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domingo, 31 de agosto de 2025

Aguascalientes en agosto: toros por la Asunción y la vendimia (IV)

La postrera presentación de Garza, El Soldado y Silverio en  Aguascalientes el día de la Asunción

La XII Feria de la Uva tuvo verificativo entre los días 11 y 15 de agosto de 1965. Por lo que las crónicas periodísticas refieren, el agosto de hace seis décadas, también trajo agua, porque se refería en los diarios que el exceso de lluvia retrasaría la cosecha o vendimia y pondría en peligro al fruto cosechado, por ser más propenso a la pudrición una vez separado de la parra.

Esta edición de la Feria fue más austera a comparación de las que la precedieron, pues la información publicada no da cuenta de la presencia de grandes personalidades de los mundos de la política, de las artes o de los medios de comunicación, salvo la del literato mexicano Mauricio Magdaleno, quien en esos días era titular de la Subsecretaría de Asuntos Culturales de la Secretaría de Educación Pública, quien además tenía lazos personales en esta ciudad.

La coronación de la soberana Lucero I se verificó la noche del 11 de agosto, escogiéndose para el efecto, no un espacio abierto, como se había acostumbrado, sino el Teatro Morelos, aprovechándose el evento para su reinauguración, después de haber sido sometido a una profunda remodelación.

Los toros en la Feria del 65

Decía hace unas líneas que esta edición de la Feria de la Vendimia fue más austera y en alguna medida esa austeridad se reflejó también en su arista taurina, porque en lugar de una corrida de toros o una novillada para engalanar los festejos, se anunció desde los primeros días del mes de agosto, que se ofrecería un festival de auténtico lujo dentro de las fechas de las festividades.

Así, el sábado 7 de agosto de ese 1965, en el diario El Sol del Centro, se publicó la siguiente información:

Ya por todos los sitios acostumbrados circula la publicidad del magno festival taurino del próximo domingo 15... ¡El festival organizado en homenaje de la filial devoción a la Reina y Patrona de Aguascalientes! … Y es que, tratándose de una festividad tan acendradamente religiosa, no podían dejar de sumarse a ella los representativos de un arte esencialmente español y mexicano y, en consecuencia, católico... ¡El toreo, arte católico!, se intitula nada menos que un volumen que demuestra palmariamente la veracidad de este aserto...

Al final de cuentas, por la fecha de la conclusión de la Feria, se decidió ofrecer el festival anunciado en honor de Nuestra Señora de la Asunción, cuya festividad y Romería se celebra precisamente el día 15 de agosto, en lugar de incluirlo en la agenda de la Feria que ya vivía sus últimos instantes.

A propósito del cartel de toreros, la propia información, refleja lo siguiente:

Nada más justificado, por tanto, que Lorenzo Garza, Silverio, “El Soldado”, Fermín Rivera y David Liceaga, cinco gloriosas figuras del pasado taurino de México y unido a ellos el estupendo rejoneador Evaristo Zambrano, vengan ahora como toreros y como sinceros católicos, a realzar con su presencia – ¡y con su actuación, especialmente! – el festival del día 15...

En el papel, era un auténtico festival del recuerdo, con cinco toreros que habían escrito páginas muy importantes de la Historia del Toreo y quienes, además, todos tenían sus tardes de triunfo escritas en el escenario de la Plaza San Marcos, donde se verificaría el evento. Los toreros enfrentarían novillos de San Diego de los Padres, Peñuelas, Matancillas, Armillita Hermanos, Ramiro González y Cerralvo.

Lo que sucedió en el festival

La crónica que ubiqué fue una muy apretada de don Jesús Gómez Medina, aparecida en El Sol del Centro, al día siguiente del festejo. Lo primero que revela, es que únicamente actuaron en él Lorenzo Garza, Luis Castro El Soldado, Silverio Pérez y el caballista Evaristo Zambrano, correspondiendo enfrentar dos novillos a estos dos últimos actuantes. No se explican las razones por las cuales no comparecieron Fermín Rivera ni David Liceaga, así como tampoco se hace especial mención de la respuesta del público a los tendidos de la Plaza de Toros San Marcos.

El triunfo de Lorenzo Garza

Vestido de luces, El Magnífico había comparecido en Aguascalientes por última vez en abril de 1958, justamente en una campaña de reaparición en los ruedos. Actuaría intermitentemente entre ese año y el que nos entretiene en este momento, porque el 30 de mayo de ese año 65 había toreado una corrida de toros en Nuevo Laredo y tengo la impresión – sin pruebas que la sostengan – de que este festival, y seguramente otros, eran parte de un plan de preparación para una corrida que tenía pactada para el 7 de noviembre de ese mismo año en Monterrey, su tierra, para cederle los trastos a un prometedor joven paisano suyo.

Ese 15 de agosto de hace 60 años, salió de Aguascalientes con las orejas en las manos. Así describe su tarde don Jesús Gómez Medina:

¡Personalidad, invaluable tesoro! … Personalidad, sí, y también arte y torerismo. Un torerismo acendrado, alquitarado. Un torerismo al que los años – ¡los muchos años! – habrán despojado, quizá, de acometividad y de afán, pero que esplende ahora con el reposo y la serenidad de los crepúsculos... El “Califa de Monterrey” además, hizo derroche de una habilidad y una pupila realmente singulares para “torear” al margen del toro. Cordial, versallesco casi con el público y prodigando sus intervenciones en ayuda de sus alternantes, muy pronto se hizo de las simpatías populares y terminó por echarse a la afición al bolsillo... “El Magnífico” ayer, utilizó más la mano izquierda para conquistar adeptos que para torear de muleta a su enemigo... ¡Ah!, pero cuando lo hizo - en lo poco que llevó a cabo -, ¡cuánto sabor y qué admirable señorío! ¡Cuánta prestancia la suya y qué aroma a solera la destilada por su capote y su muleta! … Algunas de sus verónicas, los lances rodilla en tierra y los remates de pie y de hinojos propinados al suave y noble astado de don Ramiro González; y, la verticalidad de su toreo de muleta, fueron, para los espectadores, revelación y añoranza. Para los neo aficionados, en efecto, constituía aquello la revelación, el descubrimiento de un toreo y de un torero que ¡ay!, no llegaron a conocer en plenitud. Y para los taurófilos de viejo cuño, la actuación de Lorenzo, pese a producirse en el reducido marco de un festival, fue ocasión para rememorar una época; una etapa que, pese a lo añeja, no deja aún de provocar apasionamientos... Y como para poner a su faena la rúbrica netamente garcista, toreó por último Lorenzo en varios muletazos rodilla en tierra, precursores de una media delantera de rápidos efectos... Ovación y música para “El Magnífico”. Y además el premio de las dos orejas y la doble vuelta al ruedo entre caravanas y sonrisas mil de este Talleyrand de los ruedos que nos resultó ser el “Califa de Monterrey”.

Creo que don Jesús se encontró con una versión añejada y debidamente reposada de lo que fue en su día Lorenzo Garza, y pudo observar cómo se adaptó a su circunstancia en ese momento y además fue descubierto por los aficionados que solamente lo conocían por la lectura o por la tradición verbal. Lorenzo Garza todavía tenía cuatro tardes portando el terno de luces por delante y casi todas ellas marcadas por el signo del triunfo, porque sería hasta el 20 de febrero de 1966 que se despediría en definitiva de los ruedos en su natal Monterrey.

El arte de Luis Castro El Soldado

En estos apuntes agosteños ya había tenido oportunidad de ocuparme de El Soldado, porque fue el eje del cartel de la corrida del año 1959. Siguió en la brega y hasta donde pude indagar, una de sus tardes postreras vistiendo el terno de seda y oro, fue la del 29 de abril de 1962 en el Toreo de Cuatro Caminos, cuando le cortó una oreja al toro Perlito de Tequisquiapan

A Luis Castro le correspondió un novillo complicado, pero en su turno al quite, en el de Garza, estuvo sublime. En su conjunto, así lo vio el cronista:

Luis Castro, antaño enconado rival, tenaz opositor de Garza; Luis Castro, el gran torero cuyo capote y cuya muleta solía tener suavidades de terciopelo, ritmo y cadencia de estrofa, inició ayer su actuación realizando un quite por chicuelinas … ¡Pero qué chicuelinas! Grave, pausado el movimiento del engaño, que Luis mantenía muy abajo; lleno de plasticidad y de garbo la actitud del torero; lento, preciso su girar. ¡Un quite pleno de armonía, de arte y de belleza! … ¡Un quite... para soñarlo! … Ocurrió lo anterior durante la lidia del enemigo de Garza, el nobilísimo burel enviado por don Ramiro González. Posteriormente, en su turno, como su rival, de la vacada de Cerralvo, andaba resentido de los remos posteriores y por ello escaso de fuerza, “El Soldado” llevó a cabo una labor pletórica de torerismo: la lidia sobria, medida, toda precisión y eficacia. Los muletazos de exacto remate, algunos concluidos rodilla en tierra; algún adorno de circunstancias y el espadazo entero propinado con facilidad... Ovación y vuelta al ruedo para el torero de Mixcoac, un torero cuyo capote bordó ayer el lance de Manuel Jiménez con el primor y la plasticidad con que toreó por chicuelinas a “Famoso” y a “Porrista”...

No todos los toros se prestan para hacerles florituras, pero cuando surge la ocasión de hacerlas, aunque sea en los del rival o del alternante, hay que salir a ello. El Soldado aprovechó la bondad del novillo Lorenzo Garza en su turno al quite y lució y consiguió el momento más destacado de su tarde.

¿El sino de Silverio?

Silverio Pérez fue uno de los dos alternantes que enfrentaron dos novillos. Por eliminación y porque la crónica no refleja otra cosa, le correspondieron los de San Diego de los Padres y de Armillita Hermanos. De la crónica aparecida en El Sol del Centro, se aprecia que simplemente esta no fue su tarde. Escribe don Jesús:

LOS INFORTUNIOS DEL “COMPADRE”: Decididamente Silverio Pérez al salir de su solar texcocano lo hizo bajo adversos auspicios. De allí que los dos bureles a los que ayer se enfrentó resultasen igualmente inadecuados al lucimiento: sin respeto y sin fuerza ambos... De esta manera el arte del genial inmortalizador de "Tanguito", el toreo pleno de sabor y hondura del "Faraón de Texcoco" - actualmente el señor Diputado por Texcoco - apenas asomó en este o aquel momento; en algún lance a pies juntos y particularmente, en varios muletazos de trinchera que algo tuvieron del arte silverista. Y nada más...

Silverio Pérez, si mis apuntes y memoria no me traicionan, había estado entre nosotros, vestido de luces por última vez en abril de 1944, reapareciendo después de la cornada de Zapatero de La Punta y se había despedido de los ruedos, en la Plaza México, en 1953.

Tras de su despedida de los ruedos, incursionó en la política, siendo electo Presidente Municipal de Texcoco, su tierra y después Diputado Federal por el distrito correspondiente a esa región. Hago el apunte, porque se refiere a él don Jesús Gómez Medina como el señor Diputado por Texcoco, cuando en realidad, el primer día de enero de ese año, había iniciado su segundo periodo como Alcalde de Texcoco, su pueblo natal.

La actuación de Evaristo Zambrano

Por su parte, Evaristo Zambrano enfrentó a los novillos de Matancillas y Peñuelas. Lució con el primero, sobre todo, dice don Jesús, con las banderillas a una y a dos manos, pero falló con el rejón de muerte, por lo que el sobresaliente, Jorge Reina El Piti hijo, tuvo que despenar al novillo, siendo llamado el rejoneador después a dar la vuelta al ruedo. Ante el de Peñuelas, complicado, se limitó a cumplir, aunque en ese sí estuvo fino con el rejón de muerte.

Terminando

En Aguascalientes, los festejos taurinos en agosto no son necesariamente abundantes en cantidad, pero se intenta presentar esta tradición de nuestra tierra asociándola a las actividades agroindustriales que nos distinguen o a las festividades religiosas que nos son propias, porque donde la taurinidad es parte de la entraña de los pueblos, en realidad no falta razón para celebrar fiestas de toros.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable únicamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 24 de agosto de 2025

Aguascalientes en agosto: toros por la Asunción y la vendimia (III)

La clase de El Callao y el arrebato de Tirado, lo más destacado de la corrida de feria

Para la IV Feria de la Uva, verificada del 23 al 25 de agosto de 1957, fue invitada para fungir como reina la señorita Laura Irene Ortega Hernández Duque, quien tenía además la particularidad de ser hija del Gobernador del Estado, Ing. Luis Ortega Douglas. En esta oportunidad ya no se encomendó la difusión desde la capital al Brigadier Antonio Arias Bernal – quien solamente asistió como invitado especial –, lo que le restó difusión periodística a nivel nacional e internacional, así como tampoco se procuró la asistencia de diplomáticos y artistas de renombre.

La intención fue que conocieran las festividades escritores y personajes de la cultura y la industria como Jean Sirol, Agregado Cultural de la Embajada de Francia; los vitivinicultores europeos Paul Antebí, Jean Laine y Antonio Migliano.

Y por otra parte se convocó a un grupo de periodistas entre los que se encontraron Rodolfo Landeros Gallegos, Francisco Martínez de la Vega, Jorge Joseph, Rafael Solana, Elena Poniatowska, el decano del Periodismo Nacional, Luis Lara Pardo, Miguel Carriedo, y Fernando Castro entre los más destacados.

Por la presencia de todas esas personalidades y los visitantes del extranjero, se proclamó que la comida ofrecida en Viñedos Ribier tuvo carácter internacional, pues en torno a la mesa hospitalaria de don Nazario Ortiz Garza, se reunieron representantes de países tradicionalmente vinícolas. Además, el anfitrión estaba de plácemes, pues había enviado sus productos vínicos a concursar en la Feria de la Viña, en Montpellier, Francia, resultando galardonado por varios de ellos.

El festejo taurino de la feria

Para el domingo 25 de agosto de ese 1957, fecha del cierre de las festividades, se anunció una corrida de toros en la que actuarían Luis Procuna, José Ramón Tirado y Fernando de los Reyes El Callao, ante un encierro de El Rocío, ganadería que se presentaba ante el público de Aguascalientes. También se presentaban ante el público de Aguascalientes el mazatleco Tirado y El Callao, quienes habían recibido la alternativa apenas en el tramo final del año anterior, por esa razón eran "nuevos en esta plaza".

En la edición de El Sol del Centro del día de la corrida, se comentó lo siguiente acerca de los diestros debutantes:

Ramón Tirado pertenece al grupo de los toreros dotados de valor y decisión. Merced a su arrojo, el diestro mazatleco llevó a cabo en España, una relampagueante campaña novilleril, yendo de un triunfo al siguiente, hasta que sus reiterados triunfos tuvieron su epílogo cuando Tirado recibió la alternativa, en festejo de tronío, para luego venir a México a participar en la Feria Guadalupana... A su vez Fernando de los Reyes representa, en esta contienda de valor, destreza y arte, la solidez, el bien hacer y la calidad del toreo clásico... Es el suyo un arte sobrio, pero dotado de hondura y sentimiento, características que le permiten despertar las más intensas reacciones de admiración y entusiasmo...

Respecto de la ganadería que acudía por primera vez a la Plaza San Marcos, encastada principalmente con ganados de Pastejé y Mimiahuápam y procedente de Jiquipilco, Estado de México, propiedad de don Manuel Buch y Escandón, con divisa amarillo y rojo, y que se había presentado con corrida de toros en la Plaza México el 18 de enero de 1953, se decía:

Vacada que, entre las jóvenes, goza del mayor cartel, puede ufanarse de haber enviado el más bravo ejemplar que se lidió en México durante la última temporada. Y quien hace cesto, hace ciento... ¿Por qué no esperar que, entre los seis astados de esta tarde, esté el toro de bandera que, con su bravura y nobleza contribuirá a hacer memorable esta fecha en el recuerdo de los aficionados? …

Ese era el ambiente previo a una corrida en la que el cartel, encabezado por Luis Procuna, tenía siempre ese signo de incógnita que le imponen los genios:

Procuna, torero desconcertante y desigual, como suelen serlo los de su corte, en las tardes de inspiración ha ejecutado el toreo con un sello personal del que hay pocos ejemplos... Ahí están sus grandes triunfos, sus faenas cumbres a la vera de los más grandes ases, para testimonio de lo que estamos aseverando...

Como se ve, el cartel anunciado tenía imaginación, miga, no se veía repetitivo y resultaba interesante a la afición, aunque la mayor parte de los ingredientes del mismo, fueran de nuevo cuño.

El resultado del festejo

La crónica escrita por don Jesús Gómez Medina para El Sol del Centro, tiene un introito donde hace un resumen amplio de lo sucedido esa tarde del 25 de agosto de hace 68 años, y entre otras cosas apunta:

No fue muy pródiga en resultados de orden artístico la corrida de la IV Feria de la Uva... Hurgando en la lidia de los seis bureles, apenas cabe destacar, en este apartado de valores artísticos, una tanda de verónicas y unas chicuelinas de “El Callao”, el farol de rodillas – ¡auténtico chispazo de emoción y de arte! – con que prologó Luis Procuna su labor en el cuarto, y ampliando el alcance del significado del arte, la actuación de Ramón Tirado en su primero... El resto de la jornada quedó reducido a la exhibición de los propósitos triunfales que, al parecer, alentaban el ánimo de los tres espadas; a meros bocetos de obra de arte que a la postre no llegaron a cristalizar porque, entre el deseo del artista y la consumación de un intento, se interponía de continuo el mal estilo, el aplomamiento y la carencia de acometividad de que... dieron muestra los toros de “El Rocío”... Formaron dichos bureles un encierro desigual en tamaño y también en edad y casi todos bien dotados de cornamenta. Y, si bien los seis se mostraron prontos y recargaron ante los montados, ante los peatones de taleguilla, hicieron la lidia cambiante de las ganaderías cuyo estilo no está aún definido... efectuando medias embestidas o buscando el abrigo de los tableros, según suelen hacerlo los bureles que han alcanzado la mayoría de edad...

Pareciera que con esto queda contado el total de los sucesos del festejo, pero resulta ser que José Ramón Tirado le cortó la única oreja del festejo al segundo de la tarde. Ya en el desarrollo del hacer de los toreros, en lo individual, el cronista refiere a este propósito:

Ramón Tirado, ya lo hicimos constar, resultó el más aplaudido de los tres espadas actuantes. Inclusive, el único apéndice otorgado en la jornada, correspondió al mazatleco... Empero, como ya también lo dejamos consignado, el toreo de Tirado, espectacular, fosforescente, no llega a calar hondamente en el ánimo de los aficionados: al menos así ocurrió ayer... Diríase que cuanto se ha alejado Ramón Tirado de las normas perennes del arte taurino para adentrarse en el modernismo a ultranza, ha perdido su toreo en intensidad, en hondura, en calidad emocional, en suma, pese al innegable valor que posee este diestro. Sin embargo, este derroche de agallas y cuanto hay de impresionante, de sugestivo en su estilo, suelen valerle – como ayer ocurrió – la obtención del aplauso popular y, al final de cuentas, la consecución del éxito...

Pues no convenció a don Jesús Gómez Medina el pupilo de El Pipo, quien se convertía en un exponente de la corriente encimista que llegaría a su culmen unos cuantos años después cuando el mismo Rafael Sánchez sacara del anonimato a uno de Palma del Río y ahora sí, revolucionara el toreo, por completo.

De la actuación de Procuna, ya citaba que don Jesús resalta la ejecución de un auténtico farol de rodillas al cuarto de la corrida, agregando:

Al cuarto le dio la bienvenida con un farol de hinojos al que ya aludimos: fue aquel un lance impregnado de brillantez y de emotividad dentro del tono gris de la tarde. Pero luego el morito saltó al callejón y cuando tornó a la arena, había perdido la alegría de la que inicialmente parecía estar dotado... Y aunque Procuna forzó la máquina e inclusive tomó los palitroques en un intento infructuoso de ganar aplausos, el toro, reservón y con media embestida, pese a los arrestos de que dio prueba Luis al torearlo de muleta, impidió la realización de proezas dignas de mención...

Por su parte, El Callao tampoco tuvo tela de donde cortar, aunque el cronista refiere que los mejores momentos y de mejor calidad torera, corrieron a su cargo:

Los lances saturados de mayor calidad taurina, los de mejor ejecución, brotaron del capote de Fernando de los Reyes. Fueron estos los que “El Callao” instrumentó, embarcando al morito, templando y mandando en la embestida y cargando la suerte con la pierna y con el busto, al saludar al primero de la tarde... Todavía pudo “El Callao” dibujar dos o tres chicuelinas parsimoniosas y ceñidas; pero, en el último tercio, y con el toro aquerenciado en tablas, la escena perdió su brillantez inicial. Intentó Fernando torear por derechazos, sacando para ello al bicho a terreno más propicio; más, visto lo inútil de su propósito, recurrió al empleo de la tizona...

Como se puede deducir de la lectura de este pasaje, aunque breve, la actuación de El Callao ante el primero de su lote, le resultó satisfactoria y conforme a su manera de entender lo que es el toreo. 

Para terminar

La Feria de la Uva en esa primera etapa de su existencia era breve, apenas de un fin de semana, entonces, el azar del toreo no dejaba mucho margen para que en un solo festejo se pudiera tener una tarde triunfal cada año, sin embargo, como parte de las tradiciones de nuestra ciudad, se seguirían ofreciendo festejos en estas fechas.

Hasta la próxima semana.

domingo, 17 de agosto de 2025

Aguascalientes en agosto: toros por la Asunción y la Vendimia (II)

La clase y el oficio de El Soldado se imponen en su actuación final vestido de luces en nuestras plazas

Para el año de 1959, la Feria de la Uva o Feria de la Vendimia, que en el vocabulario popular la denominación era indistinta, se celebró entre los días 14 y el 16 de agosto. Fue un evento que se diferenció de los anteriores, tratando de acercarlo más a toda la población, según lo refiere el académico Luciano Ramírez Hurtado:

En lo que respecta a la VI Feria de la Uva,99 ésta duró tres días, se celebró del 14 al 16 de agosto, y se aseveró que era “eminentemente popular”. No obstante, se llegaron a ventilar en la prensa ciertas dificultades, pues algunos de los vitivinicultores se negaban a cooperar con la amplitud necesaria en los gastos que implicaba su organización... (Luciano Ramírez Hurtado, El Paraíso Perdido, Pág. 247, UAA, 2016)

Así, aparte del desfile de la reina con sus embajadoras para compartir la abundancia mediante el obsequio de uvas a la población, en esta oportunidad se organizó un concurso de racimos, un concurso de tragones de uva, la carrera de meseros a la manera de la de la Feria de San Marcos, un desfile de calesas y algunos otros eventos más. Llama la atención también el apunte del profesor Ramírez Hurtado en el sentido de que los vitivinicultores no estuvieron por la labor de aportar los recursos necesarios para la organización de las festividades.

Ese giro del sentido de la Feria no impidió que se engalanara con la presencia de invitados especiales, y así, destacó la presencia del ex presidente de la República, General Lázaro Cárdenas, el General Raúl Madero, gobernador de Coahuila; el embajador de Colombia, Daniel Brigard Herrera; el embajador de los Estados Unidos, Robert C. Hill; el embajador de Perú, Germán Aramburu Lecaros; Antonio Arias Bernal El Brigadier, en su calidad de presidente del Comité Nacional de la Feria de la Uva; Abel Quezada, caricaturista del diario Excélsior; Emilio Sánchez Piedras, líder de la Cámara de Diputados; y, el Gobernador de Tlaxcala, Joaquín Cisneros Molina, entre los más renombrados.

El anuncio de la corrida de feria

El día 13 de agosto se desembarcó la corrida de Golondrinas, ganadería propiedad de los señores Jacobo y José María Domínguez Lecea, vecinos de Lampazos, Nuevo León, misma que se presentaba en Aguascalientes y se hizo público el cartel de toreros que la enfrentaría, encabezado por Luis Castro El Soldado, Gabriel España y Teófilo Gómez, estos dos últimos toreros de reciente alternativa y que se consideraba serían del interés de la afición local. Al día siguiente de esa operación, en el diario El Sol del Centro, se publicó lo siguiente:

Ayer fueron desencajonados los seis toros de Golondrinas que el próximo domingo lidiarán aquí Luis Castro “El Soldado”, Gabriel España y Teófilo Gómez, en el festejo taurino de la VI Feria de la Vendimia… Trátase, en efecto, de un encierro apropiado a la categoría del festejo: con peso y romana, lo cual podrán atestiguar los aficionados que concurran a las corraletas de la plaza desde esta mañana… Los ganaderos de Golondrinas han escogido minuciosamente este encierro para hacer su presentación en la plaza de San Marcos, sabedores de la categoría que taurinamente hablando, guarda ésta...

De lo dado a conocer en la información periodística, los toros a lidiarse, visualmente eran adecuados para el festejo a celebrarse y tenían el cuajo suficiente para atraer una buena entrada al coso San Marcos, el domingo en el que se cerrarían las festividades por el calendario de hace 66 años.

El día de la corrida, nuevamente se publicó información relativa al festejo, en el mismo diario, resaltando por una parte las ilusiones de los toreros de más reciente alternativa y la impresionante hoja de servicios del primer espada, por supuesto:

Al lado de un torero plenamente cuajado, poseedor de toda la ciencia que puede derivarse de los muchos años de andar por los ruedos del mundo; junto a un diestro que, además, puede alardear de ser poseedor de una clase de la mejor ley, como es Luis Castro “El Soldado”, veremos actuar hoy, en el coso San Marcos... a Gabriel España y también a Teófilo Gómez son dos jóvenes espadas que, con un crecido bagaje de ilusiones y de virtudes taurinas, inician actualmente el recorrido del cual, “El Soldado”, se halla ahora en su fase última. De esta manera, todo lo que Luis Castro pueda significar en experiencia, su lograda madurez, la vastedad de sus recursos y la calidad de su arte, lo compensan el arrojo juvenil y el explicable afán de triunfar, de marchar adelante, de que, naturalmente están animados Gabriel España y Teófilo Gómez...

Así pues, las cosas quedaron dispuestas para que se diera ese festejo de la sexta versión de la Feria de la Uva.

La corrida del 16 de agosto de 1959

Al final de cuentas la corrida no resultó lo triunfal que se hubiera esperado. El encierro de Golondrinas no dio el juego que tanto la afición como sus criadores hubieran esperado. La corrida, de acuerdo con la crónica, fue mansa, con un par de toros manejables, pero fuera de esos dos, los demás no permitieron el lucimiento de los toreros.

La actuación de El Soldado

Lo que resultó ser la última tarde en la que Luis Castro El Soldado actuó vistiendo el terno de luces en las plazas de Aguascalientes, no le fue redonda, pero sí obtuvo en ella el reconocimiento de la afición – de la auténtica – por su hacer ante los toros que le tocaron en suerte. Relata don Jesús Gómez Medina en su crónica escrita para el diario El Sol del Centro:

Es una verdad indiscutible que las figuras cumbres del arte taurino, todos los llamados toreros de época, han sido o llegado a ser, grandes lidiadores… Pues bien: “El Soldado” es, hoy por hoy, uno de los diestros más sobresalientes en este decisivo aspecto del toreo; lidiador consumado que, además, realiza la lidia con una limpieza, un aplomo y un señorío que difícilmente tienen paralelo en la actualidad... En este aspecto, Luis Castro es torero para el buen aficionado, nunca para el espectador adocenado, para el villamelón incapaz de percibir cuánto hay de mérito y valer en esto... ¡Y ayer había tantos espectadores de este tipo en la plaza! … La actuación del de Mixcoac, por cierto, tuvo un primer capítulo que, por su espectacularidad, satisfizo a todos los parroquianos: su actuación con el primer burel, uno de los dos astados de Golondrinas que se dejaron torear... Con el capote y con la franela, Luis toreó pausada y rítmicamente, haciéndose ovacionar repetidas veces. Y con medio acero lo puso en manos del veterano Chino Lara... Y al reclamo popular, “El Soldado” salió hasta los medios para agradecer las palmas... A su segundo lo lidió de principio a fin, haciendo cabal demostración de talento y eficacia… A todo esto, no faltaron los pitos... ¿De los exigentes, acaso? ¡No, de los exigentes que exigían que toreara! … ¿Acaso lidiar no es torear? … Con otro espadazo similar al anterior, Luis Castro puso término a la lidia de este cuarto y difícil astado...

La eterna contradicción que se produce entre la afición y entre el público se hizo patente en esta tarde, al no entender que no a todos los toros se les puede parar y pegar muletazos. Por eso, ante el segundo de su lote, a El Soldado, un grupo de espectadores le afeó su hacer, por no comprender que era lo adecuado a las condiciones del astado.

El resto de la corrida

Teófilo Gómez se mostró como un torero que tenía el valor por divisa. Se puso donde los toros hacen daño y logró entusiasmar a la concurrencia – escasa, refiere el cronista – con su despliegue de valor:

Por ser valiente aguanta a los toros e inclusive, en fuerza de parar casi por sistema, los obliga a tomar el engaño con mayor docilidad y continuidad que las previsibles, vistas las condiciones de los astados… Con su primer adversario – el otro de los dos manejables del encierro – el queretano tragó paquete con el percal, y luego, muleta en mano, prosiguió haciendo demostración de agallas en el toreo por alto, antes de ligar una tanda de muy buenos derechazos, rematados con superior pase de pecho. Repitió la dosis, y se adornó luego con manoletinas, Pero con el acero, el hombre es una calamidad: no tiene ni valor ni habilidad para estoquear. Se eternizó pinchando en la peor forma, y hasta escuchó un aviso... Con el quinto, nuevamente a base de parar y aguantar, consiguió hacerse del bicho, para torearlo sobre la derecha, entre aplausos... Y con el pincho, nueva dosis de desaciertos y exhibición de medrosidad e indecisión. Y justificadamente se “ganó” otro recado de la autoridad...

Lo conseguido con las telas, Teófilo Gómez lo perdió por manejar mal los aceros. No encontré referencia de que volviera a nuestras plazas vestido de luces, pero años después, sería visitante frecuente en su nuevo hacer como criador de reses de lidia y en esa arista de su vida taurina, se resarciría con muchos triunfos, del que se le escapó esta tarde.

Gabriel España, quien apenas el 24 de abril anterior había tenido una buena tarde en la Feria de San Marcos, en esta oportunidad cargó con los huesos del encierro y bastante hizo con salir del paso. Refiere el cronista:

Los toros que integraron su lote sacaron mansedumbre y el peor estilo; en estas condiciones, el estilista cordobés, pese a haberlo intentado, nada consiguió digno de encomio. Y a la hora de la verdad, a punto estuvo de seguir la huella de Teófilo Gómez...

Así, la corrida concluyó, insisto, sin un triunfo resonante, pero con la impronta que dejó la actuación firme y resuelta de un gran torero.

Un par de apuntes finales

Don Jesús Gómez Medina cierra su crónica con un par de reproches a los organizadores de la corrida, que bien vale la pena reproducir:

Dos detalles tuvo el festejo, que mucho desdijeron de su categoría y del prestigio de nuestra plaza: la presencia de una desafinada murga, que estuvo desafinando toda la tarde, y la inoportuna comparecencia en el ruedo del regio cortejo... cuando habían sido lidiados ya dos toros...

Y creo que razón no le falta. La música en los toros es esencial, en una medida justa y en los momentos oportunos. Pero siempre con calidad. Y los desfiles también tienen su momento, son antes del paseíllo o se dejan para mejor ocasión.

Hasta la próxima semana.


domingo, 10 de agosto de 2025

Aguascalientes en agosto: toros por la Asunción y la vendimia (I)

A 70 años de la primera corrida de una Feria de la Uva

Existen registros en los archivos de que en lo que hoy es Aguascalientes se cultivaba la uva y se producían vino y aguardientes desde el siglo XVIII. En ese entonces la Villa tenía apenas alrededor de seis mil habitantes y de acuerdo con el censo de cepas levantado a propósito de un expediente administrativo, conforme a los procedimientos agrícolas de la época, la superficie cultivada llegaría a lo sumo a unas diez hectáreas.

Posteriormente, en el primer cuarto del siglo XX, con la apertura del Distrito de Riego 01, en lo que hoy es Pabellón de Arteaga, originalmente la Colonia Progreso, ante la posibilidad de contar con aguas para el riego, se plantaron vides en esa región, pero sin la posibilidad de una explotación industrial, siendo su aprovechamiento como fruta en fresco y se relata que se hicieron algunos intentos de vinificación, pero principalmente a nivel doméstico o familiar.

Es a la mitad del pasado siglo cuando don Nazario Ortiz Garza inicia en Aguascalientes la viticultura con vocación industrial, al plantar inicialmente trescientas hectáreas de vid con la intención de vinificación y crea la Vinícola San Marcos, que fue el buque insignia de la vinicultura acalitana durante las casi tres décadas que permaneció esa industria, que junto a los talleres de los ferrocarriles y la del vestido, se convirtieron en el sostén de la economía de Aguascalientes por ese tiempo.

Habrá que señalar que el producto principal que se elaboraba en esas épocas era el aguardiente, comercializado principalmente bajo la forma de brandy, siendo el más reconocido el Brandy San Marcos, a pesar de que existieron otras marcas locales como Parián, Filso, Cardenal, Alonso o Montoro. La superficie cultivada de vides, se afirma fue de alrededor de unas ocho mil hectáreas.

Después de un paréntesis de un par de décadas, causado por la absorción de los primeros viñedos por la mancha urbana, el encarecimiento del costo de la energía eléctrica para extraer el agua del subsuelo para la irrigación por la cancelación de subsidios, y sobre todo, por la apertura comercial de México, que hizo inviable la vitivinicultura en la región, se comenzó a retomar en superficies más reducidas y con la idea de producir vinos de mesa de calidad. Eso ha regresado a nuestra tierra una tradición reciente, pero que arraigó pronto en la población y ha sido, una de nuestras señas de identidad.

La Feria de la Uva

Es en el año de 1954, que el gobernador Benito Palomino Dena, juntamente con don Nazario Ortiz Garza, instauran la Feria de la Uva o Feria de la Vendimia, a celebrarse en la tercera semana de agosto de cada año, en la que se organizarían eventos culturales y sociales y en la que también, muy señaladamente, los viticultores obsequiarían algo de su producto a la población de Aguascalientes. Esto último se hacía mediante un desfile de tractores que remolcaban tolvas cargadas con racimos de uva, que las embajadoras de los viñedos entregaban a los espectadores del desfile.

El quincenario de la Asunción

Aunque la cédula de fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes está fechada en octubre – día 22 –, la ciudad está encomendada a su patronazgo y la fecha de su conmemoración es el día 15 de agosto. 

Los primeros quince días del octavo mes del año convierten a Aguascalientes en el escenario de una serie de expresiones de devoción hacia la patrona de la ciudad. De todos los puntos de la diócesis llegan peregrinaciones hacia la Catedral Basílica a proclamar su fe y su admiración y respeto por la Virgen de la Asunción y los fastos concluyen el día 15 por la noche con la Romería de la Asunción, celebración que tiene ya casi siete décadas de llevarse a cabo.

Los toros, la Asunción y la vendimia

A partir de la mitad del siglo XX, se aprovecharon indistintamente las fiestas de La Asunción o de la Vendimia para ofrecer algún festejo taurino a la afición. Nunca se estructuró una feria taurina en forma, porque la fiesta patronal se concentraba en una sola fecha – el 15 de agosto – y la celebración de la vendimia se reducía inicialmente a un fin de semana largo después de las celebraciones patronales, así que sin una fijeza en el calendario, lo mismo se daba una corrida de toros, una novillada o un festival, vinculado con cualquiera de las dos celebraciones, dependiendo de la forma en la que los días de la semana se acomodaran.

En estas próximas entradas trataré de recordar algunos de los eventos más destacados de los sucesos ocurridos en el ruedo de la plaza de toros San Marcos entre 1955, cuando se dio la primera corrida de toros vinculada a la Feria de la Uva y el año de 1977, en el que, a mi juicio, lo taurino alcanzó su máximo esplendor con un magno festival en homenaje a Calesero. 

Seguramente en ese lapso de tiempo hubo varios festejos más en esa época del año, pero trataré de exponer aquí los que me parecen los más significativos.

La primera corrida de la Feria de la Uva

Para el domingo 7 de agosto de 1955 se anunció la celebración de la corrida extraordinaria con motivo de la Segunda Feria de la Uva. El cartel se componía con un encierro de Torrecilla, entonces todavía propiedad de don Julián Llaguno, que enfrentarían Alfonso Ramírez Calesero y Rafael Rodríguez mano a mano.

El festejo revestía un interés propio de nuestra ciudad. El solo anuncio de los dos toreros de Aguascalientes en el mismo cartel, producía ese ambiente de enfrentamiento que el amigo Gustavo de Alba señalaba como fácil de confundir con una especie de lucha de clases, cuando nos decía:

...sin necesidad de tener brochazos de marxológo, la comparación fácil de una lucha de clases que se dirimía, año tras año, durante la Feria de San Marcos en el ruedo del centenario coso de la calle de la Democracia: ricos versus pobres, curros versus descamisados, los de sombra frente a los de sol. Sin embargo, creo que esa rivalidad va más allá de la lucha de clases o, quizás mejor dicho, la trasciende con algo más importante que con el paso de los años se ha perdido en la afición aguascalentense: la emoción, el interés profundo por la fiesta... Aquellos que no iban a la plaza, solían acercarse, con genuina atención a los conciliábulos de taurinos que se formaban, ya fuera en la legendaria “Bolería Calesero”, en el Parián, o en los cafés de la época, para preguntar cómo habían estado “El Calesa” y “El Volcán”, aun cuando no fuera tiempo de feria...

Entonces, el ambiente estaba a punto y la entrada asegurada, sobre todo si se considera que Rafael Rodríguez había estado ausente de la Feria de San Marcos el abril anterior.

Cuando el toro todo lo descompone

Uno de los subtítulos de la crónica de don Jesús Gómez Medina para El Sol del Centro reza: Torrecillas mandó 6 feas ratas... Y la narración acerca de su comportamiento y presencia que hace acerca de ese encierro, es la siguiente:

...la lidia de los seis primeros toros (?) a punto estuvo de hacer naufragar al festejo en el mar de sosería y mal estilo que aportaron al festejo los pupilos de don Julián Llaguno. Su endeblez, además, y su carencia de respeto, los hacían inadecuados para lidiarse en un festejo de categoría. La conclusión se impone: o al Sr. Llaguno no le interesa conservar el prestigio de su ganadería, o bien tiene en muy poca estima a la afición de Aguascalientes...

Ante un encierro de tales condiciones, Calesero tuvo pocas oportunidades de lucimiento, teniendo algunos momentos brillantes ante el tercero de su lote, quinto de la tarde, pero sin pasar más allá.

Rafael Rodríguez y Tapatío de Ramiro González

Aunque ya le había cortado dos orejas al segundo de su lote, tras ser picado el sexto de la corrida, Rafael Rodríguez anunció el regalo de un toro, que fue autorizado por quien presidía el festejo. El sobrero era precisamente el toro llamado Tapatío, de la ganadería de don Ramiro González, toro que describe así la crónica:

“Tapatío” de las dehesas de Ramiro González fue el encargado de salir por los fueros de los de su especie. ¡Fue un hermoso ejemplar de toro de lidia! Fuerte, enmorrillado, corto y apretado de pitacos; con trapío, en suma, marcado con el número 91. Además, con bravura, poderío y nobleza, y con más de 450 kilos sobre los lomos. ¡Lo que se llama un toro! …

La faena, de acuerdo con la narración escrita de don Jesús Gómez Medina, fue emotiva, tanto por la entrega del torero, como por la pelea que dio el toro, que recibió tres puyazos, señala, estrellando a los jamelgos contra las tablas... Así pues, el toro fue bravo y poderoso. Ante él, El Volcán de Aguascalientes realizó lo siguiente:

Bravo, pujante, sobrado de codicia y duro de patas – inclusive pareció haberle faltado otro puyazo –, tal concluyó sus días el de Ramiro González. La faena de Rodríguez tuvo como nota de mayor relieve, la de su emotividad. En cada pase, el riesgo era evidente, la distancia, mínima. Pues bien: en tal sitio y en estas condiciones se desarrolló la lidia de “Tapatío”, que llegó a su clímax cuando con el engaño en la mano torera, Rafael se enroscó repetidas veces al astado en el pase fundamental del toreo de muleta. Y, tras los desplantes y los muletazos de adorno, la estocada en sitio desprendido... Fue entonces cuando el festejo alcanzó su culminación; al triunfo del torero - rubricado con las orejas y el rabo de su enemigo - se enlazaba el triunfo del ganadero. Entre ovaciones y música recorrieron ambos el ruedo, en tanto que a los despojos del excepcional “Tapatío” se les tributaban los máximos honores...

El encierro titular a punto estuvo de cargarse el festejo y un toro sobrero, de regalo, salvó in extremis la tarde, dejando claro a propios y extraños que el toro y su bravura son la esencia de esta fiesta.

Así fue como concluyó el primer festejo taurino celebrado para celebrar el cultivo de la uva y su vendimia en Aguascalientes, por estos días, hace ya 70 años.

domingo, 27 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (IX)

Domingo 27 de abril. Manolo Martínez y Curro Rivera cierran la feria cortando orejas

La octava y última corrida del serial 1975 fue un mano a mano entre Manolo Martínez y Curro Rivera ante un encierro de Valparaíso, hierro en esos días, de la titularidad de don Valentín Rivero Azcárraga. Era el octavo día consecutivo de toros y parecía que la afición no había perdido el interés en asistir a la Monumental, porque las crónicas del festejo relatan que en esa fecha se produjo la mejor entrada de todo el serial, tan buena fue, que muchas personas no pudieron presenciar el festejo, debidamente sentados. Escribe Francisco Lazo:

La plaza Monumental registró hoy, en la última corrida de la feria, la mejor entrada... se produjo un lleno superior aún a los de ayer y antier, quedándose además mucha gente en la calle. Los tendidos se veían apretujados. No cabía un alfiler, dando la impresión de que se había superado con mucho, el aforo del coso...

Como se ve, hasta el cronista tuvo que dejar el apunte de que la posibilidad de la venta de boletaje con sobrecupo era evidente, porque al interior, gente de pie y en la calle, gente con boleto en mano que no pudo entrar. Así era la efervescencia por los toros en esos días.

Los toros de Valparaíso

El encierro de don Valentín fue disparejo de presencia y acusó debilidad, lo que impidió que se les examinara de manera rigurosa en las cabalgaduras, intentando evitar que llegaran agobiados al tercio final de la lidia, pero la disposición de los toreros y su habilidad para mantener de pie a los toros que tendían a caer al suelo, permitieron que se realizaran un par de faenas que si bien, no dejaron completamente satisfecha a la afición, evitaron que la tarde se sumergiera en el tedio.

Manolo Martínez y su toro de regalo

El llamado Milagro de Monterrey enfrentó cuatro toros en esta tarde, los tres del lote que sorteó, por su orden Nopalero, Minero y Petrolero, ante los que estuvo apenas discreto, porque sus exiguas fuerzas apenas le permitieron bosquejar algunas suertes con lucimiento y un séptimo cuyo regalo anunció tras la lidia del quinto de la jornada, al que no se le anunció nombre, pero sí que era de la misma procedencia del encierro titular, y con el que, de acuerdo con la crónica de Francisco Lazo, su actuación fue:

Y regala uno, que es un torito que sale hecho una chinampina y nos deja ver esas chicuelinas al estilo de Manolo Martínez, pero que se apaga más pronto que un cerillo. Lo toreaba con mucho arte Manolo, pero se echó la res. Entonces el regiomontano disgustado ya hasta el colmo, tiró muleta y estoque y se metió al callejón. Salió cuando el toro se paró para brindar la estocada: media en todo lo alto que mata sin puntilla. Oreja y vuelta ya con el capotillo de paseo...

De nuevo la contabilidad de trofeos es contradictoria, la crónica de Alejandro Hernández en el Heraldo de Aguascalientes, más severa, por considerar que el “regalito” carecía totalmente de respeto, señala que le fueron concedidas las dos orejas. Me inclino de nueva cuenta por esta última versión, dado el sentido en el que fue escrita.

Curro Rivera y la voluntad de ser figura

Ya había apuntado en comentarios anteriores que Curro Rivera venía a esta feria a por todas, y en esta tarde también dio la nota aguda, demostrando que su ascenso a los puestos más altos del escalafón difícilmente podría ser detenido. El punto más notable de su actuación fue ante el tercero de la tarde, Cominito, al que le cortó las dos orejas. De su actuación en conjunto, refirió en su día Francisco Lazo:

Este Curro Rivera ya agarró ritmo envidiable para torear. Hoy lo volvió a demostrar. Suelta el brazo, sin rigidez alguna, codilleando un poco para desmayar el lance. ¿Codillear? Sí, sí señor. ¿Qué eso no es un defecto como quieren hacer aparecer los “tradicionalistas” que suspiran por el toreo de cartón, tieso? Curro se ve más espontáneo, más natural toreando así, echando al voladero esos llamados “cánones” que sujetaban al toreo a expresiones mecánicas ayunas de sentimiento, rompiendo con esas cadenas como lo han hecho los grandes toreros mexicanos... Su segundo fue “Cominito”, muy llenito, que recargó en varas con un poquito más de fuerza que sus hermanos, cosa que aprovechó sobradamente Curro, para hacerle una faena aterciopelada, de buen gusto y que remató con otra soberbia estocada. Dos orejas y gritos de “torero – torero”...

La reflexión de Lazo acerca del hacer de Curro Rivera representa, desde mi personal punto de vista, a lo que más adelante comenzó a pregonar, en su columna del diario capitalino Esto, como una de las formas de lo que dio en llamar la escuela mexicana del toreo, en la que justificaba además del apartamiento de las reglas fundamentales del hacer ante los toros, otras cuestiones que afortunadamente, cada día están más lejos de nuestros ruedos.

El balance final

Francisco Lazo con esta crónica terminaba su encomienda en nuestra ciudad. Al final de su relación anunciaba que haría comentarios sobre la feria, pero como la misma se publicaba también en la capital mexicana, esas reflexiones posteriores se leerían solamente allá. No obstante, en el tránsito de su participación final, hace algunos comentarios que considero prudente citar:

Manolo y Curro... llevan a los tendidos a un público difícil con ellos, pues va a exigirles sin concesiones, como se sabe de lo que son capaces... Cualquiera diría que el propósito es empujarles para que den lo mejor de ellos. Y tienen otra medida a la hora de ser premiados. Se les juzga con mucha severidad y se les aplica todo el rigor de la Plaza México a la hora de otorgarles trofeos. Durante esta feria hemos visto como a otros toreros, con solo abrirse de capa, se les corea cualquier mantazo. Con estos no. Deben torear bien para cosechar aplausos. Y eso finalmente es bueno por dos razones: se les coloca en un grupo especialísimo y se les obliga a dar lo mejor de su toreo con lo que salimos ganando todos. Eso es por lo que toca a los públicos, pues por lo que hace a los reventadores, esos pobres diablos solo dan salida a su amargura proverbial...

Estos apuntes finales de Lazo tienen interés porque dejan bien parada a la afición de Aguascalientes de aquellos días, a la que califica de exigente en grado extremo, aunque también cuando habla de reventadores, cae en una cuestión de desconocimiento de una especie de usos y costumbres de la afición local, porque por esos días existía una tormentosa relación de amor – odio con Curro Rivera, de la que me ocuparé particularmente un día de estos.

Con esto termino estos apuntes acerca de los festejos de la primera Feria de San Marcos que se verificó en la Plaza Monumental Aguascalientes, aunque creo que vale la pena dedicar un espacio más para tratar de hacer un resumen general del serial, pero eso será, ahora sí, la próxima semana.

sábado, 26 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (VIII)

Sábado 26 de abril. Profusión de apéndices en la tarde más exitosa de la feria

La feria del 75 reventó al final en la séptima y penúltima corrida del serial. La tarde de los grandes triunfos y de las faenas bien logradas fue esta, en la que Manolo Martínez, Curro Rivera y Mariano Ramos se enfrentaron a un encierro de Torrecilla. Si bien en los festejos anteriores hubo algunos éxitos señalados, la tarde redonda que toda la afición espera en un serial como el que se ofreció por primera vez en la Plaza Monumental. Tardó en llegar, pero al final, justificó una feria extensa y dejó en claro que ese modelo seguía siendo válido.

Francisco Lazo, quien se encargó ese año de la mayor parte de la crónica en El Sol del Centro, hace la siguiente reflexión a propósito de esa corrida:

La de hoy, séptima corrida de la feria taurina de Aguascalientes, ha resultado excepcional. Mire usted, la plaza se llenó hasta parecer reventar de un público entusiasta, se cortaron ocho orejas y un rabo y vimos toda la gama del toreo, en sus diversas concepciones, hecho a toros débiles, pero de una nobleza poco común. Los tres alternantes, Manolo Martínez, Curro Rivera y Mariano Ramos, unidos por el común denominador del poder, pusieron sobre la arena sus mejores expresiones, sus virtudes en su manifestación más pura, para brindarnos una tarde que pasará mucho tiempo sin que se olvide. Y esa frase común que dice “el público salió toreando” cuando ve torear mucho y bien, hoy puede aplicarse con toda propiedad. Caras sonrientes a las afueras del coso, en medio del terregal ese, simulando pases con periódicos o simplemente con la palma de la mano. Y pasión a flor de piel...

Decía El Volcán de Aguascalientes que el que compra un boleto para entrar a los toros es un comprador de ilusiones, porque espera siempre ver una tarde de triunfos. Quienes asistieron a la Monumental hoy hace medio siglo, vieron esa ilusión satisfecha.

Manolo Martínez corta el único rabo de la feria

Ya habíamos podido ver que el paso de Manolo Martínez había sido marcado por el signo de la discreción. Le restaban esta tarde y la del cierre del serial al día siguiente para reafirmar su posición de cabeza del escalafón y, efectivamente, este día apretó el acelerador, porque realizó una faena tesonera con su primero, que fue saldada con salida al tercio tras petición de oreja y las orejas y el rabo del cuarto. Cuenta Francisco Lazo:

...con “Gondolero” hizo una faena de seda, sobre todo con la mano izquierda, bajo el coro de ¡torero – torero! El toro pasaba claro, pero el torero le hacía ir largo, apenas con un muñecazo ligero, en el centro mismo del anillo. ¿Describir la faena? Sería necio. El toreo es arte efímero que ilumina como una llamarada, pero que se apaga en el momento mismo de iniciar otro pase. Así fue aquello, explosiones de belleza, sucediéndose en series de ayudados, naturales, pases del desdén, trincherillas, medios pases con la mano izquierda, para de allí enganchar el de pecho. Y la estocada, un tanto traserilla, pero de rápidos efectos. Dos orejas concede el juez, pero sube el clamor y otorga el rabo que bien ganado había sido. Vuelta con el ganadero, bajo lluvia de prendas...

Cuando un torero está, diría El Gallo, en estado de gracia, no tiene objeto contar las series y las suertes practicadas, es mejor intentar presentar en un concepto unitario la impresión que dejó el artista con su obra efímera, pero definitivamente trascendente.

Curro Rivera corta cuatro orejas

También ha quedado evidencia en esta serie de apuntes que Curro Cumbre venía empujando con seriedad para tratar de hacerse del cetro del toreo en México. Y hacía delante de los toros todo lo necesario, y hasta lo imposible para llegar a ese anhelado sitio. Lo hizo entonces en Aguascalientes y lo hacía en cuanta plaza se presentaba. Dice de su actuación la crónica de El Sol del Centro:

...Con la muleta, Curro le echa alegría en el cite y lentitud al pase, con mucho temple, mando. Sus muletazos son largos y con aquel pasar despacio de la res, parecían durar una eternidad, recreándose además... Una soberbia estocada. Dos orejas. Un grupito que molesta de continuo a Curro, protesta una, sin enterarse siquiera de lo que había visto: toreo de alta calidad de capa y muleta y gran estocada, lo que ameritaba un rabo. Y vino su segundo “Fakir”... Diríamos que juega al toreo, con gracia, con inventiva, a cámara lentísima, como en aquellos “circurrets”, luego, jalando al toro con la muleta por la espalda, hasta sacarlo con el de pecho. Al público le impresiona aquella faena y la corea con fuerza. Pocas veces, por no decir nunca antes, había visto torear así, como que pocas veces se conjuntan un toro que quiere atacar, pero no lo hace por falta de fuerza y un torero que lo hace pasar, obligándolo, con la orden de mando que es su muleta. Tres cuartos de acero en el rincón y otra vez dos orejas, para ir a sacar al ganadero a dar la vuelta...

Habrá que agregar que ambos toros de Curro fueron pasmosamente débiles y que aparte de torear como lo hizo, ejecutó una importante labor de enfermero para mantenerlos en pie, lo que aumenta el mérito de lo que logró ante ellos.

El poderío de Mariano Ramos, presente otra vez

Volveré a repetir que Mariano Ramos volvía a nuestro serial abrileño exigiendo un sitio entre las figuras del toreo mexicano. No había toro o alternante que lo hiciera dar el paso atrás y el paso que mantenía era verdaderamente impresionante. Le cortó las dos orejas al toro que cerró el festejo, pero la crónica refleja, que de no haberlo pinchado antes de haberle metido la espada, le hubiera cortado el rabo:

Su segundo fue “Lucerito”, un toro con un poco más de vigor al que torea por verónicas y chicuelinas. Recargó bravo el morito. Pero lo saca pronto del caballo Mariano. Lo necesita todo lo fuerte que pueda ser. Y la res pasa completa, con claridad. Entonces Mariano le hace la faena, hondos los pases, quebrando la cintura para bajar la mano y estirarse después hasta llevar al toro muy largo. Hay temple, hay toreo macizo, de expresiones secas, pero emocionantes por el mando del diestro. Al natural, parece suavizar el pase, menos rígida la muleta, con vuelo en el último tiempo. Al natural, se afina Mariano, va cogiéndole gusto al pase. Toreaba en el tercio. Y quiso entonces hacer honor a su calidad de diestro poderoso. Sacó al toro al centro del anillo y allí le dio tres ayudados y varios pases por alto que le ganaron también el grito de ¡torero – torero! Pinchazo arriba y media estocada bien puesta que derriba. Petición. Una oreja da el juez. El público exige la otra y es concedida...

Por la manera en la que el ingeniero Jesús Herrera concedió la segunda oreja, es que me atrevo a asegurar que, de haber acertado a la primera con la espada, con seguridad, Mariano hubiera cortado el rabo. Y es que, estaba en el ánimo de la gente y en esos días, era una ráfaga de aire fresco en la baraja taurina mexicana.

El encierro de Torrecilla

Los toros enviados por don José Antonio Llaguno Ibargüengoitia adolecieron de lo mismo que se vino señalando por la prensa de la época de los demás encierros que se lidiaron: de poca presencia. Escribió Francisco Lazo:

Reses terciadas envió Torrecilla y de muy poca fuerza. Sigue padeciendo aquella ganadería zacatecana una serie de problemas, que afectan la buena crianza de su ganado. Pero hay buena sangre... Por igual, fueron al caballo, pero les pasaron apenas con un picotazo, evitándoles así mayor quebranto que el que ya traían del viaje y acusaban por su manifiesta debilidad. Todos también fueron claros, de una nobleza conmovedora... No faltó quien dijera a la salida de la plaza, que los toros habían sido unas babosas que parecían arrastrarse. El símil no se apega a la realidad, pero, suponiendo sin conceder que así fuera, ese amigo no sable lo difícil que es torear toros así y producir emoción. Lo que le falte de fiereza al toro, lo puede suplir el torero con su arte o su valor, con su poder para hacerles pasar y darles muletazos...

Aunque se dio la vuelta al ruedo al cuarto y al quinto, por mucho que se quiera justificar la falta de bravura con la boyantía y la aptitud de los toreros para aprovechar esa situación. Por lo visto, estaba gestándose, a sabiendas o no, lo que mi amigo Horacio Reiba llama el post toro de lidia mexicano. Hasta mañana.

viernes, 25 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (VII)

Viernes 25 de abril. Un arrollador Mariano Ramos vuelve llevarse el Escapulario de Oro

A partir de 1971 se volvió tradicional que para la corrida del día de San Marcos se confeccionara un cartel en el que actuaran los principales toreros anunciados en el serial, disputándose un trofeo, concebido como el Escapulario de Oro de San Marcos, patrocinado en esos días, por alguna de las casas vitivinícolas asentadas en la entidad. Eran por lo regular seis toros para seis toreros y con esa única oportunidad tenían que lucir lo suficiente como para convencer a la afición que se congregaba en la plaza hasta llenarla, porque el 25 de abril es casi una religión asistir a los toros en Aguascalientes.

Hace 50 años se acartelaron Manolo Martínez, Jesús Solórzano, Antonio Lomelín, Curro Rivera, Mariano Ramos, Fermín Espinosa Armillita y Humberto Moro para lidiar siete toros de Los Martínez. Los siete toros anunciados al final fueron ocho, porque fuera de concurso, se lidió un octavo, de regalo, por parte de Humberto Moro.

El encierro de Los Martínez

La ganadería de don Jorge Martínez Gómez del Campo se presentaba en Aguascalientes. El ganadero, que era un declarado orticista, bautizó a sus toros con nombres de otros que fueron famosos por ser importantes en la carrera de su amigo Pepe Ortiz, quien falleciera unos días antes. Por su orden salieron de toriles Sapito, Barrionuevo, Espía, Monterillo, Garlopo, Periodista y Aretito. Fue un gentil detalle del ganadero debutante. Acerca de la presencia del encierro, dice la crónica de El Sol del Centro escrita por Francisco Lazo:

Se lidiaron siete toros de Los Martínez, jóvenes, gordos, bien presentados, que tuvieron dos características definidas: unos querían huir, otros se agarraron pronto al piso. Imperó la mansedumbre, habiéndose salvado uno de ellos, el jugado en tercer lugar pero que desgraciadamente estaba lastimado de las manitas y rodaba constantemente…

De la descripción del cronista se puede advertir que se pretendió encubrir la falta de edad con el exceso de peso, de allí que su movilidad fuera limitada y se agarraran al piso y perdieran la vertical. También, ese peso desproporcionado, exagera la falta de raza y de casta. En suma, el trapío de los toros no se calibra en la báscula, sino en su apariencia externa y se adquiere con la edad.

La actuación triunfal de Mariano Ramos

Decía que Mariano Ramos se levantó como el triunfador de la tarde, porque a partir de este día, las corridas volvieron a su horario tradicional, a las cinco de la tarde. Si hemos de hacer caso a la reseña del encierro que hizo Lazo, el toro que le tocó fue uno de los que se quedaron parados, y, sin embargo, lo hizo moverse. El propio cronista de El Sol del Centro contó:

Muy buenas verónicas y mejores mandiles le dio Mariano a “Garlopo”, un manso al que Campos le puso dos pares superiores. Este toro no huye tanto, pero sale del muletazo con la cabeza alta. Ahí vemos al Mariano poderoso, sujetando y haciendo que la res humille, para torearle luego con mando, llevando muy bien a su enemigo. Por momentos parece destemplarse, pero vuelve a coger el ritmo a la embestida y llevaba los pitones a milímetros de la muleta. Terminó con la “regiomontana” en medio del júbilo popular. Cita a recibir y dejó un pinchazo a un tiempo. Luego otro echándose sobre el morrillo y finalmente, media arriba. Ligera petición (¿aquí no sacan pañuelos?). Oreja concede el juez. Chillan. La tira Mariano y da la vuelta…

La relación de Francisco Lazo es breve pero completa y destaca, la brillante actuación también, de Leonardo Campos, uno de los destacados banderilleros mexicanos de la época, que iban siempre colocados con los toreros que encabezaban el escalafón de estas tierras.

El resto de la tarde

Manolo Martínez estuvo breve, pero exponiendo y fue aplaudido. Jesús Solórzano tuvo una actuación que lo resarcía en parte de las pérdidas anteriores ante el segundo del festejo, incluso, puso el par de La Moreliana de su creación, que le valió dar la vuelta al ruedo a mitad de la lidia. Al final salió al tercio. Antonio Lomelín siguió hecho un león y también consiguió salir al tercio, tras de que su toro terminara hecho un marmolillo. Curro Rivera por su parte le robó una faena a un toro que huía en todos los terrenos y al igual que Mariano Ramos, fue llamado a dar la vuelta al ruedo.

Humberto Moro terminó enfrentado al respetable con el que le tocó en el sorteo y para resarcirse, regaló un octavo de Tequisquiapan, al que le hizo una faena que fue de menos a más. Aquí hay una controversia en cuanto a la premiación de la faena que realizó, porque en tanto que Francisco Lazo en El Sol del Centro habla de que se le otorgó una oreja, Alejandro Hernández en el Heraldo de Aguascalientes, refiere dos. Viendo el talante de Lazo hacia Humberto y otros diestros, me inclino más a creer en la versión de Alejandro, que en la suya. Y Fermín Armillita apenas tuvo material para salir del paso.

La concesión del trofeo

La tradición para la concesión del Escapulario de Oro era que se otorgara por aclamación popular en los casos en los que no hubiera un triunfador claro en la corrida en la que se ponía en disputa. Así se tuvo por sentado, pero al parecer, la Casa Pedro Domecq, patrocinadora en este año del 75 del trofeo, decidió designar un jurado para determinar al torero galardonado. Cuenta Francisco Lazo:

Al fin se llenó la plaza. Hasta arriba. Y es que hoy es gran día de fiesta, pues se celebra a San Marcos, patrono de la feria aquicalitense... Y, además, se ofrecía un cartel con siete toreros por un solo boleto, los que se disputaban el “Escapulario de Oro” que finalmente fue otorgado a Mariano Ramos por un jurado que nadie supo quienes lo integraron, pasando por alto el anuncio que hicieron al comenzar el festejo: que el trofeo sería otorgado por votación popular. Sí hubiera sido de esta última manera, Curro Rivera habría sido, junto con Mariano, fuerte candidato a quedarse con el galardón. Ambos hicieron muy buenas faenas a toros que presentaron dificultades, más el de Curro, que toreó con largueza y calidad; menos, pero sin dejar de tenerla, el de Mariano, que hizo una faena con poderío y mando. Los dos mataron mal, de dos pinchazos y entera desprendida Curro y Mariano de dos pinchazos, el primero intentando matar recibiendo, y media. El juez dio una oreja que el público protestó. La tiró Mariano y dio la vuelta, la misma que había dado Curro Rivera...

Así dice Lazo, que nunca se supo quienes integraron ese jurado y que antes de iniciar la corrida se había anunciado que el trofeo sería concedido por aclamación popular. Creo que a estas alturas de estos recuerdos queda clara la preferencia de don Francisco por su tocayo Curro Rivera, lo que me deja claro su deseo – o interés – de que su favorito se hubiera llevado el galardón, pero las cosas discurrieron de otra forma. Esa era la manera de ser del inefable Francisco Lazo.

Así pues, nada más arrastrado el octavo de la tarde, bajaron al ruedo S.G.M. Luz María I y Alfonso Ramírez Calesero, éste último en representación de la Casa Pedro Domecq a entregar a Mariano Ramos el Escapulario de Oro obtenido, con el que volvió a dar una triunfal vuelta al ruedo. Otra vez, hasta mañana.

Aviso parroquial: Extiendo mi sincera felicitación a todos los que hacen posible la edición de El Sol del Centro, pues en este día cumple 80 años de servir a Aguascalientes con información certera y veraz, siendo desde los inicios, una fuente invaluable para esta bitácora. ¡Que sigan muchos más!

jueves, 24 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (VI)

Jueves 24 de abril. En la alternativa de Eduardo Liceaga, Mariano Ramos es el triunfador

Dos cuestiones previas

La feria de 1975 iba entrando, en cuestiones de toros ya en su segunda mitad y, la verdad, a pesar de que varios de los carteles ofrecidos por la empresa, en el papel, tenían una definitiva redondez, la gente simplemente no se acercaba a la plaza de toros nueva a apreciar lo que en el ruedo ocurría. Eso, en un serial de la extensión que ya había adquirido nuestra Feria de San Marcos y en las condiciones económicas que genera una plaza con la capacidad que entonces tenía la Monumental, podría llegar a tener visos de tragedia. Alejandro Hernández, cronista del diario Heraldo de Aguascalientes, hacía en el introito de su breve crónica del festejo del 24 de abril, esta necesaria reflexión:

Qué pena de ver las malas entradas que ha tenido la Monumental Aguascalientes, y si pensamos un poquito lejos, esto se pone muy feo, pues es lógico pensar que Guillermo González (empresario) por más afición que tenga, no está peleado con su dinero, y tomará, seguramente, alguna medida - ojalá y no sea la que usted, amigo aficionado, piensa - pero es imposible sostener esta situación. Por ejemplo, en la corrida de ayer, fue muy baja la entrada, y lógicamente esto origina pérdidas a la empresa. Ojalá que, de hoy en adelante, asista la gente en beneficio de todos...

La intención de dar todos los festejos en días consecutivos, motivaba la celebración de festejos nocturnos. Cuando se celebraban en la Plaza San Marcos, los eventos propios de la noche quedaban a unos pasos del coso, así que en cuestión de tiempo, resultaba rentable ir primero a los toros y después al palenque o a alguno de los centros nocturnos que por las inmediaciones del Jardín de San Marcos se montaban, pero al ubicarse la nueva plaza de toros cerca, pero prácticamente en las orillas de la ciudad y casi en medio de la nada, se planteaba un dilema que obligaba a elegir. Y la elección, visto está, era a favor de las cercanías.

La segunda cuestión ronda en torno a algo de lo que ya había comentado en alguna ocasión anterior, de una teoría que de cuando en cuando sacaba a relucir Francisco Lazo sobre los efectos de la luz artificial sobre el juego de los toros en las plazas. Dijo entonces el cronista huésped de El Sol del Centro:

En los tendidos de la Monumental de esta ciudad, un grupo de gente del toro, entre los que había ganaderos, toreros, taurinos en general, discutíamos si el pálido alumbrado del coso era o no el culpable del poco juego que están dando las reses en esta feria. Sacamos conclusiones: cuando el toro es bravo, ataca a cualquier hora. Y en el caballo tenemos la prueba, porque allí hasta con los ojos cerrados, las reses deben cargar para demostrar su casta. Los toros de Tequisquiapan lidiados esta noche, iban al caballo, pero luego hacían cosas extrañas, dando la impresión de que, en efecto, no veían bien, o se avisaban con el alumbrado de los palcos, más brillante que el de los reflectores que pretenden iluminar debidamente el ruedo y apenas consiguen su objetivo, produciendo además, sombras...

Después, cuando le salió un toro bravo a Mariano Ramos, tendría que hacer algunas machincuepas prosísticas para plasmarlas en el papel y evitar desdecirse de su teoría. No debo desconocer que llevaba un dejo de razón con lo de las sombras que genera un alumbrado defectuoso, que tocan a los toros, pero por lo demás, creo que era simplemente una animadversión personal del cronista, aunque debo confesar también que prefiero en lo personal las tardes de sol y moscas.

La gran noche de Mariano Ramos

Los dos abriles anteriores Mariano Ramos fueron redondos para él. Se alzó como el máximo triunfador de ambas ferias y ya en un nuevo escenario volvía a insistir en ponerse de nueva cuenta a la cabeza de los diestros actuantes en nuestro serial sanmarqueño. Su gran momento en esta noche ocurrió al enfrentar al cuarto de la sesión, llamado Limonero por su criador, don Fernando de la Mora Madaleno y así resumió el citado cronista de El Sol del Centro su actuación:

Desde que salió, tomó los capotes con alegría y Mariano, hábilmente volteó el suyo, toreando por la parte que es amarillo para darle mayor objetivo al morito, por verónicas y mandiles, lance éste que hemos de repetir, lo ejecuta con un sello especial. Luego atacó bravo al montado, para que el Zotoluco II le picara soberbiamente, haciéndole sangrar profusamente para llegar al tercio mortal atacando siempre con claridad y nobleza, sin acusar la falta de un buen alumbrado, sin distraerse con las sombras, es decir, demostrando que cuando el toro es bravo, acomete y si tiene nobleza, lo pone de manifiesto en todo momento, sea bajo las candilejas o a la luz del día. ¡Y no vea usted cómo lo toreó Mariano Ramos! Ayudados y naturales con temple y mando y en una ocasión dejó ver la bondad del animal, cuando en un pase de pecho, le dejó la muleta en la cabeza sin que la res derrotara. No le tiraba ni una mala mirada y el torero - charro se hinchó de torear, rematando con adornos de buen gusto. Y citó a recibir, dejando media estocada contraria, a un tiempo, que no surtió efecto. Tumbó al primer golpe de descabello y se ganó las orejas que le fueron justamente concedidas...

La alternativa de Eduardo Liceaga

Eduardo Liceaga es miembro de una de las dinastías más extensas que reconoce la historia del toreo. Hijo de Anselmo también matador de toros de brillante trayectoria, inició su andar por los ruedos en el año de 1972, presentándose en la Plaza México en agosto de 1974, donde le cortó el rabo al novillo Soldado de José Julián Llaguno el 15 de septiembre de ese año. Se despidió de la novillería el domingo anterior al día de su alternativa en Monterrey, donde le cortó el rabo al novillo Ramito de Suárez del Real. Era, sin duda, junto con Guillermo Montero, el novillero más interesante de ese momento.

Las crónicas de prensa no refieren el nombre del toro de Tequisquiapan que fuera el de su alternativa, pero ante él su actuación fue la siguiente:

Y Mariano le dio la alternativa a Eduardo Liceaga, esa joven promesa que esta noche no pudo lucir sus cualidades. Por el contrario, se acentuaron sus naturales defectos. No fijó los pies con el capote y con la muleta estuvo indeciso en el de su doctorado y a ratos se animó con su segundo. Pero en general, su actuación fue desvaída, haciendo pensar a muchos que le han precipitado al lanzarlo al doctorado. La verdad es que Eduardo no es un temerario de los ruedos, por el contrario, es medido de valor. Sus virtudes son otras, el temple y el arte. Vamos a ver si más adelante, conforme vaya viéndole más seguido la cara al toro, va cuajando para llegar a ser el toreo que de él se espera. A su primero lo mató de pinchazo hondo y media. Y a su segundo, de dos pinchazos, media delantera y dos golpes de descabello...

La realidad es que Lazo fue muy considerado con Liceaga. Estuve presente en esa corrida y recuerdo con claridad que el toricantano, vestido de blanco y oro, montó un espectáculo esperpéntico, por el pánico que hizo presa de él. Los golpes de descabello que le dio al sexto de la corrida no fueron dos, sino una docena cuando menos y le sonaron dos avisos. Así transcurrió la segunda alternativa que se otorgaba en la Plaza Monumental.

La noche de Humberto Moro, el testigo de la ceremonia tampoco transitó por cauces de fortuna, pero ya le vendría un momento más acercado a la gloria. Era la víspera del día de San Marcos, todo Aguascalientes ya estaba de fiesta. Aquí dejo estas notas por hoy. 

miércoles, 23 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (V)

Miércoles 23 de abril. Antonio Lomelín reafirma su total recuperación

La cuarta corrida de la Feria de San Marcos del 75 también fue nocturna y tuvo como aliciente la presentación de Curro Rivera en el ruedo de la Plaza Monumental, que permitió que la entrada al coso fuera mejor que en los días anteriores. No obstante, la cultura feriante de nuestra ciudad aún no estaba totalmente arraigada. Los días de entre semana las labores ordinarias seguían su curso de manera casi normal y eran los fines de semana los que se dejaban para festejar, aparte hecho, para el día del santo patrono. Al paso de los años, el serial taurino se agruparía en fines de semana, para atraer a los festejos la mayor cantidad de público posible.

Nuevamente don Guillermo González confeccionó un cartel que en el papel tenía visos de redondez, porque aparte del hijo de Fermín el de San Luis, completaban la terna Jesús Solórzano y Antonio Lomelín, quienes ya habían actuado en el serial con fortuna diversa. Los tres enfrentarían un encierro de Las Huertas, en esos días de la titularidad de don Luis Javier Barroso, el inolvidable Chacho, quien en ferias anteriores había logrado triunfos importantes.

La importante tarde de Antonio Lomelín

Ya habíamos anotado por aquí que el lunes 21 anterior, Antonio Lomelín había dejado bien claro que no cargaba secuelas de la gravísima cornada que sufrió el 16 de febrero anterior en la Plaza México. En esa noche de dos días antes, los toros que le salieron en el sorteo no se prestaron a muchas florituras, pero en esta nueva ocasión tuvo la ocasión de mostrarse como el torero poderoso y valiente que siempre fue, terminando por alzarse como el triunfador de la corrida. Escribió para El Sol del Centro su cronista huésped, Francisco Lazo:

Antonio Lomelín achicó la muleta y la movió para fijar al toro, al mismo tiempo que se echó la espada a la cara, a la altura de la barbilla. Y entró a matar dando el pecho, volcándose luego sobre el morrillo en un perfecto volapié. Ejecución valiente y emocionante, aunque el acero quedara un tanto perpendicular sin producir los efectos deseados. Y Antonio repitió la escena, para dejar ahora sí, una estocada muy bien colocada, mientras el público se ponía de pie, aclamándole. Dobló el toro. El público pidió las orejas, el juez concedió una con la que Antonio dio dos vueltas al ruedo, bajo lluvia de prendas, y se retiró al callejón sonriente, cerrando así su actuación de esta noche, de torero valiente, de banderillero excepcional y de eficiente matador. Parece ser que, como decíamos hace días, a Antonio no le hizo ni cosquillas esa terrible cornada que le puso al borde de la muerte. Se desplaza por el ruedo como por su casa, seguro, con tanto valor, que por momentos aborda el terreno de la temeridad. Y creemos también que ha encontrado el camino, al fin, hacia la cumbre, porque a sus dos enemigos les ha toreado, cuando no parecían tener un pase, dos mansos peligrosos, sobre todo su primero que tiraba cornadas a diestra y siniestra sin que Antonio se descompusiera. Finalmente, resultó ser el triunfador del cuarto festejo de la feria taurina de esta Aguascalientes...

Más adelante relata el que en la fecha era el jefe de información taurina del diario deportivo Esto de la Ciudad de México, que en el quinto de la corrida, puso hasta cuatro pares de banderillas y que si solamente cortó una oreja, cuando le eran pedidas las dos, fue únicamente porque la primera estocada que dejó, hasta la empuñadura, le quedó perpendicular y en lugar de intentar una prolongada labor de enterramiento, extrajo la espada y se volvió a tirar a matar con la misma decisión, dejando, ahora sí, una estocada en todo lo alto, de instantáneos efectos. El ingeniero Herrera, entonces Juez de Plaza, se llevó una bronca, dice el cronista, por no conceder esa segunda oreja.

El desconcertante Jesús Solórzano

Cuando el hijo del Rey del Temple sentía que salía con los hados de su lado, hacía el toreo como ninguno. Pero si sentía que no le acompañaban, también generaba broncas que podían llegar a alcanzar buenas proporciones. Esta fue una de esas últimas fechas, en las que, al salir del hotel anunciaba algo grande, pero al llegar a la plaza, daba lo contrario. Sigue adelante el cronista:

Poco antes de la corrida, Chucho Solórzano me dijo que la iba a armar. Y la armó. ¡Por poco se le va vivo el primero! Le pegaron dos avisos después de doce pinchazos y diez golpes de descabello. Al principio parecía decidido, hasta banderilleó, pero pronto volvió a las dudas y dejó escapar otra oportunidad. En su segundo, un toro refugiado en tablas, pareció dispuesto a jugarse la piel y hasta le puso la barriga al toro para dar algunos buenos muletazos, sólo que siempre sobre piernas. Y tumbó al buey de media delanterilla. Este Chucho parece no tener remedio...

Me tocó ver a Jesús Solórzano en ambas versiones dentro de los ruedos y la verdad es que tuvo todo para ser una gran figura del toreo. Es uno de esos casos en los que uno no se explica las razones por las cuales no llegó a serlo.

Un voluntarioso Curro Rivera

La noche de su presentación no pudo ser triunfal para Curro Rivera, y es que le tocó lo menos lidiable del encierro de Las Huertas. Sin embargo, eso no le impidió intentar por todos los medios, resalta la crónica, buscar el triunfo para mantener la posición que guardaba en el escalafón nacional.

Curro Rivera pasa por muy buen momento. Eso todos lo saben. Y hoy, ante reses impropias para el toreo, tuvo chispazos de su calidad y hasta le hizo la faena a su primero, un toro que atacó al caballo, pero que se dolió pronto y quería escapar. Lances a pies juntos, luego despatarrado, que le fueron coreados. El toro llegó al tercer tercio áspero, reservón, pero allí le anduvo Curro, poniéndole la pierna como diciendo, ¡aquí, aquí tienes dónde herir!, para irle encelando. Le dio diez muletazos, de bella ejecución, y se clavó una banderilla en un pie. Cojeando, entró a herir para pinchar y luego dejar medio acero de efectos fulminantes. Le llamaron al tercio a escuchar la aclamación. A este toro le hizo un quite por mandiles, muy ajustado, que encendió los entusiasmos. Su segundo suspiraba por el surco. Y después de intentos y de algunos pases, lo mató de pinchazo y entera...

Siguiendo la semántica del cronista, estoy en condiciones de afirmar, que ni la impropiedad de los toros que le tocaron, iban a detener la marca de quien era ya apodado Curro Cumbre. Ya tendría ocasión de resarcirse en esta misma feria.

El encierro de Las Huertas

Mencionaba antes que Chacho Barroso había tenido triunfos significativos en nuestra feria. En esta oportunidad las cosas no se le dieron como lo hubiera esperado. Éste es el juicio de Francisco Lazo a propósito de la corrida que envió en esos días:

Bien presentado el encierro de Las Huertas, reses con cara de toros y kilos, muy en tipo de la ganadería. Pero mansos cinco de ellos, y los seis terminaron poniéndose a la defensiva y finalmente huidizos, buscando por donde escapar. Si acaso, se salvó un tanto el primero, que tuvo pases, no muchos, pero sí los suficientes para hacerle la faena. Pero le tocó a Chucho Solórzano y ya se imaginan ustedes lo que pasó. En conclusión, el encierro de Las Huertas estuvo por debajo del crédito de la vacada y las reses que lo integraron, merecen llamarse bueyes.

Así fue la cuarta corrida de feria que se celebró en la entonces nueva Plaza Monumental Aguascalientes. La Feria Taurina de San Marcos iba a la mitad de su camino y el signo que llevaba era de pocos triunfos y entradas paupérrimas. Pero veremos que esa tendencia se iría corrigiendo. Hasta mañana.

Aldeanos