completo a un torero, a la clase al pundonor, a la valentía y al torerismo de Mariano Ramos...

Curro Rivera y el exigir a las figuras

Decía que en el ambiente flotaba cierta animadversión hacia Curro Rivera. En cuanto salió el primero de la noche, con los avíos en sus manos se encargó de acallarla, pero al final, con la espada en la mano, echó todo a perder. Un espadazo muy delantero, casi un golletazo, trocó las cañas en lanzas y volvió a encender los ánimos en su contra.

El cuarto de la noche se llamó Bohemio, un toro que se quedó parado y al que había que andarle cerca y sacarle los muletazos de uno en uno. Curro Rivera así lo entendió y lo llevó a la práctica. Escribió en su día Jaime Martínez Fonseca para El Heraldo de Aguascalientes:

Su segundo no era una “perita en dulce”, pero el potosino le puso la casta, después de que parte del público empezó a exigirle de más, y a base de porfiar, poniendo su físico a tan solo una cuarta de los pitones, pudo sacar un partido extraordinario, mismo que los conocedores pudieron captar en su calidad y en su arte, al igual que el palco de la Autoridad, para que después de haber matado bien, se le concediera una oreja. Hubo algunas protestas, pero el chaval es una gran figura y a nadie más que a él, se le puede exigir así...

En El Sol del Centro, el cronista Everardo Brand Partida cuestionaba de manera ácida la concesión de la oreja sin que mediara la petición de la concurrencia. La realidad es que el reglamento aprobado en la víspera del serial abrileño establecía que si se pedía mayoritariamente el Juez de Plaza – en esos días don Jesús Gómez Medina – estaba obligado a concederla, pero no le quitaba la facultad de concederla sin petición, si consideraba que la faena la ameritaba.

Antonio Lomelín con un toro de regalo

A veces las cosas se tuercen para los toreros desde el enlotado de los toros antes del sorteo. Ese 12 de octubre, eso le sucedió a Antonio Lomelín. Los dos huesos de la corrida le tocaron a él. Pero su carácter y su voluntad de triunfar y de ser no le iban a impedir tratar de salir triunfante esa noche de una importante exposición, dado el hecho de que la afición asistente a la plaza no era solamente local.

Entonces, regaló uno de los toros de reserva, de Peñuelas, sin que las crónicas registren cómo fue nombrado. A ese propósito escribió para El Heraldo de Aguascalientes, su cronista Jaime Martínez Fonseca:

Regaló uno de Peñuelas, al que inició su faena con lances a pies juntos, para luego despatarrarse y darle tres verónicas que remató con una vistosa revolera. Hizo un magnífico quite por chicuelinas y tomó los palos para dejar un buen par, otro más y el último extraordinario, escuchando una diana. En el tercio final dio muletazos con la derecha de muchos kilates, obtenidos a porfía, pues el toro se refugió en las tablas y terminó su faena toreando por alto, mirando a los tendidos. Remató con un pinchazo y una entera, para que le fuera concedida la oreja...

Ese fue el resultado de una corrida de toros que, se organizó en una fecha no tradicional y en un día laborable, pero que llevó a la gente a la plaza y que tuvo un interesante resultado.

El año del 72 en Aguascalientes

El resumen de 1972 en Aguascalientes es interesante se dieron 23 festejos de enero a diciembre, 13 corridas de toros y 10 novilladas y de ellos, solamente ocho sucedieron en la Feria de San Marcos. Las corridas de toros fuera de la feria se dieron en días como el 23 de enero, 12 de octubre, 12 de noviembre y el 25 de diciembre, fechas algunas convencionales y otras no, pero que, en el sentido del aprovechamiento de la oportunidad, pueden invitar a la gente a asistir a las plazas.

Aguascalientes y Zacatepec

Los toros de Zacatepec no volvieron a nuestras plazas sino hasta casi 50 años después, cuando un toro para rejones, salió al ruedo de la Monumental, para el caballero en plaza Diego Ventura. Fue el 2 de noviembre de 2019, se llamó Arlequín, y sustituyó al titular de Fernando de la Mora que se lesionó al estrellarse en un burladero. El rejoneador luso le realizó una faena intensa, que terminó intempestivamente, cuando al toro se le terminó el gas. Hoy llevan la ganadería los hermanos Bernardo, Juan Pablo, Alejandro y Mariano Muñoz Reynaud, tercera generación de la familia que la fundó. Ojalá un día de estos podamos ver una corrida completa suya, encastada ya en Murube, para toreros de a pie.

Aviso Parroquial: Agradezco al Community Manager de la ganadería de Zacatepec el haber avisado a este amanuense la fecha correcta de la vuelta de ese histórico hierro a nuestras plazas, lo que me ha permitido hacer la corrección correspondiente.

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